el renagimnto. - Hemeroteca Digital

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EL RENAGIMNTO.
Entrega 14, — 1 3 de Junio \ l i l ,
BELLAS ARTES.
LAS
TAPICERÍAS
La exposición de los fumosos lapices en las
galerías principales del llcul j)alacio, con luolivo
de la procesión de alUires, es un fausto acontecimiento para cuantos aman los gloriosos recuerdos
do nuestra historia y [¡ara todos los artistas de
verdadero talento. Para los primeros, en una de
las colecciones se presentan las magníficas páginas
de la conquista de Túnez primorosamente trazadas y tejidas. En ellos se admira una brillante
empresa de nuestras armas, y se ven representados por el pincel magistral de .1. Mayo las invictas falanges y aquellos insignes capitanes
formados en la escuela de Carlos V. La inmensa
variedad de tragos, ya cristianos, ya berberiscos,
la distribución y orden do los escuadrones, la
curiosa variedad de armas, dan un nuevo precio
á estos cuadros históricos que instruyen sobro
cien detalles al curioso observador de nuestras
antiguas costumbres y trahcres. Si consideramos
esta exposición con respecto al interés artístico,
en ella se nos presentan algunas de las mas sublimes creaciones de Rafael de Urbino, las de
su predilecto discípulo Julio, las de Van Orley,
las de Roger de Brujas y Roger, y otras varias de
muy distinguidos artistas de los siglos XYI y XYü,
capaces de formar con su estudio un artista consumado.
En el ¡)rimilivo Artista (I) hicimos cslensa
mención de la mayor parte do estos tapices , es|iecialmento de los nueve que llaman de los siete
vicios , y revelamos el nombre de su autor retra(1)
Arlisla núm. XXVI del lom. I, póg. 301.
TOMO I.
2fh
DEL REAL PALACIO.
tado en una de acjuellas vastas y admirables
composiciones. Solo la escuela corromiiida y sulierlícial del siglo pasado ha podido mirar con
desprecio estos prodigios del arte flamenco en
su mejor peri(klo. Hasta el siglo XYll, siglo de
Velazqucz y Murillo, se miraban estos nueve tapices con sumo aprecio y veneración, y en las
numerosas descripciones de pompas y solemnidades , de bautizos y juras celebradas en el Alcazar de nuestros monarcas, citábanse siempre
con notable predilección por el primor de sus
figuras y agudo metro de sus dísticos (4). Con efecto , á lo ingenioso y sabio de aquellas vastas
composiciones se reúnen , una gran ciencia del
desnudo, aunque el dibujo sea un tanto seco, defecto propio de su época, y un conocimiento nada
vulgar de las pasiones que agitan el corazón humano. Los ropagesdelas figuras son admirables,
y si carecen de aquel sistema grandioso de plegar
que después propagó Rafael de Ui-bino, en cambio
hay tal verdad y precisión en los pliegues, está tan
bien caracterizada la variedad de sus estofas, sus
paños, ya vuelan, ya caen, ó reposan con tan cs(juisíta elección de pliegues y partidos, que al contemplarlos , aunque sea en cada figura aislada,
queda el artista admirado y absorto. Citaremos para comprobar nuestro a.serto los magníficos paños
de la Fortuna en el tapiz que lleva su noml)re. Los
estreñios de su rico manto están dibujados con
(1) Apáralo para la onlraJa clol cardenal logado D. Francisco
Rarljeriiui, Baiuisnio do la Señora infanta y licstas del Corpus por
1). .loan .Vnlonio de la l'cña. Madrid 1626.
14
EL REN ACIMIEMO.
autor animaba pai'a salir de af|uel pit'ílago en
tálenlo tan sin^ulür , que parece escucharse el
que, á manera de angustiosa jx'sadilla , vée.se
rumor que producen sus ondulaciones agitadas
penosamente sumergido.
por (ú ai'e, del projjio modo que el huracán azota
Los domas tapices, en número de nueve, palas banderas do un navio en alta mar. Asi se
recen destinados á representar la divina sabiduría,
halla esta magnífica figura en el aire galopando
la fe , la nobleza teológica y civil, la prudencia, la
sobre un caballo, y en el centro de un mar agijusticia, la fama, la fortuna y el honor. Quizá
tado l'uertetiKinte , sobre cuyas olas muchos perexista algimo mas (jue no se exponga por algima
sonagcs pugnan por acogerse á la rueda de la
avería ó accidenle, asi como este año solo parece
ciega diosa, en cuyos puntos cardinales están en
faltaba el de la Fé. Merecía esta magnífica serio
latin las palabras, honor, pobreza, prosperidad
de tapices ser descrita é ilustrada dignamente bajo
y adversidad. Dos ruedas colaterales, cuya rotamuchos aspectos. Aunque esta empresa sea muy
ción va en sentido inverso de la primera, tienen
superior á nuestro escaso talento , quizá la emlos motes présenle y porvenir.
prenderemos (habiendo hecho particulares estuLa simbólica, la alegoría y lo ingenioso de
dios en este género), asi como la reseña de las
sus conceptos |)i'ueban grande cultura ó infinita
muchas y ricas que aun conservan algimas coimaginación en el inventor de estas composiciones,
munidades y casas de nuestros magnates en la
y dudamos ([ue en este género existan otras mas
corte.
