EVOLUCiÓN DEL EMPLEO DE LOS BLOQUES

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EVOLUCiÓN DEL EMPLEO DE LOS BLOQUES-DIAGRAMA EN LA
REPRESENTACiÓN GRÁFICA DEL RELIEVE
Eduardo Martínez de Pisón
Universidad Autónoma de Madrid
Instituto del Paisaje (FDS)
Juan Carlos Castañón Álvarez
Universidad de Oviedo
Desde mediados del siglo XIX, con la preocupación por conocer e interpretar
los relieves de la Península Ibérica, crece también la necesidad de expresar
gráficamente sus formas y sus relaciones con las estructuras. Así, a través de
imágenes de mayor o menor claridad conceptual y con mayor o menor acierto
estético, los geógrafos y geólogos españoles entroncan con una tradición
cien tífico-artística que a comienzos del siglo XX ya estaba consolidada en
centros científicos cualificados fuera de nuestras fronteras. Es a partir de este
momento cuando panoramas, croquis, dibujos, cortes, perfiles, mod elos de
relieve (maquetas) y bloques-diagrama comienzan a utilizarse con criterio
metod ológico en España, bien d e forma aislada o bien como complemento de
otros documen tos cartográficos (esquemas, mapas geomorfológicos) y gráficos
(fotografías). El examen y clasificación de algunos ejemplos significativos de
tales representaciones gráficas muestran su d oble valor artístico y científico y el
admirable esfuerzo realizado por los geógrafos y geólogos, sobre todo de la
primera mitad del siglo XX, para mostrar expresivamente y para divulgar el
conocimiento de los relieves peninsulares.
Pero no tod os los medios de exp resión gráfica citados son equiparables
entre sí. La representación geográfica de las formas del relieve alcanza su más
alto grado de concep tualización en los mapas geom orfológicos, en los
llamados map as fisi ográficos y en los bloques-diagrama, estos dos muy
vinculados entre sí en su concepción figurativa. Frente a ellos, los mapas
geomorfológicos tienen el inconveniente de que para su lectura, al menos para
una lectura detallada y una interpretación profunda, requieren conocimientos
específicos, mientras que los mapas fisiográficos y los bloques-diagrama, sin
dejar de tener un alto contenido interpretativo, constituyen un documento
gráfico m ás fác ilmente comprensible por un p úblico no especializado. Desde
ese punto de vista, estas imágenes han constituido hitos muy importantes en
el con ocimiento geomorfológico del mundo y en su divulgación . Nacen con las
interpretaciones modernas del relieve, a partir de la segunda mitad del siglo
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Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
XIX, Y adquieren lógicamente énfasis en el cambio de centuria con William
Morris Davis, por la entidad científica que éste otorgó a la Geomorfología, por
la importancia que confirió a los bloques-diagrama para la expresión de las
formas y su evolución cíclica, y por la extensa y larga influencia que su
contribución ha venido teniendo. Se desarrollan estos tipos de gráficos
considerablemente durante la primera mitad del XX, pero su uso ha ido
declinando sin embargo en las últimas décadas del siglo pasado, a la par que
su ejecución se trivializaba con un abu so de las técnicas informá ticas, que si
bien la han facilitado notablemente, también pueden llevar a una práctica poco
esmerada y superficial de este tipo de representación gráfica. Pensam os, en
relación con ello, que la recuperación sistemática de los bloques-diagrama que
se han ido elaborando a lo largo del tiempo en el mundo, y especialmente en
España, n o sólo contribuirá a enriquecer nuestro conocimiento de la historia de
la práctica y del pensamiento geográfico, sino que podría ser motivo de
reflexión sobre los principios de representación gráfica d el relieve y servir de
guía para la práctica fu tura.
Así pues, en este trabajo abordamos preferentemente, por su expresividad
ilustrativa, la evolución en el uso morfológico de los bloques-diagrama, aunque
en su lógico contexto gráfico que va desde los croquis a los mapas, y lo
referimos especialmente a la expresión de los relieves españoles, sin olvidar sus
precedentes o coetáneos in ternacionales. Es evidente, por otro lado, que, al
abordar el estudio histórico de los bloques-diagrama, no podem os dejar de lado
los otros modos de representación plástica del relieve, y de modo especial, los
más directamente emparentados con los bloques, es decir las vistas, las
panorámicas y los modelos o maquetas de relieve, puesto que de ellos nacen los
primeros, de modo muy progresivo y no sin titubeos. De todas formas, se debe
tener en cuenta que maquetas y panoramas han tenido tradicionalmente, entre
otros, tres destinos principales, militar, arquitectónico y geográfico, en un
sentido amplio, con sus enlaces, diferencias, parentescos y derivaciones. Aquí
nos referiremos solamente a su uso geográfico reciente.
NACIMIENTO, DESARROLLO Y APOGEO DEL BLOQUE-DIAGRAMA
EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
La necesidad de un nuevo modo de representación con el cambio en las ideas
geológicas a finales del siglo XVIII
En los últimos años del siglo XVID y en la primera mitad del XIX tienen lugar
cambios importantes en las concepciones geológicas, en los conocimien tos
orográficos y, en relación con ello, en las ideas que geólogos y geógrafos
desarrollan acerca de la estructura del relieve terrestre. De esta efervescencia de
Imágenes del Paisaje
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ideas deriva naturalmente una necesidad de expreslOn gráfica -que no es
satisfecha por los modos de representación tradicionales. A tal necesidad hay
que añadir la presencia creciente del movimiento paisajístico dentro de la
pintura europea, en un proceso de aproximación a la realidad de la naturaleza
y de abandono de los modelos estereotipados anteriores.
Resulta por tanto natural que fuera en las Islas Británicas, donde más activo
era el fermento de las nuevas ideas geológicas y donde aquel movimiento
paisajístico tenia un mayor empuje a finales del siglo XVIII, el lugar en el que
surgieran y conocieran un mayor impulso inicial los nuevos modos de
representación. Fue más particularmente en Escocia donde emergieron con
mayor fuerza los que consideramos primeros antecedentes de los nuevos
modos de expresión gráfica del relieve estructural: la panorámica, la vista con
intención geológica-geográfica y el bloque-diagrama.
El primero de estos modos de representación nace vinculado al mundo
urbano, con el interés por incluir en una misma imagen todo lo que un
observador situado en un punto de vista dominante podría abarcar con la
mirada. Es concretamente el pintor Robert Barker quien, con un método
patentad o por él mismo, da a conocer en 1788 la primera vista en formato
panorámico estricto (Saule-Sorbé; 1997, pág. 339), concebida para, una vez
dispuesta en una sala de planta circular, crear en el espectador la ilusión de
encontrarse inmerso en el paisaje. Dicha vista, que representa la ciudad de
Edimburgo, da pie al auge de este tipo de imágenes, que pronto se aplicarán al
mundo de las montañas.
Por los mismos años, y también en Edimburgo, otro artista escocés, John
Clerk de Eldin, acompaña a James Hutton en sus excursiones por los
alrededores de la ciudad y contribuye, con sus dibujos y acuarelas, a ilustrar sus
novedosas ideas geológicas, que rompen con las concepciones wernerianas
hasta entonces dominantes, poniendo de manifiesto la importancia de los
fenómenos plutónicos y contradiciendo el carácter primario de todas las rocas
de ese origen (Craig et al.; 1978). El propio modo de representación resulta en
algunos casos revolucionario: en tres vistas en las que se pretende demostrar la
posterioridad de las rocas plutónicas a otras que se encuentran por encima de
ellas, John Clerk recurre a una imagen en perspectiva que en primer plano se
complementa con un corte geológico, ofreciendo de este modo un antecedente
de lo que más adelante se llamará bloque-diagrama.
También en la Europa continental se desarrollan a finales del XVIII y
comienzos del XIX, los modos de representación que permiten interpretar
geológicamente el relieve. Esos modos de rep resentación derivan de un
impulso intelectual más o menos abstracto, como lo demuestran los textos de
Goethe en los que éste especula con la posibilidad de realizar un modelo
geológico que sea capaz de mostrar las entrañas de la tierra por debajo de la
apariencia externa del relieve (Schmid; 1947, pág.125). El propio Goethe, que
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reconocerá las gran des dificultad es a las que se enfrenta y que se resign ará a
no llevar a cabo su representación soñada, recurrirá en la mayor parte de los
casos a imágenes más convencion ales: croquis y dibujos a lápiz o tinta que
m uestran la evolución de los relieves graníticos y su dependencia de la
estructura de las rocas. N o obstante, el esfuerzo de búsqueda es mayor en otras
imágenes: perspectivas con un corte geológico de factura muy tosca, pero que
preludian un nuevo modo de representación, precursora del bloque-d iagrama
(Schmid; 1949, lám. XXXIII).
Figura 1. Semibloque-diagrama de Arthur's Seat y Salisbury Crags, en los alrededores de
Edimburgo. En este dib ujo de John Clerk de Eldin, datado en torno a 1785, se m uestra la
peculiar relación de aquellos relieves con una serie de rocas principalmente sedimentarias en
las que, claramente de mod o posterior, se han inyectado rocas magmáticas (marcadas con los
números 4,6, 8 Y 13 en el corte del primer plano).
La progresiva ruptura con la tosquedad del estilo dieciochesco
Varios años después, en 1829, von Schwerin, otro alemán que había
completado su formación geológica en París con Brogniart, dará otro paso más
en la realización de aquel viejo sueño de Goethe al intentar plasmar las
estructuras de varias regiones de Francia y Suiza en un libro titulado
Geognostische Profile (Schwerin; 1829). y lo hará en ciertos casos mediante una
represen tación novedosa entonces, anticipándose así en varios decenios, según
M. Schuster (1954, pág. 162), a los geógrafos y geólogos norteamericanos: se
trata concretamente del inmediato anteceden te de los bloques-diagrama, lo que
podríamos llamar un semibloque: una vista en cuyo primer plano se sitúa un
corte geológico. Pero el resultado es aún bastante rudimentario y la difusión de
esta obra parece haber sido muy limitada.
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Figura 2. Vista del Glarnisch, en los Alpes suizos, realizada en mayo de 1794 por Hans
Conrad Escher.
