literatura 2º bachillerato

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LITERATURA 2º BACHILLERATO. TEMA 2
I- EL ROMANTICISMO. (1ª mitad de siglo XIX).
1- EL CONTEXTO HISTÓRICO DEL SIGLO XIX.
a) Circunstancias políticas y sociales.
- El XIX abre con la Guerra de Independencia (1810) y se cierra con el Desastre del 98. Reinados y gobiernos:
 Fernando VII (hijoCarlos IV). Sexenio absolutista-Trienio Liberal-Santa Alianza.
 Isabel II. (hija de Fernando VII). La ley sálica provoca las Guerras Carlistas.
 Amadeo I de Saboya. (Propuesto por el General Prim).
 I República. Presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
 Restauración borbónica: Alfonso XII – Regencia de Mª Cristina – Alfonso XIII.
- Sociedad: Revolución Industrial. Capitalismo: sociedad de clases, no estamental.
- Política: tensiones * Burguesía (dividida en Conservadores – Liberales)
* Proletariado (socialistas, anarquistas, etc). Huelgas, atentados...
b) Contexto cultural del Romanticismo.
- En el XIX aparecen 2 corrientes filosóficas que dan lugar a 2 movimientos literarios:
 Idealismo: importan las ideas, contra el racionalismo del XVIII. (Romanticismo)
 Positivismo, Materialismo: experimentación, etc. (Realismo y Naturalismo).
- Antecedentes: Prerromanticismo (El hombre no es sólo razón, tiene pasiones y para expresarlas necesita
libertad, no someterse a reglas). Autor pionero: Goethe (alemán).
2- EL ROMANTICISMO LITERARIO.
a) Dos tipos de Romanticismo.
- Tradicional. Exalta el cristianismo, el trono y la Patria (nacionalismos europeos frente a Napoleón). Zorrilla
(D. Juan Tenorio), Duque de Rivas (D. Álvaro o la fuerza del sino)
- Liberal. Exalta el individualismo, los Derechos Humanos, las Libertades, la limitación del poder del Estado, la
fe en el progreso, etc. Autores: Espronceda y Larra.
b) Características de la literatura romántica.
- Subjetivismo. Tema: el ―yo‖ exaltado del autor. Sus anhelos chocan con la realidad.
- Evasionismo: El choque lleva * Al suicidio (Larra, personajes como Don Álvaro).
* Al refugio: en el pasado (E.Media) o en lugares exóticos
- Nacionalismo: * Costumbrismo (frente al cosmopolitismo del XVIII). Larra (crítica).
* Temas legendarios e históricos, (Edad Media, etc.)
* Impulso de las lenguas vernáculas (literatura catalana, gallega, vasca)
- Paisaje turbulento (no bucólico), como el estado de ánimo (noche, tormenta, niebla...)
- Preocupaciones filosóficas: Dios, vida, muerte, el pueblo, la patria, la humanidad...
- Estilo: original, emotivo, dramático, pretende conmover, (no el buen gusto del XVIII).
3- EL ROMANTICISMO EN ESPAÑA.
- Muy breve: triunfa en 1835 (con el regreso de los liberales exiliados en Europa durante el sexenio absolutista).
En 1840 ya ha empezado el Realismo. Pero es muy importante: se crea la novela histórica y la leyenda, se
revitaliza el romancero y se introduce para siempre el subjetivismo en poesía.
- Además, en el resto de Europa, España sirve de inspiración como modelo del espíritu romántico: los paisajes,
las ruinas, el romancero tradicional, D. Quijote, el Siglo de Oro.
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a) La poesía.
El poeta escribe como un visionario poseído por la inspiración.
Tema: sentimientos íntimos, ambientes turbios. Tono: intimista o dramático y efectista.
Estilo: polimetría, retoricismo, a veces musicalidad tenue e imágenes ligeras.
* José Espronceda. La canción del pirata, El reo de muerte, etc. (Poeta rebelde, liberal)
* G. A. Bécquer. Rimas y Leyendas. (Poesía etérea y narraciones misteriosas).
* Rosalía de Castro. Poetisa gallega de temas y estilo intimistas, similar a Bécquer.
b) El teatro.
Vuelve al modelo barroco y rompe las reglas aristotélicas del teatro neoclásico: no tres unidades, polimetría,
mezcla verso y prosa, tragedia y comedia, personajes altos y bajos, temas históricos y legendarios (lo
imaginativo)... Obras de 5 actos en las que cobra especial importancia el personaje protagonista.