ricas. En casi todas ellas alternan los personagcs
A esta regia colección siguen ocho grandes
con las figuras alegóricas, y revelan el gusto y las
tapices, también preciosísimos, realzados con oro
sutilezas de la literatura de su siglo en que maday plata, que representan varios pasagcs del Apoma Hermosura acompañaba á Elena y madame Pecali¡)sis. Estos se conservan todavía mejor que
nilence se asociaba á la Magdalena en los misterios
los anteriores, y es sorprendente el primor con
y dramas que estaban en voga en el siglo XV. Las
que
están tejidos. Las composiciones son admiraobras de Erasmo, las de Brandt con su Naris Slidtibles, y sus figuras tienen mas movimiento y están
fera, y las de otros alemanes franceses y españoles
dibujadas con mas morbidez que las de Roger,
que florecieron al terminar aquel siglo , debieron
viéndose animadas con suma y variada espresion
sugerir estos ingeniosos cuadros, aunque no los
do afectos. Conservan las draperías las menuapruebo enteramente el gusto, ni la sana razón.
dencias y pliegues de su época, pero se vé en
La divina comedia de Dante, que en aquella época
ellas otro sistema mas suelto que en las del citado
empezaba á ser comentada por gran número do
artista. Todo nos hace creer quo hayan sido tradoctos, inspiró sin duda la magnífica composición
zadas por alguno de los hermanos Vaneyk, á
de la Infamia ó de vicios que pronto describicuyas obras Felipe II, gran conocedor en bellas
remos.
artes, so mostró muy apasionado (1).
El vulgo do los escritores del siglo XVIT dio
A esta preciosa serie sigue la célebre colecel nombre de los siete vicios á esta tapicería; no
ción do las actas do los Apóstoles, de la que
creemos convenga tal denominación mas que á
ya hablamos en el citado periódico. Parécenos
la última, intitulada infamia, que á manera de
que el juego colocado este año es diferente del
infausto planeta preside en lo alto rodeado de sus
que en otros tiempos hemos visto de esta brillansatélites la confusión, el escándalo, la ignorancia
te creación del inmortal Rafael, cuando estaba
y de?nas, influyendo asi sobre Caín, Jezabel, Saren el apogeo do su talento. Dudamos si la de
danápalo , Nerón y otros infinitos personagcs que
otros años está entretejida con oro y sea una de
andan agitados por atiuella atmósfera maldita.
los tres juegos originales que se hicieron por enAquí so vé al autor ('!) refugiado en im pequeño
cargo de León X. El que ahora se conserva en el
aposento en el ángulo del cuadro, donde dibuja
Vaticano so sabe que costó 200,000 escudos. De
las escenas de abominación (pie han manchado
todos modos los que el domingo último adornael género humano. Las obras de Platón y Dante
ban las galerías se conservan muy bien , y merefiguran en su perjueña biblioteca. Sobre su mesa
cerían verse con mas frecuencia en beneficio de
hay un lirio puesto sobre una jarra. Sin duda
esta flor, que en aquella edad simbolizaba mas
espre.samente la esperanza, indicará la que al
(1) Tan apasionado que liizo nuiclias inslanrias para adquirir
106
(1) En el citado artículo del Artista indicamos el descubrimiento de su retrato, que comparado con el que publicó Lamsomu» en
el sigloXVI, no deja dudar quo sea Roger de ISrujas, discípulo do
los célebres Huberto y Juan Vaneyk.
de los congregantes de la iglesia do S, Babón do Gante el famoso
díptico del Conlero, y no pudiendo conseguirlo mando liacer una
copia á Miguel Cocxin. En la guerra do la independencia fué
cxtraliida por un general francés del palacio de Madrid esta alhaja
que hoy poseo ol rey de Holanda.
1
•-Ü'
5"
EL RENACIMIENTO.
107
la juvcnlud estudiosa, que vimos afanarse en coParece que esta espléndida morada de los Tapiar inuclios trozos de sus elegantes grupos.
sis y Gucvaras, fiel á las bellas tradiciones de
Los señores duques de Villa-hermosa conserlos pasados siglos, aun so reviste con los magnívan con el esmero que merecen otra serie de
ficos atavíos cpie conserva, tales son las páginas
estos magnilicos paños, tejidos también en Fiandes
inmortales de Pedro Pablo Rubens. Ostentación
á fines del siglo XVI. No croemos existan otros en
harto mas noble y racional es la de estos objetos,
la Corte.
hoy día despreciados , por conlem|)]ar los colifiLas la|)iccrías de Túnez siguen en inqiorchets ó las monadas de china y de plaqué y las
tancia arlistica á las (juc hemos citado, y fueron
telas de araña galoneadas de talco y oropel. De
trazadas por J. Mayo, ó Barbalunga, que acomesta magnifica y noble ostentación, que ha cadupañó al Enq^erador Carlos V en todas las jornacado en las casas de los magnates, quizá el |íaladas de África, y poi' consiguiente del)en probarnos
cio de nuestros Reyes es el último legatario y
nna exactitud y proügidad muy preciosa como
conservador, del propio modo que la alta torre
monumento histórico. Este año solo csta])an las
de homenage recuerda el sitio de una magnífica
copias: No nos duele que alguna vez se econoy derruida fortaleza, entre cuyos escombros solo
micen los originales, y creemos sea esto una
se divisan los timbres y los blasones de su anpruolia del cuidado y ai)rccio con (]ue estos tetigua loría.
soros enq)iezan á mirarse \)0v las pei'sonas á cuyo
V. Carclerera.
cargo están confiados. Oíros varios paños muy
preciosos hemos visto este año, entre ellos dos ó
tres de lo mejor (pie pudo ti-azar Julio Romano. DiSOBRE LA REAL ORDEN DE 24 DE MAYO ULTIMO.
ferentes habia de la historia de Abraham, deesAmici LO 11.
cuela Florentina, con muy bellas orlas; asi como
también otros mas modernos de la misma escuela
Vamos hoy á cunq)lir la prf)mesa (|ue hicimos
y re])resenlaban pasages de la Ciropcdia de Xcnoen nuestro último número de ex|tonei' francafonle, con colores muy vivos y brillantes. Pasamos
mente las refiexiones que nos ha inspirado la
en silencio los restantes, que son numerosos, y se
Real orden en él citada , y que sometemos á la
exponen todos los años. Estas son las series conoconsideración del Gobi(>rno y al juicio de los arcidas de Lncas Jordán, de Corvado, y de Amiconi.
