Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

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S e p a r a t a
d e
l a
J u v e n t u d
-
D o m i n g o
3
d e
Junio
de
2012
-
Año
14
Las 10 Estrategias de
Manipulación Mediática
1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del
control social es la estrategia de
la distracción que consiste en
desviar la atención del público
de los problemas importantes
y de los cambios decididos por
las elites políticas y económicas,
mediante la técnica del diluvio
o inundación de continuas distracciones y de informaciones
insignificantes. La estrategia
de la distracción es igualmente
indispensable para impedir al
público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área
de la ciencia, la economía, la
psicología, la neurobiología y la
cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos
de los verdaderos problemas
sociales, cautivada por temas
sin importancia real. Mantener
al público ocupado, ocupado,
ocupado, sin ningún tiempo para
pensar; de vuelta a granja como
los otros animales (cita del texto
‘Armas silenciosas para guerras
tranquilas)”.
2. Crear problemas y después
ofrecer soluciones. Este método
también es llamado “problemareacción-solución”. Se crea un
problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción
en el público, a fin de que éste
sea el mandante de las medidas
que se desea hacer aceptar. Por
ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia
urbana, u organizar atentados
sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de
seguridad y políticas en perjuicio
de la libertad. O también: crear
una crisis económica para hacer
aceptar como un mal necesario
el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de
los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte
una medida inaceptable, basta
aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos.
Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radical-
debe ser la más pobre y mediocre
posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea
entre las clases inferiores y las
clases sociales superiores sea y
permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver
‘Armas silenciosas para guerras
tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser
complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer
que es moda el hecho de ser
estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que
es solamente él el culpable por su
propia desgracia, por causa de la
insuficiencia de su inteligencia,
de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico,
el individuo se autodesvalida y
se culpa, lo que genera un estado
depresivo, uno de cuyos efectos
es la inhibición de su acción. Y,
sin acción, no hay revolución!
mente nuevas (neoliberalismo)
fueron impuestas durante las
décadas de 1980 y 1990: Estado
mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo
en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos
cambios que hubieran provocado
una revolución si hubiesen sido
aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar
una decisión impopular es la de
presentarla como “dolorosa y
necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento,
para una aplicación futura. Es
más fácil aceptar un sacrificio
futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo
no es empleado inmediatamente.
Luego, porque el público, la
masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que
“todo irá mejorar mañana” y que
el sacrificio exigido podrá ser
evitado. Esto da más tiempo al
público para acostumbrarse a la
idea del cambio y de aceptarla
con resignación cuando llegue
el momento.
5. Dirigirse al público como
criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida
al gran público utiliza discurso,
argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la
debilidad, como si el espectador
fuese una criatura de poca edad
o un deficiente mental. Cuanto
más se intente buscar engañar
al espectador, más se tiende a
adoptar un tono infantilizante.
Por qué? “Si uno se dirige a una
persona como si ella tuviese la
edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta
probabilidad, a una respuesta o
reacción también desprovista
de un sentido crítico como la de
una persona de 12 años o menos
de edad (ver “Armas silenciosas
para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para
causar un corto circuito en el
análisis racional, y finalmente al
sentido critico de los individuos.
Por otra parte, la utilización del
registro emocional permite abrir
la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar
ideas, deseos, miedos y temores,
compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en
la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz
de comprender las tecnologías
y los métodos utilizados para
su control y su esclavitud. “La
calidad de la educación dada
a las clases sociales inferiores
10. Conocer a los individuos
mejor de lo que ellos mismos se
conocen. En el transcurso de los
últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre
los conocimientos del público y
aquellos poseídas y utilizados
por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada,
el “sistema” ha disfrutado de
un conocimiento avanzado del
ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El
sistema ha conseguido conocer
mejor al individuo común de
lo que él se conoce a sí mismo.
Esto significa que, en la mayoría
de los casos, el sistema ejerce un
control mayor y un gran poder
sobre los individuos, mayor
que el de los individuos sobre
sí mismos.
Artículo de Noam Chomsky
redactado por Sylvain Timsit,
recogido en Pressenza
2
Informe
El ojo humano y la lectura
Elena Joa Miró
Hospital Pediátrico Pedro
Borrás Astorga, Cuba
un sentido de similar frecuencia
al de su propia vida. Y qué decir
de la imperturbable Gioconda
davinciana que nos mira.
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas,
es ojo porque te ve.
El ojo anatómico
Antonio Machado
El ojo, si de leerlo literalmente se trata, no es más que
la parte visible del sentido de la
visión, que funciona como una
cámara capaz de recibir y trasmitir imágenes al cerebro que es
quien realmente ve. Pero, desde
aquel primer instante en el cual
el hombre primitivo tuvo conciencia de su visión, comienza
a atribuírsele al ojo la capacidad
de ver, y a fundarse y crecer la
importancia fundamental que le
hemos concedido hasta hoy.
