homenaje en el 161° aniversario del sitio de

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HOMENAJE EN EL 161° ANIVERSARIO
DEL SITIO DE BUENOS AIRES DE 1853
COMBATE DE LOS POTREROS DE LANGDON
LA HERIDA DE MITRE
Marcelo J. Fantuzzi
En la Boca del Riachuelo, a 19 de noviembre de 2013
Ciudad de Buenos Aires
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HOMENAJE EN EL 161° ANIVERSARIO
DEL SITIO DE BUENOS AIRES DE 1853
HOMENAJE A BARTOLOMÉ MITRE Y A GIUSEPPE GARIBALDI
ALEGORÍA CONMEMORATIVA DEL
COMBATE DE LOS POTREROS DE LANGDON
LA HERIDA DE MITRE
(1853-2014)
Por Marcelo J. Fantuzzi
Introducción
Hoy la Recreación Histórica es un fenómeno muy arraigado, como una “clase de
historia viva”, y este es un hecho insoslayable en todo el mundo, siendo infinitas las
reconstrucciones históricas en Europa y en los Estados Unidos. Incluso aquí en la Argentina, se
realizan diversos actos en donde la clave para la enseñanza de la historia, con las críticas y
profundas observaciones del caso, es la recreación por diversos grupos civiles y militares,
ataviados y armados como en el momento de ese hecho.
Poco se ha avanzado para la recreación de la historia, más allá del período posterior a la
independencia y el rosismo, quedando con escasos pero buenos ejemplos de la etapa
fundamental y fundacional de la Organización Nacional, de 1852 a 1880. Esto se debe entender
como una manera de recuperar la historia sin rencores, como símbolo de unidad.
Los hechos históricos, a nuestro entender, deben recrearse en lugares cercanos a los
verdaderos, aunque disten algunos pocos kilómetros, de otra forma el homenaje sería algo
desubicado en tiempo e incluso en espacio, salvo que sea perfectamente aclarado a los
concurrentes, que lo realizable sería sólo una alegoría como acto conmemorativo.
Son muchos los acontecimientos históricos ligados a la Boca del Riachuelo y al Puerto
de Buenos Aires, especialmente durante los sitios de la ciudad de 1852-53, 1859 y 1880. Entre
ellos hay un enfrentamiento de especial relieve para ser recordado: el Combate de los Potreros
de Langdon, del 2 de junio de 1853.
Esa fecha del 2 de junio, tiene importantes implicancias y conecta el homenaje en sus
varias vertientes, por ejemplo además de ser la fecha del referido combate de los Potreros de
Langdon (1853), es el inicio del 3º Sitio de Buenos Aires (1880), también se conmemora el
fallecimiento de Giuseppe Garibaldi (1882), se celebra el Día del Bombero Voluntario por la
fundación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de La Boca (1884), y finalmente se concretó la
creación de la República de Italia (1946).
Por otro lado, fechas cercanas tienen una profunda relación con la historia y la unidad
nacional, como ser la firma del Convenio del 6/6/1860 entre el Estado de Buenos Aires y la
Confederación Argentina, por el cual Buenos Aires debía revisar la Constitución Nacional y
proponer las reformas, para incorporarse a la República Argentina como una provincia más.
También la ruptura entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina del 7/6/1861,
cuando los diplomas de los diputados porteños fueron rechazados en Paraná, en tanto que Mitre,
gobernador de Bs. As., no hizo nuevas elecciones y rompió el acuerdo de unión del 6 de junio
del año anterior, iniciando los aprestos bélicos.
De todas formas, por motivos de organización, se hace conveniente que la recreación se
realizara como una alegoría, el mismo día que se celebra la Autonomía de La Boca, el 23 de
agosto de cada año, desde hoy en adelante, como parte de los referidos festejos.
3
Combate de los Potreros de Langdon, 2 de junio de 1853.
Es trascendente este combate, por haber sido uno de los jalones del arduo Sitio de la
Ciudad de Buenos Aires, de casi 8 meses de duración, del 1 de diciembre de 1852 al 14 de julio
de 1853, en el pedregoso camino a la Unidad.
El Combate de los Potreros de Langdon del 2 de junio de 1853, durante el sitio
impuesto por las fuerzas Federales1, parece ser un acontecimiento de importancia, si bien no
tanto por su despliegue, mas si por sus protagonistas y simbología.