tistas y personas inteligentes, con (;1 objeto, ó de
Acaso por un feliz instinto del ilustrado alcaide del
coadjuvar al logro de lo que consideramos conReal Palacio todas estas últimas ocupaban el lienveniente, ó de provocar una discusión útil á t o zo de la galería interceptada para el público, hados. Nosotros, y sea dicho de una vez para
biéndose colocado en toda la grande ostensión de
siempre , no tenemos la pretensión de erigirnos
sus tres lienzos todos los mas bellos que sin duda
en autoridad infalible ; cuando esplayamos una
existen entre la riquísima colección que posee la
teoría ó emitimos una opinión, lo hacemos en la
Coi-ona. Esperamos (pie con el tieuqjo la augusta
persuasión de que podemos estar c(|uivocados y
IsaJK'l con la magnificencia que la caracteriza descon el vivo deseo de remcdiai- un mal. ó de cpie
tine algunas de estas riípiezas arliscas, ya sea couna discusión razonada nos demuestre nuestro
locándolas en su Real Alcázar ó en su Mu.seo, á
error para alijurarle al punto; nimca hablamos
la instrucción de la juventud y á la admiración
))or espíritu de partido ni por comezón de c r i universal.
ticar.
¡Bello espectáculo debia presentar Madrid
En nuestro número anterior hemos hecho
cuando en las solemnidades del Corpus, los magel debido elogio de la disposición últimamente
nates adornaban sus fachadas con las ricas tapiadoptada ¡wr el Gobierno de enviar pensionados
cerías, recién extraídas de sus viviendas en la fria
á Roma para el estudio de las artes de la pintura,
estación que fenecía! Con este motivo no solo se
de la escidtura y del grabado : hoy diremos las
hacia ostentación de estos objetos, sino que los
mejoras de que en nuestro concepto es susceptipintores colocaban en las calles una gran parte
ble esa disposición para que se hagan sentir todade las obras ejecutadas en el año. Muchas de
vía mas sus efectos en beneficio del arte y de los
estas exposiciones al aire abierto, dicese tenían luartistas.
gar en la ñichada de los señores Condes de Oñate,
Jhs pensionados para la pintura, uno para la
y que en este sitio, por vez primera, el inmortal
esculliu-a y uno para el grabado, son los que, seMurillo , dio á conocer la magia de sus pinceles á
gún la Real (¡rden, tieben enviarse, previo un inCarlos 11 y á toda su Corte.
mediato concurso , á Roma. Comparado esto con
•
^
njh
108
EL RENACIMIENTO.
fl tolnl abandono en que por miiclios años ha
tiguos y modernos, nos limitaremos ;'i sentar el
tenido el Gobierno esto punto importante de los
hecho incuestionable de; que , sea por su posición
estudios artísticos, seguramente os algo y aun
céntrica en Europa , sea i)or su gran ritpieza y
mucho ; pero si juzgamos con arreglo á lo que
creciente prosperidad , séase en fin por lo que
exige el grande incremento que, por causas que
se quiera, es lo cierto que la Francia es en el
no son de este lugar, ha tomado en estos últimos
día como el foco del movimiento artístico y litetiempos cnlrí! nosotros la afición á las artes , afirario del numdo ; y que á París, capital de la
ción que debe fomentarse cuanto so pueda; si
Francia, es adonde van, hace mucho tiempo, las
atendemos á que desde el año 1831 no ha podimayores celebridades artísticas á poner el sello
do abrir la Academia de San Fernando una sola
á su reputación y á recibir, por decirlo asi, la
oposición para enviar alumnos á Roma , y á que
solemne consagración de su mérito. Roma tiene,
por consiguiente no es tan escaso el número de
es verdad, sus inmortales monumentos antiguos,
jíWenes que se hallan en estado de entrar con
sus glorias modernas y la proverbial disposición
lucimiento en un concurso para ese objeto, conde sus hijos para el cultivo do las l)ellas artes;
vendremos en que el de cuairo , que señala en
pero París es la capital donde mas obras artístitotalidad la Real orden precitada, es muy reducicas se ejecutan , adonde los grandes caudales
do. Forzosamente habrán de ((uedar defraudadas
atraen necesariamente á un gran número de aralgunas esperanzas legítimas. Para remediar esto
tistas de todas las naciones, y acaso acaso donde
en algún modo , seria conveniente, y aun hemos
mas pueden aprender los jóvenes que se dedican
oído que tal es el pensamiento del Gobierno, que
á las artes. Algunos tal vez verán en estas paladentro de dos años so abriese un nuevo concurso
bras, de una incontestable verdad, nada menos que
en los mismos téiminos , y que las pensiones se
una heregia: poco nos importa. Enemigos de toda
concediesen por cuatro años: do esta suerte habría
rutina, no creemos que deban enviarse á Roma
constantemente en Roma, desde el concurso próxicsclusivamente todos los pensionados, por la sola
mo , cuatro pensionados por la pintura , dos por
razón do que asi se ha hecho siempre. ¿Para qué
la escultura, y dos por el grabado. ¿Qué menos?
envían los Gobiernos pensionados á otros paiscs?Creemos que así sucederá; pero de todos modos,
Para que adelanten en su carrera. ¿Dónde pueseria de desear por varias razones, que el Goden adelantar mas? Esta es la cuestión; nosotros
bierno lo hubiese anunciado positivamente en el
creemos que para que se reúnan todas las circunsdocumento oficial de rpie vamos hablando.
