Intenacional

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II
INTERNACIONAL
Nuevo orden mundial
Trabajo, capital e ideas en la economía
de las leyes potenciales
Erik Brynjolfsson, Andrew McAfee y Michael Spence *
Reprinted by permission of FOREIGN AFFAIRS, (July/August 2014).
Copyright (2015) by the Council on Foreign Relations, Inc. www.ForeignAffairs.com
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Los recientes avances de la tecnología han creado un mercado mundial de trabajo y capital cada vez más unificado.
La capacidad del capital y el trabajo de trasladarse al lugar
de sus usos más valiosos, dondequiera que se encuentre,
está igualando sus precios en todo el mundo. En los últimos
años, esta extensa nivelación del precio de los factores de
producción ha beneficiado a los países que tienen abundante mano de obra barata y a los que tienen acceso a capital
barato. Algunos escritores argumentan que la actual era de
rápido progreso tecnológico sirve al trabajo, mientras que
otros afirman que beneficia al capital. Ahora bien, en ambos bandos se pasa por alto que la tecnología, además de
integrar las fuentes de trabajo y capital, crea otras nuevas.
Las máquinas sustituyen cada vez más tipos de trabajo humano. A medida que se multiplican, también crean
más capital. Esto significa que los verdaderos ganadores del futuro no serán ni los proveedores de mano de
obra barata ni los dueños del capital ordinario, más y más
constreñidos por la automatización. La fortuna favorece-
* Erik Brynjolfsson es profesor de la cátedra Schussel de Ciencias Administrativas de la Escuela de Negocios Sloan del Massachusetts
Institute of Technology (MIT) y cofundador de la Iniciativa del MIT sobre la Economía Digital. Andrew McAfee es investigador principal del
Centro para Negocios Digitales en la Escuela de Negocios del MIT y cofundador de la Iniciativa del MIT sobre Economía Digital. Michael
Spence es titular de la cátedra William R. Berkley de Economía y Negocios de la Escuela de Negocios Stern de la New York University.
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rá a un tercer grupo: aquellos que puedan innovar y crear
nuevos productos, servicios y modelos de negocio.
La distribución de los ingresos en esta clase creativa
toma la forma de una ley potencial, pues un pequeño
número de ganadores captan la mayor parte de las remuneraciones, y queda una larga estela formada por el
resto de los participantes. Así en el futuro, las ideas serán los verdaderos insumos escasos - más escasos que
el trabajo y el capital – y los pocos que ofrezcan buenas
ideas obtendrán enormes recompensas. Asegurar un
nivel de vida aceptable para el resto y formar economías y sociedades incluyentes se convertirá en una de
las mayores dificultades de los años venideros.
PROBLEMAS DE TRABAJO
Al reverso del iPhone se observa el plan de negocios de
ocho palabras de Apple: “Diseñado por Apple en California. Ensamblado en China”. Con una capitalización
de mercado de más de 500 000 millones de dólares,
Apple se ha convertido en la compañía más valiosa del
mundo. Las variantes de esta estrategia le han servido a Apple y a otras grandes compañías mundiales, así
como a empresas medianas e incluso a las “micromultinacionales”. Cada vez más empresas aprovechan las
dos grandes fuerzas de nuestra era – la tecnología y la
globalización – para obtener ganancias.
La tecnología ha impulsado la globalización y ha reducido
drásticamente los costos de comunicación y transacción,
lo que ha hecho que el mundo esté más cerca de ser un
mercado único de trabajo, capital y otros insumos para la
producción. El trabajo no es completamente móvil, pero
los otros factores lo son cada vez más. Como resultado,
los componentes de las cadenas de suministro mundiales
se pueden trasladar, con pocos problemas y a bajo costo,
a donde se encuentre el trabajo. Alrededor de un tercio
de los bienes y servicios de las economías avanzadas son
negociables, y la cifra va en aumento. Además, el efecto
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de la competencia mundial se extiende hacia la parte no
negociable de la economía, tanto en las economías avanzadas como en las que están en desarrollo.
