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NOVELA NEGRA ARGENTINA
ABRIL 2014 | AÑO VIII | NÚMERO 14
Directora
Ángela Signes
Coordinación general
María Julia Magistratti
Coordinación editorial
Malena Higashi
Coordinación de redacción
Oche Califa
Coord. de diseño, arte y diagramación
Laura Rovito y Antonela Rossi
Diagramación
Antonela Rossi y Andrés Gargiulo
Coord. de producción e imprenta
Esteban Gutiérrez
Control de producción y pre-imprenta
Nora Bonis
Ilustraciones
Adriana Lugones
Antonela Rossi
Fotografías
Sebastián Miquel
Post producción de imágenes
Paola Toriano
Colaboraron en este número:
Carolina Romero, Libertad Fructuoso, Mauricio Kartun, María Olives, Matías Marini, Martín Alzueta, Mayte Gualdoni, Marcela Garavano, Nieves Castillo Alzuri, Omar Lobos, Pablo
De Santis.
Las opiniones vertidas en los textos que se
publican son de la exclusiva responsabilidad
de sus autores, y no expresan necesariamente
el pensamiento ni la opinión de la Dirección.
Registro de Propiedad Intelectual Nº 625405
Envíos y correspondencia: Ayacucho 1578
(1112), Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Teléfono: (011) 4511-6275
[email protected]
04. NEGRO SOBRE BLANCO: EL CRIMEN EN TINTA Y PAPEL
12. En Red
LAS BIBLIOTECAS POPULARES RECOMIENDAN LOS
MEJORES LIBROS DEL GÉNERO
14. Entrevista | Ricardo Piglia
“EL POLICIAL NEGRO ES UNA LITERATURA SOCIAL DE
ALTÍSIMA CALIDAD”
20. Entrevista | Juan Sasturain
“LA LITERATURA NEGRA ES UNA MANERA DE
ESCRIBIR Y LEER”
26. UNA SEDUCCIÓN A NUESTRA CURIOSIDAD
31. Cronistas de policial
FICCIÓN O NO FICCIÓN, ESA ES LA CUESTIÓN
34. Para Mirar
ARTE TEXTIL: CREAR ENTRAMANDO
38. Institucional
LO QUE DEJÓ EL ENCUENTRO
48. EL LECTOR Y SUS CIRCUNSTANCIAS, por Mauricio
Kartun
52. Textuales
HÉCTOR TIZÓN: SOBRE EL ARTE DE LEER Y ESCRIBIR
62. Cultura Digital
CÓDIGO QR: UN NOVEDOSO SISTEMA DE
INFORMACIÓN PARA EL LECTOR
66. Clásicos
ARTURO JAURETCHE Y SU MANUAL DE ZONCERAS
ARGENTINAS
72. Entrevista | María Inés Falconi
“LOS CHICOS DE HOY LEEN CON LA MISMA AVIDEZ
QUE LOS DE HACE VEINTE AÑOS”
77. Para Recitar
POEMAS DE LA INFANCIA
84. Obras completas de Roberto “Tito” Cossa
NI GRIS NI AUSENTE
87. Mi biblioteca
IVÁN DE PINEDA
88. Correspondencia
LA COLUMNA SENTIMENTAL DE OLGA OROZCO
89. Catálogo Colectivo
96. Cartelera
BePé es una publicación de propiedad de la
Comisión Nacional de Bibliotecas Populares.
ILUSTRACIÓN DE TAPA: JUAN PABLO CAMBARIERE
http://www.cambariere.com
www.conabip.gob.ar
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ILUSTRACIÓN DE SUMARIO: ANTONELA ROSSI
http://powertoto.tumblr.com
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CONABIP
NOTA DE TAPA
NEGRO SOBRE
BLANCO: EL CRIMEN
EN TINTA Y PAPEL
La novela negra –también conocida con los términos noir, hard-boiled
o policial duro– es una variante de la literatura policial que se desarrolló inicialmente en los Estados Unidos a comienzos de la década de
1930. Se caracteriza por retratar el mundo del crimen y la corrupción
de las grandes ciudades, representándolo de un modo crudo, con gran
influencia del realismo norteamericano de comienzos del siglo XX. Otra
marca característica son sus diálogos, que suelen ser duros, cargados
de cinismo y buscan la verosimilitud imitando el lenguaje callejero y
del hampa. Si bien el género continúa la tradición de literatura policíaca iniciada por Edgard Allan Poe, sus novedades son tantas que pronto
se constituyó en un género independiente y se difundió por todo el
mundo. Tal vez por la pertinencia de sus temas, América Latina ha sido
un terreno fértil para el género: lectores y escritores lo han hecho
propio y aún hoy, ya casi llegando al siglo de su creación, tiene un lugar
preponderante en nuestra literatura.
Por MARTÍN ALZUETA
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NOTA DE TAPA
T
ipos duros, mujeres fatales, chantajistas,
cafishios, mafiosos, contrabandistas, traficantes, millonarios inescrupulosos y sus
hijas malcriadas; esa es, más o menos, la fauna
que habita la novela negra. En medio de ellos un
hombre solitario intenta desentrañar el ovillo
casi imposible de un crimen. El entrañable Phillip Marlowe, de Raymond Chandler, y el inflexible Sam Spade, de Dashiell Hammett, son probablemente los dos modelos más representativos
del detective duro. Están relacionados, por sus
funciones, con los detectives clásicos del género
policial, como Auguste Dupin, Sherlock Holmes
o Hércules Poirot. Pero sus métodos difieren radicalmente. Mientras el detective del policial de
enigma llegaba una vez que el crimen se había cometido, descifraba pistas, razonaba y acababa por
resolver los casos más intrincados descubriendo
su lógica interna, el de la novela negra los resuelve involucrándose personalmente en la trama
criminal. La información no se obtiene ya de las
huellas dejadas por el asesino, sino de las nunca
tan inocentes víctimas, del propio criminal y de
su entorno, con todos los riesgos que eso implica.
Si, para graficarlo, supusiéramos que el enigma
es una puerta cerrada, el detective clásico deduciría dónde está la llave, la tomaría y abriría la
cerradura; el detective duro, en cambio, la abriría
a hachazos, llevándose algún raspón y un par de
astillas clavadas.
Esta diferencia resulta fundamental para definir
al género negro como algo diferenciado del policial clásico. La presencia de la figura del detective
los emparenta, pero el resultado de sus trabajos es
tan disímil que provoca una distancia insalvable
entre uno y otro género. Cuando en los cuentos
de Edgar A. Poe se relata un crimen cuya resolución era dificultosa para los métodos policíacos,
se está señalando un verdadero problema para
la sociedad de su época: ¿cómo podía un hecho
ser inexplicable? La sociedad burguesa veneraba
la Razón como a un dios; cualquier hecho que
no pudiera explicarse racionalmente cuestionaba
esa fe. Entonces Poe inventó un personaje que
era capaz de salvarla, un superhéroe, a su modo:
Dupin, el detective que con métodos deductivos
devolvía su lógica a los acontecimientos y la tranquilidad a la sociedad cuyo fundamento había
sido desafiado. La invención de ese personaje fue,
a su vez, la invención del género policial.
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CONABIP
Jorge L. Borges, que se declaraba partidario de
esta variante del género, aborrecía los cuentos
de Sherlock Holmes, porque éste resolvía muchos casos a partir de una huella dejada por un
zapato, o una colilla de cigarrillo olvidada por
el criminal, que no eran más que contingencias
en un crimen cuya lógica interna estaba en otra
parte (en el móvil, en el modo de ejecutarlo, en
sus consecuencias inmediatas). Así, inventó con
Bioy Casares al detective más racionalista de la literatura: don Isidro Parodi, que resolvía los casos
desde su injusto calabozo, sin visitar la escena del
crimen y basándose exclusivamente en el relato
de los hechos.
La novela negra surge en los Estados Unidos y en
un contexto muy diferente al del su antecesor. El
desarrollo de las grandes metrópolis, la cultura
de masas, la experiencia traumática de la Primera
Guerra Mundial, los llamados “años locos” y la
posterior crisis económica con el crack financiero del '29, son algunos de los cambios sociales y
culturales que se ven reflejados en estas novelas.
El espiral de violencia, corrupción y crimen que
leemos en sus páginas cuestiona la idea de orden
que pretendía preservar el detective del siglo XIX.
Cuando el detective del género negro resuelve un
caso, recupera un objeto perdido, descubre a un
asesino o hace que un chantajista desista de su
oficio, queda la sensación de que diez más de esos
crímenes se están cometiendo en el mismo momento. No hay manera de detenerlo. El detective de estas novelas es un héroe, porque el género
no abandona la matriz épica; pero es un héroe
que nada contra una corriente demasiado fuerte.
Sus cualidades morales, que comúnmente rondan la incorruptibilidad o la fidelidad amorosa,
son pequeños reflejos del bien en una sociedad
oscurecida irreversiblemente por el crimen y la
corrupción. Una vez resuelto el caso, el detective
seguirá ocupando su modesta oficina mientras
los senadores, el fiscal del distrito y los organizadores de garitos clandestinos continuarán con sus
negocios turbios. Por eso, el detective del policial
negro es un héroe decadente, y el género podría
verse como un épica pesimista: mientras Roldán
o el Mio Cid luchaban por la gloria de su raza y
la grandeza de su Nación, detectives como Spade
o Marlowe lo hacen por 25 dólares diarios, más
los gastos.
NOVELA NEGRA ARGENTINA
CRIMEN Y CAPITALISMO
ALGUNOS AUTORES
Si bien la referencia al policial de enigma es inevitable para hablar de la novela negra, este es
apenas una de las columnas sobre las que se
ha erigido el género. Su origen está claramente
en los Estados Unidos y es en la literatura norteamericana donde hay que buscar las influencias más importantes de los autores que lo fundaron. Ricardo Piglia, en un artículo titulado
“Sobre el relato policial”, ya había señalado que:
“en la historia del surgimiento y la definición del
género, el cuento de Hemingway ‘Los asesinos´
tiene la misma importancia que ‘Los crímenes
de la rue Morgue´”. El policial negro surge en el
marco de una tradición realista de la literatura
norteamericana y varias de sus características lo
emparentan con ella.
En El género negro, libro de reciente reedición
ampliada, Mempo Giardinelli hace un recorrido
extensivo y exhaustivo por los principales nombres de la novela negra. Es una tarea difícil, ya
que, como señala el propio Giardinelli, la producción en el género es probablemente la más vasta
de la literatura mundial, y afirma que, siguiendo
un cálculo conservador, se puede estimar que se
publican unos 4 mil títulos al año. Así y todo, hay
en el libro una veintena de nombres cuya obra e
importancia es analizada minuciosamente. Entre
los fundadores del género, señala a los ya mencionados Hammet y Chandler y agrega a James Cain.
Esos tres nombres han sido señeros para toda la
producción posterior. Quizás el gran renovador
del género fue Ross McDonald, quien en los años
‘60 introdujo la dimensión psicológica como respuesta a la pregunta sobre las raíces del crimen.
Como es costumbre, no han faltado los puristas
que resistieron esas novedades.
Es importante tener en cuenta esta doble procedencia, porque si se considera a la novela
negra desde la lógica del relato policial clásico
sus argumentos resultan muy débiles. En estos,
el enigma es muy poco relevante; funciona más
bien como una excusa para narrar una historia
llena de violencia, corrupción y erotismo, y que
funciona como un retrato impiadoso de la sociedad. Dice Piglia: “el único enigma que proponen
–y nunca resuelven– las novelas de la serie negra
es el de las relaciones capitalistas: el dinero que
legisla la moral y sostiene la ley es la única ‘razón´ de estos relatos donde todo se paga”.
En este sentido, el género podría pensarse como
una adaptación a un registro más popular (el de
las novelas policiales, de lectura masiva en esa
época) de los planteos narrativos que venían
haciendo autores como Hemingway, Faulkner y
Fitzgerald. Cada uno a su modo, se encargó de
evidenciar en su literatura las contradicciones
del capitalismo, las nuevas relaciones sociales, el
poder del dinero y la violencia que traía aparejado. Siendo un género relacionado, por definición, con el mundo del crimen, el policial tenía
mucho que aportar a esa mirada crítica. Y así lo
hizo desde que Hammett publicó en 1929 Cosecha roja, considerada como la obra que inició la
novela negra.
Horace McCoy, David Goodis, James Hadley Chase y Jim Thompson son otros autores destacados.
A Europa, donde todavía estaba en plena vigencia
el policial de enigma, la novela negra llegó con
cierto escándalo de la mano de Boris Vian, y se
popularizó en Francia con el dúo autoral BoileauNarcejac. Manuel Vázquez Montalbán produjo a
fines de los '70 una serie de novelas que le abrieron paso al género en España.
Cosecha roja,, la novela de Dashiell Hammett que inició la novela
negra. El género negro, de Mempo Giardinelli hace un recorrido por los
principales autores del género.
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NOTA DE TAPA
de izquierda a derecha: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Rodolfo Walsh y Ricardo Piglia
EN AMÉRICA LATINA
La literatura policial formaba parte de las lecturas
masivas en Latinoamérica desde comienzos del
siglo XX. Por esta razón, existían ya editoriales,
colecciones y lectores para que la vertiente negra
del género se difundiera con rapidez. Lo hizo y,
si bien en un principio las novelas de Hammett,
Chandler y Cain resultaban extrañas para los lectores de novelas de enigma, la literatura de aventuras y el cine ayudaron a su pronta aceptación.
Se crearon colecciones específicas, fundamentalmente por editoriales de México y Argentina, y el
género se hizo popular en todo el continente.
No tardaron en aparecer textos de autores latinoamericanos que abrevaban en esos antecedentes.
Un caso particular es el del argentino Eduardo
Goligorsky, que fue traductor de muchos de los
títulos de la colección Rastros (editorial Acme),
dedicada a la novela negra, y a su vez fue autor de
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una veintena de novelas policiales bajo seudónimos como James Alistair, Mark Pritchard y Ralph
Fletcher. Así, las novelas se presentaban como si
fueran traducciones de autores norteamericanos,
hasta entonces dueños por completo del género.
Pero pronto otros autores empezar a producir
obras que se inscribían en la estética del policial
negro y agregaban ciertos matices propios de la
sociedad latinoamericana donde transcurrían.
En su libro, Mempo Giardinelli propone un análisis de las peculiaridades del género en Latinoamérica. La diferencia respecto a los Estados Unidos
radicaría, según su visión, en lo siguiente: mientras los personajes del género negro norteamericano pertenecen a “un mundo definido” que incluye el triunfo del individualismo, la industrialización y la posesión del dinero como modo de
ascenso social, en Latinoamérica ese mundo está
cuestionado, es un mundo a construir (o a destruir, dependiendo del caso) y las claves políticas
y sociales abundan en las novelas. Otra diferencia
NOVELA NEGRA ARGENTINA
radical está en que los autores norteamericanos
confían, en su gran mayoría, en el sistema: creen
que es flexible y amplio, y si uno se esfuerza se lo
puede perfeccionar. De ahí que sus protagonistas
sean audaces e individualistas: son héroes que de
algún modo buscan rescatar los valores que se están perdiendo. En Latinoamérica, en cambio, la
novela negra es más pesimista. Aquí, la corrupción no es vista como una desviación sino como
un elemento constituyente del orden, una causa
profunda. Y, por la causalidad política que se le
atribuye a esa situación, la figura del héroe individual no funciona tan bien como en la novela negra norteamericana.
Los nombres de la literatura policial latinoamericana son muchísimos y se pueden consultar en
profundidad en el libro de Giardinelli. Podemos
mencionar a algunos que ya a esta altura son clásicos: Antonio Helú, Rafael Bernal y Paco Ignacio Taibo II, en México; Ramón Diaz Eterovic, en
Chile; Mirko Lauer y Carlos Calderón Fajardo, en
Perú; Luis Rogelio Nogueira y Leonardo Padura,
en Cuba.
ARGENTINA EN NEGRO
El género negro se introdujo en la Argentina a
través de diferentes colecciones de literatura policial que tenían muchos lectores e incluso gozaban
de cierto prestigio, como en el caso del Séptimo
círculo, dirigida por Borges y Bioy Casares. Pero
recién con la creación de la Serie negra, dirigida
por Piglia para la editorial Tiempo contemporáneo, tuvo su lugar específico. En aquella colección trabajó como traductor Rodolfo Walsh, un
nombre inevitable a la hora de hablar de literatura
policial en la Argentina. Aunque sus cuentos y
nouvelles de corte policial transitan mayormente
la vertiente clásica del género, basada en el enigma y su resolución racional, hay en la escritura
de Walsh una fuerte influencia de los autores del
género negro norteamericano, que se expresa
mayormente en sus libros de investigación periodística (Operación Masacre, ¿Quién mató a Rosendo?, El caso Satanowsky). Otro de los autores
que podría considerase como introductores del
género en nuestra literatura es Marco Denevi,
con Rosaura a las diez, una novela en la que un
crimen es narrado desde diferentes puntos de
vista, rompiendo así con la visión hegemónica
del detective, propia del policial de enigma.
La novela negra de producción local tuvo su auge
al calor de la creciente violencia política que desde fines de los '60 se instaló en el país. A partir
de los '70, el género negro desplazó por completo
al policial de enigma en nuestra literatura. Juan
Martini publicó en esa década tres novelas policiales de neto carácter negro: El agua en los pulmones, Los asesinos las prefieren rubias y El cerco.
También Los borrachos en el cementerio y Noches
sin lunas ni soles de Rubén Tizziani fueron dos
títulos de gran repercusión en su época. Algo similar sucedió con la novela Ni un dólar partido
por la mitad, de Sergio Sinay. También podrían
mencionarse algunas novelas de reconocidos autores que incursionaron en el género: Su turno
para morir, de Alberto Laiseca; Ni el tiro del final
y Últimos días de la víctima, de José Pablo Feinmann; Luna caliente de Mempo Giardinelli. Un
caso particular es el de Osvaldo Soriano, que publicó en 1973 Triste, solitario y final, novela entre
nostálgica e irónica que protagoniza nada menos
que el Phillip Marlowe de Chandler.
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NOTA DE TAPA
AHORA Y DESPUÉS
centradas en las víctimas o los criminales, en las
que el detective carece de relevancia.
Hacer una lista de autores u obras de la novela
negra actual sería difícil sin incurrir en olvidos e
injusticias u ocupar diez páginas. El género sigue
vigente; se produce en cantidad y calidad, con las
lógicas proporciones de plagio, bodrios y repeticiones. Pero también siguen apareciendo obras
notables, autores que se inscribirán en la historia
grande del género y personajes que los lectores
nunca olvidarán. Con el paso del tiempo, la figura
del detective ha permanecido, y siguen naciendo personajes que se hacen tan populares como
aquellos primeros “sabuesos” literarios. Pero también aparecieron desde entonces muchas obras
Mientras haya crímenes y esos crímenes estén
envueltos en una trama de dinero, poder y corrupción; mientras la desigualdad social y las
diferencias políticas generen violencia; mientras
la justicia caiga sólo sobre algunos, la novela
negra estará para mostrarnos la cara oscura de
nuestro mundo. Y si un día todo eso se acabara, y el mundo fuera un paraíso por el que todos
camináramos descalzos, la novela negra, con su
sucio chambergo y la media suela de los zapatos
gastadas de trajinar las calles, seguiría allí para
recordárnosla.
COLECCIONES
Desde sus inicios, la novela negra estuvo ligada a la circulación masiva y las colecciones. La revista
pulp Black Mask publicó varios relatos de Hammett, hasta que en 1929 apareció en varias entregas
Cosecha roja, y desde entonces fue la plataforma para que varios autores del género saltaran a la
fama; entre ellos, Raymond Chandler y Horace McCoy.
A Europa, el género llegó con la famosa colección francesa Série noire, de la editorial Gallimard.
Su director fue Marcel Duhamel y aparecieron allí prácticamente todos los nombres grandes de la
novela negra.
La colección argentina Serie negra, dirigida por Ricardo Piglia para la editorial Tiempo contemporáneo,
lleva su nombre en homenaje a aquella colección francesa y convocó a destacados traductores
argentinos para lograr las versiones castellanas con las que el género se difundió en Argentina y
toda América Latina.
EN INTERNET
En la página bibliotecanegra.com se puede encontrar todo sobre la novela negra: autores, obras,
personajes, novedades editoriales, entrevistas. Una verdadera enciclopedia sobre el pasado y el
presente del género.
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NOVELA NEGRA ARGENTINA
CINE Y LITERATURA: EL FILM NOIR
Casi desde sus comienzos, la novela negra tuvo una estrecha relación con el cine. En la
década del '40, Hollywood vivió el auge de un tipo de películas novedosas, polémicas y muy
bien recibidas por el público: el film noir. Su nombre francés se debe a que fue el crítico
italo-suizo Nino Frank quien lo utilizó por primera vez para referirse a estas películas como
un nuevo género, en una publicación francesa de 1946. No es extraño este interés europeo
por el género, porque si bien su origen y desarrollo se dio en Hollywood, muchos de los
directores y técnicos que trabajaron en estas películas provenían de Europa, y buscaron
refugio en la creciente industria del cine estadounidense. Estos trajeron consigo una
amplia experiencia de trabajo en la escuela de cine más importante de comienzo de siglo
en Europa: el expresionismo alemán. Caracterizada por su manejo de luces y sombras,
la estética expresionista le dio al film noir un estilo característico, consonante con la
intención ya presente en la novela negra de mostrar los claroscuros de la sociedad.
Tal fue la retroalimentación entre cine y literatura en esta época, que una de las películas
fundantes del film noir fue la adaptación de una obra que también se puede contar entre las
iniciadoras de la novela negra: El Halcón Maltés, de Hammett, que fue llevada a la pantalla
grande por John Houston en 1941. Si bien el género ya contaba con algún antecedente de
menor repercusión, el éxito de esta película marcó el inicio de un boom. Películas como
Pacto de sangre (1944), El cartero llama dos veces (1946) y Al borde del abismo (1947) fueron
parte de ese auge.
La razón principal para que el género decayera hacia mediados de los '50 no fue el desinterés
del público sino la censura: según algunas autoridades, estas películas representaban la
contracara de lo que Hollywood debía mostrar al mundo; sus historias y personajes eran
duras críticas a la sociedad norteamericana y al capitalismo y, una vez terminada la guerra,
la persecución macarthista no tardó en caer sobre directores, productores y actores.
Afortunadamente, el film noir se pudo despedir por la puerta grande, con dos películas de
1958, dirigidas por dos grandes del cine: Vértigo, de Alfred Hitchcock y Sed de mal, de Orson
Welles.
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EN RED
Las bibliotecas populares
recomiendan los mejores
libros del geénero
En las novelas policiales el autor trabaja las pistas, los enigmas
e hipótesis para darle al lector la posibilidad de sentirse parte
de la historia. Los bibliotecarios también orientan a sus lectores
para ofrecerles el libro que los atrapará en la lectura. Hoy, las
bibliotecas populares nos invitan a sumergirnos en el policial y
nos cuentan cuáles son los libros elegidos por sus usuarios.
Por MARÍA OLIVES y CAROLINA ROMERO
El policial desde una mirada femenina
Biblioteca Popular y Centro Cultural “Rayuela”, Santiago Temple, Córdoba.
Para la bibliotecaria María Inés Elliena las mujeres pioneras en el género son
Anna Katharine Green y Mary Roberts Rinehart, ambas nacidas en los Estados
Unidos. También destaca a la Baronesa de Orczy, inglesa. Otras autoras
destacadas son Patricia Highsmith, Katherine V. Forrest, Margaret Atwood,
Agatha Christie, Anne Perry y Alicia Giménez-Bartlett, reconocibles por una
impronta personal en su narrativa. La herencia de Edgar Allan Poe marca
la narrativa de Highsmith; las historias de Katherine V. Forrest destilan
cierto erotismo; Anne Perry sitúa prácticamente toda su obra en la época
victoriana inglesa y creó al superintendente Pitt. La Baronesa de Orczy,
escribió Lady Molly of Scotland Yard, novela en la que hay, por primera
vez, una mujer detective como personaje principal.
Cléasicos
Biblioteca Popular “Derly Rodríguez Calderón”, San Rafael,
Mendoza.
Jacinta Ruiz, tesorera, nos cuenta que dentro de los libros
clásicos de la biblioteca se encuentran Asesinato en el Expreso
de Oriente, de Agatha Christie; El misterioso Mr. Brown y El
extraño caso del Dr. Jekill y Mr Hyde, de Stevenson. Y de Arthur
Conan Doyle Mi querido Watson y Elemental, Watson, con su
famoso detective Sherlock Holmes.
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INCLUSIÓN DIGITAL PARA COMPARTIR EL FUTURO
Detectives favoritos
Biblioteca Popular “Babel”, La Falda, Córdoba.
En su blog, la BP recomienda a sus usuarios al comisario italiano Salvo Montalvano, imaginado por
el escritor Andrea Camilleri; al detective español Pepe Carvalho, del escritor español Juan Vázquez
Montalbán, y al detective de policía sueco Kurt Wallander, nacido de la imaginación del escritor
Henning Mankell. Y no olvidar la clásica experiencia de los clásicos investigadores o detectives:
Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle; Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe, y el detective Poirot o Miss Marple, de Agatha Christie.
Los libros méas pedidos
Biblioteca Popular “Alas”, Villa Trinidad, Santa Fe.
Desde la BP informaron que los libros más pedidos del género son El cartero llama dos
veces, de James Cain; de James Hadley Chas el texto Más mortífero que el hombre. También
La pirámide y La quinta mujer escritos por Henning Mankell; de Dan Brown, Infierno y Fortaleza digital; de John Grisham, El estafador, Cámara de gas y Causa justa, y una clásica del
género como es Agatha Christie, con sus Diez negritos y Muerte en el Nilo. De la narrativa
argentina, Ricardo Piglia y su novela Plata quemada, y las novelas de Juan Sasturain
Arena en los zapatos y Pagaría por no verte.
Libros que fueron peléiculas
Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia”, Cipolletti, Río Negro.
Entre los libros que posee en su acervo la BP se encuentran los de literatura
nacional que fueron llevados a la pantalla grande. Son Crímenes imperceptibles, de Guillermo Martínez; Tesis sobre un homicidio, de Diego Paszkowski;
Plata quemada, de Ricardo Piglia, y La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri, en la que se basó El secreto de sus ojos, que obtuvo el Oscar como Mejor
película extranjera. En su catálogo también se encuentran libros que fueron películas extranjeras, como La trilogía de Nueva York, de Paul Auster;
El código Da Vinci y Ángeles y demonios, de Dan Brown; El halcón maltés,
de Dashiel Hammett; El largo adiós, El sueño eterno, La ventana siniestra,
de Raymond Chandler; Los hombres que no amaban a las mujeres y La
reina en el palacio de las corrientes de aire, de Stieg Larsson, entre otros.
Colecciones
Biblioteca Popular “Alejo Iglesias”,
Villa Elisa, La Plata, Buenos Aires.
La biblioteca cuenta con diversas colecciones sobre el género: la Serie Negra de la Editorial RBA; el Séptimo círculo, de
Ediciones Emecé; Grandes maestros del crimen y misterio,
de Orbis; Grandes maestros del suspenso, de Ediciones
Emecé; Club del misterio, de Editorial Bruguera y la Biblioteca de intriga y suspenso, de Sudamericana.
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ENTREVISTA A RICARDO PIGLIA
“El policial negro es
una literatura social
de altísima calidad”
Su nombre figura, sin dudas, entre los primeros de la literatura en
lengua española actual. Esto se debe a una vasta trayectoria como
autor, con casi una veintena de textos publicados, pero también a su
trabajo como estudioso, crítico y difusor de algunos autores y textos.
Porque Piglia no es un crítico que hace ficción, sino un escritor que
incursiona en el mundo de la crítica para compartir una cualidad
que todo gran autor tiene: la de ser un buen lector. De sus lecturas
surgieron, por caso, algunas de las ideas más originales y agudas sobre
la novela negra. Asimismo, sus intervenciones –como el impulso y
dirección a una legendaria colección– fueron fundamentales para la
difusión del género en nuestro país.
Por MARTÍN ALZUETA | Fotos: SEBASTIÁN MIQUEL
U
n hito fundamental en la relación entre Piglia y la novela negra tuvo que ver con su
trabajo como director de la colección Serie
negra, de la editorial Tiempo Contemporáneo. Durante casi diez años, a partir de 1968, dio a conocer
una significativa cantidad de títulos, con traducciones de calidad y los prólogos firmados por Emilio
Renzi. Pero sobre todo, ayudó a darle visibilidad a
un género que hasta entonces no se conocía en la
Argentina. Puestas junto a relatos de enigma como
los de Chesterton, Ellery Queen o el propio Conan
Doyle, estas novelas oscuras, cargadas de violencia
y protagonizadas por tipos duros y mujeres fatales
podrían parecer demasiado excéntricas y confundir
a lectores que manejaban los códigos de la vertiente más “racional” del género: el policial de enigma.
Por eso la novedad y la importancia de la Serie ne-
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CONABIP
gra: porque ponía en una misma lista autores, en
su mayoría norteamericanos, que estaban haciendo
algo novedoso con el policial. Y esa novedad, como
veremos en la conversación con Piglia, tuvo un papel
importante en las discusiones que por los años ‘70 se
dieron en nuestro ámbito literario.
-¿Cómo surgió la Serie negra?
-Empezó porque la Universidad había cerrado y el
editor que me había publicado me ofreció trabajo.
La idea estaba cantada: consistía, sencillamente en
agrupar novelas dispersas, aunque ya existían sus
traducciones. Pero la idea de una colección es siempre unificar, controlar las traducciones y dar la idea
de un orden o secuencia. En principio lo común era
que se trataba de escritores norteamericanos que, a
partir de Hammett, habían transformado el género.
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ENTREVISTA
Y era la primera colección de novelas policiales que
salía en castellano y que no fuera la de Borges o las
que la imitaban, ligadas a la literatura de enigma.
-Pero esas colecciones ya incluían algunos de estos
autores…
-Sí, el propio Borges había publicado La mujer en
el lago, de Chandler. Y había salido, también de
Chandler, El largo adiós, en una serie muy buena de
editorial Hachette. O sea, se conocían algunas de las
novelas pero no una colección dedicada a la novela
negra. Y la hicimos con traductores muy buenos,
como Rodolfo Walsh y Estela Canto.
-¿Cuáles fueron sus repercusiones?
-Tuvo mucha influencia, porque al tiempo empezaron a aparecer otras colecciones en España y
comenzaron a escribirse novelas argentinas en esa
dirección. La colección empezó a salir en el ‘69, e
inmediatamente salió la novela de Osvaldo Soriano,
Triste solitario y final. Después hay novelas de Juan
Carlos Martini, de Juan Pablo Feinmann -Ni el tiro
del final y Los últimos días de la víctima-, Los borrachos en el cementerio, de Rubén Tizziani… Es decir,
empezaron a producirse novelas policiales con estas
características en la Argentina y también en otros
países de América Latina.
