El Cálculo en Sistemas Deductivos Cada uno de los sistemas que se han presentado en el capítulo anterior constituye una caracterización alternativa de la noción de derivabilidad formal. Haríamos mal, sin embargo, si pensásemos que esto es algo evidente o inmediato. La distancia que separa las técnicas y procedimientos característicos de cada uno de estos sistemas es suficiente como para que su equivalencia precise de demostración. Esta situación contrasta fuertemente con la que tiene lugar en el dominio de la consecuencia semántica, donde sólo se tiene en cuenta una única definición cuyo formato, como veremos más adelante, es constantemente reutilizado en contextos sustancialmente distintos a aquel en el que nos movemos ahora. Todos estos asuntos y otros parecidos serán investigados en breve aunque eso sí, convenientemente aligerados de excesivo formalismo y detalle técnico. En lo que sigue me voy a ocupar de analizar la forma en que cada uno de estos sistemas actúa en la práctica. Se trata de ver la manera de sacar partido de sus planteamientos originales describiendo técnicas que faciliten la tarea de establecer la derivación de argumentos dentro de cada uno de estos sistemas. Sistemas axiomáticos. Constituye, como ya hemos visto, el único tipo de sistemas deductivos que operan sobre la demostrabilidad de fórmulas. Esto es, establecen la teorematicidad de fórmulas, o lo que es lo mismo, su derivabilidad a partir de conjuntos vacíos de premisas. Obtener nuevos teoremas a partir de otros ya existentes es un proceso naturalmente complejo. Las únicas dos operaciones que están a nuestra disposición son la propia regla de prueba que el sistema ofrece, MP, y el reemplazo de letras esquemáticas por cualesquiera fórmulas de LE, o incluso por nuevas expresiones esquemáticas. Lógica de Enunciados No es fácil dar instrucciones útiles en este caso. Se suele decir que la única estrategia realmente digna de tener en cuenta a la hora de trabajar con sistemas axiomáticos es localizar un axioma cuya forma pueda, mediante las oportunas substituciones, contener como consecuente la fórmula cuya teorematicidad se desea probar. Una vez localizada esa instancia del axioma, el proceso se repite buscando en esta ocasión el antecedente de esa instancia del axioma. De nuevo se intenta ver si esta fórmula puede ser localizada en una instancia de substitución de algún axioma o en su defecto en el consecuente de uno de ellos. El proceso finaliza si el antecedente de la fórmula buscada coincide finalmente con una instancia de substitución de algún axioma, o de algún teorema ya demostrado. Esto se resume en lo siguiente: [1] Cada fórmula buscada A en un proceso de prueba en Ax. sólo puede proceder de uno de los dos siguientes casos: i. A es una instancia de substitución de un axioma de Ax. –se puede aceptar que sea una instancia de un teorema ya demostrado, o ii. A es una instancia de substitución del consecuente de un axioma o de una subfórmula que sea a su vez el consecuente del consecuente de un axioma –teorema ya probado-, etc de la forma B→C. El concepto de fórmula buscada volverá a aparecer más adelante. Con él sólo pretendo organizar en la medida de lo posible la identificación de los pasos que parecen más convenientes en el intento por obtener la derivación de una cierta fórmula en un determinado sistema deductivo. Pese a que las instrucciones introducidas en [1] pueden ser empleadas de forma recurrente para retrotraer la demostración de una fórmula hasta establecer lo que parecen ser sus condiciones de posibilidad, hay que dejar muy claro que un sistema axiomático no brinda, por sí sólo, medio alguno para 166 El Cálculo en Sistemas Deductivos determinar si una fórmula es demostrable en su interior. No constituye por sí sólo un procedimiento capaz de responder a este tipo de preguntas. No es lo que se denomina habitualmente un procedimiento de decisión. Una fórmula es demostrable sólo