Año XXXIII. Núm. 38. Madrid, 15 de octubre de 1889

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AÑO XXXltì.— NÚM . XXXVIII.
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Madrid,
SUMARIO.
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S rr'L i:: 1 fin to a r t is t ic o . V in ta ce n e ra i d e liu e n o - A n i » tom ada .lesile cl
R i, . iP la P ia la .
\lu a k .le P a.m ero» V ( upnanli i M p u e rto , v i-to ., desile
i l P iata.— I.a C ati'.li-»l y f i P ulncn ' e p i - c o p ili. f . i la p la / .i de l i V ic to ria .—
1 l ! ..IO !' 1 t i " l ' l : 111'» N .a e io iu l,— I m i t i " . di- lu ;ij l,i de :vu i.t 1 elicila*..
(E o li.e r-ilia . . U r l i l o . .!• U . S am u el I l o - I l , (lv B u i no - A ire - , re m itid a s p» t
■I l ) r . R oO rieuva ;
210
LA ILU STRA CIÓ N E SP A Ñ O L A Y AMERICANA.
CRÓNICA GEN ERAL.
t o
— Es muy sencillo: cargarán de tabaco los cañones y fu­
marán los artilleros.
— V si el humo es cosa mala, ¿nadie podrá fumar en los
ejércitos?
— Habrá tabaco sin humo, ó tendrán los fumadores la
obligación de tragárselo.
; A persecución de partidas de juego en los
c reñios de recreo de Madrid ha continuado.
:lunílUB t'" " JTiiuMirj menos ardor, en estos
['¡iCA Q ü c C dias, ya porque la autoridad judicial á quien
— Se llama pólvora sorda á la que no produce ruido: ¿es
i
encomendada no pueda, por sus rnúlpropia la expresión?
tJI tiples funciones y escaso personal, dedicarse
— N o, señor.
L ? ' continuamente a esta tarea, ya, y es lo más pro— ¿Cómo la deberían llamar?
hable, porque los circuios se hayan abstenido
— Pólvora muda.
de continuar las partidas, limitándose a juegos com­
— ¿Y á la que no hace humo?
pletamente lícitos.
— Pólvora rasa, porque no obscurece el cielo.
La inesperada v repentina salida de Bulgaria del prin­
Sucede con el juego lo (pie con el duelo: ambrs
cipe Fernando, su aparición en Viena y su entrevista en
son delitos penados por el Código, pero delitos artificiales
— Mamá, ¿no son aquéllos los moros de la Embajada?
Munich con su madre, están dando ocasión á murmuracio­
en que no rechaza la opinión la cosa en si misma, sino por
— Tienes razón : son ellos.
nes, cálculos y todo género de conjeturas acerca de tan mis­
las circunstancias en que se verifica. Nadie queda deshon­
— ¿Cómo salen en un día de lluvia: Se están mojando.
terioso viaje. Se ha hablado de asuntos matrimoniales, de
rado por jugar lo suyo lealmente, ni por buscar en e! azar
la necesidad de hacer un empréstito, v basta se ha relacio­ Ya son moros bautizados.
ganancias rápidas con que se trata de cubrir necesidades
nado con la visita del Czará Berlín esta salida, que parece
apremiantes, ni tomarle por diversión costosa, ó buscar
! una escapatoria de estudiante. Algunos periódicos france­
— ¿Oué hicieron los moros cuando llegaron á la fonda?
en él lo (pie el trabajo, aquí tan problemático y poco re­
— Preguntaron cuál era el Norte para hacer sus oracio­
ses han supuesto que era una salida definitiva del princi­
munerado, no produce. Pero es indudable que el acto de
nes mirando hacia la Meca.
pado la del ¡oven soberano, y respecto de Bulgaria, por
jugar se presta á estafas, abusos y crímenes materiales y
— ¿Y cuando no tienen á quien preguntar?
mucho (pie se invente, nada iguala á la realidad novelesca
morales que caen bajo la sanción penal. no ya de! Cndigo,
— Rezan con brújula.
de su historia contemporánea.
hablamos en otro sentido, sino de la conciencia pública,
que rechaza, por lo tanto, noel juego mismo, sino los de­
José F ernández B rf. món.
sastres que el juego puede ocasionar. Viene á ser el juego
Volviendo á la entrevista del Czar, si ha parecido vaso
como esos abismos abiertos (pie convidan al suicidio, pero
el brindis del emperador Guillermo por referirse á la amis­
al lado del cual pasan otros sin riesgo: si la sociedad tu­ tad tradicional de las dos casas reinantes, lo ha sido aún |
N U E S T R O S GRABADOS.
viera rnedii s de impedir que haya rios donde uno pueda
más la contestación del Soberano de Rusia, que no lia he­
ahogarse, torres desde donde precipitarse, armas y venenos
cho sino repetir cortésmcnte la salutación. El Czar brindó
BUENOS AIRES.
con que darse la muerte, nadie se opondría á su adopción.
después p r el Principe de Bismarck. que escuchó el brin­
Perosi esto es tan imposible como evitar el juego, y si éste
Antes de explicar los grabados que publicamos en el presente
dis levantado, vació su copa, y se inclinó profundamente.
número, dedicados en su mayoría á la próspera ciudad de Bue­
no es un crimen repulsivo á la conciencia, sino un vicio (pie
Entonces el Emperador brindó por el Embajador ruso en
nos Aires, crceíñns oportuno un roneiso bosquejo histórico, geo­
se condena por el abuso que de él se cometa, y en el cual
Alemania, que hizo la misma ceremonia. En la recepción
hav tantas lases y categorías como se comprenden desde
oficial que hubo después del banquete, el Czar habló lar­ gráfico y estadístico de la República Argentina, sirviéndonos de
guia recientes publicaciones oficiales que se han dignado facili­
comprar un décimo de la Lotería basta robar con barajas
gamente con el Principe de Bismarck, y teniendo en cuenta
tarnos los Sres. Castellanos, cónsul v vicecónsul de aquella na­
preparadas, y tantos medios de jugarse la fortuna, como la su salud, que no le permite estar de pie mucho tiempo, le
ción en esta corte, y a cuya fina galantería quedamos sincera­
Bolsa, los negocios arriesgados; si en la sociedad depende
hizo sentar en un sillón, mientras él permanecía de pie,
mente recoma idos.
del azar basta la vida: si todo en ella está sometido á com­ acto de consideración (pie suaviza la rigidez de aquellas
Buenos Aires, situada en fértil llano á la orilla austral del
Río de la Plata, á los 3+0 30' latitud Sud y 38" 23' longitud
binaciones misteriosas tan obscuras como las leyes con qué
fiestas diplomáticas.
Oeste, debió su fundación al capitán español Mendoza, en 1333,
las cartas se mezclan entre si barajadas ácapricho.¿no hay
y habiendo sido destruida por los indios, no fue colonizada hasta
algo de pueril en perseguir un fantasma intangible que se
Conviene, para lijar el estado de los ánimos en Alema­ el año 1580: en aquel periodo de conquista y población de los
burla de las persecuciones, v cuanto más se oculta más
países llamados Del /‘/nía, se crearon y organizaron en primer
nia. tomar nota y hacerse cargo de algunos párrafos que
libremente comete sus excesos:
lugar los tresgobiernos de Paraguay, Córdoba del Tucuman y
dedica
f.tt
(irtivYrf
<
/r
Cnl<>nin
a
la
entrevista.
No defendemos el juego, porque sabemos que apasiona
Buenos Aires, que dependían del Virrey del Perú, el cual tenía
"El Czar no obtendrá del pueblo de Berlín la misma
y seduce, basta el punto de que para alimentar esa pasión
entonces potestad administrativa hasta el Cabo de Hornos; y
acogida
que
los
monarcas
de
Italia
y
Austria-1
lungria.
El
posteriormente el Gobierno español, atendiendo a los progresos
se roba y se cometen acciones vituperables: aunque, si
huésped de nuestro Emperador será recibido, iniUnlablede la: nucías colonias, y a la gian distancia que las separaba de
por las malas consecuencias que puede producir se fuese
á perseguir todo lo tentador, temida la autoridad que* ex­ meiito . con respeto, pero no con aquel caluroso entusias­ la capital del Peni, constituyo el virreinato de Buenos Aires, in­
mo que se expresó en el verano último de una manera tan
corporándole vastísimos territorios, v confirió el titulo de virrey
pulsar del mundo á las mujeres, por las niales se juega, se
al capitán general 1*. Pedro de Zeballos.
natural, grandiosa y espontánea.
roba y so asesina. Pero también hay un hecho indudable:
Fáciles segtiii desde entonces la historia de la formación y
"Y
es
que
la
situación
política
se
lia
transformado
por
si se roba por jugar, también se deja de robar por haber
progre os de la actual República Argentina : la Real cédula de
completo despilé:, de la entrevista de Skiernicwíce. No
ganado al juego.
creación del virreinato de Buenos Aires tiene la fecha de 8 de
existe aquella triple alianza que terminó con la retirada de
Agosto de 177b, reinando Cario- III; la Provincia de Cuyo, con
La persecución de estos (lias: el dualismo que existe,
acerca de sus limites, entre la autoridad judicial y la g u ­ Rusia, y en lodos los circuios políticos se tiene la convic­ sus límites hasta el Estrecho de Magallanes, que formaba parte
ción de que la visita del Czar sólo es un acto de cortesía
de la Capitanía General de Chile, filé separada de esta para
bernativa, ha puesto sobre el tapete la eterna cuestión de
hacia un soberano pariente y amigo, pero que no ha do agregarse a la nueva demarcación ; la del Paraguay se unió tam*
principios respecto del juego. Y como parece que se trata
híén al Virreinato de Buenos Aires, constituyéndose en provin­
conducir a arreglos ni tratados políticos.»
de adoptar decisiones trascendentales, nosotros manifes­
cia. y por la Real ordenanza de Intendentes, que era la constiEntretanto
las
correspondencias
de
Alemania
nos
ha­
taremos nuestra opinión.
tucb 11 administrativa del Virreinato de Buenos Aires, así romo
El juego es irremediable: la persecución no es sino i blan de. la excelencia de la pólvora sin humo de (pie se ha 1 por diversas Reales cédulas expedidas por los monarcas españoles,
esta dilatadísima colunia estal a dividida en ocho gobiernos ó in­
echarle de un lado para que se coloque en otro más octil- 1 dotado al ejército de aquel país, y de la táctica creada
para las modificaciones que introduce en las maniobras
tendencias, a cargo de oíros lautos gobernadores nombrados di­
t o : y si es irremediable, nos parece menos malo vigilado
rectamente por el Rey ¡dichas intendencias eran : ¡a de Buenos
que oculto y sin vigilar. Entre la avaricia, que esconde aquella nueva forma de combate, La nube protectora que
antes envolvía las masas de tropa y haterías después de
Aires, que comprendía la capital y ten Eolio de la provincia
improductivamente un capital , acto licito, y el jugarle y
hasta el Estrecho de Magallanes. Santa fe, Entre-Ríos. Corrien­
roto
el
fuego,
ya
no
existirá
para
los
alemanes;
pero
en
devolveije á la circulación, paia la sociedad es preferible
tes, .Montevideo y toda su campiña hasta el ruar, y los treinta
cimillo
tampoco
sus
disparos
dejarán
como
rastro
y
blanco
jugarle. La libertad de la usura y la persecución del juego
nucidos de Misiones sobre el Uruguay, porque Montevideo y las
son incompatibles. Contra éste hav la defensa social de columnas de humo que atraigan los proyectiles enemigos.
Misiones tenían gobernadores militares que también se hallaban
No
nos
dicen
si
esa
pólvora
huele,
cotiv
la
que
nosotros
subordinados a la autoridad de Buenos Aires; la intendencia de
declarar a un hombre pródigo: contra aquélla, nada : todo
conocemos, o si es inodora y sin ruido. Pero desde luego
Córdoba comprendía la provincia de su nombre v las de Mendo­
el organismo judicial se pone a sus órdenes, para que el
robo moral, en forma de contrato que arruina á una fami­ so comprende que las batallas del porvenir serán silencio­ za, San Juan del Pico, San Luis de I.oyola y Rioja: la de Salta,
su provincia y las de San Miguel del Tucumán. Santiago del Es­
lia, se efectúe con solemnidad. Conque no seamos hipócri­ sas y cada vez menos animadas. Desaparecerán millares de
tero, Jujuv, Catamarón y Tarija ; la del Paraguay, los limites de
soldados
sin
saber
que
el
combate
ha
empezado,
y
saldrán
tas basta el punto de lingir que velamos con tanto em­
la antigua gobernación de la Guaira; la de Cochabamba, esta
ilesos
otros
sin
sospechar
que
se
han
batido.
pello por el dinero que cada cual lleva en su bolsillo. ¿Se
ciudad y toda la prov incia de Santa Cruz de la Sierra: la de la
o
trata de hombres independientes que pueden hacer lo que
Paz se extendía a las provincias Lampa, Caral aya y Azangaro;
« o
gusten de esos fondos, sin más responsabilidad que lo li­
Entre las victimas que ha producido en Madrid el cam­ la de la Plata, era toda la provincia de Charcas, v finalmente, la
cito o ilícito de sus acciones: No podemos evitar que mal­ bio brusco de temperatura, pues hemos pasado repentina­ de Potosí comprendía las provincias de Porro, Chayanta, Atacania, Lipes y Chichas, habiendo sido separada Tanja de esta
gasten y
arruinen. ¿Se trata de hitos de familia y jóve­ mente del verano al invierno, recordamos las siguientes
nes inexpertos: Pues dése á los padres facilidad de vigi­ desgracias, ocurridas áqueridos amigos nuestros: D. Gus­ intendencia en ISO" para agregarla á la de Salta: existían, por
último, en esta región, sobre el Chaco, los gobiernos militares de
larlos.
tavo Reina, hijo del general del mismo apellido y here­ Moxos y Chiquitos, que estaban, como los de Montevideo y Mi­
Si el juego no -,e puede evitar, lo más práctico sería
siones. subordinados al Virrey de Buenos Aires, en quien se
dero de su titulo, lia tenido la desgracia de perder á su
convertirle en una r uta del Estado, ampliación de otra ya joven y bella esposa.
concentraban la superior autoridad y omnímodas facultades.
El 9 de Julio Je 1S16 quedo consumada la revolución, decla­
existente. Con la circunstancia d equ e, cuando c-1 Estado
El aplaudido autor dramático D. Vital Aza , y el repu­
rándose la independencia de la nación eri el Congreso de Cór­
no admite esa renta, uclen no rechazarla para si algunos
tado periodista, mayor del Congreso. D. Manuel Fernan­ doba del Tucuman.
funcionarios.
dez Martin, han sufrido respectivamente la pérdida de sus
Antes de esta declaración, el Gobierno de Montevideo se ha­
señoras madres.
bía desligado de Buenos Aires, en 1809; después, la provincia
del Paraguay se constituyó en Estado independiente, en 1812;
Y nuestro amigo D. Pedro Muchada ha tenido el senti­
Ha llegado á Madrid la Embajada del Sultán de Marrue­
las cuatro provincias del Alto Perú, autorizadas por una ley del
miento de perder á su padre, el Excmo. Sr. D. Juan Pedro
cos. después de haber desempeñado ante el Gobierno
Congreso Argentino, de 1825, se organizaron en gobierno pro­
Muchada
,
senador
del
reino
y
persona
querida
y
respe­
francés las mismas funciones diplomáticas. No hay sino
pio con la designación de República Boliviana ; la misma pro­
motivos para que obtengan de nosotros una acogida afec­ tada.
vincia de Montevideo, después de largas discusiones con el Go­
En tan breves y tristes lineas tenemos que dirigir nada
tuosa. Las baterías moras han saludado a nuestra bandera,
bierno del Brasil, fué también declarada independiente por el
y debemos honrar su representación, ó somos menos cor­ menos que cuatro pésames á personas á quienes profesa­
tratado de 1S2S, 3- hoy constituye la República Oriental del
Uruguay.
teses. Nuestra política tradicional lia tenido, á decir ver­ mos verdadera estimación.
Resumiendo: la República Argentina, formada por catorce
o
dad, miras belicosas respecto de nuestros vecinos: pero
o o
provincias en que fueron subdivididas las tres primeras intenden­
los tiempos varían, v seria ridiculo querer la inmovilidad
Los niños de muchos colegios de Inglaterra se han de­
cias. constituyóse políticamente en 1853, bajo el sistema federal,
de los procedimientos donde todo varia, llo v se invade á
después
de largo período de luchas intestinas y de haber sufrido
clarado
en
huelga,
si
no
nos
engaña
un
colega
en
donde
los pueblos, mejor que con soldados, con productos: se les
una sangrienta dictadura por espacio de diez y siete años.
acabamos
de
leer
esta
noticia.
Su
petición
es
la
siguiente:
domina económica y no militarmente: la buena amistad
Esas uroyinc ias son : Buenos Aires, la más extensa, poblada y
más juego, menos clase v supresión de los castigos.
asimila unos países á otros, y lo que necesitamos boy en
rica
de (a nación, compuesta especialmente de grandes llanuras
A nuestro juicio, no hay inconveniente en conceder lo
Marruecos no son provincias, sino extender nuestro idio­
denominadas ftuñ/uts; Santa Fe, lindando con aquélla y la más
(pie
desean,
toda
vez
que
una
vez
concedido,
viene
una
adelantada en colonias agrícolas, con un magnífico puerto en la
ma. crear vínculos é intereses, y españolizar poco á poco
consecuencia irremediable que todo I >recompensa.
ciudad del Rosario, sobre el rio Paraná; Entre-Ríos, a la cual
la costa fronteriza.
