LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO Del Trono de la Gracia 26 de enero de 2014 Las instrucciones el día de hoy de nuestro Rey Melquisedec, a través de su ayuda idónea Lisbet, tienen como título: LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO Amada, en este tiempo en que nuestro Rey se encuentra en luz inaccesible, en su habitación gloriosa, maravillosa, es necesario que nosotros lleguemos a la estatura del varón perfecto. La transformación es necesaria, ¿no es cierto, amada? Pues es necesario que nosotros seamos hallados y lleguemos a la estatura del varón perfecto. Entonces nosotros hoy vamos a ver cómo es que podemos llegar a esa estatura del varón perfecto. Vamos a empezar, el primer punto se titula: I. El llamado a llegar a esa estatura. Busquemos entonces en Efesios capítulo 4 el verso 1 al 3, dice: 1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados… Diga: COMO ES DIGNO. …como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos… 1 2 con Wow, solícitos, en otras palabras, diligentes. 3 …en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; Entonces, Dios nos exige una excelencia como la de Él, para llevarnos a esa transformación. Exige que seamos humildes, mansos y que guardemos la perfecta unidad. La perfecta unidad tal como Él nos dejó. Él nos dejó en la perfecta unidad, ahí está –amada- la garantía de nuestra transformación. Debemos estar en ese orden, en ese sometimiento, ahí está la garantía, de una primicia, de una virgen sensata. Mira, amada, ya la cabeza está transformada, ya Papá está en su cuerpo de la gloria suya. Ahora es el cuerpo nuestro, ahora es nosotros, que somos su cuerpo, la Iglesia, debe ser hallada a la estatura del varón perfecto. Sigue leyendo ahí en Efesios 4:12 en adelante, dice: 12 a fin de perfeccionar… Diga: PERFECCIONAR. 12…perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto… ¡Wow! A un varón qué, perfecto. Ahí está, hombre y mujer, porque acuérdate que esto es en espíritu. 13…a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Oye, qué tremendo, observa ahí el verso, dice: 12 a fin de perfeccionar a, quiénes, a los santos... Oye, alguien puede decir -oye, pero si son santos ya están perfectos-. No, porque todavía estamos vestidos de los deseos engañosos, de ese marido que tenemos que divorciarnos de él. ¿Recuerdas el calqueo pasado? Pues, a esos santos hay que llevarlos a una qué, perfección. Recordábamos un verso allá del Apóstol Pablo cuando decía: “a los santos llamados a ser santos”,1Cor.1:2. Dice: “a los santos llamados a ser santos.” O sea, parece que los que ya somos santos en espíritu, los que ya tenemos esa posición, se nos demanda, se nos exige llegar a una perfección; a la estatura del varón perfecto, a una madurez. Y la pregunta es: ¿Bueno, y cómo le hacemos? ¿Cómo se puede lograr eso, obispo? ¿Eso hay que empujarlo? No, no, no. Ya se nos equipó. ¡Uy, qué belleza! Ya se nos equipó. Mire, Papá, entre esos miles y miles de escogidos, millares de escogidos en el mundo, nos escogió a nosotros, a ti y a mí y nos edificó y nos equipó. Diga: YO ESTOY EQUIPADO. ¿Y qué es lo que tú tienes, qué es lo que yo tengo? Dice que se nos dio un espíritu de poder, de amor y de qué más, de dominio propio. ¿Cierto? Diga: AMOR, PODER y DOMINIO PROPIO. Eso ya lo tenemos. Entonces, para llegar a esa perfección, ya tenemos las armas. La idea –amada- aquí, es ejercer eso. Allá en Segunda carta a los Corintios capítulo 1 el verso 7, está esa referencia, dice “que no se nos dio un espíritu de cobardía sino de poder, amor y dominio propio”, y la clave está en activar esos dones. Lo que ya está en nosotros, activarlo. Diga: YO YA SOY ESE ESPÍRITU DE PODER. YA TENGO EL DOMINIO PROPIO. Ahora lo que hay que hacer es activarlo, no dejarnos dominar, por eso el dominio propio. ¿Qué es el dominio propio? Dominio propio es que lo que está a tu alrededor y tu carne no te domina, tú dominas eso. Diga: YO SOY UN DIOS CON DOMINIO PROPIO. Tenemos ese dominio propio que ya está en nosotros. Sigue leyendo en Efesios 4, ahora en el verso 16, dice: 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. ¡Hello! En el amor siempre hay espacio para crecer, hasta llegar a esa plenitud. Verso 17: 17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis… Oye, el apóstol Pablo escribía como una exigencia. Dice: “esto requiero”. Esto se requiere. 17...que ya no andéis como los otros gentiles, que andan, cómo, en la vanidad de su mente.” Oye, nuestro Dios exige que vivamos para la fe que obra por el amor. Que vivamos en certeza. Mire, eso es como cuando el esposo le promete a la esposa una casa, y la esposa confía en él; la esposa lo ama, la esposa tiene la certeza, la convicción -mi esposo me prometió una casa-, y ella vive tranquila, ella no duda de eso. Y entonces, ella espera, ella espera el tiempo pero ella sabe que la casa que él le prometió viene. Y, el esposo también se nutre con esa certeza, el esposo también activa esa confianza –oye, está confiando, mi esposa confía de que yo le voy a dar eso-, y él vive así. Y, tarde o temprano se le manifiesta, porque él se la prometió. ¿Amada, nuestro esposo quién es? Nuestro Rey Melquisedec. ¿Y, qué nos ha prometido, qué está escrito, cuál es nuestra esperanza, cuál es nuestra certeza, cuál es nuestra convicción? Que vamos a ser transformados. Como decía nuestra amada Lis -no es que yo recibo que voy a ser transformado-. No, yo voy a ser transformado. Diga: YO VOY A SER TRANSFORMADO. Pues, esa debe ser la actitud de la amada. Ah, y dice que el cuerpo y todos nos