si existe una demostración. Pero no disponemos de medios para saber mediante las propias técnicas de un sistema axiomático si tal demostración existe o no. Con esto en mente, tal vez sea bueno ver un ejemplo clásico. [2] Ejemplo: |Ax p→p. 1. |(p→((p→p)→p))→((p→(p→p))→(p→p)) tomando Ax.2 y reemplazando del siguiente modo: A=p, B=p→p y C=p. 2. |p→((p→p)→p) tomando Ax.1 y reemplazando del siguiente modo: A=p, B=p→p. 3. |(p→(p→p))→(p→p) MP entre 1 y 2 4. |p→(p→p) tomando Ax.1 y reemplazando A=p, B=p. 5. |p→p MP entre 3 y 4. La idea de ser parte consecuente de una fbf, mencionada de manera sumamente informal en [1.ii], podría haberse depurado mucho más hasta obtener una definición rigurosa. Sin embargo, este ejemplo basta para que nos hagamos una idea de cuál sería su utilidad. La fórmula buscada p→p es parte consecuente de la correspondiente instancia de substitución de Ax.2 aunque no es propiamente su 167 Lógica de Enunciados consecuente. Vemos que la demostración progresa en la medida en que se van encontrando instancias de substitución de los axiomas que permiten descargar por medio de MP los correspondientes consecuentes. Eso es lo que sucede en 2 y luego en 4. La forma que adopta una de estas demostraciones merece comentario. Como se puede ver, disponemos cada fórmula en una línea, aunque aquí, en realidad, lo que aparecen en las distintas líneas son instancias de axiomas o teoremas. A la derecha de cada línea colocamos una breve leyenda que justifica el tipo de operaciones que dan lugar a la introducción de la fórmula que figura en dicha línea. Eso es todo. La leyenda puede ser más o menos explícita, pero debe aclarar las razones que hay para añadir una línea al listado. La demostración finaliza cuando se alcanza una línea que contenga la fórmula inicialmente buscada. Al no tratarse de un procedimiento de decisión en el sentido que he indicado más arriba, no hay forma de saber si el listado lleva o no al punto deseado, ya que este siempre puede crecer mediante la adición de una nueva línea convenientemente justificada. Para finalizar, voy a hacer uso del sistema Ax’ descrito en [8] en un ejercicio de derivación con supuestos –premisas-. Esto obliga a que empleemos la regla R1 como una regla de inferencia, esto es, aplicable sobre cualquier fórmula y no sólo sobre axiomas. Aunque este paso puede estar prohibido o limitado en ciertas ocasiones, este no es, por fortuna, el caso ahora. Aprovecharé también para obtener un esquema inferencial válido operando sólo con letras esquemáticas. La diferencia con el caso en que procedemos con fórmulas de LE no va mucho más allá de un mero cambio notacional. 168 El Cálculo en Sistemas Deductivos [3] Ejemplo: A→(B→C), A&B |Ax’ C 1. A→(B→C) supuesto 1 2. A&B supuesto 2 3. A&B→A Ax.4 4. A MP 2,3 5. B→C MP 1,4 6. A&B→B Ax.5 7. B MP 2,6 8. C MP 5,7 Este es un caso que permite entender muy bien el tipo de ventajas que se desprenden de manejar sistemas más abundantes en recursos. Baste imaginar el modo en que se habría tenido que proceder en caso de llevar a cabo esta derivación con el primero de los sistemas considerados, es decir con Ax’. Cálculo de Deducción Natural. Con el Cálculo de Deducción Natural nos situamos de pleno en el dominio de la derivabilidad. Su atención está dirigida a establecer argumentos derivables siendo un caso límite el que representa la prueba de una fórmula a partir del conjunto vacío de premisas. En tal caso decimos, como en Ax., que dicha fórmula es un teorema. Los teoremas demostrables en Ax. y en DN son los 169 Lógica de Enunciados mismos, aunque como ya he dicho, este es un resultado que ha de ser establecido mediante la oportuna demostración. El modo de operar en Cálculo de Deducción Natural es bastante similar al que hemos visto en el caso de los sistemas axiomáticos. Una derivación tiene, de hecho, el mismo aspecto que una demostración en un sistema axiomático. Un primer lugar se anota, en líneas