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El derecho a la memoria y el pasado como afrenta presente.
Mesa de diálogo y discusión - 10 de Noviembre de 2010.
Institut d´Estudis Catalans (IEC)
I. La memoria, más que un espectáculo.
“Llegó y se fue”, se rindió “homenaje al espectáculo”, se trató la historia con “afán de impresionar *…+,
con la atención puesta en la rentabilidad de cada acto, de cada manifestación, de cada monumento
levantado a la memoria de no se sabe muy bien qué *…+”, en “una Europa pletórica de
autosatisfacción”. “El Quinto Centenario llegó y se fue, con sus fastos excesivos pero sin el mínimo
análisis en cuanto a su significado ni el de los hechos que se conmemoraron *…+”1.
En América Latina, 1992 se experimentó de una manera totalmente distinta, con consecuencias que,
simbólica y políticamente han implicado un repensar aquella región hasta el día de hoy, y que cualquier
observador atento puede bien reconocer. Así, e introduciendo los matices necesarios, sin duda la
mirada que arriba se anota acerca de cómo en España se vivió el quinto centenario hace casi veinte
años atrás, nos permite contrastar y hacer hoy evidente el silencio, y con excepción de sus élites
económicas y políticas2, la generalizada falta de interés que ha prevalecido socialmente respecto a las
luchas anticoloniales y antiimperialistas.
Desencadenadas con Haití (La Española) hace más de doscientos años, hoy se nos presentan bajo la
simplificación del “año de los bicentenarios”. Sin embargo tales procesos fueron de una enorme
heterogeneidad y complejidad, desembocando en distintas modalidades y grados de “independencia”,
fundamentalmente político-formal, en América Latina y el Caribe. Ello, en tanto que las élites criollas, y
posteriormente mestizas, no tardarían en impulsar nuevos ciclos de exterminio, y de recrear formas de
colonización interna que les garantizarían luego la explotación y el sistemático despojo de los bienes de
los pueblos originarios, en una clara alianza con los intereses de las empresas transatlánticas que se
mantendrían presentes -intermitentemente en la región- a través de múltiples mecanismos inspirados
por una racionalidad neocolonial.
II. El 12 de Octubre, un lugar de dominio y desmemoria.
El hasta hoy Reino de España tardó mucho en reconocer a las nuevas repúblicas latinoamericanas, y en
desarrollar un discurso para relacionarse con ellas, estando éste siempre condicionado por su propia
posición en el entorno internacional. Así es como, tras la I Guerra Mundial, siendo evidente su
aislamiento y con el deseo de no quedar al margen del nuevo orden emergente, se impulsa la retórica
panhispánica, orientada a crear el equivalente a una Commonwealth iberoamericana. Y aunque
distintos actos y conmemoraciones se venían realizando desde 1892, fue en 1918 cuando se estableció
oficialmente el 12 de Octubre como el “Día de la Raza”. La izquierda española se sentía más cómoda
1
Nota del editor de El continente vacío de Eduardo Subirats, Madrid, Anaya, 1994.
Roy, J.; Domínguez, R. (eds.). (2010) España, la Unión Europea y la integración latinoamericana. España: Programa de
Cooperación del Ministerio de Cultura de España.
2
refiriéndose a esta fecha como “Fiesta del Idioma” y Unamuno incluso la denominaba “Fiesta de la
Humanidad”. Las críticas que llegaban desde América Latina no tardaron en denunciar que la ideología
de la Hispanidad estaba asociada a un nuevo imperialismo, el “imperialismo manso”, y que constituía
parte de una estrategia neocolonial. Con el franquismo y tras la II Guerra Mundial, el “imaginario
imperial” y la retórica del panhispanismo habrían de profundizarse todavía más ya que sería aún mayor
el grado de aislamiento que se necesitaba superar3.
En términos oficiales, e incluso ya bajo el régimen de la democracia liberal, en 1981 el Día de la Raza se
convierte en “Día de la Hispanidad”, conmemorando “la tradición cultural común a los pueblos de habla
hispánica”, y en 1987 pasa a establecerse como “Día Nacional”.
De esa manera, desde su origen el 12 de Octubre estuvo cargado de desmemoria y respondió a claros
intereses geopolíticos. Pero dadas las alianzas propias de la expansión del capitalismo, y los procesos
ideológicos y de racialización que históricamente las han mediado, la perspectiva memorial del estadomonárquico español no tardó en reproducirse en las nuevas repúblicas latinoamericanas.