A menos clase y más juego y ningún castigo correspon­ se ha dado el nombre de Mt-sf/'otanii.t argentina, por su pinto­
resco suelo, sus ríos de agua dulce entre las grandes corrientes
de, naturalmente, más años de escuela.
del Paraná v del Uruguay, sus bosques dilatados de palmeras y
La visita hecha por el Czar al Emperador de Alemania
O
o o
arbole - espinosos; Corrientes, continuación hacia el trópico de la
en su coite de Berlín ha producido una impresión de
provincia de Entre-Ríos, en territorio conveniente para la gana­
— ¿Oué me dice usted de la nueva pólvora sin humo?
frialdad ctt toda Europa : á decir verdad, los berlineses no
dería; Córdoba, cuya capital, una de las mas antiguas del país,
¿(Juéefecto
liaran
sin
él
ios
cañonazos?
habían recibido ai Cz.ai menos fríamente, y la prensa ale­
fundada por españoles en 1373, fué cabeza del gobierno de Cór­
— Serán como una tempestad en un cielo sereno. Habrá
mana habla preparado esa glacial acogida, manifestando
doba del Tucumán. y tiene celebre universidad literaria, en cu­
truenos
y
rayos
:
sólo
se
suprimirán
las
nubes.
yas aulas se han formado muchos hombres públicos argentinos,
ser indiferente a Alemania que el Soberano de Rusia co­
— ¿Y no puede convenir el humo en un momento dado?
y aun españoles ; Santiago del Estero, en la margen derecha del
rrespondiese " no a la visita que le hizo el emperador Gui­
rio Dulce, ganadera y agrícola, con buenos campos donde se
llotino ; bien que cuando asi se expresaba, había temores ¿qué harán entonces los ejércitos?
f
w
de que no se cumpliese con el deber de cortesía, según se
iba retrasando. Como sucede siempre en estos casos, han
contribuido todos á (pie se produzca la tirantez, apenas
disimulada por las solemnidades de la etiqueta, y á que se
haya interpretado el uso del idioma francés que empleó el
Czar para su brindis, como una indirecta demostración de
su simpatía por Francia y una cortés mortificación á la
corte v al pueblo alemanes.
Larga b:t debido parecer á éstos la visita, v penosa la
obligación de obsequiar ¡i un huésped tan molesto. Si los
reyes pudieran, como los particulares, evitar estos malos
ratos con un cambio de tarjetas....
N.° X S X V I 1 I
N.° X X X V I I I
211
L A ILUSTRACIÓN E SP A Ñ O L A Y AMERICANA.
cultiva la caña de azúcar: Tucumán, el Jardín d( la República,
que si tiene cerros coronados de nieve, tiene también colinas y
valles de vegetación exuberante (hay allí cedros y laurele? cuyo
tronco mide ocho metros de circunferencia), y llanuras siempre
verde? y floridas, donde se cultiva la caña de azúcar, el tabaco,
el maíz', el arroz, etc.: las provincias de Salta. Jtijuy, Calamar­
es, Rioja, San Juan, Mendoza, y San Luis, y además extensos
territorios nacionales en la Pampa, Neuqucn, Rio Negro, ( im­
buí, Santa Cruz, ‘I ierra del Fuego, etc., regidos por gobernado­
res dependientes del Gobierno general del país, según lu ley
de Í6 de Octubre de 1884.
; Cuál es el estado actual de la República Argentina: El de
una de las naciones más prosperas del inundo.
«A los que duden (escribe el entusiasta argentino Si. Olleros,
en su interesante (.'aria al Presidente de la sociedad C a n IberoAmericana'), les presentaré el ejemplo que mi patria ■ frece ; les
diré que con 4.000.000 de habitantes tiene 5. 1c-o escuela? gratui­
tas. 15 colegios superiores, dos univor-idades, 54 escuelas nór­
male'; v tres observatorios astronómicos; les presentaré el sober­
bio espectáculo de la ciudad de La Plata, maravilla hecha en
tre? años que enorgullecería a cualquier nación curopct: les diré
que en los dos últimos años se ha votado la construí ción de
12.COO kilómetros de ferrocarriles; les diré que Buenos Aires y
cualquiera de la- ciudades Argentinas no ceden en 1 iv ili/a. ion a
ningún pueblo del mundo; les diré que las rentas federales su­
peran en .jo.coo.oco de pesetas al cálculo de recursos.«
A lo cual se puede añadir, por vía de práctica demostración,
y romo testimonio universal de casi iodo* los pueblos de Europa
y América, el resumen estadístico del movimiento inmigratorio
durante el quinquenio de t $.85-87: los inmigrantes fueron 463.728,
y los pasajeros, convertidos muchos en inmigrantes, 92.729, for­
mando un total de 556.457. de los cuales pertenecían á España
40.772, o sea el 10.46 por 100.
La historia de Buenos Aires merece párrafo aparte, aunque la
bosquejemos a grande? rangos. «La muy noble y muy leal ciudad
de la Santísima Trinidad, puerto de Santa Alaria de Buenos
Aires« (que tal se la denomina en los antiguos documentos ofi­
ciales) , fué fundada por el adelantado O. Pedro de Mendoza,
que partió de las costas de España, con una escuadra de caiorcc
nai ¡os, 2.000 hombre? destinados á la colonización y muchos ca­
ballos y yeguas, el 24 de Agosto de 1534, y arribo al Río de la
Plata ¿n los comienzos del 1535, colocand ola primera piedra de
la ciudad el 2 de Febrero de este ultimo año; pero lo- indios
Ouevandie1, moradores de las bandas del Riachuelo, donde los es­
pañoles desembarcaron, aunque en los primeros dias ?e sometie­
ron dócilmente al general, le atacaron luego esforzadamente,
dando muerte á O. Diego de Mendoza, á seis hidalgos y 20 seddados, aunque ellos perdieron más de 1.000 hombres.
Más tarde, reunidos lo- indios Oueramliet con los llartene.s,
('harina', y Timbar*, asaltaron la nueva ciudad el 2| de Junio,
incendiaron cuatro buques surtos en la rada interior, y obligaron
al Gobernador á embarcarse en las naves salvadas, con su gente,
la cual, por las enfermedades y la guerra, estaba reducida a 560
hombres, quedando á bordo 400, con el capitán luán Romero,
para cuidar de la población, y dirigiéndose Mendoza con los
restantes por el rio Paraná, en busca de non ¡ jones; mas an­
dando el tiempo, el capitán Domingo de líala \ el \eedor Ca­
brera, muerto va D. Pedro de Mendoza en su viaje de regreso á
España, y derrotado el capitán Juan de Avolas en las rqgione
deí Chaco, dispusieron la despoblación y el abandono de la ciu­
dad, é incendiaron la nave que les -ervía de fortaleza, la capilla
y las casas de madera.
La segunda fundación de Buenos Aires filé debida al ilustre
D. Juan de Claray, fundador de Santa Fe. que ejercía el cargo
de teniente gobernador por el adelantado D. luán Torres de
Vera y Aragón . y repobló la ciudad, con españoles que le ai mnnañaron desde la Asunción del Paraguay, el 11 de Junio de 13S0:
bizme reparto de tierras en sedares para la población, en quin­
tas y estancias para la agricultura y la ganadería, destinándose
los terrenos necesarios para iglesia-;, plazas, y denuis servicios
de carácter público y general, result indo la nueva ciudad en un
plantel de diez y -cis manzanas Je Norte á Sur y nueve de Este
á Oeste, más las quintas de las márgenes del Riachuelo v del
Río de la Plata, y las estancias de las riberas del Paraná, desti­
nadas al ganado.
Tal es el origen de Buenos Aires, que fué progresando len­
tamente, pero con gran ventaja soi>re las otras ciudades del Vi­
rreinato. como [Hiede juzgarse por reseñas escritas en los si­
glos xvu y x v lll. entre clias la del viajero francés A. I)u Biscay,
que residió en aquella capital en 16G4, y la del jesuíta italiano
Cananco, que la visito en r, 30.
Erigida en capital del Virreinato, como dicho queda, por el rey
D. Carlos 111. el Marqués de Sobremonte era virrey en l8o6¡
cuando España, por desaciertos políticos bien conocidos y ya
juzgados, aliada de Napoleón I. estaba en guerra con la Gran
Bretaña; y esta nación envió al Rio de la Plata una poderosa
escuadra con el intento de conquistar el Virreinato español.
Hallábase el Marqués de Sobremonte en el teatro, con su fa­
milia y rodeado de aduladores cortesanos , cuando recibió la no­
ticia de haber llegado la escuadra británica, mandada por Heresíord, al puerto de Santa María, y «como el grito de ¡A nlbalad
portas! no encontró en aquel Virrey el corazón de un romano«
(dice con gran verdad un escritor argentino), el Marques, sin
consultar más que sus cervales instintos, huyó de Buenos Aires
y se refugio en la ciudad de Córdoba, la noche del 24 de Junio
de 1806; frente á la dudad, en la rada, había nueve buques in­
gleses, y el fuerte enarboló la bandera española, mientras el ve­
cindario y las milicias se reunían y armaban al toque de gene­
rala; el día 26 desembarcaron los ingleses, y el 27, después de
débil resistencia que les opuso un pequeño destacamento, entra­
ron en la fortaleza, que se rindió sin disparar un tiro ; los vale­
rosos Liniers en Montevideo, y Puevrredon en la campaña de
San Isidro, organizaron una ecuadrilla con artillería y gente de
desembarco, y un cuerpo de caballería, el cual fué batido en los
caseríos de Perdrie!, no obstante la bizarra conducta de los gau­
chos voluntarios y de su jefe; Liniers desembarcó en San Fer­
nando con 1.030 hombres y algunos cañones, y reunido con
Fueyrredún, lo? dos valientes avanzaron hacia la ciudad, bajo el
azote de grandes temporales, y el 12 de Agosto , después de he­
roicos y sangrientos combates enrre el fango de las calles, to­
maron sus posiciones á la legión británica que ocupaba la forta­
leza, y arriaron la bandera del leopardo para izar sobre ella la
gloriosa de Castilla.
Y aunque los ingleses, anonadados por la reconquista, se repu­
sieron luego y volvieron contra Buenos Aires, con más elemen­
tos de guerra y mayores bríos, á tiñes de Junio de 1807. man­
dando la escuadra el contraalmirante Murray y bis tropas de
desembarco, en número de 1 i.coo hombres, el general Vhiteloke, los diversos cuerpos de milicia organizados por el general
Liniers, patricios, húsares, artilleros , pardos y morenos, grana­
deros de Terrada, arribeños y otros, que en junto formaban
8.500 hombres con 100 piezas de artillería, rechazaron vigorosa­
mente á los invasores é hicieron prisionero al general Crawford
ron ?u división, que se había encerrado en la iglesia Je Santo
Domingo, dando ocasión a los periódicos oficiales de Londres
para escribir, poco después, queseada cata Je Buenos Aires era
una fortaleza y cada calle un atrincheramiento«, y que «un pue­
blo semejante era invencible«.
Terminaremos esta reseña histórica recordando que la revolu­
ción de 25 de Mayo de 1810. siendo virrey de aquella- lejanas
provincia? españolas D. Baltasar Hidalgo de Cisncros, lué el
primer grito de la independencia ar gentina, la cual lué declarada
solemnemente por el Congreso de Tucumán, el 9 de Julio
de 1816.
Empezamos á describir losgrabados del presente número por
los del Sup¡emento artístic, que le acompaña, en atención á su
importancia.
— La Vista general de liarnos Aire- aparece tomada desde la
extremidad del Muelle de Pasajeros, sobre el Rio de la Plata, y
presenta en magnífico panorama el bellísimo conjunto de la ciu­
dad : ésta vcupu una superficie de 18.142 hectárea?, aproximada­
mente ; su extensión de Norte á Sud es de 18 kilómetros, y de
Este a ( >e-te, de 25 ; su perímetro se extiende a 62 kilómetros.
Es Buenos Aire?, por lo tanto, según su extensión territorial,
tina de las mas grande? capitales del mundo culto: mayor que
Parí?, la cual ocupa 7.802 hectáreas; que Berlín, con 6.326; que
Edimburgo, Dublln, llamburgu. Buríleos, etc.
El Muelle de Pasajeros arran. .1 desde la Capitanía del puerto
y el Resguardo, y se extiende por el Río de la Plata, que tiene
en aquel sitio una anchura de 40 leguas.
La Catedral ocupa el mismo lote de tierra que destino el
fundador Juan de Garay. en 15SO, para la edificación de la igle­
sia mayor; la primitiva fábrhn, que tenia paredes de adobe y
techo de paja, fué renovada á expensas del obispo Fr. Pedro de
Carranza, en 1618. y otro obispo posterior, Azcona Imbeno,
acometió con satisfactorio resultado la empresa de reconstruirla,
costando la obra So.oco pesos oro; esta nueva fábrica no tuvo,
sin embargo, mucha duración. porque ?e derrumbó en la mañana
del 24 de Mayo de 1755, sin causar, felizmente, ninguna desgra­
cia personal.
La Iglesia mayor actual fué comenzada en 1791, con arreglo
á planos del arquitecto Sr. Rocha, y las obras duraron más de
cuarenta años; cu 1822, durante la administración del general
Rodríguez, se aceptaron las modificaciones que propuso al pri­
mitivo proyecto el arquitecto francés M. Prospere Catelin, cons­
truyéndose la columnata simbólica de la fucilada principal que
sostiene el tímpano, en el cual -e colocó, en 1860. el retablo bí­
blico que labró en aito relieve el artista Duburdiett; el interior
del templo mide una longitud de lio varas, por una anchura de
30, y 47 de elevación hasta el remate de la linterna.
Está situada cu la plaza de la Victoria, y á su lado se levanta
el palacio episcopal, que no ofrece nada digno de mención.
— En la misma plaza de la Victoria se levanta el Palacio de!
G<bienio ¡Misional, <>sencillamente Casa de Gobierna, construc­
ción dirigida por el arquilla 10 Francisco Tambtnini : está termi­
nal lo el cuerpo de edificio queda a la • .elle de Rivmlavia y el
arco ile unión entre la antigua Casa de Correos y la residencia
del Gobierno, que se utilizan cu el nuevo proyecto, y se trabaja
activamente en la construcción de la parte que falta para com­
pletar el edificio, o sea el ángulo correspondiente a las calles
Victoria y pu-eo de Colón.
Hasta el 20 de Agosto de 188S el Tesoro nacional había in­
venido en las obras terminadas la cantidad de 951.868 pesos.
— La capilla de Santa Felicitas, situada en la av enida Montes
de U. a, e? un edificio moderno, que nmincmoia un triste drama
acaecido pocos año- haré en la capital argentina: construyóla a
sus expensa?, en 1872. el capitalista español D. Carlos Guerrero,
en honra y memoria de una hija suya que pereció trágicamente,
el 50 ile Enero del mismo año, en el sitio donde ahora se levanta
el templo.
La lachada principal de éste mide 26 metros de longitud, y 50
la nave, por 6 de anchura, y sus dos gallardas torres laterales
tienen una elevación de 45 metros.
E11 el interior resalla gran lujo y riqueza de ornamentación . v
según el parecer de viajeros ilustrado?, no existe en el conti­
nente amerirano otro oratorio de propiedad particular que ¡guale
á esta bella iglesia en esplendor y abundancia de artísticos de­
talles.
Fué construida en I-reve tiempo, cotí sujeción al proyecto pre­
sentado por el arquitecto 1). Ernesto Bunge y bajo la dirección
de este mismo maestro, y su coste se elevo a la respetable suma
de 500.000 pesos fuertes.
El primer grabado del número representa el puerto denomi­
nado Bota del Riachuelo, Allí fondean lo? vapores o paquetes de
Ultramar, lo mismo que los destinados á la navegación fluvial
por el Plata, el Paraná y otros ríos, y los de cabotaje; allí mi­
mo acontecí'1, en 1535. el primer ataque de los indios Oaerandies
á los españoles mandados por D. Pedro de Mendoza; allí tam­
bién el capitán Domingo (le Itala dispuso la despoblación de la
primitiva ciudad , en 1541. incendiando la nave que se hallaba
en tierra y sera ia de fortaleza, así corno la capilla y las casas de
madera.
Precisamente en el año último, practicándose en el Riachuelo
algunas obras de dragaie, se lian encontrado restos de aquella
nave, y balas de piedra que usaban los españoles del siglo XVI
para los cañones llamados pedreros.
— Palermo es uno de los sitios más pintorescos de Buenos Ai­
res : pertenece a la Vil.* división parroquial, y esta situado en
la margen «leí Plata; le cruza el ferrocarril a Tigre, con estación,
y algo más lejos pasa también el ferrocarril a Campana; tiene
espaciosa avenida, anchó paseo de carruajes, lindos jardines y
arboledas, y le rodean magnificas posesiones y villas modernas.
Nuestro primer grabado de la pág. 212 representa la avenida
de! 3 de Febrero.
— La isla de Carapachay (Tigre), de la que riamos una vista
en la misma pág. 212, e? otro pintoresco sitio de recreo, cerca de
Buenos Aires, muy frecuentado por los porteños. Está poblada
de soberbios frutales, y tienen lama sus melocotones, peras y
dátiles.
