Guía del Alumnado 4 - FETE-UGT Enseñanza

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Mi primer Edupaz es una serie dirigida a niños y niñas de 6 a 12
años que gira en torno a los grandes temas de la educación para la
paz, en un formato adaptado a los más jóvenes y que aspira a transmitir el entusiasmo y la voluntad por construir un mundo más equitativo desde todos los espacios educativos y de convivencia. Los
cuatro títulos que integran “En busca de los Objetivos del Milenio”
ofrecen una visión del mundo más equitativa, justa y solidaria para
ayudarles a crecer como personas responsables, críticas y autónomas. Cada uno de ellos está dedicado a algunos de los Objetivos
del Milenio y va acompañado de una guía para el profesorado. Para
hacer más ameno el contenido, se ha dividido cada libro en tres partes: un cuento, unas preguntas metodológicas y unas actividades
para jugar y aprender. En este cuarto y último libro nos acercamos
a los Objetivos siete y ocho, que condicionan en gran parte los anteriores: garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y forjar
una colaboración mundial para el desarrollo.
El Colectivo Yedra comienza su trayectoria en el año 2000. Ha realizado diversas acciones formativas y ha coordinado trabajos de
investigación y publicaciones. Ha tomado parte activa en seminarios y jornadas, abriendo líneas de investigación y actuación en
educación y participación social. Las personas que lo conforman
trabajan en el ámbito de la educación en valores, el género, la interculturalidad y la enseñanza de segundas lenguas. Desarrollan
proyectos de innovación, propuestas ideológicas, metodológicas y
de intervención en procesos educativos y de cambio social.
En busca de los Objetivos del Milenio [4]
30/12/09
Colectivo Yedra
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ISBN: 978-84-8319-482-9
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Colectivo Yedra
En busca de los
Objetivos del Milenio [4]
UN CUENTO, JUEGOS Y ACTIVIDADES
PARA LOGRAR UN MEDIO AMBIENTE
SOSTENIBLE Y UN MUNDO SOLIDARIO
Guía del alumno
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BUSCA DE
OBJETIVOS
MILENIO [4 ]
CUENTO, JUEGOS Y ACTIVIDADES PARA LOGRAR
UN MEDIO AMBIENTE SOSTENIBLE Y UN MUNDO SOLIDARIO
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Serie: Mi primer Edupaz
Dirigida por: Paco Cascón y Luz Martínez Ten
UGT: Unión General de Trabajadores y Trabajadoras es una organización sindical española que cuenta con una historia de más de cien años. Su objetivo es la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras desde una postura progresista y equitativa.
FETE: es la Federación de los Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza de UGT. Defiende
una educación pública y laica, basada en los principios de igualdad, solidaridad y libertad, al servicio de la sociedad.
ISCOD: Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo de UGT es una organización no gubernamental (ONG) para la cooperación sindical con países en vías de desarrollo. Tiene como objetivos cooperar en el
progreso económico, social, técnico y cultural de los sectores sociales más desfavorecidos, desarrollar y reforzar la solidaridad con las organizaciones sindicales de los países en desarrollo y contribuir a la consolidación del movimiento sindical libre y democrático.
IE: La Internacional de la Educación es una organización sindical mundial de trabajadores y trabajadoras de
la educación que representa a unos 29 millones de miembros de todos los sectores de la educación, a través de 343
sindicatos y asociaciones nacionales en 165 países y territorios de la que es miembro FETE-UGT.
AECI: La Agencia Española de Cooperación Internacional es un organismo autónomo adscrito al
Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, a través de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional
(SECI). Tiene como objetivos propiciar el crecimiento económico; contribuir al progreso social, cultural, institucional
y político de los países en vías de desarrollo; fomentar la cooperación cultural y científica con éstos; asegurar la concertación con las políticas de desarrollo, especialmente en el ámbito de la Unión Europea.
Coordinación: ISCOD-UGT. Ana Torres Muñiz
FETE-UGT. Carmen Vieites Conde
www.educacionenvalores.org
© Colectivo Yedra (coord. Martina Tuts), 2007
© Diseño e ilustraciones: Mauricio Maggiorini Tecco
© Los Libros de la Catarata, 2007
Fuencarral, 70
28004 Madrid
Tel. 91 532 05 04
Fax 91 532 43 34
www.catarata.org
En busca de los Objetivos del Milenio [4]
Un cuento, juegos y actividades para lograr un medio ambiente
sostenible y un mundo solidario
ISBN: 978-84-8319-321-1
Depósito legal: M-33.396-2007
Este material ha sido editado para ser distribuido. La intención del editor es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga
constar el título y la autoría.
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Presentación ISCOD
Como miembros de la Plataforma 2015 y más, ISCOD está desarrollando
diversas acciones para difundir y conseguir los Objetivos del Milenio. En
nuestro empeño por hacer partícipe al conjunto de la población, proponemos esta colección para los más pequeños, en la que a través de la imaginación y la fantasía les acercamos a un tema que, aunque complejo, no les es
ajeno. Porque todos los seres humanos estamos concernidos en la consecución de un mundo más justo, en el que sea posible acabar con las grandes tragedias que asolan a una parte importante de la población mundial.
Comprender la gravedad de la situación sin perder la perspectiva de su
posible erradicación es una de las propuestas de nuestro programa de sensibilización. Somos concientes de que esta tarea puede resultar abrumadora
para un niño o niña que comienza a descubrir el mundo. Por eso hemos
optado por un estilo pedagógico en el que, de forma positiva, se informa a la
vez que se dan alternativas, para que desde los primeros años se formen
como ciudadanos y ciudadanas responsables del mundo en que viven. Y quizás más importante, para que comprendan que el rumbo de la humanidad
depende no sólo de los grandes procesos políticos, sino de los gestos que
cotidianamente nos humanizan. Esperamos que estas páginas sean una contribución para la importante tarea que desempeñan los profesionales de la
educación formal y no formal en la educación en la ciudadanía.
Finalmente, debemos trasladar nuestro agradecimiento a los compañeros y
compañeras de ISCOD y FETE que desde las distintas Comunidades Autónomas
han hecho posible que Mi Escuela y el Mundo, proyecto en el que se engloba los
Objetivos del Milenio, se haya dirigido a más de treinta mil niños y niñas.
A los profesores y profesoras que han compartido su experiencia con
el equipo de toda España, dedicándonos su tiempo y trabajo, en los talleres que hemos realizado en más de 250 colegios.
A todos y todas, nuestro agradecimiento.
José Manzanares
Director de la Fundación ISCOD-UGT
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Presentación FETE-UGT
Mi Escuela y el Mundo es un proyecto que nos ha permitido entrar en más de
doscientos centros educativos y comprobar, a través de los talleres, la formación del profesorado y la acogida de nuestros libros, el enorme interés de la
escuela por conocer y participar de la realidad social. Acercar los Objetivos
del Milenio a los niños y las niñas es un nuevo reto que nos planteamos con
toda la seriedad y la ilusión. Un tema tan importante debía ser tratado no sólo
con realismo, sino con la capacidad para transmitir que, en todo el planeta,
hay miles de personas que actúan en busca de soluciones para los grandes
problemas mundiales.
Y de nuevo hemos recorrido el camino de la narración que acerca de
forma sencilla una compleja realidad, no exenta de seriedad y rigor. Hemos
intentado encontrar las palabras para explicar qué es la ONU o la importancia de los Objetivos del Milenio, el porqué de la pobreza o de la existencia de
enfermedades que pueden ser paliadas, a la vez que se proponen sencillas
actividades y se invita a la participación.
Esperamos que también en esta ocasión lo hayamos conseguido. Ahora
son los maestros y las maestras, los padres y las madres a los que os pedimos
que nos ayudéis colaborando con este reto que nos compromete a todos y a
todas: lograr el cumplimiento de los Objetivos del Milenio.
Carlos Cortiñas
Secretario general de FETE-UGT
La colección de los Objetivos del Milenio forma parte del proyecto Mi Escuela y el Mundo,
realizado por ISCOD y FETE-UGT.
Dirección ISCOD: Pepe Manzanares
Dirección FETE-UGT: Secretaria de Políticas
Sociales, Carmen Vieites.
Equipo del proyecto Mi Escuela y el Mundo
Dirección del proyecto: Ana Torres
Coordinación FETE-UGT: Luz Martínez
Talleres y formación de profesorado: Eva
Martín
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Web: Montserrat Boix y Lola Pérez
Gestión financiera: Gerardo Borrachero
Imagen: Mauricio Maggiorini
Textos didácticos: Colectivo Yedra (coord.
Martina Tuts)
Desarrollo del proyecto: en las delegaciones
autonómicas de FETE-UGT e ISCOD de
Valencia, Navarra, Madrid, Aragón,
Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia.
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Introducción
Cuando se inició el proyecto Mi Escuela y el Mundo1, en 2004, nos planteamos la importancia de transmitir la idea de que la escuela no es un espacio
cerrado sobre sí mismo sino una gran ventana abierta sobre el mundo.
Iniciamos entonces un periplo por los cinco continentes, a través de cinco
capítulos: racismo y migraciones, coeducación e igualdad de género, educación para la paz, educación para el medio ambiente y educación para el codesarrollo. Entendíamos que educar va más allá de la adquisición de contenidos, que el mundo no se limita al libro de texto, que los educadores y educadoras no somos meros reproductores del pasado. Que educar es, también,
acercar a los niños y a las niñas las diversas realidades de los espacios en los
que se van desarrollando y formando como personas y que, por muy diversas
y complejas que éstas sean, podemos hacérselas comprensibles si utilizamos
un lenguaje sencillo y unos ejemplos cercanos que les ayuden a establecer un
paralelismo entre las situaciones vividas y les permitan desarrollar actitudes
que les comprometan, de forma crítica, con el entorno y el tiempo en el que
les ha tocado vivir.
