Esta noche, cuando suenen las doce campanadas - See

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Las Doce Campanadas
Esta noche, cuando suenen las doce campanadas,
muere de nostalgia, señor el año viejo,
Humberto de JSe
.M
orillo
Bullicio, cena, vino, lágrimas, risas y carcajadas
Música de aguinaldo, recuerdos del pasado idos muy lejos,
Un cielo hermoso de estrellas y luceros,
Una luna risueña allá en el firmamento,
Una esperanza trunca, un adiós, al te quiero
Una alegría de siempre, un amor sin lamentos.
Esta noche se conjugan con fiestas y alegría,
pensamientos lejanos, recuerdos del ayer,
Doce uvas del tiempo, amor y poesía
La presencia divina convertida en mujer.
Señor escucha mi oración en este instante,
Dame tu inspiración, señor del universo,
Un año muere, yo lo siento distante,
Lo siento mío y lo convierto en verso.
Un año que se va, la media noche marcará su fin.
Cuando eufóricos todos, nos demos el abrazo,
Cuando comiencen los gritos y el festín,
y suenen moribundo los doce campanazos.
Feliz año, feliz año, repican las campanas bullangueras
Morteros, cohetes, mil luce de bengala,
Cornetas, aguinaldos, las gaitas por doquiera
Una locura el mundo, un buque sin escala.
Como se oye la risa, comedia y carcajadas,
Como lloran, algunos, sin sentir el olvido,
Parece un carnaval, disfraz y mascarada,
Un circo, dos payasos, un mundo sin sentido.
Ya no huele a estoraque, ni a pesebre casero,
Murió la tradición del rincón hogareño,
La abuela se nos fue, se llevó un te quiero.
Su imagen es de estrella, de lucero pequeño,
Esta noche, sentados en la mesa del hogar,
Platicaremos junto recordando el pasado,
Reiremos por momento, no, vamos a llorar
Damos tu bendición ¡oh Dios! ¡oh Cristo amado!
Llenaremos la mesa, de alimento y amor,
Una oración por la gracia infinita
¡Alabado Jesús! el hijo del señor
Dame el pan de la vida, dame el agua bendita.
Podemos releer en un libro sagrado,
Las santas escrituras, palabras para el mundo,
Un año que se va, un destino marcado
Arriba el cielo azul, abajo el mar profundo.
Bendito Dios que nos diste la vida,
Escucha esta oración, escucha esta plegaria,
Soñaré a cada instante con tu imagen querida
Tú corona de espina y tu cruz solitaria.
Un año que se va, con voces de alegría,
Un año que termina, con llantos y tristeza,
Comienza un año nuevo, canción y poesía
Dame Cristo bendito tu amor, tu fortaleza.
Esta noche tu pan lo comeré en mi cena,
Tu vino dulce compartiré contigo,
Borra de mi existencia el dolor y las penas
y tu túnica blanca convertiré en mi abrigo.
Gritos, fuegos artificiales, latir de corazones
Doce campanadas, anuncian la luz del año por venir,
Un nuevo amanecer cargado de ilusiones
Y unas ansias profundas de amar y de vivir.
Madre, esta noche se nos muere un año,
Aquí junto a ti, sentado estaba mi papá,
Verdad, ya no está su presencia, no te parece extraño
No llores, oremos esta noche como en la Navidad
Feliz año al mundo, brindemos por la paz,
Brindemos por la vida, brindemos esta noche de amor,
Un abrazo, una sonrisa, un llanto, hermano donde estás
Esta noche se vive eternamente, sin pena ni dolor.
Otros dirán en su oración reconfortante,
Madre, esta noche, no escucharás las doce campanadas,
Pero estarás aquí, aunque te halles distante,
soñaré y pensaré que compartes mi mesa madre amada.
Quizás habrá hogares en la faz de la tierra,
Sin pan, sin vino, de ropaje harapiento,
Frustrada su esperanza, combatientes sin guerra
Amante de su Dios, de noble sentimientos
Soñaran las campanas en los templos sagrados,
Abrazos, sonrisas, lágrimas y licor,
¡Aleluya! Señor el año ha terminado.
Que florezca en la tierra las luces del amor.
Humberto de J. Morillo
Mi Novia la Cascada
Una luna distinta, un sol con arreboles,
una cascada azul con aguas misteriosas,
la luz de los cocuyos, semejan mil faroles
en este plenilunio, es esta noche hermosa.
Juega con la nostalgia el frío cordillerano,
invade la neblina, la noche pueblerina,
el agua fresca la bebo con mis manos
en la cascada pura y cristalina,
Juega entre mis dedos, el susurrar del viento,
la canción vespertina, del agua hecha mujer,
extasiado me quedo oyendo aquel lamento,
mi cuerpo, mi jadeo, mis ansias, mi placer,
Hoy fuimos dos amantes. Mañana que seremos?
Se borrará mi imagen de tu febril mirada?
serán tus aguas mansas? Y no nos amaremos,
no olvidaré nunca mi novia, la cascada.
La espuma entre las piedras, nos mira pensativa,
nos sienten como locos, extraños, vagabundos,
un amor imposible, una pasión furtiva,
unas ansias distintas, un misterio profundo.
M e marcho pensativo, huyendo de la nada,
sintiendo la nostalgia, de soñar tú presencia,
una hermosa mujer convertida en cascada,
un agua mansa y pura, con rasgos de inocencia.
Soy un poeta loco, que reseñó la historia,
de una cascada amante, que soñó ser mujer,
que en mis brazos sintió, la verdad y la gloria,
un romance imposible, un amor sin placer.
Humberto de J. Morillo
Canto al Delta
El mar besa con sus olas la playa,
agua salada, arena ariscas de pisada candente
sobre la extensidad la luna se desmaya
en el soñar profundo de sus aguas calientes;
Delta, canción, encales, trinar del alegre tucán
sal cual cabellera de niña hecha pasión,
montañas que emergen q vientos como imán
el eterno misterio del río q el mar en comunión
Él cabello de tu india, color de perla en lo profundo
lo grande del delta mirando el horizonte
el viaje imaginario para un distinto mundo
lo agreste de un pasado, el verdor de tus montes
Se viste en ropaje, mi Delta, del ayer
naves viajeras, sin adiós, sin destino
donde nace el fantasma de una india mujer
sobre el agua de un río q de un mar sin camino.
Humberto de J. Morillo
A la casa de la cultura “Napoleón
Sebastián Arteaga” en sus 33 años.
¡Oh! Bizarra casona de hermoso pasado,
estirpe famoso tu don colonial,
orgullo tú eres de mi suelo amado,
conservas tu rasgo, señora imperial.
Tú vistes los grillos, sentiste sus penas
Gritos, alabanzas, lágrimas, rencor,
Cobijaste muerte en las lunas llenas,
y te laceraron tu orgullo, tu honor.
Tu fuiste poemas sin versos ni rimas
y fuiste canción de notas viajeras,
Prodigaste amor en las celdas íngrimas,
Bañaron tus pisos de sangre guerrera.
Se escuchan lamentos, plegarias y rezos,
Vetustas tus tapias, recuerdos sin fin,
Allí hubo monjas, clérigos y presos,
Se libo lisonjas de un triste festín.
Hubo un campanario de tañir sonoro,
Eco de alegría de suave murmullo,
Muy cerca el palacio del Márquez del Toro,
Reliquias los dos, preñados de orgullo.
Hubo una garita con luz de farola,
Ventana abierta sin fé ni esperanza,
La ilusión quedaba tantas veces sola
Tras esos barrotes de tristes semblanzas.
Casa de cultura, parnaso de gloria,
Recinto sagrado, verso y poesía,
En esta casona se escribe la historia,
Heroica Barinas, dichoso este día.
Se esparce la danza, el teatro, el canto,
Se contagia el pueblo, del Alma Llanera,
Los aparecidos, leyendas de espantos,
La canta, el velorio, la Kirpa altanera.
Cumpliste tus años, casona inmortal,
Cantaste airosa, un himno de ciencias,
Eres cuna insigne de un gran historial,
Irradias cultura, amor y sapiencia.
Humberto de J. Morillo
Un Canto a la Chinita
Le estoy pidiendo a Dios, lagrimas de sus ojos
Para hacer un collar de belleza infinita,
Para saciar mi fe, para saciar mí antojo
De dado con amor a la virgen. Chinita.
Ese día cien gaiteros cantaran alabanzas
Se vestirá de gala el Lago Marabino,
Llorara de alegría el sol, amor y danzas
Y el cielo del Zuliano será de azul marino.
El rayo misterioso del Rió Catatumbo,
Se postrara a tus pies mi virgen adorada,
Tú eres de mi pueblo, su destino, su rumbo
Virgen de Chiquinquirá, madre excelsa, madre amada.