Lo anterior crea oportunidades para incrementar la eficiencia y las utilidades, aunque también causa enormes
perturbaciones. Si un trabajador de China o de la India
puede hacer el mismo trabajo que uno de Estados Unidos, entonces las leyes de la economía dictan que van
a terminar por ganar salarios similares (que se ajustarán
para reflejar ciertas diferencias en la productividad de
sus países). Es una buena noticia para la eficiencia económica general, para los consumidores y para los trabajadores de los países en desarrollo, pero no para los
trabajadores de los países desarrollados, que ahora se
enfrentan a una competencia de bajo costo. Las investigaciones indican que los sectores negociables de los
países industriales avanzados no han sido generadores
netos de empleo durante 2 décadas. Esto significa que
la creación de empleos ahora tiene lugar, casi exclusivamente, en el gran sector no negociable, cuyo salarios
se mantienen bajos por la creciente competencia de los
trabajadores desplazados del sector negociable.
Mientras prosigue la historia de la globalización, comienza
a desenvolverse una historia aún mayor: la de la automatización, la inteligencia artificial, la robótica, la impresión
tridimensional, entre otras. Esta segunda historia está superando la primera y sus mayores efectos recaerán en los
trabajadores poco calificados de los países en desarrollo.
Por ejemplo, en una fábrica de la provincia de Guangdong, en China, miles de jóvenes realizan día tras día
tareas rutinarias y repetitivas, como conectar dos partes
de un teclado. Estos trabajos se ven rara vez en Estados
Unidos o en los otros países desarrollados. No obstante,
tampoco durarán mucho tiempo en China ni en el resto del mundo en desarrollo, ya que son tareas que los
robots pueden hacer fácilmente. A medida que las má-
quinas inteligentes se vuelvan más baratas y capaces,
sustituirán al trabajo humano, sobre todo en ambientes
estructurados, como las fábricas, y en las tareas más
rutinarias y repetitivas. En otras palabras, la subcontratación internacional es a menudo sólo una estación de
paso en el camino hacia la automatización.
acelerará aún más cuando los robots, las computadoras
y los programas informáticos (todos los cuales son formas de capital) sustituyan a los trabajadores humanos.
Las pruebas indican que una forma de cambio tecnológico como ese, basado en el capital, está ocurriendo en
Estados Unidos y en el resto del mundo.
Así ocurrirá incluso donde los costos de la mano de
obra son bajos. Por ejemplo, Foxconn, la empresa china
que ensambla los iPhones y iPads, emplea a más de un
millón de trabajadores de bajos ingresos, pero ahora
los complementa y sustituye con un creciente ejército
de robots. Por consiguiente, después de que tantos empleos fabriles se trasladarán de Estados Unidos a China,
ahora también están desapareciendo de China (es difícil
obtener datos confiables sobre esta transición; las cifras oficiales chinas informan de una disminución de 30
millones de empleos industriales desde 1996, o el 25%
del total, incluso cuando la producción manufacturera
ha aumentado más del 70%, pero parte de esa caída
puede ser un producto de las correcciones a los métodos de recolección de datos). Por otra parte, a medida
que el trabajo deja de necesitar mano de obra barata,
gravitará hacia donde se encuentre el mercado final, ya
que acortar los tiempos de entrega aumenta el valor
y reduce el costo de los inventarios, entre otras cosas.
En la última década, la coherente división histórica en
Estados Unidos entre la parte del ingreso nacional total
que perciben los trabajadores y la que va al capital físico parece haber cambiado significativamente. Como los
economistas Susan Fleck, John Glaser y Shawn Sprague
observaron en la revisión mensual del trabajo de la Oficina
de Estadísticas Laborales de Estados Unidos en 2011, “la
participación del trabajo fue de 64.3% en promedio entre
1947 y 2000. La participación del trabajo ha disminuido
en la última década y llegó al 57.8%, su nivel más bajo,
en el tercer trimestre de 2010”. Las recientes medidas para
“repatriar” la producción, incluida la decisión de Apple de
producir su nueva computadora Mac Pro en Texas, harán
poco para revertir esta tendencia, pues para ser económicamente viables, las nuevas instalaciones de manufactura
en Estados Unidos tendrán que ser muy automatizadas.
