ARQUITECTURA Y LITERATURA La Alhambra renacentista IES Turaniana. Roquetas de Mar (Almería) España FOTOGRAFÍA: Manuel Raya Hidalgo PALACIO DE CARLOS V Imperatori Caesari Karolo quinto Hispaniarum regi D ueño ya de América y vencedor en Pavía, el Emperador Carlos V, recientemente casado en Sevilla con la Infanta de Portugal Dª Isabel, trasladó su corte a las casas reales de la Alhambra, para pasar en ellas el verano de 1526. Nació entonces en el Emperador el propósito de hacer de Granada uno de sus puntos de residencia y para ello proyectó construir un nuevo palacio. Como durante su estancia en Granada se redactaron nuevas ordenanzas para el gobierno de los moriscos, éstos, en sus angustias, en lugar de rebelarse, como lo hicieron posteriormente, decidieron ofrecer al Emperador, a cambio de que se les hiciesen determinadas concesiones, ochenta mil ducados de una vez y diez mil más anuales, que aquél destinó a la construcción del palacio deseado, pudiéndose así llevar a cabo una de las más notables creaciones de la arquitectura renacentista, y, tal vez, la más hermosa que pueda hallarse fuera de Italia y el primer gran palacio real de los monarcas españoles. Encargóse de la obra el arquitecto y pintor toledano Pedro Machuca, uno de los artistas castellanos que estuvieron en Italia, donde estudió con Miguel Ángel, trayendo a España, hacia 1520, entre los primeros, el gusto del Renacimiento. El edificio es cuadrado, quedando inscrito en el interior su patio circular, lo que determina una planta extraña. Consta de dos cuerpos, el inferior es de orden toscano, de obra almohadillada, una novedad, pues en la antigüedad sólo se usaba en obras de ingeniería. Por su parte, el cuerpo superior, está más ornamentado. La parte central de las dos fachadas principales las ocupan portadas de mármol que son de lo más bello del edificio y del Renacimiento español. Con sus representaciones de la Abundancia, la Fama, la Victoria o la propia Historia, iconográficamente, el palacio reproduce los ideales del reinado de Carlos V símbolo del esplendor, plenitud política y prosperidad económica del Imperio español que se abría a las corrientes europeas. En el soneto de Hernando de Acuña (1518-1580) que reproducimos a continuación se reflejan así estos ideales al referirse, ya en tiempos del reinado de Felipe II, su hijo, a la victoria de Lepanto, combate naval librado entre las flotas del Imperio Otomano y de la Liga Santa, integrada por España, Venecia y el Papado (7 de octubre de 1571). SONETO AL REY NUESTRO SEÑOR Ya se acerca, señor, o es ya llegada la edad gloriosa en que promete el cielo una grey y un pastor solo en el suelo, por suerte a vuestros tiempos reservada. Ya tan alto principio, en tal jornada, os muestra el fin de vuestro santo celo y anuncia al mundo, para más consuelo, un monarca, un imperio y una espada. Ya el orbe de la tierra siente en parte, y espera en todo, vuestra monarquía, conquistada por vos en justa guerra: que a quien ha dado Cristo su estandarte dará el segundo más dichoso día en que, vencido el mar, venza la tierra. La fachada del mediodía tiene el cuerpo inferior jónico y la forman cuatro columnas apareadas de igual orden soportando el entablamento, en cuyo friso se lee la inscripción Imp. Kar. V. -P.V. (Plus Ovltra). Los pedestales que se prolongan a los lados, para sostener dos leones tendidos, tienen en sus netos bajorrelieves con trofeos guerreros romanos, árabes, turcos y cristianos. Las figuras de la puerta que, encuadrada con pilastras jónicas, tiene cornisa y frontón con un relieve de la Abundancia en su tímpano y, sobre él, figuras aladas de la Fama y la Victoria ofreciendo coronas al vencedor y acompañadas de geniecillos. El segundo cuerpo de esta portada es corintio. En él aparecen figuras aladas en relieve representando la Historia, la de un lado escribiendo las hazañas del Emperador y la del otro