Gracias señor, el Lago trajo a su orilla,
Una tablita piadosa, hecha luz y redención,
Un destello de humildad, en una oración sencilla
VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ, de mi patria su pasión.
Te han cantado los gaiteros, estribillo y melodía
Eres musa de poetas, empedrao y saladillo
Eres gaita, eres danza, romancero y poesía,
Pescadores, piragueros y del sol su amante brillo.
Madre amada, diosa inmensa, virgencita pura y bella
Del Guajiro eres prodigio, sueño eterno de esperanza,
Sol amado, luna hermosa, una noche con estrella
Una gaita sobre el lago que se pierde en lontananza.
Virgen Morena, haré de tu corona una piragua
y que naveguen gaiteros y una danza sea tu guía
Un milagro sea mi lago con lo puro de sus aguas
No mas hambre, no injusticia, paz y amor, hoy en tu día.
Venezuela y los Zulianos, te alabamos mi Chinita
Sean tus ojos para el Mundo faro abierto, alabanza
Una luz tu bendición, tus lagrimas sean benditas
Un rosario, una cruz, tu oración una esperanza.
Barinas, 18 de Noviembre del 2000.
Humberto de J. Morillo
Canto a Altamira de Cáceres en sus 422 Años de
su Fundación
Sobre brioso corcel, de muy lejanas tierras
con atuendo distinto, espada y arcabuz,
llega un hombre de España sonador de la guerra,
portando sobre el pecho un escudo una cruz.
Receloso, infame, de estirpe aventurero,
portador de leyendas, caminante sin rumbo,
unas veces pacifico, muchas veces guerrero,
visionario de ayer, buscador de otros mundos.
Cruzaste con tus hombres, los paramos andinos,
jugó con tu presencia, el frío y el frailejón,
miraste en lontananza, muy lejos tu destino,
conquistador de pueblos, viajero de ilusión.
Llegaste a la meseta, asiento de un pueblo,
casuchas empalmadas, neblina, quebrada y sembradío,
te asombró la presencia de un singular riachuelo
y el majestuoso cauce y el frescor de su río
huyeron mis hermanos, los indios pobladores,
se hablaba en su lenguaje de tu vil opresión,
mi raza no querría a los conquistadores
y su flecha y su lanza la usaban con pasión.
Capitán de uniforme, vestimenta de orgullo
una espada en la diestra, un hablar no entendido,
se escribía un papel, se escuchaba un murmullo,
un recelo, un extraño, un rencor escondido.
En nombre de su Rey, fundaba aquel poblado,
invocaba a la virgen, divina inspiración,
Altamira de Cáceres, tu nombre esta grabado
en la plaza mayor, con orgullo y pasión
hincado rodilla en tierra, con especial reverencia,
funda Juan Andrés Varela, capitán de otrora mares,
un pueblo de ensoñación, de perdurable vivencia,
de singular belleza, aroma, poema y cantares.
30 de junio, fecha sublime, excelsa fundación,
naces cual niña prodigiosa, mi Altamira,
un legajo tu historia, con sobrada razón,
un emblema, una lucha, que se siente y se admira.
1577, brisas de un nacer para ser inmortal,
cobijo de dos razas con rasgos de victoria,
fuiste y serás por siempre de porte señorial,
será perpetua, tu majestad, tu gloria
422 anos de eterna juventud, señora amada,
madre de indios, criollos y mestizos,
bendito seas, tierra adorada
pues fue tu fundación como Dios quiso.
Humberto de J. Morillo
Aroma de Montaña
Agua sutil y cantarina, viajera de mil cantos,
deslizas en lo verde y azul de mi montaña,
te cubres de misterios y de un hermoso encanto
y un aroma de flores te acompaña.
Mi rostro siente lo' fresco de tus aguas,
Y sueño navegar en tu corriente,
me veo capitán de una piragua
y amante infiel de tu caricia ardiente.
Siento el olor de la flor del cafeto,
el rojo amante de la flor del bucare,
el cundeamor me contagia su afecto
y me muero de amor si no te amaré.
Vivo el amor de tu mujer eternamente,
de tu india de ayer imagino su aliento,
tu aroma de montaña lo siento intensamente
y me embrujo al mirar tu firmamento.
Juegan entre mis dedos de amante peregrino,
el resplandor de luces de cocuyos,
se escapan en la noche, sorteando los caminos
de esperanza y amor como si fueran suyos.
Amo la orquídea de tu montaña amante,
de su aroma salvaje, hago una poesía,
recuerdo del guamo su flor a cada instante
y los convierto en canto y melodía.
No florece el helecho, arisco y taciturno,
vigila y duerme amante sin pasión,
y canta el búho habitante nocturno
aroma de montaña, un verso una canción.
Hay tantas flores y pájaros de trinar misteriosos
sobre los riscos de mis caños y ríos
que la luna y el sol están celosos
y llega a la montaña las luces del estío
se fue el invierno con su frescor de aroma,
se entristeció la montaña sin flores,
el cristofué, el turpial, el fote y las palomas
AROMA DE MONTAÑA, sin pájaros cantores.
Humberto de J. Morillo
Embrujo
Cuando en la noche la luna enamorada,
asoma su esplendor de dama bella,
dibuja en lontananza una cascada,
de pícaros luceros y de estrella.
Allá los cerros vigilan con cariño,
la tenue luz que alumbra mi poblado,
quien pudiera dormir en tu corpiño
mi luna llena, señora del pecado.
Miro tu desnudez como un embrujo
te siento mía en el cielo infinito,
en mis sueños te veo y te dibujo
y acaricio tu cuerpo tan bonito.
Perdóname otra vez si es que te ofendo,
luna de ensoñación, amante del poeta,
toma este cundeamor, dos lágrimas te ofrendo
es un ritual de mística perfecta.
Entre las ramas de gigantes bucares,
extasiado te miro a cada instante.
en mi pueblo te cantan los juglares
y sueñan como yo en ser tu amante.
Sobre los techos rojos te posas luna amada,
y en mi río dibujas tu silueta,
jugueteas en la plaza cual niña enamorada
y vas de flor en flor como dama coqueta
Siente envidia la orquídea de verte tan preciosa,
se sonrojan los caños de aguas cantarinas,
y la flor del cafeto se muere envidiosa,
dame tu luz cubierta de neblina,
embrujo y verso la luna Altamireña,
la de los techos rojo, canción y serenata
mística placidez, mi amor te sueña
en tu reflejo azul, de rosa y escarlata.
Humberto de J. Morillo
Personajes
Personajes de ayer, de hoy y de mañana,
son hijos de mi pueblo, luces de amanecer
de lento caminar, con sus cabezas canas
una sonrisa franca ilumina su ser.
Recuerdan con nostalgia la luz de los faroles
las calles empedradas con su eco taciturno
la majestad del sol con bellos arreboles
y la luna de amor con su soñar nocturno.
Se fue la pesa aquella de Ernesto y de Chilingo
La luz muy tempranera del plantero Chuy Catana
Soñare intensamente para ver si distingo
la montaña y la lluvia en mi paseo temprano.
Adiós a la curtiembre del viejo José Abel,
se fueron los arreos de mulas mañaneras
los trapiches sin cañas, sin panela ni miel
extraño con nostalgia la brisa paramera.
La vieja mama-Chana, puro amor y ternura
un corazón inmenso para propios y extraños
nos regaló un prodigio, su cariño y dulzura
tu recuerdo es canción aunque pasen lo años.
Con su sonrisa franca y su mirar sincero
se siente la presencia del jovial Osunita
con su bata planchada, su bata de enfermero
y una luz de esperanza, una luz infinita.
Recordar es vivir, nostalgia es alegría
un ayer que se fue ilusión pasajera
una guitarra se oye, canción y melodía
serenata en mi pueblo, convertida en quimera.
Humberto de J. Morillo
POETA: JOSÉ VALERIO VÁZQUEZ
(EL CHICHE):
MI COMPADRE.
Señor, coloca sobre mi sien tu corona de espinas
dame a beber la hiel amarga que laceró tu herida
entrega para mi señor, tu oración más divina
convertida en poema y en plegaría sentida.
Mira mis lágrimas, mira mis ojos de pesar y tristeza
mis manos van sangrando en versos y poesías
tengo tu imagen grabada en mi cabeza
tu presencia es tuya, pero la siento mía.
Me diste el don de hacer cada vez un poema
de contemplar sediento, el cielo, las estrellas
de descifrar el color de arco iris, cualquier tema,
lo triste, lo sublime, la imperfección más bella.