En esta segunda fase de la campaña, acompañaremos a nuestros amigos
en una nueva aventura: conseguir que se cumplan los Objetivos del Milenio.
Para ello, recurriremos, de nuevo, al cuento y a la fantasía para hacer comprensibles a los niños y las niñas conceptos como la erradicación de la
pobreza, de la enfermedad, la necesaria igualdad entre chicos y chicas, la
importancia de la educación o de la salud de las madres, etc., y transmitirles
la idea de que todas las acciones, por muy pequeñas que parezcan, son necesarias para lograr un mundo más justo y solidario.
1. La primera parte del relato, enfocada a la educación en valores, puede leerse en: Mi Escuela y el Mundo.
Madrid, Los Libros de la Catarata, 2005.
Libro del profesorado: Educación en valores y ciudadanía. Propuestas y técnicas didácticas para la formación
integral. Los Libros de la Catarata, 2006.
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Esta colección consta de cuatro libros que tratarán, cada uno, dos de los
Objetivos del Milenio, e irán acompañados de una guía didáctica para el profesorado. Cada libro se divide en tres partes en las que presentamos el cuento, unas preguntas metodológicas, unas actividades y juegos para aprender
más, de forma lúdica, alguna acción que se está llevando a cabo en distintas
partes del mundo y unas ideas para actuar.
Esperamos, con ello, facilitar la comprensión de lo que rodea a niños y
niñas desde los primeros años, y ofrecer tanto desde la educación formal
como desde los espacios de tiempo libre, un material ameno y didáctico a
quienes se ilusionan con la gran tarea de educar.
Ana Torres Muñiz
ISCOD-UGT
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Luz Martínez Ten
FETE-UGT
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Nuestros amigos y amigas protagonistas:
Yo soy Laura. Soy maestra de una escuela que tiene muchos años.
Me gusta enseñar y aprender de los niños y las niñas que vienen al
colegio. A principio de cada año, cuando comienza el curso, siento cómo me late el corazón de la emoción que me entra. Me gusta
recogerme el pelo en una coleta y llevar pantalones. Ahhhhh… y me da un poco
de miedo la oscuridad. Me encanta recibir cartas de los niños y las niñas de
todos los países. Después de mi primer gran viaje por los cinco continentes,
ahora vivimos nuevas aventuras en las que conoceremos a nuevos amigos.
El señor Mundo es mi vecino. Vino al pueblo hace dos años y
desde entonces no había vuelto a salir de viaje. Cuando llegó traía
un enorme baúl del que sacaba cosas rarísimas. Se instaló en la
casa y pasaba los días en su hamaca, durmiendo a pierna suelta.
Al principio no nos conocíamos mucho porque no se acercaba por la escuela, pero he descubierto muchas cosas de él, como que sabe todos los idiomas
del mundo y que también entiende a los animales. Como cada uno y cada una
de nosotras, ha aprendido mucho en nuestros viajes y ahora que está en la
ONU, va a hacer lo imposible para que reunamos a todos los Objetivos del
Milenio, ya veréis…
Asiri es de los Andes. Es muy lista, divertida y rápida. Su nombre
quiere decir “sonriente”. Es muy, muy lista y va a vivir una aventura apasionante de la que conseguirá escapar…
Cheng es del Tíbet. Tiene un problema en los ojos que le impide
ver bien, sin embargo es rápido y listo como una ardilla. Ha
aprendido a ver a través de otros sentidos y percibe lo que ocurre
antes que los demás. Es el mejor amigo de Asiri y sabe hacer
cosas que ni os imagináis…
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Estos son los Birujines: han acompañado al señor Mundo y a la
maestra Laura durante su primer viaje alrededor del mundo y,
ahora, aunque no hablemos de ellos, están escondidos dentro de
los bolsillos, debajo de la mesa, o sentados sobre los hombros de
nuestros amigos, porque, de alguna manera, les protegen.
Y por último, estos son nuestros amigos, los duendes del Milenio.
Tiz
Ñam
Lo y La
Glup
Zalú
Nana
Flo
Zipi
Cada uno de ellos es el responsable de acabar con el hambre, la pobreza,
la enfermedad… o de ayudar a que todos los niños y las niñas vayan a la
escuela, que chicos y chicas puedan hacer lo que sueñan o que las mamás
reciban cuidados… o que cuidemos de los árboles.
Son muy traviesos y tan pequeños que se pueden esconder en un bote de
mermelada…
De Silverio la Sombra, prefiero no deciros nada… ya veréis: es el
más malo de los malos. Pero es también un poco tonto, a veces…
¡aunque pondrá las cosas muy difíciles a nuestros amigos!
Y ahora, ¡empecemos!
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EN
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1. De cómo la luna, en Nueva York, ofrece nuevas
pistas sobre los duendes del Milenio
RESUMEN DEL LIBRO III
Después de que la enfermería se convirtiera en un campo de fútbol y de que
el gol del señor Mundo liberara a Silverio del bote de mermelada, con el
consiguiente enfado de la maestra Laura, Asiri fue secuestrada. Pero ella,
muy hábilmente, descubrió el punto débil de Silverio, y con la ayuda de
Glup, el gigante aparente, logró escapar para reunirse con todos en la sede
de la ONU. Cheng se había recuperado de su gripe, la señora de Sri Lanka
tenía a su pequeño bebé en brazos, la maestra Laura se había tranquilizado,
y ahora que Asiri había vuelto, estaban preparando el plan que les permitiría reunir a los dos objetivos que faltaban, el séptimo y el octavo: lograr un
medio ambiente sostenible y un mundo solidario.
En este capítulo veremos cómo la luna acude en ayuda de los duendes, cómo
la colaboración y la unión de todos los seres del planeta evitan que Silverio,
Tontón y Miserable contaminen el mar, y cómo la voluntad de muchos y la
solidaridad de todos consiguen que se firmen los Objetivos del Milenio.
Después de una semana metiendo duendes en sobres para enviarlos a las
escuelas de todo el planeta, nuestros amigos estaban agotados. Y es que la
tarea no era fácil. Primero había que soplar sobre ellos. Inmediatamente
aparecían cientos de duendes igual de traviesos, pero un poco más pequeños
que Ñam, Tiz, Lo y La, Glup, Zalú y Nana, que saltaban con alegres grititos.
Por eso, cuando llegó el sábado, la maestra Laura decidió que estaría
bien hacer un descanso para visitar la ciudad de Nueva York, y nuestros amigos se subieron al destartalado coche rojo descapotable del señor Mundo.
Salieron muy temprano del edificio de la ONU para recorrer las calles
de los grandes rascacielos. Pasearon por Central Park, visitaron la estatua
de la Libertad, caminaron por los barrios de China Town y Harlem y se
acercaron al puerto. Al caer la noche regresaron, cansados pero felices,
por la Quinta Avenida, camino de la ONU. Un cielo repleto de estrellas
iluminaba la ciudad, y una luna inmensa y radiante se dejaba ver, allí
donde la calle terminaba.
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—Está preciosa —dijo suspirando el señor Mundo.
—Sí —contestó la maestra Laura mirando de reojo a su amigo—, parece que nos estuviera esperando para darnos las buenas noches.
El señor Mundo sonrió.
Y así era… Cuando el coche llegó al final de la avenida tuvo que parar
en seco para no atropellar a la luna, plantada en medio de la calzada.
—¡Señora Luna! —gritó encantado el señor Mundo. Y, sin dar explicaciones, dio un salto y bajó del coche para abrazarla.
La maestra Laura, Cheng, Asiri y los duendes del Milenio se quedaron
mirando, boquiabiertos. No podían dar crédito a lo que estaba sucediendo. ¡La luna había bajado del firmamento para reunirse con ellos! Pronto
comenzaron las presentaciones y las explicaciones; y para celebrar tan
feliz encuentro, decidieron ir a cenar a un coqueto restaurante italiano
donde podrían conversar con tranquilidad.
Parecía que el señor Mundo no tuviera más ojos que para la señora
Luna, que sonreía, encantada de la compañía.
—¿Cuántos años hace? —preguntó el señor Mundo.
—¿De la última vez que bajé a la Tierra? Creo que unos cincuenta o
sesenta millones de años, me cuesta llevar la cuenta…
—¡Estás igual que la última vez!, ¿recuerdas? Entonces todavía había
dinosaurios en la Tierra.
—Jajaja —rio la señora Luna—. ¿Cómo lo iba a olvidar si tuvimos que
correr para escapar de un brontosaurio? Bueno, señor Mundo, no tengo
mucho tiempo, no puedo dejar solas a las estrellas; se ponen muy nerviosas
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cuando me ausento. Ahora precisamente acaban de nacer dos gemelas
que requieren toda mi atención, así que es mejor que sea directa.
El señor Mundo y la maestra Laura miraron con seriedad a la señora
Luna: parecía querer comunicarles algo grave.
—¿Qué es lo que sucede, señora Luna? ¿Es que no ha venido a verme?
¿Por qué no me ha enviado una carta, como tiene por costumbre, para
contarme lo que pasa?
—Porque, mi querido amigo, no podía contárselo en una carta: señor
Mundo, escúcheme. No puede seguir así. No soy sólo yo la que lo piensa,
he hablado con todos los planetas y todos coincidimos en que la situación
es realmente alarmante.
—No entiendo —dijo el señor Mundo, sorbiendo de un trago su vaso
de agua.
—¿Pero es que no se da cuenta? ¿Es que nadie de ustedes se da cuenta? —exclamó la señora Luna, enfadada, mirándolos con seriedad—. Están
ustedes actuando muy mal —prosiguió—: consumen más de lo que necesitan, envenenan los mares, queman los bosques, matan a miles de animales… Como sigan así, no dejarán nada de la Tierra… un planeta tan hermoso… —dijo con tristeza.
