LIMITES DE LA DEMOCRACIA Por una Democracia Racional El capitalismo es incompatible con una sociedad racional centrada en el ser humano. La objeción fundamental es que en el capitalismo la disposición del excedente social se realiza sin tomar en cuenta ni las necesidades ni las anhelas del conjunto de la sociedad. Sergio .9 randa (1990:61). La libertad no es todavía real: aún queda un reino de necesidad incomprensible e inconquistable... Herbert Marcuse (1972a:188). Prof. Luis Bermúdez Facultad de Ciencias de la Educación I. Democracia: tendencia emancipatoria de la humanidad. 1.- Rota la armonía original de los modos de vida más remotos (una armonía impuesta por la precariedad de desarrollo y por las exigencias de seguridad), los milenios que nos separan de aquellas comunidades, aparte de las comprensibles luchas desarrolladas por y para la sobrevivencia, deben tener la marca de los anhelos democráticos que en forma abierta o solapada, de utopías o de exigencias perentorias, constituyeron una invariante del proceso histórico 2.- No hay razones para pensar que hubo alguna vez en algún lugar una "democracia perfecta", que de lograr hallarla pudiéramos proponerla como el "modelo natural" (especie de arquetipo) al que ahora debiéramos adaptarnos. Tal idea, además de ser inaceptable por su carácter místico y dogmático, resulta inviable. 3.- Se requiere pensar la democracia en términos de una dialéctica entre experiencias y proyectos del proceso histórico de toda la humanidad: una tendencia del proceso humano que en cada circunstancia, tiempo y lugar, realzan el sueño de libertad hacia otros límites más lejanos y acordes con nuevas necesidades. A partir de esta última idea, interesa reflexionar acerca de tres modos de interpretar y vivir el proceso humano, y cómo se representa la democracia en ellos. Tales como: 1.- El primero, que llamaremos místico o teológico, con sus raíces en las sombras mitológicas, aparece como la antonomasia obstaculizadora de la democracia, pues siendo los hombres y las mujeres unas criaturas "de Dios, echas a su imagen y semejanza "para servirle", siempre que se sea fiel no hay manera de contravenir el programa de acción dispuesto por la Divinidad. A pesar de los esfuerzos hechos en cada circunstancia, tiempo y lugar para ajustar los discursos y las acciones místicas a los "signos del tiempo", estos signos son definidos, hoy más que nunca, no como manifestaciones racionales o irracionales de los humanos, sino como disposiciones de la Divinidad para que los humanos cumplan sus designios. por cuanto la democracia apunta hacia la libertad, una opción realmente democrática de los fieles (que son al parecer la mayoría de la humanidad), queda seriamente el anterior de él (o ella) aparece la fuerza aterradora de los pecados y las consecuencias, remachada por una ética incluida durante milenios, y desde el exterior Dios es presentado como una entidad totalizadora que como ser es omnipresente y como sabio y juez de omnisciencia le permite conocerlo todo, incluso en la conciencia de los fieles para saber sin necesidad de confesiones o denuncias. El individuo (o ciudadano) aparece cercado, desde adentro por su conciencia, y desde afuera por el "tribunal oculto" que vigila y juzga, y en tal circunstancia se halla obligado a sentir ante los "representantes de Dios, quienes ejercen un férreo control espiritual con efectos sobre el comportamiento político. Ya que intentamos reflexionar acerca de algunos límites que obstaculizan o niegan tuna democracia racional, vale la pena evocar la vieja separación a Dios lo de Dios y a Cesar lo del Cesar", porque en esta fórmula se reconoce la alianza de los dos factores del poder que impiden la democracia: no son los ciudadanos quienes discuten y deciden, sino los principios o "delegados", quienes alegan lo que corresponde a cada uno. Al enviado de Dios la fe, lo espiritual, al enviado del Emperador lo material, los impuestos v otros "derechos". Los amos del poderse disputan el colectivo, mientras éstos, si están presente, sólo podrán legitimar mediante su voz y voto los actos de sus amos. Desde los supuestos del "desarrollo" podrá alegarse que nuestra reflexión produce un resultado inválido porque hoy las circunstancias son otras, pues nada más quedan las teocracias de Israel e Irán, que el resto del mundo marcha hacia una laicización total, sin empalmes entre política y fe. Que disfrutamos de tantas formas políticas, supuestamente, que toda nación, comunidad o persona tiene garantía de optar por la que le parezca. Aquí pudiera decirse con el materialismo histórico que eso es lo aparente, pero la explicación profunda rescata el conocimiento del proceso social sistemáticamente integrado por dos dimensiones: los dominadores y los dominados. Y con Michel Foucault pudiéramos entender que esos "campos de fuerza" ciegos y enigmáticos del poder, al cerrar sus brechas por todas partes para constituir un poder total del que todos somos prisioneros y guardianes al mismo tiempo (Foucault, 1978: passim), es a los fieles a quienes más controlan, pues a los factores laicos de la dominación, se suma este elemento religioso, este control interior: el espacio de las penumbras. En esta propuesta de límite referida a los místicos, se abren algunas áreas de fractura y resistencia, que son: (a) del propio creyente, quien puede pecar y cogerse a las confesiones y perdones, en una cadena de engaño y autoengaños mediante la que se puede contravenir mandamientos, ganar el perdón, reincidir, y así hasta siempre; (b) más allá del borde oficial aparece una amplia zona ocupada por las magias, que consiste en ejercer unos poderes folklóricos o marginales, que vienen de los tiempos perdidos del paleolítico, y se practican hoy en coexistencia con lo oficial con yuxtaposición de "cortes", todo ello para propiciar recompensas o perjuicios según los fines deseados; y (c) las expresiones desprendidas de las eclesias, las cuales entran en fuerte contraposición con los aparatos oficiales de la fe y buscan restablecer una armonía democratizadora con los pueblos, cuyo máximo caso es la Teología de la Liberación, rumbo a una racionalidad por lo menos política. Quienes nos manifestamos proclives al proyecto emancipatorio a través de procesos democráticos racionales, aquí y ahora, hallamos de sumo interés abordar el análisis de esos "vestigios" culturales que aparecen vivos, no solamente en los modos de vida de las sociedades "primitivas" sobrevivientes, sino en la conciencia y los comportamientos de hombres y mujeres civilizados del "capitalismo tardío". 2.- Con la segunda línea de desarrollo sólo mencionamos unos detalles del tortuoso proceso de Occidente, que parte del esquema griego (con su "democracia perfecta" eupátida de Atenas), presentando ambos la democracia, la anarquía y su final en imperios. Desde entonces, a través del proceso histórico que siguió, aunque no todo se hizo por emitar o adversar a griegos y romanos, los modelos de esos pueblos permanecieron subyacentes hasta ser rescatados, por lo menos culturalmente, a todo esplendor durante la eclosión renacentista, punto de las primeras manifestaciones ilustradas que forman las raíces del proceso capitalista que llega hasta la actualidad. Qué ocurrió en esa moca ilustrada que tiene por centro al siglo XVIII?. Una reestructuración y replanteamiento del mundo y del hombre. Para decirlo en forma breve, de ese siglo salen los nombres con unas teorías, una mentalidad y una formación social (aunque sólo hayan sido algunas naciones europeas y USA), que apuntaban hacia una situación completamente diferente a las que le procedieron. Salen con un modo de producir que se estructura en el proceso de capita, trabajo, mercancía y mercado, un orden social que se sintetiza en dos clases: capitalista y trabajadores; en lo político, la revolución francesa y USA ensayan el modelo que al final prevalecerá; la democracia liberal capitalista con ejercicio del poder a través de funciones separadas ejecutivas, legislativas y judiciales. Pero sobre todo de allí arranca un proyecto civilizatorio montado sobre la razón científico-técnica, que permitirá dominar la naturaleza y asegurar abundancia y crecimiento. Por la línea de las utopías revolucionarias, también sobre la base de la fe científica técnica, se lanza el proyecto de la sociedad proletaria (siglo XIX), sin clases ni estado: una "sociedad de hombres libres, donde cada quien aportará según posibilidades y recibiera según necesidades". Ambas versiones del proyecto moderno, tanto la del capitalismo como la de la revolución, han sido experimentadas. Y hoy presenciamos esta situación inesperada del proceso social; la tensión que durante más de medio siglo protagonizaron el liberalismo capitalista y el "socialismo real" se han desvanecido, pues el capitalismo ha entrado en una fase omniabarcante que tiende a absorber al mundo completo, cuando se esperaba que entrara en la crisis final para dar paso al postcapitalismo. Por el contrario, son las sociedades denominadas "postcapitalistas" las que regresaron al sistema de mercado, al modo de producción capitalista. Estamos en presencia de un liberalismo ampliado y de la "democratización global con sacudimientos y reestructuraciones de tipo económico que están incidiendo en los procesos sociales e ideológicos-políticos. 3. La tercera línea del desarrollo social, apenas constituye una opción: la emancipatoria a través de procesos democráticos racionales. Corresponde a las posiciones críticas que al constatar los fracasos de los proyectos modernos, tanto el burgués como el proletario, tanto el Individualista como el colectivista-burocrático, pospone provisionalmente el voluntarismo de la práctica política (sobretodo de la que se realiza a través de partidos), se somete intensamente al trabajo de revisión teórica y trata de abrir los escenarios del gran debate, en el entendido de que: (a) sin teoría emancipatoria la emancipación es imposible, y (b) no es cierto que en política emancipatoria "importe poco comenzar de cualquier manera, porque en el camino se arreglan las cosas". Definitivamente, para tener posibilidades de llegar a donde se quiere ir, es necesario arrancar con unos fines, unos medios y unos "compañeros de viaje" bien definidos. Dicho de otro modo: como de lo que se trata mediante una política emancipatoria es de que los hombres y mujeres, ellos mismos, se transformen transformando al mundo, tal misión sólo podrá ser eficaz a través de una revolución cultural, un movimiento intelectual que dé al traste con los esquemas de engaños y autoengaños que padecemos. Por eso, esta acción