UNIVERDIDAD TUIUTI DEL PARANÁ CRISTIANE DO ROSÁRIO CARVALHO DA CONCEIÇÃO TRABAJO DE CONCLUSÍON DEL CURSO DE POST GRADO LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLA CURITIBA 2011 1 UNIVERSIDAD TUIUTI DEL PARANÁ CRISTIANE DO ROSÁRIO CARVALHO DA CONCEIÇÃO ELEMENTOS MOTIVADORES EN LA VIDA DE GABRIELA MISTRAL Trabajo presentado para obtener aprobación en el curso de Post Grado en Lengua y Literatura Española, realizado sobe la orientación de la profesora María Teresita Campos de Avilla. CURITIBA 2011 2 RESUMEN El trabajo que se sigue tratara de algunos elementos motivadores en la obra y la vida de Gabriela Mistral. Con informaciones importantes para los que leerán. La autora empezó su vida con el nombre de Lucila de Godoy, tuvo muchos contratiempos in su vida a empezar en su niñez, pasando por su juventud hasta la adultez. Su familia por parte de la madre eran todas de maestras lo que le inspiró a ser un magnifica maestra también y cuidadora de los niños y de la educación de su pueblo. Se verá los motivos fundamentales de su vida expuestos en sus obras que pasaron por tres etapas importantes. También habrá algunas de sus obras y análisis de las mismas para intentarnos comprender su manera de pensar. En sus obras habrá un poco de todo, amor, odio, sufrir, niño, muerte, naturaleza, emociones, soledad, el bíblico, en fin una grande belleza. PALABRAS CLAVE. Amor, maestra, sufrir. RESUMO O trabalho que se segue abordará alguns elementos motivadores na obra e a vida de Gabriela Mistral. Com informações importantes para os que lerão. A autora começou sua vida com o nome de Lucíola de Godoy, teve muitos contratempos em sua vida começando pela infância, passando pela juventude ate a vida de adulta. Sua família por parte de mãe eram todas professoras, o que a inspirou também a ser uma ótima professora e zelosa das crianças e da educação do seu povo. Veremos os motivos fundamentais de sua vida expostos em suas obras que passaram por três etapas importantes. Também haverá algumas de suas obras e analise das mesmas para tentarmos compreender sua maneira de pensar. Em suas obras haverá um pouco de tudo, amor, ódio, sofrimento, criança, morte, natureza, emoções, solidão, o bíblico, em fim uma grande beleza. Palavras chave. Amor, professora, sofrimento. 3 SUMÁRIO INTRODUCCION……………………………………………………………………05 GABRIELA MISTRAL…………………………………….…………………………06 PERSONAS INFLUYENTES EN LA VIDA DE GABRIELA MISTRAL…….…...09 CATEGORÍA MOTIVO………………………………………………………………10 TEMAS ABORDADOS EN SUS OBRAS…………………………………………12 ETAPAS LITERÁRIAS………………………………………………………………34 CRÍTICA EXISTENTE SOBRE GABRIELA........................................................38 ANALISIS DEL POEMA BALADA………………………………………………….39 ANALISIS DEL POEMA APEGADO A MÍ…………………………………………42 ANALISIS DEL POEMA TODAS ÍBAMOS A SER REINAS…………………….44 CONCLUSÍON……………………………………………………………………….48 ANEXOS………………………………………………………………………………50 REFERENCIAS………………………………………………………..……………..51 4 INTRODUCCÍON La poetiza Lucila Godoy Alcayaga, mejor conocida como Gabriela Mistral es un ícono en la literatura latinoamericana y mi selección es debido a la gran importancia que tuvo y tiene en la literatura. A través de la información que pude obtener me di cuenta de la gran influencia que tuvo aspectos de su vida personal en todos sus escritos. Me llamó la atención el que fuera la única mujer latinoamericana que ha tenido el honor de recibir el Premio Nóbel de Literatura en 1945, poetiza muy reconocida en muchos países como Estados Unidos y toda Europa. Mi elección fue debido a que leí algunos de los temas que aborda la autora en sus poemas, siendo muy diversos y que aún tienen vigencia a través de los años. Estos temas son unos que solo pueden ser escritos con mucha entrega y pasión como lo que ha hecho ella. La mayoría de sus poemas son producto de las emociones que ella pudo haber sentido hacia algunas cuestiones importantes en su vida personal y partidista. El objetivo de ese trabajo es que se sepa quién fue Gabriela Mistral, sus obras más conocidas y el legado que dejó en Hispanoamérica al alcance de todos nosotros. 5 GABRIELA MISTRAL Lucíla nació en la ciudad de Vicuña, Chile, en 7 de abril de 1889. Su padre abandonó a família cuando Lucíla completó três años de idad. La madre de Lucila faleció en 1929 y la escritora le dedicó la primera parte de su libro Tala, a que chamó: Muerte de mi Madre. Educada en su ciudad natal, comenzó a trabajar como profesora primaria (1904) y ganó renome al vencer los Juegos Florales de Santiago (1914) con Sonetos de La muerte, sobe el pseudónimo de Gabriela Mistral, cuya escolla se dio en homenaje a sus poetas predilectos: lo italiano Gabriel D'Annunzio y el provenzal Frédéric Mistral. En 1922 é convidada por el Ministerio de la Educación del México a trabajar en los planos de reforma educacional de aquel país. El Premio Nobel la transformó en figura de destaque en la literatura internacional y la llevó a viajar por todo el mundo y representar su país en comisiones culturales de las Naciones Unidas, hasta fallecer en Hempstead, estado de Nova York, en los Estados Unidos. La notoriedad la obligó a abandonar la enseñanza para desempeñar diversos cargos diplomáticos en la Europa. Vista como un ejemplo de honestidad, moral y intelectual y movida por un profundo sentimiento religioso, la tragedia del suicidio de lo novio (1907) marcó toda a su poesía con un fuerte sentimiento de cariño maternal, principalmente en sus poemas en relación a los niños. En sus obra aparecen como temas recurrentes: el amor por los humildes, un interés mas amplio por toda la humanidad. Su poesía siempre llena de calidez, emoción y marcado misticismo. Ha sido traducida en muchos idiomas y ha influido en la obra de otros grandes escritores latinoamericanos como Pablo Neruda y Octavio Paz. La obra de Gabriela Mistral surge del modernismo, en específico de Amado Nervo y 6 Frederic Mistral. Del reconocido poeta Rubén Darío tomó la ausencia de retórica y el lenguaje coloquial. En sus primeras obras se inspiró en la Biblia y Rubén Darío, pero no tardó en desarrollar su estilo propio en el que se combinan una sensibilidad cristiana y otra socialista. Sus primeros poemas se dieron en su juventud con temas relacionados a la soledad, lo cual comenzó a definir su carácter solitario y romántico. Al comienzo de sus poemas se veía un carácter pesimista. Gabriela Mistral tuvo una imagen de mujer viril y firme a pesar de que su mundo romántico se derrumbaba a su alrededor y los problemas de Chile de la época no eran nada insignificantes. Aún con carácter duro se ganó el cariño de la gente con sus proyectos educacionales. Con muchos murmuradores acerca de su obra a su alrededor, logró salir adelante y conseguir el apoyo de la mayoría de sus lectores. Al libro Desolación le siguieron los libros Ternura (1924), Tala (1938), Poemas de las madres (1950), y Lagar (1954). Gabriela pasó por muchos sucesos en su vida personal que contribuyeron a la escritura de muchos de sus poemas. Tales acontecimientos se encuentran a continuación: 1909 – Con solo 26 años de edad Romelio Ureta, uno de los más importantes y hablados amores en la vida de ella fue protagonista en varios poemas que ella escribió. El suicidio de su gran amor influyó mucho en su vida y en su estilo poético. Luego de ese suceso ella se inspiró y escribió ―Los Sonetos de la Muerte‖. 7 1914 – Obtiene la más alta distinción en los Juegos Florales celebrados en Santiago con ―Los Sonetos de la Muerte‖. Es ahí cuando comienza a usar el seudónimo de Gabriela Mistral. 1929 – Muere su madre. Esto influye en la escritura del libro Tala. 1943 – Suicidio de su sobrino de 17 años, Juan Miguel quien consideraba como su hijo adoptivo. 