* José Zorrilla. Don Juan Tenorio (el diabólico burlador de mujeres desafía el poder divino y termina redimido
por el amor de Doña Inés. Obra inspirada en El burlador de Sevilla, del barroco Tirso de Molina).
c) La prosa.
Se crea la novela histórica y el cuadro de costumbres (ensayo breve que retrata un instante de la vida social de
la época; su posterior ampliación dará lugar a la novela realista en la 2ª mitad del siglo). Las novelas y
artículos se publican en los periódicos.
* Larra. El mejor articulista. Costumbrismo de tono irónico y clara intención crítica).
II- LOS AUTORES ROMÁNTICOS MÁS DESTACADOS.
1- MARIANO JOSÉ DE LARRA.
a) Biografía y temperamento.
- Encarnación del hombre romántico: rebelde, comprometido, apasionado, suicida...
- Se educó en Francia en el exilio: formación neoclásica + influjo romántico.
- Contra las reglas: defiende la libertad creadora y la literatura comprometida.
- Fracaso vital: en política (no ocupó su escaño de diputado), periodismo (censura) y Amor (Dolores Armijo).
- Temperamento: inteligencia + sensibilidad, espíritu crítico, escepticismo, mordacidad.
- Ideología del desengaño: choque ideal-realidad, concepción trágica de la vida.
b) Obra literaria.
-
Drama: Macías. (Historia de un trovador del S. XIV, símbolo de amor desgraciado)
Novela histórica: El doncel de D. Enrique el doliente. (El mismo tema, es su vida).
Es el creador del periodismo crítico: independiente, moderno en su estilo e ideas.
Pseudónimos: ―El duende satírico del día‖, ―El pobrecito hablador‖, ―Andrés Niporesas‖ y ―Fígaro‖
Clasificación artículos: A. de costumbres – políticos – de crítica literaria. Los tres temas se entrecruzan.
Precedentes de su postura crítica: Quevedo, Feijoo, Cadalso, Jovellanos...
Continuadores: La Generación del 98. (Todavía hoy son actuales sus escritos).
c) Técnica y estilo.
-
Expresivo y poco pulido (por la inmediatez del género periodístico: no corrige).
Moderno: rechaza la frialdad elegancia neoclásica y el excesivo retoricismo romántico.
Personal: vigor, enérgico, contundente, pasional, prosa nerviosa (sintaxis irregular).
Diversidad de tonos: ingenioso, humorístico + amargo, angustiado (a lo Quevedo)
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-
Técnicas: * Implicación del lector: uso de la carta, referencias a quienes lean...
* Relato autobiográfico: así su opinión está presente aunque generalice.
* Ironía: descripciones aparentemente objetivas que ridiculizan el objeto.
* Recursos: interrogaciones retóricas, enumeraciones, hipérboles, etc.
2- JOSÉ DE ESPRONCEDA.
-
Poeta y revolucionario, encarna el espíritu romántico (exaltación-desaliento).
Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. Vida apasionada: Amor, Libertad, Patria.
Libertad: Conspirador desde los 15 años (Los Numantinos), sufrió la cárcel y el exilio.
Amor: Teresa. La secuestró (estaba casada), ella le abandona, muere, él ve su entierro.
Murió a los 34 años, cuando se iba a casar y acababa de ser elegido diputado
Obras: Canción del pirata (manifiesto romántico). El estudiante de Salamanca, etc.
3- GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER.
a) Biografía y temperamento.
-Sevilla, 1836 – Madrid, 1870 (34 años). G. A. Domínguez adopta el 2º apellido paterno.
-Pobreza y sufrimiento: huérfano de niño, tuberculosis con 21 años, vida bohemia, sífilis.
-Amores frustrados: amor platónico por Julia Espí (la vio en un balcón) – Amó con pasión a Elisa Guillén que
lo abandonó – Se casó con Casta Esteban que le era infiel, se separó...
-Entregado al arte: pintor con su hermano Valeriano, periodista para comer, poeta, prosista.
-Romántico rezagado: escribe en la época del Realismo pero la poesía burguesa le parece prosaica. Tampoco le
gusta la exaltación romántica de Espronceda. Vuelve al romanticismo alemán de Heine y Schiller, intimista y
sencillo de forma. (Como Rosalía de Castro).
-Uno de los poetas más influyentes: Machado, Juan Ramón, poetas del 27, Pablo Neruda...
b) Las Rimas.