cultural, previa o simultánea a la acción política, constituye y es constituida por las dimensiones estética, psíquica, productiva, política, epistemológica, etc., de las que el par producción-política, que ha fungido de raíz arquitectónica de lo social, pasa a hacer efecto y no causa, consecuencia y no raíz ciega del movimiento humano. LA DEMOCRACIA ENTONCES: a) Es una categoría del desarrollo social, que expresa el anhelo de los seres humanos por vivir conforme a unos signos cuyo principal indicador es la libertad. Esta necesidad emerge constantemente como un "factor natural" del ser humano, y porque es un deseo explícito o subyacente suyo, es por lo que el poder manipula dicho fenómeno para legitimarse a través de los juegos formales de la "democracia representativa", "democracia popular", "democracia industrial", "democracia occidental", "democracia con rey": porque los pueblos quieren la democracia, manipulando a ésta se manipula a los pueblos. b) Una opción emancipatoria, que es epistemológica y política al mismo tiempo, capta el deseo humano por alcanzar fronteras de libertad a través de procesos democráticos, trata de explicar cuales son y donde están los obstáculos para que los colectivos humanos practiquen la democracia haciendo racional el deseo, y define medios para que se garanticen las acciones democratizadoras. Reflexiona e investiga acerca de las manifestaciones empíricas de las pueblos, acerca del comportamiento del poder, y halla que efectivamente la democracia es una tendencia humana hacia las necesidades fundamentales, principalmente la libertad, pero que se desarrolla en forma contradictoria respecto a las zonas oscuras de la "naturaleza humana" y en oposición abierta contra la dominación. La situación actual del proceso humano es el punto hasta donde ha llegado la tendencia democratizadora en lucha contra los poderes que la obstaculizan. II. LA DEMOCRACIA LIBERAL COMO OBSTACULO. Rota la tensión capitalismo- "socialismo real", el dominio instrumental fortalecido se lanza en esta onda envolvente que tiende a someter todo el orbe a un único modo de vida, a "la universalización de contenidos y relaciones... un contenido común de racionalidad civilizatoria" (cfr. Lanz en Moneta,1990:118). En tal mercado universal tienden a difuminarse las diferencias, las discrepancias y fronteras (nacionales, culturales, étnicas?), y a establecer la unidad de todos las diversidades. Todo indica que el capital, al imponer el mercado en todo el mundo y al hacer del mundo un solo mercado, está logrando suprimir las patrias para que haya una sola patria: la de las transnacionales. ¿Qué revolución es ésta?, ¿Acaso la dialéctica de la cosa social necesitaba involucionar al "socialismo real" para que desde una fase más totalizadora sea el propio capital el que decline hacia "la sociedad de hombres libres", sin revolución sino por transición? Acaso la otra sociedad deviene desdoblaje de ésta, y no por imposición violenta como lo han pensado e intentado Marx, Lenin, Mao, Castro y Guevara? Así, las reestructuraciones actuales serían percibidas como formas ciegas de reacomodamientos de fuerzas dentro del proceso del poder universalizador. Tal óptica resulta en parte contradictoria respecto a la concepción emancipatoria, pues ésta además de ser interpretación del movimiento social, remite a un movimiento cultural intensamente comprometido con la idea de que aquí y ahora hay que establecer: (a) qué es y cómo opera el capital, y (b) cuáles son los fines y medios para superarlo. El capital se presenta como el modo "natural" de ser y vivir los seres humanos, cuyo desarrollo es ajeno a la voluntad de éstos. La idea contraria afirma que el capital "pareciera ser natural", ya que es un sistema dirigido conscientemente y controlado por los medios eficaces de la dominación. Pero por que y en cuales circunstancias el capital aparece como si fuera natural?. En las respuestas más justas que logremos hallar para estas cuestiones estaremos abordando los límites más profundos de una democracia transparente y racional. Es decir, a los engaños de hecho acerca de la democracia que existe y de cual democracia se requiere. La primera respuesta consiste en afirmar que la democracia liberal aparece como expresión mampara de la política del capital. Al abordar a metafísica de la democracia liberal aparecen los hombres al fondo con sus deseos de libertad, pero a esta el poder la define como satisfacción de apetitos de posesión a través de acciones de capital, que entra en la dinámica de los riesgos de pérdidas y beneficios, mediante la que al perder pierde el accionista, pero al ganar no se le gana a nadie porque no aparecen perdedores personales directos, que pudieran producir residuos de cargos de conciencia. El proceso comienza, pues, por un resguardo de la salud moral, por una justificación tranquilizadora del eje propiamente humano. El centro arquitectónico de la sociedad liberal, que es la sociedad perfecta, es el mercado (Hinkkenlammert, 1988, 108). Las acciones, los capitales, son activados por la organización de empresas transnacionales, que convierten todo tipo de manifestación humana en producto o mercancía para vender en el mercado y obtener ganancia. Desde allí es desde donde puede hablarse de la democracia y del Estado como ordenes constituidos