_— Los cuatro grabados de la pág. 213 reproducen populares
tipos del país: el primero es una tropa de carretas argentinas
que conducen frutos á Buenos Aires ; el segundo retrata al hom­
bre del campo, en un potrero, con el rebenque ó látigo suspen­
dido de la mano izquierda, y apoyada la derecha en el cuello de
su caballo : el tercero representa á varios gambos carreteros en
el momento de comer el asado y disponiéndose á tomar el mate,
hierba paraguaya que produce en infusión una bebida semejante
al té-, muy estimada de las gentes del campo; el cuarto figura
varios lecheros vascos, robustos inocelones de nuestras montañas
vasco-navarras, emigrados después de la última guerra carlista,
y dedicados a transportar cántaros de leche a Buenos Aire?.
Al hablar del gancho es preciso recordar las pampas de aquel
lejano país, que miden una extensión de más Je quinientas le­
guas cuadradas : inmensos espacios de terreno casi ?in limites
determinados. ?in arboles, sin ríos, sin montañas, sin variedad
alguna, poblados únicamente en ciertos meses de una hierba alta
y gruesa que se llama paja brava o pampa, de donde viene el
nombre a las grandes llanuras donde brota espontáneamente.
Sabido es que el caballo V las re-es vacunas y lanares eran
desconocidas en América antes Jel descubrimiento y conquista
del país por los españoles, p?ro que se aclimataron y propagaron
rápidamente, en virtud de los grandes cuidados que empleó para
conseguirlo el libre indio, dueño absoluto de 1as pampas; en éstas
se apacientan y viven casi en libertad numerosos rebaños de ga­
nado caballar y vacuno, y el gaucho, descendiente de los domi­
nadores y de los primitivos indios, ?e sirve del lazo para cazar
la? reses’ron admirable destreza.
Este laso es una rorrea de cuero que se sujeta por un extremo
en la -illa del jinete, y termina por el otro en un nudo corredizo;
perMgtrese á los caballos salvajes, y se les encierra en un círculo
que ~e va estrechando poco á poco; luego, en ocasión oportuna,
el gamA-arroja su l a al cuello ó á las palas del animal, y se
apodera de é l, lo embrida y ?e da principio á la lucha, que suele
ser larga, entre el amo y el que ha de ser su esclavo.
Lo? gauchos forman una raza diversa y por completo indepen­
diente de todas las que viven en las soledades de las pampas.son altos, gallardos, de mirada penetrante t inquieta, rostro hue­
sos" y curtid", cabello negro y áspero ; su traje consiste en una
combinación de vestido? europeos y detalles indígenas: poncho
de lana de guanaqne, pantalón blanco y bordado, sombrero de
fieltro adornado con un pañuelo rojo, botas altas cotí espuelas
largas y agudas; las mujeres, que -aben también domar un eabnllo ron igual destreza que sus compañeros, constituyen el tipo
más hernioso de! país, y visten traje de percal y pañuelo de seda
al cuello.
— El primer grabado de la pág. :2o reproduce la fachada del
palacio que actualmente ocupa la Representación nacional argen­
tina: ese palacio fué construido bajo la dirección del ingeniero
I). Joná? T.argüía, en 1863, es decir, cuando aun no se había
manifestado en Bueno- Aires el sorprendente progreso que hoy
se nota en la edificación ; asi es que por ley de 28 de Octubre
de 1887 (ley nUm 2.204). c' Poder Ejecutivo ha sido autorizado
para construir un nuevo Palacio con destino a Congreso Nacio­
nal, llamando á conctir-o público a los ingenieros y arquitectos
del mundo culto, sin distinción de nacionalidad ni de escuela, y
consignando para la construcción seis millones de pesos nacio­
nales, ó sean treinta millones de pesetas, sin incluir en esta
suma el costo de la pintura decorativa tii el de! mobiliario.
- En el grabado inmediato fimira la Bolsa del Comercio, y cti
el central, una Escuela graduada ¡le niñas.
La educación y la instrucción primaria y de segunda ense­
ñanza 1lienta con muchos edificio? propios que son verdaderos
palacios : la Escuela Sarmiento, situada en la calle del Callao, es
un edificio monumental de 44 metros de frente por 53 de fondo,
y su total coste ascendió á más de medio millón de pesos; la
Escuela Pe/ivnila Rodrigues, construida con fondos legados por
la señora cuyo nombre tiene, es acaso el mejor monumento ar­
quitectónico de su clase, con 94 metros de frente, y salones de
20 metros, clases, bibliotecas, museos, etc., y en la cual pueden
recibir educación é instrucción más de ~oo niñas; la Escuela de
¡as (.'meo E quinas, que forma ángulo en las calles Recoleta y
Libertad, con 56 metros de frente a la primera y 49 á la segun­
da, ha costado inris de 300.000 pesos.
— El último grabado de la misma pág. 220 es complemento del
que liarnos en 11 primera, y representa la salida del canal de la
Boca del Riachuelo al Rio de la Plata
— En la sierra del Tandil, al Sud de la provincia de Buenos
Aires, esta el portentoso fenómeno geológico que reproducimos
en nuestro grabado de la pág. 224: es la Piedra movediza, famo­
sa en toda la América del Sud.
Aquel enorme peñasco aparece sostenido en u base por un
eje invisible, y presenta movimiento oscilatorio de Este á Oeste,
ó sea de dentro á lucra de la ierra, bastando la fuerza de un
hombre para imprimírselo; mide ocho varas de altura, trece de
longitud y seis de latitud, representando un volumen de 216 v a­
ras cubicas, ron peso (según cálculo aproximado) de 46.440 arro­
bas ; su figura es cónica irregular, y también su base, ó punto de
apoyo en la sierra, tiene forma cónica, y presenta un diámetro
de diez, pulgadas, calculado á la simple vista; cuando sopla el
viento Sudoeste la Piedra ■ -llovediza -e inclina y se levanta á la
manera de la copa de un árbol frondoso.
< ututo-e que un hombre muy rico (pero más estúpido que
rico) se empeño en destruir esa maravillosa obra de la Natura­
leza, y al efecto rodeo de gruesas maromas la liase, asegurándo­
las á varias yuntas de bueyes, que fueron brutalmente hostiga­
dos ; mas la piedra no se movió de su asiento, y continuó balan­
ceándose majestuosamente.
Todos los grabados referentes á Buenos Aires han sido hechos
sobre fotografías directas de D. Samuel Boote, fotógrafo en
aquella capital, remitidas a la Dirección de este periódico por
nuestro distinguido compatriota el Dr. Rodríguez, entusiasta
admirador de los progresos de aquella culta República, y a cuya
atención rendimos testimonio de agradecimiento.
CERTAMEN IJE «J.A II.tJSTKACIÓN ESTAÑOLA V AMERICANA»
Colón en ia Rábida. cuadro de I). frían Llimona y liruguera.
El Jurado del certamen artístico de La Ilustración E spa ­
V A mericana, en fallo dictado el 3 de Noviembre de 18S8,
acordó que fuese concedido el primer premio tercero al cuadro
núm. 5, lema Plus Ultra, de los presentados al concurso ; y ese
cuadro, cuyo autor resulto ser D. Juan Llimona y Bruguera, es
el que reproducimos en el grabado de la pág. 216, con el titulo
Colín en ¡a Rábida.
Anteayer, 12 de Octubre, cumplióse el 307.0 aniversario del
descubrimiento de América por el inmortal Cristóbal Colon : a
las dos de la madrugada del 12 de Octubre de 1492 retumbo un
cañonazo de la Pinta, y los tripulantes de la? tres carabelas, des­
cubriendo á lo lejos las costas de la isla de Guanahani, lanzaron
el anhelado grito de ¡ Tierra!
El pintor Llimona representa á Colón en el monasterio de
Santa María de la Rábida, en el momento de explicar su gran­
dioso proyecto al prior Fr. Juan Pérez de Marchena.
ñola
EXPOSICIÓN UNIVERSAL PE PARÍS.
Ceremonia <!••■ la 'ü-irihiición de recompensa? en el Palacio de la Industria.—
Interior del pabellón dr la República Argentina.—Pabellones de la- liepúIdicas dr Santo Domingo y de Nicaragua
Tres grabados publicamos en este número referentes á la Ex­
posición Universal de París.
El de la pág. 217. hecho sobre dibujo del natural por el distin­
guido artista D. Luis Jiménez, representa la ceremonia de la
distribución de recompensas á los expositores, en el Palacio-de
la Industria, en ei acto de empezar el desfile de los comisioratos
extranjeros por el de la República Argentina, siguiendo rigoroso
orden alfabético. (Véase la Crónica ele la Exposición de París en
el número precedente, pág. 199.)
Los tres grabados Je la pág. 221, que representan el interior
del Pabellón de la República Argentina (cúpula central y gale­
ría del primer piso), y el exterior Je los Pabellones de la Repú­
blica Dominicana y de la República de Nicaragua (según foto­
grafías directa- ), han sido umllen descrito? ampliamente en
números anteriores(núms. X X I, pág. 324, y X X IV , pág. 3S1).
E usebio Martínez de V elasco.
9
212
LA I L U S T R A C I Ó N
ESPAÑOLA
Y AMERICANA.
N.° X X X V I II
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B U E N O S
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A R G E X T I N A .
TKOI’A DE CARRETAS CON ERUTOS DEL PAÍS.— HOMBRE DEL CAMPO EN I N POTRERO.— CAKKETEKOS «G A U C H O S » COMIENDO EL ASADO.
LECHEEOS VASCOS, EN TRAJE DE CAMPO
214
«i )
PO R D. JO SÉ DK C A S T R O V S E R R A N O .
II.
I. A
T O R R I '.
r^jl^.rKSTO que desde la Torre de Eiffel se lia
<
' convocado al mundo para la ExposijC-v
ción Universal de Paris, principiemos
<L\:K^x
Pj P por ella.
f
orre E ifiel es un monumento
_ ___
erigido al hierro, — En la niñez de la ge¿¡f p
neración actual, y no mucho antes, el
hierro era una materia ordinaria y de escasas,
si no vulgares, aplicaciones. En la vida do­
méstica estaba concretado >u uso á tenazas,
llaves y sartenes; en la vida rural, al arado, la trilla,
llantas de ruedas y fleje» de tonel ; en el servicio pu­
blico, á fusiles, sables, rejas y balcones; en las indus­
trias, á herramientas del trabajo, y en lo demás, á
nada. Para elaborar, pues, el hierro bastaban los g i­
tanos. y si algún artífice labraba ó cincelaba un can­
cel. loqu e menos se encarecía era el metal de que
estaba hecho. Pero viene la locomotora, v el hierro
se hace hombre. Es de hierro, y anda sobre hierro
también ; vive en casas de hierro ; perfecciona con »u
potencia las máquinas de hierro sus hermanas; se
apodera del barco y lo impulsa, cubre la nave y la
defiende, blinda la fortaleza y la hace inexpugnable;
se monta sobre el rio, conduce el agua, desarrolla el
cañón, abulta el proyectil; entra en el campo pura
ejecutar toda clase de labores, y ara, siega, trilla,
aventa, pulveriza el grano, pisa la uva, muele el
aceite, corta el forraje; se traslada al hogar, y cose,
guisa, escribe, lava y plancha la ropa. ;Oué sabemos
ya en la época presente lo que no es de hierro!
V el cuso es que el origen deesa pasmosa transfor­
mación se hallaba á la vista de todos, sufriendo el
sueño de la indiferencia. Las verjas de las catedrales
corrían sobre una barra curva y á beneficio de una
sencilla ruedezuela, en términos de que cualquier
monaguillo, una devota, abrían y cerraban las enor­
mes cancelas con leve impulso, á pesar de su inmensa
pesadumbre. Allí estaba el camino de hierro, en
plena Edad Media, ó antes quizá; el camino de
hierro perfeccionado de hoy, al cual sólo le faltaba
que otro ingenio observase el movimiento de la ta­
padera de la marmita, á impulsos del vapor de agua,
para que adquiriera el mundo la soberbia y activa
locomotora. Con ella se ha convertido el globo en
una planicie; con ella se va á todas partes: ella en­
gendró la locomóvil que agita todos los mecanismos,
es madre de todos los aparatos de la manufactura,
dueña del espacio y del tiempo, propulsora incansa­
ble de la actividad humana, y , en suma, ella nos ha
traído como por la mano la Torre Eiffel.
o
o o
Sucédele á esta torre lo contrario que á todos los
monumentos. Cualquier edificio, cualquier arco, cual­
quier emblema arquitectónico, embellecen cuando se­
les achica; pero la Torre Eiffel, que puede ser hasta
fea en sus reducciones, contemplada cara á cara es
sublime. No vale ante ella volver los gemelos del re­
vés para formar del palco de un teatro canastilla de
flores y hermosuras; ni vale fotografiarla en reduci­
do cristal para que pierda deformidades y conquiste
encantos; ni mucho menos agujerear un papel y ha­
cerlo cámara obscura de la vista: la Torre Eiffel no
es grande sino en sí misma, bajo sí misma y sobre sí
m ism a; la Torre Eiffel abruma con su pesadumbreios ojos que la contemplan.
Hemos dicho m al: no hay pesadumbre en esa
torre; la sorpresa que ocasiona el mirarla procede
precisamente de su endeblez. Hasta ahora las torres
de los castillos, de los templos y de los faros se dis­
tinguían por la grosura de su base y el espesor de
sus muros, sin cuyos requisitos se consideraba impo­
sible que dominasen la altura. Eiflel coloca todas
esas fuerzas en las profundidades del suelo, y al modo
de la encina que desde la superficie del bosque mues­
tra su esbelta caña como nacida allí, ocultando las
extensas raíces que permiten su elevación, él afecta
que su torre nace sobre informes pedruscos, hallados
al acaso en una planicie, y coloca sus garras sobre
3
N.° X X X V I I I
LA I L U S T R A C I Ó N E S P A Ñ O L A Y A M E R I C A N A .
Véase L a Ilustración E spañola
actual.
y
A m ericana del
ellos cual si bastasen para soportar el enorme des­
arrollo de una columna que se pierde en las nubes.
Y hace más todavía. Hasta ahora loque iba á ser
muy alto necesitaba ser muy derecho, y vi cartabón
y la plomada jugaban un papel principal en el
arranque de torres ó minaretes, Pero la torre de que
hablamos nace torcida, es zamba; los primevos so­
portes que brotan de la superficie se inclinan hacia
fuera amenazando romperse ; hay algo en ellos de lacuatro patas de un elefante, que las abre y arquea
para recibir el colosal castillo donde ha de hacer su
viaje un soberano de la India. Todo en la torre apa­
renta endeblez. y . sin embargo, inspira confianza.
¿Habéis visto al muchacho que de sobremesa coge el
palillero de los dientes, y cuatro sobre cuatro palillos
los superpone en disminución hasta que concluye
por colocar encima el mismo palillero? Pues una en­
deblez muy parecida y una fortaleza semejante fingen
las estrechas viguetas, las cintas de enlazar, los cla­
vos de costura y las tornapuntas y los flejes que cons­
tituyen el alambrado de la construcción, parecido de
cerca á las ramas de un bosque que combatiesen con
el huracán, y desde lejos á una pagoda china de fili­
grana.
Después, cuando se sube á la torre v aparecen al
pie de ella, la gran ciudad como cuadriculada en
calco de ingeniero, la multitud hormigueando sin
dirección y »iu ruido, el sol poniente vecino v no
tirano del que ocupa la altura, las torres más altas
sirviendo de contraste á lo que se tuvo por gigan­
tesco y hoy es liliputiense; entonces el que lia sido
elevado por las máquinas asc.eus.oras ó que gateó por
las innumerables escaleras, cree participar en algún
modo de la gloria del hombre á quien si en un prin­
cipio piulo amargarle la envidia, hoy no puede me­
nos de sonreirle la fortuna. S í ; la torre no habría de
cimentarse, decían, con seguridad, el hierro no re­
sistiría balumbas y pesos tan crecidos, el vendaval
abatiría el último tercio de la construcción, las co­
rriente' magnéticas producirían qué sabemos cuán­
tas misteriosas catástrofes ; y . sobre todo, ¿para qué
iba á servir la torre? ¿quién iba á subsanar los dis­
paratados gastos de su presupuesto?
l odo ha sucedido ;il revés. 1.a torre fué construida
con arreglo a un programa del que no se ha variado
una tilde; las previsiones del ingeniero se confir­
maron sin excepción ; las gentes suben v bajan con
la confianza que presta el instinto humano de lo se­
guro; los capitales se reembolsaron a los tres meses
de concluida: y , sobre todo, decimos nosotros, si la
torre no sirve para lo que se pensó, servirá para
otra cosa. Cuando Iírunel hizo el (irá n Oriental
creyó que serviría para abaratar los algodones de
América, y Y no sucedió asi, sirvió después para
conducir v tender el cable transatlántico, que puso
en relacione» instantáneas el antiguo mundo con el
nuevo. Si la Torre Eiffel no sirve para observatorio,
servirá quizá para que sus estudios se utilicen, como
ya se asegura, en la realización de ese soñado puente
sobre el Canal de la Mancha que une á Inglaterra
con Europa.
Por el pronto servirá para torre.
O
Gustavo Eiffel tiene ahora cincuenta y siete años,
y no es esta la primera obra suya que le lia conquis­
tado celebridad. Antes de elevar una torre de tres­
cientos metros, había tendido un puente de quinien­
tos sobre dos montañas para hacer practicable un
abismo. No ha hecho ahora, por lo tanto, más que
poner aquel puente de pie. Sus trabajos sobre el hie­
rro y sus estudios acerca de las construcciones metá­
licas son tan numerosos como encomiados por hom­
bres de ciencia, hasta el punto de que su cooperación
ó su dictamen se han creído necesarios en todas las
obras contemporáneas de atrevido vuelo. Prescindi­
mos aquí de su enumeración, por temor de no saber­
nos explicar y de que el público no nos comprenda.
