Bélgica 39 40 - Estudios Bardina

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Estudios Bardina
Bélgica 39 40
Cartas inquietas La SI 08/07/39 p. 7
Un nuevo Estado: Flandes La SI 30/11/40 p. 3-4
Cartas inquietas
La SI 08/07/39 p. 7
“Yo he visto en Bélgica y el norte de Francia como viven sindicados la casi totalidad de los campesinos, formado
ramas aparte los propietarios y los asalariados del campo. Ambas ramas sindicales se plantean a menudo dificultades,
exigiendo los trabajadores mejores ventajas en salarios y otras remuneraciones. Y, cosa rara, no solamente hay paz
dentro de estas naturales reajustaciones, sino que prometen estos movimientos las clases altas y muchos de estos
sindicatos, han sido creados por el clero. En Bélgica hay más sindicatos católicos que comunistas…
…Acerca de esto, me acaba de contar una persona fidedigna, por otra parte bien puesta, con amplias relaciones
en el extranjero, diplomático por más señas, que, en la reciente visita que hizo a Burgos el señor arzobispo de
Santiago, preguntando sobre la organización de los navarros, le afirmó una eminente personalidad así: “es que aquí
somos modestos, pero no hay pobres. No hay latifundios y tenemos sindicalizados a todos los
campesinos…”
Un nuevo Estado: Flandes
La SI 30/11/40 p. 3-4
Todos los días nos llegan noticias esperanzadoras sobre lo que se ha dado en llamar trasplante de poblaciones
minoritarias. Han producido en Europa tantos daños esas minorías establecidas en otros países, injertadas en las carnes
vivas de otra raza, que ha sido una de las ideas más felices de las potencias del Eje el reajustar la demografía a las
exigencias raciales, para lograr Estados uniformes no maleados por el ácido corrosivo de ningún irredentismo. Cerca
de 140.000 alemanes de la Besaravia y Bucovina rusa han sido ya trasplantados a la Posnania alemana, saliendo 4
trenes diarios desde hace dos meses. Otros 6.000 alemanes han abandonado los distritos de Lublin y Varsovia, para
dejarlos íntegros a la raza polaca.
Cierta prensa nos ha hablado en estos días “de la inicua expulsión de franceses de la Lorena”. Ciertamente.
Cerca de 35.000 familias han recibido orden de salir de esa región por parte de Alemania, internándose en la Francia
francesa. Y ya desde el principio llama la atención que, mientras los del pelotón de la Vl Columna nos hablan sin ton ni son
de fechorías sea el propio M. Flandin el que nos diga que es ésta una operación “que es necesario realizar”.
Uno de los defectos de los reclutas de la Vl Columna es traspasar su propia incapacidad a los lectores. Creer que una
tergiversación es pasable por solo estar condimentada con la salsa escasamente cerebral de su propia cocina. En el
actual caso se trata de una trasplantación exigida por dos razones que la hacen plausible, y ojalá que bien radicalmente
sea realizada.
En primer lugar, el hecho de que se trata, no, como dicen los cables, de familias de habla francesa, sino de aquella que
los franceses trasladaron allá desde 1920 (después de Versalles) con el intento de afrancesar la región alemana. Lo
que contra derecho y razón realizaron entonces los franceses, lo mismo, aunque con sentido contrario, realizan ahora los
alemanes: hacer que esas familias transplantadas contra razón racial por Francia, sean ahora retrasplantadas por razón
lógica, pacífica, racial.
Otra razón abona esa medida, a la cual ya hemos aludido arriba: el que los Estados se constituyan uniformemente en
cuanto a razas e idiomas, para evitar los usuales conflictos irredentistas en los de la nueva Europa.
Relacionado con esa reintegración racial europea está el hecho, que ya se nos anuncia, sobre la próxima muerte de
Bélgica y el nacimiento de un nuevo Estado racial en aquellas latitudes europeas.
Los que han vivido mamando todas las tropelías del siglo XlX se taparán los oídos al hablarles de que Bélgica ha de
desaparecer forzosamente. Es que, además de ese amamantamiento nocivo en los senos de una centuria
tergiversadora, no saben historia muchos que han oído hablar de Bélgica y que no saben a ciencia cierta, de qué cosa
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Generado: 1 December, 2016, 01:18
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se trata.