Por ello también, aunque
el hombre se relaciona con el
mundo y lo lee a través de las
percepciones que los sentidos le
proporcionan y envían al cerebro para su interpretación, en el
devenir de la humanidad y en el
imaginario de todas las culturas,
es el sentido de la visión —y el
ojo que le sirve de soporte y lo
identifica— quien ha ocupado el
lugar primordial entre los demás,
por su inconmensurable poder de
captación y percepción de datos
y por el papel que desempeña en
el proceso de emisión y transmisión de todo cuanto ve.
Es, y en magnitud muy considerable, mediante el sentido de la
visión, que el hombre se conoce
a sí mismo, a la naturaleza, al
cosmos. Rodeado de formas,
inmerso en colores, pleno de
espacios, es el ojo —en perenne estado de alerta ante tantos
y disímiles estímulos— quien
alienta nuestro afán de observación, sin el cual hubiéramos perdido no poca de la información
que requiere y subyace en toda
creación humana, ya científica,
ya del arte. Por ello, el ojo ha
devenido símbolo de percepción
intelectual.
Así, el saber popular le ha
atribuido poderes extraordinarios y misteriosos: una persona
puede desde caer fulminada,
como por un rayo, debido a un
«golpe de vista», si esta posee
el poder y la intención maléfica
de hacer un «daño», un «mal
de ojo» —creencia que aparece
de modo recurrente desde los
tiempos remotos hasta el día de
hoy—, hasta expresar y poner al
descubierto sus pasiones, afanes
y miedos más ocultos e insondables, con una sola mirada que,
si se pasa de indiscreta, puede
revelar hasta su «yo profundo».
Al mismo tiempo, el hombre
ha visto el ojo, y más allá de él.
A partir de esa lectura trascendente, lo ha dotado de un nivel
de sugerencia simbólica, cuyo
espectro, además de comprender
su cualidad como signo de la per-
El ojo humano y la lectura
cepción intelectual del hombre,
incluye y puntualiza, con reiterado interés, la representación de
lo divino en ese «ojo que todo lo
ve», vigilante y protector, capaz
de ahuyentar el mal, milagroso sanador de la enfermedad,
ahuyentador de espantos, entre
ellos, de la mala suerte. Ojo
espectador, ojo testigo, ojo que
contempla todo el acontecer y el
devenir del mundo, y convoca
desde a la reflexión profunda sobre dudas vitales, hasta asimilar
el «¡Ojo, pinta!», que nos alerta
en el transitar cotidiano.
Tan grande es el poder que la
humanidad le atribuye al ojo, que
su representación como talismán
o amuleto para protegerse de las
enfermedades y/o resguardar la
casa, la familia y las posesiones
cuelga, más o menos a la vista,
en cualquier hogar, oficina o,
quizás, palacio de gobierno.
Como se dice comúnmente,
desde que el mundo es mundo,
el hombre ha dejado constancia
de la importancia que le concede al ojo, y no son escasos los
documentos científicos y pseudocientíficos, de disímiles procedencias, que han llegado hasta
nuestros días, en los cuales se
revela el interés generalizado por
conocerlo, cuidarlo y encontrar
el modo de sanar cualquiera de
sus enfermedades. Abunda en los
documentos de carácter religioso, y en los hoy muy nombrados
como esotéricos, la presencia del
ojo como símbolo del poder divino, de fuerzas sobrenaturales, de
energías ocultas que, sin que lo
sepamos, nos mueven y sacan a
la luz, muchas veces pública, las
expresiones íntimas de nuestra
naturaleza humana.
Por otra parte, sería imposible pensar en la historia del
arte ignorando que es difícil no
encontrar en cada una de sus
páginas al ojo que todo lo busca,
que todo lo quiere saber, como
el curioso Meñique, de José
Martí. El ojo está detrás de «El
grito» de Munch, solapado en el
alarido desgarrador que le provoca lo que vio; en la presencia
ausente de Fedor Dostoievski,
quien nunca nos revela el color
de los ojos de su Ana Karenina,
y hasta en el Beethoven sordo
que se afana en penetrar el más
íntimo rescoldo del sentido de la
infinitud que lo rodea, tratando
de escuchar con los ojos del
corazón, «que son los que ven»,
Anatómicamente, el ojo es
excepcional. Es el único órgano
del cuerpo humano en el que se
encuentran las tres capas embrionarias, y en el que se puede observar
directamente los vasos (arterias y
venas) y ver directamente un nervio.
