Los pasos de ‘cronos’ 2002 Ventolera que se llevó a rastras el año. Metafórico el viento, el de Levante, que entró en esta tierra de Cádiz con el año nuevo. Sin embargo, no hay que hacerse excesivas ilusiones, dado que la experiencia enseña que lo que realmente queremos que cambie, apenas se mueve un ápice, como si estuviera escrito en el destino de nuestra especie que debamos depredar para subsistir, a la vez que amamos para poder odiar, a continuación o al mismo tiempo. No está escrito, pero es lo que se hace. El terror se ha adueñado de la esperanza. Nueva York, corazón del imperio, fue atacada. Tras ello, Afganistán, desierto y piedra, arrasada. El imperio justiciero pretende que todos seamos delatores, en nombre de la libertad. La persona tiene tendencia a hacer exactamente lo contrario de lo que manifiesta, echo que expresa en sus actos e instituciones. De esta forma, un partido político fascista responderá al nombre de democracia nacional. Mientras los argentinos parecen buscar su país perdido, rechazando sus instituciones públicas, amotinándose, en Europa estrenamos hoy moneda, que tiene nombre de acuerdo a los tiempos tecnocráticos. El ser europeo viene siendo marca registrada, ahora con denominación de origen en el euro. El ingenuo que uno esconde dentro piensa que con el primer día del año se inicia una nueva etapa, a la vez que el incrédulo que le acompaña le susurra que todo tiende a cambiar para que nada permanezca y, en definitiva, todo siga igual. El segundo año del nuevo milenio se abre con tantos interrogantes, que ningún tratado de las pasiones del alma es capaz de responderlas. Es bien sabido, no obstante, que este animal humano quiere llegar a ser el dios que ha inventado y con el que sueña, para destruirse con el control de los átomos o clonarse con el dominio del principio de la vida. Juega. 01/01/2002. El estado, gran protector, bien que nos trate como a ingenuos o zafios en esto de la puesta de largo del euro. Veo en la televisión como personas aparentemente normales responden con absoluta corrección a preguntas que pretenden encerrar algún misterio y no dejo de sorprenderme por ello, pues a fin de cuentas el dinero es un objeto tan normal que, siendo de curso legal, la inmensa mayoría no pone mayor objeción y rápidamente aprende las cuentas adaptándose a las incomodidades. En realidad el problema no es el de manejar dinero, sino el de poseerlo. Incluso siendo un estado democrático y de derecho, a qué esa perseverancia en considerar a sus ciudadanos como seres parientes de la imbecilidad. El euro se ha implantado, con aviso previo y sin alevosía, y todo indica que lo que mis conciudadanos desean es poseerlo, manejarlo y aquí paz y después lo que venga. Tengo la sensación de que sospechamos que es poderoso, y es que el dinero poderoso siempre es bien acogido. Poderoso caballero es don dinero. Argentina ha tenido cinco presidentes en 15 días. Hoy ha tomado posesión uno nuevo. El anterior duró un día, y su predecesor cometió la imprudencia de anunciar que el país no iba a pagar la deuda y que iba a crear una nueva moneda; duró poco, como era de esperar, y eso que lo visitó nuestro ministro de Asuntos Exteriores, seguro que para advertirle que no hiciera tonterías; también habló con el presidente de los Estados Unidos, por teléfono. Este nuevo presidente argentino perdió las últimas elecciones, anunció en su día que se retiraba de la vida política y, ahora, que Argentina cumplirá con sus compromisos internacionales; o sea, que pagará la deuda. Siguen las protestas en 02/01/2002. las calles. Se sienten estafados por la clase política. Voces pronuncian la palabra ladrón en plural. EEUU boicoteó unos Juegos Olímpicos porque la Unión Soviética había invadido Afganistán. Quién se acuerda. El mundo no es tal como lo reflejan los medios de comunicación. Según éstos el mundo es un permanente conflicto, sucesión continua de enfrentamientos. Si esto fuera realmente así, la sociedad humana sería mortal de necesidad. Afortunadamente el conflicto, pese a su lamentable presencia, es la anormalidad. Creo que no hubiésemos sobrevivido como especie, en caso contrario. El caso es que pese a los desalmados, que no son pocos, y las dificultades de ser persona, en el mundo hay corrientes de bonanza para que nos respetemos y respetemos la casa en donde vivimos. Estas actitudes apenas son carne de cañón para el contenido de los medios. Escribe hoy un compañero de profesión, José Aguilar, sobre una cierta internacional silenciosa que trabaja duramente por la dignidad humana, a propósito de que la General de Granada, una caja de ahorros, comienza a aplicar en Andalucía los micro créditos que en Bangladesh han permitido a los pobres tener la caña de pescar en vez de ese pescado pan para hoy y hambre para mañana. Como si se tratara de un cuento de Navidad, el compañero connotaba este ejemplo como uno de los miles sin alharacas que permiten todavía tener esperanza. No habría que ofenderse por constatar que en nuestra región existen submundos, dentro del mundo de la dignidad por el que esta sociedad ha venido trabajando generaciones y años. 03/01/2002. Cada día estoy más convencido de que esta internacional silenciosa de la bondad es la que impide que el mundo sea el imperio del terror de las tinieblas, sí. Lo lamentable es que los malos de la película sean siempre los protagonistas de esta crónica del mundo, que pretende ser instantánea, ofrecida por los medios de comunicación, atentos a lo espectacular, a las agendas que elaboran los portavoces de los distintos poderes, a los intereses crematísticos de las empresas que comercian con la información y sucumbiendo a la desidia de los manipuladores. Asuntos inaplazables y realmente urgentes. Leo un excelente texto de Federico Mayor Zaragoza, compendio de estos asuntos que, no es casualidad, apenas figuran en la agenda de los medios de comunicación social. Afectan a la libertad y la igualdad, a la dignidad y a la supervivencia de la especie en este Planeta, al que tan poco se le respeta. Hay 30 guerras en marcha en la Tierra, amén de la superguerra contra el terrorismo, que ocupa grandes espacios en los medios, tras la barbaridad del último 11 de septiembre. El hambre es la causa más común de la muerte de miles de congéneres, en una especie que maltrata por lo general a sus cachorros, un horror que de vez en cuando apenas vemos en las pantallas de televisión. La libertad es escasa, al igual que la igualdad entre las personas y peor si se trata del género masculino y femenino. El respeto por el medio natural, quizá un lujo de ricos, y es que todos estos asuntos inaplazables nos parecen lejanos, de otro planeta, desde la cómoda perspectiva occidental, bien 09/01/2002. alimentada, derrochadora y que, bien que mal, convive en los estados de derecho. Pero el planeta Tierra es único y en cuanto a la especie humana es una. La Declaración Universal de los Derechos Humanos no es tan sólo un hermoso libro articulado en resoluciones para establecer un clima de dignidad mundial. Es realmente un código de conducta, en muchas ocasiones olvidado y siempre que se puede obviado y aplastado por personas viles, en nombre de la maldad, siempre envuelta en bellas palabras. Se han dado gigantescos pasos por la dignidad, mas ciertamente ésta es todavía una gracia para los privilegiados del mundo; un mundo global que no puede ocultar la esclavitud, la desigualdad, la miseria, la devastación del medio natural, ni la guerra que, en vez de tragedia para la epopeya, parece se ha convertido en espectáculo de masas. Obscenidades y malas compañías son habituales en el hombre político, la persona común que tiene un proyecto público. Desde los inicios de nuestra civilización nos lo recuerdan poetas y filósofos. Tenemos mucho que aprender de los sabios griegos, desde Homero a los más clásicos del VI y V anterior a la era cristiana; el caso es que se repiten comportamientos, que devienen, circunstancias en los que los que el poder se ejerce para avasallar a la manada, contra la razón y la dignidad. Mala compañía la del presidente italiano Silvio Berlusconi, capaz de coquetear con el fascismo para enriquecerse con sus negocios en nombre del estado y de la causa común, enfangando 10/01/2002. obscenamente a todos los europeos que creen y apuestan por la democracia, la libertad y la dignidad, entre otros aditivos a la condición humana. Mala compañía la de Ariel Sharon y la de Arafat, empecinados en acabar con la dignidad de israelíes y palestinos. Mala compañía la de George Bush, el cow-boy presidente, endiosado por su pueblo al parecer, también empecinado en repartir su particular justicia divina. Obscena actitud la de algunos socialistas en el País Vasco, jugando a porcentajes de poder, olvidando que por sus ideas no nacionalistas allí los que ejercen la política deben ir con escolta protectora y los que practican el comercio deben pagar a una banda de criminales. Obscenidad manifiesta la de la clase dirigente argentina, dispuesta a seguir chupando la sangre de sus paisanos. Ejemplos. A la persona común cuyo proyecto público es convivir le queda la perseverancia, en que se adopten leyes justas y se cumplan; en ejercer la libertad sin miedo –sí que es difícil–; en respetar la igualdad entre los seres de nuestra especie; en luchar y ejercer la dignidad, ésa que impide, por ejemplo, maltratar a una persona del género femenino, echo nada anormal en nuestra sociedad, que presume de demócrata. Un viaje forzado a Cuba es el que están haciendo muchos talibanes o miembros de Al-Qaeda, que en la desinformación la confusión es la ganadora. Son los derrotados de Afganistán, desplazados por soldados norteamericanos a miles de kilómetros de distancia; 20 horas de vuelo, leo. A una isla en el Caribe que no pertenece a dichos soldados, pero en la que usurpan una parcela, Guantánamo, una gota de agua en aceite hirviendo. Está clasificada por todos como base militar. 11/01/2002. No es la primera vez que ha servido de campo de concentración. Fue territorio alambrado para haitianos que habían escapado del infierno y también para cubanos deseosos de llegar al paraíso. Ahora les toca el turno a estos vencidos en una guerra extraña, aplastante; no son prisioneros de guerra, no obstante, dado que oficialmente no ha habido una guerra, dicen. Son los primeros apestados del siglo, a los que meten en aviones, esposados, atados a los asientos, adormecidos con drogas, vigilados por guardianes armados. Privados de movimiento hacen sus necesidades en orinales durante el viaje y los alimentan con manteca de cacahuete. En la isla les han preparado unas celdas al aire libre, como jaulas para leones, con sus rejas, pero sin las atenciones ecológicas que se guardan en los zoológicos occidentales. El encargado del campo ha venido a decir a los periodistas que aunque no recibirán un trato de favor se les respetará como humanos. Por el momento no hay una respuesta para la pregunta de qué van a hacer con estas personas. Su situación jurídica es peligrosa: se les ha privado de libertad sin que sepamos la causa con nombres y a apellidos; perder un combate, ser talibán o terrorista no dejan de ser abstracciones. La justicia divina de Estados Unidos y sus aliados más o menos estables debería poner los pies en tierra, a no ser que todos seamos bárbaros. Viaje forzado a Cuba, por el momento, y el dictador Castro callado. Y tantos españoles deseando volar a la isla, por placer. El periodismo es un arma para el poder, pero su uso para el chantaje quita virtud a la democracia. Del periodista Pedro J. Ramírez se dice siempre que es de raza, siempre que se quiere 13/01/2002. apostillar con algún pero sus métodos, desde que nuestro país consiguió la homologación democrática con la Constitución vigente, entonces en Diario 16, posteriormente en El Mundo, al que hoy la ironía de muchos califica como “periódico gubernamental” o “boletín oficial del estado”. La misma acusación recibió El país durante los gobiernos socialistas; etapa que contribuyó a socavar El Mundo de Pedro J. Ramírez. Éste se defiende rabiosamente afirmando, cuando le toca el turno de defensa, que las informaciones de su periódico se elaboran en interés público. El acoso sobre la administración socialista, personalizado en Felipe González, le acercó al actual presidente José María Aznar, dando cierta impresión de que el servicio al interés público le ha colocado en una posición de poder, sin pasar por el calvario de las urnas. Esta reflexión viene a cuento de las últimas informaciones del periódico de Ramírez sobre un escándalo que afectaría al presidente de Telefónica, precisamente en un momento en que la compañía vende su participación en medios de comunicación, entre ellos Onda Cero, cadena de emisoras en la que El Mundo estaba gozando de influencia, merced a sus buenas relaciones con el poder que irradia el Palacio de La Moncloa. Algunos indican que la denuncia es una rabieta por la caída en desgracia, dado que Pedro J. Ramírez perderá influencia en esta cadena, una vez en manos de Antena 3, la nueva propietaria. En fin, los líos de los medios, portadores y protagonistas de poderes. Pedro J. Ramírez puede presumir de tener a sus espaldas más de un cadáver de la esfera política y económica. En interés público y el suyo personal, por lo que la perspectiva histórica ya ofrece a quien se dedica a observar la vida pública. Perspectiva que también apunta a otra palabra para su paso por este mundo: chantaje. El miedo en televisión es de mentira, en cambio los ciudadanos de Bilbao que paseaban el sábado al mediodía por la Gran Vía conocieron el pánico, objetivo básico del terrorismo, arma por la que un grupo de canallas pretende que cuatro provincias españolas sean un estado futuro, supongo, que más da la impresión que de locura criminal se trata. Curiosas esas declaraciones posteriores de ingenuos ciudadanos que expresan su horror por la destrucción, que contemplan en vivo, mientras el resto de los españoles los vemos en la televisión, o el impacto que les produjo la explosión, que quizá nunca llegaron a imaginar se produciría en el centro de su ciudad cuando veían los estragos que similares barbaridades provocaban en Madrid, Logroño, o… Los enemigos de la libertad aprietan las tuercas del miedo, hay que llevarlo a las calles de la propia patria. No es suficiente con las algaradas callejeras de los fines de semana, con el tiro en la nuca del político españolista, o el asesinato del policía vasco. Hay que meter en cintura a esos que dicen no saber nada de política, que en el País Vasco se vive bien, se come estupendamente; a los que paseaban por la Gran Vía aquella mañana soleada, a los que iban a comprar aprovechando las rebajas de enero, a los que abarrotaban El Corte Inglés, a los que han llegado a creer que con el Guggenhein la ciudad estaba a salvo, ya, de la barbarie, de los bárbaros, de los enemigos de la persona. Ingenuos. Ingenuos que ahora han podido saborear el regusto seco del miedo. Nunca imaginaron que un coche cargado con 20 14/01/2002. kilogramos de dinamita podría hacer tanto daño a las cosas. En la televisión los destrozos parecen de cartón piedra, escenarios de las series de violencia de consumo para las horas de ocio, tras una jornada tediosa de trabajo o espera. El estado de ETA sería por tanto un espacio campo de concentración sin ingenuos, eso sí. 18/01/2001. Resistir y vencer, consigna humana que como mínimo garantiza no pocos quebraderos de cabeza. Gran revuelo de los medios de comunicación por la muerte de Camilo José Cela, escritor Nobel. Escriben que su lema vital llevaba las citadas palabras y que murió enamorado. Leí algunas de sus obras, entre ellas las que califican de importantes, cuando despertaba a la literatura; sin duda me conmovieron. Nunca me interesó su papel de agitador, en realidad nunca me interesa la biografía de los artistas; quizá sea un defecto vital de quien cree que el ruido social empaña lo importante de la vida, como es lo de vivirla por uno mismo. Cela era una personalidad. Sí que lo era y lo es, por lo que tendrá un entierro, bajo el elegido olivo, multitudinario, a cuyo frente estarán otras personalidades del momento, como toda gran representación operística del estado. Es lo habitual y lo deseable para preservar esa conciencia del destino histórico que tenemos sobre el Planeta y, concretamente, en este trocito del mismo llamado España. En uno de sus pueblos, Iria Flavia, descansarán los restos de un patriarca de las letras. Resistir y vencer es lema de emperador romano; de visionario; de protagonista de la historia; anhelo de la persona que no sólo quiere estar viva, sino que también todo el mundo se entere, además de su familia en el caso de que la conserve. Claro que la inmensa mayoría sólo tiene la necesidad de resistir. Poquitos vencen en la escenificación social. Todos morimos en la soledad más absoluta. Sólo se puede morir solo. Creo que Camilo José Cela era un representante muy español, de donde le vendría el éxito; de ese español que sobrevivió a la guerra civil con gesto cabreado y lengua danzarina para juguetear con ironía mordaz que diera rienda suelta a una inteligencia para la que el mundo es lo más aproximado al concepto abstracto de la decepción. Un español siempre cabreado es lo más parecido al ideal del español. Que me quede como estoy, frase que aparentemente traduciría algunos comportamientos sociológicos de los ciudadanos de los modernos estados del occidente rico. Así, en las cuestiones políticas no hay grandes ideas sobre las que debatir, sí algunas cortas y prácticas, consensuadas por los profesionales de lo público, confundiendo por otra parte el debate con el insulto que ejercitan los partidos políticos. Así, los medios de comunicación hacen como que informan, cuando lo que persiguen sus directivos es persuadir. Así, en las guerras que protagonizan los ejércitos modernos mueren civiles, entre ellos los periodistas que pretenden contar lo que sucede. Que me quede como estoy es conformismo, es evidente, de quien ha llegado a poder sobrevivir con dignidad. La democracia de los ricos es imperfecta, permite votar por períodos de tiempo, quejarse a las asociaciones de consumidores y controlar más o menos a quienes siempre van a robar a la comunidad, con buenas o malas artes. La democracia de los países pobres suele sufrir el fenómeno de la suplantación, el mismo por el que un partido de ideología popular se inscribe como popular, u otro de la burguesía 19/01/2002. como socialista o el que azuza a asesinos etarras siempre elige la palabra pueblo en alguno de sus calificativos. En la democracia de los ricos, como en las exitosas competiciones deportivas colectivas reguladas el pasado siglo, los partidos políticos se chulean, muestran sus colas de colores, se acusan de sucesivas deslealtades, se despellejan, al mismo tiempo que sus dirigentes se sientan a la misma mesa y se intercambian amigablemente las anécdotas de su trabajo profesional político. Es un encanto la democracia que evita que la sangre llegue al río. También contribuyen a evitar la tragedia los medios de comunicación social, que se consolidaron la pasada centuria como grandes protagonistas sociales. Gracias a ellos la libertad de expresión puede ejercerse siempre y cuando se mantenga la fiesta en paz con el estado y las grandes compañías, porque aquellos son buenos instrumentos tecnológicamente avanzados para que los ciudadanos demócratas ricos se persuadan de que viven en el mejor de los mundos posibles, a pesar de todas las desdichas que le pasan a los demás, la inmensa mayoría de personas que sufren la indignidad de la pobreza y la desigualdad; se persuadan de que ser un buen ciudadano implica trabajar duro para vivir, lo que suele conllevar hacer la puñeta a los demás, respetando, eso sí, unas reglas del juego impuestas por la experiencia de no acabar a palos a las primeras de cambio. Es un encanto que la verdad no sea el patrimonio de uno. En la guerra también ha sido importante la tecnología. Estados Unidos exporta su guerra técnica sin que sus militares mueran, al menos porque los enemigos les disparen para defenderse. Si sus soldados fallecen en accidente es por torpeza profesional o la avería mecánica que detiene un motor de un avión en pleno vuelo. Además, como las guerras son cruelmente destructivas, también exportan la negación de información de los hechos reales de una pelea que previamente ha sido anunciada a bombo y platillo por los mismos medios que enviarán a sus reporteros que no podrán contar el número de bajas y prisioneros, como se hacía en otro tiempo; cuando con más frecuencia tienen que protagonizar una representación fúnebre por la caída de un compañero, y es que tal como están las cosas la muerte de un periodista en el frente de batalla es más valiosa para la propaganda de todos los bandos que la de todo un batallón. Es un encanto este tipo de guerras quirúrgicamente asépticas para quienes a pesar de todo están convencidos de la bondad de un método traumático. Si se observa detenidamente el asunto de quedarse uno como está se llega a algunas conclusiones; un ejemplo, los seres humanos están imposibilitados, dado que cuando todo se detiene es que se está muerto y, entonces, otros organismos continúan su labor. Aparecen gusanos. Rácanos, lo que son nuestros estados ricos cuando se trata de ayudar a los necesitados. Le toca el turno de mendigar ahora a Afganistán, después de un cuarto de siglo de guerras y de la última tabla rasa de Estados Unidos con el apoyo occidental. Estima Naciones Unidas que harían falta 15 mil millones de dólares para volver a poner el país en el buen camino los próximos cinco años, apenas cinco mil millones han comprometido Estados Unidos, la Unión Europea, Arabia Saudí y Japón esta semana. Todas estas cifras son tan enormes que se escapan al humano cerebro. El caso es que los afganos necesitan zanahoria para volver al camino de la dignidad y tras haber expiado por cuenta ajena la salvajada del 11 de septiembre. 