En Suiza, aunque sobre un tipo de representación menos avanzada
conceptualmente, los resultados habían sido más satisfactorios ya en el tránsito
del siglo XVIII al XIX. En manos de un gran d ibujante que al tiempo era notable
geólogo, Hans Conrad Escher von der Linth, adquirirá la imagen
morfoestructural una calidad no alcanzada hasta entonces y que rompe con el
esquematismo y la tosquedad dieciochescas, defectos que, pese a todo, se
prolongan con cierta frecuencia en los inicios del XIX y, en España, hasta la
segunda mitad de este siglo. Hans Conrad Escher, con una colección de vistas
y panorámicas que representan los relieves de buena parte de su país, da un
gran impulso a la representación gráfica en Geología y Geografía Física,
poniendo los cimientos de una de las tradiciones más sólidas a escala
internacional. Sin embargo, tales vistas y panorámicas no llegaron a ser
publicadas sino 150 años más tarde (Solar y Hosli; 1974), por lo que en la época
su difusión debió quedar restringida principalmente a quienes tenían un trato
más d irecto con el autor de aquellos dibujos y acuarelas. De ese modo, su hijo
Arnold Escher será el inmediato continuador de aquella tradición, logrando ya
en los años 1830 representaciones gráficas que, si bien no alcanzan el nivel
estético de las de su progenitor, tienen el interés añadido de reflejar la evolución
de los conocimientos geológicos de los Alpes. Son, en particular, vistas de
relieves iluminadas a la acuarela, con colores que representan la superficie
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Eduardo Martínez d e Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
ocupada por los distintos tipos de rocas y que ponen de manifiesto los
contactos anómalos entre éstas, que más tarde habrán de ser explicados por la
existencia de grandes mantos de corrimiento (Escher;1839). Con estas
aportaciones, en Suiza se inicia un capítulo propio y significativo en la
representación gráfica de los relieves de montaña, caracterizado por su
personalidad, precisión, esmero y belleza, y que se convierte sin duda en una
escuela muy asociada tanto al mapa como al paisaje.
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Figura 3. Dos vistas d el OberIand bernés realizadas e interpretadas geológicamente por
Arnold Escher (1839): arriba, el Wetterhorn y el Mettemberg desde el Oeste; abajo,
el Plaffenkof y el Laubstock desde el Norte.
La práctica de las vistas coloreadas tendrá por los mismos años cultivadores
en diversos países europeos, y especialmente en Francia. Cabe destacar las
vistas realizadas por Puillon-Boblaye en la expedición francesa al Peloponeso
(Puillon-Boblaye; 1833), muy pulcras y de aspecto más moderno que las de
Arnold Escher, y las que el ingeniero de minas español Fernando Cutoli adapta
en 1841 para la traducción en los Anales de M inas del estudio geognóstico que
Fréderic Le Play había realizado en 1834 sobre Extremadura y el norte de
Andalucía. Estas últimas, acompañadas de una curiosa panorámica circular,
tienen sin embargo un aspecto bastante más tosco que las de Puillon.
Imágenes del Paisaje
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Pero es Henry T. De la Beche, de nuevo en el ámbito británico, quien
habría de ejercer una mayor influencia a través de una obra cuya primera
edición se publica en 1851, The geological observer, en la que sistematiza
los criterios para la práctica de la geología sobre el terreno, y lo que es
más importante para nosotros, los criterios de representación gráfica d el relieve
en relación con su estructu ra . En esta obra ya se encuentran, a unque
muy esquematizados y con tamaño muy reducido, algunos de los primeros
bloques diagrama, especialmente aplicados al modelado de las gargantas
fluviales!.
Los años 70 y 80 del siglo XIX, decisivos en la evolución de las formas de
representación
De este modo, en Norteamérica la difusión de los nuevos modos de
representación la llevarán a cabo los geólogos británicos, que tendrán un papel
fundamental en la práctica de sus colegas estadounidenses. Según Rüsewald
(1925, pág. 12), el libro de De la Beche debió formar parte decisiva de su
equipaje y, en esa medida, ejercer una importante influencia en la práctica
gráfica de aquellos científicos exploradores del Oeste americano.
A través de los sucesivos informes anuales del US Geological Survey se puede
seguir etapa por etapa, tal y como hace el citado Rüsewald (1925, págs. 17-28),
la evolución en las representaciones gráficas llevadas a cabo por los grupos de
geólogos norteamericanos y por los artistas que en ocasiones viajaban con ellos.
Uno de estos artistas, de formación geográfica, y que acabó convirtiéndose él
mismo en geólogo y arqueólogo, es William Henry Holmes, quien alcanza las
más altas cotas en la representación del relieve del Oeste americano, aunando en
sus dibujos de modo magistral la calidad y fuerza estéticas con una densa carga
interpretativa de carácter geomorfológico. A sus ya clásicas vistas y
panorámicas del gran Cañón del Colorado publicadas en 1883, como parte del
atlas de la Tertiary History of the Colorado del capitán Dutton, hay que añadir
decenas de dibujos de interés geomorfológico, entre los cuales se encuentran
algunos antecedentes del bloque diagrama, publicados en los informes de la
década de 1870.
De forma relativamente autónoma parece haber evolucionado la «escuela
suiza», que, como ha quedado dicho, contaba ya con una sólida tradición. Un
discípulo del citado Arnold Escher, el geólogo Albert Heim, se había
I Por esta misma época, se p ublican también algunos manuales en lengua alemana en los que aparecen
bloques-diagra ma muy estilizados, en un intento de tipifi car geométricamente las d istintas formas del
relieve terrestre (Cybulz; 1861, págs. 3-8, Y Cybulz;1862, págs. 9-22) . No parece sin em bargo que estos
libros hayan tenido una difusión comparable al de De la Beche que aquí aludimos.
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Figura 4. Vista hacia el Este del gran cañón del Colorado al pie del Toroweap, publicada por
Holmes en 1883 dentro del Atlas de la Tertiary History of tite Colorado, del capitán Dutton.
distinguido ya desde los años 70 como autor de vistas y panorámicas,
retomando desde edad muy temprana otra tradición emparentada que había
echado raíces a finales del s. XVIII en Suiza: la elaboración de maquetas de
relieve (Brockmann-Jerosch, 1952, pág. 138). Un alumno de Heim en la
Universidad Politéctica de Zurich sobresaldrá pronto en la elaboración de
estos modelos de relieve y, sobre todo, en la de los panoramas, Xavier Irnfeld.
Sus trabajos y los de otros muchos geólogos y geógrafos encontrarán rápida y
eficaz difusión en el anuario del Club Alpino Suizo. Dicho anuario, que
iniciará su andadura en 1864 y servirá de modelo al del Club Alpino Francés,
fundado un decenio más tarde (1874), refleja perfectamente el espíritu de aquel
club, que se constituirá en auténtica sociedad geográfica y llevará a cabo un
sistemático reconocimiento de los Alpes suizos desde un punto de vista
geográfico y naturalista, en el que los mapas y las demás ilustraciones
alcanzarán una calidad estética y científica raras veces igualadas en otras
publicaciones de la época. Hay que tener en cuenta no obstante que en el
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aspecto turístico las guías Baededker incluyen también de modo temprano
excelentes panoramas, alguno con la firma de Imfeld 2 •
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Figura 5. Detalle del panora ma desde el Eggishorn (Alpes suizos) publicad o por Xavier
lrnfeld en 1888, en el suplemento cartográ fico del Anuario del Club Alpino Suizo.
Mientras la ilustración geológica mejora gradualmente en su capacidad de
representación científica y realista, los ejemplos alpinos tienen clara personalidad
y desarrollan recursos característicos, como la sobreimposición de las litologías y
estructuras a los escarpes orográficos, particularmente a las formas rocosas
verticales de un dibujo en perspectiva, con un resultado paisajístico patente.
Son, en suma, diversas las aproximaciones gráficas que suman un explícito
lado artístico al científico. Aparte de los ejemplos hasta ahora mencionados,
como el de Holmes en Norteamérica, son igualmente brillantes los de otros
observadores destacados en ambos conocimientos y destrezas que dan pautas
de representación, como ocurre con Ruskin o Le Duc en los Alpes y con
Schrader en los Pirineos.
En las páginas del anuario del Club Alpino Francés, es patente y explícita la
admiración de este último pirineísta, Franz Schrader, por el modelo suizo. Con
sus magníficos dibujos, el geógrafo francés contribuye de modo decisivo a
Del contenido de los panoramas alpinos es suficientemente expresivo el libro Augenreisen. Das Panorama
in der Schweiz, editado como con tribu ción al Año Internacional de las Montañas, 2002, por el Museo
Alpino Suizo y el Club Alpino Suizo, que recop ila un bello e interesante conjun to de imágenes
panorámicas históricas y recientes. Sean como vista circular en forma de friso o como panora ma estricto,
es decir "una representación perspectiva de un lugar dado con un ángu lo entre los 90° y 360°", colocan
al espectador en el centro del paisaje y b uscan producir un efecto de realidad lo más fi elmente posible.
In tereses científicos, artísticos o viajeros son el variado motor de estos estimables trabajos. A su va lor
directo, pictórico, geográfico, se añade en numerosos casos un carácter testimonial del estado de los
paisajes, por ejemplo glaciares, y de un modo de mirar influyente incluso en el turismo de montaña. Sin
duda siguen manteniendo ambos valores, como denota aún cierta inclinación a su dibujo o a su expresión
informática observable en algunas publicaciones geográficas, montañeras y divulgativas.
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finales de los años 1870 y a lo largo de la década de 1880 al descubrimiento de
la vertiente española de los Pirineos (Saule-Sorbé; 2004), creando imágenes que
en ocasiones recuerd an inevitablemente los relieves del Oeste americano. Esta
evocación es expresa en algunos de los escritos publicados por Schrader en
aquellos años, en los que éste defiende la superioridad en carácter pintoresco de
los abruptos relieves pirenaicos españoles; pero además se hace gráficamente
patente cuando Ernmanuel de Margerie, el gran difusor en Europa del trabajo
de los geólogos americanos, da a conocer en las páginas del Anuario de 1883 las
espectaculares ilustraciones del cañón del Colorado realizadas por Holmes, y al
año siguiente Schrader p ublica en la misma revista la no menos bella imagen
creada por él mismo sobre el cañón de Cotatuero3 •
Figura 6. El cañón de Cotatuero (Pirineo aragonés), obra de Franz Schrader publicada en el
Annuaire du Club Alpin Franr;ais del año 1884.
ASÍ, por su dedicación a los paisajes del Pirineo español adquiere la contribución
de Franz Schrader un carácter particular para nuestra geografía. Sus aportaciones
gráficas de calidad pertenecen además tanto a la pintura de alta montaña, como al
grabado, al panorama, la maqueta y la cartografía original, siempre a partir de una
observación meticulosa de la naturaleza montañosa. Del análisis directo y completo
de ésta - lo que requería notable esfuerzo, ingenio y pulcritud- se alcanza, con
calidad, la representación precisa y la similitud paisajística.
Estaba previsto que la acuarela de Franz Schrader acompañase el artículo de Ernmanuel de Margerie a
propósito del Cañón del Colorado en el anuario de 1883, pero, por falta de tiempo, aquélla hubo de
incluirse en el del año sigu iente, junto con una breve nota explicativa del propio Schrader.
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El nacimiento del bloque-diagrama y la difusión de la Geomorfología
davisiana en Europa
Pero en ningún país europeo se da el paso decisivo para la creación de una fonna
de representación que revolucionará la comprensión científica del relieve terrestre, el
bloque-diagrama. Desde un principio, éste nace vinculado en la geología
norteamericana a una visión dinámica, a una representación evolutiva, como lo
muestran el primer bloque-diagrama en ser realizado, el del Mount Ellsworth,
ejecutado por Peale en 1872 (Schuster;1954, págs. 192-193), y el de Vinta, que poco
después, en 1876, dibujó Gilbert con una concepción muy similar (Powel1, 1876).