Antes de Eiffel se había pensado ya en erigir altí­
simas torres; pero, aunque ingleses y anglo-ámericanos se lo propusieron, ninguno acertó á proyectar­
las con el prestigio indispensable para su ejecución.
Más allá de ciento cincuenta metros de altura no hay
material de los usuales que resista la pesantez de su
propia sustancia, v el hierro mismo exigía en su
empleo uñarte singular, si había de sustraerse á las
condiciones ordinarias Je su elasticidad y de su fuer­
za. Este arte es el que encontró Eiffel con el feliz re­
sultado de sus estudios, en que pocos creyeron.
Necesitóse un ministro entusiasta para grandes em­
presas, M. Lockroy, para que el proyecto triunfase
de la oposición terrible que se le hacía. En vano de­
mostraba el autor que su torre llegaría sin peligro
alguno al limite ideado; que su presupuesto se cu­
briría con la curiosidad de la ascensión : que satisfe­
cha ésta, quedaría de atalaya estratégica en un radio
de sesenta kilóm etros; que serviría para faro, telé­
grafo de señales, simple apoteosis del progreso indus­
trial; y, sobretodo, que la ciencia podría sacar par­
tido de su altura en las observaciones meteorológicas,
astronómicas, termométricas y fotográficas, comba­
tida» hasta boy por no hallarse los observatorios en
región libre del influjo que ejercen las construcciones
que los cercan. La guerra continuó, sin embargo, y
la torre se debe á que en los tiempos actuales la es­
peculación ayuda lo mismo á las locuras que á los
negocios lógicos y seguros.
El pueblo de París ve cimentarse la torre con
cierta novedad; los países extranjeros miran con in­
terés los principios de la construcción ; Eiffel no usa
procedimientos vulgares, ni »e sirve de las materias
corrientes en esta clase de obras: todo allí va pare­
ciendo raro, y más que raro, sencillo. Uno de los por­
menores más curiosos ele la campaña era que nin­
guno ile los trabajos de fábrica se hiciese en el lugar
donde se alzaba el monumento. La torre venía hecha
desde los talleres, y si alguna de las piezas discrepaba
en su ajuste un solo milímetro, volvía al taller para
ser rectificada, aunque hubiera podido corregirse en
el acto No había, por consiguiente, confusión, ni se
necesitaban numerosos obradores, ni que los opera­
rios fuesen más de los precisos para recibir las piezas,
elevarlas y colocarlas en su puesto. No había gran­
des empalizadas, ni temerosos andamio», y al modo
con que se fabrican las elevadas chimeneas de los ta­
lleres movidos por el vapor, en que un hombre va
subiéndose por dentro del circuito que elabora, hasta
llegar á la altura proyectada. a»í algunos, pero no
mucho» hombres, subidos cu una primera pieza ar­
maban la segunda, ascendiendo ellos propios sobre
la que acababan de poner, hasta llegar al límite de
los trescientos metros de su encargo. Locomóviles y
grúa» de extraordinaria potencia iban facilitando la
erección de la torre, cuyas sucesivas plataformas con­
vertían en suelo de operaciones el espacio.
Para obra tan colosal no hubo nunca arriba de
trescientos trabajadores; escasez notable, Conside­
rado el perímetro del monumento y la complicada
armazón de su altura. Donde estaba la muchedum­
bre, no de mecánicos, sino de peritos, no de manu­
factureros. »¡no de artistas, era en otro lugar lejano,
en que cuarenta ayudantes calculaban, proyectaban
y dibujaban sobre tres mil hojas de papel, de á me­
tro cada una, la» doce mil piezas de que consta la
torre; donde estaba la actividad era en aquel estado
mayor de inteligencias que Eiffel movía para surtir
ilv trabajo al ejército de lerreteros que en veinte me­
ses iba á terminar la obra más insigne del siglo.
Y la torre se alzó. El mundo se pone en movi­
miento para subir á ella, con pretexto de una Expo­
sición Universal. Todos lo» franceses, entonces, se
creen que la han construido; la reproducen en pin­
tura, escultura y grabado; la hacen de oro, plata, co­
bre y demás metales; la ponen en relojes, petacas,
Gaitera», platos y abanicos; forman de ella tijeras,
navajas, candcleros, morillos de chimenea, tapones
de botellas y toda clase de extravagancias, desde una
torre cubierta de brillantes para recreo sin duda de
damas de coturno, hasta la peonza de diez céntimos
para que la bailen sobre la mesa los hijos de los po­
bres.
Lo único que los franceses no han dicho aún, es
que les ha servido de campanilla de rabo largo para
llamar gentes á París y sacarles el dinero.
•
<* *
Apenas iniciada la celebridad de Eiffel, ya se le
está creando su leyenda. Cierto joven ingeniero agre­
gado al estudio del gran constructor, se dice que tuvo
el pensamiento de proyectar una torre tan alta como
jamás se hubiera conocido. Escogió el hierro entre los
materiales que para el logro de su idea pudieran ele­
girse, y estudiando fuerzas y resistencias, ductilida­
des y elasticidades, cimentación y corrientes atmos­
férica», creyó llegado el caso de participar á su jefe
el delirio que le embargaba. Eiffel comprendió al
instante, no sólo la lucidez del pensamiento, sino la
facilidad relativa de ejecutarlo; y haciéndolo suyo,
como nacido en su gabinete, aplicó á él su ciencia y
experiencia, dando en pago á su hábil discípulo nada
menos que la mano de su hija. Tal es la murmura­
ción del vulgo, en la cual parece que no hay de posi­
tivo sino que Eiffel es padre, que casó el año pasado
á su hija con un ingeniero joven, y que entre ambos
lo acaban de hacer abuelo.
E-ta conseja, y otras muchas que seguirán inven­
tándose, contribuye á la gloria de Eiffel ; pues no
existe invención en el mundo que después de comba­
tida y ridiculizada por utópica, consiguiera al triun­
far verse libre del anatema de falsario para el inven­
tor. ¿No se le niega á Guttenberg la imprenta, á
Franklin el rayo, la fotografiad Daguerre, y á Stephenson la locomotora?— T esto consiste en la vulgar
creencia de que las invenciones nacen ó deben nacer
espontáneamente como las florecí lías de los campos,
lo cual hasta cierto punto puede ocu rrir; pero las
florecí lias de los campos, que viven un día, suelen
ser pisadas por hombres y animales con rudo menos-
N.° XX XVI I I
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA
Y AMERICANA.
precio: hasta que vienen el herborizador y el botá­ ras, ni por la verosimilitud de los sucesos que forman
nico. que recogiendo la simiente esparcida en la tie­ el conjunto de la fábula. Cuanto pasa en ellas se
rra. transplantándola, in,¡¿criándola, cultivándola, aparta de lo que vemos en la realidad, sin que com­
tomando de ésta el color, de aquélla el perfume, de pensen este capital defecto dotes y prendas que in­
la otra la gallardía, consiguen una de esas rosas que duzcan á tolerarlo. E l premio gordo, sobre todo, es
admiran en los concursos públicos, que encantan en un tejido de absurdos que se hace inaguantable por
los jardines, y que constituyen el ornamento del sa­ su ingénita falsedad; y aunque esta mal fraguada
lón de una dama, ó el casto tesoro de los amores de producción aspira á ser tenida por graciosa, carece
hasta del chiste que sirve de escudo á la nulidad ó
una doncella.
Todos vamos pisando la simiente de los descubri­ extravagancia de ciertas caricaturas.
Para curarnos del mal sabor que dejan en palada­
mientos que han de venir: muchos herborizan, otros
elaboran, alguno apunta; pero hasta que viene el ge­ res medianamente delicados obras tan disparatadas é
nio y reúne el trabajo común, dándole forma útil, insulsas como E l premio gordo, .se puso en escena á
trascendencia social ó simbolismo artístico, los ala­ continuación la preciosa joya, compuesta por el in­
mortal García Gutierre/ y esmaltada con deliciosas
nés anteriores han sido estériles, y . en una palabra,
piezas musicales del insigne maestro A rriela, nomi­
hasta que viene Eiffel no hay torre.
Claro es que si se escudriñan orígenes se encontra­ nada /:/ (inunde. ; Oué diferencia lan grande entre
rán muchas invenciones precursoras de la gran in­ lu uno y lo otro! A l oir los primeros compases y los
vención : mas si el descubrimiento era tan fácil, ¿por primeros versos de ese delicado poema, diríase que
qué no lo hallaron? si la cosa era tan sencilla, ¿poi­ entrábamos en mundo distinto del anterior; que tro­
cábamos la esterilidad y aridez de un desierto lleno de
qué no la hicieron ?
Ahora van á salir torres por todas partes, más al­ abrojos, por el grato frescor y amena frondosidad de
tas. más esbeltas, más artísticas que la de E iffe l: sal­ apacible oasis poblado de olorosas plantas v hermo­
gan, pues, y encarámense las gentes en ellas, que por sas flores. Contraste singular, que acredita lo mucho
artísticas, esbeltas y elevadas que las construyan, que hemos descendido en la esfera de la inspiración
siempre podrá decirse con la frase popular aludiendo dramática. Cuando se estrenó E l Grumete pareció á
lodos lo que es: un cuadro sencillo formado con ele­
á E iffel: «Ese lué el que nos trajo las gallinas.»
mentos naturales, en el cual se pintan afectos since­
J o s é m-' C a s t r o y S e r r a n o .
ros y caracteres simpáticos, y cuyos interlocutores se
expresan, tanto al hablar como al cantar, en el len­
guaje y con el seductor atractivo de la verdadera poe­
sía. Esta circunstancia, de gran valor en todos tiem­
LOS T E A T R O S .
pos, no era rara entonces, porque algunos de nuestros
ESI. AVA I n . i u e i t r a c t . ' n . APOl.O F u n c i ô n i u i i u g u t 'a l . = E r i t e s d e s d i más preclaros; ingenios y de nuestros músicos más ex­
c h a d o s .->i ,7 ru//,vu d e U i AI. HAMBRA =
>i d e t a u m f c r a d a
celentes enriquecían el repertorio de la zarzuela con
e n e t T RAT RO DE LA COMEDIA J -tttr e n -' d e u m i .<
n a c tr i. .
la
PRtMRK cikk-i b , . .m i e d i t t n i t e v . i en t ’ e s net a . - Mas inaugura. /<*»« •
piezas de cortas dimensiones perfectamente imagina­
das y primorosamente escritas. ¡Cómo no dolemos y
. , , ... \TKS que cerrara sus puertas, como ya avergonzarnos de lo que hoy sucede, -i confrontamos
*°
l,cc^0<
Teatro del Príncipe el carácter literario y el mérito artístico de aquellas
piezas con las monstruosidades antiartísticas y antili­
■ 1 *’ * ' Alfonso, abrió las suyas el de Eslava
terarias
que la osadía de los unos, la ignorancia de
con numerosa compañía dirigida por
los
otros,
el espíritu meramente mercantil de casi to­
/áfcVCAilA
Julio Rui/., que ha sido uno de los
dos
vomita
hoy día, con desastrosa fecundidad. para
\7wT/(n principales mantenedores de aquél durante
abastecer
de
novedades los teatros de función por
la temporada veraniega. Las obras escogihora!
T*. das para la función inaugural eran ya conociRefiriéndose á la ejecución de E l Grumete, decía
'■ oj das del público; pero esta circunstancia no imel
critico
de E l Globo, al día siguiente de la inaugu­
' pidió que el teatro estuviese concurridísimo en
ración
del
Teatro de A polo: «N o tenemos inconve­
las cuatro secciones en que allí se dividen los espec­
niente
en
declarar
que deseamos muchas prosperida­
táculos. Efectuóse la apertura el sábado 2 ¡S de s e p ­
des
á
la
empresa;
pero
quisiéramos que, conociendo
tiembre, y se ejecutaron las siguientes piezas: Pepito
el
alcance
de
sus
armas,
abandonara el poco medi­
Parts, / Cómo está la saciedad! y L a s hijas dtd Zetado
propósito
de
ofrecer
al público obras que son
hedeo, desempeñada por actores distintos de los que
superiores
á
las
escasas
fuerzas
de la compañía, que
á su estreno la interpretaron en Maravillas. Todas
si
puede
Sálir
airosa
representando
juez v parte , E l
fueron muy aplaudidas, sobresaliendo particularmen­
premia
gordo
y
Lucifer,
no
le
sucede
lo mismo cou
te en la ultima la señorita Montes.
obras
como
E
l
Grumete,
cuyos
hermosos
versos de­
Dada la situación lastimosa de la escena patria, e:ben
decirse
bien
ó
no
decirse,
y
cuya
inspirada
mude buen augurio que un actor como Julio Rui/ (que
sica
debe
cantarse
por
quien
sepa
hacerlo
ó
dejarla
hasta ahora no ha sido escrupuloso en la elección de
piezas, pero cuyo talento y cuya gracia son innega­ para mejor ocasión, si es que esa mejor ocasión vuelve
bles) haya formado el propósito de desterrar del coli­ á presentarse, que por ahora no es ese el camino. La
seo de que es empresario y director el género cómico música hoy en uso basta con que se oíga para que
de verdor subido, que parecía ser el predilecto de los llegue á conocimiento de las mozas de sen icio, y la
habituales concurrentes al Teatro Eslava. Esto indi­ letra basta con que se recite para que puedan rete­
ca, no solamente la buena intención de aquél y su nerla y repetirla en sus chistes los concurrentes al
deseo de conquistarse el favor de las personas poco café de Madrid ; pero la música y la letra de E l
aficionadas á espectáculos de cierta índole, sino tam­ Grumete necesitan actores y cantantes de veras, que
bién que las representaciones teatrales que cifran el sepan lo que se cantan y lo que se declaman.» Este
éxito en desnudeces ó en chilladas á propósito para dictamen de un escritor cuyos juicios son comun­
halagar los malos instintos del vulgacho inculto, em­ mente acertados, corrobora de una manera implícita
piezan á perder el pleito y á fatigar á los mismos que lo que dejo expuesto sobre la calidad de las piezas có­
han estado sosteniéndolas y alimentándolas. En que micas que ahora se escriben, y viene á demostrar in­
así sea ganarán mucho la moral y el arte, degradado directamente una cosa que. por ser lógica y natural,
y prostituido en el fangal de producciones desnudas era en cierto modo inevitable: esto es, que á medida
que el arte se ha ido degradando y que á los ingenios
de toda especie de pulcritud y belleza.
Como los asiduos espectadores del Teatro Eslava que le rendían culto con respetuoso amor han susti­
no estaban acostumbrados á gustar manjares tan tuido en el abastecimiento de la escena copleros obs­
bien preparados ni de tan sabroso condimento como curos ó poetastros ramplones (convirtiéndose la lite­
L a s hijas del Zebedeo, se deleitaron grandemente ratura dramática más ó menos elevada, pero literatura
saboreando el culto gracejo y la bella música de una al cabo, en una especie de industrialismo para cuya
obra que se diferencia mucho de casi todas las que práctica no se necesitan ni ingenio, ni inspiración,
han solido aparecer en las tablas de aquel escenario. ni saber, ni ninguno de los atributos peculiares de la
Eso prueba que hasta el más depravado gusto se verdadera poesía escénica) era indefectible que se re­
deja cautivar por el atractivo de lo que es mejor, y bajase y disminuyese la buena calidad artística de los
evidencia la exactitud con que decía nuestro célebre actores llamados á interpretarla. Lo milagroso es que
fabulista, defendiendo en cierto modo á la plebe in­ aún haya algunos educados en esa novísima escuela
de perversión teatral capaces, por virtud de sus in­
docta :
génitas condiciones y especial talento, de ascender un
Pues st en ciándote paja come paja,
tanto en la escala del buen gusto y de sobreponerse
Siempre que le dan grano come grano.
al desvarío de lo grotesco y de lo falso. A este nú­
mero pertenece el Sr. Ripoll, único de cuantos ejecu­
taron
E l Grumete que estuvo, como actor y como
Pocos días después que Eslava, ha dado principio
á sus tareas el Teatro de Apolo con espectáculos di­ cantante, á la altura de su papel. A sí y todo, pre­
fiero y preferiré siempre (disintiendo en esto del
vididos también en secciones, y con una compañía
formada y dirigida por el apreciable actor D. R i­ ilustrado parecer del critico de E l Globo) ver en las
cardo Morales. Nada menos que de cinco piezas, to­ tablas piezas tan lindas como la amena creación de
das ellas representadas en otros coliseos multitud de García Gutiérrez y de A rríela, aunque las desfigure
algo una mediana ejecución. á soportar disparatorios
veces, se compuso la función inaugural: j a e z y
harte , E l premio gordo, E l grum ete, E l plato del alusivos semejantes á E l plato del dia ó humoradas
dia y Lucifer. No se distinguen las dos primeras tan poco halagüeñas como Lucifer.
por el interés de la acción, por la verdad de las figu­
21 ó
Mala suerte ha tenido hasta ahora el Teatro de la
Albambra con la- piezas que ha estrenado. El desas­
troso éxito de la que ofreció al publico en la función
de apertura, debiera haber hteno á los directores de
la compañía más precavidos y escrupulosos para lo
futuro. Desgraciadamente no ha sido asi. I-'.l segundo
estreno ha ocasionado al coliseo de la calle de la L i­
bertad un nuevo fracaso, mayor -i cabe que el ante­
rior. No merecía otra cosa la revista titulada E li p r i­
mer premio. ; Apenas se concibe que personas discre­
tas, se figuren cosa posible interesar en el teatro con
una fábula alegórica donde se aspira unicamente á
simbolizar, mediante personificaciones absurdas auxi­
liadas por la desnudez de las coristas, las reglas y
operaciones de la Aritmética! El auditorio no quiso
premiar con su aquiescencia idea tan descabellada,
y rechazó indignado E l prim er preme.. Scale la tierra
leve.
l ’ero el mayor de los escándalos que de algún
tiempo á esta parte lian presenciado los coliseos de
orden inferior (que suelen ser lo- más concurridos y
se prestan mucho á ellos) ha sido el que la noche
del sábado 5 del actual produjo en el teatro áque me
refiero la primera representación del juguete còmicolirico, titulado D im a s el buen ladrón. La pelazga
que se armó al final de esa obrilla entre varios espec­
tadores, hartos va de aguantar escena- grotescas y
sin sustancia, y los implacables alabarderos, empe­
ñados en sacar á flote á toda costa engendro tan las­
timoso, filé realmente ile marca mayor. De sentir es
que en lugares destinados á recrear el ánimo, á los
que concurren personas bien educadas, en los cua­
les se debiera formar idea de la cultura de nuestras
costumbres, se den ejemplos tan degradantes para
todos. Las empresas ó los directores que aceptan esa
clase de producciones son los principales culpados en
tales desastre-. Sea por falta de conocimiento y de
gusto, sea por espíritu de compadrazgo, sea por la
causa que fuere, no hay duda en que admitir y sacar
á luz partos monstruosos de imaginaciones entecas o
extraviadas, equivale punto menos que á hurlarse de
la sensatez del publico. De otro modo 110 le juzgarían
capaz de -at i.-facerse y deleitarse con lo-de-atino- en
que abundan algunos de los engendros que le pro­
pinan.