8 PERSONAS INFLUYENTES EN LA VIDA DE GABRIELA MISTRAL Gabriel D’ Annunzio - Poeta, líder militar y político italiano. Antes de la Primera Guerra Mundial se configuró como el más grande de los poetas de su país. Ferviente nacionalista, defendió ardorosamente la entrada de su país en la guerra, en la que perdió un ojo sirviendo en la aviación. Frederic Mistral - Poeta provenzal francés galardonado con el premio Nóbel de Literatura. Compartió el premio Nóbel en 1904 con el escritor español José Echegaray y Eizaguirre. Amado Nervo - Poeta mexicano que quiso ser clérigo, pero muy pronto se vio atraído por los variados estímulos de la vida, los viajes, los amores y la misma poesía. Rubén Darío – Poeta nicaragüense de estilo modernista. Una de sus características principales es la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial Es considerado el poeta más importante que escribió en español fuera de España y es uno de los personajes más respetados en su país natal Nicaragua. 9 CATEGORÍA MOTIVO Existe – como lo han comentado Angelo Marchese y Joaquín Forradillas (Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, 1994) -cierta variedad en cuanto a la definición del motivo en la terminología literaria. La definición que ofrece Marchese y Forradillas es la siguiente: "Cada una de las unidades menores que configuran el tema o dan a éste la formulación precisa en un determinado momento del texto" Esto implica que podemos encontrar, en cada texto literario, una gran cantidad de motivos. En la práctica, sin embargo, no nos suele interesar la clasificación de todos los posibles motivos que podríamos encontrar en un texto. Es decir, los motivos no tienen interés cuantitativamente. En el análisis literario, los motivos suelen interesarnos por dos razones: 1) El análisis de los motivos puede conducirnos al tema del texto 2) El análisis de los motivos nos ayuda a descubrir las relaciones intertextuales que existen entre el texto analizado y otros textos (la tradición literaria). Como el motivo está relacionado, de manera muy cercana, con el tema del texto, puede resultar esclarecedor hablar de éstos comparativamente. La diferencia más importante entre los dos es que se encuentran en niveles distintos: el motivo pertenece al nivel concreto del texto, mientras que el tema, por lo general, pertenece a un nivel más abstracto y general. Para comprender lo que es un motivo versus un tema en la literatura, podemos pensar en cómo usamos el término motivo al hablar de una consecuencia. Cuando preguntamos cuál es el motivo de haber desaprobado fulano en la prueba, la respuesta está en la causa misma: lo que no hizo. En la literatura, los motivos pertenecen, de una manera parecida. Los motivos están en el texto. El tema, por otro lado, no se formula, la mayoría de las veces, directamente en el texto. El tema debe abarcar todo el texto - es la respuesta a la pregunta: ¿de qué se trata el texto? Por lo general, el llegar al tema implica cierto proceso de abstracción por parte del lector. . Cuando un motivo es recurrente, es decir, que se repite con cierta frecuencia en un texto, podemos hablar de un leitmotiv. En la obra de María 10 Luisa Bombal, el cabello femenino funciona como un leitmotiv que aparece con frecuencia en casi todos sus textos. Hasta ahora, hemos estudiado los motivos en relación con su presencia dentro de un texto. Sin embargo, es también muy usual utilizar el término motivo para referirse a ciertos "lugares comunes" en la literatura que se han repetido en una serie de textos a lo largo de la historia. Para acercarnos a este sentido de la palabra, podemos detenernos en la definición que ofrece M.H. Abrams (A Glossary of Literary Terms, 1993): "Un motivo es un elemento – una especie de incidente, recurso o fórmula – que recurre frecuentemente en la literatura". Abrams asocia el motivo con el término griego topos que significa, literalmente, "lugar común". Descubrir el topos en el motivo de un texto, significa descubrir las relaciones intertextuales que existen entre este texto y otro(s) texto(s). Como ejemplos para ver esta categoría, motivos, están los poemas de la autora objeto de estudio 11 TEMAS ABORDADOS EN SUS OBRAS Gabriela Mistral llamó mucho la atención por su lucha contra la soledad y los problemas sociales. Algunos acontecimientos en su vida personal marcaron su vida como poeta. De ahí salen muchos de los temas que aborda en sus poemas. Estos son los siguientes: Soledad – Marcó mucho durante toda su vida ya que cuando creía estar acompañada de algún ser querido, este se apartaba de ella de la forma más difícil de aguantar, la muerte o la partida. Maternidad – Aunque nunca fue madre como tal siempre estuvo al tanto de un sobrino que apreciaba mucho y lo trataba como si fuera su hijo. En algunos poemas hace alusión a la maternidad por su sobrino querido. APEGADO A MÍ Velloncito de mi carne, que en mi entraña yo tejí, velloncito friolento, ¡duérmete apegado a mí! La perdiz duerme en el trébol escuchándole latir: no te turben mis alientos, ¡duérmete apegado a mí! Hierbecita temblorosa asombrada de vivir, no te sueltes de mi pecho: ¡duérmete apegado a mí! Yo que todo lo he perdido ahora tiemblo de dormir. No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí! 12 PIECECITOS Piececitos de niño, azulosos de frío, ¡cómo os ven y no os cubren, ¡Dios mío! ¡Piececitos heridos por los guijarros todos, ultrajados de nieves y lodos! El hombre ciego ignora que por donde pasáis, una flor de luz viva dejáis; que allí donde ponéis la plantita sangrante, el nardo nace más fragante. Sed, puesto que marcháis por los caminos rectos, heroicos como sois perfectos. Piececitos de niño, dos joyitas sufrientes, ¡cómo pasan sin veros las gentes! EL ÁNGEL GUARDIÁN Es verdad, no es un cuento; hay un Ángel Guardián que te toma y te lleva como el viento y con los niños va por donde van. Tiene cabellos suaves que van en la venteada, ojos dulces y graves que te sosiegan con una mirada y matan miedos dando claridad. (No es un cuento, es verdad.) El tiene cuerpo, manos y pies de alas y las seis alas vuelan o resbalan, las seis te llevan de su aire batido y lo mismo te llevan de dormido. Hace más dulce la pulpa madura que entre tus labios golosos estruja; rompe a la nuez su taimada envoltura y es quien te libra de gnomos y brujas. Es quien te ayuda a que cortes las rosas, que están sentadas en trampas de espinas, el que te pasa las aguas mañosas y el que te sube las cuestas más pinas. 13 LA CASA La mesa, hijo, está tendida, en blancura quieta de nata, y en cuatro muros azulea, dando relumbres, la cerámica. Esta es la sal, éste el aceite y al centro el Pan que casi habla. Oro más lindo que oro del Pan no está ni en fruta ni en retama, y da su olor de espiga y horno una dicha que nunca sacia. Lo partimos, hijito, juntos, con dedos duros y palma blanda, y tú lo miras asombrado de tierra negra que da flor blanca. Baja la mano de comer, que tu madre también la baja. Los trigos, hijo, son del aire, y son del sol y de la azada; pero este pan "cara de Dios" no llega a mesas de las casas; y si otros niños no lo tienen, mejor, mi hijo, no lo tocarás, y no tomarlo mejor sería con mano y mano avergonzadas. * En Chile, el pueblo llama al pan "cara de Dios." Mujer – Logra demostrar con mucha intensidad en sus poemas la forma de una mujer viril y de firmeza. La mayoría de sus poemas giran en torno a la mujer o expresan algo sobre ella. LA MUJER FUERTE Me acuerdo de tu rostro que se fijó en mis días, mujer de saya azul y de tostada frente, que en mi niñez y sobre mi tierra de ambrosía vi abrir el surco negro en un abril ardiente. 