CONCEPTUALIZACIÓN DE CICLO VITAL FAMILIAR: UNA MIRADA

Anuncio
CONCEPTUALIZACIÓN DE CICLO VITAL FAMILIAR: UNA MIRADA A LA
PRODUCCIÓN EN EUROPA DURANTE EL PERIODO COMPRENDIDO
Desde 2002 A 2015.
Tatiana Mesager. Nadia Semenova Moratto Vásquez
Introducción:
Durante la historia se le ha dado a la familia un papel importante como primer
agente socializador de los individuos, dando a estos tanto bases morales, como emocionales
e identitarias, a través del ciclo vital familiar (CVF) (Barbeito, 2002; Espinar, 2009).
Pensar el concepto de CVF, remite a considerarlo como un proceso por el cual
transitan todas las familias, independientemente de la configuración de su núcleo familiar, y
que lleva a sortear una serie de crisis y reconfiguraciones durante su desarrollo, que
permitirán ir sobrellevando a través de su existencia tanto las dificultades individuales
como grupales. (De la Revilla; 2009; Jara, 2011)
Si bien esta definición inicial parece delimitar con claridad lo que este el ciclo vital
familiar ha ido teniendo diversos cambios a lo largo de la historia, dadas las variaciones
culturales que se presentan alrededor del mundo, y cómo estas van afectando el entorno en
el que se desenvuelven los miembros de la familia y la configuración que se da de esta. Es
decir, los cambios en la convivencia y la procreación a lo largo de la historia, pasando de
tener una familia nuclear estructurada, a una diversidad familiar, entre las cuales se incluye:
parejas del mismo sexo, con o sin hijos, familias sin hijos, familias monoparentales, entre
otras; lleva a pensar que pueden existir variaciones en las etapas del CVF y tal vez en la
actualidad sin circunscribirse a todas ellas como condicionantes del desarrollo familiar y
sus miembros. Por lo tanto, en este artículo, pretende dar cuenta de los conceptos sobre
ciclo vital familiar y las nuevas teorizaciones que se presentan en torno a este en la última
década.
Método:
El presente trabajo corresponde a un proceso de investigación teórico descriptiva de
tipo documental, que implicó el rastreo, organización, sistematización y análisis de un
conjunto de documentos electrónicos sobre el tema del ciclo vital familiar en Europa,
específicamente alrededor de las categorías: Definición, composición, variaciones y
políticas en torno al ciclo vital familiar.
Esta tematización se rastreó en las investigaciones publicadas durante el período
comprendido entre los años 2002 a 2015, en inglés, francés, italiano o español. Como
unidades de análisis se tomaron los documentos encontrados sobre el tema en las bases de
datos de EBSCO, PROQUEST, DIALNET y LILACS. Como criterios de búsqueda, se
incluyeron los siguientes descriptores: “ciclo vital familiar”; “nuevas familias”; “etapas del
ciclo vital”; “ciclo familiar”.
Al realizar la búsqueda de los documentos, se encontraron 40 artículos de los cuales
se tomaron 35 y finalmente se descartaron para el análisis aquellos que no se refirieran al
ciclo vital familiar, ni se relacionaban con los cambios, desarrollos y variaciones durante su
etapa de vida de las nuevas familias; así como los escritos que no se refirieran a familias
Europeas.
Es importante resaltar, que durante el proceso de búsqueda fue necesario retomar
algunos artículos teóricos, dado que los de origen investigativo se tornaban insuficientes
para dar cuenta de los nuevos conceptos sobre ciclo vital familiar y las nuevas propuestas
que surgen en torno a este.
Para la organización de los documentos se creó una base de datos en Excel, con las
siguientes categorías: país, referencia, localización, problema, referente teórico, tipo de
investigación, población y muestra, instrumentos, hallazgos, tipo de trabajo, categoría,
observaciones. Posteriormente se agruparon los artículos en tres núcleos temáticos, a saber:
Definición de ciclo vital familiar; etapas del Ciclo vital familiar y cambios en el Ciclo
vital familiar
Con base en estas categorías iniciales se realizó un análisis de cada uno de los
núcleos temáticos, describiendo aspectos comunes y divergentes en ellos; para finalizar,
con un análisis general que dio lugar a la discusión y conclusiones.
1. Definición de ciclo vital familiar
Se han encontraron diversos estudios en torno a las definiciones del ciclo vital
familiar, así como a las etapas y crisis que se presentan durante este. Se pretende por lo
tanto, delimitar la concepción que se tiene sobre el mismo.
Inicialmente, es importante definir que se entenderá por familia a lo largo del
discurso. En este sentido Alberdi (1999, citado por Valdivia 2008), define a la familia como
un grupo de personas que están relacionadas por el afecto, el matrimonio o la filiación,
comparten una ideología acerca de la socialización de los miembros de esta y a su vez
viven juntas; presentándose en algunos casos el reparto en el consumo de los bienes,
servicios y gastos económicos del hogar (Hernández, 2009; citado por Ruíz y Martín,
2009). Dicha definición, da apertura a la integración de diversas tipificaciones familiares,
es decir, a familias conformadas por diversos tipos de convivencias, bien sea, familias
monoparentales, homoparentales, nucleares, entre otras. Sin olvidar, que esta, sin importar
la composición que tenga, es el primer sistema social en el cual se encuentran las personas,
y cuenta con todas las características propias del mismo (Maganto, 2004). Es decir, la
familia es un grupo de personas que cohabitan en un espacio, comparten objetivos en
común, cumplen con el objetivo de socialización de los individuos, y a su vez, permiten la
permanencia de la especie en el planeta.