22/01/2002. Pero los ricos son remisos a repartir la riqueza. Qué sencillo es destruir, enviar los aviones con armas carísimas que incrementarán la cuenta de resultados de poderosas compañías, bombardear. Qué difícil enviar los recursos necesarios para construir las carreteras y aeropuertos destruidos, así como centrales eléctricas, hospitales… Surgen inmediatamente esos denominados problemas diplomáticos, para enmarañar el asunto de distintas formas, controlar el país y tenerlo en genuflexión bajo la suela del zapato. Puede que terrorismo y pobreza no sean efecto y causa directas. Sí parece más directa la estrecha relación entre miseria e indignidad para la condición humana, una horrible representación ésta del mal, para quien quiera contemplar el asunto bajo la perspectiva moral. Ese mal genérico que las naciones civilizadas defienden a capa y espada, rápidamente cuando se trata de movilizar tropas, con pasos bien contados cuando se trata de mover recursos económicos, tecnológicos y humanos para construir la paz. Cuando se trata de construir esa paz, inmediatamente se desplaza a periodistas para que certifiquen el futuro desde el presente, las promesas sean creíbles y nuestras conciencias duerman a gusto. La muerte de un cómico es un hecho que trasciende cuando éste ha asumido con su trayectoria vital la representación del teatro nacional. Los países con historia suelen tener su cómico nacional, o sus, o aspiran a ello. Ha fallecido Adolfo Marsillach que para mí le tocó actuar en una época en la que esta sociedad decidió instalarse en la uniformidad de la civilización, bien que 22/01/2002. conjurando sus demonios tradicionales, bien adaptando otros, bien que expulsando a los más zafios. Época de la dictadura y paso al desarrollismo y restablecimiento a continuación de un sistema democrático de gobierno. Por cierto, dos desapariciones en corto tiempo de sendos figurones de nuestra cultura oficial: Cela y Marsillach. El primero más universal, por lo del Nobel; el segundo, muy entrañable para muchos, pues ejercer como actor acerca sentimentalmente, creo. En este caso, también se daba en la figura de Marsillach una vehemencia de la España progresista, esa entelequia que históricamente resucita para eclosión de varias generaciones que acaban desengañadas y agostadas como ese jardín que en la canícula se le niega el agua. Aunque bien es cierto que en el mismo desfallecimiento florecen los espabilados. Por cosas como ésta siempre habrá actores histriónicos. Marsillach, como Cela, son caras que nos pone el tiempo, ése que dice que se va a quien quiera escucharle, aunque finalmente uno acaba por prestarle atención. Volviendo a los demonios, hay el que gustará jugar con las dos caras, las de las dos España que nos resucitan. Dirán que Cela representa a una y Marsillach a otra, pues el cómico dio la cara por los socialistas de la hornada de Felipe González. A comienzo de la semana el Partido Popular bien que ha tratado de retratarse junto al cadáver del escritor enterrado en Iria Flavia. Nada es extraño. La cultura necesita al poder; éste alimenta la cultura para que cante su gloria, comenzaron a hacerlo los tiranos en la Grecia preclásica. El común dirá: sin novedad en el frente. Los totalitarios son pésimos pintores, por tozudez. No se está hablando aquí de arte, sino de ideas. Las mentes totalitarias tienden a pintar un cuadro social idílico que, por tratar con la libertad, resulta imposible de contrastar con la realidad. Es entonces cuando proceden a eliminar todo lo que no conviene, en honor del cuadro. La ingeniería social totalitaria tiende a caer en este tipo de estupidez, que tantas víctimas ha causado a nuestra especie. Sabino Arana imaginó un paisaje vasco cual paraíso étnico. Los que quieren ver el mundo con sus ojos se empecinan en retocar continuamente el cuadro para que la realidad no lo coloque en el lugar correspondiente en la historia de los pensamientos poco lúcidos, ese apartado dedicado a las abstracciones totalitarias. La sociedad española, que lo sufre, tiene un problema y es que en la sociedad que integran los vascos no hay democracia. No la hay no porque no haya instituciones que traten de ejercerla y una Constitución y un Estatuto para ponerla en pie diariamente por parte de todos. No la hay porque unos totalitarios quieren imponer su única pintura social. También es grave que esas mentes totalitarias estén divididas en dos familias. Una trata de imponer su país vasco ideado eliminando al adversario, a los que le gusta el estilo románico, el gótico o el impresionista. La otra trata de imponer su país vasco ideal imponiendo nacionalismo desde el poder al que han llegado con el apoyo aproximado de la mitad de la población que vota su gobierno autónomo. Los que no tienen una idea del país vasco, más bien de una sociedad abierta y plural, con sus contradicciones y luchas sociales, no caben en el cuadro de ninguna de estas dos familias. 23/01/2002. Todos los representantes políticos no nacionalistas en el Parlamento vasco tienen que estar protegidos. Lo mismo sucede con los concejales de los municipios. Esto no es una idea, es un hecho cruel. Memoria sin venganza. La historia, que muy fácilmente se transforma en arma arrojadiza contra el recuerdo, debería ser un instrumento educativo que contribuyera a la construcción del ser digno al que aspira la persona. La historia entonces sería el alimento de la memoria. Hoy se recuerda que hace 25 años asesinaron en el despacho de la calle de Atocha, de Madrid, a varios abogados laboralistas del sindicato Comisiones Obreras. Asesinados por tres individuos con ideas ultramontanas, que no están ahora en la cárcel por el delito. Estos asesinatos fueron, en cierto sentido, la gota que colmó el vaso de las vacilaciones y abrió la puerta a la actual democracia española. Aquella sociedad y la actual son muy distintas, ni siquiera intercambia con pesetas; aunque los demonios, éstos están a la que salta, como ciertas tendencias al autoritarismo, véase el caudillismo que muestra sin mostrarlo el actual presidente del gobierno, José María Aznar, quien por encima de su partido va a ser el que designe sucesor, hecho que, por lo demás, parece no despertar ninguna alarma social, término al que se nos ha acostumbrado en los últimos años a través de los medios de comunicación. También está ese otro demonio de solucionar problemas con la violencia, los asesinatos de ETA. Aquella sociedad cultivada en el miedo y la esperanza aprobó una Constitución, que fue la puerta que abrió precisamente el deseo de vivir mejor, con justicia, en libertad y olvidando el 24/01/2002. pasado, con todas sus consecuencias. Borrando la memoria voluntariamente, experimento social que a veces chirría en la sociedad presente. Se consiguió una Constitución con la lección aprendida del sufrimiento de generaciones y con el añadido del consenso entre los representantes de ideas en muchas de sus aristas tan contrarias entre sí. Ese consenso parece haberse perdido en estos tiempos, cuando se aprueban leyes, como la de ordenación de las universidades. En cuanto a lo de vivir mejor, muchos se la saltan, quizá por problemas con la memoria de todos. Claro que la Constitución no es dogma. Se entiende que una constitución es una suma de reglas del juego. Claro que las reglas del juego pueden cambiar, dado que deben estar al servicio de una sociedad democrática. Curioso el hecho de que los conservadores sociológicos que no querían nuestra actual Constitución, de hecho ninguna que sustituyese al Fuero de los españoles, ahora sean tan reacios a retocarla, otorgándole el carácter de dogma. Cuestión delicada la del retoque, aunque bien es verdad que los asuntos vivos de la persona requieran una actualización con perspectiva; todos sabemos que las casas históricas y hermosas necesitan puntualmente arreglo y adaptación, sin tener que derruirlas por el mero capricho de un nuevo esteticista. La Constitución tendrá que adaptarse a la sociedad que no sólo ya no comercia en pesetas, a la que también le sienta bien su organización autonómica, por lo que se puede ver tras la experiencia de años. Claro que a los caudillos no les gusta quedarse sin acólitos ni territorios sobre los que gobernar e iluminar con su verdad 25/01/2002. absoluta. Sospechosamente circula en las últimas semanas previas a este congreso triunfal del Partido Popular, que nos martilleará las mentes este fin de semana, un nuevo concepto: “patriotismo constitucional”. Las palabras no aventan los miedos. Con el tal patriotismo no se va a acabar con la violencia que ETA produce ni en el País Vasco se avanzará hacia la democracia y la libertad. Con la Constitución como instrumento sí se puede intentar, aunque haya que adaptarla. Lo importante es que los terroristas se rindan y que las fuerzas políticas y sociales compitan democráticamente para alcanzar sus objetivos políticos, sea estado separado, federal o autonomía. Lo escrito está muy bien siempre que, como prioridad absoluta, se venza a los terroristas. Los únicos compañeros de viaje para los nacionalistas son aquellos que respetan la vida y la dignidad. El tiempo político es humo. No hace muchos años, en plena euforia de incorporación a lo moderno, escuchábamos a los socialistas sostener que gobernarían un cuarto de siglo, al menos. El Partido Popular acaba de escenificar su congreso, también en loor triunfal, y se las prometen gobernando con la vista en horizontes lejanos. Claro que previamente, en nuestro sistema democrático, hay que pasar por las elecciones y hay que contar también conque la humanidad es una rama torcida y conque el aleteo de una mariposa puede provocar un terremoto. La política, por lo sabido, ni es ciencia ni es exacta, aunque requiera destreza y sabiduría. 28/01/2002. Dicen los voceros que la derecha tiene cuerda para rato, tras el espectáculo del fin de semana. Una vez colocados los profesionales de la gestión del PP continúa la lucha por suceder al jefe y a los que habrán de mandar, siempre con la premisa de que continuarán ejerciendo el poder del estado. Todo un espectáculo que los medios nos irán ofreciendo puntualmente como eje central de lo que se entiende por vida política. ¿Por qué ellos asumen el protagonismo de ésta? Evidente, los ciudadanos delegamos e incluso entregamos la gestión de nuestro destino. No nos ha de extrañar, pues, que la vida política se entregue a aplicaciones de mercadotecnia. Ésta es una técnica, mientras que la gestión de la vida pública es la administración de un destino. Sobrevolando la ópera de la felicidad del jefe y sus acólitos, tele voceada como el gran espectáculo del fin de semana, a la altura de las dramatizaciones deportivas de la Liga profesional; por encima de la escenificación está en juego el destino de nuestra sociedad, bajo la alternativa que dice proponer el PP. Da la impresión de que su propuesta es continuación del camino del uniformismo moderno que, en la época democrática iniciara la Unión de Centro Democrático y continuara con gran impulso y entusiasmo el Partido socialista; sólo que cada vez más la sociedad nuestra está más domesticada. Da la impresión, observando los hechos, que dejar que nos hagan es cómodo y rentable. Un sino conformista empuja a consumir y callar, cual culto hedonista que obliga a aceptar todo. No sorprende la ausencia manifiesta de temor frente a tanto dejar hacer, no sea que nos acaben negando como ciudadanos, mientras seamos votantes-consumidores. Claro, que el tiempo político es humo y los sueños, de los que ejercen el poder, sueños son. Precisamente los sueños son los que acaban empujando a las personas. ¡Qué contradicciones! En Lagos, Nigeria ha estallado un polvorín, como cuando en el Cádiz de la posguerra. Muchos cientos de personas han muerto. Estas catástrofes ocurren en África, la olvidada. Pero se siguen vendiendo armas para que se defiendan; mejor dicho, que se maten. Soñar para vivir. Quizá la vida sea ese accidente cuyo único sentido sea el de perpetuar al ser vivo, quizá. Observando la historia y el entorno se comprueba esa necesidad que tiene la persona de soñar para vivir. ¡Cuántos disgustos nos dan los sueños! El sueño, esa forja de un destino. Es curioso contemplar en qué medida se pierden los sueños en tanto ganan terreno las alucinaciones, cuando se manejan los grandes números. Estas últimas, de la mano de la tecnología. El caso es que la persona puede volar en la red de redes, viajar desde el saloncito burgués o ese miserable cuartucho que está al margen mediante la parabólica. El caso es, también, que da la impresión de que en las sociedades opulentas se sueña poco. El sueño del que aspira a lo que será con lo que es ya. El sueño de una especie digna que respete su entorno, sin olvidar las otras especies. En las sociedades de la opulencia parece permitirse soñar tan sólo a los adolescentes, en tanto no hayan caído en las alcantarillas que arrastran las aguas turbias de las ilusiones, y 29/01/2002. siempre que sus sueños sean digeribles: más productividad, más consumo, más riqueza. En las sociedades pobres el sueño de las personas es una pesadilla por la supervivencia. El sueño del hombre racional de antaño ha devenido en una persona alucinada, que no sueña: produce, y cuando descansa lo hace para que otros produzcan: una rueda de esclavos alucinados. Mientras el Quijote alucinado es calificado de loco, la persona alucinada es un diosito consumidor y muy respetado. Quien no necesite un sueño, que levante la mano. Todos los necesitamos. Sueñan los artistas; sueñan los científicos; lo hacen los políticos ambiciosos. Son los sueños que aspiran. Los opulentos ciudadanos suelen alucinar, bien con el triunfo en una profesión, con el mejor hogar o el superpotente automóvil seda en el tacto, con los objetos diversos o cachivaches. La vida alucinada del alienado. El gran jefe quiere guerra. Nadie se atreve a decirle un par de cosas a ese loco que anda suelto afirmando que su país ha iniciado una guerra contra el terrorismo que, por supuesto, va a ganar, y que va a levantar la economía de sus conciudadanos fabricando armas. El discurso a la nación del presidente norteamericano George Bush junior es un buen ejemplo de la retórica belicosa en nombre de la paz. Los opulentos ciudadanos de occidente debemos permanecer tranquilos, pues: el imperio vuelve a contraatacar contra las fuerzas del mal, en esta nueva centuria encarnadas en lunáticos espiritualizados dispuestos al sacrificio en nombre de ese dios que tantos quebraderos de cabeza ha dado a nuestra especie 30/01/2002. desde el primer día en el que un homo sapiens levantó la cabeza y se puso a idealizar el más allá. Sus motivos tendría. Bush cual zarza ardiendo es el representante de los alucinados, alucinado él mismo, quizá por esto mismo ninguno de los alucinados representantes de la alucinación planetaria le pueda aconsejar que lo de la guerra es el peor negocio de la persona y que vivir de la misma trae fatales consecuencias para la salud. También el presidente norteamericano se ha dado la pasada madrugada un baño de autosatisfacción, como lo hiciera el último fin de semana el presidente español, el líder de la derecha Aznar. Uno ve sus caras en esos momentos y contempla la verdad personificada, algo ciertamente horroroso de mirar, pese a la maquillada realidad de los medios de comunicación de masas. Con la potencia del imperio los opulentos ciudadanos tienen asegurada la vivencia, no importa que la mala conciencia apeste sólo en las cloacas, mientras los criminales que aterrorizan cuentan con el gran argumento para matar en nombre de dios. Claro que dios también está con Bush, dirige su lucha contra el mal, y en la confianza en dios se asienta el poder del dólar. Amén. Dos diferentes miradas al mismo mundo, como aquél que lo constató literariamente, la que tienen las dos cumbres reunidas en Nueva York y Porto Alegre para proponer alternativas a la marcha de este Planeta que da la impresión no gobernamos con el debido respeto. Los de la capital norteamericana son ricos, los de la ciudad brasileña son pobres. Es una forma de hablar. En este caso, escribir, dado que los expertos –unos 3.000– que suelen reunirse anualmente en Davos (Suiza) contemplan la situación desde la riqueza, para incrementarla, tratando que en el 31/01/2002. camino no se queden muchos hambrientos, que se quedan. Los otros expertos pretenden contemplar la situación desde la pobreza con aspiración a una riqueza bien repartida entre toda la especie. Ni mucho menos hay que pensar que unos son los buenos y los otros los malos o viceversa. Usted y yo tenemos distinta concepción del mundo, eso es lo que realmente sucede. De un mundo que es el mismo para todos, pero del que unos pocos, los menos, disfrutan, y otros, los más, tienen que soportar en condiciones lamentables. Como el mundo ha devenido en global, sobre todo para sus ciudadanos ricos, ya no hay fronteras para explotar descaradamente lo que sea y a quien sea ni, por supuesto, para ubicar fronteras tras las que esconder las miserias. Los ricos no van a renunciar a perder el control de la riqueza. Esto es seguro. Los pobres quisieran renunciar a su pobreza. Esto también es cierto. Lo demás será análisis y profundización del conocimiento, que es lo que se hace en cumbres como las dos referidas, de las que tendremos noticias estos días. Pero entre tanto el gendarme del Planeta libra su batalla contra el terrorismo, concepto en el que se está viendo que incluyen no sólo a los asesinos de Al-Quaeda y de otras organizaciones violentas que han atentado contra intereses norteamericanos, también a los discrepantes de cualquier género, aunque insistan en el mal reparto de la riqueza. Insisten en su ceguera, una tal muy particular, pero es que ese dios, cuando se apoderan de él unos cuantos, cuánto daño hace. Ahora es un sacerdote –burócrata del dios católico– el que se 01/02/2002. declara públicamente homosexual, lo cual además es una buena vitamina informativa-espectacular para la Sociedad Española de Radiodifusión y uno de sus hombres mediáticos –los que tienen que competir por las audiencias–, Iñaki Gabilondo. La Iglesia acoge al pecador, en este caso el cura al que le gustan los hombres y, además, confiesa que no cumple con el celibato. Lo acoge, pero él no sólo está en pecado mortal, con el tiempo veremos sanciones burocrática, dado que se ha saltado las reglas a la torera. Me llaman la atención las declaraciones a la cámara de una catequista, cómo lo podrá explicar a los catecúmenos, los mismos que han comulgado de la mano del pecador. La comprendo. El que se adentra en los berenjenales de la fe acaba en alguna ciénaga. El sexo es una ciénaga de la Iglesia, la que se dirige desde el Vaticano. Sufren por unas tonterías…, aunque en realidad habría que decir que hacen sufrir; cuando las cosas del sexo…, pues provocan más de algún quebranto, que en otras especies se resuelve a testarazos y que en la nuestra, por aquello del intelecto, se desarrolla como cada cual le da a entender, aunque la Iglesia y las otras iglesias tratan de intermediar para que el sexo sea productivo mediante el matrimonio, que cotiza a Hacienda y es una figura jurídica contra la que pueden actuar los bancos. Este sacerdote, que trabaja en Valverde del Camino (Huelva) hace bien en decir lo que siente; quizás su problema es que no esté en el sitio adecuado, en este caso la organización, aunque si lo que lo mueve es la fe en ese dios justo, equilibrado, honrado y etcétera, con su jefe se las compondrá, el Papa que días atrás ha conminado a los hacedores de justicia terrena que no disuelvan el matrimonio. Topó con la Iglesia. ¿Para qué crecer? Pensemos en el caso de esas grandes ciudades cuyo crecimiento no parece tener fin, cada vez más atractivas para el capital, para las personas y para problemas cuya difícil solución engendra nuevos problemas que, a su vez, hacen más compleja la realidad. Urbanistas y sociólogos, entre otros sabios de la sociedad, expresan ideas sobre el hecho, mas parece constatarse que la sensatez no prospera en la opinión. Entiendo por sensatez decir que una macrociudad es una barbaridad inhumana. A partir de esta posición es cuando se puede analizar y proponer al capital y a los responsables sociales modelos de organización que no pasen por la aglomeración. Sigue siendo asunto de expertos. Bien es cierto que el común español y de la China tiene claro que lo pequeño es más hermoso, aunque sea menos útil para comer; o sea, que como el terruño de uno nada hay, aunque la necesidad obliga muchas veces a