LEER +

Anuncio
HISTORIA
HISTORIA
seguridad local debió conocer las
características del colega Pío
Sopena y los movimientos que éste
venía desarrollando desde su
llegada al pueblo. Así, tan pronto
como conoció el contenido de la
llamada envió a una pareja de
guardias, Apolinar Gutiérrez y
Gabriel Espada, advirtiéndoles de
posibles sorpresas, mientras él los
seguía a corta distancia para
asegurarse por sí mismo de lo que
estaba sucediendo en el edificio
militar.
Desfile de la Guardia Civil en 1933
diligencias previas practicadas en
el juzgado militar de Madrid, el
imputado sólo recibió una amonestación y el traslado forzoso a la
Caja de Reclutas de Villanueva de
la Serena. Dos meses más tarde de
la benévola disposición, el mismo
sargento volvía a las andadas y
ahora en su nuevo destino protagonizaba un motín capitaneando un
grupo de paisanos armados.
Desde su llegada a Villanueva
de la Serena, Pío Sopena mantuvo
relaciones con elementos exaltados locales, entre ellos el médico
de la Casa del Pueblo, un concejal
y un hermano del alcalde. Mientras
ampliaba sus amistades, el sargento iba observando las posibilidades
de su destino para llevar a cabo el
movimiento en que siempre estuvo
empeñado. Controló las armas,
sondeó a la tropa, aunque sin éxito,
observó las posibilidades operativas del puesto de la Guardia Civil y
estudió las condiciones defensivas
del edificio conventual donde se
ubicaba la Caja de Reclutas.nº7.
Por fin, cuando sus contactos y
las propias observaciones parecieron garantizar la toma del pueblo
en nombre de sus ideas, el sargento
Pío Sopena reunió en las dependencias militares a un grupo de
veinte correligionarios con los que
diseñó el plan a ejecutar al día
siguiente. Y llegó la fecha prevista:
el 12 de diciembre de 1933 a las
nueve de la mañana. La primera
fase del plan consistía en telefonear a la Guardia Civil en demanda
de ayuda para sofocar una supuesta sublevación de la tropa acuartelada en el convento. Así lo hizo
MILITARES 98
44
MARZO 2013
Sopena, habló con el guardia de
puertas y éste transmitió la novedad al comandante del puesto,
sargento 1º Redondo Blázquez. En
ese momento ya estaban armados
los paisanos con los fusiles de la
dependencia militar, esperando la
llegada de los guardias. Los
revoltosos suponían que a la
petición de auxilio, tan hábilmente
realizada por su jefe, acudirían la
totalidad de efectivos del puesto y
serían asesinados cuando los
tuviesen a tiro.
CON UNA ESCOPETA DE CAZA
El sargento Redondo ya tenía
idea de que algo se venía tramando
en la Caja de Reclutas. Por su
condición de responsable de la
Guardia Apolinar Gutiérrez
14/12/1933 - ABC SEVILLA (Sevilla)
L o s d o s g u a rd i a s
p e n e t r a ro n e n e l
zaguán, una descarga
procedente del interior
dejó sin vida a uno de
ellos.
La puerta estaba abierta. Los
dos guardias penetraron en el
zaguán, tan pronto se hallaron
dentro una voz les conminó a
arrojar las armas y entregarse.
Apolinar debió hacer amago de
disparar hacia el punto de donde
procedía la voz, y una descarga lo
dejó sin vida; a la vez su compañero Espada caía también herido de
bala. La presencia del sargento
Redondo en el zaguán del convento debió ser inmediata. Según la
versión de la Benemérita ayudó a
recoger el cuerpo del guardia
difunto y facilitó la desenfilada de
Espada ante las armas de los
revoltosos.
El Gobernador Civil, en nota
facilitada a la prensa, señaló que el
sargento Redondo llegó acompañado del jefe de la Caja de Reclutas
y ambos fueron tiroteados desde el
interior del edificio. Ambas
versiones, no muy distintas en lo
esencial, coinciden en que el
Comandante del Puesto avisó de la
situación a las fuerzas de la
Benemérita de Badajoz y Don
Benito. Redondo llamó desde el
teléfono de un estanco próximo y
tomando una escopeta de caza,
propiedad del estanquero, regresó
al edificio de la Caja, donde
durante varios minutos mantuvo
un tiroteo con los paisanos mandados por Pío Sopena.
En este segundo enfrentamiento Carlos Redondo cayó mortalmente herido cuando fuerzas de la
Guardia Civil y de Asalto se
hallaban en camino hacia
Villanueva de la Serena, al mando
del coronel del Tercio de Badajoz,
José Fernández Álvarez-Mijares.
Simultáneamente llegaban al lugar
de los hechos una compañía de
MILITARES 98
45
MARZO 2013
ametralladoras del regimiento de
infantería Castilla 16, al mando del
capitán Lucenque.
LLEGAN REFUERZOS
Pronto se estableció un cerco
en torno al convento. Las tropas
llegadas de Badajoz emplearon
contra los rebeldes dos morteros,
varios tubos lanzabombas y seis
ametralladoras Hotkins. Por su
parte las fuerzas de orden público
emplearon el armamento de
dotación, a base de fusiles Mauser
y pistolas de 9 mm. El asedio a la
Caja de Reclutas se prolongó
desde las cuatro de la tarde hasta
primeras horas de la mañana del
día siguiente. Cuando trece de los
paisanos se rindieron - los siete
restantes eran cadáveres- faltaba el
sargento Sopena.
Transcurrían las horas y nadie
daba con pistas sobre el sargento
rebelde. Lo buscaron en los
pasadizos de conducción de agua
del edificio, entre los montones de
cascotes desprendidos de la
fábrica tras el bombardeo, pero sin
resultado; a Pío Sopena se lo había
tragado la tierra. Con las últimas
luces del día se escuchó un disparo
procedente del campanario del
convento, allí estaba el sargento,
herido y dispuesto a vender cara su
captura. Se produjo intercambio
de disparos entre el patio del
convento y la torre, al final bajó
Pío Sopena de su puesto de tirador,
moribundo y casi desangrado; a
los pocos minutos moría rodeado
Descargar