En medio del disgusto que causa la broza que suele
constituir el repertorio habitual de los teatros de
función por hora, respiramos con más holgura, corno
quien despierta fatigado de una pesadilla , cuando pe­
netramos en uno de los contad i.-¡ m< templos donde
todavía se rinde culto á la dramática formal. Tan
grata impresión recibi la noche del miércoles ¿ del
corriente asistiendo á la retardada apertura del Tea­
tro de la Comedia. Inauguró sus funciones el simpá­
tico y elegante coliseo de la calle del Principe (que
al decir de un periódico parecía por la brillantez de
su concurrencia una sucursal del rielo) con la aplau­
dida comedia de D. Enrique Gaspar titulada Lola,
estrenada por la compañía que dirige Mario cuando
años atrás funcionaba en el Teatro de la Princesa. A l­
terami«.) su costumbre de dar principio á la tempo­
rada de invierno con la representación de una obra
de Moratin, de Bretón de los Herreros ó de algún
otro ingenio español de los que gozan el privilegio
envidiable de ser tenidos por autores clásicos, el
ilustre actor que procura con incansable actividad
mantenerci brillo de la escena patria ha escogido esta
vez. para comenzar sus tareas, una produción de
autor que ha conseguido justo renombre, pero que
no ha logrado aún. á pesar de su buen talento, aquel
honroso dictado. ¿Ha sido caprichosa esta determi­
nación, ó ha tenido Mario para adoptarla razones
atendibles? E l entusiasta director del Teatro de la
Comedia ¿ha mudado de bisiesto en el presente caso
por haberse cansado ya de rendir homenaje á los in­
signes maestros del género cómico de buena ley. al
que él ha mostrado siempre decidida predilección,
ó le han movido á ello las circunstancias en que hoy
se encuentra respecto al estado del teatro en nuestro
país, y consideraciones nacidas de su amor al arte que
profesa con tanta gloria? Indudablemente lo último.
Ni merecería disculpa, tratándose de un artista de
las condiciones de Mario, sospechar que pudiera ser
de otro modo. •
Desde que Elisa Mendoza Tenorio decidió aban­
donar definitivamente la escena. Mario, á quien no
se puede ocultar cuán escaso es el número de buenos
actores con que ahora contamos, y cuánto importa
acrecentarlo abriendo camino y guiando con acierto á
jóvenes de felices disposiciones, pensó más ahincada­
mente que nunca en realizar tan laudable empeño.
Conociendo las excelentes dotes que reúne la distin­
guida joven D.J Remedios López Egea (discípula de
Teodora Lamadrid, digna rival de las mejores actrices
de este siglo propias y extrañas ) ; creyendo que esa
señorita, que no había pisado jamás las tablas ni
aun en teatros de aficionados, podría presentarse al
público en la obra de Gaspar de un modo adecuado
C E R T A M E N
DE
«T.A
« C O L
{TAD.RU DK D. J l'A N
II.I'ST R A C IÓ N
O
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I.LIM ONA
E N
L A
E S P A Ñ O L A
R A B I D
Y
A M E R IC A N A »
A .»
V BRUGL-FRA. — (PRIM ER PREMIO T K HC R R O . I
E
CKKE MU XI A
V K
1- A
X P O . S I C I O
N
D IS T K IIim Ù N
DESFir. E
DE
r
X T V F. R S A I.
DE
K E C O M I' K N S A S
I. O S
«
C
OMIS A E I A T O S »
»ARIS.
D I
I-: N
E I.
1* A L A C I U
F X T K A X JE KO S,
t ,U i'u ;u del iiM u ra i, por L>. l.u is lim ó n e ;:.)
DE
LA
1N DU STRI A
218
LA ILU ST RA CIÓ N E SP A Ñ O L A Y AMERICANA.
á sus condiciones, resolvió desde lu ego abrir la tem ­
porada con L 'ila . E l éxito lia correspondido á tan
buen propósito. A pesar de su inexperiencia y del
terror que em bargaba sus facultades, la señorita L ó ­
pez E g ea logró hacerse aplaudir repetidas veces en
el curso de la representación, dando á conocer que
no eran infundadas las esperanzas que sus cualidades
artísticas habían hecho concebir ;i un hom bre de los
conocim ientos y de la experiencia teatral de Mario.
¡ Y cuidado si la em presa era difícil 1
E n estas colum nas he m anifestado antes de ahora
lo que pienso acerca de la com edia de G a sp a r, y pol­
lo tan to fuera ocioso repetirlo. R ecordaré, no obs­
ta n te , para que se pueda apreciar m ejor hasta dónde
llega el esfuerzo de la nueva a c triz, que esa obra,
dialogada con peregrino in g en io , Maquea por su
base, falsa hasta el extrem o de no ser ni parecer ve­
rosím il. E sa falsedad esencial, que trasciende al ca ­
rácter de los diversos personajes (y m u y en p articu ­
lar al de la protagon ista, interpretado por la señorita
E gea), exig e en los actores que los ejecutan algo que
req u iere, no solam ente m ucho estudio, sino gran
dom inio de la escena. Dar color de realidad á lo m e­
ram ente im a gin a tivo : salvar á fuerza de arte y de
sinceridad en la expresión el peligroso escollo de que
los espectadores caigan en la cuenta de que todo
aquello que está pasando á su vista carece du funda­
m ento lógico y pugna con la verdad d é la naturaleza
y de las pasiones, es cosa cuyos graves incon venien­
tes no necesito encarecer. 1.a Srta. E g ea , que en la
noche de su presentación al público supo captarse la
benevolencia del au d ito rio, aunque no logró vencer
por com pleto las dificultades de que está erizado el
papel de L u la , consiguió salvarlas en las representa­
ciones sucesivas, m atizándolo con persuasiva in ge­
nuidad en térm inos que arrancaron lágrim as á los
espectadores. T en em o s, pues, una nueva actriz en
quien se pueden fundar legitim as esperanzas, porque
une á su agradable figu ra, á su aire m odesto, á su
voz sim pática y flexible, á sus finos m odales, verda­
dera vocación artística y la sensibilidad y el talento
indispensables para sobresalir dignam ente en la re­
presentación teatral. M ario ejecuta su papel con -an­
g u la r m aestría; y tan to la S r a . B ern al com o Sánchez
de L eó n , dan á los suyos respectivos el tin te que les
co n vien e para form ar un con jun to que disim ula ti
obscurece el vicio fundam ental ilei poema.
A continuación de L ola se representó la comedia
en un acto del Sr. E strem erà titulad a L a cast a ra
am arga, que el año pasado se estrenó en L a ra con
éxito m u y satisfactorio. L o ingenioso del plan; la
naturalidad con que se desenvuelve y term ina ; la
bien sostenida variedad característica de los perso­
n a jes; la am enidad del diálogo y los chistes que lo
sazonan, bastarían para d enunciar y acreditar la ri­
sueña inspiración cóm ica del autor. Julia M artínez y
M aría G u e rrero ; R o seli, B alagu er, M endiguchía,
M o n te n e g ro , todos, en fin, se hacen dignos en esa
com edia de los aplausos que el público les tributa.
O ch o días después de haber principiado sus ta­
reas el teatro en cu estión , h a enriquecido su reper­
torio con la com edia nueva en tres a cto s, original
de D . A n to n io Sánchez P é rez, titulada E l prim er
choque. E sta producción de un ingenio que sobresale
por la discreta m esura de sus creaciones, ha propor­
cionado al au to r y á sus intérpretes un triunfo tan
notable com o m erecido, á pesar de la diferencia que
existe entre la índole moral y literaria de tal poema
y la m ayo r parte de aquellos que parecen h o y más
en arm onía con el gu sto que prevalece en la m u lti­
tud. Sem ejante circunstancia m e induce á consignar
aquí algunas observaciones, que acaso no se conside­
ren inoportunas, al tiem po m ism o que procuro aqui­
latar im parcialm ente las calidades y el m érito de la
obra.
M anuel C a ñ ete.
(Concluirá.)
RECUERDOS DE UN VIAJE AL RIO DE LA PLATA.
I.
i Porqué los recuerdos:—El Potas/.—El Iberia.—I.a realidad dé un sueno.—
Diez aflús lia.—Desde Lisboa.—Ultimo saludo.—Rio Janeiro.—Montevi­
deo.—En la otra banda.
^
como que artistas y escritores compatriotas vienen ahora a despertarme de uu
sueño con esos diarios anuncios de eniigracion á la República Argentina.
La prosperidad creciente de ésta, sobre
- •} todo, y las noticias de fortunas más ó me•
nos hiperbólicamente ponderadas, han contri buido á sacar de sus casillas á soldados del arte
Cju: v del periodismo en España.
¿ Y ' Las fabulosas empresas financieras del poeta es^
pañol Retís y Bahamonde; el paso breve por Madrid
de López Gomara' director acaudalado del Correa Español
de Buenos Aires; el triunfal regreso del malogrado Rafael
Calvo de los teatros de aquellas repúblicas; todo ha con­
tribuido á que artistas tan celebradas como María I ubau
v Julia Cirera, y periodistas tan inteligentes como Atienza
ar e c e
y Malagarriga, escuchasen las seductoras voces que, desde
¡as orillas del Plata, los llamaban al festín ofrecido por el
tentador ejemplo; y á fe que no han sido voces de engaña­
dora sirena. cumulo otros acarician también la idea de con­
tribuir ;i la emigración intelectual española.
1 'ñas v ot ras despedidas de artistas admirados y de com­
pañeros queridos han despertado y avivado los recuerdos
de mi viaje ;vl rio de la Plata, que hoy ofrezco á los lecto­
res de L a I lustración E spañola v A m ericana .
Les ofrezco mis impresiones con la sinceridad de quien
hoy las siente como entonces , y de quien las expresa con
la viveza de color que anima los recuerdos de un parénte­
sis de la vida en lucha con inesperados azares.
Para nada entran en mis apuntes ideas ni propósitos
contrarios ni favorables ;i la emigración, objeto de discu­
siones trascendentales y de estudios serios de economistas
y políticos, que lo primero que han de pensar es lo más
sencillo: que para el hombre que lucha por la existencia ó
ambiciona en ella los mayores goces, todo el mundo es
patria.
Oo Q
Me parece que era ayer mismo cuando tocaba en un
puertccillo de Francia, de regreso de mi expedición, des­
pués de veintitrés ellas de casa á flote en el Atlántico.
Aquella casa pertenecía a la famosa Compañía inglesa
ilcl Pacifico, que tiene sus oficinas centrales en Liverpool
{Pacific Stcam Karigution Company). Se llamaba el vapor
/V/ 'ó , nombro que apenas puede significar hoy un vago
recuerdo de la> riquezas que ofrecieron los montos del Perú
á gentes más prácticas que los que nos entusiasmamos ante
las maravillas celestes con más facilidad que ante el polvo
brillante de los positivos tesoros que guarda la tierra.
En el Polosi, como en el Iberia, del que hablaré después,
gran seguridad en el pasaje, pero pocas garantías para el
estómago latino, sólo conforme con las cocinas que ilus­
traron el célebre Punías y el dulcísimo Rossini. Comprén­
danlo bien las Compañías inglesas, y liarán más consolador
el sacrificio del buey ett la proa del buque.
¡Ah! ¡con qué satisfacción nos trasbordamos del inmenso
Potosí al vaporcillo que, desde el puerto de Pauillac, en
medio de un festín sobre cubierta, nos llevó en cuatro ho­
ras á Burdeos. alegrándonos la vista y el corazón con las
graciosas y pintorescas márgenes del Garona!....
Apenas nos acordábamos va de la extraña función de
pantomima y canto, organizada por la tripulación inglesa
en la popa riel Polos}, á beneficio del Asilo de huérfanos de
marinos de Liverpool; de aquella fiesta nocturna presidida,
glltre banderas de lodos los países, por el silencioso capitán
Barr, con cuyo grave aspecto de lobo marino contrastaba
cómicamente la movilidad maliciosa y epigramática del
rostro del contramaestre, director artístico de la eompañia
1¡rico-bula de á bordo, que se hacia obedecer al son del
pito de plata, como si estuviese mandando una maniobra.
Llegamos a Burdeos en pleno Agosto de 1X78, cuando
la capital de Francia tenia espléndidamente abierto aquel
gran certamen internacional en que nuestra España lucia
representación tan brillante.
Y en Burdeos, como en París, me parecía un sueño toda
mi vida de once meses en las orillas del rio de la Plata.
De ese sueño ha venido d sacarme ahora la voz amiga
del compatriota Dr. Alonso Criado, mi mejor compañero
del Pdosi, que, al regresar á su casa de Montevideo, estre­
chando conmigo las manos de los nuevos emigrantes. ar­
tistas v escritores, me decía;
— Despierte y consigne sus recuerdos de aquel viaje que
emprendió usted desde Lisboa á bordo del lfinia ; sus re­
cuélalos de entonces servirán de algo á muchas esperanzas
ele ahora.
o
o »
Diez años hace ya, y veo y siento toda la realidad dulce­
mente melancólica de aquel sueño extraño.
Desde un balcón del gran hotel que se levanta enfrente
de los muelles de Lisboa, contemplaba yo con cierto te­
mor supersticioso el ligero balanceo del magnifico vapor
Iberia, que había de ser mi casa durante el viaje á SudAm érica, desde las aguas del caudaloso Tajo.
Se respiraba en la Felicitas Julia de los romanos la tris­
teza producida en todo Portugal por la reciente pérdida
del inmortal escritor Herculano, de que yo acababa de oir
hablar, entre los 180.000 volúmenes de la Biblioteca Na­
cional portuguesa, á Luciano Cordeiro, el principe de la
critica literaria y científica de la patria de Camoens.
Con la impresión producida por sus palabras, habla re­
corrido yo el Passcio de lisldlo, admirando después aquel
abierto magnifico anfiteatro que forman la antigua v la
nueva Mejo, sentadas arrogantemente sobre siete colinas.
Desiertas estaban las calles do Ouro, da Prata y Augusta
cuando, ya fatigado, me retiré á comer en el hotel dos ho­
ras antes de la señalada para el embarque de los pasajeros
en el Iberia, donde se hallaba ya mi modesto equipaje.
Tan preocupado estaba con los recuerdos de España al
despedirme del dueño del hotel para dirigirme al muelle,
que la abreviatura de reís que hallé eu la cuenta, me hizo
dar un salto, figurándome, alarmado, qué eran de reales to­
llos aquellos miles que importaban los gastos de mi breve
hospedaje en Lisboa.
Por fin pisé la cubierta del gran vapor Iberia, cuyo nom­
bre me recordaba mis modestas campañas de periodista. El
buque lucia banderas y gallardetes con los colores nacio­
nales de la Gran Bretaña, y ya el humo de dos grandes
chimeneas se arremolinaba entre los palos á impulso de
una suave brisa del Noroeste, que se hizo más dura cuando
las corrientes de la torpe barra se resistían á dar paso ha­
cia el Atlántico á nuestro magnifico palacio flotante.
Habíamos dejado ya atrás los graciosos paisajes de Be­
lén y del Lazareto, en cuyas alturas se movían con el N or­
ueste las aspas de innumerables molinos, trayendo á la
memoria la descomunal aventura del Hidalgo Manchego,
eternamente vivo por nuestro inmortal Cervantes, genio
infortunado como el cantor de Os Lusiadas, de cuya ilus­
tre cuna me despedia con veneración supersticiosa.