sucesivas, las fórmulas que figuran como premisas y a continuación se procede, según patrones heurísticos más o menos estructurados, a añadir nuevas fórmulas con cuyo concurso se llega finalmente a la conclusión. Veremos primero un ejemplo para ofrecer después un patrón heurístico bastante atinado. [4] Ejemplo: p→q&r, r&s→h, tvs |DN p&¬t→h 1. p→q&r 2. r&s→h 3. tvs 4. p&¬t 5. p E& 4 6. q&r E→ 1,5 7. r E& 6 8. t 9. ¬s 10. ¬t E& 4 11. t&¬t I& 8,10 12. ¬¬s I¬ 9-11 13. s E ¬ 12 14. s 15. ¬s 16. s&¬s 17. ¬¬s 18. s 19. s Ev 8-13, 14-18 20 r&s I& 7,19 21 h E→ 2,20 22 p&¬t→h 170 E¬ 17 El Cálculo en Sistemas Deductivos Una lectura apresurada del ejemplo anterior puede producir la impresión de hallarnos ante un galimatías de reglas empleadas con una perspicacia difícil de entender para el profano. Sin embargo, hay un sistematismo en todo ello que, con un poco de esfuerzo, se puede hacer explícito. [5] Guía heurística para la resolución de derivaciones en DN 1. Identifíquese la fórmula buscada –fbfb, en símbolos- en función de la información disponible. 2. Inténtese localizar la fbfb entre las subfórmulas de alguna de las fórmulas anteriores. - si es posible obtener la fbfb mediante el uso de alguna regla de eliminación, entonces dirigirse al paso 3 3. si no es posible tal cosa, dirigirse al paso 4 Aplicar la regla de eliminación que corresponda si tal cosa es posible o seleccionar la fórmula que falte como nueva fbfb volviendo entonces al paso 1. 4. Si la fbfb no está entre las subfórmulas de alguna fórmula anterior, entonces identifíquese su conectiva principal. 5. Si la fbfb es atómica, o su conectiva principal es “v· entonces dirigirse al paso 7. 6. En caso contrario, proceder a copiar el formato de la regla de introducción de la conectiva identificada substituyendo lo que corresponda. Dirigirse al paso 8. 7. Aplicar la regla (I¬) sobre la negación de fbfb. 8. Si la última fbf no es la conclusión, dirigirse al paso 1. La descripción de este procedimiento saca provecho de la propia filosofía que subyace al planteamiento del Cálculo de Deducción Natural. Si una fórmula cuya conectiva ha sido identificada puede figurar en una línea de una derivación ello sólo puede deberse a que es el resultado de una regla de eliminación, en caso de que la 171 Lógica de Enunciados fórmula buscada figure en alguna fórmula y sea eliminable, o en caso contrario, tiene que ser el resultado de la aplicación de la regla de introducción de su conectiva principal. Eso es todo. El ejemplo [4], analizado a la luz de esta guía, tiene un aspecto muy diferente. Hay que tener muy presente que lo anterior es una guía heurística y sólo eso. Es decir, no proporciona una colección de instrucciones capaces de hacer ver cuándo una derivación en DN no puede llevar a fin perseguido y cuándo sí puede hacerlo aunque aún no haya llegado. En otras palabras, así descrita, esta guía heurística no hace del Cálculo de Deducción Natural un procedimiento de decisión. El paso 5 del listado de instrucciones que constituyen la guía anterior hace una excepción en el caso de la disyunción que merece comentario. En lugar de considerar que la presencia de una fórmula del tipo AvB en una derivación se debe al uso de la correspondiente regla de introducción se procede a analizar esta fórmula como si se tratase de un átomo. Esta especie de efecto de cancelación de la estructura provocado por la presencia de la disyunción se explica analizando con un poco de atención el carácter de esta peculiar conectiva. Si se pudiese suponer en general que la razón por la que una fórmula del tipo AvB es añadida a una derivación es el uso de su regla de introducción correspondiente ello obligaría a presumir la derivabilidad previa de alguna de sus subfórmulas inmediatas. Esquemáticamente estaríamos ante: [6] Hipótesis para la derivación de fbfs del tipo AvB Caso 1 Caso 2 … … nA n’ B n+1 AvB … 172 Iv, n n’+1 AvB … Iv, n’ Si las cosas fueran realmente