Según lo anterior, las familias no son inmunes a los cambios sociales, y por lo tanto,
no tienden a desarrollarse de manera lineal, con las mismas tareas durante su existencia,
sino que por el contrario las cargas y las responsabilidades aumentan en algunas etapas del
ciclo vital; por ejemplo, cuando nace un hijo, cuando se debe atender a familiares enfermos,
cuando se produce una ruptura conyugal y en tantas otras situaciones propias de la vida en
grupo, esto dado que atraviesan un ciclo vital familiar, el cual será definido en primer lugar
desde el planteamiento dado por Touriño, Baena, Benítez, Abelleira y Fernández (2009),
quienes precisan que el ciclo vital es un marco teórico que concibe a las familias como un
conjunto de personas que viajan juntos en el tiempo, y además, permite precisar las tareas
evolutivas del momento de desarrollo y las posibles dificultades que puedan presentarse
durante el mismo. De igual manera, este ciclo muestra el cambio de las necesidades del
grupo a lo largo de su desarrollo, a las cuales articula en todo momento las demandas que
se hacen con respecto a:

El sexo de cada individuo.

A su generación de pertenencia, bien sea nueva o antigua.

A las propias de la vida.
Lo anterior quiere decir, que el grupo de cohabitantes debe responder a los modos de
vida del sistema cultural en el que funciona. En pocas, está sujeto a influencias externas
como son las normas, los modos de familia predominante en dicha cultura, y a influencias
internas, tales como las crisis del desarrollo, las normas relacionales, los estilos de apego,
entre otros. (Pagés, 2004) Lo cual lleva a que el desarrollo de las familias no se pueda dar
en forma lineal, sino que deba de adaptarse a los diferentes momentos evolutivos que
atraviesa y a los cambios sociales del medio.
Por esta misma vía, Espinar (2009, p. 29), en el texto “Las rupturas
familiares en la salud mental de los y las adolescentes”, describe:
Las familias al igual que los individuos, evolucionan a través de unas fases
que se conocen comúnmente como el ciclo evolutivo familiar. Este ciclo incluye las
transiciones o acontecimientos vitales esperados por los que pasan la mayoría de las
familias a lo largo de su desarrollo, en una secuencia bastante predecible aunque
variable, así mismo, incluye el afrontamiento de los cambios sociales, económicos,
sociodemográfico, políticos y demás que se presentan en el día a día (Glick, Berman,
Clarkin y Rait, 2001). Algunas de las transiciones que componen el ciclo vital
familiar, como el nacimiento o la muerte de uno de sus miembros, se consideran
estresores normativos porque, aunque son parte de la vida cotidiana y representan los
cambios inherentes al ciclo vital de la familia, modifican o alteran la estructura y el
equilibrio familiar pudiendo conducir a una crisis si la familia no es capaz de
adaptarse e incorporar a su funcionamiento los cambios que cada situación nueva
requiere (Musitu y Cava, 2001). (Espinar; 2009, p. 29)
En este sentido, cada familia debe de sortear su evolución a lo largo de la existencia,
intentando lograr los objetivos de cada fase del ciclo, lo cual le permitirá madurar y
manejar de la mejor manera las dificultades inherentes a cada momento de su historia. Por
lo tanto, el ciclo familiar es una teoría que permite definir y precisar el desarrollo de las
familias a través de una serie de etapas, las cuales son permeables tanto a influencias
externas como internas, que moldean ha dicho grupo, y dan estrategias de afrontamiento a
los individuos para enfrentar la vida y las demandas de la misma de una manera adecuada.
2. Etapas del CVF
Como se mencionó en el apartado anterior, el ciclo vital familiar presenta una serie de
etapas evolutivas que marcan su desarrollo y le permiten tener adaptarse a las diferentes
exigencias del medio y sus individuos.
Por lo tanto, se encuentra que cada fase tiene para el grupo una serie de tareas
evolutivas, que se dan, bien sea, por el desarrollo natural de cada individuo o por la
demanda del contexto sociocultural, las cuales son metabolizadas por la familia y permiten
la transición de una fase a otra (Touriño, Baena, Benítez, Abelleira y Fernández, 2009;
Maganto, 2004).
En este sentido, se encuentran planteamientos de 7 etapas del desarrollo, en los cuales
se abarcan todas las etapas del ciclo, desde el matrimonio, hasta la muerte de uno de los
cónyuges. Estas etapas están marcadas por sucesos importantes tales como el nacimiento de
los hijos, la entrada a instituciones educativas por parte de estos, el desarrollo laboral de los
padres, entre otros. Es así como Jara (2011), Carter y McGoldrick (1980, citados por
Fernández, Touriño, Benítez y Abelleira, 2010; p. 127) y Vargas (2013) presentan estas
etapas:
A. Etapa de formación
Principio que rige: Compromiso con el nuevo sistema
• Formación de la pareja
Para ingresar adecuadamente a ésta etapa, es necesario haberse independizado
emocionalmente de la familia de origen. Esta separación es importante, para que el
formar otra familia no sea meramente un huir de la propia. Autores como Carter y
McGoldrick consideran que la primera etapa de formación de la familia corresponde
a la de adulto joven independiente, en la cual se ha tenido la posibilidad de formarse
objetivos personales individuales y de tener un sí mismo (self) bien diferenciado,
antes de poder convivir con otra persona de un modo estable. Rapoport ha distinguido
entre tareas intra e interpersonales en esta etapa. Entre las intrapersonales, la
capacidad de asumir el rol de marido o mujer, separándose de otros compromisos
internos o externos que pudieran interferir con la intimidad y cercanías necesarias
para la vida de pareja. La tarea central es el establecimiento de un compromiso
permanente, esto requiere logro de la intimidad (capacidad de mostrarse en el ámbito
profundo).
Características de la elección
Implica reciprocidad: se es simultáneamente electo y elegido.
Lo que se espera del objeto elegido se relaciona con lo que se espera de la relación:
contribución al equilibrio personal y a la organización defensiva; idealización o
enamoramiento de la fase inicial.