Figura 7. Bloque d iagrama de Uinta p ublicado en 1876 por G.K. Gilbert para el Geological and
Geographical Survey of the Territories dirigido por John Wesley Powell.
Tales imágenes indican el alto grado de perfeccionamiento técnico y el
acertado criterio estético que habían adquirido los autores de estas
representaciones ya antes de 1880. Así que cuando poco después el famoso
geógrafo William Morris Davis comienza a trabajar en el Servicio Geológico de
EEVV, no hace sino bañarse en una tradición artístico-científica muy
consolidada, haciendo suya aquella visión dinámica de los bloques-diagrama,
que adquiere un papel protagonista en la conceptuación de su teoría del ciclo
geográfico, teoría que, como es sabido, contribuirá de modo determinante a
formalizar científicamente el estudio del relieve terrestre4 •
• Davis también auspicia en la Universidad de Harvard la construcción de modelos de relieve, aunque en
esta actividad los geógrafos y geólogos norteamericanos no alcanzarán el nivel de los suizos. Por otro
lado, Davis también tiene preferencia en este terreno por los modelos ideales, más que por las represen­
taciones de paisajes reales concretos, tomando como referencia las maquetas que sobre diferentes tipos
de relieves había realizado y comercializado en Europa Albert Heim (Davis, 1897, pág. 87).
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Como Davis ejerció un indudable, amplio y mantenido magisterio, no sólo en
el estudio del relieve sino también en el de su representación gráfica, sobre todo
en los bloques-diagrama y en su expresión secuencial, éstos han dado lugar a una
escuela que llega hasta hoy y que se prolonga con vinculaciones muy directas, a
veces con seguimiento de sus hipótesis cíclicas y en otras con independencia de
ellas, manifestándose tanto en la investigación como, sobre todo, en las obras
didácticas. Los asuntos representados, los estilos y técnicas de expresión se
repiten, se reproducen o se imitan a partir de Davis con notable frecuencia. La
perfección técnica de la representación, su expresividad escolar y su atractivo
como dibujo contribuyen por sí mismos a este éxito, aparte del seguimiento de su
sistema explicativo. Hay múltiples ejemplos, como las formas en estructuras
plegadas, la evolución del modelado glaciar, fluvial, costero, volcánico, etc'.
Figura 8. Interpretación de las montañas formadas por bloques fallados en el estadio de madu­
rez, bloque-diagrama publicado por Davis en su Die erk/iirende Beschreibllng der ú:mdformen (1912).
En Francia, aparte de algunos esbozos de semibloques-diagrama publicados a
muy comienzos de siglo (Barré, 1903), la de Davis también es la línea seguida
inmediatamente por Emmanuel de Martonne, quien, con cierta independencia de
criterio y de estilo, despliega en sus publicaciones un arco de representaciones que
va desde el apunte sobre el terreno al trabajo de investigación y a la obra de
enseñanza. Los bloques y otros gráficos realizados por este geógrafo para su Traité
Una p rueba conocida aparece en los gráficos tod avía netamente dav isianos de Strahler, de ortodoxo
planteamiento, de pulcra confección y capacidad d idáctica ind udable. En la Geografía Física de este autor
aparecen alternantes o en colaboración con los ta mb ién expresivos d e Raisz, ad mirados igualmente por
los ca rtógrafos como modos de expresión canónicos de distintas topogra fías . En estos casos se trata, ade­
más, de ilustraciones exp resamente geomorfológicas.
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Imágenes del Paisaje
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de Géographie Physique (1909), con frecuencia seguidores del modo de presentar las
expresivas secuencias davisianas, son muestras excelentes del uso didáctico que
en morfología puede tener el bloque diagrama ideal.
Figura 9. Evolución d el relieve en una región plegada, según De Martonne (bloques-diagra­
ma p ublicados originalmente en 1909 en el Traité de Géograp/úe Physique y más tarde en el
Abregé de Geographie Physique) .
. El propio Davis contribuye de forma muy directa a la difusión del bloque­
diagrama en Europa, pues es sorprendentemente en Alemania donde aparece
en 1912 el libro que contiene la colección más completa de bloques-diagrama
realizados por el geógrafo norteamericano, y que lleva por título Die erkliirende
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Beschreíbung der Landformen. Se trata de la traducción al alemán de las clases por
él dictadas en la Universidad de Berlín, donde se encuentra como profesor
invitado en el curso 1908-1909. Tales bloques diagrama son, en una proporción
muy importante, representaciones idealizadas que, más que reflejar las
características geomorfológicas concretas de una región determinada, buscan la
transmisión de las ideas esenciales de la teoría del ciclo entre los geógrafos de
habla germana, algo que como es sabido apenas logró Davis.
No obstante, lo que sí lograron las clases pronunciadas en Berlín y la obra
que de ellas resultó es la d ifusión en Alemania del bloque-diagrama corno
representación gráfica esencial en el estudio del relieve, según años más tarde
reconocería quien fuera el m ás digno continuador de su obra gráfica en
Alemania: Fritz HOlzel (Bosse y H61zel; 1975, pág. 27). Este cartógrafo había sido
alumno de otro geógrafo alemán, Erwin Scheu, que, a su vez, había asistido a
las clases impartidas por Davis en Berlín y que, como inmediata consecuencia
de este con tacto directo con el maestro norteamericano, ya había recurrido
tempranamente al uso del bloque-diagrama en su tesis sobre el Jura suavo
(Scheu, 1909). Erwin Scheu desarrolló en los años veinte una notable actividad
viajera por Europa, y las obras de geografía regional que resultaron de sus
recorridos por Cerdeña, Francia y España fueron ilustradas por su discípulo,
H6lzel, con bloques-diagrama realizados a partir de los mapas de la época y
sobre todo de los datos y fotografías obtenidos sobre el terreno por Scheu. En lo
que respecta a la Península, hay que destacar el trabajo realizado por este
geógrafo alemán sobre la Cordillera Cantábrica (Scheu, 1930), ricamente
ilustrado con 25 bloques diagrama de H61zel repartidos de un modo bastante
sistématico entre Asturias y el País Vasco, y que ofrecen una imagen
representativa de los relieves estructurales y de algunos modelados
característicos de las montañas cantábricas (rasas litorales, relieves glaciares,
terrazas fluviales, etc.). Este trabajo, que, pese a contar con el apoyo material de
Joaquín Gómez de Llarena parece haber tenido una difusión muy escasa en
nuestro país6, no es el único que incluye bloques-diagrama de H61zel referidos
a la Península: en la Geografía de Europa, publicada en los años treinta por
Seidlitz, aparecen también algunos otros sobre el Nordeste peninsular (Pirineos
y Sierra de la Demanda) (Seidlitz, 1931).
Los años de entreguerras son también fundamentales desde el punto de vista
de la normalización del bloque-diagrama; a la que contribuye de modo decisivo
la publicación de los primeros libros en los que se ofrecen datos sobre la historia
, Has ta tiempos muy recientes, España parece haberse mantenido al margen tan to de la trad ición
gráfica suiza como de la alemana. Así podría explicarse el escaso eco en nuestro país de la labor gráfica
de Hans Cloos, cu yas Conversaciones con la Tierra fueron traducidas sin embargo al castellano. Cloos,
formado in icialmente como arquitecto aunque dedicado luego en exclusiva a la Geología, es autor de
impo rtantes trabajos geológicos (cuyo contenido tu vo mucha mayor influencia en sus colegas
Imágenes del Paisaje
115
de este tipo de representación y en los que se explican más o menos
detalladamente las técnicas para su realización (Rüsewald, 1925, y, sobre todo,
Lobeck, 1924). Incluso en el difundido manual de enseñanza de la Geografía
(Metodología de la Geografía) publicado por Pedro Chico en 1931, aparecen los
bloques diagrama y las panorámicas como un recurso didáctico de primer orden7 •
Figura 10. Contexto de los yacimientos de hierro de los alreded ores de Bilbao y evolución
morfológica de los alrededores de esta ciudad, según interpretación de Scheu (1930) sobre un
bloque diagrama de Fritz Holzel.
Pero es evidente que aquella normalización de la práctica del bloque­
diagrama viene sobre todo de la proliferación de ejemplos concretos en los
trabajos geomorfológicos publicados a lo largo d e los años 20 y 30. Así, a las
representaciones realizadas por Davis, hay que añadir las que son obra de sus
discípulos directos, como por ejemplo Erwin Raisz, que dibuja para Douglas
Johnson los conocidísimos y magníficos bloques que muestran la evolución de
los Apalaches centrales (Johnson, 1932).
españoles) y logró en los años 40 y 50 un estilo de representación gráfica del relieve estructural muy
personal y de gran expresividad, en la que creemos ver las huellas de su formación arquitectónica. Su
obra gráfica está en el origen de una escuela germana de la que son destacados representantes Wagner
y Koch (1961), au tores de un espectacular atlas de bloques-diagrama sobre los relieves estructurales y
el modelado del Sur de Aleman ia. Entroncand o con la misma tra d ición aún se pueden encontrar
representantes más recien tes en el país germano, entre ellos, el conjwlto de bloques diagramas seriados
que cubren la tota lidad de la Península Ibérica elaborad o por Feldmann y al que se hará menc ión más
adelante.
1 El propio geógrafo español es el autor de una acua rela panorámica del Sistema Ibérico, que aparece
reprod ucida como dibujo a tinta en la citada obra y de cuyo original no tenemos más noticias
Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
116
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Figura 11. Ilustración sobre un modo de elaborar el bloque-diagrama directamente a partir
del mapa topográfico, incluida en el manual de Lobeck (1924).
La expansión de la ilustración morfológica mediante el bloque diagrama en
la p rimera mitad del siglo XX prosigue en los dos decenios siguientes, y abarca
desde la síntesis regional expresiva al análisis tridimensional de detalle,
incluyendo ambos las reconstrucciones paleogeográficas. Incluso en glaciología
se establecen relaciones entre superficie y profundidad o se proponen hipótesis
sobre fenómenos que requieren tal combinación en gráficos más o menos
abstractos o realistas. La utilidad didáctica de esos gráficos indica su capacidad
expresiva. Entre las destrezas del geógrafo y del geólogo se incluyó, con
distinto éxito, el aprendizaje en la confección del bloque diagrama como
instrumento particularmente expresivo para los estudios de tectónica, de
estratigrafía, de paisaje, etc. y para explicar una secuencia espacial o temporal
de una estructura o de un relieve, con sentido de la animación de los procesos
y de la simplificación de las formas. Los manuales, particularmente, utilizaron
este modo de expresión complementario. Pero hay investigadores que por
múltiples lugares usan los bloques como herramientas de expresividad
naturalista (caso de Monod, 1937, en el Sáhara), del paisaje (por ejemplo,
117
Imágenes del Paisaje
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FICUta 8.-tJplirt and di ..ecUon of Harrilburg peneplain and devdopmcot af Somerville pencplain 00 the weakest roce belu
Figura 12. La evolución del relieve de los Apalaches centrales, según bloques realizados por
Erwin Raisz para Douglas Johnson (1932).