de este modo, tendríamos que aceptar la validez general de la siguiente regla relativa a la derivabilidad en DN: Si |DN AvB, entonces o bien |DN A, o bien |DN B. Esta regla es obviamente inaceptable. El siguiente ejemplo de derivación en DN permite entender las razones. [7] 1. Ejemplo: |DN pv¬p ¬(pv¬p) 2. p 3. pv¬p 4. (pv¬p)&¬(pv¬p) I& 1,3 Iv 2 5. ¬p 6. pv¬p Iv 5 7. (pv¬p)&¬(pv¬p) I& 1,6 8. ¬¬(pv¬p) 9. pv¬p E¬ 8 El principio representado por esta fórmula, conocido en la literatura y la historia como Principio de Tertium Non Datur, o Principio de Tercio Excluso es derivable sin que para ello podamos suponer la derivabilidad de |DN p o de |DN ¬p. Obviamente, nada impide la existencia de casos particulares en los que la derivación de una fórmula del tipo AvB pueda obtenerse a partir de la derivación de alguno de sus disyuntos, pero como hemos visto, eso es algo que no cabe suponer en general. El uso de la regla (I¬) combinada más tarde con su contrapartida (E¬) alude a una estrategia que en ocasiones se denomina Prueba por Reducción al Absurdo. Su justificación intuitiva es más o menos clara: si ignoramos si algo es consecuencia de una cierta colección de datos, pero no somos capaces de establecer ese hecho de forma directa, entonces tal vez sea más fácil suponer que se sigue lo contrario para forzar así una contradicción. Si suponer algo supone asumir contradicciones ello se debe a que se cumple exactamente lo contrario de lo que se ha supuesto. Este principio, así expuesto, constituye un procedimiento de demostración que va mucho Lógica de Enunciados más allá de las modestas técnicas que caracterizan el Cálculo de Deducción Natural. Se trataría, más bien, de un principio metateórico aplicable a cualquier dominio particular o cálculo cuyos efectos se dejan sentir en algunas discusiones típicas en fundamentos de Matemáticas. Un último comentario acerca de los rasgos definitorios de DN me lleva a hablar de un tópico muy extendido relativo al modo de interpretar las reglas de este procedimiento. Una de las supuestas bondades de DN es que el par de reglas – introducción y eliminación- asociado a cada conectiva puede ser interpretado como la definición de la conducta de esa conectiva en el cálculo. Esto implica que cada uno de estos pares ha de ser capaz de establecer esa conducta sin recurrir a ningún uso previo de la conectiva afectada y que cada par de reglas ha de ser independiente por completo de los demás. Es un asunto bastante controvertido determinar si el Cálculo de Deducción Natural se ajusta realmente a estos requisitos o si, más bien, lo hace sólo en la superficie y bajo condiciones contextuales muy determinadas. La regla de introducción del negador viola ambos requisitos, por ejemplo. Seguramente se puede sostener que esa circunstancia puede ser reconducida mediante cambios oportunos en el formato de esa regla, pero también hay quien opina que tales cambios requieren un fuerte protagonismo del contexto general en que se opera. Tablas Analíticas. El Cálculo de Tablas Analíticas, TA, se mueve, al igual que DN, en el terreno de la derivabilidad de argumentos y no en el de la demostración de teoremas. En cualquier caso, ya hemos visto que para el lenguaje L E y el tipo de caracterización de la consecuencia que nos ocupa, la diferencia entre una y otra cosa se desvanece en la práctica. La novedad en el caso de TA es que su diseño está pensado para generar un procedimiento de decisión para la consecuencia en LE. No se trata de un rasgo atribuible tan sólo al formato general de un cálculo del tipo de TA, sino que también interviene en ello la bondad de las reglas que caracterizan las conectivas de LE. Dicho de otra forma, habremos de enfrentarnos a cálculos de Tablas Analíticas para lenguajes distintos de LE que, pese a conservar el formato general de uno de estos procedimientos, no resultará ya un procedimiento de decisión. La razón 174 El Cálculo en Sistemas