Madurez (emocional, económica, interpersonal) y desempeño conyugal.
2. Fases del proceso de evolución de pareja
- Periodo de galanteo y elección de pareja.
- Prepararse para el rol de hombre o mujer.
- Independizarse de la familia de origen y definición de las relaciones futuras con
esta.
- Iniciar la formación de una identidad de pareja.
- Generar una intimidad con su pareja.
3. Matrimonio y consolidación de la pareja.
- Adaptarse a los roles y tareas de una casa.
- Manejo del poder
- Patrones de resolución de conflictos.
- Realineamiento de las relaciones con las familias extensas y amigos para incluir al
esposo/a
B. Etapa de expansión
Principio que rige: Aceptación de los nuevos miembros en el sistema
• Crianza inicial de los hijos
La llegada de un niño crea madres, padres, abuelos, tíos, y repercute a través de todo
el sistema familiar. La criatura puede ser bienvenida o constituir una dificultad; puede
consolidar un matrimonio o disolverlo. Por lo común, el nacimiento de un hijo obliga
a prestar atención a todas las incertidumbres que pueda haber sobre la permanencia
del matrimonio. Las responsabilidades de crianza exigen una nueva forma de
compromiso.
El nacimiento de los primeros hijos plantea, al mismo tiempo, tareas y conflictos
potenciales a la pareja.
Esta debe acomodarse y crear espacio para el nuevo miembro. El padre debe
compartir el amor y atención de la madre con el hijo, renegociando la adaptación
sentimental y sexual recién creada. Las restricciones eróticas y la falta de privacidad
en la actividad sexual que puede representar la presencia de los hijos crea tensiones
nuevas en la pareja, y coloca al padre en actitud celosa.
Familia con hijos preescolares Al desarrollar el niño un mayor dominio de su cuerpo
y comenzar a explorar el medio circundante, aparece la capacidad de iniciativa y de
autonomía. Los padres deben reconocer y tolerar ésta mayor autonomía; velar al
mismo tiempo por protegerlo de los peligros que ésta puede implicar. El exceso de
sobreprotección puede inhibir y coartar potencialidades del niño, generando
sentimientos de vergüenza y humillación.
Otra característica propia de los padres en esta etapa es un grado de tensión con
relación a los roles laborales. Típicamente el hombre está en plena actividad
“labrando un futuro” para sí y su familia, y corre el riesgo de volcarse hacia el trabajo
y descuidar otros roles así como su desarrollo personal. La mujer se centra en el
ejercicio de su maternidad y arriesga el descuidar sus aspiraciones y expectativas
intelectuales y laborales, así como el no preocuparse de su aspecto físico. Además el
tiempo relativo que se dedica a los hijos puede entrar en conflicto con el tiempo que
la pareja tiene para sí.
C. Etapa de consolidación y apertura
• Familia con hijos escolares
La difícil crianza de niños pequeños ha quedado atrás, y ha sido reemplazada por el
placer compartido de presenciar como los hijos crecen y se desarrollan de modos
sorprendentes.
La relación matrimonial se profundiza y se amplía, se han forjado relaciones estables
con la familia extensa y con un círculo de amigos.
La escuela representa para los padres su primera experiencia con el hecho de que los
hijos terminarán por dejar el hogar y ellos se quedarán solos frente a frente.
La salida del niño del hogar mide la capacidad de la familia de tolerar ese
distanciamiento inicial.
Zegers (1983) afirma que el medio escolar y sus exigencias evalúan “eficiencia” de la
familia en el proceso de socialización del niño. El niño debe ser capaz de ser
productivo y de integrarse a un grupo de amigos.
Rodhes (1977) afirma que el mayor desafío para los padres es apoyar y fortalecer el
proceso de individuación de sus hijos que se va desarrollando a través de la
participación fuera de la familia y que el peligro en esta etapa es que la organización
familiar niegue o limite las oportunidades para este desarrollo. (Jara, 2011; p. 4)
• Familia con hijos adolescentes
Principio que rige: Aumento de la flexibilidad para permitir la independencia de los
hijos
Les corresponde a los padres aceptar del crecimiento biológico y en especial del
desarrollo sexual de los hijos, así como también apoyar el proceso de separación individuación de ellos.
La crisis de la adolescencia coincide muchas veces con la crisis de edad media de los
padres. Muchos padres tienden a sobreidentificarse con los hijos compitiendo en
logros o aventuras deportivas o sentimentales.
Los años medios quizás obliguen a una pareja a decidir si seguirán juntos o tomarán
caminos separados.
Este período, en que los niños están menos en casa, también obliga a los padres a
comprender que los hijos terminarán por irse del todo, y entonces ellos quedarán
solos y frente a frente. En muchos casos han acordado seguir juntos en interés de los
hijos, y al ver aproximarse el momento en que estos se marcharán, entran en un
estado de turbulencia conyugal.
Rodhes (1981) señala que la principal tarea de la familia en esta etapa es establecer
una nueva relación padres - hijos, y desarrollar la habilidad de flexibilizar los límites
lo suficiente para que los adolescentes puedan tener la libertad que necesitan, sin
dejar por ello de ejercer su rol de padres.
Los padres deben continuar estableciendo límites y negociando con sus hijos.
D. Familia plataforma de lanzamiento
Principio que rige: Aceptación de múltiples entradas y salidas del sistema familiar
Separación de los hijos de sus familias de origen por trabajo o matrimonio. El hijo
debe llegar a separarse de su familia y, con todo, seguir involucrado en ella. La tarea
es permitir la partida de los hijos como resultado de un proceso natural.