-El manuscrito se perdió en la Revolución del68. Lo reconstruyó de memoria: Libro de los gorriones. Sus
amigos ordenaron los poemas y lo publicaron tras su muerte.
-Las rimas aparecen como una sola historia de amor aunque en realidad fueron inspiradas por varias mujeres,
reales o soñadas. Describen todos los grados, del nacimiento al fracaso.
TEMA. Las rimas suelen dividirse en cuatro series en función de la temática tratada:
-La poesía (I-X). Está en todas partes; el poeta la descubre, no la crea. Expresa lo absoluto.
-Exaltación amorosa (XII-XXIX). El poeta se eleva hacia el amor y la mujer ideal = dios.
-Desengaño, dolor (XXX-LI). El amor se olvida, la mujer ideal no existe, es cruel, necia...
-La condición humana, la muerte, inmortalidad (sed de infinito, imposible) (LII-LXXIX).
MÉTRICA Polimetría. Mezcla arte mayor y menor, ritmos cultos y populares. Predominan las estrofas de
endecasílabos combinados con heptasílabos e incluso pentasílabos que refrenan el verso largo y sugieren
agitación o temblor (verso quebrado). Prefiere rima asonante, más leve, imperceptible y sugerente, combinada
con versos libres.
RECURSOS LITERARIOS.
-Abundantes figuras de repetición sintáctica (paralelismos, anáforas o bimembraciones) que refuerzan el ritmo
y la sensación de entusiasmo o abatimiento).
-Antítesis, construcciones adversativas: Yo frente al Tú, inspiración-razón, luz-oscuridad
-Anteposición de adjetivos que adquieren valor afectivo. Hipérbatos.
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-Imágenes sensoriales: colores tenues, suaves sonidos, etc. Pero nunca sustituyen al objeto real (busca la
sencillez). Las imágenes de luz y movimiento expresan la animación del mundo y de la poesía; el poeta aspira a
alcanzar ese absoluto mediante la mujer, el amor.
-Entonación variada: oscilaciones anímicas (exclamación, interrogación, suspensión...).
-Finales truncados (exclamación, suspensión): saber callar a tiempo, para sugerir.A veces acaba con una
explicación o una frase sentenciosa que resume y concluye lo anterior.
ESTILO: brevedad, léxico sencillo pero plagado de sugerencias, emotividad, lírica porpular
c) Las Leyendas.
GÉNERO.
En los años 20 los autores románticos (Zorrilla, Duque de Rivas) pusieron de moda las leyendas en verso que
recreaban la historia nacional, el folclore popular y la afición por lo fantástico.
Bécquer publica las suyas en el periódico El Contemporáneo en los años 50 y 60, cuando triunfaban los
relatos realistas. Debe adaptarse a los nuevos gustos: escribe en prosa con un estilo ágil y ameno que huye del
retoricismo romántico, busca la verosimilitud.
En las Leyendas casi todo es posible. Estrategias para hacer creíbles historias fantásticas:
-Sitúa la acción en épocas remotas: la Edad Media, que en el siglo XIX se consideraba época de supersticiones,
donde se creerían cosas inaceptables entre sus contemporáneos.
-Sin embargo los personajes piensan y se comportan como hombres del siglo XIX.
-La historia suele suceder de noche, momento propicio para lo sobrenatural, pues durante el sueño el instinto
vence a la razón y es fácil confundir lo vivido y lo soñado.
-Sitúa la acción en lugares que había visitado, ligados a su biografía: del Moncayo era la familia de su mujer,
en Fitero estuvo para curarse, Soria, Aragón, Sevilla, Toledo...
-Los personajes tienen rasgos de su propia personalidad: espíritu de artistas, deseo de alcanzar la belleza y el
amor absolutos, buscan la perfección, aman la soledad, soñadores....
-Él mismo se introduce como testigo de la tradición oral de las leyendas
TEMA.
Todas las leyendas responden, en el fondo, a una concepción romántica del hombre y de la vida. El hombre vaga
por un mundo del que sabe muy poco y se empeña en conseguir un ideal inalcanzable: la belleza y el amor
absolutos son intangibles como un rayo de luna.
Casi todas relatan la historia de una transgresión: un personaje viola una prohibición y recibe un castigo. A
menudo el motivo es el amor y la inductora una mujer de diabólica belleza; el enamorado es castigado con la
locura, la muerte, el desengaño o todo a la vez.
A veces la mujer también es castigada. El castigo lo impone Dios u otra fuerza sobrenatural
Los personajes son planos. Ejs: El monte de las ánimas, Los ojos verdes, El rayo de luna.
