Introduccion La Inmunización o vacunación contra la poliomielitis o "polio" es...

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Introduccion
La Inmunización o vacunación contra la poliomielitis o "polio" es una enfermedad vírica que puede
causar cojera permanente, parálisis, y a veces incluso la muerte.
Hay dos tipos de vacuna de la poliomielitis:
• Vacuna Salk (vacuna de la polio inactivada, VPI) desarrollada por el Dr. Jonas Salk en 1955.
Consiste en la inyección de el virus de la polio muerto (inactivado).
• Vacuna Sabin (vacuna de la polio oral, VPO) de desarrollo más reciente. Es la vacuna de la
polio que más se utiliza hoy en día.
Esta vacuna contiene el virus vivo debilitado.
Su presentación es en forma liquida y se administra por vía oral.
La forma trivalente (TOPV) es la más efectiva contra todas
las formas conocidas de la polio. La forma monovalente (MOPV) es efectiva contra un solo tipo de polio
y no se usa en los Estados Unidos
La vacunación contra la polio es una de las inmunizaciones recomendadas en la niñez y debería
comenzarse en la infancia. En la mayoría de los piases esta vacuna se administra antes de la
escolarización. Deben administrarse al menos tres dosis, siendo recomendable cuatro (o más, en áreas
donde la polio es frecuente). La primera dosis se administra a los 2 meses de edad. Las siguientes se
deben administrar a los 4 meses, 6 meses, y entre los 15 y los 18 meses. Las dosis posteriores son
optativas, dependiendo de la incidencia de la enfermedad en la zona).
Debe suministrarse una dosis final previa a la escolarización (entre los 4 y los 6 años). Una vez que se
completa la serie inicial de vacunaciones, los adultos no son vacunados a no ser que se expongan a la
enfermedad (por ejemplo, si planean viajar a un país donde haya polio actualmente). Si algún adulto
que no ha recibido nunca ningún tipo de vacuna de la polio tiene la necesidad de ser inmunizado,
debería utilizar únicamente la forma VIP. Los adultos que recibieron las primeras dosis de la vacuna
pero no completaron la serie utilizar únicamente la forma VIP. Los adultos que recibieron las primeras
dosis de la vacuna pero no completaron la serie pueden utilizar la forma VPI o la VPO.
El 90% de personas vacunadas con cualquiera de las 2 formas de vacuna son inmunes a la polio.La
vacuna Sabin puede administrarse sin riesgo a niños. Por regla general (al igual que el resto de
medicamentos) no se recomienda en mujeres embarazadas. Sin embargo, una mujer embarazada que
necesite protección inmediata contra polio puede recibir la Sabin (oral), ya que no han descrito
problemas para la mujer o el feto.
RIESGOS
La polio puede desarrollarse en la persona incluso estando inmunizada. Esto es muy raro (se da en una
proporción aproximada de 1 entre 7,8 millones).
La polio puede desarrollarse también en la gente que está en contacto cercano con la persona
inmunizada. Esto puede ocurrir si una persona no está protegida (inmunizada) contra la polio. El riesgo
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es altísimo después de haber recibido la primera dosis de vacuna. Si un niño va a ser vacunado contra
la polio, y hay algún adulto que vaya a estar en contacto directo con el niño, debería vacunarse a la vez
que el niño.
En personas inmunodeprimidas la vacuna Salk se prefiere a la Sabin (enfermos de SIDA, cáncer,
leucemia, o linfoma, pacientes bajo tratamiento con radioterapia, quimioterapia, corticosteroides, tales
como prednisona, u otras medicaciones inmunosupresoras). Las personas inmunodeprimidas deben,
asimismo, evitar el contacto con personas que ha recibido la vacuna Sabin hasta dos semanas después
de la vacunación (porque el virus vivo en la vacuna oral puede transmitirse desde la persona vacunada).
La forma inyectable (Salk) se recomienda a quienes, debiendo inmunizarse frente a la polio, convivan
con una persona inmunodeprimida. La vacuna Salk (inyectable) no debería darse a personas con
alergia severa a la neomicina o estreptomicina.
SÍNTOMAS Y CUIDADOS TRAS LA INMUNIZACIÓN:
La vacuna oral (Sabin) no suele ocasionar ningún síntoma. La vacuna Salk puede ocasionar
enrojecimiento y molestia leve en el lugar de la inyección.
Esta no es severa y dura únicamente unos pocos días. Normalmente no hay otros síntomas ni se
necesitan otros cuidados después de la inmunización.
Virus de la poliomielitis
Esta imagen de microscopio representa unos virus de la poliomielitis, que penetran en el organismo por
la nariz y la boca y destruyen las células nerviosas multiplicándose rápidamente en su interior. La
infección puede provocar parálisis permanente. Desde que se desarrolló en la década de 1950 una
vacuna eficaz, la poliomielitis ha desaparecido casi por completo de los países desarrollados.