El señor Mundo agachó la cabeza… La señora Luna le acarició la
barba con dulzura y prosiguió:
—Escúcheme, siempre he sido su amiga y siempre lo seré. Si le hablo de
esta forma tan dura es porque le quiero. Todavía están a tiempo. Si quieren,
pueden salvar a la Tierra. Sólo hace falta un poco de cordura y mucha voluntad.
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En ese momento Asiri, que escuchaba muy atentamente, dio un brinco y, subiéndose a la silla, dijo con voz ronca, como si fuera mucho mayor
de lo que era:
—No se preocupe, ¡salvaremos la Tierra!
—¡La salvaremos! —dijeron nuestros amigos al unísono y levantaron
sus vasos de gaseosa para brindar.
A partir de ese momento, la cena transcurrió con alegría. La señora
Luna y el señor Mundo contaron divertidas anécdotas que habían vivido
juntos e historias de los planetas que viven en el universo.
Después de cenar, el señor Mundo y la señora Luna se despidieron
con un cálido abrazo. Ésta, sin que su amigo se diera cuenta, metió con
cuidado algo en su bolsillo: era la séptima duende: Flo.
—Un último favor —le dijo la señora Luna.
—Para una dama, nunca hay un último favor —contestó galantemente
el señor Mundo.
La Luna sonrió y dijo:
—Dígales a los hombres que antes de venir a visitarnos aprendan a
cuidar de la Tierra… y entonces estaremos encantados de recibirles en el
firmamento.
Y dicho esto, comenzó a caminar avenida abajo. Cuando estaba a
punto de perderse en el horizonte se volvió para despedirse con un gesto
de la mano y gritó:
—¡Cumplan su promesa!, estaré vigilando desde allí arriba…
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Las preguntas del señor Mundo
y de la maestra Laura
El señor Mundo, Cheng y Asiri estaban cavando un gran hoyo para plantar un árbol.
—Pues si la Tierra se pone pocha, lo vamos a pasar mal —dijo Cheng
mientras observaba cómo una lagartija se escondía bajo un montoncito de
piedras.
—Sí —contestó el señor Mundo con aire preocupado mientras intentaba alejar del agujero a una familia de mariquitas—, la señora Luna tiene
razón... somos responsables de lo que ocurra en el planeta.
—¿Sabes qué me da rabia? —dijo Asiri con gesto de enfado—. Que los animales, los árboles y las plantas no tienen la culpa. A ver, ¿qué han hecho los
osos para que nos empeñemos en echarlos de las montañas? ¿O los lobos?
—Que haya familias de animales que desaparecen es terrible porque
la naturaleza es un tesoro de la Humanidad, pero es aún más terrible que
las consecuencias de la catástrofe medioambiental la sufran los países
más pobres, cuando son precisamente los más respetuosos con la naturaleza —contestó el señor Mundo, colocando la última mariquita sobre una
margarita.
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—No lo entiendo —dijo Cheng, secándose el sudor de la frente—,
entonces ¿quién está estropeándolo todo?
—Los países desarrollados. ¡Alucina! Menos de un veinte por ciento
de la población mundial consume más de un ochenta por ciento de los
recursos. ¿Podéis sujetar el árbol sobre el hoyo?
—¿Eso qué quiere decir? —preguntó Cheng, mientras hundía las raíces del pequeño árbol en la tierra.
—Eso es como decir que si nos juntamos cien niños y niñas, aquí
mismo, y veinte de nosotros nos comiéramos cuatro galletas cada uno a
los otros ochenta les tocaría menos de un cuarto de galleta. ¿Te das cuenta? Los países ricos nos estamos fundiendo el planeta…
—¿Y qué ocurre con los países más pobres? —dijo Asiri, mientras
echaba tierra sobre las raíces.
—Que sufren las consecuencias de las catástrofes que estamos produciendo, como la sequía o el calentamiento de la Tierra. Y aquí no vale decir
que es un problema de otros, porque podemos hacer mucho por cuidar la
naturaleza. La Tierra es nuestra casa, hay que cuidarla y respetarla para
que la vida siga palpitando.
—Ya sé —dijo Cheng—. Una gota no hace un mar, pero un millón de
gotas hacen una laguna…
—Eso es, amigo mío —sonrió el señor Mundo—, y todas las gotitas son
necesarias. Y ahora vamos a plantar más árboles, que tenemos que ayudar
a que se cumpla el objetivo de Wangari Maathai.
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v
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d
a
d
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para pensar, jugar y sonreír
Las aves migratorias
Flo es muy amiga de los pájaros que la llevan entre sus plumas de un país
a otro, porque una parte muy importante de las aves migran buscando
el calor y sólo se quedan un tiempo aquí. Flo se ha hecho muy amiga de
una golondrina que no sabe cómo volver a su nido, ¿la ayudas a cruzar
las nubes hasta llegar a él?
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Las musarañas
Flo explica a sus amigos que la musaraña es el mamífero más pequeño
del mundo. Cuidado... ¡no son ratones! Las reconoceréis porque tienen el
hocico muy alargado y puntiagudo. A pesar de ser tan pequeñas, son muy
valientes. ¿Sabías que sacan a pasear a sus bebés formando una cadena? Aquí tienes a la señora musaraña seguida de sus hijitos. ¿Puedes
ayudarles a encontrar los nombres de sus amigos roedores?
¿Cómo se llama?
Seguro que conoces muchos nombres de pájaros. Aquí hay algunos, pero
se nos han colado tres que no lo son. ¿Sabes cuáles? ¿Te sabes otros
nombres de pájaros?
cuchillo
milano
gorrión
comadreja
mirlo
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murciélago
ruiseñor
pájaro carpintero
urogallo
golondrina
águila
liebre
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Adornos vegetales
Flo ha ido de paseo al campo y ha traído una cesta llena de hierbas buenas para la salud. Por ejemplo: hinojo para la tos, manzanilla para el
estómago, regaliz para la garganta. Mientras camina recita esta poesía:
Adornos vegetales1:
Pomelo
Para tu pelo
Regaliz
En tu nariz
Hinojos
Para tus ojos
Manzanilla
En tu barbilla
Tapioca
Para tu boca
Cerezas
Para tus cejas
Madroño
Si llevas moño
Y con nueces
Bien pareces
Y ahora, con los ingredientes de esta poesía, inventa un conjuro para
luchar contra la contaminación y el calentamiento de la Tierra…
Puedes ayudarte de estas indicaciones:
Una pizca de…
Tres gotas de…
Un trocito de…
Etc.
1. Antonio Rubio: Versos vegetales. Sopa de Libros. Madrid: Anaya, 2001.
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Los ciclos de la vida
La naturaleza nos lo da todo: agua, alimento, ropa, energía para alumbrarnos… ¿Puedes ordenar las secuencias?
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Lee esta poesía maya2
¿Dónde encuentra sombra el caballo?
Bajo la sombra de un árbol
Sombra
¿Dónde encuentran sombra las vacas?
Bajo la sombra de un árbol
Sombra
¿Dónde encuentran sombra los pollos,
guajalotes, los patos?
Bajo la sombra de un árbol
Sombra
¿Dónde encuentran sombra los jabalíes del monte?
Bajo la sombra de un árbol
Sombra
¿Dónde encuentran sombra los pájaros?
Bajo la sombra de un árbol
Esa es la razón de la sombra
Para sombrear animales y hasta personas
Sombra
2. Hijos de la primavera. Vida y palabras de los indios de América. México: Fondo Cultura Económica, 1995.
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Un cuento diminuto que viene de América
Cuentan las okagon que el viejo, el jefe, fue quien creó el mundo. Lo hizo
con una mujer. Le dijo que sería la madre de todos los hombres y todas las
mujeres que lo habitarían. Esa mujer es la Tierra. En nuestros tiempos, aunque ya no nos parezca una persona, sigue teniendo sus piernas y sus brazos,
su corazón, su carne, sus huesos y su sangre.
Los inmensos árboles del bosque y los pastos de la pradera son su cabello; la arena es su carne; las piedras de los arroyos y las rocas de las montañas, sus huesos; el aire, su aliento.
La Tierra está acostada y vivimos sobre ella. Cuando hace frío tirita y
se encoge; cuando hace calor, suda y crece. Cuando se mueve, despierta a
los terremotos que lo destruyen todo.
La Tierra también es nuestra madre. Por eso, tienes que cuidarla y respetarla.
Así hablaba Mamatara a su pequeño y revoltoso hijo de seis años, cuyo
nombre era Lakuta. El niño la miró con los ojos bien abiertos y, esbozando
una sonrisa, echó a correr por el camino que bajaba al río, mientras gritaba: “¡No te creo! ¡No te creo! ¡No te creo! ¡Sólo son cuentos!”.
Hacía tiempo que la Tierra estaba disgustada con Lakuta porque éste
hacía fuegos peligrosos en el bosque, manchaba el agua y asustaba a los animales. Así que, cuando escuchó sus gritos, decidió darle una lección.
Colocó una gran piedra con la que Lakuta tropezó y cayó rodando,
rodando, rodando, como un guijarro ladera abajo. Cuando llevaba un tiempo
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rodando sobre la hierba, la Tierra abrió su boca y ¡zas!, se lo tragó de un
bocado.
Mamatara buscó durante días a su pequeño. Sus gritos y llantos llegaron
a los oídos del viento que lo había visto todo. El viento susurró a la madre de
Lakuta lo sucedido y le contó un secreto: la Tierra tiene cosquillas.
