Bibliografía UNA VISIÓN INTEGRAL SOBRE EL AMBIENTE Santiago R. O livi er, Eco logía y subdesa rro llo en América Latina, Siglo XX I Ed itores, México, 1981 , 225 pág in as . n ge neral , en los países del ll amado " Terce r Mundo" hay grandes rique zas y rec ursos naturales , hay ag ua, aire y so l en abundancia y enorm es exte nsiones territoriales, co n un a industri a li zac ión proporciona lm ente pequeña, que no tend ría por qu é provocar las c ri sis de co ntamin ac ión, ester ilid ad y deg radac ión que sufren muchos de ell os. Sin embargo, la destrucc ión eco lógica de estos países, in c lu so en aq ue ll os que todavía conservan territorios parcia lmente des habitados, es un hec ho que reviste característi cas verdade ramente amenazadoras. E1 hacinamiento demográfico en las grandes metrópo li s industrial es, los dese chos no biodeg radables de estas in dustr ias que co ntamin an ríos, m ares y atmósfe ra, la gravedad de los problemas sanitari os que ti enden a hacerse end ém icos en sectores m ayoritari os de su pobl ac ió n, la escasez de alim entos y el desemp leo, hablan de un crec im ie nto caó ti co, cuyas co nsec uenc ias se refl ejan ab ierta y descarada mente en el daño eco lóg ico y de manera ca si imperce ptibl e en el PNB y en su di stribuci ó n eq uitativa. Los beneficios sociales de es te creci mi ento, cuya brúju la indi ca co nst antem ente el abs urdo y e l desp il far ro, no res ultan comparab les co n los perjui c ios . Tal es el co ntexto en que Santiago Olivier sitúa su libro . Se trata de una obra en qu e el drama se reve la mu c ho m ás desca rnadam ente que en cualquier tragedia c lásica de la hi stori a. E Olivi er no pretende alarma r efectistamente . Es un científico y un hombre de concienc ia. Su objet ivo es in forma r, difund ir, estimular, log rar c laridad, subvertir la pas iv id ad y la ind olencia para así prever y actuar co lec tivam ente. Como espec iali sta en la materia, está co nsciente de qu e la ec ología es un a c iencia nu eva y qu e su trascend encia socia l es tod av ía mu c ho más rec iente. En efecto, hasta hace dos dece nios, las preocupa cion es ecológicas eran patrimonio de los naturalistas, d e individuos interesados en las relaciones entre organ ismos y ambie nte; só lo a fines de los setenta esta inquietud exc lu sivista pudo gana r la ca ll e para pasar a ser algo as í como una "c ienc ia de moda", capaz de ge nerar un crec iente movimi ento de opinión en to rno a los peligros que ame nazan la estab ilid ad de la biosfera y la propia ex istenc ia del hombre. Desde ento nces, la eco logía se conso lid a co n elementos de las c ien cias sociales, trasciende hac ia los med ios de comuni cac ión -q ue cada día br ind an mayor ate nc ió n a estos probl emas - y es objeto tamb ién de m anipulaciones demagógicas y cru zadas ca tastrofistas, aunque tambié n d e honest as ca mpaña s cuya ef ic ienc ia res ulta, empero, poco financiable . En todo caso, la eco logía abando na la acade mi a y pasa a ser un a inqui etud "se ntid a" por sectores importantes d e la pob lac ió n, tanto más en el mundo indu st ri a li za do que en e l subdesarro ll ado (sob re el cual se c iern e la amenaza co n va ti cinios ve rd adera m ente inqui etantes). Como quiera que sea, todos estos es fu erzos y desve los res ultan sumam ente in c ipi entes; la mayo rí a de las personas reco noce el te m o r qu e le in sp ira un desas t re eco lóg ico y sufre co tidian am ente los efectos d e la deg radación ambie ntal; no o bstante, estas mi smas personas ignora n las bases c ientífi cas de la eco logía y las po sibilid ades rea les de actuar. El li bro de O li v ier tiene la v irtud de divu lga r: estudia y anal iza la eco logía desde un a perspectiva qu e perm ite comprender la a ge nte no espec iali zada y qu e le proporcion a elementos se ri os y ri gurosos com o para apoy arl a desd e el ámbito de otras d isc iplin as. Sa nti ago O li vie r - docto r en cie nc ias naturales, ex-direc tor de l Instituto ln terun ive rsitari o de Bio logía Marin a (Mar de l Pl at a), profesor e in vestigador de la Uni ve rsidad de La Plata , co nsu lto r de la UNESCO y de l PNUMA, profesor e in vest igador en l a Universidad de Baja Ca liforni a, asesor del Programa de Invest igac ió n y Control de Contaminac ión Marina de la bahí a de La Habana, que patrocina la UNESCO - es uno d e los es pec iali stas latinoamericanos más destacados. Hoy " baja de l Ol impo" científico y se empeña en hace r d ivulgac ió n, difusió n, conc iencia. En una prim era parte de su ob ra tr at a lo qu e é l denom in a " Eco logía energética". Define la eco logía co mo un a cie ncia de actua lid ad, se refie re a los movimientos amb ientalistas, a la ubi cac ió n de la eco logía entre las c ienc ias naturales y las soc ial es, al ecos ist ema como unidad funciona l; hace, además , una sí ntes is del desarro ll o hi stó ri co de la eco logía y es tudia a l hombre, la biosfera y el desa rrollo. Desp ués de es ta etapa introductori a, exam in a la estru ctura y el funcionami ento del ecos istema : energía y trabajo, sist emas eco lóg icos, delimitac ión de ecos istemas, e l c iclo del agua, c ic los biogeoquímicos, sucesión eco lógica, exp lotac ió n y madurez de ecos ist emas . Tambi é n anali za el marco eco lógico de refe renc ia para Amér ica Latin a y el Caribe, y abo rd a parti cularmente el medio marino, el de aguas contine ntales. e l terrestre y el hum ano. En la segunda parte, O li vie r estudi a lo que consid era " Los desa fí os de la eco logía soc ial". El primer capítul o es tá des tin ado a la pob lac ió n lat inoame ri ca na y ca ribeña, a su din ám ica, a la teoría que intenta ca rac t erizarl a, a la producción de alim entos, a los lí m ites del crecimiento de la pobla c ión mundi al y a los ef ec tos de la población humana sobre e l amb iente. En e l ca pítul o que sigue se d et iene a exa min ar la contamina c ió n amb ie ntal: sus límites, sus ca racterí sticas cuando se da en el m edio urbano-indu st ri al, la espec ífi ca de l subdesar ro ll o, la bé li ca y los ef ec tos de la infi c ión sobre el ambiente. Fin almente, se extiend e sob re la exp lotación y la deg radac ión de los rec ursos nat urales, diferenciándolos de los rec ursos humanos, estud iando la depen dencia eco nómica y sus co nsec uenci as sobre los rec ur- 562 bibli ografía sos natu rales; as imi sm o d esc ribe la dese rt izac ió n y el ex t ermi nio de la fauna en los paises subd esa rro ll ad os . En e l epilogo res um e los fund amentos y objetivos qu e tuvo en vi sta par a esc rib ir su li bro. Nosotros lo salu damos como el prim er estud io integ ral en A m éri ca Lat in a que, sin perjui c io de su alt a consistenc ia c ientífi ca, t iene la virtud de la síntesis y de la c laridad . Sostien e Oli v ier qu e la eco logía, como cien c ia " integradora" , se es fu erz a por comprender mejo r las in t errelac ion es de los medios fí sico y humano y e l desarro ll o equi li brado de l a soc iedad ; para log rar estos ob jetivos exige esfuerzos int erd isc ipl in ar ios . Cons idera que los paises subdesarro ll ados nó disponen de recursos c ientíficos ni tecno lógicos sufi c ientes para enfrenta rse a los problemas derivados del uso ef ic iente y eq uili b rado de la naturaleza . Por ell o, realza la act itud de algu nas de estas nac io nes que, como Cuba y México, hacen esfuerzos especia les po r crear un a in fraestructu ra c ientíf ica capaz de hace r girar las cosas hac ia un profundo cambio en los próx im os decenios. Sin embargo, O li v ier no pec a de-opt imi smo irresponsab le: adv ierte c laramente que la for m ació n de escue las científ icas eco lóg icas y amb iental istas es un a tarea larga y costosa, que exige de la colectividad académic a y del indi v iduo una entrega ext raordinaria de ca lidad ét ica y se nsibl e. Este esfue rzo es impresc indible; la d isposición y el comprom iso q ue entrai'la p rovendrán, finalmente, de la co ncienc ia política en sent id o amp li o : el subdesa rrollo y sus so lu c io nes -e ntre otras, la indu str iali zac ió n rac iona l y no la dependencia se rv il suste ntada por la actividad maqu il adora- dependen de esta actitud, y tener esta ac titu d supo ne tener un proyecto soc ial c laro, qu e integre al homb re con su colectiv id ad y su am bi ente de manera arm ó ni ca, rac ional, ef ic iente en cuanto a la ca lid ad de la v id a. Amé ri ca Lat in a y e l Ca ribe libran un a bata ll a titánica por sob rev iv ir. Sus rec ursos naturales desquiciados po r casi 500 anos de exp lotac ión despiadada, sus bosques ar rasados, sus c ampos eros ion ados, su fauna menguada, su población hambrienta sus nii'l os conde nados a muerte prematura, sus aguas c onta~inadas o en ext in c ió n, sus recursos min erales y energét icos al servicio d e los poderosos, sus gastos bélicos