ayudamos, en plena certeza. Tú escuchas a tu hermano en certeza, en firmeza. Ese soldado que milita al lado tuyo -estamos acá firmes, ya viene, la transformación es un hecho-. No dudo en eso. Esa es la certeza de lo que nuestro esposo nos ha dado. Y en esa certeza vamos creciendo, nos nutrimos, amado, y vamos llegando a la estatura del varón perfecto. ¡Abba Padre! Entonces, observemos algo bien tremendo: ¿A quiénes Dios les ha dado esas promesas, esa herencia? ¿A quiénes? A unos bendecidos muy especiales. ¿Cuáles son esos bendecidos? ¿Quieres verlos? Vamos al segundo punto: II. ¿Quiénes son los bienaventurados o los bendecidos para Dios? Mateo capítulo 5 del verso 3 en adelante. Ahí están los bendecidos, ahí están los escogidos. Dice: 3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados 9 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Oye, todos esos bendecidos, esos bienaventurados, dice -los mansos, los justos, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los que padecen, esos son los que van a recibir, ahí están las promesas. ¿Qué van a recibir? El galardón, la tierra por heredad. Eso es maravilloso. Y todo eso se cumple en nosotros, amada. ¡Hello! Todo eso se cumple en nosotros, y se cumplirá, oye, todavía se cumplirá; porque mire, nosotros amada, mira qué lindo, nosotros hemos visto al Señor. ¿Cuántos han visto al Señor? Lo vimos edificando su amada, pero lo vimos en un velo mortal, lo vimos vestidito de un cuerpo ahí. Pero, ahora lo vamos a ver, ya no en ese velo, sino en su habitación gloriosa. ¡Hello! ¿Cuántos quieren verlo ya? Queremos verlo, amada. Tuvimos el privilegio de verlo en ese vasito, y muchos los vieron, de hecho, muchos que hasta lo criticaron y ni están acá. Pero, nosotros ahora vamos rumbo a verlo, a nuestro Rey en su habitación gloriosa. ¡Uy, lo recibo! Estamos listos para eso cierto, nos declaramos a la estatura del varón perfecto. ¡Abba Padre! III. Identifiquemos la ley que Él escribió en nuestras mentes. En este punto debemos aclarar que cuando hablamos de la ley en este respecto, en esta enseñanza, no está hablando de la ley de sacrificios, de abluciones, de lavamientos, de quítate, ponte, guarda el sábado, circuncídate al octavo día. No. Estamos hablando de esa ley en la que Pablo se deleitaba. Te acuerdas que Pablo decía: “Me deleito en la ley de Dios”. Pues, respecto a esa ley, que fue grabada en nuestras mentes es que vamos a hablar. Mira Mateo capítulo 5 verso 17 al 20. Estas eran palabras de Melquisedec allí vestido en ese vaso de Jesús de Nazaret. Dice: 17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. ¡Hello! ¿Para qué venía él? Para cumplir. La ley –amada- la ley siempre fue buena, fue para ayudar al hombre en su camino. Yo recuerdo mucho un calqueo que nuestro Padre en ese velo de Jesucristo Hombre tituló: La ley es buena. Y ahí él nos explicaba que la ley en sí es buena, porque te ayudaba a vivir en un orden y te ayudaba a vivir mejor, a reinar en vida. Entonces, cuando Dios se metió en ese vaso de barro llamado Jesús de Nazaret, él dice que él vino y la cumplió. Y fíjate, nosotros somos dioses, nosotros fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios, entonces nosotros nos deleitamos en hacer el bien, nosotros nos deleitamos en la ley, porque la ley a la verdad es buena. Entonces, si él podía cumplirle a esa ley, nosotros también, nosotros podemos cumplirle. Ya no para justificarnos. No, nos deleitamos en eso, en la fe que obra por el amor. Y en el amor cumplimos toda la ley. ¡Hello! ¿Cuántos están aquí conmigo? La ley es buena en sí. Nosotros somos ese pueblo cuál nunca antes ha estado en esta tierra. Un pueblo como nunca antes se ha manifestado y entonces nosotros hoy en día entendemos que a nuestro Rey debemos agradarle en todo. ¿Cuántos se deleiten agradándole a su Dios y Padre? Pues esos son los hijos de Dios, los que nos deleitamos en eso, agradándole. Diga: YO QUIERO AGRADARLE A MI REY, A MI ESPOSO, A MI AMADO. Por eso recordábamos un verso allá en Romanos 3: 31. Mira lo que decía Pablo, escribiéndole allá a los Romanos, dice: 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? ¿En cuántas maneras? Diga: EN NINGUNA MANERA. 31 En ninguna manera, sino que confirmamos qué, la ley. En otras palabras, nosotros -los de la fe-, cumplimos la ley y nos deleitamos en esa ley. Oye, estamos hablando los hijos de Dios. La ley nos lleva, fue dada para que el hombre viviera mejor; para amar a su esposo (a), para amar a sus padres, para no mentir, para no levantar falsos testimonios. Esas cosas son buenas. ¿Cuántos se deleitan en eso? ¿Cierto? El hijo de Dios, el que es oveja, el que es primicia se deleita en eso. Y por la fe que obra por el amor la cumplimos a cabalidad. Mira lo que dice Mateo 5, verso 18 en adelante: 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos… ¿Cómo le llamarán? Muy pequeño en el reino de los cielos. …mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado, cómo, grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, que eso era apariencia de cumplir la ley, no entraréis en el reino de los cielos. 