En el marco de la pretendida superioridad natural de la “racionalidad occidental”, el proyecto de
legitimar la razón del más fuerte, sustentada por pensadores de gran influencia como Voltaire, se hizo
realmente exitoso. El genocidio que caracterizó la conquista y la colonización del continente pasó a
conformar el imaginario de una generación a la siguiente a través de un conjunto de tergiversaciones
autosatisfechas y de un revisionismo historiográfico que continúa hasta el presente. La instauración del
olvido ha llegado a reducir los siglos de violencia, despojo y esclavismo sobre los que se fundó todo un
imperio a la simple idea de una “Leyenda Negra”4. De manera casi imperceptible para sus ciudadanas y
ciudadanos el exterminio de millones de personas, se vino asimilando como el costo natural de todo
progreso; o, siguiendo a Hegel, como las flores “al borde del camino” que inevitablemente hubo que
pisotear para que la historia pudiera seguir su marcha triunfal.
Año tras año, un desfile político-militar alimenta el recuerdo orgulloso de las “glorias imperiales”
recreando y fortaleciendo la legitimidad de aquella y otras guerras. En tanto que el sistema educativo y
los medios masivos de comunicación se han mostrado incluso contrarios a la urgente necesidad de
propiciar un pensamiento crítico respecto al pasado, representando anacrónicamente como epopeya lo
que no fue ni un “descubrimiento” ni un neutro “encuentro entre culturas”, sino una invasión y la
acumulación violenta de una riqueza que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del
capitalismo europeo.
Se celebra también la imposición cultural y la homogenización lingüística, mientras que en el imaginario
colectivo se continúa asentando una representación profundamente alterizada de los pueblos “indios”.
Más allá de los discursos políticamente correctos que circulan entre segmentos como las organizaciones
no gubernamentales (ONGs) o el “solidarismo” contemporáneo, en la sociedad en general la
representación de los pueblos no-europeos como bárbaros, primitivos y salvajes, se actualiza hoy con la
imagen, paternalista o amenazante de pueblos exóticos, atrasados, inferiores, “tercermundistas”,
3
4
Noya, J. (2009) La nueva imagen de España en América Latina. Madrid: Tecnos y Real Instituto Elcano.
Ibíd. p. 502.
infantiles, incapaces de autogobierno o, por idiosincrasia, sanguinarios5. Pero ambas tendencias -la
afirmación de una lengua y cultura común y, la producción permanente de “los otros”- inscritas en el
seno de la vieja Europa capitalista, no dejan de usufructuarse simbólica ni políticamente, generando
cada vez más beneficios económicos a través de la industria turística, la eficacia de la gestión
empresarial, las transacciones comerciales6 o el mismo mercado de armas.
Así, al no enfrentarse a sus fantasmas, al justificar el sometimiento, hacer vanagloria de los factores de
dominio y reducir a “crónicas de lo imposible” aquello que ha sido fundamental en el desarrollo de su
historia, la sociedad enmarcada en el Estado español “no puede en rigor comprenderse a sí misma”.
Aún cuando, siguiendo a Eduardo Subirats, no nos sorprende que “esa ignorancia de sí misma, sea por
otra parte tan deseada en la contemporánea conciencia histórica europea”7.
III. El 12 de Octubre, un proyecto de afirmación del derecho a la memoria.
Más allá del contexto que lo situara en uno de los años más emblemáticos de los procesos de
“independencia” ¿fue acaso el 12 de octubre del 2010 una conmemoración más?
No, lejos de ello, el rechazo a la celebración oficial, como reflejo de distintos procesos sociales en
marcha, llevó a converger y a encontrarse en las calles por segundo año consecutivo a diferentes
colectivos latinoamericanos, africanos y catalanes, sumando sus reivindicaciones por el derecho a la
autodeterminación, a la justicia social, y a una memoria que no produzca olvido, sino que se perfile con
la capacidad de asumir un papel históricamente responsable con la dignidad de los pueblos.