Yo amo fa verdad, tu forma de expresar tu sentimiento,
tu rostro de piedad, tus ansias de vivir,
la luz y perfección de pensamiento.
Un nuevo amanecer que se niega a morir.
Poeta, loco, amante, hacedor de tantas cosas,
pintor sin lienzo, de papel y creyón,
juegan en mi soñar las musas más hermosas
y se duermen pensando en placer y pasión.
Humberto de J. Morillo
Espejismo
En mi barca de amor crucé el estero;
tarareando tú nombre en mi canción
dibujando en el agua un te quiero
y en la brisa besaba tu pasión.
Reme soñando que te veía en la orilla,
te vi sentada en la arena del río
viví sin tu presencia la amarga pesadilla
de contemplar tu cuerpo junto al mío.
Me despertó de mí soñar el sol caliente
amigo y compañero de mi viajar sin rumbo
tus ojos negros y tus labios ardientes
los contemplaba triste en aquel río profundo.
Cruzó una garza con su místico vuelo
de orilla a orilla el turbulento río
se perdió su volar en el azul del cielo
y lloro la montañas con gotas de rocío.
Llego la noche con su esplendor de estrellas
la luna llena se convirtió en viajera
navegamos los dos hablando cosas bellas
y le entregue mi amor como la vez primera.
Bebí del río el agua hecha deseo,
mis manos temblorosas remaron mi barcaza
me moriré de amor, mujer si no te veo
y me oprimen los celos cuando la noche pasa.
Humberto de J. Morillo
Al Buen Amigo Carlos Guisti Vargas
Poeta
De mi pueblo, cantor enamorado, juglar de noche
cargadas de lunas y música de inolvidables recuerdos
poeta de fino verso, de sublime inspiración, señor
de los señores, barines de pura sepa, maestro
del poema, soñador de mil paisajes de la Barinas
del ayer y del antier.
Ayer hable con Dios, temprano en la mañana,
fue una charla de verso y poesía,
me dibujó un sol y un pentagrama
y una tarde muriendo de alegría.
Hablamos de poetas, de musa de parnaso,
de odas, de canciones de inspiración divina,
me estrechó con amor entre sus brazos
y colocó en mi sien, su corona de espina.
Me dijo: bendito los poetas, cantores peregrinos,
amantes de la luna, del rosal y la flor,
andariego sin rumbo, señores sin destino
portadores doquier de esperanzas y amor.
Mis ojos se llenaron de lágrimas amargas,
pero mi corazón sintió alegría,
pues recordé los versos de CARLOS GUISTI VARGAS
y me embriagó su canto y poesía.
Bardo, escribano, soñador de ilusiones,
dibujas en tus cantos mil noches solariegas,
pulsas con tu lira las mas bellas canciones,
tu verso, tu romance, tu poema, tu entrega.
Una pluma semeja una lira de ensueño,
tiene luces, arpegios, añoranzas, amores
sin poeta, sin verso, luce el mundo pequeño
y mueren de nostalgias las musas y las flores.
Me despedí de Dios, gracias le di por su presencia,
le recité un poema de CARLOS GUISTI V ARGAS,
cargado de ilusión, preñado de inocencia,
caminemos poeta por esta senda larga.
Humberto de J. Morillo
Romance a una Madre
Madre, llámate como te llames,
Rosa, Petra, Julia, Jacinta o María,
la que llevas en el pecho
el dardo de la alegría.
La que llevas en el alma
como clavos dolorosos,
el jugo que de tu entraña,
te dado pena y dolor
y que tu creíste gozo.
La que del rincón lejano,
gime oraciones llorosas,
la que coloca en su cuello,
perlas finas, bellas cosas,
la que viste en harapos
y anda con sus pies descalzos,
la que se cubre su cuerpo,
con tu seda o retazos.
La que come una ración,
la que no come ninguna,
la que de sus pechos mustios,
no da leche sólo brumas.
La que no arrulla a su cría
porque Díos no le dio vista,
la que llora noche y día
porque su hijo ya no exista.
La que alumbrando su santo,
con lágrimas en los ojos,
señor, le dice:
quita de mi ya tu enojo.
La que mira a cada instante,
la tumba de su hijo muerto,
la que deambula en las noches,
mendigando su sustento.
Pero madre, sólo es una
aunque ya no tenga hogar,
aunque no mesa una cuna
y no sienta el palpitar,
de su corazón anciano.
Tú que la tienes amigo,
tú que la tienes hermano
no digas que es un castigo,
ni que fuiste un villano,
cuando dejes de mirarla,
cuando sus labios marchitos
se vuelvan yertos y fríos
cuando el manto de la muerte,
no ahogue con un grito,
y no florezca el jardín
y no llore con rocío.
Madre aquí te estoy recordando
a tí te escribo estos versos.
A tí, madre de Hiroshima,
a la que es del guerrillero.
la que blasfema de Dios
y reniega de su cielo.
A todas las madres juntas,
a todos los hijos buenos,
a los que sangre caliente,
les va corriendo en las venas,
a los que tienen sus madres,
blancas negras o morenas.
Humberto de J. Morillo
Bodas de Oro
Viven de eternos novios, jardín en primavera,
amigo del ayer, tomados de las manos,
laten sus corazones como la vez primera
recuerdos en la mente de dos niños ancianos.
Compartieron el lecho, conjugaron sus vidas,
Compartieron el agua y el pan de cada día,
y nacieron los hijos, emociones sentidas,
Inundando el hogar de cantos, de alegría.
Sentirse enamorado, señora de mis sueños,
Amiga fiel, compañera incansable,
Juré ante dios amarte y ser tu dueño,
déjame con mi verso, señora que te hable.
Cincuenta años de amor y convivencia,
Largo trajinar en aras de un destino,
Hoy somos dos ancianos cargados de experiencia
y vamos de las manos por el mismo camino.
Parece que fue ayer, verdad amiga mía,
Esposa, amante, madre, abuela abnegada mujer,
Hoy te ofrendo mi amor en poesía,
y mi cuerpo recuerda, tu pasión, tu querer.
BODAS DE ORO, comunión de miradas divinas
Reencuentro de ilusiones, amada sin pasado,
Vives por siempre en mi, con tu voz cantarina
Estarás junto a mí, morirás a mi lado.
Humberto de J. Morillo
Nostalgia Llanera
Mi verso remolinea en la sabana infinita
huele a mastranto fresco y canto de turpial
el cielo se ve blanquito al vuelo de la chusmita
y una nube de pericos se lanza sobre el maizal.
Se oye un joropo llanero y un arpa tañe en mi llano,
la sabana verdecita la esta cubriendo el rocío,
La noche junto a la luna van paseando de la mano,
Y un bonguero taciturno soñoliento cruza el río.
Aguas de río caudalosos surcan mi llanura inmensa,
se oyen cantos misteriosos con ecos de lejanía,
con cuentos de aparecidos, la noche se pone tensa
y un cuatro gime a lo lejos una triste melodía.
Un capacho bullanguero despierta el cielo infinito,
el viento peina sonriente pastizales sabaneros,
oloroso esta el mastranto y la flor del espinito,
y cien paisajes hermosos se miran en los esteros.
Muge le toro cimarrón en la inmensidad del llano,
La vacada le responde con nostálgica bravura,
Una soga estremece los cachos de un orejano,
y se preña de misterio, la sabana y la llanura.
El garcero está vestido de garzas multicolores,
el patico guirirí, el gabán y el taro-taro,
bañan sus cuerpos desnudos junto pájaros cantores
dibujando sus siluetas rayos de sol verde claro.
Los palmares se estremecen con la lluvia mañanera,
el ordeñador despierta pensativo en su faena,
silbando está su ilusión, caminos y tolvaneras,
una mujer su canción, ojos negros, piel morena.
La laguna juguetea con la luna enamorada,
en ese embrujo llanero se retrató mi querencia
agua clara y refrescante donde bebe la vacada,
allí dibujo mi verso tu pasión sin mi presencia.
Adiós sabana cantora, misteriosa y florecida
adiós la cimarronera, hasta luego sueño mío,
romancero, arpa y cuatro, ensoñación de mi vida
cubierta está la sabana, niña hermosa de roció.
Humberto de J. Morillo
Altamira
Tu recuerdo de ayer se grabó en mi memoria,
lo convertí en canción, amor y poesía
es un cuento sin fin, es una historia
un vals, un pentagrama escrito en melodía.
Tus calles empedradas, tu iglesia colonial
tu placita Bolívar, cobijo de mil sueños
el aroma de flores de un viejo cafetal
y una luna y un sol solitarios, sin dueño.
La majestad perfecta viene de la montaña,
la flor del cundeamor, el hermoso bucare
los pájaros cantores parecen telarañas
y me muero de amor si no te amare.