cada vez más agob iantes, no permite n aceptar recetas tecnológicas que mantengan y fomenten la dependencia . Sus nac ion es quieren ser duei'las de sus prop ios destinos y ge nera r sus propios m odelos de desarrollo . Estas ref lex iones no só lo no se apartan de la eco logía sino que le son con naturales; so n su m arco y su ob jetivo. También su in st rum enta l. En e l libro de O livier priva esta perspectiva ; de su aná li sis podrán nutrirse c ientífi cos, tecnólogos, políticos y todo aque l que def iend a la vida, e l bienestar y la just ic ia social. D José Antonio Granda DEMONOLOGÍA EN LA CIENCIA J.M . Lé vy Leblond y A. Ja ubert (comp il ado res), (Auto)crítica de la c iencia , Ed itor ia l ueva Im agen, México, 1980, 324 pá ginas . arl Popper fo rmuló una denu ncia memorable con t ra el total itarismo en su obra La sociedad abierta y sus enemigos; Lévy Leblond y Jaubert recogen pasajes no tan memorables en un libro que bien podría llamarse La sociedad cerrada y su s ami- K gos, pu es hay en es t a reco pi lac ión de esc ritos un a me zc la desgrac iada de fanati smo e inse nsa te z. En nombre de la cie nc ia se forjan se nt im ientos anti c ientíficos; A ri stóte les y Sa nto Tomás des truyen de nu evo a Platón qu e, seg ún op ini ón auto ri zada de Koyré, es el an c la d e la in ves tiga c ión mod ern a. Esta ob ra pru eba , sin exa geración alguna , qu e el papel lo soporta todo . Su esti lo es m ás detonante qu e denotativo; las metáforas -anc iana s y decade ntes- remplazan a los argumentos . La leí tre s v ece s con la espe ran z a de enco ntra rl e alguna lógic a, alguna excus a salvado ra. Pero perdí mi humor y la pa c ienc ia . E1 tema central (lo demás es va ri ac ió n mecánica): la protesta contra la c ienc ia moderna, c iencia que esc laviza , hermana servil del imper iali smo estadoun id ense, de la sobe rb ia francesa y de la burocracia sov iética . Si esta reclamación es correcta a pesa r de su esp léndida vaguedad, entonces todos - in c lu y endo a los autores y a la ed itor ial - somos c rimin al es inte lectua les, Raskolnikovs que matan y se sui cidan en la fantasía . El libro es un verdade ro festín sadomasoq uista; políticamente, cortej a el nihili smo de Turgenev y el anarqu ism o de Proud ho n. Los numerosos autores aq uí reunid os no deslindan disciplinas, ni situ ac io nes, ni coyu nturas . Todo y todos entran en un a " sí ntes is" imposible de perversidades. Si aún nos q ueda facultad deductiva desp ués de lee r este esc rito, debemos extrae r la necesa ri a conc lu sió n: ll egó el momento de qu em ar in vest igadores y libros . .. en nombre de la c ienc ia . Tr ataré de o rd enar las premisas caóticas de es t os textos, cuya primera edic ión en francés aparec ió en 1975 . Así se rá más f áci l demostrar que nu es tra inqui etud no es gratuita, pues es te libro nos reg resa a la demonología . 1) Asegu ran los co m pil ado res que las críti cas a la cie nci a em anan principalmente de los físicos, "y éste es un hecho sociopolítico interesa nte" (p . 16). Y allí se paran; no ex ploran hipótesis algu na. 2) La c ienc ia es una flor del ma l tanto en el capita lismo como en la Unión Sov iét ica (p. 24). Hay que agradecer a los compiladores (franceses) por reco rda rn os a Baudelaire, ¿pero qué signi f ica exactame nte esta metáfora? Si la c ienc ia es igual en ambos sistemas, ¿c uál es el peso y la importanc ia del co ndic io namiento amb iental y de la orga ni zac ión eco nó mi ca en la práctica c ientíf ica? 3) La autono mí a de los intelectuales es un a ficción (p. 25). ¿Tambié n es f ictic ia la c ríti ca de estos intelectua les? 4) " La c iencia hay que hace rl a para y por el pueblo" (p. 26) ¿Cómo es posible transvasar la frase de Lincoln a la cie ncia? ¿Qué sist em a de jerarquización sug ieren? ¿Laboratori os en las ca ll es? ¿La ca ll e en el aula? ¿Este ascenso populista no nos ll evará a mayores injus tic ias? 5) La c ienc ia es tá dominad a por los políticos (p . 29) . ¿Pe ro quién domina a los políticos? ¿Tamb ién los auto res y co mpiladores está n dominados por el los? 6) " La c ienc ia es ... la ju stifi cac ió n m ág ica de una raza de es cl avos" (p. 35). ¿Nietzsche regresa a la c ienc ia? ¿La fras e se ap li ca a todas las disciplinas? ¿Es la c ienc ia un género de teología rea ccio naria y paralizante? Ni un a palabra de ac laración . comercio exterior , mayo de 1982 7) La cie ncia es. fetichismo (p 3S). Grac ias a Marx sa bí am os que el cap ita li smo produce enajenac ió n y reproduc e formas mági cas. ¿También la c ienc ia? ¿También los propio s m arxistas? ¿Có m o, por todos los d iabl os? 8) Los m édi cos t ienen una ca li graf ía im posible: se ñal de que pertenecen a la po li c ía monopo li zada (p. 36). Una pa lab ra : absurdo. 