tancias favorables, deberían los |)ensionadf)s reNada dice éste, ni de])ia decir, de los térmipartir el tiempo de su pensión entre Roma y
nos en que la Academia ha de abrir y vcrificaí'
París, eni[)ezando por Roma para adquirir desde
el concurso, y es natural suponer que liabrá de
luego el sentimiento profundo de lo bello con el eshacerlo según el método seguido en los países
tudio y meditación de los monumentos antiguos;
mas prácticos en esta materia. Persuadidos, como
pero ni aun en esto puede darse una regla gelo estamos, de la completa idoneidad y escelcntes
neral para todos los jiensionados por todas las
deseos de aqiuilla cor|)oracion, nada tencmíjs (¡ue
artes. Así, por ejemplo, los pintores deberían dioponer á la latitud (pie se lo deja en este punto,
vidir exactamente el tiempo de su pensión entre
seguros de ipuí justificará en un todo la confianRoma y París:—los escultores podrían emplearle
za del Gobierno mostrando, entre otras ciscunsen su totalidad en Roma, donde actualmente
tancias imprescindibles, una imparcialidad á toda
abundan , como siempre ha sucedido, los granprueba. A su tiempo trataremos de esto con el
des maestros en este ai'te, — y los grabadores
detenimiento que el asunto merece.
deberían fijarse en París, (jue es donde se encuentra reunido mayor número de cscelentcs
Una indicación haremos dc.^do ahora, que
grabadores asi franceses como italianos, ingleses
creemos muy digna de ser atendida , auntpie esy alemanes. Creemos que todo lo dicho sobre
tamos seguros de que por ella vamos á chocar
este
punto es tan evidentemente cierto, que solo
de frente con muchas opiniones, mejor diriamos,
quien
no conozca los hechos podrá ponerlo en
preocupaciones hondamente arraigadas. Se cree,
duda; por eso no insistimos por ahora en ello,
ó á lo menos se repite generalmente , que la
aunque nos reservamos demostrar, digámoslo asi,
Francia es una nación poco adelantada en las
la verdad do estas varias aserciones , si se nos
bellas artes y de escasa disposición para el cultivo
opusiese
alguna contradicción, ó si aun, sin eso,
do las mismas; y sin entrar nosotros ahora en el
llegásemos
á creerlo necesario.
examen de esta síigunda opinión, desmentida por
un larguísimo catálogo de cscelentcs artistas anUna omisión nuiy notable (juc se advierte en
^
,n:i:rr
EL REísACIMIEMO
la Real orden que nos ocupa, íocanle á los arquitectos y grabadores en h u e c o , será el objeto do
un tercer artículo que daremos en nuestro próximo número.
—•^í)g#-^—
SECClOfi LITERARIA.
El CASTILLO m TASCARVILLE.
LEYENDA
NORMANDA
DEL
SIGLO
XIII.
XIV.
La catástrofe.
s
Serian las diez de la mañana del dia siguiente
cuando oyó la huérfana que dcscorrian los corrojos
do su prisión. Un negro presentimiento oprimió'su
pecho, y so aumentó su angustia al ver entrar al
tutor, á quien no veia desde el dia en que la encerraron en la torre. Venia conqiletamente armado.
—Heloisa, lo dij'o aquel hond)re cruel, ¿lo habéis
pensado mejor? ¿Eslais resuella á ser mia?
— Os he contestado ya. Jamás seré vuestra.
—¿Pensáis acaso que lograreis uniros al lindo
trovador? ¿No os avergonzáis, señora, de un amor
tan poco digno de vuestra elevada alcurnia?
—Pues bien, no os lo negaré. Amo á Arthuro, y
solo él será mi esposo; pero no creáis que es un
oscuro juglar como su|)on(íis. Arthuro de, Villoquier
|)rimogénito del barón déosle nombro, ])uede aspirar, á la mano do una jirincesa.
—¡Villoquier! ¿qué d(ícis? ¿estáis segura de (jue
no os han engañado?
—lísloy ])erfcctamente con\encida de la verdad
do cuanto os he dicho. Ya V(MS (|ue es imposible lo
(|uc exigis de mí.
— No tanto como os parece. El trovador Arthuro
ó si lo preferís, el bai'on de Villo(|uier, no se puede
oponer ya á nuestro enlace.. ~..
—¿Qué f|uero¡s decir?... ;Ah! ya conozco vuestra
intención. Pretendéis engañarme; pero, os prevengo
que no creeré nada de cuanto me digáis.
—Me alegro; con eso os alligireis menos cuando
os diga (¡ue \ ueslro Arthuro ya no os ama.
—¡Mientes! ¡villano! ¡esclamó Heloisa, mientes!
—No es esa mi intención; poro tal vez me equivoque. Sin embargo yo he vivido hasta hoy en la
persuasión do (|\ie los muertos no amaban.
—Señor, osclam(') Heloisa, pálida como una estatua de cera, pero con tono lirmo y resuelto , ese
engaño es demasiado cruel; mas no por esto me
haréis vacilar en mi resolución. .lamas seré de un
hombre que se envilece hasta el punto de recurrir
á tan mezquinas arterías....
—«¡Si solo porque ci-eois que os engaño, repugnáis el sor niia, mirad osla piuoba de la verdad de
mis palabi'as!» \] decir esto sacó de su escarcela
un lienzo blanco manchado do sangro. La joven so
abalanzo al tutor y arrancándoselo do las manos
di() un gran grito y cayó al suelo como herida por
('\ rayo. Acababa (lo reconocer aquella banda que
bordara para su amante y que este solo con la vida
se habría dejado ai'rebalar. Asustado el barón al
IZPJ
i 09
ver que la joven no volvía en sí á pesar do sus
esfuerzos, hizo venir a la dueña, y dejándole
encomendada la desmayada joven, corrió él mismo
á llamar al capellán del castillo, á quien se le alcanzaba algo en achaque de medicina.