por el poder para ser y ejercer el poder, pues la sociedad no puede estar constituida solamente por los accionistas, empresarios y gerentes, con su libertad, deseos de ganancia, capitales, empresas, mercancías y mercado, sino también por esos miles de millones de seres humanos que no podrán ser sacrificados en aras de que sólo queden los dueños de la "sociedad perfecta", sino que debe mantenerseles vivos porque son consumidores, la otra parte sin la cual deja detener sentido el mercado. El modo capitalista de organizar la vida adquiere y desarrolla su existencia en una tensión de fuerzas que el mismo piensa, establece y defiende: su teoría y acción de la libertad, la institución de la propiedad privada como hecho esencial, y el establecimiento y justificación del mercado y el mundo de los negocios como escenario de las transacciones, y el resultado de este modo de vida es defendido como felicidad, la única y final situación humana. Lo que no es propiedad privada y su defensa (que para ellos esa es la libertad), debe ser enfrentado y destruido como la negación de lo humano o esclavitud. Puesto que la libertad de propiedad privada y su defensa, el enemigo es lo colectivo (contrario a empresa privada) y el Estado (contrario a los empresarios, a los amos particulares). En este esquema básico fundante de la democracia liberal el enunciado clave sera: lo más defendible del ser humano es la libertad y lo que produce libertad es la empresa privada. A más empresa privada más libertad, a más empresa colectiva más esclavitud (Cfr. Himkelemmert, ídem). Situado allí, el poder se halla obligado a organizar el más eficaz modo de sobrevivencia a través del Estado en cuanto "puesta en juego efectiva de la relación de poder" (Clastres, 1979: 56), ya que "detentar el poder significa ejercerlo, un poder que no se ejerce no es poder, sino pura apariencia" (Idem). A partir de aquí el poder se metamorfosea a través de una auto fragmentación: 1. El Estado, que es la "extensión de la relación de poder, la profundización incesante y cada vez más marcada de la desigualdad entre aquellos que mandan y aquellos que obedecen" (Clastres, ídem), se presenta como una entidad distinta al centro del verdadero poder: los empresarios y las empresas privadas. El Estado aparece como si representara los intereses generales del colectivo, y escenifica una "lucha" de la colectividad contra la libertad empresarial, en la que esta aparece injustamente tratada, imponiéndosele controles en beneficio del "país" y de la colectividad para garantizarle a esta salarios, servicios, confort. Es una "disputa en la que los diversos protagonistas perteneciendo a la misma cosa, al mismo poder, hacen como si representaran fines distintos, constituyéndose una interminable repetición del monólogo, una "lucha" entre las distintas extremidades del mismo cuerpo, una obra teatral en la que los actores cambian de máscaras para representar papeles, empresas públicas que son privatizadas para "salvarlas", deudas privadas que son asumidas por el Estado para restablecer la justicia con los sacrificados empresarios privados, generales que son jubilados para convertirlos en gerentes o empresarios, empresarios que son dueños de empresas públicas y privadas al mismo tiempo, funcionarios que son empresarios, sacerdotes, profesores y políticos al mismo tiempo, gerentes de éxito que dejan por un tiempo el oficio porque se les requiere para ser candidatos a Presidente de la República, senadores o fiscales. Entonces, quienes discuten y por que, en esos aparatos de información durante 24 horas diarias? El Estado es una relación de fuerzas, una extensión del núcleo del poder y como tal, las diferencias entre sectores económicos y políticos, privado y público, individual y colectivo, son aparentes en lo esencial; los que discuten, se desacomodan y se vuelven a reacomodar, son los factores de ese núcleo de poder que a veces se expande y a veces se encoge. Empresas y Estado tienen los mismos dueños, los mismos fines. En cuanto poder, las diferencias ocurren a causa de la competencia por ser y tener más, que opera como motivo supremo impulsor de las acciones humanas (Cfr. Fromm. 1985 b: passim). de manera que las fronteras de esclavitud, colectividad e infelicidad, no son ontológicas en tanto que existan como hechos reales, sino límites que operan como peligros que deben ser localizados y suprimidos, en todos los terrenos y por todos los medios, sin otra opción que no sea este modo de vida de la libertad empresarial privada. En otras palabras; es tan a vida o muerte que se ha establecido este sistema centrado en la empresa privada y el mercado, que es a vida o muerte que no se admite ni la idea de otra cosa distinta. 2.- En ese contexto de vida o muerte, desde lo más profundo de sus instintos, el poder prefiere creer en si mismo y en sus propias fuerzas, por lo cual dispone armar su brazo coercitivo para disuadir y destruir cualquier peligro que amenace su existencia. Así, el Estado que aparece en público como el garante de la justicia colectiva, como padre burocrático y protector, es crípticamente un órgano asegurador de la perpetuación empresarial, del modo de vida alrededor del mercado, cuyos ejercicios interiores (de cada país, cada región) garantizan la "seguridad nacional" de este sistema, y hacia afuera son ejércitos de intervención que sirven de vanguardia a las transnacionales: un ejercito transnacional para implantar un mercado transnacional, digamos de pasada que las hazañas épicas de los héroes de antaño o de recientes acontecimientos (patriotas o libertadores de cualquier parte de la tierra) son recogidas ahora como hazañas de un sólo ejército universal, una sola guardia, una sola policía, para revestir de epopeya a estos salvadores de las patrias del orbe, hacia una sola patria; donde quiera intervienen para destruir la esclavitud y reimplantar la libertad. 