9) Los v iajes de ios cos rnon autas (ru sos y no rtea meri c an os) so n d ispositivos para resucitar la reli gió n (p. 37) . No te ngo comentarios . 10) Hay qu e reg resa r a Marx (p . 41) . ¿No deberían co noce rl o pr im ero antes de formu lar es t a rec lamac ión? 11) " El co lm o de l obj eti v ism o hipóc rita está en la pren sa llamada de inform ac ió n" (p . 4S). ¿Q ui én ha argum entado alguna vez que un artíc ul o en los periódicos es un a m o nograf ía c ientífic a? 12) La c ienc ia co nstitu ye un sistema ra c io nal ahi stóri co (p . 46). ¿La mecá ni ca no t iene presente a Ga lil eo; la física , a Duh em y a Ein ste in ; la ge nét ica, a Mende l y a la Dra . MacKrake n? Es c ierto que los c ientífi cos no se ocupan exc lus iva mente de la hi sto ri a, pero t ienen co nc iencia hi stórica de sus di sc iplinas. 13) El idi oma de la c ienc ia es in com pre nsible (p 49) ¿Q ué sugieren? ¿Un lunfard o? ¿Un espe ranto ca ll ejero? Tamb ién lo q ue estos autores esn iben es in co mp rens ibl e. 14) El amo r, la em oc ión, la be ll eza ... el p lace r y el dolor están exc luid os de la c ienci a (p. S1 ). ¿Habrán escuc hado del psicoaná li sis? ¿Sa brán que el eco nomis ta Boulding está re interpreta nd o los conceptos de utilid ad con arreg lo a "ca rgas libi dinosas" ? ¿Aspi ran a que un tex to de f isio logía se transfo rm e en un ro m ance ro gitano? 15) " El c ientifi c ismo es la ideo logía má s peli grosa" (p SS) ¿M ás pe li grosa qu e el fasc ism o, e l naz ismo, las barbaries de derechas e izquierdas? Lo du do. 16) " La c ienc ia es in ev itabl emente po lí tica ... " (p. 63). Esta o rac ión o ri gina l merece el Premi o Nobe l. 17) "Co n sus tendenc ias eli t istas, la m ayo rí a de los c ien tí fi cos nortea m eri ca nos o prim en ... a pob res, mujeres, y no blancos" (p. 80) . Cierta mente, hay estructuras sá di cas en la in st itu c ion ali zac ión soc ial de la c ienc ia. Pero la li sta de los op rimidos es más larga: m ex icanos , ca t ó li cos, judíos, ge nios . La simplifi cac ión amar ill a embelesa a es tos autores. 18) E1 c ientífi co debe resolve r prob lemas rea les (p. 83). Si no re suelve prob lem a alguno, ¿para qué atacar los? Si res uelven, ¿qué lu gar tiene la críti ca? Y si res uelven probl em as fa lsos, ¿qué sugi eren los autores? 19) En Franc ia ex isten . bu enos y m alos labo ratorios (p. 89) . G rac ias por esta inform ac ió n. 20) " Hay que rea li za r un trabajo crítico, in c lu so sa l vaje" (p. 9S). ¿Sa lvajismo y c ie ncia ? ¿Se tratar á d e un apo rte a la 563 soc iob io logía de la in vest igació n? ¿H ab rá aq uí un a supe rac ión de la matem ática no euc li diana? 21) El prestigio c ientí f ico de A bdu s Sa lam en Paqui st án es una forma de exp lo t ar a los pobres (p. 100). ¿Qué c ulp a t iene Salam ? Y m is respetos a los c iudadanos de Paquistán , que reco noce n a un ho mbre de c iencia. Esto no aco ntece en to das las lat it ud es. 22) La innovac ió n te c no lógica . . se diri ge a multiplicar las ga nanc ias de a lgún empresa rio emprend edor ... (p. 127). Es cie rto: pag ué por este 1ibro f laco y no ta n innovador catorce dó l ares. 23) " Los c ientífi cos suf ren de ' reuni o niti s'" (p. 1 56) Ve rd ad: en esta época de l jet hasta los fanáticos queman in c ienso en lugares muy apa rta dos y en fo rm a iterativa y reiterativ a. ¿Po r qué no los c ientíf icos? 24) " E1 labo rato ri o es un ce ntro paterna l ista " (pp . 1 75-176). Su pon gamos que estos auto res comete n parr ic idi o co ntra las paredes de es to s labo rato rio s sofoca ntes. ¿Qué harán co n e l nu evo padre? ¿Vo lve rán a m at arl o? 25) En un labo rat o ri o hay siempre dos directores, un o que practica e l pate rnali smo y otro que " m aneja e l ga rrote" (p . 