Bélgica es una entidad “contra naturam”, que creaba, para sus propios fines, poco decentes, el
emperador Bonaparte, déspota europeo. Durante los largos siglos históricos,
Bélgica no existió. Se trataba de una región ínfima en la cual tres razas se tocaban, formando afortunadamente, no una
masa revuelta de razas tipo albanés, ni siquiera una mixtificada sanguíneamente, sino un mero contacto racial. Por
tanto, es fácil ahora trazar por el interior del Estado belga las fronteras naturales.
Como país de tránsito, era desgracia de Bélgica el ser teatro de muchas de las guerras que han ensangrentado la
Europa. No hablemos más que las del tiempo de Napoleón (Waterlooo está en el centro mismo de Bélgica); de las de
la guerra mundial durante la cual fue terriblemente flagelada; y de la actual, la cual, afortunadamente, le ha valido
escasas rascaduras, gracias a la sabia previsión de su rey, Leopoldo lll.
Si se piensa que es necesario que muera, en absoluto, la Europa ficticia, imperialista e ilógica del siglo XlX, para que
resurja una Europa cuyos Estados respondan a necesidades y unidades raciales, se comprenderá que cien razones
democráticas y de justicia –además de las que buscan la pacificación y no la continua querella- aconsejan
acabar de una vez con Estados monstruosos, que no responden a más razón que el capricho e interés de países
imperialistas. Cierto que Francia antes, y actualmente Gran Bretaña, necesitan ese Estado belga, como tampón y
parachoques de las embestidas que puedan venir de Alemania. Pero ¿quién defendería a estas horas que algún
pueblo está destinado a sacrificarse por el interés de otro?
La historia belga de estos últimos años ha sido una sucesión continua de querellas de media Bélgica contra la otra
media. Para mejor hablar, de una quinta parte de Bélgica con las otras cuatro quintas partes. Con una agravante: que
ese 20% minoritario de tal modo imperaba imperialísticamente sobre la mayoría nacional, que aún el idioma le discutía:
habían de hablar los belgas en el idioma, para ellos extranjero, de Francia.
Esos Estados cuyas partes integrantes se pelean constantemente por razón de idiomas distintos y características
diferentes, han de desaparecer sin remedio. Y los que protestaen por ello, o pertenecen al grupo de los que no saben
historia, y en este caso hay que ilustrarlos, o al de los que imperialísticamente quieren sacrificar a los demás pueblos a
sus propios intereses.
El actual Estado belga está formado por unos 6 millones de flamencos o flandeses, unos 2 millones de franceses del
dialecto valón y medio millón de alemanes. Los flamencos han de unirse a sus hermanos de Holanda, que son, también
ellos, flamencos de raza e idioma. Francia debe recibir la parte francesa de Bélgica. Y Alemania debe integrarse con el
Limburgo, que es alemán de raza, además del pequeño y ridículo Ducado de Luxemburgo, todo él poblado por
alemanes, cuyos soberanos de opereta estaban bien en la Europa del pasado, pero que no pueden enquistarse en la
Europa del porvenir, estructurada según razón.
Tanto Bélgica como Holanda están, por lo mismo, destinados a una muerte muy próxima. De los holandeses y
flamencos unidos por el Estado, como lo están por la Naturaleza, surgirá un nuevo Estado –Flandes- de 16
millones de habitantes, el más poblado del mundo y de un dinamismo perfecto. Se llegará a más de 300 habitantes
por kilómetro cuadrado, cuando Estados Unidos no tiene 10 siquiera y Alemania tiene alrededor de 200. Y sobre él
podrá gobernar a la moderna, presidiendo una organización corporativa, ese joven monarca que va siendo cada día
más reivindicado, aún por los que lo habían atacado irrazonablemente: Leopoldo, hermano de la princesa heredera de
Italia
En el Flandes Belga, así como en Holanda, los católicos sociales –luchando bravamente contra los católicos
conservadores partidarios de la revolución francesa- tenían hondas aspiraciones corporativistas. Querían implantar la
sociología cristiana, derivada de la filosofía católica. Constantemente se lo había impedido el grupo católico que estaba con
el Individualismo contra las Encíclicas papales y con Montesquieu contra Tomás de Aquino. Podrán ahora, en un
nuevo Estado en el cual formarán mayoría, probar una organización de la cual han tomado puntos vitales hasta las
extremas izquierdas heterodoxas. Con ello, a la ventaja racial, ese nuevo Estado uniría una ventaja social, en el sentido
de estructurar socialmente un Estado según la mente vaticana.
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Generado: 1 December, 2016, 01:18
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