118
Eduard o Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Chevalier, 1928, en Cataluña), o como imagen fisiográfica de conjunto, por
ejemplo en la "Expedición Yale" al Perú en 1911, dirigida por el famoso Hiram
Bingham (Bowman, 1938), mostrando, entre otros, la aplicación de los modelos
davisianos o los martonnianos secuenciales y sintéticos, según áreas de
influencia. No desap areció tampoco el croquis sobre el terreno como síntesis,
selección y aportación de autor en el trabajo geográfico paisajista, como es el
caso ejemplar de Deffontaines.
Es importante reseñar que en la época también llegan a utilizarse los
bloques-diagrama como recurso gráfico sistemático en diversos atlas geológicos
o geográficos (p. ej ., Lobeck, 1932) e incluso en la parte geomorfológica de un
atlas nacional, el de Dinamarca, por obra de un geógrafo danés especialmente
interesado en esta técnica de representación (Schou, 1949), que llegará a publicar
algunos años más tarde un pequeño manual sobre este asunto (Schou, 1962).
Igualmente ven la luz guías de viaje que emplean los bloques y los m apas
fisiográficos como hilo conductor desde el punto de vista gráfico, como la
realizada por Lobeck (1933) para ilustrar el trayecto entre las costas este y oeste
de los Estados Unidos.
También tiene un especial interés geomorfológico el Atlas des formes du relief,
editado por el IGN francés en 1956, pero en este caso no por sus bloques, sino
por sus anaglifos. En esta publicación, que marcó un nivel de calidad profesoral,
colaboraron, entre otros, Cholley, Birot y Chardonnet, mezclándose en ella las
vistas verticales en relieve con mapas topográficos, fotos aéreas y cortes
morfoestructurales. Estaba pensada esta obra como un compendio de prácticas
para estudiantes de geografía y su resultado didáctico fue espectacular. Su
revisión hace ver lo conveniente que sería hoy una aportación con similar
eficacia aunque p uesta al día en conceptos, ejemplos y técnicas de
representación8 •
En cualquier caso, como hemos indicado, cualquiera que use los documentos
cartográficos, geológicos y geográficos suizos conocerá su calidad gráfica, muy
cuidada siempre de antaño a hoy. Incluso sabrá la difusión que esta escuela ha
tenido en la confección de documentos similares por otras cordilleras del
mundo. La relación entre dibujo, pintura, escultura y mapas de montaña no sólo
es próxima, sino directa, y frecuentemente lo es en un mismo autor que domina
todas estas manifestaciones, dentro de la tradición de una alta perfección
técnica, un serio conocimiento científico y una elevada capacidad de expresión
estética: puede ponerse como ejemplo de todo ello a Edouard Imhof (Imhof,
1951). La expresión gráfica de los rasgos geológicos sigue siendo añadida con
'Curiosamente, el Servicio Geográ fico del Ejército editó en Madrid en 1989 un Atlas de A naglifos de un
sector de la Península Ibérica, realizado por L. Sandoval, que no ha tenido apenas d ifusión aunque su uti­
lidad selectiva y comparativa en la enseñanza geográfica del relieve es bastante evidente.
Imágenes del Paisaje
119
sentido de escuela a un soporte paisajista. Y esa potenciación del soporte,
resaltado por las ind ividualidades marcadas del relieve montañoso y por su
belleza plástica, permite una trad ición en la confección de maquetas de relieve,
exactas corno rep roducciones de volúmenes y de texturas de rocas y glaciares.
Maestros en la geografía, en la cartografía y en la geología alpinas, los suizos
han proporcionado a tales m aquetas un elevado contenido morfológico, estético
y didáctico. La presencia de investigadores alpinos en expediciones científicas
tempranas en otras grandes cordilleras extendió sus p ropios modelos de
representación, cartográfica, geológica, etc., a otras montañas alejadas (p . ej.,
Gansser, 1964).
Figura 13. Kreuzberge (Macizo d el Santis), dibujo a lápiz realizado en 1946 p or Edouard
Irnhof y p ublicado en su Terrain el carte (1951).
LÍNEAS GEN ERALES DE LA EVOLUCIÓN D E LAS REPRESENTACIONES
ESPAÑ OLAS
En la evolución de las representaciones gráficas del relieve español se
pueden señalar algunos pasos bien definidos. Podernos partir de unas primeras
representaciones, en momentos relativamente recien tes, corno expresiones
120
Eduard o Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
simplificadas en lo geográfico -puede ser el caso del perfil orográfico del paso
del Guadarrama publicado por Laborde en 1809- o en lo geológico -el ejemplo
de los tempranos cortes alpinos de Gimbernat en 1803 es significativo-,
claramente anteriores a una mirada realmente geomorfológica. Incluso con una
atención mayor al dibujo del relieve, los perfiles y planos de las Torcas de
Cuenca realizados por Cortázar ya en 1874 (Alonso, 1986), no dejan de ser
descriptivos y esquemáticos. Si bien las representaciones que aquí nos interesan
son de inicios más tardíos que las internacionales antes reseñadas y, en tales
comienzos, algo toscas, también hay precedentes, como antes indicamos, que
destacan por su temprana calidad. Por ejemplo, las láminas pan orámicas de
intención geológica que acompañan la Descripción Física y Geológica de la
Provincia de Zaragoza, de Martín Donaire, (1873) o también las que aparecen en
la de Avila (Martín Donaire, 1879). Buena parte de tales ilustraciones son fruto
del trabajo de dibujantes al servicio de la Comisión9, como J.Cebrián o José
Vallejo, p rofesor de dibujo en la Escuela de Minas de Madrid y a quien se deben
las dos bellas vistas y la magnífica panorámica de Alhama de Aragón que
ilustran la citada descripción geológica de Zaragoza, en todas las cuales se pone
de manifiesto la relación del relieve con la estructura de las rocas. Otros
geólogos españoles son sin embargo relativamente autónomos en este sentido,
como Ezquerra del Bayo, formado pictóricamente con Antonio López en la
Academia de San Fernando y autor de una bonita vista del relieve volcánico de
Castelfollit, o como Botella, autor de d iversas vistas geológicas (Frochoso y
Sierra; 2004, pág. 231) Y algunos de cuyos dibujos aún siguen reproduciéndose
en los manuales de historia natural hasta entrado el siglo XX (por ejemplo, los
dibujos d e relieves cársticos incluidos en el libro de Bolívar y Calderón, 1909).
Figura 14. Detalle de la panorámica de los alrededores de Alhama de Aragón, dibujada por José
Vallejo para la Descripción Física y Geológica de la Provincia de Zaragoza, de Martín Donayre (1876).
O tros casos hay, como en las láminas del Compendio de Geología de Vilanova en 1872, en los que se recu­
rre a copias de ilustraciones y a dibujantes profesionales.
9
Imágenes del Paisaje
121
Sin embargo, otras ilustraciones geológicas de la segunda mitad del XIX,
corno en las memorias referidas a Santander, a Segovia o a Madrid, son poco
resaltables o incluso algo primarias.
Los esquemas de formas de relieve en la Pedriza de Manzanares, de Casiano
de Prado (1864) son de d ibujo muy elemental. Algunos de ellos, corno el del
Canto Cochino o el del Carro del Diablo, siguen los perfiles considerados
pintorescos ya recogidos en un grabado de Brambilla sobre El Escorial en 1825.
Estos modelos de figuras de determinada fisonomía de piedra caballera tienen,
no obstante, una singular persistencia, repitiéndose corno form a típica en
Cómez de Llarena, aplicado a los Montes de Toledo, en 1916 o hasta en recientes
p ublicaciones, corno asentados símbolos guadarrameños en folletos oficiales en
curso o incluso, tal vez en relación más o menos inconsciente con esta tradición,
corno característico ejemplo geomorfológico granítico en un trabajo de uno de
nosotros.
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Figura 15. Relieves de piedras caballeras, dibujados por Brambilla (El Escorial, 1825), Casiano
de Prado (1864) y Gómez de Llarena (1916).
Pero también está presente en la segunda mitad del XIX algún otro tipo de
represen tación esp ecialmente cuidada e incluso sorpresas más exóticas,
referencias lejanas particularmente expresivas y atractivas, en la ciencia
colonial, como en el caso d e los volcanes de América en los apuntes de Jirnénez
de la Espada en 1865 o del volcán filipino de Albay por Abella en 1882. En
cualquier caso, hay que resaltar que en nuestra producción gráfica más habitual
domina siempre una voluntad, evidentemente lógica, de incorporación a unos
modelos, a unos métodos, unas técnicas y un estilo que procedían d e fuera,
donde estaban asentados y elaborados. Un ejemplo, entre tantos otros, podría
ser la tardía y aislada incorporación que hizo Prast en 1929 de una vista circular
del Circo de Cred os alrededor de su laguna, siguiendo la pauta de los
panoramas de montañas circundantes con su perspectiva tomada desde un lago
central, que se habían realizado en Suiza desde inicios del siglo XVIII y, más
cercanamente, d el Lago Léman en 1924. Es ésta una tradición em parentada con
vistas similares de ciudades o con las realizadas d esde un frecuentado punto de
vista turístico en el siglo XIX, como el Rigi, e incluso aún más con los giros de
122
Eduardo Martínez de Pisón / Juan Car los Castañón Álvarez
horizonte en montañas, como el realizado por Bourrit en los Alpes en 1779 o los
de Schrader en el Pirineo hacia 1880.
También hay renovaciones y reutilizaciones de materiales e incluso
coincidencias en la búsqueda de expresividad. Una de éstas especialmente
marcada, tanto por la forma de expresión utilizada como por su salto en el
tiempo, que va de los orígenes a la actualidad, es el dibujo mixto entre mapa
fisiográfico en perspectiva y bloque-diagrama compuesto con un sistema de
cortes geológicos diagonales que ha realizado Feldmann para toda la Península
Ibérica y Baleares (1988-2003), y que se emparenta con el gráfico de Macpherson
(1888) de la estructura de conjunto de la Península exp resada a través de una
serie de cortes igualmente diagonales sobre un mapa. En el caso de Macpherson
los cortes van de NE a SW, mientras en el de Feldmann van p referentemente de
NW a SE, buscando su mejor expresividad, salvo en el Ebro (NE-SW) y en los
bordes de Portugal y d e Valencia (E-W). Esta coincidencia indica el sentido de
un tratamien to de conj unto de la Península, la expresivid ad de los cortes
diagonales perpendiculares a las estructuras y la idoneid ad del método gráfico
empleado. Entrar en lo propiamen te geográfico y geológico de estos
documentos separados en el tiempo sería también revelador, pero no es nuestro
propósito de momento.
Así p ues, no es sino tras varios decenios de titubeos, cuando en el siglo
XX se afianzan en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid unas
series de publicaciones que cuid an la expresion gráfica dentro de modelos
bien definid os. Las formas arquetípicas plasmad as por de Prado o las
influencias, inmediatas, del estilo de trabajo de Obermaier y, más remotas
pero m uy trascendentales, de Davis, operan con mayor o menor consciencia
en los elementos escogidos, en las líneas de trabajo preferidas y en los estilos
y técnicas utilizados. El bloque diagrama se usa en este sentid o con cali­
dad , sea con sentido de representación regional, secuen cial o de formas
específicas.