Como el manifiesto señalara, mientras la falta de reconocimiento público y de reparación ante uno de
los mayores exterminios de la historia se perpetúa en una cultura hegemónica de impunidad, el
capitalismo salvaje se profundiza, y luego de dos décadas de internacionalización, acumulación y
saqueo por parte de empresas españolas como Repsol, Banco Santander, Gas Natural-Unión Fenosa,
Telefónica, BBVA, Endesa, es posible constatar la fragilidad sobre la que se sentó en América Latina el
todavía reciente imperativo categórico de un “Nunca Más”.
Las fuerzas conservadoras avanzan y se sedimentan de nuevo en Europa; en tanto que las élites
económicas y políticas impulsan proyectos no únicamente de construcción de “hegemonía” (soft
power) en otras regiones, sino formas neocoloniales de dominación. Las imágenes distorsionadas de sí
mismos, así como la de las y los otros, continúan informando, orientando la toma de decisiones y
alimentando los procesos de legitimación, o de complicidad, en amplios sectores de la población. Sólo
así, es posible explicar el silencio, la falta de indignación y de firme rechazo frente a las políticas de
explotación, represión y creciente criminalización de las personas extranjeras no-europeo-occidentales.
Políticas de las que constituyen una clara muestra los Centros de Internamiento, la Ley de extranjería,
las detenciones arbitrarias y un sin número de violaciones de derechos humanos.
5
Mate, R. (2007) “¿Existe una responsabilidad histórica? En. Gustavo Gutiérrez, Samuel Ruiz, Frei Betto y Reyes Mate (eds.)
(2007) Responsabilidad histórica. Preguntas del nuevo al viejo mundo. Bacelona: Anthropos. pp. 354-372.
6
Casilda Béjar, R. (2002) La década dorada, economía e inversiones españolas en América Latina 1990-2000. Madrid:
Universidad de Alcalá.
7
Subirats, op. cit. p. 56.
Pero lo que se manifiesta de manera particular al interior de cada estado, no se configura sino en el
marco de un poder altamente concentrado a nivel global. De ahí que, como recuerda Samir Amín en su
libro Por un mundo multipolar (2005), no será posible enfilarnos hacia otro conjunto de relaciones
sociales y políticas, sino a partir de ciertas condiciones, entre las cuales habría que priorizar la
necesidad de que, «Europa avance realmente en la vía de "otra Europa" social (...) y que inicie la
renuncia a su pasado y a su presente imperialista»8, lo que requiere romper con el atlantismo y llegar a
desenmarcarse del proyecto neoliberal9.
Hay, sin duda, muchas otras vivencias y razones para que el 12 de Octubre del 2010, no sea recordado
como un momento de rechazo más a las celebraciones oficiales, pero cabe en este marco apuntar una
en particular.
En 1956 la economía española se reactivaba, dado el afianzamiento en las relaciones entre las distintas
burguesías regionales y el régimen franquista. Sólo dos años después, ya en ese nuevo contexto de
poder que se había reconfigurado, Guinea Ecuatorial que permanecía aún como colonia española, era
redefinida bajo el estatuto de “provincia”. Debió pasar todavía más de una década para que España,
bajo la presión internacional ejercida por la ONU termine reconociendo -el 12 de Octubre de 1968- la
independencia de ese país, aunque de nuevo en términos puramente formales10.
El 2010 es también un año emblemático de los procesos de descolonización en África, ya que se cumple
el primer cincuentenario del inicio formal de aquel proceso emancipador. Una oportunidad histórica,
pues, para que Europa, España y Catalunya afronten de manera inédita su pasado.
IV. La embestida neoliberal, el nuevo contexto para la defensa de una memoria con
historia.
Sacar con responsabilidad el pasado del olvido no es una tarea fácil, y tampoco lo es mantener
socialmente la clara aspiración a una memoria que no ceda ni se conforme ante las versiones fáciles y
autocomplacientes que le fueron heredadas; que no termine reduciéndose a monumentos o rituales (ni
a la simple exigencia de su desaparición), o al “perdón” y a las disculpas en sus dimensiones formales.
Asimismo, no es menor el esfuerzo social que hay que realizar para resistir una tendencia a hacer
memoria que, asociada a determinadas identidades o proyectos, acaba en una mera victimología.
A la vez, es sabido que la memoria es un acto político, pero como bien afirmara Josep Yerushalmi hace
ya algún tiempo, el antónimo del olvido no es sólo la memoria sino la justicia. Es decir, lidiar con el
pasado, implica para todas y todos asumir los profundos desafíos que el presente plantea.