LO NEGRO EN LA ARGENTINA
-¿Qué particularidades adquirió la producción
del policial en la Argentina?
-Los escritores que escriben policiales en la Argentina generalmente no los publican en series policiales,
y tampoco viven de ese trabajo. Esa es una diferencia muy importante con la literatura norteamericana. Este punto me parece importante porque toca
las condiciones materiales de la literatura.
-¿Cuál es la influencia de Walsh en el desarrollo
local del género?
-Es un personaje particular, porque trabajó básicamente con el género clásico, a pesar de que conocía
bien la novela negra. Pero Walsh se alejaba de la novela policial norteamericana, porque en ésta el enigma importa poco. Ahora, el género negro le sirvió
para encarar con criterios de investigación muy minuciosos la escritura de Operación masacre, un libro
extraordinario. Hay mucho del género en el uso de
los elementos que le permiten probar frente al Estado la ilegitimidad de los fusilamientos. Y por otro
lado, hay algo nuevo que es toda la construcción de
las vidas de las familias peronistas. Ahí hay algo del
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“EL MODO EN EL
QUE EL GÉNERO HA
CRECIDO, DESDE QUE
SURGIÓ CON POE
HASTA HOY, PRUEBA
QUE CAPTÓ ALGO
DEL IMAGINARIO
COLECTIVO”
género negro: la vida de la gente que sufre el sistema
y sus injusticias.
-Tras los primeros, ¿qué otros escritores argentinos destacaría en el género?
-Me gustan mucho Juan Sasturain, Pablo De Santis,
Marcos Herrera, Germán Maggiori. A lo mejor no
todos escriben estrictamente dentro del género, pero
tienen mucho del clima del policial negro. A mí me
parece que mucha de la buena literatura que se está
escribiendo acá está ligada a los géneros.
ESCRITURA E INVESTIGACIÓN
-Usted ha dicho que el género está en su propia literatura aunque no lo escriba directamente.
-Yo no escribo novelas policiales. He escrito un solo
relato del género, que se llama “La loca y el relato
del crimen”. Mis novelas usan elementos del género
pero no son novelas policiales, o por lo menos yo
no las definiría así. Son los “usos del género”, algo
que también uno encuentra en Faulkner, Saer, Puig,
Gombrowicz.
-Incluso en sus textos críticos aparece ese “uso del
género”…
-Hay algo en el género que lo hace muy parecido a
la crítica literaria. Para decirlo de una manera simple, tanto el crítico como el detective tienen que
construir un contexto ausente. Yo empiezo a leer
un texto y tengo que reconstruir lo que no está ahí,
RICARDO PIGLIA
para entenderlo. El ejercicio del detective es el mismo: se encuentra con una serie de rastros y tiene
que reconstruir qué pasó y por qué los hechos solo
muestran esa pequeña serie de elementos. Ese es un
modo de percibir la relación.
-Pero, ¿por qué su novela Blanco nocturno no sería
policial?
-En este punto, mi opinión es una entre tantas. Yo
digo que no la escribo con la decisión de que lo sea,
sino que utilizo elementos del género, en este caso el
crimen y el comisario Croce, que es el que sostiene
el elemento policial de la novela.
-Croce es un detective particular, un comisario
con métodos nobles que en un momento de la novela alude a una reunión con otros comisarios de
la literatura. ¿Cómo pensó a este personaje?
-Nosotros tenemos un problema que Soriano y
Walsh resolvieron bien, y es que acá son inverosímiles los detectives. Porque no tienen existencia social
en nuestro país. Entonces, la tradición del policial
argentino se funda básicamente en comisarios. Están Laurenzi, el comisario de Walsh; después Leoni,
de Pérez Zelaschi; Fruto Gómez, de Ayala Gauna.
Tenemos la versión local de Chesterton, que es el
padre Metri, de Leonardo Castellani. Borges inventó
una ciudad que no fuera Buenos Aires para poner
un detective en “La muerte y la brújula”, y Soriano
hizo una cosa sencilla e inteligente, que fue traer a
Philip Marlowe, el detective de Chandler.
-En la misma novela donde aparece Croce se
plantea, de algún modo, que no es muy viable la
idea del comisario-detective. Él mismo dice que
son “dinosaurios”.
-Absolutamente. Y yo le hice hacer algo, en un momento, que es pegarle una cachetada al sospechoso
del crimen. Llegué hasta ahí; tal vez tendría que haber hecho que lo lleve a una celda y lo golpee, como
hacen los comisarios. Pero quedó ese momento en
el que el tipo hace algo contrario a la bondad que
tiene y que lo hace extraño. Borges decía que el género policial no tiene nada que ver con la realidad,
porque en la realidad los crímenes se resuelven con
la tortura y la delación. Es un pensamiento que uno
no esperaría en Borges, pero es cierto.
-Croce habla en la novela de la importancia que
tienen en la secuencia del crimen sus consecuencias. Es un planteo novedoso para el policial,
donde por lo general la historia termina con el
crimen y el enigma consiste en reconstruirlo.
-Eso me interesa mucho. Las novelas policiales terminan donde debieran empezar. Si siguieran, serían
muy interesantes, y este libro busca eso porque señala que lo que está pasando es una injusticia que
no se puede reducir al hecho de la muerte de una
persona. Es lo que pasa en la novela policial contemporánea, donde ya no se trata del detective contra un criminal sino del detective contra una conspiración o un elemento que no se puede reducir a
un criminal.
ABRIL 2014 | BePé
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ENTREVISTA
-¿Hay alguna relación entre este giro que propone
para el género y un intento de entender la violencia política que subyace a toda la novela?
-Sí… Esa sería la frontera del género. Si se sigue, estamos empezando a hablar de elementos propios de
la situación política en sí misma.
un escritor con mucho prestigio que trajo Victoria
Ocampo y que escribió un libro en los ‘40 sobre la
novela policial. Borges era un tipo de mucho coraje,
porque le dijo: “Usted se equivoca, porque habla del
género policial como si hubiera nacido con la Biblia,
y el género policial es el detective”.
-Usted ha hablado muchas veces de la escritura
como investigación, y en sus novelas suele haber
enigmas a pesar de que no sean estrictamente policiales.
-No es que no me gusten las novelas que trabajan de
otra manera, pero me gustan los libros que empiezan con algo que no se sabe, que tienen un narrador
frágil, que no entiende muy bien lo que está pasando
y sabe lo mismo que el lector. Para mí ese narrador
se opone a un tipo muy prominente en la literatura
de América Latina, que es uno que sabe todo, que te
dice cómo es el mundo. Pero en el Río de la Plata, los
narradores tienden a ser sujetos inciertos, como en
Borges, Onetti, Felisberto Hernández…
-La visión del delito en el género clásico estaba favorecida por el positivismo. ¿Hay alguna corriente
filosófica o un clima de época que haya favorecido
la novela negra?
-La ciencia que se utilizaba en el policial de enigma
estaba muy ligada al positivismo. Y todos los prejuicios que este traía, en relación con las razas, se volcaban en los primeros libros policiales. Ahora, si uno
lo mira con más distancia, podría observar que el
policial inglés está más ligado al racionalismo y que
el norteamericano es más pragmático, más empirista.
El detective sale y la práctica le hace aprender lo que
está pasando.
SOBRE EL GÉNERO
Además de su intervención en la difusión del género
y la escritura de relatos policiales o influenciados por
el policial, Piglia ha dedicado mucho trabajo a la producción académica sobre el género. En varios de sus
libros de crítica literaria se ha detenido a reflexionar
sobre las características de la novela negra y su lugar
en la literatura.
-Se suele considerar la novela negra en comparación al policial clásico. ¿Cuáles diría que son sus
orígenes más allá de esa relación?
-Hemingway es muy importante. “Los asesinos”, un
cuento del año ’23, es tan importante como los cuentos de Poe. Con un estilo que ya es el de Hammett, la
capacidad para narrar la violencia que tiene Hemingway es asombrosa. Creo que la relación que el género
tiene con la literatura norteamericana, con Hemingway, Faulkner, Fitzgerald es tan importante o más
que la relación con los ingleses del género clásico. La
novela negra forma parte de la literatura de los Estados Unidos. Es una literatura atenta a la experiencia
urbana y que pone el énfasis en cómo transmitir el
acontecimiento. Es más física; tiende a ser de acción.
-O sea que las dos vertientes del género nacieron en
Estados Unidos... Como si hubiera ahí alguna relación especial entre literatura y crimen.
-El capitalismo. Y Borges dice algo muy claro sobre
cómo surge el género. Había venido Roger Caillois,
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CONABIP
-¿Cómo ve el rápido desarrollo que tuvo el género?
-El modo en el que el género ha crecido, desde que
surgió con Poe hasta hoy, prueba que captó algo del
imaginario colectivo. Es un género que ha llegado a
estar por todas partes, muy dominante en la actualidad. ¿Por qué un género que empezó tan débil está
ahora en todas partes? Yo creo que es porque toca el
imaginario social en algún punto.
-¿Qué percepción tiene del lector de la novela negra?
-Es muy interesante la idea de que hay un marco previo a la lectura del libro. La gente ya sabe lo que espera
de la novela. Entonces, una diferencia de la literatura
popular frente a la llamada alta literatura es que trabaja con moldes narrativos, con formas fijas. El cliché, el
estereotipo están presentes. Y eso es lo que molesta en
la alta cultura, que tiene la ilusión de que todo empieza de cero, de la creatividad pura. Algunos pensamos
que la creatividad depende de ciertos moldes. En este
sentido, el cuento policial como género tiene tres cosas que ya las inventó Poe: un detective, una víctima
y un asesino.
-Siguiendo en ese sentido, usted formó parte de un
grupo que trató de ir contra la visión del género
como algo menor. ¿Dio resultados esa discusión?
-Hoy el género tiene un lugar predominante en la
discusión de la literatura. Me parece que nosotros
usamos el género porque nos permitió reformular
lo que en la Argentina se entendía como literatura
social. Veníamos discutiendo con David Viñas, Ber-
RICARDO PIGLIA
RICARDO PIGLIA
nardo Kordon, Marta Lynch y Beatriz Guido, que
hacían un tipo de novela social que consistía en trabajar sobre ciertos acontecimientos políticos. Y había
una corriente muy importante de presión sobre los
escritores jóvenes, entendiendo la literatura social en
términos de lo que tradicionalmente se considera el
realismo y el tema como clave del carácter social de
una novela.
-¿Y cómo funciona la crítica social en el género?
-Para mí, lo importante de este género es que es una
literatura social de altísima calidad, trabaja con estructuras narrativas muy potentes y es una crítica
muy evidente al capitalismo. Yo creo que el policial
es el gran género crítico del capitalismo. Sostiene la
idea de que la sociedad capitalista se mantiene sobre
el dinero, la corrupción y la relación entre delito y poder político. Y dice, de una manera siempre elíptica
y narrativamente muy eficaz, las cosas que uno puede criticar cuando se pone a imaginar una sociedad
como esta.
-¿Consideraría que este fue el gran aporte de la novela negra?
-Desde el punto de vista de alguien que intenta hacer
una crítica social, es un género que pone a disposición una serie de elementos maravillosos. Porque uno
puede evitar esa novela de tesis, esa novela que se superpone, en última instancia, con el periodismo. La
no-ficción, mal o bien, hoy ayuda un poco a hacer eso
que antes se le pedía a la novela. La política aparece
donde tiene que aparecer, como una manipulación de
la realidad y no como un acontecimiento determinado.
-Hoy existen, también, vertientes del género que
parecen vehiculizar una idea del control social
como necesidad, que plantean la inseguridad y el
miedo como los dramas centrales de las sociedades
actuales…
-Por supuesto. Cuando decimos que el género tiende
a la crítica social estamos hablando de una corriente central, pero existen otras, y no es que el género
de por sí está a salvo de otros usos. Además, hay
una relación puntual entre lo que Foucault llama el
comienzo de la sociedad de vigilancia y el fin de la
sociedad de castigo, que ubica en 1840 aproximadamente, y el surgimiento del género. Es cuando Poe escribe los primeros cuentos policiales. Es un modo de
imaginarse una sociedad donde hubiera sujetos tan
inteligentes que puedan llevar tranquilidad al mundo burgués. Ahora, otra cosa interesante en toda esta
cuestión de la inseguridad es que siempre se habla del
delito ya realizado, como si el género quisiera que hubiera crímenes. Porque si no, no existiría. La utopía
es el crimen perfecto, no una sociedad sin crímenes.
El género, y la sociedad también, se sacan de encima
la pregunta por la prevención del crimen. Y trabaja
sobre el hecho de que es una sociedad criminal y se
debe partir desde ahí.
-¿Entonces, su interés principal en el género tuvo
que ver con introducir esta cuestión en el marco de
una polémica sobre lo social en la literatura?
-Yo creo que fue en eso en lo que más énfasis pusimos. Por lo menos, yo puse énfasis en colocar al
género policial en discusión con lo que se entendía
por compromiso. El caso de Roberto Arlt es un buen
ejemplo: él fue muy criticado por la izquierda, porque decían que era pesimista. El policial nos abrió el
camino para trabajar con otros criterios para definir
qué cosa podíamos entender por “literatura crítica”.
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CONABIP
ENTREVISTA A JUAN SASTURAIN
ENTREVISTA | FLORENCIA SAINTOUT
“La literatura negra
es una manera de
escribir y de leer”
Se define como un escritor que hace cosas a partir del gusto. Por eso
escribe sobre fútbol, historieta y policial. Dirige la colección Negro
Absoluto y hasta interpreta a un detective literario en el programa
Disparos en la biblioteca. En esta entrevista nos cuenta sobre el género
negro, la influencia de la narrativa norteamericana en nuestras letras
y cómo la cultura popular periférica genera cambios en la escritura. Y
nos explica por qué se niega a encasillar los textos en géneros, cuando
lo importante es la forma y no el contenido.
Por CAROLINA ROMERO | Fotos: SEBASTIÁN MIQUEL
A
serie noire y el film noir son categorías francesas de
los años ‘40 y es la lectura que hacen los franceses de
los fenómenos norteamericanos.
-¿De qué hablamos cuando hablamos de género
negro?
-La literatura negra es, por sobre todo, una manera
de escribir, una suma de contenidos posibles pero
también, y sobre todo, una manera de leer. Puedo
leer Hamlet de William Shakespeare como un texto
policial, pero también puedo leer los primeros
episodios de la Biblia como un relato policial. Lo voy
a leer así, en tanto ponga énfasis en la investigación
y en la existencia del crimen.
lejado del ajetreo de la ciudad, Juan
Sasturain se refugia en la costa argentina
para descansar pero también para escribir
los capítulos de la segunda temporada de Disparos
en la biblioteca, ciclo que protagoniza y en
donde se pone en la piel de un detective literario.
Aprovechamos su momento de descanso para
charlar sobre el género negro, sus detectives y la
historia del policial argentino.
-De muchas cosas, es una categoría muy amplia.
El género es una bolsa que sirve hoy en día para
abarcar cualquier cosa, el uso del término está
muchísimo más generalizado. En principio la novela
negra ha servido para contraponerse a la novela
clásica inglesa o blanca. Igual, yo estoy en contra
de esa excesiva formalización, las cosas significan
el uso que se les dé, y nadie tiene la última palabra.
Pero para mi generación de escritores y lectores,
en realidad primero lectores y luego escritores, la
novela negra es la traducción en castellano, no de
ningún black que jamás existió, sino de un noir. La
-Entonces, ¿no se puede esquematizar de ningún
modo?
-¿Cómo es la aproximación a la novela negra en la
Argentina?
-Los europeos miraron como autores sólo a aquellos
norteamericanos que producían para películas de
series o de género. Y los autores que escribían para
la literatura de quiosco no aparecían en la foto de
la cultura nacional dado que eran leídos desde otro
lado. En ese cruce se produce nuestra aproximación
ABRIL 2014 | BePé
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ENTREVISTA | JUAN SASTURAIN
como argentinos a la novela negra. En esa
intersección de lectores de literatura americana
y lectores de crítica francesa. Y esto pasó a fines
de los años ‘60, cuando hay toda una relectura
desde el campo intelectual argentino de ese tipo
de fenómeno. Nosotros, generacionalmente, ya
los habíamos leído porque estaba publicada toda
la literatura norteamericana. Pero nunca había
recibido una atención crítica.
-¿Es una lectura distinta del género?
-Sí, eso es lo que hace Ricardo Piglia y lo que hace
empíricamente Osvaldo Soriano, que es lo que
nuestra generación de escritores recoge como la
posibilidad de escritura. Cuando digo nuestra
generación hablo de Piglia, Guillermo Saccomanno,
Elvio Gandolfo, José Pablo Feinmann, Mempo
Giardinelli, Vicente Battista, Antonio Dal Masetto,
Juan Martini y por supuesto Soriano. Todos
nosotros leímos ese tipo de literatura: a Raymond
Chandler, David Goodis, Dashiell Hammett y,
después, a Jim Thompson. Y pasamos por el policial,
entendido como una manera de leer distinta, como
realismo crítico, distinto a como había sido leído
por las generaciones anteriores. Es decir, no es
que nosotros hayamos descubierto escritores que
no se habían publicado, sino que tiene que ver
con esa relectura de los clásicos norteamericanos,
desde otro lugar. Lo que hay es una revalorización
ideológica y estilística.
-¿Cómo nació su fascinación por este tipo de
novela?
-Lo que me pasó a mí en lo personal no es una
fascinación, sino una experiencia de lector. Yo no
soy lector de género, soy lector de autor. Entonces,
creo que nuestra generación, y en eso sí me animo
a hablar en plural, es de lectores de la literatura
norteamericana del siglo XX, y dentro de ella, de
estos autores. Pero no los leemos por policiales,
los leemos como narradores a secas. Y así leemos
a James Cain, a Chandler y ni hablar de Hammett.
Y es, sobre todo, una manera de escribir, porque
somos muchos más deudores de esas lecturas que
las generaciones anteriores y que de las lecturas que
hicieron los franceses de ellas.
-¿Y usted qué leía?
-Leía antologías norteamericanas en donde había
autores como Ernest Hemingway al lado de Francis
Scott Fitzgerald, que no son escritores de género,
pero sí narradores que cubren los períodos que van
entre el ‘20 y el ‘40. Y ese es el período de tiempo
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CONABIP
de producción de textos norteamericanos que de
algún modo nos marcó. Y cada uno de nosotros ha
usado esas lecturas y modelos de manera diferente.
Algunos nos hemos planteado el policial como
género, también la aventura como tal y nos hemos
planteado la escritura desde el género. Es decir, los
asumimos y además nos propusimos la posibilidad
de escribir géneros desde los márgenes.
-¿Y por qué elegía esa literatura?
-Porque la literatura norteamericana tiene mucho
más que ver con nosotros. Tenemos mucho más que
ver con los yanquis en el paisaje, en la experiencia de
la colonización, en la de la frontera. La experiencia
salvaje de las ciudades sin ley y sin historia.
Protagonistas que no tenían nada en sus espaldas.
Todos estamos del mismo lado del Atlántico; otros
relatos, en cambio, están contados desde el corazón
del imperio y a nosotros nos ha tocado la periferia
y no tenemos más que ver con esa visión directa.
Estamos adentro, no enfrente.
-¿Qué libros recomienda que no debieran faltar en
la biblioteca de un lector amante de este género?
-Vamos a hablar de los clásicos, cinco hermosas
novelas de cinco notables escritores. La llave de
cristal, de Dashiell Hammett; El largo adiós, de
Raymond Chandler; El asesino dentro de mí, de Jim
Thompson; El cartero siempre llama dos veces, de
James Cain, y Disparen al pianista, de David Goodis.
HÉROES Y VEROSIMILITUD
-¿Los héroes de nuestra literatura son distintos
a los creados en los Estados Unidos? ¿Por qué?
-Sobre todo en los géneros de aventura hay
cierto tipo de personaje que es el héroe, y es
habitualmente un héroe central como el detective,
el caballero, el investigador o el súper héroe, que
vienen pegados a cierta circunstancia donde se
mueve. Uno de los desafíos que se han planteado
los autores que trabajan desde este confín de
culturas como las nuestras, es cómo desarrollar
los géneros y utilizarlos desde esta periferia. Es
decir, hay ciertas formas tradicionales de usar la
aventura y el héroe, que por definición hacen que
trascurran fuera del contexto del que las leés. Por
definición, no se escribe aventura en el contexto
de lectura. Entonces, algunos de los mecanismos
de apropiación de los mecanismos de la cultura
central por parte de culturas periféricas como la
nuestra es hacer de tu propia circunstancia un
"UNO DE LOS DESAFÍOS QUE SE
HAN PLANTEADO LOS AUTORES
QUE TRABAJAN DESDE ESTE
CONFÍN DE CULTURAS COMO
LAS NUESTRAS ES CÓMO
DESARROLLAR LOS GÉNEROS
Y UTILIZARLOS DESDE ESTA
PERIFERIA"
espacio aventurable. Es decir, que la aventura
es una manera de descolonización mental. Las
cosas pueden pasar también acá, es decir, no estás
condenado al realismo fotográfico.
-¿Qué significa eso?
-Que lo fantástico no tiene domicilio. El domicilio
de la lectura es totalmente convencional, dado
por la costumbre. ¿Por qué puede pasar en otro
lado y en nuestra periferia no? Entonces, aplicás
eso a los distintos géneros y terminás escribiendo
novelas de detectives acá. ¿Por qué no se podría
escribir literatura de género acá? Hay dos maneras
de pensarlo: si lo haces acá tiene que ser realista,
que significa que tiene que estar pegado a la cosa
más fotográfica, y no es así. Si no, eso significaría
que es realista Philip Marlowe o es realista Batman
y que allá vuelan y hay detectives privados. Pero,
allá vuelan tanto como acá y hay tantos detectives
privados como acá. Es una convención literaria,
una creación.
-¿Todo tiene que ver con la creación de lo
verosímil?
-Claro. A veces algunos hemos pensado o ha
surgido la necesidad de escribir un verosímil propio
con los mismos derechos y otras circunstancias.
Claro que eso trae aparejado sus dificultades,
como construir ese verosímil. Entonces, muchas
veces, partimos de la parodia. Pero con el tiempo,
cuando el detective sale, ya te olvidaste de la
parodia, si existe o si no existe. En realidad existe
en tanto y en cuanto seamos capaces de pensarlo.
Tiene que ver con la construcción del verosímil y
con ese pacto.
UN GÉNERO SUBESTIMADO
-¿Por qué alguna gente cree que el policial es una
lectura pasatista?
-Son las convenciones establecidas también por la
sociedad, es la conjunción habitual e instaurada
en asociar a la literatura o el cine a los contenidos.
Cuando lo que hace a la esteticidad de una obra es
la forma.
-¿Por ejemplo, algunos textos de la colección del
Séptimo Círculo dirigida por Bioy y Borges?
-En el Séptimo Círculo hay cosas tan distintas...
Textos de Chejov, algún texto ocasional de James
Cain, que no es habitual, y algo tan extraño como
el texto Los que aman, odian, de Silvina Ocampo
y Bioy Casares. Están puestos allí, en tanto y en
cuanto tienen algún tipo de elemento, pero no
han sido concebidos originalmente en términos de
textos policiales. Entonces, los que escribimos, de
lo que estamos hablando es siempre de literatura.
Lo que nos importa de Chandler, de Thompson o
de Hammet son los enormes escritores que eran,
más allá de si usaban un género o no. Y la literatura
no tiene que ver con los contenidos sino con las
formas, puntualmente tiene que ver con el uso del
lenguaje. Borges no es un autor policial, aunque
ha escrito algunos cuentos que pueden decirse que
son policiales. Tienen un investigador, un enigma
y una resolución, pero lo que define al cuento “La
muerte y la brújula” no es su condición de cuento
policial, sino la formalidad del mecanismo, y eso
es literatura pura. Lo que trato de puntualizar,
entones, es que la literatura y los géneros no son
categorías contrapuestas.
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ENTREVISTA | JUAN SASTURAIN
-¿Cómo es eso?
-Es que se cree que por un lado está la literatura en
serio y por otro están los géneros. Es un error absoluto
conceptual básico. Suponer que la literatura está en la
intención o está en los temas, o en las pretensiones.
Con la intención de generar una novela que refleje
la actualidad argentina de la última década, podés
hacer una basura, y escribiendo un relato que remita
a un misterio en una pensión, con dos cadáveres,
podés hacer un texto excepcional, con todas las
resonancias que aquella pretendida literatura no es
capaz de hacer porque los instrumentos que utiliza,
los usa sin conciencia o con torpeza.
-¿Entonces, qué es la literatura?
-La literatura es una categoría que atraviesa los
géneros. Dentro de la literatura llamada policial hay
escritores extraordinarios y hay un montonazo de
basura. Lo mismo pasa con todo, en una cultura neo
colonial como la nuestra, siempre en formación,
dependiente de influencias externas. Y muchas
veces, en los bordes del sistema literario o cultural es
donde se producen los fenómenos más interesantes,
más genuinos y valiosos, porque reflejan aspectos
donde las pautas culturales más ortodoxas no
aparecen en las fotos. Entonces, así surgen los
fenómenos culturales que nos definen y son
propiamente nuestros. Si no, no hubieran surgido
El Martín Fierro, ni El Eternauta, ni hubiera
surgido el tango. Eso no estaba en ningún lado,
no son excepciones, es la manera en que las cosas
pasan y que las “budineras” que se utilizan para
tratar de explicar son pavadas que explican tres
segmentitos para clasificar y nunca dan cuenta
de la riqueza de lo que pasa.
NEGRO ABSOLUTO
-¿Cómo nació la colección Negro absoluto que
usted dirige?
-Nació como un proyecto de la gente que es
responsable de la editorial, que lo pensó con
el objetivo de generar algo dentro de esta ola
universal que hay de detectives característicos
en todos los países. Entonces, surgió la idea de
juntar escritores para armar una colección de
novelas con detectives originales bien nuestros
y personajes fuertes para poder crear una saga
pensando en la salida al exterior. Pensando
en un desarrollo ulterior, en otros medios,
en traducciones, en que tuvieran elementos
fuertes de identidad nacional, porteña y que
trascurrieran todas en Buenos Aires.
24
CONABIP
-¿Cómo eligió a los autores?
-Lo convoqué a Ricardo Romero que llamó a su
vez a Leonardo Oyola y a Federico Levín. Y yo
convoque a Osvaldo Aguirre y a Elvio Gandolfo,
y también a Juan Terranova al principio de la
colección. Y ahí nos sentamos a repartir un poco
de qué quería escribir cada uno. Se trabajó por
encargo. Se plantearon las consignas. Son autores
y fueron convocados por autores.
-¿Cada uno de los textos son muy distintos
entre sí?
-Sí, cada uno hizo su obra absolutamente personal,
con su estilo y ningún personaje se parece en
nada. Las novelas son absolutamente abiertas. Y la
colección es un claro ejemplo de qué tipo de novela
negra es la creada en la Argentina. Son sagas con
personajes fuertes, tanto que al lector le queda el
personaje. Y ellos saltan de una novela a otra con
una situación pendiente, se desparraman. Pero de la
ortodoxia que se podría esperar de lo que se llama
novela negra, no tienen nada.
SENTARSE A ESCRIBIR
-¿Cuál es el momento en que comienza a escribir?
-Yo soy escritor de personajes, y para escribir pienso
siempre en personajes. Personajes y situación,
es decir, alguien puesto en una acción. Alguien
que piensa, siente o experimenta algo, una idea,
una obsesión y quiere encontrar el sentido o la
“zanahoria” para su vida. Por ejemplo, en el libro
Los sentidos del agua no pensé que Etchenique
(Etchenaik) iba a aparecer, y aparece. No es el
personaje de la novela detective que entra en una
novela. Viene de afuera y se mete en una historia que
ya está funcionando y, además, sabe mucho menos
que los lectores. El disparador puede ser el título o
el personaje, pero después depende de la cabeza del
escritor y qué necesita para poder escribir. El único
problema que hay es poder sentarse para escribir.
Uno es escritor mientras escribe y escribir es un
sentimiento, como todas las cosas.
-¿Y el detective Etchenaik tiene cosas de usted?
-Etchenaik existe o existió. Cuando concebí el
personaje, él tenía 67 años y yo 30. Ese que escribí
tenía 30 años menos que yo y como todo personaje,
o por lo menos en ciertos personajes de ficción,
Etchenaik en mis historias ha vivido dos o tres años.
Yo he estado escribiendo siempre sobre personajes.
Los investigadores, los que tenían el poder, eran
gente mayor. Yo era mucho más los personajes de
LITERATURA EN TV
En el ciclo televisivo Disparos en la biblioteca, Sasturain se pone el traje de detective literario
y sale a la calle a descubrir enigmas. “Hace unos años se llevó adelante la primer temporada
para un concurso de CePIA (Centro de Producción e Investigación Audiovisual) de la Secretaría
de Cultura de la Nación, en donde resultó elegido. Primero se transmitió por la TV Pública,
luego por Canal Encuentro, y también por 360 TV”, cuenta.
En cada capítulo se toca un tema central que se estructura según los principios del relato
clásico detectivesco. Así se mezcla ficción y literatura para acercarnos a la historia del género
policial argentino.
Fiel a las convenciones del género, “en este ciclo está reforzada la parte ficcional porque
tiene un vuelta de tuerca”, comenta Sasturain, ya que el programa “posee un falso problema
policial, un pretexto, un jueguito que sirve para hablar de literatura y temáticamente habla
de literatura policial”. Encarnando a un detective y acompañado por su secretaria, Sasturain
deberá resolver casos cuyas pistas terminarán llevándolo siempre a algún texto de nuestra
literatura de enigmas.
El escritor y periodista dice que no sabe si la televisión genera nuevos lectores: “Una cosa es
ver un programa que trata sobre libros y otra es leer libros; son experiencias completamente
distintas, precisamente hay que apagar la tele para leer. No sustituye la experiencia pero
tampoco sabemos hasta dónde la genera”.
Sasturain concluye que lo que sí se produce es probablemente una familiaridad con los libros:
“Me parece que eso es positivo en tanto y en cuanto el programa suministra una experiencia
donde los libros están naturalizados y las personas no están mistificadas”.
los estudiantes, que aparecían por ahí. Ha pasado el
tiempo y ahora, yo alcancé la edad de Etchenaik, él
se quedó ahí pero yo tengo su edad. Cuando salió
Pagaría por no verte me dijeron: “el detective está
más viejo, más reflexivo, más canchero”. Eso es
extraordinario, uno no es consciente de ello, pero
cuando convivís 30 o 40 años con un personaje, sobre
todo con personajes que tengan características así,
que están hechas en un determinado momento, el
que se mueve es uno. No somos los mismos cuando
escribimos a las 30, a los 40, a los 50 o casi a los 70.