La rápida adopción y la continuidad inicial del bloque-diagrama en España:
Juan Carandell y Carlos Vidal Box
Tras los inicios esquemáticos de representación d el Sistema Central, que van
de 1864 con Casiano de Prad o en su descripción de Madrid, a 1891 con Cortázar
en la d e Segovia, Carandell vino a abrir d esde 1914 10 que podríamos llamar la
escuela gráfica propia del Museo Nacional de Ciencias Naturales con sus
representaciones iniciales de esos mismos sectores, en las que el bloque­
d iagrama adquiere clara entidad.
De esta rápida ad op ción del bloque-diagrama fisiográfico y morfológico en
nuestro país y del origen d avisiano del modelo gráfico es viva imagen el
Imágenes del Paisaje
123
término que aparece en algunos de los trabajos de Carandell al pie de esas
representaciones: block diagrama. Lo son también, evidentemente, el estilo y la
doctrina. Los principales de estos bloques los publicará Carandell en las
décadas de 1910 y 1920 en relación con la orografía de la Sierra de
Guadarrama (Obermaier y Carandell, 1917), con los relieves de Andalucía y
con los trabajos que sobre el glaciarismo de España realizó con Hugo
Obermaier (bloques de Gredos, p or ejemplo, en Obermaier y Carandell,
1916a). Sus vistas, combinadas frecuentemente con las fotografías que les
sirven de base y publicadas en los mismos trabajos, alcanzan también una
notable calidad, en especial las realizad as sobre Sierra Nevada (Obermaier y
Carandell, 1916b), en las que se reconstruye la extensión del glaciarismo
cuaternario y en cuya continuidad tendrá un a especial importancia la obra
realizada por Vidal Box en los años 30.
Un artículo de Carandell publicado en el Boletín de la Sociedad Espai10la de
Historia Natural en 1924, «Los bloques diagramas. Algunos sencillos consejos
para su trazado según A.K. Lobeck», con 15 figuras, ap arece el m ismo año de
publicación del manual de Lobeck, lo que da idea de lo al tanto que estaba
Carandell de lo que se hacía en este campo en EEUU . Pese a las claras
reminiscencias davisianas en el modo de rep resentación, Carandell se diferencia
no obstante del maestro norteamericano no sólo por sus objetos de estudio sino
por su frecuente desconexión de u na voluntad demostrativa de la teoría del
ciclo, tal y como se comprueba en sus bloques y vistas que sirven para ilustrar
lugares concretos y que no suelen tener una concepción evolutiva. La formación
de Carandell estaba lógicamen te también vinculada al estilo de los trabajos del
Museo Nacional de Ciencias Naturales y, en concreto, al magisterio d irecto de
Hugo Obermaier. En cualquier caso, si el estilo inducido por Obermaier fue
influyente en varios aspectos, desde el tema de trabajo a la forma de representar
(por ejemplo, mediante croquis fisiográfico y geomorfológico junto a fotografía
y a partir de ella, mediante bloque diagrama que resalta la forma de modelado
y hace igualmente de croquis fisiográfico, mediante bloque que revela la base
morfoestructural y mediante cartografía), el peso de Davis y su escuela es
igualmente muy manifiesto en fondo y forma .
Por otro lado, es conocida la amplia p roducción gráfica de Carandell referida
específicamen te a Andalucía, d onde desarrolló una cualificada y más
independiente labor. Estos trabajos han sido recientemente repasados y
clasificados, en estudios sobre la obra andaluza de Carandell y dentro de un
trabajo más general sobre el "Archivo de paisaje" de Andalucía (López
Ontiveros, 1999 y Naranjo y Ramírez, 2005), y muestran lo significativo del
mantenimiento del recurso del bloque-diagrama en Carandell con objetivos
morfoestructurales y de expresión del modelado, tanto en estilo propio como en
fidelid ad a sus orígenes formativos, centrados regionalmente a lo largo de su
Eduard o Martmez de Pisón I Juan Carlos Castañón Álvarez
124
vida profesional. También se exponen en otro capítulo de este libro. En este
trabajo sin tético sólo nos cabe mencionarlos y remitimos por ello a los autores
citados para obtener una más extensa información y la perspectiva de una
mirad a convergen te. Lo mismo ocurre con otros morfólogos que nombramos,
con amplia obra gráfica de aportación local in teresante, concentrada o dispersa,
que recomendamos seguir al lector como información y como disfrute, pero que
aquí n o p uede ser recogida.
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Figura 16. La Sierra d e Guadarrama, bloque-diagrama de Juan Carandell (1915).
En cualquier caso, como ya ha quedado apuntado, la obra de Carandell es
además importante por otro motivo suplementario: inaugura una tradición
gráfica que se consolidará en los años treinta y cuarenta, tanto en el citado
Museo como de modo más extenso. Inmediata prueba de esta activa aunque
minoritaria escuela madrileña es la representación realizada p or Gómez de
Llarena en 1923 del proceso de encajamien to del Tajo en Toledo, por el mismo
método d el bloque consagrado por Davis y d e Martonne.
Por su particular expresivid ad en esta evolución debe resaltarse de nuevo el
ejemplo de estas representaciones en el Sistema Central español. Desde los
mencionados trabajos de inicios del siglo :xx en las publicaciones del Museo
Nacional de Ciencias Naturales, se observa un decidido incremento del interés por
la buena expresión gráfica, según los modelos, criterios y técnicas de la época. En
este marco y en el de su conexión con la cátedra de Geografía Física en la
Universidad de Madrid se exp lica la aparición de una segunda fase de
representaciones gráficas del relieve efectuadas con calidad, igualmente por una
125
Imágenes del Paisaje
persona capacitada para ello, Vidal Box. Cuando en los años treinta Vidal Box
trabaja en el macizo de Gredas, sigue la misma línea de investigación glaciar, los
mismos lugares y no poco del estilo de trabajo, que incluye representaciones al
estilo de las que había realizado Obermaier en colaboración con Carandell (Vidal
Box; 1936). Vidal Box tenía una clara capacidad para el dibujo y su aportación
marca una etapa brillante en las representaciones gráficas de nuestro relieve.
Por otro lado, en los bloques y vistas que ilustran varios de los artículos
publicados por Vidal Box en los años 30 Y 40, así como en los realizados para
trabajos de otros autores, la huella de Davis es indudable, no sólo en cuanto a los
conceptos evolutivos del relieve, sino sobre todo en la concepción gráfica de
bloques y vistas. Estos presentan en ocasiones sorprendentes coincidencias con
algunos de los realizados por el maestro norteamericano, lo cual es especialmente
patente en la vista de la Paramera y en el bloque-diagrama aplicado a Gredos, así
como en los que dibujó para el conocido trabajo de Francisco Hemández-Pacheco
sobre los volcanes del Campo de Calatrava, entre los que destaca el ya clásico que
muestra la evolución del volcán de Fuentilleja (Hemández-Pacheco, 1932).
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Figura 17. Bloque-diagra­
ma de la Sierra d e Gredos
(Vidal Box, 1936).
Pero hay también otro aspecto del trabajo de Vidal Box que resulta de gran
interés: la elaboración de modelos de relieve. Su solvencia en esta práctica y la
existencia de otros maquetistas lograron que el Museo mencionado incluyera en
los años cuarenta una Sala de Geomorfología dotada de unas maquetas -hoy
por desgracia arrumbadas- mu y expresivas (Vidal Box, 1944 y 1946). Eran en
total unas 50, realizadas en escayola policromada y en madera entre 1942 y 1945,
e ilustraban las formas de relieve más características de la España peninsular e
insular, así como d e antiguos territorios españoles (Filipinas) y de otras regiones
del globo. Destaca en tre ellas una de Peñalara con sus formas glaciares que aún
conserva alto interés didáctico. En los museos hay hoy una tendencia a otras
formas de expresión y comunicación con el visitante según las técnicas
informáticas, pero la capacidad de enseñanza de una buena maqueta sigue
siend o m uy superior en materias de relieve y de paisaje.
126
Ed uard o Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Figura 18.- Fotografía de la sala de Geomorfología del Museo Nacional d e Ciencias Naturales
(Vid al Box, 1944). En ella se observa, en úl timo plano, un óleo del Cañón del Colorado (cla­
ram en te inspirado en las vistas de Holrnes) y, por delante de él, entre otras maquetas, dos que
represen tan el Tre Cime del Lavaredo (Dolomitas) y el propio Cañón del Colorado.
Esa sala de modelos de relieve revela la intención pedagógica, además d e la
investigadora, d e Vidal Box. Los años cuarenta fueron, de hecho, un mom ento
de éxito en la concepción de maquetas, como mostró también la exposición
sobre el Guadarrama organizada en 1942 por el Club Alpino Español (Prast,
1942), con obras de Francisco Carreras, Luis Caballero, José Gil, A. Núñez
Losada, del Laboratorio de Geografía Física de la Universidad de Madrid, del
Instituto José de Acosta y del Instituto Geográfico y Catastral 10.
10 Las maquetas de montaña recientes en España están poco interesadas por las cuestiones geomorfológicas,
pese a su aprop iada expresividad en este sentido. Son escasas y, si las hay, tienen más bien intención orna­
mental o montañera o de didáctica sólo orográfica o de información turística y están resueltas con distinto
acierto. Es incluso habitual oír o leer que determinados recursos informáticos han pospuesto definitivamen­
te el papel informativo de las maquetas, pero esto se debe probablemente más a los extendidos deslumbra­
mientos profanos por estos tratamientos técnicos que a una reflexión profesional ponderada .
La maqueta más recientemente expuesta en Espa ña tiene un claro fin turístico como elemento de un par­
que temático y es una reprod ucción parcial del Pirineo aragonés, con a mp lias dimensiones, instalada a
la intemperie en el Pirenarium de Sabiñánigo (Huesca). Se trata de una red ucción de volúmenes topográ­
ficos desnudos, con lógica exageración de la escala vertical, sin referencias paisajísticas, con muy escasa
información geográfica y sin tratamiento de calidad es tética en los materiales y elementos representados.
Claro está, carece también de referencias geomorfológicas. Incluso su función en un espacio de ocio está
inde finida. Entre las viejas maquetas arrumbadas y el desaprovechamiento de las nuevas, el uso y desti­
no de estos modelos d e relieves presenta todos los sintomas de un declive poco alentador.
Imágenes del Paisaje
127
El apogeo del bloque-diagrama en España: de los años 40 a los 60 del siglo XX
Las aportaciones de Vidal Box se adentran ya en la que podemos considerar
como fase de máximo auge del bloque-diagrama en España, entre el final de la
guerra civil y los años 60, cuando la tradición fuera de nuestras fronteras está ya
plenamente consolidada.
A la referencia constituida por las propias obras de Davis hay que añadir los
trabajos de De Martonne p ublicados con posterioridad a la primera edición de
su manual de Geografía Física: el librito de Geografía de los Alpes (Martonne,
1926), traducido en 1955 al español por la editorial Juventud, el Abregé de
Geographie Physique (Martonne, 1922), y el tomo d e Geografía Física d e Francia
(Martonne, 1942) que forma parte de la Geografía Universal de Vidal de la
Blache y Gallois, son obras que conocieron una n otable d ifusión en nuestro país.