3.- La democracia, que ha mostrado su eficacia para la defensa de la libertad, que es en si misma el derecho humano fundamental y satisface el anhelo de los pueblos por llegar a ser libres, desarrollados y felices, es el sistema de organización política que mejor se ajusta al empresario de la propiedad privada, porque libertad es propiedad privada y la democracia constituye la forma abierta y pública de promover y defender la libertad a través de la ampliación de la propiedad privada, de las empresas en competencia en el mercado: "la libertad la produce la estructura del mercado con sus empresas privadas, y la democracia la produce una estructura de elecciones, que asegura que la libertad producida por las empresas privadas sea el limite de la legitimidad de los resultados electorales" (Hinkelammert, ídem: 112). No se trata de una democracia cualquiera, sino de aquella que legitima la perpetuación y desarrollo de la propiedad privada que a la vez legitima la existencia de una democracia por elecciones: dos aspectos inseparables, anverso y reverso de una misma cosa. El núcleo original de la actual onda democrática es el norteamericano, la democracia más "dura" que ha demostrado por más de dos siglos cual es el modelo que debe adoptar el mundo de la "libertad", la propiedad privada y el mercado. Desde allí, hoy, los restos de la nobleza en una conminación monarquía-democracia van hacia el rumbo de una sola forma política democrática liberal. Y desde la retaguardia de la humanidad, la violencia que se ejerce contra los residuos de las "comunidades primitivas" tiene el sentido de convertirlas en "compañeras de viaje" de esta construcción universal del sistema político democrático liberal, conducido por las empresas transnacionales con un mercado único. 4.- Aunque es a través del proceso de producción masiva de bienes y servicios, de un mercado abarrotado de ofertas que puedan satisfacer las más exigentes demandas como la democracia liberal adquiere finalmente su legitimidad (Cfr. Habermas, 1973), no por eso se descuida en erigir alrededor del centro libertad-propiedad privada, adecuados medios de persuasión, el discurso de legitimación para que el sistema sea entendido aceptado y defendido como el mejor y único posible, como la opción deseada. Con tal finalidad, se abre un tiro de canales con el fin de controlar los comportamientos. Tales son: a) El aparato de investigación, que a nivel de la "ciencia" permite hacer avanzar los procesos de conocimientos acerca de las fuerzas productivas, y a nivel de las "ciencias sociales" permite descubrir conocimientos acerca de las relaciones sociales, las motivaciones de los seres humanos, la marcha de las acciones sociales y que, en términos de una investigación orgánica centrada en la libertad-propiedad privada-mercado deviene "ingeniería social": el control sistemático del comportamiento. Un conocimiento estricto acerca de lo que la gente desea, lo que debe desear y como conducirla eficazmente. Es un tipo de investigación que afirma carecer de valoraciones, pero que de hecho está impulsada por una fuerte ideología funcional al poder, a la dominación del capital. Como afirma Foucault: un conocimiento que es el poder mismo. El científico más legitimador de esta democracia individualista posesiva parece ser Karl Popper, quien abre fuego científico contra los "enemigos de la sociedad abierta (cfr. Popper, 1976). Popper cierra primero el paso a cualquier otra opción política, prohibiendo cualquier tolerancia para los enemigos de la tolerancia. Para Popper, lo que hay, el ser social democrático-liberal, está dado por estructuras que producen libertad y verdad, que "son democráticas y hace falta democratizarlas" (Hinkelammert, ídem: 110). En el contexto de la libertad liberal se produce una verdad que, a su vez legitima al liberalismo. La verdad está presentada en forma de un intrincado sistema de razonamientos neosilogísticos que defiende la estructura económica, política y social, declarando dogmático, totalitario e inaceptable cualquier reclamo o propuesta de opción o reforma. Verdad y libertad han alcanzado un nivel cerrado: ontológico (empresas, mercancías, mercados y ganancia son las cosas del mundo) y epistemológico (verdad es igual a demostrar formalmente que sólo ese mundo existe y es posible). b) Pero la verdad envolvente, la que en forma masiva y reiterada "llega" a la gente despertándole deseos e inculcándole convicciones, es la que producen los medios de información, principalmente a través de la acción publicitaria. El fenómeno de fragmentación del poder, presenta una combinación de publicidad y mercadeo en la cual "el capital habla y nosotros (incluidas las vanguardias de las "masas") bailamos al son que nos