Deductivos de que sea así residirá, como parece obvio, en las características de las nuevas reglas que haya sido preciso considerar en tales casos. Cuando la relación de consecuencia de una Lógica, ya se trate de caracterizarla en términos de consecuencia semántica o en términos de derivabilidad formal, queda asociada a un procedimiento de decisión, decimos que esa Lógica es decidible. La Lógica Clásica definida sobre L E es, entonces, decidible. Esto explica que el Cálculo de Tablas Analíticas haya sido considerado en ocasiones, e impropiamente a mi juicio, como un método preliminar destinado a determinar si un argumento es o no derivable. Si el resultado es afirmativo, entonces se procede a su cálculo real, que es, por lo común, una construcción en DN. Esto supone, en el fondo, un intento de justificar la vigencia del Cálculo de Deducción Natural en el tratamiento de Lógicas decidibles, cuando en tales casos, lo que el sentido común aconseja es olvidarse de DN y trabajar sólo con cálculos que aporten un procedimiento de decisión. Antes de seguir comentando las características de TA, convendrá que consideremos algún ejemplo. [8] Ejemplo: (p&(q&r))→s, p→q |TA p→(r→s) 1. (p&(q&r))→s 2. p→q T0 T1 3. ¬{p→(r→s)} T2 4. p 5. ¬(r→s) T4 6. r T5 T6 7. ¬s 8. ¬p T3 9. q 10. ¬(p&(q&r)) 12. ¬p 11. s 13. ¬(q&r) 14. ¬q 15. ¬r 175 Lógica de Enunciados T0= Premisas + negación de la conclusión T1= T0+ (F→) sobre 3 T2= T1 + (F→) sobre 5 T3= T2 + (V→) sobre 2 T4= T3 + (V→) sobre 1 T5= T4 + (F&) sobre 10 T6= T5 + (F&) sobre 13. En esta ocasión he optado por representar exactamente la secuencia de tablas que extienden a T0, denominada en ocasiones cabecera, hasta llegar a una tabla terminada, según la terminología introducida en [14.ii]. Cada una de las ramas de T6 resulta estar cerrada, y por tanto la propia tabla T 6 es una tabla cerrada. Esto permite afirmar que el argumento anterior es efectivamente derivable. En el desarrollo de este ejercicio me he permitido el lujo de detener el desarrollo de una rama en el mismo momento en que aparece en ella una fórmula y su negación. La razón de ello se puede exponer en forma de un teorema trivial. [9] Teorema: Toda rama cerrada extendida mediante la aplicación de reglas a fórmulas no usadas en esa rama da lugar a una tabla cerrada. Esquema de demostración. La rama original cerrada forma parte de toda rama de la tabla terminada que resulta de usar todas las fórmulas no usadas. Que el método de Tablas Analíticas constituya en este caso un procedimiento de decisión para la consecuencia lógica de LE depende del carácter efectivo de la noción de tabla terminada. Podemos decir que una tabla tiene este carácter debido a que llega un punto en que no hay forma de extender una rama mediante el uso de fórmulas sin añadir fórmulas ya presentes en esa rama. La apreciación de este 176 El Cálculo en Sistemas Deductivos fenómeno permite considerar cada fórmula usada como una entidad que ya ha vertido todas su información. Puesto que cada regla añade sólo fórmulas de menor grado lógico, hay un punto en que cada fórmula que podía ser usada ya lo ha sido, y no hay más que átomos y/o negaciones de átomos sin usar. Puesto que estas fórmulas no son sujeto de la cabecera de regla alguna, podemos dar por finalizado el proceso de extensión de la tabla. Se puede afirmar, por tanto, que la existencia de tablas terminadas depende de dos hechos fundamentales: i. que cada regla sólo introduce un número finito –2 a lo sumo- de fórmulas de menor grado lógico que la que figura en la cabecera y ii. que la extensión de una tabla mediante la aplicación de la correspondiente regla a una fórmula ya usada sólo introduce información que ya está presente en la rama. A continuación voy a ofrecer un ejemplo en el que la tabla terminada que se obtiene queda abierta. Omitiré las explicaciones en este caso. [10] Ejemplo: ¬p→q, q |TA p 1. ¬p→q 2. q 3. ¬{p} 4. ¬¬p (V→) en 1 6. p (F¬) en 4 