La naturaleza sabia, sin lugar a duda
alguna, hizo evidente su importancia
en la calidad de su protección. Primero lo colocó, como una «joya»,
dentro de un estuche óseo (la órbita);
lo proveyó de una envoltura muscular (músculos extraoculares), los
que, a la vez que lo preservan, le
permiten el movimiento al unísono
—los dos ojos en yunta— en todas
las posiciones; lo envolvió en una
grasa que atenúa los estremecimientos que pueden provocarle las
grandes sacudidas, y creó para él, y
solo para él, un sistema de barreras
que lo guardan de la agresividad
exterior: las cejas, los párpados, la
conjuntiva, el aparato lagrimal, el
que, además de lubricarlo, lo preserva de infecciones provocadas
por gérmenes que pululan en el
ambiente, mediante una enzima
bacteriostática y bactericida —la
lizosima— que se encuentra en la
lágrima. No es poco lo del ojo.
La lectura de los síntomas
por el hombre prehistórico
Es tanto lo del ojo, que, a
través de él, desde aquellas primigenias oscuridades de la caverna,
el hombre ha tratado de explicarse
los hechos que afectan su existencia, tales como la propia vida, la
muerte y las enfermedades y nunca ha intentado encontrarles una
respuesta con descanso u olvido
de ese órgano.
Muchas veces, en mis meditaciones sobre las posibles reacciones del hombre prehistórico, lo
he imaginado desesperado ante el
curso tenaz de las enfermedades,
desconcertado ante lo impredecible de los accidentes que le causaban lastimaduras, incontrolable
ante los dolores que le arrebataban
el juicio, y asustado, muy asustado, sin duda alguna, ante el enigma
mayor, el de la muerte. Lo imagino
en una lucha contínua contra el
miedo, cayéndose y levantándose,
renaciendo de las propias cenizas
de su terror, porque lo desconocido y lo diferente asustan, pero a la
vez lo impulsan, motivan hacia el
afán de entender, de comprender
lo que sucede, de conocer las razones de los múltiples porqués de
todo cuanto lo rodeaba.
Trató de explicarse las causas
de sus padecimientos, y al buscarlas en su entorno y no encontrarlas,
se las atribuyó siempre a un poder
superior, seres, deidad o grupo de
deidades o de fuerzas demoníacas,
capaces de provocarle la enfermedad que sintió como un castigo por
haber violado alguna ley o tabú.
En consecuencia, la enfermedad
podía sanarse mediante prácticas
mágicas o con determinados actos
redentores indicados y practicados
por un «mediador» entre él y los
poderes divinos que regían el
universo y que provocaban todos
los cambios, para su bien o para
su mal.
A la vez, ese mediador fue
aprendiendo, en un lento proceso
de «prueba y error», qué cosas de
las que lo rodeaban —hierbas,
frutos, etc.— podían aliviar las
enfermedades de los otros miembros del grupo. Si observamos a
los animales, aun aquellos que
están en «estado doméstico», los
que conocemos como mascotas o
animales afectivos, vemos cómo
instintivamente conocen la planta
que debe ingerirse para aliviar una
ingesta o combatir una infección.
Así, al miembro del grupo que
más se distinguía por esa peculiar
habilidad para encontrar en la
naturaleza el alivio o el remedio a
los dolores que surgían, se le fue
adjudicando, como todos sabemos, la función de intermediario
entre los miembros del grupo y los
dioses y los demonios, para asumir
así la función «especializada» de
brujo, chamán o curandero, y ser
considerado como un ser superior,
con influencias, poderes o atribuciones divinas; condición que, en
cierta forma, heredó el médico
contemporáneo.
Las primeras civilizaciones
basaron, pues, su medicina en
dos factores: el empirismo y la
creencia mágico-religiosa. Poco
a poco el brujo-curandero y algo
sacerdote fue evolucionando hacia
el galeno que conoció el mundo
antiguo, como aquellos chinos y
árabes, quienes basándose solo
en los síntomas y el examen
físico —al principio muy rudimentario—, y dependientes solo
de los sentidos y las habilidades
que hubieran podido desarrollar,
llegaban a un diagnóstico preciso,
a la vez que iban encontrando
paliativos o cura para las diversas
dolencias. Estos médicos, con tan
escasos recursos, en un estadio
mal llamado primario de desarrollo, llegaron a descubrir (leer) y a
describir (escribir), casi todas las
enfermedades que conocemos, y
lograron un extraordinario nivel
de conocimiento y precisión
diagnóstica. Ese nivel es lo que se
conoce por «ojo clínico».
El ojo clínico
El ojo clínico es una habilidad,
una condición que todo facultativo
trata de alcanzar y desarrollar. Es,
posiblemente, la línea directa que
nos une con el curandero del hombre primitivo, con el sacerdote o
chamán de las tribus que le sucedieron, con el médico medieval. Es la
capacidad que se posee para realizar
el diagnóstico acertado de la enfermedad de un paciente, sin la ayuda
de medios auxiliares. Definido en
el contexto de la lectura,1 diría que
el ojo clínico es la aptitud que tiene
el médico para leer con precisión,
en el enfermo, las señales y signos
que, al ser interpretados de modo
correcto, darán un resultado certero.