19 Los fariseos no se deleitaban en la ley de Dios, ellos lo que hacían era cumplirla por apariencia. Ahora, los hijos, sí se deleitan. Diga: YO ME DELEITO: AMANDO, RESPETANDO, SIENDO FIELES, SIENDO OBEDIENTES, GUARDANDO LA LEY, que Pablo decía, me deleito en la ley de Dios, en esa ley que fue grabada en nuestras mentes. Diga: YO ME DELEITO EN ESO. Nos deleitamos en eso. Ah, y no es gravoso, eso no es gravoso, pero hay que ejercerlo. La vocación con la que se nos llamó hay que ejercerla. Diga: YO EJERZO MI VOCACIÓN. Hay que ejercerlo, hay que correr la carrera de tal manera que obtengamos el premio. Y el premio es grande. ¿Cuál es el galardón, amada? Uh, sin límites. Imagínate, gobernar inmortales, gobernando con nuestro Padre, gobernando con él. Amada, esto no es una cosita. No. Esto es sin límites, esto no entra en la mente humana. Imagínate, cosas que ojo no vio. Pero entonces, hay que golpear este cuerpo, como decía Pablo -corro la carrera de tal manera, pero golpeo mi cuerpo- y gobierno esto. Como decía una vez nuestro Rey allá en Jesús de Nazaret: “el reino de los cielos se hace fuerte, pero los valientes lo arrebatan.” ¿Qué es arrebatar? Que no se te entrega ahi -ay corazón, mira, aquí está lo tuyo-. No no no, es que esto es retenerlo con firmeza -quieto ahí, que esto es mío-. Diga: ESTO ES MÍO. La transformación es nuestra, pero hay que correr, los valientes lo arrebatan. Entonces, fíjate, ahí en el verso habla que en el reino a algunos se les va a llamar muy pequeños, a otros grandes, y a otros que no van a entrar. Yo recibo que se nos va a llamar grandes, diga: grandes, seremos grandes en el reino. Como decía nuestro Padre, y eso tiene que ver mucho con esto. Decía: “No es que en la transformación, Papá va a decir, este va, este sí, este no. No, es que depende de ti, depende de cómo ejerces esto. Depende cómo gobiernas, haces sendas derechas, hacemos sendas derechas. Haciendo sendas derechas para nuestros pies. Entonces, fíjate qué interesante, la ley que Dios le expresó a Moisés que era el carácter de Dios, aún en esa ley -no hablemos de ley de lavamientos, ni ordenanzas, circuncisión, de guardar el sábado, no- la ley de amar a nuestro prójimo. Cuando Dios se la manifestaba a Moisés, mira el efecto tan tremendo. Esto es bien impactante. Esa ley, que manifestaba el carácter de Dios tenía unos efectos tan tremendos que aún afectaba hasta el cuerpo de Moisés, hasta el rostro. ¡Hello! Afectaba el rostro de Moisés. Cuando Moisés recibía esos mandamientos, que salían de Dios mismo, Dios se los dio ahí a Moisés. Dice que Moisés cuando recibía eso de Dios su rostro cambiaba. Oye, como impregnaba, ¡Hello! Oye, ¿Oye, será que Moisés se impregnaba de esa justicia de Dios, se entonces cuando le veían el rostro dice que resplandecía. parece que eso era tan bueno que afectaba aún su cuerpo. que cuando nosotros seamos hallados a esa estatura, agradándole en todo a nuestro Padre, siendo obedientes, deleitándonos en la ley que fue escrita en nuestra mente, deleitándonos, cumpliendo en todo eso que que a Él le agrada, será entonces que este cuerpo no va a soportar más? ¡Ay, lo recibo! Lo recibo Amada. Mira el punto número 4, tiene que ver con esto. IV. El rostro de Moisés resplandecía cada vez que él aprendía más de Dios. Entonces, vamos a ver lo que sucedía allí. Éxodo 34:34 dice: 34 Cuando venía Moisés delante de Melquisedec para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. 35 Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era, cómo, resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios. Observemos este ángulo en que nuestro Rey queremos que observemos esto. Porque alguien puede decir –sí, pero es que esa gloria se le iba-. ¿Sabes porqué? Porque él recibía esa palabra de Dios que era buena para que ellos vivieran mejor y venía en esa gloria tremenda, pero parece que después como que esa batería se le acababa, porque comenzaba a contaminarse con su carne, con la de los demás, la incredulidad del pueblo, entonces ya se le iba. Pero, lo que queremos ver acá, lo que nuestro Rey quiere que veamos a través de las instrucciones de nuestra amada Lis es que veamos que en eso hubo una gloria, en eso hubo una gloria. Entonces, oye será que al impregnarnos de todo ese carácter de Dios y vivirlo a la estatura de un varón perfecto, será que vamos ahí a ver este cuerpo, ya no el cuerpo resplandeciente como el de Moisés, no, un cuerpo inmortal. Que se manifieste la inmortalidad, la gloria, que nosotros seamos transformados conforme al de la gloria suya. Yo recibo eso para ti. Yo recibo eso para mí, amada. Si ahí se veía en la sombra. Lo que pasa es que siempre lo vimos dentro del ángulo de que esa ley no les aprovechaba, porque claro es que ellos se querían justificar en esas leyes, ¿cierto? Y esa gloria era pasajera en ese tiempo. Pero, nosotros ahora somos primicias, somos los hijos que estamos equipados con un espíritu de poder, amor y de dominio propio y que podemos manifestar la vida del Señor en todas las áreas de nuestra vida. Oye, yo recibo que es hoy mismo; pero recibimos amada, que se manifiesta esa gloria inmortal en nuestras vidas. Qué tremendo este ángulo que nos deja ver nuestro Rey: que en la ley, allí estaba impregnado el carácter de Dios para los dioses, para nosotros, para sus hijos. ¡Uy, tremendo! Entonces sigamos leyendo el Éxodo 32:16, dice: 16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Entonces, esas las tablas eran obra de quién, de Dios. Y la escritura de quién, de Dios. O sea, Dios estaba impregnando allá, el carácter suyo –mire: amarás, respetarás, no mentirás, no codiciarás-, y allí estaba el orden para los hijos, para el bien, para el bien del hombre, para que viviera mejor. Entonces, naturalmente alguien puede decir: -Sí obispo, pero es que nosotros ya no estamos en la ley, nosotros no vivimos… Bendecido, por qué no ves un poquito más allá. Yo recibo que somos sabios en lo que nuestro Rey nos quiere decir. Aquí no estamos hablando de cumplir unas cosas como para una