177). Ciertamente: fa lta un a m eretri z. 26) La au to ges tión es necesa ria en los tr abajos c ientíficos (p. 19S). ¿Esta "y ugos lavizac ión " de la c ienc ia no aparejará e l yugo de la c ienc ia en un grado insoportab le? ¿Adónde co ndu ce es t e populi smo c ientí f ico? 27) El es pec ia li st a es ca paz de rea li zar. milagros c ientífi cos (p. 203). O es un m ago o es un ge nio Si es m ago, hay que divertirs e co n él; si es ge nio, hay qu e respetarl o. Pero en ningún caso es un mil ag rero. 28) " El uni ve rso de la enseñanza d e la c iencia desca nsa en la divi sión [d e l trab ajo]" (p. 217) ¿Qué pretenden? ¿Cha rl atanes? ¿Especia li sta s en ge neralidad es? ¿E l dominio de la m ediocridad? 29) " El saber es ... el op io de los pueblos" (p. 223). El opio está de moda . Era, para Feuerbach y M arx, la religión ; para Aron, algunos intel ectual es. Ahora son los c ientíficos. ¿En qué cons ist irá la sobriedad ? 30) La tesis es un rito (p. 2S6) . Es c ierto; ¿pero qu é proponen en su lu ga r? ¿Rega lar títulos a cua lqui er transeúnte? 31} Reuni ó n de científicos: cue va de los cua renta ladrones (p 281) Un aporte or igin al a Alí Bab á. Ést e es un libro c laramente oscurant ista. Lást im a qu e un psicoa nali st a res petab le (Sa ntiago Ramírez) le haya hec ho un prólogo elog ioso. Con la debid a consideración qu e este prof es ional me merece debo suponer: o que no leyó el 1ibro, o qu e enco ntró en él "p rofundidades " qu e un reprimido como yo no puede captar. Si se trata de lo prim ero, no m e parece acto loable; si es lo segundo, habría qu e psicoa nali za r a tod o el pu eblo c rea ndo un diván giga ntesco. Ciert ame nte, ta mbi én habrá qu e quita r a es te arte curativo sus espec ul ac io nes anal es, edipal es y orales a fin de lograr una t ransferenc ia libidinosa verdaderamente popular. 564 bib liog rafía U na co nfes ió n no hab ría co m entado este texto y o rde nado sus caó ti cas f rases si mis in dagac io nes sob re la c ienc ia, en variados co ntextos, no me reve lase n gérme nes de esta demo no log ía q ue puede se r luj o t ransito ri o de los ri cos pe ro ma ld ició n eterna de los pob res . Li Jose ph Hodara LIBROS DE LA LARGA VIDA Henry Sige ri st, Hitos en la historia de la sa lu d pública, Siglo XX I Ed ito res, Méx ico, 1981, 98 pági nas . Mi lto n Terri s, La revo lu c ió n ep idemio lógica y la medic ina soc ial, Siglo XX I Ed itores, M éx ico, 1980, 255 pági nas. Th o m as M ckeown y C. R. Lowe, Intro du cc ió n a la m edic ina socia l, Siglo XX I Edito res, M éx ico, 1981 , 365 pág in as 1 p rim ero de los li b ros qu e se rese ñan co nt iene c in co co nferenc ia s del sui zo Henry Sige ri st, médi co, fil ó logo e hi st o ri ad or de la m edi c ina, qui en durante 15 años trabajó en Es tados Unidos y enriq uec ió co n su gran ex peri enc ia a la medi c in a soc ia l de di c ho paí s. La ex t ensa cultura del auto r hace qu e la impo rtanc ia d e es te pequ eño li bro v ay a en sentido in ve rso a su ta m año, po rqu e al lee r sus pág in as, el lec to r se enfrenta a un méd ico, f i ló logo, hi stori ado r y soc ió logo (p o r autodef ini c ió n) q ue v in cul a siem pre la histori a de la medic in a co n los pro b lem as hu ma rros. E Sigeri st alude a los esc ritos de Claudia Ga leno, el m édi co y esc ritor gri ego, autor de un tratad o sobre hi giene qu e conti ene f und amen tos sobre el bi enest ar f ísico ap li ca bl es a nu es tr a época. En los a lbo res de la era c ri sti ana, el m édi co de Pérgam o v iajó a Roma, atraí do po r la o f erta de Cés ar de co ncede r la c iud ad aní a rom ana a los m édi cos gri egos (esc lav os, en su gran m ayo rí a) qu e prac ti ca ran su c ienc ia ent re los ro m anos. Galeno se co nsag ró a escrib ir acerca de la hi giene y a mostrar, co n disecc io nes de animal es, có mo está form ado el c uerpo hum ano po r dentro y có m o fun c io na. Empero, las reco mend ac io nes d e Ga leno t enían un alcan ce muy limitado, pu esto qu e ll ega ban t an só lo a las c lases ri cas, las úni cas ca paces d e cuid ar su alimentac ió n y su s beb id as, as í com o practica r eje rc ic ios. Todo indu ce a pensa r q ue el c uid ad oso Galeno cas i no t ení a di sc ípul os, puest o qu e las c lases ari stoc ráti cas eran , prec isa m ente, las qu e se entrega ban a los peores excesos durante las fa m osas f ies t as ro m anas. En rea lid ad, la expe ri enc ia fu e ense ñando a la hum anidad lo qu e co nve ní a o perjudi ca ba a su sa lu d, aunqu e un elemento fund amental fu eron las c ree nc ias relig iosas. Es indudabl e qu e los ritos, co n su ex igenc ia d e qu e qui enes penetraran en los templ os d ebí an co nse rva r un a pureza inm ac ul ada, contribuían en c ierta