N.° X X X V I I I
Durante los primeros movimientos del gran Iberia, za­
randeado por las corrientes como una cáscara de nuez, distrájeme sobre cubierta de una manera bastante triste, con
el hormigueo de miseros portugueses que se embarcaban
en busca de trabajo para las costas del Brasil, y arrastra­
ban hacia las bodegas del buque sus pobres hatillos, mos­
trando la nostalgia en los ojos antes de perder de vista la
hermosura de su tierra.
Españoles no faltaban á bordo, y entre ellos, v vecino
mío de camarote, D. Enrique Pujol, (jue iba también á
Buenos Aires representando á lina rica casa de comercio
de Barcelona. Fué en inda la larga travesía mi más intimo
compañero, por su carácter alegre y expansivo.
Tras largas noches tranquilas amanecieron deliciosos
dias del otoño.
Pasábamos en uno de los primeros entre la Gran Cana­
ria y Santa Cruz de Tenerife. Al naciente fulgor de un
sol que empezaba á disipar la bruma marina, enviábamos
los españoles de todas las clases de abordo nuestro último
saludo de despedida á la tierra de la patria, representada á
nuestros ojos por aquel elevado pico que habla perenne­
mente de ios prehistóricos desahogos del fuego volcánico.
Aristides Roger , con su interesante libro Viaje por de­
bajo de las ola <, nm sus descripciones de la hirviente base
submarina del volcán famoso, me acompañaba en aquella
muda contemplación, y las gasas de ascendente bruma me
parcelan allá arriba espirantes vapores acuosos que se ex­
halaban desde el fondo invisible como recuerdo de impo­
nentes maravillas.
Perdida de vista la culminante eminencia de Santa Cruz,
empezó nuestra sería preocupación de la vida interior con
los ascos del estómago latino ante ios servicios de la co­
cina británica.
El Imperio de la necesidad y la fuerza de la costumbre
no nos impidieron la protesta alegre en una especie de
diario Clónico, puramente español, que ideamos Pujol y
vo para consolarnos de las imposiciones del gobierno y la
administración del Iberia.
El paso de la Linea, anunciado mil veces, nos tuvo pre­
ocupados con su acompañamiento de neblinas y rociadas,
que había de traernos algunas horas de ameno estudio de
fenómenos de la Naturaleza.
Con esa preocupación , con los indispensables libros para
lectura de día sobre cubierta, y ios juegos de ios peces vo­
ladores y las nocturnas fosforescencias de la mar salada,
distraíamos nuestras tristezas de larga prisión forzosa.
o0«
¡ El Pan de azúcar! Allí está. El dulce pilón cónico se ve
perfectamente representado por aquel peñón inmenso, que
parece tallado allí á pico como un gigante que vigila la
entrada de la maravillosa bahía de Rio Janeiro.
Entramos en aquella incomparable bahía, escoltados
por rebaños de juguetones delfines, y lo que es más, salu­
dados por cañonazos de buques de guerra, que lucían en
las vergas banderas y gallardetes con los colores de distin­
tas naciones.
Aquel saludo estrepitoso era una lisonjera equivocación.
Hablan tomado las escuadras á nuestro Iberia por el vapor
que, detrás de nosotros, conducía á la capital del imperio
al ilustre soberano D. Pedro de Braganza, de vuelta de un
viaje por Europa.
Pronto enmudecieron desengañados los marinos de gue­
rra, y nosotros, como humildes huéspedes de los brasile­
ños, entramos estudiando y admirando aquellas lujosas
orillas, que a la izquierda empezabau con el Pan de azúcar,
continuando hasta ios muelles con una creciente v her­
mosa vegetación, cuyos vivos colores herían alegremente
la vista insaciable.
Aquel hermoso panorama, con las casitas diseminadas
caprichosamente entre los árboles, recortados como á ti­
jera , representaba un inmenso nacimiento, de esos que la
industria ofrece como juguete á los niños en los alegres
dias de la Pascua.
El desencanto vino luego, cuando los botes nos llevaron
á pisar el muelle, donde hormigueaba gente de color, en­
frente de los mercados, cuyas pilas inmensas de plátanos y
naranjas del pais obstruían nuestro paso á la ciudad ame­
ricana.
Allí todo aparecía desordenado y sucio; e! terreno en
que se asienta la ciudad es bajo y pantanoso: un calor tro­
pical nos asfixiaba, y se comprende que, á pesar de la in­
fluencia de las frecuentes lluvias y de la brisa marina, que
los naturales llaman rirajao, la terrible Jiebreamarilla constituya allí una verdadera enfermedad endémica.
La policía urbana tampoco hace honor á la grandeza de
algunos monumentos, tales como la catedral de San Se­
bastián y la hermosa iglesia de la Candelaria.
L'na de las calles más céntricas estaba completamente
abandonada al dominio vergonzoso y desvergonzado del
comercio de la prostitución. El miserable amor venal de
la carne se exhibía en abiertos camarines bajos, desde los
cuales la Venus abyecta tocaba en el hombro al transeúnte,
que percibía ios penetrantes insufribles perfumes artificiales
mezclados con el suave aroma de las llores de los jardines.
Huyendo del asqueroso chilombo, profanador de las gra­
cias de la Naturaleza, recorrimos Pujol y yo la rúa Direita,
y en el tranvía buscamos atmósfera más pura y sana,
cruzando el inacabable paseo llamado fíatapago, bordeado
de preciosas y ricas casas de campo, visitando después
aquel Jardín Botánico, admirable á pesar del abandono de
la mano del hombre, y las maravillas de Petropoli, encan­
tador refugio del Jefe del Estado durante las fieras inva­
siones de la fiebre amarilla.
Antes de volver á bordo del Iberia , quisimos conocer el
rico centro comercial, la rúa do Ouz idor, la Carrera de San
Jerónimo de Rio Janeiro, y tuvimos otro desencanto.
Allí las más lujosas tiendas de joveria no dan al viajero la
menor idea de la preciosidad proverbial de las piedras del
Brasil. Pensamos, por no hallar otra explicación, en el re­
frán aquel de En casa del herrero
, y acudimos á nuestra
casa flotante, ya con la proa hacia el Pan de azúcar.
N.° XXXYI I1
LA ILUSTRACIÓN
Dejábamos la capital del Brasil vestida con sus meiores
adornos para recibir dignamente al ilustrado D. Pedro de
Braganza. Nuestra salida la hicimos también á cañonazo
limpio, porque coincidía con la entrada, con retraso, del
augusto viajero, que volvía llevando nuevos conocimientos
de la vida social y política de la vieja Europa.
Pujol y yo habíamos hecho provisiones de naranjas, plá­
tanos y otras frutas del país, para neutralizar con su dulce
frescura los amargos efectos de la alimentación cotidiana
con que ofendía á nuestro paladar la administración anglomaritima.
Los delfines y peces voladores también nos hicieron los
honores de despedida con su graciosa escolta durante las
primeras y gratas emociones de aquella tarde inolvidable
v espléndida, en que la comandancia del buque parecía
querer ganar tiempo y adelantar millas.
El mar se presentaba tan sosegado como el estanque del
Retiro, y ni el más ligero cabeceo nos hacía vacilar en
nuestros ejercicios á todo lo largo de la cubierta. ( on aque­
lla tranquilidad y apacible bonanza y marcha segura, se­
guimos viendo varios días el cruento sacrificio de la res
para el alimento del pueblo flotante.
Nuestro periódico satírico titulado ¡ 1.a Mar! salía re­
gularmente en un solo ejemplar para torios, y el gobierno
inglés, extraño por desgracia a nuestro idioma, era el único
que asistía impasible y serio á las lecturas públicas de
nuestras diatribas en prosa y verso contra la administra­
ción económica y antipática.
Así llegamos tan distraídos á aquella caída de hermosa
tarde en que se nos ofreció á la vista con sus brillantes
tocas verdes, d manera de turbante, la hermosa sultana
que se recuesta con gracia v abandono en la ribera.
¡ Montevideo ! Ya hablaré de esta oriental señora cuantío
llegue el momento de la especial visita que le hice por
gracia de un distinguido caballero de la marina española.
Porque nuestro paso por la capital del Uruguay fué tan
breve, que apenas pudimos enterarnos de que las calles
estaban muy bien adoquinadas y de que el Jefe supremo
de la República era el coronel Latorre. Y ya se verá más
adelante la estrecha relación que había entre la fuerza del
poder de aquel soldado y la limpia firmeza del pavimento
de aquella ciudad americana.
A las cuatro horas estábamos trasbordados al Sílex, que
al amanecer del día siguiente nos dejaba cu ¡a otra banda,
pisando la tierra argentina con nuestros equipajes, después
de pasar del vapor a los botes y de éstos á los carros, por
gracia del escaso fondo de aquel famoso río que, por mi ar­
cilloso color, más tenia del oro que de la plata.
También fué aparentemente triunfal nuestra entrada en
Buenos Aires. Pero allí no se esperaba ni se despedía al
Jefe del Estado.
Tronaba el cañón, y la hermosa ciudad, á los fulgores de
un sol de Octubre, que allí era de primavera, se engala­
naba con vistosas banderolas y colgaduras y se aprestaba
á alegres fiestas, para celebrar los albores de la paz y la
conciliación de los partidos políticos, término dichoso de
una guerra civil desastrosa.
¿Cómo podíamos dudarlo? Entrabamos con buen píe en
la capital de la República Argentina, y aquel regocijado
estruendo ora buen presagio para el humilde y pacifico
soldado de la república de las letras.
E duardo B l s i
i l i .o .
TIPO S M ADRILEÑO S.
E S P IN IL L A , -SEÑORA t
HIJAS EX PAR ÍS ( l ) .
(Continuación.)
C
r a c i a s á su privilegiada naturaleza, ásus anA- chas tragaderas, como de concejal, y á su
costumbre de atracarse enormemente, ha­
bría podido, á no dudar, el insigne D. G u­
mersindo digerir sin consecuencias el alr —
inuerzodel restaurant Alsacia y Lorena, con
r aquellas salsas picantes que le dejarían la boca
lo mismo que si hubiera blasfemado, y aquella
peligrosa mezcla de granéis vins que pidió el
amigo convidado: pero el sablazo que de éste reci­
bió en lo alto de la torre, no acertando á evitarlo,
él tan práctico en huir e! bulto, influyó por tan vio­
lento modo en su organismo, que cuando descendimos dé­
la altura el pobre hombre, bajo la pesadumbre del golpe de
500 francos, mostraba con toda claridad en el nublado sem­
blante el profundo trastorno que súbitamente había expe­
rimentado en su economía.
Con decir que D.3 Presentación, enojadísima con su ma­
rido, se alarmó viéndole en tan mala disposición, basta
para que el lector imagine qué aspecto presentaría el ex
concejal.
— Y o estoy muy malo, me he puesto muy malo— decía,
y un color sé le iba y otro se le venia, v sudaba y se agi­
taba como quien siente gravísima molestia.
Por suerte, recordé que en la Exposición había varios
postes de secones, v llamando á un chino adolescente, aun­
que feo, que tiraba de un futtcuil rou/ant desocupado, hice
que lo ocupara el paciente, é indiqué al conductor adonde
era preciso llevarle, escoltándole su mujer, sus lujas y yo,
en medio de la muchedumbre, por entre la que dilicilmente se abría camino el chino. Si éste hubiera sabido
hablar en castellano, y los que nos rodeaban lo hubiesen
entendido, habría podido gritar: «Paso, que mancho»,
diciendo Ja verdad, porque el ex concejal....
Doña Presentación, en medio de su inquietud por el es­
tado alarmante de su marido, exclamaba :
— ¡Anda, anda! bien empleado te está por convidar al
amigóte. ¡Y ese es un diputado! ¡Válgame Dios, qué di­
putados cria la Naturaleza! ¡ Qué vergüenza! ¡ Venir á Pa­
rís un hombre formal, un padre de familia, para que le
(1) Véanse ios números X X V II. X X X . XXXIV , XXXV y XXXVI.
ESPAÑOLA
219
Y AMERICANA.
lleven á la Casa de Socorro en un carretón tirado por un
adefesio!.... ¡ Si yo no enfermo del susto y del sofoco será
milagro!
— Calla, mamá, que nos re la gente— observaba una dé­
las hijas.
No apures á papá más de lo que está— anadia la otra.
Rcgardez, un <unirs el dnnns— decía un chusco— c'est
un allmiand avine.
— // faut l'ahimer, ¡' allemánd— agregaba otro.
— C'est un cspagnol— me apresuré á decir á los que se
acercaban— pas oriné, inessiatrs, ina/ade, malade....
•— A h ! ah! ah! esfagno!.
— Voilá /'hidalgo de las As/urriás!
— C'est le grhnd papó di I). Lagartijo— gritó otro chusco,
más chusco qué el otro.
Y la gente se arremolinaba y no dejaba andar al chino.
Por suerte, un par de individuos de la policía bastó para se­
parar á los curiosos, y que pudiéramos llegar al poste de secottrs, donde un doctor joven, muy risueño, se hizo cargo
del que ya todo el mundo llamaba el abuelo de Lagartijo.
Véase un número de la edición del Fígaro, impreso en la
segunda plataforma de la Torre Eiílél, en que se refiere el
suceso con pelos y señales.
Mientras el doctor prestaba solicito los auxilios de la
ciencia al fardo que le hablamos llevado, fuime á dar una
vuelta por la Exposición, prometiendo á mis amigas volver
dentro de hora y media, tiempo que creyó el esculapio
bascante para poner á D. Gumersindo en disposición de
trasladarse al hotel.
Llego á los primorosos jardines bajo la torre, y cansado
del viaje que hice escoltando á D. Gumersindo, me dirijo
á sentarme en un banco, en el que, por suerte, encuentro
personas conocidas, una pareja muy interesante, los dos
seros más venturosos , á no dudar, entre la multitud que se
halla en aquel momento en el anchuroso recinto de la E x­
posición. El es un joven madrileño, pintor, que empieza
su carrera, y ella hija de cierto banquero vicioso y extra­
vagante.
Conozco mucho al joven , y siempre me ha interesado
por su gran inteligencia , su entusiasmo por el arte á que
se consagra, v su carácter alegre.
Después de los saludos de costumbre, me dice, com­
prendiendo mi sorpresa:
¿Se asombra usted de verme tan bien acompañado?....
Sepa usted que somos marido y mujer.
— ¡ Ah! felicito á usted , amigo mió.
— Gracias— contesta ella, con una sonrisa encantadora.
— No sabia— digo á Pérez, fi- llamaré Pérez-— que hu­
biera usted alcanzado la felicidad tan pronto.
— Amigo, querer es poder. Pues de mi boda se ocupa­
ron los periódicos....
-¿ S i? no be leído nada.
S i, señor, los periódicos anunciaron que una señorita,
hija del opulento banquero R.... . se había fugado de la casa
paterna con un joven artista. Esta es ella, y yo sov el joven
aspirante de aprendiz de artista.... Si 110 tiene usted prisa,
le contaré nuestra odisea, y acaso le pueda servir de asunto
para un artículo.
— Con mucho gusto.
— Sepa usted que vi :i ésta una noche en Lara, y el cora­
zón me dijo: «Esa es tu media naranja». En su semblante,
siempre bello, pero más bello ahora que entonces, había
una sombra de melancolía, de tristeza, que me interesó
profundamente. Rosell decía en escena los más graciosos
disparates, que hadan reir á carcajadas al público, y ella,
sólo esta picara, 110 se reía, con lo que me pareció evi­
dente que algún grave pesar la atormentaba. Estaba con
un señor, que era su padre, y con una señora muy maja.
Cuando se acabó la función salieron del palco , yo esperé
abajo, y salí detrás. Pero el señor, la señora y la señorita
se metieron en un coche, y me quedé allí con la boca
abierta. Volví á entrar en el teatro y pregunté al acomo­
dador de los palcos, quien me dijo el nombre y apellido
del banquero, por donde ya me fué fácil saber en que sitio
residía la que desde aquella noche era señora de mis pen­
samientos. Seria muy largo contar cómo llegué á ponerme
en comunicación escrita y telefónica después con mi ama­
da. Al mes de conocernos ya nos habíamos jurado amor
eterno quinientas veces, y había pedido yo esta mano, que
ahora es ni ¡a, al opulento banquero, que me la negó boni­
tamente á pretexto de que un artista es un ser inferior,
con muchas ilusiones y ningún dinero. »Si mi hija— me
dijo— quiere casarse con usted, allá se las avenga, yo 110
le doy un cuarto; usted verá cómo la mantiene, vella verá
si tiene fortaleza bastante para cambiar todas las ventajas
que disfruta á mi lado por la miseria que la espera con un
aprendiz de pintor, dueño de un gran caudal de amor y de
ninguna otra cosa....» En fin, que ésta tiene mucho carác­
ter, que 110 podia tolerar más tiempo á la madrastra, una
mujer de borrascosa historia, y que había hecho sufrir
grandes amarguras :i la madre amantisima, que fué una
santa, y seguramente murió más pronto por el amor del
infiel marido, de quien era entonces manceba la que es
hoy legitima esposa.... Y' nos fuimos, y nos casamos, y
con el poco dinero que tenia yo reunido nos vinimos á
pasar la luna de miel en Paris, con billetes de ida y vuelta
en tercera clase, valederos por doce dias. ¡Qué viaje en
tercera, tan delicioso, el que hicimos de Madrid á Paris!