apariencia, porque eso eran los judíos, ellos cumplían por apariencia, para justificarse, y por eso nunca aplicaron ahí porque lo que querían era justificarse en eso. Tremendo eso. Mira, yo recuerdo que yo trabajaba un tiempo en Miami Beach, allá en la Florida, y allá hay mucho judío. Y, los dueños de un hotel en donde yo trabajaba una vez me dijeron: -Parquea el carro abajo en el sótano-, porque era sábado día de reposo, y ellos no pueden usar carro, supuestamente nada eléctrico, ni ascensores, eso es un legalismo ahí tremendo. Entonces ellos me pedían que parqueara el carro abajo, ellos se subían en el carro; mire, eran los dueños, gente multimillonaria. ¡Millonarios! ¿Y sabe en dónde se hacían? En el puesto de atrás escondidos como dos niños. Y entonces, me decían -haga izquierda, haga derecha-, por no caminar porque hacía sol. Entonces, ya cuando llegábamos a la sinagoga me decían: -Parquéese al ladito de ese árbol. –Ok, no problema-, y se bajaban ahí como dos niños. Mire la apariencia. Nosotros no estamos en esa apariencia, nosotros estamos viviendo la vida de Melquisedec que está en nosotros. Nosotros ya no estamos para justificarnos en eso. Nosotros ya lo dejamos. Ya somos salvos hace rato, desde antes de la fundación. Aquí estamos hablando de unas promesas, del carácter de Dios en nuestra vida para llegar a la estatura del varón perfecto. ¿Oye, cuántos reciben eso amada? Lo recibimos. Yo lo recibo para mi vida. ¿Y cómo cumplimos eso? Amando. Ahí se encierra todo. ¡Abba Padre! Por eso Papá cantaba: “Ama, si quieres ser feliz.” ¿Te acuerdas? Porque ahí se resume todo: Amando. ¡Qué bello eso! Punto número 5. Oye, ¿cuántos se están gozando con este banquete de nuestro Rey? ¡Abba Padre! V. Dos hombres que Dios halló gracia en ellos. Mira, estos dos ejemplos tan preciosos. El primero es Job. Allá en Job capítulo 1, verso 1, dice: 1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. ¿Cómo era? Perfecto, recto, temeroso y apartado del mal. En otras palabras un varón íntegro, que significa también honrado. Íntegro, honrado. Y en el verso 8 dice: 8Y el Señor dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra… O sea, como que Dios se sentía orgulloso de ese hijo, decía: ¡Hello! mira, hí está Job, ese es mi hijo. 8 …¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Oye, y este hombre, Job, que era íntegro -como lo vimos en el calqueo anterior que era íntegro- pudo soportar el fuego de la prueba. Porque el que es íntegro, el que ama a Papá, el que es recto, temeroso, que tiene temor reverente de Papá, mire, hasta se cuida de lo que habla. ¿Te acuerdas que dice que Job no pecó con sus labios? Que nunca pecó con sus labios. Aún teniendo a una mujer insensata, una varona ahí al lado, ¿te acuerdas que le dijo: “Maldice a Dios y muérete”? Aún en medio de eso. se mantuvo firme y aún en las tribulaciones. ¡Qué bello! Mire, el que ama a Papá y el que se declara como ese varón perfecto; ¿cuántos se declaran así, en perfección? Dice que hasta que lleguemos a la perfección de los santos, aquí están los santos cierto, a esa perfección. Entonces cuando vienen las tribulaciones, nosotros reinamos sobre toda tribulación, sobre toda leve tribulación momentánea. Mira ahí en pantalla la referencia, 2 a los Corintios 4:16 en adelante, dice: 16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante, sin embargo, se renueva de día en día. 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. Mira lo que hace la prueba en un escogido, en una virgen sensata, en un soldado de Melquisedec ahí, en uno que está corriendo la carrera hasta llegar a la estatura de un varón perfecto, viene la prueba y lo purifica, lo hace más bonito, brilla más el tesoro. ¿Por qué? Porque en las pruebas Papá tiene el control, está como poderoso gigante. Mira el ejemplo de Job, pasó la prueba. Diga: “Todo me obra para bien.” Oye y Job no tenía las 14 epístolas allá, Job estaba en la fe que obra por el amor. Job sabía que su Dios estaba en control, “su cuidado guardó mi espíritu.” Y vivía así. Y así, declaro amada, que nosotros vivimos en esa integridad de este ejemplo tan maravilloso, de ese hombre justo que era Job. El segundo hombre, que queremos resaltar el ejemplo es el de Noé. Mira un segundito ahí en Génesis 6 del 5 al 9: 5Y vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. 6 Y se arrepintió Dios de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. 7Y dijo Dios: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. 8 Pero Noé… ¡Abba Padre! Ahí está un escogido. ¡HELLO! Ahí está un escogido. Dice: 8 Pero Noé halló gracia ante los ojos de Melquisedec. son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé. 9 Estas “Con Dios caminó Noé”. Melquisedec caminaba ahí con Noé. ¡Oye, qué privilegio! Pero era un varón justo. Y lo que Papá veía alrededor de Noé ¿qué era? Muchacho, lo que había era muerte en la olla. Maldad, depravación. Mire, hasta el punto que Papá se arrepintió, oye, cómo sería la maldad tan tremenda. Ah, y en esa época, en los tiempos de Noé no era que estaba infringiendo la ley. No, maldad es maldad, con ley o sin ley, porque mire, estas son cosas que trascienden los pactos. Estamos hablando del carácter de mi Padre, diga: “El carácter de mi Dios.” Entonces Papá no dijo: -No, es que han pecado, han cometido 457 mil pecados-. No, no, no. Lo que Dios veía era maldad.com, póngale ley o no le ponga ley. Él veía maldad. Lo único que vio justicia en un hombre, halló gracia. Diga: HALLÓ GRACIA. Era un hombre perfecto, varón justo, dice que Dios caminó con él. Oye, como con nosotros. Diga: ÉL CAMINA CONMIGO. ¡Hello! Ahí camina, Melquisedec está con nosotros. ¡Abba Padre! Pues mira, por esa fe que obra por el amor, Noé construyó el arca. Por esa fe que obra por el amor es que él tenía a su Dios caminando con él, su amigo de confianza, tenía respeto, como lo tuvo Abraham con Dios. ¡Qué bello eso! Varón perfecto. Job, Noé, vivían en sanidad, en prosperidad. Tremendo, porque Papá estaba con ellos. Qué lindo eso, qué ejemplo tan maravilloso. Ahora, entramos al sexto punto cierto. VI. ¿Cómo llegar a la estatura del varón perfecto y quiénes heredarán? Libro histórico de Juan capítulo 3 verso 2 al 3 dice: 2 Este vino a Jesús de noche… Creo que era Nicodemo, un hombre que le gusta investigar. 