tocan" (Fernández de Castro, s/f: 63). La publicidad, que es el lenguaje del capital, narra la historia del proceso, de las hazañas destructivas de los bosques, ríos, mares, atmósfera, playas, cerros, todo ese proceso "transformador" de la naturaleza y de la gente que amenaza no dejar piedra sobre piedra, va pasando "vivo en directo" o en replan por la pantalla. El aparato informador, en el proceso de homogeneización del capital como modo de vida del ore, funge de medio control total del comportamiento: lo mismo informa, divierte, advierte, apacigua o despierta deseos, todo tipo de pasiones y sentimientos. Mediante el binomio "mundo de los negocios" y "mundo de publicidad", el capital ha logrado despojarse de algunos detalles incómodos de control (puras apariencias o formalidades, porque el capital es el poder), y lanzarse directamente a la conducción formativa, e informativa y terapéutica de los colectivos humanos. Desde la publicidad "el capital es un modelo de vida basado sobre la compra y el consumo de objetivos y servicios, que de ello depende nuestra felicidad y nuestra relación con los demás" es decir, "la demanda social estratifica modelos sociales de consumo (Fernández de Castro, ídem: 64). No eres primero y consumes después, sino que consumes primero para llegar a ser lo que quieres. Son los productos y servicios que consumes lo que te permitirá ser: si usas una marca de automóvil, perfume o traje, sólo eso te permitirá "ser y tener" el nivel o rol que deseas. Votar por determinado candidato (consumirlo), también permite ser lo que uno se ha propuesto. Todas esas mercancías políticas, estéticas o de otros tipos, son las mediaciones para llegar a ser. Se trata del modelo de vida incorporado al producto, que para vivirlo y ser, pasa por la compra y el consumo. ¿Qué quieres ser? Consume tal producto. ¿Quién puede consumirlo? Quien puede comprarlo. ¿Quién puede comprarlo? Quien tiene dinero. Allí está el único punto de la desigualdad. c) El aparato de la educación formal aparece, entonces, como subsidiario del centro de poder. Es un espacio contradictorio donde forcejean valores y antivalores, racionalidades e irracionalidades, conocimientos fundados y mitos, deseos y razones. Allí se inculca, casi sin obstáculos, la razón instrumental, lenguajes y conductas que presentan a la dominación como si fuera el paraíso y la justicia, todo, o casi todo, mediante el discurso de la ciencia, del método científico. En el aparato formal de la educación, la crítica tolerada llega hasta el aprendizaje, el uso y la defensa de la razón en los términos de la ciencia y la técnica que existen y son permitidas. De allí en adelante la educación formal tiene las funciones de (a) legitimar la democracia liberal a través del slogan de que todos tienen asegurado el derecho a educarse, (b) reproducir las condiciones para perpetuar el capital, al incluir la cultura de éste y (c) internalizar el egoísmo a través de las performances de calificaciones y títulos: la cultura del diploma y del doctor. Es un aparato de promoción y exclusión. La democracia liberal asegura la desigualdad, ocultándola a veces y racionalizándola siempre, y la igualdad queda resuelta por "un pluralismo de las élites que sustituye a la autodeterminación del pueblo, el poder social ejercido como si fuese un poder privado (que) se descarga de la necesidad de legitimarse y se vuelve inmune al principio de la formación racional de la voluntad" (Habermas, ídem: 149). Hay un claro deslinde entre las élites y el pueblo, salvo que las élites no pueden hacerse hereditarias, tienen que celebrar alianzas entre ellas, y están obligadas a admitir el acceso de los individuos de cualquier extracción social que sean capaces de ascender. III. Preguntas que buscan respuestas 1.- A pesar de la voluntad del poder por constituirse y operar conforme a sus intereses, las "masas" o pueblos han tenido incontables ocasiones de pronunciarse de otra manera y no lo han hecho. A pesar de todas las explicaciones y justificaciones acerca de por qué las masas se conducen tan proclives a las políticas que propongan cambios profundos. ¿Por qué al comportamiento cerrado, totalitario e intolerante del poder las masas responden apoyándolo? ¿Por qué casi invariablemente la derecha sale favorecida en elecciones en las que también participan líderes honestos de tendencia transformadora?. No se puede continuar argumentando que el pueblo no sabe lo que hace desde la "alienación que padece: su pronunciamiento por la derecha debe tener otras razones y exige unas interpretaciones y explicaciones adecuadas. La opción por una democracia racional hacia una acción emancipatoria del proceso social, no parte ni puede partir de una justificación a ultranza de todo comportamiento de los colectivos, no de una concepción supra-optimista y emocional que disculpe los actos equivocados del proceso emancipatorio. 2.