5.q (V→) en 1 La segunda rama de esta tabla terminada queda abierta y, por tanto, el argumento anterior no es derivable. Las reglas de TA pueden ser claramente agrupadas en dos clases. La primera está formada por todas aquellas reglas que prolongan una tabla Tn en una tabla Tn+1 sin aumentar el número de ramas ya existentes. Estas son (V&), (Fv), (F→) y (F¬). La segunda son aquellas que producen dos ramas nuevas a partir de cada una de las ramas que quede bajo su alcance. Como es obvio son las restantes, esto es, (Vv), 177 Lógica de Enunciados (V→) y (F&). El uso de una de estas reglas introduce lo que se denomina un punto de bifurcación a continuación de cada nodo terminal en una rama. Veámoslo con un ejemplo. [11] Ejemplo: .... .... A→B .... Tn C Tn+1 D ¬A E B ¬A B En Tn los nodos ocupados por las fórmulas D y E son nodos terminales. Estos nodos quedan bajo el alcance de A→B que está en Tn sin usar. El resultado es, como se puede ver, una tabla Tn+1 que consta de doble número de ramas que Tn al haber convertido en puntos de bifurcación los nodos terminales de Tn. Esto ilustra también un aspecto trivial pero a tener en cuenta en el desarrollo de una tabla. Cuando se procede a usar una fórmula en una tabla, el resultado de la aplicación de la correspondiente regla debe añadirse a continuación de cada nodo terminal que quede bajo el alcance de esa fórmula. Pero el aspecto que me interesaba comentar no era este, sino el que se refiere al modo de proceder cuando se tienen varias fórmulas sin usar en una rama. ¿Cómo se ordena la aplicación de las correspondientes reglas a tales fórmulas? Como es evidente, se puede proceder por estricto orden de aparición sin preocuparnos de nada más, o bien se puede aplicar un poco de análisis e intentar que las tablas bifurquen en varias ramas lo más tarde posible. Esta situación remite a un conflicto como el que se ilustra en el siguiente ejemplo: 178 El Cálculo en Sistemas Deductivos [12] Ejemplo: .... .... A→B A→B C&D C&D C ¬A B C C D D D ¬A B Las dos tablas anteriores constituyen desarrollos alternativos de una y la misma tabla original. La diferencia reside en el orden en que han sido usadas las fórmulas que aún permanecen sin usar en cada una de ellas. En la primera, la de la izquierda, se ha seguido un estricto orden de aparición, lo cual provoca la inmediata adición de un punto de bifurcación al cual ha de añadirse el resultado del uso de la siguiente fórmula. En la segunda tabla, la de la derecha, se ha optado por usar primero la fórmula que no introduce puntos de bifurcación. El resultado en este caso es una tabla que ramifica más tarde, logrando así un desarrollo más económico de cada una de estas demostraciones. Las fórmulas a las que les corresponden reglas que no introducen puntos de bifurcación se denominarán aquí fórmulas tipo α, mientras que aquellas otras que sí introducen puntos de bifurcación se denominarán fórmulas tipo β. La rutina más aconsejable para construir una de estas tablas es otorgar siempre prioridad al uso de fórmulas tipo α con independencia de cuál sea su orden de aparición. Faltaría demostrar que este tipo de estrategia no altera el resultado de una tabla analítica en curso, pero pienso que el ejemplo [112] es suficientemente claro como para ahorrarnos ese trabajo. 179 Lógica de Enunciados La demostración de teoremas no ofrece en este caso mayor problema. La tabla T0, o cabecera, constará en ese caso de un único nodo ocupado por la negación de la fórmula que se desea demostrar. Cálculo de Secuentes: Los Cálculos de Secuentes constituyen un grupo de procedimientos cuya importancia ha ido claramente en aumento en los últimos tiempos. La razón seguramente reside en que en ellos se combinan una cierta flexibilidad en el tratamiento práctico de problemas con una notable capacidad para brindar resultados metateóricos de importancia. La idea que subyace a la construcción de un sistema de secuentes es que