-¿Y qué pasa con sus otros personajes?
-Un autor está diseminado en todos sus personajes
y a la vez en ninguno. Uno se puede poner, como
en la pésima literatura, como personaje opinante
o portador de saberes; los puede cargar con sus
opiniones, con su mirada del mundo, que son
torpezas literarias, pero al fin uno es todos los
personajes: el villano, las minas, los muertos; uno
está en todos esos. También está en el tipo de
conflicto, en lo que dicen y en lo que no dicen, en lo
que se esconde.
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CONABIP
SOBRE LA LECTURA DE NOVELAS POLICIALES
UNA SEDUCCIÓN
A NUESTRA CURIOSIDAD
“No sólo me gusta leer policiales: me gusta también descubrir las
rarezas del género”, dice el autor –que también ha incursionado en
esta literatura de sangre y enigmas– en estas reflexiones donde,
además, aporta singularidades y retóricas del género; obras y
autores; sus detectives, criminales y víctimas. Y en ocho puntos
señala claves del disfrute que implica entrar al mundo de los
cuentos y novelas policiales.
Por PABLO DE SANTIS
I
Es muy común que encontremos novelas policiales
en los lugares de veraneo. Las bibliotecas de los
hoteles (armadas a partir de los libros que los
huéspedes abandonaron u olvidaron) contienen
abundantes historias de crímenes. Cuando alguien
quiere pasarla bien en un viaje se lleva un policial.
Las novelas de detectives a menudo tienen arena
entre las páginas.
II
¿De dónde nace ese placer? En primer lugar de la
sorpresa, pero no se trata de una sorpresa totalmente
inesperada: más bien jugamos a sorprendernos
con los sucesivos crímenes y las correspondientes
deducciones de Sherlock Holmes, de monsieur
Poirot o el detective de turno.
Siempre que algo funciona es porque hay en su
interior un mecanismo sutil: el soneto, el drama
isabelino, el cuento breve, los haikus, inclusive las
canciones populares, con su duración prefijada y
su estribillo. Son ejemplos del amor por la forma.
Queremos un contenido sorpresivo, pero bajo una
estructura conocida.
III
Pero hay otra familiaridad que buscamos en las
novelas policiales: los detectives. Nos agradan las
manías del padre Brown, de la señora Marple o de
Adam Dalgliesh, el policía (detective y poeta a la
vez) que imaginó la gran P.D. James.
La novela “a secas” es, en esencia, un género
destinado a mostrar cómo cambia un personaje.
La novela –y el cuento– policial conforman un
género destinado a mostrar como no cambia
un personaje. El detective atraviesa crímenes y
circunstancias sin transformarse. Los muertos
son nuevos, los sospechosos son nuevos, pero
el detective es un viejo conocido que nos guía,
atento y concentrado, por los pasadizos y jardines
del mal.
ABRIL 2014 | BePé
27
IV
J.B. Priestley fue autor de obras de teatro, de hermosos cuentos fantásticos y de novelas.
En todas sus obras hay un gran tema: el paso del tiempo. Tiene también un libro llamado
Deleite que es a la vez la más alegre y melancólica de sus obras. Allí se propuso anotar
aquellas cosas que a lo largo de su vida le habían provocado distracción o felicidad. Hay de
todo: caminar por un bosque de pinos, viajar al extranjero por primera vez, jugar al billar.
Una de las primeras fuentes de deleite que anota es leer novelas policiales en la cama. “La
novela policial es desde luego convencional y estilizada –pensad en esas reuniones de
biblioteca, en esas comiditas en Soho con casi seis libras gastadas en vino, pagados con un
sueldo de Scotland Yard– pero sus limitaciones forman parte de su hechizo. Opone a la
inmensa, lamentable maraña del mundo real, su propio ordenado problema y su solución
clara.”
Walter Benjamin, por su parte, señaló el placer de comprar novelas policiales en las
estaciones de tren para leer durante el viaje. El viajero podría llevar alguno de los libros
que tiene en su casa, robustos y bien encuadernados, y sin embargo prefiere comprar una
novela policial en el quiosco de la estación. “Entre las hojas recién rasgadas de las novelas
policiales uno busca las pesadillas ociosas, en cierto modo vírgenes, que le permitan
superar las pesadillas arcaicas del viaje”.
A mí me encanta comprar alguna novela justo antes de viajar, en las librerías del
aeroparque o en la de Ezeiza, las dos muy bien surtidas, a pesar de lo que siempre se
dice de las librerías de los aeropuertos. Elijo con mucho cuidado: si uno se equivoca con
la lectura del viaje, está condenado al aburrimiento o a la revista de la línea aérea. En el
mundo de los aviones, hasta el mínimo riesgo debe ser erradicado: mejor que los lectores
cumplamos nuestra parte, y dejemos las elecciones caprichosas para cuando estemos con
los pies en la tierra.
V
No sólo me gusta leer policiales: me gusta también descubrir las rarezas del género. Porque
la novela policial está llena de libros completamente desconcertantes. Libros en los que el
género recuerda su cercanía con la pesadilla.
Se dice que el policial nació con "Los crímenes de la calle Morgue", de Poe. O con "La carta
robada". Pero también podríamos decir que nació con sus relatos de crímenes y locura:
"El corazón delator", "El gato negro".
Un ejemplo: La noche a través del espejo, de Fredric Brown, donde un editor de periódico
de un pueblo, especialista en la obra de Lewis Carroll, se ve implicado en una serie
de hechos insólitos que ocultan referencias a Alicia en el país de las maravillas y a su
continuación, Alicia a través del espejo.
En El percherón de negro, de John Bardin, el narrador es un psiquiatra que recibe la visita
de un extraño paciente al borde del colapso. Este le cuenta su maldición: un enano lo
persigue adonde vaya, arrojándole monedas. El psiquiatra intenta una interpretación
psicoanalítica del delirio… hasta que ve al enano y a sus monedas.
28
CONABIP
En El señor Byculla, de Erik Linklater, asistimos al desfile de una serie de personajes
triviales y sórdidos. Todos, tarde o temprano, conocen al misterioso y compasivo señor
Byculla. Este quiere borrar el dolor del mundo. Para ello tiene una fórmula perfecta: el
estrangulamiento.
Pero el más raro de todos es Henry Keeler, cuyas novelas tienen títulos como La voz de
los siete gorriones, El caso de la mujer transparente, El hombre de los tímpanos mágicos, La
cara del hombre de Saturno o Dedo, dedo. El escritor Gonzalo Carranza (autor también
de un libro muy extraño: El sistema de huida de la cucaracha) me prestó uno de los libros
de Keeler: El enigma del cráneo viajero. No recuerdo bien el argumento: sólo que era
imposible de recordar. El libro acumulaba enigmas, pistas, coincidencias asombrosas,
personajes por doquier, hasta que en un momento se revelaba que todo eran ilusiones,
un solo personaje había urdido la complicada trama. También recuerdo que el narrador
iba a cierta dirección para buscar a alguien, y descubría que el sitio era un cementerio
destinado a fenómenos de circo.
VI
Un placer agregado a las novelas policiales: las tapas.
En El séptimo círculo, los dibujos geométricos de José Bonomi, autor también del caballo
de ajedrez que servía de emblema a la colección, señalaban la afición al orden.
En la colección Rastros: escenas de acción, rubias opulentas, armas de fuego, cuchillos.
En la Serie amarilla de Tor: dibujos apresurados, confusos, en colores chillones. Y en el
interior esas letras diminutas, encimadas, borrosas…
En las novelas de Agatha Christie (de la editorial española El Molino): escenas
perturbadoras dibujadas con trazo hiperrealista.
Me acuerdo de la tapa de El hombre del traje color marrón: un traje tendido en el suelo,
y sobre él, la fotografía de un hombre sonriente. No había sangre, y sin embargo aquel
collage era una perfecta representación de la muerte.
En la tapa de Matar es fácil: un canario atravesado con un alfiler de oro.
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VII
Siempre decimos a los niños que la lectura es puro placer,
pero mentimos: es un placer complejo, con mucho de obligación
autoimpuesta. Creo que es por eso que el libro electrónico no ha
triunfado del todo: sentimos la íntima satisfacción de ver que las páginas
van pasando, que lo que falta es menos que lo que leímos, que el libro está siendo
vencido.
La novela policial es una tregua en esa lucha. No solo seduce a nuestro gusto por la
palabra justa o la invención: seduce a nuestra curiosidad. Queremos saber. Conocemos
la historia de la investigación, pero queremos saber la otra, la historia enterrada, la
historia del crimen. Avanzamos página tras página, como dice Chesterton, de lo
complejo a lo simple, de la oscuridad hacia la luz.
VIII
A veces los amigos nos prestan libros que jamás se nos hubiera ocurrido comprar.
Así me ocurrió con Secuestrado por el pueblo, de Geoffrey Jackson, que me prestó el
escritor Marcelo Birmajer, donde encontré una de las mejores escenas de lectura que
he podido descubrir.
Jackson era el embajador de Gran Bretaña en Uruguay. El 8 de enero de 1970 fue
secuestrado por un comando de Tupamaros, que lo mantuvo cautivo hasta septiembre.
El embajador contó sus experiencias en un libro donde no hay una sola línea de
autocompasión: narró todo, aún las penurias físicas, con humor y distancia, como si
le hubieran ocurrido a otro. Tenía miedo, pero además se aburría. Los captores en
ocasiones le conseguían algún viejo libro: una Biblia, un ejemplar del Quijote, La
montaña mágica de Thomas Mann… Sus guardianes estaban tan aburridos como él;
Jackson esperaba la libertad, ellos el relevo. Pero hay un momento en que a uno de
ellos le prestan unas cuantas novelas de Agatha Christie, protagonizadas por sus dos
grandes detectives: Hércules Poirot y la señorita Marple. Y es en ese momento donde
la alegría invade por igual al prisionero y a sus guardianes y se
ponen a festejar el hallazgo.
La literatura abunda en premios insignes: del Nobel
a ciertas ediciones consagratorias, de ensayos
eruditos a cátedras con nombre propio. Pero
no creo que un escritor haya alcanzado mayor
gloria que ésta, la que ganó Agatha Christie sin
saberlo: representar, para quien está prisionero,
un instante de felicidad.
30
CONABIP
CRONISTAS DE POLICIAL
Ficción o no
f icción, esa es
la cuestión
Que la realidad supera a la ficción constituye una premisa del imaginario
social tan asentada como difícil de someter a un análisis. Lectores de
diarios y de literatura la repiten cada vez que se anotician de un hecho
siniestro o desopilante, como si esta sentencia confirmara algo de la
oscuridad de la naturaleza humana, y como si esta oscuridad, a su vez,
tuviera cierto efecto tranquilizador.
Por LIBERTAD FRUCTUOSO
C
ómo se desentraña la relación entre
literatura y periodismo? Literatura, historia
y periodismo son discursos imbricados,
en primer lugar porque han vehiculizado a lo
largo del tiempo los mismos contenidos y porque
la profesionalización de los escritores se dio a
través de su trabajo en el periodismo (Roberto
Arlt cubría en el diario El Mundo la sección
policiales).
Cuando abordamos el policial, la crónica y
el cuento policial aparecen como caras de la
misma moneda, pues ficción y realidad se
retroalimentan. En cierta manera, el surgimiento
simultáneo de la crónica y el cuento policial, en
el marco de la prensa masiva de la segunda mitad
del siglo XIX, no es casual.
La industrialización que afianza el capitalismo
y consolida la concentración urbana plantea
un requerimiento de nuevas necesidades de
información y de distracción para públicos más
amplios. La prensa masiva hace, entonces, un giro
y pone a un lado los temas políticos, para abordar
cuestiones cotidianas. En síntesis, se reducen los
artículos de fondo, se explotan escándalos y se
desarrolla la sección sociedad.
Diarios y libros
Edgar Allan Poe dirigía la Graham’s Magazine,
donde se publicó por primera vez –1841– "Los
crímenes de la calle Morgue", cuento que sentó
las premisas de la literatura policial de enigma,
que desarrollaron célebres escritores británicos.
Desde ese entonces, la literatura y el periodismo
han establecido un estrecho vínculo moldeado a
través del género policial.
Con el paso de los años, surgió la novela
negra de la pluma de Raymond Chandler y
Dashiel Hammett: los ambientes oscuros se
transforman en los escenarios donde personajes
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CRONISTAS POLICIALES
desencantados, cínicos y sin un dólar deben hacer frente a la
corrupción policial.
La diferencia radical entre ambos es que si en el policial inglés
los protagonistas son típicamente de las clases sociales altas, los
crímenes son, por lo general, “refinados” y el culpable casi siempre
es descubierto y castigado por la ley, en el policial negro, el foco
del relato no es la resolución del enigma, sino mostrar la atmósfera
asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción
del poder político.
Este avance del género coincide con el surgimiento de la prensa
amarilla, famosa por los diarios de Pullitzer y de Hearst. El morbo,
el castigo ejemplar, casos de adulterio o crímenes cruentos llevan
a los periodistas a llamar diariamente a comisarías, morgues y
hospitales, para alimentar las fantasías de sus lectores.
En la Argentina
La hegemonía del género se dio hasta los ´60, década en la que el
policial negro se reabsorbe con el surgimiento del non fiction. Este
nuevo género representa un giro para la literatura y el periodismo,
en tanto problematiza los límites de la ficción; concretamente,
cómo se ficcionaliza o reconstruye el testimonio pone en cuestión
cuál es su valor de verdad y el contacto con la realidad.
Entre los referentes del non-fiction se encuentra Rodolfo Walsh
como pionero, que en 1957 publicó Operación Masacre. Truman
Capote dio a conocer, años más tarde, A sangre Fría -en 1965–,
aunque es popularizado como uno de los creadores del género.
En la genealogía del policial en la Argentina, la no-ficción ha
crecido exponencialmente en los últimos años y los referentes
proliferan: Candelaria Schamun, Cristian Alarcón, Sebastián
Hacher, Juan Carrá, Javier Sinay y Rodolfo Palacios, entre otros.
Y ha tomado cierta forma híbrida de no-ficción con rasgos de la
novela negra. Esto se debe a que, por un lado, la forma del relato
crónica está en su máximo esplendor: existen cursos de crónicas,
revistas de crónicas, escritores como periodistas. La crónica es
el género predominante en el periodismo, todas las secciones la
tienen y hasta las entrevistas, noticias, comentarios y notas de
opinión tienden a asumir la forma de la crónica. Así, los hechos
se transforman en historias bastante subjetivadas, situadas en un
tiempo y lugar psicologizados por la voz del narrador-periodista,
con la forma de introducción, conflicto y desenlace.
A pesar de que este modo de contar muchas veces pierde fuerza
por su efectismo, por la forma del happy end, o por su carácter de
denuncia inerte –además de que los periodistas se suelen ubicar
como héroes justicieros–, como contracara hay que destacar que
muchas veces los periodistas son los únicos que tiran de hilos que
nadie querría tirar.
Estos autores cuentan historias que están latentes en la conciencia
social, en la “voz del pueblo”. Este hecho emparienta casos como el de
Walsh y la frase que escucha: “Hay un fusilado que vive” (detonante
para que comenzara con la investigación de los asesinatos impunes
de la Revolución Libertadora) con libros como Cordero de Dios, de
Candelaria Schamun. El día del entierro de Candela Sol Rodríguez
32
CONABIP
en Hurlingham, cuando la gente se acercó para ver pasar el coche
fúnebre, una vecina murmuró: “Es un cordero de Dios”.
El policial argentino actual se suele desplazar por un conurbano
sórdido y marginal: Cristian Alarcón lo representa vívidamente en
Cuando muera quiero que me toquen cumbia, influenciado por su
coterráneo chileno, Pedro Lemebel.
En muchos casos, la provocación y el resentimiento son motores
para la denuncia política y social, que sirven para la estetización
o desestización de ciertos temas controvertidos. Sebastián Hacher,
en Cómo enterrar a un padre desaparecido, busca recuperar algo de
lo perdido en el vínculo padre desaparecido-hijo y, si bien aparece
cierto peso testimonial, el recorte histórico, social y económico
del contexto que realiza se podría manifestar como un desinterés
explícito sobre la vida política de las generaciones pasadas. En
este sentido, bordea un terreno ideológico que se desvincula de lo
periodístico.
En ciertos trabajos se pretende preservar la identidad de las
personas involucradas: por ejemplo, en Críminis causa, Juan Carrá
cuenta la historia de un chico y todo lo que el sistema le quita y le
propone a cambio. En un libro que trata de la delincuencia como
fenómeno social, de un líder de villa que perdió sus códigos, un
chico sin lugar dónde escaparse, de instituciones sucias y corruptas,
donde el círculo sólo cierra con el periodista como actor político,
que es fundamental en su enunciación.
En algunos casos, la voz del narrador empatiza con el victimario,
como lo hace Javier Sinay con Sangre joven, que se pone en la piel de
jóvenes (Junior, el tirador de Carmen de Patagones, y otros menos
conocidos) para acompañar con su prosa historias de afectos no
correspondidos, de presiones sociales y realidades atroces.
La violencia está reducida a la inseguridad, esto es quizás lo que
intenta plantear Rodolfo Palacios con El Ángel negro, vida de
Robledo Puch y Conchita, el hombre que no amaba a las mujeres,
un retrato del asesino platense Barreda y otros testimonios. Pues
la agenda mediática sesga el hecho de que más del 60% de los
homicidios son intrafamiliares o de género.
Diferencias
Los medios de comunicación masivos tienden a construir un
imaginario donde el papel de víctima lo acaparan sujetos de clase
media-alta. El destino de privilegio –presuntamente merecido y
hasta naturalizado– aparece amenazado por actores sociales más o
menos difusos, englobados en el fenómeno de la inseguridad, cuyo
discurso instala una suerte de “miedometría” donde la “sensación
de inseguridad” es una variable política determinante. Entonces, el
lector o espectador se constituyen, identificándose también como
víctimas. En cambio, estos casos actuales de la no ficción en la
Argentina traen otra imagen de la realidad y del conflicto social.
Constituyen una ventana para hacer visibles a otras víctimas, otras
violencias. Recuperan y muestran el funcionamiento de estructuras
de poder cuya actividad queda silenciada por el imaginario
producido por los massmedia.
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CARLOS GARCÍA BES, LEO CHIACHIO & DANIEL GIANNONE Y ROBERTO FERNÁNDEZ
Detalles (de izquierda a derecha) "El árbol preñado" (1977), "Arco iris de luna y sol"(2011-12), "Solve et coagula"(2000-01)
ARTE TEXTIL:
CREAR ENTRAMANDO
Los artistas Carlos Luis “Pajita” García Bes, Roberto Fernández y Leo
Chiachio & Daniel Giannone trasladan la pintura al oficio del bordado y
el telar incursionando el ejercicio de crear con las costuras la búsqueda
esencial del color y de la forma: producen con materiales. Así entretejen
un proceso creativo donde la imaginación no conoce límites y forma una
identidad propia y argentina.
Por ADRIANA LUGONES
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CONABIP
PACHAMAMA
CARLOS LUIS “PAJITA” GARCÍA BES
Tapiz | 140 x 185 cm | 1978
foto: Guadalupe Miles
C
arlos Luis “Pajita” García Bes (Salta 1914-1978) descubrió en el arte textil la fibra noble que
tramaba –literal y conceptualmente– la historia americana. A partir de un amplio registro de
investigación y creación, inicia en la década del 40 la revalorización del arte precolombino que
incidió en la cultura del noroeste, rescatando sus formas y espacios planimétricos para representar
los antiguos relatos y leyendas de los pueblos originarios. Son obras de gran tamaño realizadas
con las técnicas de telar criollo y lana de oveja teñida artesanalmente, con un gran valor estético
y policromático, sobrepasando al costumbrismo para acercarnos al arte étnico y conceptual. Fue un
artista que, consciente de las vanguardias internacionales, vio en el tapiz la posibilidad de plasmar
una imagen moderna en este arte ancestral. García Bes supo transitar en su vida y en su obra la
destreza del telar y la alfarería con maravillosas narraciones, música y danzas de raíces ancestrales
–que vivenció en los ritos y ceremonias de chiriguanos y chanés– dejándonos como legado una
compleja identificación cultural, que aporta a la identidad argentina.
flickr.com/photos/guidoyan/3976684315/in/photostream/
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PAMPA DE CARNE
Técnica mixta | 500 x 150 cm | 2011 - 2014
ROBERTO FERNÁNDEZ
L
a particularidad de Roberto Fernández (Lanús, 1951) es la originalidad en cada una de sus
etapas, no solo por sus planteos, sino por su capacidad de trascender poéticamente la mezcla de
los más variados materiales, por ejemplo hilo, cinta chonflex y, en especial, una invención propia
que es el papel calco que no es orgánico. Al ser tan resistente, este material le permite bordarlo,
dibujarlo, quemarlo y agredirlo de diversas maneras hasta lograr múltiples resultados. La técnica
que utiliza es de gran labor artesanal. Sus obras son membranas orgánicas que van entramando
un todo que capa tras capa se carga de invención y de una estética propia. El trabajo consiste en
papeles bordados donde las costuras se elevan mostrándonos una fluidez que se expresa en sus
obras logrando hacer aparecer algo que no existe, construyendo símbolos. Más allá de lo simbólico,
las transparencias y los bordados, Roberto Fernández es un poeta de la búsqueda a través de las
formas, que nos encandila con su potente belleza y sentido.
robertofernandez.tumblr.com
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CONABIP
LA FAMILLE DANS LA JOYEUSE VERDURE
Técnica mixta| 100 x 150 cm | 2013
LEO CHIACHIO & DANIEL GIANNONE
L
eo Chiachio (Banfield, 1969) y Daniel Giannone (Córdoba, 1964) no solo son una pareja creativa,
sino también compañeros de vida. Entretejen e incurren con sus bordados en un mundo fantástico
en donde la imaginación no conoce límites. De esta manera se conectan con la delicadeza del
trabajo paciente –rescatando la tarea manual– con la gran fuerza y potencia de su pintar con agujas e
hilos. La tela se va recreando mediante intensos colores textiles, moldeando formas que denotan una
vitalidad que se respira y se percibe. El arte latinoamericano está presente a través de una estética
kitsch: colores saturados, elementos de la fauna, la flora y los pueblos originarios. Ellos recrean con
las costuras los efectos de la pintura, utilizando la técnica como un medio para representar la idea a
partir del valor, el color y el volumen que generan en un proceso creativo. Sus obras están atravesadas
por un continuo paseo de personajes y caracteres. Se plasman ellos mismos disfrazados de distintas
figuras desfilando uno tras otro en la dimensión infinita de su fábula.
chiachiogiannone.com – leo-chiachio--daniel-giannone.blogspot.com.ar
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CONABIP
INSTITUCIONAL
Lo que dejó
el Encuentro
Del 18 al 21 de septiembre de 2013 se
llevó a cabo el IV Encuentro Nacional de
Bibliotecas Populares que por primera vez
se hizo en Tecnópolis. Un total de 1680
representantes de bibliotecas participantes
de toda la Argentina compartieron esta
instancia de capacitación y puesta en común
de experiencias que la CONABIP realiza sin
interrupciones, cada dos años, desde el 2007.
Por MALENA HIGASHI | Fotos: SEBASTIÁN MIQUEL
ABRIL 2014 | BePé
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IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
C
ada Encuentro Nacional de Bibliotecas
Populares es una verdadera fiesta y esta vez
no fue la excepción. 1680 representantes de
bibliotecas participantes de todo el país llegaron
al predio de Tecnópolis para compartir cuatro
jornadas intensas de capacitación, mesas temáticas
y conferencias magistrales. Esta vez el lema del
Encuentro fue “Inclusión digital para compartir
el futuro”. Esta temática estuvo presente en gran
parte de las charlas, así como también hubo temas
relacionados con la promoción de la lectura, el papel
de la biblioteca en la comunidad y herramientas para
abordar la lectura con jóvenes, entre otras.
Las BP en las mesas
Las bibliotecas populares son el centro de este
Encuentro, porque compartir y replicar es uno de
los objetivos del evento. Nueve de ellas participaron
de las mesas temáticas contando los resultados y
40
CONABIP
las experiencias de distintos proyectos que llevaron
adelante.
Susana Evelin, de la BP “Domingo F. Sarmiento”,
de Santo Domingo, Santa Fe, participó de la mesa
“Lectura y literatura en el soporte que soporte”,
compartiendo un proyecto que inicialmente
presentó en el Programa “Por más Lectores” de
la CONABIP. Se trata de una iniciativa que buscó
trabajar en la biblioteca con libros electrónicos. “En
el país no hay muchas experiencias relacionadas
con este tema. Empezamos con una campaña de
difusión, llevamos los libros electrónicos a las
plazas, veíamos qué repercusión tenían, cuál era el
uso y la manipulación de los aparatos”. Para ella
fue muy motivador compartir la mesa con otras
bibliotecas porque según dice, “después que uno
cuenta la experiencia, las bibliotecarias se acercan
y preguntan, y eso enriquece mucho”. Gustavo
Llanes, que acompañó a Susana, agregó que en el
Encuentro se da siempre un intercambio con las
otras bibliotecas, con las realidades que cada una
INCLUSIÓN DIGITAL PARA COMPARTIR EL FUTURO
tiene y se ven situaciones a mejorar: “Nos vamos
dando consejos, nos vamos pasando información y
ni hablar de las presentaciones en las que me tocó
estar, todas excelentes”.
Una sala colmada de bibliotecarios y bibliotecarias
recibió con un fuerte aplauzo a los actores María
Dutil y Lito Cruz que compartieron la mesa
“Experiencia de lectura en lugares no tradicionales”
junto a Marina Álvarez y Blanca Rosa Araujo
Ferro de la BP “María Luisa Buffo de Ferro”, de
Monteros, Tucumán. Al finalizar la charla, muchas
bibliotecarias se acercaron a dialogar con ellas: “Hay
otras bibliotecas que están trabajando con proyectos
de lectura en lugares no tradicionales (hospitales,
geriátricos, etc.) y surgió la inquietud de que todas
queremos volcar la experiencia en algún sitio para
que las otras puedan tomar como referencia”,
señaló Álvarez. Prima Cerdá y Norma Larrea, de
la BP “Bernardino Rivadavia” de Villaguay Entre
Ríos y Estela Suris de la BP “Chacras de Coria”
de Mendoza estuvieron presentes atraídas por
la temática; la primera trabaja con la lectura en
lugares no convencionales la lectura: merenderos,
psiquiátricos, dos geriátricos y también en el hogar
de niños, mientras que la biblioteca de Suris lo hace
en el Penal de Almafuerte, donde armaron una sala
de lectura.
El uso de nuevas tecnologías y la inclusión digital
fueron ejes a trabajar en el Encuentro. Por ese
motivo se invitó a Nieves Castillo Alzuri de la
BP “Domingo F. Sarmiento”, de General Villegas,
Buenos Aires. Ella explicó un novedoso sistema
de información para atraer nuevos lectores,
sobre todo a los jóvenes, y llamar la atención de
la gente que concurre a la biblioteca. El mismo
consiste en utilizar el Código QR a través de un
teléfono celular. Al respecto, destacó que es muy
sencillo de usar y gratis, “algo muy importante
para las bibliotecas populares como la nuestra,
porque siempre estamos buscando la forma
de utilizar algo y maximizar los recursos que
tenemos”. (Ver nota Cultura Digital, pág. 62)
ABRIL 2014 | BePé
41
IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
La posibilidad de estar comunicados con la
comunidad y de generar contenidos culturales
locales son algunas de las grandes ventajes que
ofrece el proyecto de tener una radio propia. En
la BP “Leopoldo Lugones”, de Villa Giardino,
Córdoba, funciona la radio La Minga, gracias a
la licencia otorgada por la Autoridad Federal de
Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA).
Invitada a participar de la mesa “Nuevas formas de
comunicar y herramientas digitales de visibilidad”,
Gisela Lewin, que pertenece a esa biblioteca, alentó
a las bibliotecas a usar las redes sociales como
herramientas de comunicación y de difusión de
información. Habló sobre el poder de cambio de las
redes sociales y cómo es el ciudadano el que tiene
una herramienta al alcance de su mano: “Ojalá que
haya muchas más noticias sobre las bibliotecas y
todo lo que se hace. Hay un montón de personas
42
CONABIP
que la pelean, pero hay una línea editorial, y hay
un montón de estructuras y a veces desde adentro
es difícil pelearlo. Por eso valoro mucho el trabajo
comunitario para contrastar la información
hegemónica”, dijo con mucho entusiasmo.
De aquì, de allà y de todos lados
Desde Tierra del Fuego vino Marcela Falconat
representando a la BP “Sarmiento”, de Ushuaia.
Para ella el Encuentro fue muy productivo: “Las
mesas nos dieron herramientas para continuar con
nuestra labor. Toda información o herramienta
que nos brinden nos es útil para luego volcarla
hacia el usuario”.
En la última jornada, en la cola para presenciar
la conferencia de cierre de Mauricio Kartun y
INCLUSIÓN DIGITAL PARA COMPARTIR EL FUTURO
el recital de Soledad Pastorutti, La Sole, las más
entusiastas fueron bibliotecarias santafesinas
que cantaban revoleando porras de colores.
Alrededor de 31 bibliotecas pertenecientes al
núcleo centro noroeste de bibliotecas de Santa Fe
participaron del Encuentro. Entrevistada entre la
multitud eufórica, María Guardia de la BP “Del
Bicentenario” de la localidad de Díaz, de dicha
provincia, dijo que el Encuentro es fascinante y
emocionante para las bibliotecas que vienen de
muy lejos: “La sensación que te produce es una
alegría… Nosotros trabajamos con chicos de bajos
recursos y trabajamos también con chicos de un
hogar que los alberga porque tienen problemas
de aprendizaje. Lo que aprovecho del Encuentro
son las enseñanzas y las técnicas que nos dan para
trabajar con ellos”.
Es el último día de Encuentro y en el balance,
Gabriela Bernard, de la BP “Ser protagonistas”,
de General Campos, Entre Ríos, cuenta cómo
surgió su biblioteca en el contexto de crisis del
2001: “Varios jóvenes nos juntamos a hacer
una movida en la plaza, a pedir donaciones de
cuadernos y lápices para darles a los chicos y la
gente empezó a llevar libros y nos propusimos
fundar una biblioteca”. Ella resume muy bien un
sentimiento común entre los participantes del
Encuentro: “Los que somos del interior sentimos
que todo está concentrado en Buenos Aires, la
información, lo cultural, todo”; por eso el espacio
del Encuentro brinda acceso y posibilidades de
capacitarse e informarse, de encontrarse con los
pares para seguir construyendo. Uno se vuelve con
un montón de ideas para hacer, dice.