Mamatara agradeció su ayuda al viento. Corrió por las laderas y las
montañas hasta encontrar el lugar donde se unen los brazos con el cuerpo
de la Tierra. Cuando lo encontró, sonrió al ver el hermoso matojo de hierba
que adornaba su axila y decidió hacerle cosquillas, con las dos manos. Y como
ésta es muy sensible, empezó a reírse sin parar. Tanto se reía que las
mareas subían y bajaban al ritmo de sus carcajadas.
—¡Basta!, ¡basta! —suplicó la Tierra— no puedo más, ¡para!, seguía riéndose.
—¡Cuando me devuelvas a mi hijo! —sollozó Mamatara.
Entonces, la Tierra que también es madre y que nunca había pretendido hacer daño al niño, abrió la boca y el pequeño Lakuta corrió a los brazos
de su madre.
—¡Tenías razón! —dijo el niño—. ¡La Tierra tiene un enorme corazón!
Y a partir de ese día, Lakuta y la Tierra crearon un lazo muy especial
por el cual Lakuta aprendería los miles de secretos de la madre naturaleza
y a cambio colaboraría con ella para proteger a todas las especies vivas.
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Cosas de la naturaleza que nos sorprenden…
Nuestro planeta Tierra debería llamarse Agua, porque sus dos terceras
partes están ocupadas por océanos. El agua de los océanos podría cubrir
nueve veces la superficie de la luna.
En los océanos vive la ballena azul, que es el animal más grande y pesado
del mundo. Su lengua pesa tanto como un pequeño elefante y su corazón
es tan grande como una vaca.
No todos los mamíferos duermen tumbados. El caballo, por ejemplo, duerme mejor de pie y puede pasar meses sin tumbarse. Los elefantes, las
cebras y las jirafas también duermen de pie, aunque estas últimas reposan la cabeza en las ramas, ¡como si fueran una almohada!
Un pájaro que se llama pájaro tejedor republicano, construye los nidos
más grandes del mundo, que pueden medir 5 metros de ancho. Otros colaboran en construir un gran tejado de paja encima de un árbol, y luego cada
pareja anida entre la paja. Algunos nidos acogen a más de 100 familias.
Un hilo de araña es más fuerte que un alambre de acero del mismo
grosor.
En un metro cuadrado de arena del desierto hay cerca de 100.000 semillas de plantas de distintas especies.
El mosquito tiene 47 dientes, el tiburón ballena tiene más de 4.500 y el
pez-gato tiene 9.280. ¿Cuánto se gastarán en dentistas?
La fresa no es el fruto de la planta que la produce, sino que es una parte
del tallo modificado. En realidad, el fruto son los pequeños granitos amarillos o negros pegados a los lados.
La patata, como la fresa, es un tallo modificado y no una raíz. Por eso le
salen yemas que pueden convertirse en ramas (como las yemas de los
árboles). La zanahoria sí es una raíz.
¡Y otra cosa que te va a sorprender! Muchas veces decimos: “¡comes como
un cerdo!”. Pues los cerdos no comen más de lo que necesitan para saciar
su apetito, mientras que otros animales como las vacas y los caballos
enferman comiendo todo lo que les gusta… ¿Con quién te identificas tú?
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¿Qué podemos hacer para ayudar a la Tierra?
La Tierra nos regala todo lo que necesitamos, pero nos olvidamos de que
también tenemos que agradecérselo. ¿Cómo hacerlo? Primero, pensemos en
hacer una lista de lo que ella nos da: las plantas, el agua de los mares y de
los ríos, la energía del sol y del viento, los animales… ¿Se te ocurren más
cosas?
Los bosques, por ejemplo, nos regalan gran parte del oxígeno que respiramos y ayudan a regular la temperatura y la humedad. Con la madera de
los árboles, hacemos muebles, papel… con sus hojas y raíces hacemos medicamentos… pero los árboles tardan muchos años en crecer, debemos protegerlos y no despilfarrar:
Utiliza siempre el papel por las dos caras.
Lleva los periódicos y el papel al contenedor de reciclaje. Se puede volver a convertir en papel nuevo y, de esta forma, estamos evitando que
se corten más árboles.
Ten en la clase una caja para tirar el papel y los cartones que no vayas
a aprovechar. El papel usado se recicla.
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¿Qué es reciclar?
Es aprovechar los objetos de la basura y, después de tratarlos, volverlos a utilizar. Casi toda la basura se recicla. Por ejemplo, los cartones, el vidrio, el papel, las telas y el plástico. Si donde vives hay contenedores especiales para el vidrio, el papel y el plástico, intenta clasificar la basura de forma que vaya cada objeto a su cubo.
¿Qué podemos hacer para gastar menos agua?
Cuidado con los grifos. Ciérralos siempre que no los utilices. Cuando
te lavas los dientes, cuando bebes…
Coloca en la cisterna del inodoro una botella de dos litros, llena
de agua. De esta forma se gastará menos cada vez que tires de
la cadena.
Riega con agua de lluvia. Saca un cubo al patio del colegio. Se llenará cuando llueva y con él podrás regar las plantas.
Dúchate en lugar de bañarte, ahorrarás más de 100 litros de agua
cada vez.
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¿Y qué pasa con la energía?
Siempre que salgas de una habitación acuérdate de apagar la luz.
Cuando haga frío, abrígate y cierra bien las ventanas de casa para
que el calor no se escape.
Recicla las pilas. Contaminan mucho y hacen mucho daño a la Tierra.
¿Cómo podemos ayudar a los animales?
Los tigres, los gorilas, los elefantes o los osos están protegidos y no
pueden cazarse. Pero, en nuestro barrio o nuestra escuela, seguro que
podemos ayudar a que los animales sigan protegidos:
No dejes que te regalen animales que no pueden vivir en la ciudad.
Lo pasan muy mal y se sienten presos.
Construye una casita para pájaros y colócala en un árbol.
Si encuentras un animal abandonado, pide a una persona mayor que
llame para que se ocupen de él. Hay asociaciones que cuidan de los
animales abandonados o enfermos.
Si yo cuido de ti, tú cuidas de mí y todos y todas cuidamos de nuestro entorno, el lugar en el que nos ha tocado vivir será siempre el
más bonito…
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2. De cómo la unión de muchos impidió
un gran desastre
U n poco más tarde, en un bar de Nueva York se jugaba una importante
partida de cartas. Una luz mortecina alumbraba el rostro de tres individuos cuyo semblante quedaba desdibujado por el humo. Silverio y sus dos
secuaces observaban con ojos desafiantes a un hombre sudoroso que
comprobaba, presa de los nervios, cómo sus cartas perdían una y otra vez.
—Esta es tu última oportunidad —dijo Silverio tamborileando con los
dedos contra la mesa de madera—. ¿Qué apuestas?
—No me queda nada. ¡Lo he perdido todo! Mi casa, mi coche…hasta
mis zapatos de claqué —sollozó el hombre mientras se secaba el sudor de
la frente con un pañuelo arrugado.
—¿Estás seguro? —contestó Tontón—. ¿Y qué hay de la vieja fábrica
junto al puerto?
—Esa fábrica está cerrada —contestó el hombre con expresión perpleja—. Es terriblemente contaminante: ¡los productos químicos van a parar
directamente al mar! ¡Y estos productos lo matan todo! Por eso la cerramos hace años. Podríamos haberla salvado invirtiendo en filtros, pero era
muy caro…
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—Entonces no te importará apostarla —susurró Silverio—: una última
apuesta, puede que tu suerte cambie… —Y a continuación repartió cartas
a cada uno de los jugadores.
Pero la suerte no cambió y el hombre volvió a perder. Con la cabeza
entre las manos, miró a Silverio con terror.
—¿Para qué quieres la fábrica?
Silverio echó la cabeza hacia atrás y soltó su ya conocida carcajada.
—Porque con esa fábrica echando ácidos al mar, conseguiremos
matar a las ballenas…
—Y deshacer el polo norte —prosiguió Miserable.
—Y cargarnos los bosques —dijo el otro granuja.
—¿Pero por qué queréis hacer todo eso?
—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —gritó Silverio levantándose enojado— ¡Porque queremos destrozar el planeta!
—No lo entiendo —dijo el hombre encogiéndose en su silla, ante la
mirada desafiante de Silverio.
—¡Somos malos! —dijo Tontón.
—¡Somos malos de verdad! —continuó Miserable.
—Así es —sentenció Silverio—. Dentro de dos semanas inauguraremos la fábrica y entonces no podrán cumplirse esos ridículos Objetivos
del Milenio.
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—¡Pero les detendrán! —contestó el hombre.
—¿Quién nos va a parar? —rio Silverio—. ¡No hay nadie aquí! ¡Nadie
lo sabrá! La fábrica se pondrá a funcionar y nadie sospechará que lo que
haremos de ella es una fábrica de contaminación.
Pero, a pesar de lo que pensaban, no estaban solos. Dos pequeños
duendes les observaban desde un rincón. Eran Flo y Zipi.
Fueron dos semanas muy intensas. Los duendes difundieron la noticia por los cinco continentes. El mensaje corrió de boca en boca. Las gaviotas se encargaron de trasladarlo por el aire. Las ardillas de Central Park lo llevaron de rama en rama hasta los bosques más alejados y las selvas. Por el mar,
los delfines se lo contaron a las ballenas azules, a los cachalotes y a los tiburones. No quedó una sardina o un arenque que no supiera lo que se tramaba.
Y por último, fue el señor Mundo el que envió cartas a todos los pueblos para
que sus representantes acudieran a Nueva York y así impedir que se abriera
la fábrica. Por tierra, mar y aire el mensaje llegó a todo ser vivo que puebla la
Tierra, por más recóndito que fuera su hogar.
Mientras, una actividad frenética se desarrollaba en la vieja fábrica.