Algunas describen la lucha del artista por alcanzar la perfección. En El miserere o en Maese Pérez el
organista se intenta reproducir la armonía celestial mediante la música. Los signos humanos no pueden
reproducir la música celestial, como el lenguaje no puede expresar el mundo interior del poeta. Pero el organista
simboliza el genio capaz de captar lo absoluto y expresarlo con su arte. Ambas leyendas responden a la teoría de
que es posible la comunicación entre vivos y muertos, idea de moda en los años 60.
ESTILO Y TÉCNICAS NARRATIVAS.
Maestro en construir tramas, crear atmósferas convincentes y transmitir emociones.
Prosa depurada, aparentemente sencilla, que explota la musicalidad del lenguaje.
Consigue vencer el escepticismo y despertar los temores ocultos e inconfesables.
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TEXTOS ROMÁNTICOS
La Canción del Pirata.
ESPRONCEDA.
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
cien naciones
sus pendones
a mis pies."
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
El día de difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio.
LARRA.
(...) Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga
procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de
infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de
las puertas de Madrid! Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el
cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí,
y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid
es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho
de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada
corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.
Entonces, y en tanto que los que creen vivir acudían a la mansión que
presumen de los muertos, yo comencé a pasear con toda la devoción y
recogimiento de que soy capaz las calles del grande osario. -¡Necios!decía a los transeúntes-. ¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis
espejos por ventura. ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en
vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros
padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos
viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad, la única posible
sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan contribuciones que
no tienen; ellos no serán alistados, ni movilizados; ellos no son presos
ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del celador
del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta,
porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún
jurado se atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no
reconocen más que una ley, la imperiosa ley de la Naturaleza que allí
los puso, y ésa la obedecen.
-¿Qué monumento es éste?- exclamé al comenzar mi paseo por el
vasto cementerio-. ¿Es él mismo un esqueleto inmenso de los siglos
pasados o la tumba de otros esqueletos? ¡Palacio! Por un lado mira a
Madrid, es decir a las demás tumbas; por otro mira a Extremadura, esa
provincia virgen... En el frontispicio decía: "Aquí yace el trono; nació
en el reinado de Isabel la Católica, murió en La Granja de un aire
colado.
-Los Ministerios: Aquí yace media España; murió de la otra media.
(...)
-¿Qué es esto? ¡La cárcel! Aquí reposa la libertad del pensamiento.
¡Dios mío, en España, en el país ya educado para instituciones libres!
Con todo, me acordé de aquel célebre epitafio y añadí,
involuntariamente:
Aquí el pensamiento reposa,
En su vida hizo otra cosa. (...)
Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la noche
helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio.
Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida,
de ilusiones, de deseos.
¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que
otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quiéen ha muerto en él?
¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza! ¡Silencio, silencio!
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COMENTARIO COMPARADO.
Un reo de muerte. M. JOSÉ DE LARRA.
(...) Llegada la hora fatal entonan todos los presos de la cárcel, compañeros de destino del sentenciado, y sus
sucesores acaso, una salve en un compás monótono, y que contrasta singularmente con las jácaras y coplas
populares, inmorales e irreligiosas, que momentos antes componían, juntamente con las preces de la religión,
el ruido de los patios y calabozos del espantoso edificio. El que hoy canta esa salve se la oirá cantar mañana.
En seguida, la cofradía vulgarmente dicha de la Paz y Caridad recibe al reo, que, vestido de una túnica y un
bonete amarillos, es trasladado atado de pies y manos sobre un animal, que sin duda por ser el más útil y
paciente, es el más despreciado, y la marcha fúnebre comienza.
Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de
espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan, y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del
hombre.
-¿Qué espera esa multitud?- diría un extranjero que desconociese las costumbres-. ¿Es un rey el que va a
pasar; ese ser coronado, que es todo un espectáculo para un pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública
festividad? ¿Qué hacen ociosos esos artesanos? ¿Qué curiosea esta nación?
-Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre.
-¿Dónde va?
-¿Quién es?
-¡Pobrecillo!
-Merecido lo tiene.
-¡Ay!, si va muerto ya.
-¿Va sereno?
-¡Qué entero va!
He aquí las preguntas y expresiones que se oyen resonar en derredor. Numerosos piquetes de infantería y
caballería esperan en torno del patíbulo. He notado que en semejante acto siempre hay alguna corrida; el
terror que la situación del momento imprime en los ánimos causa la mitad del desorden; la otra mitad es obra
de la tropa que va a poner orden. ¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin
bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace por cierto el elogio de la sociedad ni
del hombre. (...)