El coche venia lleno de gente, y puedo asegurar á usted
que ni vimosá nadie, ni nadie nos estorbó, ni siquiera no­
tamos la incomodidad de cuarenta y ocho horas de duro
asiento.... Y o estaba ya acostumbrado á todo linaje de
molestias y estrecheces, pero esta valiente y animosa
mujercita mía, que ha tenido coche y viajado siempre en
sleeping-cars, lia demostrado una fortaleza tan grande, que
sólo el amor la puede prestar á una criatura tierna y de­
licada como es ella. 1.legamos á Paris con poco equipaje
v con mi caja de colores y pinceles y cuatro ó cinco cua­
draos en la cartera, y , ¡ asómbrese usted ! d los seis dias
ya había vendido ¡os cuudritos por muy poco, eso si, pero
el que me los compró, un viejo que debe ser muy ladino,
ine dijo, mirándome por encima de los cristales de sus an-
t iparras : «.Voir irez loin, mon jeune-homme, zi vous aimez le
travail.» Ese mismo traficante en cuadros me ha proporcio­
nado un cuartito en un sexto piso, pero muy alegre y con
mucho sol, por tíos francos al dia.... Y , en fin, sepa usted
que he vendido los billetes de vuelta y nos quedamos en
Paris. En cuanto pueda, que no tardaré mucho, liaré venir
de Madrid la única persona que allí me interesa, mi ma­
dre, una víejecita que no ha soñado jamás ver Paris, y
aseguro á usted que entonces no habrá en el mundo nadie
más feliz que esta compañera mia, mi madre y yo. Tengo
juventud, buena salud , amor á mi mujer y á mi madre, y
entusiasmo por el arte, y estoy seguro de llegar á ser algo,
con la ayuda de Dios, en este gran pueblo, donde el que tra­
baja con inteligencia no se muere de hambre y donde el
arte siempre es apreciado y comprendido. En Madrid tuve
1res meses expuestos en una tienda céntrica los cuadraos
que he vendido aquí, los vio todo el mundo y nadie los
compró. E l autor era desconocido. Alli se pierde la fe; no
hallando estimulo, el ánimo decae y la más fuerte voluntad
desespera y se confiesa vencida. A q u í, en la lucha por la
existencia, se puede lograr el triunfo, que es el bienestar
de la vida, el pan seguro, la ancianidad reposada y rodeada
de respeto; alli, en esa lucha, si no se sucumbe en la obs­
curidad, en medio de la indiferencia ó perseguido por la en­
vidia, se vive siempre pobre, siempre con la angustia de
hoy y la incertidumbre de mañana, y se llega á la vejez siri
pan, sin fortuna que dejar á los hijos, y solamente cuando
se muere es cuando los demás prorrumpen en alabanzas y
loores en derredor del muerto, y saca la prensa á relucir
todos los clichés de costumbre en tales circunstancias, y se
le cuelgan del féretro unas coronas, con que luego se da
bombo el florista que las hizo, y acaso se le paga el entierro
y se echa un guante para la familia, que produce tres ocha­
vos y medio. Aquello es una miseria....
— Algo exagera usted , amigo mió -observé al animoso
joven tan entusiasta por el Arte como por su mujer:— pero
vivamente deseo que realice todas sus esperanzas halagüe­
ñas: tiene usted talento y voluntad, y con estas dos cuali­
dades se va lejos, como dice el viejo que le compra los
cuadritos. Tendré mucho gusto en que, andando el tiempo,
sea usted un Pradilla. ó un Madrazo, ó un Moreno Carbo­
nero, y sobre todo un Rico, quien sobre ser un grande ar­
tista, popularisimo en Francia y en Italia y en todo el
mundo artístico por sus incomparables talcntos.es el único
de los artistas que jamás podra dejar de ser Rico.
Muy agradablemente pasé una hora con este joven ma­
trimonio, envidiando su alegría, sus esperanzas y sus ilu­
siones generosas. Dijome el artista que ganaba un dia con
otro seis francos y gastaba cinco.
— Con cinco francos vivimos en Paris como unos prin­
cipes sin otra diferencia que la de no tener coche ni coci­
nero. Dos días cada semana venimos á la Exposición y todo
lo examinamos minuciosamente, todo menos aquello que
cuesta dinero, que eso ya lo veremos cuando podamos
hacer alguna mayor economía. ¿Sabe usted como hemos
subido á la Torre Eiffel? Mediante un permiso especial de
este señor ingeniero. Le envié una tarjeta, en laque pinté
la Torre, y al pié un muñeco y una muñeca que la con­
templaban, y puse debajo: «Hommage à M. Eiffel d'une
couple espagnole t/uc vomirait monter la-haut, et ne possède
les dt vfratu s.« Y no olvidé añadir las señas de nuestro do­
micilio, creyendo firmemente que el famosísimo Eiffel me
contestaría, porque, modestia aparte, el dibujo que hice
de la Torre resultaba muy bonito, ¿no es verdad, mujercita?.... En efecto, el dia siguiente recibí el permiso que
verá usted, porque siempre le llevo conmigo, con el autó­
grafo del grande hombre, con cuyo permiso subimos á la
Torre cuando queremos. Por supuesto que ya nos hemos
presentado á M. Eiffel para darle gracias , y nos ha reci­
bido con el mayor agrado, ofreciéndonos su amistad y ex­
citándome á trabajar, utilizando mis buenas disposiciones.
— Mire usted— dijo la encantadora esposa— cortos de
genio no somos....
— Ya lo veo.
— Ahora estamos discurriendo— añadió el joven p in to r porqué vo todo lo discurro con ésta, qué alegoría le voy á
pintar á M. Carnot, para regalársela, sin pedirle nada, por
supuesto , por ahora.
— Si, esa es la mejor manera de hacer regalos.
Y siendo ya hora de ir á cumplir mi promesa á la fami­
lia Espinilla, me despedí del pintor y su mujer, contento
y satisfecho de haber saludado á los seres más dichosos de
la tierra en aquellos momentos.
Carlo s F ro x tau r a.
(Continuará.)
CRÓNICAS DE LA EXPOSICIÓN DE PARÍS.
París, i ’ de Octubre de 1889.
Sumario: « Esio s» va.»— Las última-, expediciones británicas. — Las en­
tradas en la Exposición.—Marcha de los cenegaleses.—Regreso de los ame­
ricanos— Lo que han venido á representar en la Exposición— Idea equivo­
cada que en Europa había de los suramericanos.—Sus últimas evoluciones
pacificas— Sus progresos materiales. El instinto popular.—Ptincipio de las
emigraciones en Europa - El terrible problema Cuadro de comparación
entre las emigraciones últimas.—Las dos lenguas y las dos razas superiores
en América.—Supremacía de España sobre los demás emigrantes europeos.
~
T ^ - to se va. Á los fríos repentinos y extremaS,; dos, han sucedido las lluvias pertinaces é
incómodas. Vuelven los parisienses elegan­
tes que pasaron el estío en las alegres pla­
yas y en los encantados chotean.17 pero se
M
rv
van los extranjeros, y Paris torna de nuevo
C' :isPecto fiue 'e es peculiar y propio durante
Ni
~ esta estación del año. Octubre no tiene como ha
tenido Septiembre 47.843 ingleses que nos visiten
y viniendo por la via de Calais-Douvres, 35.524 por la
de Díeppe-Newhaven, y 18.405 por la de BoulogneFolkestone, es decir, más de roo.000 súbditos de una sola
nación , que durante el tiempo que la Exposición ha du­
rado, ha dado á Francia por si sola un contingente de
8
220
L A I L U S T R A C I O N E S P A Ñ O L A Y A ME R I CAN A .
RL E X O S
A 1R E S . -
ki
.
p a l a c i o
RI K N O S AIRES.
l u i
.
c o x o r í
N r i. \
a
l - S.
-
I
i- i .
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GKADCAIlA
DK
NINAS.
N.° XX XVI I I
N.° XXXVIII
LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA
E X P O SI C IÓ X
r A li K L L 0 N ES
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222
LA ILU ST RA CIÓ N ESPA Ñ O LA Y AMERICANA.
cerca de medio millón de visitantes. Hoteles y colonias
van quedando ó desiertos ó reducidos poco más que á las
proporciones habituales de la vida ordinaria, y por las
puertas de ingreso que conducen al Campo de Marte, al
Trocad ero, á la larga sección de los productos alimenticios
en el Oitay y á la Explanada de los Inválidos, desde el di»
de la distribución de las recompensas, que fué el máxi­
mum, en que se recogieron más de 300.000 tiquetes, no han
vuelto á recibirse sino de 80 ó 90.000 diariamente, lo que
acusa un descenso considerable, á pesar de que todas las
compañías ferrocarrileras han anunciado viajes á precios
reducidos de ida v de retorno para visitar la Exposición,
y de que pronto comenzará á hacerse uso del producto de
la tómbola. La administración de la torre K i fiel ha tenido
que fijar anuncios limitando las horas de su servicio, y
aunque hay quien dice que ahora, por mas que los visi­
tantes son menos, siendo otra su calidad, como lo demues­
tra el servicio de carruajes que los transporta, ha aumen­
tado ei tráfico ventajoso en los despachos de las instala­
ciones, la realidad se impone y se justifica que ya no se
piense sino en cerrar. A pesar de que aquí se abrigaba
el propósito de retener hasta el lin á las colonias exóticas
de la Explanada de los Inválidos, el desfile habría comen­
zado ya por la de los senegaleses, que llevan á su rey
Dinah-Salifu la medalla de oro que para él lia discernido
el Jurado Internacional. Estos, conducidos por el coman­
dante X o iro t, estuvieron el dia 4 en el Elíseo á despedirse
del presidente M. Carnot, pero hasta el 20 no saldrán de
Paris, pues avisados de que en ci paquebot de Burdeos no
había suficientes pasajes para tan numerosa comitiva, y
habiendo esperado la salida de otro vapor de Marsella, el
Ttiums, que hace el servicio de la linea occidental del
Africa, se han encontrado con el mismo inconveniente.
Irán cargados de distinciones honoríficas, de regalos y de
agasajos, habiéndose concedido la cruz de Caballero del
Cambodgc al ¡inrifice Samba-Cambé, que ha hecho aqui
alhajas que verdaderamente lo son por su extremada ori­
ginalidad, y al joven Bubtta, á quien so debe principal­
mente la organización pintoresca de la ranchería senegalesa en la Explanada. El que ha salido con dirección á
Marsella es el Rey de 1Hindú, Usman Cansí, condecorado
con la cruz de Comendador de la Orden de Cambodgc,
acampanado de su intérprete Datnba y de M. Eleury. Tras
de los senegaleses desfilarán las demás colonias, aunque
todavía el martes último se recibió aqui al Príncipe de
Siam , con toda su familia.
Los primeros que se han apresurado á atravesar los ma­
res v á regresar á sus respectivos países, han sido los visitantos americanos. Algunas de estas Repúblicas van muy
satisfechas, y con justo motivo, de los resultados obteni­
dos en el gran concurso, y hoy hay ya quien seriamente
piensa v discurre sobre la verdadera conveniencia que
haya habido en traer al teatro de Europa, donde las fuer­
zas productoras que dan garantía á la existencia se van ex­
tinguiendo lentamente á pesar de los titánicos esluerzos
del trabajo y del saber, la poderosa competencia que.i este
mundo espirante hace en todo esc otro inundo donde al
parecer cada dia se concentra más la vida del universo. En
Europa no se sabía bien á fondo el movimiento creciente
de estimulo y actividad que por todo el Nuevo Mundo se
viene desenvolviendo de medio siglo á esta parte. Sólo aqui
se estudiaba v se temía el excesivo desarrollo de tuerzas
propias, de que daban brillante y deslumbrador espectáculo
esos gigantescos Estados Unidos, donde la raza anglo­
sajona había llevado basta limites inconcebibles y casi hi­
perbólicos los maduros y útiles esfuerzos de su espíritu
práctico v emprendedor. Imbuidos en la leyenda tenaz
formada respecto á los Estados de origen español por las
largas v anárquicas juchas de equilibrio que. habían sido la
consecuencia inmediata de las luchas de su emancipación,
pocos habían seguido en sus admirables detalles las co­
rrientes fructuosas de sus últimas pacificas evoluciones, á
cuva conquista nobilísima sucedió inmediatamente y se
impúsola necesidad de organización. Impreso el primer
impulso á la magnifica obra pacifica y regeneradora, el
movimiento reconstructivo se acelera en proporción de las
conquistas benéficas que realiza. El espectáculo de floreci­
miento efectivo que han alcanzado en pocos años algunos
pueblos ha estimulado á los demás, y hoy puede decirse que
en toda la América antes española el progreso es tan rápido
como uniforme. El primer jalón lo constituyó la estabili­
dad del derecho en la estabilidad de las instituciones y de
los magistrados que las representan. A este beneficio siguie­
ron inmediata y paralelamente los del planteamiento de la
instrucción pública sobre bases de generalidad y bajo prin­
cipios de utilidad positiva indestructible, y de las obras
úblicas con adelantos que revelan un estimulo entusiasta.
Or medio de la instrucción, no sólo se levanta cada dia
más la moral de esos pueblos, sino se logran las ventajas
prácticas en la producción , en la industria, en el cambio y
en el comercio, que son los caracteres indelebles de la ci­
vilización contemporánea ; por medio de las obras públi­
cas se multiplican hasta el infinito los medios y las seguri­
dades de la producción, de la concurrencia y del tráfico.
Todos estos beneficios cayendo sobre una tierra virgen y
fértil, ¿qué resultados no dará en breves años? Esto es lo
que ha revelado á la vicia y esquilmada Europa la presen
cía de las repúblicas hispano americanas en la Exposición
de París, donde los numerosos pabellones americanos co­
locados á la sombra de la torre Eitlel no han dejado de
ser una de sus principales maravillas.
Y , sin embargo, el hecho no debía ser imprevisto. El
instinto y la conciencia de 1<s pueblos, que. aunque razo­
nan poco, están dotados por la Naturaleza de la clarividen­
cia de la realidad, se bailaba de largo tiempo bien pene­
trado de ello. De aqui el secreto de las emigraciones. de
este pavoroso problema que trae desconcertados á todos
los estadistas, que constituye una seria alarma para el
porvenir de nuestro continente, y que á una sola de las
Repúblicas hispano americanas, la Argentina, ha dado en
los veinticinco últimos años un 154 por too de aumento
de población, mientras que en igual tiempo, los Estados
N.° X X X V I I I
Unidos, á donde confluye una parte de esta misma emi­
Buenos Aires: los franceses tienen su Inmortcl, v basta su
gración, la anglosajona, no han tenido más que el 79 por
Ulustratian; los ingleses su The Buenas A ¡yes Hcrald y su
100. Pero ¿dónde hallar en el globo, sin exceptuar la mis­
Standar,/; los alemanes su IIandéis Zeilnng, su Deútsch
ma Australia, países como el Uruguay, un nombre que
Blata Zeilunjr y su Argcnliniselle Tagblatí; mas para los
apenas se conocía hace algunos años al Este del Atlántico,
hijos de los fundadores de estos mismos periódicos ya son
donde por cada habitante so cuentan cuarenta cabezas de
exóticos ios idiomas en que sus padres los escriben , y si
ganado lanar, diez y seis bueyes y cuatro caballos? ¿A que
acaso la primera generación los posee, es como adorno de
codicias de bienestar y opulencia no ha de invitar un país
cultura, no ya como lenguaje natural y materno. Solamente
dotado de tal venero de riquezas? Buenos Aires, capital
hay una suerte de periódicos que son comunes para la in­
de la República Argentina, con una población de 500.000
teligencia. la ilustración y c! recreo, asi de una parte de la
habitantes, en donde todos los refinamientos de la civiliza­
emigración como para los nacionales del país y j-ara los de
ción echan hondas raíces, donde existen diez teatros siem­
las otras numerosas Repúblicas hermanas: los españoles,
pre abiertos}- más de cuarenta periódicos diarios, posee
ahora sean de carácter general, como BJ Carreo Español
en la actualidad mayor número de tranvías, de lineas te­
ahora aspiren al dictado de regionales, como E l Gallega ó
lefónicas . y sobre lodo de luces eléctricas, asi para el alum­
E l Faro Asturiana. Estos se confunden con iodos los indí­
brado público como para el doméstico, que Paris, Lon­ genas, ya se llamen La .Vacian, en el cual los nombres de
dres, Nueva York y Boston. En el fastuoso palacio que
nuestros escritores peninsulares Castclar, Ortega Manilla
este país se ha hecho edificar en el Campo de Marte, se
y García Lavedesc son familiares en sus columnas : ahora
ha expuesto tni cúmulo de riquezas, que dan envidia á los
La Tribuna, en el que Xúñcz de. Arce y Y alera sen como
pueblos más adelantados del antiguo continente. Méjico,
de la casa. La Nación que menciono tiene por director
no sólo ha presentado en su soberbio palacio azteca mues­
nada menos que al general Bartolomé Mitre, presidente
tras de una opulencia análoga en productos de la Natura­ que ha sido de aquella República. I.a Tribuna al general
leza, sino ha llevado su plausible vanidad á competir con
Julio A. Roca, que también ha ejercido el mismo elevado
Europa en muchas obras de arre de un mérito incontras­ cargo.