Unas y otras referencias son funda men tales para entender la consolidación de
esta técnica de rep resentación en la geografía española.
l. La cuenca de sedImentacIón en el meRozoleo. - A. Caenca aatdrlca.
B. Oaenoa cantll.brlca.
11. Morloe.truatnra actual. - 1. Bloque oant4brleo. l .· Bloque litoral.
8. Bloque de 1&8 .erranias Interlore•. ,. Bloque de la Bnreba.
Figura 19. La evolución morfológica de la Cordillera Cantábrica a partir de la cuenca sedi­
mentaria mesozoica, bloques-diagrama d ibujados por Llopis y publicados en el primer tomo
de la Geografía de España y Portugal (Solé, 1952).
128
Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Sobre el modelo por ellas establecido, Noel Llopis Lladó realiza entre
comienzos de los años 40 y el añ o de su muerte, 1968, gran cantidad de
bloques, buena parte de ellos referidos a sus terrenos principales de
investigación, Asturias, por un lado, y Cataluña por otro, con particular
atención a sus caracteres morfoestructurales (por ejemplo, Llopis; 1942, 1954) .
La formación francesa de Llopis, tal vez incluso un estilo realista martonniano
en el tratamiento de la roca, y su relación científica con Solé Sabarís enmarcan
estos trabajos, pero la calidad y cantidad de su producción gráfica son valores
particulares que merecen ser destacados. La neta claridad de los gráficos de
Llopis, sin renuncia a la complejidad del fenómeno mostrado, y su
oportunidad como ejemplo son constantes en sus gráficos. Sin duda se
basaban ambas capacidades en u n profundo conocimiento, en su día
innovador, de la geología peninsular. Su solvencia como dibujante es evidente
y era conocida por su facilidad de plasmación ya directamente en el terreno.
La abundancia de sus trabajos indica tanto su amplia dedicación como su
competencia.
Las aportaciones gráficas geológicas y geom orfológicas adquirieron al
mediar el siglo XX, en el tomo 1de la Geografía de España y Portugal dirigida por
Terán, el carácter de un verdadero alb um de bloques-diagrama
geomorfológicos, indicador de la alta d isponibilidad de estas rep resentaciones
por su práctica habitual.
Menos abundantes que los bloques, pero no menos signific ativos, son en
esta misma obra los dos mapas fisiográficos en vista oblicua qu e ilustran,
respectivamente, los relieves de la Penín sula Ibérica y los de la isla de
Mallorca, a los que h ay que añadir el también referido a Mallorca de
Carandell. Responden todos e llos de forma expresa a un modelo
desarrollado sistemáticamente en EEUU en tre los años 20 y 40 por Armin
Kohl Lobeck y por Erwin Raisz, y se prop on en la representación sintética de
las p rincipales unidades del relieve, de un m odo esquemático, aunque m uy
expresivo ll .
Como comp lem ento de tales m apas es ta mbién destacable la expresividad
y particular belleza gráfica de un dibujo en perspectiva que muestra la
incidencia de la estructura de la Tramontana en el paisaje, realizado por
Colom. Todo ello sugiere u na línea de expresión gráfica en morfología
d eliberada y perfeccionada, un instr u mento científico en alza, metodo­
lógicamente ortodoxo y depurado. Destacan en el p rimer tomo de la
Geografía d e Terán, p or tanto, numerosos gráficos p or su expresividad y por
11 En uno de los contados estudios de tipo colonial que se produjeron en España en la primera mitad del
siglo XX también se recurrió eventualmente al bloque diagrama fisiográfico: se trata de la síntesis regio­
nal que Alía publica en 1945 sobre el Sahara entonces español.
Imágenes del Paisaje
129
el uso del bloque como sistema instituido de representación científica y
didáctica: el mapa "al estilo de Lobeck", los bloques del macizo galaico, de
Sierra Morena, de la Cordillera Cantábrica, de Montserrat, d el Vallés, del
Bajo Ebro o d e la Cordillera Prelitoral son casos donde se expone un
entendimiento sin ambigüedad y con fácil comunicabilidad; su conjunto es
una imagen de la idea morfológica d e España en su fecha sumamente
apreciable.
El hecho de no estar presente en esta obra el archipiélago canario, por
ceñirse sus autores, en una selección cuestionable, a la España penin sular y
a las Baleares, no debería llevar a pensar que por entonces no tuvieran
aquellas islas estud ios ni representaciones gráficas de sus paisajes y hasta
de sus llamativos relieves. Al contrario, la tradición de observaciones en las
islas y particularmente en El Teide, sobre todo d esde fines del siglo XVIII,
dio lugar a u na numerosa bibliografía y a una nutrida colección gráfica
naturalista y específicamente vulcanológica, incluso en algún caso de la
actividad eruptiva h istórica. Desde Humboldt a hoy la expresión gráfica de
la naturaleza insular ha ido paralela a su divulgación artística. Desde la
pionera vista imaginaria d el Teide realizada por el cartógrafo Romein de
Hooge o incluso del mapa con casi efecto d e relieve de Tomás López, o los
perfiles de Tenerife de Baudin y Bory d e Saint-Vincent a los de Von Buch y
Berthelot o al panorama d el Teide, muy al estilo europeo, de un trabajo d e
Hartung en 1867, complementan con intención m ás geográfica la repetida
serie de apuntes, grabados y pinturas d e viajeros más o menos artistas. Sin
duda hay también muestras más recientes del u so concreto del bloque­
diagrama, por ejemp lo desd e los trabajos clásicos de T. Bravo (tubos
volcánicos) a los m odernos d e Grandío (orográficos) y de C. Romero
(erupciones históricas), entre otros.
En cualquier caso, como antes señalamos, el p rimer volumen de la
Geografía de España d irigida por Terán, al reunir toda una labor gráfica de
la geomorfología peninsular en la p rimera m itad del siglo posee muchas
claves para un m om ento crucial d e su entendimiento y se ha vuelto el album
p or excelencia dond e se muestra su compilación. Solé Sabarís fue el
responsable, con Llopis, d e la gran recopilación morfológica en ese volumen
editado en 1952. Para él había realizado Solé un bloque diagrama secuencial,
un bloque evolutivo múltiple d el Sistema Central, que constituye la famosa
figura 70 de ese tomo 1. No tanto por su originalidad como p or su éxito, no
por el mantenimiento de su hipótesis evolutiva sino por su expresividad
lograda pese a su dificultad y por la difusión que obtuvo, tal bloque se
convirtió en la manifestación del punto clave de nuestras representaciones
morfológicas mediante bloques-diagrama, alcanzado al mediar el siglo XX.
Por ello ha sido tan influyente y se ha repetido numerosas veces como
mod elo de plasmación gráfica secuencial y como patrón de entendimiento
130
Edu ardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
de formación de estas montañas, inclu so cuando otros cánones mejorados lo
h abían corregido 12 • Por todas estas razones, p ued e decirse que esta colección
de bloques de Solé cons tituye el grá fico clave en la historia de nuestra
m orfología y pued e considerarse la representación morfológica axial en el
libro igualmente axial de la Geografía española. El hecho d e q u e se eligiera
este bloque como m otivo simbólico para su reprod uccion en la cubierta del
libro homenaje q ue la Universidad de Barcelona y el CSIC dedicaron a Solé
en 1982, es una prueba del sentido alegórico que h abía adquirido.
Hay que p ensar también en la labor realizada en la misma época por los
geógrafos franceses influyentes en la Geografía física española: Pierre Birot ya
había incluido en su tesis sobre los Pirineos Orientales (1937) algunos bloques­
diagrama, entre los que el destaca el realizado por Jacques Bertin sobre el
Sobrepuny, pero será sobre tod o en los años 50 cuando este geomorfólogo, en
colaboración con Luis Solé Sabarís, realice sus conocidos estudios del Sistema
Central, en los que, con un característico esquema, n o carente de
simp lificación, aplica los p rincip ios de la interpretación d avisian a al Sistema
Central (1954). En los gráficos y bloques acompañantes, de factura sintética o
próxima a los esbozos de cam p o, p ueden d educirse los estilos de cada autor,
sien do los bloques atribuibles a Solé.
Con un a visión más allá de lo meramente académico y una m ano hábil,
Pierre Barrere es autor d e los magníficos bloques-diagrama que muestran la
evolución de las sierras exteriores del Pirineo oscense (Barrere, 1951a), en las
que es innegable la h u ella de la tradición iniciada por De Martonne en el país
vecino. Además de sus aportaciones al conocimiento geomorfológico regional
entre 1950 y 1975, este au tor contribuirá al momento d e auge de los b loques­
diagrama en la España de los años 50 con la p ublicación, casi única en su
propósito, de su folleto Technique et théorie du bloc-diagramme, editado en
España por el CSIC (Barrere, 1951b). Pero esta obra no d ebió tener much a
repercusión en el fomen to de esta actividad, a tenor d e lo que se observa en la
práctica posterior de otros trabaj os, a la que en teoría iba dirigida aquella
edición.
11 Se da incluso el caso de que tales bloques-diagrama han sido empleados por Gladfelter (1971) para
comparar, en una doble página de su obra sobre el relieve de la meseta, la teoría evolutiva de Solé con la
de Julius Schwenzner, incluyendo en el primer caso la totalidad de los bloques y seleccionando en el
segundo sólo aquéllos que se corresponden con las fases que habían sido previamente reconocidas por
el geomorfólogo alemán. Como Gladfelter no indica la procedencia inicial de uno u otro autor de la
secuencia de bloques, y apenas modifica los dibujos originales (sólo borra dos flechas del dibujo de Solé
que indican un movimiento tectónico, y añade al grá fico rótulos que se corresponden con las denomina­
ciones dadas por Schwenzner a las principales superficies de erosión), deja algo confusa la autoría inicial
de los bloques. Pero en cualquier caso, dado que todo indica que el dibujo original es el de Solé, esta uti­
lización refuerza la idea de que tal imagen pasó a constituir, desde el momento de su publicación, un
modelo canónico.
131
Imágenes d el Paisaje
"
~~. ,
r.!;7.¡3....
"","'1-,.
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FIO. 70.-Evolución morfológica de1a Cordillera Central.
1. Al 60&1 del OUloceno, lom edla.tam eute dupnú de l paroxtlm o. Se pli ega l . cobertera y le ellboM la oDda l, c jó»
del. OordUla". Cenira l y de 1&8 80encae o.'kll an••. -11 , Fractura. postenorea al pl egamiento, a medSado. de.