14 Alzaba en la taberna, honda, la copa impura el que te apegó un hijo al pecho de azucena, y bajo ese recuerdo, que te era quemadura, caía la simiente de tu mano, serena. Segar te vi en enero los trigos de tu hijo, y sin comprender tuve en ti los ojos fijos, agrandados al par, de maravilla y llanto. Y el lodo de tus pies todavía besara, porque entre cien mundanas no he encontrado tu cara ¡y aun te sigo en los surcos la sombra con mi canto! LA MUJER ESTÉRIL La mujer que no mece a un hijo en el regazo; cuyo calor y aroma alcance a sus entrañas, tiene una laxitud de mundo entre los brazos; todo su corazòn congoja inmensa baña. El lirio le recuerda unas sienes de infante; el Ángelus le pide otra boca con ruego; e interroga la fuente de seno de diamante por qué su labio quiebra el cristal en sosiega Y al contemplar sus ojos se acuerda de la azada piensa que en los de un hijo no mirará éxtasiada; al vaciarse sus ojos, los follajes de octubre. Con doble temblor oye el viento en los cipreses ¡Y una mendiga grávida, cuyo seno florece cual la parva de enero, de vergüenza cubre! Niñez – Su vocación principal lo fue el ser maestra de niños en su país. Siempre le gustó trabajar con niños y ser parte del aprendizaje de ellos. LA MAESTRA RURAL La maestra era pura. "Los suaves hortelanos", decía, "de este predio, que es predio de Jesús, han de conservar puros los ojos y las manos, guardar claros sus óleos, para dar clara luz". La maestra era pobre. Su reino no es humano. (Así en el doloroso sembrador de Israel.) Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano ¡y era todo su espíritu un inmenso joyel! 15 La maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida! Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. Por sobre la sandalia rota y enrojecida, era ella la insigne flor de su santidad. ¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, largamente abrevaba sus tigres el dolor. Los hierros que le abrieron el pecho generoso ¡más anchas le dejaron las cuencas del amor! ¡Oh labriego, cuyo hijo de su labio aprendía el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor del lucero cautivo que en sus carnes ardía: pasaste sin besar su corazòn en flor! Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste su nombre a un comentario brutal o baladí? Cien veces la miraste, ninguna vez la viste ¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti! Pasò por él su fina, su delicada esteva, abriendo surcos donde alojar perfección. La albada de virtudes de que lento se nieva es suya. Campesina, ¿no le pides perdón? Daba sombra por una selva su encina hendida el día en que la muerte la convidò a partir. Pensando en que su madre la esperaba dormida, a La de Ojos Profundos se dio sin resistir. Y en su Dios se ha dormido, como en cojín de luna; almohada de sus sienes, una constelación; canta el Padre para ella sus canciones de cuna ¡y la paz llueve largo sobre su corazón! Como un henchido vaso, traía el alma hecha para dar ambrosía de toda eternidad; y era su vida humana la dilatada brecha que suele abrirse el Padre para echar claridad. Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta púrpura de rosales de violento llamear. ¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta, las plantas del que huella sus huesos, al pasar! Amor – Cuenta con tanta elocuencia sus malas experiencias en el amor y lo mucho que se puede sufrir por ver como alguien que se ama con locura no corresponde de la misma manera. 16 Muerte como destino – Aprendió a aguantar los golpes que la vida le daba cuando un ser querido se iba de su vida de la peor manera posible, la muerte. Solo la muerte es algo que está definido como destino para todos los seres humanos y así Gabriela Mistral lo tuvo que aprender. Aprendió eso de una manera cruel, pero así fue. Sonetos de la muerte Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, que hemos de soñar sobre la misma almohada. Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna al recibir tu cuerpo de niño dolorido. Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas, y en la azulada y leve polvareda de luna, los despojos livianos irán quedando presos. Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, ¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna bajará a disputarme tu puñado de huesos! II Este largo cansancio se hará mayor un día, y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir arrastrando su masa por la rosada vía, por donde van los hombres, contentos de vivir... Sentirás que a tu lado cavan briosamente, que otra dormida llega a la quieta ciudad. Esperaré que me hayan cubierto totalmente... ¡y después hablaremos por una eternidad! Sólo entonces sabrás el por qué no madura, para las hondas huesas tu carne todavía, tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir. Se hará luz en la zona de los sinos, oscura; sabrás que en nuestra alianza signo de astros había y, roto el pacto enorme, tenías que morir... III Malas manos tomaron tu vida desde el día en que, a una señal de astros, dejara su plantel nevado de azucenas. En gozo florecía. Malas manos entraron trágicamente en él... Y yo dije al Señor: ?«Por las sendas mortales le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar! ¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales o le hundes en el largo sueño que sabes dar! »¡No le puedo gritar, no le puedo seguir! Su barca empuja un negro viento de tempestad. Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor». 17 Se detuvo la barca rosa de su vivir... ¿Que no sé del amor, que no tuve piedad? ¡Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor! Comunión con la naturaleza - Le encantaba la naturaleza pero sobre todo la tierra, lo palpable, lo que la hacía sentir segura. En sus poemas usa muchos elementos de la naturaleza como la luna, el mar, el sol, la tierra, los árboles, el campo, las estaciones del año, entre otros. LA FLOR DEL AIRE Yo la encontré por mi destino, de pie a mitad de la pradera, gobernadora del que pase, del que le hable y que la vea. Y ella me dijo: "Sube al monte. Yo nunca dejo la pradera, y me cortas las flores blancas como nieves, duras y tiernas." Me subí a la ácida montaña, busqué las flores donde albean, entre las rocas existiendo medio dormidas y despiertas. Cuando bajé, con carga mía, la hallé a mitad de la pradera, y fui cubriéndola frenética, con un torrente de azucenas. Y sin mirarse la blancura, ella me dijo: "Tú acarrea ahora sólo flores rojas. Yo no puedo pasar la pradera." Trepe las penas con el venado, y busqué flores de demencia, las que rojean y parecen que de rojez vivan y mueran. DOÑA VENENOS Doña venenos habita a unos pasos de mi casa. Ella quiere disfrutar rutas, jardines y playas, y todo ya se lo dimos, pero no está apaciguada. 18 ¿A qué vino de tan lejos si viaja llevando su alma? a los que nacen o mueren, a los que arriban o zarpan, y aunque son muchos sus días ¡no se cansa, no se cansa! ¿A qué vino de tan lejos si viaja llevando su alma? Pudo dejarla, sí, pudo, en cactus abandonada, y hacerse, cruzando mares, otra de hieles lavada. ¿A qué vino a ser la misma bajo el país de las palmas? Me la dicen, me la traen todos los días contada, pero yo aún no la he visto y me la tengo sin cara Cada día me conozco árbol nuevo, bestia rara y criaturas que llegan a la puerta de mi casa. ¿Pero si no la vi nunca cómo echo a la forastera? Y si me la dejo entrar, ¿qué hace de mi paz ganada? ¿qué de mi bien que es un árbol? Todos me preguntan si ya vino la malhadada y luego me dicen que... es peor si se retarda. NACIMIENTO DE UNA CASA Una casa va naciendo en duna californiana y va saltando del médano en gaviota atolondrada. El nacimiento lo agitan carreras y bufonadas, chorros silbados de arena, risas que suelta la grava, y ya van las vigas-madres subiendo apelicanadas. Puerta y puertas van llegando reñidas con las ventanas, unas a guardarlo todo, otras a darlo, fiadas. 