COLEGIO SAN SATURIO Departamento de Lengua Castellana y Literatura Contextualización de las obras de lectura de 2º de Bachillerato. El sí de las niñas. Esta obra de Leandro Fernández de Moratín, estrenada en 1806, es un ejemplo del afán didáctico y reformista de la literatura ilustrada del siglo XVIII. La comedia invita a reflexionar sobre la educación de los jóvenes y aborda el tema de los matrimonios de conveniencia. La obra, dividida en tres actos, se ajusta a la regla de las tres unidades (tiempo, lugar y acción), los diálogos resultan naturales y adecuados a los personajes y tiene un desarrollo mesurado que se ajusta a los moldes neoclásicos, con coherencia, verosimilitud y sin sorpresas. A través de la historia de ese matrimonio concertado, Moratín plantea cuestiones que afectan a cualquier ser humano, como la necesidad de sentirse dueño de las propias decisiones, las nefastas consecuencias de una opresión injusta o el daño que ocasiona la hipocresía. El final es ilustrado y aleccionador: se derrota la falsedad y se instaura una situación social propicia para la virtud y la transparencia de los personajes. Es el triunfo de lo racional en la vida de sus personajes, la actuación mesurada y reflexiva, profundamente neoclásica, que proporciona un desenlace feliz. Don Juan Tenorio Don Juan Tenorio de José Zorrilla, estrenada en 1844, se inscribe dentro del movimiento conocido como Romanticismo, un fenómeno social y cultural que abarcó la primera mitad del siglo XIX. Surgido en Inglaterra y Alemania, en un principio como fenómeno conservador, contario al espíritu liberal de la expansión napoleónica, derivó hacia una orientación revolucionaria y liberal. Se caracterizó por la exaltación de la imaginación y la sensibilidad, el culto del “yo” y el individualismo y el ansia de libertad. En teatro, el drama romántico, al alejarse de los cánones neoclásicos, en cierta manera se acerca a la estética del Siglo de Oro: mezcla de lo trágico y lo cómico, alternancia de verso y prosa y desaparición de las tres unidades. Los escenarios y los personajes son típicamente románticos. La obra de Zorrilla se basó en una obra que ya había tratado con anterioridad el mito de don Juan, el Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, autor barroco del siglo XVI. El personaje de don Juan es símbolo del seductor, pero a diferencia de otros héroes románticos, no está marcado por un destino trágico. Por el contrario, disfruta del placer, la fama, el juego y el dinero. No se comporta como un hombre de honor, sino que se rige por un código de conducta que no respeta ningún límite. No teme a nada ni a nadie: deshonra a las mujeres, lleva consigo la cuenta de cuantos han caído muertos bajo su espada, desafía a los difuntos y al mismísimo Dios. Representa la rebeldía del Romanticismo, basada en la exaltación y autonomía del yo.