Se trata, pues, de la habilidad de
«leer» un conjunto de manifestaciones características basándose en la
combinación, por una parte, de sus
conocimientos médicos, por otra,
de la experiencia y, por último, de
la confianza que posea en sí mismo,
y relacionarlos consecuentemente
para establecer el diagnóstico.
Aunque muchas personas no
lo vean así, se trata de un arte que
está implícito, en mayor o menor
medida y cualidad, en toda práctica médica. Ello explica que entre
especialistas que cuentan con los
mismos años de experiencia y
similares conocimientos o nivel
académicamente científico, algunos han logrado desarrollar el ojo
clínico, o sea, poseen el talento de
ver, y otros no.
Desde que el paciente entra
en la consulta, el profesional lo
observa, se fija en la coloración de
su piel, en su forma de caminar, en
su manera de hablar y gesticular,
en el olor que despide y en otros
detalles que ofrecen información
sobre su estado y contribuyen
a que, al dominar una diversa y
considerable información, pueda llegar a conclusiones más
acertadas y emitir, así, un mejor
diagnóstico.
Por otra parte, este dueño de
ojo clínico —a diferencia del que
no lo posee— le dará una gran
importancia a la relación médicopaciente, porque reconoce en ella
múltiples potencialidades. Este
especialista sabe que en los ambientes acogedores y familiares,
donde no es el interrogatorio frío
lo que prima, sino el diálogo, en
el cual el paciente se siente seguro y confiado, la comunicación
entre ambos fluye serena, y el ojo
clínico, el ojo lector del galeno,
aprovechándose también del entorno acogedor, se concentra, se
agudiza, y la lectura de los datos
que le propicia una entrevista realizada en tales condiciones resulta
en la vertebración de un resultado
más completo y acertado.
En esta práctica, se utilizan
y desarrollan todos los sentidos,
no solo la vista. Como enseñara
Hipócrates a sus alumnos, estos
debían oler los desechos, tocar las
secreciones, prepararse para todas
las sensaciones «desagradables»
a que pudieran estar expuestos y,
al mismo tiempo, remitirse a los
conocimientos adquiridos durante el estudio y tratar de saber la
posible enfermedad que aqueja al
examinado, e inclusive sospechar
que, a veces, no se trata de una
enfermedad del cuerpo, sino de
la «mente».
Es este conjunto de datos resultantes del «examen clínico» del
enfermo, su lectura, por decirlo de
alguna manera, unido a los conocimientos adquiridos en la práctica
médica, lo que nos da el abanico
de posibles causas de la dolencia,
3
y nos indica qué exámenes complementarios se deben practicar
para comprobar un diagnóstico, y
no al revés, como ya tan comúnmente sucede: indicarlos para que
estos nos «digan» qué tiene el enfermo. En mi modesto entender, es
este concepto y la manera de hacer
que se deriva de él, lo que marca la
diferencia entre un Médico y otra
persona que, habiendo recibido
conocimientos sobre medicina y el
título correspondiente, es incapaz,
por diversas razones, de ofrecer un
diagnóstico si carece de los datos
que proporcionan las máquinas.
Sin embargo, el acelerado desarrollo de la tecnología en todas
las ciencias que caracterizó al siglo
XX, y que continúa en nuestros
días, ha dejado su impronta en
los procedimientos médicos, a tal
punto que se habla de una «medicina técnica», capaz de observar
al cuerpo humano «en vivo»,
mediante dispositivos creados con
ese fin, y de emitir diagnósticos
como resultado de la automatización del cálculo mediante sistemas
informatizados. Así, el papel del
médico quedaría reducido al de
un simple intermediario entre la
máquina —que «lee, analiza, y
diagnostica»— y el enfermo, cuyo
tratamiento también podría llegar
a leerse en ella.
Pienso, no obstante, que
aunque la tecnología es de inconmensurable utilidad al servicio
de la medicina, no se basta por sí
misma hasta el punto de sustituir
al médico; por lo menos hasta el
día de hoy. La práctica médica y
todo el valioso arsenal tecnológico de que hoy se dispone existen
y potencian su efectividad cuando el especialista los pone al servicio de sus propias habilidades,
de su sensibilidad, ojo clínico,
capacidad de relacionar, integrar,
analizar y extraer conclusiones
factibles de comprobación y no
viceversa. Los resultados que
arrojan los equipos automatizados deben ser interpretados
o analizados por un profesional
que tenga conocimientos no
solo sobre la naturaleza del ser
humano, las enfermedades y sus
tratamientos, sino que sea capaz
de conocer al enfermo, ese ser
humano específico y concreto
que tiene una constitución física particular y que presenta un
padecimiento con determinadas
peculiaridades.
Recientemente, observé a un
paciente que se realizó un mismo
examen, con una máquina semejante, en tres lugares diferentes.