MJooeo o. S. todlvtdO&llu. l obre to do la gran falla q u e lepara l•• d eprell oD eI!I uetell a nae 1 el bloque de 1.. COTdl­
llera OBotral , mil o meno. traetnmo. - III, Emplea 1. oolmau.ctón d e lu deprea' onel outel1 anu con loe
mt.1erlalea ..rrancado•• l oe bloquea emergid o. , cuyo r eli eve pierde v igor. -IV. La pen lllan ur& » On11 81118. eoDIO
tinal d el alclo Hdiment&r io. BID las l.gOD... se sedimenta n lu CAlina de lo. para moa. - V. ReJ uvenfctmlellt o del
reUeve a cooa&eoeDcla de la elevaolón provocada por el p legamiento rOO 6.n loo . Deformación de la penW an tlr&
y p legamiento del Mi oceno de )01 bo rdea de l. depreeióll . - VI , F ormacIón d e JI. penUlanura pl1odnJo.:a. CaD
p edimento y relieve de mOQua tal. s.- VII, Rejuve nee1mlen t o po. t):l ) loc~DJeo y enea jamJento de la ud b1dr orrjflca
acto&l; n:oavact6D d e 101 p'ramoa.
El aóc.. l0 p ..leozolco, en ray&d o. La cobertera. for mada p Or Cret4ceo 1 Paleógeoo , pl egadol. Encima 1 d lacorclaote,
el Mioceno, ooroo&do por la u Uza de )01 piramol.
Figura 20. La evolución geomorfológíca del Sistema Central, según los bloques-diagrama
dibujad os por Solé para el p rimer tomo de la Geografía d e España y Portugal (Solé, 1952).
132
Eduardo Mar tínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Figura 21. Génesis del relieve de las sierras oscenses, según Pierre Barrere (1951a).
Los años 50 tienen en resumidas cuentas una importancia trascendental,
tanto en la consolidación del bloque-diagrama en nuestro país, como en el hecho
de que este modo de representación queda definitivamente normalizado fuera
de nuestras fronteras, lo cual se refleja en la publicación de diversos manuales,
e incluso en la adopción del bloque como elemento fundamental en los métodos
de análisis del medio físico. Pensamos especialmente en el método desarrollado
a partir de finales de los años 40 en el CSIRO australiano, sobre la base de una
tradición geomorfológica en la que este modo de representación ya había
echado raíces, particularmente con los trabajos del neozelandés C. A. Cotton,
discípulo directo de Davis y uno de sus continuadores más fervientes. No es
raro por consiguiente que en el CSIRO siga pesando mucho la conceptuación
davisiana. Se inicia no obstante una nueva fase en la que el bloque diagrama
deja d e ser una representación exclusivamente geomorfológica y pasa a
convertirse en el marco para una representación del m edio natural, no tardando
mucho en liberarse del estricto marco concep tual davisiano en aquellos países
en los que, como en el nuestro, dicho m arco aún limitaba en exceso el
conocimiento del relieve. Por otro lado, la exp resividad de las representaciones
tridimensionales permite utilizar el bloque en distintas d isciplinas, como la
Tectónica, la Estratigrafía, en síntesis naturalistas, etc.
Imágenes del Paisaje
133
Los bloques-diagrama modernos: nuevos conceptos, nuevas técnicas
y la necesaria mirada al pasado
A partir de los años 70, no obstante, la frec uencia con la que se recurre al
bloque-diagrama en los trabajos geográficos desciende notablemente. A ello no
debe ser ajena la laboriosidad del procedimien to tradicional, ya que las técnicas
para su realización aún tienen carácter artesanal. Pero también las
consideraciones conceptuales y metodológicas sobre el trabajo geográfico
p udieron contribuir a un desinterés por las formas y el paisaje visible. En
Geomorfología, la deriva hacia el análisis de procesos y u n relativo aband ono
del estudio de las formas d e relieve hacen pasar a un segundo plano la
"utilidad " del bloque-diagrama.
Ello no impide que este tipo d e ilustraciones prosigan en trabajos académicos
dentro d e esa misma línea y pasen a ser esenciales en algunos de los manuales
que los geógrafos españoles publican a partir de esos años; especialmente, como
es lógico, cuando aquellos manuales versan sobre materias de la Geografía física
(Geomorfología General, de Julio Muñoz, por ejemplo). Por otra parte, en el
Sistema Central se ha mantenido hasta hoy el método de representación
mediante el bloque-diagrama con innovaciones de destacada importancia,
como las introd ucid as por C. Sanz en su análisis morfotectónico d el
Guadarrama central desde 1977 y por M. Herrero en las sierras de Ávila entre
1992 y 2005, que han vuelto a potenciar el n uevo uso de este tipo de gráficos
como instrumento d e análisis y de comunicación en geomorfología. En tesis
d octorales morfológicas realizadas en el ámbito de la Geografía física son
repetidos los usos expresivos recientes del bloque diagrama como instrumento
de plasmación y de comunicación, utilizad o con nuevas perspectivas científicas,
nuevas técnicas de d ibujo, nuevos estilos gráficos y n uevo sentido de inserción
en los textos (por ejemplo, en tre otros, Arozena, Criado, Poblete, Romero,
Serrano, en los años 80 y 90). También han sido expresivamente utilizados por
Frochoso, Palacios y Pellicer, entre otros, en artículos de investigación y en obras
de divulgación. Los autores de este trabajo no han sido ajenos, por aportación
directa o por dirección d e investigación, a estos hechos, e incluso han inten tado
la confección de exposiciones morfológicas conducidas por dibujos de relieves.
En los mismos años setenta reaparece significativamente el uso de los
bloques como instrumentos de d ivulgación del relieve en p ublicaciones
geográficas para p úblico amplio, fundamentalmente profano. Por ejemplo, para
explicar la evolución glaciar en Ordesa, Los Picos de Europa o Sanabria. Incluso
dieron lugar a la formación de un modelo en el caso de los Mallos de Riglos, que
se ha repetido varias veces. El esquema d e su formación, a modo de bloque
seriado por fases, realizado por Mensua en 1975, sirvió aparentemente a Benito
en 1986 de patrón p ara exponer gráficamente su esquema perfeccionado de
evolución de los Mallos, y éste a Agudo para lo mismo, con motivo de una
134
Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
reuruon científica en 2005, en este caso con mayor fidelidad y mediante
tratamiento informático. El camino ha ido, pues, en este caso - no es el único­
de la d ivulgación al especialism o.
Figura 22. Bloque diagrama d e Miguel Herrero (1992) que representa el relieve interior de
Gredos.
También hay un itinerario desde la investigación a la enseñanza, más
habitual en la práctica, que puede queda r expresado en publicaciones
geográficas de los ochenta, como las Prácticas de Geografía Física (1981), de
editorial privada, con un apartado dedicado al uso biogeográfico del bloque­
diagrama, o en el Archivo del profesor sobre el medio físico (1988), en edición
oficial, donde se hizo uso del bloque ideal como expresión más acertada p ara la
transmisión didáctica de los elementos básicos del relieve.
Mención aparte m erecen las publicaciones geológicas. En nuestro país,
aunque de una forma más anecdótica, y con menor referencia al relieve
propiamente dicho, vuelven a resurgir, también en los años 70, los bloques
diagrama geológicos, en los que, tomando como modelo los estereogramas
realizad os a comienzos del siglo XX por los geólogos suizos (Lugeon, Argand),
se representa la estructura sin referencia a las formas de relieve propiamente
dichas (véase, p. ej., los trabajos de Ju livert y Marcos sobre las estructuras de la
Imágenes del Paisaje
135
"Zona Cantábrica": Julivert y Marcos, 1973). Pero hay también trabajos de
divulgación realizados por geólogos en los que el bloque-diagrama
propiamente geomorfológico vuelve a cobrar un gran protagonismo. En
Francia, y particularmente en la Universidad de Montpellier, a las destacables
ilustraciones de Mattauer (1989), que gracias a su equilibrio entre esquematismo
y detalle adquieren un elevado valor didáctico (más apreciable incluso por la
escasez de tal recurso gráfico en este tipo d e publicaciones), hay que añadir las
de otros geólogos de generaciones más recientes (Bousquet, 1997). También a
partir de los años ochenta, algunos geólogos españoles buscan de nuevo en
nuestro país la expresión morfológica en los bloques-d iagrama, por ejemplo
Martín-Serrano (Gutierrez Elorza; 1994, pág. 49).
Por otro lado, en los bloques que se realizan en aquellos años, se hace patente
en España su interés para el análisis integrado del paisaje. Como ejemplo,
podemos recordar por su carácter sistemático y por su vinculación con el método
del CSIRO autraliano, los bloques que ilustran el trabajo que sobre las unidades
naturales de Segovia, Avila, Toledo y Cáceres llevó a cabo en 1977 un equipo de
geógrafos de la Universid ad Complutense de Madrid, dirigido por uno de
nosotros (Martinez de Pisón, 1977). El bloque-diagrama se revela así como un
instrumento idóneo para la expresión gráfica del paisaje por su posibilidad de
combinación entre formas de relieve y distribución de la vegetación. Su posible
utilización mostrando fases evolutivas o estados comparativos abre sus ofertas
instrumentales. La propuesta de la geografía clásica alemana de atender a las
relaciones verticales entre factores, componentes y lugares en las unidades de
paisaje, relaciones ecológicas que van y vienen de la atmósfera a la litosfera,
entendidas abstractamente como en un sistema de cilindros vecinos y secantes,
sitúa la decantación formal de la superficie terrestre, la morfoesfera, justamente en
el contacto. La manifestación gráfica de tal estado del paisaje tiene un modo de
expresión particularmente adecuado, aunque parcial, en el bloque-diagrama.
Además, por esta razón, tanto los perfiles de vegetación, desde Soulavie en
el último cuarto del siglo XVIII, como los gráficos de grandes montañas de
Humboldt plagados de nombres de plantas o incluso los bloques-diagrama más
modernos, han tenido un uso conocido en geobotánica . Los bloques,
concretamen te en obras recientes de autores españoles, como los de Costa et al.
(1990) y de Rivas et al. (1984), así lo manifiestan.
De este modo, los bloques-diagrama han estado estrechamen te relacionados
con la geografía del p aisaje de forma casi contínua. Por ejemplo, los gráficos de
este tipo que sobre las Villuercas realizaron Del Río y Redond o en 1977
(Martínez de Pisón, 1977) y Delgado en 1988 -dand o tradición y continuidad al
método- ind ican la conveniencia de su uso paisajista, la claridad de lo que
exponen y la cap acidad de comunicación que entablan con el lector, incluso no
experto, sin perder calidades para el que sí lo es.
136
Ed uardo Martínez d e Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
Claro está, hay otros objetivos, divulgativos, excursionistas, turísticos o
simplemente no geomorfológicos, que pretenden más bien una figuración
escénica, como imágenes tridimension ales en ciertos mapas montañeros
recientes, por ejemplo en el de M. Angula de Benasque en el año 2000, o,
expresivamente, en los bloques pirenaicos de Gil y Díez en 1995, insertos en
fichas de visitas a lugares dirigidas a hipotéticos caminantes naturalistas.
