Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 1 UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” ALTRUISMO E INTELIGENCIA EMOCIONAL EN JÓVENES DE LAS ASOCIACIONES ESTUDIANTILES UCA TRABAJO DE GRADUACIÓN PREPARADO PARA LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA POR SANDRA MARCELA QUINTANILLA HERNÁNDEZ ANA MARCELA MONTALVO VEGA MARÍA VICTORIA GARCÍA GUADRÓN Mayo 2009 SAN SALVADOR, EL SALVADOR, C.A. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 2 UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” RECTOR Lic. José María Tojeira, S. J. SECRETARIO GENERAL René Alberto Zelaya DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES Silvia Azucena de Fernández DIRECTORA DEL TRABAJO DE GRADUACIÓN Patricia Lorena Montalvo Hernández Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 3 Agradezco: En primer lugar a mi Dios Todopoderoso por la realización de este trabajo, por darme vida y fortaleza para desarrollar mi carrera, por cuidarme en el transcurso de estos años, por estar conmigo en todos los momentos difíciles que he tenido que pasar, por fortalecer mi corazón e iluminar mi mente y por haber puesto en mi camino a las personas idóneas que han sido mi apoyo y compañía durante todos estos años de estudio. Te dedico a ti mi Señor este triunfo. A mi padre y madre, Jesús y Ester, gracias a sus consejos y apoyo en todo momento, con los cuales he aprendido a enfrentarme en la vida. A mi esposo Roberto y a mis princesas Melanie y Ariana por creer en mi, por su amor incondicional, apoyo y comprensión quienes después de Dios han sido el motor que me a impulsado a continuar para llegar hasta donde estoy. Este triunfo es para ustedes. A nuestra asesora Licda. Patricia Montalvo, por su acompañamiento, paciencia y disposición en esta travesía, por creer en nuestra capacidad, por su incondicional apoyo intelectual y sus acertadas sugerencias, dándonos animo para continuar. Por los esfuerzos que tuvo que realizar para darnos las correcciones necesarias para llegar a este momento; a la Licda. Mercedes de Burgos por su valiosa colaboración, paciencia, disposición y asistencia en las dificultades que se nos presentaron; a la Licda. Pérez-Bennet por sus valiosos consejos. A las y los representantes de las asociaciones estudiantiles de la UCA y a quienes forman parte de las asociaciones. A quienes se vieron involucrados directa o indirectamente en la realización de esta tesis: José Luis, Juan Ramón, Juan Diego y William. A mi querida Magocha, por su incondicional amistad, y muestras de solidaridad, mil gracias mi querida amiga. Sin ustedes esto no hubiese sido posible. A las compañeras de tesis que Dios me dio, Marcela y Vicky. Gracias por su paciencia y por demostrarme su amistad, les deseo lo mejor en esta nueva etapa de nuestras vidas. Extiendo mis agradecimientos a la familia de Marce por su amabilidad y comprensión. ¡¡¡Lo logramos, compañeras!!! Marcela Quintanilla Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 4 Agradecimientos: A Dios por permitirnos lograr nuestros objetivos, porque siempre nos bendice; el terminar esta etapa en la UCA es gracias a Él. A mi gran familia, mi padre y mi madre, Miguel Ángel Montalvo y Anabelle Roselyn Vega de Montalvo, por su apoyo incondicional en todo momento. Gracias por creer en mí. A mi hermana Patricia Montalvo Vega, a mi tío Carlos Vega, mi primo Carlos Francisco y a mí nueva prima por estar pendientes de este desenlace. A ti, Alex, que me apoyaste, motivaste y ayudaste de inicio a fin, aún con tu pesada carga académica. Al equipo de catedráticos del Departamento de Psicología que nos apoyó en nuestra investigación: al Licdo. Carlos Iván Orellana por sugerir al “esclarecedor grupo contraste”, al Licdo. Oscar Vázquez y la Licda. Mercedes de Burgos por orientarnos sobre “las indispensables unidades de análisis”, al Dr. Gaborit, Dr. Zetino y el Licdo. López por validar nuestra propuesta de instrumento ECAA, a la Licda. Nazira de Hasbún por motivarnos a la acertada decisión de adquirir el PIEMO 2000 y al Dr. Clemente Barragán, por facilitarnos el excelente instrumento desde México. A la AEPSI de mi generación, a la DIDE y a la Coordinación de Asuntos Estudiantiles (CAE), por haberme dado la oportunidad de trabajar con y para las Asociaciones Estudiantiles de la UCA, ya que fue así como aprendí y aprecié el valor del protagonismo juvenil con muchas y muchos jóvenes asociados que recordaré con agrado y gratitud. Gracias a Julián Victoria por permitirnos ver más allá de lo que logramos visualizar en la carrera. A la Redjuves de El Salvador por permitirme conocer el panorama de las organizaciones juveniles de mi país y otros rumbos, conocimiento que facilitó el contenido de esta investigación. ¡Muchísimas gracias a todas y todos los que voluntariamente y con esfuerzo se involucraron en nuestra prueba piloto y a las Asociaciones Estudiantiles que participaron!. La inspiración fueron ustedes. A todos nuestros mentores William, Juan Diego, Juan Ramón, José Luis; a Carlos Chávez y a Fénix Consultores por el indispensable apoyo técnico en aquellos momentos críticos de la investigación. Y esta investigación no hubiese avanzado y no se hubiera concretado sin el apoyo indispensable de la Licda. Patricia Montalvo, nuestra asesora. Gracias por motivarnos y brindarnos sus consejos acertados. Este segundo proceso fue el ideal. Marcela Quintanilla y Victoria García: Gracias por su esfuerzo, preocupación, apoyo, consuelo y comprensión en este arduo trabajo. ¡Lo logramos!. Y en especial a ti Marce, te agradezco por inspirarme dedicación, esfuerzo y acompañarme en el final de nuestra intensa carrera. Hay sucesos que no pasan por coincidencia, tienen un objetivo. Marcela Montalvo Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 5 Mis agradecimientos a: Dios por estar presente como fuente de amor, luz y bendición en el transcurso de toda mi formación académica. Por darme fuerzas, cuando ya no las poseía para seguir y culminar mi meta; gracias por no permitir que mi inspiración de trabajar por las personas se diluyera en el paso del tiempo. Agradezco profundamente el apoyo sincero e incondicional de mi familia hermanos y mi hermana, pero especialmente de mis padres. A mis padres: Nelson Antonio García Velasco y María Elsa Guadrón de García debo este triunfo; por darme la libertad de escoger mi carrera aunque en un principio no estaban de acuerdo con mi elección sin embargo, me animaron a seguir adelante aunque ello implicaba un sacrificio de su parte. Por estar siempre a mi lado, aunque muchas veces yo estaba ausente. Gracias amigas y amigos tantos rostros que me acompañaron, especialmente a: Carolina Molina, por estar siempre dispuesta a ayudarme cuando lo necesitaba; muchas veces sin esperar que se lo pidiese y a Samuel Anzora, por estar siempre animándome a continuar, por haberme mostrado el significado de una verdadera amistad, con su entrega desinteresada; además por la lección brindada sobre el valor de la confianza que nunca la olvidaré. A todas y todos por sus palabras, escucha, apoyo en todo momento; por su cariño y amistad; ya que con ello me ayudaron a concluir mi carrera. Aunque algunos ya no están presentes físicamente, su presencia en mi vida estará por siempre. A las y los estudiantes integrantes de las asociaciones y las y los que no pertenecían a ellas; que formaron parte de nuestra muestra, por habernos contestado los instrumentos de medición a pesar de no ser cortos. Sin su ayuda, no hubiera sido posible este trabajo. A mis compañeras de tesis Marcela Quintanilla y Marcela Montalvo, por haberme permitido ser parte de su grupo. Además enseñarme la importancia que debe ocupar la familia en la vida. No olvidaré nuestras tardes de domingo en el MUG. ¡Gracias compañeras! A la Licda. Patricia Montalvo, por su apoyo brindado en mi formación profesional, especialmente en el proceso de tesis; por sus enseñanzas, nunca olvidaré lo que me dijo un día “Que eso no le estanque” porque lo dijo en el momento preciso. Gracias a todas y todos por que sin ustedes no lo hubiera logrado María Victoria García Guadrón Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 6 RESUMEN Esta investigación determina la relación entre Altruismo e Inteligencia Emocional en estudiantes pertenecientes a las Asociaciones Estudiantiles de la UCA. Se expone la evolución teórica de la inteligencia, se describen los componentes de la inteligencia emocional, las teorías relevantes del altruismo, los antecedentes históricos del movimiento de voluntariado en El Salvador y una descripción de las Asociaciones Estudiantiles de la UCA. Se utilizó la fórmula para muestras conocidas, obteniendo un total de 153 estudiantes entre 17 a 24 años de edad, asociados y no asociados. Los resultados se obtuvieron por medio de la Escala de Conductas Altruistas Autoevaluadas y el Perfil de Inteligencia Emocional. Los resultados evidencian la existencia de la relación entre el altruismo y la inteligencia emocional, la cual aumenta si las y los estudiantes están asociados y si reportan experiencia previa en grupos. En cuanto a la inteligencia emocional, ambas muestras se ubican en el nivel alto. Sin embargo, son las y los asociados quienes destacan en esta variable. En conclusión, se establece que las y los estudiantes asociados poseen un mayor nivel de altruismo e inteligencia emocional en comparación con las y los no asociados. La juventud es una categoría social que está siendo permanentemente significada y percibida desde el punto de vista de los diferentes actores sociales, como son los propios padres de familia. La imagen de lo juvenil que circula por la sociedad no siempre es definida por los propios jóvenes. Éstos son reconocidos por su energía y entusiasmo, pero se visibiliza fácilmente en lo negativo y se brinda importancia en virtud de problemas que buscan corregirse. En El Salvador necesitamos colocar la atención, no solo en los problemas de las y los jóvenes, como su inserción en las “maras”, en las drogas, embarazos adolescentes, sino también fijarnos y potenciar las bondades y fortalezas para que también puedan aportar a la calidad de las relaciones humanas. Es necesario reconocer que las personas jóvenes han demostrado su capacidad de hacer aportes de avanzada en la cultura, la tecnología y la solidaridad social (Secretaria General Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud, 2008, p.13), ya que la joven y el joven en este período de la vida satisfacen sus necesidades, desarrollan competencias, generan habilidades y vínculos sociales de colaboración (SEGIB y OIJ, 2008, p.8). Estas potencialidades que se van desarrollando en la etapa de la adolescencia se pueden encausar para el mejoramiento de las sociedades, si se les permite a través de la participación civil, involucrarse y formar parte del desarrollo de nuestros países latinoamericanos. Dichas potencialidades deben aprovecharse de cara al “bono demográfico” que se dará en nuestra región, pues como comenta la CEPAL (2005, citado por la ONU, 2008) Latinoamérica esta pronta a ingresar en una etapa aún más avanzada de transición demográfica, por la creciente concentración de la población en las edades productivas, particularmente en los grupos etáreos de 15 a 24 años; sumado a la menor cantidad de niños y personas mayores. La llamada “ventana de la oportunidad” o “bono demográfico” producido por las tazas de fecundidad y mortalidad en descenso presentan gran potencial para que los gobiernos cosechen los beneficios de tener un segmento creciente de adultos, en edad de trabajar, en relación con la población dependiente (SEGIB y OIJ, 2008, p.13). Esta ventana de la oportunidad se aprecia más, si se toma en cuenta que para Latinoamérica, la población juvenil para el 2006, llegaba a 161 millones, tomando en cuenta los rangos de 10 a 24 años, representando más de la cuarta parte (28%) del total de la población de la región (Population Reference Bureau, 2006, citado en ONU, 2008, p.4). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 7 Por tanto, nuestra región tiene en la juventud un gran activo, pero también un gran desafío, esto debido a algunas paradojas socioeconómicas; como por ejemplo: los jóvenes tienen más educación y menos empleo; están más informados y presentan un déficit de participación en todos los órdenes; aspiran a la autonomía y están limitados por la supervivencia económica; gozan de una salud relativamente mejor y eso impide que se observe su particular morbilidad y mortalidad; están mejor dotados para el cambio pero millones viven en la exclusión social; defienden una causa como el derecho a un medio ambiente saludable, pero heredarán uno deteriorado y devastado (CEPAL y OIJ, 2004, citado por SEGIB y OIJ, 2008). Sin embargo, a pesar de este panorama, es a través de la participación juvenil en el presente, como creemos que se puede aportar a un cambio en esta realidad. Así como lo comentan los expertos de la Secretaria General Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud (2008), la participación social y el ejercicio ciudadano constituyen dimensiones claves de la inclusión de las personas jóvenes en la sociedad. En un sentido básico, la participación se expresa cuando adolescentes y jóvenes contribuyen activamente en procesos y actividades; y cumplen el ejercicio del poder, entendido como la capacidad de decidir, intervenir en las decisiones o influir en ellas (p. 27). Debe aclararse que la participación juvenil no sólo requiere ser entendida como el involucramiento en proyectos y programas específicos. Según la SEGIB y la OIJ (2008) deben reconocerse las formas propias de expresión, empoderamiento y pertenencia que construyen adolescentes y jóvenes y las transformaciones que se han dado en la expresión de los contenidos de la participación juvenil. Si comparamos la manera en cómo la generación de jóvenes de la década de los 80 transitaron por los procesos de socialización, podemos advertir que han cambiado radicalmente los espacios y motivos por los que las personas jóvenes se relacionan ahora con lo público y lo político. Además existe interés en ese sector de jóvenes por educarse, formarse y capacitarse para construir ciudadanía juvenil y enfrentar los retos que la realidad les impone. Los jóvenes están inventando otras formas de debate y participación que no están fuera de la sociedad que sería muy provechoso reconocer y potenciar (SEGIB y OIJ, 2008, p.27). En ese sentido, un medio para la participación juvenil es el asociacionismo, el cual hace referencia a la conformación de asociaciones particulares, compuestas por varias personas, que se unen formalmente para lograr objetivos específicos comunes. Entendido como una forma de agrupación juvenil, constituida y dirigida por objetivos específicos relacionados con la temática juvenil (CJE, FLAJ, OIJ, 2008). El que los jóvenes pertenezcan a una asociación les permite darse cuenta que son personas que poseen derechos, y por el hecho de estar asociados pueden hacerlos valer con más facilidad que al hacerlo de forma individual. Es decir, que no necesariamente pueden lograr cambios como miembros de partidos políticos, sino como ciudadanos sujetos de derechos, con capacidad organizativa de análisis y de propuesta, que les convierte en agrupaciones de carácter político, no partidario con capacidad de cambio ya sea para el medio ambiente, las artes, leyes, los derechos humanos, etc. Son organizaciones mediante las cuales sus miembros pretenden defender sus intereses y expresar sus voluntades, al mismo tiempo que constituyen una identidad relacionada con esas luchas, sin recurrir a formas destructivas o violentas. Por tanto, se trata de conglomerados humanos de formas de organización específicas para la participación social, desde donde las y los jóvenes se convierten en protagonistas en una sociedad que aproveche su