En los dos primeros, «interpretaron» solo el resultado de la
prueba y emitieron diagnósticos
diametralmente opuestos; solo
en el tercero, el médico examinó
de manera integral al paciente, y uniendo la clínica con el
resultado del equipo logró el
diagnóstico correcto. Por lo anterior, me reafirmo en el criterio
de que demorará mucho tiempo
para que una consulta médica
sea efectuada por un dispositivo
computarizado, como se ha estado vaticinando, comenzando
por el interrogatorio donde, por
ejemplo, un mismo síntoma debe
ser evaluado de diferente forma
en cada paciente sometido a
examen. Falta mucho para que
El hecho de que un ojo humano pueda ver el interior de otro,
tan humano como él, o lo que es
lo mismo que pueda penetrar en
sus profundidades, hace posible
conocer, sin necesidad de realizar prácticas cruentas, el estado,
por ejemplo, de los vasos y del
nervio óptico; la presencia de
tumores, de hemorragias, etc.
Pero hay más: debido a que el ojo
y sus anexos (conjuntiva, aparato
lagrimal, párpados cejas) tienen
su génesis embriológica en las
tres capas que originaron todo
el organismo humano, existe la
posibilidad de que enfermedades
que se están incubando en otros
sistemas, se puedan ver reflejadas en ellos; o sea, que no hay
ningún sistema de los que conforman el cuerpo humano como
ente orgánico que, al ser afectado
por alguna enfermedad, no lo
«refleje» en el globo ocular, o
cause alguna complicación en él
o en sus anexos. Por ello resulta
de vital importancia para el oftalmólogo interrogar al paciente
sobre todas las enfermedades
que padece.
En muchas ocasiones es este
profesional quien descubre, en
su indagación, evidencias que
le permiten diagnosticar una
enfermedad ya existente, pero
cuyos síntomas, al permanecer
solapados o sin expresión definida, no se habían podido detectar,
porque solo se manifiestan como
afectaciones oculares. Por tanto,
la Oftalmología es una rama de
la Medicina que exige del que
la practica la capacidad no solo
de establecer un balance entre
los conocimientos clínicos y los
quirúrgicos; sino también la de
interpretar, de modo preciso, los
datos que el imprescindible y
minucioso examen del aparato
visual del paciente le proporcione, aun cuando este haya acudido
a él por cualquier otra causa, por
ejemplo, para un simple cambio
de lentes. A diferencia de lo que
muchas personas piensan del
oftalmólogo —que es el médico «que cura conjuntivitis y
manda espejuelos»—, este debe
tener amplios conocimientos
clínicos.
mos. Ya los caldeos, aunque le
daban también un gran peso a la
Astrología y a la Quiromancia,
lo practicaban. De ello abundan
las pruebas, hoy devenidas prácticas de extraordinaria difusión,
seguimiento y respeto, por parte
de muchos, y no precisamente legos, que demuestran que culturas
milenarias, tales como la china y
la japonesa, estudiaron y llegaron
a conocer algunos de los campos
y sectores del iris.
El descubrimiento de la Iridología moderna se le adjudica
al húngaro Ignatz von Peczeli
(1826-1911), quien se inició como
homeópata, y después culminó
sus estudios de medicina. Peczeli
basó su descubrimiento en su
experiencia con un búho herido,
cuyo iris, durante el proceso de
curación, cambió de aspecto. Esta
observación lo hizo reflexionar,
y pensar en realizar una lectura
diferente de la información que
tenía ante sí. Concluyó que si el
iris sufría transformaciones que
guardaban relación con el proceso
de una enfermedad, entonces era
posible que fuese capaz también,
si era observado y analizado desde ese punto de vista, de brindar
información fiable a la hora de
establecer un correcto diagnóstico
de la dolencia que en él se reflejaba. En conclusión: una lectura
dirigida, intencionada del iris permitía detectar muchas de las zonas
incipientemente afectadas, o bien
ya enfermas, de su dueño.
La Iridología ha ido ganando
adeptos —entre ellos algunos médicos— quienes han creado «mapas» del iris en los cuales sitúan
exactamente el lugar donde, si se
encuentran determinadas marcas o
señales, se indica la presencia de
lesiones en el órgano del cuerpo
que se corresponde con su lugar
en el mapa. Puesto que esta técnica
se utiliza solamente como método
de diagnóstico, se ha asociado
con otras prácticas de medicina
alternativa para el tratamiento de
los pacientes.
Las afirmaciones de la Iridología no han encontrado respaldo
científico, y las pruebas experimentales a que han sido sometidas, desde el punto de vista de la
ciencia, no han arrojado resultados
que confirmen tales presupuestos,
por lo que la mayoría de los médicos la rechaza.