En él estaban presentes del lado federal el mismo General Justo José de Urquiza al
frente del asedio, y el Coronel Hilario Lagos en el manejo directo de las operaciones. Por
Buenos Aires estaba al mando el entonces Coronel Bartolomé Mitre, como jefe de Estado
Mayor de la Defensa, y el Teniente Coronel Emilio Mitre como su segundo, recibiendo ambos
ordenes del General José María Paz, Ministro de Guerra y Comandante General de Armas,
quién observaba el enfrentamiento desde las quintas.
El lugar llamado “Potreros de Langdon” estaba entre las actuales calles Caseros, Montes
de Oca, Uspallata y Vieytes, e incluso se extendía hacia la actual estación Constitución por el
oeste, y por el este hasta cerca de los terrenos linderos a la quinta de Horne (hoy Parque
Lezama)2, y de la quinta de Brittain, que estaba frente a la de Horne, continuando su
prolongación un poco más hacia el sur3.
El día anterior, 1° de junio por la noche, estaban reunidos en casa de Brittain, la cual
poseía un mirador, el general Paz, el coronel Mitre y otros comandantes y oficiales, puesto que
desde esas alturas se observaban perfectamente los movimientos del enemigo, en los bajos hacia
el riachuelo y su campamento en los Potreros de Langdon.
Fue allí cuando Paz a simple vista observó que los sitiadores trabajaban en una trinchera
avanzada. Mitre tomó un anteojo y observó detenidamente, afirmando que se trataba de nuevas
trincheras construidas durante la noche. Inmediatamente Paz le ordenó hacer por la mañana una
descubierta y frenar el avance. No era la primera vez, desde que se inició el sitio, que los
federales intentaban invadir por el sur4.
La mejor manera de relatar lo sucedido, es transcribiendo lo relatado durante el siglo
XIX, y que plasmara a fines de la referida centuria el Dr. Mantilla, en su escrito “La herida de
Mitre”5:
A las 8 de la mañana del 2 salió el coronel Mitre de la plaza al frente de una columna
de infantería y caballería para batir al enemigo, situado en la Convalecencia6. Componían la
fuerza el batallón 2 de línea, mandado por el teniente coronel Emilio Mitre, y el regimiento y
1
Por fuerzas federales, entendamos “nacionales” que respondían al gobierno de Paraná, en contraposición a las porteñas del Estado
rebelde de Buenos Aires.
2
El actual Parque Lezama, había sido un terreno perteneciente a ingleses desde 1812, pasó a manos del americano Horne en 1846,
amigo de Rosas, por lo cual abandonó el país luego de febrero de 1852. Quedó entonces la quinta abandonada.
3
El convenio de febrero de 1853 establecía la línea de los sitiadores por el Arroyo Maldonado hasta San José de Flores, bajaba allí
por el centro del poblado hasta el Riachuelo y de allí hasta el río. Por el “Convenio de Tregua” del 9 de marzo de 1853, se había
trazado una línea imaginaria, que establecía la división de ambos campos, el ejército sitiador debía retirarse detrás de una línea que
iba “desde la Iglesia de Balvanera, sigue por la calle exterior del Hueco de Rodríguez, el Mirador inmediato a lo de Soto, La
Convalecencia, Santa Lucía de Barracas y la Casilla del Camino a la Boca del Riachuelo”. Este convenio no fue acatado ni
aceptado, siendo la línea variable según las acciones militares.
4
Recopilando, podemos decir que la zona sur estaba siendo hostigada por los sitiadores desde el inicio del sitio, en diciembre de
1852. En el actual Parque Lezama y adyacencias, entonces llamada Quinta de Horne, el 26 de abril de 1853 se presentó una columna
federal ocupando las alturas momentáneamente, como respuesta una división del ejército de Buenos Aires los atacó, rechazó y les
tomó su batería, bombardeando hacia los bajos de la Boca del Riachuelo al grueso contingente del ejército federal que invadía, e
igualmente contra Barracas y la Convalecencia, también tomadas por los sitiadores. Entre el 26 y el 27 de mayo de 1853, se produjo
el principal combate, cuando el Batallón 2° de Infantería de Línea, junto al Batallón 2° de Infantería de Guardias Nacionales,
formando brigada, comandados ambos por el Teniente Coronel José María Bustillo (jefe del 2º de GN) y que respondían a órdenes
del General Gregorio Aráoz de Lamadrid, junto a secciones de otras fuerzas voluntarias, se enfrentaron a las tropas sitiadoras
federales que subiendo desde el Riachuelo, pretendían recuperar los altos de la quinta. Luego de un duro combate, los porteños
lograron desalojarlos del lugar haciendo retroceder a los invasores hasta inmediaciones del Riachuelo. Posteriormente, el General
Lamadrid hizo fortificar la barranca de la quinta con cañones, rechazando y alejando definitivamente los avances y pretensiones de
los sitiadores de apoderarse del importante bastión. El combate se conoció según el Parte Militar como Combate de la Quinta de
Horne.
