Podsolización La podsolización es el lavado (concretamente, queluviación; ver página anterior) del aluminio y del hierro que puedan estar presentes en los óxidos insolubles de la capa superior del suelo por acción de aquellos ácidos orgánicos fuertes que se liberan durante la descomposición de la materia orgánica vegetal. El agua de percolación redeposita estos elementos, junto con la materia orgánica, en capas más profundas del suelo, dejando a su paso una zona lavada arenosa. La mezcla redepositada de materia orgánica, hierro y aluminio da lugar a un horizonte cementado que actúa como barrera al paso de materia orgánica. A lo largo del tiempo, debido a esta obstrucción, se va acumulando materia orgánica hasta formar un horizonte subsuperficial rico en humus. El hierro precipitado aporta un color anaranjado o rojizo al horizonte B. El producto final de la podsolización es un tipo de suelo llamado Podzol, que se caracteriza por la presencia de un horizonte subsuperficial de deposición (horizonte espódico). Sus características exactas dependerán de distintos factores como las características del material parental, las condiciones de humedad y el tipo de vegetación. Aunque los Podzols son muy comunes en las latitudes más septentrionales del Hemisferio Norte, en LAC no abundan. Se encuentran tan sólo bajo determinadas circunstacias ecológicas: en las áreas de bancos de arena de la costa brasileña y algunas zonas en el interior de la Amazonia. También aparecen allí donde se dan condiciones extremas de frío y humedad, al sur del continente americano. Destrucción de las arcillas La destrucción de las arcillas es un importante proceso en la formación de los suelos. La lixiviación de los cationes conduce a la acumulación de iones de hidrógeno que son atraídos por la superficie de los minerales de arcilla y la materia orgánica. No obstante, este estado es inestable y lleva a la eventual desintegración de la estructura cristalina de la arcilla, liberándose aluminio y sílice en el proceso. Como resultado, el suelo muestra menos arcilla y mayor valor de pH en la superficie que en el subsuelo. Se pueden encontrar patrones de distribución de arcillas parecidos en los que la arcilla de la superficie del suelo ha sido redistribuida más que destruida (ver siguiente apartado). El movimiento de las partículas arcillosas Un proceso común en la formación del suelo es el movimiento de partículas de arcilla o translocación de un horizonte a otro. Esto implica la iluviación o transferencia mecánica, por efecto del agua de percolación, de las partículas de la superficie del suelo. Éstas son redepositadas en las capas más profundas del suelo, sobre otras partículas o en las cavidades y poros del suelo. Se trata de un proceso que depende de la textura del suelo y de su química. Si existe un sistema de poros continuo y uniforme, el agua de percolación transporta las partículas hacia abajo. Tales condiciones se dan cuando el suelo se encoge y fractura durante la estación seca. La arcilla se acumula donde terminan las grietas y termina el movimiento del agua, o donde el agua penetra en los agregados secos permaneciendo la arcilla en la superficie de los agregados (estos recubrimientos arcillosos se llaman cutanes). Otro proceso que modifica la distribución de las partículas de arcilla en suelo es la erosión por las gotas de lluvia. El impacto de éstas mueve las partículas más finas pendiente abajo, dejando tras de sí limo y arena. Aunque este proceso ocurre de manera generalizada, se ve favorecido por algunas prácticas de cultivo en zonas en pendiente. Suelos condicionados por el clima (semi) árido, con acumulación secundaria de yeso, caliza o sílice Cuando la precipitación es menor que la evapotranspiración y las altas temperaturas hacen que el agua subterránea aflore a la superficie, aparecen distintos tipos de suelo que muestran acumulaciones significativas de carbonato cálcico (suelos calizos), sulfato de calcio dihidrato (yeso) o dióxido de silicio (sílice). El proceso más importante en suelos con acumulaciones secundarias de calizas (carbonato cálcico: CaCO3) es el movimiento del carbonato desde el horizonte superficial hacia una capa de acumulación a cierta profundidad. La disolución de la calcita y la subsiguiente acumulación en un horizonte cálcico se rige por dos factores: bȩ La presión de CO2 en el suelo bȩ y la concentración de iones disueltos en el agua del suelo. La presión de CO2 en los poros del suelo suele ser mayor en el horizonte A, donde la actividad respiratoria de las raíces y microorganismos provoca niveles de CO2 de 10 a 100 veces mayores que en la atmósfera a ras del suelo. Como consecuencia, la calcita se disuelve, permitiendo que los iones Ca2+ y HCO3- se muevan hacia abajo por efecto de la percolación, especialmente durante e inmediatamente después de un episodio de lluvia. La calcita también puede disolverse por la percolación de agua con poca concentración de Ca2+. La precipitación de la calcita sucede por una disminución de la presión del CO2 (con un consiguiente incremento en el valor de pH del suelo) o por un incremento de la concentración de iones cuando se excede la capacidad de solubilidad del carbonato de calcio disuelto. La calcita no precipita de manera uniforme a lo largo de la matriz del suelo. Los canales de las raíces y