form a a con se rvar la sa lud . En el Levíti co, po r ejemplo, se o rd enaba pasa r por ritos purifi ca to ri o s a qui en es tuv iese en contac t o co n los enferm os; as í, la idea d el con tag io fu e prim ero religi osa, des pu és médi ca. En algunas reli gio nes, la neces id ad d e m antenerse lim p io en lo esp iritu al se ex tendí a a l aspec t o f ísico. Sige rist charla ta m bién ace rca de l li b ro med ieva l Reg imen Sa ni ta t is Sa lern i taru m , ob ra q ue in c luye va ri os t ratados sobre higiene de au to res desconoc idos y que d urante muc ho t iempo brind ó reco m endac io nes se nc ill as y p ráct icas, esc ri tas en ve rso, pa ra mayor atract ivo, a f in de que la gente co nserva ra la sa lu d . Sir Jo hn H ar ington (además de poeta y m éd ico, in ve nto r de l water c/oset o excusado) t rad uj o la o bra al in g lés en 1607, al t iempo q ue añad ía co nse jos de su cosec ha. Co n e l tra nscu rso del tie m po se m u lt ip li caro n las ed ic io nes de l li b ro, al grado que se calc ul an entre 500 y 1 000, en t re tradu cc io nes y re imp res io nes. Tem a de otra co nfe renc ia es la ob ra de Vesa l io, q uien en 1543 esc rib ió el lib ro q ue se rv irí a co m o fun dame nto de la anato mí a hum ana m oderna . Los idea les esbozados en el med ievo come nzaba n a rea li za rse en el Renac imi ento . Hab ía perd ido f uerza ti co ncepto reli gioso de que se req uerí a la limp ieza para ad quirir la pureza es piri t ual. El ho mbre hab rí a log rado mu c has cosas: hab ía desc ub iert o nu evos contin entes, o t ros hombres, anim ales y pl antas. Q ui zá po r e ll o afirm a el auto r qu e el hom b re deseó v ivir m ás ti em po, sa bedo r de qu e, en c iert a med ida, era capaz de pro lo ngar la ex iste nc ia co n ayuda de la hi giene y la med ic in a. En 1560 vio la lu z la ob ra de Pa race lso (o t al vez de algun o de sus d isc ípul os) El libro de la larga vida, en el cua l el lege nd ari o m édi co y alquimi st a afirm a (al ig ual qu e Sige ri st) q ue t odo en la naturaleza es t á relac io nado co n la sa lud hum an a. En aqu ell os años la hum anid ad ya po día prol o nga r la v ida , pu es to qu e habí a c reado la m edi c in a y la hi giene necesa ri as para co nse rva rse sa no. Se abando naba, f ina lme nte, el c redo c icero ni ano de ate nd er t an só lo al in te lecto, y al ce ntrarse en el cu erp o, log ráro nse enormes ava nces para co m ba tir las enfe rm edad es. La últ im a charl a de Sige ris t se ref iere a Jo hann Pet er Franck, autor de un a o bra titul ad a La miseria del pu eblo, madre de la s enfermedades. Sin ser un revo lu c io nario, Fran c k soste ní a qu e la ti erra deberí a ser de qui en la trabaj ara, tes is muy ava nza da para algui en nac ido en 1 745 en Europa Ce ntral. En los se is tom os qu e abarca su vas t a o bra, Franck es tudi a la alim entac ió n infa ntil , las enfe rm eda d es venéreas, la medi c in a fo rense, la hab itació n, el ves tid o y la nutri c ió n; en sum a, ab arca t odos los pro bl em as relac io nados co n la hig iene y la sa lud hu ma n as, desde el nac imi ento hasta la mu erte. El médi co e hi st o ri ado r sui zo cie rra sus c harl as co n un a críti ca al se rv ic io m édi co hipert rofia d o qu e se es til aba (l as charl as data n de 1952) en los pa íses euro peos. El médi co - decía- debería co nve rtirse en un edu ca d o r q ue busca a la gente en sus sit ios de traba jo: la f ábri ca, e l ca m po y la of ic in a, ya qu e mu c has de las enfe rm edades actuales requieren de la relaci ó n médi co-pac iente, no d e medid as de sa lud públi ca. Se dec lara co ntrari o a la ll am ad a espec iali zac ió n, pu es to qu e las tareas de la medi c in a son cuat ro: prom over la sa lud, preve nir la enferm ed ad , curar al enf erm o y re habilitarl o. En La revo lu c ió n ep idemio lógica y la medic ina soc ia l de Milto n Terri s, un o de los di sc ípul os m ás d es taca dos de Sige ri st, se recoge un a doce na de artí c ul os ag rup ados en los cuatro grandes ca mpos qu e abarca su pr odu cció n: as pec tos teó ri cos y m etodo lógicos de epid emi o log ía; med ic in a soc ial; o rga ni zac ió n d e se rvi c ios d e sa lud, e hi st o ri a de la sa lud públ ica . En es t a anto logía pu ede ve rse có m o surgió la epidemi o logía co mo un a cienc ia co mpl eja, basa da no só lo en la medi c in a c líni ca, sin o en las in vest igac io nes rea li zadas en el labo