Un tablado se levanta en un lado de la plazuela: la tablazón desnuda manifiesta que el reo no es noble. ¿Qué
quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil? Quiere decir indudablemente que no hay idea
positiva ni sublime que el hombre no impregne de ridiculeces.
Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo; en el día no son ya
tres palos de que pende la vida del hombre; es un palo sólo; esta diferencia esencial de la horca al garrote me
recordaba la fábula de los Carneros de Casti, a quienes su amo proponía, no si debían morir, sino si debían
morir cocidos o asados. Sonreíame todavía de este pequeño recuerdo, cuando las cabezas de todos, vueltas al
lugar de la escena, me pusieron delante que había llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había
robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno: si había hecho
mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se
sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré al reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un
momento una lúgubre campanada de San Millán, semejante el estruendo de las puertas de la eternidad que se
abrían, resonó por la plazuela; el hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. "La
sociedad, exclamé, estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre."
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El Reo de Muerte (Fragmento).
Y también pronto en son triste
lúgubre voz sonará:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!
Reclinado sobre el suelo
con lenta amarga agonía,
pensando en el triste día
que pronto amanecerá,
en silencio gime el reo
y el fatal momento espera
en que el sol por vez postrera
en su frente lucirá.
Es un joven, y la vida
llena de sueños de oro,
pasó ya, cuando aún el lloro
de la niñez no enjugó:
El recuerdo es de la infancia,
¡y su madre que le llora,
para morir así ahora
con tanto amor le crió!
Un altar y un crucifijo,
y la enlutada capilla,
lánguida vela amarilla
tiñe en su luz funeral,
y junto al mísero reo,
medio encubierto el semblante,
se oye al fraile agonizante
en son confuso rezar.
Y a par que sin esperanza
ve ya la muerte en acecho,
su corazón en su pecho
siente con fuerza latir,
al tiempo que mira al fraile
que en paz ya duerme a su lado,
y que ya viejo y postrado
le habrá de sobrevivir.
El rostro levanta el triste
y alza los ojos al cielo;
tal vez eleva en su duelo
la súplica de piedad:
¡Una lágrima! ¿es acaso
de temor o de amargura?
¡Ay! a aumentar su tristura
vino un recuerdo quizá!!!
¿Mas qué rumor a deshora
rompe el silencio? resuena
una alegre cantinela
y una guitarra a la par,
y gritos y de botellas
que se chocan, el sonido,
y el amoroso estallido
de los besos y el danzar.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Y la voz de los borrachos,
y sus brindis, sus quimeras,
y el cantar de las rameras,
y el desorden bacanal
en la lúgubre capilla
penetran, y carcajadas,
cual de lejos arrojadas
de la mansión infernal.
Y también pronto en son triste
lúgubre voz sonará:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!
¡Maldición! al eco infausto
el sentenciado maldijo
la madre que como a hijo
a sus pechos le crió;
y maldijo el mundo todo,
maldijo su suerte impía,
maldijo el aciago día
y la hora en que nació.
JOSÉ ESPRONCEDA.
El monte de las ánimas – III
Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no
volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de
haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no
existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño
inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas,
tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una
voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
-Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez
con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado
y estridente.
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su
orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno
de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de
perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros
que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de
algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos
diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y
cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan
miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?
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Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a
incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta
habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi
imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se
acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en
la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los
ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras
distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la
aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de
terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de
sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal
descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte,
la banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana
había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada,
asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos
los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun mas hermosas,
sus flores abrirán;
pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!
—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
—No es a ti, no.
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
puedo brindarte dichas sin fin,
yo de ternuras guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
—No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
—¡Oh ven, ven tú!
No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
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EL MITO DE “DON JUAN”: LA ESENCIA DIABÓLICA DEL PERSONAJE.
1- TIRSO DE MOLINA: LA CREACIÓN DEL MITO.
Don Juan es el único personaje del teatro barroco que ha pasado a la historia como héroe individual.
Es el único que ha aparecido como protagonista en cientos de obras posteriores, en distintas épocas, países
y géneros literarios, de la mano de diferentes autores que han aportado su peculiar visión del personaje.