En mi caso particular, y después de más de cincuenta años
de práctica en Oftalmología,
puedo afirmar, en principio, mi
desacuerdo con los «iridólogos»,
sobre todo en lo que respecta a la
defensa y utilización de la práctica
del mapeo. Si bien es cierto que
muchas enfermedades se expresan
por lesiones en el iris, no existen
«sitios» o «lugares» específicos
que se correspondan de modo exclusivo o puntual con tal o cual órgano del cuerpo humano, y mucho
menos que mediante la detección
de lesiones en él se pueda predecir
la muerte, como argumentan y
pretenden convencer.
La iridología
La lectura real del iris
El «arte» de determinar el
estado de salud del ser humano
a través del aspecto de sus ojos
se remonta a tiempos lejanísi-
En el iris del ser humano se
puede realmente leer sin tener
otro apoyo que el de la ciencia
médica oftalmológica. El iris es
el «brujo» pueda ser desplazado
por la máquina, si es que esto
fuera posible alguna vez.
Es necesario enfatizar en que
si bien la tecnología constituye
un inestimable apoyo para el
pensamiento médico, puede
también fallar, ya sea por desperfecto mecánico de un equipo
o por desconocimiento humano.
Por ser una fiel seguidora de
la lógica, he aprendido que,
siempre que los resultados de
las máquinas no se ajusten al
«cuadro clínico» del paciente,
debo desconfiar de ellos.
El ojo y su relación
con enfermedades
provenientes de otros
sistemas
una parte de la úvea anterior que
puede ser observada por medios
de amplificación, y donde a
menudo se ven lesiones en su
estructura, provocadas por enfermedades localizadas en diversas
partes del organismo, que, aunque tienen su origen en lugares
«distantes», pueden ser diagnosticadas por el oftalmólogo,
del cual se espera que además
de dominar las enfermedades
propias del ojo, sea un clínico en
el amplio sentido de la palabra,
como expliqué antes.
La uveítis anterior, es decir,
la inflamación del iris y las diversas estructuras que forman
la úvea anterior, es conocida por
todos los oftalmólogos, pero la
gran mayoría de ellos solo examina el iris cuando el paciente
presenta signos y síntomas, tales
como disminución de la agudeza
visual, ojo rojo, pupila deformada u otros, que apuntan hacia el
mencionado diagnóstico. Por
lo general, muy pocas veces se
realiza el examen del iris si no
existe sospecha de uveítis. Esta
práctica priva al oftalmólogo de
leer en él las secuelas que han
dejado inflamaciones anteriores
y, lo que es más peligroso, que
el paciente presente una uveítis
anterior prácticamente asintomática, capaz de causar la pérdida
de la visión.
Son muchas las enfermedades que se pueden diagnosticar
con solo la observación y la lectura correcta de las alteraciones
que presenta el iris. El abanico
de ellas puede incluir desde una
sinusitis hasta afecciones del
tejido conectivo (por ejemplo,
todas las reumatológicas, en el
niño), diabetes, etc., por mencionar algunas.
Las alteraciones que podemos encontrar no se localizan en
un sitio prefijado que se corresponda con una dolencia determinada, como indica la Iridología,
sino en diversos puntos del iris,
pero el hecho de encontrarlas
constituye un llamado de alerta
a clínicos y/o pediatras para que
investiguen y vayan en busca del
foco real de la enfermedad que
las produce, y evitar con ello
que la visión sufra lesiones que
provoquen pérdidas irreparables,
e incluso, en algunos casos, hasta
la propia muerte del paciente.
Soy una fiel defensora de la lectura del iris, pero desde el punto
de vista científico.
El iris, medio de
identificación personal
Aunque ambos métodos ya
habían sido practicados por los
chinos en la antigüedad, en épocas muy recientes y desde hace
algún tiempo se ha retomado la
idea de utilizar el iris como medio de identificación personal,
de manera semejante a como
se usan las huellas digitales,
puesto que, al igual que estas, la
imagen de la superficie del iris
es única e individual. A partir
del hecho indiscutible de que no
hay dos idénticos, a mediados
de la década de los 80 del siglo
pasado, dos oftalmólogos, los
doctores Leonard Flor y Aran
Safir, investigaron y documen-
taron el potencial del iris como
identificador de cada individuo.
Más tarde, el desarrollo de un
complejo y sofisticado algoritmo, patentado por el doctor John
Daugman, en 1994, convirtió
en realidad este presupuesto y,
a partir de ese momento, se han
desarrollado softwares que codifican el patrón del iris mediante
un proceso similar al del código
de secuencia del ADN. Este modelo contiene las características
únicas de determinado iris, que
podrá ser recogido en una base
de datos, para servir como medio
de identificación de muy alta
precisión y seguridad.