mostrándolas a la posterioridad y un jarro a los pies como expresión de que los hechos que se conmemoran se refieren a empresas marítimas. A éstas aluden, asimismo, los relieves de los netos de los pedestales, en los que aparecen el rapto de Anfítrite, el triunfo de Neptuno y genios sobre caballos marinos, en recuerdo de la toma de Túnez y el imperio de Carlos sobre los mares, completando el adorno los relieves de los antepechos de las ventanas laterales, con tritones y el Toisón y las columnas de Hércules. La portada del lado occidental es de orden dórico con cuatro columnas estriadas entre las que se abren tres puertas. La central tiene dos estatuas aladas de mujer que aparecen recostadas encima de la puerta sosteniendo la granada simbólica en una de sus manos y extendiendo el otro brazo en ademán de señalar. Los relieves a ambos lados de los pedestales simbolizan el triunfo de la Paz, representado por figuras de mujeres sentadas sobre montones de armas, con ramas de olivo y sosteniendo las columnas de Hércules, entre las que aparece el mundo con la corona imperial; dos niños -los geniecillos de la Paz- queman las armas y banderas diseminadas por el suelo y, en lo alto, vuelan dos Famas, tocando largas trompetas, que pregonan las glorias del Emperador. Sobre los balcones hay medallones de mármol blanco que representan a Hércules matando al león de Nemea y sujetando al toro de Creta, y el central ostenta un escudo de España. El patio es un ancho círculo de 30 metros de diámetro que está rodeado por un pórtico de 32 columnas dóricas. Por el contrario, la parte alta tiene columnas jónicas. También a 1526, año de la estancia del Emperador en Granada, corresponde la definitiva introducción en España de la poesía italianista -que había sido intentada introducir sin éxito en el s. XV por el marqués de Santillana con sus Sonetos fechos al itálico modo- y Granada y la Alhambra serán testigos de este momento inaugural de la poesía renacentista en la literatura española. Juan Boscán (c. 1490-1542) es, junto con Garcilaso de la Vega (1501?-1536), el artífice fundamental de la difusión de esta nueva lírica en España, gracias a su encuentro con Andrea Navagero. En efecto, durante la estancia de Carlos V en Granada, la ciudad se convirtió en escenario de una intensa vida cortesana y política. Entre las figuras diplomáticas que desfilaron por la ciudad de la Alhambra durante aquellos meses destacó la del embajador de Venecia, Andrea Navagero, que permaneció en Granada desde el 28 de mayo al 7 de diciembre de 1526. Boscán en una carta a la Duquesa de Soma cuenta así aquel fructífero encuentro con el embajador veneciano: Carta de Juan Boscán a la duquesa de Soma explicándole la Introducción de las formas italianas «(...) Porque estando un día en Granada con el Navagero (al cual, por haber sido tan celebrado en nuestros días, he querido aquí nombralle a vuestra señoría, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia; y no solamente me lo dijo así livianamente, más aún, me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa, y con la largueza y soledad del camino, discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas veces en lo que el Navagero me había dicho; y así comenzé a tentar este género de verso; en el cual al principio hallé gran dificultad, por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero después, pareciéndome, quizá con el amor de las cosas propias, que esto comenzaba a sucederme bien, fui paso a paso metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso con su juicio, el cual no solamente en mi opinión, mas en la del todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta, no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este mi propósito, y acabándomele de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar esta camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más particularmente». Hoy, una