Mi pueblo colonial, yo vivo tu presencia
tu pasado es un canto de lira enamorada
tus techos ya mohosos denotan la existencia
de un ayer hecho sol y una luna encantada.
El cerrito vigila tus calles noche y día
imponente guardián en lontananza
fuiste testigo de tantas picardías
de amores juveniles, de cantos y esperanzas.
Altamira, señora de singular belleza
novia y amante de poetas y cantores
si estoy lejos de ti me invade la tristeza jardín multicolor de
misteriosas flores.
Humberto de J. Morillo
Cafetal
Hechizo de mujer mi viejo cafetal,
tus flores son de mística pureza
tus frutos rojos de aroma tan jovial
hacen de la montaña un eco de belleza.
La brisa juega al vaivén de la luna
entre viejos bucares de singular presencia
a tus ramas en flor las cuento una a una
y pájaros y ardillas regalan su inocencia.
La Flor del Guamo se cubre de rocío
pululan las abejas sedientas de licor
el néctar puro bajo el cielo sombrío
lo llevan en su cuerpo convertido en amor.
Mi viejo cafetal cubierto de neblina
pintoresco silencio de sol y poesía
nido de cundeamor orquídea y clavellina
una quebrada amante que sueña noche y día.
Vuelan las mariposas sedientas de pasión
sobre la espuma blanca del viejo cafetal
la blanquecina flor hecha canción,
un violín, mil arpegios, la música de un vals.
Humberto de J. Morillo
Compañero-Gallito
Compañero, de caminar tranquilo
con tu mirada triste de soslayo
andariego de calles con sigilo
madrugador de canto e' gallo.
Tú palabra se enmudeció gallito
tú saludo se convirtió en tristeza
deambuladas bajo el cielo infinito
sin importar del mundo su belleza.
Viene Gallito, se oía el comentario
en las mañanas frías bajo espesa neblina
parco tu hablar sin silabario
recuerdo tu figura parado en las esquinas.
Tú sombrero alas anchas, gallito compañero
tu rostro terso por el tiempo curtido,
una muda de ropa para eterno viajero
tus pies descalzos, sin razón ni sentido.
Vienes bajando con pisada silente,
escupiendo chimó, Gallito, Fortunato
tus pies descalzos bajo el sol inclemente
jugando tu destino a cada rato.
Un haz de leña, quizás de cantarrana,
un cambur en racimo en tú hombro traías
era tú oficio en las frías mañanas
tu porte huraño me dio esta poesía.
Vino la muerte y se llevó a Gallito,
sonaron las campanas sin eco de montaña,
murió tranquilo, sin dolor, sin un grito
se fue Gallito con su presencia huraña.
Humberto de J. Morillo
Plegaria
(Bautismo)
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Padre, yo quiero ser cristiana
Amar a Dios sobre todas las cosas
Sentir su bendición en las mañanas
y acariciar sus manos tan hermosas.
Sus ojos tristes de mirar profundo,
Su rostro terso contemplar dichosa,
Señor Omnipotente, tu salvaste al mundo
y nos distes su luz maravillosa
Recibo el agua de un manantial bendito
Como Juan bautizara a Jesús de Galilea,
Bajaran Serafines desde el cielo infinito,
A contemplar mi bautizo, que así sea
Te recibo señor en la fe del bautismo,
Dame gloria Dios mío, tu bondad es mi guía
Me aprendí la lección de tu fiel catecismo
Bendice padre eterno, esta hora este día.
En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.
Por el dolor que el hombre te causara,
Adoro tu presencia, por eso te amo tanto
Bendito el manto que tu cuerpo arropara.
Dame señor, dame sabiduría,
Fortalece mi paz y entendimiento,
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de tu pan y tu vino bebería
Para nutrir señor mi pensamiento.
De mis padres y abuelos yo tomo sus consejos,
amo con humildad el saber y la ciencia,
Miro de tu enseñanza sus mas claros reflejos
Míranos con piedad, con amor y clemencia.
Quiero me des tu fortaleza,
El don divino de tu hermosa piedad,
Bendita el agua que bañó mi cabeza
E iluminó mi cuerpo de sutil caridad,
Temor a Dios, séptimo don, cual canto de alabanza
Amo tu majestad con ternura infinita,
Viviré para ti con tu amada semblanza
El agua que derrama es pura y es bendita.
Humberto de J. Morillo
Donde Muere El Silencio
Donde muere el silencio, muere la luz de la existencia
mueren los sueños de mi canción de triste lejanía
su soledad es causa de mi febril demencia
y se confunde el verso en esta poesía.
Donde muere el silencio, se muere la tristeza,
no veo la ilusión ni palpo el agua del rocío
se aleja la presencia del mundo en mi cabeza
y mi cuerpo se esfuma, ya no lo siento mío.
Donde muere el silencio, es un jardín sin flores,
es el encanto de una laguna que brilla en lo profundo
es la avaricia de un oro que produce rencores
es el olvido, es la desidia, ante la majestad del mundo.
Donde muere el silencio, pierde policromía la montaña,
huye el agua fresca a un lugar sin destino
no existe la verdad, es una angustia huraña
es andar sin un rumbo en un largo camino.
Donde muere el silencio, no juguetea la brisa,
no se siente la luz de la luna en la noche,
es un recuerdo triste, sin alma, sin sonrisa
no hay pájaros cantores, su trinar, un reproche.
Donde muere el silencio, el sol se siente solitario,
la hierba muere marchita y sin frescor
los árboles no hablan, no tienen silabario
no lloran las quebradas, sus penas, su dolor.
Donde muere el silencio, oscurece la fé
marchita lentamente las ansias de vivir
emigran las palomas, no cantan el cristofué
y huye la oscuridad por negarse a morir.
Donde muere el silencio, se trunca la esperanza,
no deje que se muera Señor del Universo
dale la claridad, cual un don de alabanza
porque muere con ella, mis poemas, mis versos.
Humberto de J. Morillo
Una Canción Distinta
Para la señora ADA
Con todo el respeto, de este viejo poeta
Que en la encrucijada de su vida, en el
Último recodo del camino, de día el sol
y en la noche la luna, han iluminado sus
Pasos y, que usted con su bondad, don de gente
Cariño y desprendimiento, con esa condición
De excelente anfitriona, su sonrisa de esperanza y
Buen humor, nos ha contagiado y nos ha hecho
Sentir como en nuestra propia casa.
Dios bendiga a usted, sus hijos, madre y demás
Familiares y los colme de eterna felicidad.
Barinas 01/04/06
Una canción distinta, una canción lejana,
notas de mil violines en noches de agonía,
mira las madreselvas colgado en tu ventana
y te siento distante, pero te siento mía.
Es distinta la luna que ilumina tu silueta,
son amargos tus labios que nunca besaría,
saltas cual mariposa, preciosa pero inquieta,
huyes como las notas de suave melodía.
Miro tu cabellera, parecen serpentinas,
siento tus ojos negros, espinas juguetonas,
vuela mi pensamiento, viajera golondrina
navegaré muy triste en el mar de tus olas.
Una canción distinta, no tiene pentagrama,
sus versos se entrelazan, sin rima ni expresión,
te miro una y mil veces, difícil crucigrama
un problema, un logaritmo de extrema solución.
iah! tus labios parecen dos rosas mañaneras,
tu boca caña amarga para un licor prohibido,
vive tu juventud, eterna primavera,
no he de pensar en ti, pues no tiene sentido.
La noche se distrae releyendo mis versos,
y siente la nostalgia de mi expresión poeta,
río a carcajadas de ver mi cuerpo tenso,
al sentir a lo lejos tu virginal silueta.
Una canción distinta, una hermosa alabanza.
una luz sin pasado, un amor sin querencia,
se vive todo el tiempo amando la esperanza
el binomio de siempre, juventud y experiencia.
Una canción distinta, tu cuerpo, tu mirada,
tu forma de sentir lo que yo siento,
déjame reír, por Dios a carcajadas,
imaginando junto a mí, tu fresco aliento.
Humberto de J. Morillo
Semblanza
De la llanura el sol sobre el estero,
de la noche, la luna y las estrellas,
en la mañana, el canto del llanero
y el amorío del turpial con su pasión mas bella.
El paso del general, samán de la leyenda
Tu pluma escribió su gloria en la sabana infinita
Describiste su lanza, su camino, su senda
El garcero y el vuelo de la hermosa chusmita.
La misma tierra de estirpe gallardía
Tu tierra, tu música, el mito, los espantos
el hombre en tu novela, canción de lejanía
El nubarrón oscuro, la lluvia con su llanto.