Según distintas publicaciones sobre el tema, este método
presenta muy bajo índice de
falsos negativos y, aunque estos
pudieran ser atribuidos a fallas
en el proceso tecnológico —argumento que niegan quienes
diseñaron el sistema— creo que
valdría la pena que la ciencia
médica dedicara algún esfuerzo a
la investigación de tales casos de
falso negativo, pues pienso que
cabe la posibilidad de que fuera
el resultado de que el individuo
en cuestión estuviera padeciendo
de alguna enfermedad —como
una uveítis anterior u otra causa
digna de estudio— que pudiera
haber provocado cambios en la
estructura del iris.
¡Ojo, lee!
Dejando a un lado las dudas
razonables, las conclusiones a
las que podamos arribar a partir de la validez que la ciencia
ratifica hoy, es que se puede
afirmar que tanto en Oftalmología, como en cualquier otra
rama de las ciencias médicas o,
simplemente del estudio que el
ser humano realiza de sí mismo
y de lo que lo rodea, por todos
los medios que conoce o inventa,
la lectura analítica, concienzuda,
razonada y también inspirada, es
parte intrínseca de ese quehacer.
Es, si cabe, el quehacer mismo,
porque leer —ya sea un libro,
el cambio de las estaciones a
partir de las coloraciones cambiantes del follaje, el rastro que
deja en los arrecifes el incesante
golpeteo de las olas, o las afectaciones que pueda mostrar un ojo
(lectura no menos inspiradora y
motivadora que cualquiera de las
anteriores)— es, sin duda, parte
de la naturaleza misma del ser
humano. Y, como tal, sea o no
consciente de esa pertenencia,
le resulta imprescindible.
Y en ello, como es lógico, el
ojo humano, como parte indispensable del sentido de la visión,
tiene una gran responsabilidad
y, al mismo tiempo, una general
consideración. Al fin y al cabo,
«es el que lee».
Nota
1. Este texto fue presentado
y premiado en el Congreso Internacional Lectura 2011: para
leer el XXI, organizado por el
Comité Cubano de la Asociación
Internacional de Biblitecas Infantiles (IBBY), y celebrado en La
Habana, del 25 al 29 de octubre
de 2011.
4
Argentina recupera soberanía
“Repsol depredó a YPF
y provocó su vaciamiento”
El viceministro de Economía, Axel Kicillof
El viceministro de Economía, Axel Kicillof, dijo hoy que
la gestión de Repsol en YPF
generó “un problema macroeconómico” porque obligó al país a
incrementar la importación de
combustibles y “deterioró” el
resultado de la balanza comercial
de 2011, que cerró con un superávit de más de 10.000 millones
de dólares. “Cuando ponemos
lo energético, ese superávit comercial que logra la industria, la
producción y el trabajo argentino, se ve deteriorado (el saldo
final) por el problema energético
ocasionado por esta empresa”,
subrayó Kicillof.
El funcionario sostuvo que
la multinacional española llevó
a cabo una política de “vaciamiento” de YPF y generó “un
escenario perfecto para vender
la compañía”. En conferencia
de prensa junto con el ministro
de Planificación, Julio De Vido,
el funcionario denunció además
la “depredación ambiental” que
Repsol no atendía “porque para
ellos era plata tirada a la basura”.
Destacó luego que los análisis
realizados en los últimos meses
en YPF permitieron corroborar
“con mucho mayor detalle los
diagnósticos que llevaron al
Estado a tomar la medida de
intervenir en el mercado de
hidrocarburos”. En ese sentido,
sostuvo que los “archivos secretos” de Repsol permitieron ver
el “daño” provocado y constatar que los planes futuros de la
multinacional “iban a configurar
un vaciamiento”. “Tomaron las
reservas de YPF para ordeñarlas
hasta la muerte”, graficó el viceministro. Al presentar el informe
“Enrique Mosconi”, que en las
próximas horas se hará público
a través de Internet, Kicillof aseguró que en manos de la empresa
Repsol, YPF era “una compañía
en liquidación, en achicamiento”. Añadió que la política comercial desarrollada apuntaba
a “reducir sistemáticamente la
producción” de petróleo y de
gas, al tiempo que también reducían las reservas. “Podrán tratar
de echarle la culpa al gobierno,
a la crisis mundial, a los problemas de España, a la Santísima
Trinidad, a los que quieran, pero
ésta era la política comercial de
Repsol y la iban a profundizar
en los próximos años”, afirmó
el funcionario. Recordó luego
que para comprar YPF, Repsol
se “endeuda hasta la coronilla”
e inicia una “loca carrera” para
devolver esa plata, por lo que
en los primeros años “liquida
los activos internacionales”,
que eran resultado de la política
de expansión de YPF cuando
era estatal. “Cuando compra la
empresa argentina, su activo
se incrementa 142%, lo que
significa que Repsol era mucho
menos que YPF, y ahí empieza el
negocio especulativo”, explicó
el funcionario. Como ejemplo,
citó que en los primeros dos
años de la operación, Repsol
“liquida buena parte de nuestros
activos, en parte en efectivo,
para pagar deudas”. Otra parte
de esos activos quedó en manos
del grupo Repsol, pero se fue
de la empresa argentina, como
las subsidiarias de Perú, Texas
(EEUU), Brasil y Ecuador, con
lo cual Repsol se internacionalizó
“a costillas de YPF”. “Nos jibarizaron la empresa, la achicaron e
hicieron negocios, porque ganaron
mucha plata, pero nos generaron
este descalabro de haber bajado
la producción y la exploración de
gas y petróleo”, agregó Kicillof.