A veces la turbulencia entre los padres sobreviene cuando el hijo mayor abandona el
hogar, mientras que en otras familias la perturbación parece empeorar
progresivamente a medida que se van yendo los hijos, y en otras cuando está por
marcharse el menor. En muchos casos los padres han visto, sin dificultad, cómo sus
hijos dejaban el hogar uno por uno; súbitamente, cuando un hijo particular alcanza
esa edad, surgen las dificultades.
Los padres deben buscar nuevos intereses y preocupaciones para evitar el apoyarse
excesivamente en los hijos, impidiendo la independencia de estos.
E. Familia de edad media
La pareja vuelve a estar sola. La tarea de esta etapa es el redescubrimiento conyugal,
el acercarse uno al otro y renegociar una relación despojada del rol de padres, y por
otra al establecimiento de una relación entre padres e hijos que sean capaces de
soportar las modificaciones producidas por sus respectivos cambios de estatus.
F. Familia anciana
Principio que rige: Aceptación del cambio de roles generacionales
Los hijos se van ocupando de los padres ancianos que se han vuelto menos capaces
para vivir en forma independiente. A menudo son las mujeres las que en su mayor
parte cargan con el esfuerzo de ocuparse de la generación anterior. El impacto
emocional y económico de esta ocupación puede ser enorme y generalmente se
relaciona con problemas de salud para los que cuidan a los padres de los padres. Los
cuidadores tienen necesidad de apoyo por parte de sus propios hijos o de otras
personas.
El ser abuelos es una gratificación emocional importante para muchos, y el cariño de
los hijos y nietos es la regla más que la excepción.
G. Viudez
Con el tiempo, por supuesto uno de los cónyuges muere, y el otro queda solo y
buscando una manera de involucrarse con la familia. A veces una persona mayor
puede encontrar una función útil; otras veces, en la medida en que los tiempos a
cambian y los viejos son vistos como carentes de importancia para la acción de la
generación más joven, resulta meramente superflua. En esta etapa la familia debe
enfrentar el difícil problema de cuidar a la persona mayor o enviarla a un hogar de
ancianos donde otros cuidan de ella. Este también, es un punto crítico, que no suele
ser de fácil manejo. Pero del modo como los jóvenes cuidan de los viejos deviene el
modelo de cómo se cuidará de ellos cuando, a su vez, envejezcan, pues el ciclo
familiar se renueva sin fin.
Las anteriores etapas que cruzan las familias presentan una serie de crisis o
estresores en el momento de su vivencia. Estos a su vez pueden ser normativos (por
ejemplo, el pasó de una etapa de la vida a otro) o no normativos (enfermedad crónica
temprana de uno de los conyuges), dependiendo de la frecuencia de estos eventos, es decir,
con qué frecuencia ocurren en la cultura que habita la familia, siendo determinantes en el
futuro familiar y en la manera en que se enfrenten posteriores adversidades (Musitu y Cava,
2001; citados por Landero y Gonzáles, 2011; Cabrera y Ferraz, 2011). En este sentido
Vargas (2013), define las siguientes crisis o estresores normativos:
I. FORMACIÓN DEL MATRIMONIO
Crisis del desarrollo.
El Embarazo.
1. Conflicto con el desarrollo profesional de la mujer.
2. El hombre ya no busca afirmar su identidad teniendo hijos; ahora la busca
seduciendo o acumulando riqueza.
4. Temor a crecer y hacerse adulto.
5. Temor a generar problemas en los hijos que sean productos de las propias
dificultades personales.
7. Temor a que los hijos destruyan el matrimonio.
9. Celos del padre a ser desplazados.
II. EXTENSIÓN
Crisis del desarrollo. El parto:
Depresión puerperal: la madre necesita que cuiden de ella, pierde seguridad en si
misma, se siente incapaz de cuidar al niño.
Los padres “se sienten abrumados por la responsabilidad y la pérdida de la posición
infantil”.
Puede existir un rechazo al bebé motivado por un sentimiento tanto de la madre como
del padre de sentirse desplazado.
III. EXTENSIÓN COMPLETA. Nacimiento del último hijo - Primer hijo abandona
el hogar
CRISIS DE LA INFANCIA.
Esta se da por dificultad de los padres para tolerar y controlar las conductas de los
hijos, así como por el “cansancio” que provoca la crianza.
Por su parte, la familia suele sentirse probada por la escuela al evaluar su eficiencia
en términos de crianza y socialización.
CRISIS EVOLUTIVA DE LA ADOLESCENCIA
1. Conflictos de identidad: para los padres es la preparación para la adultez, para el
adolescente la aprobación de los pares en el día a día.
2. Genera frustraciones en los padres al no cumplir con las expectativas y sentir que
sus sacrificios fueron inútiles.
3. Los padres deben validar la idea de que, en este momento, el adolescente ya no ve
como “héroe” a los padres. En el mejor de los casos, se convierten en guías u
orientadores, sin embargo, pueden convertirse en enemigos del adolescente,
respondiendo este con agresividad y rebeldía.
4. Dificultad de los padres para aceptar como normales y saber corregir las conductas
“disrruptivas” del adolescente.
5. Los padres racionalizan la conducta de los hijos atribuyéndola a “madurez”.
IV. ETAPA DE CONTRACCIÓN (parcial)
Crisis evolutiva de la partida.
- La insatisfacción marital de las madres es un obstáculo para la independencia de los
hijos.
- Los hijos temen las consecuencias de su partida en la relación conyugal de sus
padres.
- Se suele responsabilizar a la madre cuando los hijos no se pueden marchar.
V. CONTRACCIÓN COMPLETA
Crisis evolutiva
Dificultad para la adaptación a la nueva situación tanto personal como familiar.
Conflicto ante la muerte. (Vargas, 2013)
Por su parte Fernández, Touriño, Benítez, Abelleira. (2010), presentan los siguientes
eventos no normativos:
 Familias que viven con un miembro con problemas extrafamiliares. Por
ejemplo cuando el marido o mujer tiene problemas laborales, problemas con la
familia de origen, etc.