Camino y caminante, tus casas viejas con alero,
Un río, los héroes, las carretas en calles empedradas
Los caños, estoracales, destino sin sendero
Las flores sabaneras, canción de la alborada.
Tu mundo JOSÉ LEÓN, la historia y la novela
La pasión de un encanto, tu sueño en poesía
Tus amigos, tu níspero, el ayer de una escuela
el recuerdo sublime, ritual, amor, melancolía...
El don para decir con tu presencia huraña,
Aquello que se fue en páginas sencillas,
El bisturí maestro, el llano y la montaña
El relato, la fabula en miles de cuartillas.
Amante de una mujer, eterno y grande amor
Fruto de tu pasión en el llano infinito,
El caipe susurraba llevándote el rumor
y el olor sabanero de la flor de espinito.
En esta vieja casa, tu llanto llegaría
Como oración perfecta el Dios del Universo,
El granado y la rosa, cantaron de alegría
y escribieron la prosa, la crónica y el verso.
Cómo recuerdo tu palabra, maestro JOSÉ LEÓN,
El humanismo puro, el sentimiento, tu cariño sincero
El alma que escribiera la voz del corazón
Y tu bautizo fue con aguas del estero.
Humberto de J. Morillo
Tú
Cuando el verso se duerme platicando contigo,
tus pies descalzos tropiezan con los míos,
sólo la soledad se convierte en testigo
en el lecho sin luces, taciturno y sombrío.
Allí no hay luna que perturbe tu sueño,
ni canciones ni rosas, ni claveles amantes
sólo yo, convertido mi niña, en tu único dueño
suspirando en tinieblas una vez, cada instante
jugando con el viento una cortina azul de terciopelo
la almohada con perfume de tus cabellos hechiceros,
sólo la luz de mi mirar, sintiendo celos
de las caricias silenciosas, como el amor primero.
Anoche cuando leía el verso aquel, después que te marchaste
seguí el camino mirando sobre el espacio con tristeza
recogí del suelo la flor que en tu paso dejaste
y se hizo un mundo lleno de confusión en mi cabeza.
Lloré al pensar la inmensa lejanía que hoy nos separaba
tomé la copa de vino y la estrujé en mis manos
oí la música distinta, la letra, la voz que la cantaba
las rosas regadas, la alfombra y el recuerdo de cuando nos besamos.
Humberto de J. Morillo
¿Cuando?
Cuando deje de escribir mis versos, cuando mis
manos temblorosas dejen correr el lápiz indiscreto, cuando
mi pensamiento se sienta confuso y no pueda estampar lo
que él como un loco me diga, cuando lo difuso de mi mirar
no fije el pensamiento sobre el teclado de mi vieja máquina
de escribir, cuando no pueda decir el poema, cuando la
lejanía se convierta en cómplice de lo cercano, ¿no se cómo
podré sujetar la idea?, no se cómo será mi sonrisa?, cómo
serán mis lagrimas cuando un pañuelo las limpie?, lagrimas
producidas por la caída de mis párpados, ¿no se cómo mis
manos de fuertes pasaran a débiles y mis dedos arrugados
sentirán el dolor los años y mi cara frente al recuerdo se
vestirá de un rojo o un blanco, hechos de fantasía, cubierto
por un frió de tristeza o melancolía, cuando frente a un
espejo mi figura encorvada vea mi dobles y mis piernas
flaqueen al compás del tiempo.
Cuando la poesía se largue a los lejos y yo no pueda
alcanzarla, para decide que no huya, que no me abandono,
que se siente a mi lado y juegue con mis cabellos canos y los
haga suyos para regalados al viento o a la brisa y que
cuando el sollos lastime, lo esconda tras la sombra del ayer,
cuando no pueda hilvanar mis ideas y llene la confusión mis
poemas sin nombres, cuando la ilusión se convierta en rabia
y la impotencia de no poder conjugar mis ideas se hagan
presagio de locura.
Cuando mi voz no sea la misma y el latir de mi
corazón se haga lento y no pueda beber el vino del placer y
el pan del amor, cuando no pueda tocar tus senos ni ver tu
cuerpo, ni sentir el calor que emana de esa piel hecha para el
placer. Cuando no sienta la voz, ni la sonrisa ni la mirada
escrita para hacerla mía, ni cuando los árboles, ni los
pájaros, ni los ríos, ni las flores dejen de conversar con migo
y se vayan lejos y tras el silencio, escuden sus cuerpos para
que yo no sienta el golpe de una vida que se fue tras los
recuerdos de un poema, un verso, una canción o la música en
alas de un existir que navegó tras la verdad sin adiós.
Cuando se canse el tiempo, cuando muera el silencio,
morirá la voz de un poema o la historia de aquel que escribió
para soñar.
Humberto de J. Morillo
Turpial, Turpialito
Turpial, lindo plumaje,
pico de oro cantador,
dale al viento tu mensaje,
hechicero del amor.
Lleva al niño en tu vuelo,
para que bese la luna,
para que recorra el cielo,
estero, canto y laguna.
Turpial de la llanura
en la rama de un taparo,
admirando tu hermosura,
anidando en un caujaro.
El encanto y tu presencia,
lo alumbra el sol mañanero
juega el niño su inocencia
con tu canto sabanero.
Dibujando sueña el niño
a la luz de los cocuyos
abrigando en su corpiño
tu trinar en dulce arrullo.
Turpial, turpialito,
ave de rumbo viajero,
debajo de un espinito
escribí tu cancionero.
Verso y verso, sol ardiente
guían tus pasos su destino
soy tu voz, tu acompañante,
guía que enrumba tu camino.
Vuela, vuela, Turpial
sobre el espacio infinito,
escribiendo tu ideal,
Turpial, Turpialito.
Humberto de J. Morillo
Barinas, 26/06/2006
Maruja
El canoero, que navegó en tú río de ilusiones,
que en la arena caliente dibujó tu sonrisa
el mismo navegante que tuvo tus pasiones,
bajo la sombra amante de la brisa.
Se duerme entre mis manos el amarillo color de tus cabellos,
la mirada arisca envuelta en tus pestañas,
el sol refleja sobre el agua sus mágicos destellos.
Y se disfraza en ti el verso y la montaña.
Maruja alta y esbelta en la llanura inmensa,
miro tu desnudez solo con el ropaje del silencio
descubro al mirarte como te pones tensa
y el boral muere de celos amor si te aquerencio.
La canoa navega a la deriva sin destino,
vuela mi pensamiento buscando tu presencia
el río y la sabana son un mismo camino
y mi obsesión por ti, se convierte en demencia.
Niña tus ojos, tus labios, tus senos, tu mirar,
tu cuerpo todo, mi deseo infinito por amarte,
los lirios sabaneros te invitan a jugar
y me matan los celos si dejo de mirarte.
Caballo viejo la protanca de tus sueños.
A la sombra de un saman, miraba el infinito
soñaba con tu presencia para que fueras su dueño
sobre el pajonal reseco y la flor del espinito.
Humberto de J. Morillo
Retazos
Ese aroma sutil de la ilusión, juega con el hechizo que brota.
De tu sonrisa enamorada, en ellos se conjugan además,
La presencia de arpegios, en notas de un pentagrama
Escrito en una servilleta, en donde se dibujan dos labios
Una cabellera negro azabache Y el mirar de unos ojos cargados De
misterios y envueltos en el rubor de tu niñez.
Déjame soñar con tú inocencia
Déjame teñir con lágrimas tu cuerpo,
Hablar a solas, buscando tu presencia
Medir tu soledad mirando el tiempo.
Amo la soledad, el tedio, la ironía
El tibio silencioso del agua hecha mujer
La lluvia en su caída, el verso y poesía
La locura lejana, y el amor sin placer.
Me quedo contemplando la superficie del agua
Que corre apresurada en el cauce del río, y en esa alocada carrera
Tropieza con las piedras, va formando espumas Y lanza olas a la orilla,
Rescata de la arena hojas diminutas y penetra en la playa,
Buscando troncos secos, los peces se asustan, los pájaros en las ramas de los árboles
Sienten miedo, y las iguanas se quedan estáticas en las copas de los guamos y bucares,
y el estruendo y furia de las aguas hacen eco en la montaña,
Despertando a su paso la pica pica marchita, la caña brava somnolienta
y la flor de la vereda.
La lluvia fuerte, relámpago y rayos
Tu cuerpo en desnudez en la arena candente
Desde el espacio azul vigila un papagayo
Contemplando tu piel de doncella inocente.
La misma soledad, hermana del silencio, la que oculta, la marchites de los lirios.
La que cobija en colores la edad del tiempo, a que cabalga en el
Potro salvaje de la distancia esa verdad duerme por siempre sobre la arena caliente de
un desierto imposible, con matiz de rubor y envuelto en tela araña con labios,
boca y deseos de sentir profundo.