5
Dr. Manuel F. Mantilla, “La herida de Mitre”, Páginas Históricas 1890, reimpreso en 1942 (fragmento). El Dr. Manuel Mantilla
vivió entre 1853 y 1909.
6
Luego de los fallidos intentos de avanzar desde el sur en abril y mayo, los federales habían logrado volver a instalarse en la
Convalecencia (hoy Constitución) y en los Corrales (Parque Patricios), luego de dominar y cruzar el puente de Barracas.
4
los escuadrones de que eran jefes el teniente coronel Camilo Rodríguez y los sargentos mayores
Muslera y Henestrosa. Como antes del ataque formal había que arrollar primero guerrillas
sitiadoras que avanzaron sobre la ciudad, se efectuó la salida sin los cañones necesarios para
aquel, quedando ordenado al sargento mayor Martín Arenas que se incorporase
inmediatamente a la columna.
Los enemigos ocupaban el bajo de la Convalecencia y tenían al frente de su posición
principal una zanja de dos cuadras de extensión en la que estaba un batallón de Rifleros; su
izquierda se prolongaba, débilmente guarnecida, hacia los Corrales, donde se hallaba un fuerte
núcleo de tropas. Las guerrillas avanzadas llegaban hasta la barranca.
Los sitiados hicieron despejar el terreno invadido y penetraron en los potreros de
Langdon, divididos en dos grupos. El 2 de línea se detuvo hasta nueva orden a la altura de la
Barranca de Balcarce. El plan que debía ejecutarse consistía en atacar de frente y por la
izquierda del enemigo para cortar su comunicación con los Corrales. Como dicha operación
exigía del concurso de la artillería, y Arenas no aparecía, la caballería de la plaza sostuvo con
fuertes guerrillas el terreno conquistado sobre la misma posición enemiga, mientras los
cañones llegaban.
El coronel Mitre se había adelantado con la caballería y observaba el fuego nutrido de
las guerrillas con los Rifleros de la zanja a distancia de doscientos pasos de ésta. Estaba a
caballo, próximo a un arbolito, con sus ayudantes a retaguardia. Llevaba pantalón y casaca
militar de paño negro7, chaleco de paño blanco y quepis. El grupo era un buen blanco para los
Rifleros y sobre él tiraban.
Con la tranquilidad de quien mira una parada veía Mitre las descargas y oía pasar las
balas; expuesto como el que más a morir de un instante a otro, sólo le preocupaba la tardanza
de Arenas. Su serenidad se comunicaba al grupo de que era cabeza y el todo presentaba un
admirable cuadro de valor frío.
De pronto vieron sus ayudantes que el coronel Mitre se encorvó sobre el cuello del
caballo y luego se desmontó tranquilamente, cubierto de sangre; su chaleco blanco parecía de
paño rojo8.
“¡Estoy herido y quiero morir como el romano!”, fue la respuesta que dio a las
preguntas de sus ayudantes, que le rodearon inmediatamente. “Vea que tengo”, dijo a D.
Felipe M. de Ezcurra, sacándose el quepis. La sangre brotaba en abundancia de la frente y le
bañaba el rostro9.
Ezcurra halló una herida de bala en la parte superior de la unión de las dos
protuberancias frontales; la examinó como podía hacerlo un profano en medicina, y contestó:
“Es nada”. “Sin embargo, la sensación que experimento es como si tuviera adentro el
proyectil”, observó serenamente Mitre. La bala había pegado en la escarapela circular de
mostacilla blanca y celeste que tenía el quepis10, atravesó el grueso y ancho galón de la
insignia, entonces de coronel, que estaba bajo la escarapela, rompió el paño, dos gruesos
cartones que formaban la base del quepis y el forro interior de tafilete, y tocó en el punto ya
indicado de la frente, fracturándole hueso. El proyectil habría penetrado en el cráneo y
destrozado el cerebro si su fuerza impulsiva no hubiera disminuido por los objetos que atravesó
antes de alcanzar la frente.