emigrar para sobrevivir con el pan nuestro de cada día. Ahora bien, la expresada especie de maldición bíblica poco se corresponde con una sociedad desarrollada, como se supone es la nuestra, en la que el reparto de capital, tecnología y la explotación racional de los recursos naturales deberían servir de estímulo social. Sin embargo, se constata que la España interior se va quedando despoblada, en beneficio del litoral y de las grandes ciudades, porque la gente quiere vivir mejor, dentro de los esquemas de la sociedad de consumo. A su vez las más grandes de las grandes ciudades, Madrid, Barcelona, también acogen a una población que emigra de sus países de origen, buscando lo mismo que la nacional. Ante esto último se tratan de imponer medidas policiales de contención. Ante lo primero, se es cicatero en el reparto de la 04/02/2002. riqueza y de los recursos del país, aunque con las autonomías se ha dado un salto de gigante con botas, pero da la impresión de que el espíritu del tiempo liberal capitalista prefiere masas desarmadas y problemas imposibles. Los nuevos habitantes que pueblan una gran ciudad como Madrid, ahora mismo en esta primera generación madura, reproduciéndose, dejándose ver en los puestos más bajos de esa quimérica escala social. En no mucho tiempo mi país también será una sociedad multirracial. En el entretanto, balbuceamos. Convive el rechazo con la integración. En la Puerta del Sol madrileña se dejan ver ecuatorianos, colombianos, peruanos, filipinos, chinos, moros, eslavos. Los que resistan y se reproduzcan entre nosotros traerán a este suelo una segunda generación que será española, que mamarán de nuestra forma de ser y estar y aportarán la suya; esto es evidente, lo que resultará está por ver. Los conflictos ya están; el más inmediato, contener la mini riada de los que quieren incorporarse a la sociedad del consumo, huyendo de la indignidad del hambre. La contención policial es una medicina política que evolucionará conforme a los votos que aporte la represión o la mano tendida; sólo que ahora no basta la voluntad de un estado, el nuestro, sino la disposición de la Unión Europea. El cotidiano, el que provoca la convivencia de culturas, de lenguas, de religiones, en los casos del Islam y el budismo. Las suspicacias por el empleo, en una sociedad muy competitiva y muy deshumanizada, entendiendo este humanismo como un idílico trato social aldeano en el que todos se conocen. La 05/02/2002. educación en valores unitarios, los nuestros occidentales e influidos por el catolicismo. La seguridad, cuando lo otro provoca desconfianza y temor, cuando ese otro que ha atravesado el desierto, que ha cruzado clandestinamente el Estrecho de Gibraltar, no encuentra el paraíso y roba para sobrevivir, o para ir a la cárcel y que no lo deporten camino del infierno. Somos una sociedad integrada en los conflictos de la modernidad, menos mal. Los daños sin pretenderlo que ocasiona la televisión para los grandes públicos-privados, que son disimulados por los propios medios de comunicación que atienden al negocio del ocio, además del de la manipulación política. El ocio de las masas aisladas se alimenta de violencia virtual, sexo virtual, de valores antisociales virtuales, como un suero que amodorra tras el cansancio de la jornada, o durante el hastío de un largo día para el que no tenga nada mejor que hacer, sea parado, jubilado o ama de casa. Realmente hay muchas cosas que contemplar y desarrollar a lo largo de un día despierto, si se quiere, pero hay que tener voluntad, ésa precisamente que anula la pantalla de un televisor. Los contenidos de una televisión producida para embrutecer son los causantes, no el medio tecnológico, que ha revolucionado nuestra forma de ser y estar en el Planeta. Parece como si la persona no quisiera ser protagonista de su destino. El caso es que tanto la televisión al servicio público como al privado se rige por las grandes audiencias, según las cuales lo que no contemple una gran multitud de consumidores privados en un 05/02/2002. mismo período de tiempo no merece la pena de programarse, dado que los programas de televisión son caros, el mantenimiento de la institución es enorme y su forma de alimentarse son los ingresos por publicidad: a más espectadores, más publicidad. Ley económica perversa en sí que no creo nadie sepa a dónde conduce, a la vista del más increíble todavía a los que nos van acostumbrando los programas espectaculares de la televisión a las horas de mayor audiencia. Ley del circo, también ahora pervertida. ¿El daño? Un acostumbrarnos a asumir la violencia y la desvalorización de nuestro comportamiento como especie, apreciando por sobre todas las cosas aquellas superficiales que traen infelicidad. El gran negocio de la guerra es el que parece haber puesto en marcha el país emperador, tras conocerse el presupuesto de los Estados Unidos para el nuevo ejercicio, con un incremento de la partida militar que ha levantado murmullos en otros estados amigos y ha hecho sonar la alarma para las mentes que aún apuestan por que todos los hombres seamos buenos, es un decir. El presidente norteamericano Bush junior declaró la guerra al terrorismo, y en esas estamos, y trata de dar base al desarrollo económico de su país comprando armas a sus fabricantes, una industria poderosa cierto es y nada oculta, enriqueciendo un ejército ya rico de por sí y gastando a lo loco en investigación para obtener armas más destructivas, aunque se construyan menos viviendas para norteamericanos menos afortunados o se cierren escuelas públicas para los que corren el riesgo de quedarse al margen de la opulencia, total… 06/02/2002. Dicen los expertos que esta carrera armamentística en solitario puede provocar el que todos nos volvamos locos; que los otros estados se tengan que lanzar a gastar en armamento también, con la lengua fuera tras el emperador que, con su política unilateral, quiere tener más imperio que hasta ahora, aunque lo haga en nombre de todos los que quieren libertad. No parece convencer el que haya un gendarme de la cachiporra, aunque sus intenciones tengan la retórica de la bondad. Lo lamentable es constatar una vez más que la locura no hace distingos. El presupuesto armamentístico que ha presentado Bush es un escándalo, porque es un peligro para la especie, la nuestra. Los supuestos conspiradores de las fuerzas del mal tienen que estar contentos, pues no solamente los toman en cuenta como enemigos, también comprueban como la maldad triunfa en la casa del otro. La prosperidad en manos de los hombres armados. El hedor de este Planeta sube de gradación. Shakespeare hizo que dijera uno de los suyos que algo olía mal en Dinamarca; puede que al final todos seamos daneses. Las olas de la información arrasan las playas y la resaca deja una plancha de arena cristalina inmediatamente absorbida, instante en el que el poder impone su criterio, de antemano establecido. Estos días es la propuesta de implantar exámenes objetivos en los estudios de secundaria, lo que trae a muchos el recuerdo de una lejana reválida. El corral se alborota y los periodistas que opinan lanzan al aire sus pensamientos, en tanto que la oposición socialista despotrica de inmediato y ofrece el santón de Franco a las mientes. 07/02/2002. El gobierno central está en su obligación de adoptar medidas para todo el territorio, contando con quien tiene que aplicarlas: los gobiernos autonómicos, si no se quiere acabar tarumba. Pero previamente hay que acordar qué es lo que falla, cómo, cuándo y el porqué, antes de recibir una andanada de artillería interesada por quien ha decidido adoptar medidas. Lo sencillo es así de complicado. La educación es la tarea esencial de toda sociedad; pasa por aprender a convivir y uno de sus ramales conduce a las habilidades y maestrías para la supervivencia, lo que los tecnócratas y sindicalistas llaman mercado laboral. El gobierno central, con datos estadísticos que debieran servir para abrir el debate social, sostiene que el sistema educativo básico está fallando, afirmación que conecta con un sentir, como hay otros en esta sociedad que prefiere dejarse hacer. Así vemos a muchachos insolentes, cualidad la de la indolencia propia de la juventud, patinando muchas veces en los conocimientos tradicionales, en una sociedad vertiginosa en la que diez millones de personas se emboban ante el televisor viendo a unos jóvenes cantantes que quieren triunfar; vemos a unos maestros desengañados, desmotivados y hasta temerosos, como la mayoría de los trabajadores por cuenta ajena, esclavizados por la productividad que exige el sistema. Adoptar medidas en la escuela es fácil. El educar es asunto mayor. Contra los jóvenes; ideología judicial y justicia. Hay cierto tufo contra cierta juventud entre los columnistas y comunicólogos patrios. Comenzó días atrás con el anuncio 12/02/2002. gubernamental de una futura legislación sobre la calidad de las enseñanzas medias, resucitando la palabra reválida; continuó inmediatamente con la pescadilla que se muerde la cola del fenómeno del botellón en las ciudades. Aquellos jalean mayoritariamente al poder para que tome medidas. La tendencia de cualquier poder es a tomar medidas, es lo más simple, aunque no conduzca a solucionar la cuestión demandada, si bien la mentalidad conservadora se sentirá satisfecha, al menos en un primer momento, porque se han adoptado medidas coercitivas, dado que el poder ha de demostrar que manda. Los jóvenes son rebeldes y no estudian y, además, se emborrachan durante las noches de los fines de semana en sitios públicos, alterando la vigilia de los vecinos y ensuciando parques, plazas, calles y cualquier rincón en el que la tribu masiva decida acampar. Es de lo que les acusan. A los jóvenes mano dura, parece ser el mensaje que ahora predomina, tras años en los que su proceso de socialización parecía encaminarse a través de una comprensión que, en no pocas ocasiones, ha caído en el dejar hacer de familias y escuelas. Una sociedad desquiciada ésta, la del culto a la productividad, la competitividad, la opulencia e hipocresía como religión no confesional, que quiere meter en cintura a la juventud, los cachorros, que por naturaleza son rebeldes; el caso es que no tiene cintura. Sin embargo, tiene que tenerla. Esos valores de la convivencia que en tantas ocasiones el propio poder desprecia, con las cámaras de televisión presentes, para difusión cínica del aquí mando yo. Los rebeldes se suelen reír de estas cosas, aunque ellos también sientan la angustia del naufragio. Bueno, les toca ahora a los jóvenes, como también les toca a los inmigrantes o a los trabajadores que tienen que aceptar las condiciones leoninas del mercado: ¡pa seguir tirando! Claro que de hipocresías está el mundo lleno, vete a saber si gracias a las mismas se puede convivir, después de todo. El caso es que a un juez se le pide que juzgue con conocimiento y objetividad, que aparque a un lado sus ideas: nada de ideologías. Ahora bien, se elige a los integrantes del Consejo General del Poder Judicial, órgano que gobierna a los jueces, y de otras instancias jurídicas, por su ideología. Los eligen las elites de los partidos que tienen poder. Éstos sí tienen ideología e, incluso, se les exige que la tengan. Anda revuelto últimamente el gallinero de los jueces españoles. ¿Los encargados de impartir justicia son justos? Pregunta difícil; terrible respuesta. En el ánimo popular está la frase: Pleitos tuvieres. Se demandan jueces que sean imparciales y no tengan ideas, lo cierto es que hay jueces conservadores y progresistas y ejercen su ideología para que el engranaje social se perpetúe. El asunto de la justicia es asunto del poder, en su versión civilizada; cuando se emplea el ejército, como lo está haciendo Estados Unidos en Afganistán, mueren personas, a las que se entrega directamente a la justicia divina. Dicen ahora que las víctimas civilices de los bombardeos podrían ser 8.000. Dicho así es una cifra, podrían ser más, o menos, el caso es que han muerto por estar en el lugar inadecuado en el momento inoportuno. No es un chiste, se trata del resultado de la crueldad en nombre del humanitarismo. Parte de esta crueldad se ha comenzado a juzgar hoy en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, con Slobodan Milosevic acusado de crímenes contra la humanidad en Kosovo, Croacia y Bosnia. Por primera vez un ex jefe de estado va a tener que rendir cuentas y solicitar justicia, por supuesto. Niños soldados y el cuidado del cuerpo para el capital. Es un dato reconocido oficialmente, o sea, que del Guadiana oculto nada se sabe: 300.000 mil niños son soldados en las 40 guerras contabilizadas actualmente en el Planeta. Este hecho mueve el Protocolo sobre la implicación de niños en conflictos, que España todavía no ha firmado. Leo en una noticia de agencia que este tratado, “firmado por un centenar de países, prohíbe la incorporación a filas de menores para cualquier tipo de tareas en conflictos bélicos. Sin embargo, el acuerdo autoriza el reclutamiento de mayores de 16 años por parte de ejércitos regulares si es «genuinamente voluntario» y con la condición de que no participen en los combates”. Algo es algo. Nuestra especie sufre una particular manía de explotar y aniquilar a los más débiles. Estas guerras se desarrollan cotidianamente en lugares que no figuran en las agendas de los grandes medios de comunicación, por lo que no vemos a estos niños, salvo en contadas situaciones, que se ofrecen como espectáculo para el consumo de la información. Una especie que no respeta, al menos, a sus crías tiene un futuro sombrío. No es poco tener que mantener ejércitos, dada la comprobada incapacidad de gobernarnos con justicia. Emplear en los mismos a niños debería ser catalogado como un acto de cobardía por parte del mando. Si casi siempre el soldado de reemplazo es enviado al frente sin saber el porqué del peligro al que es sometido, cómo se puede enviar a matar a un niño que está aprendiendo a vivir. 13/02/2002. Todas las guerras son desastrosas. Puestos a incrementar el desastre con torturas dignas de la edad media, de las que se acusa a Slobodan Milosevic en La Haya, la utilización de niños como carne de cañón y a su vez asesinos que juegan con fusiles que matan de verdad también debería ser un crimen contra la humanidad. Ésta es nuestra especie. Hay que ver lo rápido que se asesina y lo que se tarda y cuesta en hacer justicia. Dos años de juicio hasta que se conozca la sentencia que afrontará Milosevic. Hay que temer que éste es demasiado tiempo para los medios de comunicación que necesitan alimentar espectacularmente la actualidad. Milosevic ¿cabeza de turco? Hay muchos como él esperando su turno, en este caso, de ser detenidos y juzgados por un tribunal internacional de justicia al amparo que otorga la dignidad de la Declaración universal de derechos humanos. La derrota es habitual en quien quiere caminar derecho por los trayectos de la humanidad rama torcida. Una empresa, Body Shop, tiene una cadena de tiendas dedicadas a vender productos para el cuidado de nuestros cuerpos. Lo interesante de la cadena es que nació para hacer negocio dentro de un comportamiento ético, apoyando el desarrollo sostenible y manteniéndose respetuosa con el medio ambiente. Ideas conmovedoras y que deberían ser irrenunciables. Body Shop ha lanzado la toalla al cuadrilátero del capitalismo. A partir de ahora la ética, el desarrollo sostenible y la ecología deberán arrodillarse frente a la cuenta de resultados. Hemos empezado el siglo con vendavales que azotan hermosas ideas. Del fenómeno no se sabe todavía si es un efecto cíclico de reorganización y contraataque de los poderosos mirando hacia atrás que en el mundo han sido, o un nuevo paso atrás para tomar impulso y dar dos hacia delante –metáfora de la que se sirvió la doctrina del leninismo para implantar una dictadura exportable en Rusia–, en ese camino de la especie para arañar grados de dignidad. Azotan tales ideas tratando de arrancarlas de cuajo, como esas palmeras ladeadas por el huracán. Por esto no hay que ser pesimistas, más bien optimistas informados. Los ciclos se repiten. Los señores de la guerra mandan ejércitos. El dinero virtual vuela por la red de la globalización. Las hermosas ideas renacen con la primavera. El sol sale para todos. La justicia del vencedor es un tema tan antiguo como el de la existencia de los imperios. Se juzga en La Haya a Slobodan Milosevic y el acontecimiento alegra a los que pensamos que individuos de esta calaña, asesinos por inducción, conductores de sus pueblos respectivos hacia la catástrofe, tienen que rendir cuentas ante los conciudadanos de la Tierra. Pero también preocupa que el tribunal lo imponga e integre el vencedor, que no hay que olvidar que usó también la violencia para imponerse. En una guerra todos los contendientes tiran piedras y, al final, juzga el que gana. Esto todos lo sabemos, está grabado en la herencia de la cultura de nuestra especie. Dejemos de lado el asunto de quién escribe la historia y centrándonos en el tema de la justicia reconozcamos que ésta debe ser imparcial. ¿Puede ser imparcial un tribunal nombrado por el que ha ganado? Los presos talibanes y / o miembros de Al-Qaeda presos en la base de Guantánamo no tienen tribunal por el momento – tampoco se ha hecho público cómo juzgarlos, sigue la confusión sobre qué ley aplicar–. Por lo tanto su situación no está 15/02/2002. garantizada, como puede ser el caso del ex presidente yugoslavo. Esto es un argumento manejable por los que quieren tener buena conciencia, cuando existen dudas sobre la justicia que se pretende ejercer. Los que queremos que los salvajes sean juzgados manejamos más interrogantes. En manos de la justicia internacional del tribunal de La Haya ha caído la cabeza de turco de Milosevic, que contraataca en defensa propia testificando que sus vencedores también han cometido atrocidades contra su pueblo. No hace tanto tiempo escapó de Londres el que fue dictador chileno, Augusto Pinochet, bautizado con nombre acuñado para el mando supremo. Algún asesino y torturador argentino con uniforme anda todavía en libertad. El presidente israelí, Sharon, comenta pensamientos y da órdenes que ponen los pelos de punta en el interior del hogar opulento, frente al televisor; órdenes que hacen sufrir y matan a sus enemigos palestinos. A Bin Laden, el primer demonio del milenio, se le busca vivo o muerto. Asimismo, existen señores gobernantes que tienen sojuzgadas a las personas con las que deben compartir dignidad y riquezas –si éstas son del género femenino sufren además las consecuencias de una inferioridad impuesta por el animal que se escuda en dios–; señores a los que no se persigue porque son amigos del imperio. La estrategia y el interés del estado suelen estar reñidos con la justicia internacional. El hecho de que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia lo promueva y reúna los vencedores permite decir a Milosevic: y tú también. La hipocresía es un clima: Milosevic acusa a las fuerzas militares de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) de matar a víctimas serbias que, en aquellos partes de guerra, se calificaban como “daños colaterales”; exige que sus causantes también sean juzgados. ¿Le asiste la razón? Milosevic tuvo un plan estatal étnico, que muchos sobre los que gobernaba apoyaron; éste requería que los que no fueran de la presunta raza serbia desaparecieran del mapa; en el caso de que se resistieran, eran terroristas. Milosevic también ha mostrado su orgullo por haber combatido al terrorismo. La OTAN asimismo tuvo su plan, acabar con los mamporreros en nombre de la supremacía racial, desde el aire, con bombas inteligentes manejadas por personas que no lo son tanto, o simplemente con bombas destructivas dirigidas hacia los objetivos por profesionales disciplinados que cumplirán siempre órdenes. Un tribunal justo no permite la venganza ni la contempla. Un tribunal internacional que juzgue aquellos crímenes que se produzcan contra nuestra especie no debe depender del interés y estrategia de Estados Unidos, de la Unión Europea o del amo de turno. Tic de rico; en nuestro caso, de nuevo rico. Hace unos años, no tantos, se observaba desde aquí cómo en Alemania se manifestaban problemas con sus inmigrantes turcos o en Francia con los que habían llegado desde Argelia o Marruecos. Eran asuntos de las ricas tierras europeas, entretanto aquí se extendía la mano hacia la Unión Europea, en demanda de la ayuda económica necesaria para el desarrollo. Ahora ya tenemos en casa el conflicto de la inmigración. Coincide en el tiempo con la segunda legislatura triunfal del centro derecha político y con una oposición de izquierda sin una expresión coherente para un colectivo que quiere pensar y actuar en clave de progreso. En este tema de la 18/02/2002. inmigración el país ofrece la imagen oronda y egoísta del nuevo rico. El tic, digamos. Hoy por hoy somos un país rico en un mundo globalizado que camina hacia una sociedad cada vez más compleja culturalmente, esto es un problema, claro que lo es, al que no podemos enfrentarnos con las cuatro reglas del viejo hidalgo castellano, modelo que bien sirvió a las novelas de caballerías y también a las picarescas. El caso es que unos se empeñan en ser catalanes, otros vascos