La creciente capacidad de automatización amenaza una
de las estrategias más confiables de los países pobres
para atraer inversión extranjera: ofrecer salarios bajos
para compensar la falta de productividad y capacitación.
La tendencia se extenderá más allá de la manufactura.
Por ejemplo, los sistemas interactivos de respuesta de
voz están reduciendo la necesidad de hablar directamente de persona a persona, lo que acarreará problemas a los centros de llamadas del mundo en desarrollo.
Del mismo modo, los programas informáticos son cada
vez más confiables y van a reducir el trabajo que ahora se hace en el mundo en desarrollo. En cada vez más
campos, la fuente más rentable de “mano de obra” son
las máquinas inteligentes y flexibles en lugar de los seres
humanos que perciben bajos salarios en otros países.
PENA CAPITAL
Si la mano de obra barata y abundante ya no es el camino para el progreso económico, entonces ¿cuál es?. Una
escuela de pensamiento apunta a las crecientes contribuciones del capital: los activos físicos e intangibles que
se combinan con el trabajo para producir bienes y servicios en una economía (por ejemplo, equipos, edificios,
patentes, marcas, etcétera). Como argumenta el economista Thomas Piketty en su libro El capital en el siglo
XXI, la participación del capital en la economía tiende a
crecer cuando el índice de rendimiento es mayor que
el índice general de crecimiento económico, una condición que predice para el futuro. La “intensificación
del capital” de las economías que pronostica Piketty se
En otros países se aprecian tendencias similares. Los
economistas Loikas Karabarbounis y Brent Neiman han
documentado disminuciones significativas de la participación del trabajo en el PIB en 42 y 59 países que estudiaron, entre ellos China, la India y Méjico. Al comentar
sus resultados, Karabarbounis y Neiman dicen explícitamente que el progreso de las tecnologías digitales es un
importante motor de este fenómeno: “la disminución del
precio de los bienes de inversión, que a menudo se tribuye a los avances en la tecnología de la información y
la era de la informática, indujo a las empresas a alejarse
del trabajo y acercarse al capital. El precio más bajo de
los bienes de inversión explica alrededor de la mitad de
la disminución observada en la participación del trabajo”.
Pero si la participación del capital en el ingreso nacional
ha ido en aumento, está en duda la continuación de
esta tendencia, ya que ha aparecido un nuevo reto para
el capital, no de una revitalización del sector laboral,
sino de una unidad cada vez más importante dentro de
su propio campo: el capital digital.
En el libre mercado, los sobreprecios son para los insumos más escasos ymás necesarios para la producción. En
un mundo donde bienes de capital como los programas
informáticos y los robots se pueden multiplicar a bajo precio, su valor marginal tenderá a caer, incluso si en total se
utilizan más. A medida que se agrega capital al margen
a un costo bajo, el valor del capital baja. Por ejemplo, a
diferencia de las fábricas tradicionales, muchos tipos de
capital digital se pueden sumar a un costo extremadamente bajo. Los programas informáticos se pueden copiar
y distribuir con un costo incremental casi nulo. Además,
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muchos elementos de los equipos de cómputo, que se
rigen por variaciones de la ley de Moore, se abaratan rápidamente al paso del tiempo. El capital digital, en resumen,
es abundante, tiene costos marginales bajos y es cada vez
más importante para casi todas las industrias.
ficados que a los menos competentes, y el cambio técnico
del capital favorece al capital frente a la mano de obra.
Estos dos tipos de cambio técnico han sido importantes,
pero un tercer tipo (lo que llamamos un cambio técnico
de superestrellas) está trastocando la economía mundial.
Por lo tanto, incluso si la producción requiere más capital,
los beneficios que obtienen los capitalistas como grupo
no necesariamente siguen creciendo en relación con el
trabajo. La participación dependerá de los detalles exactos de los sistemas de producción, distribución y gobierno.