Don Juan desbordó la obra de su creador para convertirse en mito universal. Ello se debe a que Tirso
dotó a su personaje de la cualidades del mito: los mitos sobrepasan lo estrictamente humano, tienen algo
de trascendente, de sobrenatural, bien sea en sentido positivo o negativo; los mitos generalmente
encarnan una idea que suele tener una validez atemporal y universal. El ―burlador‖ de Tirso era algo
más que un hombre malvado, algo más que un vulgar seductor. Don Juan era la encarnación del mal,
simbolizado en su soberbia y rebeldía; era una especie de personificación del demonio, y en esta
trascendencia maligna radica su esencia mítica.
Las imágenes demoníacas que muestran el carácter luciferino de Don Juan en El burlador de
Sevilla no sirven sólo para caracterizar la maldad del personaje, sino que se corresponden con el tema
central de la obra, (la lucha entre el bien y el mal), y contribuyen a organizar su estructura, (el ascenso
imparable del héroe y su caída hasta hundirse en los infiernos) y también a explicar el doble título, (El
burlador de Sevilla y convidado de piedra).
a) Los rasgos demoniacos de El burlador.
Don Juan representa la encarnación del mal en el mundo, el dominio de Satán que, según el
Apocalipsis de San Juan, abandonó tras su derrota los terrenos celestes para ejercer su dominio en la tierra
como adversario perpetuo del reino de Dios.
Aparte de la mentira, el perjurio, el crimen y la lujuria que caracterizan sus actos, don Juan encarna
al soberbio que aspira a convertirse en dios, único juez y señor de sus actos. Toda la obra muestra ese
proceso de ascensión y desafío, para quebrarse luego en una terrible caída final que confirma lo temerario
de su acción. Desde tales perspectivas, queda explicada la doblez del título: El Burlador de Sevilla describe
la subida desenfrenada del protagonista; El convidado de piedra, su hundimiento en el abismo. El final feliz
de comedia, con las bodas que se agolpan en los últimos versos, no empaña el trágico fin del protagonista.
Así que el auténtico pecado de Don Juan es la soberbia, el querer ser como Dios; ese desafío del
poder divino, es castigado con el fuego eterno. Pero el texto tirsiano plantea además un desafío a la
autoridad en los terrenos humanos y sociales, al no respetar el protagonista la obediencia debida al padre y
al mismo rey. De modo que no debemos dejarnos deslumbrar por el aspecto más superficial de Don Juan , ya
que la lujuria sólo es un ejemplo de pecado, el más teatral que Tirso pudo elegir: atenta contra la honra,
el máximo valor social de la época, y además muestra la breve distancia que separa el placer y la caída. Tirso
eligió la lujuria para aleccionar al público con el ejemplo de un pecador insaciable cuya carrera viene a
ser parada por los poderes divinos.
c) Obras que influyeron en la creación de Don Juan.
A la hora de crear a su personaje, Tirso recoge toda una tradición de figuras diabólicas muy
conocidas en su época. Para empezar, un texto renacentista, El Jardín de flores curiosas, de Torquemada,
que explica la caída de los ángeles como consecuencia de su apetito erótico, Según Torquemada, uno de
los rasgos que caracterizan al demonio es la condición de “burlador” y la de “mentiroso”; la estrategia más
habitual en las burlas del demonio es la usurpación de la personalidad, tal como hace Don Juan con Isabela
. Además, Torquemada nos advierte de que el demonio se presenta frecuentemente bajo la imagen atractiva
de una mujer hermosa o un hombre bello, lo que también coincide con la figura de Don Juan.
Otra fuente de información para el autor fue La Celestina: es evidente el parentesco entre la vieja
alcahueta de Fernando de Rojas y Don Juan, ya que ambos personajes se nos presentan como símbolos
del mal que seducen a sus víctimas con hermosas palabras para conseguir sus propósitos; ambos encarnan
pecados que giran en torno al erotismo; en ambos casos su maldad recorre todos los estamentos sociales para
corromperlo todo. Tirso está haciendo una crítica del caos social del siglo XVII, muestra un sistema social
que desaparece como consecuencia de la corrupción.
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En cuanto al tema de la aparición de ánimas de muertos, existe una larga tradición folklórica en
este sentido, como demuestran los numerosos romances y leyendas que encontramos desde la Edad Media.
Tales aparecidos existen también en la tradición bíblica, son enviados del cielo que traen a los hombres
avisos sobre su salvación. El Comendador garantiza su carácter de mensajero divino, pues viene iluminado
por la luz de la gracia para castigar el desafío de don Juan (III, 663). El Comendador se convierte así en
ángel de la luz que rebaja la soberbia del protagonista para hundirlo en las sombras y en el fuego infernal.