2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. El que no naciere qué, de nuevo. Amada mire, ahí está la nueva creación. Nosotros somos lo que menciona ahí. Diga: YO SOY UNA NUEVA CREACIÓN Nosotros somos los que menciona Mateo 5, esos bienaventurados. Esas bienaventuranzas, y esos bienaventurados somos nosotros, esos justos. La nueva creación. Ahí ya no está hablando de circuncisión o incircunsición, sino la nueva creación. ¡Qué bello! Yo recibo eso. Diga: EN MÍ SE MANIFIESTA LA NUEVA CREACIÓN, LA VIDA DEL SEÑOR, LA VIDA DE MELQUISDEC QUE ESTÁ EN MÍ. ¡Abba Padre! Vamos al punto número 7, este es un punto bien clave. VII. ¿Qué puede contaminar al hombre para impedirle que llegue a la estatura del varón perfecto? Mira Marcos 7, del 15 en adelante. Dice: 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17 Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. 18 El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, 19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. 20 Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan a quién, contaminan al hombre. 21 Porque Qué tremendo está eso. Dice: Todo el mal ya está en el hombre, no viene de afuera.” Mira qué importante este corte: el mal ya está en el hombre. No viene de afuera. Te acuerdas que una vez Pablo decía que no hay tentación que no sea humana, eso ya viene, ya está ahí. Por eso en el Edén no había un reptil, no había una serpiente que hablaba, que les hablaba a ellos, lo que pasó con Adán y Eva. Él tenía el bien y el mal dentro de él, no vez que era un dios. Dios lo equipó con todo. Tenía el bien y el mal, y él sabía que era un dios. Adán sabía eso; estaba bendecido, Dios los bendijo con toda bendición; era hermoso. Oye, era un ángel tremendo. Y entonces, probó el mal que estaba en él y le gustó. Oye, ahora se aclara más el tema anterior. ¿Te das cuenta como Papá nos va llevando en una gloria bien preciosa? Adán, ahí no era que había una serpiente. No, no, no, ya estaba el mal ahí. Y entonces probó el mal que estaba en él y le gustó y parece que se deleitó en eso. Y ahí estuvo la desobediencia. Entonces nosotros somos un terreno y Dios puso semilla y la sembró en nosotros; y dependiendo de la abundancia del bien o del mal que hay en ti, tarde o temprano, saldrá por tu boca y tus obras lo que abunda en ti. O sea, tú tienes la serpiente, la maldad está ahí, pero también hay una nueva creación. Como Pablo decía, miserable de mí, porque miraba esa condición ahí ¿cierto? ¡Pero se deleitaba! Esas dos naturalezas. Y como Papá nos decía en una ocasión: “Son como dos perritos -¿te acuerdas?-, el del bien y del mal. Dependiendo al que tu alimentes más, ese es el que va a funcionar, a reinar. Como nos decía las instrucciones de Lis en el calqueo anterior, si tú te deleitas más en ese marido carnal, en esa mente carnal, vives como un diablo, como una diabla. Pero si te alimentas del espíritu, de todo lo bueno, de todo lo justo, de la ley de Dios, te deleitas en hacer el bien, en amar, en ser transparente, en ser justo, misericordioso; pues entonces vives como un Dios, en la nueva creación, a la estatura del varón perfecto. ¡Abba Padre! ¿Cuántos reciben eso? ¡Qué precioso! Entonces fíjate, así como en Adán, Dios había depositado todo; el bien, el mal, todo estaba ahí. Diga: DE LA MISMA MANERA. De la misma manera nosotros en esta carne, en este vaso de barro donde hay ese cuerpo de humillación nuestra y a veces se manifiesta esa mente carnal, ese marido del cual nos declaramos divorciado, ahí está todo tipo de mal. Pues de la misma manera en nuestras mentes fueron grabadas sus leyes. Todo el bien está en nosotros, todo. Diga: TODO EL BIEN. Llámese como se llamen. Tú le puedes llamar los diez mandamientos, los doce, los quince, los que tú quieras. Todo eso fue grabado. ¿Y qué fue grabado? Hacer el bien. Y eso -como ya está en nosotros-, nosotros declaramos que lo manifestamos porque a la verdad esa es nuestra naturaleza amada. Que estamos vestidos de otra cosa, pero yo soy un dios, soy un espíritu perfecto. ¡Eso es lo que se debe manifestar en nuestra vida! Diga: YO YA ESTOY COMPLETO. Eso es lo que se debe manifestar, como soldados, como vírgenes sensatas, en nuestra vida, en este momento tan crucial rumbo a la transformación, que ya es en cualquier momento. Mira Lucas 6:45. Diga: YO SOY UNA NUEVA CREACIÓN. Eso es lo que somos una nueva creación. Dice: 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón, habla qué, habla la boca. Oye, dependiendo de lo que alimentas más, ahí habla la boca. Mira el siguiente verso, Juan 3:18, dice: 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres, qué hicieron, amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque sus obras eran qué, malas. Entonces, el no haber creído en esos velos, donde se encubrió Melquisedec, ya es condenación para ellos. Y vivir en esa luz; el que vive en la luz se deleita, el que hace el bien se deleita vivir en la luz, en ese orden, en la voluntad de Dios. El que hace mal se deleita en eso, pero ese es otro cuento, hay condenación para ellos. Verso 20: 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. O sea a él no le gusta la luz. Como cuando Adán se escondió, ¿recuerdas? Volvamos a leer el verso 20: 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. A él le gusta la oscuridad. 