Silverio y sus amigos se aseguraban de que, el día de la inauguración,
todos los contaminantes se vertieran al mar. Y es que no les bastaba con
planear una catástrofe: querían llevarla a cabo a lo grande y salir en las
televisiones y los periódicos del mundo entero. Así se vengarían del señor
Mundo, la maestra Laura y sus amigos.
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Lo tenían todo preparado: habían difundido la falsa noticia de que
iban a inaugurar una fábrica de reciclaje, con todas las medidas de seguridad. Gracias a ella, Nueva York se conocería como la ciudad que más trabajaría por el medio ambiente, porque toda la basura sería reciclada y
convertida en envases, ruedas para coches y otros productos útiles. Pero
los planes de Silverio iban por otro camino:
—Cuando comiencen a disparar sus flashes descubrirán que en realidad hemos abierto una trampa mortal —dijo, entrecerrando los ojos.
Hacía una noche suave. Una luna llena contemplaba la Tierra desde el
firmamento. Una jirafa se adentraba silenciosamente por las calles dormidas.
Tras sus pasos, a poca distancia, una mamá elefante, seguida de un
elefantito, trotaba en dirección al puerto.
Poco a poco, acompañados por el silencio de la madrugada, se fueron
uniendo cientos de animales de todas las especies. Por el mar se podía
escuchar el chapoteo de las ballenas que llegaban soltando chorros de
agua. El cielo se pobló de bandadas de patos silvestres, golondrinas y
águilas que volaban sin perder el rumbo.
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Ya de madrugada, fueron los hombres y mujeres, los niños y niñas de
todos los países los que llegaron andando, en coche, tren, autobús, avión
o barco.
Esta vez, sí: Nueva York se había convertido en el centro del planeta.
Animales y personas caminaban juntos, con la única intención de parar
un desastre de dimensiones colosales.
Cuál no sería la sorpresa de Silverio y de sus secuaces, cuando salieron de la fábrica para recibir a la prensa y se encontraron a un león
mirándoles fijamente con cara de pocos amigos.
—¿Se ha escapado del zoológico? —preguntó Tontón con cara de
extrañeza.
—¡Glup! —dijo Miserable. A Silverio se le cayó el cigarro de la boca.
¡No podía creer lo que estaba viendo! Delante de él se encontraban los
ocho duendes del Milenio haciendo una barrera. A su lado, el señor
Mundo, la maestra Laura, Asiri y Cheng. Pero eso no era todo: les seguían
personas y animales de todo el planeta. Y, por supuesto, estaba toda la
prensa filmando y fotografiando el momento.
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El señor Mundo sacó de su bolsillo un megáfono que, por una extraordinaria casualidad, parecía funcionar, y gritó:
—¿Quiénes estamos aquí?
—¡Todo el planeta! —contestaron a una.
—¿Y por qué estamos aquí?
—¡Para parar la fábrica y salvar la Tierra! —dijeron todos.
—¿Lo ha entendido, Silverio? —dijo muy serio el señor Mundo—. No
puede hacernos daño, porque somos muchos más los que queremos trabajar por salvar la Tierra. Ha perdido, Silverio. ¡Ha perdido! Conocemos
sus intenciones y vamos a pararle.
Pero como el señor Mundo era una buena persona, prosiguió:
—… Escuche, todavía está a tiempo, únase a nosotros para conseguir
los Objetivos del Milenio, y todos ganaremos.
—¡Un cuerno! —contestó Silverio. Y como a pesar de ser malo no era
tonto, comprendió que no podía hacer nada—. ¡Volveré! —gritó blandiendo el puño en alto. Y dicho esto se metió en una alcantarilla y desapareció
por los subterráneos de la ciudad.
—¡Bieeen! —gritaron los animales de la selva.
—¡Bravo! —aplaudieron las gaviotas.
—¡Estupendo! —cantaron los pueblos de la Tierra.
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La ciudad se volvió una fiesta. Por un día, hombres y mujeres bailaron, comieron y rieron en compañía de sus amigos del reino animal. Por
un día, el mundo de los humanos y el mundo de la naturaleza estrecharon
sus lazos y sintieron la armonía de la vida.
Al día siguiente, la noticia salió en todos los idiomas en periódicos y
televisiones. El señor Mundo, la maestra Laura, Asiri y Cheng, junto con
los ocho duendes del Milenio, tomaban un refresco en la terraza de una
cafetería, mientras ojeaban la prensa.
—¿No le parece que ha sido muy importante? Estamos en todos los
periódicos. ¿En qué está pensando? —preguntó la maestra Laura.
—Uhmmm —contestó el señor Mundo—. ¡En que ojalá este momento
no se olvide jamás!
—¿Qué cree que pasará a partir de ahora? —preguntó Cheng.
—Que la Humanidad será más consciente de la importancia de cuidar
el medio ambiente —contestó la maestra Laura—. ¿Alguien quiere otro
batido de chocolate?
—Creo que los duendes quieren repetir —dijo Asiri contemplando
cómo los ocho duendes sorbían los batidos con sus pajitas.
—Pero ¿y Silverio? —continuó Cheng.
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—No lo sé… —contestó el señor Mundo—. Lo que sí sé es que hemos
aprendido una importante lección. ¡Juntos podemos salvar el planeta!,
¿verdad Zipi? Y si trabajamos unidos, ¡Silverio no tendrá ninguna posibilidad! Y ahora, si habéis terminado, podemos ir a dar un paseo por las
calles de Harlem.
Y nuestros amigos se marcharon caminando, bromeando y riéndose
por las calles de Nueva York.
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Las preguntas del señor Mundo
—No entiendo el último de los Objetivos del Milenio —dijo Cheng,
pensativo—. ¿Quiere decir que si trabajamos juntos solucionaremos todos
los problemas?
—Pues algo así —dijo el señor Mundo mirando con atención el dedo
gordo de su pie que salía de un roto del calcetín.
—Explíquemelo, por favor —insistió Cheng tirando de la manga del
señor Mundo que intentaba enhebrar una aguja con un grueso hilo rojo.
—Ummmmmm —contestó, contento cuando el hilo finalmente entró
por el agujero—. Hemos comenzado un nuevo siglo, la Humanidad ha
conseguido viajar hasta la luna, comunicarse con cualquier punto del planeta y hasta vencer enfermedades que hace unos años eran mortales. Si
somos capaces de hacer tantas cosas importantes, también podemos conseguir solucionar problemas como el hambre en el mundo, la educación
para todos los niños y las niñas o mitigar las enfermedades.
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—Se va a coser el dedo al calcetín —observó Asiri con preocupación,
colocando las lentes sobre la nariz del señor Mundo—. Y ¿por qué es necesario este objetivo? ¡Nos ponemos a trabajar y ya está!
—¡Ay! —gritó el señor Mundo al sentir el pinchazo de la aguja—, ¡es
que no es tan sencillo! Tenemos que tener el convencimiento de que
podemos lograrlo y que todos los países cooperen para que la ayuda llegue
allí donde más se necesita…
—¿Y qué podemos hacer? —dijo Asiri observando cómo el agujero del
calcetín iba cerrándose con el hilo rojo….
El señor Mundo metió el pie en el zapato y, mientras guardaba sus
gafas en el bolsillo, miró solemnemente a Cheng y a Asiri y contestó:
—Todo lo que podamos para que cada día tomemos conciencia de
esto: lo que le ocurre a una persona, grande o pequeña, por muy lejos que
viva, por muy extraña que nos resulte su lengua, por muy desconocido que
nos sea su país, por muy difícil que sea llegar a ella, nos concierne…
—¿Nos concierne? —preguntó Cheng, extrañado.
—Quiere decir que todo lo que le ocurra a esta persona, es como si te
ocurriera a ti.
Y los tres se fueron caminando por la senda que lleva a las aventuras…
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A
c
t
i
v
i
d
a
d
e
s
para pensar, jugar y sonreír
El planeta conectado
El duende Zipi intenta explicar a los demás duendes por qué es importante colaborar. Les dice que el planeta está conectado. Cuando una
mariposa aletea al otro lado de la Tierra, se siente aquí. Ñam le mira
mientras se come un bocadillo de chocolate y responde con los carrillos
llenos:
—¡No lo entiendo!
—Está bien —contesta Zipi—. ¿Sabes de dónde viene el chocolate de tu
merienda?, ¿o los plátanos?, ¿el azúcar?
Aquí tienes varios países y varios alimentos. Intenta unir cada alimento con el país del que proceden.
Café
Perú/Chile
Chocolate
China
Tomate
Etiopía
Cebolla
México
Naranja
India
Patata
Perú
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El puzzle del mundo
Zipi ha traído un enorme puzzle del mundo para demostrar a sus amigos lo importante que es que todos colaboremos. ¿Puedes ayudarle?
Saca una fotocopia de esta página, coloréala y recorta las diferentes
piezas. Cada duende tiene una y hay que unirlas todas.
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Cadena de favores
—¿Cómo puedo ayudar a vacunar a un niño que está a miles de kilómetros de aquí? —pregunta Flo.
—¡Muy fácil! —responde Zalú—. Si consigues dinero para una vacuna se
lo puedes dar a la maestra Laura, que se lo dará a una ONG, que contactará con un hospital, que localizará al niño… ¡Cómo en la canción de la
rana!
Ayuda a Zalú a explicar cómo se organiza una cadena de favores colocando las palabras de esta canción:
rana – mosca – agua – araña – ratón – gato – perro – hombre
La rana cantando debajo del agua
Estaba la rana nadando
vino el ....... y la hizo callar.
debajo del .......
El ratón a la araña,
Cuando la rana se puso a cantar la ....... a la mosca,
vino la ....... y la hizo callar.
la mosca a la rana
La mosca a la .......
que estaba cantando
que estaba cantando
debajo del agua.
debajo del agua.