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IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
Dìas de encuentro
Las mesas temáticas se desarrollaron en paralelo y cada
biblioteca eligió previamente aquellas de su interés. Los
pabellones de Tecnópolis colmados de bibliotecarios
y bibliotecarias dieron cuenta del entusiasmo por
participar. Todas las charlas y conferencias del
Encuentro están disponibles online en Canal BePé,
www.conabip.gob.ar/canal_bp. La enorme cantidad
de asistentes a los talleres de DigiBepé, mostraron el
interés por parte de los bibliotecarios y bibliotecarias
que asistieron para afianzar sus conocimientos en
relación a esta herramienta.
44
CONABIP
Este IV Encuentro, que contó con 23 conferencias,
talleres y shows artísticos, se realiza por primera
vez en el parque ubicado en Villa Martelli. Las
bibliotecas populares tuvieron la oportunidad
de conocer el predio a través de una visita guiada
sumándose al “Desafío del conocimiento” que
propone Tecnópolis.
La jornada de cierre comenzó con la conferencia
a cargo de Kartun, que con mucho humor hizo
un recorrido biográfico por sus lecturas desde
la infancia; un repaso libros que lo hicieron el
dramaturgo que es hoy. (Ver el texto completo
INCLUSIÓN DIGITAL PARA COMPARTIR EL FUTURO
en la página 48). Joaquín Furriel deleitó a las
bibliotecarias con la lectura de poemas románticos,
y finalmente subió La Sole al escenario. También
se sumó su hermana Natalia Pastorutti, y juntas
hicieron bailar a todo el público presente, que
entusiasmado, empezó a revolear chales y abrigos
emulando el poncho de la cantante de Arequito.
Para cerrar, Ángela Signes, Presidenta de la
CONABIP, se sumó al escenario para agradecer
la participación de todas las bibliotecas populares
presentes, de los expositores y conferencistas
y al personal de la institución, que trabajó
especialmente en la realización del Encuentro y
que recibió el reconocimiento y el aplauso de los
bibliotecarios y bibliotecarias. Así culminaron
cuatro días de trabajo; como dijo Gustavo Llanes de
la BP, “Domingo F. Sarmiento”, de Santo Domingo,
Santa Fe, “uno viene acá y carga las pilas para seguir
en su biblioteca tratando de hacer cosas nuevas, de
adaptar experiencias que han hecho los compañeros
en otros lugares”. De eso se trata: de compartir y
replicar, de volcar a la comunidad las experiencias
aprendidas en estos días de Encuentro.
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Algunas textuales del Encuentro
ulares contó con la
El IV Encuentro Nacional de Bibliotecas Pop
referentes de la cultura
participación de las bibliotecas populares y
as, 2 mesas redondas y 3
nacional que participaron de 12 mesas temátic
nas destacadas textuales de
conferencias magistrales. Compartimos algu
los expositores.
“
Ustedes, más que cualquiera de nosotros, porque ustedes están custodiando
memorias, historias, tradiciones, también futuro, también utopías, también
ideales, están custodiando poéticas, están custodiando también saberes de la
naturaleza. Están allí, quizás, impidiendo que los bárbaros avancen. Están ahí en
sus reductos, en los pueblos de este a oeste, allí en zonas a veces complicadas,
donde los miran con ojos sospechosos porque guardan saberes libertarios y
ustedes están protegiendo los libros. Ricardo Forster, filósofo y ensayista. Mesa
redonda: Pensar la biblioteca en la era digital.
”
“
Empezar a leer es complicarse la vida. Es una linda manera de pensar. Leer
literatura, leer filosofía, leer poesía, leer ficción, es conocer gente, en general,
saludablemente mucho más inteligente que uno. Salir de la propia tontería,
ignorancia y autosuficiencia y abrirse un poco al mundo, abrirse a la aventura de
enterarse qué pasa fuera de uno Juan Sasturain, escritor. Conferencia inaugural:
Libros que cambian.
”
“
Hablamos de horizontalidad y de un sujeto activo. Antes, cuando mirábamos
la televisión, escuchábamos la radio, de alguna manera eramos sujetos pasivos.
Ahora somos productores de contenidos, si queremos tenemos las herramientas
para hacer. Y hablamos de este paradigma, de esta nueva comunicación, de cómo
generamos un cambio en la comunicación. Gisela Busaniche, periodista. Mesa
temática: Nuevas formas de comunicar y herramientas digitales de visibilidad.
”
“
Todos estos nuevos soportes –a pesar de cuánto faciliten el acceso y las
interrelaciones textuales- siguen requiriendo del involucramiento del lector,
y no se apartan de la búsqueda de la acción reparadora de la lectura literaria
que evocaba Simone de Beauvoir: “Los libros me tranquilizaban: hablaban y
no disimulaban nada; en mi ausencia, callaban; yo los abría y entonces decían
exactamente lo que decían”… lo que el lector/a necesitaba. Graciela Bialet,
escritora y docente. Mesa temática: Lectura y literatura en el soporte que soporte.
”
“
Ustedes cuando van a leer un libro quieren la historia cerrada que alguien
pensó. Imaginate que tuvieras un libro, hoy tecnológicamente se podría hacer,
que te dice: “elija la cantidad de personajes”, los elegís. “Elija las virtudes de
éste”, elegís. “La virtud del otro”, elegís. Tal opción y tal opción y al rato te
harta porque de alguna manera, intuitiva o aún si fuera toda una comunidad
de gente que está escribiendo, podría ser, pero no tendría el equivalente a que
una persona sin opción a cambio eligió, eligió, eligió y terminó y desarrolló esta
historia porque de todo universo posible de circunstancias y salidas cristalizó una
que es significativa para nosotros y para él. Luis María Pescetti, actor y escritor.
Conferencia magistral.
”
“
La vida cotidiana está atravesada por la tecnología. La biblioteca hoy tiene que
adaptarse a ese lector y a este nuevo mundo, con el justo equilibrio, tenemos
que acompañar a ese lector, un lector con juicio crítico. ¿Y cómo llegamos a
construir un lector con juicio crítico? Leyendo literatura Sandra Comino, escritora
y periodista. Mesa temática: Internautas y lectores.
”
46
CONABIP
“
Hoy más que nunca los libros ocupan un lugar importante. Hoy no necesitamos
ejércitos de la independencia, porque por suerte no estamos en guerra con balas,
sin embargo sí necesitamos luz, pensamiento, discernimiento a otro tipo de
ataque. Hoy los medios de comunicación se han convertido en, tal vez, las armas
más poderosas de colonialismo, que justamente las bibliotecas populares, los
libros, esos libros en que los vecinos de cada lugar donde ustedes trabajan van
a encontrar luz para poder discernir tanto bombardeo de pensamiento, que no
siempre es el nuestro Araceli Bellota, historiadora y Directora del Museo Histórico
Nacional. Mesa temática La historia que cuenta.
”
“
Yo confío en que va a haber más gente que encuentre en el teatro y en los libros
una herramienta que les permita, cuando salgan de la cárcel, que el ámbito sea
menos hostil del que fue cuando entraron María Dutil, actriz y Directora del
Proyecto Teatral "Lito Cruz en las cárceles". Mesa temática Experiencia de lectura en
lugares no tradicionales.
”
Se escribe también, como ciruja, digamos, la idea del ciruja que anda recogiendo
“cosas
que no sabe en qué sentido le van a servir pero no duda de que le van
a servir. Un escritor creo que hace eso, recoge frases, restos de lenguaje, de
historias que quedan en una especie de galpón y en algún momento (puede ser
esa misma semana o veinticinco años después) las usa para algo Ricardo Mariño,
escritor y periodista. Mesa temática: Literatura infantil. Un camino por los libros.
”
me metí en la novela A veinte años, Luz en 1976 descubrí dentro
“deEnmí,cuanto
ese miedo intacto, ese miedo obsceno, doloroso y vivía en España en
circunstancias completamente diferentes, y sin embargo me daba cuenta que
siempre estuvo ahí guardado y esa sensación, mientras mi hijo crecía dentro de
mi cuerpo, yo creo que es algo que nunca se puede olvidar y creo que pude tomar
ese miedo por las astas, y escribir esa novela. Pero no fue sólo un descargo o
algo vacío, una manera de sacarse algo de encima, sino que con la propia fuerza
que da la escritura tuve también otra idea fija que era: “quiero que la historia de
estos chicos robados y apropiados se conozca en cualquier lugar. Elsa Osorio,
escritora. Mesa temática: La vida real de los libros.
”
Las palabras, como ya lo sabemos, están mal distribuidas. Hay gente que tiene
“muchas
palabras y hay gente que tiene pocas palabras. Hay barrios en los que
sobran las palabras y hay barrios en los que escasean las palabras. Llevar ficción
es un acto de repartir con justicia las palabras. Liliana Bodoc, escritora. Mesa
redonda Claves para abordar la lectura con jóvenes.
”
“
Lo que hay que tener en cuenta es que cuando formamos un lector, no lo
hacemos para que sea más culto, ni más inteligente, ni gane más plata, ni
aprenda a pisar la cabeza a sus contemporáneos, ni para alentar la piratería de
conocimientos. No. Nosotros queremos que sean lectores por dos razones: para
que disfruten de la lectura y para que encuentren novia o novio. En realidad, esto
último no es verdad, pero ahí tienen un mito que se puede usar, sobre todo si no
es verdad y el chico anda flojo de levante. Leete unas novelas del siglo XIX que
seguro vas a encontrar alguna novia. Las chicas mueren por chicos lectores. Tal
vez siga siendo soltero el resto de su vida, pero qué bien la va pasar leyendo.
Sergio Olguin, escritor. Mesa redonda: Claves para abordar la lectura con jóvenes.
”
A través del portal de la CONABIP se pued
e acceder a Canal
BEPÉ, donde se encuentran online los videos
de todas las mesas
temáticas y conferencias: http://www.conabip.g
ob.ar/canal_bp
ABRIL 2014 | BePé
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48
CONABIP
IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
El lector y sus
circunstancias
El dramaturgo, director y maestro de dramaturgia Mauricio Kartun cerró
el IV Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares con la conferencia
magistral “Leete éste: cómo, de quién y de dónde llegaron los libros que
hicieron al dramaturgo”, un recorrido biográfico a través de los libros que
fue leyendo a lo largo de su vida y las historias que acompañaron esas
lecturas. Para aquellos que estuvieron presentes y quieren rememorar
este camino de lecturas, o para aquellos que no pudieron escucharlo,
publicamos este mensaje para las bibliotecas populares condimentado
con anécdotas, recuerdos y por sobre todo, mucho humor.
Por MAURICIO KARTUN | Fotos: SEBASTIÁN MIQUEL
ABRIL 2014 | BePé
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IV ENCUENTRO
ENCUENTRONACIONAL
NACIONAL
DE DE
BIBLIOTECAS
BIBLIOTECAS
POPULARES
POPULARES
B
ueno, charlemos un rato... Recién
preguntaba cómo estaba anunciado el
evento y alguien me dijo “Conferencia
Magistral”. Qué bravo... Para un sábado
a la mañana de sol, día de la primavera,
“Conferencia” es raro ¿no?, aunque seas
bibliotecario, que ya es raro en la vida,
aunque seas bibliotecólogo, que es más raro
todavía –es más, ni siquiera sé si existen los
bibliotecólogos–, digo yo...
Público: Sííí.
M.K.: Existen, pero como los extraterrestres:
están alrededor tuyo y nunca los conocés. En
fin: ¿qué decirles, de qué hablar? En hablar de
libros con bibliotecarios, hay algo como de
hablar de salame en la fiambrería. Cuando me
propusieron hacer esta conferencia un sábado
a la mañana, pensé: daría más para ronda de
mate, pero claro, más de mil personas en la
sala, como en la propaganda de cerveza: allá en
la punta les llegaría lavado...
Público: (Risas)
M.K.: Pero, bueno, vamos a intentar que de
alguna manera pierda la rigidez de lo que se
supone sería una conferencia –ya que nada
me han conferido- y tome alguna naturalidad
primaveral. Cuando Julia Magistratti me
propuso hacer esta actividad, peloteamos ideas,
pero ¿cómo transformarlas en algo concreto, de
qué hablar, qué eje encontrar? Uno acepta estas
cosas porque cuando te las proponen falta tanto
tiempo que decís “En algún momento esto se
arma...” Lo cierto es que había hecho algunos
bocetos mentales, y ayer venía manejando hacia
Buenos Aires desde la costa atlántica, viajaba
solo y aprovechando ese momento inefable de
la soledad y de la tranquilidad de la ruta –un
lugar muy inspirador, muy generador: esta cosa
de parar el coche al costado de la ruta, que es
un hermoso no lugar, un lugar que en términos
prácticos no existe–, recordé un par de cosas
que me parecían pertinentes. La primera es
que hace una semana nomás me contactó un
fotógrafo que está moviendo una idea muy
piola, está preparando una exposición y una
publicación que se va a llamar Leídos, y de lo
que se trata simplemente es de ir a la casa de
escritores y fotografiar libros que ellos hayan
leído y que tengan las marcas de su lectura, que
estén intervenidos, que tengan ese resaltado,
50
CONABIP
esa marca, esas anotaciones. “Ni siquiera me
hacen falta subrayados del texto, aun ajado
me sirve, yo quiero mostrar ese objeto que de
alguna manera se ha cargado de la vitalidad
de la lectura de alguien que lo transforma en
otra cosa.” Me pareció tan interesante pensar
esto, un libro en el cual se puede rastrear algo
de lo que ese libro produjo. Y eso me llevó a
recordar que hace muy poco, unos meses atrás,
en una visita que hice a la Biblioteca Nacional,
Horacio González, su director, me regaló un
libro notable hecho por dos bibliotecarios de
la BN que se tomaron un trabajo tremendo:
tomar la biblioteca personal de Borges y
leerla analizando los escritos al margen y los
subrayados de ese lector, creando una especie
de historia de Borges a través de sus libros.
“Un libro no es solamente
un libro, es ese contenido
en el contexto en que
el lector introduce esa
ficción en su propia vida”
Una vez más, el libro y sus circunstancias.
Pensé, entonces, “por qué no hablar de esto”,
hablar de la circunstancia del libro. ¿Qué es una
circunstancia? Literalmente circunstancia es lo
que circunda, lo que está alrededor. Me parecía
justo para hablar con un bibliotecario, hacerlo
no sobre el contenido de los libros sino sobre
aquello que lo rodea, siendo que lo que está
alrededor de los libros tiene dos posibilidades,
dos escalas posibles: presente y origen. Un libro,
además de su contenido, es siempre el presente
del lector durante esa lectura, y el origen, quién
te lo dio, quién fue ese que alargando la mano
pronunció “leete éste”, quién puso en tus manos
ese libro. En principio un libro no es solamente
un libro, es ese contenido en el contexto en que
el lector introduce esa ficción en su propia vida,
y no podía dejar de pensar en eso ayer, parando
el coche allí al costado del camino. Pensaba,
por ejemplo, que para mí es imposible separar
Los premios de Cortázar de la muerte de mi
padre. Leía esa novela a los dieciocho años,
cuando él murió, y esa novela que no tiene que
ver con ese tema, ha quedado, sin embargo,
impregnada de esa circunstancia. Esa novela es
ahora inseparable de ella. O que tras la primera,
gran, enorme, desilusión amorosa (uno usa
eufemismos para no decir la primera vez que
una mujer me abandonó), estaba leyendo La
tregua de Benedetti y siempre recuerdo estar
en un bar que ya no existe, “El Paulista”, en
Corrientes y Pueyrredón, leyendo esa novela
y lagrimeando. Y ayer allí, descansando al
costado de esa ruta pensaba, ¿lloraba porque al
protagonista se le había muerto la mujer que
amaba o lloraba por que a mí se me había ido la
mía? Y sentía que una cosa era absolutamente
inseparable de la otra.
Recordé, luego, una manifestación más
espectacular todavía del libro. Era una época
de trabajar fuera del teatro; habían nacido
mis hijos, eran chicos, yo trabajaba todo el día
recorriendo talleres metalúrgicos en donde
intentaba vender electrodos de soldadura
eléctrica, y de pronto un día leí La calle del
agujero en la media de Raúl Gonzalez Tuñón,
que había estado en mi biblioteca dando vueltas,
durante mucho tiempo. Abrirlo y encontrarme
con un poema extraordinario, “La cerveza del
pescador Schiltigheim”: “Para que bebamos la
rubia cerveza del pescador de Schiltigheim, es
necesario partir y volver”… “Estamos en una
encrucijada de caminos que parten y caminos
que vuelven”. Y en ese fenómeno curioso que
tiene la metáfora sentir “me está hablando, me
está diciendo que tengo que tomar la decisión”.
Y de una manera natural, espontánea,
empujado por la metáfora de ese poema, cinco
días después empezar a preparar mi cambio
de vida: dedicarme por entero a aquello que
amaba, la escritura y el teatro.
Es decir, esos libros no son esos libros, son
ellos y las circunstancias. No existiría sino el
I Ching, ¿qué otra cosa es el I Ching que un
libro de poesía al que uno consulta en el marco
de una circunstancia? Es muy curioso eso, al
I Ching no lo hace otra cosa que el deseo de
tratar de dar contestación a lo que no lo tiene.
Para los que no lo conocen: el I Ching funciona
tirando unas monedas que en un sistema te
dicen “en esta página y en este párrafo está
la respuesta a lo que vos preguntás”, y allí
encontrás una metáfora. Las preguntas son
siempre secretas, no se profieren. De pronto
vos decís, como yo entonces, digamos: “¿debo
dejar de vender electrodos en este Citroën
destartalado y aunque me vaya mal y no gane
un mango dedicarme a intentar que la gente
vaya a ver mis obras?” y el I Ching quizá te
conteste: “Cruzarás el rio con fortuna si entre la
espuma sos capaz de encontrar las piedras”. Y
vos dirás como yo: “Ma´sí, al demonio con los
electrodos.” Es decir, en la metáfora vinculada
a la circunstancia, uno encuentra la respuesta,
es muy curioso.
Hago la primera disgresión (los sábados a la
mañana son más de la disgresión que de la
progresión, así que permiso). Entre mis amigos
tengo fama de escéptico. Un día llegué a casa y
mi mujer con unas amigas estaban consultando
el I Ching. Y claro, con mi fama, naturalmente,
me pusieron cara de “aquí no es”. Seguí de largo,
pasé a la cocina y cuando me acercaba … “No te
acerques porque como vos no crees vas a cortar
lo que pasa”, me decían; “Tu escepticismo no
nos sirve, no importa que vos no creas, nosotras
sí”. Les aclaré: “Cómo no voy a creer en un libro
de poesía, si creo en Shakespeare ¿como no voy
a creer en el I Ching?”. Entonces se enojaron
más todavía: “Pero éste además de un libro de
poesía es un oráculo”, y yo insistía: “Si alguien
encontrase la manera matemática de consultar
las obras completas de Shakespeare, podría
hacer de las obras completas de Shakespeare un
I Ching”. Se rieron y me mandaron a la cocina
de nuevo. Pero esa noche mientras cenábamos
con esas amigas y sus maridos, empezaron en
la mesa a gastarme con el asunto, a tomarme
el pelo y yo seguía: “Es imposible en términos
prácticos, pero si tuviese la manera matemática
de hacerlo...” Entonces un amigo ingeniero,
ABRIL 2014 | BePé
51
IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
experto en logística, me dijo: “¿Por qué sería
imposible? Dame un rato”. Claro, los ingenieros
especialistas en logística son más raros que
los bibliotecarios y que los bibliotecólogos.
Y entonces se fue a un costado con un lápiz
y un papel y al rato regresó diciendo “¡Lo
tengo!”. Tomó los tres tomos, los puso allí y
nos explicó: “Es muy sencillo, esto se hace con
dos dados, primero tirás el primer dado, si sale
uno y dos es tomo uno, tres y cuatro es tomo
dos, cinco y seis es tomo tres”. Luego, con los
dados había armado un sistema por el cual se
encontraba la página y luego el parlamento.
El resultado era extraordinario, vos le hacías,
por ejemplo, aquella pregunta en relación
a dejar los electrodos y podía responderte,
siniestro, Ricardo III. ¡Y claro, seguías
vendiendo electrodos toda la vida!, pero por
ahí te contestaba Romeo, lleno de ilusiones
siempre, y sentías que la vida realmente tenía
sentido, voluntad romántica. Es decir, aparte
de la voluntad oracular del I Ching se sumaba
eso otro, que era la doble metáfora que
supone la existencia además de un personaje
al que vos ya conocías. Bien, años después en
casa lo conocen como el “Willy Ching”. Mi
mujer suele decir “Para el futuro: consultar
el I Ching. Para una segunda opinión el
Willy.” ¿Qué es esto que he contado? Una
vez más, libros que en tu circunstancia son
capaces de decir algo. Pero así como el libro
es presente y tiene que ver con eso que te
rodea y eso que te está pasando, el libro es,
además, otra cosa, es origen, es quién te lo
dio, quién profirió esa palabra, ese “leete
éste”, quién lo puso en tus manos. Ese origen
es tan importante como el presente mismo,
como la circunstancia misma.
52
CONABIP
Ayer, en esa banquina en la que paré cerca
de Dolores, encontré una sillita que alguien
había abandonado. Alguien seguramente que
vendía quesos y fiambres al costado de la ruta.
Entonces me senté al lado del coche y pensaba,
“Qué interesante podría ser escribir la novela
de la vida de alguien recortando simplemente
los libros que leyó mientras algo le pasaba en
relación a quién le dio ese libro”. Sería una
novela interminable, impublicable, además
deberías contar con miles de derechos de autor
imposibles, pero sería una utopía borgeana
pensar que la vida de alguien no es el contenido
del libro, es el contenido del libro en el marco de
tu propia circunstancia y de esa mano que te lo
acercó. Y entonces pensé por qué no hablar hoy
de esto, por qué no hacer una pequeña novelita
primaveral, breve, muy acotada, tratando de
ver este asunto justamente. Hay una frase por
ahí, creo que es de Gaston Bachelard, que dice
algo así como “Un buen libro es aquel que al
terminar de leerlo impulsa a escribir otro.”
¿Cuáles son los libros que impulsan a un escritor
a escribir otro? ¿Cuáles son esos libros que en el
momento que los terminás sentís la sensación
de “yo puedo”? Un escritor no es otra cosa, en
principio, que un lector especializado y muchas
veces los escritores, en sus comienzos, lo somos
de manera clandestina. ¿Quién al terminar
de escribir un libro inspirador no sintió la
necesidad y a veces garrapateó unas líneas y
después las leyó y dijo “son malas”? La mayoría
de la gente deja de escribir porque cuando lee lo
que ha escrito siente que lo que escribió es malo.
Lo que no sabe es que aun los mejores escritores
cuando escriben a mano suelta, escriben mal. Si
la gente supiese que el verdadero secreto de la
escritura es corregir, es ese proceso de volver,
MAURICIO KARTUN
tendríamos muchos más escritores. Todos, de
alguna manera, hemos empezado alguna vez
soltando esa mano. Voy a hacer entonces un
pequeño resumen en relación a eso: a qué me
llevó a transformarme en un dramaturgo. Qué
manos me transformaron en un autor teatral.
“¿Hay algo más
maravilloso que convertir
de norma a la soledad?
¿Transformar a la soledad
en un acompañamiento?
Eso es lo que consigue la
literatura, eso es lo que
consigue la ficción, eso es
lo que consigue el libro”
En principio, empecé a leer de una manera
medio irracional, creo que lo que incorporé muy
rápidamente como lector y siendo muy, muy
pequeño, fue el placer de la evasión. La evasión
tiene mala prensa. Cuando alguien piensa en
una actividad evasiva, en evadirse, parecería
estar hablando de algo negativo, pareceríamos
no entender que la palabra evasión no es otra
cosa que la antítesis de invasión, que si alguien
evade es porque antes ha sido invadido y que
la verdadera carga negativa está justamente
en la palabra opuesta. La palabra evasión no
es otra cosa que el procedimiento que cada
uno de nosotros encuentra frente al agobio de
lo profano para poder encontrar ese espacio
sagrado. Es decir, para convertir de norma
a la soledad. ¿Hay algo más maravilloso, más
extraordinario que convertir de norma a la
soledad? ¿Transformar a la soledad en un
acompañamiento? Eso es lo que consigue la
literatura, eso es lo que consigue la ficción, eso
es lo que consigue el libro. De pronto ese espacio
de soledad se ha transformado en otra cosa,
trasciende, ese espacio va por sobre encima del
pequeño espacio acotado que significaba. Yo
había encontrado de chico, tempranamente,
ese placer inefable de la evasión. Y eso, por
supuesto, le preocupaba mucho a mis viejos:
“¿Por qué ese pibe lee tanto?”; “Ese pibe está
siempre con los libros”. Recuerdo una escena
repetida en casa, la escena de almuerzo o la
cena, yo con un libro o una revista en la falda y
mi madre rezongando porque sostenía que no
se podían hacer las dos cosas al mismo tiempo.
“¡¡¡Cuando se come, se come!!!”, protestaba
mi vieja, pero yo no podía dejar el libro ese
que me había atrapado. Cuando mis viejos
descubrieron esta evasión en
principio se
preocuparon pero después –como suelen hacer
los padres– encontraron la posibilidad de
transformarlo en algo útil a sus planes. Cuando
vieron que yo leía tanto pensaron: “Ahí hay
una ventanita por donde meterle nuestras
cositas de contrabando”. ¿A ver qué entra por
esa ventana? ¿Qué podemos enchufarte por
ahí para transformarte en otro más parecido a
nuestro modelo? Convengamos: nunca quieren
que seas vos, siempre hay un otro modelo
instalado, pobre mi madre querida que soñaba
con un médico, cuando le dije que no me daba
la cabeza. Empezó a decir “Bueno, abogado,
ABRIL 2014 | BePé
53
IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
abogado”. Y yo le repetí tres años de colegio
secundario, santa madre.
sesenta años y nunca te va a servir para otra
cosa que no sea para estar de vista.
La cuestión es que los viejos empezaron a
pensar que esa ventana daba para meter algo
voluminoso. Yo soy hijo de una familia mixta,
café con leche –padre judío, madre católica–
ellos decidieron, según me dijeron de chico, que
yo adoptara luego la religión o no, de acuerdo
a mi sentir. Era una falacia, claro, mi viejo por
un lado presionaba desde la cultura judía, de
hecho yo me crié en un ambiente judío, hasta
fui a clubes de la colectividad. Y mi madre,
por otro lado, preocupada por la salvación
de mi alma... Cuento una infidencia: mi vieja
cuando era chico me bautizó en secreto. Con
lo que mi vieja no contaba es con que yo lo
recordaría. Cada tanto se lo decía y mi vieja
se escandalizaba: “Cómo voy a hacer una cosa
así, Mauri pero no, no...”. Y yo: “¡¡¡Charito,
yo me acuerdo, el agua, yo no era un bebé!!!”.
Y ella seguía negando. Y yo me decía, claro,
seguramente habrá pensado “Cuando llegues
allá arriba, te toque quien te toque, pasás, vas
con los dos pasaportes...” Entonces me regalaba
libros píos, catolicones.
Pero mis viejos hicieron algo más: yo vivía
en un barrio, San Andrés, en el gran Buenos
Aires profundo, bastante lejos de la cultura, de
las librerías, y cuando ellos vieron cuánto me
gustaban los libros ,decidieron ahí una cosa
muy sabia. A la vuelta de mi casa, en la calle
Tres de Febrero, había una pequeña librería,
Público: (Aplausos)
M.K.: Hace poco, con esto de la canonización
del cura Brochero, recordé que el primer libro
que me regaló mi vieja era la vida de él. Yo no lo
leí nunca, anda dando vueltas en casa, porque
conservo aun los libros de la infancia y nunca lo
leí, tal vez lo retome ahora. Son esos signos que
aparecen. Por qué no, cincuenta años después,
tomar un libro que nunca leíste y descubrir que
a lo mejor había algo, quién te dice mi vieja me
quiso decir algo y está ahí...
Mi viejo, entre tanto, más preocupado por mi
destino profesional, como veía que en el colegio
me iba horrible, me regaló la vida de Sarmiento.
Tampoco lo leí nunca y encima apenas empecé
a militar a los quince años me hice furiosamente
anti sarmientino, para horror de mi familia.
También anda dando vueltas por allí ese libro.
Los dos querían meter lo suyo, aprovechar
que el evasor abría la ventana y tirarle por ahí
el paquete. Y lo curioso es que habitualmente
la inteligencia espontánea del lector hace que
por más que te den y te den, tomás solamente
aquello que te alimenta, o que te da placer y el
resto podés agradecerlo y ponerlo en un estante
54
CONABIP
“Esa es la
espontaneidad del
bibliotecario, del
librero, ese "Leete éste",
ese "Tomá te estoy
abriendo un mundo
y ese mundo te va a
trasformar la vida"”
un quiosco grande en realidad, se llamaba “La
Mickey”, ahí podías comprar desde golosinas a
revistas y también los pocos libros que llegaban,
la mayoría de la vieja colección Robin Hood,
aquella de tapas amarillas. Entonces mis viejos
decidieron algo que no dejo de agradecerles. Los
dos tenían tercer grado del colegio primario, en
el caso de mi padre, además, escuela rural, pero
tenían claro esto de la necesidad de acceso a la
cultura. Un día fueron a la librería y dijeron:
“El chico tiene cuenta corriente para sacar todo
lo que sea para leer. Sólo lo que sea para leer, lo
que sea para comer, para fumar no”. Entonces
yo iba y sacaba a cuenta de ese quiosco literario.
Quiosco literalmente: por un lado podía sacar
las golosinas, las revistas, el Patoruzú, ciertos
libros de aventura, pero también podía sacar
el alimento, también podía sacar Verne o
Salgari. Y un día descubrí a Jack London. Me
lo dio un librero espontáneo, de barrio, un
tipo que iba viendo lo que yo llevaba y cuando
llegaba algo relacionado me decía “Mirá lo que
entró”, y me alargaba un libro y ese libro de
alguna manera iba abriendo más el horizonte.
Recuerdo haber leído, por su recomendación,
un libro intrascendente, ni siquiera recuerdo
el nombre del autor, se llamaba Rayo Dorado
y era sobre palomas y me conmovió tanto
que terminé colombófilo, a los trece, catorce
años criaba palomas en la terraza de mi casa.