21 Mas el que practica la verdad, qué hace, viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Hello! Ahí estamos nosotros. ¡Abba Padre! ¡Qué bello está esto! Mira amada qué interesante, qué importante esto, estos temas vienen para llevarnos a esa perfección. Nosotros los santos, llevarnos a la estatura del varón perfecto, los santos llamados a ser santos. Y eso a la carne no le gusta. Tu espíritu se goza, pero a la carne no le gusta. ¡Oh, eso está garantizado! Entonces, fíjate, en estos días yo le compartía a Lis un testimonio de una bendecida muy sincera, se acercó a mí aquí en Bogotá y me dijo -no voy a decir su nombre-, pero me decía: Obispo, mire, el calqueo anterior, yo el domingo pasado no lo entendí, y hoy lo entendí perfectamente. Y le dije: Ah bueno, tremendo, me gozo. Pero me decía: “¿Sabe por qué no lo entendí obispo la primera vez que usted lo dio? Porque yo estaba en la carne. Y como ese calqueo venía a corregirme la carne como que mi carne se rebotó y no lo entendí, me puse trinca y no lo entendí. Pero hoy que vine dócil, que vine a ver a mi Rey, mi esposo, qué me comunicaba para el bien de mi vida, lo entendí. ¡Qué bien lo entendí! Y, eso puede estar sucediendo, amada. Puede alguien estarnos viendo, y se pone: -No porque aquí está hablando de ley, y está hablando de…” Bendecido, atraviesa eso, por favor. Aquí no estamos hablando de legalismo, ni de justificarnos en las obras. Esto es otro departamento. Mire, ya estamos en Armagedón, amada y somos maduros. Mire, Papá nos ha edificado y nos dejó ahí en la unidad. Ahora se nos está exigiendo, y naturalmente, se nos puede exigir, porque al que mucho se le da, mucho se le puede pedir. ¿No es así? Se nos demanda. Diga: A MÍ SE ME DEMANDA. ¿Por qué? Porque se nos dio todo. Se nos dio las armas, tenemos una nueva creación, tenemos su mente, tenemos un espíritu de poder, se nos dio conocimiento. Entonces, cuando el Papá le dice a su hijo: -Mijo, ya, usted se puede portar bien. ¡Usted puede!-, y entonces viene recompensa para ti. Y el otro hijo puede decir: -Sí, ¿pero a mí por qué no me dio esos regalos? -Ah, porque mira a tu hermano. Tu hermano sacó buenas calificaciones. Tu hermano se exigió, arreglo el cuarto, me ayudó en la casa, es obediente con su mamá. Su hermano está haciendo la voluntad. Entonces yo lo premio, yo le doy galardones. ¿No es cierto amada? ¿Cuántos se deleitan en hacer el bien, amada? ¡Nos gozamos! Yo recibo que en nosotros hay un espíritu dócil, manso para recibir estas instrucciones y llevarnos a la estatura del varón perfecto. Diga: ME DECLARO EN LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO. ¡Abba Padre! Mire el octavo punto, dice: VIII. Dios nos tuvo que socorrer porque si no nunca hubiéramos llegado a ser revestidos. Entonces fíjate, vamos a leer Hebreos 2:14 al 16. Y, tenemos en cuando al leerlo que el Diablo, el ángel ese, Satanás fue destruido. Diga: FUE DESTRUIDO. Eso ya lo tenemos claro, ¿cierto? En la edificación se nos enseñó eso. Ahora veamos este ángulo tan maravilloso que nos trae nuestro rey. Dice Hebreos 2:14. 14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, qué, al diablo, Y ahí entonces, pensemos en los deseos engañosos de la carne, la desobediencia de la carne. Eso debe estar qué, destruido, muerto, porque él le puso fin a eso. Hello! Como cuando Pablo decía, “No deis lugar al diablo”. ¿Te acuerdas? Pues a la carne, al diabolo, al género carne. Verso 15: 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. O sea a esclavitud, que fue lo que les pasó a Adán y Eva que fueron entregados a su marido, el señor carne y murieron pudiendo tener vida eterna. ¿Cierto? Verso 16: 16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. ¿Y esa descendencia quiénes son? ¡Somos nosotros! Nos socorrió a nosotros. En otras palabras, el propósito de Papá era ponerle fin. ¡Hello!, Ponerle fin a qué, al diablo, a Satanás. Y destruyó al diablo, pero lo que le quiso poner también fin fue a esa naturaleza carnal. Y, nosotros ahora, que estamos obviamente todavía vestidos, porque no nos han transformado, que estamos todavía con un cuerpo que no quiere someterse, pues tenemos que declararnos así. Diga: YO DECLARO QUE EL MAL QUE ESTÁ EN MÍ NO ME GOBIERNA. ME DECLARO DIVORCIADO, DECLARO MI CARNE FUERA. Aunque está ahí, pero la declaramos fuera, que no toma parte en mi vida. ¡Hello! Oye, qué preciosa es esta palabra, qué preciosa, amada. Y esto es, mira, nos deleitamos ciertamente en eso. Esto no es un esfuerzo, sino que el hijo de Dios se deleita cuando se le habla de hacer el bien. Esto es maravilloso. Mira Segunda carta a los Corintios 3:17, dice: 17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. ¡Qué precioso! Dice: “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” Diga: LIBERTAD. No libertinaje, libertad. ¡Hello! Sí, porque el libertinaje es otra cosa, libertinaje ya es -no me conozcas en carne, no, no, preséntame perfecto, yo soy espíritu, no me mires así-. ¿Por qué? Porque está haciendo el mal. No, aquí está hablando de una libertad. Y, la libertad la usamos