rato rio y en el estu- comercio exterio r, mayo de 1982 565 di o direc t o de la co muni da d hum ana. Es, c la ramente, un a c ienc ia ex perim enta l y d e o b se rvac ió n qu e ha ex igido a m enud o sac rifi c ios perso nales mu y co nside rabl es de sus impul so res, q ui enes co n frec uenc ia ar ri esga n la sa lu d y la v id a en los experimentos . A lgunos de esos casos mu y impres io nantes, so n, po r ejempl o, los de A nd erso n y Go ldberge r y su es tudi o del ti fo en M éx ico, e l de Go ld berge r y su comprobac ió n de la ca usa d e la pelag ra, grac ias a su experim ento co n é l y ot ros 1 5 vo luntari os, y los qu e cos t aro n la v ida a How ard Tay lo r, qui en muri ó de ti fo en la c iud ad de Méx ico en 1910, y de T.B. McC lintoc k, qui en sucumbi ó mi entras es tudi aba la fi ebre man c had a de las M o ntañas Roca ll osas. el firm e edifi c io de su siste m a de sa lud pod ía seg uir fun c io nando has t a e n las adve rsas co ndi c io nes de la posguerra. En los orí ge nes de la medi c in a preve nt iva sov iét ica predo min ab a la ac ti v id ad de l se rvic io sa ni ta ri o epid emi o lóg ico, res po nsa bl e de la p reve nc ió n de enferm ed ades, co ntro l d e ri esgos labo rales y de ri esgos ambi entales. En la ac tu alid ad , gra c ias a es o s sac rifi c ios y al es tudio e inves ti gac io nes de t antos ep id emi ó logos, la protecc ió n de la salud se basa en m edi das soc iales qu e b rind an sumini stros de ag ua y alim entos adec uados; qu e ofrece n un contro l de acc ide ntes, impiden la contamin ac ió n de l ambi ente y la expos ic ió n a m at eri as quími cas peli grosas. En la esc uela, la fá bri ca, los centros de tr abajo, se alerta ace rca d e la nece sid ad de d esa rro ll ar los rec ursos necesa ri os para pro t ege r la sa lud . Los auto res de Introducc ión a la m edic ina soc ial, M ckeow n y Lowe, prese ntan un es tu d io ex hausti vo d e la medi c in a e n la Gran Bret aña, c uyo m od elo, co m o y a se dij o, ti ene influ e nc ia del de la Uni ó n Sov iéti ca . Los m edi os utili za dos para protege r la salud de los británi cos y para p rop o rc io narl es se rv ic ios m édicos se di stribuy en de ac uerd o co n las neces id ad es de los dif ere ntes grupos de la po bl ac ió n. El se rvic io nac io nal d e sa lu d t iene gran import anc ia y ejerc ió su influ enc ia en t odos aqu e ll os pa íses en do nd e se apli ca ba durante el imperi o co lo ni al. En cuanto a la m ed ic in a soc ial, ot ra mate ri a de estudi o en la o bra de Terri s, se ex pl o ran en es t a anto log ía la teorí a y la práct ica de la med ic in a, merce d a las c ua les e l m édi co m ov ili za t odos los rec ursos soc ia les para m ante ner la sa lud del individu o en la soc ied ad, mi entras qu e en la medi c in a indi v idu al la relac ió n se limi ta a dos pe rso nas, el pac iente y el médi co . Son mu c hos los m ales qu e han log rado elimin arse en Es t ad os Uni dos y otros países in d ustri ali za dos, co n ay ud a de un m ejor ni ve l de v ida, un a bu ena alim entac ió n y la edu cac ió n sa ni tari a prom ov id a po r la m edi c in a soc ial. Sin e;nbargo, in c lu so en los países ri cos hay pro bl em as aún in so lubl es. Por ejem p lo, en Estad os Unidos, la atenc ió n d e la sa lud se encu entra en di f ic ult ades, de ac uerd o co n Milto n Terris. Entre ot ras ca usas, interv ienen la te cn o logía médi ca y la ex istenc ia de dos sist em as hospitalari os -e l de hosp itales privados y el de hos pitales de benefi ce nc ia-, lo cual represe nta un o de los m ás seri os o bst ácul os [J ara mejorar la ate nc ió n públi ca de l país . El autor reconoce qu e en la nac ión m ás ri ca de la Ti erra, e l país de los líd eres en la c ienc ia médi ca mundi alm ente reconoc idos, qu e gas t a un a elevada pro po rc ión del produ cto nac io nal bruto en se rv ic ios de sa lud , no rec iben bu enos y adecua d os auxilios médi cos ni los po bres, ni los habitantes de los "g het tos", ni la po bl ac ió n ca mpes in a. Señala, as im is m o, las perspec ti vas de los tres si stem as mundi ales de at enc ió n m édi ca: asistenc ia públi ca, seguro médi co y se rv ic io nac io nal de sa lud . En 1977 la asistenc ia públi ca d ominaba en 108 países de Asia, Áfri ca y Am éri ca Latina; el sistem a de seg uro médi co abarca ba 23 paíse s de Eu rop a Occ id ental, Améri ca del Norte, Au strali a, Nu eva Ze landi a, Ja