los agujeros excavados por la microfauna actúan como conductos de ventilación en los que la presión del CO2 es mucho menor que en el suelo de alrededor. Cuando la disolución de calcio alcanza estos espacios, pierde CO2 y la calcita precipita en las paredes de los canales. Cuando los estrechos canales radiculares se llenan de calcita, estos actúan como molde, dando lugar a una estructura de calcita que tiene la forma de la raíz y se conoce como pseudomicelio (ver Glosario). Otras estructuras características de los suelos con acumulaciones de carbonato cálcico son los nódulos calizos (caliche), duros o blandos, capas de continuas o láminas de caliche y “barbas” de caliza bajo las piedras. Donde existen procesos de erosión, las concreciones calizas pueden aparecer en la superficie del suelo. Suelos salinos Un suelo se considera salino si su concentración en sales es de aproximadamente 2.500 partes por millón. Los suelos afectados por sales solubles o sus iones ocupan una parte significativa de LAC; se encuentran principalemente en la parte sur del continente, en Argentina y Chile, y también en Paraguay y Bolivia. Asimismo encontramos suelos salinos en México, Perú, Brasil, Venezuela y en alguna isla del Caribe. Las sales solubles se liberan a partir de la meteorización de las rocas de un material parental con altos niveles de sal (p. ej. antiguos sedimentos marinos o depósitos de evaporación), lo que resulta en un agua de lavado y por extensión un agua subterránea, salina. Por ello, la mayoría de los suelos salinos se desarrollan donde dicha agua subterránea aflora a la superficie y, al evaporarse, deposita las sales que lleva disueltas. Estas sales también pueden aparecer en depresiones del terreno, transportadas por agua que llega de zonas más altas. En zonas secas, la salinidad del suelo puede darse incluso cuando el nivel freático se encuentra a dos o tres metros de profundidad. Los principales iones responsables de la salinización son: Na+, K+, Ca2+, Mg2+, SO42- y Cl-. La reacción entre el suelo y las sales variará dependiendo de la composición química de ambos. Las sales que contienen sodio (Na) le otorgan movilidad a los elementos orgánicos, lo que eventualmente puede hacer que esos sean lavados, dando lugar a un horizonte de lixiviación. El valor de pH de estos suelos suele ser 9. También pueden aparecer sales en en los suelos agrícolas que son irrigados artificialmente, ya que todo agua (incluso el agua de lluvia) contiene sales disueltas. Cuando los cultivos absorben el agua, quedan las sales en el suelo. Éstas se van acumulando y deben ser lavadas de manera artificial de la zona de la raíz aplicando más riegos. Las salinización puede aumentar por el mal drenaje o debido al uso de agua salina para el riego. Los suelos salinos se dan igualmente en lagos estacionales o cuencas cerradas de lechos de lagos, también conocidos como salinas o salares. Cuando el yeso (CaSO4.2H2O) proveniente del material parental yesífero se disuelve, es movilizado por el agua y precipita en una capa de acumulación al desaparecer el agua. Cuando la humedad del suelo experimenta un movimiento predominantemente hacia arriba (por ejemplo cuando el superávit de evaporación neta se da por un largo periodo de tiempo), aparece en la matriz del suelo un horizonte rico en yeso. El yeso también puede ser lixiviado de la superficie en inviernos húmedos y reacumulado en capas más profundas en forma de polvo o material suelto. Con el tiempo los cristales de yeso pueden aglomerarse, dando lugar a capas compactadas o costras superficiales, las cuales pueden alcanzar decenas de centímetros de espesor. El yeso puede precipitar en forma de canales radiculares (pseudomicelio gípsico), en huecos, arenas cristalinas sueltas o en horizontes fuertemente cementados (petrogípsicos). A veces forma unas estructuras masivas cristalinas conocidas como rosas del desierto. Arriba: afloramiento de sal en suelos bajos con el nivel freático poco profundo. Valle del Bajo Piura, Perú, año 2006. (Al). Abajo: vista general del Salar del Huasco, en la Región de Tarapacá (Chile). El Salar está contenido en una extensa cuenca endorreica que limita en el extremo sur con el valle de Collacagua. Está situado muy próximo a la frontera con Bolivia. (HLB) En multitud de regiones áridas (aunque no exclusivamente), los suelos conocidos como Durisols contienen en el subsuelo capas muy duras de materiales ricos en silicio. Estos materiales van desde arenas y gravas cementadas a matrices irregulares enriquecidas con pequeñas partículas de silicio. Las condiciones bajo las que se desarrollan dichas estructuras están poco estudiadas, ya que actualmente la formación de este tipo de suelos se da muy raramente, por lo que casi todas estas formaciones son fósiles. Algunas teorías sobre la acumulación de estos materiales apuntan a la precipitación del agua subterránea rica en sílice en climas áridos/semiáridos o a la intensa meteorización en climas templados húmedos. Los suelos con niveles bajos de yeso y carbonato cálcico en la parte superior del suelo (0-30 cm) pueden soportar cierto pastoreo y cultivos de secano. El caliche se utiliza frecuentemente en la construcción de carreteras. Suelos y medio ambiente en LAC | Atlas de suelos de América Latina y el Caribe JRC_LAC_atlas_maps.indd 25 25 29/01/2014 17:05