 Familia que viven una experiencia de estrés extrafamiliar. Sobrecarga por una
situación económica que afecta a todos, problemas de adaptación a nueva cultura,
ciudad, amigos, etc.
 Familias con estrés por momentos evolutivos naturales de la familia o por
cambios significativos de la misma: muerte de alguno de los miembros,
separación de un hijo por los motivos que sean, incorporación de un nuevo
miembro porque nace un niño, viene a vivir algún miembro de la familia de
origen (madre de uno de ellos) o vuelve algún hijo de nuevo, incremento de la
familia porque se acoge o adopta a un nuevo niño, etc.
 Familias con problemas físicos o psicológicos de alguno de sus miembros que
obliga a la familia a adoptar medidas de funcionamiento no habituales en las
demás familias: tener un hijo retardado o con cualquier impedimento físico o
psíquico, cáncer, alcoholismo, depresión... Las enfermedades o trastornos graves
son una fuente muy importante de estrés. (Fernández, Touriño, Benítez,
Abelleira, 2010)
Por lo tanto, las crisis normales del desarrollo llevan a la familia a obtener el logro de
la etapa, en cambio las no normativas, pueden llevar a disfunciones o síntomas que alteren
el funcionamiento normal de la familia, y por tanto el tránsito de una etapa a otra.
(D’andrea, 2009)
Sin embargo, más allá de las diferentes crisis del ciclo, la familia debe, a su vez,
sortear con las dificultades que se presentan por las presiones sociales que pueden facilitar
o dificultar el paso entre las diferentes etapas. Al respecto, Jara, (2011; P. 2), propone que
hay permanentemente dos fuentes de tensión en la familia: verticales y horizontales. Las
verticales incluyen los patrones de relación y funcionamiento transmitidos por las
generaciones anteriores, junto con las actitudes, tabúes, mitos, expectativas y en general la
historia familiar previa, es decir, este tipo de tensiones se puede presentar por la diferencia
que marca un patrón de comportamiento de generaciones anteriores y las nuevas formas de
las generaciones presentes. Las horizontales surgen en el transcurso de la evolución de la
familia en el tiempo e incluyen las transiciones en el ciclo vital y los acontecimientos
externos que la afectan; Es decir, son aquellas tensiones que se producen durante el
transcurso de un ciclo hacia otro, o durante el cambio de roles de la familia. Por lo tanto
“Cuando coinciden o se intersectan acontecimientos tensionadores en el eje horizontal y en
el eje vertical, la tensión normal aumenta, lo que hace más difícil el proceso de transición y
genera crisis en la familia”. (Jara, 2011, P. 2; Sommantico, Parello, De Rosa y Osorio,
2008). Por lo tanto, las transiciones entre las etapas pueden ser dificultadas, por los eventos
no normativos, las demandas socioculturales y las tensiones al interior de la familia, por lo
cual, es fundamental el logro de los diversos objetivos de cada fase al interior de las
familias para lograr un mejor manejo de cada momento.
Es importante recordar, que las crisis se dan cuando se requiere un cambio en las
reglas, normas y la comunicación familiar, y el no manejar adecuadamente estos
momentos, puede llevar a la familia a sufrir una disfunción. Con esto se resalta la
importancia de tener una comunicación fluida y unos comportamientos que sean adaptables
a las necesidades del medio, a los cuales se adapten todos los miembros, y con esto no
permitan que se generen actos que dañen la integridad familiar. (Gharbi, 2002)
Por lo tanto, como se mencionó anteriormente, las familias no solo han de
sobrellevar los momentos que se presenten durante su ciclo, sino que deben de dar soporte a
las diversas crisis evolutivas o inesperadas que se presentan. Las crisis evolutivas son
aquellas que se presentan normalmente en el transcurso de la vida de un individuo y las no
normativas son aquellas que se presentan abruptamente (muerte temprana de un padre,
pérdida del empleo, exilio forzoso, etc.). Es decir, la familia está enfrentando
constantemente cambios e incertidumbres, las cual serán más fáciles de manejar si las
familias logran los objetivos planteados en cada etapa. (Pérez, Pérez, Martínez, Leal, Mesa
& Jiménez 2007; Vargas, 2013). Es así, como la familia se encuentra atada al azar de las
vivencias, es decir, no se puede predecir con exactitud el momento en el cual una familia,
pasa de una fase a otra, o si en dicha fase se presentará un evento abrupto que comprometa
el desarrollo familiar, y por tanto, ponga al límite las estrategias de afrontamiento y lleve a
estas a explorar nuevas maneras para el manejo de situaciones que pueden comprometer el
desarrollo de los individuos dentro de la familia.
En este sentido, es fundamental que durante todo este tránsito la familia, viaje junta
en el tiempo, y que reconozca la serie de obligaciones y afectos que se presentan entre
ellos, para mitigar las dificultades que se presenten durante el ciclo. (Del Valle, 2004), dado
que una mayor cohesión familiar, permite que la familia enfrente de una manera más
efectiva los momentos de tensión, dado que hay buena comunicación y mayor apoyo entre
los miembros de la misma.
Como pudo observarse el ciclo vital genera un consenso en su definición, en tanto es
presentado como una vivencia de la familia durante su existencia, y está compuesto por una
serie de etapas, las cuales le permiten a esta obtener ciertas herramientas para enfrentar el
futuro. Aunque, los diversos cambios que se han presentado en las últimas décadas no
permite definir un ciclo familiar rígido, sino que este se ha abierto a infinidad de
posibilidades, siendo tantas, como es posible categorizar el tipo de familias (Ruiz, 2004).
Lo anterior da paso a buscar nuevas maneras de definir el ciclo vital, en tanto, no es posible
determinar las estrategias de afrontamiento que debe desarrollar una familia con un solo
padre a una familia con ambos padres, dado que las presiones que enfrenta cada conjunto es
diferente.