Cuando el ....... se puso
Cuando la mosca se puso a cantar a cantar,
vino la ....... y la hizo callar.
vino el gato y lo hizo callar.
La araña a la .......,
El ....... al ratón,
la mosca a la .......
el ratón a la araña,
que estaba cantando
la araña a la mosca,
debajo del agua.
la mosca a la .......
Cuando la araña se puso
que estaba cantando
a cantar
debajo del agua.
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Cuando el gato se puso
el perro al gato,
a cantar,
el gato al ratón,
vino el ....... y lo hizo callar.
el ratón a la araña,
El perro al gato,
la araña a la mosca,
el gato al ratón,
la mosca a la rana
el ratón a la araña,
que estaba cantando
la araña a la mosca,
debajo del agua.
la mosca a la rana
Cuando la vieja se puso
que estaba cantando
a cantar...
debajo del agua.
¡ni el mismo diablo la hizo
Cuando el perro se puso a cantar,
callar!
vino el hombre y lo hizo callar.
El ....... al perro,
el perro al gato,
el gato al .......,
el ratón a la araña,
la ....... a la mosca,
la mosca a la rana
que estaba cantando
debajo del agua.
Cuando el hombre se puso
a cantar,
vino una vieja y lo hizo callar.
La vieja al hombre,
el hombre al perro,
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El pastel
Zipi explica que sólo el 20 por ciento de las personas tienen un 80 por
ciento de todos los bienes. Las mujeres sólo un 10 por ciento.
¿Por qué hay personas que tienen tanto y otras tan poco? Imagínate que
Ñam tuviera que dividir este pastel entre los 8 duendes. ¿Cómo lo haría
para que a todos les correspondiera lo mismo? ¿Cuál es la diferencia
entre que Ñam se coma todo y que todos coman un poco?
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Un cuento diminuto que viene de África
Este es un cuento especial que habla de lo importante que es estar unidos
para conseguir lo que deseamos, pero también de cómo los más pequeños
pueden aportar una valiosa ayuda.
Hace mucho, mucho tiempo, había un pueblo que vivía en el norte de
África, cerca del Nilo, en un lugar llamado Madiki Na Kowe. Pero su gente
no era feliz, porque vivía sin libertad y sin esperanza de conseguir un futuro mejor para sus hijos e hijas.
Un día, Motsotji tuvo un sueño en el que su abuelo le decía: “Debéis partir al alba hacia el Oeste, hacia un lugar donde se encuentra el río más grande que jamás habéis visto. Detrás está el mar. Ahí seréis felices”.
Motsotji fue en busca del jefe de la comunidad y le explicó lo que había
soñado. Al amanecer, con los primeros rayos de luz, partieron en busca del
gran río.
Caminando, siempre caminando, se ayudaban en los momentos más
duros, cantaban cuando las fuerzas flaqueaban y, en las noches oscuras, se
contaban sus proyectos para la nueva vida. Guiados por las estrellas y el sol,
siguieron avanzando hasta que un día, de pronto, encontraron un río grande
y profundo, de aguas negras. Hicieron puentes con cuerdas, construyeron
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barcas, pero no pudieron cruzarlo. Motsotji y su pueblo se instalaron en las
tierras junto al río y allí pasaron los siguientes años.
Pasó el tiempo y Motsoji tuvo una niña. Un día, cuando estaba jugando
a la orilla del río, se le acercó un extraño animal. La niña puso un poco de
azúcar en la palma de su mano y se lo ofreció al animalito, que lo aceptó
encantado. Así, despacito y sin palabras, fueron tejiendo hilos de amistad y
complicidad. Se reunían en la orilla al atardecer, a la hora en que el sol teñía
de rojo la cima del monte. Pero la mirada de la niña se acababa perdiendo
siempre en el horizonte preguntándose si allí se encontraría el mar.
Una tarde, después de comer su ración de azúcar, miró a la niña y se
zambulló en el agua, una y otra vez, invitándola a cruzar con él. Venciendo el
miedo a la profundidad del agua y guiada sólo por la confianza, la niña lo
siguió hasta un camino de piedras escondido entre los troncos y lianas que
surcaban el río, y que unía las dos orillas. ¡Había cruzado!
Fue así como el pueblo que soñaba con el mar atravesó el río y continuó
su marcha hasta hallar el inmenso azul que habían visto en sueños, en una
tierra que hoy conocemos como Guinea Ecuatorial.
Y este largo viaje fue posible porque hombres, mujeres, niños y niñas
tuvieron un mismo sueño: encontrar un lugar donde vivir en libertad a la orilla del mar. Y esto fue posible gracias a la amistad entre una niña y un pequeño ser del bosque3.
3. Adaptado de “Rhwbe el animal que salvó al pueblo Ndowe”. En: Hernández Ripio, J. y A. Saínz
de la Maza: Cuentos de todos los colores. Barcelona: RBA, 2004.
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Podemos cambiar el mundo
Son muchas las personas valientes y decididas que han demostrado que
podemos hacer que el planeta sea mucho mejor. Abre bien los ojos y los
oídos. Prepara tu cabeza y el corazón porque lo que te voy a contar son historias de verdad.
- Hace unos años, en España, se hundió un petrolero frente a las costas
gallegas. El petróleo cubrió las playas y la costa dejándolas completamente
negras. Miles de personas mayores, jóvenes y pequeñas acudieron a limpiar el
chapapote consiguiendo con su solidaridad que los daños fueran mucho menores.
- En todo el mundo existen organizaciones en las que las personas colaboran para lograr cosas tan difíciles como hacer llegar libros o material sanitario a las aldeas más recónditas, trabajar para construir carreteras y puentes que acerquen la educación a todos y todas, sanear los pozos de agua para
luchar contra enfermedades... se llaman ONG, son organizaciones no gubernamentales en las que la solidaridad es el motor que les hace funcionar.
- En la India, Supriya Sahu, cansada de ver montañas de bolsas de plástico que se quemaban provocando la muerte de las plantas y los animales,
comenzó una campaña de información en las tiendas. Supriya explicaba que
era mucho mejor utilizar las cestas tradicionales de paja. Pronto se unieron
más personas y toda la ciudad dejó de utilizar bolsas de plástico.
- En Europa, el pueblo inglés de Modbury ha hecho algo parecido. Han
calculado que una bolsa de plástico se usa unos diez minutos de la tienda a
casa... pero tarda 100 años en desaparecer. Todos los tenderos del pueblo
han renunciado a utilizarlas. Proponen en su lugar que las personas compren
las bolsas de tela que fabrican en el mismo pueblo. Así no sólo evitan contaminar sino que, además, dan trabajo a sus habitantes.
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Ideas para actuar. ¿Qué puedo hacer yo?
¡No le des la espalda al mundo! Pídele a tu maestro o maestra que te
cuente qué dicen las noticias para así poder enterarte de lo que pasa
en el planeta.
¡Toda la ayuda es importante! Desde plantar un árbol, dar la bienvenida a un compañero o compañera o enviar una carta al presidente para
que se cumplan los Objetivos del Milenio!
Infórmate de las organizaciones que hay cerca del colegio y acércate
un día para ofrecer tu ayuda. Seguro que estarán encantados de que
colabores.
¡Participa siempre! En el colegio, en casa, en tu barrio. Lo que piensas,
lo que opinas es importante. Todas las aportaciones son imprescindibles para que el planeta vaya mejor.
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3. De cómo Silverio intenta desesperadamente
hacerse con todos los duendes del Milenio
—Será mejor que los metamos en la bañera —gruñó el señor Mundo al
contemplar a los duendes rebozados en chocolate.
Faltaban tan sólo dos horas para la ceremonia de la ONU y todo era
un caos. El esmoquin del señor Mundo le quedaba demasiado estrecho
y no lograba abrocharlo. Los duendes, Asiri y Cheng habían estado
tomando batidos y helados de chocolate y los churretes se deslizaban
por sus mejillas, manchando los trajes nuevos. La maestra Laura no
estaba mucho mejor: había tropezado con Ñam en la escalera, su vestido se había enganchado con un clavo y una enorme raja dejaba su espalda al aire.
—¡Qué desastre! —gritó—. ¿A quién se le ha ocurrido la idea del helado? ¡Cheng!, ¡Asiri! Pensaba que teníais más cabeza… ¡Qué horror! No
vamos a llegar. ¡Después de todo lo que hemos pasado para reunir a todos
los duendes! Y ahora nos vamos a presentar con estas pintas…
—Bueno, calma —dijo el señor Mundo—. Por favor, Asiri, pilla a Zipi y
a Flo y llévalos a la bañera. ¡Glup! ¡Deja de tirar de las coletas a….! ¡Haced
el favor de estaros quietos mientras os lavamos! —gritó, poniéndose rojo.
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Después de mucho gritar, por fin consiguieron meterlos a todos en la
bañera. Los duendes, muy emocionados por este baño inesperado, iniciaron una competición de natación, escurriéndose entre las piernas de
Cheng y Asiri…
—¡Qué barbaridad! —dijo la maestra Laura, mientras se apartaba un
mechón de la cara—. Esto es peor que estar a cargo de una manada de
chihuahuas. ¿Me puede pasar el champú para lavarle el pelo a Asiri? —le
preguntó al señor Mundo.
—Creo que está en el armario de la entrada. Por cierto, vamos a necesitar algo de ropa: la que llevan puesta está toda llena de chocolate.
—Escuchad —dijo la maestra—. El señor Mundo y yo vamos a irnos un
momento de compras. ¡No-os-mo-vá-is-de-a-quí! No podemos llegar
tarde a la ONU. Nos esperan los representantes para recibir los Objetivos
del Milenio. Hemos salido de todo tipo de aventuras… ¡y resulta que conseguir que estéis listos y presentables va a ser lo más complicado! ¡Zipi,
deja de pintarrajear a Flo!