- Ya que un proceso democrático racional sólo puede ser conducido por agentes racionales, se requiere una precisión sobre el mesianismo y las representaciones. El hecho de que las masas elijan, en elecciones del liberalismo intolerante, a miembros de la élites que tradicionalmente fungen de dominadores, indica claramente que aceptan ser representados por esas élites y que creen en el mesianismo del progreso dirigido por los conservadores. Igualmente indica tal modo de comportamiento político que las masas esperan más beneficios de los agentes y programas conservadores, que de los agentes y programas "revolucionarios". Pero una opción emancipatoria tiene necesariamente que considerar como irregular dicho comportamiento, pues mientras las élites representen a las "masas", se hace imposible introducir una democracia auténtica. Y del mismo modo, las ofertas mesiánicas, políticas y místicas, si bien resultan pertinentes a unos fines de dominación, aparecen como un fuerte obstáculo en el camino de los programas emancipatorios (cfr. Rocard,1989: 98-99): pues los pueblos requieren conducirse a sí mismo. 3.- ¿Qué tipo de pensamientos se requiere para llevar a cabo una democracia racional? El conocimiento del proceso emancipatorio, de una democracia racional, no está hecho ni puede ser "importado como el de la razón instrumental, que se vende y se compra en el mercado. No puede ser elaborado por encargo ni "ofertado" por unos pensadores mesiánicos que donan conocimientos a quienes son incapaces de crearlos. Por cuanto para salir de la democracia liberal se requiere fundamentar: (a) por qué salir de ella, (b) hacia qué espacio anticipado dirigirse, y (c) cuáles son los medios conque se cuenta para llevar a cabo ese programa de transición radical. "Salir de la democracia liberal" resulta un proyecto bastante difícil de pensar y conducir. Aquí sólo dejaremos apuntado el asunto referente al sujeto de la democracia racional. Era bastante sencillo hasta hoy tener en cuenta que el sujeto epistemológico (el que crea conocimientos) y el sujeto histórico (el que tiene la misión de llevar adelante la acción política del proyecto social) aparecían separados. Desde el proyecto burgués, el sujeto epistemológico es el intelectual ilustrado, mientras el sujeto histórico es el pueblo, el ciudadano. En el proyecto marxista, el sujeto histórico era la "clase obrera", clase que importaba el conocimiento con el fin de convertirse en "clase para sí" y realizar la revolución genérica de toda la humanidad. El primer esquema está completamente desmentido o, más bien, la democracia liberal es su culminación, mientras el esquema proletario aparece hoy en revisión total. Si esa es la situación de los dos proyectos, y para reconducir la humanidad se requiere (a) un proceso teórico y de acción que defina y genera al sujeto autónomo (Lanz, 1988: passim), un esfuerzo para implantar la cultura intersubjetiva del fin anticipatorio universal (Habermas,1973: passim), realizar un debate para el entendimiento justo y la implantación de una democracia mundial (Strachey, 1967: 133 y ss), y si, al fin, todo saber es un saber del poder y viene a ser el poder mismo (Foucault,1978: passim), entonces es necesario plantear todo eso de nuevo por la raíz: por el conocimiento desde su génesis hasta su uso. El sujeto de una democracia emancipatoria es intelectual y político, de pensamiento y acción al mismo tiempo, con lo cual terminan, teóricamente, las mediciones y representaciones impuestas e "importadas". 4.- Hemos propuesto que una democracia racional, aquella democracia equiparable al proceso emancipatorio, tiene necesariamente que empezar por una revolución cultural, es decir, un movimiento de investigación y reflexión que permita recuperar la razón perdida por los protagonistas de esa democracia racional quiénes son los interesados en ella y cuáles son los medios para ejercerla, mejor no hacer nada, porque en los proyectos oscuros lo más probable es que se esconda un nuevo fraude. El proyecto de una democracia racional requiere ser transparente antes de la partida. En este punto dejaremos anotado que una revolución cultural tiene que ver con una acción de resistencia frente a la trinca formada por la investigación burocrática, los mass-media y la educación formal, resistencia que pudiera invertir el proceso simbólico de elaboración e inculcación de mensajes. Si esa trinca no halla tenaz oposición, que logre fracturarla, resultará imposible recuperar la razón y sesgar el proceso hacia una democracia racional. 5.- Lo que se llama "naturaleza humana" es una cuestión (a) de suma importancia para comprender los fenómenos políticos, y (b) prácticamente inasible para una constatación empírica. Sea que se puede o no hallar respuestas, nos interesa hacer la pregunta: ¿por qué es tan fácil ser del sistema que causa perjuicio, y tan difícil ser o torcer el rumbo hacia donde hallaríamos felicidad mayor número de personas? La maldad se percibe generalizada en lo político yen los comportamientos básicos de las relaciones. Plauto ha dado una respuesta: homo hominilupus (porque los hombres son lobos para el hombre). Y Spinoza ha preguntado: ¿por qué los hombres luchan por su servidumbre como si lo hicieran por su libertad? A lo que Clastres responde: "los hombres permanecen en el estado de servidumbre porque lo desean: el pueblo como si fuera víctima de un sortilegio, de un encantamiento, quiere servir al tirano" (Clastres, responde: Clastres, 1979: 57). En esta misma línea, Reich aseguró que el pueblo en un momento dado deseó al fascismo, y éste es el sadismo colectivo ("científicamente" llevado a cabo) más terrorífico que se conoce. A nuestro parecer, y para tocar solamente el punto, hay dos cuestiones