Actualmente, es posible tomar muchos bienes, servicios y
procesos importantes y codificarlos. Una vez codificados,
se pueden digitalizar, y ya digitalizados, se pueden multiplicar. Las copias digitales prácticamente no cuestan nada,
son una réplica fiel del original y se pueden transmitir al
instante a cualquier parte del mundo. La combinación de
estas tres características – costos extremadamente bajos,
rápida ubicuidad y fidelidad absoluta – producen una economía rara y maravillosa que crea abundancia donde antes había escases, no sólo entre bienes de consumo, tales
como videos musicales, sino también entre insumos económicos, como ciertos tipos de trabajo y capital.
En particular, las ganancias tendrán que ver con cuáles
sean los insumos de producción más escasos. Si las tecnologías digitales crean sustitutos baratos para más y
más empleos, entonces no es un buen momento para
ser un trabajador fabril. Pero si las tecnologías digitales también sustituyen cada vez más capital, entonces
los dueños del capital tampoco deben esperar obtener
rendimientos desmesurados.
LA RUPTURA DE LA TECNOLOGÍA
¿Cuál es el recurso más escaso, y por ende más valioso,
de lo que dos de los autores de este artículo (Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee) han llamado “la segunda era
de las máquinas”, una era impulsada por las tecnologías
digitales y por sus características económicas?. No serán ni el trabajo ordinario ni el capital ordinario, sino
la gente que pueda crear nuevas ideas e innovaciones.
Por supuesto, esas personas siempre han sido valiosas desde el punto de vista económico, y a menudo han obtenido
importantes beneficios de sus innovaciones. Pero tenían
que compartir las ganancias que generaban sus ideas con
el trabajo y el capital que eran necesarios para llevarlas al
mercado. Las tecnologías digitales elaboran cada vez más
productos básicos de trabajo ordinario y capital ordinario,
y, por ende, una mayor parte de las ganancias generadas
por las ideas serán para los creadores, innovadores y empresarios. Las personas con ideas, no los trabajadores ni
los inversionistas, serán el recurso más escaso.
Los modelos más básicos con que los economistas explican
el impacto de la tecnología la tratan como un multiplicador
simple de todo lo demás, es decir, que aumenta la productividad general de manera uniforme para todos. Este modelo se estudia en los cursos de introducción a la economía
y es la base de la noción común - y, hasta hace poco, muy
sensata – de que una marea creciente de progreso tecnológico impulsará a todos por igual, por lo que todos los
trabajadores serán más productivos y más valiosos.
Ahora bien, un modelo un poco más complejo y realista
contempla la posibilidad de que la tecnología no afecte
todos los insumos de la misma forma, sino que favorezca a
unos más que a otros. Por ejemplo, el cambio de competencias técnicas beneficia más a los trabajadores más cali-
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En estos mercados, los rendimientos siguen un patrón
definido, una ley potencial, o curva de Pareto, en el que
un pequeño número de participantes obtiene una parte
desproporcionada de las recompensas. Los efectos de
red, con los cuales un producto se vuelve más valioso cuantos más usuarios tenga, también generan estos
mercados en los que el ganador se lo lleva todo o casi
todo. Instagram, la plataforma para compartir fotografías, es un buen ejemplo de la economía digital y en red.
Las catorce personas que crearon la empresa no necesitaron muchos ayudantes humanos poco calificados
para hacerlo, tampoco necesitaron mucho capital físico.
Elaboraron un producto digital que se benefició de los
efectos de red, y cuando aumentó su popularidad, lo
vendieron al cabo de año y medio en casi 750 millones
de dólares; irónicamente, meses después de la bancarrota de otra compañía fotográfica, Kodak, que en su
apogeo tenía alrededor de 145 000 empleados y miles
de millones de dólares en activos de capital.