—Asiri, Cheng: ¡Os quedáis de responsables! —dijo el señor Mundo
mientras salía de la habitación del hotel del brazo de la maestra Laura—.
Así que, ¡a ver qué hacéis!
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Silverio que, además de ser malo, era muy testarudo, llevaba un buen
rato esperando escondido tras la puerta el momento oportuno para volver
a intentar raptar a los duendes del Milenio. Y a pesar de que sus dos compañeros habían insistido en que no lo hiciera, allí estaban los tres,
fumando nerviosos e inquietos.
Ni el señor Mundo, ni mucho menos la maestra Laura se dieron
cuenta de nada, enfrascados como estaban en una discusión sobre quién
era el responsable del desastre del chocolate… momento que los malvados aprovecharon para entrar en la habitación de nuestros amigos.
Una vez más, el destino jugó en su contra: Silverio resbaló sobre una
pastilla de jabón que se les había caído a los duendes durante la batalla
naval, y se estampó contra la pared. Alertados por el ruido, los duendes
saltaron sobre los malvados intentando hacerse con ellos.
—¡Quitadme a estos pequeñajos! —gritaba Silverio.
Pero sus amigos, en lugar de ayudarle y más que hartos de hacer el
ridículo, salieron corriendo por la escalera de incendios.
—¡Ahora verás! —dijo Cheng, y juntando sus dedos índice y pulgar
sopló entre ellos, creando una gran pompa de jabón que encerró a Silverio
entre sus paredes.
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La pompa se empezó a elevar despacio, despacio… Los duendes y
Asiri la alejaron, soplando sobre ella en dirección a la ventana, consiguiendo que volara con Silverio dentro. La brisa de la noche hizo el resto.
Silverio, encerrado en la burbuja de jabón, voló sobre la ciudad Nueva
York.
Cuando la maestra Laura y el señor Mundo llegaron con la ropa nueva,
se encontraron a los duendes, a Asiri y a Cheng durmiendo bajo la colcha.
Y es que tantas aventuras les habían agotado…
La ceremonia
No faltó nadie. Representantes de todos los países vestían sus mejores galas para una ocasión única. La sala estaba abarrotada de caras expectantes que esperaban a que nuestros amigos hicieran su aparición. Desde
la calle, miles de personas seguían el acontecimiento a través de unas
pantallas gigantes. Las televisiones de todo el mundo retransmitían la
noticia en todos los idiomas. Era un acontecimiento mundial. Los
Gobiernos iban a recibir a los duendes. Se cumplirían los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Nueva York era una fiesta. Todos estaban contentos.
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¿Todos? Bueno… Alguien lloraba de rabia. Era Silverio, quien, con la nariz
aplastada contra el cristal de la ventana, observaba lo que ocurría en la sala.
—Silverio —le decía Tontón—, no hagas ruido, intenta mostrar indiferencia, que no se note que estamos enfadados y aquí escondidos.
—¡No puedo! —gritaba Silverio— ¡Se acordarán de mí!
—Pues no parece que les importe —dijo Miserable—… Mirad, por allí
van…
En efecto, las puertas de la sala de la ONU se abrieron y nuestros amigos hicieron su entrada. En primer lugar el señor Mundo y la maestra
Laura, impecablemente vestidos con sus trajes de gala… aunque al señor
Mundo le quedaba un poco pequeño el esmoquin y tenía la pajarita ladeada. Detrás, Cheng y Asiri, saludando con la mano, y, en fila, los duendes
del Milenio, vestidos y peinados.
Toda la sala se puso en pie para aplaudir a los héroes. Los fotógrafos
no paraban. Los flashes deslumbraban a todos. Recorrieron el pasillo que
les separaba del escenario sonriendo, con la cabeza bien erguida, tal y
como les había recomendado la maestra Laura. Allí el secretario general
de la ONU les esperaba. Cuando llegaron hasta él, les abrazó uno a uno.
El señor Mundo entregó el pergamino que contenía la promesa de
todos los Gobiernos de cumplir los Objetivos del Milenio, con gran
solemnidad. Uno a uno, los duendes saltaron y desaparecieron en el pergamino. Habían conseguido su objetivo: trabajar por un mundo mejor.
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Y aquí acaba esta aventura. La maestra Laura, el señor Mundo, Cheng
y Asiri volvieron a su vida de siempre en la aldea…
Ya sé que os preguntaréis dónde están Silverio y sus amigos. Pues
imagino que planeando maldades, en algún lugar. Pero lo importante es
que, hagan lo que hagan, nuestros amigos siempre estarán vigilantes.
Y, claro —diréis—, ¿qué ha pasado con los duendes del Milenio? Pues
están viajando por todo el mundo. Están en las escuelas, en las ONG, en
los hospitales, en las aldeas… y probablemente muy cerca de cada una y
cada uno de vosotros. Aunque no podáis verlos, estarán ahí, muy cerca,
cada vez que hagáis algo por ayudar al planeta.
Y, sobre todo, no olvidéis que la aventura sigue: nos quedan unos años
para llegar al 2015, ¡pero que nadie se duerma en los laureles! Tenemos
que conseguirlo. Seguro que, entre todos, lo lograremos.
¡Hasta pronto!
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Las preguntas al señor Mundo
y a la maestra Laura
—¡Esto es un desastre! —dijo la maestra Laura echándose las manos a
la cabeza.
Asiri y Cheng estaban sentados encima de una gran maleta, presionando para que el señor Mundo pudiera cerrarla. A su alrededor, una
montaña de cosas esperaba su turno para ser introducidas en un gigantesco baúl.
—No tardo más de un segundo —dijo el señor Mundo, intentando cerrar
la presilla de la maleta—, ¡enseguida estaremos listos para volver a casa!
—¿Pero cómo que enseguida? —contestó la maestra Laura—. ¡No
puede llevarse todo esto! ¡Es una locura! No vamos a caber en el coche con
tantas maletas y, además, casi todo está roto. Señor Mundo, por una vez,
haga el favor de escucharme y razone un poco: hay que deshacerse de las
cosas que no se usan… ¡Mire! Esta tostadora tiene los cables rotos y este
reloj no tiene manillas. ¿Y qué me dice de esta silla con tres patas? Ya sé
que son las cosas que robaba Silverio, pero él ahora ya
no está… y todo esto puede ir al basurero. Ya
no son de nadie.
—Pues yo creo que se pueden utilizar
—contestó tozudo el señor Mundo—, sólo
están un poquitín rotas.
Asiri, que abrazaba contra su pecho un
oso al que le faltaba un ojo y cuyas tripas salían por un descosido, apoyó al
señor Mundo diciendo:
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—Podemos elegir aquellas cosas que pueden reutilizarse y abrir un mercadillo en la aldea ¿verdad? Y lo que no nos valga, pues lo reciclamos, ¿no?
La maestra Laura suspiró. No entendía muy bien el empeño de su
amigo por coleccionar cosas rotas. Tal vez pensaba en ayudar pero nunca
conseguía arreglar nada. Pero estaba claro que tendría que ceder un poco.
Así que comenzó a seleccionar los objetos en mejor estado, para llenar las
maletas. Cuando estaba doblando con cuidado los esmóquines y los calcetines, notó algo raro, como si alguien la estuviera observando.
—¿Qué habrá sido de Silverio? —preguntó Cheng desde dentro del baúl.
—¡Me has leído el pensamiento! —contestó la maestra Laura—. Me
imagino que tendremos noticias suyas muy pronto.
—Pero si la ONU ha firmado los Objetivos del Milenio, ¡ya no tiene
nada que hacer! —contestó Asiri.
—¡Uy que no! Es verdad que se ha firmado el compromiso de conseguir los objetivos, pero ahora hay mucho trabajo y no creo que Silverio y
sus amigos dejen de intentar fastidiarlo todo —dijo el señor Mundo desde
debajo de un montón de tuercas.
—¿Y los duendes? —continuó Asiri.
—Aquí, allí… en todos aquellos lugares en los que se trabaja por un
mundo mejor, en todas las escuelas del mundo hay duendes del Milenio.
Son las niñas y los niños como vosotros los que pueden aportar ilusión y
energía para trabajar para que se consigan las ocho promesas.
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La cabeza de Cheng se asomó por la rendija del baúl para comentar
intrigado:
—¿Y creéis que los niños y las niñas verán a los duendes? Son muy
pequeños y muchas veces se hacen invisibles.
La maestra Laura abrió la tapa, y ayudando a Cheng a salir, le contestó:
—Estoy segura de que sabrán que están allí. Basta con que crean en
ellos. No importa que no se dejen ver con facilidad. ¡Vosotros los encontrasteis! Y ahora, guarda todas esas cosas y cierra el baúl. Se está haciendo
tarde...
Nuestros amigos terminaron por fin de hacer las maletas y las cargaron en el coche. Comenzaba un largo viaje de regreso a casa. Desde el
asiento de atrás, Asiri y Cheng agitaban la mano, diciéndoles adiós a los
duendes. Asiri suspiró: aunque todo había sido muy emocionante, estaba
contenta de volver a casa y a la escuela. Después de tantos saludos y de
estrechar tantas manos en la ceremonia de la ONU, sentía que estaba
bien poder quedarse un poco solos.
¿Solos?… ¡No! En el portaequipajes, apretado entre las maletas, iba
un viejo conocido… era Silverio.
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A
c
t
i
v
i
d
a
d
e
s
para pensar, jugar y sonreír
Retratos
Cheng está colocando las fotografías de las aventuras de los duendes
en un álbum, ¿le ayudas a escribir el nombre de cada duende y el objetivo al que representa debajo de su fotografía?
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El telediario
Hoy en el telediario hay excelentes noticias: se ha conseguido alcanzar
los Objetivos del Milenio. ¿Puedes ayudar a la presentadora?