para qué, para agradar a Papá. ¡Qué bello! Para agradarle a Él en todo. Vamos entonces al punto número 9: IX. Vamos a ver una de las maneras de hacerle afrenta al espíritu de gracia. No queremos hacerle afrenta al Espíritu de Gracia, ¿cierto, amada? Diga: YO NO QUIERO HACERLE AFRENTA. Pues, vamos a ver una de esas maneras de hacerle afrenta al Espíritu de Gracia. En Hebreos 10:28 al 30, dice: 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará, a quién, a su pueblo. Entonces mira, portarse como un carnal es hacerle afrenta al Espíritu de Gracia. Es pisotear su sangre en la cual fuimos santificados, en la cual Él fue santificado por nosotros también. Porque fíjate, él no llegó a la cruz portándose como un carnal. Nuestro Padre, cuando se vistió en Jesús de Nazaret llegó obediente. Obediente hasta la muerte. ¿No es así? Entonces si Él fue un varón perfecto, fue obediente -pasa de mí esta copa, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya-. Él se sometió, él gobernó. Golpeó su cuerpo y lo sometió. Nos dejó ejemplo. Entonces, ahora el nosotros vivir en carnalidad, en deleitarnos en el mal, pues eso es hacerle afrenta, porque nuestro Rey para santificarnos, para con una ofrenda hacernos perfectos, para sentarnos en lugares celestiales, él se fajó ahí y siempre lo ha hecho. Cuando se ha manifestado en un velo ha aprendido obediencia, ha sufrido. Pues, nosotros estamos llamados a golpear nuestro cuerpo –corro esta carrera de tal manera que obtenga el premio-. Ya nos declaramos más que vencedores, ¿no es cierto? Diga: YO SOY MÁS QUE VENCEDOR. Ok, pero, estamos llamados a correr la carrera. A correrla legítimamente, a correrla bien y ese es el llamado para no hacerle afrenta al Espíritu de Gracia, con el cual Él nos santificó, con el cual Él nos perfeccionó. Mire, ese es el sentir de la amada de Papá. Ese es el sentir de los hijos de Dios. Mire, aún en el antiguo pacto, que ellos tenían esa ley encima y ahí era “ojo por ojo”, ellos como por ejemplo, David, mira el corazón de un escogido, como el Rey David. Mira el sentir de este escogido. Salmo 51:6 6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, le decía a su Padre, a su Dios, a Melquisedec, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. 8 Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Verso 10 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón, qué, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Mira ese último verso: “Crea en mí, oh Dios un corazón limpio”. ¿Cómo quería servirle David a Dios? Con un corazón limpio. “Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Oye, y David no tuvo las herramientas que tenemos nosotros. Nosotros sí que tenemos las herramientas. A nosotros se nos dio su mente, su sabiduría, su entendimiento, un espíritu de poder, amor, dominio propio, se nos equipó, somos una nueva creación. David no, David, imagínate, luchaba allá en medio de un pacto que no le daba para mucho y encima su cuerpo que no ayudaba, imagínate. Pero, su corazón –por eso decía que era un hombre conforme al corazón de Dios. Y, así nos declaramos. Diga: ASÍ ME DECLARO. Porque él quería agradar a su Rey. Y la amada quiere agradarle al Rey. Amada en las naciones, cuántos le quieren agradar a su Rey. ¡ABBA PADRE! Diga al que está a su lado: YO LE QUIERO AGRADAR A MI REY, A MI DIOS, A MELQUISEDEC, A NUESTRO PADRE. Ese es el sentir, en esa gloria estamos. ¡ABBA PADRE! Y, ya lo pasado quedó atrás. Ya lo pasado, pasado. Vamos a otra gloria, dejando ciertamente lo que queda atrás nos extendemos, amada. Diga: AHORA ES OTRA ETAPA EN MI VIDA. Dígalo conmigo: ES OTRA ETAPA MÁS GLORIOSA EN MI VIDA. Y, ya estamos, porque mire, falta poquito, y el que ha de venir, vendrá. Nuestro esposo viene, regresa en ese cuerpo glorioso y nosotros nos declaramos a esa estatura del varón perfecto. Vamos con el punto número 10. Nos gozamos. Qué lindo banquete. X. Veamos qué necesitamos entender para llegar a la transformación. Lucas 12: 45 en adelante. Dice: 45 Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. Diga: MÁS SE LE PEDIRÁ. Amada en las naciones, a nosotros, cuánto se nos ha dado, cuánto se nos ha encomendado. Cuántos talentos te han dado, me han dado, amada. Nos ha dado todo. Nos dio todo nuestro Padre. Nos dio su mente, su sabiduría, todas las armas de nuestra milicia, cómo llevar cautivo, tantas cosas, tantas maravillas, tantos tesoros. Entonces, ¿qué se nos demanda? Se nos demanda amar, ser obedientes, agradarle. ¿Podrá Papá demandar eso de nuestra vida? Claro que sí. Como el padre sabe que a su hijo le puede demandar, porque el galardón es grande. Diga: MI GALARDÓN ES GRANDE. Entonces, si el galardón es grande, Papá te pude exigir. ¿O, te me vas ahí a desubicar? –No, no, es que cómo me va a exigir si es por gracia. Yo me acuesto ahí en la hamaca y hago como quiero. Amada, no. Nosotros no estamos en esa actitud. Estamos en el tiempo de ya heredar la promesa, el galardón. Y, si Papá nos está demandando eso es porque Él ya nos ve maduros –este hijo mío ya, ya está grandecito, ya no es el bebe ni la beba. Bebecito, ven acá. Te voy a consentir, ay, que no te conozcan en carne-. No, no, no. Ya el bebe y la beba estamos grandecitos. Diga: SOY MADURO. HAY MADUREZ EN MÍ. TENGO LAS ARMAS, Él VENCIÓ, YO TAMBIÉN. ME DECLARO MÁS QUE VENCEDOR. TENGO CÓMO REINAR, PELEAR LA BATALLA BIEN PELEADITA. Claro que sí. Gracias Papá porque es haciendo tú en mí. Sí, pero hay diligencia. Tiene que haber diligencia. Como el verso que leímos: Para que habiendo hecho la voluntad de Dios, entonces recibamos el galardón. Habiendo hecho, ahí está, hay que hacerlo. Amada, hay que ejercerlo. Lo que somos hay que ejercerlo, lo que tenemos ponerlo en práctica. Lo que ya somos, esa nueva creación, manifestarla. Sencillo. Y, esto no debe ser una carga para nosotros. –Ay, es que ahora me toca portarme bien-. No. Imagínate que el Rey llegue a tu casa, que Melquisedec, el Rey llegue a tu casa. –Aquí estoy-. ¿Tú te pones a llorar? No. Te deleitas, haces fiesta, cómo lo atiendo, qué le preparo. –¿Papá, qué quieres? ¿Te gusta esto? ¿Cómo quieres el arrocito? ¿Cómo quieres esto otro acá? ¿Necesitas algo en los piecitos? Tú cabecita. ¿Cómo te sientes? ¿Te pongo el aire acondicionado? ¿Te pongo la calefacción?