o andaluces o mallorquines, y al mismo tiempo gentes de fuera vienen atraídos con la promesa de la riqueza que, como toda mesa de potentado, deja caer migajas. El caso de la segunda generación de inmigrantes será otro, también tendrán derecho a sentarse a la mesa. El centro derecha llegó al gobierno haciendo hincapié en la moderación, para no asustar, pero el español de derecha es temperamentalmente muy viriato y la casta le salta en cuanto se da cuenta que tiene mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Le gusta mucho lo del ordeno y mando en las cuestiones domésticas, que es donde tiene poder, que fuera lo que se estila es darse ínfulas. Han puesto los asuntos económicos en el bando que les interesa y ha comenzado el tiempo de la moral. La burguesía siempre ha tenido gran respeto a la moral…, del dominador. Los inmigrantes son un peligro potencial contra la moral y las buenas costumbres. Ha aumentado la delincuencia y con estadísticas en la mano echan la culpa a los inmigrantes. Magnífica ocasión para sembrar el miedo. Hay quienes piensan que una sociedad con miedo es más manejable, el presidente democrático del imperio y el terrorista más malvado lo hacen. Es una pena que se equiparen así, pero lo hacen. Fátima, la niña de 13 años, marroquí, que se empeñó en ir a un colegio de monjas en San Lorenzo del Escorial con el pañuelo cubriéndole la cabeza, se ha convertido en otro peligro simbólico para la moral. Topó con la Iglesia. Su caso ha puesto de manifiesto otra vez que el español tertuliano habla mucho y piensa poco, por este orden, primero hablar y después pensar si acaso. El caso es que todas esas palabras que han creado, jaleado y formado opinión, juegan con fuego. Las autoridades educativas han escolarizado a la niña en un colegio público y se da por zanjado el suceso. La sociedad mestiza hacia la que nos dirigimos aquí y allí es más problemática que la aldeana, cerrada y blanquita, pero como nuevos ricos que somos nos escandalizamos por cualquier cosa. Unos responden con argumentos barriobajeros y otros con ilustrados, sin disimular el rechazo instintivo. No hay buenos ni malos en este asunto, lo que hay es mezcla y, a veces, explosiva. Hay actitudes de pura tozudez humana que se enmascaran en la religión y en la cultura de un pueblo, así como existen graves problemas que genera la cultura y la religión que sirven de coartada para el comportamiento incivilizado de ciertas personas. Veremos caer algunas verdades a medias sobre la tolerancia hispánica, que siempre fue éste un país de garrote vil. En fin, no hay que perder la esperanza, aunque habrá disgustos. Un interés muy interesado. Desde luego, puede que hagan lo mismo que los otros partidos políticos. Sólo que, al ser menos el personal, se les nota mucho más o como diría la voz popular: cantan mucho. Andalucía sirve de escenario para un 19/02/2002. partido nacionalista muy singular, es como una pequeña empresa familiar de la que viven algunos. También como si de una auténtica familia se tratara, de vez en vez las peleas producen dolorosas separaciones, ante la mirada curiosa del paisanaje, en una región muy suya, pero también con destacada apertura al exterior. El último Partido Andalucista participa en el gobierno socialista, permitiéndole gobernar, a cambio de ordenar sobre los asuntos del turismo –la gran industria del territorio– y las relaciones institucionales –éstas, un florero democrático que tiene mucha repercusión en los medios de comunicación–. Los andalucistas, desde que comparten parcela de poder, no han negado que su mayor interés es el de hacer clientela, que el responsable de la cartera de turno no gobierna para la mayoría, sino para la clientela. Quizá porque lo digan tan abiertamente no causa temblor en los cimientos democráticos. El objetivo es llegar al poder total, a mandar en todos los asuntos, conquistando clientes. Lo hacían los caciques andaluces en el diecinueve y principios del veinte. De ellos digo que habrán aprendido, aunque las circunstancias históricas parezcan distintas. Acaba de hacerse cargo de la Consejería de Turismo un personaje que aspira a ser presidente de la Junta de Andalucía, Antonio Ortega, secretario de los andalucistas. Lo ha hecho sin encomendarse ni al presidente andaluz, el socialista Manuel Chaves, ni a la razón, por el interés del partido como gran bandera de combate. Al primero le ha hecho una crisis de gobierno, consentida de una manera un tanto maquiavélica, como quien prefiere dejarlos con sus líos y que muestren tan sin recato su ambición mientras les permitan gobernar. A la segunda… el caso es que dicho partido nunca ha dado muchas muestras de racionalidad. Observando este panorama uno se pregunta en qué realidad viven estos andalucistas, con la sospecha de que la secta vive su realidad, o sea, su industria. También se plantea cuál es la sociedad imaginaria a la que aspiran, puesto que tanto anhelan el gobierno. Con la referencia de su comportamiento parece que a lo que aspiran es a una sociedad muy interesada, teniendo en cuenta que el interés siempre tiende a lo muy personal. Afortunadamente son pocos, aunque llamativos entre la parroquia localista. Andalucía, una comunidad tantas veces a remolque del desarrollo, necesita propulsores y líderes sociales de miras más amplias para enfrentarse a los problemas de la sociedad de la información y del mestizaje, en la que un punto, una región, un pueblo, corre el riesgo de desaparecer en un agujero negro al poco que se descuide. De esta clase de agujero no se saldrá con cánticos patrios, pasiones folclóricas ni besos a la tierra que le vio nacer a uno. Esto no es ciencia-ficción, basta echar una ojeada a los sucesos del mundo y fijarse al menos en la superficie de los acontecimientos. Quizá para mantener las raíces propias, si existiesen, lo más adecuado es comprender que la complejidad de las relaciones del hombre, la naturaleza y la sociedad es tan compleja que no caben en las cuatro ideas del ideario nacionalista heredado de un mundo que funcionaba como una aldea, donde la suma de dos más dos siempre daba cuatro y el único misterio estaba controlado por el dogma de una iglesia oficial, en la que cada cual representaba su papel social y las visitas de afuera se contemplaban bien como un acontecimiento exótico o con el toque de arrebato frente a la invasión bárbara. Tanto interés tan interesado de los andalucistas escama, aunque serán las urnas las que proclamarán el resultado de tanta maniobra. Respuestas inmediatas versus problemas complejos. Esta situación la vive el ciudadano moderno pública y privadamente. Produce estrés y desesperación, cuando menos, y muchos engaños y autoengaños. La persona ha buscado una normalidad comprensible, y que pueda asumir la mayoría, entre la causa y el efecto, pero la mecánica se comprobó que también era una ficción, que se mantenía gracias a algunas excepciones, como los relojes de cuerda. El ser que piensa necesita de algún relato para explicar y explicarse. Hoy muchas de las causas son invisibles, aunque las consecuencias se sufran inmediatamente. La mecánica corresponde al momento del pensamiento simple. Las realidades del presente corresponden al momento del pensamiento complejo. Las sociedades, las tribus mestizas del nuevo milenio, siguen implorando las respuestas-soluciones del pensamiento simple, porque se cree todavía en su cualidad medicinal, como el paciente que acude al médico para que le recete un fármaco que le alivie al momento. Los líderes políticos son los hechiceros de la tribu. Tienen que conseguir soluciones mágicas para problemas reales. Lo que suele salir de la chistera es un truco, uno más, que hipnotiza un instante un titular informativo y añade un gramo más a la dosis de desengaño del ciudadano o del súbdito. 20/02/2002. Un líder político no puede decir en alto que no hay solución a un determinado problema, inmediatamente la tribu lo destituiría. Esto lleva a pensar que en realidad ya no hay líderes políticos, que más bien lo que abundan son figuras de la mercadotecnia. El líder alumbra, el figurón absorbe y destila lo que la mayoría de la tribu quiere. Lo que la mayoría de la tribu quiere se fabrica, porque las ideas se han convertido en una mercancía muy rentable. Sin embargo sólo valen algunas ideas, las de usar y tirar. La lógica de un sistema. Una oficina para contar mentiras. Se trata de una organización oficial, sí. Los Estados Unidos acaban de crear un departamento dedicado a manipular la información para que siempre sea favorable a los intereses de este estado-imperio. Una oficina de la administración que ha dejado bien claro [éste dato ha sido desmentido oficialmente; lo lógico] que emitirá informaciones tanto verdaderas como falsas, dado que el objetivo del mismo es la lucha contra los enemigos de EEUU, sea el eje del mal integrado por Irán, Irak y Corea del Norte –países a los que les ha caído el sambenito, que no es un maná precisamente–, el terrorismo abstracto o el vecino de cualquiera, qué sabe nadie. Dicha oficina es un instrumento para la inteligencia. Ésta es al espionaje lo que los Ayudantes Técnicos Sanitarios a los enfermeros, aunque haya alguno que piense que la misma sea realmente un insulto a la inteligencia. Realmente no es ninguna novedad esto de la intoxicación de la comunicación. La verdad oficial la escribían los escribas en el Egipto faraónico. Toda guerra que se precie requiere de muchos bulos, que son un arma que ataca 21/02/2002. directamente al cerebro y, a través de éste, a la moral de combate. Los revolucionarios soviéticos dedicaron gran empeño a la agitación y propaganda. El nazismo consiguió que la propaganda dejará de ser un asunto artesanal. De hecho se puede pensar hoy que la propaganda es una gran industria que hace tiempo se califica como comunicación. ¿Se puede defender la democracia mintiendo? La comunicación miente cuando es necesario, según la decisión del estratega. Dado el propósito manifiesto de la agencia de esta anécdota histórica, uno tiene que pensar que la democracia tiene que defenderse aplicándose su propio veneno en pequeñas dosis, con el objeto de crear anticuerpos, cual tratamiento homeopático. Claro que también puede darse el caso sospechoso de que los responsables de la democracia tengan comportamientos nada democráticos, una vez superado el trámite de las urnas. Trámite que algunos, como es el caso del presidente George W. Bush pasó con grandes dificultades. Bush hoy tiene el apoyo de la nación, según los datos que facilitan las encuestas. Otro asunto es el del control de estos mentirosos oficiales, teniendo en cuenta que se trata de un estado de derecho el que paga el departamento. Es de esperar que el sistema parlamentario norteamericano sea el que controle la agencia, pero no se trata tanto de esta responsabilidad como de adentrarse algo en el meollo del asunto. Un asunto que como queda dicho tiene como materia prima información falsa que han de difundir los buenos, o sea, sin quererlo ni saberlo los medios que han conseguido prestigio por su defensa de la libertad de expresión trabajando respetuosamente con la verdad, porque es de razón sospechar que si la emisión procediera directamente de los supuestos malos, la información falsa –esa mentira intoxicadora para despistar al enemigo– no colaría por motivos evidentes, directamente relacionados con la falta de credibilidad. Al llegar a este punto, conseguido el objetivo de colar la falsedad, surge la siguiente trampa, que resumidamente atiende el manual del cazador cazado; una trampa que ocasiona el riesgo del intoxicador intoxicado. También pudiera ser que tan rocambolesca labor de inteligencia fuera la auto-justificación de la propia agencia, que de tanto clamar que viene el lobo acabaría autoconvenciéndose de sus propias alarmas, como aquel mentiroso que se cree sus propias mentiras cuando se las cuenta otro. A todo esto, comprobada la eficacia de este arma inteligente, la sospecha lo invadirá todo. ¿De quién va uno a fiarse entre tanto loco suelto, dispuesto a cambalachear con las verdades? Desde otra perspectiva la agencia ciertamente va a auspiciar acciones inteligentes para confeccionar una sutil red de miedo. A este paso el miedo acabará siendo ideología institucional. Veremos. La paga del político. Hay quienes argumentan que los sistemas democráticos son costosos desde la perspectiva de su mantenimiento económico y suelen esgrimir razones de contabilidad, que les dan la razón. También indican que entre estos costes onerosos están los de los políticos profesionales. Tampoco aquí les desampara la razón. Sin duda se deben buscar economías más asequibles a las auténticas necesidades del funcionamiento de cada administración, lo que sí parece evidente es que el contribuyente está dispuesto a pagar por el hecho de poder convivir en libertad. 22/02/2002. Lo que aporta más de una miga curiosa en este asunto del coste económico democrático es el gremialismo que muestran la mayoría de los políticos profesionales para asignarse, proteger e incrementar sus soldadas, siempre bajo el argumento de la contraprestación a las pesadas responsabilidades y para protegerse frente a la tentación de meter la mano en el cazo o de venderse a los cánticos de la corrupción, entre otros. Esto suele mosquear al ciudadano-contribuyente. Hay casos que provocan, cuanto menos, el rechazo, como se ha podido comprobar días atrás en España frente al anuncio de blindarse el futuro con pensiones máximas mediante un acuerdo de los parlamentarios vascos del partido nacionalista, del socialista y del popular, cuando en otros asuntos de gravedad andan sin entenderse. El rechazo social obligó a dar marcha atrás. Curioso que en otros parlamentos, como la Asamblea de Madrid, la misma maniobra colara sin mayores resquemores, quizá porque allí exista un diálogo / confrontación democrático fluido. En Argentina, con la ruina gravitando sobre el país, el que por ahora logra mantenerse como presidente, el señor Eduardo Duhalde, se acaba de asignar un aumento de sueldo. Un 15% más, que se traduce en 1.500 dólares redondos cada mes. Ha dicho que lo hace para que otros funcionarios también ganen más. El fuego se aviva con gasolina. La mediocridad del líder. Temo para mí que tanto quien actualmente preside, como quien aspira a formar Consejo de ministros, no están a la altura de las necesidades actuales y futuras de esta organización social llamada estado español. Me temo, es más, que no son líderes y si se lo creen, lo serían en todo caso 25/2/2002. representantes de la mediocridad. Tanto correr hacia la meta de la modernización y siempre con la lengua fuera; ésta podría ser la radiografía del momento. Lo más inquietante de esta situación es que las fuerzas que deberían empujar hacia delante en el progreso repitan cacareando las mismas consignas del neoliberalismo, que es el arma ideológica de los conservadores. Un líder encabeza y debe propiciar que una sociedad camine hacia una nueva situación que, idealmente, deberá ser mejor que la anterior, en planos culturales, sociales y económicos. Si se repite lo existente o si se mira atrás, el líder encabeza el triunfo de los asentados que aspiran a que todo siga igual. Ahora esto ya no es posible. Pero las fuerzas sociales conservadoras lo intentan y no sin éxito. José María Aznar es un buen representante de los que defienden unos intereses muy interesados en nombre de España, de Europa y de la democracia universal que debe obedecer al interés del capitalismo. Su discurso es coherente con las aspiraciones del ciudadano opulento, el burgués conformista y miedoso. El líder de la oposición más mayoritaria, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, maneja un discurso incoherente con las aspiraciones del burgués conformista y miedoso, pero coherente en el fondo de sus aspiraciones. Ambos juegan a la política clásica heredada de las democracias liberales del pasado siglo, con recortes de periódico en la mano, con lo que consiguen mucho ruido en los medios de comunicación o de deformación, más o menos masivos a estas alturas de principios del veintiuno. Lo dicho en el anterior párrafo forma parte del espectáculo; sin embargo, los retos son ciclópeos, como las incógnitas. Cito algunas: La función del estado moderno frente a los que no quieren controles para robar –Enron, la compañía norteamericana es ya bandera del saqueo capitalista-liberal– o provocar desastres sin intención previa –la privatización del control aéreo en Estados Unidos propició una falta de seguridad que desembocó en los desastres del ataque con aviones comerciales a las torres gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington–. La educación frente a los retos del conocimiento adquirido y que avanza. La persona, que no es un objeto estadístico, que es ciudadano para vivir con dignidad y libertad. La libertad, que no es una entelequia ni un objetivo económico, sino la forma de disfrutar y gobernar la única vida de la que dispondremos. Nadie lo sabía ni el comandante en jefe del ejército, el presidente norteamericano George W. Bush. Se trata del asunto de la Oficina de información estratégica dependiente del Pentágono, departamento que lleva funcionando varios meses y que ha sido piedra de escándalo, hasta el punto de que ahora los miembros de la administración, con el jefe del estado a la cabeza, niegan la mayor. El asunto sigue siendo sospechoso e incluso, uno llega a pensar si no estaremos presenciando precisamente las consecuencias de esa desinformación que debía emitir esta oficina de espionaje. Los grandes medios de comunicación norteamericanos han rechazado la oficina. La administración va a poner parches, lo que traducido implicará un estudio sobre las actividades de la agencia 26/02/2002. y el planteamiento de su misma existencia. Demasiadas excusas, que no aliviarán la sospecha de que aquí hay gato encerrado. El último presidente del imperio norteamericano está demostrando ser un personaje poco amigo de la verdad, aunque su comportamiento público sea el de un ciudadano común y campechano. No hay que extrañarse. Bush está a la altura de un tiempo y de una sociedad burguesa que ha elevado la hipocresía a las altas cumbres del arte. De esa clase de arte intangible y tácito de una actividad humana cuyo objetivo es el de la depredación sin aspavientos, asumida por los depredados, que también tienen su oportunidad de participar en el reparto del botín. Arte que se aquilata con los grandes valores morales ornamentales, que nunca esenciales. Tanto en la paz como en la guerra la mentira es una buena inversión, que rinde pingüe dividendo. Si lo que se pretende es forjar miedo como columna del estado, la citada oficina es una buena apuesta, aunque burda, como todo lo que sale de mentes militares; ahora bien, se consigue el mismo objetivo con medios menos aparatosos. Retos nada mediocres. Es preciso demandar a nuestros líderes de gobierno y oposición un estado al servicio del ciudadano que comienza la andadura del nuevo milenio con muchas rémoras heredadas de la historia. Frente a los agoreros, el estado es una forma de organización vigente y con futuro, sólo que en permanente adaptación a un mundo abierto y complejo. Al estado siempre se le ha exigido protección, que no asfixia, como lo han entendido muchos dirigentes. La complejidad de las situaciones y problemas actuales y futuros exige la 26/02/2002. adaptación del estado en simbiosis con la persona y la Tierra. Aquí, el debate nacionalista reflejado en los medios de comunicación preside el cacareo nacional y desgraciadamente un conflicto arqueológico en el País Vasco se lleva grandes dosis de energía, porque causa muertes y afecta cual leucemia a la libertad de todos. Sin embargo, somos de un país que pierde capacidad de producir y crea empleos basura para personas muy formadas. También vivimos en un país en el que tratan de engañarnos con la confusión entre modernización económica y privatización, para que unos cuantos se adueñen con la ley en la mano de lo que es patrimonio de todos, e incluso se juegue criminalmente con la seguridad y salud de los ciudadanos. El estado tiene como obligación el formar a sus ciudadanos, que no es catequizar ni adoctrinar ni ahormar. La persona supera la condición de animal porque es capaz de inventar. Aquí se sigue investigando poco, las universidades suelen ser unas maquinarias burocratizadas y con alergia a la creatividad, se gasta poco en innovar y la educación sirve como arma arrojadiza entre partidarios y detractores de viejos y nuevos métodos. Educar no debería ser una tortura, más bien el único camino de salvación para la persona entre sus congéneres, la base y actividad sólida que nos hace dignos. Aquí el debate sobre la educación gira en torno a la disciplina y los exámenes de reválida, como cuando se instruía al igual que en el cuartel, evidentemente porque en un caldo de cultivo social desvalorizado no puede brotar un proyecto que mire a la complejidad de la vida cara a cara. Los jóvenes no son enemigos de la sociedad ni individuos marginales, son tan personas como el adulto o el anciano, no creo que necesiten una acción política específica, aunque sí especial, que no pasa por la creación de un ministerio, genial idea de la oposición socialista, siguiendo la