Hoy queremos informarles que en el mundo:
Se acabaron las guerras, porque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Todos los niños y niñas tienen educación, porque . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Las madres pueden . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Hemos acabado con enfermedades como . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Nadie pasa hambre ni . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Mujeres y hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
Hay medicinas para . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
En mi ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
En el fondo del mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..........................................................
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Una lista de propósitos
Cheng está escribiendo una lista de propósitos para conseguir los
Objetivos del Milenio. Hay muchas cosas que tienen que hacer los políticos, pero también hay mucho que puedes hacer tú. ¿Puedes ayudar a
Cheng? ¡Tienes que escribir hasta diez!
11. Plantar un árbol y cuidarlo.
12. Compartir las tareas de casa.
13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
14. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
15. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
16. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
17. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
18. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
19. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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La poesía del Milenio
Lee esta poesía, es la poesía de los duendes del Milenio. ¿Qué más cosas
quieres tú? Haz una lista de al menos cinco cosas que quieres que se
cumplan y que les deseas a tus compañeros y compañeras.
Yo quiero…
Yo quiero…
Que me prometas que soñarás
Al señor Mundo escribir
Que un día todo será
Contarle que con mi energía e ingenio
Como yo te cuento hoy
En todo le puedo apoyar
Para conseguir que los objetivos
Yo quiero…
Se lleguen a realizar
Que Silverio se vaya al mar
Parta en un barco velero
Yo quiero…
Para buscar caracoles
Que sientas que no estás solo
Perderse muy lejos
Que a pesar de la distancia
Y en el firmamento, desaparecer Puedes contar conmigo
Yo quiero…
Y en la puerta de tu casa
A los duendes ayudar
Dejarte este presente
Regalar un remiendo y un cosido Una cesta de bienmesabe
Un zurcido de hilo azul
Medio kilo de esperanza
Para los rotos de este mundo
Una taza de justicia
Deshilachados de injusticia
Y esta ayuda de mi parte
Yo quiero…
Sentir que puedo hacer algo
Aunque parezca todo tan lejos
De mi casa y mi barrio
De mi escuela y de mis juegos
De mi camino y mi destino
Quiero prestar un trocito de mi vida
Para los duendes ayudar
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Un cuento diminuto del señor Mundo
Sé que lleváis tiempo preguntándoos quién es Silverio, sobre todo tú, que
sospechas que nos conocemos desde hace tiempo. Y tienes razón, no te voy
a decir que no, porque eres una persona demasiado inteligente y no puedo
engañarte. En realidad Silverio y yo fuimos amigos en otro tiempo.
Os estoy hablando de hace muchos, muchos años; tantos, que lo que
ocurrió ha quedado borrado de la memoria de la Humanidad. Os estoy
hablando del principio de los tiempos, cuando la Tierra era un lugar donde
todo estaba por descubrir y tanto tendríamos que vivir.
Por aquel entonces, no éramos muchos. En nuestra aldea, entre niños y
niñas, mayores y jóvenes, apenas alcanzábamos las cinco decenas. Vivíamos
en el bosque, junto al río que lleva la vida. Nuestras casas de caña y junco
se confundían con los altos árboles y la espesura de la hierba. Nos llamábamos tomanwa, los que están cerca de la Tierra, porque nuestra aldea estaba situada en el centro mismo del mundo. Allí donde puede escucharse
el sonido de los cuatro vientos. Allí donde van a pasar sus últimos días
los elefantes. Allí donde los ruidos de la noche y el día se confunden. Los
que vivían lejos nos buscaban para interpretar los secretos más escondidos. Decían que éramos capaces de entender el lenguaje de todas las
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criaturas que habitan sobre la Tierra. Que escuchábamos el susurro de la
noche, las risas de las luciérnagas y el canto perezoso de las piedras.
Y tenían razón.
Cada noche, alrededor del fuego relatábamos lo ocurrido a lo largo del
día. Tanto había por descubrir que a cada momento nos encontrábamos con
un misterio. “¿Sabéis dónde se esconden las musarañas?”, preguntaba uno.
“¿Y cómo cantan las currucas?”, decía otro. “¿Cómo encontrar níscalos?”,
respondía otro. “¿Cómo sanar las torceduras?”, decía otra... Y así hasta que
con las luces del alba nos vencía el sueño.
Es tanto lo que aprendimos… Tantos idiomas que conocimos. Tantas sensaciones que vivimos que un día sentimos la necesidad de guardarlas en algún
lugar para que nadie olvidara ni uno de los regalos de la naturaleza.
Así, sobre hoja de yuca fuimos escribiendo todas las palabras que nombran el mundo. Desde la más difícil como “ornitorrinco” hasta la más simple
como “sol”. Las palabras oscuras como “noche” y aquellas que iluminan como
“luz”. Las que son cortas como “sal” a las más largas como “aguzanieves”. Las
palabras que se mastican como “regaliz” y las que inspiran buenas intenciones como el “nomeolvides”. Palabras que unen a los pueblos como “paz”.
Palabras que nos hacen crecer como seres humanos, “justicia”, o palabras
que vuelan como “libertad”. Palabras que nos recuerdan que todos y todas
somos iguales, “hermandad”.
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Éramos un pueblo pacífico y solidario. Por eso no admitimos palabras
que no trajeran la felicidad. Muchos de nosotros ni siquiera conocíamos las
palabras “hambre”, “guerra” o “tristeza”. Y aquellos que sabían de ello nunca
las escribieron porque preferían olvidarlas.
Guardamos cada palabra con un dibujo que la representaba y una leyenda que hablaba de los secretos de la vida en una caja construida con la
madera de un haya milenaria. Cuando ya habíamos reunido todas las palabras, mi pueblo decidió nombrar a dos guardianes que custodiarían el tesoro de nuestra memoria por los siglos de los siglos.
Kurdak y yo fuimos los elegidos. Entonces yo no era el señor Mundo,
sino Yarko, “el que camina lejos”. Fue un honor que confiaran en nosotros
para guardar la caja de las palabras. La gran sanadora nos dijo: “Aquí tenéis
la memoria de la vida. Cuidad de que cada hombre y cada mujer que viven
sobre la Tierra conozcan todas las palabras. De esta forma siempre reinarán la paz y la justicia”.
Y así fue durante mucho tiempo. Venían a vernos de los confines del planeta y siempre encontrábamos la palabra adecuada para sanar, para soñar
o para amar. Nadie se iba sin su palabra.
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Con el tiempo Kurdak comenzó a ponerse nervioso haciendo honor a su
nombre, que quiere decir “el que está inquieto”. Abría la caja de las palabras
a cada instante para ordenarlas sobre la arena, encenderlas como ascuas o
hacer montoncitos como si fueran guijarros. Y poco a poco comenzó a sentir el deseo de quedarse para sí mismo lo que pertenecía a todo un pueblo.
Una noche, cuando dormíamos, Kurdak cogió la caja de las palabras. La
escondió bajo su túnica y corrió como una sombra, atravesando los límites
del bosque. Al amanecer descubrimos la traición. Organizamos una expedición que salió en su búsqueda con la finalidad de que razonara y volviera con
nosotros.
Divididos en pequeños grupos, hombres y mujeres rastreamos los bosques y las llanuras, siguiendo su rastro. Yo estuve muy cerca, tan cerca que
pude rozar su hombro. Vi sus huellas sobre la arcilla todavía bañada por el
rocío, justo antes de que desapareciera por la gran cascada del río.
Kurdak cayó. La caja se abrió. Las palabras salieron volando por el aire.
Las palabras llevadas por el viento se dispersaron por toda la Tierra.
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Mi pueblo perdonó a Kurdak. Pero él no quiso el perdón. Siguió corriendo y corriendo hasta que se transformó en una sombra de sí mismo.
En cuanto a mí, prometí volver a reunir todas las palabras que nombran la vida. Prometí cuidar de la Tierra y de todas las criaturas que en
ella habitan.
Han pasado muchos, muchos años. Kurdak se volvió sombra, y más
tarde, Silverio.
Ahora soy el señor Mundo. Vivo en un pequeño pueblo con una escuelita. La maestra Laura, Cheng y Asiri son mis amigos y compañeros de aventuras.
Cuando había perdido toda esperanza de volver a recobrar las palabras,
encontré de su mano la ilusión necesaria para seguir buscándolas y trabajar
para que la Tierra sea un lugar mejor para vivir.
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¿Quién es este duende?
Zipi
Si quieres a Zipi conocer,
a otros te tendrás que unir
para entre todos y todas construir
el mundo que queremos sentir.
Zipi llega cuando juntas trabajamos.
Zipi aparece cuando todos soñamos.
Si quieres a Zipi llamar,
con tus amigos lo tendrás que intentar.
Su nombre en alto pronunciarás,
y por el bien trabajarás.
Zipi llega cuando juntas trabajamos.
Zipi aparece cuando todos soñamos.
Si quieres mañana poder comprobar
que entre todos lo hicimos mejor,
coopera conmigo para lograr
que más justo y bello sea este lugar.
Zipi llega cuando juntas trabajamos.
Zipi aparece cuando todos soñamos.
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Flo
Flo está en el aire
Flo está en el agua
Flo está en la noche
y en la madrugada.
Flo es un misterio
que nos da la vida
duende de las plantas
y los animales.
Flo está en la oruga
y en el cocodrilo
en la madreselva
y en la margarita.
Flo es una duende
llena de alegría,
cuida del rocío
y de las raíces,
siembra desde el sur
y también del norte.
Flo está en la tierra,
Flo está en el mar,
en el polo sur
y en aquellos bosques.
Trabaja sin descanso
cuidando aquí y allá
que cada rincón
se llene de vida.
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