pón e Isra el. El se rv ic io médi co nac io nal predomin aba en 14 países, qu e so n nu eve nac io nes soc iali st as de Europa, cuatro d e As ia y un a (Cuba) de Am éri ca. En t re los siste m as de sa lu d q ue ti enen mu c ho qu e ense ñar a otros pa íses, el auto r c ita al de la Uni ó n Sovi éti ca, cu yos prin c ip ios sa nitari os fu e ro n adop ta dos, co n li ge ras va ri antes, po r todos los países soc iali stas y han serv id o de m ode lo para sist em as t an efi c ientes com o se af irm a es e l de G ran Bretaña. La Uni ó n Sov iéti ca d em os tró, des pu és de la seg und a guerra mundi al, qu e A l igua l qu e Sige ri st, el autor del libro q ue se co menta rec haza la es pec ia li zac ió n. A bo rd a los prob lem as sin redu cc iones ni fr ag m entac io nes, bu sca ndo siempre es tudi ar no sól o los as pect os aislado s y ex t ern os de los f enó m enos, sin o las raíces profundas qu e los exp li ca n. Los auto res señalan qu e el sig lo XX pod rí a co nsid erarse co m o un filtr o o ce dazo qu e se paró las grandes epid emi as provocadas po r las enferm ed ades infecc iosas, de otro s padec imi e ntos dege nerati vos o de o ri ge n soc ial. Po r ejempl o, aunqu e la m edicin a soc ia l ha log rado des terr ar mu c has enf erm edad es, e n la ac tu alid ad se enfrenta a un a m ayo r ca nti da d de pro bl emas, surgidos a ca u sa de los hábitos en qu e suelen cae r los human os, t ales co m o e l alco ho li sm o, el t abaqui sm o y la sobrea lim entac ió n, t res ca usas de p ro fund as a lterac io nes de la sa lu d en países como la G ran Bret aña y otro s mu y indu stri a l iza d os. Em pe ro, no se pi ense qu e los in gleses se enf erm an t an só lo po r bo rrac hos, fum ad o res o co m elo nes; tambi én padece n las ll am adas enfe rm edad es industri ales, t ales como la leptospiros is ic terh em o rrág ica, sufrid a po r qui enes tr ab aj an en siti os infes t ados po r rat as; o el ca rc inom a de los se nos paranasales, provocado po r c iertos procesos de l ní q uel y e l ambi ente de las f ábri cas de mu ebl es de m adera; o las ca t arat as produ cida s po r el ca lo r, padec id as po r qui enes se ex po nen al brill o intenso del m et al fundi do al ro jo v ivo. M ientras qu e en Am éri ca Latin a pred o minan las enferm ed ades inf ecc iosas, en In glate rra y Ga les se multipli ca n el cá nce r y la arte ri oesc lerosis, aunqu e t ambi é n la neum o ní a, qu e hace presa de niñ os y anc ianos . Los auto res enfoca n la obra hac ia la desc rip c ió n de los ca mpos o áreas de la sa lud qu e abarca el se rv ic io británi co de sa lud qu e, sin se r compl eto, es un o de lo s m ás ava nzad os d el mund o. Los se rvic ios parten des de las prác ti cas euge nés icas y e l contro l de la repro du cc ió n; in c luyen un a ex t ensa ga m a de pres t ac io nes qu e aba rca n e l hoga r, el t ra bajo, la esc ue la; la lu c ha contra las enferm ed ades pro du c id as p o r el ag ua, po r los alim entos o de origen anim al; e l comb ate de la contamin ac ió n atm os f éri ca; la ayu da a los in ca pa c itados y a los defi c ientes mental es; los servic ios de o b ste tri c ia, los hos pitales ac tu ales, los se rv ic ios pa ra los anc ianos . Fin alm ente, los auto res desc ri be n los anteced entes y la situ ac ió n ac tu al d e los se rvi c ios de sa lud , c uy a labo r es, en el prese nte, as unto de interés intern ac io nal. Los 1ibros qu e se rese ñan dejan en el lec t o r c ierto regusto d e co nfi anza en el po rve nir d e la hum anid ad ; mu c ho han log rad o 566 la hi giene, la epidem io log ía y la med icina en paí ses como Estados Un idos , la Un ión Soviét ica, la G ran Bretañ a y algunos ot ros . Sin emba rgo, la lectu ra provoca, al mi smo tie m po, cierto m alestar, pues to q ue m ales se m ejantes, si no es que peo res, a los que desc ri be n los auto res, rep rese nta n e l pan de cada día en bib li ografía muc hos países. En México, pese a los indudab les ava nces, todav ía no ex iste la medic in a soc ial para m ill ones de hab ita ntes, y aún no te rmi na de esc ribirse " el libro de la larga v ida" . O Graciela Phillips obras recibidas Sec ret aría d e Re lac io nes Exte ri ores, M éx ico 7. Los primeros consulados de México, 1823-1872. 1974, 102 pági nas. ARCH IVO HI STÓR ICO D IPLOMÁ TICO MEX ICANO, TERCERA ÉPOCA 8. a] Se ri e Ob ras Mo nog ráf icas 1 . 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