El pobre anciano que amaba tiernamente á
Heloisa acudió con toda la celeridad C[ue le permitían sus muchos años, y á boneticio de algunos
espíritus logró hacer que recobrara.el uso de sus
sentidos; poro no bien hubo vuelto en sí y recordó
las palabras del señor do Harcourt, y aquella banda
teñida en la sangro do su amante, cuando volvió á
desmayarse, durando aquel síncojie nmcho mas
(jue el anloi'ior. Guando de nuevo volvió en sí,
estaba tan débil que apenas recordaba como un
sueño horrible los sucesos de acjuella mañana. D e jémosla entregada á los cuidados del anciano capellán, y veamos qué hacia entre tanto el malvado
tutor.
Al amanecer de aquel dia, rondando en los alrededores del castillo con la vigilancia peculiar de
los malvados, encontró al joven Arthuro ([uo disfrazado do aldeano esperaba las noticias que todas
las mañanas le llevaba á aquel lugar el guardabosque. Verlo, reconocerlo, y arrojarse sobre él, fué
todo uno. Púsose el joven en defensa empuñando
una corta daga que ilevaba oculta bajo sus vestidos;
poro el éxito del combate no podia ser dudoso. El
Sr. de Harcourt iba armado de todas piezas, y el
joven no podia oponer á su larga espada y á su
acerada cota, sino un pecho inerme, aunque valeroso,
y una arma insuficiente por demás.
Al cabo de un bravísimo combate recibió el
desgraciado doncel un tajo terrible en la cabeza y
cayó sin lanzar un suspiro á los pies de su cobarde
asesino. Con los movimientos de la lucha habíase
ontreabierlo su vestido, y la banda de que ya h e mos hablado vino á herir la vista del tutor. Suponiendo ésto que sería alguna prenda de amor la
arranco del inanimado cuerpo de su contrario : ya
hemos vislo el uso que hizo de ella y el efecto cjue
produjo en la desolada Heloisa.
[nmediatamente después de aquel encuentro,
dio el tutor la vuelta al castillo, enviando poco
después á dos de sus mas adictos servidores para
C[ue diesen sepultura al joven, haciendo desaparecer do este modo las jiruebas de su delito.
Al salir del calabozo de Heloisa, encontró á
a(|ucllos dos malvados, los cuales le digeron que
solo habían encontrado en el sitio que les indicó
un poco de sangre y los vestigios de un combate
reciente, ])oro que por mas investigaciones que
habían hecho en todo el bosque y en la mayor
parte de las vecinas cabanas, no habían podido dar
con el cuerpo del desgraciado Arthuro. Furioso al
oír esta noticia que lo esponia á (|ue se llegase á
descubrir su crimen, volviólos á despachar, amenazándoles con un terrible castigo si volvían á su
presencia sin haber averiguado lo (pie tanto le im])orlaba sabor.
XV.
El s o c o r r o .
Al anochecer de a(iuel dia tan triste para casi
todos los habitantes del castillo, un súbito rumor
de trompas y clarines vino á interrunqnr el fúnebre silencio (|ue en él reinaba. Una numerosa c a balgata se dirigía á trote largo por la grande a v e nida de Tímcarville, y ya casi llegaba á la puerta
principal. Precedíala un page como unos doscientos
pasos, el cual dejando su caballo en el patio de
- J Ú- a-3
I I .
fU U
' ^
EL RENACIMIENTO.
—i Justicia , señor, justicia ! La heredera de estos
honor, pidió ser llevado ál instante á la presencia
vastos dominios, la única hija de vuestro fiel vadel Sr. do Harcourt.
sallo el barón de Tancarville, gime hace tiempo
Estaba éste en su cuarto lleno de temores é
en un oscuro calabozo, víctima de los mas indiginquietud: aun no hablan vuelto sus emisarios, y
nos tratamientos, para obligarla á dar su mano á
el súbito desaparecimiento del cadáver de su vícese hombre indigno, á ese desleal caballero que
tima llenábale de pavor. Introducido el page, se
tiene la audacia de estar en vuestra presencia....
quitó respetuosamente la gorra que cubria su cabeza , é iba á hablar; pero no se lo permitió la impa— Alzad, señora, le dijo el rey poniéndose de
ciencia del castellano.
pié con aquella urbana cortesanía que tanto real—¿De parte de quién venis? le dijo con colérico
zaba sus eminentes cualidades. Alzad y sentaos,
tono , ¿ qué me queréis?
que no le está bien á un caballero , permitir que
—Vengo de parte del rey de Francia, contestó
tan noble dama se halle en postura tan humlkle,
el page con mesura, y os pido en su nombre la
mientras que él permanece sentado.
hospitalidad.
Uno de los caballeros acercó un sillón á la jo—¿En dónde está el rey ? pregunto el orgulloso
ven. Sentándose en seguida el rey, y con un tuno
barón palideciendo visiblemente.
que heló la sangre en las venas al tutor:
—Tal vez esté ya á las puertas del castillo; le
—Esplicadtne vuestra conducta, barón. ¿Cómo os
precedía solo algunos pasos.
habéis atrevido á maltratar asi á la inocencia inerme , cometiendo al mismo tiempo el esceso mas
—¡Vamos pues, dijo el barón, á dar al rey la
escandaloso do autoridad y la mas odiosa cobardía?
bienvenida!