Es decir, esa mano que había dado ahí, había
transformado al lector simplemente porque
había descubierto su sensibilidad. Esa es la
espontaneidad del bibliotecario, del librero, ese
“Leete éste”, ese “Tomá te estoy abriendo un
mundo y ese mundo te va a trasformar la vida.”
Dicen que lo que abunda no daña. En mi caso
mis padres empezaron a pensar lo contrario:
“¿Todo el día leyendo? ¿Todo el día con un
libro en la mano?”; “¿Y cuándo pensar en
lo importante?” Entonces mi viejo, él sobre
todo, empezó a decir “A este chico le hace
falta deporte.” Es curioso, siempre que alguien
lee mucho entra en duda absolutamente todo
sobre su vida, incluso la sexualidad. Un chico,
un varón lee mucho, entonces los padres
se empiezan a preocupar: “Este chico no es
normal”; “¿Cómo va ser su vida si va a estar
siempre evadiéndose, cuándo va a pensar en
lo importante?” Entonces mi viejo me anotó
en un club. A ver si te salva el futbol, habrá
pensado. Pero como yo era muy malo para la
pelota, me tocaron tenis y natación. El club era
el Sportivo Villa Ballester, y allí se confirmó
rápidamente que para el tenis también era
horrible. Disfrutaba de la natación, como todos,
en el verano porque es actividad fresquita,
pero jamás como deporte. Lo que mis viejos
no sospechaban es que en el frente del Club
Deportivo de Villa Ballester funcionaba una
biblioteca. Lo que ignoraban es que ese tiempo
que ellos creían que yo estaba en la estación
esperando a que llegase el tren para volver
hasta San Andrés, me lo pasaba en la biblioteca,
donde había encontrado algo doblemente
fascinante. En principio, había encontrado lo
inconmensurable, para mí era la biblioteca de
Babel, en el Sportivo Villa Ballester estaba todo,
pero también, y nada menos, había encontrado
una bibliotecaria. Una bibliotecaria que había
entendido mi perversión, esa perversión de
lector. Los lectores somos siempre perversos,
hemos pervertido de alguna manera la realidad.
Y ella me sacó la ficha con tanta claridad... De
entrada se dio cuenta es qué es lo que buscaba,
qué es lo que yo leía y empezó a habilitarme.
Yo creo en la función habilitadora, la función
habilitadora es aquella que te vuelve hábil en
algo. De esa bibliotecaria saqué entre otras
muchas cosas el conocimiento de Mark Twain:
Tom Sawyer, Huckleberry Finn, pero sobre
todo Príncipe y mendigo. No recuerdo haber
llorado tanto en mi vida como con Príncipe y
mendigo, creo que hasta el día de hoy si vuelvo
ABRIL 2014 | BePé
55
IV ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES
a leerlo, vuelvo a llorar. Aprovecho a hacerle
los créditos –tardíamente, frente a tantos
bibliotecarios– a aquella bibliotecaria de la que
ni siquiera recuerdo su nombre; agradecerle
las primeras lágrimas por ficción, esa cosa
extraordinaria que pueden darte los libros.
Cómo nos gusta llorar, ¿no? Nos gusta llorar
en el cine pero es mucho más poderoso cuando
llorás sobre el libro. Entre otras cosas, qué
interesante sería pensar para estas fotos que
está buscando el fotógrafo del proyecto Leídos,
buscar las lágrimas, las manchas sobre el libro,
ese libro que uno ha llorado, es un libro que
produce una manifestación física, producida
por qué, palabras escritas, tinta sobre un papel
que de pronto te transforman, te trascienden, te
hacen otro. Esa bibliotecaria abrió un mundo,
me mostró que la literatura iba mas allá de “La
Mickey”. Que tenía autores que abrían otros
mundos. Pero aprendí allí además otra cosa:
que cuando yo volvía una semana después con
el libro que había sacado, si me había gustado
lo devolvía con mucho dolor. Empecé a sentir
que en realidad el libro era una pasión también
como objeto, que aquello que de alguna
manera estaba asociado a tu circunstancia
ahora era inseparable de tu circunstancia.
Devolver el libro era devolver las lágrimas,
“te tengo que devolver todo lo que lloré con
Príncipe y mendigo y es más, alguien va abrir
de nuevo este libro ¿y ahí va a estar mi dolor?”
Y entonces lo que entendí es que los libros
que te transforman, aunque los hayas leído en
la biblioteca, era importante después tenerlos
al lado. La bibliotecaria había cumplido una
función inefable.
Anda por ahí dando vueltas una teoría que a
56
CONABIP
mí me gusta mucho. David Bohm, un físico
devenido filósofo, dice que algunas de las
funciones complejas de la vida no pueden
mencionarse en los verbos en las que intentamos
simplificarlas: “Nosotros, frente a un árbol
intentamos un montón de verbos: florecer,
enraizar, usamos mil verbos para hablar del
árbol, simplemente porque no aceptamos que
las funciones complejas requieren de un verbo
complejo”. Él lo llama el rheomodo. El modo
que expresa la forma compleja y él dice: “Es tan
sencillo: un árbol arbola. Lo que hace el árbol es
arbolar, si nosotros pudiéramos entender que
un árbol tiene ese verbo completo y complejo
que lo expresa, entenderíamos también cierta
complejidad del Universo”. Pensando el
concepto “rheomódico” de Bhom, pienso que
la función del bibliotecario es bibliotecar. La
función del bibliotecario es abrirte el mundo
pero también es hacerte entender ese mundo.
Público: Aplausos.
M.K.: Ese mundo ahora abierto lo trasladás a tu
casa. La biblioteca es el lugar donde aprendés a
comer, pero cuando te volvés goloso, cuando
descubrís esto, lo que descubrís es el amor
por el libro. Y he aquí la paradoja: mi primera
biblioteca pública fue la última biblioteca
pública. ¿Por qué? Porque lo que me descubrió
esa biblioteca es que yo de alguna manera iba a
ser bibliotecario de mí mismo y de mi entorno.
Soy entre otras cosas, archivista de material
gráfico. Archivista, no coleccionista. Siempre
hago la diferencia, el coleccionismo tiene algo
onanista, algo sólo para uno, el archivismo es
como la biblioteca pública, tiene una energía
abierta. Mi biblioteca también está abierta. O
sea: me transformé en un bibliotecario de mí
MAURICIO KARTUN
mismo. Con lo que me condené durante toda
la vida a tener que mudarme siempre a un lugar
donde haya lugar para dos cosas, mis plantas y
mis libros.
cleptomanía futura. Pero seguí arltiano.
Siempre pienso: no me alcanzó el tipo pero me
alcanzó la literatura, la literatura me “encanó” y
me mantiene atrapado hasta el día de hoy.
Vuelvo a la infancia: la cantidad de libros
crecía. Los que me regalaban mis viejos, los que
compraba en “la Mickey” y otros que venían de
una rama de la familia muy querida y a la que
además le debo mucho: unos tíos fervorosos
militantes del Partido Comunista. Creo que
ellos, también, cuando vieron que tenía la
puertita abierta, empezaron a aportar su dosis
de literatura soviética. Gracias a mi tío Aron
y a mi tía Aída tuve acceso a algunas cosas
rarísimas. Siempre recuerdo un libro tremendo:
El Hiperboloide del Ingeniero Garin, que era una
ciencia ficción soviética muy compleja. Pero
también un día ellos me trajeron Moby Dick y
ese día entendí, una vez más, esa sensación de
“pruebo y si me gusta sigo”.
Roberto Arlt me abrió un mundo; Quiroga
otro. Quiroga también estaba en la biblioteca
de mis tíos Y la cabeza se fue ampliando, se
fue abriendo. Y de pronto, colegio secundario,
fracaso, me iba pésimo. Repetí tres años. Y
claro, algunos profesores me tenían un cacho
de lástima, conmigo se sentían pastores,
redentores de almas. Uno de literatura,
Saturnino Sánchez Sandez, un gran personaje
que firmaba con seis eses –según él: Saturnino
Sánchez Sandez, Su Seguro Servidor– descubrió
que si bien yo no podía entender las funciones
matemáticas, que hasta el día de hoy no
termino de entenderlas, sabía bastante más de
literatura contemporánea argentina que varios
de los profesores del colegio. Y en tercer año un
día me dijo: “Te entiendo porque yo soy poeta “
y me alargó un libro de poesías: “leete éste” Era
un libro que él había escrito y publicado en su
pueblo (era de Zárate o Campana, no recuerdo
ya). El tipo había escrito un libro de poesías y
tenía todavía unos ejemplares de aquel libro
juvenil y me lo dio. De ese libro, y esto es otra
confesión, robé alguna vez un poema y se lo
regalé a una chica como si fuera mío. Debe
haber causado muy buen efecto porque gracias
a esa poesía tuve sexo por primera vez. Ese libro
había conseguido el verdadero milagro. Cómo
no me iba a hacer poeta si la poesía le abría el
mundo a las hormonas. Creo que todos nos
hacemos poetas por imperio hormonal, en ese
caso yo ni siquiera me había hecho, Saturnino
Sánchez Sandez lo había hecho por mí. No
había más que robar alguna de esas rimas
De la biblioteca de otros tíos muy generosos,
también, en una vieja edición de Claridad
descubrí a Roberto Arlt. Leí El juguete rabioso.
Voy a contar una confesión: tan obsesionado
estaba con esos personajes de Arlt que empecé
a soñar en hacerme ladrón como ellos. Una
vez más el libro y su transformación. Había
escuchado por ahí que había que robar
carburadores de Siambretta porque se vendían
muy bien. Y yo había visto una Siambretta
en el barrio, una motoneta estacionada en
un pasillo. Vivíamos todos en esas casas, con
esos largos pasillos al fondo y en uno cercano
alguien guardaba una. Tomé valor pero apenas
abrí la puerta salió ladrando un perro, y el
vecino empezó a gritar y me empezó a correr.
Creo que la corrida me curó de cualquier
ABRIL 2014 | BePé
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y uno se transformaba en un romántico. Y
como siempre, robás uno, robás dos y después
empezás a escribir las tuyas. La escritura, como
la carpintería, no se estudia, se roba.
En ese momento se había abierto una librería
cerca de casa, en la plaza San Martín, la Librería
Plaza, muy comunista ella. Yo en ese momento
ya era simpatizante bolche, influenciado por la
familia, no duró mucho pero fue una influencia
fuerte. Lo cierto es que con esa librería ya no
había que ir al centro, había alguien, Tito
Gurbanov se llamaba, tenía una editorial
también. Tito fue otro de esos “leete éste.” Tito
me dio Cuentos crueles, de Abelardo Castillo,
y cuando lo leí sentí dos cosas: primero una
admiración profunda por ese autor, y luego el
descubrimiento de lo fácil que era escribir en
primera persona, nada más ni nada menos lo
que terminé haciendo toda mi vida, porque
escribir teatro no es otra cosa que eso, entrar en
el cuerpo de alguien y escribir desde allí. Y fue
impulsado por esto que empecé a garrapatear
las primeras cosas.
Aquí un segundo agradecimiento a otro
profesor. En ese entonces yo estaba en el
colegio secundario, en quinto año del nocturno
58
CONABIP
intentando terminar. Iba a las clases de Italiano
y en esas clases –como en la mayoría– lo único
que hacia era leer ficción de “canuto”. No me
interesaba, no podía aprender dos palabras
de italiano, no me interesaba y entonces,
disimulado, leía. El profesor de Italiano se
acercó una noche y me dijo: “Kartun, usted
cuando lee está muy tranquilo, pero cuando no
lee hincha, molesta, le propongo un pacto de
caballeros: en mi clase si quiere lea, yo no lo
voy a aprobar, usted se va a llevar la materia
a examen y ahí veremos si aprueba o no, pero
mientras no moleste, lea.” Era la primera vez
que en la escuela alguien me proponía un
pacto de caballeros y lo acepté con alegría.
Ahí leyendo en cada clase mientras el resto
atendía, descubrí que la evasión era mucho más
placentera cuando violaba el momento profano
de la obligación. Un día el libro que llevaba se
me terminó en los primeros diez minutos. Pero
como el pacto estaba vigente abrí el mismo
cuaderno de Italiano y empecé a garrapatear
un cuento. Por entonces tenía una novia que
estudiaba en las Pitman, aquellas academias
en las que te enseñaban dactilografía. Y tenía
su propia máquina en la que me pasó en
limpio ese primer cuento. Lo presenté en
un concurso que organizaba una pequeña
MAURICIO KARTUN
editorial y sorpresivamente a los veinte años,
gané mi primer premio literario. Y de golpe me
transformé en algo, era alguien en el colegio
y entre mis amigos. Y para mí mismo. Era la
primera vez que me destacaba en algo, así que
le metí para adelante. La conversión de norma
en dramaturgo fue muy espontánea: alguien me
dijo que lo más flojo de mis cuentos eran los
diálogos y me aconsejó “Lo mejor para mejorar
los diálogos como narrador es escribr teatro.” Y
me puse a hacerlo. Suele decirse que cuando un
actor gasta un par de zapatos sobre el escenario
no se baja. Pienso que cuando alguien se gasta
una Bic sobre un cuaderno escribiendo teatro le
pasa lo mismo.
Llegué a dramaturgo por mis habilitadores,
llegue por los dadores. Llegué por alguien que
me transmitió nada más ni nada menos que
la energía de un libro. Yo creo que aceptarlo
implica la obligación de hacerle los créditos
y los agradecimientos a aquellos que te
pusieron ese libro, que te bibliotecaron, que te
transformaron. Creo que el mundo del lector
es hoy un mundo complicado, es difícil crear
hoy lectores. Cómo convertir a un lector,
cómo transformarlo, cómo sacarlo de esa
invasión profana, me parece que es justamente
la función del bibliotecario hoy. Encontrar las
nuevas formas, el desafío, no bajar la guardia.
Termino con algo que para mí fue muy
conmovedor. Hace unos años atrás tuve la
suerte de conocer a Leonardo Favio. Él me
había llamado, esas cosas tan extrañas, tan
extrañas, que lo caracterizan como el gran tipo
que fue. Me dijo por teléfono que quería hacer
una obra mía, una obra que justamente se va
a hacer el año que viene en el Teatro Nacional
Cervantes, Sacco y Vanzetti. Y yo fui a la cita
muy ilusionado pensando “Quiere hacer una
película... Pero ya se hizo la película, la hicieron
los italianos... Quiere hacer la obra, quiere
actuarla”. Nos juntamos y se lo pregunté: “No,
no yo no te propongo nada, yo lo que te quería
decir es que me conmovió tanto que quiero
que se haga... Eso nomás, ¿qué necesitás para
que se haga?” Me descolocó. “¿Necesitás una
producción?”, me dijo y se puso a hacer una
lista de actores. Yo no entendía nada. “¿Pero
vos la querés dirigir? Me miró horrorizado
“No, ni loco. Yo le tengo terror al teatro. Yo
lo que quiero es que se haga y me ofrezco a
ayudarte en lo que necesites.” Ese tipo no me
conocía y me había hecho llamar simplemente
para ponerme frente a él y decirme “Yo quiero
que eso se haga”. Ese tipo era un habilitador,
un facilitador.
“El mundo del lector
es hoy un mundo
complicado, es difícil
crear hoy lectores. Cómo
convertir a un lector,cómo
transformarlo, cómo
sacarlo de esa invasión
profana, me parece que es
justamente la función del
bibliotecario”
Favio estaba sentado en un sillón y atrás colgado
en la pared en un raro retablito de madera
con puerta de vidrio había un libro, un libro
amarillo enorme de la colección Upa de Vigil,
un libro que se llamaba La moneda volvedora.
Y entonces yo, con mucho pudor, antes de irme
me animé: ¿Por qué lo tenés ahí? Y Leonardo
me dijo: “Porque es el primer libro que leí
en mi vida, y yo no sería nada si no hubiera
empezado a leer. Un día me di cuenta que se lo
tenía que agradecer”. Y lo había convertido en
un templito que lo acompañaba en su estudio
como el origen de todo. Extraordinario pensar
que el Big Bang, el origen de un creador, es
un librito de la editorial Vigil que alguna vez
explotó en su cabeza y no dejó de expandir
energía durante años. Creo que esa es la
verdadera función, entender que un libro te
cambia la vida. Y entonces, sembrarlos. Vas
a sembrar cien mil y quizá apenas mil de esas
semillas fertilicen. Y de esos mil que nacieron
tal vez apenas cien van a volver a dar frutos.
Pero aunque dé uno solo, creo que eso justifica
con creces la función del bibliotecario.
Muchas gracias.
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TEXTUALES
SOBRE EL ARTE DE LEER Y ESCRIBIR
HÉCTOR TIZÓN
ilustración: ANTONELA ROSSI
Nació en Yala, Jujuy, en 1929. A partir de 1943 se radicó en Salta, donde se vinculó
al grupo literario La Carpa. Luego fue a estudiar Derecho a La Plata y una vez
recibido entró al servicio diplomático. Siendo agregado cultural en México editó en
ese país su primer libro de cuentos: A un costado de los rieles (1960). Su segundo
libro fue la novela Fuego en Casabindo (1969, ya editado en la Argentina), con el
que obtuvo su primer reconocimiento. Radicado en su provincia natal, se dedicó
al periodismo hasta 1976, año en que debió exiliarse en España. De regreso a
Jujuy con la democracia, fue nombrado juez de la Corte Suprema provincial y en
1994 convencional por la UCR para la reforma constitucional. Algunos de sus
numerosos libros son Sota de bastos, caballo de espadas (novela, 1975); El traidor
venerado (relatos, 1978); La casa y el viento (novela, 1984) y el libro de memorias
El resplandor de la hoguera (2008). Francia le otorgó la orden de Caballero de las
Artes y las Letras. Falleció en 2012.
“
Por lo general, no escribo teniendo en
cuenta un lector con encarnadura, con nombre
y apellido, con datos de identidad concretos.
Pienso más bien en un lector que para leer no
tenga que ser un iniciado de retórica, literatura
o lingüística. Cada vez quisiera escribir de una
forma mucho más llana. Por ejemplo, Fuego
en Casabindo tenía en contra que yo no quería
que fuera un libro de más de cien páginas,
entonces tuve que trabajar con la concisión.
“
“
Vivir es recordar. Hay escritores ciegos,
sordos, pero un escritor amnésico no puede
existir. En absoluto. Uno escribe todo con la
memoria. Por ejemplo, en la elaboración para
llegar a un lenguaje coloquial se debe aguzar
el oído, escuchar la música del lenguaje y ser
absolutamente fiel siendo infiel; y así lograr una
cosa equivalente, ni siquiera parecida. Y con
eso escribir la historia. Creo que escuchando
con mucha atención, la esencia de cómo está
contando la historia el preso de El cantar del
profeta y el bandido, por poner un ejemplo,
ésta se acepta mucho más y es mucho más fiel
al lenguaje que si lo hubiera recogido con un
grabador; se trata de una cuestión de tono.
“
60
CONABIP
HÉCTOR TIZÓN
“
Un juez no puede utilizar metáforas ni el oxímoron, el novelista sí. Pero los dos tienen el
deber de encontrar eso que en francés se llama le mot juste. El lenguaje jurídico cuando está
bien escrito no es ni más ni menos que un verso de Quevedo, pues si usted le saca o le pone una
coma de más, lo arruina. Como define el código penal el hurto: ‘apropiarse de una cosa total
o parcialmente ajena’. Es equivalente a la exactitud de un verso como ‘Cerrar podrá mis ojos
la postrera sombra’. De manera que la tarea de uno y otro no es distinta. Y realmente, cuando
descubrí eso, sentí una enorme paz y creo que a partir de ese descubrimiento me convertí en
mejor juez. En realidad, la literatura enriquece la escritura jurídica y al revés, por algo Stendhal
leía el código civil antes de sentarse a escribir, por la precisión de las normas. En cuanto a contar
saberes, utilizando la forma para que la recepción sea mayor, tenemos un precedente realmente
indiscutido que es Cristo. Cristo jamás escribió, salvo en la anécdota de la mujer adúltera. Esto
lo cuenta Juan al comienzo del Evangelio: Cristo está sentado y escribía con el dedo en la tierra
y dejó de escribir para decir “quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra”. Nadie
sabía qué escribía, allí hay todo un desafío para la imaginación. Es una cosa maravillosa el
Evangelio de Juan. Como esos hallazgos de El Quijote de Cervantes que no habían aparecido
en ningún literato hasta él. Está diciendo ‘en el fondo del camino se veía una venta, entonces el
caballero trepó, acomodó su yelmo y echó a trotar con su jamelgo’. Punto. ‘Y un perro se cruzó de
izquierda a derecha’. Ese detalle que refiere a que cruzó un perro nadie lo había puesto nunca.
Cristo, entonces, qué hacía: evangelizaba, le daba forma de cuento o parábola a sus mensajes.
Era realmente un mago de la literatura oral, con un sentido riquísimo pues se podía acomodar
su interpretación. De modo que quien con más hondura cultivó la ambigüedad fue Cristo. Él es
un gran maestro de escritores. Si uno lee con detenimiento los cuatro evangelios, pero también los
que no son canónicos y que se llaman apócrifos aunque no todos lo son, uno se da cuenta de la
enorme capacidad de comunicación de este hombre.
“
“
Con el tiempo se acumulan tantas páginas que uno ya siente miedo... de la posibilidad de
repetirse. Y, en consecuencia, de esconder que quizá ya no quede nada para decir. El temor
desaparece, no obstante, ante la hoja en blanco. Cuando uno se cae en el mar, no tiene más remedio
que nadar. El hecho de escribir nace del hecho de escribir mismo. Yo tenía hace tantos años un
profesor de boxeo que me decía: ‘a medida que uno va convirtiéndose en un buen combatiente
va creciendo el temor...’. Cuanto mejor se pelea, mayor es el temor porque, en el fondo, hay más
conciencia de los defectos. Eso lo observé también en otros autores. Fundamentalmente en uno
que fue muy amigo mío, Juan Rulfo.
“
“
Creo que la literatura debe volver a sus fuentes, la literatura de verdad no se ‘fabrica’, no es
una suma de palabras altisonantes, no es una palinodia de tonterías ni un extenso volumen
de oraciones altisonantes. Es una manera de comunicar algo entrañable, tierna confesión para
que nos escuchen. Jesús no hablaba a los gritos ni con énfasis apocalíptico, sino que narraba a
individuos, a sus vecinos, a sus amigos personales.
“
Los primeros tres fragmentos corresponden a una entrevista realizada por la revista
Orbis Tertius, editada por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de
la Universidad de La Plata, número correspondiente a los años 2002/3. El cuarto, a
una entrevista en el Suplemento Cultural de La Gazeta, San Miguel de Tucumán, el
10 de octubre de 2011. El último es del Suplemento Cultura del diario mendocino Los
Andes, del 8 de noviembre de 2008.
UNA PELÍCULA
En 2007 el cineasta jujeño Miguel Pereira filmó El destino, largometraje
inspirado en El hombre que llegó a un pueblo, novela breve de Tizón, de
1988. La película obtuvo el Premio del Jurado Ecuménico en el Festival de
Karlovy Vary y el Premio del Público en el de Valladolid.
ABRIL 2014 | BePé
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CULTURA DIGITAL
CÓDIGO QR: UN
NOVEDOSO SISTEMA
DE INFORMACIÓN
PARA EL LECTOR
Una de las principales preocupaciones de las bibliotecas
populares es cómo acercar a la lectura al público adolescente y
juvenil. Nieves Castillo Alzuri, bibliotecaria de la BP “Sarmiento”
de General Villegas, Buenos Aires, nos cuenta cómo surgió y qué
repercusiones tuvo el proyecto en el que implementó el código
QR, una herramienta digital que le dio visibilidad a la biblioteca
y gracias a la cual se terminaron enganchando tanto los chicos
como los grandes.
Por NIEVES CASTILLO ALZURI
Q
ueremos compartir una experiencia
de comunicación puesta al servicio
de un objetivo de nuestra biblioteca,
que era acercar un grupo especial de lectores.
Hace un tiempo conocimos la propuesta
de “Muzkizko liburutegia”, una biblioteca
de Muzkiz, País Vasco, que implementó en
julio de 2012 la realidad aumentada como
forma de comunicarse con sus usuarios.
En la implementación de esa institución, el
código QR insertado en un folleto deriva
a la cuenta de Twitter donde recomiendan
libros. En nuestro caso, desde hacía un
tiempo estábamos buscando estrategias
que acercaran a los jóvenes a la biblioteca,
en general, y a la lectura, en particular, y la
utilización de nuevas tecnologías era una de
las posibilidades que teníamos en cuenta. Tal
vez suene a ciencia ficción, pero utilizamos
la realidad aumentada para resolver esto
que considerábamos un problema de
comunicación con los usuarios jóvenes.
¿QUÉ ES LA REALIDAD AUMENTADA?
Se trata de una serie de herramientas
tecnológicas que nos permiten, desde un lugar
físico y real, agregar información virtual. A
esta información virtual se puede acceder
por medio de una serie de aplicaciones que
se hacen visibles a través de una pantalla
de un teléfono móvil –más precisamente
un Smartphone– o una tablet, siempre que
tengan conexión a internet.
Puntualmente, de todas las herramientas que
existen para la realidad aumentada, nosotros
elegimos una: el código QR. La sigla en inglés
proviene de quick response code y se traduce
como “código de respuesta rápida”, una
versión mucho más potente del conocido
código de barras. El QR almacena información
en una matriz de puntos con muchísimas más
posibilidades que el código tradicional. Hay
páginas web totalmente gratuitas que generan
este código y ni siquiera piden un registro
ni que ingresemos ningún dato personal.
Buscando rápidamente uno encuentra miles,
por ejemplo: www.QR.com y www.QR.coud.
es. Estas, puntualmente, están en castellano
y son muy sencillas de utilizar: uno pone el
link que quiere generar –una foto o un texto
o lo que se nos ocurra– y finalizado el proceso
descarga la imagen.
¿QUÉ PODEMOS PONER EN UN CÓDIGO QR?
Hay infinidad de posibilidades, todo depende
de la creatividad y de las ganas que tengamos
de usarlo. Podemos poner fotos, textos,
audio-video que obtengamos de YouTube o
de Vimeo o de cualquier otra página, PDFs
online con textos, con información, con libros,
con lo que se nos ocurra. Las posibilidades son
infinitas.
Y en una biblioteca, ¿qué podemos poner o
dónde lo podemos usar? Los espacios que se
nos ocurrieron en un principio tenían que
ver con la cartelería en sala. Así como se suele
poner, por ejemplo, “Salita infantil”, debajo de
ese cartel podíamos colocar un código QR que
derivara a los chicos a un juego, una imagen
o un chiste. Una vez más: todo depende de
lo que queramos hacer. Otras posibilidades:
poner links a distintas secciones de una página
de Facebook o de Twitter de la institución.
En el caso de nuestra biblioteca, la gente que
nos visita recibe un folleto con la información
relacionada con la historia y las distintas
secciones que tenemos, el material al que
pueden acceder, el
reglamento por el
que nos regimos
y demás datos de
interés, como los
horarios. El código
que tiene puesto el
folleto deriva, en
este caso, a la página
web de la biblioteca;
en otros materiales
de
comunicación
puede direccionar a
distintos links que
aportan al usuario
más
información
sobre determinado
tema o servicio.
"Realidad
Aumentada: Se trata
de una serie de
herramientas
tecnológicas
que nos permiten,
desde un lugar
físico y real, agregar
información virtual"
CÓMO IMPLEMENTAR EL CÓDIGO QR
Comenzamos la experiencia durante el
año 2012 poniéndole código QR a folletos
informativos que direccionaban a la
página web de la biblioteca. También, en las
estanterías del sector juvenil poníamos una
hoja, simplemente una hoja con la impresión
de la imagen del código, y los chicos podían
acceder a un PDF online con los libros
recomendados para ellos.
¿Y para qué hacer todo esto? ¿Qué utilidad
práctica tiene? En nuestra biblioteca, la
pensamos, casi exclusivamente, como
estrategia para los jóvenes -un grupo etario
al que nos cuesta mucho llegar- e invitarlos
a que entren y utilicen la biblioteca. A
pesar de tener un edificio moderno que
les puede resultar atractivo, equipado con
computadoras con internet gratis, entre
otros servicios, entendemos que, en general,
no la ven como una institución cercana a
ellos. Entonces comenzamos a pensar y a
tratar de analizar qué realidad cotidiana
viven los jóvenes: qué les interesa o les gusta,
qué tecnologías utilizan. Y notamos que la
mayoría, sin distinción de clase social, tiene
un Smartphone, un teléfono inteligente que
saben usar y disfrutan usándolo. Buscamos
qué podíamos hacer con eso y la respuesta
ABRIL 2014 | BePé
63
"En nuestra
biblioteca lo
pensamos como
estrategia para
los jóvenes;
invitarlos
a que entren y
utilicen la biblioteca"
fue el código QR como herramienta que los
vinculara y acercara al imaginario juvenil, y
que posicione a la biblioteca como un lugar
nuevo, ágil, dinámico y de esta época.
Así, comenzamos a experimentar y a pensar
cómo implementarlo. En este proceso
tuvimos en cuenta varias opciones: poner
los códigos en afiches direccionando a links
interesantes o a la página de la biblioteca; o
en distintos rincones del edificio como para
generar un juego, o con información sobre
libros, temáticas o autores. Y como queríamos
saber si realmente se iba a usar o no, optamos
por iniciar un tablero en Pinterest (www.
pinterest.com/bibliotecavillegas/lavisita), al
que subimos tapas de libros recomendados,
con una reseña incluida. Ese link lo tradujimos
64
CONABIP
a un código QR, lo pusimos en un folleto y se
lo entregamos a los chicos que nos visitaban,
sin explicarles de qué se trataba el código, para
ver si les despertaba curiosidad saber qué era y
a qué direccionaba.
RESULTADOS Y REPERCUSIONES
Nos llevamos varias sorpresas. En algunos
grupos que recibimos de visita, sencillamente
no se dieron cuenta de que estaba el código y
tuvimos que hacer algún juego de preguntas
para guiarlos: ver qué sería, si lo podían
relacionar con algo, hasta que pensaban
en el celular y “apuntando” con el teléfono
empezaban a entender de qué se trataba.
Otros, apenas recibían el folleto veían el
código y accedían a la página web, antes de
que dijéramos una palabra. En las semanas
sucesivas a la implementación de esta nueva
herramienta, pasó algo muy lindo, que
nos puso muy contentos: los chicos iban al
mostrador de préstamos de la biblioteca con el
celular en la mano y nos mostraban la imagen
de Pinterest del libro que querían leer.