Con la introducción paulatina de las técnicas informáticas en los años 80, los
bloqu es-diagrama cambian, primero de forma parcial, pues el uso del
ordenador no sirve inicialmente m ás que para definir un emejado sobre el que
ha de dibujarse y sombrearse el relieve; enseguid a ese cambio se tom a esencial
en el aspecto técnico, porque su confección mecánica, su precisión y su
capacidad de proliferación m odificaron la situación artesanal previa. Pero, sobre
todo, tal cambio se hace más trascendental cuando se abre la p osibilidad de
superponer a los modelos digitales del terreno imágenes de satélite o fotos
aéreas. Eso implica, en primer lugar, la posibilidad de analizar sobre los bloques
tod o tipo de detalles, sean estos naturales o efecto de la acción humana,
ofreciendo a un tiempo una imagen "real" del paisaje, que se puede comparar
fácilmente con otros documen tos fotográficos (fotos aéreas oblicuas, p. ej.). En
segun do lugar, tal práctica permite superp oner, sobre visiones perspectivas
análogas, sendas imágenes o fotos corresp ondientes a fechas sucesivas, siempre
y cuando se respeten ciertos principios técnicos.
Comenzamos hace muchos años a h acer bloques-diagrama con p aciente
labor manual sobre papel milim etrado, con conocimiento geomorfológico que
intentaba ser directo y cierto p lacer en su dibujo; emp ezamos a utilizar curvas
y redes ex traídas de coordenadas cartográficas cu ando los primeros
programas informáticos nos lo permitieron, por los años ochenta. Hemos
entrado en el u so de imágenes aéreas en el momen to en que fue posible.
Valoramos el avance que supone disponer de opciones complementarias con
las nuevas fuen tes e instrum entos, por ejemplo med ian te figuras que
representan el relieve estricto, directamen te relacionables con su preciso
vestido topográfico y con su expresivo tapiz de paisajes visuales. Valoramos
aún m ás la capacidad de utilización de todas estas imágenes como base del
relieve y del paisaje de sentido más científico, elaborados por el estudio
geográfico. Pero para ello vuelve a ser necesario añadir información y
retrabajar las figuras con precisión, con capacidad interpretativa y con mano
diestra. Las aportaciones en este sentido de Miguel Herrero entre 1995 y 2005
son, al sumar formación d e escuela cartográfica y dotes de dibujo artístico,
una muestra de lo que significa renovación junto a mantenimiento de las
calidades tradicionales. Conviene tal vez añad ir que, pese al avance de la
confección m aterial por ordenador de panoramas, perspectivas y bloques­
diagrama, las antiguas técnicas requerían una fij ación del autor en todos los
detalles, como el dibujante o el pintor en su análisis visual del paisaje que está
Imágenes del Paisaje
137
llevando al papel o al lienzo, que no significaba un esfuerzo negativo.
Además, la mano del autor selecciona la información adecuada y estiliza su
presentación.
Hoy el bloque-diagrama sigue siendo una útil herramienta de campo, un
eficaz instrumento didáctico, una concentrada expresión gráfica d e relieves con
intención geográfica, mediante su síntesis o análisis tridimensional y una
posibilidad abierta de uso geográfico amplio. Si se pretende llegar, aun sin
perder rigor, a un lector no exclusivamente geomorfólogo, será difícil encontrar
otro modo más conveniente para lograrlo.
En realidad prosigue la vieja expresividad con nuevas técnicas. También
nuevas necesidades científicas requieren su uso. Por ejemplo, desde los años
setenta casi todas las explicaciones sobre tectónica de placas van sobre el
soporte didáctico de un bloque-diagrama y así lo utilizó ya en 1975 Ortega
Cantero para razonar a un público geográfico español las nuevas ideas de la
estructura terrestre en un conjunto dinámico. El entendimiento de la tectónica
profunda d e los Alpes o el de las complejas deformaciones del paleozoico
cantábrico se facilitan o encuentran su mejor expresión med ian te gráficos
tridimensionales. Igualmente la d ivulgación geográfica y geológica requiere
las nuevas técnicas o u sa su fácil puesta en práctica para mostrar
sintéticamente determinad os fenómenos terrestres. Son técnicas que permiten
plasmaciones de mapas, perspectivas y bloques que remiten los unos a los
otros, que van de la difusión popular a la expresión estética, a la aplicación o
la necesidad científica, que pueden ser estáticas, secuenciales o en movimiento,
con un uso múltiple y convergente. Pero es cierto que en ocasiones sólo
renuevan con técnica más fácil y precisa propósitos relativamente antiguos. Es
el caso del bloque panorámico que Carandell realizó manual y laboriosamente
en 1915 sobre el área serrana madrileña, similar en localización e intención al
panorama que, sin conocer aquél, ha elaborado informáticamente en 2005 con
gran pulcritud y comunicabilidad la Dirección General de Urbanismo de la
Comunidad de Madrid. Lo importante es que tal renovación mantiene su
sentido y ello habla a favor de la perduración de la validez de estos modos
emparentados de expresión gráfica en geomorfología, en geografía física y en
toda la disciplina.
Sin embargo, nuestra propia práctica en este terreno nos ha enseñad o que el
uso de las técnicas informáticas también encierra ciertos riesgos: ante todo,
existe el peligro de ofrecer una imagen poco selectiva, sobre todo si el
documento digital que se superpone al modelo de terreno no tiene la suficiente
calidad y contraste, pero en cualquier caso por el exceso de información
inherente a las fotografías. Por otro lado, estas técnicas pueden llevar a una
trivialización del bloque-diagrama, como ilustración ornamental de la que no se
extrae la suficiente información. No hace falta seguir argumentando para darse
cuenta de que en definitiva hablamos de los mismos peligros que acechan al uso
138
Eduardo Martínez de Pisón / Juan Carlos Castañón Álvarez
geográfico de cualquier tipo de fotografía.
De lo anterior resulta qu e el bloqu e-diagrama con im agen digital
sup erpuesta complementa pero no sustituye al realizado med iante dibujo,
aunque facilite enorm em en te su realización. De ahí la utilidad de conocer los
ejem plos tradicionales de este tip o de representación gráfica, que, además de
m ostrar las lógicas de sus usos, a nuestro juicio deberían seguir siendo fuente de
inspiración p ara la p ráctica futura. Con ello retomamos el espíritu de los
tratados que sobre este género de representaciones gráficas se p ublicaron en la
p rim era mitad del s. XX y que solían incluir un repertorio de ejemplos clásicos
debidamente analizados y situados en su contexto histórico (p .ej., Lobeck; 1924,
o, sobre todo, Schuster; 1953).
Hay algún bloque-diagrama antiguo de Davis, realizad o aún en el XIX y
anterior a su fase más instrumental y esq uem ática, que representa realmente
paisajes sobre su fundam ento morfológico. Es este mism o concepto y sen tid o,
aunqu e necesariam en te renovad o, el que h ace q ue sigan vigentes las
múltiples posibilidad es expresivas del bloque-d iagrama en Geografía. Esas
aptitud es están hoy liberadas, por un lado, del canon cíclico gracias a las
nuevas h ipótesis sob re el m odelado y, por otro, del farragoso trabajo de su
concepción manual gracias a los ordenad ores. Tal vez no necesitan
obligatoriamente de mano experta p ara que la obra se concluya de modo
apropiado. Todas sus ap titudes siguen abiertas para mostrar relaciones,
combinaciones, localizacion es, rugosidad , altitud, p erspectivas, án gulos,
ejemplos aislados o seriad os y estados secu en ciales o comparativos d e
relieves y paisajes. Para transmitir gráficamente, en suma, una síntesis
geográfica fácilmente descifrable.
Las facilidades d adas por los ord enad ores modific aron así en los ochenta
n uestras p osibilidades de realización de gráficos morfológicos no sólo en
mapas sino en perfiles, en cortes y en bloques d iagramas. La adaptación a la
ilustración dib ujada a mano y su conviven cia con ella permitieron un uso
m enos esquemático del que proporcionaba el entram ado producido por los
programas al uso. La p osibilidad de man ejo d e bases propias para estos fines
permitió la aplicación de estas técnicas a n uestro territorio, sea directamente o
vestidas con inform ación superpuesta. Podemos poner como ejemplo un
trabajo que en este sentido hemos realizado nosotros, buscando su
expresividad: con siste en yuxtap oner gráficos en relieve de un área glaciar
pirenaica, realizados con idéntica perspectiva a p artir de fotos aéreas de
diversas fechas, para observar la evolución de la superficie del hielo en sus
resaltes y concavidades reales. La reconstrucción de situaciones geográficas
anteriores a la información d irecta de la foto aérea, deducidas a partir de los
datos morfológicos, es tamb ién posible con la condición de volver al uso del
dibujo manual que recon struye y superpone un estado del paisaje al d ato
gráfico.
Imágenes del Paisaje
139
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Figura 23. Variaciones en la extensión d el glaciar del Aneto desde la Pequeña Edad del Hielo
hasta 1983.
Por otro lado, los vuelos interactivos que se pueden crear por
procedimientos informáticos sobre modelos d igitales del terreno tienen
múltiples aplicaciones, como las territoriales, turísticas y ambientales. Han
sido editados por algunas instituciones, e incluso por editoriales privadas para
fines específicos, como es el caso de los CD del «Mapa Guía Excursionista 3D»
de la Editorial Alpina, y, aunque todas esas modalidades son expresivas y
contribuyen a una mejora informativa en la expresividad del terreno, no
todas presentan el mismo grado de interés ni de logro técnico de la imagen.
Mención especial merece en este sentido el que sin duda es uno de los mayores
avances proporcionados por Internet en los últimos años : la posibilidad de
visualización de imágenes que, en dos o en tres dimensiones, se p ueden crear
con el programa Google Earth, en conexión con Internet. Sea superponiendo
las imágenes de satélite o las fotografías aéreas suministradas por el fabricante,
o sea mediante la superposición de imágenes digitales por parte del usuario
del programa, Google Earth facilita la visualización de todo tipo de materiales
digitales (imágenes de satélite, fotos aéreas, mapas temáticos...), con capacidad
para crear perspectivas y desplazamientos por cualquier región de la superficie
140
Eduardo Martínez de Pisón I Juan Carlos Castañón Álvarez
terrestre. Las posibilidades de desarrollo futuro de este programa lo pueden
convertir en un medio valiosísimo para la investigación y la enseñanza
geográficas.
Siguen, pues, conviviendo técnicas antiguas y modernas, mejorándose
mutuamente. Incluso, las técnicas actuales tienen recursos para imitar los estilos
tradicionales. Por ejemplo el clásico y consagrado dibujo a plumilla de los
relieves alpinos, al que guías montañeras y trabajos morfológicos han sido
voluntariamente fieles, puede ser realizad o con recursos del ordenador sin
necesidad de dotes de dibujante por parte del usuario. Es una aceptación de
valores, pero no es sino una imitación mecánica. Cada vez valdrá más, en
cambio, por rara, la aportación personal. Claro está, si queda algo que intente ir
más allá del mero producto en serie, sea informático o de otro tipo. Escribía
Baroja que la habilidad basada en un exceso de técnica y de precisión mecánica,
"es de lo que más cansa en literatura y en el arte". Si lo que aquí comentamos
ha de tener algo de "arte", conviene que revele incluso hasta algo de
imperfección. Y contaba la anécdota de un hábil cantor del que se decía que,
pese a ello, era tan vulgar que ni siquiera sabía desafinar.
***
Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto de Investigación SEJ2004­
03777, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y el FEDER.
Imágenes del Paisaje
141
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