capacidad (SEGIB y OIJ, 2008). Respecto al bono demográfico de El Salvador, éste se localiza en el Municipio de San Salvador, ya que con datos del último Censo del 2007, de un total de 11567,156 de personas, el 18.3% equivale a jóvenes entre las edades de 15 a 24 años. De estos jóvenes, el 58.0% viven en la zona urbana, siendo un total de Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 8 127,908 hombres y de 138,876 mujeres, un elevado recurso potencial para el desarrollo social desde el sector urbano, con mayores índices de nivel educativo alcanzado (Ministerio de Economía, 2007). De este sector, según la Encuesta Nacional de Juventud por el IUDOP (2008), cerca del 70% no participa en agrupaciones, asociaciones o comités de diferente naturaleza. En el otro porcentaje correspondiente a las y los jóvenes involucrados en agrupaciones, existe una tendencia de una mayor y más activa participación en agrupaciones de tipo deportivo (26.0%) y religioso (22.1%), por sobre cualquier otro tipo de agrupación u organización. Sin embargo, sólo el 3.3% declara tener una partición activa en un partido político o en alguna organización comunitaria y solo un 1.5% del total de la muestra posee una membresía activa en alguna cooperativa; es decir que las y los jóvenes se involucran en estas organizaciones solo de forma excepcional (IUDOP, 2008). Es de reconocer además que los espacios de participación juvenil se quedan cortos, aún tomando en cuenta aquellos que promociona la Secretaría de la Juventud de El Salvador (2009), según se plantea en el tercer eje del Plan de Juventud “Ciudadanía Juvenil”, los programas de “Campamentos juveniles”, “Liderazgo juvenil”, “Red de voluntariado”, “Jóvenes Solidarios”, si bien brindan a las y los jóvenes habilidades, herramientas y experiencias intensas, no les brindan espacios reales de involucramiento en la solución de los problemas del país. Pese a lo anterior, existen algunos espacios que permiten el ejercicio de la participación juvenil en base a una formación profesional, estas son las Asociaciones Estudiantiles de las universidades, las cuales son un ejercicio más cercano con respecto al involucramiento de ayuda a la sociedad por medio de una profesión. Por esta razón, tomamos como población objetivo de esta investigación al sector joven de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). En un estudio de Cultura Juvenil de la UCA, realizado por el IUDOP (2005), se expuso que el sector estudiantil que dedica su tiempo libre a participar en organizaciones o grupos era reducido, solamente dos de cada cinco participaban en esos medios. De los estudiantes que estaban involucrados en algún grupo mayoritariamente eran mujeres de los primeros años de estudio. De las cuales, un reducido sector participaba en las organizaciones (asociaciones) estudiantiles, principalmente para brindar ayuda a otros y obtener algún beneficio personal, como desarrollar su liderazgo o defender sus ideas frente a otros. Este sector reducido de estudiantes que brindan parte de su tiempo en acciones de ayuda a otros, como una forma de realizar acciones prosociales, ven en las organizaciones un medio directo y/o una oportunidad para adquirir habilidades que les permiten el desarrollo de relaciones interpersonales. Si bien hay una idea generalizada que en los jóvenes prevalecen los intereses individualistas y egoístas, en esta investigación se busca la existencia de acciones prosociales en jóvenes voluntarios y voluntarias, en aquellas y aquellos en los que consideramos tienen más posibilidades de desarrollar habilidades sociales y medios para la sistematización de la ayuda dentro de organizaciones. De ser ciertos estos supuestos se pueden aprovechar estos espacios como fuentes de aprendizaje para el desarrollo de las habilidades interpersonales, empatía, control y manifestación de emociones, entre otras (inteligencia emocional), que podrían contribuir a una sana convivencia, que favorecerá también el desarrollo humano. A continuación, presentaremos los antecedentes de las teorías de la inteligencia, puntualmente el desarrollo y definición del concepto de inteligencia emocional. Seguidamente mostraremos las diferentes teorías que buscan explicar el altruismo y los factores situacionales que motivan la conducta altruista, algunas de las motivaciones de las personas para realizar acciones voluntarias y para contextualizar la investigación se hace una breve descripción de los Movimientos y Asociaciones Estudiantiles en El Salvador. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 9 1. Antecedentes sobre la investigación de la inteligencia. Diversos autores interesados en el tema de la inteligencia han propuesto diferentes conceptos, los cuales han evolucionado desde aspectos muy generales a componentes más específicos (Laguán y Urrutia, 2001), Charles Sperman, sostenía que la inteligencia era una Aptitud General, una fuente de energía que fluye dentro de cada acción. L.L. Thurstone, propuso que la inteligencia comprende siete habilidades mentales: habilidad espacial, velocidad perceptual, habilidad numérica, significado verbal, memoria, fluidez verbal y razonamiento. Y Robert Sternberg, propuso la teoría “Triárquica de la Inteligencia”, en la cual mencionaba que la inteligencia posee muchas habilidades: inteligencia componencial (capacidad para adquirir nuevos conocimientos), experiencial (capacidad de adaptarse a nuevas situaciones) y contextual (moldear el ambiente para que se adecuen las propias fortalezas). Uno de los aportes innovadores en este campo, es planteado por Howard Gadner con la teoría de las “Inteligencias Múltiples”, que complementa las propuestas de Thurstone y Sternberg, agregando las capacidades para conocerse a uno mismo/a y a los demás: Inteligencia lógico-matemático, lingüística, espacial, musical, cinestética y las inteligencias interpersonal e intrapersonal (Laguán y Urrutia, 2001). La inteligencia interpersonal, constituida a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás, en particular los contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. Y la inteligencia intrapersonal hace referencia al conocimiento de los aspectos internos de una persona, al acceso a la propia vida emocional, a la gama de sentimientos, a la capacidad de efectuar discriminaciones entre estas emociones y finalmente ponerles un nombre, y recurrir a ellas como medio de interpretar y orientar la propia conducta (Gardner, 1995, pp.40-42). De estas últimas dos “inteligencias”, surgió la propuesta de Inteligencia Emocional. Valls (1997) explica que si bien el término “Inteligencia Emocional” inició en 1993 con John Mayer y Meter Salovey, de las universidades de New Hampshire y de Yale, el término adquirió notoriedad hasta 1995 con Daniel Goleman y su publicación del libro “Inteligencia Emocional”, “donde se encuentran los hallazgos más sobresalientes que han tenido lugar sobre el tema en los últimos […] años” (p.139). La definición de Salovey integra las inteligencias personales de Gardner y las organiza abarcando cinco componentes principales (pp.75-76), que según Goleman son los componentes de la Inteligencia Emocional: El conocimiento de las propias emociones, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional. Las personas que tienen una mayor certeza de sus emociones suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento seguro de cuáles son sus sentimientos reales. Capacidad de controlar las emociones: La conciencia de uno mismo es una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. Las personas que carecen de esta habilidad tienen que batallar constantemente con las tensiones desagradables mientras que, por el contrario, quienes destacan en el ejercicio de esta capacidad recurren mucho más rápidamente de las adversidades y contratiempos. Capacidad de motivarse uno mismo: El control de la vida emocional a un objetivo resulta esencial para mantener la atención, la motivación y la creatividad. Las personas que tienen esta habilidad suelen ser más productivas y eficaces. Reconocimiento de las emociones ajenas: La empatía, otra capacidad que se asienta en la conciencia emocional de uno mismo, constituye la «habilidad popular» fundamental. El coste social de la falta de armonía emocional y las razones por las cuales la empatía puede prender la llama del altruismo. Las personas empáticas suelen sintonizar con las señales sociales sutiles que indican qué necesitan o qué quieren los demás. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 10 Y el control de las relaciones: El arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas. Si bien esta propuesta es una de las más completas, en Latinoamérica tres mexicanos, Cortés, Barragán y Vázquez, (2000) profundizaron en el análisis de la inteligencia emocional y con base a sus investigaciones propusieron ocho unidades de análisis más detalladas para el estudio de esta variable, que nos parece pertinente para entender el espectro que compone a la inteligencia emocional: Inhibición de impulsos: intenta reflejar la manera con la cual una persona ejerce control sobre sus propios impulsos, o las dificultades que enfrenta para controlar sus emociones al experimentar situaciones adversas y frustración en la realización de tareas en el acontecer cotidiano. Empatía: muestra la capacidad de respuesta de las personas para sentir, comprender e identificar las vivencias emocionales de los otros. Optimismo: presenta el estilo emocional positivista de los sujetos para contender con la realidad. Habilidad social: da a conocer la habilidad del sujeto para relacionarse con los otros, en un medio ambiente convencional, estas personas se caracterizan por estar satisfechas por medio de la convivencia con los otros y que cuentan con habilidades que favorecen la interacción en diversos contextos. Expresión emocional: manifiesta la capacidad del sujeto para expresar sus emociones, afectos y sentimientos ante situaciones cotidianas, facilitándole a la persona expresar sus sentimientos en palabras a fin de poder ser comprendido por otras/os. Reconocimiento de logro: proporciona información sobre la capacidad de las personas para reconocer logros obtenidos a lo largo de su vida familiar, laboral y social. Autoestima: refleja la autoestima de los sujetos, entendida como la capacidad que se tiene para percibirse así mismo y a la vez de reconocer sus competencias y autoeficacia. Nobleza: refleja una persona con rasgos benévolos y propositivos en sus relaciones interpersonales, sin interés por dominar el comportamiento de los otros (pp.11-14). Dichos componentes están basados en la emoción. Para Goleman (2000), todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, que debemos controlar y orientar para el adecuado manejo de las relaciones interpersonales, es decir, la inteligencia emocional. Una definición introductoria de este concepto innovador es la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder y la agudeza de las emociones (Cooper y Sawaf 1997, p. xiv). Más detalladamente, Goleman (2000) explica este concepto como un conjunto de habilidades entre las que destacan la capacidad para motivarse a uno mismo/a, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales, la capacidad de empatizar y confiar en los demás (p.61). Esta habilidad permitirá entonces desarrollar lo que Aristóteles denominaría: “la infrecuente capacidad de enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto” (Goleman, 2000, p.15). Estas palabras las contratamos con nuestro contexto social salvadoreño, marcado por la naturalización de la violencia, la aparente insensibilidad ante las necesidades de los demás que se evidencia diariamente al observar el desinterés de las personas ante la petición de algún tipo de ayuda de mujeres, hombres, niños y ancianos, en los semáforos, en los buses, en los medios de comunicación, etc. A pesar de esta realidad, aquí las investigadoras parten del supuesto que el sector joven (3.3.% de la población joven del país, IUDOP, 2008) puede realizar acciones en pro de los demás. ¿Qué les mueve a ello?. Habrá que analizar algunos datos esenciales de la teoría del altruismo. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 11 2. Altruismo. Desde la psicología social numerosos autores se han preguntando por qué una persona ayuda a otra si no obtiene ningún beneficio de esa acción, y aunque durante mucho tiempo el término altruismo fue utilizado como sinónimo de conducta prosocial o de ayuda, en estos momentos la mayoría de los estudios matizan sus diferencias (Paterna, Martínez, Vera, 2003, p.85). Para Martín-Baró (1983/2004) una acción prosocial es aquella cuyo producto es socialmente beneficioso y, más específicamente, como aquella acción que beneficia a otras personas (p.304). Ésta acción posee ciertos tipos que deben definirse en relación al grupo o sociedad en que se producen, ya que su sentido solo puede captarse adecuadamente frente a esa realidad. Esta acción prosocial, básicamente la distingue en tres tipos de acciones: 1) los actos de cooperación, 2) los actos de solidaridad, y 3) los actos de altruismo (p.319), siendo los últimos los relevantes para nuestro estudio. Entre las investigaciones realizadas en este tema (Campos, Fernández y Solórzano, 2008) realizaron un estudio sobre la “Percepción de inseguridad y actitudes prosociales” con 400 estudiantes universitarios en dos universidades de El Salvador (una privada y la otra pública), la cual pretendía determinar qué tan prosociales eran los estudiantes. Sorpresivamente, se evidenció que el 62% de la muestra se ubicaba en un nivel mínimo de actitud prosocial, seguido de un 38% que se ubicó en un nivel intermedio de actitud prosocial. Pero más allá de los datos globales, es importante notar que la misma tasa de inseguridad influye rotundamente en la manifestación de acciones prosociales. Sin embargo, considerando el caso contrario, es posible que en ambientes más o menos seguros estas acciones si puedan manifestarse en mayor medida, y puedan realizarse distintos tipos de acciones prosociales en diferentes niveles. Por lo anteriormente expuesto, es importante diferenciar entre conductas altruistas y conductas prosociales. Se consideran conductas altruistas aquellas que cumplen los siguientes requisitos: a) benefician a otros, provocando o manteniendo efectos positivos, y b) quien las lleva a cabo lo hace voluntariamente, con la intención de ayudar a otros y sin anticipar recompensas externas a corto o a largo plazo (Morales, 1998). El termino conducta prosocial, sin embargo, se aplica a toda conducta que beneficie a otras personas que se realiza voluntariamente, enfatizando los efectos de dicha conducta y no en la persona que lo realiza. De esta forma, las conductas altruistas serían conductas prosociales, pero no toda conducta prosocial sería altruista (Morales, 1998). Hay que tomar en cuenta, que quien presenta estas conductas puede obtener beneficios internos (satisfacción por haber ayudado a alguien, aumento de su autoestima, etc.). Lo cual es deseable, ya que, aquí residen algunos de los principales resortes motivacionales de la conducta altruista. Es importante aclarar, que algunos autores consideran a una persona altruista, como aquella que puede dar, sin esperar ni recibir a cambio una retribución por sus acciones. En cambio, otros consideran que sólo el hecho de realizar acciones de ayuda sin esperar nada a cambio ya es altruismo, considerando que lo relevante, es la motivación desinteresada que surge en el donante, aún si después de la acción recibe una recompensa a cambio por parte del individuo. A continuación, presentaremos los planteamientos teóricos considerados más relevantes que intentan explicar el altruismo. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 12 2.1 Teorías sobre el altruismo Planteamientos filosóficos. En los planteamientos de los filósofos sobre la ética y sobre el altruismo existen tres posturas. El primero considera que existe en los seres humanos un sentimiento natural de benevolencia, de simpatía y humanidad opuesto al propio interés, que lleva a actuar en favor de los demás y promueve la conducta altruista. La segunda, resalta el papel de la razón en la base de la moralidad y en el comportamiento altruista. Esta postura defiende que en muchas ocasiones favorecer a los demás es el desarrollo razonable y ético del comportamiento. La tercera postura fundamenta la moralidad en el egoísmo, en el amor propio. Ésta última tradición de pensamiento está representada por Hobbes, para quien los seres humanos son originalmente egoístas y precisan de grandes controles sociales, pues en condiciones naturales sólo buscan su propio interés (Worchel, 2002, pp. 444- 445). Pero ¿qué nos impulsa a ayudar?, ¿el altruismo o el egoísmo? Comte, filósofo del siglo XIX, fue uno de los primeros en sostener esta distinción. Él consideró que algunas conductas de ayuda se basan en la sensación de gratificación personal, es decir en el egoísmo. Pero pensaba además que se poseen motivos para “vivir por los otros”. Para describir este deseo básico desinteresado, Comte acuñó el término altruismo, que tiene como único objetivo el beneficio de otra persona; el único interés es el otro, sin prestarle atención a las conveniencias propias. Siguiendo esta propuesta Daniel Batsón y sus colaboradores (Batsón, 1987 et. al., citado en Worchel, 2002) propusieron que el verdadero altruismo viene de la empatía, en el sentido de compasión y de compartir los sentimientos y pensar en el bienestar de otra persona (Batson y Oleson, 1990, citado en Worchel, 2002). De acuerdo con Batson, la empatía crea la motivación para el altruismo, cuyo objetivo último es el beneficio de la persona necesitada. La hipótesis del altruismo y la empatía postula que la empatía da origen al altruismo, y que ésta es sólo una razón para que ayudemos. El vínculo entre empatía y altruismo no descarta otras motivaciones para actuar de una manera servicial. Según estas explicaciones, cuando una persona observa a otra que necesita su apoyo, pueden surgir emociones que dan lugar a que la persona sea empática y se motive a realizar acciones altruistas. Según Hoffman (1981, citado en Morales, 1998), existe una motivación altruista-empática que genera una tendencia a reducir el estado de necesidad o sufrimiento de la víctima, pero el que la conducta de ayuda se lleve acabo o no, depende de un proceso de decisión en el que intervienen de manera significativa los factores de la situación concreta, los costes de la ayuda, la relación con la víctima, la presencia de otras personas, etc., que comentaremos más adelante. Estos supuestos brindan un marco de referencia para comprender las siguientes posturas psicológicas que se han desarrollado. Perspectiva psicológica. Desde esta perspectiva existen tres enfoques que explican el origen de la conducta altruista: el psicoanálisis, las teorías del aprendizaje y el enfoque cognitivo. El Psicoanálisis. Plantea que, originariamente el ser humano viene al mundo dotado de instintos y deseos que tiende a satisfacer al margen de los sentimientos y deseos de los demás. Será la sociedad, representada inicialmente por los progenitores, la que reprima y discipline al niño de acuerdo con las convenciones morales. Desde esta perspectiva, si las personas realizan conductas aparentemente altruistas, lo hacen motivadas por sentimientos de culpa, por tendencias autodestructivas o para resolver conflictos internos (Morales, 1998). Teorías del aprendizaje. Para este enfoque, según Morales (1998), las personas aprenderán a comportarse prosocialmente si ese tipo de conducta es recompensada de forma continuada. Por lo que abordar la cuestión del altruismo es realmente paradójico, ya que, por definición, la conducta altruista es aquella que beneficia a los demás en ausencia de recompensas. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 13 Este enfoque hace hincapié en que los seres humanos, como seres cognitivos, pueden pensar en las relaciones entre su conducta y sus consecuencias, es decir, el individuo puede regular internamente su conducta, independientemente del refuerzo externo actual. Por otra parte, existe una forma de aprendizaje cognitivo que no precisa del refuerzo: el aprendizaje por observación, por medio del cual se pueden incorporar nuevas acciones del repertorio conductual de una persona. Enfoque cognitivo. La perspectiva cognitivo-evolutiva ha abordado el desarrollo de la moralidad centrándose en el razonamiento moral, en lo que una persona piensa cuando decide que un comportamiento es éticamente correcto o no. Las normas morales pretenden regular la conducta de los individuos e insisten en la necesidad de llevar a cabo conductas prosociales y altruistas. La cuestión a analizar es en qué medida el razonamiento moral y las normas sociales motivan la realización de conductas altruistas (Morales, 1998). En relación con la conducta altruista se señalan tres tipos de normas según Morales (1998) reciprocidad, justicia y responsabilidad social. La norma de reciprocidad. Consiste en la expectativa de que las personas ayudarán y no perjudicarán a quienes les han ayudado (Mayers, 2000). Esta norma tiene una aplicación más intensa en las interacciones con los iguales. No obstante, siempre espera una retribución y aunque no sea de la persona a quien se le brinde la ayuda, el donante espera que esta se le retribuya, ya sea de otras personas o por que serán beneficiados por esa acción sus familiares o inclusive sus hijos en el futuro (Gómez y Gaviria, 2007, citado en Morales, 1998). Justicia, donde los individuos deben mantener un balance equitativo entre sus propias aportaciones y resultados y con las de las personas con las que se relaciona (Morales, 1998, p. 454). La norma de responsabilidad social. Según Mayers (2000), es la expectativa de que las personas ayudarán a quienes dependen de ellas, con quienes son claramente dependientes e incapaces de corresponder, como las y los niños, los severamente empobrecidos, los discapacitados y otros que sabemos que son incapaces de devolver tanto como reciben. Los experimentos demuestran que inclusive cuando quienes ayudan permanecen anónimos y no esperan ninguna retribución, con frecuencia ayudan a las personas necesitadas (Shotland y Stebbins, 1983 en Mayers, 2000). Sin embargo, usualmente aplican la norma de la responsabilidad social de manera selectiva a aquellos cuyas necesidades no parecen deberse a su propia negligencia. Mayers (2000), concuerda con Morales y define las normas sociales como los principios que guían la vida y que influyen en las personas que desean ayudar porque creen que es lo que debe hacerse. Comenta que ayudamos a los demás no porque hayamos calculado conscientemente que una forma determinada de comportamiento, este dirigida a nuestro propio interés, sino simplemente porque algo nos dice que tenemos que hacerlo, son expectativas sociales que prescriben el comportamiento adecuado, el deber ser de nuestra vida. Frente a esto ¿qué relación hay entre las normas personales sociales y la conducta prosocial? Mayers (2000) sostiene que se ayuda a otros por las normas sociales internalizadas que prescriben el comportamiento apropiado, que llevan a distinguir lo correcto de lo incorrecto. Morales (2007), refiere que en cuanto a los valores morales sociales y personales, estos pueden ser motivos suficientes para ayudar, como un medio para mantener una autoimagen positiva, para poder alcanzar los propios ideales o satisfacer necesidades personales (Gómez, J. y Gaviria, E., 2007, citado en Morales, 1998). La perspectiva basada en los valores morales sociales y personales postula que hay unas normas que tenemos interiorizadas y que nos dictan cuándo deberíamos ayudar a una persona. Es decir que en un primer momento, las normas hacen actuar según la ideología moral de cada persona, por tanto son valiosas para predecir e influir en el comportamiento en una situación específica; cuánto más central Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 14 sea el ideal o estándar para la persona, mayor será la activación emocional asociada con actuar de forma favorable hacia los demás. Como señala Schwartz (1973,1977, en Martín Baró 1983), el que una persona lleve a cabo una acción de ayuda dependerá de lo importante que sea para sus valores el ayudar o no a los demás. De estas normas consideramos pertinente para nuestra investigación tomar en cuenta la norma de responsabilidad social. Para ello, nos apoyamos en la investigación realizada por Martín-Baró (1983), quien explicaba que el modelo de las normas sociales es el que más se aplica al análisis de la acción prosocial, ya que es precisamente la existencia de una norma la que hace posible la expectativa de que se actúe así y no de otra manera. Por lo anterior, gran parte de la conducta está influenciada por las normas desarrolladas a lo largo de la vida, y es así como las acciones prosociales son regidas en mayor grado por las normas sociales y personales. De tal forma que entre más consciente sea alguien sobre las consecuencias de sus acciones y que entre más afecte ese impacto a sus valores personales y a sí mismo, más tenderá a actuar de acuerdo con lo que le exigen sus normas sociales; pues a través de ellas, se logra diferenciar qué acciones son deseables y cuales no en cada situación concreta que se les presenta. 2.2. Motivadores del comportamiento altruista. Entre los motivadores más relevantes, se puede hacer referencia de la empatía, la personalidad, y la asignación de la responsabilidad. Actualmente muchos investigadores son partidarios de considerar la empatía como motivador fundamental de la conducta altruista. La empatía es una respuesta afectivo-cognitiva activada por el estado de otra persona congruente con él, que orienta la conducta (Morales, 1998). La investigación empírica realizada permite sostener que los seres humanos empatizan con la percepción del sufrimiento de los demás, que la activación empática precede a la conducta de ayuda y que su intensidad se relaciona sistemáticamente con la rapidez e intensidad de la ayuda subsiguiente. Sin embargo, el desarrollo de esta capacidad depende en gran medida de los procesos de socialización, específicamente, en la asignación de la responsabilidad a una persona. En este sentido, se ha comprobado que cuando los niños son inducidos a asumir responsabilidades tempranamente (tareas familiares acordes a sus habilidades) manifiestan mayor sentido de la responsabilidad social, altruismo y preocupación por los demás. La asignación de responsabilidad en la infancia genera sentimientos de competencia, promueve una mayor capacidad empática y un concepto de sí mismo como persona altruista (Batson, 1978, citado en Morales, 1998). 2.3 Factores situacionales que motivan la conducta altruista. Los factores que constituyen el mayor centro de interés de la investigación en la conducta prosocial altruista son: El género de la persona que brinda la ayuda: Las personas según su género se comportan diferente en situaciones de emergencia o en las que se presta la ayuda. En general, los hombres prestan más ayuda que las mujeres (Eagly y Crowley, 1986; Jonson et al., 1989; Piliavin y Unger, 1985, citado en Hernández, 2005). Sin embargo son las mujeres las que desempeñan con más frecuencia profesiones dedicadas a la ayuda de los demás como enfermería o trabajo social. Además existe mayor probabilidad de que las mujeres hagan más favores que los hombres y brinden más apoyo a sus amistades. Hombres y mujeres no suelen reaccionar de forma distinta a una solicitud directa de ayuda, no obstante, las mujeres detectan mejor las solicitudes de ayuda no verbales (May, 1984; Eagly y Crowley, 1986). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 15 Los hombres prestan más ayuda de tipo técnico (Pomazal y Clore, 1973), mientras que la ayuda de las mujeres es de tipo emocional (Smith, Séller y Diener, 1975) o personal (Schwartz y Ames, 1977). La mujeres ayudan más a sus amigas/os que a sus parejas (Barbee et al., 1993, citado en Hernández, 2005). Las características físicas determinan el tipo de ayuda que se presta, así los hombres están en mejores condiciones de prestar ayuda cuando ésta requiere de fuerza o intimidación (Huston et al., 1981, citado en Hernández, 2005). Estas diferencias por razón de género, de acuerdo con el trabajo de Eagly y Crowley (1986 citado en Hernández, 2005), están explicadas por la socialización diferencial de los roles sexuales. El rol de género femenino está determinado por normas que anteponen las necesidades de los otros, especialmente familiares, a las propias. Una de las características de la participación de las mujeres, ha sido el involucramiento en actividades asociadas con labores del hogar o aquellas que tienen un carácter de cuidado hacia otros, en contraposición con las características de la participación masculina más asociadas a lo público, a un rol sexual masculino determinado por el heroísmo y la cortesía. (Sabatini, 1995, Serrano, Raczinski y Rojas, 1999, citado en Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). Pero históricamente, han sido las mujeres quienes han promovido la organización comunitaria y autogestionaria de los servicios públicos (Jelin y Valdez, 1999, citado en Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). Presencia o ausencia de observadores: Latané y Darley (1970, citado en Worchel 2002), plantearon la siguiente interrogante: ¿Por qué la presencia de otras personas inhibe la conducta altruista? Una de las interpretaciones es la difusión de la responsabilidad: la responsabilidad de ayudar disminuye cuando el sujeto piensa que los demás también son capaces de ayudar. Otra interpretación tiene que ver con la influencia de la información social. En situaciones ambiguas, la reacción de otras personas influye en la interpretación que uno hace de la situación. Si los espectadores permanecen pasivos, el sujeto puede inferir que la situación no es grave que no requiere una intervención de ayuda. Finalmente, también podemos explicar el efecto inhibidor de la presencia de observadores por el miedo al ridículo o a transgredir normas sociales. Esto sucede cuando la persona piensa que los demás pueden juzgar negativamente su conducta. Por el contrario, si la conducta de ayuda requerida tiene un alto grado de aprobación social, es más probable que el sujeto preste dicha ayuda (p. 461). Grado de claridad de la situación de ambigüedad: Si la situación es ambigua y el sujeto no está seguro de que realmente se necesite ayuda de su parte, es menos probable que la ofrezca. Por el contrario, a mayor claridad, mayor probabilidad de que el sujeto se implique con conductas prosociales o altruistas y mayor rapidez en dicha intervención (Latané y Darley 1970, citado en Worchel, 2002, p. 461). Factores relativos al beneficio de la ayuda: Cuando la persona considera al sujeto necesitado como responsable de su propia situación, es decir, cuando piensa que ésta se halla causada por factores que dicho sujeto podría haber controlado (dejadez, vagancia, etc.), es menos probable que le ayude. Relación entre el observador y la persona que necesita ayuda: Tanto niños como adultos ayudan más a la gente similar a ellos que a personas diferentes. Aunque esta tendencia disminuye con la edad, en general podemos decir que si la persona que necesita ayuda es conocida o pertenece al grupo social, racial o nacional del sujeto, es más probable que éste se la dé. Atractivo de la persona que necesita ayuda: Tanto niños como adultos ayudan más a las personas que perciben como agradables y atractivas. Se ha propuesto que la ayuda a una persona atractiva, en particular por parte de personas del otro sexo, podría deberse a una potencial recompensa futura, como el establecimiento de una relación, pero esta explicación es insuficiente. Otra posible explicación para esta variable reside en el estereotipo del atractivo físico, la creencia, de que las personas atractivas son también amables, cariñosas interesantes, sociales y altruistas. Entre los adultos, los varones ayudan más a las mujeres, mientras que las mujeres ayudan por igual a personas de uno y de otro sexo (Worchel, 2002). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 16 Reacción previsible de la persona que necesita la ayuda: Quien necesita de los demás puede no considerarlo así, por ejemplo puede pensar las siguientes justificaciones: preferir no deber nada a nadie; aceptar ayuda sólo de determinadas personas o formas muy concretas de ayuda; sentirse incapaz de pedir o aceptar ayuda, etc. Otros consideran que aceptar ayuda genera o aumenta la dependencia respecto al donante. Todos estos factores pueden paralizar la acción del sujeto dispuesto a ayudar. Por el contrario, la habilidad para pedir ayuda o los signos de aceptación en la persona necesitada, favorecen a que la conducta altruista se inicie y se mantenga (Morales, 1998, p. 463). Según Morales (1998) el estado emocional es otro factor importante, parece comprobado que los sentimientos positivos favorecen las conductas prosociales y altruistas, ofreciendo mayores dudas el efecto de los sentimientos negativos. La investigación sobre el comportamiento prosocial (incluido el altruismo), tradicionalmente se ha centrado en el análisis de conductas episódicas de ayuda, comportamientos efímeros y no planificados. No es hasta fechas recientes que se empezaron a estudiar conductas prosociales a largo plazo y con unos objetivos explícitos como las que se realizan desde el voluntariado (Clary, Zinder, Ridger, Copeland, Stukas, Haugen y Miene, 1998, citado por Hernández, 2005). 3. ¿Por qué las personas desean realizar acciones voluntariamente? Para Omoto y Snyder, (1990/1993, citado en Navajo, 2004), la conducta voluntaria satisface motivaciones diferentes para personas distintas en diversos momentos. La conducta voluntaria, entonces, tiene la función de satisfacer una motivación específica. Además de ello, es probable que tanto la motivación como la personalidad sean factores importantes para comprender la conducta voluntaria. Tal vez tener una disposición general de servicio pronostica la probabilidad de ser un voluntario, pero predice mejor el tiempo dedicado o la intensidad del empeño mediante el grado al que se satisface la motivación particular de cada cual. Usualmente se cree que las personas voluntarias tienen motivaciones puras que les llevan a participar en una asociación, pero estudios realizados revelan que existe una mezcla de diferentes factores entre altruismo y puro interés. En un estudio realizado para Cruz Roja Española por ALEF (1991, citado en Navajo, 2004) destacó que las motivaciones fluctuaban entre la caridad/sacrificio (deseo de ayudar al prójimo) y la idea de rebeldía. Las motivaciones se podrían agrupar en: a) necesidad personal de ayudar a los demás, b) de hacer algo útil, c) de conocer nuevas experiencias, de relacionarme con gente similar, d) personal de mejorar la sociedad y d) por intereses profesionales o de otro tipo. En otra investigación realizada en 59 países de todo el mundo, por el Instituto Henry-Dunant (Meurant, 1986, citado por Navajo, 2004) llega a una conclusión muy similar al estudio anterior. Las motivaciones se orientan según dos ejes complementarios: Factores éticos y morales que consisten en servir al prójimo, dar pruebas de solidaridad y servir a la organización. Factores materiales y personales hacen referencia a cumplir una tarea precisa correspondiente a una necesidad concreta, previamente identificada, adquirir una formación y buscar valoración social y personal. Como vemos se mantienen a lo largo de diferentes estudios un continuo entre “dar” y “recibir”, por lo tanto, en el voluntariado se produce un intercambio, no una donación. Los voluntarios dan: tiempo, entusiasmo, conocimientos, compromisos y responsabilidad; y asimismo reciben conocimientos, amistades, experiencia y nuevas habilidades. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 17 Por otra parte, las organizaciones dan a cambio programas, formación, gestión, motivación y medios para hacer las acciones de ayuda. A cambio de esto, reciben mayor facilidad en el logro de sus objetivos, imagen y sensibilización pública, implicación en la sociedad y representatividad (FICRMLR, 2000, citado en Navajo, 2004). Si bien estas son teorías que tratan de explicar por qué las personas deciden ayudar, hay personas que deciden incorporarse a una organización para sistematizar o profundizar este tipo de acciones. Ante esto surge otra pregunta: ¿que factores explican la permanencia del voluntariado en la organización? Según López-Cabanas y Chacón (1997, citado por Navajo, 2004) existe un acuerdo generalizado de que los factores más importantes son el grado de integración en la organización y sentirse miembro de un equipo, los que explican la permanencia del voluntario. Aquellos que han permanecido más tiempo en la organización, las motivaciones altruistas son significativamente más importantes que para los voluntarios que menos tiempo han permanecido. Por ello, el movimiento de voluntariado en asociaciones en El Salvador es una temática vinculada a la juventud salvadoreña. A continuación se relata que, en su periodo histórico, han tenido un impacto en la sociedad actual. 4. Movimientos y Asociaciones Estudiantiles en El Salvador. En 1918 hubo un cambio en las universidades latinoamericanas, un cambio que dio más poder de intervención de los movimientos estudiantiles en la vida social (Audiovisuales UCA, 2005). En Argentina, en 1918, se creó la Reforma de Córdoba, en la cual se promulgó la participación estudiantil en el gobierno de las universidades privadas, lo que significó una autonomía de las universidades y de la participación estudiantil como ejes relevantes para la dinámica institucional desde aquel entonces. En ese momento los estudiantes empezaron a interrumpir en las actividades internas de las universidades, pero también hacia fuera del campus (Audiovisuales UCA, 2005). Según una investigación realizada por el Consejo de Juventud de España, El Foro Latinoamericano de Juventud y la Organización Iberoamericana de Juventud (s/f), en El Salvador, en las décadas de los 70’s y 80’s la organización de la juventud estuvo fuertemente influida por objetivos de carácter político, de obtención y construcción del poder. Antes y durante el conflicto armado las organizaciones de jóvenes estaban articuladas a estructuras políticas y del movimiento social, que promovían y luchaban por los cambios en El Salvador. En palabras de Audiovisuales UCA (2005), la pobreza, gobiernos militares y la violencia, ameritaron una reacción para cambiar la forma de cómo gobernar un país, por lo que predominaron las organizaciones revolucionarias. De igual manera surgieron organizaciones de jóvenes vinculados a la Iglesia y a los movimientos sociales, por ejemplo, organizaciones dentro de la Universidad de El Salvador (UES), como AGEUS, dentro de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) la FUR -30 y de estudiantes de secundaria (CJE, FLAJ, OIJ, s/f, Audovisuales UCA, 2005). Los métodos más utilizados por estas organizaciones, fue el uso del teatro, la música y las expresiones literarias, lo que permitió de alguna manera involucrar a los estudiantes en distintos grados dentro de las diferentes organizaciones, como “despertando la conciencia de los jóvenes” (Audiovisuales UCA, 2005). Otros de los métodos consistieron en “tomas”, marchas y protestas. En la realización de estas actividades varios estudiantes fueron asesinados por el mismo gobierno. A estos estudiantes, un sector de la población salvadoreña los identificó posteriormente como “Mártires Estudiantiles”. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 18 En la posguerra, después de la firma de los acuerdos de paz, el proceso de organización juvenil asumió nuevas características en un nuevo escenario político y social. En este proceso de transición muchos jóvenes se articularon a partidos políticos, a organismos de apoyo humanitario. La Iglesia continuó con su labor pastoral y surgieron nuevas organizaciones vinculadas a temas del desarrollo social, ambiental, empresariales, etc. Pero también se presentó una mayor apatía y desinterés de muchos jóvenes hacia la organización, por los impactos sociales y psicológicos de la guerra (CJE, FLAJ, OIJ, s/f). Fue en ese decenio de 1990, que la comunidad académica comenzó a considerar a los adolescentes como un grupo social y poblacional con identidad propia, con características especiales para enfrentar las condiciones que la sociedad les plantea, y sobre todo con una multiplicidad de factores que pueden afectar su desarrollo (Toro, 2002, p. 136). La adolescencia se entiende como un periodo de casi una década, comprendida desde los once o los doce años hasta los 19 o comienzos de los 20, en donde ni el comienzo ni el fin están marcados con claridad, según explica Papalia, Olds y Feldman (2001). Desde 1985, la ONU estableció a la juventud entre los 15 y los 24 años de edad (2008). Si bien, el inicio esta marcado por cambios biológicos con el desarrollo de las funciones sexuales y reproductivas, el final de la adolescencia esta marcado por hechos sociales: el cierre del proceso educativo formal, la incorporación al sistema de trabajo adquiriendo autonomía económica y la formación del hogar propio (Papalia, Olds y Feldman, 2001; Rodríguez, 2001 citado en ONU, 2008). De entre estos jóvenes (tomando el rango de edad de 17 a 24 años) como un grupo social y poblacional con identidad propia, que ha tenido interés en brindar su ayuda a otros, ha ido cambiando el ámbito de acción a través de los cuales se manifestaba (en el pasado); por lo que Las Naciones Unidades (2008) comenta: “Posiblemente hoy muchos jóvenes no participen del imaginario del gran cambio social o político de hace tres o cuatro décadas, donde la política parecía como el campo privilegiado de compromiso vital. Desde hace algún tiempo la juventud se ve más distanciada del sistema político” (p.17). Pero no por ello las y los jóvenes han renunciado a la participación, sino que han desplazado sus preferencias: “a circuitos más comunitarios, al voluntariado, la participación en las redes virtuales, a las iniciativas más globales vinculadas al medio ambiente y los derechos humanos, a la comunión con otros por vía del deporte o la religión” (CEPAL- OIJ, 2004 y 2007, citado en Naciones Unidas, 2008). Muchos de estos espacios muestran iniciativas y movimientos juveniles de corta duración, pero intensivos y con capacidad de multiplicarse y expandirse (Naciones Unidas, 2008, p.17). Como muestra de la continuación de la historia de los movimientos sociales de jóvenes en la actualidad, tomaremos como población para esta investigación a las Asociaciones Estudiantiles de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, quienes realizan actividades diversas, con objetivos planteados a un fin común, como el de ayudar a otros jóvenes de forma voluntaria. Las asociaciones que participaron en esta investigación son las que aparecen en la Tabla 1. Tabla 1. Asociaciones Estudiantiles de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, al mes de octubre 2008. Asociación Estudiantil Asociación de Estudiantes de Derecho Siglas ADEUCA Objetivos Trabajan en base a cinco comisiones: educación, finanzas, publicidad, logística y supervisión, con el objetivo de promover el desarrollo integral del estudiante de Ciencias Jurídicas de la mano de las autoridades universitarias (Bolaños, R., 2008). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 19 Asociación de Estudiantes de Economía AEE Asociación de Estudiantes de Profesorado A la fecha no posee siglas Asociación de Estudiantes de Psicología AEPSI Asociación Estudiantil de Comunicadores Sociales Coordinadora de Estudiantes de Arquitectura AECOS CEA Instituto de Ingenieros Electrónicos e Informáticos IEEE, sede UCA Programa radiofónico “Alguien como vos” ACV Un Techo para Mi País TECHO, sede UCA Pretende ser un espacio de reflexión y acción donde los alumnos/as puedan llevar a cabo sus proyectos, realizando conferencias, charlas, propiciando el debate sobre la realidad económica del país (Peña, W., 2008). Promueve la labor del profesorado innovando los procesos de formación profesional en función del desarrollo social, buscando ejercer y motivar el protagonismo juvenil de las y los estudiantes de profesorado en la sociedad civil (Pérez, C, 2008). Busca fomentar el crecimiento académico y social de los estudiantes de la carrera, a través de ponencias, charlas, cursos, talleres, encuentros académicos y deportivos con estudiantes de psicología de otras universidades (Rosa, D., 2008). Intenta marcar una tendencia de trabajo estudiantil para convertirse en el referente interno y externo respecto a su carrera, a través de charlas, talleres, ponencias, etc., buscando así el desarrollo académico y profesional de sus miembros (Majano, L., 2008). Tratan de velar por el desarrollo integral de los estudiantes de todo nivel de la carrera, a través de la organización de actividades extracurriculares tanto académicas como socioculturales (Bonilla, S., 2008). La rama estudiantil se dedica a la difusión de conocimientos y de la tecnología reciente entre los miembros de su sede UCA, a nivel nacional e internacional. La IEEE, se enfoca a la inserción profesional de los miembros estudiantiles y a la formación de empresas (Alvarenga, D., 2008). Pretende fomentar en la audiencia joven de la YSUCA una cultura juvenil que integre la música, literatura, cultura nacional, un espíritu crítico y la conciencia social (Nájera, G., 2008). Es un movimiento sin fines de lucro que por medio del trabajo de estudiantes universitarios construye viviendas mínimas para personas necesitadas (Reyes, C., 2008). Frente a este panorama de organizaciones juveniles de voluntarios, que consideramos como referentes de acciones altruistas de largo plazo y tomando en cuenta los beneficios de una inteligencia emocional, manifestada en relaciones interpersonales estrechas y en el manejo adecuado de sus emociones y de los otros, deseamos indagar lo siguiente: ¿Existe relación entre altruismo e inteligencia emocional en los jóvenes asociados?1 Para responder a esta pregunta, nuestro objetivo general pretende investigar la relación entre altruismo e inteligencia emocional en las y los jóvenes de las asociaciones estudiantiles UCA 2. Para ello, nos orientaremos en los siguientes objetivos específicos: 1. Determinar el nivel de altruismo de los jóvenes asociados. 2. Medir la inteligencia emocional en los jóvenes asociados. 3. Determinar la relación entre altruismo y la inteligencia emocional de los jóvenes asociados. 4. Analizar la incidencia del altruismo y la inteligencia emocional con el sexo, la religión, el municipio de origen, el ingreso mensual familiar de los jóvenes y el tiempo de pertenencia en una asociación de estudiantes. 1 Se entenderá como las y los estudiantes asociados como aquellas y aquellos que se agrupan de manera voluntaria. Las autoras están a favor del lenguaje de género, pero para facilitar la lectura de los objetivos y las hipótesis, “los jóvenes” equivale a “las y los jóvenes”. 