El rumor de la llegada del monarca había
—Señor
puesto en movimiento á todos los habitantes de
Un nuevo incidente vino entonces á complicar
Tancarville, y penetrado hasta el calabozo de Hela situación. Aquel houibrc armado que hemos visto
loisa. Esta, á pesar de su debilidad, se incorporó un
deslizarse entre la comitiva del rey abriéndose papoco y suplicó al capellán que fuera á informarse
so por las filas de los arqueros, se dirigió al punto
si era fundada aquella noticia.
en que estaba el soberano, y doblando ante él una
Entretanto habia llegado ya el rey con su comirodilla dijo con sorda voz.
tiva, y echando pié á tierra en el patio de honor,
—Y yo, señor, le acuso del crimen de asesinato, y
dio á uno de sus pages el halcón que llevaba en la
le reto como á cobarde y traidor. No me levantaré
mano, y se dirigió, precedido de su huésped, al
de aquí sin que me hayáis concedido el combate en
interior de la residencia feudal. Rodeaban al sobepalenque cerrado. ¡ El juicio de Dios!
rano la mayor parte de los opulentos barones norAlzad, caballero, pues tal parecéis, lo dijo el rey
mandos, distinguiéndose entre lodos por su venecon severo tono. Cuidad que vuestras acusaciones
rable presencia el barón Roberto de Villequier,
son del carácter mas grave. Si no tenéis pruebas de
padre de Arthuro. Un corto número de hombres de
lo que decís, os esponeis á sostener una mala cauarmas, que servia de escolta al monarca, se (|uedó
sa; si al contrario las tenéis, la ley y no vuestra
en el patio junto con los palafreneros y demás serespada deben castigar al culpable. Alzaos y levanvidumbre que cuidaban de los caballos de sus setad la visera de vuestro casco.
ñores. Solo U!io de aquellos armados, con la visera
Púsose de pié el caballero y levantó la visera
calada y paso poco seguro , se deslizó al través de
de su casco, obedeciendo la orden del rey. Dos grila regia comitiva hacia el interior del castillo.
tos partieron al mismo tiempo de los oprimidos peLlegados al salón principal sentóse el rey , é
chos del barón de Villequier y Heloisa.
invitó á los demás á seguir su ejemplo.
—¡Arthuro!
— Barón, dijo, dirigiéndose al Sr. de Harcourt,
—¡Hijo mío!
tenemos poco tiempo que perder, y asi espero que
Entonces el joven contó al rey el encuentro que
me disimulareis el que entable desde luego la conya saben nuestros lectores. Afortunadamente la esversación sobre el motivo que aquí me trae....
pada al caer se habia vuelto en la mano de su co— Señor, respondió el tutor interrumpiéndole,
barde enemigo, y hecho solo una ligera herida, pero
espero que os dignareis aceptar por esta noche la
el golpe fué tan terrible que hubo de caer aturdido
hospitalidad que os ofrezco en nombre de la señora
en el suelo. Empozaba á volver en si, cuando
de este castillo, mi noble pupila Heloisa de Tanllegó el buen guardabosque que acudía como de
carville. Mañana podréis hablarme mas despacio
costumbre á aquel sitio para darle noticias de Hesobre cuanto queráis.
loisa. Ayudado por el leal servidor se habia trasla— Perdonadme, barón. Aunque (luisiera acordadado á la cabana que le servia de refugio, y teros lo que me pedís, la impaciencia de un paniendo aviso por Roberto de la Hegada del rey se
dre no me lo permitiría. En nombre de mi anciano
habia armado, é incorporado como hemos visto á
amigo y fiel vasallo el barón de Villequier que
su comitiva.
aquí veis, os pido la mano de vuestra pupila para
A la vista del pálido semblante y terrible miel caballero Arthuro de Villequier su primogérada del joven caballero, no pudo ya dominar su
nito....
terror el de Harcourt y cayó de rodillas eselamando:
— Pero, señor....
— ¡Perdón, señor, !perdón!
Un rumor que se oyó en aquel momento en la
El rey, mandó á los arqueros que se apoderasen
sala inmediata interrumpió al barón , el cual pálide él y lo condujesen al calabozo de la torre del
do y trémulo se volvió hacia la puerta, al mismo
Águila quff ocupaba antes Heloisa; y tomando en
tiempo que el rey y los demás dirijian hacia aquel
seguida la mano de esta que estaba trémula de
punto sus curiosas miradas.
alegría se la presentó á Arthuro, dicíéndole:
Abrieron los arqueros sus filas y se alinearon
— Os doy en ella, joven, á la hija de uno de
respetuosamente para dar paso á una joven pálida
mis mas fieles vasallos. Tomadla y honradla cual
y desgreñada, la cual sostenida por el anciano camerece.
pellán se adelantó hasta el sillón del rey y arroVolviéndose después á los señores de su comijándose á sus pies esclamó.
tiva les dijo con alegre rostro.
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EL RENACIMIENTO.
—Después de haber hecho justicia á nuestros
el aire de protección de un hombre que gozaba de
vasallos, creo que es justo que nos ocupemos un
tal favor coa el dueño actual de aquellos dominios.
poco de nuestra persona. Id, Lionel,dijo dirigiénEl Sr. de Ilarcourt, por quien hablan intercedidose á uno de sus pages , é informaos del camino
do Arthuro y Heloisa con el rey, salvó la vidade las cocinas. Ved si encontráis algo que cenar
pero fué condenado á destierro perpetuo do los
pues vuestro señor siente un apetito diabólico.
reinos de Francia. En cuanto á la dueña se la des— Algunos instantes después entró el page, y
terró solo de la provincia y no se supo mas de
dijo al rey (]ue la cena estaba ya servida. El cociella.
nero no había esperado órdenes de nadie y habia
Los jóvenes esposos tuvieron larga sucesión y
preparado una cena, sino escojida abundante. Hevivieron nmchos años amándose cada vez mas. El
loisa repuesta como por ensalmo á la vista de su
Sr. de Villequier, el anciano capellán, Roberto y
amante sano y salvo, precedió al rey y su acomJorge permanecieron hasta su muerte en Tancarpañamiento al salón del banquete.
ville , el cual desde el casamiento de los jóvenes
volvió á ser la morada de la virtud, y Ja feliConclusión.
cidad.