Sin embargo, las etapas son necesarias dado que con estas se puede medir el
desarrollo que ha tenido la familia, y así establecer si estás han sido transitadas de manera
oportuna o si por el contrario, no se han sorteado las crisis de manera adecuada,
permitiendo entender el comportamiento del núcleo familiar, tanto en sus relaciones como
en el entorno social, sin olvidar, que estás permiten al investigador adentrarse en las
dinámicas familiares y darle una mejor lectura a los procesos allí desarrollados.
3. Nuevas apuestas conceptuales de Ciclo vital familiar
Se encuentra, por tanto, que en torno al ciclo vital familiar se han ido generando
nuevas conceptualizaciones acerca de la forma en que este se va desarrollando durante la
existencia y cohabitación de los miembros familiares.
En este sentido se encuentra que muchas familias deciden no tener hijos, otro tanto se
divorcian, hay nuevos matrimonios, separaciones, adopciones y otro tanto número de
variaciones que hacen redefinir el ciclo vital familiar. Así mismo, Doherty (S.F citado por
Jara, 2011; p. 2), denomina “familia pluralística a un nuevo patrón variable de la estructura
familiar, en ella los niños pueden crecer en distintos ambientes, entre ellos: un hogar con un
sólo progenitor que nunca se ha casado, un progenitor solo divorciado, una pareja de padres
del mismo sexo”, planteando así una nueva perspectiva, tornándolo más incluyente a todo
tipo de convivencia familiar, en el que además influyen todas las variables sociales y
económicas que rodean a la familia, ante lo cual se debe contextualizar cada etapa a las
vivencias particulares de las familias. Además, los cambios en la estructura de los hogares,
la economía y las desigualdades de ingresos, están afectando la estructura familiar y el
ciclo de vida de estas. (Esping-Andersen, G. 2004; P. 47).
Así mismo, para la definición de las etapas se ha de tener en cuenta la tendencia, cada
vez mayor, de los jóvenes a prolongar su estancia en el hogar paterno dada la difícil
inserción al mercado laboral (lo cual a pesar de haber sido originado por una crisis
económica y política, se instauro como norma en el ciclo vital), por la prolongación de los
estudios, la muerte de un familiar, la separación o una recomposición familiar (Dumont,
2005; Pallol, 2004; P. 8). Es así, como Del Campo (1982, citado por Sánchez & Bote,
2008) resume los cambios experimentados por la familia:
a) Ha habido un cambio en la duración absoluta del ciclo vital familiar –desde que se
constituye hasta que se extingue– como consecuencia del generalizado alargamiento de la
vida, así como una transformación en la duración de cada una de sus etapas. Especialmente
destaca la transformación que ha experimentado la fase de nido vacío, que ha aumentado
notablemente su duración.
b) Ha cambiado significativamente el calendario de la nupcialidad.
c) Las pautas de reproducción y fecundidad han experimentado, asimismo,
variaciones sustanciales: menor número de hijos, acumulación de los mismos al principio
del matrimonio, conocimiento y uso creciente de anticonceptivos.
d) Las relaciones internas de la familia (marido/mujer, padres/hijos, familia
nuclear/familia extensa) han ido progresivamente equiparándose a las predominantes en los
países industrializados del área occidental.
e) La progresiva integración laboral de la mujer ha tenido toda una serie de
consecuencias en la remodelación de la dinámica familiar.
f) Las pautas de conflicto y desintegración familiar han experimentado variaciones
sustanciales, tanto en sentido cuantitativo como, sobre todo, cualitativo. De hecho, en una
sociedad industrial, secularizada, el conflicto familiar no es que sea forzosamente más
frecuente, sino que su explicitación y reconocimiento están menos inhibidos, dando paso a
su institucionalización (en vez de a su ocultación y represión). Esto se manifiesta, por un
lado, en el creciente número de divorcios, aunque también, de forma más dramática, en la
visibilidad social de la violencia de género. (Sánchez & Bote, 2008; P. 207)
Por lo tanto, todas las formas de vinculación y el desarrollo de la familia se han
modificado, tanto en estructura como en forma, haciendo que sea necesario individulizar
cada interacción familiar para determinar el momento de maduración por el cual cruza.
Estás modificaciones también han hecho más visibles los nuevos modos de familia, ante los
cual es difícil encontrar en un grupo de niños alguno con padres biológicos, otro de familias
monoparentales, niños con familias extendidas, de familias gay o lesbianas, adoptados o de
inseminación artificial, ante lo cual es posible afirmar que las familias han sido parte de la
apertura social que se ha vivido en otros estamentos de la sociedad. (Saggers, S & Sims,
2005; Instituto Universitario de Análisis Económico y Social Documento de Trabajo, 2006)
En relación con lo anterior, el ciclo vital de las personas y las familias que
tradicionalmente podían definirse y predecirse con cierto carácter unilineal, hoy día se ha
dinamitado. Las sociedades actuales y la generación de nuevas formas familiares han
conllevado la desaparición de los ciclos vitales fijos y la apertura de casi infinitas
posibilidades en la configuración de ciclos vitales para todos los agentes sociales. (Becerril,
2004; P. 220)
Sin embargo, es importante resaltar la defensa social que aún se emprende a favor del
mantenimiento de la familia tradicional, rechazando de manera ferviente entender como
familia otra manera de convivencia de los individuos que salga de lo culturalmente
aceptado, por lo tanto la lucha viene por la aceptación de la pluralidad de las familias, por
sus diversas y discontinuas formas de realización (Del Valle, 2004). En este sentido es
importante resaltar que se ha dado un cambio en el modelo patriarcal que se venía
presentando a lo largo de la historia, siendo más democráticas las formas de familia, dada la
individualización que se ha presentado en la vida social. Aunque dichos cambios, no han
cambiado la importancia de la familia en la reproducción, socialización y cuidado de la
vida humana (Brullet, 2010), por el contrario, han favorecido la participación de todos los
miembros de la familia en las diversas responsabilidades que se presentan durante la
existencia de esta (Salido, & Moreno, 2007).