La unión del tema del convidado con el del burlador no es tan brusca como aparece a primera vista.
Tirso consigue asombrar al espectador, como mandaba Lope, logrando un final inesperado, sobrenatural.
Pero la aparición de elementos de ultratumba no ocurre de repente, sino que se prepara a través de unas
metáforas continuadas que van homologando a Don Juan con el demonio y determinando el desenlace.
Vemos en ―El burlador‖ el ascenso y la intensificación de la maldad de Don Juan y en ―El convidado‖
contemplamos la caída de su arrogancia, consumido en su propio fuego a la vuelta de una ascensión
imposible. Frente a Cristo resucitado del sepulcro, don Juan cae en él y va a los infiernos, mostrando el final
del pecado, la caída que se opone al ascenso redencional, como castigo a quien ha desoído las voces divinas.
d) Causas del éxito de D.Juan en la literatura posterior: Significado del mito
Tirso creó un mito porque presentó la caída del personaje en términos demoníacos y no
solamente adánicos. Don Juan desbordó el mensaje moral que Tirso quería transmitirnos: superó su papel
de antagonista y se convirtió en el auténtico protagonista de la obra, seduciendo con su ingenio y su
belleza a los lectores igual que seducía a las mujeres. El mensaje religioso de Tirso ha perdido validez
pero Don Juan, ese libertino rebelde que se opone a toda forma de poder, continúa fascinándonos. Tal
fascinación quizá delata la atracción que el mal ejerce sobre el hombre de cualquier época, o al menos
muestra la inclinación humana a la rebeldía.
2- CONTINUADORES DEL MITO DE DON JUAN.
Igual que el demonio, nunca muere y cambia de cara continuamente. Es el mito más utilizado de toda
la literatura. Hay más de cien versiones, veamos las más famosas.
a) Siglos XVII y XVIII: la visión neoclásica e ilustrada.
- Molière: Don Juan ou le Festin de Pierre, (1665). El burlador se afrancesa, se vuelve más reflexivo,
menos impulsivo, nos recuerda a Casanova. Se pierde el mensaje religioso, pues la estatua sólo tiene un
efecto teatral. Don Juan es un infame seductor que actúa conscientemente, no por el impulso irracional del
Burlador, es un simple malvado ateo, lejano al personaje creyente de Tirso.
- Antonio de Zamora: No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague y convidado de piedra.
(1744). Asume su actitud diabólica, pero al situar en un plano cómico gran parte de las acciones del
protagonista se pierde fuerza trágica. Él mismo personaje se identifíca con el diablo pero Don Juan se
convierte en un valentón y sus burlas quedan reducidas a "travesuras". Además, Zamora decide que
don Juan se arrepienta en los últimos instantes: el camino hacia la salvación queda abierto.
- W.A.Mozart: Don Giovanni. (Ópera, 1787. Libreto de Da Ponte).
Brillante combinación de las versiones precedentes: une el caballero de Tirso y el realista cínico de
Molière, mezcla los elementos trágicos y cómicos con un sensato equilibrio. Además, recupera el
contenido moral al reforzar el motivo de la invitación a la estatua.
b) La visión romántica. (Primera mitad del siglo XIX).
El Romanticismo siente simpatía por Don Juan y busca su salvación. Se llega a esta posibilidad al
unir al personaje con la leyenda de Miguel de Mañara, personaje real que nació en Sevilla en 1626;
seductor en su juventud, encontró paz en el matrimonio y al morir su mujer dedicó su vida a los pobres.
Pronto surgieron leyendas que intentaban explicar su conversión: la seducción de una monja, único tipo
de mujer que faltaba en su lista, o quizá la visión de su propio entierro. Autores que intentaron unir a D.
Juan y Mañara: Paul Merimée, (Les àmes du purgatoire, novela, 1834); Dumas, padre, (Don Juan de
Mañara, drama, 1836); incluso Tolstoi escribió en 1860 un poema dramático sobre el tema, pero el ejemplo
más acabado es Don Juan Tenorio de Zorrilla (1844).
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c) Las interpretaciones antirrománticas: desde el Realismo (XIX) hasta hoy.
El Realismo quitó al personaje todo idealismo y volvió a ser un seductor sin escrúpulos,
(Stendhal); el psicoanálisis de Freud niega virilidad al tipo donjuanesco.