2 Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 20 Asimismo, cada objetivo se concreta en las siguientes hipótesis de investigación: Hi(1): Existe relación entre altruismo e inteligencia emocional. Hi(2): Los jóvenes asociados poseen un nivel intenso de altruismo. Hi(3): Los jóvenes asociados poseen un nivel alto de inteligencia emocional. Hi(4): Los jóvenes asociados con alta inteligencia emocional, poseen un nivel intenso de altruismo. Hi(5): Las mujeres poseen un nivel alto de inteligencia emocional. Hi(6): Los hombres puntúan en el nivel intenso de altruismo. Hi(7): El nivel de altruismo difiere de la religión que profesan los jóvenes. Hi(8): El nivel de altruismo difiere según la zona de origen de los jóvenes. Hi (9): El ingreso familiar está relacionado con el nivel de altruismo. Hi(10): El tiempo de pertenencia de los jóvenes en una organización o asociación está relacionado con un nivel intenso de altruismo. Nuestras dos variables de investigación se entenderán de la siguiente manera: Altruismo: Se considera como aquellas acciones de ayuda que benefician a otros, provocando o manteniendo efectos positivos, realizadas voluntariamente, sin anticipar recompensas a corto o a largo plazo (Morales, 1998); que pueden estar mediadas por el género de la persona que realiza la acción y por las normas de responsabilidad social asimiladas. Se define operacionalmente como el comportamiento altruista autoevaluado de jóvenes universitarios, medido por la “Escala de Conducta Altruista Autoevaluada, ECAA 2008” en la cual las puntuaciones altas obtenidas se entenderán como un nivel intenso de altruismo y las puntuaciones bajas indicaran un nivel elemental de altruismo. Las unidades de análisis son el género, como la construcción social del sexo que media la tendencia de comportamientos altruistas y por las normas de responsabilidad social, asimiladas en el proceso de socialización de la responsabilidad. Inteligencia emocional: Se define constitutivamente como el conjunto de habilidades entre las que destacan la capacidad para motivarse a uno mismo/a, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales, la capacidad de empatizar y confiar en los demás (Goleman, 2000, p.61). Se define operacionalmente como el Coeficiente Emocional medido por el Perfil de Inteligencia Emocional, PIEMO 2000 (Cortés, Barragán y Vázquez, 2000), elaborado en México, con una consistencia interna de α=0.958. Conformado por ocho escalas independientes, compuesta por un total de 161 ítems, en el cual las puntuaciones altas dadas por las puntuaciones establecidas por el PIEMO se entenderán en general, como un alto nivel de inteligencia emocional, y las puntuaciones bajas brindadas por las puntuaciones establecidas por el PIEMO se interpretaran como un bajo nivel de Inteligencia Emocional. Las unidades de análisis del coeficiente emocional son: Inhibición de Impulsos, Empatía, optimismo, habilidad social, expresión emocional, reconocimiento de logro, autoestima y nobleza. Variables sociodemográficas: Estas variables son el sexo del joven, la religión, municipio de origen, ingreso mensual familiar y experiencia previa en organizaciones o asociaciones de voluntarios. Además de estas variables, para completar el análisis posterior, se preguntará por el ámbito de acción de las organizaciones o asociaciones a las que pertenecieron, las motivaciones personales y beneficios percibidos por la pertenencia a ésta, tanto en el momento de la aplicación de la escala como en momentos anteriores en su vida. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 21 MÉTODO Participantes Participaron estudiantes entre los rangos de edad de 17 a 24 años, miembros de las Asociaciones Estudiantiles de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, con más de seis meses de pertenencia en dicha Asociación y estudiantes que no pertenecen a una Asociación Estudiantil, movimiento o agrupación religiosa, en un período no menor de seis meses; correspondientes a las carreras de Psicología, Profesorados, Comunicaciones, Ciencias Jurídicas, Economía, Ingeniería Eléctrica, Arquitectura, Administración de Empresas, Ingeniería Industrial e Ingeniería Civil3 El primer paso para la selección de las y los participantes, según los criterios de selección, fue conocer la cantidad total de estudiantes, por sexo, pertenecientes a cada una de las nueve Asociaciones Estudiantiles identificadas, por medio de la información proporcionada por cada Representante o Presidente/a: ADEUCA=5, AEE=15, PROF=12, AEPSI=15, AECOS=5, CEA=12, IEEE=17, ACV=16 y TECHO=16, siendo una población total de 112 estudiantes asociados/as4. El segundo paso fue calcular cuántos estudiantes no asociadas/os participarían, según sexo y carrera, esta información sirvió para contrastar diferencias, equiparando en un número igual a las y los estudiantes no asociados, sumando un total de 224 estudiantes. La selección de participantes se realizó por medio de un muestreo probabilístico estratificado (Rojas, 2000), utilizando la fórmula para muestras conocidas y la afijación proporcional, para obtener la proporción de la muestra por cada carrera. Con base a los cálculos, la muestra total estuvo conformada por 153 estudiantes, 76 asociadas/os como grupo objetivo y 77 no asociadas/os, quiénes constituían el grupo de comparación. Del total de la muestra participaron 74 mujeres (48.37%) y 79 hombres (51.63%), todas y todos entre los 17 a 24 años de edad. Las proporciones en las que se distribuyó la muestra total por Asociación, carrera y sexo se pueden apreciar en la Tabla A y B (ver anexos). Instrumentos. El tipo de estudio de esta investigación es cuantitativo y tiene como propósito estudiar las variables y sus relaciones en un contexto particular, encontrar y describir las relaciones entre las dos variables centrales, en un período de tiempo específico. La presente investigación se clasifica como no experimental transeccional correlacional (Kerlinger, 2002). Para el desarrollo de esta investigación se utilizaron dos instrumentos, el primero para medir el nivel de Altruismo y otro para conocer el nivel de Inteligencia Emocional. 3 Si bien, no hay Asociaciones Estudiantiles de las últimas tres carreras mencionadas, éstas corresponden a las carreras de algunos miembros de “Un Techo para mi País”, sede UCA. 4 Al momento de seleccionar la muestra, coincidió con la renovación de integrantes de la Asociación de Estudiantes de Ingeniería Química, por ello, no se tomará en cuenta dicha asociación para la investigación, pero se incluirá a un grupo de estudiantes de las carreras de Profesorados que han trabajado coordinadamente, a pesar de estar en el proceso de reconocimiento institucional por la UCA. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 22 Con el propósito de obtener una mayor riqueza, profundidad y calidad en la información obtenida, el estudio recabó diecinueve variables sociales de interés: 1) sexo, 2) edad, 3) carrera, 4) religión, 5) zona de origen, 6) ingresos mensuales, 7) pertenencia actual a una organización o asociación, 8) lugar donde funciona la asociación (dentro o fuera de la universidad), 9) ámbito de acción de la asociación, 10) tiempo de pertenecer a la asociación, 11) motivación principal para pertenecer a la organización o asociación, 12) beneficios por la participación o pertenencia en esa asociación, 13) pertenencia a una organización o asociación de voluntarios en el pasado, 14) cantidad de organizaciones a las que ha pertenecido, 15) lugar donde funcionó esa asociación a la que perteneció, 16) ámbito de acción de la asociación a la que perteneció, 17) tiempo que perteneció en esa asociación, 18) motivación principal que le llevó a pertenecer a esa última asociación, y 19) beneficio que obtuvo por su participación (ver las opciones de respuesta en anexos). Para medir el nivel de altruismo, las investigadoras elaboraron una Escala de Conductas Altruistas Autoevaluadas (ECAA) con 39 ítems, la cual intentaba medir la autoevaluación que las y los estudiantes universitarios poseen sobre las conductas de ayuda que pueden realizar en diferentes situaciones. Los ítems estaban divididos en dos unidades de análisis: el género, para indagar diferencias en la ejecución de conductas de ayuda en situaciones específicas y las normas de responsabilidad social, para determinar si las y los estudiantes universitarios ayudan a quienes lo necesitan, sin tomar en cuenta futuros intercambios con las personas a quienes han ayudado. Ejemplos de la primera unidad de análisis: “prefiero colaborar en actividades que requieren mi fuerza como llevar cajas, armar paquetes, ayudar en construcciones, etc.” y “observé a una estudiante que cargaba varios objetos y le ayudé a cargar parte del peso”; ejemplos de la segunda unidad de análisis: “en las vacaciones he dado un día o algunos días voluntariamente para una buena causa”; “dentro de la universidad he acompañado a una persona que estaba buscando urgentemente un lugar en específico”. Las opciones de respuesta tenían los siguientes valores: nunca o casi nunca = 1, algunas veces =2, siempre o casi siempre =3. La confiabilidad estadística para la ECAA, se consiguió por medio de una prueba piloto, para la cual participaron un total de 30 estudiantes de la UCA, 15 mujeres y 15 hombres, entre las edades de 17 y 24 años. Al obtener los resultados se calculó el Coeficiente Alfa de Crombach, dando un valor de α=0.875 para la escala total, considerado por Kerlinger (2002) como una confiabilidad aceptable y una consistencia interna satisfactoria. La validez de contenido de dicha escala se determinó por medio del criterio de jueces, por dos profesionales de Psicología y uno de Sociología, expertos en las temáticas, quienes evaluaron los siguientes requisitos: la relación de cada ítem con las variables de investigación, la claridad en el lenguaje empleado y la tendencia a la deseabilidad social, es decir, si las frases motivaban a responder falsamente con respecto a su verdadera tendencia por “quedar bien”. La escala se modificó con base a las observaciones de los jueces, eliminando y cambiando la redacción de algunos ítems, con el objetivo de presentar situaciones reales del diario vivir de una o un estudiante universitario, quedando compuesta por un total de 34 ítems, aumentando la confiabilidad a un α = 0.892, con puntajes que oscilaban entre 43 puntos y 100 puntos, según la sumatoria de las puntuaciones directas en cada ítem. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 23 Para interpretar el nivel de disposición las y los jóvenes de ayudar de forma desinteresada a los demás, según los resultados de la ECAA, se calculó un baremo con base a los datos de la muestra final (153 estudiantes), obteniendo los siguientes rangos: “nivel elemental de altruismo” entre 43 y 65 puntos, “nivel moderado de altruismo” entre 66 y 75 puntos y el “nivel intenso de altruismo” entre 76 y 100 puntos5. Para medir la variable inteligencia emocional, se utilizó el Perfil de Inteligencia Emocional (PIEMO 2000), elaborado por Cortés Sotres, Barragán Velásques, y Vásquez Cruz, el cual evalúa el Coeficiente Emocional, con un coeficiente de consistencia interna de α= 0.958, compuesto por un total de 161 ítems, dividido en 8 subescalas, las cuales se describen brevemente a continuación: 1. Inhibición de impulsos, cuenta con 25 reactivos, que evalúa la manera con la cual una persona ejerce control sobre sus propios impulsos. 2. Empatía, comprendido por 17 reactivos, que permiten reflejar la capacidad de respuesta de los sujetos para sentir, comprender e identificar las vivencias o experiencias emocionales de los otros 3. Optimismo, formado por 28 reactivos, presenta el estilo emocional optimista de los sujetos para lidiar con la realidad. 4. Habilidad social, compuesto de 16 reactivos, que nos muestra la capacidad del sujeto para relacionarse con los otros. 5. Expresión emocional, consta de 14 reactivos, refleja la capacidad del sujeto para expresar sus emociones, afectos y sentimientos ante las situaciones cotidianas. 6. Reconocimiento de logro, comprendido por 24 reactivos, nos proporciona información sobre la capacidad de los sujetos para reconocer sus logros obtenidos a lo largo de su vida familiar, laboral y social. 7. Autoestima, consta de 27 reactivos que reflejan la autoestima de los sujetos, entendido como la capacidad que se tiene para percibirse asimismo, y a la vez de reconocer sus competencias y autoeficacia. 8. Nobleza, compuesto de 11 reactivos, refleja una persona con rasgos benévolos y propositivos en sus relaciones interpersonales, sin intereses por dominar el comportamiento de los otros. La calificación de los resultados para cada estudiante se realizó en dos partes, en la primera se calculaba el puntaje de cada subescala y en la segunda parte, se calculaba del puntaje total de inteligencia emocional, llamado Coeficiente Emocional. Para ello, se utilizaron un total de 8 plantillas en cada hoja de respuestas, con el fin de obtener la puntuación cruda de cada subescala, asignar posteriormente la puntuación normalizada equivalente a cada una, y finalmente establecer el nivel correspondiente: nivel alto, nivel medio y nivel bajo, establecido por el PIEMO 2000 en las instrucciones de calificación y puntuación. Los autores del PIEMO 2000 asignaron originalmente al baremo cinco niveles, pero para efectos de esta investigación las investigadoras agrupamos dichos niveles de la siguiente manera: “Nivel alto” de 130 a 101 puntos (PIEMO: nivel muy alto, de 130 a 116 puntos y nivel alto de 115 a 101 puntos); “Nivel Medio”, de 100 a 86 puntos (PIEMO: los mismos valores) y “Nivel Bajo” de 85 a 55 puntos (PIEMO: nivel bajo, de 85 a 71 puntos y nivel muy bajo, de 70 a 55 puntos), ya que no se necesitó un análisis tan detallado. Procedimiento El contacto con las Asociaciones Estudiantiles se realizó por medio de la Coordinación de Asuntos Estudiantiles (CAE). Esta unidad proporcionó los nombres de las y los representantes o presidentes/as de cada Asociación. Posteriormente se estableció contacto con dichos representantes y se les explicó el interés de trabajar con las y los miembros de su Asociación y a la vez se les solicitó el número de hombres y mujeres que cumpliesen con los requisitos establecidos. 5 En Psicología usualmente se utilizan los términos psicométricos bajo, medio y alto en las escalas para designar los niveles. Sin embargo, consideramos que dichos niveles pueden etiquetar la capacidad de realizar acciones altruistas por las y los estudiantes, es por ello, que utilizamos los niveles elemental, moderado e intenso para denotar que quienes no puntúan en el nivel intenso también tienen la posibilidad de realizar las mismas acciones, pero en diferente magnitud. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 24 El contacto con las y los estudiantes no asociados/as, se realizó con coordinadores de carrera o catedráticos claves, para que ellos seleccionaran al azar un aula donde se impartieran clases de las mismas carreras de las y los asociados. Tanto a las y los estudiantes asociados/as como no asociados/as se les citaba a horas similares en aulas de la Universidad, para realizar las aplicaciones en grupos grandes. Al reunir a las y los participantes se iniciaba con un saludo y la presentación de las investigadoras, se les explicaba el interés en que respondieran a los instrumentos, indicando la seriedad de la investigación, la forma y el tiempo de aplicación. Se daba un espacio para preguntas antes que ellas y ellos empezaran a contestar. El tiempo de aplicación oscilo entre 15 y 40 minutos. Cuando la o el estudiante finalizaba, se verificaba el completo desarrollo de los instrumentos, con el fin de corroborar que no existieran preguntas sin contestar o con doble respuesta. Se agradeció su colaboración con la promesa de devolverle sus resultados vía internet en mayo 2009, propuesta que fue aceptada con interés por casi todas y todos los participantes, al escribir su correo en la parte final de la ECAA. Durante el trabajo de campo, algunas de las personas que no asistieron a la cita acordada, se les llamaba y se les invitaba a participar nuevamente. En algunos casos se hizo necesario establecer contactos con otras personas de la misma Asociación o de la misma aula para completar la cantidad de participantes de la muestra. Codificación y análisis La base de esta investigación fue por medio de un análisis cuantitativo, por ello se codificaron todas las respuestas a números para ser introducidas en una base de datos creada por el Programa Estadístico para las Ciencias Sociales SPSS versión 15.0. El reporte de las variables sociales de interés se realizó por medio del porcentaje de las frecuencias, con base a las medias (MD) y las desviación estándar (DS) según se requería. Por otra parte, el análisis estadístico de las hipótesis se realizó por medio del Coeficiente de correlación de Pearson, la Prueba T de Student y el Análisis de Varianza (ANOVA). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 25 RESULTADOS A continuación se presentan los resultados obtenidos a través de la Escala de Conductas Altruistas Autoevaluadas (ECAA) y el Perfil de Inteligencia Emocional (PIEMO). En primer lugar se expone un análisis descriptivo de estos instrumentos, a través de las frecuencias y sus medias. Un segundo análisis se basará en la comprobación de las hipótesis planteadas, por medio del análisis de correlación bivariado, correlación de Pearson (r), el análisis de diferencia de medias por el estadístico t de Student (t) y el Análisis de Varianza ANOVA (F) según se requiera. Asimismo, en los diversos apartados, con la finalidad de enriquecer la investigación se incluye el análisis de las variables sociales de interés. Al mismo tiempo se realizaron cruces adicionales a los planteados en las hipótesis de las variables del estudio, para complementar los datos obtenidos. En cuanto al análisis relacional, con el objeto de estimar la relación entre el altruismo y la inteligencia emocional, se utilizó la correlación de Pearson (r), r (153)=.418, p<0.01, lo que denota una correlación positiva estadísticamente significativa, con lo cual se confirma la Hi(1) planteada, es decir que en la medida que aumenta el nivel altruismo aumenta el nivel de inteligencia emocional o viceversa. En el análisis descriptivo, la tabla 2 presenta las medias obtenidas por las y los estudiantes de la UCA respecto al altruismo por medio de la Escala de Conductas Altruistas Autoevaluadas (ECAA) obteniendo las siguientes medias para las y los asociados (MD: 72.46) y para las y los no asociados (MD: 67.61), y en función del baremo, el cual se obtuvo a partir de la muestra total de las y los participantes de la investigación, que divide los niveles en elemental, moderado e intenso, se evidencia que dichas medias ubican a las y los estudiantes en el nivel moderado de altruismo. Igualmente, para la medición de la inteligencia emocional total, de una muestra de 73 estudiantes asociados/as se obtuvo (MD: 107.24) y de una muestra de 74 estudiantes no asociados/as (MD: 102.39), lo que permite ubicarlos en un nivel alto de inteligencia emocional. Tabla 2. Medias de Altruismo e Inteligencia Emocional obtenidas por las y los estudiantes según estado asociativo. N Media Desviación típ. Error típ. de la media Asociados/as No asociados/as 76 77 72.46 67.61 9.85 11.416 1.13 1.301 Asociado/a No asociado/a 76 77 107.24 102.39 9.83 11.476 1.128 1.308 Puntaje total Estado asociativo Altruismo Inteligencia Emocional La Hi(2) estima que las y los estudiantes asociados manifiestan un mayor nivel de altruismo que las y los estudiantes no asociados, para confirmarla se realizó un análisis de diferencia de medias con las puntuaciones obtenidas por las y los estudiantes en la Escala de Conductas Altruistas Autoevaluadas. El grupo de estudiantes asociados obtuvo (MD: 72.46; DS: 9.85) y las y los estudiantes no asociados obtuvieron (MD: 67.61; DS: 11.416), por lo que se puede determinar que sí existe una diferencia significativa en el nivel de altruismo entre las y los estudiantes asociados y las y los no asociados, lo que puede observarse en la gráfica 1, a pesar que ambos puntúen en el nivel medio de dicha variable t (153) = 2.815, p < 0.01. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 26 Frecuencia Gráfica 1. Frecuencia en cada nivel de altruismo según estado asociativo 40 35 30 25 20 15 10 5 0 Asociados/as No asociados/as ELEMENTAL MODERADO INTENSO Nivel de Altruismo Al comparar las diferencias de medias de los ítems correspondientes a la unidad de análisis de género por sexo, se obtuvo para el sexo femenino (MD: 29.15; DS: 3.704) y para el sexo masculino (MD: 28.29; DS: 5.489), entre las cuales no hubo diferencias significativas t (153) = -1.132, n.s., pero al comparar los ítems correspondientes a la unidad de análisis de normas de responsabilidad social se reportó para el sexo femenino una (MD: 41.76; DS: 6.482) y para el sexo masculino una (MD: 39.35; DS: 8.268), resultando una diferencia significativa t (153) = -2.018, p<0.05. Seguidamente, en la misma línea en relación a la edad de las y los estudiantes y su nivel de conductas altruistas autoevaluadas, encontramos diferencias significativas, para ello se recodificaron en cuatro rangos, encontrando que las y los jóvenes de 17 a 18 años obtuvieron una media (MD:1.17; DS: .408), en el rango 19 a 20 años, obtuvieron una media (MD: 2.14; DS: .791), en el rango de 21 y 22 años obtuvieron una media (MD: 1.91; DS: .815) y aquellas y aquellos ubicados en el rango de 23 y 24 años obtuvieron una media (MD: 1.76; DS: .831), determinando que si existen diferencias significativas entre el nivel de altruismo de los y las jóvenes asociados según rangos de edad, sobre todo en el rango de 19 a 20 años de edad, F (3,149) = 3,834, p<0.05. Para contrastar la H(3) la cual plantea que las y los estudiantes asociados poseen un nivel alto de inteligencia emocional en comparación de las y los estudiantes no asociados, se requirió el uso del estadístico (t) de Student para encontrar diferencia de medias con las puntuaciones obtenidas por las y los estudiantes en el Perfil de Inteligencia Emocional. Para las y los estudiantes asociados se obtuvo una media (MD: 107.24; DS: 9.83) y para las y los participantes no asociados una media (MD: 102.39; DS: 11.476), lo que se muestra en la gráfica 2, determinando que si existe una diferencia significativa en el nivel de inteligencia emocional entre ambos grupos, aunque puntuaran en el nivel alto t (153) = 2.804, p< 0.01. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 27 Grafica 2. Frecuencia en cada nivel de inteligencia emocional según estado asociativo 70 Frecuencia 60 50 Asociados/as 40 No asociados/as 30 20 10 0 BAJO MEDIO ALTO Nivel de Inteligencia Emocional A pesar que ambos grupos puntuaron en el nivel alto de inteligencia emocional, adicionalmente se realizó una diferencia de medias para establecer si existían diferencias significativas en relación a las unidades de análisis del Coeficiente de Inteligencia Emocional (PIEMO) por estado asociativo. Se utilizó el estadístico ANOVA para observar las diferencias de medias de las y los estudiantes. Obteniendo una media en optimismo de (MD: 1.46; DS: .662), y para las y los no asociados una media (MD:1.70; DS: .875), estos resultados ubican a las y los estudiantes asociados en el nivel bajo de optimismo F (1,151) = 3.679, p< 0.05, de igual forma en reconocimiento de logro se obtuvo para las y los asociados una media (MD: 1.33 ; DS: .719) y para las y los no asociados (MD: 1.66; DS: .883) ubicándolos en el nivel bajo F (1,151) = 6.551, p< 0.01. En habilidad social, la media para las y los asociados fue de (MD: 2.74; DS: .500) y para las y los no asociados de (MD: 2,5;1 DS: .620) con F (1,151) = 6.387, p<0.01; en expresión emocional para las y los asociados una media (MD: 2.84; DS: .367) para las y los no asociados una media (MD: 2.62; DS: .629) con una F (1,151) = 6.876, p<0.01, finalmente en nobleza para las y los asociados una media (MD: 2.80; DS: .517) y para las y los no asociados una media (MD:2.51; DS: .754) con F (1,151) = 8.003, p< 0.01. Estos resultados ubican a toda la población de estudiantes en el nivel medio de inteligencia emocional, es importante aclarar que aunque puntúen en el mismo nivel aún así se observan diferencias entre las medias de unidades de análisis de Inteligencia Emocional según el estado asociativo. Continuando con el contraste entre las unidades de análisis y las variables sociodemográficas, al examinar si existen diferencias estadísticamente significativas en función de la edad, se obtuvo en la unidad de análisis de empatía una media (MD: 2.25; DS: .673) en las edades de 19 y 20 años, determinando que si existen diferencias significativas F(3,149)=3.438, p< 0.05. En cuanto a las habilidades sociales una media (MD: 2.75; DS: .526), donde también se establecen diferencias significativas en el mismo rango de edad, F (3,149) = 3.832, p< 0.05. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 28 Tabla 3. Resumen de las unidades de análisis estadísticamente relacionadas con el estado asociativo. Unidades de análisis del PIEMO Optimismo Reconocimiento de Logro Habilidad Social Nobleza Expresión emocional p<0.05 Asociados/as No asociados/as MD DS MD DS 1.46 1.33 2.74 2.80 2.84 .662 .719 .500 .517 .367 1.70 1.66 2.51 2.51 2.62 .875 .883 .620 .754 .629 En la misma línea, al realizar la prueba de diferencias de medias entre las unidades de análisis del PIEMO por carrera, se encontraron diferencias estadísticamente significativas siendo la carrera de Ciencias Jurídicas con una media (MD: 2.75; DS: .452) la que reporta una autoestima más alta en el nivel medio, seguido de Administración de Empresas con una media (MD: 2.00; DS: .926), en comparación con aquellas que obtuvieron puntajes en el nivel bajo de autoestima: Economía, una media de (MD:1.35; DS:.489), Comunicación Social, una media (MD:1.41; DS:.501) e Ingeniería Eléctrica con una media (MD:1.58; DS: .703), F(9,143) = 5.994, p<0.01. Las carreras que reportan una nobleza alta son las carreras de Economía con una media (MD: 2.90; DS: .447), Profesorados una media (MD: 2.88; DS: .342) e Ingeniería Eléctrica una media (MD: 2.77; DS: .514), F (9,143) = 1.529, n.s., aunque no es significativo el nivel en esta unidad de análisis. En inhibición de impulsos las carreras de Psicología con una media (MD: 2.29; DS: .624) y Ciencias Jurídicas una media (MD: 2.17; DS: .577) puntuaron alto en contraste con Economía de una media (MD: 1.80; DS: .523), Ingeniería Eléctrica una media (MD: 1.85; DS: .543) y Comunicación Social con una media (MD: 1.85; DS: .602), puntuaron en el nivel bajo, F (9,143) = 2.409, p<0.01. En empatía, Administración de Empresas con una media (MD: 2.75, DS: .463) y Ciencias Jurídicas una media (MD: 2.42; DS: .793) puntuaron en el nivel alto; Economía una media (MD: 1.60; DS: .503) y Comunicación Social una media (MD: 1.85; DS: .718), puntuaron en el nivel bajo F (152)=4.108 p<0.01. En optimismo las carreras que puntuaron alto fueron Ciencias Jurídicas con una media (MD: 2.42; DS: .793), Administración de Empresas con una media (MD: 2.25; DS: .886) y Comunicación Social una media (MD: 1.19; DS: .396), Economía con una media (MD: 1.20; DS: .410), Profesorados con una media (MD: 1.31; DS: .602) puntuaron bajo, F (9,143) = 5.797, p<0.01. En habilidad social las carreras que puntuaron alto son Profesorados con una media (MD: 2.81; DS: 403); Psicología una media (MD: 2.79; DS: .415) e Ing. Eléctrica una media (MD: 2.31; DS: 0.618) en relación a las otras carreras no hubieron datos bajos en esta unidad, F (9,143) 2.100, p<.05. En reconocimiento de logro, Ciencias Jurídicas puntúo alto con una media (MD: 2.33, DS: .888) y las carreras de Economía una media (MD: 1.10; DS: .447) y Comunicación Social una media (MD: 1.11; DS: .424) puntuaron en el nivel bajo F (9,143) = 4.640, p< 0.01. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 29 Seguidamente, para establecer la relación de las dos variables principales y el asociacionismo, se planteó en la Hi(4) que en la medida en que las y los estudiantes asociados manifiesten un mayor nivel de inteligencia emocional, manifestarán un mayor nivel de altruismo. La comprobación de dicha hipótesis requirió el uso del estadístico de correlación de Pearson, del que se obtuvo el valor r (153) = .487, p <0.01. Esto denota una correlación positiva estadísticamente significativa entre la inteligencia emocional y el altruismo en las y los estudiantes asociados. Respecto a las diferencias en el nivel de inteligencia emocional y el sexo se propuso la Hi(5), en la cual se propone que las mujeres manifestarían un mayor nivel de inteligencia emocional que los hombres. Para ello, se realizó un análisis de diferencia de medias con las puntuaciones obtenidas por las y los estudiantes en el Perfil de Inteligencia Emocional. El grupo de hombres obtuvo una media (MD: 103.71; DS: 11.560); y el grupo de las mujeres obtuvo una media (MD: 105.96; DS: 10.161), por lo que se puede determinar que no existe una diferencia significativa en el nivel de inteligencia emocional entre las mujeres y hombres t (153) = -1.276, n.s. No obstante, para profundizar en los resultados de esta hipótesis, se hizo un análisis adicional basado en las unidades de análisis del PIEMO para la muestra total en función del sexo; utilizando el estadístico ANOVA y se obtuvo para el sexo masculino una media (MD: 2.49; DS: .618) y para el sexo femenino una media (MD: 2.76; DS: .491), dichos resultados demuestran que las mujeres poseen mayores habilidades sociales que los hombres F (1,152) = 8.430, p< 0.05. En cuanto al análisis de las variables sociodemográficas, al contrastar la Hi (6) la cual plantea que los hombres manifiestan un mayor nivel de altruismo que las mujeres, se utilizó el estadístico (t) de Student para estimar si existen diferencias estadísticamente significativas en función del sexo en la ECAA. Se obtuvo para el sexo masculino una media (MD: 68.51; DS: 11.320) y para el sexo femenino una media (MD: 71.64; DS: 10.278), por lo que se determinó que no existen diferencias significativas en función del sexo t (153) = -1,786, n.s. A nivel general no hay diferencias, pero cuando se pregunta específicamente en el ítem No.31 “Me gusta involucrarme en actividades de ayuda a otros” y se cruza con la variable sexo, se obtiene una media para el sexo femenino de (MD: 2.49; DS: .646) y para el sexo masculino una media (MD: 2.18; DS: .747), siendo las mujeres las que muestran mayor altruismo que los hombres en el nivel medio t (153) = -2.744, p< 0.01. Al examinar la relación entre el altruismo y la religión que profesan las y los estudiantes, se utilizó el estadístico ANOVA, para estimar si existen diferencias estadísticamente significativas con respecto a la religión, se obtuvo para los católicos una media (MD: 70.74; DS: 10.042), para los evangélicos una media (MD: 71.04; DS: 12.572), para los bautistas una media (MD: 64.79; DS: 7.00), para los no creyentes una media (MD: 64.79; DS: 13.174) y para los que profesan otra religión una media (MD:70.02; DS: 10.907), determinando que no existen diferencias significativas en función de la religión F (4,148) = 1.160, n.s. Por ello, se descarta la hipótesis que el nivel de altruismo difiere de la religión que profesan las y los estudiantes. Para indagar si existen diferencias estadísticamente significativas entre el altruismo y la zona de origen de las y los estudiantes, se requirió también el uso del estadístico ANOVA, obteniendo para la zona de occidente una media (MD: 75.07; DS: 12.203), para la zona central una media (MD: 69.82; DS:10.913), para la zona paracentral una media (MD: 66.70; DS: 11.662), y para la zona de oriente una media (MD: 68.00; DS: 4.822), comprobando que no existen diferencias significativas entre el nivel de altruismo según la zona de origen, F (3,149) = 1.511, n.s. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 30 La H (9), la cual plantea que el ingreso familiar esta relacionado con el nivel de altruismo, requirió el uso del estadístico de correlación de Pearson, del que se obtuvo el valor r (153) = .106, n.s. estadísticamente no significativa entre el ingreso familiar y el altruismo, en las y los estudiantes asociados, por lo que se descarta la hipótesis de relación. Finalmente, la H(10) plantea que el tiempo de pertenencia en una asociación o agrupación esta relacionado con un mayor nivel de altruismo en las y los estudiantes. La comprobación de dicha hipótesis requirió el uso del estadístico de correlación de Pearson, del que se obtuvo el valor de r (153) = .248, p <0.01, mostrando una correlación positiva estadísticamente significativa entre el tiempo de pertenencia y el nivel de altruismo en las y los estudiantes, con lo cual se confirma la validez de esta hipótesis. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 31 DISCUSIÓN Al analizar el altruismo y la inteligencia emocional, se observó una significativa relación entre ambas. Esta relación posiblemente se deba al componente en común de las dos variables: la empatía, teóricamente propuesta como uno de los componentes importantes de la inteligencia emocional (Goleman, 2000). La empatía se considera como el motivador fundamental de la conducta altruista y como la habilidad que las origina (Batson, 1990, citado en Morales). Esta habilidad, permite a las personas enlazar con las sutiles señales sociales del otro indicando qué necesitan o qué quieren de los demás. Cuando una persona observa a otra que necesita su apoyo es ahí cuando pueden surgir emociones que dan lugar a que la persona sea empática y se motive a realizar acciones altruistas, constituyendo un punto de enlace entre ambas variables. Al mismo tiempo se encontró que la variable que influye en el incremento significativo de ambas variables, es la condición de pertenencia a una asociación estudiantil (asociacionismo). Esta condición brinda la oportunidad de desarrollar más y nuevas habilidades, lo que a su vez promueve la empatía proporcionándonos un esquema relacional interesante. En general, podemos decir que una o un estudiante asociado de la UCA con un nivel intenso de altruismo, es aquel o aquella que muestra una mayor disposición desinteresada para ayudar a los demás, se encuentra entre un rango de 19 a 20 años de edad, estudia cualquier carrera de pregrado, ha tenido experiencia previa en otras organizaciones o grupos de jóvenes, se identifica con la religión católica, posee ingresos familiares de más de $801 dólares al mes y proviene de la zona central. Con el interés de describir las características de estudiantes altruistas ésta investigación se basó en aquellos que cumplían con la condición de un nivel intenso de altruismo (entre un puntaje total de 76-100), en todas las variables sociodemográficas. Si bien interesa particularmente ese nivel, ello no significa que las personas que puntuaron en los diferentes niveles de altruismo, moderado (entre un puntaje total de 66 – 75) y elemental (entre un puntaje total de 43 – 65), no sean capaces de ayudar desinteresadamente a los demás, sino mas bien, significa que presentan menor probabilidad de realizar acciones de ayuda en comparación de las y los estudiantes descritos en el nivel intenso, particularmente en esta investigación, con los instrumentos empleados. El grupo de estudiantes no asociados, constituyó un grupo de comparación para enriquecer la información del grupo objetivo. Por ejemplo, participaron 10 jóvenes de la Asociación de Estudiantes de Psicología y 10 estudiantes de la carrera de Psicología no asociados, según la proporción por sexo, para el caso mencionado 7 mujeres y 3 hombres en ambos grupos, teniendo un total de 14 mujeres y 6 hombres de la carrera de Psicología y de esta manera se realizó el mismo procedimiento para las demás asociaciones participantes. En relación a la inteligencia emocional, ambas muestras de estudiantes puntuaron en el nivel alto, quienes estaban asociados son los que reportaron un mayor nivel, en comparación con quienes no lo estaban. En el caso de esta investigación ambas muestras, de estudiantes (asociados/as y no asociados/as) presentan las siguientes características sociodemográficas: son jóvenes entre 19 y 20 años, pertenecientes a las carreras de Psicología, Ingeniería Eléctrica, Comunicación Social y Profesorado de la UCA, que además se identifican con la religión católica, perciben ingresos familiares de más de $801.00 dólares mensuales y provienen de la zona central de El Salvador; destacándose por una desarrollada habilidad social, expresión emocional y nobleza, facilitándoles un adecuado establecimiento de relaciones interpersonales, una expresión apropiada de sentimientos y afectos, de actitudes propositivas en su relación con los demás sin buscar interactuar con las personas, con el fin de obtener beneficios propios. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 32 El asociacionismo esta relacionado con el desarrollo de la inteligencia emocional y con el nivel de altruismo. Parece que un estudiante asociado/a que posee un nivel alto en inteligencia emocional, también presentará un nivel intenso en altruismo. Posiblemente el ser parte de una asociación les permite el desarrollo y ejercicio de diversas habilidades sociales como lo determinaron el PIEMO y la ECAA. Esas habilidades que se han desarrollado en mayor medida, benefician mutuamente tanto a la asociación como a las y los asociados, lo que se constató por los beneficios reportados por las y los estudiantes de la muestra participante: “adquisición de conocimientos y experiencias” 44.2%, “satisfacción personal” 22.1% y más de un beneficio 16.9%. En este sentido, Davis (1999, citado en Ríos, 2004) comenta que pueden percibir otros beneficios como la satisfacción psicológica de la necesidad de reconocimiento, aumento de contactos personales que pondrían ser eventualmente de utilidad, adquisición de experiencia, oportunidades de aprendizaje de aplicación en el ámbito laboral, hacer nuevos amigos, mejorar habilidades sociales, aprobación, estima, etc. Sintetizando, podemos decir que las y los jóvenes asociados, obtienen beneficios por su condición de asociatividad, esto no significa que por recibir beneficios sus acciones dejen de ser altruistas. Quienes pertenecen a la asociación y poseen niveles altos de inteligencia emocional se ven favorecidos en las relaciones interpersonales, manifestando una forma adecuada de resolución de problemas, controlando sus impulsos, mostrando sensibilidad, interés y actitudes humanitarias hacia sus semejantes, como se indica en la interpretación de las puntuaciones altas de las unidades de análisis del PIEMO (Cortés, Barragán y Vázquez, 2000). Hay entonces una relación en la inteligencia emocional, el altruismo y el asociacionismo. Éste último incrementa la relación de las dos primeras variables y esto se evidencia en los altos puntajes de jóvenes asociados/as en inteligencia emocional y altruismo vrs. aquellos/as que no están asociados/as. Un análisis más profundo identificaría cuanto más aumenta el altruismo esta condición. Si bien, las y los estudiantes de la UCA que forman parte de la investigación han desarrollado significativamente su nivel de inteligencia emocional en general, se puede apreciar que ésta tiene la probabilidad de desarrollarse en mayor medida, si estos estudiantes pertenecen a Asociaciones Estudiantiles. Posiblemente puede deberse al establecimiento de las relaciones interpersonales que entablan con otras/os estudiantes, permitiéndoles de esta manera conocer diversas posturas y situaciones cotidianas que difícilmente de manera individual o aislada lograrían experimentar. Según la descripción de las asociaciones proporcionadas por cada uno de sus representantes, sus actividades se enfocan en capacitaciones, talleres, convivios, resolución de problemas académicos-administrativos, entre otros. Éstas les permiten ejercitar e incrementar la habilidad social, la expresión emocional y la nobleza como componentes de la inteligencia emocional, más que aquellas y aquellos estudiantes que no están vinculados a las asociaciones. Es necesario resaltar que si bien las y los estudiantes asociados destacan por sus puntuaciones altas en algunas unidades de análisis del Perfil de Inteligencia Emocional, en otras obtuvieron puntuaciones muy bajas como en optimismo y reconocimiento de logros, contrario a lo que se esperaba. Esto puede significar según la interpretación estandarizada de Cortés, Barragán y Vázquez (2000) que estos estudiantes pueden poseer dificultades para enfrentar los retos, con pocos recursos de afrontamiento o incapacidad para reconocer y valorar sus logros ó alcances que han tenido en sus proyectos, reflejando posiblemente una actitud pesimista o apática hacia algunos aspectos de la vida. Quizás sean las metas muy ambiciosas que se proponen en la Asociación, las cuales pueden concretizarse en fracasos o en metas logradas parcialmente, que influirán en el autoconcepto de sí mismas o sí mismos, adjudicándose esos resultados no como producto de un plan grupal y sino como un aspecto personal, como se aprecia en el siguiente testimonio, de una integrante de una de las Asociaciones de la UCA: Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 33 “…planeamos un acto artístico en el Auditorio Ignacio Ellacuría, con estudiantes de otras universidades […], y fue un golpe fuerte el ver que nadie había llegado. Yo sé, que no tuvo que ser así, pero me tome ese fracaso como algo personal.” A pesar que ambos grupos puntuaron en el nivel medio de altruismo, hay diferencias entre ellos. El estar en una asociación permite el desarrollo de diversas habilidades, pero también puede crear una concientización y sensibilización de las necesidades de otras personas. Una de las razones tras esta aseveración obedece a la norma de la responsabilidad social planteada por Mayers (2000), la cual establece que las personas ayudan a quienes dependen de ellas, como una tendencia a responsabilizarse por el bienestar de otros. En el caso de las y los estudiantes, sobre todo en las mujeres, velando por los intereses de la población estudiantil objetivo para contribuir a su desarrollo profesional, ya sea por medio de talleres, apoyo en materias que ofrecen algún grado de dificultad, ponencias, charlas de carácter formativo, difusión de información a través de la radio, construcción de casas, etc. Probablemente las y los jóvenes asociados sean identificados como un medio para sus compañeras y compañeros, cuando requieran ayuda, información o apoyo. Aunque no realizan acciones caracterizadas como altamente altruistas (rescate de personas, donar sangre, etc.) si se interesan por ayudar a otros. Por ello, es importante recordar como lo explican CJF, FLAJ, OIJ (s/f), que el proceso de organización juvenil ha ido evolucionando a nuevos ámbitos de acción; en el caso de la muestra de esta investigación, las y los jóvenes se están integrando en asociaciones de desarrollo social (Un Techo para mi País), apoyo académico (ADEUCA, AEPSI, IEEE,) entre otros. Confirmando, que en ellas se fomenta en alguna medida conductas altruistas. Sin embargo, algunos autores sostienen que a pesar que este tipo de comportamiento suele ser gratificante para la persona que lo realiza y de suponer un esfuerzo ausente de recompensa para quien ayuda (Smith, 1982, citado en Ríos, 2004), parece que el altruismo puro no existe (la ayuda siempre tiene en cierto sentido motivaciones egoístas) y de una forma u otra siempre se espera una recompensa, aunque no sea este el objetivo que mueva a las personas a ayudar. Quizás la discusión gire hacia la magnitud de la ayuda, aspectos que no se han estudiado a profundidad. Otra explicación, esta vinculada con las motivaciones para ser parte de una asociación. El 32% de las y los jóvenes participantes de la investigación expresaron como motivación principal “para ocupar mi tiempo en algo productivo”, en un 28% “para ayudar a otros” y el 20% más de una motivación; en este sentido los estudios realizados parecen demostrar que no existen motivaciones “puras” que lleven a participar en una asociación, sino que existen diferentes factores. Actualmente, por diversos estudios realizados, se sabe que en las motivaciones de las personas que se ofrecen como voluntarias existe una mezcla de altruismo y puro interés. Es decir, no se puede aseverar que las y los jóvenes que pertenecen a una asociación, lo hagan buscando de manera directa una retribución material, no obstante si pueden recibir beneficios adicionales de manera indirecta por pertenecer a ella. Además, se observó que el tiempo de pertenencia en una asociación o grupo juvenil esta relacionado significativamente con un mayor nivel de altruismo en las y los estudiantes. Las personas que tienen más tiempo de pertenecer a una asociación van incorporando más experiencias y conocimientos, expresándolos en conductas altruistas; posiblemente por el nivel de formación y compromiso que adquieren en la Asociación. Otra explicación puede deberse a que dentro de las Asociaciones se da un proceso de concientización a través del contacto que tienen con las necesidades de otras personas. Es importante enfatizar que muchos de las y los estudiantes asociados han venido aprendiendo a ejercitar estas conductas no solo dentro de las asociaciones a las que pertenecen en la universidad, sino también fuera de ésta. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 34 Por tanto es necesario tomar en cuenta la historia asociativa de las/los mismos: en la Iglesia, en lo comunitario, en lo académico, en lo artístico, usualmente entre menos de seis meses o más de dos años, en la muestra investigada. Muchos de estos espacios muestran iniciativas y movimientos juveniles de corta duración, pero intensivos y con capacidad de multiplicarse y expandirse (Naciones Unidas, 2008, p.17). Se esperaba que las mujeres manifestasen un mayor nivel de inteligencia emocional que los hombres, pero aquí no se encontró diferencia alguna. Se infiere que la inteligencia emocional se va desarrollando independientemente del sexo de las y los estudiantes y de la oportunidad que ofrece el entorno para desarrollarla. Otra explicación, es que los hombres están creciendo con otro tipo de socialización de los roles sexuales, no tan ortodoxa como en el pasado, donde era muy usual establecer determinados roles para hombres y mujeres. Por ejemplo, puede ser que los hombres ya no muestren tanta resistencia a expresar sus emociones y esto contribuye a empatizar con los demás. Se encontró que las mujeres poseen mayores habilidades sociales que los hombres. Estos hallazgos pueden explicarse según diversas teorías del desarrollo: las mujeres son más verbales que los hombres y se les permite expresar más sus emociones. Estas diferencias pueden estar relacionadas tanto con la deseabilidad social, como con el rol que se espera que la mujer juegue dentro de la sociedad, pues a ellas se les socializa para comportarse bajo un patrón regido por actitudes atribuidas de forma tradicional a la mujer como lo son la tolerancia, la paciencia y el recato (Santacruz y Portillo, 1999). Por tanto, se supone que tendrán una mejor comunicación, empatía y asertividad. Según Offer (1997, citado en Papalia, 2001) las mujeres desarrollan mayor empatía y cuidado, más responsabilidad, mayor compromiso con el trabajo, destacan en el altruismo y en habilidades sociales (p.479). Si bien se esperaba que los hombres presentaran un mayor nivel de altruismo que las mujeres, no se encontraron diferencias. Sin embargo, en la teoría existente, son los hombres quienes prestan más ayuda que las mujeres (Eagly y Crowley, 1986; Jonson et al., 1989; Piliavin y Unger, 1985, citado en Worchel, 2002). En está investigación consideramos que no se ha logrado establecer por medio de nuestro instrumento ECAA, ya que contiene afirmaciones que específicamente hacen alusión a situaciones que piden ayuda de manera directa, donde teóricamente se establece que hombres y mujeres no suelen reaccionar de forma distinta a una solicitud directa de ayuda (May, 1984; Eagly y Crowley, 1986, citado en Worchel, 2002). Otra posibilidad, se basa en el actual contexto universitario, donde las diferencias de los roles sexuales no están tan marcados, como en el pasado, pues se esta tratando de impartir una educación con equidad de género. Por ejemplo en el caso de Un Techo para mi País, mujeres y hombres participan en la construcción de viviendas, actividad que antes estaba relacionada sólo a hombres. Y entre los análisis extras realizados con el ítem 31, apoyamos la tesis de que las mujeres poseen un mayor desarrollo en la práctica de conductas altruistas, por ser ellas las que puntuaron más que los hombres en el nivel medio de altruismo, lo que sí resalta una disposición más obvia por parte de las mujeres para ayudar. En cuanto a la edad, independientemente de si las y los estudiantes están asociados o no, son las y los jóvenes de 19 a 20 años, de los que constituyeron la muestra quienes poseen un nivel más alto en empatía y en habilidades sociales, denotando su capacidad de sentir y comprender las necesidades de los demás, permitiéndoles el establecimiento de adecuadas relaciones interpersonales facilitando así la obtención de éxitos. Esto podría explicarse, posiblemente a que las y los estudiantes en esta edad ya han definido metas sobresalientes de la etapa adolescente, destacándose sus esfuerzos por lograr su independencia de los padres mediante la adquisición de aptitudes sociales que se requieren de todo adulto, logrando un sentido de sí misma/o a través del desarrollando habilidades académicas-vocacionales, adaptándose de esta manera a los cambios físicos y a la asimilación de un conjunto de normas y valores (Mckinney, Fitzgerald y Strommen, 1998, citado en Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 35 Todo esto lo llevan a la práctica por medio del trabajo que realizan en las Asociaciones, por ejemplo las y los jóvenes de ACV (Alguien Como Vos) quienes realizan programas de radio indagando sobre algunos de los aspectos de la realidad nacional y los dan a conocer a la audiencia joven, poniendo los conocimientos adquiridos por su formación académica al servicio de los demás. Asimismo, son los contextos y las experiencias derivadas de los diversos roles las que les permiten a las y los estudiantes, identificarse con valores comunes, en el caso especifico de las asociaciones pueden ser los objetivos por los cuales trabajan; favoreciendo de esta forma a la construcción de aspectos sociales de su identidad (Hart, Atkins y Ford, 1998, citado en Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). Las características personales de las y los estudiantes en combinación con las oportunidades del entorno para la exploración de acción prosocial influencian el desarrollo de su identidad moral y, a su vez, incrementan el involucramiento dentro de las asociaciones. En el caso de los rangos de edad que puntuaron bajo en altruismo, de los de 21 a 24 años, probablemente se deba a que las y los estudiantes van cambiando sus intereses, ya están más preocupados por integrarse al mundo laboral y están definiendo sus expectativas de vida, es decir que ya no esta tan latente la idea de realizar actividades en grupo. Es una etapa de transición en la que piensan concretar o realizar otro tipo de actividades mas encaminadas a una satisfacción personal y por ende individual. Si bien no se encontró relación entre la carrera de estudio y el nivel de inteligencia emocional, si se evidenció que las y los estudiantes según la carrera de estudio poseen puntajes diferentes en las unidades de análisis, no por la carrera en si misma, si no por las diferencias individuales de cada estudiante, ya que no encontramos tendencias por carreras. Una posible explicación podría obedecer al hecho que la población corresponda a un nivel académico de educación superior, aunque en algunas de las carreras se instruya una mayor sensibilidad y concientización hacia los problemas de la realidad nacional y que en algunas materias se promueve la participación en actividades comunitarias, por ejemplo, ir a comunidades a dar refuerzo escolar, talleres sobre desarrollo de habilidades sociales, prevención de violencia y consumo de drogas, ejecución de proyectos comunales, entre otros. En cuanto al altruismo y la religión expresada, idealmente el profesar una religión tendría que estar vinculado con la disposición de ayudar, pero es difícil determinar concretamente qué hace que las personas brinden ayuda o en el caso que nos incumbe, que origina las conductas altruistas. Existen muchas hipótesis que tratan de indagar las causas. El comportamiento altruista depende de las influencias de la situación y de las variables de personalidad de quienes se encuentran en tales contextos. En el estudio de la “Parábola del buen samaritano” de Batson y Darley (citado en Morales, 1998), ni siquiera aquellos participantes con creencias religiosas firmes se detuvieron a ayudar a una víctima (cómplice de la investigación) cuando tenían prisa por cruzar el campus universitario. Esto revelaría que incluso el más servicial de nosotros puede sucumbir al influjo de la situación y negar la ayuda a alguien que la necesite. Por tanto, el profesar alguna religión no predispone a ayudar a las personas o ser más altruista para el caso de la muestra. Otra explicación a estos resultados, es que todas las religiones profesadas impulsan el apoyo a los demás. Ríos (2004) lo sustenta diciendo que, la formación religiosa, en todas las religiones, orienta al sujeto hacia otro generalizado. Esta formación puede tomar dos direcciones: como valores que obligan a tomar en cuenta en las decisiones propias el estado de terceros a los que se debe servir o sobre los que se asume alguna responsabilidad solidaria, o como orientaciones prosociales que disponen a involucrarse en actividades de ayuda, fomento o resolución de problemas. Es necesario destacar, que faltó profundizar y preguntar a las y los estudiantes si participaban activamente en un grupo religioso. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 36 La zona de procedencia tampoco influye en el nivel de altruismo. Consideramos que en futuras investigaciones sería interesante establecer diferencias por zona rural y urbana, puesto que la diferencia de contextos socioculturales podría influir en cómo se ayuda a los demás. Tampoco existe relación entre el ingreso familiar y el nivel de altruismo. Por ello consideramos que la conducta altruista se va a presentar o no, independientemente de los ingresos económicos que tengan. Dichas conductas podrían deberse a otros factores de las y los estudiantes como factores cognitivos, socialización, emocionales, etc., más que la capacidad económica para esta población. A modo de conclusión, el hallazgo más importante es la relación entre el altruismo y la inteligencia emocional, relación que aumenta si las y los jóvenes pertenecen a una Asociación, es decir, que existe una incidencia de las variables entre sí. En cuanto a la diferencia de ambas muestras en el nivel de altruismo reportado, se encontró que las y los estudiantes asociados son más altruistas que las y los no asociados, a pesar que ambos puntuaron en el nivel medio. Es por ello, que un fenómeno como el altruismo pueda ser determinado por los ámbitos en los que se mueve la persona. Se recomienda realizar la investigación con otras asociaciones o grupos donde sus ámbitos de acción sean meramente comunitarios o sociales, como por ejemplo aquellos trabajos realizados en asilos, desarrollo comunal, orfanatos, entre otros. En cuanto a la inteligencia emocional, son las y los estudiantes asociados quienes puntuaron alto en esta variable, lo que indica que estar dentro de las asociaciones les permite un mejor desarrollo de las habilidades que ya poseen y se enriquecen a través del intercambio de nuevos conocimientos y experiencias, adquiridos en las actividades formativas brindadas por la Asociación. Por esta razón consideramos que es importante retomar actividades de promoción del asociacionismo, a través de las autoridades pertinentes de la UCA. Por otra parte, hay que evidenciar que los estudiantes asociados poseen un nivel bajo de optimismo y reconocimiento de logro, para ello, sugerimos aumentar el monitoreo de las actividades de las Asociaciones Estudiantiles, por parte de la Coordinación de Asuntos Estudiantiles de la UCA, para retroalimentarles oportunamente en aquellos momentos en que las actividades no se realicen de acuerdo a lo esperado, para que, reconozcan y valoren los esfuerzos realizados, más no se enfoquen en resultados negativos, para fortalecer el reconocimiento de logros, mantener y aumentar el nivel de optimismo, o aumentar la tolerancia a la frustración. Esto, con el objetivo de no resaltar las debilidades, sino potenciarlas, para que estos jóvenes vean los errores como una oportunidad de aprendizaje y formación en la cual exploren alternativas de solución propositivas, en lugar de percibirlo como algo irreversible. Lo más importante ha sido el establecimiento de la relación entre inteligencia emocional y altruismo, donde la empatía es el punto de enlace de las variables principales. La cual se puede estimular y desarrollar desde la socialización primaria y se considera parte de las características que posibilitan el éxito social, permite a la persona relacionarse con otros, privilegiando sobre todo, valores como la dignidad personal y la dignidad de los otros constituyendo, de esta manera será también una forma de control de las conductas mal adaptadas como la violencia o la agresión (Del Prette y Del Prette, 2002), tan marcadas en nuestra sociedad. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 37 Otro factor que incide en el nivel intenso de altruismo de una persona es el tiempo de pertenencia en una asociación, que le permite adquirir conocimientos y experiencias que incide en la probabilidad de manifestar en mayor medida acciones altruistas. Es importante enfatizar que muchos de los estudiantes han aprendiendo a ejercitar estas conductas no solo dentro de las asociaciones y movimientos a los que pertenecen en la universidad, sino también fuera de ésta, por tanto es necesario tomar en cuenta la historia asociativa de las y los mismos. Esta experiencia puede ser más intensa si tomamos en cuenta la participación de las y los jóvenes en la educación básica: Ríos (2004) determinó que la experiencia de las y los jóvenes en el colegio es un importante precursor del involucramiento en la universidad, donde el alumna/o se incorpora a proyectos habitualmente ya establecidos, programados y definidos. Mientras que en la universidad, a veces se incorpora a proyectos con el formato anterior, pero en otras, asume un rol más activo que incluye la formulación de proyectos, su articulación en alguna forma de intervención social, la búsqueda de recursos y el reclutamiento de alumnos como voluntarios, con esto, se asume que la persona adquiere un nivel de compromiso mayor. Por otra parte, el sexo de las y los estudiantes no se relaciona con las dos variables centrales, aunque las mujeres manifiestan una tendencia a ayudar más que los hombres. Sin embargo, esta relación puede explorarse en otras investigaciones si se elaboran ítems orientados a establecer de manera más clara situaciones en las que se presenten situaciones más específicas para cada sexo; ya que la teoría expresa que ambos sexos responden de manera similar ante una petición directa de ayuda y que por el contrario, son las mujeres las que manifiestan más acciones altruistas por su capacidad para interpretar el lenguaje no verbal (expresión facial, gestos, miradas, etc.). En este sentido, surge la duda acerca de lo que estamos haciendo como sociedad y futuros profesionales desde el ámbito que nos corresponde, en qué estamos contribuyendo y sobre todo, qué deberíamos hacer para que algunos de los roles y características atribuidas tradicionalmente a las mujeres, como son la sensibilidad hacia las necesidades y sentimientos de los demás, el interés por el cuidado de los otros, puedan convertirse en valores generalizados para ambos sexos, para la generación de nuevos y mejores modelos de la sociedad (Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). En relación a la edad, el grupo de 19 a 20 años independientemente de estar asociados o no es el grupo que manifiesta mayor empatía y habilidades sociales. Lo cual concuerda con la teoría del desarrollo humano, en donde se establece la definición de su identidad, como una de las tareas que se resuelven en la adultez temprana, donde define sus responsabilidades para con los demás. La relevancia de esta tarea del desarrollo queda evidenciada en las diferentes investigaciones que han argumentado que la personalidad adulta está influenciada en gran medida por la manera en que las personas resuelven sus problemas durante este periodo (Stewart y Healy, 1989, citado en Velásquez, Martínez y Cumsille, 2004). Las características de los entornos, como por ejemplo el involucramiento en las Asociaciones y en la interacción con otras personas, en la que los jóvenes se desenvuelven, cobran relevancia para su desarrollo, por lo que la interacción con el entorno le brinda a las y los estudiantes diferentes formas de participación en actividades. Es necesario que las asociaciones, establezcan metas y objetivos que se puedan realizar y evaluar, de manera que les facilite la percepción y valorización de los avances y los logros obtenidos en sus actividades. Además es primordial, que las y los miembros de las Asociaciones den a conocer a aquellas y aquellos estudiantes que no están afiliados la importancia de pertenecer a estos grupos, ya que les facilita el desarrollo de habilidades interpersonales con base al intercambio de experiencias en la interacción con otras personas. Altruismo e Inteligencia Emocional en Jóvenes de las Asociaciones Estudiantiles UCA. 38 Es fundamental para la calidad de la democracia fomentar el asociacionismo juvenil respetando sus intereses sin exponer condiciones externas desde la mirada “adulta”. Se requiere de las asociaciones juveniles aporten su opinión en la definición de las políticas públicas, pues la influencia ciudadana es “el requisito” para crear un marco analítico entre gobernantes y gobernados donde los primeros ejercen la facultad de decidir y los segundos la prerrogativa de influir (SEGIB y OIJ, 2008, p. 28). Finalmente, sugerimos tomar en cuenta algunas consideraciones para desarrollar esta investigación para lograr enriquecer más los resultados obtenidos: profundizar en la dirección de la influencia entre el asociacionismo como variable independiente y la inteligencia emocional y el altruismo como variables dependientes. Los resultados encontrados son válidos únicamente para la población universitaria que participó en la investigación, por lo que se sugiere realizarla tomando en cuenta otras universidades del país, para poder ampliar los resultados. Sería útil además, para impulsar la pertenencia a las Asociaciones, estudiar cómo las experiencias de trabajo al interior de ellas impactan en el desarrollo ulterior de la conciencia ciudadana de éstos jóvenes. REFERENCIAS Audiovisuales UCA (Productor). (2005). Metamorfosis Estudiantil [Documental]. El Salvador: Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas. Alvarenga, D. (2008). Instituto de Ingenieros Electrónicos e Informáticos, sede UCA. 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