Por lo tanto, los cambios en el ciclo vital familiar, no son dados solo por los cambios
culturales experimentados, sino por las diferentes crisis económicas y sociales presentes a
lo largo de la historia, lo cual le ha dado mayor movilidad a ciertos sectores de la sociedad
que antes no lo tenían, permitiendo una renegociación de los papeles al interior de la
familia, y una democratización de las funciones que antes eran desempeñadas por un solo
cónyuge.
Discusión
A través del artículo se resalta la importancia del estudio del ciclo vital familiar, en
tanto, permite verificar el desarrollo de las familias a lo largo del tiempo, dado que permite
observar la maduración de la familia a través del tránsito de las diversas etapas. Esto a su
vez, permite observar el comportamiento de la familia, y si esta se encuentra cruzando el
ciclo correspondiente. Puesto que la familia siempre se encuentra susceptible a un evento
no normativo, y al no definirse las etapas como lineales, sino que por el contrario, son
cíclicas, la familia está en riesgo de volver a periodos anteriores del desarrollo, lo cual
conllevaría a dificultar la maduración de cada individuo, por el hecho, de que la
maduración familiar, acompaña la maduración individual, ya que va cargando al individuo
de diversas responsabilidades, dependiendo de la etapa que viva. Así, por ejemplo, las
responsabilidades que confiere el cuidado de un infante, sin escolaridad, no es la misma que
confiere el cuidado de un adolescente, y en este mismo sentido, no debe cumplir los
mismos deberes el adolescente que el infante, en tanto, el adolescente ya se supone como
un individuo capaz de responder por sus actos, en tanto, tiene mayor consciencia de su
cuerpo y de sus actos. Por esto, es importante que se apoye de manera adecuada el
desarrollo de la familia, para que dichos eventos, afecten de la menor manera tanto el
desarrollo.
De igual manera, durante las últimas décadas ha habido cambios culturales que
permearon a la familia, y han llevado a cambios al interior de la misma, tanto en su
interacción, como en el desarrollo. Puesto, que durante los años 60 (cuando se desarrolla la
teoría del CVF), las familias tenían un comportamiento más estático y conservador, a
entender, el tipo de familia predominante era la nuclear, y el índice de divorcios era muy
bajo, pero durante la ultimo época, se ha diversificado la misma, en tanto se encuentran
diversos tipos de configuración familiar, tales como: las parejas del mismo sexo, la familia
monoparental, las familia sin hijos, la fecundación in vitro, las parejas divorciadas, las
parejas que viven solas-separadas, entre otras (Meil, 2005). Lo cual, lleva a una
reconfiguración de las etapas que vivencian los individuos al interior de la familia. Lo
anterior, lleva a plantear la necesidad de realizar investigaciones longitudinales sobre el
desarrollo de la familia, y explorar, como estás atraviesan su ciclo de vida, puesto que al
haber un miembro menos en el grupo familiar, o que por el contrario, no hayan miembros,
o estos sean diferentes al normativo cultural, las etapas propuestas inicialmente se vuelven
insuficientes, puesto que no alcanzan a expresar qué sucede con el nido vacío en caso de
que no hayan hijos, cómo se vivencia una reconfiguración luego del divorcio, qué sucede
en la etapa de la muerte conyugal sino hubo cónyuge, y otra serie de cuestiones que se van
desarrollando a medida que se comparan las nuevas familias con las teorías expuestas.
Pues, la falta de investigación en esta temática, deja expuesta a estas familias a un
abandono de políticas y servicios, que puedan impulsar su desarrollo y sostenimiento en el
tiempo, lo cual garantizaría un desarrollo integral de sus individuos.
Lo anterior, lleva a plantear los cambios que ocurren y no son integrados a los
conceptos clásicos del Ciclo vital familiar, como son el divorcio, la muerte temprana de un
miembro, y demás comportamientos no esperados al interior de la familia (Cliquet, 2003).
Ya que aunque los diversos autores argumentan que el ciclo vital no es lineal, no se dan
alternativas que abarquen las vivencias “anormales” o no esperadas, en una familia
tradicional, esto lleva a que solo se indique que pueden vivir un retraso o un retorno a
etapas anteriores, lo cual no da una mirada holística a una familia, ni toma en cuenta sus
diversidades culturales, puesto que aunque al interior de Europa hayan similitudes, no se da
el mismo desarrollo al Sur y al Norte del mismo. Por esto, se deja en la mesa la invitación a
desarrollar investigaciones que abarquen todos los aspectos no explorados en la familia y
complementen los ciclos vitales del desarrollo familiar, permitiendo con esto una mejora en
las políticas familiares, en la atención integral en la misma y en la manera en la cual se
observan en el campo investigativo.
Conclusiones
El rastreo de artículos permitió reconocer el consenso actual que se presenta en torno
al ciclo vital familiar y las etapas que este vive. En este sentido se presenta al ciclo vital
familiar como una teorización que permite discernir el desarrollo de la familia a lo largo de
su existencia, a través de una serie de etapas que le permitirán desarrollar a esta y a los
individuos que la componen, una serie de habilidades que los llevarán a enfrentar de una
manera adecuada las diferentes demandas que se presentarán a lo largo de su existencia.