table. Chile. Guatemala y Bnlivia han mostrado esfuerzos
I odas las cuestiones que entrañan los más abstrusos pro­
semejantes, y Venezuela’y Colombia, los gérmenes fecun­ blemas políticos de influencia y preponderancia para los
dos de una prosperidad y una cultura que reproducen las
grandes Estados de Europa se han puesto ahora de relieve
maravillas del Paraíso sobre la tierra. Si estos progresos
con motivo de la asistencia de las Repúblicas americanas
no se habían vulgarizado en libros y periódicos por la
a la Exposición centenaria de Paris, v son muchos los pu­
gente culta (pie está al frente del movimiento de la civi­ blicistas v los pensadores franceses que, ame e! espectáculo
lización en Europa, les pueblos lo habían adivinado, v en
de la riqueza que éstas han desplegado y ante la realidad
las grandes crisis de la subsistencia porque nos han hecho
de los vínculos naturales que se han tenido que reconocer
y hacen pasar en este carcomido continente la densidad de
entre aquellos pueblos y España, reanudados felizmente
la población, los desequilibrios de la producción, la indus­ desde que el ilustre , sabio y austero Presidente de la Real
tria y el comercio, la enormidad de los impuestos, la de­ Academia Española, Sr. Conde de Oheste, los renovó glovastación de las revoluciones y de las guerras frecuentes,
riosamenie por virtud de la pulcritud y limpieza del habla
el cansancio de las tuerzas de la Naturaleza, siempre en
común, y Zorrilla, Ni'iñez de Arce y Campoamor por la
activa explotación, sin descanso alguno con que refrige­ del medio literario, han tenidoque confesar que la domina­
rarlas y reponerlas, las necesidades crecientes v los esca­ ción que Francia pudo ejercer por algún tiempo, aprove­
sos medios de satisfacerlas, y tocias las demás concausas
chando las querellas mutuas de la separación, se ha extin­
para cuyo remedio hasta aqui han resultado casi comple­
guido, que la lógica impone sus leyes, y que España ha
I tamente estériles los ineficaces arbitrios de los filósofos,
reivindicado sus derechos de supremacía en lo que neta­
de los políticos, de los economistas y de los sociólogos:
mente le corresponde. ¡Ojalá que estos vínculos ¡pie la co­
| ellos, con su habitual instinto, comenzaron á ensayar los
munidad del habla y del origen sostiene, puedan robuste­
tópicos, emprendiendo el camino de las emigraciones bajo
cerse algún dia no lejano, estableciendo sobre sólidas bases
el estimulo de las franquicias que se les ofrecían y de los
nuevas relaciones que los estrechen, por medio del cambio
recursos que se les prestaban por los agentes venidos de
recíproco de productos de la Naturaleza. la industria y el
arle, fuente también poderosa de amistad inextinguible
1 los Estados de la Unión, del Brasil, de la Argentina y de
otras repúblicas inas ó menos pudientes. I .1 emigración
entre los pueblos civilizados y hermanos!
comenzó, facilitando estas agencias los transportes v pasa­
Estas y otras enseñanzas para Europa han traído á la
jes a ha,o precio, y aun gratuitos, y sembrando por todas
Exposición de Paris las Repúblicas suramcricanas tan dig­
namente representadas en ella. La fórmula más radical de
| partos seductoras promesas y fascinadoras perspectivas.
I as comarcas donde la población era más densa, la .Saesta convicción se expresa diciendo que, al paso que las
ionia, las provincias rhinnnas, el Norte ele Portugal v de
luchas, los intereses, los sucesos y la emigración sobre
España, y casi lodos los antiguos Estados de Italia, fueron
todo llevan .dentro de cien años América se habrá tragado
los primeros que sintieron d contagio, el cual, desde 1880,
á Eurojia, y que antes de doscientos la colonizará.
llegó á un verdadero desbordamiento' Hubo un periodo,
| de 188.4 á 1886, en que, en general, la emigración sufrió
Ion.
un notable descenso, que parcela iniciar una paralización
más permanente. Pero a partir de 1S87 se recrudeció la
l a s P ild o r a s I t r s l anrailoraM E nrm iguoru contienen
manía emigradora, coincidiendo con el recrudecimiento dé­
hierro, manganeso y pepsina, elementos indispensables para en­
la crisis general económica porque Europa atraviesa, siendo
verdaderamente desconsolador el espectáculo de la emigra­ riquecer la sangre y corregir los desarreglos del estómago.
ción en los dos últimos años de 1888 y 1889,
En 1883 toda la emigración europea, excepción hecha
¡fjurw'T. Q uiniurn L a b a rra q u e , única prepnde la de los Impcrics austro-húngaro v moscovita,, sólo
j-ál+.v. ración de este género A p r o b a d a por la
se elevó á 680.000 individuos, según losregistro.soficiales:
1
A c ad em ia de Me d ic in a de Pa r ís , e s el
cu 1885 descendió esta cifra á 490.000; pero en 1887 se
gZXzzt . vino de (juina en su más alto grado de
elevó de nuevo á 672.000, y en 1888 \- en 1889 fia pasado
coticent ración y de potencia.
I de r.000.000 de individuos por ano, principalmente de las
_« h l Q u in iu m L a b a r r a q u o es uno de los m e jo re s
nacionalidades italiana, española, francesa, suiza, alemana y
tónicos que pueden emplearse pura combatir la debilidad
I británico-irlandesa. El contingente que á la emigración ha
de constitución ó aquella que es consecuencia de diversas
dado Italia sola en 1888 asciende a la considerable suma de
enfermedades »
; 207.795 individuos: de España salieron cerca de 60.000;
*5 ba administración del Qninium seguida durante
24.000 de Francia; 18.000 de Portugal; 8.000 de Belgiquince días, un mes y aun idus, según el grado de
j ca, etc. Para todos estos países estas cifras son pavorosas,
deterioro físico <1 que los enfermos habían llegado, ha
hasta para la propia Francia, donde el incremento d éla
producidi, una t o n ific a c ió n g r a d u a l , un aumento
emigración aumenta de una manera tan enorme, cuanto
de p o t e n c ia d i g e s t i v a , y por consiguiente una
que sólo en 1(884 tuvo 6.100 emigrantes, y 6.063 en 1885.
mejoría tan rápida que no era posible dudar de la a, ción
En 1886 ascendió ya la suma á 7.314: á 11.170 en 1887, y
dd Quintum. n
d- wahu
á 23.339 en 188S. ¡Y Francia pasa por el país más próspero
Médico principal d ' los Hospitales de Argelia.
Nata. — En razón á su energía y á la caiaeiií.ul de
del Continente ! En el reparto de estas grandes transmuta­
los fraseos, este vino es de un precio moderado v más
ciones de hombres y de patrias, á la República Argentina
barato que la mayor parte de los productos similares.
ha tocado la mayor parte en el año de tSS8, como en to­
Basta en general, tomar una copa de las delito: después
cios los anteriores. En 1888 ha aumentado su población
ile caria com da.
con unas 250.000 familias ; el Brasil, con otras 150.000: el
Uruguay, con 25.000; la América del Norte, con 500.000,
y las 75.000 restantes hasta un millón, se lian disemi­
E l vino doble d ig e s t iv o de Cliassnliig- fué objeto en
nado por los demás países hispanoamericanos, en diver­
1864 de informe favorabilísimo en la Academia de Medicina de
París, y desde aquella época se halla universalmente prescrito
sas proporciones. Divididas por mitad estas grandes masas
contra las digestiones difíciles, la dispepsia y enfermedades del
de hombres entre las dos lenguas y las dos razas que desde
estómago. Devuelve el apetito y repara las fuerzas, facilitando
el descubrimiento y la ocupación obtienen la supremacía
de aquel mundo anlcs resconocido, la lengua de Cervan­ la asimilación de lo« alimentos. Desconfíese de las falsificaciones.
París, 6, Avenue Victoria, y en todas las farmacias.
tes y la lengua de Shakespeare serán las únicas que en el
espacio de cien años se hablen en la parte que ya entonces
será tal vez la más poblada del planeta entre los centenares
P A S T A DE N A F É D E D E L A N G R E N IE R .
de millonesde hombres que la ocupen. Porque aunque to­
Cincuenta
médicos de los hospitales de París han demostrado
davía el recuerdo de la patria primitiva haga sostener entre
su pederosa eficacia contra los Resfriados, G rip p e . Bronquitis.
las primeras generaciones de los emigrantes el culto del
Irritaciones delpecho y de la garganta. No conteniendo ni opio, ni
idioma nativo, y asi en Nueva York como en Buenos Aires
morfina, ni coJcina, puede darse sin temor á los niños que pade­
cada nación sostenga un número de publicaciones periódi­
cen de tos. Depósitos en las farmacias dei mundo entero.
cas que sean corno los últimos ecos de la patria á que se
ha renunciado, los hijos de estos mismos emigrantes ya no
n iU n r íR T Í lA N T mu>’ aPreciaJa para el tocador
hablan, ni escriben, ni estudian, ni raciocinan sino dentro
U ÜU UD l u A l l 1 y para los baños. H o u b I g a n t,
de las condiciones del habla para ellos nacional: inglés, en
perfumista, Paris, 19, Kaubourg S‘ Honoré.
los Estados Unidos : castellano, en los demás Estados del
Sur. excepción hecha dei Brasil, donde prevalece la lengua
de Camoens. lodos los demás idiomas latinos, germáni­
Perfumería exótica SEN ET, 35, rue du Quatre Septembre,
Paris. ( Véanse los anuncios.)
cos ó eslavos van á la tumba con el postrero aliento de
los que los llevaron. En la capital de la República Argen­
tina la emigración italiana devora su Patria Italiana y su
Perfumería Ninon. Ve LECOMTE et O*, 31. rue du Quatre
Na.io.tic Italiana, que diariamente salen de las prensas de
Septembre, París. ( Véanse ios anuncios.)
M
223
LA ILUSTRACIÓN ESPA Ñ O LA Y AMERICANA.
N.° X X X V I I I
G. K. COOKE&WEYLANDT
YIGOR del CABELLO del Dp . AYER
B E R L I N S. W . 4 8 .
MEDALLA DE 0K0 EN LA EXPOSICION DE BARCELONA
Fábrica premiada, primera en Europa, de
de cautchnuc y metal. Se solicitan repiesentantes.
PIANOS
FOCKÉ
FILS A ÎN É
Rue Morand. 'J, Paris
M E D A L L A S
D E
O R O
Garantizados p or diez años.
C A B E L LO S
NO T I E N E R I V A L
para impedir la calvicie y caída del cabello. Es el
único que lo hace crecer vigorosamente.— F.vita largos y espesos, por acción del E .xlraelo <•;»positivamente las canas y devuelve al cabello p ila r «lo l«»s lEouo«licf ¡nos del Monte Majella,
cano su primitivo color, dando a su raíz el vigor ¡que destruye la caspa, detiene la caída de los ca­
de la juventud.—Cura infaliblemente para siem­ li-ellos, les hace brotar con fortaleza y retarda sti
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LA URBANA DE PARIS
Y H IE L O
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D E N T IC IO N
EXÍJASE EL SELLO OFICIAL DEL GOBIERNO FRANCÉS^
ruJim a DELABARRe \ d e l D ? D E L A B A R R E
C O M P A Ñ IA IN D U S T R IA L
19 , ru é
de
FACILITA LA SAUOA Dt LOS DIENTES P R E V IE N E O HACE DESAPARECER i
LOS SUFRIMIENTOSy todos losACCIDENTES de la PRIMERA DENTICIÓN., ó
P A R I S
disipan casi IN STANTÁN EAM ENTE los Accesos.
N I N O N DE L E Ñ O L O S
Reíase de las arrugas, que no :-c atrevieron nunca á señalarse en su epidermis, y se conservó jo­
ven y bella hasta mas allá de sus 8o años, rompiendo una vez y otra su acta de nacimiento á la faz
del tiempo, que en vano agitaba su guadaña delante de aquel rostro seductor sin poder mortificar­
le.— liste secreto que la gran coqueta egoísta no quiso revelar á ninguno de sus contemporáneos,
ha sido descubierto por el doctor L.econte entre las hojas de un tomo de la Historia amorosa de las
Guian, de Bussy-Rabutin, perteneciente á la biblioteca de Voltaire y actualmente propiedad ex­
clusiva de la P e rfu m e ría .linón (Maison decente), 31, rué du 4 Septembre, 31, París.
Dicha casa entrega el secreto á sus elegantes clientes bajo el nombre de lérilalil«* Kau d«
.'linón v de lli m 'i «l<* .lin ó n , polvo de arroz que Ninon de Léñelos llamaba «la juventud en
una caja».— lis necesario exigir en la etiqueta el nombre y la dirección de la Casa, para evitar las
falsificaciones.— La Parfumcrie A'inon expide á todas partes sus prospectos y precios corrientes.
Depósitos en Madrid: Pascual, Arenal,, 2; Artaza, Alcalá, 23, prc.L izq.¡ A guirre y Molino, perfume­
ría Oriental, Preciados, 1; Federico Gros, perfumería Cromóla, Mayor. 1; Romeroy Vicente, perfu­
mería Inglesa, Carrera de San Jerónimo, 3 , y en Barcelona, Vicente Ferrcr y en casa de José t a .
font, 22, calle del Cali.
A R A B E
^ U lt - A L S E S P f ^
PRESCRITOS POR IOS MÉDICOS CELEBRE
PÁTE AGNEL * AMIDALINA Y GLICERINA
E->tr excelente Cosmético blanquea y suaviza la piel y !a preserva de cortaduras, irrita­
ciones, picazones, (laudóle un aterciopelado agradable. En cuanto a las manos, les da solidez
y transparencia a las uñas.
E n la P e r f u m e r í a C e n tr a l d e A G N E L , 16. A v e n u e d e l ’O p éra
V en las sets Perfumerias sucursales que posee en París,asi como en todas las buenas Perfúmenos.
A
Restaurador
U N IV E R S A L del O
,c¡
"
En C asa de todo s lo s P e rfu m ista s y P elu q u ero s
de F ra n c ia y del E stra n je ro
d e la S e ñ o r a S ,
A S E L L O
^
A. A L L E N
para restaurar las canas á su primitivo color, al bnli >
y la hermosura de la juventud. L e restablecen su
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del T.xcmo. Ayuntatniertto de
Valencia. y catedrático auxiliar
de la I ai tillad de .Medicina, etc.
t on numerosas figuras interca­
ladas en el texto y una escala
ozon >méuic,-i cr uno-litografia­
da. Hemos recibido el cuaderno
2.; de esta obra, á !a que se sus­
cribe en Valencia, librería de
D. Pascual Aguilar (Caballe­
ro -. t ). Precio : una peseta cada
cuaderno, y t 'da ];< obra cons­
tará tle 25 cuadernos.
«•o 1»I e n\ j><»v tineas, curiosa colección de apun­
te? digno? de estudio, y hechos
y dichos (continuación de la
Y a- ¡leítila'), por D. Jos«- Selgas. de la Real Academia Espa­
ñola. Piste libro, tamo V de los
Estudia' >, riles escritos por su
malogrado autor, corresponde
á la nueva edición de las Oh-a>
tupíelas de Selgas, v no nece­
sita, en verdad, nuestros elo­
gios. Forma un volumen de 3«1
paginas en 8.", y se vende, a 4
pesetas, en las principales libre­
rías de Madrid y las Provincias.
1.1 \ m u n C ó d ig o C iv il al
alcance Je míos, por el ilustrado
periodista y abogado I). José
Aparicio Vázquez,con una cartaprologo del P.x m i. Sr. IV Ma­
nuel Alonso Martínez. Esta
ebra, perteneciente á la Biilioteca Andaluza, se recomienda
por si sola, puesto que llena la
necesidad de exponer breve y
compendiosamente todo lo in­
dispensable para la realización
de los actos civilesconcemientes
a la personalidad, tales como el
matrimonio, el testamento, la
herencia, etc.— Véndese, á 1,50
pesetas, en las principales libre­
rías, y en la Administración,
Madrid (Obelisco, 8).—-Y.
A T R E S.
A E M A RK>.VO- : V
POR AUTORES Ú EDITORES
Iii-liliu -io n e - •»•»•eni i a les, -ii
origen i erg nutación en Yoleti­
cia. por D. I.uis Tramoyeres
Blasco: con un prologo 'leí exi tlentí-imo Sr. D. hduardo Pé­
rez Pui' J. I.l Ayuntamiento de
Valencia ofreció premiar en los
Iliegos Florales de 1SR2, cele­
brados por la sociedad Lo Rat/’nía/, el mejor trabajo que se
presentase fohre la historia de
los Gremios en aquella ciudad;
y la ot ra premiada es la del se­
ñor Tramoyero; Blasco, para la
nial lia escrito un eruditísimo
prologo., por encargo de la mi?iim forpora, ióu municipal, el
dot 10 jurisconsulto Sr. Pérez Pu­
jol. I-.- un libro de estudio y con­
sulta. que figur ara en la fibli >teca Je toda persona amante do
las ciencias históricas y del pi ­
gre.-o social de nuestra patria,
horma un vltimcn de. .\x1v-444
paginas en 4." menor, que com­
prende 27 capítulos y una T¡. ; a’fa'ciit 1 .le Oficien. Valencia,
imprenta del señor Domenech
(Mar. 4S).
Tratsuli» <U- V i>;il i -.i ipiimi
ca cttaiiMa/ii'fi, por el F)r. (. . Re­
migio Fresenius, director del
Laboratorio fjutmno de \Y¡ -bailen, catedrático de (Julmua.
Física y Tecnología en el Ins­
tituto r'lgr'cola de la misma 1iudad, etc. VeitiJo al castellano
de la edición alemana (la sexta),
y adi-.¡ciliado con multitud de
notas por D. Vicente Peset y
Genera, doctor en Ciencias físi­
co-químicas y en Medicina y
Cirugía, químico, por oposición,
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