lápida conmemorativa colocada en uno de los patios de los jardínes del Generalife reproduce un fragmento de esta carta que establece el punto de arranque de una gran revolución poética en la poesía española. Esta adopción de sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia que Boscán menciona en su carta no se circunscribirá solamente a novedades métricas, sino también a otros aspectos tales como influencias, géneros y temas dentro de la lírica italianista española del XVI, el primero de los dos siglos de nuestra Edad de Oro. A. MÉTRICA Por lo que respecta a la métrica destacaremos la adopción del verso endecasílabo. Frente a la versificación predominante en el siglo XV (versos de arte menor y versos dodecasílabos), la poesía renacentista hace común el uso del endecasílabo o verso de 11 sílabas, solo o mezclado en algunas estrofas con el heptasílabo. Así, las estrofas más frecuentemente empleadas son: - terceto. Tres versos endecasílabos (11), de rima consonante (ABA). - cuarteto. Cuatro versos endecasílabos (11), de rima consonante (ABBA). - los tercetos encadenados (ABA BCB CDC ... XYX YZY). -las octavas reales (ABABABCC). AGUSTÍN COLLADO DEL HIERRO (Alcalá de Henares, Madrid, 1585?-1640?) GRANADA (Octavas reales seleccionadas del Libro IX) XX La arte, en la materia, hacer procura (entre la estudiosa Geometría), con más erudición la Arquitectura, con juício mayor la Simetría. En la reticular (por más altura), a la de Atenas igualar podía, honor ya del artífice perfeto que la parte miró del monte Himeto. XXII En las basas del orden jonio entero, perpendicularmente las colunas y sobre las cornisas, el tablero, que de medio relieve informa algunas; si la casa no es de Marte fiero que labró en Tracia a todas sus fortunas, trofeos son (en término sucinto) del quinto Carlos, del planeta quinto. - las silvas (sucesión de endecasílabos y heptasílabos al gusto del poeta). - las estancias (estrofa de versos de siete y once sílabas cuya rima, fijada libremente por el autor, se repite a lo largo del poema). – las liras (7 a 11B 7 a 7b 11B). Junto con la canción petrarquista, el soneto (poema que combina dos cuartetos y dos tercetos) será, sin embargo, la composición característica del Renacimiento. AGUSTÍN DE TEJADA PÁEZ (Antequera, 1567-1635) A LA ALHAMBRA DE GRANADA (SONETO) Máquinas suntüosas y reales cuyas puntas, remates, capiteles, árabes obras, vueltas ya fieles, el olvido vencéis con ser mortales; arcos, columnas, frisos, pedestales, con doradas labores y rïeles, envidia de mil célebres pinceles que el mundo celebró por sin iguales; torres que os veis en Dauro y con las frentes volvéis al sol reflejo de su llama, dando lustre al Alhambra y fortaleza: perdone el tiempo vuestra gran belleza, estanques, jaspes, pórfidos y fuentes, huya el olvido, lisonjee la fama. No obstante, seguirá cultivándose el octosílabo (a fines del XVI el romance cobra nuevo auge tal y como señalamos en el capítulo anterior). AGUSTÍN DE TEJADA PÁEZ (Antequera, 1567-1635) ROMANCE DE GRANADA (Fragmento) (...) Y ni con tantas realezas cesan las mortales ansias, labrando nuevo edificio, casa a rey, afrenta a Italia, que lisas jambas enhiestan, bruñidos mármoles alzan; con ellas portadas forman, con ellos patios engalanan; romanos lienzos fabrican, limpias claraboyas rasgan, largos arquitrabes ponen, tumbadas bóvedas cargan; dónde ponen piedra negra, dónde blanca piedra encajan, y en lo que menos fabrican reyes y grandes retratan. Redondo patio componen donde su grande monarca descargue el redondo mundo cuando le canse su carga, cual majestad sola puede dar fe de cuánto más valga patio en Granada redondo que mesa redonda en Francia. B. INFLUENCIAS Petrarca va a tener una especial importancia para la poesía de esta época, pero junto a él también otros autores italianos del Renacimiento: Sannazaro y Ariosto, a los que se añadirán, además, como