Tuvimos también otra sorpresa, que fue
la repercusión en la comunidad. Si bien el
proyecto fue pensado para llevarlo a cabo
puertas adentro en la biblioteca, después
supimos que otras ONGs también habían
comenzado a utilizar los códigos QR en su
Folletos promocionales con
código QR de la BP "Sarmiento"
de General Villegas.
comunicación. Espontáneamente, sin que
hiciéramos una campaña por ello. Entonces,
multiplicamos esta experiencia con otros
usuarios, lo ampliamos a los adultos y a otras
actividades. Se hicieron, por ejemplo, en el
marco de lo que se llamó “La Peña del Rock
Nacional”, una serie de actividades que se
desarrollaron a lo largo de varios meses y que
incluían, entre otras, la proyección de películas
sobre rock. En el afiche de promoción que se
colocaba en todos los comercios, se ponían los
códigos que derivaban al trailer de las películas
para que la gente los viera previamente y si les
interesaba, luego concurriera al evento.
En otra ocasión, con motivo del Día Mundial
del Bastón Blanco, se hizo una actividad en la
biblioteca que invitaba a descubrir el edificio
con los ojos cerrados. La bibliotecaria Betina,
que es no vidente, guiaba a los visitantes –
todos ellos con los ojos cerrados o vendados
y con bastones– para recordar ese día. El link
del código QR que se incluyó en la gráfica
correspondiente a esa actividad derivaba a un
video en YouTube con la misma experiencia
llevada a cabo en otro espacio.
Algo similar hicimos para convocar a los
chicos a participar del Concurso Internacional
de Creación de Ex-Libris de la Biblioteca
“Se trata de una
herramienta gratis, de
muy sencilla utilización
y está al alcance de
todos con simplemente
entrar a un buscador y
poner "código QR"”
Municipal de Hlohovec, Eslovaquia. En este
caso, el código derivaba a una página en
Wikipedia con toda la información sobre Exlibris.
ALGUNOS PEQUEÑOS APRENDIZAJES
Algo importante para nuestras realidades de
las bibliotecas populares es que se trata de una
herramienta gratis, de muy sencilla utilización
y está al alcance de todos con simplemente
entrar a un buscador y poner “código QR”. Es
muy útil para distintos objetivos:
para promocionar actividades,
dar información, hacer un juego
con los chicos y demás.
Lo que hay que tener en cuenta
"En las semanas sucesivas a la
es que si no vamos a tener un
implementaciónde esta nueva
contenido atractivo, interesante,
herramienta, pasó algo que
generador y disparador de
curiosidad para el grupo al que
nos puso muy contentos: los
queremos llegar, si vamos a
chicos iban al mostrador de
poner siempre los mismos links,
préstamos de la biblioteca
es muy probable que la gente se
con el celular en la mano y
aburra y no los vuelva a mirar. En
este sentido, lo ideal es cambiar
nos mostraban la imagen
el código periódicamente y
de Pinterest del libro que
lograr que los usuarios sepan
querían leer"
que cuando ven un código de la
biblioteca, algo lindo y nuevo los
espera.
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CLÁSICOS
ARTURO JAURETCHE Y SU MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS
MENTALIDADES
ARGENTINAS
Por OMAR LOBOS
Intelectual y político que puso las ideas y el cuerpo por causas
sentidas durante décadas, un día advirtió que la madre de todas las
batallas debía librarse en el campo cultural. Así, se dio a urdir una serie
de trabajos que aunque a veces parecían fruto de las circunstancias,
fueron dando forma a un pensamiento de largo aliento. Su siembra
dio resultados a partir de la década de 1960, cuando las nuevas
generaciones lo reconocieron como a una especie de sociólogo criollo,
que se presentaba para quedarse en el debate de las ideas argentinas.
Tuvo una capacidad de impugnación que fue efectiva, muchas veces,
por vía del humor, como lo hizo en su famoso Manual de zonceras
argentinas. Este año se cumplen cuarenta años de su muerte.
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CONABIP
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67
CLÁSICOS
A
rturo Jauretche nació en Lincoln en 1901
y murió en Buenos Aires en 1974. En su
primera juventud participó del Partido
Conservador, luego adhirió al radicalismo y fue
partidario de Hipólito Yrigoyen, pero su verdadera
lucha política comenzó con el derrocamiento de
este en 1930.
En 1933 se recibió de abogado. Ese año se firmó el
oprobioso y entreguista tratado Roca-Runciman
–“estatuto legal del coloniaje”, por el cual el gobierno
británico se quedaba con el derecho a manejar ¡el
85%! de las exportaciones de carne argentina–,
murió Yrigoyen en julio y en diciembre se produjo
el alzamiento contra el régimen del general Agustín
P. Justo (durante la “Década Infame”), en el que
participaron algunos sectores del ejército y radicales
yrigoyenistas.
Aprovechando que se realizaba la convención
nacional de la UCR en Santa Fe, algunos grupos se
levantaron allí, otros en la provincia de Buenos Aires
y unos más se armaron en Brasil para avanzar sobre
Corrientes. Entre los 150 hombres de esta última
columna, que consiguió tomar Paso de los Libres,
se encontraba Jauretche. Pero el levantamiento se
sofocó y la represalia incluyó degüellos en el campo
y exhibición de orejas cortadas de los insurrectos.
Jauretche estuvo cuatro meses en prisión y allí
relató la rebelión en el poema gauchesco "El Paso de
los Libres", que en su primera edición fue prologado
por Jorge Luis Borges.
LA ETAPA FORJISTA
“Argentina, por su interdependencia recíproca,
es, desde el punto de vista económico, una parte
integrante del Imperio Británico” o “La Argentina
es una de las joyas más preciadas de la corona de su
Graciosa Majestad” son frases ufanas y oprobiosas,
que podríamos llamar zonceras si no hubieran
traído consecuencias nefastas a nuestro país y
señalaran el espíritu imperante en los gobiernos
de la Década Infame contra el que se alzaron los
jóvenes de FORJA (Fuerza de Orientación Radical
de la Joven Argentina). Además de Jauretche, fueron
fundadores de esta agrupación Homero Manzi,
Raúl Scalabrini Ortiz, Luis Dellepiane, Gabriel del
Mazo y otros más.
La lucha de FORJA fue fundamentalmente
antiimperialista, y la obra desarrollada y publicada
en sus famosos Cuadernos (Política británica en el
Río de la Plata, de Raúl Scalabrini Ortiz apareció en
el primer número) expuso de manera irrefutable el
estatus neocolonial de la Argentina de entonces.
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CONABIP
Los jóvenes forjistas se incorporarían, luego, al
peronismo porque, como señalara Homero Manzi,
“Perón es el reconductor de la obra inconclusa de
Yrigoyen”. Así, desde 1946, Jauretche fue presidente
del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Y si
su renuncia años después resultó controvertida
y significó un alejamiento del gobierno, no lo fue
de la causa peronista, a la que siguió defendiendo
a pesar de no ahorrarle críticas. Reencontraría su
lugar de luchador y polemista tras el derrocamiento
de Perón. Allí volvería a la escritura y publicaría,
en 1956, El Plan Prebisch: retorno al coloniaje,
donde denunciaba la vuelta al sometimiento a las
grandes potencias. Y exiliado en Uruguay en mayo
de 1957 dio a conocer un libro que indicaba su
paso a la polémica en el campo de la cultura: Los
profetas del odio (que años después lo reeditaría con
yapa), donde atacaba el papel de los escritores que
trabajaban para el pensamiento oligárquico.
CONTRA EL MEDIO PELO
En 1965, cuando un grupo de amigos le organizó
un homenaje por “una vida entregada al servicio de
la Revolución Nacional”, Jauretche manifestó: “La
Argentina perimida se apoya más que en el hecho
de la fuerza, en la deformación de la realidad que
consigue difundir esta superestructura cultural. El
enfrentamiento necesario a ese colonialismo lleva a
la necesidad de enfrentar el libro, la doctrina y la
ideología importada… No es una actitud contra el
valor universal de las ideas. Es una elemental actitud
de defensa porque ni el libro, ni la doctrina, ni la
ideología se elaboran en función de nuestra realidad
ni de las posibilidades de nuestro destino. La mayor
parte de sus supuestos valores universales sólo
tienen de universales la apariencia. Emanados de los
grandes centros de poder, su universalismo es el de
los grandes centros…”
En 1966 el gobierno de Arturo Illia fue derrocado
por el general Onganía, que al mes produjo
la famosa “Noche de los bastones largos”,
reprimiendo estudiantes y profesores y provocando
un vaciamiento de la universidad argentina. Es
el mismo en que vio la luz un nuevo producto
jauretcheano: El medio pelo en la sociedad argentina.
Un comentario de la revista Confirmado lo pintó
así: “A Jauretche no le gusta demasiado que lo
tomen por sociólogo, prefiere disimularse tras
los refranes populares y las anécdotas sabrosas
que suelen ilustrar mejor que nada una situación
social. Pero ese es un problema suyo. Porque
sociólogo es, aunque proclame su desconfianza de
las estadísticas… Ensayista, bruloteador, panfletista
o sociólogo, Jauretche es un fenómeno casi único en
la Argentina, uno de los pocos capaces de vincular
los datos económicos, históricos o políticos con la
realidad cotidiana de un país, con el rostro de sus
habitantes y el estilo de sus edificios, la distribución
de sus barrios y lugares de reunión”.
Bien podría ser el prólogo de su próximo libro, tal
vez ya urdido.
DEMOLEDOR DE MITOS
Los últimos años de Jauretche fueron fatídicos para
la patria, y para él, de intensa preocupación. Lo
preocupaba la juventud, los atisbos de lucha armada
y entreveía las consecuencias, no proféticamente,
sino porque había sabido construirse como un
diestro lector de la realidad.
“Tenía tantos enemigos como sofismas había
derribado. Bajo las demoliciones yacían prejuicios,
leyendas prestigiosas, supersticiones históricas,
ilustres ‘zonceras’ y toda la mitología liberal a cuya
desaparición contribuyó definitivamente”, señaló
su editor Arturo Peña Lillo e insistió: “Proscripto
el peronismo, se crea el mito. Sus figuras más
relevantes están presas. Sus intelectuales, poco
menos que desconocidos para los mismos
peronistas, son los llamados, a la hora de la verdad,
a explicitar, tanto a ‘libertadores’ como a los propios
partidarios, qué fue el peronismo. A la tesis de que
era un estado emocional, era preciso oponerle la
categoría racional de proyecto de nación soberana,
había que repasar la historia social y económica.
Es así como aparece una literatura política, lúcida
e inédita en sus aportes a la comprensión de la
realidad argentina. La inicia un libro, escrito en
Montevideo donde se hallaba exiliado su autor,
Arturo Jauretche, que comienza a circular un tanto
sordamente: se trata de Los profetas del odio, libro
clave para comprender el desgarramiento cultural
argentino”.
Fue la base o primera parte para su otro gran
título, que llegó unos diez años después: Manual
de zonceras argentinas.
MANUALIDADES
“El argentino es vivo de ojo y zonzo de
temperamento”, le dijo una vez un amigo. Quería
expresarle que era vivo para las cosas de corto
alcance, que solo le incumben individualmente, y no
advertía las cuestiones colectivas, donde pareciera
que la viveza criolla hiciera agua.
Las zonceras funcionan como principios
orientadores (“ficciones orientadoras”, diría el
norteamericano Nicolas Shumway, autor de La
invención de la Argentina), axiomas que mamamos
desde la infancia y construyen nuestra mentalidad.
Su impacto radica en lo categórico de la afirmación
que representan, de modo que parecen encerrar
una vieja y probada sabiduría. Enunciadas como
sentencias, son deudoras en su formulación y
presentación de la tradición popular del cancionero
y la gauchesca: “es de la boca del viejo de ande salen
las verdades”.
Decía Jauretche que la eficacia política de la zoncera
no dependía de que pudiera resistir el análisis sino
de que no hubiera análisis. Y en general se apoyan
o sustentan en la autoridad de quien la enunció. Y
advertía que su libro no era un catálogo, porque
no se proponía reunir todas las zonceras, sino un
manual “para avivar un poco”.
Por eso propuso el libro como una segunda parte
de Los profetas del odio y subrayó que, si bien las
finalidades de las zonceras son diversas, las que
registraba su manual tenían, todas, una fuerte
implicancia política. Y lo hacía con ironía socarrona
y áspera, por momentos hilarante.
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CLÁSICOS
ZONCERAS “CIVILIZADAS”
El libro comienza con: “De la madre que las parió
a todas, y en particular de sus dos hijas mayores”.
Esa zoncera madre, que es “civilización y barbarie”,
no sería tanto hija de un falseamiento como de una
conceptualización antihistórica, que desdeña la
realidad concreta del país y busca soluciones de raíz
eurocéntrica, cifradas todas en la idea de “civilizar”,
esto es, “proponer un sombrero al que se tiene que
adaptar la cabeza”.
Esta dicotomía no la inventa Sarmiento,
ciertamente, sino que es heredada del pensamiento
europeísta, y, como bien advierte Jauretche, en ella
coinciden tanto la derecha como el progresismo de
raíz marxista y afines, si no en la ideología, sí en
algo que él define como mesianismo al revés, por
cuanto el pensamiento colonizado cree que todo
lo autóctono es malo y lo de afuera es bueno, a lo
que se agrega “una irreflenable vocación por la
ideología”, es decir, la abstracción mental por sobre
la realidad palpable. Esto es, no se quiso realizar un
país, sino fabricarlo. Pero los intentos de cambiar
al pueblo se vieron frustrados, cuando lo cierto fue
que los inmigrantes se terminaron agauchando en
muchos aspectos.
La hijas mayores de “civilización y barbarie” son las
zonceras sobre el espacio y sobre la población (o de la
autodenigración). La primera, “El mal que aqueja a
la Argentina es la extensión”, propone justamente el
espacio como disvalor. Según Jauretche, está ligada
a la anterior, por cuanto parte de que hay espacios
que son resistentes a la europeización. Tal es el
caso de la Patagonia, despreciada por Sarmiento,
o el Alto Perú, desestimado por el gobierno de
Rivadavia y cuya pérdida tanto alborozo causó en
Buenos Aires. Luego vendrá, también, la secesión de
la Banda Oriental.
Las otras hijas de “civilización y barbarie” son las
zonceras de la población o de la autodenigración.
Por ejemplo, “gobernar es poblar”, expresada
por Alberdi en sus Bases. Claro que la apuesta
alberdiana era “poblar con inmigración del norte
europeo”, británicos más concretamente, que
engendraran con las mujeres criollas una nueva
raza. Pero el tema fue que de “los ingleses solo
vinieron gerentes del ferrocarril”, y que la gran masa
inmigratoria que pobló la Argentina no era ni por
lejos la esperada por los teóricos de la inmigración.
De hecho, Sarmiento dedicó páginas despreciativas
a los italianos, españoles y eslavos que llegaron. Ese
imaginario sarmientino se contagió a la posteridad,
y –según Jauretche– terminó convirtiendo en
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zoncera esa frase alberdiana que, considerada en
sí misma, es lógica y políticamente correcta. Y a
la tesis de que los países más fríos (los del norte)
son más cultos, se suma la de que todo lo que viene
del sur es inferior; aun las especies americanas son
inferiores a las europeas, e incluso aquellas traídas
de Europa aquí se habrían debilitado y menguado
sus proporciones.
También es una zoncera autodenigratoria la de
“política criolla” (como opuesta a la “política
científica”). Con ella retoma Jauretche un blanco
que es la izquierda argentina, en este caso en la
persona de Juan B. Justo, que denigraba con esa
expresión la política argentina y justificaba así la
escasa base proletaria del socialismo local. La crítica
jauretcheana es que el socialismo coincide aquí una
vez más con la derecha liberal, así como en otras
zonceras que le están ligadas, como las de “educar
al soberano”, “quiera el pueblo votar” y, a la postre,
“este país de m...”. Y así es como el cipayismo local
–dice Jauretche– tronó indignado por crímenes
políticos cometidos en Rhodesia y guardó silencio
cuando los mismos crímenes los cometió aquí la
Libertadora.
Las zonceras reseñadas anteriormente construyen
entonces la inferioridad del nativo, pero es que la
sociedad capitalista se construyó no de acuerdo con
aquel sino con el gringo. Y lo mismo sucedió con
la colonización post-conquista del desierto. Así, si
se desarman esas zonceras, la evidencia es que el
gaucho era “inferior” solo porque no reconocía el
valor del dinero.
ZONCERAS DE AUTORIDAD
Las llamadas “zonceras de autoridad” no se basan
en la autoridad de alguien sino que la fundan. Allí
se cuentan las del “niño modelo” que nunca faltó
a la escuela, las del “hombre que se adelantó a su
tiempo” y otras.
Jauretche no es antisarmientino, sino que dice que
hay que bajar la imagen de Sarmiento de los altares
a los que la han subido y vitalizarla, rescatarla de
los divinizadores. En cambio con Rivadavia no hay
matices posibles. Si Sarmiento es el “niño modelo”,
Rivadavia es “el hombre modelo”, construido
por la historia y la historiografía mitristas como
“visionario”, “adelantando a su tiempo” o “primer
hombre civil de la República Argentina”. Apoya sus
invectivas contra don Bernardino con las opiniones
que el propio San Martín vierte sobre él, llamándolo
“visionario que quiso improvisar en Buenos Aires
la civilización europea con solo los decretos que
ARTURO JAURETCHE
diariamente llenaban lo que se llama Archivo
Oficial”.
Todas las zonceras le sirven a Jauretche para
articular derroteros, recurrencias en la historia de
nuestro país. Así, por ejemplo, nos recuerda que las
respuestas institucionales a la caída de la “Primera
tiranía” se repitieron a la caída de la “Segunda
tiranía” (abolida la pena de muerte por causas
políticas según la Constitución de 1853, se fusiló en
1856 y en 1956, y abolida la confiscación de bienes
en la misma Constitución, se confiscaron bienes
a Rosas y un siglo después al Partido Peronista).
De este modo, sigue una línea nacionalista que
defiende la soberanía –política, económica, social,
mental– que va de San Martín a Rosas y de este al
yrigoyenismo y al peronismo.
ZONCERAS ECONÓMICAS
Al hablar de las zonceras económicas, “las que
constituyen la finalidad última de todas”, señala
que las anteriores son preparatorias, pues forman
la mentalidad colonial que posibilita las que
siguen: división internacional del trabajo, “milagro
alemán”, “pagaré ahorrando sobre el hambre y
la sed de los argentinos” (frase del presidente
Nicolás Avellaneda), fuerzas vivas (Sociedad Rural
Argentina, Unión Industrial Argentina), el granero
del mundo, mercado tradicional y “comprar a quien
nos compra”.
Aquí elucubra una “respuesta honesta” del ministro
Erhard, creador del llamado “milagro alemán”, a una
sugerida invitación del ministro Alsogaray en 1959
para que viniera a aconsejar en materia de desarrollo
económico. La imaginada carta pone en contraste no
tanto las dos culturas económicas y las condiciones
en que se han desarrollado ambos países, cuanto
las diferencias entre un pensamiento que apuesta
por el desarrollo de la nación (el pensamiento proalemán de Erhard) y el pensamiento colonizado que
defiende la primarización de la economía.
En lo de la primarización, subraya Jauretche con
punzante ironía, coinciden una vez más los liberales
con Juan B. Justo. Lo cita a propósito de su rechazo
a agregar valor a la exportación de trigo cuando
algunas voces reclamaban al menos exportar harina.
Ha dicho Justo: “lo que negamos, y volvemos a
hacerlo, es que corresponde al Estado el papel
de fomentador de los intereses empresarios y de
engendrador artificial de empresas cuya razón de
ser es problemática por el simple hecho de no haber
nacido espontáneamente”.
Suma a este análisis el paradójico contubernio entre
la Sociedad Rural y la Unión Industrial, cuando
una política económica dictada por los intereses
de la primera tendría que, por lógica, despertar
la protesta y oposición de los industriales. Sin
embargo, desde los días del tratado Roca-Runciman
los industriales argentinos eligieron un mercado
pobre, garantizándose a cambio el monopolio y su
menor inversión. Agrega Jauretche como anécdota
que los productores de cemento decían en 1943
que “había exceso de producción en el país. ¡Y en
los años inmediatos hubo que importar enormes
cantidades para poder servir la demanda interna!”.
FINAL
A juicio de quien escribe, el libro reviste una
actualidad apabullante (45 años después), porque
los resortes del pensamiento colonizado lejos de
haber sido desactivados siguen fuertes, y están
siempre tensos para volver a saltar. Aunque el modo
campechano de don Arturo nos pueda inclinar a
tachar algunas de sus miradas de tendenciosas o
ingenuas, no hay la más mínima ingenuidad en ellas
y se conservan vitalísimas en nuestra cultura social.
La actualidad se muestra flagrante en la zoncera Nº
37 (de las 44 totales), que se titula “Cuarto poder”:
“Ahora el cuarto poder existe, y yo diría que es
el primero, solo que no tiene nada que ver con la
libertad de prensa y sí mucho con la libertad de
empresa (...) El cuarto poder está constituido en la
actualidad por las grandes empresas periodísticas
que son, primero empresas, después prensa”.
Tan vitales como inagotables, Jauretche propone
que cada lector siga acopiando las suyas, aprenda a
verlas, a desarmarlas. En definitiva, aprenda a leer.
BIBLIOTECA JAURETCHIANA
· 1934: El Paso de los Libres.
· 1956: El Plan Prebisch: retorno al coloniaje
· 1957: Los profetas del odio y la yapa
· 1958: Ejército y política
· 1959: Política nacional y revisionismo histórico
· 1960: Prosa de hacha y tiza
· 1962: Forja y la Década Infame
· 1964: Filo, contrafilo y punta
· 1966: El medio pelo en la sociedad argentina
· 1968: Manual de zonceras argentinas
· 1969: Mano a mano entre nosotros
· 1972: Pantalones cortos
· 1977: Política y economía (edición póstuma)
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CONABIP
ENTREVISTA A MARÍA INÉS FALCONI
“LOS CHICOS DE HOY
LEEN CON LA MISMA
AVIDEZ QUE LOS DE
HACE VEINTE AÑOS”
Es novelista, directora de teatro, guionista de cine y dramaturga. Y
se ha dedicado a capturar la atención de niños y adolescentes para
sumergirlos en el mundo de la literatura y el teatro. Su saga Caídos
del Mapa es una exitosa puerta de ingreso a la lectura de púberes y
adolescentes, que en 2013 llegó al cine. Su trabajo en la Asociación
de Teatro para Niños y en la Asociación Internacional de Teatro para
la Infancia y la Juventud la mantienen en contacto permanente con
quienes más la inspiran. En esta entrevista cuenta cómo nació su amor
por el teatro y la literatura, su trabajo y las distintas actividades que
realiza en la Biblioteca Popular de Belgrano “Alfredo Fazio”.
Por MARÍA OLIVES | Fotos: GENTILEZA DE MARÍA INÉS FALCONI Y EDITORIAL QUIPU
E
n la Biblioteca Popular de Belgrano
“Alfredo Fazio”, que funciona dentro de
la Universidad Popular de Belgrano, nos
encontramos con María Inés Falconi, que coordinó
los talleres de teatro para chicos y adolescentes
durante más de veinte años y que ahora se dedica
a generar proyectos para la biblioteca, orientados
especialmente a ese público. Sobre el escenario de
una encantadora habitación de madera rodeada de
cortinados, iniciamos esta charla remontándonos a
su infancia y a sus primeras lecturas.
-¿Que leía cuando era chica? ¿Cuál fue su primera
experiencia con un libro?
-Cuando era chica leía mucho. Leía, primero,
cuentos para chicos. Me acuerdo de dos colecciones
famosas: las de los libros de Constancio C. Vigil, que
creo que hemos leído todos los de mi edad y que a
mí no me gustaban; es que no había tanto publicado
como ahora. Y después había otra colección que se
llamaba “Los libritos de oro”, con el lomito dorado,
que trataban temas diversos. Eran cuentos originales
y algunos tradicionales. Otros eran de Disney. Esos
los tenía todos y los leía a todos, creo que no me
faltó ninguno. Y me acuerdo de una cosa que era
la que más me gustaba –ya ahí sabía leer, era un
poquito más grande– que se llamaba Fabulandia.
Era una revista semanal que publicaba la editorial
Codex. Cada revista traía cuentos de los hermanos
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ENTREVISTA
Grimm, de Andersen, leyendas o cuentos chinos,
cuentos árabes de Las mil y una noches y esos me
encantaban. Las sigo teniendo.
-¿Quién le transmitió esta pasión por la lectura?
-Mis padres eran muy lectores, así que en mi casa la
biblioteca era algo cotidiano. No era una cosa extra,
los libros eran parte de la casa.
-¿Y el entusiasmo por la escritura fue de más
grande o empezó a escribir de niña?
-No, siempre me gustó escribir. Aunque me
convertí en escritora ya de grande, cerca de los 30.
Me gustaba como materia en la escuela, escribía mis
cosas, al principio poesías. Siempre escribí mucho.
-¿Qué la llevó a apuntar a un público infantil?
-Yo soy docente. Mi título, en realidad, es de
maestra de Nivel Inicial. Trabajé como tal
muchísimos años, o sea que siempre estuve en
contacto con los chicos. También estudié Ciencias
de la Educación. Entonces, mi mundo era el mundo
de los chicos. Por eso cuando me dediqué a escribir
apunté directamente ahí.
EL BEST SELLER
El 2013 fue un año que cerró con dos proyectos
concretados: en septiembre se estrenó Caídos del
Mapa (la película), basada en el primer tomo de
la saga, con un guión escrito por ella misma. Y en
diciembre se publicó el onceavo tomo del libro.
El primero es del año 1995. Falconi no sabe qué
es lo que hace que la saga mantenga despierto
el entusiasmo lector. Sí admite que no deja de
sorprenderla el fenómeno: “Uno presupone que
la vida cambió, que cambiaron las épocas, que
cambiaron las tecnologías, que cambió todo, sin
embargo, los chicos de hoy lo leen con la misma
avidez que los de hace veinte años”. Incluso se da
el hecho de que empiezan a leerlo de más chicos.
Y acá sí señala una diferencia: “Era un libro para
chicos de 12 años y ahora ya lo leen los 9. Y se
extiende a los que vienen siguiendo la saga, muchos
adolescentes, jóvenes que lo vienen leyendo. Más
para no perderse cómo sigue, como lectura de
cabecera”.
-¿Cómo surgió la idea de Caídos del Mapa?
-Surgió como una obra de teatro. Porque yo venía
escribiendo muchas obras para chicos chiquitos,
que era lo que más se pedía, no había obras para
pre-adolescentes. De hecho, todavía hay muy
poco. O casi nada. Entonces, surgió casi como un
experimento, para ver si uno puede llegar a los
adolescentes desde el teatro y escribir para ellos.
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CONABIP
Después me quedé con ganas de hacer la novela,
porque había muchas cosas que, obviamente, sobre
el escenario no se podían contar. O se podía, pero la
producción no daba, era imposible. Y coincidió que
la vio Carlos Silveyra, que en ese momento estaba
lanzando la colección de Quipu, y me dijo: “¿No
te animás a transformarla en novela?”. Era justo
lo que quería hacer. Ahí apareció el número uno
y después siguió por propio peso. No pensé hacer
una saga , pero después los chicos pidieron más y
se empezaron a enganchar y bueno, acaba de salir
la 11.
-¿Cree que Caídos del Mapa funciona como
una puerta de ingreso a la lectura en los chicos?
-Sí, absolutamente. No es que lo crea por el libro,
sino por lo que me comentan las madres, los mismos
chicos, los docentes. El comentario de “a mi hijo no
le gustaba leer nada hasta que encontró Caídos del
Mapa” es muy frecuente.
-En una entrevista contó que la clave es el contacto
permanente con los chicos. ¿Sigue manteniendo
ese contacto?
-Sí, porque acá hay talleres de teatro para chicos y
adolescentes, yo coordiné esos talleres durante más
de veinte años, y si bien ahora no los coordino, estoy
en permanente contacto con los cursos, con los
profesores. Entonces estoy todo el tiempo rodeada
de chicos.
-¿Y todo esto está articulado con los colegios?
¿Ellos también incentivan a leer Caídos del Mapa?
-Sí, entró mucho por los colegios, porque los
maestros lo eligen muchas veces, pero también
fue un fenómeno muy particular, porque circuló
sólo entre los chicos. Es un libro que no tiene una
promoción por detrás. Los chicos se lo prestaban, se
lo recomendaban y cuando lo leían, se compraban el
otro y hay todo un circuito de libros.
UN AMBIENTE FAVORABLE
-Una de las grandes dificultades que tienen los
bibliotecarios es poder, justamente, cautivar al
público joven (niños y adolescentes) para que
concurran a las bibliotecas populares. ¿Hay algún
consejo que pueda darles?
-Nosotros en el año '93 o '94 no estábamos en
este edificio sino en nuestro edificio original, en
Belgrano, que era más grande. Teníamos una
Biblioteca Popular. La de acá tiene setenta años,
que era algo, no sé cómo describirlo... un lugar
oscuro con las puertas cerradas, las sillas de cuero
viejo, escritorios grandes... Con una bibliotecaria
MARÍA INÉS FALCONI
divina, pero que tenía una peluquita y estaba
siempre sentada atrás del escritorio. Cuando la
bibliotecaria se jubiló decidimos, un poco por
iniciativa mía, transformarla en una biblioteca
para niños y adolescentes. Entonces, empezamos a
modificarla, hicimos una limpieza del material. Por
supuesto dejamos material para adultos, novelas,
literatura, todo eso sigue estando. Y empezamos a
sumar bibliografía de referencia para chicos, para
las escuelas. Abrimos una sala exclusivamente para
chicos, con mobiliario y libros. Esto implicó que los
chicos de la escuela primaria y secundaria vinieran
mucho a estudiar a la biblioteca. Porque cambiamos
las mesas, las pintamos. Hicimos todo un cambio
para darle alegría al espacio, pusimos computadoras.
Entonces los chicos venían porque encontraban un
lugar donde tenían todo el material, las bibliotecarias
les aconsejaban, les sacaban las fotocopias, hacían la
tarea con ellos y así había una biblioteca siempre
llena. Paralelamente, generamos algunos programas
para chicos más chiquitos. Las escuelas vienen,
se hace toda una actividad programada con los
chiquitos, y ese programa lo seguimos manteniendo.
Fue variando a lo largo de los años, pero en este
momento, por ejemplo, los chicos eligen un libro y
se llevan una “Caja viajera” con los libros elegidos
por ellos; los tienen quince o veinte días, los leen, se
los cambian y después los devuelven. Es un sistema
de préstamos con la escuela.
-Es un gran incentivo...
-Claro, y tenemos escuelas todas las semanas.