19 Los umbrales y dinteles se casan en cuerpos y almas, y unas piernas de pilares bajan a paso de danza... Yo no sé si es que la hacen o de sí misma se alza; mas sé que su alumbramiento la costa trae agitada y van llegando mensajes en flechas enarboladas... El amor acudiría si ya se funde la helada, y por dar fe, luz y aire, hasta tocarla se abajan, aunque se vea tan solo a medio alzar las espaldas... Llegando están los trabajos menudos, pardos y en banda, cargando en gibados gnomos teatinos, mimbres y lanas que ojean buscando manos todavía no arribadas... Y baja en un sesgo el Ángel Custodio de las moradas volea la mano diestra, jurándole su alianza y se la entrega a la costa en alta virgen dorada. En torno al bendecidor hierven cien cosas trocadas; fiestas, bodas, nacimientos, risas, bienaventuranzas, y se echa una Muerte grande, al umbral, atravesada... LA FUGITIVA Árbol de fiesta, brazos anchos, cascada suelta, frescor vivo a mi espalda despeñados: ¿quién os dijo de pararme y silabear mi nombre? Bajo un árbol yo tan solo lavaba mis pies de marchas con mi sombra como ruta y con el polvo por saya. 20 ¡Qué hermoso que echas tus ramas y que abajas tu cabeza, sin entender que no tengo diez años para aprenderme tu verde cruz que es sin sangre y el disco de tu peana! Atísbame, pino-cedro, con tus ojos verticales, y no muevas ni descuajes los pies de tu terrón vivo: que no pueden tus pies: nuevos con rasgones de los cactus y encías de las risqueras. Y hay como un desasosiego, como un siseo que corre desde el hervor del Zodíaco a las hierbas erizadas. Viva está toda la noche de negaciones y afirmaciones, las del Ángel que te manda y el mío que con él, lucha; y un azoro de mujer llora a su cedro de Líbano caído y cubierto de noche, que va a marchar desde el alba sin saber ruta ni polvo y sin volver a ver más su ronda de dos mil pinos. ¡Ay, árbol mío, insensato entregado a la ventisca a canícula y a bestia al azar de la borrasca. Pino errante sobre la Tierra! LA FERVOROSA En todos los lugares he encendido con mi brazo y mi aliento el viejo fuego; en toda tierra me vieron velando el faisán que cayó desde los cielos, y tengo ciencia de hacer la nidada de las brasas juntando sus polluelos. Dulce es callando en tendido rescoldo, tierno cuando en pajuelas lo comienzo. Malicias sé para soplar sus chispas hasta que él sube en alocados miembros. Costó, sin viento, prenderlo, atizarlo: era o el humo o el chisporroteo; pero ya sube en cerrada columna recta, viva, leal y en gran silencio. 21 No hay gacela que salte los torrentes y el carrascal como mi loco ciervo; en redes, peces de oro no brincaron con rojez de cardumen tan violento. He cantado y bailado en torno suyo con reyes, versolans y cabreros, y cuando en sus pavesas él moría yo le supe arrojar mi propio cuerpo. Cruzarían los hombres con antorchas mi aldea, cuando fue mi nacimiento o mi madre se iría por las cuestas encendiendo las matas por el cuello. Espino, algarrobillo y zarza negra, sobre mi único Valle están ardiendo, soltando sus torcidas salamandras, aventando fragancias cerro a cerro. Mi vieja antorcha, mi Jadeada antorcha va despertando majadas y oteros; a nadie ciega y va dejando atrás la noche abierta a rasgones bermejos. La gracia pido de matarla antes de que ella mate el Arcángel que llevo. (Yo no sé si lo llevo o si él me lleva; pero sé que me llamo su alimento, y me sé que le sirvo y no le falto y no lo doy a los titiriteros.) Corro, echando a la hoguera cuanto es mío. Porque todo lo di, ya nada llevo, y caigo yo, pero él no me agoniza y sé que hasta sin brazos lo sostengo. O me lo salva alguno de los míos, hostigando a la noche y su esperpento, hasta el último hondòn, para quemarla en su cogollo más alto y señero. Traje la llama desde la otra orilla, de donde vine y adonde me vuelvo. Allá nadie la atiza y ella crece y va volando en albatròs bermejo. He de volver a mi hornaza dejando caer en su regazo el santo préstamo. ¡Padre, madre y hermana adelantados, y mi Dios vivo que guarda a mis muertos: corriendo voy por la canal abierta de vuestra santa Maratòn de fuego! 22 LA BAILARINA La bailarina ahora está danzando la danza del perder cuanto tenía. Deja caer todo lo que ella había, padres y hermanos, huertos y campiñas, el rumor de su río, los caminos, el cuento de su hogar, su propio rostro y su nombre, y los juegos de su infancia como quien deja todo lo que tuvo caer de cuello, de seno y de alma. En el filo del día y el solsticio baila riendo su cabal despojo. Lo que avientan sus brazos es el mundo que ama y detesta, que sonríe y mata, la tierra puesta a vendimia de sangre la noche de los hartos que no duermen y la dentera del que no ha posada. Sin nombre, raza ni credo, desnuda de todo y de sí misma, da su entrega, hermosa y pura, de pies voladores. Sacudida como árbol y en el centro de la tornada, vuelta testimonio. No está danzando el vuelo de albatroses salpicados de sal y juegos de olas; tampoco el alzamiento y la derrota de los cañaverales fustigados. Tampoco el viento agitador de velas, ni la sonrisa de las altas hierbas. El nombre no le den de su bautismo. Se soltò de su casta y de su carne sumiò la canturía de su sangre y la balada de su adolescencia. Sin saberlo le echamos nuestras vidas como una roja veste envenenada y baila así mordida de serpientes que alácritas y libres la repechan, y la dejan caer en estandarte vencido o en guirnalda hecha pedazos. Sonámbula, mudada en lo que odia, sigue danzando sin saberse ajena sus muecas aventando y recogiendo jadeadora de nuestro jadeo, cortando el aire que no la refresca única y torbellino, vil y pura. Somos nosotros su jadeado pecho, su palidez exangüe, el loco grito tirado hacia el poniente y el levante 23 la roja calentura de sus venas, el olvido del Dios de sus infancias. VIEJA Ciento veinte años tiene, ciento veinte, y está más arrugada que la Tierra. Tantas arrugas lleva que no lleva otra cosa sino alforzas y alforzas como la pobre estera. Tantas arrugas hace como la duna al viento, y se está al viento que la empolva y pliega; tantas arrugas muestra que le contamos solo sus escamas de pobre carpa eterna. Se le olvidò la muerte inolvidable, como un paisaje, un oficio, una lengua. Y a la muerte también se le olvidò su cara, porque se olvidan las caras sin cejas. Arroz nuevo le llevan en las dulces mañanas; fábulas de cuatro años al servirle le cuentan; aliento de quince años al tocarla le ponen: cabellos de veinte años al besarla le allegan. Mas la misericordia que la salvajes la mía. Yo le regalaré mis horas muertas, y aquí me quedaré por la semana pegada a su mejilla y a su oreja. Diciéndole la muerte lo mismo que una patria dándosela en la mano como una tabaquera; contándole la muerte como se cuenta a Ulises hasta que me la oiga y me la aprenda. "La Muerte", le diré al alimentarla; y "La Muerte", también, cuando la duerma: "La Muerte", como el número y los números, como una antífona y una secuencia, Hasta que alargue su mano y la tome, lúcida al fin en vez de soñolienta, abra los ojos, la mire y la acepte y despliegue la boca y se la beba. Y que se doble lacia de obediencia y llena de dulzura se disuelva, con la ciudad fundada el año suyo y el barco que lanzaron en su fiesta. Y yo pueda sembrarla lealmente, como se siembran maíz y lenteja, donde a tiempo las otras se sembraron, más dòciles, más prontas y más frescas. 24 El corazòn aflojado soltando, y la nuca poniendo en una arena, las viejas que pudieron no morir: Clara de Asís, Catalina y Teresa. LEÑADOR Quedó sobre las hierbas el leñador cansado, dormido en el aroma del pino de su hachazo. Tienen sus pies majadas las hierbas que pisaron. Le canta el dorso de oro y le sueñan las manos. Veo su umbral de piedra, su mujer y su campo. Las cosas de su amor caminan su costado; las otras que no tuvo le hacen como más casto, y el soñoliento duerme sin nombre, como un árbol. El mediodía punza lo mismo que venablo. Con una rama fresca la cara le repaso. Se viene de él a mi su día como un canto y mi día le doy como pino cortado. Regresando, a la noche, por lo ciego del llano, oigo gritar mujeres al hombre retardado; y cae a mis espaldas y tengo en cuatro dardos nombre del que guardé con mí sangre y mi hálito. PINARES El pinar al viento vasto y negro ondula, y mece mi pena con canción de cuna. Pinos calmos, graves como un pensamiento, dormidme la pena, dormidme el recuerdo. 25 Dormidme el recuerdo, asesino pálido, pinos que pensáis con pensar humano. El viento los pinos suavemente ondula. ¡Duérmete, recuerdo, duérmete, amargura! La montaña tiene el pinar vestida como un amor grande que cubriò una vida. Nada le ha dejado sin poseerle, ¡nada! ¡Como un amor ávido que ha invadido un alma! La montana tiene tierra sonrosada; el pinar le puso su negrura trágica, (Así era el alma alcor sonrosado; así el amor púsole su brocado trágico.) El viento reposa y el pinar se calla, cual se calla un hombre asomado a su alma. Medita en silencio, enorme y oscuro, como un ser que sabe del dolor del mundo. Pinar, tengo miedo de pensar contigo; miedo de acordarme, pinar, de que vivo. ¡Ay!, tú no te calles, procura que duerma; no te calles como un hombre que piensa. 