Rechazó después que el precio
local de los hidrocarburos tenga
que fijarse de acuerdo con las cotizaciones externas, como pretendía
Repsol, que condicionó y redujo
sus inversiones con ese argumento. En referencia al yacimiento de
Vaca Muerta, de hidrocarburos
son convencionales, afirmó que
“hace decenas de años que se
conoce, pero Repsol no iba a
poner un cobre para explotarlo,
porque pensaba venderlo, para lo
cual mantuvieron 142 reuniones
con otras empresas desde fines de
2011”. “Pese a todo, YPF tiene un
potencial enorme; no sé cuánto
nos va a llevar revertir esto, pero
hay acciones inmediatas que se
pueden hacer para que esto deje
de pasar”, concluyó Kicillof.
Espinar, provincia de Cusco, Perú
Represión a mineros deja cuatro muertos y 60 heridos
Aumenta el número de
víctimas por la represión policial a la lucha contra la minera suiza Xstrata. El gobierno
“progresista” defiende a la
multinacional
El Ministerio Peruano del
Interior confirmó ayer por la
tarde que el número de víctimas civiles por la represión
policial a la población de Espinar, provincia de Cusco, al
sur de Perú, en lucha contra la
minera suiza Xstrata, llega al
menos a cuatro personas.
El número de heridos, de
acuerdo con el gobierno peruano ya llega a 60 personas.
Entre otros, fue detenido el
representante del Frente para
la Defensa de los Intereses
de Espinar, Herbert Huamán,
acusado de dirigir a los manifestantes.
También fue detenido el alcalde Oscar Mollohuanca, que
defiende la huelga convocada
por los campesinos de Espinar.
Se le ha pedido la detención
preliminar con la excusa,
según la policía, de que “se
hallaron bombas incendiarias de
fabricación casera en un vehículo municipal”. La policía arrestó
a Mollohuanca el miércoles en el
local municipal y lo trasladó a la
ciudad de Cusco, 570 kilómetros
al sudeste de Lima.
Contaminación del agua
La movilización, que exige
un estudio detallado de la actividad minera en la región para
investigar la contaminación del
agua que abastece a la población,
comenzó el lunes por la mañana
(28/05). Cerca de cinco mil
personas bloquearon el acceso a
los distritos cercanos a Espinar,
y los caminos que unen Cusco a
otras partes del país.
La máxima autoridad de la
provincia de Espinar, Oscar Mollohuanca, defendió como siempre
a la empresa alegando que tienen
un interés común a la explotación
minera en el control de la calidad
del agua. “Todo está siendo supervisado por las autoridades competentes y de la empresa provincial y se ha encontrado que no
hay contaminación”.
Sin embargo, según un estudio realizado por el Ministerio de
Salud, revelado por la congresista cusqueña Verónica Mendoza,
los ríos Cañipia y Salado están
contaminados con mercurio,
zinc y plomo, y además supera el
máximo permitido. “Ahora nos
queda a los Ministerios de Energía y Medio Ambiente tomar
las medidas apropiadas contra
responsables de esta contaminación”, señala Mendoza.
Los campesinos de Espinar
justifican también sus protestas
contra Xstrata en una investigación independiente realizada
por una ingeniera alemana que
reveló que los suelos de la zona
presentan contaminación por encima de los niveles permitidos.
Más conflictos
La inminencia de más conflictos entre la población y el
gobierno “progresista” en torno
a proyectos mineros podría repetirse en Cajamarca, al oeste
de Perú, donde la población ha
anunciado una huelga general
indefinida desde hoy (por ayer)
31 de mayo hasta que el Presidente Ollanta Humala declare el
proyecto Conga inviable.
“Vamos a parar las trece provincias de Cajamarca y bloquear
todo el acceso hasta que Humala
reconozca que el proyecto minero
Conga nos deja sin agua y por lo
tanto no puede ser aprobado”,
dijo Edy Benavides, dirigente del
Comando Unitario de Lucha de la
Región Cajamarca.
De acuerdo con el gobierno
peruano más de dos mil represores de la Policía Nacional
del Perú ya estaría en la zona
de Cajamarca para reprimir las
protestas de los campesinos.
Las provincias de Cusco,
Puno, Madre de Dios, Arequipa, Apurímac y La Libertad
también se unirá a la huelga
general indefinida en contra
del proyecto Conga
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