La llanura inmensa, llena de misterios lagunas y mastrantales.
Lirios blancos que en las mañanas, lloran gotas de rocío, adornan
Con su esplendor y bellezas, las orillas de las lagunas y los borales indómitos,
Juegan con las garzas multicolores y los paticos guiriries,
Al escondite silencioso de patas largas, de picos rebuscones con verdor de amanecer.
Muge e toro a la vacada, el olor de celo vuela en el espacio, la brisa trae un recado de amor
y el pajonal se convierte en cómplice de ese amor de la sabana.
Muge el toro cimarrón
Altanero, bravo el bicho,
Soga y cacho es emoción,
Leche, cuajo, queso y cincho.
Canoero, canoero de palanca Y canalete
Agua abajo tú esperanza tarrayero pescador,
Sol sin sombra de color azul celeste,
No hay chinchorro ni guaricha, canoero sin amor.
Casas de tejas, aleros alcahuetes guarida de palomas y murciélagos,
Allí en canto de las palomas, y el ruido que emiten los murciélagos,
se confunden la noche, y dan la impresión de seres extraños,
Fantasmas que vuelan, misterios sin luz de farolas, o velas de espelma
o lámparas a kerosén, soledad que se esconde, tras la puerta de entrada
y se escapan en el humo gris del fogón de leña,
que por la claraboya eleva y va dibujando figuras extrañas, que a la luz de la luna
Reflejan personajes, aparecidos, habitantes del mas allá.
El duende que enamoro la niña de Cabellos de oro,
La luz que por las noches junto al saman titila,
El arco iris, la botija eterna, el tesoro
Y la bola de fuego que en llano encandilan.
Mis dedos jugueteaban con el agua fría, en el pocito
Hechos de piedras a la orilla del río, algunos pequeños peces,
Como curioseando se acercaban a mis manos,
Y huían despavoridos, asustados, porque el bullicio en el agua,
Revolvían la arena y la tierra y levantaban el sucio asentado en el fondo.
Cuando sacaba mis manos del agua, se desprendían unos hitillos,
Semejantes a cabellos, cual cascada misteriosa de la montaña de fresco verdor.
Cuando miro el oro y el trigo color de tu cabello,
y siento tu reír, jugando con la brisa,
Se desvanece el sol con sus destellos,
y la luna se esconde, jugueteando de prisa,
Tus labios rojos de sentir profundo,
El misterio lejano de tu intenso mirar,
Distinto para mi, distinto mundo,
La forma, la distancia y el sueño para amar,
Tu piel, mis dedos, mi verso y poesía,
Un no se que, huyendo en mi cabeza,
Un algo azul, pasión y lejanía,
El mismo río me trajo la verdad de mi tristeza.
La verada, la flor del caujaro, un carpintero en la rama de un árbol,
El susurrar de la brisa en el seco estoracal,
Mis pasos vacilantes en el camino de la arena caliente,
Un caño somnoliento, una canoa del viejo pescador del río caipe,
Un aroma a mujer, un pensamiento lejano,
y el sol se escapa entre los mijaos y el viento me susurra...
El verso convertido en mujer,
La prosa es novia, niña, amante,
Es mañana, es presente, es ayer,
Huraño sin amor, caminante.
Anda descalzo el sol,
La luna desnuda sin tapujo,
En lontananza, un precioso arrebol,
Un cuento de pasión,
Convertido en embrujo.
Un árbol disfrazado de fantasma, Una mata de bambú brota de sus ramas,
Un grito horripilante con ropaje de sayona, la luna desaparece
y deja en el ambiente, la soledad, quien se inclina en la calle empedrada con olor a
bosta y a resina de cedro, la acequia enturbia sus aguas y la guabina y el barbon,
Pelean las frutas del mango que cae silencioso y se convierte en navegante agua abajo.
La luna, navega sobre la ola, amiga solitaria
Sin capitán, si paro, sin boya, eslora o timonel,
La sombra pasajera se convierte en corsaria,
Sin rumbo, sin destino, en barco de papel.
En el patio del parnaso, las musas, oyen las odas del poeta.
Entre rosas, canción de tercio pelo, arpegios de violines y el bullicio de sus pasos,
Se elevan al espacio y los cipreses y las uvas del tiempo, maduran envueltas
En el rubor de sus mejillas.
La musa de larga y negra cabellera,
Su cuerpo ya desnudo lo entregaba a la brisa,
Lo suave de su piel de veinte primaveras,
Sus senos un hechizo, lo loco de su risa.
Cuando miro mis manos envejecidas por el tiempo,
Cuando veo en el espejo mis cabellos canos, los parpados caídos,
Las arrugas en mis mejillas y mi frente, y el lento caminar por las aceras,
Y el dobles de mi cuerpo, lo comparo con el viejo saman de mis recuerdos,
Saman que creció, y se hizo viejo y que no quiere morir,
Porque bajo su sombra, se guareció el niño y en sus ramas primarias,
Amarro su caballito de palo, y lo abrazo sintiendo como si fuera un sueño,
El respirar de su mentira, y lo pegajoso de su resina, y el fruto largo con sabor a dulce.
Las manos de Jesús, sangre del hombre malo,
Clavo que laceraron su carne sin tristeza,
Tus pies colgando, Señor en esa cruz de palo,
y una corona infame de espina en tu cabeza.
Mira mis lágrimas, conviértelas en verso y poesía,
La luz de tu presencia, regálala a la vida, Yo vivo tu existencia como si fuera mía,
Tu largo trajinar, tu tristeza escondida.
Cuando caen las hojas, arrastradas por la brisa se confunden
Pequeñas y grandes, parecen ventiscas de nieves, son como barajas,
O naipes de colores distintos, de figuras distintas, que se esparcen en la mesa-piso
y algunas veces predicen el destino imaginario de la gente, la suerte o la maldad.
Los niños miran el haz, o el envés, de las hojas, las pisan o juegan con ellas y ven a su
trasluz, imágenes que el sol convierten en rayas y colores.
El mismo sol que baña el mar con sus colores,
El mismo sol salpicado de sal en lontananza,
El cómplice fugas de caricias y amores,
Amante infiel sin faro ni esperanza.
Se ama el azul o el amarillo-rojo de la flor de la trinitaria, o la cayena de blanco perfil,
Se ama la oración y el crucifijo sobre el pecho o el rosario en la mano con pepas de
azabache, el alma convertida en paloma, el color de la pie!,
El sudor del cuerpo y el respirar profundo al dolor de la muerte.
Se esfuma el pensamiento al contacto con el silencio y divaga la palabra,
y se hace incoherente, confusa y se transforma en eco si resonancia aun
Cuando sea la montaña inquieta o la quebrada cristalina
O los pájaros siembran la semilla en el extenso valle.
Cuando muera el silencio, muere la lejanía,
Morirá en tu presencia la majestad del verso,
Morirá la montaña sin dolor ni agonía,
No dejes que ellos mueran, señor del universo.
El verso se esconde tras la majestad de lo posible y lo imposible,
Lo perfecto y lo imperfecto, pero, va formando la esencia, la belleza en letras, en
estrofas, en oraciones, en cuartillas, dulce panal que la abeja elabora,
Miel del néctar de las flores, alimento que fortifica el cuerpo,
El verso fortifica el alma. Es la sublimación del ser, es el encuentro de ese ser con su yo
interior, es la vocación de por narrar su desprendimiento de lo fatuo, para convertirlo en
hechos reales, para hacerlo posible, para dibujarlo al libre albedrío, para contagiar la
emoción, para empaparlo con la sutileza de la expresión, lleva implícito el amor, la
esperanza, la duda, el recuerdo, el deseo, las ansías profundas, la locura, el éxtasis, la
entrega de una canción distinta.
Una canción distinta, tu forma de sentir,
La manera profunda en distancia y momento,
Sintiendo con nostalgia las ansías de morir,
Como muere la prisa cuando la lleva el viento.
Una canción distinta tu vos, y tu mirar profundo,
La emoción de leer mis versos con manos temblorosas,
De recorrer las líneas de sentirte en mi mundo,
De entregar tu locura sobre un lecho de rosas.
Vive el poeta la canción de lejanía, el grito desesperado de la esperanza
Lo platónico del amor, la soberbia de lo imposible, la serenata con canciones de luna o
neblina, de lluvia, de brisa, la guitarra, el violín, la mandolina, o una vos que hace llorar
el ventanal, la golondrina o la madre selva, o la flor del malabar empapada de rocío con
aroma de niña enamorada.