26 RUTH Ruth moabita a espigar va a las eras, aunque no tiene ni un campo mezquino. Piensa que es Dios dueño de las praderas y que ella espiga en un predio divino. El sol caldeo su espalda acuchilla, baña terrible su dorso inclinado; arde de fiebre su leve mejilla, y la fatiga le rinde el costado. Booz se ha sentado en la parva abundosa. El trigal es una onda infinita, desde la sierra hasta donde él reposa, que la abundancia ha cegado el camino... Y en la onda de oro la Ruth moabita viene, espigando, a encontrar su destino. ** Booz mirò a Ruth, y a los recolectores. Dijo: "Dejad que recoja confiada"... Y sonrieron los espigadores, viendo del viejo la absorta mirada... Eran sus barbas dos sendas de flores, su ojo dulzura, reposo el semblante; su voz pasaba de alcor en alcores, pero podía dormir a un infante... Ruth lo miró de la planta a la frente, y fue sus ojos saciados bajando, como el que bebe en inmensa corriente. Al regresar a la aldea, los mozos que ella encontrò la miraron temblando. Pero en su sueño Booz fue su esposo. ** Y aquella noche el patriarca en la era viendo los astros que laten de anhelo, recordó aquello que a Abraham prometiera Jehová: más hijos que estrellas dio al cielo. Y suspiró por su lecho baldío, rezó llorando, e hizo sitio en la almohada para la que, como baja el rocío, hacia él vendría en la noche callada. Ruth vio en los astros los ojos con llanto de Booz llamándola, y estremecida, dejò su lecho, y se fue por el campo... 27 Dormía el justo, hecho paz y belleza. Ruth, más callada que espiga vencida, puso en el pecho de Booz su Cabeza. LA SOMBRA INQUIETA Flor, flor de la raza mía, Sombra Inquieta, ¡qué dulce y terrible tu evocación! El perfil de éxtasis, llama la silueta, las sienes de nardo, l'habla de canción. Cabellera luenga de cálido manto, pupilas de ruego, pecho vibrador; ojos hondos para albergar más llanto; pecho fino donde taladrar mejor. Por suave, por alta, por bella, ¡precita! fatal siete veces; fatal, ¡pobrecita!, por la honda mirada y el hondo pensar. ¡Ay!, quien te condene, vea tu belleza, mire el mundo amargo, mida tu tristeza, ¡y en rubor cubierto rompa a sollozar! ** ¡Cuánto río y fuente de cuenca colmada, cuánta generosa y fresca merced de aguas, para nuestra boca socarrada! ¡Y el alma, la huérfana, muriendo de sed! Jadeante de sed, loca de infinito, muerta de amargura la tuya en clamor, dijo su ansia inmensa por plegaria y grito: ¡Agar desde el vasto yermo abrasador! Y para abrevarte largo, largo, largo, Cristo dio a tu cuerpo silencio y letargo, y lo apegó a su ancho caño saciador... El que en maldecir tu duda se apure, que puesta la mano sobre el pecho juré; "Mi fe no conoce zozobra, Señor." ** Y ahora que su planta no quiebra la grama de nuestros senderos, y en el caminar notamos que falta, tremolante llama, su forma, pintando de luz el solar, cuantos la quisimos abajo, apeguemos la boca a la tierra, y a su corazón, vaso de cenizas dulces, musitemos esta formidable interrogación: ¿Hay arriba tanta leche azul de lunas, 28 tanta luz gloriosa de blondos estíos, tanta insigne y honda virtud de ablución que limpien, que laven, que albeen las brunas manos que sangraron con garfios y en ríos, ¡oh Muerta!, la carne de tu corazón? Es preciso señalar la belleza del lenguaje con que Gabriela se expresa también cuando entabla unos diálogos con los santos en sus "vidas" dedicadas a ellos. Habla con San Francisco de Asís, San Vicente de Paúl, Santa Teresa de Ávila y Santa Teresa de Lisieux como si fueran amigos suyos con quienes se encontrara a diario y discutiera los temas que más les atañen. Con Santa Teresa de Ávila, por ejemplo, intercambia sus ideas sobre la grandeza y discreción de la gracia divina en el arte de escribir y la necesidad de pulir la obra. En cada una de esas páginas resalta la personalidad profundamente cristiana de la poetisa. AL OÍDO DEL CRISTO Cristo, el de las carnes en gajos abiertas; Cristo, el de las venas vaciadas en ríos: estas pobres gentes del siglo están muertas de una laxitud, de un miedo, de un frío! A la cabecera de sus lechos eres, si te tienen, forma demasiado cruenta, sin esas blanduras que aman las mujeres y con esas marcas de vida violenta. No te escupirían por creerte loco, no fueran capaces de amarte tampoco así, con sus ímpetus laxos y marchitos. Porque como Lázaro ya hieden, ya hieden, por no disgregarse, mejor no se mueven. ¡Ni el amor ni el odio les arrancan gritos! ** Aman la elegancia de gesto y color, y en la crispadura tuya del madero, en tu sudar sangre, tu último temblor 29 y el resplandor cárdeno del Calvario entero, les parece que hay exageración y plebeyo gusto; el que Tú lloraras y tuvieras sed y tribulación, no cuaja en sus ojos dos lágrimas claras. Tienen ojo opaco de infecunda yesca, sin virtud de llanto, que limpia y refresca; tienen una boca de suelto botón mojada en lascivia, ni firme ni roja, ¡y como de fines de otoño, así, floja e impura, la poma de su corazón! ** ¡Oh Cristo! El dolor les vuelva a hacer viva l'alma que les diste y que se ha dormido, que se la devuelva honda y sensitiva, casa de amargura, pasión y alarido. ¡Garfios, hierros, zarpas, que sus carnes hiendan al como se parten frutos y gavillas; amas que a su gajo caduco se prendan amas como argollas y como cuchillas! ¡Llanto, llanto de calientes raudales renueve los ojos de turbios cristales les vuelva el viejo fuego del mirar! ¡Retòñalos desde las entrañas, Cristo! si ya es imposible, si tú bien lo has visto, son paja de eras… ¡desciende a aventar! AL PUEBLO HEBREO Raza judía, carne de dolores, raza judía, río de amargura: como los cielos y la tierra, dura y crece aún tu selva de clamores. Nunca han dejado orearse tus heridas; nunca han dejado que a sombrear te tienda para estrujar y renovar tu venda, más que ninguna rosa enrojecida. Con tus gemidos se ha arrullado el mundo. Y juego con las hebras de tu llanto. Los surcos de tu rostro, que amo tanto, son cual llagas de sierra de profundos. Temblando mecen su hijo las mujeres, temblando siega el hombre su gavilla. 30 En tu soñar se hincó la pesadilla y tu palabra es sólo el ¡"miserere"! Raza judía, y aun te resta pecho y voz de miel, para alabar tus lares, y decir el Cantar de los Cantares con lengua, y labio, y corazòn deshechos. En tu mujer camina aún María. Sobre tu rostro va el perfil de Cristo; por las laderas de Siòn le han visto llamarte en vano, cuando muere el día... Que tu dolor en Dimas le miraba y Él dijo a Dimas la palabra inmensa y para ungir sus pies busca la trenza de Magdalena ¡y la halla ensangrentada! ¡Raza judía, carne de dolores, raza judía, río de amargura: como los cielos y la tierra, dura y crece tu ancha selva de clamores! EL DIOS TRISTE Mirando la alameda, de otoño lacerada, la alameda profunda de vejez amarilla, como cuando camino por la hierba segada busco el rostro de Dios y palpo su mejilla. Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto por la alameda de oro y de rojez yo siento un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto ¡y lo conozco triste, lleno de desaliento! Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte Señor, al que cantara de locura embriagada, no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte tiene la mano laxa, la mejilla cansada. Se oye en su corazón un rumor de alameda de otoño: el desgajarse de la suma tristeza; su mirada hacia mí como lágrima rueda y esa mirada mustia me inclina la cabeza. Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente, plegaria que del polvo del mundo no ha subido: "Padre, nada te pido, pues te miro a la frente y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido." 31 MIS LIBROS Libros, callados libros de las estanterías, vivos en su silencio, ardientes en su calma; libros, los que consuelan, terciopelos del alma, y que siendo tan tristes nos hacen la alegría! Mis manos en el día de afanes se rindieron; pero al llegar la noche los buscaron, amantes en el hueco del muro donde como semblantes me miran confortándome aquellos que vivieron. ¡Biblia, mi noble Biblia, panorama estupendo, en donde se quedaron mis ojos largamente, tienes sobre los Salmos las lavas más ardientes y en su río de fuego mi corazòn enciendo! Sustentaste a mis gentes con tu robusto vino y los erguiste recios en medio de los hombres, y a mí me yergue de ímpetu sólo el decir tu nombre; porque yo de ti vengo he quebrado al Destino. Después de ti, tan sólo me traspasó los huesos con su ancho alarido, el sumo Florentino. A su voz todavía como un junco me inclino; por su rojez de infierno fantástica atravieso. Y para refrescar en musgos con rocío la boca, requemada en las llamas dantescas, busqué las Florecillas de Asís, las siempre frescas ¡y en esas felpas dulces se quedó el pecho mío! Yo vi a Francisco, a Aquel fino como las rosas, pasar por su campiña más leve que un aliento, besando el lirio abierto y el pecho purulento, por besar al Señor que duerme entre las cosas. ¡Poema de Mistral, olor a surco abierto que huele en las mañanas, yo te aspiré embriagada! Vi a Mireya exprimir la fruta ensangrentada del amor y correr por el atroz desierto. Te recuerdo también, deshecha de dulzuras, versos de Amado Nervo, con pecho de paloma, que me hiciste más suave la línea de la loma, cuando yo te leía en mis mañanas puras. Nobles libros antiguos, de hojas amarillentas, sois labios no rendidos de endulzar a los tristes, sois la vieja amargura que nuevo manto viste: ¡desde Job hasta Kempis la misma voz doliente! Los que cual Cristo hicieron la Vía-Dolorosa, apretaron el verso contra su roja herida, 32 y es lienzo de Verònica la estrofa dolorida; ¡todo libro es purpúreo como sangrienta rosa! ¡Os amo, os amo, bocas de los poetas idos, que deshechas en polvo me seguís consolando, y que al llegar la noche estáis conmigo hablando, junto a la dulce lámpara, con dulzor de gemidos! De la página abierta aparto la mirada, ¡oh muertos!, y mi ensueño va tejiéndoos semblantes: las pupilas febriles, los labios anhelantes que lentos se deshacen en la tierra apretada. 33 ETAPAS LITERÁRIAS Gabriela Mistral comienza como poetiza en el periodo modernistamundonovista. Ella adopta y presenta unas 3 etapas literarias las cuales se dividen de acuerdo a sus etapas en la vida como su niñez, su juventud y su adultez (madurez) como persona. Estas 3 etapas literarias se presentan de la siguiente manera: Primera etapa – Abarca su infancia, las primeras incursiones en la literatura, los primeros comienzos como maestra rural. Denota dolores íntimos, angustias anteriores, tragedias adolescentes hasta el suceso con su novio. Ternura Este libro reúne quizás sus más hermosa poesía. Es una obra centrada en los juegos de los niños, los sueños, los miedos y desvaríos. En fin, la ternura humana expresada en el decir poético, en el rescate de la infancia y en la proclamación del acercamiento al mundo y a los hombres: ―Yo no quiero que a mi niña golondrina me la vuelvan; se hunde volando en el Cielo y no baja hasta mi estera; en el alero hace nido y mis manos no la peinan. Yo no quiero que a mi niña Golondrina me la vuelvan‖. (Miedo, de Ternura) Segunda etapa – Mueve las letras de su infancia negativa hacia descripciones menos sangrientas. La tragedia de su juventud se presenta en forma pasiva y sin tanto interés. Ya publica su primer libro llamado ―Desolación‖. Su poesía es un enlace entre la realidad y la mística, con acentos mágicos. Penetra el creador en la esencia poética del mundo, a pesar de sus limitaciones, y no tiene sino el recurso de su propia experiencia existencial y el 34 arma del lenguaje. Eso hizo Gabriela Mistral en su obra: reflejar las emociones propias, en Desolación, ante el dolor: Iba sola y no temía; con hambre y sed no lloraba; desde que lo vi cruzar, mi Dios me vistió de llagas. Mi madre en su lecho reza por mí su oración confiada. Pero ¡yo tal vez por siempre tendré mi cara con lágrimas!‖ (Dolor: En Desolación) El dolor desplegado en Desolación es purificador, una idea ahondada en el espíritu de Gabriela Mistral, como paso necesario para el ejercicio de su creación poética, que parece haber recibido como don de gracia. La poesía de Gabriela se ha desembarazado en este poemario de la desolación de sus primeras creaciones. Ahora escuchamos con los ojos, al decir de Francisco de Quevedo, una escritura sencilla en el verbo característico que identifica a nuestra Poetisa, con el vivo léxico rural de su pueblo nativo. Sentimos la proximidad de esta poesía respecto de las viejas tradiciones orales, con el ritmo y tono de conversación usual en el campo del norte de Chile. Apegada a su tierra como siempre estuvo, Gabriela Mistral nunca declinó su raíz rural ni su pertenencia al campo. La vida y los pesares de los indios fue objeto de su observación sensible lo comprobamos en su poema La tierra y El IXTLAZIHUATL: ―Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío. Juega con ella‖ (…) ―Cuando muera, no llores, hijo: Pecho a pecho ponte con ella y si sujetas los alientos como que todo o nada fueras, tú escucharás subir su brazo que me tenía y que me entrega, y la madre que estaba rota tú la verás volver entera‖ (La tierra, en Ternura) EL IXTLAZIHUATL 35 El Ixtlazihuatl mi mañana vierte; se alza mi casa bajo su mirada, que aquí a sus pies me reclinó la suerte y en su luz hablo como alucinada. Te doy mi amor, montaña mexicana; como una virgen tú eres deleitosa; sube de ti hecha gracia la mañana, pétalo a pétalo abre como rosa. El Ixtlazihuatl con su curva humana endulza el cielo, el paisaje afina. Toda dulzura de su dorso mana; el valle en ella tierno se reclina. Está tendida en la ebriedad del cielo con laxitud de ensueño y de reposa, tiene en un pico un ímpetu de anhelo hacia el azul supremo que es su esposo. Y los vapores que alza de sus loma tejen su sueño que es maravilloso: cual la doncella y como la paloma su pecho es casto, pero se halla ansioso. Mas tú la andina, la de greña oscura mi Cordillera, la Judith tremenda, hiciste mi alma cual la zarpa dura y la empapaste en tu sangrienta venda. Y yo te llevo cual tu criatura, te llevo aquí en mi corazòn tajeado, que me crié en tus pechos de amargura ¡y derramé mi vida en tus costados! Tercera etapa – Con la muerte de su madre escribe el libro Tala. Comienza con el premio Nóbel de Literatura en 1945. Ya es conocida por su participación en conferencias y discursos internacionales. Logra el escalón más alto en su carrera como poetiza y también se llena de críticas a nivel nacional e internacional. 36 Uno de los pilares de la obra poética de Gabriela Mistral es Tala, considerada en su mundo y hasta por ella misma como un hito, como su verdadera obra. “Creía fervorosamente en Tala porque estaba allí –según expresara- ―la raíz de lo indoamericano‖. Es el hondón mítico de la tierra, esa Gea permanente que la sobresalta en el amor. Y con ella, fundiéndose ensimismada, vive. Alguna vez predijo: ―Tal vez moriré haciéndome dormir, vuelta madre de mí misma. Bendije siempre el sueño y lo doy por las más ancha gracia divina... En el sueño he tenido mi casa más holgada, ligera, mi patria verdadera, mi planeta dulcísimo. No hay praderas tan espaciosas, tan deslizables y tan delicadas para mí como las suyas‖ Gabriela Mistral. Fe, consumación del dolor y letanía litúrgica, todo eso hallamos en ésta quizás su última y más lograda poesía, y nos topamos con el alma del indio y de nuestra América. Tala es la voz religiosa y americana. El uso de la lengua cotidiana y cargada de arcaísmos se conjuga en Tala con lo criollo. Leemos, entremezclados, lo indígena y lo español, para dejarnos una emoción de ofrenda a nuestro dolido continente americano. ―Sol de los Incas, sol de los Mayas, maduro sol americano, sol en que mayas y quichés reconocieron y adoraron, y en que viejos aimaráes como el ámbar fueron quemados. Faisán rojo cuando levantas, y cuando medias faisán blanco, sol pintado y tatuador de casta de hombres y de leopardo. Sol de montañas y de valles, de los abismos y los llanos, Rafael de las marchas nuestras lebrel de oro de nuestros pasos por toda tierra y todo mar, santo y seña de mis hermanos. Si nos perdemos, que nos busquen en unos limos abrasados, donde existe el árbol del pan y padece el árbol del bálsamo‖ (Sol del Trópico, de Tala) 37 CRÍTICA EXISTENTE SOBRE GABRIELA La obra de Gabriela Mistral generó muchas críticas. Se señala el origen modernista de sus primeros poemas, sin que en ningún momento llegara a adentrarse en el vanguardismo literario que le fue contemporáneo. La mayoría de los críticos coinciden en destacar la ternura y trascendencia de sus estrofas y la belleza de sus imágenes teñidas, en ocasiones, de ruralismo y tradición. Muchos hablan de la primera mujer literata a ganar el Premio Nobel de Literatura, algo de mucho honor e importancia para la época y principalmente por ser una mujer. 