La época contemporánea ofrece múltiples versiones: parodias de un Don Juan envejecido, (los
hermanos Álvarez Quintero, Jardiel Poncela); visiones filosóficas (Unamuno); benefactor de mujeres
insatisfechas en vez de corruptor. Y también hay versiones de un nuevo romanticismo (Don Juan de
Marco, película de F.F.Cóppola).
3- JOSÉ ZORRILLA: EL TRIUNFO DEFINITIVO DEL MITO.
El Don Juan Tenorio recoge el satanismo del personaje, pero la obra no encierra un mensaje
teológico como El burlador, así que la dimensión mítica se va perdiendo.
La versión de Zorrilla está plagada de referencias al demonio, pero el personaje se ha convertido en
un “demonio familiar”, domesticado, humanizado. La mejor definición la da doña Brígida: ―¡Vos sí que
sois un diablillo! ...‖ Y es que a base de repetir el mito durante dos siglos, las referencias demoníacas han
perdido fuerza, lo mismo que las continuas invocaciones a Dios, Cristo, María, la Santa Madonna, San
Ginés y la Virgen del Pilar. En el Tenorio, más que Don Juan es Doña Brígida quien personifica al
demonio, en clara relación con su antecesora Celestina.
Pero si el protagonista pierde grandeza en la obra romántica, la gran aportación de Zorrilla a la
historia de Don Juan es el personaje de doña Inés. Ésta se describe con una rica simbología religiosa:
símbolo de la luz solar, es garza, cordera, paloma y "ángel de amor" que salvará a don Juan y lo liberará de
su destino trágico. El papel de la estatua se desdobla y la solución angélica llegará de la mano de doña
Inés, auténtica enviada del cielo que permite a Don Juan burlar al mismísimo diablo, al liberarse de la mano
del Comendador que pretendía arrastrarle con él al infierno.
Así que, como no podía ser menos en un drama romántico, el amor es la clave de todo y sustituye el
papel central que ocupaba la honra en la obra barroca. El amor aparece bajo el símbolo del fuego igual que
en Tirso, pero esta vez se convertirá en el fuego purificador, no en el fuego destructor, ya que tiene unas
posibilidades liberadoras que para nada se ofrecían en la obra de Tirso. Téngase en cuenta que el título del
acto IV: "El Diablo a las puertas del cielo" prepara ya un desenlace totalmente contrario al que se preveía al
leer El Burlador.
Zorrilla, como buen romántico, aprovecha la espectacularidad que le ofrecía la aparición de
muertos vivientes ideada por Tirso, pero él no pretende infundir terror al auditorio. Incluso en la
acotación escenográfica pide que se elimine cualquier signo horrible en la escena del cementerio, porque él
pretende representar la “Misericordia de Dios y la apoteosis del amor”, donde la mujer actúa como
intercesora ante Dios para salvar al pecador, lo cual nos remite al símbolo religioso de la Virgen María. Los
angelitos que derraman flores y perfumes al son de una música dulce al final demuestran que se han perdido
las resonancias diabólicas de El burlador.
Por otra parte, es don Juan quien pide a la sombra de doña Inés que no se burle de su loco afán y
quien se siente burlado por las demás sombras del cementerio, invirtiéndose el esquema inicial y siguiendo
los trazos folklóricos del “burlador burlado". No obstante, el auténtico burlador burlado es el propio
demonio, que se creía encarnado en Don Juan y contempla impotente, escondido tras la estatua del
Comendador, cómo su presa escapa hacia el cielo en brazos de doña Inés. No, el Tenorio no es tan
diabólico como parece. Zorrilla multiplica los crímenes de Don Juan, pero las 72 mujeres de que
presume ante don Luis y las que siguen a su huída de Sevilla no aparecen en escena más que de palabra. Es
él quien describe el catálogo de unas seducciones que el autor ha reducido a dos, auque en el caso de doña
Inés todo queda en un intento que encima se vuelve a lo divino. Zorrilla también hace desaparecer el
ambiente prostibulario y hasta borra las numerosas referencias eróticas y escatológicas que corren a
cargo del gracioso Catalinón y de Ripio en la obra deTirso. Incluso desaparecen los problemas de rebelión
social dada la ausencia del rey: las oposiciones a Don Juan parten sólo de personajes iguales a él en rango,
como su padre, el Comendador o Don Luis. Zorrilla ha convertido al “Ángel de las Tinieblas” en un
auténtico “Ángel de Luz” por la fuerza del amor.
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