vieja consigna de que frente a un problema irresoluble o aparentemente sin solución se crea una comisión, en este caso un ministerio. El estado –como ciudadanos que son– debe cuidar a los jóvenes. Cuidar es procurar su educación y posibilitarles una vida en libertad y con dignidad, según las capacidades de cada uno y sus deseos. El estado debe ser el marco para las reglas del juego aprobadas por todos y el regulador. Esto no es nuevo, forma parte de la esencia de la democracia. Lo novedoso, lo retador es el tiempo de la sociedad de la información y de la comunicación, esa sociedad abierta e inabarcable. La libertad es asunto más complejo que el emitir un voto, cosa de la que entiende muy bien la mercadotecnia política, que también ejerce doblez al equiparar democracia y votación, y sólo eso. El estado debe ser un marco para la libertad en definitiva, aunque tenga que reconocer que el ámbito de la ciudadanía es universal: somos andaluces, españoles y europeos, por poner un ejemplo, ya que necesitamos psicológica y socialmente una etiqueta de identificación. Los líderes de gobierno y oposición, si quieren hacer valer su condición, tienen que responder a retos como los apuntados. Responder como se responde hoy: aprendiendo. Pero tienen que tener claro hacia donde nos arrastra la corriente, en la que debemos de tratar de gobernar la barcaza. Aquí, en el diálogo social, poco se escucha sobre los temas importantes del estado y en cambio se practica mucho la tertulia y la deslengua. Quizá sea el peso de la tradición. Asignatura suspendida. La Iglesia es constante, por eso es vieja y sabia y sabe barrer para sus intereses. Insiste nuevamente en que su asignatura tenga validez académica en las aulas. Los jefes de la Iglesia la llaman la religión, dado que ellos defienden desde hace 2002 años que la suya es la única y verdadera. Pero todos sabemos que hay muchas religiones. España es un estado aconfesional, aunque como país gira en la órbita cultural católica. Que se enseñe la religión católica en la escuela en el contexto de todas las religiones es deseable, se muestra al joven una parte importante de nuestra historia cultural. Sin embargo, en lo que la Iglesia insiste es en el adoctrinamiento. La doctrina es el cuerpo de ideas que usan entre ellos quienes tienen una fe, por lo que el adoctrinamiento tiene su razón dentro de la propia Iglesia, que tiene sus catequesis. Esto que sirve para la Iglesia católica sirve también para las otras instituciones que tienen como principio el adoctrinamiento. Nos enteramos ahora por la Conferencia Episcopal que hay conversaciones con los partidos políticos para establecer la asignatura de religión católica en la escuela, como una más, puntuable para el currículo escolar del alumno. Han dicho que hay acuerdo con el Partido Popular, el Partido Nacionalista Vasco y Convergencia i Unió, y que no logran convencer al Partido Socialista Obrero Español. Por lo que se ve, los demás partidos no deben contar para la Iglesia, lo que no es beneficioso para los intereses eclesiales si quieren conseguir el consenso entre todos. Siempre a la chita callando. El caso es que tales partidos tienen una responsabilidad histórica sobre la sociedad que comparten y es que la asignatura citada, como adoctrinamiento, no tiene lugar ni cabida en una educación para a libertad, con base científica y con la luz y la duda como guía. La vuelta a estudiar 27/02/2002. religión para aprobar será un paso atrás que nuestra sociedad no se puede permitir. Que se sepa. A propósito de la lealtad. Con esto de la lealtad en España se ha vuelto al lenguaje de los hidalgos, que debían fidelidad al rey, sólo que el presidente del gobierno, José María Aznar, no es el rey, que el legítimo se llama Juan Carlos, que ejerce como jefe del estado. Señalo al señor Aznar porque de él procede el abuso del término leal y su contrario, cuando un político de la oposición o ciudadano español no dice o hace lo que el presidente cree debe decir o hacer. Como todas las tonterías que se precien, éstas acaban contagiando, en este caso, a su gobierno. El rey sí que podría decir que la duquesa de Alba es desleal, en el caso supuesto que la pacífica señora conspirase contra la monarquía que Juan Carlos representa. No puede decir el presidente de gobierno que Rodríguez Zapatero es desleal cuando visita Marruecos en su calidad de representante del primer partido de la oposición. Hay otros calificativos para la acción de crítica política. Tampoco puede acusar de desleal al anterior presidente de gobierno, el socialista Felipe González, por viajar a Tánger en compañía de amigos y familiares para comprar, como lo puede hacer otro ciudadano. Da que pensar tanto abuso del término desleal. ¿Acaso llega a pensar el respetado líder de la derecha que los españoles son vasallos? Por fortuna sabemos que tal pensamiento no sería cierto y que Aznar no aspira a ser rey, que ha anunciado que se retira del gobierno cuando cumpla la legislatura, como todo un señor. Pero algún asesor debería advertir sobre el mal uso de la lealtad. 27/02/2002. El miedo es libre de establecerse donde la razón pierde el dominio o donde la prudencia cede el paso a la cobardía. El caso es que es ahora cuando nos enteramos de que el gobierno de Estados Unidos ha creado un gobierno en la sombra, como un papel secante integrado por funcionarios eficientes y sacrificados, cuya misión es única: que el control del imperio no pierda el norte ante el ataque del enemigo. Es el sueño del perfecto emperador ilustrado. El conocer este hecho debería ser un dato tranquilizador. El mundo está en buenas manos. Nuestra libertad tiene, al menos, un seguro. Si la maldad ataca y gana, alguien nos defenderá desde la sombra y el bien, al menos, tiene una oportunidad de triunfar. Que hubiera un gobierno en la sombra, protegido, oculto, era un plan, desde los primeros tiempos de la guerra fría –aquel tiempo no tan lejano en el que la Unión Soviética podría arrasar el mundo libre con la amenaza de la guerra atómica– que ahora se ha llevado a cabo. Se ha hecho una realidad cuando el período de la guerra fría ha pasado a los manuales de historia. El presidente de Estados Unidos emite el mensaje que viene a decir que los enemigos de América son en realidad los enemigos de todos. El 11 de septiembre de 2001 fue el inicio del gran ataque; Bin Laden era la cara del diablo; Al Qaeda, esa organización de la maldad, al estilo de las películas de Louis de Funes, es una de las encarnaciones del enemigo, que ya no tiene un nombre propio como el que representaba el peligro bolchevique. El caso es que seguimos bajo los designios del miedo. Lo lamentable de este anecdótico hecho histórico es comprobar que damos un paso atrás, no para avanzar dos hacia delante, sino para continuar con el estado primitivo, al servicio de los miedosos. ¿Será ésta una noticia falsa? Ojalá. O no. 02/03/2002. Contra la misma piedra, siempre, la que la crueldad humana coloca en el camino de la especie humana sobre el Planeta. Cuando se constata esto, un día cualquiera de este invierno, día húmedo y ventoso, la esperanza se disuelve en la cortina de agua que desde la mar se arroja sobre la tierra para regar sus campos. Bienvenida la lluvia, perdida momentáneamente esa esperanza en la humanidad civilizada. Así, por ejemplo, Ariel Sharon y Yasir Arafat parecen esperar al peor imposible para alcanzar la paz para sus pueblos, ésa es la esperanza trágica que se puede aventurar estos días en que siguen cayendo víctimas israelíes y palestinas. Esa guerra que no es guerra sino matanza terrorista y sistemática tanda de crímenes consentidos contra la humanidad, sobre los que no se vislumbra la remota posibilidad de que haya algún día reparto de justicia o tribunal contra los culpables. La diplomacia otorga. Israel es un país protegido del país-imperio y Palestina es… ¿qué es? ¿Quiénes son sus aliados? La crueldad. Robert Mugabe es conocido por su afición a la intimidación política. Preside Zimbabwe, país africano en el que está en marcha un proceso electoral, por llamarlo así dado que pretende conservar la formalidad de la democracia. Mugabe teme perder las elecciones y no duda en enviar a sus secuaces para que siembren el terror. La diplomacia también otorga. En la órbita del anterior imperio británico, el ex país-imperio deja hacer, Europa calla por el momento y África… ¿Quién escucha a África? El país-imperio de hoy tiene miedo, protege sus fronteras contra un posible ataque con armas atómicas. Proclama el hecho a los cuatro vientos, bien para asegurarse, bien para crear más miedo en sus ciudadanos. Con el miedo como excusa, con la cruzada contra el terrorismo como misión, Estados Unidos está 05/03/2002. encabezando una serie de acciones que están haciendo sonrojar al derecho, el internacional y el propio. Pasan cosas extrañas en nombre de la libertad, no sólo la existencia de prisioneros en Guantánamo o de desaparecidos en el territorio norteamericano, acusados de terroristas o actuaciones militares de las que no se informa, además de ese gobierno en la sombra o de la censurada Oficina de influencia estratégica. Pasan cosas graves, que están haciendo enrojecer al derecho. El derecho pierde el terreno ante el terrorismo. A los terroristas parece importarles un bledo, esto está en la lógica de su actividad contra lo civilizado. A los estados debería importarles mucho, el derecho. La barbarie no quiere ningún estado de derecho, su mayor esfuerzo es precisamente atraer hacia su abismo al estado democrático. Bárbaros integrados en ETA ponen una bomba en el retrete de la Bolsa de Bilbao, con la clara intención no conseguida, merced a la casualidad, de provocar una masacre, para ellos simbólica contra el capitalismo. Esos mismos bárbaros amedrentan a un líder histórico del sindicalismo socialista, Nicolás Redondo, dejándole a la puerta de su casa un recadito, en forma de falsa bomba casera: olla exprés y bombona de gas. Un aviso. Días atrás dos personas vivieron el aviso con mutilaciones en sus cuerpos. Tendrá que ver con la crisis interna y las dudas de los socialistas vascos, en esa región donde la democracia también es formal; sí, como en Zimbabwe. El bárbaro no quiere el derecho, es mamporrero, y atrae a sus enemigos a su cruel terreno de juego. Quizá porque nos educaron en una época histórica optimista en la que, pese a la dictadura de Franco en España, en el extranjero se apostaba por la Declaración universal de derechos humanos; quizá por eso creamos en la tendencia progresiva de la historia, aunque haya días de invierno que asustan, y con razones de sobra. Está bajo sospecha. La administración norteamericana no tiene las manos limpias, pero el Departamento de estado emite anualmente un informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo. España está en el mundo, así que algo le toca que jugar en este tema y el caso es que no gusta a los norteamericanos cómo trata la policía a los inmigrantes, algunos machos hispánicos a sus mujeres y de pasada el terrorismo de ETA, con sus consecuencias en el momento de las contramedidas. Estos lunares parecen ser tales, pues han sido tratados de pasada en los medios de comunicación. Los derechos humanos en el Planeta no marchan viento en popa; no habría que preocuparse por las anomalías hispanas, pecadillos en comparación con lo que está cayendo por esos mundos de dios. Pero me temo que habría que ocuparse. El terrorismo de ETA es una lacra cancerígena de nuestra sociedad, que no puede quedar sólo en manos de la policía; afortunadamente no hay que hablar del ejército por el momento. Por otra parte, los ciudadanos no debemos tolerar comportamientos salvajes con personas del otro sexo que, además, se suponen de su círculo amado. La inmigración que nos está llegando parece que desborda la imaginación tanto de los políticos gobernantes como de la oposición. No son, por lo tanto, pequeños lunares de una sociedad que, por lo demás, parece que quiere vivir con libertad, aunque dé la impresión de que no esté muy dispuesta a sacrificarse por ello. Un sacrificio que no requeriría sangre y fuego, que no se trata de eso. De ello se encarga el presidente George W. Bush al enviar a sus tropas a luchar contra Al-Qaeda en las montañas afganas. Se trata del sacrificio de ejercer la responsabilidad. Los problemas políticos que genera el terrorismo vasco no los van a 06/03/2002. resolver los políticos profesionales, son los ciudadanos que viven en el País Vasco quienes tienen que coger el toro por los cuernos, rechazando activamente el totalitarismo del nacionalismo cerrado a sus mitos, sea el paraíso perdido, sea la tierra prometida. Todos los ciudadanos, en el caso de la violencia contra las mujeres, tenemos que plantearnos cotidianamente qué significa realmente la igualdad, la libertad, la justicia y la dignidad. Es evidente que la mujer no es inferior como ser y eso se demuestra en las pequeñas cosas también. Tampoco los profesionales de la política van a zanjar los problemas que genera la llegada de personas con otros hábitos, algunos perniciosos; quizá todos debemos comenzar a mirarlos como personas, no seres extraños, ajenos y peligrosos. La responsabilidad es una asignatura pendiente de una sociedad infantilizada durante la dictadura, desposeída de ilusiones durante la transición y acomodada en la opulencia en los últimos años de convivencia democrática. Una sociedad que espera que le resuelvan las situaciones conflictivas; que parece haber perdido algunos de los valores aconsejables para afrontar los retos de la vida con dignidad, que cree tener miedo a demasiadas cosas, incluso a sus propios cachorros, como se refleja en los últimos acontecimientos en los que hay jóvenes por medio, que tratan de divertirse y escapar durante noches y madrugadas mediante las drogas: éxtasis, cocaína, alcohol… No son todos, claro, pero arman ruido, y como siempre ha sucedido entre los transgresores, algunos se quedan en el camino. Entonces llega el desgarro de vestiduras de los medios de comunicación y la estupefacción de los parientes afectados, como el caso de los familiares de los muchachos muertos por ingerir pastillas de éxtasis en una fiesta en Málaga. Curioso que el español tenga la tendencia de acudir al juzgado, como solución. Quien piense en el juzgado como solución se equivoca totalmente. El tribunal tratará de establecer justicia ante la ruptura de la convivencia, pero el daño ya se hizo antes de la denuncia. La justicia tratará de erradicar la ira de la venganza y de restituir el orden quebrado. Poco más puede hacer. La corrección está en las manos de la sociedad. Por lo demás esto no es novedad en una sociedad que ha heredado los hábitos culturales y jurídicos de la Atenas más clásica y de la Roma civilizadora. Quizá se vaya hoy al juzgado como otrora se iba a la iglesia del pueblo, para llorar las penas y demandar la fuerza, en ésta del Dios cristiano, en aquel, la del juez. Sólo que el juez es un ciudadano que de lo que sabe es de leyes. No es todopoderoso. En el caso de los chicos muertos por sobredosis, es la policía quien debe buscar a los vendedores de droga y los familiares –directamente los padres– son los encargados de educar. ¡Tarea difícil ésta! Un reto de los de verdad, el educar. Su objetivo, el encauzar a ciudadanos libres para que vivan su libertad compartida, que para esto hay que saber y mucho, no solamente conocimientos técnicos y humanísticos, también conocer la importancia de las pequeñas cosas que hacen de la vida un bien insustituible, único e irrepetible para cada uno de nosotros y de los demás. Todas esas pequeñas cosas están directamente relacionadas con el ser y el estar en el Planeta. Quiero indicar que si bien no somos los reyes de la creación –un bonito cuento para mentes infantiles, deliciosas, contado por sujetos muy interesados– podemos ser los ciudadanos de la dignidad de una especie que necesita de las otras y de un marco natural que es el que tolera que el extraño fenómeno de la vida se reproduzca. Son las pequeñas cosas del proceso natural, que muchas veces aborrecemos. Ejes malvados. El señalar con el dedo no ha sido nunca bien visto, al menos en nuestra cultura latina. El presidente norteamericano, George W. Bush, ha señalado a tres países –Irak, Irán y Corea del Norte– como culpables malignos, inventándose la calificación de integrar un “eje del mal”. Se trataba de todo un ejercicio de retórica ante la Cámara de Representantes, que a todos nos puede salir caro, dado que tras las palabras pueden llegar las armas; lo han hecho en casos similares del pasado. Ignacio Ramonet, periodista prestigioso, ha acuñado su propio eje del mal en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique de marzo. El eje estaría integrado aquí por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), organizaciones a las que acusa de desestabilizar el mundo con sus políticas económicas. También es éste otro ejercicio de retórica. La retórica es un anciano estilo que nos sirve para explicarnos o no; para ambas cosas. Estados Unidos asemeja un grandullón buscando pelea, para defender la libertad englobada en los principios fundacionales e ideales de una nación, que incluyen directamente el comerciar con libertad y el ser el número uno en todo, también en la riqueza. Como país-imperio que es actualmente, parece que sus dirigentes hacen hincapié en lo de la riqueza y menos en lo de la libertad para vivir en paz y dignidad, caso de que no sea tenga la fortuna de ser ciudadano norteamericano. En nombre de la libertad siempre se han cometido atropellos. El país-imperio ha protagonizado algunos sonados, pero el que esté libre de culpa, ya se sabe. En estos tiempos de confusión lo que se le debiera exigir a una nación que tiene ideales dignos de defender es que haga hincapié en los mismos, 07/03/2002. compensando el afán de botín, que es a lo que realmente suena la bolsa del liberalismo económico sin fronteras. La exigencia está en manos de los ciudadanos del Planeta preocupados por una situación lamentable en muchos frentes, a través de las instituciones que los representan, los estados que apuestan también por la libertad, pero tratan de compensar el libre comercio con la protección de los ciudadanos. El otro eje del mal de esta retórica, FMI, BM y OMC, en teoría tiene en su poder la redistribución mundial de la riqueza – una importante misión–, aunque la realidad tozuda se empeña en lo contrario en demasiadas ocasiones. Es un hecho incontestable que hay cada vez más pobres en el Planeta; pobres que no tienen para sobrevivir, incluso en sociedades regidas por las reglas de los mercados consumistas. No hay duda que caso de suprimirse estas instituciones internacionales habría que crear otras. Aquí también los ciudadanos preocupados tienen mucho que aportar a través de sus instituciones. La obligación de ayudar a los que no pueden valerse por sí mismos es un mandato emanado de la propia supervivencia como especie. Claro es que esta declaración de buenas intenciones no va a impedir que los poderosos ricos quieran ser más ricos, que su ideología sea la triunfadora, que nos carguemos entre todos el delicado mecanismo de la vida sobre la Tierra. Los ricos ambiciosos no saben hacia dónde se dirigen ni les interesa, en su riqueza está el fin y el medio. La ideología que emiten y protegen está avalada por la ciencia que crea la elite intelectual, aunque tampoco tenga una finalidad, salvo la de autoprotegerse. En lo que sí se ve el camino es en la destrucción de la habitación humana, sin pedir permiso a otras especies con las que cohabitamos. ¿Y si el enemigo está en uno mismo? El rostro maldecible de Europa. Es una frase, como se escriben tantas, pero me viene a la mente al contemplar un rostro en una fotografía. Ha sido tomada estos días, aunque tiene aire antiguo. Me explico, expresa ese cierto aire de familia que emiten las caras autoritarias al replicar al observador, recriminándole su inferioridad por no poseer la verdad. Cabeza grande y rostro ovalado, hecho que se acentúa por la calvicie provocada, y esa mirada altiva… Pim Fortuyn es el fotografiado, milita en un partido llamado Lefbaar y ha triunfado en Rótterdam gracias a su ideología xenófoba. Sus vecinos lo han votado democráticamente para que ponga orden al caos que importan los inmigrantes. Hay muchos holandeses opulentos, por lo que se ve, que están hartos frente al desorden de lo diferente y tendrán sus razones. Esta Europa que busca una identidad común tiene un turbio pasado de intolerancia contra lo otro. El enemigo religioso de tantas guerras; las persecuciones a las minorías; el exterminio judío del pasado siglo. Son brochazos de lo maldecible. Claro que estas cosas sucedían en estados aislados y bárbaros, ahora Europa es otra realidad. Pero en Alemania han ardido casas de turcos, con turcos incluidos; en España se ha llegado a cazar al marroquí en las tierras del plástico almeriense; en Inglaterra ha habido revueltas raciales, como si fuera la India. Pim Fortuyn quiere limpiar Rótterdam de indeseables y aspira a poderlo hacer en todo el país, cuya doctrina social oficial presume de ser intransigentemente tolerante, dado que uno mismo es la única guía de salvación y testimonio de la grandeza del Dios cristiano. Claro que estos son incidentes aislados y la victoria política de este último una anécdota histórica –se pretende–, como la presencia de Le Pen, en la cuna de la libertad francesa. 