Ocho dias después, todos los aldeanos de TanAl lado de las ruinas que existen hoy del cas-'
carville vestidos de gala ocupaban los espaciosos
tillo de Tancarville del siglo XII, se levanta otro
patios de la residencia feudal, convertidos entonmucho mas moderno que lleva el mismo nombre,
ces en vastas salas de banquete. Aquellas buenas
construido por Luis de la Tour-d^Auvergne, congentes que adoraban á su señorita poblaban el aide de Evreux. Ambos pertenecen hoy á la ilustre
re con sus alegres cantos, en los cuales festejaban
familia de Montmoreney. Del antiguo queda aun en
el enlace de los jóvenes celebrado aquella mañana
pie la torre del Águila en que estuvo encerrada la
en la capilla del castillo.
heroína de esta leyenda. El que esto escribe recorLos felices esposos con las manos enlazadas rerió aquellos pintorescos sitios en '1843, y puede
corrían una por una las mesas, hablando á todos
asegurar que pocos lugares de los que ha visitado
sus vasallos con la mayor bondad. Detrás de la
en sus largos viages le han dejado un recuerdo
hermosa pareja iba el anciano capellán seguido de
mas grato ni duradero.
Roberto y Jorge, el cual ostentaba muy ufano un
vestido nuevo que le habia dado Arthuro para
di. Hcrlbcrto Oarcía de «Jíucvodo.
aquel dia , y hablaba á sus antiguos camaradas con
'¡íaiaaaQ^atí.tt.a.
-O®-!^-
I.
Hay una pslcnsa, irregular llanura ,
Que lapizada de fragantes flores,
Goce á los ojos sin cesar procura
Con sus variados, vividos colores.
Nunca jamás mostró naturaleza,
Mejor conjunto do mayor belleza.
Dulce, suave ambiento perfumado ,
Circuyo el vallo que la vista encanta:
¡Ay del que entró I |aydel que habiendo entrado,
Allí detuvo su indiscreta planta!
Aunque resista con tenaz empeño,
Lo embarga al punto deleitoso sueño.
Se desvanece con el dulce aroma ,
Ve entonce el mal que de su acción resulta;
Pretende huir.... mas ni un partido toma ,
Que allí una mano le encadena oculta.
Ciego mortal! si el albedrio te resta,
Evita , evita esta mansión funesta.
Aire infestado orea estos pensiles,
Entre las flores, con susurro blando
A millares se arrastran los reptiles,
Veneno de su boca destilando.
Allí la sierpe está de odioso nombre,
Que muerte trajo y perdición al hombre.
¿Cuál es, decís, esta mansión impura?
Que es de los vicios la mansión, respondo.
A cada paso se abre en la llanura,
Hórrido abismo que no tiene fondo,
Y el hombre iluso , absorto en sus errores
Sobre el abismo no ve mas que flores.
EL RENACIMIENTO.
112
Lindando con el valle maldecido,
So eleva una montaña, en cuya altura
Un niagestuoso templo osla erigido,
De bella, peregrina arquitectura.
Vivos destellos arden en la c u m b r e ,
De pura , escelsa , inestinguible lumbre.
Dilo—.seguía con ferviente anhelo,
El ángel malo in(¡ucto ya y confuso ,
—No: sobre el valle nunca brüla el cielo —
La pura joven con valor repuso.
— Huyo infernal, espíritu lualvado ,
Mi corazón á Dios está entregado.
Mas ay I muy triste y áspero y penoso,
Es el sendero (¡uc á la cumbre toca :
¡Siempre á su pie el abismo pavoroso!
1 Siempre siguiendo la escarpada roca,
{jue ni una llor entro sus grietas cria!
— Y este sendero á las virtudes guia—>•
El ángel mal» se quedó suspenso ;
—Se aleja al Un la que mi orgullo agravia! —
Y un alarido interminable, inmenso,
Lanzó cual signo de impotente rabia ,
Mientra escupía del mezquino seno.
Por boca y ojos desti'tu;tor veneno.
aliinii r c d c r l c o Miiiitnilas.
II.
Entro el odioso vallo y la montana
Hay un camino—vii'ginnl doncella ,
Cuyo candor ni un pensamiento empaña ,
Imprimo en 61 su limilada huella
Con lento paso, mientras con 16 mucliii,
La voz de un ángel estasiada escucha.
Siguen — de pionto del inicuo valle
Un hombre surge do espreslon siniestra :
Sin que el temor sus ímpetus acalle ,
Cojo á la joven con su impura diestra.
— No mas el ángel tu atención absorva —
Dijo: y lanzólo una mirada torva.
Detuvo el paso la doncella pia ;
Estremecióse, insólito recelo
Su mente perturbó , mientras sontia
Bañado el cuerpo en un sudor de hielo.
— Eso estupor s a c u d e amor te invita....
Y esclanió el ángel bueno— ¡ Margarita! —
Piensa en el Dios qne al reprobo castiga ,
Y al justo premia, con la eterna palma,—
—Piensa que al mundo un vinculo te liga.
— En tu alma piensa —¿Qui6n creyó en el alma
Ni en su futura misteriosa suerte ?
No hay nada, ¡hermosa!mas allá de muerte.
Tu corazón ya en óstasis palpita:
¿ Viva inquietud no le domina acaso V
En este valle , que al placer incita.
Entremos... ven ; yo guiaró tu paso.
Goza el presente, ya que un velo oscum
A tu mirada oculta lo futuro.