Más que nada jardín y los grados inferiores. Este
año hicimos otra actividad en combinación con
el teatro, para quinto, sexto y séptimo grado, que
también funcionó bien. Hacían toda esa actividad
pero también veían una obra de teatro. Y además
de eso, los fines de semana, cuando se dan las
funciones de teatro, tenemos una actividad que se
llama “Biblioteca abierta”: la biblioteca está abierta
para los chicos y los padres. Mientras esperan, se
sientan a leer con los chicos, a veces hay alguien que
les cuenta un cuento. Un momento de compartir
con los papás, en lugar de estar haciendo una cola.
-¿Su trabajo en la biblioteca tiene que ver con esto
que viene contando?
-Es eso. Yo no trabajo como bibliotecaria, simplemente
apoyo generando proyectos y ese tipo de cosas.
TRAS BAMBALINAS
-¿Cómo es el trabajo que realizó durante tanto
tiempo en ATINA (Asociación de Teatristas
Independientes para Niños y Adolescentes)?
-ATINA se dedica a generar proyectos para los
teatristas, para los estudiantes de teatro, para
tener un mayor desarrollo o a mejorar lo que
es el teatro para niños. Es la representante de la
Asociación internacional, yo soy Vicepresidente de
la Internacional, que se llama ASSITEJ (Asociación
Internacional de Teatro para la Infancia y a
Juventud), y eso nos permite estar en contacto con
gente que hace teatro para niños en todo el mundo.
-¿Cómo ve la diferencia entre el teatro en el
exterior y en la Argentina? Acá hay mucha oferta
de obras. ¿Qué la cautiva a la hora de elegir?
-No hay ninguna que sea perfecta, creo. Acá el
movimiento es muy intenso, mucho más que en
cualquier otro lugar del mundo. Hay algo que
sucede y es que la gente elige el teatro para niños.
En vacaciones de invierno, aun cuando vayan a ver
la mayor de las porquerías, porque hay de todo, el
programa de las vacaciones de invierno es el teatro.
No pasa en ningún otro lugar del mundo. Me parece
ABRIL 2014 | BePé
75
MARÍA INÉS FALCONI
que es una cultura teatral impresionante. Los países
de Europa, que poseen muchísimo mayor apoyo del
gobierno para el desarrollo del teatro para niños,
tienen un teatro mucho más evolucionado desde
todo punto de vista: la producción, la dramaturgia,
desde los actores que contratan. O sea tienen un
nivel mayor, pero es un teatro que funciona así
allá. Porque el teatro está muy relacionado con la
cultura.
-¿Qué dramaturgos admira?
-En teatro para niños, hay una dramaturga
canadiense que se llama Suzanne Lebeau, que
para mí es la mejor. Porque no sólo tiene una
consistencia dramática impresionante, tiene
una poesía maravillosa y muy bien adecuada
al teatro y se mete con temas difíciles de tocar
en el teatro para chicos. Por ejemplo, la guerra
o los instintos. Para mí ella es lejos, la mejor.
Admiraba y admiro mucho a una autora
argentina que vivió exiliada en México, que ya
falleció hace un par de años, que se llama Perla
Szuchmacher, hermana de Rubén Szuchmacher,
también una excelente escritora. Suele gustarme
mucho el teatro comprometido para chicos. No
el que es solo de entretenimiento.
-¿Cómo ve la dramaturgia acá y afuera?
-Acá, en cuanto a la dramaturgia, porque hablábamos
del teatro en general, tenemos un problema que es
bastante extensivo en Latinoamérica también. Hay
muy pocos dramaturgos de teatro para chicos, en
general los que escriben las obras son los directores.
Y los directores escriben las obras más con la cabeza
puesta en cómo van a hacer la puesta en escena, que
en el texto en sí mismo. Entonces, son textos que
generalmente no se publican, no se difunden. Eso
retarda mucho la evolución del teatro para chicos.
Los países que más avanzan son los que tienen un
movimiento de dramaturgia fuerte.
-¿Qué significa el teatro hoy para usted?
-Es una forma de comunicación. Hoy y siempre. Es
una forma de comunicarme con los chicos, igual
que la literatura. Sí, es exactamente eso.
-¿Y si tiene que elegir una de las dos pasiones:
teatro y literatura?
-No, sabés que no. Porque las dos van de la mano.
La literatura es solitaria, nadie te molesta, hacés
lo que querés. Después te ponen todas las comas
y nadie te discute nada. El teatro es grupal y tiene
una dinámica completamente distinta, además es en
vivo, las cosas se pueden ir cambiando en el proceso
de ensayo. Y se discute mucho, uno sigue el proceso
con el actor que está creando al personaje, con el
director, con el escenógrafo.
-Y a la vez tiene ese feedback del público en el
momento.
-El feedback del público es en el momento, entonces
a mí me gusta mucho. Cuando me canso de la
literatura, me voy al teatro. Los dos lenguajes me
gustan mucho.
Durante los últimos años la CONABIP incluyó libros de María Inés Falconi en sus compras centralizadas.
Los tomos I, II, III y X de Caídos del Mapa y la novela Hasta el domingo se encuentran disponibles en
todas las bibliotecas populares.
76
CONABIP
POEMAS DE
LA INFANCIA
La verdadera patria del hombre es la infancia. Así
definió el poeta alemán Rainer Maria Rilke el tiempo
de la niñez. Los poetas Marcos Silber, Leonardo
Martínez, María del Carmen Colombo, Patricio Torne,
Claudia Masin y Marcelo Díaz, oriundos de diferentes
provincias de la Argentina, nos entregan “noticias”
de esa otra patria.
Selección: JULIA MAGISTRATTI | Ilustraciones: ADRIANA LUGONES
ABRIL 2014 | BePé
77
PARA RECITAR
Sepia
El arcón
...ahora aquí, como allí entonces.
Se deja izar su párpado de madera y cerrojo
y antes de nada, el dulce golpe de oler
los juegos el tierno alboroto el patio las /
glicinas;
y de nieve las bolitas de naftalina
entre los pliegues del cubrecama de plumas,
el de la incendiada abuela
vigilando ahora los viejos retratos
de los más jóvenes, la madre de mí y de papá;
de la luz los rostros, toda la luz.
A un lado, la demacrada mortaja del violín
con el grande sueño de la velada que desertó.
Reposando de sus júbilos, los disfraces, esos
de organza rosa, de las hermanitas,
y un cuaderno (de la del medio, la más aplicada,
la guardiana de mis deberes escolares).
Cruza el aire la carreta del recuerdo
y se pone en la tarde de hoy, la tarde de ayer.
Ahora comienza a llover. Como entonces.
Como la tarde de entonces
cuando la hermanita guardiana
(la del medio, la más aplicada)
me ordenaba repetir y repetir:
cuatro por uno cuatro, cuatro por dos ocho,
cuatro por tres doce, cuatro por cuatro /
dieciséis...
Juega la muchachita; aún no es la madre de mí;
como relámpagos de fiesta sus trenzas, y dos /
ciruelos
de incendio en las mejillas; juega y se ve /
pequeña
que juega con los copos que juegan con ella.
En la calle de las nieves.
En Kiev.
No se muda no avanza no aparece en la /
siguiente foto
para evitar entrar en el tiempo y volverse /
después
madre de mí, y al fin dolerme, dolerme como /
agujas
de fuego en cada ojo cuando cese de ser la /
madre de mí,
y desampare, y quede yo así, dejado, como /
pequeño solo,
abandonado y solo.
En la calle de las nieves.
En Kiev.
Marcos Silber (Buenos Aires, 1934). Ha publicado veinte títulos, entre ellos Boca a
boca; Cuaderno del Resucitado; Thrillers (Historias en “16”); Bajo Continuo y Cabeza, tronco y extremidades. Ha participado, además, en antologías varias. Es Faja
de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores; fue finalista del concurso Casa de
las Américas; obtuvo el Primer Premio del Certamen de la A. P. D. H; el Primer Premio del Certamen Casa de la Amistad Argentino-Cubana; el Primer Premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires, y finalista del Certamen Internacional
“Víctor Valera Mora”, de Venezuela.
78
CONABIP
POEMAS DE LA INFANCIA
De la Infancia
II
I
Recuerdo
los cuchillos de azogue de la siesta
y el calor enredado en las moscas del jardín
un verano
¡hace tantos años!
Recuerdo
un pedazo de tristeza
recortado y pegado en el cuaderno
de estampas
junto a San Antonio
ojos de miel
Recuerdo
el callejón de los talas
donde el viejo de las pesadillas
desgarraba con uñas de mica
el agua tierna de las acequias
De la infancia queda todo intacto.
Clausuras llenas de plegarias
palabras como flores marchitas
amonestaciones de próceres
quemándose en cielos de sequía
besos y caricias guardados
en un corazón de monedero
Nunca fuimos más paganos.
Ríos montes desiertos
eran nuestro cuerpo
Como pequeños dioses
amábamos el placer
su pelambre de seda
Así creamos jardines
de pájaros visionarios
paraíso de palomas
que todavía ensayan su vuelo
en mi corazón desterrado
V
El ruido de las grandes crecientes
nos precipitaba
a la oscuridad abrasadora
como un ensalmo
Hincados ante el río
y su olor a tierra desbocada
nos asomábamos al vértigo de los remolinos
Después
en el lecho de las aguas primerizas
nuestros cuerpos desnudos
recibían su bautismo salvaje
Gozosos celebrábamos
las espumas y crestas
la alegría lechal de la corriente
Pero el aguamadre del verano
se deslizaba por la infancia
hacia un cielo de humo
breve como un sueño
donde un niño muerto
juega a orillas de la memoria ciega
Leonardo Martínez (Catamarca, 1937). Poeta y músico. Cursó estudios musicales en
la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional de Tucumán. En la misma
institución ejerció la docencia en las cátedras de Audioperceptiva y Piano. Es autor de
los libros de poemas: Tacana o los linajes del tiempo (1989), Ojo de brasa (1991),
El señor de Autigasta (1994), Asuntos de familia y otras imposturas (1997), Rápido
pasaje (1999), Jaula viva (2004), Estricta ceniza (2005), Jardín volátil -antología(2007), Las tierras naturales (2007), Los ojos de lo fugaz (2010), El barro que sofoca (2013) y Escribanía de vivos y muertos (2013). Sus poemas figuran en antologías
y revistas especializadas del país y del exterior. Sus ensayos Sobre la naturaleza de
la poesía y Música y poesía fueron publicados en medios especializados.
ABRIL 2014 | BePé
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PARA RECITAR
(Sin título)
Como un árbol, este abanico tiene un solo
pie, pero de varillas, y un país de papel que se
despliega, lento, con dos manos.
Florece en cada varilla una escena, muy
fija y finita, pintada con pelo de pincel.
Entre una escena y otra la distancia es
inmensa, porque tarda en llegar la próxima
varilla.
Cuando la escena por venir parece que no
viene, los ojos humean de ansiedad, nublando
el cristal con que se mira; en el fondo sus
arpones de pez desean pescar cada una de las
miniaturas, que huidizas se escurren entre el
papel de agua.
El pinchazo de un ojo podría ser fatal para
un teclado tan liviano. Por suerte, entre el
comienzo y el final de este despliegue sólo
transcurre media hora. Tiempo suficiente
durante el cual un semicírculo puede alcanzar
su personalidad verdadera, y en el instante
hacerse aire, como este abanico.
(Sin título)
Son chinas las tres chicas, pintadas por el
fino pincel de un copista oriental. Ojos como
rendijas miran la escena de la madre, lavando
el kimono en el piletón del patio. Las miradas
finitas rayan las ojeras de la madre, imitación
de la sombra de un árbol exótico. Le dibujan
persianas cerradas para protegerla de un sol
de siesta, insoportable.
El alma china de la familia se llena como
una palangana porteña al compás de los
dichos maternales del agua. Y las tres chicas
recuerdan, al unísono, los agujeros dejados
por las balas. Los agujeros del recuerdo,
multiplicados por tres, ensucian con la sangre
del padre el kimono que la madre lava,
infinitamente, adentro del piletón de sus
propias ojeras.
Recordar, abrir el ojal de una herida llamada
ojo, provoca un dolor de sol, insoportable,
entre ceja y ceja. Por eso, a la sombra de un
árbol exótico, las tres chicas pintan el alma de
un dragón subiendo al cielo, con el fino pincel
de sus pestañas.
(Sin título)
Todas las noches, la madre china pone su
mente adentro de una copita quieta. La llena
con sus diminutos pensamientos de alfiler. Es
de jade, la copita, y parece un párpado vaciado
por la punta de una vara de bambú. Puede ser
también un pájaro mudo que se sostiene en
una sola pata de gallo.
La mente maternal imita el salto de los
equilibristas, esos que tiran el alma por el aire
y cae, hecha un bollito, en las aguas secas del
vacío.
A la mañana, la mente china sale lívida del
párpado, como un pez o un ánima que ha
vagado por los vericuetos del limbo.
María del Carmen Colombo (Buenos Aires, 1950). Ha publicado La edad necesaria
(1979); Blues del amasijo (1985, reedit. 1992 y 1998); La muda encarnación (1993,
reedit. 2006), La familia china (1999, reedit. 2006, 2012) y Los sueños del agua (poesía para niños, 2010). También, Santo y Seña (publicación conjunta, 1984) y Folletín
(Plaquetas del Herrero, 1998). Ha recibido el Primer Gran Premio de Poesía V Centenario (1992) y la Mención Especial del Premio Nacional de Poesía (producción 19961999). Integra antologías de poetas argentinos editadas en el país y en el extranjero;
entre otras, Puentes/Pontes (Fondo de Cultura, 2003) y 200 años de poesía argentina
(Alfaguara, 2010). Colabora en diarios y revistas e integra el Consejo Editorial de Hilos
Editora. Desde 1980 coordina talleres literarios.
80
CONABIP
POEMAS DE LA INFANCIA
Los pibes de las
alturas
Aprendimos jugando en el cielo de la desdicha.
Antes de ser lanzallamas, fuimos el puro fuego.
De algún modo éramos el gesto que anticipa /
el detonante,
mientras reíamos como ausentes de todo riesgo.
Nada de lo que ha si do oscuro nos fue negado,
y en esa intangible oscuridad nos elevamos
cuantas veces fue necesario tratando de ser /
felices.
Tocamos el sol, y quemadas las manos /
arrojamos arena
en los ojos de los cobardes, esos que nunca
se animaron a tirarse desde el cielo y en picada.
Ellos no merecían ver nuestros juegos,
no estaban en condiciones, ni tan siquiera, de /
envidiarnos.
Tomamos las alturas como un campo /
desprovisto
de imposibilidades, y a ese cielo le pusimos /
maleza
para que los poderosos crean que era un baldío.
Fuimos dichosos aún cuando nos faltaron /
dientes
para masticar las cuerdas que habrían de /
sujetarnos
cuando volvíamos de aquella altura.
Tuvimos tanta sed, tanta hambre,
como marcas en la cabeza.
Somos esos que cada tanto se juntan a cantar /
bajo el arco iris,
y miran crecer el río con la calma de los /
condenados.
Mi madre
Mi madre fue la primera en advertir
que vivir en éste mundo no era fácil,
por eso me enseñó
que ciertas cuestiones
no han de tomarse a la ligera.
Y lo hizo a su modo,
muy eficazmente.
Mi madre era analfabeta,
desconocía a Piaget,
su teoría del desarrollo cognitivo,
y los manuales básicos
sobre psicología infantil.
Cuando niño,
supo darme
penitencias y castigos
necesarios,
advirtiendo que la vida
sería menos condescendiente.
Por eso,
aunque lo intentara,
el mundo no pudo matarme.
Mi madre,
más que tierna y amorosa,
fue acertada, fue justa
en el instinto
de preservar la cría.
Patricio Emilio Torne (Helvecia, Santa Fe, 1956). Escritor y artista plástico. Desde
1985 reside en Villa Mercedes, San Luis, año en el que comenzó a coordinar los
Talleres de Escritura y dramaturgia en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales de la U.N.S.L., actividad que desarrolla hasta el presente. En la misma
facultad fue cofundador y director de “La Zona”, Radio Universitaria “Alterativa”.
Actualmente es coordinador de Actividades Artísticas y Culturales de la F.I.C.E.S.
Libros editados: Órbita de Endriago (Editorial Filofalsía, 1990); Helvecia y Otros
Tópicos (Editorial Todos Bailan, 1990); Donde Muere la Lógica (Editorial Último
Reino, 1992); Anacrónica (Ediciones de la nada, 2000); Perros (Editorial Revistas
Callejeras, 2010) y Materialismo Dialéctico (Editorial deacá, 2013).
ABRIL 2014 | BePé
81
PARA RECITAR
Cría cuervos
Los niños, como los gatos, podemos ver en /
la oscuridad.
Vigías que saben que no pueden /
deslumbrarse
con su propio sueño, pasamos las horas
tejiendo una tela finísima alrededor
de nuestro miedo. Después, muchos años /
después,
solías decirme, llega el olvido y podemos /
dormir
sin sobresaltos. Yo aún no he olvidado.
Cada noche, nos intercambiamos historias
como joyas. Esta te queda bonita,
esta le sienta bien a tu piel, a tus ojos:
Había una niña que era tan pequeña
que cabía en la palma de una mano.
Si yo fuera esa niña –pienso– elegiría
vivir en tu mano. Podrías cerrarla
y dejarme sin nada, pero toda buena historia
necesita una tragedia, un vuelco inesperado.
No quiero que llegue el fin
de tu relato, que la noche se acabe. No sé /
qué hay
del otro lado. La vida es una imagen
que va desdibujándose, perdiendo los /
contornos
día a día. Crecer es el tránsito de la imagen /
precisa
a la distorsión. Quiero seguir siendo niña
para conservar la vista.
La corteza
Es posible entrar en la infancia de otra persona.
No hablo de inventar una historia lo /
suficientemente hermosa,
o triste, o rara, que nos dé la ilusión de estar /
unidos,
sino de entrar, como entra la raíz de un árbol /
en la raíz de otro,
cuando el espacio que los separa es poco. Hablo
de troncos diferentes creciendo en un suelo /
común,
en una misma dirección, de tal manera
que no se podría derribar uno solo sin precipitar
la caída de los dos. Se puede entrar así,
no en un cuerpo, sino en la memoria de ese /
cuerpo,
en la reverberación del impacto que tuvieron /
sobre él
las primeras voces escuchadas, en su alegría
ante la experiencia del contacto físico, del /
encuentro
con las fuerzas tremendamente violentas de /
lo vivo. Es posible
saber del pavor que lo aisló desde entonces,
lo hizo cerrarse en sí mismo para no ceder /
al deseo de ser tocado
y de tocar. Quizás hay una forma de compasión
o acuerdo capaz de traspasar la dura corteza
de la propia vida, demasiado pequeña para /
abarcar
la intensidad del mundo, tan extrema
que sólo se soporta en compañía.
Claudia Masin (Resistencia, 1972). Es escritora y psicoanalista. Vive desde
1990 en Buenos Aires. Coordina talleres de escritura. Publicó los libros
de poesía Bizarría, Geología, La vista, El secreto (antología 1997-2007),
Abrigo, La plenitud y el libro de fotografías y poemas El verano. Su libro
La vista ha obtenido por unanimidad el Premio Casa de América de España
en 2001 y ha sido editado por Visor. Textos suyos han sido traducidos al
francés, inglés, portugués e italiano. Participó en varias antologías de poesía
y ensayo en su país y en el exterior. Fue codirectora de los sellos editoriales
Abeja Reina y Curandera, dedicados a la poesía.
82
CONABIP
POEMAS DE LA INFANCIA
Osa mayor
El astronauta
En la madrugada las estrellas y las ecuaciones
tejen la red de una araña negra
que mastica los huesos de la noche.
Sobre la escuela volaba un avión comercial
que dejaba una cicatriz de humo en el cielo
y dije: “yo quiero ser Neil Amstrong”.
En el guardapolvo llevaba un mapa de ruta
para salir de la atmósfera
y dibujar otro barrio en el cosmos.
Pero los recuerdos felices funcionan
tan sólo como recuerdos felices:
ahora ensayo pasos de astronauta
para cruzar la calle.
La mañana
Le gané por cansancio a la felicidad,
horas y horas practicando el ejercicio del /
abandono
como quien se deshace de una piedra
que carga a sus espaldas.
El azar quiso que me encontrara en esta pieza,
es mentira que la escritura nos salva.
Mi infancia fue un país extraño y sin sol,
señal de que soy un desconocido,
una forma incompleta
alrededor de una experiencia imposible.
Con el anillo de Linterna Verde
dibujo una balanza en la Vía Láctea.
En el centro están las enanas blancas
y su calendario intacto.
Cómo hablar de los fósiles del tiempo,
más reales que las hojas
del árbol de la eternidad, si todavía cargamos
con un lenguaje en movimiento
como una flecha sin dirección.
La materia agoniza y se desprende
de la galaxia como un cartón mojado.
El espíritu de superhéroe
lo perdí hace años
el día en que mataron a Superman.
Simetrías
Huérfano de mundo
olvidé cuándo
se rompió la burbuja de la infancia
abandonado
a las simetrías de la oscuridad.
¿Seré como esas máquinas
que por las noches
siguen funcionando
en la vibración electrónica del silencio?
He visto el paisaje
un hombre que no cumple
con su función de hombre.
En algún lugar fijo
descansa el magma
bajo tierra, como yo.
Marcelo Daniel Díaz (Córdoba, 1981). Es licenciado en Letras. Participó en la anto
antología Es lo que hay,
hay, seleccionada por Lilia Lardone en 2009. En 2011 publicó el lili
bro de poemas Newton y yo (editorial Nudista, prólogo de María Teresa Andruetto).
Y en el año 2012 publicó el texto de lingüística La máquina de enunciación K
(EDUVIM). Ha colaborado con textos críticos en No-Retornable, Poesía argentina y
Corrientes Revista.
ABRIL 2014 | BePé
83
OBRAS COMPLETAS DE ROBERTO “TITO” COSSA
NI GRIS NI AUSENTE
Surgido en la explosiva década de 1950, Cossa desarrolló una
dramaturgia tan argentina como universal. Así, sus piezas resultan
una indagación de la idiosincrasia nacional y un calado hondo en las
tensiones humanas de todos los tiempos. Además, Cossa ha sido y es, a
la vez que autor, hombre de acción del teatro argentino, tanto porque
trabajó cada una de sus creaciones junto a los elencos como porque
fue protagonista de las preocupaciones movilizadas del sector. No
debiera sorprendernos si pensamos que el teatro es, desde siempre, el
arte más político entre todos. La CONABIP publicará una edición de sus
Obras Completas. Por MATÍAS MARINI | Foto: SEBASTIÁN MIQUEL
"Los artistas no morimos del todo. Ese es nuestro privilegio. Quedan nuestras obras."
Ya nadie recuerda a Fréderic Chopin
“S
oy un actor frustrado, empecemos por
ahí”. Por ahí, entonces. Dos de sus tíos,
René y Miguel, fueron hombres de las
tablas. “De modo que tengo la marca de origen”,
se resigna. Será por eso que Roberto Cossa no
84
CONABIP
puede pasar muchas horas escribiendo. No es que
no quiera: no puede, literalmente. Tras un tirón de
escritura, Tito –como se lo conoce popularmente–
sale eyectado de su silla. Se para, de pronto, y
empieza a hacer de actor.
ROBERTO "TITO" COSSA
Y, desde allí, la acción le da carnadura al texto, como
enseñaba el ruso Stanislavski, maestro de actores.
La dramaturgia, para Cossa, es un arte vicario: se
escribe para que otros lo completen. “A mí, la obra
se me completa cuando la veo”. Tanto, que no dejó
uno solo de sus textos sin estrenar. No escribe para
académicos. “Si me preguntan por las editoriales
que publicaron mi trabajo, no las recuerdo. Ahora,
si quieren saber las salas donde se estrenaron cada
una de mis obras, las tengo a todas presentes”.
Un camino de confluencia entre intérprete, platea y
autor; conjuro contra esa soledad del novelista que a
Cossa no le sienta nada bien. Experiencia colectiva,
la de apoyarse sobre la imagen que proporciona el
actor para comenzar el trazado del personaje. Como
en El viejo criado (1980), El Sur y después (1987) o
Pingüinos (2001), piezas que Cossa elaboró, en todo
o en parte, desde la improvisación de sus actores.
O como cuando, con mano de sastre, arropó con
textos a Gogó Andreu en Historias de varieté
(2002), cuento inspirado en las rutinas artísticas del
inolvidable comediante.
Por ese compromiso con la carne más que con
la palabra, Cossa se confiesa “un impaciente”. Y
para un impaciente, ochenta años no son nada.
Nacido bajo el signo de la Buenos Aires de 1934,
ya de purrete se puso al frente de vanguardias. Con
Nuestro fin de semana, terminada a sus 28 años de
edad, Cossa se ubicó a la cabeza de la denominada
“nueva generación realista”, junto con Ricardo
Halac, Carlos Somigliana, Julio Mauricio, Germán
Rozenmacher y Ricardo Talesnik.
UNA DRAMATURGIA ARGENTINA
Poco después, se desafiaba a sí mismo, alternando
géneros. Al cine no le escapó y en 1968 Juan José
Jusid llevó a la pantalla grande aquellas grisáceas
criaturas de Tute Cabrero. El filme, guionado
en tándem con Jusid, sacudió al público con la
historia de tres oficinistas que daban rienda suelta
al darwinismo social para escalar en la empresa.
Otras obras suyas reeditarían ese cruce
generacional con que jóvenes y viejos esgrimen
su dialéctica. A Cossa le gusta repetir aquello
de que “antes de tirar a un viejo por la ventana,
revísenle los bolsillos”. Viejo, sí; inservible, no.
Aunque sea un anciano feroz, como la adorable y
a la vez temible vieja de La Nona (1977), que traga
todo lo que tiene a su alcance, flores incluidas: los
familiares van muriendo y ella, que engulle con
desafuero, avanza tan saludable como indiferente.
Un grotesco pleno de humor negro que ha quedado
como un verdadero clásico. Me tocó asistir, en
Europa, a vivisecciones de Cossa que veían en esta
Nona fagocitadora una cruda metáfora de la última
dictadura argentina.
Tras los pasos de La Nona, otro viejo ideado por Tito
salió al ruedo: el nostalgioso y desmemoriado abuelo
de Gris de ausencia (1981), un tanito ensimismado
en su incomprensible cocoliche. Confundida entre
la Argentina e Italia, una familia de inmigrantes
italianos radicada en Buenos Aires regresa a Roma.
El abuelito, que confunde a Perón con Mussolini y al
Riachuelo con el Tíber, pone en jaque la traumática
adaptación de los miembros más jóvenes de la
familia, nacidos en la Reina del Plata y trasplantados
a la Ciudad Eterna. Inmigración y exilio.
La fisarmonica de aquel nonno sin almanaque se
metamorfosea en bandoneón y ese “gris de ausencia”
se incorpora, hasta hoy, al argot de los argentinos.
Como la canzonetta napolitana mezclada con tango
que el personaje canturrea en el primer acto. Tango,
“sentimiento triste que se baila”, y que Cossa supo
apreciar directo de la fuente, cuando el fueye mismo
del magno Astor Piazzolla lo acompañó, junto con
Tato Bores, en La ñata contra el libro, pieza breve
escrita para un espectáculo del genial monologuista,
en 1966. “El teatro es una partitura –dice el autor–,
con musicalidad y ritmo propios”.
RESISTIR SOBRE TABLAS
Es la época en que Gris de ausencia fue escrita
la que nos muestra la dimensión que la acción
adquiere en la dramaturgia de Cossa. No sólo la
acción dramática, sino social. Y es que esta obra
fue concebida exclusivamente para Teatro Abierto,
uno de los mayores movimientos de resistencia
cultural contra la censura impuesta por la dictadura
genocida, usurpadora del poder hasta 1983. Cossa
estaba allí, codo a codo con los hacedores de aquella
gesta.
Fue en 1980 cuando Mauricio Kartun, contertulio de
Cossa en el parnaso de los dramaturgos, denunció
que una de las formas de la represión militar era la
desnacionalización del teatro. En el Conservatorio
Nacional de Arte Escénico hasta se había suprimido
la cátedra de Dramaturgia Nacional Contemporánea.
Un año antes, el por entonces director del porteño
Teatro San Martín, Kive Staif, anunciaba en rueda de
prensa la programación de la temporada 1979. Uno
de los concurrentes le preguntó por qué no había
más y mejores autores argentinos. “¿Qué quiere?
¡¿Qué los invente?!”, ironizó el funcionario. A lo
que, más tarde, un triste subsecretario de Cultura
ABRIL 2014 | BePé
85
OBRAS COMPLETAS ROBERTO "TITO" COSSA
agregó: “¿Dónde están los autores nacionales? Al
Estado no le compete generar cultura. Estamos
buscando autores. Queremos saber qué hay más allá
de Gregorio de Laferrère”.
La respuesta a tamaña provocación debía ser
contundente. A Cossa el pulso no le tembló y junto
con su colega Osvaldo Dragún empezaron a escribir
contrarreloj, abriendo incluso concursos para
plumas flamantes. El boom de autores fue inmediato.
Las obras del ciclo Teatro Abierto se estrenaron en
la sala porteña El Picadero, hoy recuperado sobre
el pasaje Enrique Santos Discépolo. Firmas de lujo
acompañaron a Cossa y Dragún: Halac, Somigliana,
Tato Pavlovsky y Griselda Gambaro, entre otros.
Pero, pronto, los esbirros uniformados dieron fuego
al teatro.
Con las cenizas todavía humeantes, Cossa y
compañía redoblaron la apuesta: trasladaron al
circuito comercial ese bagaje de obras con alto
compromiso social. “¿Cossa en la calle Corrientes?
¡Un disparate!”. Se equivocaban. La cartelera del
Tabarís, tradicional teatro de revista, se desdobló
en turnos: la matiné con Teatro Abierto y la noche
con la comicidad de Alberto Locati y la acidez de
Jorge Corona, plumas y concheros mediante. Y
reventó el borderó. Interminables cuadras de cola
para arrancarle una entrada a la taquilla hicieron
que Teatro Abierto se extendiese otros cuatro años,
hasta 1985. “Más que público, tenemos hinchada”,
festejaba Somigliana.
Esos años marcaron “la madurez creadora” de
Cossa, sostuvo alguna vez el especialista Alberto
Ciria. Las obsesiones del autor en los ‘80 pasaron por
“las clases medias urbanas, su apogeo y decadencia;
los peligros del autoritarismo y las rémoras de
un pasado sin elaborar que condiciona muchas
dimensiones del presente y del futuro”. Desde
entonces, pierde el tiempo la sociología si pretende
abordar la idiosincrasia argentina sin abrevar en el
imprescindible corpus creativo de Cossa.