11/03/2002. Europa es otra realidad, no se sabe cuál, de hecho, y ahora andan buscándola para fundar unos nuevos cimientos con los que nos identifiquemos. A la espera del resultado que propongan los pensadores que dirige Jacques Chirac, la Europa opulenta tiene que absorber a los desheredados del propio continente, de África y del resto del mundo que atraviesan sus fronteras con la esperanza de integrarse en esa dignidad que han visto en las pantallas de las televisiones, en las casbahs, en los villorrios del Atlas, en las sabanas, en las ciudades de hojalata de los arrabales de metrópolis asediadas por las guerras tribales. De viejo viene que los ciudadanos europeos se hayan mofado de los vecinos, franceses, ingleses, belgas, italianos, españoles, alemanes, portugueses. Todos valen para la mofa, por ser distintos. También para el rechazo, aunque a fuerza de costumbre el asunto se ha hecho llevadero, teniendo en cuenta que el color de la piel es más o menos blanco y que el turismo ha conjuntado muchas voluntades. ¡Ah! Y todos cristianos. Ahora, dentro de las fronteras, no sólo aumentan los colores, del moreno-moreno al negro-negro, con otros tonos amarillentos y aceitunados; no sólo, también las otras maneras de contemplar el mundo, algunas muy rudimentarias para los hijos de la Ilustración, y de adorar al dios que, salvo los místicos de cualquier parte, difícil es de ver. También aumenta la apetencia de compartir la riqueza, cuando muchas de estas personas que ahora llegan sin los papeles oportunos y obligatorios serían no hace tanto tiempo súbditos coloniales con derechos restringidos, en un momento muy rudimentario de la civilización. Su apetencia hay quien la contempla como afán de rapiña. En este contexto Pim Fortuyn no es una anécdota. Cabe esperar que la cara maldecible de Europa no resucite aquí y allá, sumando fuerzas. La identidad buscada tendrá que alimentarse de mestizaje. La identidad, que se supone un proceso y no un fin, por mucha ansia precipitada que pudiera haber, tiene sus cimientos en los derechos de la persona, forjados precisamente en la sangre de generaciones que no tuvieron su oportunidad para disfrutar de la libertad y de la dignidad. ¿Acaso no esté esa identidad ante nuestros ojos? Que todas las personas son iguales; que todas ellas son diferentes; que el valor de una vida no tiene cálculo contable; que el estar vivo aquí y ahora tiene un pasado que heredamos y promete un futuro al que no asistiremos, pero la casa común debe ser conservada para ello. ¿Quiénes piensan que el vivir en un escaparate blindado no tiene riesgos? El del asalto, por ejemplo. Pues lo piensan los tontos; esas personas peligrosas –no importa que sean corteses–, que prefieren pagar y mucho para que otros les defiendan con armas y dientes, aunque sean tacañas cuando se les pide que repartan entre los que los miran desde el otro lado del escaparate. Se cumplen seis meses del asalto a las torres gemelas del imperio. Un motivo para estar con los que sufren la pérdida de sus seres queridos –más de 2.000 víctimas–. La propaganda aprovecha una buena veta para seguir metiendo miedo en el cuerpo y solicitar apoyo rotundo a favor de la guerra contra el terrorismo. En estos seis meses todos hemos perdido libertad. En este medio año se han hecho buenos negocios con las armas. El país-imperio remonta el vuelo económico y Europa espera seguir el ejemplo del más grande. El país-imperio juega con el fantasma de nuevas guerras y la Bolsa de Nueva York sube. Sobre el valor de las palabras se tiene la impresión de haber escuchado todo. Error. Estos días e habla de la guerra con una facilidad inconsciente. Horror. El presidente de Estados Unidos ha declarado una guerra, amenazando que no concluirá hasta ganarla. George W. Bush le ha declarado la guerra al mal, encarnado en el terrorismo. En los comienzos del tercer milenio se declara, por primera vez, la guerra a una abstracción. He aquí la facilidad de la amenaza; he aquí la inconsciencia en las actuaciones. Las guerras no son abstractas. Los terroristas son personas – que se comportan como fieras frente al acoso–. Los estados son organizaciones donde conviven personas –que pueden también comportarse institucionalmente como fieras frente al acoso–. Como la guerra no es abstracta, Estados Unidos volverá a atacar a un estado, como lo ha hecho al de Afganistán, para destruir la organización y sustituirla por otra. En otro tiempo se declaraba la guerra protocolariamente, se avisaba. Todo indica que Irak será el estado atacado, pero también puede serlo Corea del Norte o Irán, o Yemen o Somalia. No se sabe. Los terroristas son atacados, sin aviso. El derecho internacional es atacado también. Éste es el paisaje después de la batalla del 11 de septiembre de 2001. No es la Tierra el mejor sitio para programar el próximo viaje turístico. Desgraciadamente no podemos elegir otro lugar. Bush lidera la guerra de las naciones libres, quizá también la del capitalismo sin fronteras –puede ser éste el sistema más libre para comerciar puesto en marcha por la humanidad, pero ni el único ni el mejor, por lo que se ve–; quizá también la de los opulentos que pretenden continuar con la rapiña. Es muy posible que el terror no sea tan unilateral como creen Bush y los aliados. 12/03/2002. Una historia emotiva. En aquellos días de gloria para la prensa se publicaban buenas historias emotivas; las calificaban como de interés humano. Cualquier reportero que se preciase imitaba al mejor Charles Dickens. La televisión, medio mucho más democrático que la prensa al decir del filósofo Gustavo Bueno, es una gran provocadora de historias plenas de emoción, aunque su especialidad sea más bien la de la sensiblería. El hombre común es el gran protagonista de las televisiones accesibles a todos en España. Llega estos días a los medios masivos, a propósito, una historia muy emotiva, con dos fotografías de la misma persona como atractivo y sustancia. Se trata de una niña afgana, tenía entonces doce años, y esa misma persona con una treintena encima, y sus ojos. Un primer plano de la mujer fue la portada de la revista National Geographic; ahora ha repetido. Los ojos verdes de la niña estaban vivos, los de ahora están velados por la vida, una vida miserable, nos cuentan. Aquella foto simbolizó la tragedia que vivía Afganistán, invadida entonces por las tropas de la Unión Soviética. Nos dicen ahora que el nuevo rostro simboliza la tragedia de una mujer afgana, casada a los trece años, madre de cuatro criaturas, una de ellas ya muerta, que se ha quitado el gurka ocultador para hacerse esta segunda foto –la segunda vez que la fotografiaban en su vida, también nos cuentan–, después de una compleja labor de localización de esta persona, en la que se ha utilizado la técnica de identificación a través del iris de los ojos. Quizá tanta ansia de identificación venga a cuento porque también se publicó que la entonces niña había llegado a ser la profesora de inglés de los hijos del terrorista más buscado, Bin Laden; patraña, por lo visto, inventada por los servicios de inteligencia norteamericanos. 14/03/2002. Una historia emotiva, con mitología moderna, no tan grandiosa como la del creador del género, Homero –si hacemos caso a la historia de la literatura–, pero sí más digerible para la mente cocida en el discurso de la racionalidad. Los entendidos señalan que la esencia de la fotografía, que la hace trascendente, es su capacidad de captar el instante irrepetible de la presencia humana. Ese instante que permite interpretar la vida. Bien. Se trata de un buen discurso racional para una nueva mitología a la medida humana. También este discurso pertenece al de las gran líneas de la historia, al de los esfuerzos de Sísifo entre la divinidad y el fondo del valle y viceversa. Pero uno puede, asimismo, contemplar otra cosa: el rostro, en dos instantes, de la vida obligada. La niña-mujer de la historia sería entonces el símbolo de todos nosotros: aquellos ojos sorprendidos, estos ojos cansados. Sorprendidos ante la maldad-bondad (proceso infinito que se atrae, se repele y se contamina mutuamente); cansados de un esfuerzo baldío, asumido por uno mismo y los suyos supervivientes, si se da el caso. Esta historia ya pertenecería al discurso vulgar de la vida, en la que se sufre porque la fuerza vital nace, se desarrolla y muere; pero se sufre más porque es el ser humano quien interviene para que otros seres humanos, la inmensa mayoría, acorten su fuerza vital física y espiritualmente. Físicamente: matándolos de hambre. Espiritualmente: tratándolos como a perros vagabundos. ¿A que esta historia es vulgar? Pues no por ello deja de ser importante; en realidad, única para cada uno de nosotros. A ver, aunque se tenga la esperanza de la vida eterna en alguno de los paraísos recreados, el afrontar el aquí y ahora es responsabilidad única de cada uno –no hay otro protagonista–, que siempre alguien trata de robarte. Europa quiere el pleno empleo. La Unión Europea, organización regional, adquirió el compromiso de alcanzar el pleno empleo en sus dominios en el año 2012, habría que señalar con más exactitud. Las grandes cifras indican que este objetivo implica incorporar al mercado laboral a unos 20 millones de personas. Se trata de un cálculo teórico, claro. La frase ‘pleno empleo’ es mítica, recoge la expresión de un ideal bienaventurado para derechas e izquierdas, empresarios y sindicatos, ciudadanos y inmigrantes sin papeles. Como cualquier otro mito admite interpretaciones. Uno duda si estarán hablando de lo mismo, cuando se refieren al objetivo, los firmantes liberalizadores del compromiso de Lisboa –reunión en la que se acordó la aspiración– y los sindicatos; o esos gobernantes empeñados en desmontar los diferentes estilos del estado social y los ciudadanos que desarrollan durante una gran parte de su vida una profesión para vivir materialmente, o al menos lo intentan. Un sindicalista piensa en un empleado justamente pagado que le permita vivir dignamente y desarrollarse como persona. Un empresario piensa en un empleado barato, que no comprometa a su institución, y muy productivo. El casar estos dos objetivos se antoja imposible, de ahí que en este conflicto el fuerte acabe imponiendo su interés, aunque para que el dictado no resulte sangrante –desaparecieron en las zonas desarrolladas política y económicamente la esclavitud y los siervos de la gleba–, los estados democráticos arbitran en el conflicto. Sospecho que los sindicatos quieren un pleno empleo con prestaciones sociales. Sospecho que el capital necesita un pleno empleo sin prestaciones sociales, para poder ser muy productivo y muy competitivo. Inquieta el afán de algunos por liberalizar los 15/03/2002. estados siguiendo una línea de pensamiento incubada y desarrollada bajo el prestigio intelectual de la denominada escuela de Chicago. Inquieta que la liberalización tienda a aplicarse con prioridad al desmontaje de conquistas sociales de los gobernados, aunque se anuncie a bombo y platillo que la tal debe de aplicarse a todos los ámbitos de la sociedad. Lo del pleno empleo se ha convertido en un lema propagandístico en el comienzo de la cumbre de Barcelona, en la que se reúnen los gobernantes de la Unión Europea. Suena a cebo, porque de lo que se trata en esta reunión de los máximos responsables es de acelerar la liberalización en los países comunitarios. Si quieren que haya trabajo para todos los europeos hay que liberalizar todos los sectores económicos y desbaratar los mecanismos sociales de control que impiden la explotación sin trabas de las personas. Este hecho está ocurriendo en otras zonas del Planeta que, por cierto, llegan a ser muy productivas y aceradamente competitivas. El problema menospreciado por los tecnócratas de la productividad es el que se plantea con qué tipo de empleo, que es una arista de otro problema al que hay que dar respuesta continuamente: qué tipo de sociedad se quiere; que, a su vez, integra otro problema sustancial sobre la persona y su presencia en la Tierra. Llevamos siglos balbuceando respuestas. El concepto abstracto de liberalización huele a mecanicismo trasnochado para nuestras sociedades complejas, sobre todo cuando se aplican recetas firmadas con la complacencia de la teoría que se supone engloba. Con algunas de estas recetas, bajo el imperio de la libertad, lo que precisamente se consigue es llevar a cabo desmanes contra la libertad de las clases sociales que no pueden controlar los mecanismos de poder. Bajo la condena de lo posible. Dicen que ser artista de la posibilidad es la máxima del político, quien deberá refrenar el deseo ante todo lo deseable, bien que la apetencia del poder absoluto es la gran tentación y la gran desgracia de lo humano. Hoy hay que celebrar el día contra el racismo. Yo no sé cómo, salvo en el pensamiento con dolor de espíritu, por ejemplo, contemplando en las imágenes de la televisión el comportamiento racista de una parte de los israelíes contra los palestinos. Sólo que esa parte es la que está en el gobierno del estado de Israel. Lo deseable… Queríamos que no se lapidara a Zafiya Husaini, acusada de adúltera, y el gobierno de Nigeria ha declarado anticonstitucional la sharía, esa práctica bárbara que hay quien utiliza en nombre de Alá, al igual que nuestros antepasados católicos quemaban en las hogueras a los herejes. Estas desgracias ocurren lejos. Aquí tenemos otro muerto por terroristas de ETA. Nuestra desgracia. Aunque da la impresión de que la banalidad adormece a una sociedad aferrada a la reciente opulencia. Un concurso de jóvenes que aspiran al triunfo cantando sigue dando que hablar, ocupando horas y horas de televisión. Otro concurso, de jóvenes que aspiran al triunfo con sus cuerpos, es la cabeza que ofrece el moderno periodismo de investigación español, demostrando con ciertas técnicas repugnantes la sinvergonzonería e ilegalidad de un fraude contra esos chicos. Entre pillos anda el juego. El concurso está amañado y a ello se dedican horas y horas de televisión en distintas cadenas. La gran adormidera nacional en un país donde cada colectivo se coloca a su manera, en una interpretación libre del carpe diem. Pillos también los que incubaron muchos meses atrás un problema que ha estallado ahora, cuando permitieron que miles de jornaleros marroquíes se quedaran en Huelva con la promesa de 21/03/2002. trabajo en la actual campaña de recogida de fresas, que en absoluto se está cumpliendo. Son unos 7.000, se informa, deambulando por los campos, hambrientos, desesperados. Sólo tienen permiso para trabajar en la provincia andaluza y no los contratan. Han sido sustituidos por jornaleras de Polonia. Moros y cristianos, como en los viejos tiempos. La Unión Europea tiene un problema urgente que abordar, el de la inmigración, pero los políticos del momento tienen sus propias prioridades, como se vio en la reciente cumbre de Barcelona, entre las que destaca la distribución del mercado energético. Un energúmeno, que es cargo gubernamental en Italia, ya ha expuesto su particular receta contra los barcos de inmigrantes que se cuelan en las costas de su país: los hundiría a cañonazos. Esta posibilidad del deseo de Umberto Bossi es un juego retórico por el momento, aunque Italia esté bajo emergencia nacional por el miedo a la inmigración, alimentado con la histeria de un gobierno que preside un buen ejemplar del capitalista liberal –para sus negocios–, Silvio Berlusconi, cuyo nombre en el sonido castellano tiene reminiscencias picarescas. Allí también tienen su desgracia causada por el terrorismo que asesina a un hombre que asesoraba al presidente en un proyecto de relaciones laborales que rechazan los sindicatos. Se informa que vuelven las Brigadas Rojas. El miedo. El mismo que ha despertado a los peruanos con la explosión de dos coches bomba en el centro de Lima, a la espera de la llegada del presidente de la nación-imperio, el que está empecinado en acabar con el terror, aunque por el momento es éste el que le acompaña. George Bush quiere la guerra contra el terror y ahora le toca el turno a Irak; como Ariel Sharon quiere exterminar a los palestinos. Estados Unidos otorga. La Unión Europea calla. Naciones Unidas ha dicho que quiere un estado palestino. Como no se den prisa puede que no haya palestinos para ubicarlos en un estado. El deseo de paz, pues, es una posibilidad del arte de lo posible. Siempre en precario, porque los halcones tienen la particularidad de querer siempre bronca. No hay explicaciones racionales para todo. Para el comportamiento violento, tampoco. Tal es que parece que la humanidad disfrutara con la guerra, explicando que aquí humanidad sería el colectivo global del animal calificado como homo sapiens –una importante contradicción cuando hablamos de guerras– a lo largo de la historia que conocemos. La realidad es que la humanidad, la mayoría de las personas de la misma historia, la han padecido, mientras una minoría ha sacado su ventaja: desde el afán de sangre a la rapiña, pasando por el honor y el reconocimiento que se da a los héroes. Así es cómo los halcones provocan a las palomas y éstas se tornan halcones. Al final parece como si en todo momento y circunstancia fueran las aves de rapiña, en sentido figurado, las que mandasen. En Monterrey se encuentran reunidos los dignatarios para tratar de articular medidas para que millones de seres de nuestra especie no se mueran de hambre. Se marcan objetivos, que en el pasado no se han cumplido. ¡Ala! Que se consiga salvar a la mitad de los que se prevé que van a desaparecer en la hambruna. ¡Vaya éxito! La Europa rica ofrece como un gran avance para ayudar el aportar un porcentaje del 0,39 de la riqueza bruta producida, cuando hace años el objetivo mínimo era el de 0,7. Olvidamos que los ricos lo son porque no dan nada y, cuando reparten, les echan la culpa a los pobres, por serlo. En las manos que estamos. Ni qué decir que encomendar en sus manos nuestros espíritus –los de los que apostamos por la supervivencia de la especie en paz y gozando de la libertad– es una temeridad. Explicaciones siguen: hay dirigentes que no están a la altura, que puestos a dirigir nos encaminan a ese infierno al que tanto temen los humanos con fe; y hay dirigentes poderosos a los que no sólo hay que temer, es que hay que quitarles el poder, como es el caso presente de Ariel Sharon…, por las buenas y democráticas maneras. George W. Bush nos encamina a un infierno a costa de nuestra salvación capitalista. Parece que despreció la virulencia del enfrentamiento entre israelíes y palestinos y ahora ve empantanada su iniciativa de acabar con el imperio del mal, cuando el conflicto en Oriente próximo ha llegado a un extremo imposible, o sea, exterminio insensato abocado a una negociación: ni los israelíes desaparecerán, que bien se cuidan ellos con sus armas, ni los palestinos tampoco, aunque sean ahora sufrientes y los que harán sufrir. Hemos llegado al tercer milenio y la locura impera sobre el derecho internacional. Triste. Realidad. Thomas Hobbes presente. También existen dirigentes-chinches aprendices de brujo y pienso en la que quiere ser candidata a la presidencia en Andalucía, alcaldesa de Cádiz, que acaba de presentar su página web, cuya fuerza comunicativa tiene como base la injuria contra la oposición socialista. El Partido Popular llegó al poder años atrás con el insulto por delante; les fue bien, con rentabilidad política. Siguen en la brecha. Los socialistas, en representación del empuje progresista, recogen pasados fracasos del impulso marchitado en distintos momentos históricos. La señora citada, Teófila Martínez, ha llegado a robar el lenguaje a la izquierda: habla de revolución. 