En ese orden de ideas, pero desde otra perspectiva, la tregua del conflicto capital/trabajo que durante
varias décadas cediera a las fuerzas y necesidades de su propia reproducción en el espacio europeo, ha
dado lugar a la experiencia de nuevas generaciones a las que se ha negado en gran medida el derecho a
la memoria. A la par, las y los descendientes de aquellas colectividades que experimentaron a sangre y
fuego la desposesión simbólica y material de sus formas de vida y proyectos políticos al interior del
8
Las cursivas no son del autor.
Ibid. p. 215.
10
Ndongo-Bidyogo, D. ¿Por qué venimos a Europa?
http://www.angelfire.com/sk2/guineaecuatorial/europa.htm
9
Tomado
el
14
de
octubre
2010
de:
estado español, pero sobre todo en los territorios coloniales se han hecho cada vez más visibles. Sus
voces cobran protagonismo y su existencia nos abre hoy la posibilidad de un conocimiento sobre la
realidad, que no se alcanzaría ya a percibir sin ellas11.
Es cierto que, desde la pluralidad, los pasados se mezclan, entrelazan, yuxtaponen, jerarquizan y/o
silencian los unos a los otros, pero cabe preguntarnos si desde el pensamiento crítico contemporáneo
habrá la capacidad de denunciar a contracorriente12, la relación compleja entre aquellos
acontecimientos y racionalidades, con las formas de avasallamiento en el presente. Y en ese mismo
sentido, si es acaso posible asumir un contra-olvido -una justicia que no se limite a las dimensiones
retóricas, morales o simbólicas- sin una acción directa y comprensión de lo local, pero en estrecha
interdependencia y colectiva articulación con lo global.
En 2008, en el contexto de un nuevo ciclo de reposicionamiento geopolítico para España, José Luis
Rodríguez Zapatero señalaba que desde la década de los años noventa, en la búsqueda de nuevos
mercados, las empresas españolas empezaron a realizar inversiones masivas en el exterior, priorizando
aquellas regiones donde se gozaba de mayores “ventajas comparativas”.
La gran apuesta fue por América Latina, y el estado español en 2007 acabaría convirtiéndose en el
segundo inversor en la región, sólo detrás de Estados Unidos. Según el mismo Presidente Rodríguez
Zapatero, no cabe duda alguna acerca de cuánto ese nuevo ciclo de expansión ha llegado a fortalecer a
la economía del estado, y a permitir el crecimiento y reposicionamiento de las empresas trasnacionales
españolas. Las inversiones en Latinoamérica suponen más de un tercio de toda la inversión española y,
sólo en el 2006, casi la cuarta parte del resultado de las empresas del IBEX35 fue generada en aquella
región13.
Pero más allá de la dimensión cuantitativa, es importante reparar en los sectores estratégicos en los
que se interviene: las telecomunicaciones, el sistema financiero, las infraestructuras de transportes y el
sector energético, entre otros. Todos estrechamente relacionados con las posibilidades de bienestar de
la población, hoy se encuentran mercantilizados. Empresas que llegaron a privatizarse y a pasar a
manos españolas, justamente bajo el fuerte influjo y la imposición por parte de los organismos
multilaterales de la racionalidad neoliberal, la cual se viene implantando en la región desde los años
setenta.
Hoy el neoliberalismo hace retroceder también en Europa importantes conquistas laborales y sociales.
Asimismo, las pequeñas economías locales se ven enfrentadas a la defensa de sus territorios ante la
insaciable depredación y contaminación de los espacios y bienes comunes. Se pierden progresivamente
mayores niveles de autonomía; y la institucionalidad creada para velar por derechos fundamentales
como la educación o la salud se ve cada vez más gestionada y dirigida por los intereses empresariales.
11
Mate, op. cit. p. 359.
Roy y Domínguez, op. cit. p. 8.
13
Rodríguez Zapatero, J.L. (2008) «Presentación». En. La gran apuesta. Globalización y multinacionales españolas en América
Latina. Análisis de los protagonistas. España: Granica.
12
Quizá sea un buen momento para sentarnos a reflexionar, lo más (auto)críticamente que nos sea
posible, acerca del contra-olvido, entendido como ese derecho de todas y todos a la memoria y a la
justicia social.