Hepatitis
Iflamación aguda del hígado. Puede ser producida por una infección viral, por sustancias tóxicas o por
fármacos. La sustancia tóxica que daña más el hígado es el alcohol: la ingestión excesiva aguda produce
una hepatitis aguda, y la ingestión excesiva crónica produce en un primer momento un hígado graso,
más adelante una hepatitis crónica y, por último, una cirrosis alcohólica. Los fármacos de eliminación o
metabolismo hepático pueden dañar los mecanismos bioquímicos de los hepatocitos células hepáticas
originando una hepatitis aguda farmacológica y más adelante una hepatitis crónica similar a la de los
tóxicos. Los virus que infectan el hígado son de varios tipos. Algunos de ellos inducen (no en todos los
pacientes) inmunidad para toda la vida, pero sólo para ese tipo de virus.
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Hepatitis A :
Se transmite por vía digestiva (manos, alimentos, moscas o excreciones contaminadas). Sus brotes se
suelen producir en comedores públicos, en especial durante la infancia. En algunos países (por ejemplo,
en América Central) es endémica: la padece toda la población (que por tanto está inmunizada a partir
de la infección aguda) y el visitante corre grave riesgo de contraer la enfermedad.
Hepatitis B:
Descrita en la II Guerra Mundial. Se transmite por contacto sexual y por vía placentaria (de la madre
al feto). También se transmite por sangre contaminada con el virus de la hepatitis (véase Hepadnavirus)
o productos que han estado en contacto con ella: transfusiones con sangre no analizada (en la mayoría
de los países es obligatorio comprobar la ausencia del virus en la sangre), jeringas y agujas no estériles
(debe usarse material desechable), toxicomanías intravenosas, navajas de afeitar o rasurar, cepillos de
dientes, material odontológico o quirúrgico no estéril. El virus se halla en casi todos los fluidos
corporales (excepto la saliva) y por tanto puede transmitirse por el contacto con todos ellos. Es la causa
de más de 250.000 muertes al año en todo el mundo, en especial en África, el Sureste asiático, Alaska,
China y el Amazonas, que cuenta con la tasa más alta de incidencia de la enfermedad. Si la
contaminación por el virus es reciente, se debe administrar gammaglobulina con anticuerpos
específicos: el riesgo de contraer la enfermedad disminuye de forma drástica. Un 1% de los infectados
desarrollan una necrosis hepática aguda y masiva que produce la muerte sin remedio. Un 20% de los
infectados desarrolla una hepatitis crónica clínica que provoca una cirrosis. En otro 20%, la infección
hepática es silente, pero también acaban desarrollando cirrosis. Un porcentaje de los pacientes con
cirrosis o hepatopatía crónica terminan padeciendo cáncer de hígado. El resto de los pacientes
desarrollan anticuerpos protectores frente al virus y se curan de la enfermedad. En 1965 el médico
estadounidense Baruch Blumberg identificó en la sangre infectada un componente proteico de la
cubierta del virus que fue denominado antígeno Australia (Au) y que se corresponde con los
denominados antígenos de superficie o HbsAg. Hoy en día se analiza esta proteína en todas las bolsas de
sangre para transfusión. Blumberg obtuvo el Premio Nobel en 1976.
En 1977 el médico italiano Mario Rizzetto identificó el virus de la hepatitis delta. Es un virus que no
puede replicarse por sí mismo, pues requiere la presencia de una infección por virus del tipo B para
poder transmitirse. Produce la hepatitis D (por tanto, siempre asociada a la B), que también puede
hacerse crónica y terminar en cirrosis.
Otras hepatitis:
Antes eran identificadas como hepatitis noA−noB porque no se había identificado su virus causante. La
hepatitis C se transmite como la B. Hasta hace pocos años no se habían identificado los anticuerpos y
antígenos específicos, por lo que su detección en sangre era imposible; por ello su principal mecanismo
de transmisión era por transfusiones. Hoy día todas las bolsas de sangre se comprueban para rechazar
las que están infectadas por hepatitis C. Su evolución clínica es similar a la B, con porcentajes similares
de morbilidad pero más relacionada con el cáncer de hígado. La hepatitis E se transmite por vía
digestiva, como la A, pero, a diferencia de ésta, no causa epidemias.
Clínica y tratamiento :
Los síntomas de todas las hepatitis víricas son similares: comienzan con fiebre, debilidad, postración,
anorexia, trastornos digestivos y mialgias. El hemiabdomen superior es doloroso a la palpación. En el
curso de la enfermedad aparece ictericia, alcanzando su máxima intensidad a las dos semanas. La
convalecencia puede durar hasta 6 meses.
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En 1982 se obtuvo una vacuna efectiva para prevenir la hepatitis B, pero su uso estuvo limitado por el
alto coste. En 1986 se desarrolló una vacuna fabricada mediante ingeniería genética; por el momento se
está inmunizando a todo el personal sanitario, a los enfermos sometidos a múltiples tratamientos con
hemoderivados (hemofílicos), y en algunos países a los recién nacidos. Para tratar a los pacientes con
hepatitis C crónica es útil el interferón alfa, una sustancia antiviral natural producida por el organismo
humano que se obtiene actualmente mediante ingeniería genética. El interferón también es útil en
algunas hepatitis B. No existe tratamiento para las hepatitis agudas.
Trabajo de Biologia
Integrantes:
Año: V
Tema: Inmunizacion
Fecha: 25e noviembre
2,001
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