Disipa el goce eslóriles enojos;
Ven—añadió, el espirito nefando:
Y el ángel bueno se cubrió los ojos ,
Y un suspiro benóllco exhalando,
— A la mansión del mal le precipita —
Esclamó—Margarita! Margarita!! —
Y la doncella con violento impulso ,
Corrió hacia el ángel y evitó su d a ñ o ;
Y el vil a.stuto róprobo , convulso
Mordióse el labio con furor estraño.
—Nada alcancé., no importa: otra asechanza—
Y hacia su objeto codiciado avanza.
Hacia la joven que con rostro ufano,
Via del monte la escabrosa falda ,
Mientras el guia celestial, su mano
Ledo apoyaba en su gentil espalda.
— La eternidad! ante ella ¿quó e s , pregunto,
La vida ?nada ; un despreciable punto.
Y el ángel vengativo del avQrno,
Tras de la joven arrastróse astuto
Disimulando su rencor interno.
Oh! que aspiraba á inapreciable fruto !
Asi csclamó , doblando humildemente
Hacia la tierra su villana frente ;
— Ah! Margarita; tu semblante adusto
Trueqúese y a ; feliz si lo consigo:
Es ofensivo tu recelo, injusto;
Si no tuviste mas leal amigo
Nunca, ¿porípió tu juicio está perplejo?
¿ P o r q u é , porquó no acojesmi consejo?
Y la reina serás de los placeres,
De boca en boca volará tu nombre.
Envidiada do todas las mugeres ,
Un ídolo en la tierra para el hombre.
Al valle ven...(obtuvo la victoria )
Di; me dcslumbra tan excelsa gloria;
REPÚBLICA DE ARTES Y LETRAS.
Una do las óperas mas notables de cuantas se han escrito en
estos iiltimos años en Italia, es sin ninguna dutla la Lnoiiora de
Mercadanle. La conciencia artística de este autor y sus grandes
conocimientos en el a r t e , harán que sus obras sean algo mas d u raderas que esas inlinilas que diariamente escriben sus compatriotas, y que nmeren «¡lenas han nacido. Si á Mercadante no le
abandonase en ciertos momentos la ins|)iracion, su gloria seria
mayor, pero desgraciadamente, mudando las palabras, se le p u e de aplicar a(|uel dicho de Moliere; (1)
Un deminuo le dicla sus atuianíes, y lo abandono des¡mes: El autor
ác Elisa é Claudio na sabe hacer cabalellas^ y estas son precisamente las piezas que por su movimiento y rilvio están mas al
alcance del vulgo, y por lo tanto las que mas agradan y entusiasman al público que asisto á los teatros.
La Leonora so distingue por la novedad y buen gusto de sus
cantos melódicos, pureza de estilo, ínstrumenlacion brillante,
clara y correcta, y un sentimiento dramático que descuella en toda
la obra y raya nniy alto. Sus defectos son algo de monotonía y
pesadez en el conjvmlo, no tanto por sus grandes dimensiones,
como por la escasez de andamientos animados, cuya variedad de
ritjiio daría vida y un coloriilo mas seductor a toda su imisica.
Los cantantes del teatro de la Cruz so han esmerado, y han
hecho cuantos esfuerzos les era dado para cantar cual so niereco
una ópera tan dídcil. La Villó canta con mucho sentimiento la
parle de protagonista y hace resallar todas las delicadezas de su
importante papel. Assoni canta bien, pero no ha comprendido el
papel do barón de Lutzovv. Salas es el que ha caracterizado do
una manera superior al sargento Strelitro, su papel es de prueba
para un cantante de primer orden por la llexibilidad y grande
arlo que e.vije si se ha do desempeñar con acierto; lo ha comprendido y creado perfectamente, y canta toda la ópera con suma
gracia, esprcsion y escelento manera. Carrion denuicstra su inteligencia en la parte de Guillelmo, y los domas cantantes contribuyen'ellcazmente al buen desempeño del conjunto.
La falla de espacio, y los muchos dias q u e han transcurrido
ya desde la primera noche que se puso en escena esta opera nos
dispensan de entrar en mayores detalles. Solainenlo añadiremos
que puesta en escena con mucho esmero y no menos bien cantada , debe proporcionar m u y buenas entradas á la empresa, pues
cuanto mas se oiga esta opera mas agradará.
Diferentes periódicos han hecho los mayores encomios de un
drama que leyó el domingo último el Sr. Cañete á varios literatos
y periodistas. Nosotros, que tuvimos también el gusto de asistir á
la lectura de Kl conde üietjo Porcellos, diremos (]ue osla liltinia producción del Sr. Cañete nos parece destinada á obtener un grando
éxito. La regularidad del plan, la novedad do los caracteres, y un
estilo castizo y siempre elevado, colocan á este drama entre los
primeros do nuestra literatura dramática moderna. El autor [liensa publicarlo precedido do un prólogo en el que expondrá sus
leorias sobre el drama.
(I)
llalilaiiilii ,h: Ci.riic'illc
vtTHus y li> uliaiidmia luo(;ii.«
Miilicru : n Un ilcmoiiiü IÜ iliLtu
ERRATA DEL NlJMERÜ A N T K I l l O n . — E n cl p r i l i c i p i o
do la páj^ina 102, donde dice Real Decreto, debió
ponerse Real Orden.
imm
¡nv.
m ESTE NJÍERO,
Marg^arita.
y lit. por
DON JOAQUÍN ESPALTKU.
lup. de Alhaára j Comp,, cille del Burro, iiia. 4,
M
r i R!r:ii^ii\(e
•~f_fM
^«».-*:ía,
«^¥"
J. Espalíer inv.' v ht.
-»-T.P -WtííiP^^k'rt^^'WS^ríif- ^iPifif''
I.il-og. (ie F, Pérez y J, lloTum.
MARGARITA.
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