- Eso es un deleite. Pues, amada, si a Papá le agrada que hagamos el bien. Amada, esto sale de la naturaleza de una oveja, de un escogido. Diga: ESA ES MI NATURALEZA. Diga: ESA ES MI NATURALEZA. YO DIGO, ESA ES MI NATURALEZA. Entonces, ¿por qué dejarnos gobernar por algo que no somos? No ves que le hacemos afrenta al Espíritu de gracia. Mira la promesa y cerramos con estos versos. Mira, Primera carta a los Corintios 15:45 al 58. 45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen, de qué, del celestial. 50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos, qué, transformados. Eso es nuestro, Amada. Eso nos pertenece. Dice, verso 53: 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria, que nos da qué, la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Y, mira como concluye el verso 58, amada. Mira cómo concluye. Qué impactante este verso. Dice: 58 Así que, hermanos míos amados, y ahí pon el nombre tuyo, hermanos míos amados, estad, cómo, firmes, qué más, constantes, qué más, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo, esto hay que saberlo, que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. Amada, ¿cuántos quieren ver ya a su Rey? ¡HELLO! Mire, ya lo vimos en un vaso de barro, pero vimos su velo. Acuérdate de eso, vimos su velo, vimos su velo ahí manifestado. Nos edificó. Pero, es que ahora vamos a verle en el cuerpo de la gloria suya. ¿Cuántos reciben verle ya? La amada lo recibe. La amada dice: Ven ya. Lo queremos. ¿No es cierto? Y, eso es en un abrir y cerrar, declaramos que es ya. Pero, si queremos verle, debemos de llegar a la estatura del varón perfecto. Debemos llegar a la estatura. -¿Y, eso es imposible? -No. Eso es posible. Diga: YO SÉ QUE ESO SE PUEDE, PORQUE SI PAPÁ LO DEMANDA, SE PUEDE. Naturalemente, si queremos hay que sembrar, hay que someter este animal (carne), hay que divorciarse y hay que ir a otra gloria. Y, por eso es que aquí dice, mire, habla de nuestro trabajo en el Señor, “sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano”. ¿Nuestro qué? Nuestro qué, diga: TRABAJO EN EL SEÑOR. Oye, ¿por qué Pablo tiene que hablar de trabajo en el Señor, de estar firmes, de estar constantes, creciendo y nuestro trabajo en el Señor en medio de la transformación? No, es que la transformación es así que te la dan. No. Mire, nuestro Padre nos decía y Lis nos recordaba esto –que la transformación no es que Dios dice éste y éste y éste y éste-. No. Era cada uno. Diga: CADA UNO. Eso está en nosotros. Eso está en nosotros, eso depende de nosotros, amada. Porque Papá dijo: -no es que yo digo, este y este. No. Eso depende de ti. ¿Por qué tiene que mencionar de nuestro trabajo en el Señor? ¿Qué, que se nos demanda un trabajo? ¿Se nos demanda una firmeza? ¿Se nos demanda una constancia? ¿Se nos demanda un crecimiento? ¿O, te estancaste ahí y ya? -No, ya llegué. Yo, ya me quedé acá. Fueron 40 años de edificación y yo ya me quedé aquí. Déjenme a mí quietico. No, no, no, hay un crecimiento, hay una firmeza, hay un trabajo en Melquisedec, en el Señor. Y, amada, veremos eso. Qué lindo, que pronto sorbida será la muerte en victoria. Mira, eso de llegar a la estatura del varón perfecto es un trabajo que no es en vano. Y, ahí está claro que si maduramos y crecemos, si trabajamos hasta llegar a la estatura del varón perfecto, tenemos garantía de ser transformados. Y, cuando lleguemos a esa estatura, diga: LO RECIBO, a esa estatura, entonces se termina la batalla del Armagedón, contra el dragón, contra la carne y seremos transformados. Cuando nos vistamos de ese nuevo hombre creado según Dios, seremos dioses inmortales y entonces, se cumple la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. Sorbida es la muerte en victoria. Así que, bendecidos, no desmayen, no desmayemos, no desmayemos. Seguimos adelante. Estamos a las puertas de ser transformados para gobernar el mundo, para gobernar a las naciones con justicia y equidad, con nuestro Rey Melquisedec. ¿Cuántos reciben esta palabra con gozo? Dale un aplauso fuerte a nuestro Rey y vamos a estar en pie y vamos a darle gracias. Dígale: GRACIAS, MI REY. GRACIAS, MI PADRE. YO DECLARO QUE ESA NUEVA CREACIÓN QUE YA ESTÁ EN MÍ, ESE ESPÍRITU DE PODER, ESA DILIGENCIA, ESA CERTEZA, ESA UNIDAD QUE VENGO GUARDANDO, QUE GUARDO, HACIENDO TÚ EN MÍ, PERO SIENDO YO DILIGENTE. ME DECLARO DILIGENTE. SIGO EN FIRMEZA, EN CERTEZA. YO SÉ QUE MI TRABAJO EN EL SEÑOR NO ES EN VANO. Y, LE SIGO AGRADANDO A MI REY, PORQUE EL GALARDÓN ES GRANDE. ME DECLARO A LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO. Dígale al que está a su lado: ME DECLARO A LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO. Amada, la transformación es ya. Así lo declaramos, así lo recibimos. Un aplauso fuerte a nuestro Rey. ¡ABBA PADRE! Eso es. Lis, recibe sin límites, por esas instrucciones. ¡ABBA PADRE! ¡ABBA MELQUISEDEC!