Instagram es un ejemplo extremo de una regla más general. Muy a menudo, cuando las mejoras en las tecnologías digitales hacen que sea más atractivo digitalizar un
producto o proceso, las superestrellas ven un aumento
de sus ingresos, mientras que los segundos mejores, los
que les siguen y los que se integran al final tienen más
dificultades para competir. Los mejores en la música, los
deportes y otras áreas también han visto crecer su alcance y sus ingresos desde la década de 1980, aprovechando
directa o indirectamente las mismas tendencias alcistas.
No sólo se han transformado los programas informáticos y los medios. La digitalización y las redes están cada
vez más presentes en todas las industrias y funciones de
la economía, de los minoristas y los servicios financieros
a la manufactura y la comercialización. Eso significa que
la economía de las superestrellas repercute en más bienes, servicios y personas que antes.
Cuando el ingreso se distribuye según una ley potencial, la
mayoría de las personas quedan debajo del promedio, y a
medida que esta dinámica afecte las economías más grandes, ese patrón se extenderá al nivel nacional. Sin duda,
hoy Estados Unidos tiene uno de los niveles de PIB real per
cápita más altos del mundo, a pesar de que su ingreso medio ha estado estancado prácticamente durante 2 décadas.
PREPARACIÓN PARA LA REVOLUCIÓN
PERMANENTE
Las fuerzas que actúan en la segunda era de las máqui-
nas son poderosas, interactivas y complejas. Es imposible considerar el futuro y predecir con exactitud cuál
será su efecto final. Sin embargo, si las personas, las
empresas y los gobiernos comprenden lo que está pasando pueden al menos tratar de ajustarse y adaptarse.
Estados Unidos, por ejemplo, está listo para recuperar negocios cuando cambie la segunda frase del plan comercial
de ocho palabras de Apple, cuando su tecnología y sus
operaciones de manufactura se realicen otra vez dentro
de las fronteras de ese país. Per la primera frase del plan
será más importante que nunca, y aquí se requiere más
atención que complacencia. Por desgracia, parece que fallan el dinamismo y la creatividad que han hecho de Estados Unidos el país más innovador del mundo.
Gracias a la constante arremetida de la revolución digital, el diseño y la innovación se han convertido en parte del sector negociable de la economía mundial y se
enfrentarán a la misma clase de competencia que ya ha
transformado a la manufactura. El liderazgo en el campo
del diseño depende de tener una fuerza de trabajo competente y una cultura empresarial, y la ventaja tradicional
de Estados Unidos en estas áreas está disminuyendo. A
pesar de que Estados Unidos ocupó una vez el primer
lugar mundial en cuanto al número de trabajadores que
tienen al menos estudios técnicos, ahora ocupa el puesto
decimosegundo. Y a pesar de tanto que se dice acerca
del espíritu empresarial de lugares como, por ejemplo,
Silicon Valley, los datos muestran que desde 1996, ha disminuido más del 20% el número de nuevas empresas
estadounidenses que emplean a más de una persona.
Si las tendencias objeto de este análisis son mundiales,
su efecto local adoptará en parte la forma que impongan las políticas sociales y las inversiones que los
países decidan hacer en el sector educativo en espe-
stockvault.net/photo/124375/
También los altos ejecutivos han comenzado a obtener
ingresos multimillonarios. En 1990, el pago a los directores
ejecutivos en Estados Unidos era, en promedio, setenta
veces mayor que los sueldos de los demás trabajadores;
en 2005, era trescientas veces mayor. La compensación
de los ejecutivos ha seguido la misma tendencia en otras
partes, aunque con variaciones considerables de un país
a otro. Muchas fuerzas entran en juego en este caso, incluidos los cambios fiscales y de políticas, la evolución
de las normas culturales y organizacionales, y la pura
suerte. No obstante, como se ha demostrado en las investigaciones de Erik Brynjolfsson y Heekyung Kim, una
parte de ese crecimiento está vinculado a un mayor uso
de las tecnologías de la información. La tecnología amplía el alcance, escala y capacidad de monitoreo de los
que toman las decisiones, y aumenta el valor de un buen
tomador de decisiones al magnificar las posibles consecuencias de sus decisiones. La gestión directa a través de
las tecnologías digitales hace que un buen gerente sea
más valioso que en épocas anteriores, cuando los ejecutivos tenían que compartir el control con largas cadenas
de subordinados y sólo incidían en algunas actividades.