38 ANALISIS DEL POEMA BALADA Los temas principales de este poema son los celos y el amor no correspondido. Este fue un gran problema psicológico que ella tuvo durante años y que demostró en su poema. Primera estrofa (Introducción) – Desagrado de la poetiza al ver a su gran enamorado pasar con otra frente a ella. Se siente mal y con una actitud bastante negativa describe el comportamiento de el (―Siempre dulce al viento…y el camino en paz‖). La primera frase llega con un matiz romántico, el la puede estar engañando, pero, a pesar de todo lo sigue queriendo. Segunda estrofa – Va cambiando la posición del autor drásticamente. Aunque sigue presente la queja de la relación de el con la otra y como esto sigue afectando a quien narra lo que está sucediendo. Tercera estrofa – Se vuelve un tanto irónico el poema. Se introduce el término de la naturaleza (mar y luna) para describir lo que ve. Destaca que la naturaleza favorece ese amor y Gabriela Mistral lo critica (―¡Y no untó mi sangre la extensión del mar!‖) Explica como ella ha sido apartada del romance y como sus celos no son considerados por Romelio Ureta (su primer gran amor) quien actúa como si ella no existiese. Cuarta estrofa – Ya se siente más conforme con lo que está pasando. Ya acepta el amor no correspondido. Vendrá un futuro feliz para ellos. Dios callará para que ella pueda olvidar. La autora describe una situación no muy favorable para tratar de darle una dirección positiva al asunto. Su ánimo pasa por dos etapas. Una es la 39 etapa negativa al principio en la que se queja y protesta por el amor de ellos. La otra etapa está más tranquila donde se conforma y acepta la realidad. Ella expresa tristeza, rabia, coraje, etc. Le molesta mucho y el lector puede darse cuenta fácilmente. Se le muestra al lector la influencia que tuvo el amor y el romanticismo en su obra, concepto que la marcó hasta el final de su vida. Este poema está temporalmente situado justo después del episodio amoroso con Romelio Ureta y comenta la situación de una joven que se siente apasionada del joven que quiere, pero este ama a otra. Este poema tuvo al final un desenlace cruel porque Romelio se suicidó. Es muy vigente el poema y se usa como estereotipo para demostrar la juventud y primera etapa como poetiza de Gabriela Mistral. BALADA El pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros le vieron pasar! El va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino: pasa una canción. ¡Y él va amando a otra por la tierra en flor! El besó a la otra a orillas del mar; resbaló en las olas la luna de azahar. ¡Y no untó mi sangre la extensión del mar! El irá con otra por la eternidad. Habrá cielos dulces. 40 (Dios quiere callar.) ¡Y el irá con otra por la eternidad! 41 ANALISIS DEL POEMA APEGADO A MÍ Los temas que trata en este poema son la maternidad y el amor hacia un hijo. Este poema demuestra el lado tierno de la poetiza. Es donde da a conocer lo que ella siente por tener a un hijo apegado a ella, pero, a su vez demuestra el temor que siente de quedarse sola (la soledad siempre presente en su vida). En todo el poema denota una petición, pidiendo en cada estrofa lo que quiere y sigue repitiendo. Gabriela nunca tuvo hijos, pero si un sobrino al cual quiso como si hubiera sido suyo. El poema expresa como una madre pide a su hijo querido que no la deje sola. Aunque vaya pasando el tiempo cada vez, que se duerma muy cerca de ella. Esto nos hace deducir que el dormir juntos es una forma de sentirse seguros los dos. Es una manera de ella expresar seguridad y tranquilidad hacia su niño o que ella quiera sentirse segura con alguien en sus brazos. Primera estrofa – Pide que esté apegado a ella aquello que es de su carne, aquello que ella tuvo en su vientre, que salió de si. Solo quien puede estar dentro de nosotros ante de nacer. Lo vientre lo queremos con un amor diferente a un hijo es que sale de nuestro cualquier amor. Comienza a afirmar que se duerma apegado a ella. Segunda estrofa – En esta estrofa vuelve a aparecer el elemento que casi siempre acompaña a Gabriela Mistral: la naturaleza. La ave parecido a la paloma. Ella quiere hacer perdiz es un tipo de saber que si esa ave puede dormir en la naturaleza sin ningún problema, su hijo puede dormir con ella sin haber barreras. Aquí vemos el empleamiento de la Biblia para uno de sus 42 poemas. La Biblia expresa que las aves no siembran ni recogen y Dios les da de comer, ¿no hará más por nosotros sus hijos? Si el ave tiene lugar en la naturaleza, su hijo tiene lugar con ella. Tercera estrofa – Ella siente miedo y asombro en el vivir del niño. Una vez más ella le pide que no se suelte de ella. Cuarta estrofa – La autora denota tristeza demostrando con lo que escribe que está sola, no tiene nada porque lo ha perdido todo. Tiene miedo cuando va a dormir, es por eso que una vez más pide que no la deje sola jamás y duerma apegado a ella.Se supone que las madres sean las que le den seguridad a sus hijos y si al momento de dormir ellos sienten temor llegan hasta donde ellas para que los abrace y les quite el miedo sea cual sea. Aquí ella se pone en el lugar de una madre, de lo que ella pudo haber sentido cuando llegaran momentos así. Esto es una madre que reconforta a su hijo y viceversa. APEGADO A MÍ Velloncito de mi carne, que en mi entraña yo tejí, velloncito friolento, ¡duérmete apegado a mí! La perdiz duerme en el trébol escuchándole latir: no te turben mis alientos, ¡duérmete apegado a mí! Hierbecita temblorosa asombrada de vivir, no te sueltes de mi pecho: ¡duérmete apegado a mí! Yo que todo lo he perdido ahora tiemblo de dormir. No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí! 43 ANALISIS DEL POEMA TODAS ÍBAMOS A SER REINAS En este poema los temas principales son la amistad y los sueños de toda niña de ser reina y tener una familia. Estrofas 1-4 (Introducción) - La autora comienza describiendo sus deseos y los de sus amigas (Rosalía, Efigenia y Soledad) de ser reinas. Describe donde están viviendo en ese momento y a donde quieren llegar. En ese momento son niñas llenas de esperanzas y sueños. Estrofas 5-8 - Aquí la poetisa describe como serán sus reinos y sus esposos. Utiliza la Biblia al decir que sus esposos serán como el Rey David, el cual fue un hombre valiente, músico y de buen parecer. Continúa diciendo que sus reinos serían prósperos, de tierra fértil y en los cuales no pasarían ningún tipo de necesidades. Estrofas 9-15 - Desde este momento la autora cambia o crece y ve que la vida no se trata solamente de reinos, y acepta que ninguna de ellas ha sido reina. Nos dice cual fue el destino de ella y de cada una de sus amigas, comenzando con Rosalía, la cual se enamoró de un hombre equivocado (¡de uno casado!) y bueno el como era marinero pagó todas sus culpas y del mar no salió. Sin embargo, Soledad se dedicó a sus hermanos y nunca conoció el amor. Por