Humberto de J. Morillo
Maestro
Tú eres Maestro, señor del universo,
Nos enseñaste tus dotes de alabanza,
A mi, me distes la bondad de los versos y la prosa divina
para hacerla esperanza.
Maestro Jesús, quijote sin molinos,
Arquitecto del mundo, sabio profeta,
Hiciste del hombre y la mujer, su destino
En sublime oración de majestad perfecta.
Distes tu amor, enseñaste la gloria,
Tu voz lleno el mundo de alegría,
Tú eres la verdad sagrada historia.
La luz, el sol, amor, sabiduría.
Maestro, gracias, alabada sea tu presencia
Bendita tu oración a cada instante,
Bendito eres, un canto de inocencia,
Un himno de enseñanza sutil, amante.
MAESTRO hacedor de ilusiones,
Visionario sin rumbo para escribir mí destino,
Dios te dio un pentagrama, para hacer mil canciones
y forjar con amor, un distinto camino.
Siento la fe hacia un destino mejor. Nace la esperanza de
formar un ser distinto, de modelar con mis propias manos y
con el pensamiento, un hombre o una mujer que llene al
transcurrir del tiempo su aspiración y ese deseo y
sentimiento, que dentro de si guarda muy celosamente, pero
que en el momento preciso, lo hace aflorar y lo esparce en el
espacio y en el tiempo para perpetuarlo definitivamente y
convertido en lo que será su vida de un presente y un
mañana. Vibra mi corazón y la sangre que anda en mis
venas, que circula por mi cuerpo con una fluidez imaginable,
toma un calor distinto, producto de esa idea, de esa vocación,
de ese amor, de ese deseo de convertir en realidad un sueño
que en mi mente esta presente para que como un faro en
lontananza ansia irradiar su luz para guiar para alumbrar,
para conducir hacia puerto seguro, el barco que navega sobre
olas distintas, pero sobre un mar cuya presencia denota
lejanía, pero, que en definitiva lo verde y azul de sus aguas,
lo hermoso de su luna en noches distantes le hacen sentir
con una fe y una esperanza hacia un mejor porvenir.
Quiero ser un gigante para sostener con fuerza titánica, de
ese alud de tierra nueva, que desea emerger como avalancha
para saciar su sed de sabiduría, de nuevas experiencias, de
curiosidad y, ante todo creer en el libro que guarda
celosamente la verdad, la fe, el pensamiento, la ética, la
moral y la educación para vivir mejor. Soy tu maestro, soy
un poeta que canta a la vida, pero quiero ser también un
hombre mas que siente la presencia de Dios y, quiere ser en
forma alguna el vaso comunicante en lo sublime de una vida
mejor y diferente.
Humberto de J. Morillo
La Noche y Tú
La noche y tú, romance, canción y poesía
entrega total bajo luz de cocuyos,
la luna azul es canto y melodía
y llora de emoción cuando te arrullo.
Tu cuerpo suave, tu piel de terciopelo
esos tus labios rosal en emoción
miro tus ojos se parecen al cielo
con pícaros luceros, cargados de ilusión.
Eres la Diosa, amante del poeta,
Afrodita de amor, señora del pecado
musa de mil poemas en comunión perfecta
amarte como yo nadie te ha amado.
Música es tu cabello, golondrina viajera
mis manos locas buscan tu pecho amante
vive en mí tu deseo como la vez primera
y sueño tu presencia a cada instante.
La noche y tú, templo de comunión, de enamorados
plática que en la noche se convierte en quimera
seducción de dos seres, un sueño amado
no existe tiempo alguno, otoño o primavera.
Libaré de tus labios, el néctar del placer
tu cuerpo todo sentirá mi pasión
vivirás mis caricias, te sentirás mujer
y oirás cerca de mí, latir mi corazón.
Humberto de J. Morillo
Lluvia
El frío de la lluvia se esconde a la traviesa
en mi cuerpo de carne flácida y débil hueso
sintiendo el rumor la brisa en mi cabeza
y allí se duerme bajo la majestad del verso
Se despeina la braza del carbón taciturno
sobre el sueño impotente de la llama sin leño
las sombras de la luz en su paseo nocturno
se convierte en amante de la lluvia sin dueño.
Se empapan mis ropajes con agua del silencio
Se deslizan las gotas por mi cuerpo desnudo
y al caminar mis pasos se visten de cansancio
y al caerme la lluvia pareciere que sudo.
Estrujo entre mis manos el rumor de la brisa
quiere huir con la lluvia por iguales caminos
el viento se disfraza para acortar la prisa
del viaje imaginario, viajeros sin destinos.
La lluvia palidece en viaje de distancia
enredando en clinejas su suspirar profundo
bañando a su paso el verso y la fragancia
en el pozo fugaz, en su distinto mundo.
Humberto de J. Morillo
A Maria Enriqueta de Jesús Arvelo
Larriva.
El canto en poesía se esparce en la montaña,
se dibuja a trasluz en la noche traviesa,
sintiendo la nostalgia de la presencia huraña,
de la mujer poeta, del verso hecho sorpresa.
El frescor de la lluvia, el roció del rosal florecido,
la mata de granada, los pájaros cantores,
las palomas caseras, calentando su nido,
el mirto, el malabar, lo bello de sus flores.
Poetisa, de verso y prosa, de reír peregrino,
canciones en azul, bajo luz de faroles,
escribiendo en creyón, las rutas de un camino,
la tristeza en la noche, del sol sus arreboles.
El ventanal descubre tu cara y tus cabellos
tu inquieta soledad, proscrita del silencio,
el rubor del parnaso, tus ojos, sus destellos,
tu encierro sin salida, fue cómplice, fuenmecio.
Esa figura esbelta, lenguaje y poesía,
el mágico sentido de tu pensar de joven poetisa,
la soledad de un pueblo, de un río, amor melancolía,
tu cabello azabache, tus labios, tu sonrisa.
Maria Enriqueta de Jesús Arvelo Larriva, poetisa,
tu canto se convirtió en mágico conjuro, profundo,
jugó tu tierno caminar, presagio de la brisa,
en distinto horizonte, en tu distinto mundo.
Humberto de J. Morillo
Merideña de Amor
Eres un verso, preciosa merideña,
Canción de azul, de nieve y ventisquero,
La luna hecha mujer, a escondidas se preña
De tulipanes en flor y picaros luceros
Su raudo vuelo un ave en las alturas,
Hace su majestad cual rey del cielo,
Mirando el horizonte, la nieve y la blancura
y la neblina gris, cual manto y velo
Estribillo
Un eco viene, canción y poesía
Pompón cordillerano, clavel y frailejón
Mandolina y violín, arpegio y melodía
Tus ojos, tu mirar, tu boca hecha pasión
Merideña de amor, tu cabello es cascada
Que adorna con encanto la luna en la montaña
La brisa paramera, te besa enamorada
y el viento te sonríe con su presencia huraña.
Se esconde tras el tronco del árbol milenario, con sus
hojas ciegas por el tiempo, con las ramas torcidas por el
ímpetu del viento, con las flores marchitas, sin polen, sin
estambres, sin pistillos, viudas por el desamor de la abeja y
del pajarito chupa la flor, aun así es un regalo para escribir
en el libro del recuerdo, para rayar en líneas inconclusas un
dibujo sin nombre, pero unido al sentimiento y la expresión
del alma.
Queda el testimonio grabado en mi cerebro y pareciera
que los cabellos se soltaran y la brisa aprovechara para
elevarse al espacio y jugar junto a las nubes con esas figuras
que se mueven de un lugar a otro y que tropiezan tantas
veces con un arco iris preñado de misterios y leyendas, mis
versos se los regalo a la vida, los poemas empapados de
gotas de lluvia los entrego a la mentira del amor, la poesía
que eternamente escribí, se entrelaza con la arena del mar y
las olas con olor a salitre, y un barco que cerca navega lanza
el silbido de un adiós y el vuelo de las gaviotas se retratan
sobre el agua pintada de sal y con ropaje de viajera
incansable, voy entregando con el misterio de la montaña y
con el perfume del mastranto sabanero, todo lo que me
perteneció, hago un testamento abierto al mundo, adornado
con musas del parnaso y sus pies descalzos pisan la arena
tibia y al bañar sus cuerpos desnudos, los cipreses, los
tamarindos y los granados suspiran la eternidad del placer,
el silencio se arrodilla ante el profundo amor del canto y el
trinar de los pájaros.