UN TEATRO DE LIBERTAD
A un año de concluido Teatro Abierto y a veinte de
aquella complicada comunión generacional de Tute
Cabrero, Tito volvió a sacarle punta al lápiz de la
dialéctica entre jóvenes y viejos. “El teatro siempre es
conflicto, choque”, revela. La recuperada democracia
cumplía tres años y comenzaba el diálogo entre el
futuro y el pasado. En su magistral Yepeto (ésta sí,
pieza tipeada de corrido en la absoluta soledad de
la máquina de escribir), un profesor de literatura se
enamora de la novia de su alumno. Entre ambos,
86
CONABIP
docente y aprendiz, se traba un vínculo de mutua
necesidad. Se espejan. Avejentado, el maestro le pide
al estudiante que juegue, que sea libre. “¡La libertad
está acá, pelotudo, acá!”, grita el profe, mientras se
golpea la frente. La libertad está en las ideas, en
el pensamiento; pero también en hacer el amor,
y mucho. Que se desnude, es lo que el maestro le
pide a su alumno: quiere observar en él esa juventud
insolente que ni la prepotencia académica podría
opacar.
Libertad, para un autor, es también poder admitir
sus deudas. “Sólo por cobardía no me animé a
subir al escenario. Hay que estar arriba, meterse
en los vestuarios y enamorarse de las actrices,
como corresponde. Eso es el teatro. Los autores no
entramos en esa fiesta y terminamos comiendo en
la cocina”.
Un día, durante un viaje en taxi, el actor Osvaldo
Santoro le comentó a Cossa su desconfianza hacia la
televisión como medio de expresión. “No hago tele
porque deforma”, le dijo. “Deforma al que no está
formado –retrucó Cossa–. Dejáte de jorobar y entrá
a laburar”.
Laburar. Se trata de lo que Cossa sigue haciendo a sus
80 años. Aunque consideremos que ya nos haya dado
todo. Es un clásico nacional. Gracias, Maestro.
COLECCIÓN BIBLIOTECA POPULAR:
LAS OBRAS COMPLETAS DE ROBERTO
“TITO” COSSA
La CONABIP publicará, en co-edición
con Ediciones de la Flor las Obras
Completas de Roberto “Tito” Cossa.
Se trata de tres tomos que todas las
bibliotecas populares recibirán este
año. “La publicación de esta obra
reunida, como antes se hizo con la
de Griselda Gambaro, es una buena
iniciativa para ayudar a conocer entre
las nuevas generaciones a un autor
del espesor de Cossa, viga maestra
y parte de una noble tradición que
el teatro argentino construyó con
esfuerzo, genio y sensibilidad para la
sociedad en que han vivido”, escribe en
el prólogo Alberto Catena.
IVÁN DE
PINEDA
“LA LECTURA ME AYUDA A
COMPRENDER EL MUNDO Y LA VIDA”
Inauguramos esta sección de historias y experiencias de lectores
sostenidos y siempre ávidos. Iván es uno de ellos desde pequeño,
cuando creó la biblioteca de su clase en la escuela.
Por MAYTE GUALDONI | Foto: SEBASTIÁN MIQUEL
¿Cómo nació tu pasión por la lectura?
Mi pasatiempo número uno es la lectura. Lo ha
sido siempre y se lo agradezco eternamente a mi
abuela y a mi madre, porque somos una familia
lectora. Siempre me cuentan que aprendí a leer a
los cuatro años; todavía no había entrado al jardín.
Además, cuando era chico usaba anteojos y, aunque
me gustaban los deportes, muchas veces no podía
practicarlos y leer era mi entretenimiento. Visitaba
la biblioteca más cercana a casa y cuando estaba en
tercer o cuarto grado creé la biblioteca de mi clase;
le pedí a cada compañero que colaborara con tres
libros. Aún persiste en el colegio esa biblioteca.
Cuando empecé a trabajar como modelo el libro se
convirtió en mi gran aliado.
¿Podés estimar cuántos libros tenés?
No sé cuántos tengo, pero están muy ordenaditos
por tema. Leo de todo: historia, novelas, clásicos,
poesía. Pero soy muy amante del papel, por eso en
cada uno de mis viajes voy cargado con una variedad
de libros, y como soy de “amarrocar” libros, vuelven
conmigo a casa. Creo que jamás me acostumbraré a
leer en otro formato.
¿Qué estás leyendo actualmente?
En este momento, cuatro libros a la vez. Tremendo.
Es una locura la lectura, soy un enfermo. Tengo a
mano una novela histórica y la última parte de un
libro de fantasía, entre otras. Tengo para aprender y
para divertirme. ¡Qué más puedo pedir!
¿Qué creés que significa la lectura en tu vida?
La lectura me ha dado todo. Me ayuda a comprender
el mundo y la vida. Me gusta aprender todo el
tiempo y por eso leo.
ABRIL 2014 | BePé
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CORRESPONDENCIA
LA COLUMNA SENTIMENTAL DE OLGA OROZCO
MUCHAS VOCES,
UNA MUJER
Por MARÍA OLIVES y CAROLINA ROMERO
C
“
on el sol en Piscis y ascendente en
Acuario, y un horóscopo de estratega
en derrota y enamorada trágica, nací en
Toay –La Pampa– y salí sollozando al encuentro de
temibles cuadraturas y ansiadas conjunciones que
aún ignoraba.” De esa manera se describía la poetisa
argentina Olga Orozco que tanto en su vida como
en su obra supo materializar sus diversas voces.
La poesía de Orozco estuvo fuertemente influenciada
por el surrealismo. Fue también una gran lectora de
Rilke y Valéry. Con Desde lejos, publicado en 1946,
inició la escritura de una serie de poemarios que
culminó en 1994 con el libro Con esta boca, en este
mundo. A su producción poética se suman los libros
de relatos autobiográficos La oscuridad es otro sol y
También la luz es un abismo, que según César Aira
fueron tomados como escritos menores en relación
a su poesía, “pero lo cierto es que pocas veces se
han escrito memorias infantiles tan hermosas y
evocadoras.”
Además de su labor como poeta, fue una conocida
periodista y redactora, e incluso ocupó cargos
directivos en varias revistas de interés cultural. Bajo
el seudónimo de Mónica Videla actuó también en
radioteatros de la época. Pero fue con la revista
femenina Claudia que se destacó aún más su
polifonía de voces.
En el libro Yo, Claudia la escritora Marisa Negri
compila su obra periodística en la revista entre 1964
y 1974. Gracias a la ayuda de varios amigos, Negri
logró recopilar más de cien revistas que permitieron
mostrar el universo de palabras que tenía esta
poeta. El libro incluye fotos de tapas de la revista,
notas y artículos de Orozco, que llegó a tener
88
CONABIP
ocho seudónimos, cada uno con un estilo propio.
De acuerdo a la descripción que hace Negri en el
prólogo, Orozco fue “la desopilante Valeria Guzmán
del consultorio sentimental con las lectoras; Martín
Yanez, para sus agudas críticas literarias; Sergio
Medina, para las notas sobre avances técnicos o
sobre estrellas de Hollywood como Marilyn Monroe;
Richard Reiner, para los artículos esotéricos;
Elena Prado o Carlota Ezcurra, para crónicas de
la vida social; Valentine Charpentier, para escritos
biográficos y de viajes, y hasta el desafortunado
Jorge Videla, para algunos textos sobre tango o
temas considerados “masculinos””.
En el consultorio sentimental, Orozco desplegó toda
su ironía, su sentido del humor y unas respuestas
acordes a su prosa inigualable. En esas breves cartas,
mujeres de todo el país le escribían preguntándole
sobre cuestiones de las más diversas y ocurrentes:
Sara, de Capital, se quiere divorciar de su marido
porque es un ogro insociable, pero tiene miedo de
las consecuencias; Blanca, una joven inexperta,
necesita que le explique cómo se besa o cómo puede
hacer para aprender a besar, ya que tiene una cita y
no se anima a decirle al muchacho en cuestión.
Frente a cada consulta, Orozco respondía con
sarcasmo, y aún así, seguía recibiendo cartas de
lo más variadas. Es que la revista Claudia fue
innovadora en sus contenidos y estaba dirigida
a un estereotipo de mujer que poco tenía que ver
con la típica ama de casa. En el tono irónico de sus
respuestas las lectoras no encontraban el consuelo
tranquilizador de un Consultorio sentimental
tradicional, y es probable que esa fuera la clave de
su éxito.
CORREO
INTIMO
Responde
VALERIA GUZMAN
NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO - Nº 185, OCTUBRE DE 1972
Tengo veinticinco años y estoy enamorada de un muchacho de veintiséis. Es amigo de mi cuñado y lo veo con
cierta frecuencia. Es muy hermoso y yo creo que no soy linda. Nunca me ha dicho nada, pero cuando me mira
le brillan los ojos y sé que me quiere. Sale con otras chicas, pero sólo por salir. Creo que lo que nos separa es
su timidez. ¿Qué puedo hacer?
Cristina esperanzada, Capital.
No quiero descorazonarte, pero los ojos brillan a veces por varias razones que nada tienen que ver con el amor:
por humedad natural, por frío, por resfrío, por exceso de colirio y hasta por malas intenciones. Si ése es el
único síntoma que adviertes, ¿por qué no sondeas discretamente a tu cuñado? (Me parece sospechoso que ese
joven tan tímido no tenga timidez para salir con otras chicas). Con un poco más de audacia podrías interrogar
a “Mirada Refulgente” acerca del fenómeno luminoso que crees provocar. Suerte.
Y MÁS POESÍA
Gracias por sus consejos anteriores. Me va mucho mejor. Pero, ¿qué puedo hacer con mi novio? Él dice que
es poeta y se deja el pelo largo desde hace un tiempo. Yo no soy artista, apenas toco la guitarra de oído. Pero
últimamente él está cada vez más alejado. ¿Qué debo hacer, Valeria?, y perdóneme que la llame así.
Chiquita (Capital)
En primer lugar, no tengo nada que perdonarle, ¿o usted cree que mi nombre es una vergüenza? Es más justo
que me diga Valeria y no Jerónima o Timotea. En segundo lugar piense si el alejamiento de su novio no se
debe a) a la gruesa capa capilar, b) a que usted toca la guitarra de oído. Si es a lo primero su impresión es
engañosa y todo se remedia con un corte de pelo. Si es a lo segundo –sométalo a una prueba para saberlo,
pero no extreme la nota hasta conseguir una fuga– deje de tocar, a menos que su novio sea poeta de oído, lo
cual indicaría que congenian. Si el alejamiento no se debe ni a a) ni a b), trate de descubrir la razón y vuelva
a escribir. Mientras tanto sea dulce, atractiva, generosa, comprensiva, discreta y, sobre todo, no le pregunte a
cada momento en qué está pensando. Los poetas hacen viajes interiores cuyas trayectorias no figuran en los
mapas y en los que es imposible acompañarlos.
QUIERO SER ESPÍA INTERNACIONAL - N. º 145, JUNIO DE 1969
Mi problema es que deseo seguir la carrera de espía internacional y desearía saber dónde debo dirigirme.
Curso estudios secundarios y tengo 17 años cumplidos.
F.F., ciudad de Mendoza
Para seguir esa carrera se necesita una vasta cultura, psicología, don de gentes, dominio total de idiomas (para
la zona occidental, por lo menos inglés, alemán, francés, ruso, italiano y portugués).
Aprender lenguas muertas primero ayudaría mucho en ese sentido. También necesita
conocimiento de mecánica, para arreglar motores en caso de apuro. Y saber tiro al
blanco, esgrima, box, yudo y karate. Como ve, son largos años de estudio previo. En
cuanto al lugar donde se dictan cursos de espionaje, lo ignoro completamente. Pero
no importa. Una de las condiciones esenciales de esa “profesión” es la astucia.
Cuando haya estudiado todo lo que le dije, valiéndose de su propia astucia descubrirá
adónde tiene que dirigirse.
Estos correos sentimentales fueron extraídos del libro Yo, Claudia, con
investigación, compilación y prólogo de Marisa Negri. Está disponible en las
bibliotecas populares de todo el país.
ABRIL 2014 | BePé
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CATÁLOGOCOLECTIVO
PRESAGIO DE CARNAVAL
TRAVESEANDO
LILIANA BODOC
RICARDO ZELARAYÁN
E
U
Grupo Editorial Norma
Buenos Aires, 2009
128 páginas
l título sugiere que esta novela
estará tocada por la tragedia.
Sabino Colque es un yuyero
boliviano que emigró a la gran ciudad
para seguir subsistiendo. En ella
conocerá otras personas y la persistente
discriminación y racismo estará vaya
donde vaya. Entre los demás, también el
destino feroz persigue a Ángela, presa
de la anorexia y víctima de un novio
abusador de su poder sobre ella y su
familia. Ambos podrían haber conocido
una realidad distinta y mejor, pero otros
personajes y otras fuerzas giran, para
desgracia de ambos, a su alrededor:
Mijail, rencoroso vendedor de harinilla;
Graciela, la amiga que no comprende, y
la policía “brava”. Liliana Bodoc salta,
con esta novela, de la fantasía épica y
ucrónica de La Saga de los Confines, que
la hizo conocida, a un realismo trágico.
Lo hace, sin embargo, con las mismas
armas literarias que le conocemos y
que la han colocado como una de las
figuras más notorias y personales de la
narrativa argentina.
Planta Editora
Buenos Aires, 2012
32 páginas
n cuento, un poema y ni siquiera
necesariamente
una
novela
son un libro. Para que resulten
serlo se requiere del secreto arte de
la edición. No tan secreto si, como
en este caso, su tamaño, calidad de
papel, impresión, diseño, tipografía e
ilustraciones se manifiestan de manera
tan elocuente. Así, los relatos poéticos
de Ricardo Zelarayán –poeta y novelista
contemporáneo– llegan de manera más
efectiva (y afectiva) a colocarse ante los
ojos del lector. Guillermina Baiguera
los ha ilustrado, además, con bordados
muy bien fotografiados, de manera
que se percibe el relieve. Zelarayán se
muestra en los textos como el poeta
que es, dando la palabra a seres u
objetos (un paraguas, en el primero) que
se expresan con soltura y ocurrencia.
Es que son, en su mayoría, poemas en
prosa, como “Cuando llueve” o “Subir,
bajar y otros sueños más”. En cambio,
“El tenedor que se perdió dos veces” es
un cuento. Si la mayoría de los libros
son para leer en compañía del silencio,
este requiere, además, de un momento
de exclusiva y garantizada soledad. Así
se va a disfrutar mejor.
Fotos: PAOLA TORIANO
90
CONABIP
CATÁLOGO COLECTIVO
VIAJERA CRÓNICA
VIDA DE MENTIRA Y OTROS RELATOS
HEBE UHART
LILIA LARDONE
Adriana Hidalgo editora
Buenos Aires, 2012
322 páginas
H
ebe Uhart es, para muchos de
sus colegas, la mejor escritora
argentina. Como resulta lógico, a
falta de votación o rating que lo confirme,
la afirmación será siempre discutible.
No lo es la calidad pareja de su obra y
la indudable consideración que se ha
ganado en buena ley, sin otra cosa que
publicar novelas y volúmenes de cuentos.
Desde hace años, además, realiza
permanentes viajes, para luego registrar
en forma de crónicas sus observaciones
y experiencias. Este volumen recoge
anotaciones de pueblos de la Argentina,
América e Italia. Según ella, “escribo dos
clases de crónicas de viajes, dos tipos de
impresiones. Una más libre, subjetiva,
donde aparezco más yo, que son las
que más se parecerían a un cuento. Y
las que están más documentadas, con
información relevante, unida a mis
impresiones personales. Los géneros
están muy mezclados. Hay cuentos
que pueden ser leídos como crónicas y
crónicas que son cuentitos”. Ambos, es
indudable, se disfrutan por igual.
Editorial Babel
Córdoba, 2011
138 páginas
S
i bien el título del libro corresponde
a uno de sus ocho relatos, puede
decirse que da un correcto sentido
al total. Porque como dice su autora, las
historias “están sesgadas por una lucha
sorda entre lo verdadero y lo aparente,
entre lo verdadero y lo ilusorio”. A la
vez, Angélica Gorodischer, que escribe
la contratapa, ve una unidad debido a
que los relatos están “asentados sobre
un lenguaje necesario y cuidado, a la
vez que habla de desamores, memorias
inútiles, pequeñas y grandes penas
de las gentes que se mueven en los
escenarios de todos los días y sienten
el filo de la verdadera cara de la vida
puesta en palabras”. El volumen tiene
una prehistoria en 2003, con solo seis
relatos. Pero el agregado de dos en
esta entrega no es la única novedad. El
volumen incluye, además, un comentario
crítico por diversos escritores, de cada
uno de los cuentos, al finalizar los
mismos. Esto aporta tanto al lector que
se acerca por mero disfrute como al que
se dispone a coordinar o participar en un
taller o grupo de discusión. Es algo que
seguramente consideraron la editorial y
la propia autora, avezada coordinadora
de talleres y antóloga en su Córdoba
natal.
ABRIL 2014 | BePé
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EL MATADERO Y OTRAS HISTORIAS
ENRIQUE BRECCIA
GRAN SERTÓN: VEREDAS
JOAO GUIMARÃES ROSA
E
T
Doedytores
Buenos Aires, 2010
96 páginas
nrique Breccia creció junto al
tablero de su padre Alberto,
adquirió similar talento mayúsculo
y una personalidad propia, digna del
heredero que no es un “seguidor”. En
distintos momentos dibujó las historias/
historietas que contiene este volumen y
que lo muestran en una suma versatilidad
para las elecciones tanto argumentales
como plásticas. Aunque como aclara Juan
Sasturain en la presentación, la ductilidad
de Breccia “el Joven” no es por mera
capacidad profesional. Por el contrario,
el artista decide cómo contar de acuerdo
con lo que se cuenta y así no es lo mismo
el estilo humorístico en el melodrama
gauchesco que en el fuerte claroscuro de
los hechos históricos violentos. Si bien
el título de Esteban Echeverría queda “a
la cabeza” del libro, los que siguen –son
otras diez historias– no le van en saga.
Incluso, tal vez haya quien disfrute más
de las tres crudas entregas tituladas “La
Guerra del Desierto” o de la mueca del
grotesco de “Mustafá”, legendaria obra
de Armando Discépolo. Como sea, en este
libro hay para todos los gustos, incluso
un argumento del atropello británico en
el Caribe y otra del exilio argentino en
España, guionadas por Sasturain y únicas
a color.
92
CONABIP
Editorial Adriana Hidalgo
Buenos Aires, 2012
558 páginas
al vez la más singular y potente
novela latinoamericana no haya
sido escrita en español sino en
portugués. Y tal vez sea esta. Aunque
para su autor haya configurado, a lo
mejor, “un largo poema” (las dos cosas
ha sido, también, el Martín Fierro). Como
sea, Rosa la publicó en 1956 y desde
entonces no ha dejado de ser tema de
apasionada discusión. Desarrollada como
el monólogo incansable del yagunzo
Riobaldo –bandolero de facciones rurales
en el nordeste brasileño-, describe la
vida errante y violenta de esos jinetes a
sueldo de caudillos terratenientes, nos
presenta la fuerza de su imaginario y
hasta incorpora una cuestión novedosa
por entonces: la del travestismo. Pero
siendo atrapante la descripción de ese
mundo y geografía, lo es más el discurso
del narrador, dueño de una oralidad
rica, típica de esas personas capaces de
apropiarse de todas las posibilidades
semánticas y fónicas del idioma, sin
pedir permiso. Por supuesto, esto lleva
a pensar, de inmediato, en el desafío
que ha significado su traducción; algo
de lo que han salido airosos Florencia
Garramuño y Gonzalo Aguilar. Para quien
quiera descubrir hasta dónde puede
llegar la literatura, Gran Sertón: Veredas
ofrece una disfrutable oportunidad.
CATÁLOGO COLECTIVO
NARRACIONES Y POEMAS
JULIO CORTÁZAR
LOS HIJOS DE LOS DÍAS
EDUARDO GALEANO
S
E
Visor Libros - Granica
Buenos Aires, 2010
42 páginas + CD
i bien Cortázar fue un intelectual
comprometido con los sucesos
de su época, sus mejores páginas
resultan, indudablemente, las relativas al
género fantástico y al humor. Este libro
acompañado por un CD –donde él mismo
lee, presenta y opina sobre lo que puede
leerse– constituye un buen ejemplo.
Se supone que la selección también
le corresponde y en ella el autor eligió
algunos de los textos correspondientes
a Historias de cronopios y de famas, de
1962, y a Último round, de 1969. Este
mismo año realizó la presente grabación
para el Archivo de la Palabra de la Casa
de las Américas, de Cuba. Su voz es
agradable, simpática la “erre” francesa
que lo caracterizaba y a los cortazarianos
les resultará un material querible, ya
que el libro posee, además, fotos. Como
si supiese que la poesía no era lo que
más se estimaba de él, en el disco se lo
puede oír diciendo “si pensaban que se
iban a salvar…” Para desmentir, al menos
en parte, esta opinión está el logrado
poema “Los amantes”.
Siglo XXI editores
Buenos Aires, 2012
432 páginas
l calendario nos obliga a vivir los
días de acuerdo con su orden.
Pero este libro no nos impone
que lo leamos en la estricta sucesión de
sus páginas. Eduardo Galeano –famoso
por muchas cosas, pero sobre todo
por ser el autor de Las venas abiertas
de América Latina y haber dirigido la
revista Crisis– es un verdadero maestro
del texto breve, que fluctúa entre el
cuento, la miscelánea y el aguafuerte,
con un toque de poesía. Aquí vuelve
a demostrarlo con una suma de 366
textos, uno por cada día del año
(agregó el bisiesto de febrero), que el
lector disfrutará en el orden que mejor
le cuadre. En ellos se ha permitido
colocar de todo: la noticia histórica
o política, el caso individual, la pura
curiosidad, el sueño, la paradoja, el
récord, la crítica, etcétera. En algunos
casos, el hecho referido se corresponde
con la fecha (por ejemplo, el nacimiento
de Pablo Picasso); en otros, es puro
capricho del autor, aunque a la vez
buena oportunidad para desasnarnos.
En junio 27, por ejemplo, nos entera
que el manual de la Santa Inquisición
decía que debía torturarse “a quien
vacila en sus respuestas”. Otra cosa
para saber es que “los hijos de los días”
es como llama a los humanos un libro
sagrado de los mayas.
ABRIL 2014 | BePé
93
LA POLÍTICA EN EL ARTE
RICARDO CARPANI
Ediciones Peña Lillo Continente
Buenos Aires, 2011
92 páginas
A
finales de la Segunda Guerra
Mundial el debate sobre arte y
política volvió a encauzarse, esta
vez con una activa participación de los
artistas e intelectuales del llamado Tercer
Mundo. América Latina, especialmente,
vivía momentos de ebullición y ya
tenía una tradición artística propia de
envergadura. Sin embargo, aparecían
realidades y reflexiones que proponían
nuevas miradas y cuestionaban muchas
de las anteriores. Este trabajo del
talentoso plástico y luchador que
fue Ricardo Carpani es de 1962 y se
inserta en el corazón de los debates
de la época, que giraban en torno al
compromiso, el realismo, la realidad
local, las vanguardias, la relación de los
artistas con la clase obrera, etcétera. No
era su debut en la pluma: un año antes
había dado a conocer el trabajo Arte y
revolución en América Latina. Para dar una
idea de la intensidad de las polémicas,
puede mencionarse que su prologuista,
el pensador J.J. Hernández Arregui, elogia
y cuestiona los argumentos de Carpani.
En esta edición, un segundo prólogo de
Eduardo Jozami encuadra el tema y le
otorga la dimensión que merece.
94
CONABIP
HISTORIA DEL BAILE – DE LA
MILONGA A LA DISCO
SERGIO PUJOL
Gourmet Musical
Buenos Aires, 2011
362 páginas
E
s la segunda edición de este libro
singular, que ayuda a los argentinos
a mirarse desde un ángulo no
habitual: el de los bailes sociales durante
el siglo XX y el que estamos. Porque como
dice su autor –musicólogo e investigador
del CONICET– “... aun así, en ese clima
de jolgorio y libertad, de disfrute de las
licencias de la fiesta, lo que hacemos
y con quienes lo hacemos tiene algún
sentido, remite a un contexto social y
desnuda, generalmente de modo elíptico
y sutil, la manera en que una sociedad
funciona, cuáles son sus valores, sus
expectativas, sus deseos, sus prejuicios.
En los bailes se liberan tensiones, con un
exacerbado sentido de la corporalidad y la
experiencia (¡quién me quita lo bailado!),
pero también se adoptan y aceptan
normas y premisas muy estrictas”. Pujol
ha sabido combinar el rigor del estudio y
el enfoque académico con la amabilidad
de una escritura que hace posible su
lectura a todos. Así, ha logrado un libro
que interesa y se “devora” con ganas. La
edición tiene, además, fotografías de los
distintos ambientes y épocas abordados
y cuatro índices temáticos muy útiles.
CATÁLOGO COLECTIVO
QUÍMICA HASTA EN LA SOPA
EL SUEÑO DE LOS MURCIÉLAGOS
TEXTO SILVANA FUCITO E ILEANA
LOTERSZTAIN - ILUSTRACIONES:
PABLO PICYK
PABLO RAMOS
Ediciones Iamiqué
Buenos Aires, 2011
48 páginas
L
as autoras se propusieron contar
un día a día común y corriente,
junto a la hermana de una de ellas,
señalando de qué manera el mundo
de la química se nos presenta a cada
paso. Comenzaron a las 9 de la mañana
y cerraron a las 22, con una veintena
de casos “resueltos”. Mediante una
redacción sencilla y didáctica explicaron
las más variadas realidades, reacciones
y leyes de los elementos: desde por
qué limpia el jabón para lavar la ropa,
al proceso que se produce al cocinar
una torta. Estas explicaciones fueron
condimentadas, además, con propuestas
de experimentos, noticias de hechos
que ameritan o anotaciones curiosas.
Escrito, ilustrado y diseñado para un
lector infantil, resulta recomendable
para interesados de cualquier edad,
como bien se aclara en la contratapa. Es
de lamentar que no hayan madrugado
más y terminado más tarde, para darnos
algunos otros ejemplos de todo lo que
tiene química en la vida.
Editorial Alfaguara
Buenos Aires, 2012
158 páginas
U
n par de chicos llevados a
vivir una aventura intensa, con
algo de riesgo y misterio, es el
puntapié inicial de esta novela juvenil.
En ella Pablo Ramos cuenta, al menos,
dos historias: la de esos chicos, sus
familias y barrio, y la del país en la
negra década del 70. El papá de Gabriel
–primera persona del libro– tiene un
taller pronto a sucumbir ante la abierta
importación asiática que alienta la
política económica. El papá de Marisa
también hace equilibrios en la cuerda
floja con su colectivo. Afectados por los
hechos, ambos niños deciden consultar
a Sara, la bruja del barrio, en busca de
un conjuro para estos “males”. Y así se
dispara la historia, que los lleva a un
cementerio con una extraña misión:
crucificar un murciélago albino y
derramar su sangre en la tumba de
un santo. Pero aun cuando este solo
argumento daría para una lectura
interesante y con emoción, el autor
quiso que ella fuese, en realidad, el
pretexto para una narración moral.
“Supusiste que no se puede llegar
al lugar correcto por el camino
equivocado”, le dice Sara a Gabriel y
en realidad, a todo aquel que lea esta
historia.
ABRIL 2014 | BePé
95
CARTELERA BEPÉ
i
LLEGA RADIO BEPe A RADIO NACIONAL AM 870
Con nuevo día y horario, las bibliotecas populares dicen “presente” en el aire de la Radio Pública.
Escuchá el programa todos los lunes a las 00.30hs, pasada la medianoche del domingo.
Con una propuesta renovada en sus contenidos y secciones, el programa de radio de la
CONABIP es una invitación a descubrir las bibliotecas populares y sus mundos posibles.
Este año los programas serán temáticos y en ellos vas a escuchar las voces de bibliotecas
populares de todo el país, así como a periodistas, historiadores, actores, cantantes, músicos y
muchos más.
Además, vas a poder seguir disfrutando del Radio Teatro: Lola Berthet y Jimena Anganuzzi interpretan extractos de
libros enviados por la CONABIP a las Bibliotecas Populares.
En Argentina la cultura se construye desde las bibliotecas populares. Las voces se multiplican a lo largo y a lo
ancho del país.
Sintonizá tu radio todos lunes a las 00.30hs en AM 870 o escuchálo a través de la web de la CONABIP.
Por segundo año consecutivo se realizó la convocatoria “Leer
tiene premio”. A través de la misma, la CONABIP y las bibliotecas
populares brindaron un reconocimiento a los lectores más
asiduos de cada biblioteca. Se premió a los usuarios que a lo
largo del 2013 retiraron la mayor cantidad de libros a través del
sistema de préstamos de la biblioteca. Los ganadores fueron:
CATEGORiA
ADULTOS
CATEGORiA
JoVENES
CATEGORiA
NIÑOS
Lilia María Giovannini, 77 años
BP “Rodolfo de Diego”,
Santa Rosa, La Pampa
Micaela Georgina Lentini, 20 años
BP “Bartolomé Mitre”,
Caseros, Buenos Aires
Juliana Altamirano, 8 años
BP “José Elías Rosales”,
Dorila, La Pampa
Hugo Alberto Bossa, 68 años
BP “Justo José de Urquiza”,
Río Tercero, Córdoba
Guadalupe Rivarola, 20 años
BP “Pablo Pizzurno”,
Santa María, Córdoba
Guadalupe Domínguez, 10 años
BP “Pedro N. Arata”,
Arata, La Pampa
Roxana Casas, 50 años
BP “General Conesa”,
General Conesa, Río Negro
Carina Alburquerque, 17 años
BP “Víctor Elias Navajas Centeno”,
Santo Tomé, Corrientes
Daiana Muñoz, 10 años
BP“Bernardino Rivadavia”,
El Huecú, Neuquén
Gladis Ibarra, 65 años
BP “José Hernández”,
Alicia, Córdoba
Joaquín Ferroni, 15 años
BP“D. F. Sarmiento de Ascensión”,
Gral. Arenales, Buenos Aires
Brisa Irazusta Aniz, 9 años
BP Municipal y Popular "Manuel Vilardaga",
Ayacucho, Buenos Aires
junto con una serie de
Todos ellos recibieron una felicitación escrita de parte de Ángela Signes, Presidenta de la CONABIP,
libros que han sido seleccionados especialmente de acuerdo a los gustos literarios de cada lector.
A LOS LECTORES GANADORES!
¡FELICITAMOS A TODAS LAS BIBLIOTECAS POPULARES QUE PROMUEVEN ESTA INICIATIVA, Y
96
CONABIP
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