Propósitos.
Desde la modestia de este esfuerzo, se pretende poner sobre la mesa de debate la cuestión de la
memoria. ¿De qué manera se han venido relacionado el estado español y la sociedad catalana con su
pasado?
Sin duda, hay nuevas referencias e importantes aprendizajes con relación a un pasado que
subjetivamente le resulta más próximo a la mayor parte de la población, como el de la guerra civil o el
franquismo. Pero ¿cómo se posiciona esta sociedad ante aquellas otras experiencias históricas que aún
hoy aparecen menos visibles? ¿Qué relación establece con respecto a los distintos procesos de
conquista, esclavitud, colonialismo y posterior enfrentamiento de las luchas de descolonización que
forman parte de su historia? Hechos que, sin ser objetivamente tan lejanos en el tiempo, ni estar
desvinculados con su realidad actual, parecieran tender a hacerse menos abordables desde las
capacidades críticas y reflexivas presentes en el espacio social.
A este respecto, nos formulamos las siguientes preguntas: ¿tienen los pueblos el derecho a aspirar a
una memoria cada vez más íntegra, honesta y responsable consigo misma? ¿No es acaso la memoria
parte constitutiva de la dignidad de los individuos y las sociedades? Y finalmente, ¿cómo se
contraponen hoy los intereses del gran capital, de las grandes empresas, a la trayectoria de una
memoria capaz de contribuir a la justicia social, así como al pleno derecho a la autodeterminación de
los pueblos?
A través de la mesa redonda que hemos denominado "El derecho a la Memoria y el pasado como
afrenta presente" buscamos generar un espacio de intercambio abierto, no para pensar América Latina,
sino para que a partir de los saberes y experiencias de cada quien podamos reflexionar colectiva y
críticamente acerca de cómo la sociedad catalana y española, notando las especificidades de cada cual,
se comprenden a sí mismas en su relación histórica con aquella región, con esas “otras” y esos “otros”,
nombrados y percibidos como tales, pero con quienes no sólo el pasado sino también el presente y el
futuro están, de una u otra forma, ineludiblemente vinculados.
Participantes.
Se contará con los aportes de:
 Verena Stolcke (Presidenta del Institut Català d´Antropologia);
 Francisco Fernández Buey (Profesor de Filosofía Moral y Política de la Universitat Pompeu
Fabra);
 Alejandro Andreassi (Profesor del Departament d'Història Moderna i Contemporània de la
Universitat Autònoma de Barcelona).
 Jesus Carbó Izquierdo (Plataforma de la Tierra Alta).
Modalidad de trabajo.
Buscamos realizar una convocatoria amplia que llegue también a sectores que tienen menos ocasiones
de ponerse en relación y repensarse ante este tipo de planteamientos, trabajando a partir de tres
momentos:
i) En Internet. Diez días antes de la mesa de diálogo y discusión, se pondrá a circular junto a la
convocatoria un blog con materiales y publicaciones relacionados con el tema, con una
ventana interactiva que permita que las personas formulen preguntas y expongan
inquietudes acerca de la temática.
ii) La mesa redonda propiamente dicha. Se realizará el día 10 de Noviembre de 2010, entre 18 y 21
hrs., en el Institut d´Estudis Catalans (IEC) ubicado en c/Carme, 47.
iii) Sistematización y espacio abierto. Se registrará y publicará –dependiendo de la disponibilidad
de recursos, pero al menos de forma digital– tanto las contribuciones, como el diálogo y la
discusión que allí se generen. El blog permanecerá como espacio abierto al diálogo, y como
un medio que sume a la construcción de otras iniciativas que puedan surgir.
Respaldos Institucionales.
Se cuenta con el apoyo de:
 El Institut Català d´Antropologia (ICA)
 El Institut d´Estudis Catalans (IEC)
 El Centre d´Estudis sobre Moviments Socials (CEMS) de la Universitat Pompeu Fabra
 La Càtedra UNESCO d´Estudis Interculturals de la Universitat Pompeu Fabra
 El Equip de Recerca d'Antropologia dels Processos Identitaris (ERAPI-ICA)
 El Grupo de Sociologías Iberoamericanas (GSIA) en el marco de la Universitat Autònoma de
Barcelona
Barcelona, Octubre 2010.
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