consiguiente no fue madre, así que solo cargó los hijos de otras reinas, no lo suyos. Efigenia se fue tras un hombre sin preguntar, no dice más nada de ella pero parece que ese hombre la hizo reina de un reino sobre el mar. Por último, Lucila fue la única que tuvo su reino y diez hijos, y aunque muchos pensaron que no lo tendría si tuvo su reino sobre el mar. 44 Estrofas 16 y 17 - La autora termina diciendo que no importa lo difícil que tal vez pueda ser las vidas todas debemos tener sueños y apuntar hacia lo más alto: SER REINAS. El poema anterior la autora pasa por dos etapas. La primera donde es una niña llena de sueños y cree que todo en la vida es fácil, solo desearlo y ya. La segunda etapa donde se da cuenta que la vida no es color de ros a y admite que aunque tal vez todas fuimos creadas para ser reinas, por diversas circunstancias de la vida no logramos serlo. Ella termina diciendo que no importa lo difícil que sea la vida, si no soñamos y nos ponemos metas nunca vamos a desear las cosas ni a intentar lograrlas. TODAS ÍBAMOS A SER REINAS Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad. En el valle de Elqui, ceñido de cien montañas o de más, que como ofrendas o tributos arden en rojo y azafrán, Lo decíamos embriagadas, y lo tuvimos por verdad, que seríamos todas reinas y llegaríamos al mar. Con las trenzas de los siete años, y batas claras de percal, persiguiendo tordos huidos en la sombra del higueral, De los cuatro reinos, decíamos, indudables como el Korán, que por grandes y por cabales alcanzarían hasta el mar. 45 Cuatro esposos desposarían, por el tiempo de desposar, y eran reyes y cantadores como David, rey de Judá. Y de ser grandes nuestros reinos, ellos tendrían, sin faltar, mares verdes, mares de algas, y el ave loca del faisán. Y de tener todos los frutos, árbol de leche, árbol del pan, el guayacán no cortaríamos ni morderíamos metal. Todas íbamos a ser reinas, y de verídico reinar; pero ninguna ha sido reina ni en Arauco ni en Copán. Rosalía besó marino ya desposado en el mar, y al besador, en las Guaitecas, se lo comió la tempestad. Soledad crió siete hermanos y su sangre dejó en su pan, y sus ojos quedaron negros de no haber visto nunca el mar. En las viñas de Montegrande, con su puro seno candeal, mece los hijos de otras reinas y los suyos no mecerá. Efigenia cruzó extranjero en las rutas, y sin hablar, le siguió, sin saberle nombre, porque el hombre parece el mar. Y Lucila, que hablaba a río, a montaña y cañaveral, en las lunas de la locura recibió reino de verdad. En las nubes contó diez hijos y en los salares su reinar, en los ríos ha visto esposos y su manto en la tempestad. Pero en el Valle de Elqui, donde son cien montañas o son más, cantan las otras que vinieron y las que vienen cantarán: 46 —«En la tierra seremos reinas, y de verídico reinar, y siendo grandes nuestros reinos, llegaremos todas al mar». 47 CONCLUSÍON Gabriela Mistral nos sigue hablando con su voz susurrante, de nuestra vida, de los pesares que casi impiden existir. Pero también nos cantará muchas veces las canciones de sus niños: piececitos, manitas, nubes blancas. En ella no todo fue desolación o amargura como motivos presente en su obra; también fue una mujer íntegra, con sus pechos desbordantes de amor. Amó con amor de mujer, y dio calor y ternura al ser humano despojado de la fe. Amó con entrega a su tierra chilena y americana y a todo nuestro continente. La sensibilidad estética de Gabriela Mistral no se redujo a la gran obra poética que nos dejó. La poetisa amaba a su dolida tierra en todas sus experiencias: maestra y pensadora, poeta de altas luces. Sus inquietudes adquirieron un espacio americano más amplio. Escribió ensayos pedagógicos: Magisterio y niño, Grandeza de los oficios, y prosa poética: Elogio de las cosas de la tierra. En esta obra se anunciaba Neruda en Odas elementales. En México, con el apoyo de José Vasconcelos, participó en la reforma educativa de ese país, y con visión americanista escribió una obra antológica: Lecturas para mujeres. Su obra ensayística es ejemplar. No olvidó al indio americano cubierto de lluvia y pobreza, y dedicó a Sor Juana Inés de la Cruz un extenso estudio de la poetisa como mujer, de su misticismo, su entrega al recogimiento religioso. Cuando escribió de Chile era como si su pluma estuviese pensando en toda la América. Habló de la raza de nuestros pueblos, de la integración con otras culturas, de las limitaciones de la ignorancia, del sacrificio de Caupolicán como el gesto del dolor del pueblo de esta América. Todos los aspectos ocurridos en su vida fueron los motivos que hicieron fomentar y crecer su obra Nada mejor que concluir estas reflexiones con palabras de Lucila Godoy, doblada en intensidad por su heterónimo universal: Gabriela Mistral, Poetisa de América: 48 “Raza nueva que no ha tenido la Dorada Suerte por madrina, que tiene a la necesidad por dura madre espartana. En el período indio no alcanza el rango de reino; vagan por sus sierras tribus salvajes, ciegas de su destino, que así, en la ceguera divina de lo inconsciente, hacen los cimientos de un pueblo que había de nacer extraña, estupendamente vigoroso. La conquista más tarde, cruel como en todas partes; el arcabuz disparado hasta caer rendido sobre el araucano dorso duro, como lomos de cocodrilo. La Colonia no desarrollada como en el resto de la América en laxitud y refinamiento por el silencio del indio vencido, sino alumbrada por esa especie de parpadeo tremendo de relámpagos que tienen las noches de México; por la lucha contra el indio, que no deja a los conquistadores colgar las armas para dibujar una „pavana‟ sobre los salones… Por fin, la República, la creación de las instituciones, serena, lenta…” Así se pode concluir diciendo que Gabriela Mistral no sólo se destacó en la poesía, sino también como maestra y diplomática. Su verdadera vocación era el magisterio, y es importante decir que ella consideraba la poesía como algo secundario. A pesar de que nunca recibió el apoyo que ella esperaba de su país lo represento varias veces, no sólo como diplomática, también como maestra de niños. Gabriela Mistral es un ejemplo de perseverancia y superación para todas las mujeres, ya que ella les abrió puertas culturales y políticas a las mujeres en su tiempo. Su vida nos dice que la vida está llena de pruebas, dolores, tristezas y sufrimientos, pero depende de cómo nosotros los afrontemos es que vamos a aprender de ellos y poder ser mejores cada día. Gabriela Mistral se dio a la tarea que en cada poema pudiera dejar una huella y enseñanza para cada persona que lo leyese. 49 ANEXOS una pieza de Gabriela Gabriela con su abuela Romelio Ureta, el amor de Lucila Lucila a los 15 años de edad Gabriela Mistral inmortalizada en un billete chileno 50 REFERENCIAS Internet www.espanol.yahoo.com www.google.es www.dogpile.com www.altavista.com Libros Alegría, Ciro: Gabriela Mistral íntima. Lima. Editorial Universo. 1969 Alegría, Fernando: Genio y figura de Gabriela Mistral. Buenos Aires. Editorial Universitaria. 1966 Arce de Vázquez, Margarita: Gabriela Mistral, persona y poesía. San Juan de Puerto Rico. Asomante. 1958 Cuneo, Ana María: Para leer a Gabriela mistral. (Universidad de Chile). Santiago de Chile, Universidad Nacional Andrés Bello, Editorial Cuarto Propio; 1998 . Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria, 1994 Mistral, Gabriela: y su Mundo de Verdad: Editorial Andrés Bello. Chile, 1979. Mistral, Gabriela: Premio Nobel 1945. Plaza & Janes Editores. Madrid, 1969. Quezada, Jaime: Antología de poesía y prosa de GABRIELA MISTRAL. Fondo de Cultura Económica. México, 1997. Rodríguez Valdés, Gladys: ―Invitación a Gabriela Mistral‖. Fondo de Cultura Económica. Colección Tierra Firme. México, 1990. Skirius, John: El Ensayo Hispano-Americano del siglo XX. Colección tierra firme. Fondo de Cultura Económica. México, 1994.Caracas, julio de 2008. J. Concha. Gabriela Mistral. Madrid, 1987. M. C. Taylor. La sensibilidad religiosa de Gabriela Mistral. Madrid, 1975. 51