modelos los poetas de la Antigüedad: Virgilio, Horacio, Ovidio... C. GÉNEROS Por lo que a géneros se refiere vuelven a cultivarse los de raigambre grecolatina: églogas, elegías, odas y epístolas. D. TEMAS Tres van a ser los grandes temas de la lírica renacentista: el amor, la Naturaleza y los mitos grecolatinos. En la temática amorosa, la influencia de Petrarca (Cancionero) hace que este sentimiento se manifieste como un anhelo insatisfecho que produce melancolía o tristeza, o bien como un conflicto doloroso entre la razón y los sentimientos. Por otra parte, llega la corriente platónica recibida a través de Marsilio Ficino, de León Hebreo (Diálogos de amor), de Castiglione (El cortesano) y de Áusias March. Esta corriente presenta y presta una base filosófica a la idealización del amor y resuelve la antinomia entre los sentidos y la razón, entre el espíritu y la carne mediante la espiritualización del sentimiento amoroso. También se debe a Petrarca la complacencia en la descripción de la Naturaleza, que se constituye en el marco idóneo de las incidencias amorosas. Se trata de una naturaleza convencional e idealizada, que se describe de forma estilizada y que se constituye en el símbolo de armonía y de perfección natural. Relacionado con la exaltación estética de la naturaleza tenemos el auge de temas pastoriles en la lírica (églogas, por ejemplo), que derivan en general de Virgilio, Horacio, Teócrito, ya sean directamente o a través de Sannazaro (Arcadia). En cuanto a los mitos grecolatinos, toda la literatura de la antigüedad proporciona materia inacabable, pero de modo especial las Metamorfosis de Ovidio. Estos mitos se utilizan como motivos literarios o símbolos de las fuerzas de la naturaleza. PILAR DE CARLOS V Mandado construir por el Conde de Tendilla, este pilar fue trazado por Pedro Machuca. Consta de dos cuerpos: El primero, dividido en tres tableros separados por pilastras, con decoración de ramas de granado y escudos de la casa de Tendilla, tiene en los centros de cada tablero, arrojando agua por las bocas, mascarones que algunos interpretan como símbolos de los ríos de Granada -Darro, Genil y Beiro- y, otros del Verano, Primavera y Otoño, por estar coronadas sus cabezas de haces de espigas, flores y frutas, y pámpanos y uvas. En el segundo cuerpo, un tarjetón con la inscripción Imperatori Caesari Karolo quinto Hispaniarum regi ocupa la parte central y, en los pedestales que lo encuadran, destaca el aspa, eslabón y pedernal, símbolos del Toisón, y las columnas de Hércules con el mundo y el águila imperial. Decoran los extremos unos niños derramando agua por caracolas, rematando el conjunto un semicírculo con el escudo imperial con el lema Plus ovltre, flanqueado por ángeles que sujetan unos delfines. El pilar está adosado a un muro decorado con pilastras dóricas y cuatro medallones en relieve, hoy casi borrados que representan a Hércules matando a la Hidra; a Frixo y Hele sobre el vellocino; a Dafne perseguida por Apolo y a Alejandro sobre el Bucéfalo, alusiones todas al Emperador y a la Orden del Toisón. De los cuatro medallones, reproducimos a continuación el de Dafne y Apolo junto con el soneto XII de Garcilaso que reproduce también el mismo mito : SONETO XII A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos qu'el oro escurecían; de áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aun bullendo ´staban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! BIBLIOGRAFÍA Antonio Gallego y Burín, Granada. Guía artística e histórica de la ciudad, Don Quijote, Granada, 1982. Varios, Memoria poética de la Alhambra (Edición de José Carlos Rosales), Vandalia-Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2011. Varios, Poesía lírica del Siglo de Oro , Cátedra, Madrid, 1979. Juan Boscán, Poesía , Orbis, Barcelona, 1983. Garcilaso de la Vega, Poesías castellanas completas, Castalia, Madrid, 1983.