de toda inferencia aceptable no es sino la complicación de un único caso elemental: el representado en el axioma. La división en dos tipos de reglas, estructurales y lógicas, permite distinguir, no sin ciertos riesgos, elementos impuestos por condiciones generales de la consecuencia de aquellos otros directamente imputables a la representación de la conducta de las conectivas. En la actualidad existe considerable polémica en cuanto a la relación existente entre estos dos ámbitos y en el modo en que determinan el comportamiento global de una relación de consecuencia. La gran flexibilidad de estas reglas, así como el inmenso potencial de recursos con el que se conectan han permitido que se investiguen y consideren variantes y alternativas que en otros formalismos habrían quedado prácticamente ocultas. Dejaré a un lado este tipo de problemas, sin duda apasionantes para el experto, y mostraré simplemente el modo de proceder con este tipo de cálculos. Si respetásemos al pie de la letra el diseño del Cálculo de Secuentes ofrecido en el capítulo anterior, una demostración partiría de una colección finita de instancias del axioma que van siendo empleadas por turno para obtener nuevos secuentes mediante el uso de las oportunas reglas de introducción. Veámoslo con un ejemplo. 180 El Cálculo en Sistemas Deductivos [13] Ejemplo: p→(q&r), r&¬q |SC r&(p→s) 1. r, p, q ⇒q, s (Ax) 2. r, r, p, q ⇒q, s (Mon. 1) 3. q&r, r, p⇒q, s (I& 2) 4. r, p ⇒ p, q, s (Ax) 5. p→(q&r), r, p ⇒ q, s (I→ 3,4) 6. p→(q&r), r⇒ q, p→s (D→ 5) 7. p→(q&r), r, ¬q ⇒ p→s (I¬ 6) 8. p→(q&r), r, ¬q ⇒ r (Ax) 9. p→(q&r), r, ¬q ⇒ r&(p→s) (D& 7,8) 10. p→(q&r), r&¬q ⇒ r&(p→s) Como sucede en el caso del Cálculo de Deducción Natural, la contemplación de una de estas derivaciones puede llevar a pensar en la necesidad de contar con una especie de intuición especial sin la que el resultado difícilmente se alcanzaría. Puede decirse que el Cálculo de Secuentes constituye, de nuevo, un tipo de procedimiento muy alejado de los mecanismos que hacían de las Tablas Analíticas un procedimiento de decisión. No es un cálculo orientado a la decisión. Sin embargo, existe un modo de operar con este tipo de cálculo capaz de aprovechar una propiedad cuyo valor ya tuvimos oportunidad de ver al comentar el procedimiento Tablas Analíticas. Si revisamos una por una las reglas del Cálculo de Secuentes apreciaremos sin especial esfuerzo que todas ellas, salvo una, contienen secuentes en su cabecera cuyas fórmulas reaparecen en la conclusión de esa regla, ya sea como tales, o como subfórmulas de una fórmula de mayor grado lógico. Esta característica singular se suele denominar propiedad de las subfórmulas. Una regla preserva la propiedad de las subfórmulas cuando se comporta del modo indicado. Hay una, la regla de corte, que evidentemente no preserva esta propiedad. La fórmula de corte, A, en el formato ofrecido en [16] en el capítulo anterior, desaparece en el secuente que constituye la conclusión de esa regla. Esto supone, desde un punto de vista intuitivo, aceptar que puede haber información que no figura en el secuente que resulta de un proceso de cálculo que se precisa, no obstante, para la obtención de ese secuente. Si existiesen secuentes que sólo son derivables mediante un uso relevante de la regla de corte, entonces nos veríamos obligados a aceptar un componente conjetural ineliminable en 181 Lógica de Enunciados el proceso de cálculo que lleva a ese secuente: sería necesario acertar con la fórmula de corte que se precisa en el proceso que permite derivar finalmente un cierto secuente. Si, por el contrario, no hay ningún secuente derivable qué sólo pueda obtenerse con la participación relevante de la regla de corte, entonces podríamos considerar que un secuente contiene siempre toda la información relevante que es preciso considerar a la hora de establecer su derivación en un Cálculo Secuencial. Establecer que no existe ningún secuente