02/04/2002. Cuidado con el partidismo. La imposición de la parte. Cuando ni siquiera en nuestro país los partidos tenían existencia real, eran agrupaciones electorales, ya había tendencia a imponer la política de la parte sobre el interés general. Nuestra historia del siglo XIX ofrece claros ejemplos de decisiones de un partido revocadas a continuación por el triunfador de la siguiente elección o golpe de mano. Esta forma de comportarse políticamente tuvo tristes consecuencias en los importantes campos de las libertades y de la educación. En 1939 una parte rompió la baraja e impuso la dictadura, tras una guerra. Muerto el dictador, las fuerzas democráticas trataron de alcanzar un consenso en temas considerados como fundamentales para la nueva andadura constitucional, en la que seguimos por deseo de los ciudadanos. Las mayorías absolutas padecen de la soberbia en el diálogo con las fuerzas minoritarias, pero el partidismo es una enfermedad política que mina el cuerpo social. Lo primero les sucedió a los socialistas durante una parte de su estancia al mando del gobierno. En cuanto al partidismo, éste está asomando las orejas en la última legislatura del Partido Popular, en la que por lo demás, como ya es hábito político generalizado, gobierna con la soberbia de quien detenta la mayoría del voto. Las libertades y la educación son los campos predilectos para la actuación partidista, cuando de lo que se trata es de imponer una ideología por encima del interés de todos. Los populares tratan de imponer estos días una nueva ley de partidos políticos con el único fin, que es moralmente loable, de ilegalizar a una fuerza política vasca, camaleónica en cuanto a cambios de nombres, que apoya la violencia terrorista y comportamientos xenófobos intolerables. Este tipo de leyes, muy complejas para la 11/04/2002. técnica jurídica, tienen que tener el respaldo de todas las fuerzas políticas democráticas. En el terreno de la educación, el citado partido gobernante impuso una ley de Reforma universitaria que, como tantas leyes educativas de tiempos pasados, tiene todos los visos de ser derogada en cuanto haya un cambio de gobierno. Va a imponer una reforma de la enseñanza secundaria que ofrece la misma impresión. Claro que el objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza en todos sus niveles nunca se puede perder de vista por todos, por eso se requiere que todos sean escuchados: los partidos políticos de la oposición, los representantes de los docentes y alumnos y también los miembros de la sociedad más directamente implicados. Claro que el acuerdo general es imposible y que el gobierno tiene que gobernar, pero de esto a la imposición partidista va un gran trecho que hay que andar con hábitos democráticos. Además, como España es un país federado de hecho, quizá más complejo que si fuera de derecho, resulta que el gobierno de la nación no puede imponer tan ricamente sus criterios a los gobiernos autónomos. Puestos a ver orejas, en estos temas como en otros se ven las de la ideología centralista del Partido Popular. Es una opción, un tanto fuera del tiempo histórico de la Constitución vigente. La democracia española tendrá que defenderse de sus enemigos infiltrados, como lo tienen que hacer los demócratas vascos. La calidad educativa tiene que ser mejorada, porque es importante para la libertad de los ciudadanos, en una sociedad que redistribuya con justicia su riqueza. Por esto, precisamente, es tan importante que todos tengan la oportunidad de educarse y que se destinen los recursos económicos suficientes para ello. Los pasitos de una justicia internacional, capaz de sentar ante un tribunal a una persona cuyo comportamiento haya atentado con la humanidad, representada en personas asesinadas o cuyos derechos fundamentales hayan sido violados impunemente. Bienvenida sea la Corte penal internacional, que se vaticina comience a funcionar el próximo verano. Que todavía haya países importantes que se nieguen a firmar el acuerdo para su funcionamiento bajo Naciones Unidas – caso de Estados Unidos, Rusia y China– es preocupante; desmerece el importante paso de la constitución de la citada corte en La Haya, aunque sea un pasito. La esperanza estriba en que también costó mucho esfuerzo crear esas Naciones Unidas y aprobar la Declaración universal de derechos; ahí están, al menos no se cuestiona abiertamente ni su desaparición ni la abolición de tal declaración. Esperemos que con el tiempo tampoco se quiera dar un paso atrás, desarmando el tribunal que dará más dignidad a la persona sobre el Planeta, aunque poderosos, astutos y criminales sigan pretendiendo campar por sus respetos. El derecho internacional, que no cuenta con el brazo armado de un estado concreto detrás, todavía es considerado una entelequia por parte de muchos, pese a lo mucho andado desde siglos atrás. Ahora bien, su ventaja es que si el mundo es global o no será, tarde será mas el derecho internacional irá ganando terreno en la fuerza de quienes luchan por un planeta Tierra más justo frente a los que anteponen bien el interés propio, bien el particular de un estado, sin importarles que corra la sangre. No dudo que Ariel Sharon se sienta legitimado al ordenar las terroríficas operaciones contra las ciudades palestinas, pero no por ello deja de ser un asesino y candidato a sentarse en la Corte penal internacional. 15/04/2002. No nos libramos del horror y pagaremos en su momento la miseria moral demostrada. El gobierno socialista holandés, presidido por Win Kok, presenta su dimisión al sentir vergüenza por su actuación el 11 de julio de 1995, día en el que el general Ratko Mladic, que se siente servio y bosnio y con patente para asesinar por ello –buscado aún por la justicia internacional– ordenó el asesinato de 7.500 personas en la ciudad de Srebrenica, ante la pasividad y colaboración de las tropas holandesas bajo el mando de Naciones Unidas, dicen ahora que inexpertas, mal preparadas y sin órdenes concretas de actuación. Se trata de un gesto simbólico, que no devolverá la dignidad ni a los fallecidos ni a sus familias ni a los ciudadanos bosnios que sobrevivieron. [Una de sus faltas es la de creer en Alá] Yenín es una ciudad, campo de refugiados, gueto, un espacio apto para que personas palestinas vivieran sin molestar a los ocupantes israelíes. El trabajo de limpieza puesto en funcionamiento por Ariel Sharon ha dedicado una decena de días a arrasar el lugar, donde ahora se respira el olor acre y dulzón de los cadáveres; dicen las tropas israelíes que todos ellos son o bien terroristas o bien civiles en armas. Secretismo, ocultamiento, mentiras consentidas: el horror. Hoy por hoy el pueblo palestino es un pueblo apestado y solo. No le han ayudado sus hermanos árabes; Estados Unidos deja hacer a su protegido judío, y la Unión Europea muestra su impotencia y mira a otro lado cuando le conviene. Lo que está ocurriendo en los territorios palestinos es un desastre. La miseria moral demostrada por las democracias occidentales es una pésima inversión. ¿Cómo vamos a querer que nos quieran? En un rincón de África también han matado a cientos de inocentes, pero a quién le importa. 17/04/2002. Modos de estar aquí, los de estas cuatro personas que manejan las palabras: Salvador Pániker, José Manuel Caballero Bonald, Juan Goytisolo y António Lobo Antunes, de los que he leído últimamente diferentes textos autobiográficos. Son personajes de diversas y complejas trayectorias vitales que, para mí, tienen en común el que su edad va por delante de la mía, un hecho no sólo biológico, dado que lo importante del mismo es que han iluminado sombras entre las que he tenido –y qué sé de lo que depara lo por venir– que desenvolverme. A los cuatro los admiro por su forma de escribir y de expresar sus pensamientos, con independencia en este caso de la perfección artística alcanzada en sus obras, a las que también me he ido asomando con deleite. Han iluminado las sombras entre las que me desenvuelvo en mi estar aquí: de sentirme persona que trata de expresarse escribiendo, luchando con una lengua que intento tallar con el talento del que dispongo. Claro que mi tiempo es otro, pero me siento cómplice de sus angustias, porque son también las mías. Tres españoles y un portugués, quien me tienta a conocer su lengua. He encontrado en ellos algunas respuestas y, también, resignaciones, en cuanto a los problemas del vivir que se plantean, y muestras de un cierto valor para plantar cara frente a las dudas que he visto presionan sobre el escritor. Ellos me han mostrado que lo de perder el tiempo no es, precisamente, lo que he estado haciendo en el correr de mis años; que antepuse otras prioridades, acertadas y equivocadas, pero calificarlas así no deja de ser una argucia de aquel que ha vivido. Que lo que se sabe, se sabe, y lo que se ignora, se ignora. Hasta el suspiro final, impredecible, se tiene que seguir viviendo con amor y angustia. No hay más remedio que hacer camino al andar. 18/04/2002. Una obviedad que escandaliza a unos, que bien pudiera ser la protesta de los ciegos, no por enfermedad sino por ceguera propiciada por una venda en los ojos. Días atrás Felipe González jugó con las palabras en torno al pasado del Partido socialista que él protagonizó y el presente, se supone que tras cambio de rumbo, del que se quejó por no comprobar la existencia de un proyecto. Felipe González lideró a los que empujaron al socialismo de izquierdas de la era industrial hacia el centro político de las sociedades conquistadas plenamente por el capitalismo; éstas en las que toda fuerza que aspire al poder quiere el centro, quedando los extremos para los idealistas utópicos de la bondad humana y los dictadores que quieren imponer arcadias que nunca existieron. Lideró su partido como lo hizo en el estado español: con pasos de gato con botas hacia la modernidad que se escapó mediante trauma en la década de los treinta del siglo pasado. Los españoles quisimos ser plenamente europeos –de los de la unión– y lo conseguimos, para bien y para mal. Pues el socialismo español anda sin proyecto, como también carecen de él los partidos socialistas que le han servido de referencia. España dejó tiempo atrás de ser punto y aparte en la política europea: el modelo es el mismo. Suelen ser los socialistas, aquí y allí, más mirados en las maneras de expresarse democráticamente, pero lo que es alternativa al modelo de capitalismo liberal, apreciar no se aprecia. No es que sean tiempos de confusión, más parece que no se está dispuesto a cambiar de modelo económico, que sus bondades tapan sus defectos, en las sociedades de la opulencia claro: como hay mucho para repartir, pues algunas migajas caen de la mesa del rico. 14/05/2002. Un modelo económico que impregna todos los discursos y por relación los comportamientos. No se trata tanto de que exista un pensamiento único, como acuña la frase propagandística despectiva, como de que todos los pensamientos tengan miedo de dejar de ser correctos. La corrección la impone un ideario burgués en el que la libertad más libre es la del beneficio, que se traduce físicamente en dinero, con lo que un simple elemento de intercambio se convierte en un valor al que los valores éticos –el comportamiento humano, sin distinción de razas– conceden la calificación de supremo valor. No es de extrañar pues que en nuestras sociedades opulentas, civilizadas, democráticas, se premie y admire el triunfo de los pillos, siempre y cuando sean correctos. Sobre el proyecto y su ausencia del socialismo no se trata de ser un maestro Liendres con catecismo escondido en la manga. Tendrán los socialistas que proponer políticas en las sociedades que pretendan gobernar, sin olvidar lo fundamental. Ellos han difundido una serie de valores que han hecho bien a la humanidad, no solamente a las sociedades respectivas, a todos; valores que en muchos puntos del Planeta todavía están en mantillas. En estos momentos de los discursos correctos en las sociedades de la opulencia lo que se echa en falta es, precisamente, una apuesta firme y pública por los valores que consiguen frenar a los depredadores, aquellos que prefieren la fuerza de la camada a la convivencia de la sociedad civil, en la que la persona es algo mucho más que una función económica, es un ser único que tienen un tiempo desconocido para tratar de desarrollarse junto con los seres de su especie y de su Planeta, que nos acoge a todos mientras navega vertiginosamente en el espacio. Con estos valores se pueden hacer proyectos concretos. Desconfiemos de los que piden menos estado, al tiempo que legislan para imponer su estado de la cuestión. Estado es una forma política, sustentada jurídica y militarmente. El estado de la cuestión es ideología para el beneficio de los particulares listos y avispados. Una cosa es el ser único que cada uno es y otra el individuo que lo personifica. Los individuos lo son porque se desenvuelven en un colectivo que los reconoce y protege. Si algunos individuos –pocos o muchos– invaden las funciones de colectivo, éste se resiente. En la tensión entre lo privado y lo público –modo de verse el conflicto permanente entre el individuo y el colectivo– si lo primero invade lo segundo no sólo proliferan los ladrones de altos vuelos, también descarrilan trenes en el Reino Unido; si lo segundo invade lo primero, no sólo se implantan sociedades monolíticas, suele suceder que los menesteres cotidianos que permiten la alimentación de la población, por ejemplo, no funcionen. A comienzos de este siglo, en las sociedades opulentas de occidente se está dando una invasión de lo privado sobre lo público, camuflada en el argumento contrario; ése que pide en definitiva menos estado. En la referida tensión no creo que se llegue a un equilibrio natural, más bien el conflicto es el que debe encontrar puntos de convivencia, poco estables. El estado liberal capitalista –tan por lo privado él– está viviendo unos momentos orondos, de dulce que dicen algunos andaluces para referirse a lo excelente, pero también está engendrando dentro unos enemigos irracionales capaces de acabar con lo liberal, el capitalismo y el estado. Ya sucedió. No hay que 16/05/2002. ser agoreros sino pesimistas ilustrados, no anonadarse por la propaganda y luchar por lo público. Propaganda es que se vaya a aprobar con el nombre de ley de partidos políticos una norma que sólo va a servir para tratar de ilegalizar a un grupo político, de nombre cambiante, que apoya acciones terroristas, salvajadas. También lo es que otra ley se titule de mejora de la calidad de la enseñanza, no sólo con el objetivo de criar ciudadanos dóciles desde la tierna infancia –objetivo generalizado de este tipo de leyes– y clasificados, asimismo para introducir la religión católica como verdad universal y la escuela de pago subvencionada por todos los que declaran a Hacienda, entre otras cuestiones. La propaganda apunta a los inmigrantes como causantes de ese concepto que llaman inseguridad ciudadana y a los desempleados como culpables de su propia desgracia laboral, raterillos de los recursos de todos. La burguesía siempre ha tratado de anteponer su máximo beneficio, esencia del capitalismo. Las clases medias siempre se han mostrado temerosas, ante todo. La clase trabajadora antes luchaba por la mejora de su condición, que ahora parece pasar, de nuevo, por votar a irracionales xenófobos y dictatoriales, más o menos camuflados, en Austria, Italia, Francia y Holanda, por el momento. Aquí, durante las dos legislaturas de José María Aznar, se nos está vendiendo la ilusión de que todos y cada uno podemos ser accionistas de esta gran empresa que se llama España, aunque las privatizaciones de nuestro capital público han beneficiado a unos pocos avispados o el obispado de Bilbao ha amasado sus riquezas en el paraíso fiscal de las islas Jersey, por señalar dos notas de color vergonzoso, que poco a poco se irán sabiendo esos asuntos que no podrá disimular la propaganda. El orden natural de las cosas, que nos lleva de la mano a la muerte. Sobre este pensamiento, que es redondo y simple, crea una novela António Lobo Antunes. Confieso que desconfío de la expresión: obra maestra; no tengo fe en las obras maestras del ego de alguno aplaudido, con razonadas razones, por otros; detesto, de verdad, la terminología solemne, sobre todo cuando se emplea para tratar de describir la obra de Sísifo, que hay mucha palabrería suelta supuestamente solemne. ¿Cuantos partidos de fútbol del siglo hay cada temporada? Sé que El orden natural de las cosas me ha impactado. Quiero decir que ha agitado mi espíritu cuando me ha permitido intuir lo innombrable. Con sencillez y sin aspavientos la muerte es innombrable. La sociedad moderna, creo que sea cual sea el punto del planeta, la niega, o sea, la oculta, aunque la manipule a su vez como elemento del espectáculo, lo impactante, lo efímero, la excitación compulsiva que necesita la información global. La muerte es innombrable porque fagocita el fracaso. ¿La sociedad de emprendedores puede admitir, siquiera como hipótesis, el fracaso de la existencia? Sería un absurdo el mero intento de incentivar tanto desvelo si el interesado supiera que su esfuerzo está condenado al fracaso: el orden natural de las cosas es que nos vamos a morir. Tratan de amaestrarnos, en la familia, en la escuela, en la calle, en los trabajos para ganarse una vida, con el objetivo de conquistar la naturaleza, o lo que también implica conquistar la vida eterna, lo cual es mentira. Tuvieron que inventar el paraíso, dado este tongo, sin que nadie haya levantado monumentos al gran inventor. Nuestros desvelos son ríos que al mar van a evacuar. Es tan desesperante. Por esto mismo los literatos se acogen al carpe diem. Quema el instante, como lo hacen los que ingieren pastillas 17/05/2002. de éxtasis y bailan frenéticamente dentro de una horda sudorosa, extasiada, agónica. Fin de semana encerrado vibrando con la tribu, solo que es uno más uno. Quema el instante, en vez de saborea el instante, mensaje milenario que nos llega de Oriente. Nuestros desvelos, nuestros desvelos, los que producen marcas en la piel que cualquier corporación de las que prometen rejuvenecernos jura que las suprimirá. ¡Estúpidos! “En esa época, más allá del níspero, había un árbol de China cuyas hojas hacían vibrar lentejuelas en el muro, y en noviembre se percibía la bronquitis de los sapos en los huecos del revoque: me despertaba por la noche con su canto, el brigadier de boina vasca, que a principios de siglo volara de Lisboa a París en una carraca de lona, fue a hablar con mi padre sobre el incordio de los sapos, cortaron el árbol de China, los sapos agonizaron al sol, pero las raíces continuaron creciendo y levantaron una parte de la casa, oblicua como un paquebote adornado en un prado de tomillo y azafrán que las voces me obligaban a abandonar criticando la cocina, las cacerolas, los platos y los cubiertos amontonados en la repisa, los paños de cocina, una ristra de cebollas en una viga…” (pp. 527-528. El orden natural de las cosas. Siruela, 2001). Esta manera de unir las palabras que expresan pensamientos en sentimientos y sensaciones no necesita apoyarse en la imagen, por eso todavía podemos seguir hablando de literatura. Textos y más textos, papel y más papel que ahora prometen reciclar, que no van a suplantar a la imagen, ni a la literatura. Textos e imágenes del negocio del entretenimiento, del adormecimiento, del envenenamiento, que no todo ha de ser fútbol, o baloncesto o béisbol. Textos e imágenes que llenan espacio del tiempo, ese tiempo de fuga. Temo la expresión obra maestra he dicho, y amo encontrarme con la palabra. Las palabras de un texto como este orden natural del que hablo, que me sugiere Lobo Antunes, con el que he sufrido, con el que he participado, con el que vivido. Con el que me siento cómplice, con unos instrumentos comunes, que sobrevuelan las lenguas; esas palabras únicas capaces de expresar ideas; ideas que tienen vida, mundo propio dado que actúan, se conectan, se crean, recrean y destruyen, absorbiendo y analizando el mundo real al que rendimos pleitesía al despertar cada mañana, no el mundo real de la televisión, de los medios de comunicación en general, tan irreales como nuestras pesadillas. Leyendo textos como éste me compadezco de la dicha que no pueden disfrutar los que no leen, de los que prefieren quedarse en el pensamiento sin desbastar. Claro que leer y pensar no está al alcance de todos, ya dice la voz rancia que no está hecha la miel para la boca del burro. El adoctrinamiento produce monstruos. Éstos son de dos tipos: activos y pasivos. Pero no hay que llevarse a engaño, ya que ambos son peligrosos para nuestra especie. Los activos creen en el paraíso y están dispuestos a entregar la vida de otro para alcanzarlo; también integran el colectivo especimenes puros que se inmolan. En cuanto a los pacíficos, están menos motivados por la utopía, dado que han sido desactivados hasta tal punto que, por comer caliente, es que ni rechistan. Los adoctrinados pasivos suelen ser las víctimas predilectas de los activistas, que creen en dios o en la idea, ante quienes deben doblegarse las testuces de la camada humana. A veces los pasivos son los que engordan, sin pretenderlo, a los fanáticos adoctrinados. Como pavos cebados para la cena de Navidad, sólo que son los pavos los que devoran a los comensales. El estado es el monopolio de la violencia y sus palabras son doctrina, bien al modo espartano, bien al ateniense. Con el primer método se suele acabar marcando el paso de la oca mientras se invoca la idea de que por el imperio se llega a dios. El segundo suele crear ciudadanos responsables que delegan sus obligaciones en un ejercicio de responsabilidad, lo cual es una irresponsabilidad muy cómoda, que acaba convirtiendo los asuntos de estado en asuntos de familia, esas oligarquías denunciadas desde los tiempos remotos. Un buen ciudadano pasivo por el adoctrinamiento piensa en su yo: centro del universo y para el que representa, más bien peor que mejor, un personaje. Su mundo son sus cuatro cosas y cualquier otro añadido le agobia, son los favoritos de los psiquiatras acomodados. El activo también adora el yo, pero su yo es abstracto y universal: el yo de su religión, el yo de su nación, el yo de su raza. El yo del primero ejerce su tiranía desde el interior; 20/05/2002. el del segundo es un tirano externo: se puede observar cuando se reúne la cédula de la organización terrorista o la masa en la plaza de Oriente, al grito unísono de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! (Al menos mientras se sigan conservando las filmaciones de aquellos encuentros.) Los adoctrinados que son pasivos tienen sus momentos de exaltación, el jubileo de una