Arropo con la mirada el río por donde anduvo la canoa
de Maruja y en el recodo del río con tristeza, el canto del
turpial y la chenchena enamorada en la espesura de la vega
del río miran con deseo el morado cubarro o el curito con
sabor a piña. Leo en las planta de mis manos un presagio y
un misterio con hechizo de mujer, no tengo dinero ni cuentas
bancarias, solo la ansiedad profunda de escribir, de enseñar
lo que la vida me ha regalado y lo que Dios me dio en
silencio para que en voz alta y convirtiéndolo en eco, recorra
la existencia de una composición con letra y música, con
pentagrama e instrumentos y que ellos se encarguen de
divulgar el himno que una vez compuse para honrar la
verdad y el amor amarrado con hilo de espejismo, Voy
tarareando junto a mis amigos la canción desesperada y
distinta que grave en el disco de acetato o en la cinta para
poder escuchar mi voz, para contar con los dedos de mis
manos el valor de aquello que se fue con una imagen de
eternidad, subrayare las veces que mi maquina de escribir se
equivoco y salto cuando quise escribir los nombres que se
grabarían eternamente en la prosa, inspirada en los cabellos
de una mujer o de unos labios gruesos y unos ojos negros
como el azabache jure tomar entre mis manos el agua limpia
de un río de ilusión y poder ver a través de esas mismas
aguas, la imagen de una mujer con los pies descalzos, con
unos senos abiertos al amor y al placer y un cardumen de
pesesitos devorando un pedazo de pan, quise beber sus
aguas y encorvado en la canoa casi sosobro por que vi
sentada en la playa la figura esbelta de una sirena con
cabellos amarillos y sonreía para grabar en mi presencia la
inspiración de un romance con latir de oleaje.
Como se confunde el frió de la montaña con el clavel,
con la cala y el frailejón, como los riscos se levantan
desafiante cuando la nieve se escurre por los caminos con
olor a tierra mojada y hortalizas contaminadas por los
efectos que la mano del hombre entrega para hacerla suya.
Buscare para donar a mis coterráneos el bullicio de los
pericos sobre las matas de mangos, el canto misterioso y
horripilante del búho solitario, escarbare para conseguir el
gusano de tierra y el jengibre para curar la tos, cuando
declame una poesía le pondré freno al corazón y buscare la
forma de que mis ojos no lagrimen para evitar manchar el
papel donde escribe las letras y frases de un poema con
nombre de inocencia, por que al manchado no podré
regalarle con la emoción del pasado, escribo el testamento,
ustedes sabrán que hacer.
Humberto de J. Morillo
La Barinas que se Fue
Aquella Barinas de cuatro calles empedradas,
de casas de palma, de tierra pisada, de Historia, de un pasado,
de ruinas coloniales, de paredes tapiadas,
dónde jugaba el viento como imberbe alocado.
Dónde el sol se escondía en la maraña del bambú,
y el canto madrugador del gallo en el taparo
en el patio la mata de mamón, la chirimoya, el graifü,
el níspero, el topochal, la fruta dulce del caugaro.
El pan de doña Rosa Urbana, la cachapa del joven Cumaray,
el viejo campanario, la presencia del búho, las palomas volando
el pan de horno Y las empanadas de dulce que hacían los Alvaray,
un preso en la ventana con un cuatro cantando.
El río Santo Domingo, su orilla, sus encantos,
un hombre tarrayando, parece el tuerto Vela,
la guayabita en flor, la lluvia y el mastranto,
al viejo caserón, los salones de clase, el níspero, la escuela.
Los ordeños de doña Italia, el viejo Centeno, don Tomás Cordero,
un hombre sobre un caballo, una cobija, sombrero alas anchas,
un señor con liqui-liqui, con lentina, serio austero,
una casa colonial, corredores, pilares dos jardines, una dama doña
Pancha.
Agua limpia de los caños, bebedéros del ganado,
un tropel de caballos a galope en la llanura,
cien disparos, arde el pueblo, muchas casas se han quemado
en Zamora con su gente con su temple y su bravura.
Una negra dulce, tierna, cuidadora de ilusiones,
enmaraña su cabello con un lazo terciopelo,
las ventanas se sonrojan, escuchando las canciones
de un bohemio enamorado, con guitarra, luna y cielo.
La retreta sabatina, mirto, rosas, al olor del malabar,
parroquianos en la plaza en tertulia de las cosas del ayer,
tenue luz de farolas, la garita del cuartel, campanario sin sonar
mango dulce, merecure, lirio rojo, fuente de agua hecha mujer.
Tantas cosas, la botica, la lejana Carolina, personajes,
el cantar de las chicharras, los cucuyos, la sayona y el silbón
los peseros, las pensiones, la policía rural, de vistosos cerrajes,
la Barinas del pasado, la que escribe JOSÉ LEÓN.
Humberto de J. Morillo
Pasión
II
De ese lejano tiempo, con tristeza
pensando en el adiós sin despedida,
jugando tu mentira en mi Cabeza
marchitando el ayer sin despedida en verso y vida.
Tus cabellos en los pezones descansando,
bajo el mirar de mi loca pasión
ávido de tu amor no se hasta cuando
mi edad, tu edad, un laberinto de ilusión.
El despertar sin razón en lejanía
tu pensamiento loco, tu juventud
tu cuerpo, tu piel, cuando eres mía
la locura, el éxtasis, así eres tú.
No se del tiempo, cuando estoy a tu lado
ni comparo en distancia mi ansiedad
tarde llegué, no puedo regresar el pasado
viviré eternamente la loca soledad.
Desde el, paso de las brujas
una canoa solitaria
navegaba sin Maruja
Humberto de J. Morillo
El Verso Aquel
III
Cuando el verso se duerme platicando contigo,
tus pies descalzos tropiezan con los míos,
sólo la soledad se convierte en testigo
en el lecho sin luces, taciturno y sombrío.
Allí no hay luna Que perturbe tu sueño,
ni canciones ni rosas, ni claveles amantes
sólo yo ,convertido mi niña, en tu único dueño
suspirando en tinieblas una vez, cada instante
Jugando con el viento una cortina azul de terciopelo
la almohada con perfume de tus cabellos hechiceros,
sólo la luz de mi mirar, sintiendo celos
de las caricias silenciosas, como el amor primero.
IV
Anoche cuando leía el verso aquel, después que te marchaste,
seguí el camino mirando sobre el espacio con tristeza
recogí del suelo la flor que en tu paso dejaste
y se hizo un mundo lleno de confusión en mi cabeza.
Lloré al pensar la inmensa lejanía que hoy nos separaba
tomé la copa de vino y la estruje en mis manos
oí la música distinta, la letra, la voz que la cantaba
las roses regadas, la alfombra y el recuerdo de cuando nos besaba.
Humberto de J. Morillo
Madre
La arena del mar, madre de la ola majestuosa,
El árbol del samán que cobija en su sueño.
La luna hecha mujer con candidez hermosa
Vagando en la verdad. Solitaria, sin dueño.
El pecho sin distancia pezones al voleo.
La madre hecha poema, simiente de ilusión,
El libro sin tristeza, muchas veces los leo
Regado por la sangre, latir de corazón.
Se siente sobre el viento el balbucear de niño.
La inquietud de tus manos con caricias lejanas.
Se sobresalta el pecho convertido en corpiño
Para dormir el eco del llanto en las mañanas.
Madre, la única verdad, amante, viajera sin destino,
Distinta soledad, con tu regazo esculpido para amar,
Con tus pasos marcados por diferentes caminos,
Tu vientre, tu lactancia, tu vida, para poder soñar.
Humberto de J. Morillo
Madre
Con este escapulario para ti madre mía,
Entre mis manos, por el tiempo curtidas,
Voy escribiendo en prosa y poesía,
Un manojo de cantos en palabras sentidas.
Tus cabellos, tu boca, la languidez de tu mirada,
Esa sonrisa, tus pechos mustios, la madre del poeta,
Señora, pasión. Locura de niñez enamorada,
Sentimiento total la majestad perfecta.
En nombre del padre del hijo y del espíritu santo.
Con estas lágrimas del niño del ayer en hombre convertido.
Con la cruz en mi pecho, con mi verso y mi canto.
Escucha madre mía, la plegaria de este hijo querido.
Cuando se duerme la noche en tu presencia,
Se esfuma mi verso detrás de tú oración,
Se dibuja en tú rostro un rasgo de inocencia
Y palpita con ansias tu tierno corazón.
Humberto de J. Morillo
CRÉDITOS
Este libro fue digitalizado por el CENTRO REGIONAL DE
TECNOLOGÍA EDUCATIVA (C.R.T.E), por medio del Programa de
Informática Integral entes adscritos a la Secretaría Ejecutiva de Educación del
Estado Barinas.
Equipo Técnico:
Coordinación: Ing. Jesús Leal
Diagramación y montaje:
Ing. Daniela Briceño
T.S.U. Angélica Vielma
Br. María Araque
Barinas, Septiembre de 2008
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