En la actualidad, cuanto mayor sea el valor de mercado
de una compañía, más convincente será el argumento de
conseguir los mejores ejecutivos para dirigirla.
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cífico y en el fomento de la innovación y el dinamismo económico general. Durante más de un siglo, el
sistema educativo estadounidense fue la envidia del
mundo, con 12 años de educación obligatoria y universidades de primera clase que impulsaban un crecimiento económico sostenido. Sin embargo, en las
últimas décadas, la educación básica y media de ese
país se ha vuelto cada vez más desigual, dado que la
calidad se basa en el nivel de ingresos de la zona en la
que se encuentran y muchas veces ponen el acento en
el aprendizaje por memorización.
Por fortuna, la misma revolución digital que está alterando el mercado laboral y de productos también puede ayudar a transformar la educación. El aprendizaje en
línea puede acercar a los estudiantes a los mejores profesores, contenidos y métodos, independientemente de
su ubicación, y los nuevos métodos empíricos facilitan
la medición de las fortalezas, las debilidades y el avance
de los alumnos. Esto abrirá oportunidades para los programas de aprendizaje personalizados y para la mejora
continua, gracias a las técnicas de realimentación que
ya han transformado los campos de los descubrimientos científicos, la venta al menudeo y la manufactura.
La globalización y el cambio tecnológico pueden aumentar la riqueza y la eficiencia económica de los países
y del mundo en general, pero no van a beneficiar a todo
de la misma manera, al menos no a corto ni mediano
plazos. En particular, los trabajadores comunes seguirán
siendo los más afectados. Se beneficiarán como consumidores, pero no necesariamente como productores.
Esto significa que sin una nueva intervención, es probable que la desigualdad económica siga aumentando,
lo que plantea una serie de problemas. Los ingresos
desiguales pueden provocar desigualdades de oportunidades, lo que priva a los países de beneficiarse de
los mejores trabajadores y socava el contrato social. El
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poder político, por su parte, a menudo sigue el poder
económico, lo que mina, en este caso, a la democracia.
Estas dificultades deben ser abordadas mediante la provisión pública de servicios básicos de calidad, entre los que
se incluye la educación, la salud y la seguridad para el retiro. Estos servicios serán cruciales para crear una verdadera
igualdad de oportunidades en un entorno económico que
cambia rápidamente y para aumentar la movilidad entre generaciones en términos de ingreso, riqueza y perspectivas.
En cuanto a estimular el crecimiento económico en general, existe un consenso entre los economistas serios,
acerca de muchas de las políticas que se necesitan. La estrategia básica es sencilla desde el punto de vista intelectual, pero es políticamente difícil: fomentar la inversión del
sector público a corto y mediano plazos, al tiempo que se
hace que dicha inversión sea más eficiente y se establece
un plan de consolidación fiscal a largo plazo. Se sabe que
la inversión pública produce altos rendimientos en investigación básica en salud, ciencia y tecnología, en educación
y en gasto en infraestructura de caminos, aeropuertos,
sistemas públicos de agua y saneamiento, redes de energía y comunicaciones. El aumento del gasto del gobierno
en estas áreas impulsaría el crecimiento económico ahora
mientras crea riqueza real para las generaciones futuras.
Si la revolución digital sigue siendo tan poderosa como ha
sido en los años recientes, quizá sea necesario replantear la
estructura de la economía moderna y el papel del trabajo
mismo. Como grupo, nuestros descendientes quizá trabajen
menos horas y vivan mejor, pero tanto el trabajo como las
recompensas podrían estar distribuidos de manera aún más
desigual, lo que acarreará una serie de consecuencias desagradables. Para fomentar el crecimiento sostenible, equitativo e incluyente se necesitará mucho más que lo que siempre
se ha hecho. Se debe comenzar por entender bien qué tan
rápido y hasta dónde están avanzando las cosas
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