vida de pesares, cuando su equipo de fútbol gana la Liga de campeones o, si es más modesto, asciende a Primera división. (El triunfo de unos jóvenes Hércules en ropa deportiva de marca.) Los adoctrinados que son activos tienen sus instantes de gloria cuando estrellan unos aviones comerciales en los edificios más altos de la capital imperial; se hacen reventar en medio de un restaurante haciendo que le acompañen por unos instantes sus víctimas, que él inmediatamente se desvía hacia el paraíso de aguas cristalinas e hidromiel y los otros se quedan en la muerte; se ensañan con un tren repleto de seguidores de otros dioses. Barbaridades así que el tiempo nos habrá de ofrecer aún más crueles. En momentos históricos así ambos acaparan la atención de grandes espacios en los medios de comunicación que, como ya se va sospechando, son los portavoces del adoctrinamiento, junto con las escuelas y las madrazas, entre otros mecanismos amamantados por las ubres de la socialización. Unos y otros son peligrosos para nuestra especie, queda dicho, desde el momento en que no reparan en acabar con ella, bien sea por la vía rápida del asesinato, bien por la vía lenta de la depredación constante, contada y moliente. Lo curioso es que unos y otros suelen coincidir en aferrarse al dios reconocido de cada cual, aunque ese dios no tenga ni arte ni parte en la imbecilidad de sus fieles. No se sabe si piden apoyo a la lectura o una subvención, para vender sus periódicos y libros, muchos títulos, a pesar de que se quejan de que hay pocos lectores. Ahora son los editores de diarios españoles quienes le piden al Gobierno de España que fomente la lectura. Hay que ser reservados en esto de que el personal lea, aunque sí que es preocupante el ya presente desentrenamiento en la utilización de ideas abstractas, y a veces uno piensa que también comunes, que el avance de la tecnología audiovisual nos ha traído de la mano. No parece que las ideas, que tienen su vida propia aunque parezca cosa de magia, puedan llegar a conceptos profundos siguiendo el culebreo de la cinta emulsionada con productos químicos, de la magnética, o de la combinación binaria del documento audiovisual informático. Se pueden contar buenos argumentos, pero la abstracción de la idea se escapa cual prisionero habilidoso. Como a toda regla, algunas excepciones se pueden contar en las artes plásticas. Pero expresar el pensamiento es asunto de la palabra. Y el mejor vehículo de la palabra es la letra impresa que usamos desde hace miles de años para tratar de comprender comprendiéndonos. Otra cosa que es que se consigan los objetivos dichos. Dadas las dificultades demostradas, también es muy previsible que para apoderarnos de la abstracción con la imagen han de pasar muchas lunas, como diría el experimentado anciano de la tribu. Pero el asunto del reclamo de arriba es el de ofrecer incentivos para la lectura, ya que el obligar a leer, porque la letra con sangre entra, parece una barbaridad manifiesta. Por la parte pública, el período de instrucción en la escuela debe facilitar las herramientas para interpretar los signos y poder tener una idea de 21/05/2002. la clasificación de especies y géneros, además de una pizca de picardía para saber distinguir los buenos libros de los malos. Pero el amor al placer de la lectura es asunto más íntimo. Lo íntimo se desenvuelve en el territorio de lo privado. Una familia, de las clásicas o de parejas de hecho, en la que se aprecie la lectura, que posea libros, que les guarde el respeto debido, puede ser el primer anillo del círculo, pero sólo puede ser, que el acto de leer es íntimo. En lo privado se puede motivar para que se amen los libros y uno se deleite en lo que dicen. Pero ese uno es el que tiene que emprender el camino en solitario, que se hace andando deleitándose en lo que los libros buenos pueden enseñarnos de lo que podemos conocer y no nos conocemos. Y aquí, que cada palo aguante su vela. En cuanto a eso de los libros malos, no es que éstos contengan mayor o menor número de perversidades, es que lo que guardan es inútil para cualquier camino, salvo para incrementar el negocio del mercado editorial. Los editores piden que se fomente la lectura porque les va el empeño comercial en ello. Están en su derecho. No creo que este gobierno liberal que manda ahora vaya a caer en la tentación de subvencionar a las empresas editoras, descaradamente, lo que iría contra sus principios de libre comercio. En cuanto a los editores de diarios disponen de otras regalías, si son buenos chicos con el poder. Además, el Gobierno de España ha prometido hacer un gran dispendio en introducir las nuevas tecnologías de la información, que es lo productivo, aunque todavía ande estudiando el proyecto. Además, por tradición, la gente de derecha no ha sido muy partidaria de que el común sea lector. Ya se ha apuntado que ideas y lecturas hacen migas, y por esta causa se educan ciudadanos pensantes, que siempre son enemigos potenciales. El miedo. Primero se supo que George W. Bush había sido alertado de lo que podía posar un día cualquiera del otoño del 2001, cuando descansaba en unas vacaciones, seguramente bien merecidas, y los papeles durmieron sobre una mesa. A continuación, el miedo vuelve a extenderse como mancha oleaginosa anunciando un inminente ataque terrorista; se comienzan a citar países concretos: Estados Unidos, Reino Unido; a citar sitios emblemáticos: el puente de Brooklin, la Estatua de la libertad; de medios terroríficos: explosivos en edificios, venenos, bacterias mortíferas. El miedo, no contra las otros, contra los suyos-nuestros-nosotros. Sospechosa propagación del miedo. La histeria llega al punto de que el que da la cara por los responsables de evitar los atentados reconoce que no se puede hacer nada. Que la maldición caerá. Faltó el añadir: ¡arrepentios! Juegan a tenernos cogidos por el cuello. El espectáculo está servido para los medios de persuasión, principalmente para las cadenas televisivas norteamericanas, que compiten de forma canalla. Los Estados Unidos tienen miedo y su Gobierno quiere que también el mundo tenga miedo al enemigo invisible. No hay que despreciar que este miedo virtual tenga su hora trágica, como la del 11 de septiembre. Ahora bien, un miedo real del momento tendría que fijar algunas caras conocidas, entre ellas las del principal protagonista, el señor Bush; caras de irresponsables pese a su gravedad de maneras. Da miedo real el contemplar en manos de quién está el poder. Da miedo saber qué intereses defienden. Da miedo constatar lo evidente: también ellos son peligrosos, tanto como los otros. Dispuestos a matar inocentes, que no están en nuestro bando. Los malditos daños colaterales. 22/05/2002. El capitalismo está en forma, viene a señalar un análisis del Economist, felicitándose porque ha sido capaz de superar las crisis. Avanza, es un hecho, como lo es que lo hace sin control por parte de los afectados, precisamente no los que mueven el capital sin fronteras, sino los que tienen que moverse con el son del capital. La dictadura comunista soviética cayó por su inviabilidad tanto política, social y económica, como caerán Cuba y Corea del norte; La República Popular China es todavía comunista de nombre para gestionar la convivencia de miles de ciudadanos, férreamente, pero se mueve en el modo de hacer capitalista. Sin enemigos del pasado, la ideología capitalista propaga el capitalismo como un fin, ocultando lo esencial, que el capitalismo es un medio para explotar y distribuir bienes, que tiene como viento a favor la libertad y como descrédito la codicia, madre de la pobreza. Sin pretenderlo, como dosis homeopática, la socialdemocracia ha contribuido a enquistar el capitalismo como fin. Bajo el valor de la solidaridad ha propiciado políticas para subvencionar a los pobres –los desempleados en las sociedades opulentas–, hacer la vista gorda fiscal y que contuvieran los costes del trabajo: salarios y seguridad social, con el objetivo de la paz social necesaria para mercados estables y negocios prósperos. Estas políticas han mantenido y mantienen el orden en el patio, pero no contribuyen a fomentar otro valor, el de la justicia en la distribución de la riqueza que genera cada comunidad. Tanto que andan buscando valores los herederos del socialismo, lo mejor sería repasar los ya inventados por los que estuvieron antes que nosotros: la libertad, la igualdad, la fraternidad… hálitos morales, retorcidos cuando se ha querido 23/05/2002. porque no se ha aplicado la política necesaria para que existieran en el único marco posible: el espacio público compartido entre personas ambiciosas. El capitalismo en forma, desde la ideología del Economist, ha aumentado su codicia merced a la tecnología, la misma que comienzan a usar los afectados para contestar al desenfreno, ya que es inobjetable que el Planeta es global para todos. Siglo que se abre convulso, que ha de fructificar en nuevas realidades y esperanzas para la humanidad, como ha venido sucediendo. Sea como fuere, frente al capitalismo como fin en sí mismo hay que poner en marcha nuevas políticas que posibiliten una distribución de la riqueza que se aproxime a lo justo dentro de cada comunidad gobernada por sus representantes, elegidos democráticamente. Afortunadamente la democracia, como medio político de gobierno, es cada vez más aceptada universalmente. Y el aporte de la tecnología de la comunicación hace que esto sea una marea incontenible. El estigma del pasado de cada uno. Más bien lo contemplo como un barroco prócer de casino de pueblo andaluz, toque de Juan de Mairena machadiano, pizca del Séneca pemaniano, eso sí prócer con buenas intenciones pasado por el tamiz de la modernidad, que como el abuelo de la familia Cebolleta, propenso a contar las batallitas que a mí me gustan, que cantaba la chirigota Los cruzados mágicos, ya historia del Carnaval de Cádiz. Eso sí, a Felipe González le pesa su pasado. Tiene el estigma de no haber hecho lo que le pidió la mayoría de los ciudadanos españoles en su momento, dándole el poder para ello; le dio la oportunidad de conseguir que el capitalismo repartiera más equitativamente la riqueza de todos entre todos. Evidentemente, fue una quimera quijotesca, fruto de un tiempo de ilusos. Felipe González y sus gobiernos apostaron por las políticas socialdemócratas que han tratado de impedir que el capitalismo neoliberal se lo zampe todo; pero eso no es distribuir equitativamente la riqueza. El conflicto continúa, con malos tiempos para los socialdemócratas. También es cierto que muchos de los que ahora detestan al ex presidente suelen obviar que la política es el arte de lo posible y que suele ganar el que más fuerza tiene, o lo que en lengua antigua era traducido como buenos soldados y buenos dineros. Como anteriormente otros políticos progresistas españoles Felipe González fracasó, tras diez años gobernando. Es el destino sabido en un mundo en el que el poder lo ejercen los que no tienen piedad cuando el negocio es el de defender la propiedad, aunque sea por medios legales. Pero la frustración fue colectiva. Él era uno de los nuestros, del grupo, del clan, de la familia, no por otro motivo le llamaban y le siguen llamando Felipe; a secas. 24/05/2002. Sigue en la brecha. Dice no querer retirarse a escribir sus memorias y da la impresión de que quiere volver al poder, aunque por el momento defienda su pasado como presidente, le encante poner nerviosos a los actuales gobernantes de la derecha, usando precisamente los resortes de los mismos medios de comunicación que lo vistieron de demonio –en un campaña sucia para acabar con un político–, y expongan teorías sobre la realidad, atractivas, que todo político profesional que se precie nunca aplicaría en el caso de poder hacerlo. Él lo sabe. Además de un prócer de casino dado a las tertulias, Felipe reencarna en el imaginario popular aquella gracia de los grandes toreros, cuando ya no los hay –que lo que se da son excelentes profesionales matadores–; capaz de arrastrar en el cortejo a admiradores y detractores dándose de gorrazos entre ellos y de codazos por acercársele. Quizá por esto lo deteste tanto Aznar. Cosas del país. Pensar, poco; abroncar, lo que se pueda. Aquí en España, bendita tierra, se disfruta con la polémica, el conflicto bronco se cosecha sin apenas arar; se siembra la semilla y brota esplendoroso. El arar, o sea, el pensar, no es de la afición del ciudadano espectador, menos de los actores, que tienen, eso sí, un gran corazón, el mismo que nos hizo seres irreales en los cuentos de antaño. Porque se sigue siendo un país polemista a pesar de la modernidad, que nos debería haber transformado; a pesar de las autonomías, pues cuando se polemiza se hace con el espíritu español: al contrario, ni el agua. No se ha llegado a armar la de San Quintín porque son obispos, pero bien calientes que les están poniendo las orejas. Todo porque los obispos de las provincias vascas se agarran al poder nacionalista, que es el que manda ahora en el País vasco, y no han escrito en la pastoral con la que pastorean a los servidores del dios católico que los miembros de ETA son unos “asesinos” y que también son “asesinos” los que militan en el denominado con auto bombo movimiento de liberación vasco, lo apoyan y lo votan. “Asesinos”, textualmente, que es como hubiese querido ver escrito el Gobierno de España, recogiendo las voluntades de millones de españoles, hastiados de terrorismo; precisamente, lo que pretenden los terroristas. Como tampoco han escrito “condena”, condenando a los delincuentes al infierno, que a la cárcel ya se les lleva cuando los tribunales de justicia pueden llegar a juzgar a los individuos que hacen del terror un modo de vida y un arma política para doblegar voluntades con el miedo. ¡La que se ha montado en el gallinero! En un corral del que su Constitución dice que es aconfesional. Sin ánimo de polemizar, como reflexión: 2002 años de experiencia avalan a la Iglesia junto al poder civil, procurando no 04/06/2002. juzgarlo desde la ética. Los problemas políticos acaban encontrando soluciones políticas. El que atenta contra la vida, la libertad y la dignidad de las personas tiene que ser perseguido, juzgado y castigado si fuese culpable. Los que apoyan el movimiento de liberación vasco deberían saber que el pueblo vasco no tiene que liberarse; los vascos son libres. Las banderas las inventaron los humanos, los dioses no las tienen porque no las necesitan. Por cierto, el no matarás no es un precepto religioso, es un comportamiento primordial para preservar nuestra especie. Tiempos vendrán que nos harán ver claramente cuánto de artificio y estupidez hay en esta cuestión vasca, mas hasta entonces habrá que seguir sufriendo, que no con los brazos cruzados frente a las sinrazones. En cuanto a las polémicas, con curas de por medio además, no sirven para nada; quizá para acalorarse y soltar adrenalina, dicen que atempera los nervios de los sanguíneos. Lo repudiable de la polémica hispánica es que tiende a sustituir a la política. Se nos calienta la boca y se nos atrofia paralelamente el cerebro, con el resultado de no encontrar finalmente las soluciones consensuadas ante los problemas, como es el del desempleo, por ejemplo, enquistado en una sociedad que ya ha llegado a contemplarlo como una de aquellas epidemias bíblicas. Ahora se vive la bronca por la convocatoria sindical de una huelga general, tras la imposición gubernamental de unas medidas para aliviar las estadísticas del desempleo, más que para fomentar empleos dignos, se sospecha. Una imposición sin diálogo, medicina que ha acreditado su ineficacia desde los tiempos de Viriato. Evidentemente, en política siempre hay desencuentros intelectuales y verbales, que en democracia conducen a los encuentros, claro que eso nunca se consigue ni chillando ni con los cojones sobre la mesa, al hispánico modo del que ya se ha hecho referencia, que parece no haber sido educado por la modernidad ni por la división territorial y política de un estado, que todavía presume con hazañas tipo Numancia, Sagunto, el Alcázar de Toledo o el encierro con seis toros, seis mihuras, de un torero. A propósito de la modernidad. Cuando las tecnologías de los medios de comunicación permiten la difusión de análisis y opiniones fuera de los círculos restringidos, pues en vez de mesurarnos lo que se ha conseguido en transformar la tertulia de la barbería o del café, cargada de infundios y ramplonerías, en el testimonio de lo público por excelencia, terreno de juego ideal para estas polémicas bronquistas, en las que se espanta al pensamiento, sustituido por la compulsión de las neuronas, que ésta es cuestión física. Se piensa para convencer, que no disuadir. Fuera de control. Ésta es la impresión que uno obtiene al observar, padecer o participar, en este trasiego vertiginoso en el que están inmersas nuestras sociedades occidentales. No importa el rincón donde uno se encuentre, se verá afectado por el vértigo de los cambios. Muchos de los esquemas en los que nos trataron de educar son reliquias. Si uno ha procurado estar al día, al menos puede entender, aunque se sea incapaz de comprender. Dudo que ni siquiera los que disponen de resortes de poder puedan. De ahí esa sensación de fuera de control que, muy posiblemente, no sea una sensación sino un hecho. Las noticias que nos llegan del mundo –las noticias son casi siempre malas noticias– reflejan auténticos disparates, en cuanto se quiera aplicar en su análisis algo de sentimiento y razón humanos. Es un disparate que se le declare la guerra a un fantasma, pues el terror es un fantasma que asesina y destruye cuando puede. Estados Unidos, que nació como nación en pie de guerra, le ha declarado la misma a ese fantasma. Es un disparate esta otra situación: que se disponga de medios técnicos para erradicar enfermedades como el SIDA, que está diezmando a la población en un muchas zonas de África, medios que no se aplican allí donde más se los necesita; claro que los medicamentos están en manos de industrias que los producen para obtener beneficios. Que haya millones de hambrientos es otro disparate cuando la humanidad podría dar de comer el hambriento merced al dominio adquirido de la naturaleza, sólo que el alimento es un arma, como la bomba atómica. Es preocupante que el conocimiento adquirido por generaciones también se haya transformado en mercancía, intangible pero vendible, que sólo una minoría usa 19/06/2002. privilegiadamente en beneficio no precisamente de la especie humana, sino del interés particular, de un estado, de un sector industrial, de sociedades vinculadas por el conocimiento, precisamente. De esta manera, en el Planeta se puede viajar en el tiempo físico sin tener que recurrir a una peliculera máquina del tiempo, pasar de la sociedad tecnológica a una edad media o incluso al primitivismo de los primeros agricultores. Estos estratos del tiempo viven aquí no para el disfrute de antropólogos o turistas aventureros, sino para escarnio del conocimiento humano. No se trata de que la Tierra sea uniforme sino de la dignidad de nuestra especie. Una especie que ha conseguido comprender su alrededor, transformarlo y destruirlo también. Pero la primera sometida es la propia especie, a los intereses de los más fuertes, que si bien fueron guerreros rudos en los tiempos de las hordas, ahora son guerreros sabios en universidades de prestigio y en los departamentos gubernamentales y consejos de administración de sociedades sin fronteras nacionales. Promesas del candidato. Promete el candidato socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, que habrá más justicia social en España, si llega a la presidencia del ejecutivo, lo que está por ver. Ahora comienza la carrera. Tiene su lógica que un socialdemócrata anuncie más justicia social en caso de gobernar; al menos que de palabra no quede el asunto en agua menor, aunque las políticas macroeconómicas liberales que suelen aplicar una vez hay que tomar decisiones no vayan precisamente a apuntalar lo que en su día fue defendido como estado del bienestar. Bueno, promete también derogar la Ley de Ordenación Universitaria y asegurar los empleos fijos. Los empleos le costaron un disgusto al socialismo de Felipe González en su día y los desencantados de la O de obrero no lo votaron finalmente, por éste y otros hechos. El candidato también se muestra firme con no dialogar con el lehendakari de los vascos, Juan José Ibarretxe, quien acaba de proponer un País vasco como estado libre asociado con el español; en no hablar sobre esta propuesta, como tampoco parece querer hacerlo el Partido Popular. Estamos ante un choque de nacionalismos, español y vasco y viceversa, y esto siempre será liarse la manta a la cabeza. Tienen razón en argumentar los nacionalistas españoles que lo primero es lo primero, y esto es acabar con el terrorismo. Tengo mis dudas sobre si que sea esto lo primero, tenga que implicar necesariamente que no se discuta sobre una propuesta política, muy compleja y arriesgada como es, que es precisamente lo que ha puesto sobre la mesa el ejecutivo vasco. El candidato socialista tendrá que plantear muy claramente cuál es su proyecto para Euskadi en el estado español. Es un reto obligado para quien pretende ser presidente de los españoles. 07/10/2002.