que se cruzan en las motivaciones y comportamientos permanentes de los seres humanos. Una se refiere al poder que, según Foucault, es un enigma que se reconstruye en todas partes, en todas las cabezas. Y como el poder es una "voluntad de poder", de poseerlo y ejercerlo porque en ello hay un máximo deseo y disfrute es por lo que quien tiene poder, quiere concentrar más poder y se defiende como lobo contra rivales. Pero también parece ser cierto que aquellos que no lo tienen, sienten admiración o envidia hacia quienes sí lo ejercen, y lanzan su "voluntad de poder" a través de la ilusión de que algún día lo tendrá: ¿acaso quien adule más al poder tendrá más oportunidades de heredarlo? ¿El voto de aparente servidumbre busca este rendimiento? Si no fuese así, ¿cómo se explica esa alianza evidente e inquebrantable entre los débiles y los poderosos, los pobres y los ricos? ¿No es, acaso, porque el pobre no renuncia a ser rico? También él es lobo, pero no ejerce poderes suficientes para ser agresivo, sino para ser siervo. Lo cierto es que todo el proceso transcurre "como si fuera natural": tanto el poderoso y rico como el débil y pobre están bien seguros que este mundo es y siempre será así. ¿Cómo podría el poderoso que vela por sus intereses lanzar otra teoría? Nuestra duda se ubica en por qué los miserables no pueden romper con la ilusión de llegar ellos a ser opulentos. Probablemente los milenios de carencia vividos por la humanidad hayan sembrado tan profundamente sus efectos en el "alma humana" que todos o la mayoría creamos sólo que la seguridad y el bienestar lo producen las cosas que se poseen, y eso nos haga acogernos, incluso más allá de las prédicas "revolucionarias", a la ética: "somos lo que tenemos". La otra explicación está en la cultura: los hombres no actúan conforme a la razón, sino impulsados por la carga cultural que durante milenios se les ha inculcado. Poder y cultura, convertidos en una sola cosa, una sola estructura cerrada y ahistórica, aparece y se comporta "como si fuera natural". Desde allí el programa de una democracia racional queda obstaculizado. 6.- Una democracia racional apunta hacia dos cuestiones: (a) unos seres humanos protagonistas que rompen con la estructura psíquicocultral del egoísmo individualista posesivo y desarrollan una nueva cultura basada en el altruismo y la solidaridad (el "amaos los unos a los otros"), lo cual suprime la competencia como origen de la desigualdad; y (b) una nueva oportunidad de los destinos sociales parece constituirse en la tensión dialéctica entre los desarrollos de punta de la humanidad (democracia más desarrolladas) y los núcleos particulares con sus actos hacia una democracia racional del mundo: una sociedad de hombres libres, sin amos ni siervos. 7.- El proceso hacia una sociedad racional parte de una convicción: una democracia emancipatoria es total o no la hay. Los pequemos espacios democráticos reales fundados por colectivos específicos tienden a ser "integrados" o suprimidos por el totalitarismo intolerante del capital. Ello exige establecer una tendencia democrática emancipatoria universal. Si se define como obstáculos principales de la democracia al fascismo, el mesianismo, la carga psíquicocultural del individualismo posesivo y el deseo de poder, también las cuestiones de igualdad, solidaridad y revolución cultural, elementos básicos de una revolución cultural, tienen que pasar por la superación de las idiosincrasias, las etnias y los sentimientos de patrias: hacia una sola patria, la del género humano. 8.- Vivimos la circunstancia histórica de convertir el mito ideológico de la democracia directa en proceso real, en modo de vida (cfr. Markovic, 1972: 121 y ss). para que así sea, deben cesar las representaciones, ha de corregirse el Estado como extensión ampliada de un sólo factor de poder, deben desaparecer los profesionales de la política y los partidos políticos (¿para qué partidos si habrá un sólo interés general?), y debe cesar la hegemonía de los medios de información y "formación". Una democracia racional instala la razón en los procesos humanos de las creencias, decisiones, acciones y conductas (cfr. Mosterín: 1978: passim). Un sujeto que se reapropia de sí mismo, con deberes y derechos iguales entre iguales, unas responsabilidades compartidas. Y si fuera irremediable que para fundar una sociedad de "hombres libres" hubiera que controlar de todos modos a un sector social, entonces los buenos y honestos son los llamados a conducir los destinos de la sociedad y los malos habrán de ser sometidos. tengamos presente que la dominación no podrá ser derrotada sólo a base de consejos y ejemplos, sino mediante la puesta en acto de una lucha total: epistemológica, estética, ética, política, económica, etc. En definitiva: son los protagonistas de esas luchas, sin representantes ni mesías, los llamados a amasar con sus propias manos e ideas el nuevo mundo racional de la felicidad posible. DOCUMENTACION ARANDA, Sergio (1990): "La utopía del no-trabajo" en Nueva Sociedad, 105 pp. 55-63, Caracas. ARANZADI, Juan (s/f): "Democracia, religión y terrorismo" en El Viejo Topo, (Extra, 11), pp. 68-75, Barcelona. CLASTRES, Pierre (1979): "La voluntad de ser siervo" en El Viejo Topo, 32, pp. 56-57, Barcelona. 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