que sólo sea derivable mediante un uso relevante de la regla de corte supone demostrar que para cada posible derivación en la que participa esta regla existe otra con idéntico resultado en la que la regla de corte no se precisa. Este resultado, nada trivial desde un punto de vista formal e incluso intuitivo, recibe el nombre de Teorema de Eliminación de Corte. Fue establecido por vez primera por Gentzen bajo el rótulo bastante elocuente de Hauptschatz –o Proposición Fundamental-. El Cálculo de Secuentes para LE admite la eliminación de Corte. Este dato permite afirmar que cada secuente derivable puede ser obtenido mediante el uso de reglas en las que la información codificada en el axioma nunca disminuye, preservando la propiedad de la subfórmula. Combinando estos datos podemos afirmar que un uso inverso de las reglas a partir de un secuente ofrecido a modo de hipótesis, conducirá finalmente a secuentes que sólo contengan fórmulas atómicas, actuando de este modo como una especie de punto final en el proceso. Si cada uno de esos secuentes es una instancia del axioma, es obvio que podrán ser empleados, mediante la inversión literal del proceso, para derivar el secuente propuesto. En caso contrario, es decir, si alguno de esos secuentes no es una instancia del axioma, entonces la conclusión será exactamente la contraria: el secuente original no será derivable. Lo que se obtiene de este modo es un tratamiento del Cálculo de Secuentes capaz de hacer de él un procedimiento de decisión para la consecuencia sobre LE. Como se acaba de ver, que esto sea así depende esencialmente de un resultado de gran alcance: la eliminabilidad de la regla de corte. Que esta regla sea eliminable, en el sentido que ya he indicado, no garantiza que el Cálculo resultante sea un 182 El Cálculo en Sistemas Deductivos procedimiento de decisión, pero al menos es condición necesaria para que lo pueda ser. El siguiente ejemplo muestra cómo se procede invirtiendo el desarrollo normal de una derivación en Sq actuando, además, sobre la demostración de un teorema. [14] Ejemplo: |Sq (p→(q→r))→(p&q)→r 1. ⇒(p→(q→r))→(p&q)→r 2. (p→(q→r)) ⇒ (p&q)→r (D→ 1) 3. (p→(q→r)), (p&q) ⇒ r (D→ 2) 4. (p→(q→r)), p, q ⇒ r 5. q→r, p, q ⇒ r (I & 3) 6. p, q ⇒ r, p (I→ 4) (I→ 4) (Ax) 7. p, q, r ⇒ r (I→ 5) (Ax) 8. p, q ⇒ r, q (I→ 5) (Ax) Como se puede ver, la inversión de lo que sería el proceso normal de prueba acaba por mostrar que los tres secuentes atómicos –que sólo contienen fórmulas atómicas- a que se llega, 6 7 y 8, son instancias del axioma. Por tanto, si partiéramos de estos aplicando ahora las reglas en su orden natural, el resultado sería, como es evidente el deseado. Veamos ahora un ejemplo de argumento no derivable. [15] Ejemplo: p→(q→p) |Sq q→p 183 Lógica de Enunciados 1. p→(q→p) ⇒ q→p 2. p→(q→p), q ⇒ p 3. q→p, q ⇒ p (I→ 2) 5. p, q ⇒ p (I→ 3) (Ax) (D→ 1) 4. q ⇒ p, p (I→ 2) 6. q ⇒ p, q (I→ 3) (¡!) (Ax) El secuente atómico que figura en 4 no es una instancia del axioma y en consecuencia, el argumento no es derivable. Puesto que la serie de reglas empleadas en [15] es, en realidad, la única que cabe emplear –sin introducir operaciones redundantes- para obtener el resultado deseado, el que se llegue a la conclusión de que es preciso considerar un secuente que no es una instancia del axioma equivale a mostrar la imposibilidad de demostrar ese secuente recurriendo sólo a principios lógicos, o que es lo mismo, recurriendo sólo a las herramientas de Sq. Una forma alternativa de entender este resultado es aquella por la cual lo que queda en evidencia es que este argumento es derivable siempre y cuando existan razones extralógicas para sostener la aceptabilidad de un secuente como 4. Orientación Bibliográfica. En general, sirven las mismas referencias que en la sesión anterior. Para obtener listados de problemas se hace necesario acudir a [Deaño, 1975], [Copi,1961] [Garrido, 1974], y [Falguera y Martínez Vidal, 1999]. 184