De igual manera, estas etapas son permeadas por los cambios socioculturales que se
presentan en la sociedad en la cual habita la familia, y además, presentan una serie de
estresores y crisis normativas y no normativas, que pondrán a prueba las herramientas
obtenidas en etapas anteriores, además, de la cohesión y las estrategias de afrontamiento
desarrolladas por el grupo. En este sentido, es importante que la familia este en constante
comunicación e intercambio de afectos, menguado con esto, los efectos de las crisis,
permitiendo a su vez un mejor manejo y una vida familiar más sana, llevando a su vez, a
que si el evento presente no es normativo, y pone a prueba todas las formas de vivencia de
la familia, el efecto que lleve este a los diversos individuos no sea tan profundo.
De esta forma, los individuos van cambiando para adaptarse de la mejor manera a las
demandas que se presentan a lo largo de su vida, y de igual manera la familia va toma
mayor flexibilidad para adaptarse a los cambios de la sociedad. Dicho ciclo, al ser
permeable por lo que ha ocurrido en el medio a lo largo de la historia, también se ha ido
transformando, adaptándose a las nuevas formas de vida que se presentan, tanto en
configuración familiar, como en la permanencia de los diferentes miembros en el hogar y la
forma en que la sociedad mira la transformación de las familias. Sin embargo, estos
cambios no han sido lo suficientemente datados, ante lo cual se presenta una barrera para
determinar una nueva teorización que englobe los diversos momentos que presenta la
familia en la actualidad, y la forma en la cual atraviesan el ciclo las familias que no se han
configurado como nucleares sino que han decidido por otra forma de convivencia conyugal
y parental.
BIBLIOGRAFÍA
Barbeito. (2002). La familia y los procesos de socialización y reproducción
sociopolíticas de la juventud. Estudios de Juventud, 1-11.
Becerril, D. R. (2004). Nuevas formas familiares. Portularia, 219-230.
Benítez, N., Abelleira, C., Fernández, J., & Touriño, R. (2010). Evaluación Familiar
en Rehabilitación. Evaluación en Rehabilitación Psicosocial. (125-134). Valladolid:
FEARP.
Brullet, C. (2010). Cambios familiares y nuevas políticas sociales en España y
Cataluña. El cuidado de la vida cotidiana a lo largo del ciclo de vida. Educar, 51-79.
Cabrera, A., & Ferraz, R. (2011). Impacto del cáncer en la dinámica familiar. Revista
Biomedicina, 42-48.
D’andrea,
A.
(2009).
Los
desafíos
evolutivos
de
la
familia
adoptiva.
Www.psicoperspectivas.cl, 159-194.
De La Revilla, L. (2009). Disfunción familiar o crisis de desarrollo en la
adolescencia. Atención primaria: Publicación oficial de la Sociedad Española de Familia y
Comunitaria, 485-486.
Del Valle, A. I. (2004). El futuro de la familia: la familia. Iglesia viva: revista de
pensamiento cristiano, 9-26.
Dumont, C. (2005). Prendre en compre la diversité des familles. Québec: Conseil de
la famille et de l´enfance.
Espinar, I. (2009). Las rupturas familiares en la salud mental de los y las
adolescentes. Revista De Estudios De Juventud, 27-45.
Esping-Andersen, G. (2004). La política familiar y la nueva demografía. .
Consecuencias de la evolución demográfica en la economía, 45-60.
Gharbi, L. (2002). La fonction des alliances extra-familiales (L’Aïn, Tkaf et Shour)
pour le maintien de l’homéostasie.
González, M., & Landero, R. (2011). Apoyo social, estrés y autoestima en mujeres de
familias monoparentales y biparentales. SUMMA psicológica UST, 29-36.
Instituto Universitario de Análisis Económico y Social . (2006). Consumo de
servicios y ciclo vital: un análisis de los hogares españoles con datos de corte transversal.
Documento de Trabajo 04, 1-26.
Jara, C. (2011). Ciclo Vital Familiar. Diploma de Fortalecimiento de la Capacidad
Resolutiva para Médicos de Atención Primaria, 1-7.
Maganto, C. (2004). La familia desde el punto de vista sistémico y evolutivo (1-13).
San Sebastián.: Universidad del País Vasco.
Meil, G. (2005). El reparto desigual del trabajo doméstico y sus efectos sobre la
estabilidad de los proyectos conyugales. Reis, 163-179.
Pagés, S. (2004). Lineamenti Di Sociología Della Famiglia. Revista Del Ministerio
De Trabajo Y Asuntos Sociales., 98-202.
Pallol, R. (2004). La jaula dorada: evolución de la juventud y de la familia españolas
en la transición, un estudio de historia sociodemográfica. La transición a la democracia en
España: actas de las VI Jornadas de Castilla-La Mancha sobre Investigación en Archivos.
Pérez, A., Pérez, R., Martíne, M. L., Leal, F. J., Mesa, I., & Jiménez, I. (2007).
Estructura y funcionalidad de la familia durante la adolescencia: relación con el apoyo
social, el consumo de tóxicos y el malestar psíquico. Atención Primaria, 61-67.
Ruiz, S., & Martín, M. D. (2012). Nuevas formas de familia, viejas políticas
familiares. Las familias monomarentales. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y
Jurídicas, 33-50.
Saggers, S. &. (2005). Diversity: beyond the nuclear family. In M. Poole (Ed.), 6687.
Salido, O., & Moreno, L. (2007). Bienestar y políticas familiares en España. Política
y Sociedad, 101-114.
Sánchez, P., & Bote, M. (2008). Redes sociales y familia en España: consistencias y
debilidades. Portularia, 197-213.
Sommantico, M., Parrello, S., De Rosa, B., & Osorio, M. (2008). Significado de las
funciones familiares en adolescentes italianos. Nuevas fronteras entre paterno y materno.
Revista Colombiana de psicología., 83-92.
Valdivia, C. (2008). La familia: concepto, cambios y nuevos modelos. La Revue du
REDIF, 15-22.
Vargas, I. (2013). Familia y Ciclo Vital Familiar. OMS, 1-9.
Descargar