Limpiado ligeramente el rostro y algo restañada la sangre, quiso Mitre montar a
caballo, pero le faltaron fuerzas; la pérdida de sangre le había debilitado extraordinariamente
y la naturaleza no daba lo que la voluntad pedía. A su pesar tuvo que desistir del propósito,
arraigándose en él la idea del primer momento: que la herida era mortal.
Dio orden al capitán Gregorio Carreras (cordobés) de participar al ministro de Guerra
que se retiraba del campo, por no permitirle su estado permanecer al frente de las tropas, pero
7
Por casaca entendamos “levita”, y por color negro el “azul negro” típico de oficiales superiores.
De Massi, Oscar Andrés, “Árboles históricos nacionales”, Bs. As. 2012. Refiere el autor al sitio en donde fue herido Mitre como
“Arbolejo de los potreros de Langdon, cerca de la Convalecencia, a cuyo pie cayó herido Mitre en 1853”.
9
El general Urdinarraín, del ejército federal, describió los hechos de la herida del coronel Mitre: “Uno de los más furiosos
agitadores de la discordia, y que quería marcar en la frente con un hierro ardiendo a los que no pensaban como él, el día 2 ha sido
herido gravemente en el mismo lugar en que él quería marcar a otros -este individuo es el Cnel. Bartolomé Mitre, a quien los
soldados de mi Escolta en el encuentro de ese día hirieron bizarramente-”.
10
Su esposa Delfina le había cosido esa escarapela poco antes del combate.
8
5
que las operaciones continuarían bajo la dirección del teniente coronel Emilio Mitre, según el
plan combinado. En seguida despachó un ayudante al teniente coronel Mitre para que
avanzara con su batallón y dio instrucciones al comandante de la caballería. Tomadas estas
medidas, se retiró apoyado en los brazos de Ezcurra y otro oficial [era el alférez Bond]11.
“¡Morirá!”, era el pronóstico fatal que sus consternados subalternos hicieron al verle
partir.
A corta distancia se encontró con su hermano Emilio, que iba al combate con su
batallón. Habló con él de lo que correspondía hacer y continuó su camino. Más adelante divisó
al mayor Arenas con los esperados cañones. Quiso gritarle llamándole y se encontró sin voz: se
le había apagado casi por completo. Hízole señas y Arenas corrió a su encuentro. Le indicó el
puesto que tomaría y la manera de operar con sus cañones, y luego siguió su retirada.
Penosamente llegó al cuartel del 2 de línea, situado en el lado sur de la plaza
Concepción. La jornada fue matadora.
Varios médicos le prestaron en el acto los auxilios de la ciencia. Previo reconocimiento
de la herida y consulta entre ellos, procedieron a la curación que estimaron del caso,
declarando que no había fractura ni corría peligro el enfermo.
La noticia del hecho había, entretanto, cundido por toda la ciudad y de todas partes de
ella se dirigían presurosamente las personas al cuartel de la Concepción. El coronel Mitre era
ya en aquella época el ciudadano más popular de Buenos Aires y la más firme columna de la
defensa de la plaza.
Cuando el capitán Carreras informó del suceso al general Paz, este hombre de
temperamento glacial y de fisonomía impenetrable, por naturaleza o por estudio, no pudo
ocultar su desagradable impresión. Estaba de pie, cerca de un sillón. Inmutado, preguntó a
Carreras: “¿Es grave la herida?” “De muerte, se dice”, fue la respuesta que escuchó. Y
dejándose caer en el sillón como postrado, exclamó: “Hubiera preferido perder la mitad del
ejército antes que al coronel Mitre”.
Luego de retirado el coronel Bartolomé Mitre del comando, éste quedó en manos del
teniente coronel Emilio Mitre, continuando las operaciones hasta expulsar al enemigo.
Los hechos son descriptos por un testigo que escribió meses después, una excelente
crónica del Sitio de Buenos Aires, el coronel José Luis Bustamante, que se transcribe
seguidamente12:
El enemigo, después de esa primera sorpresa [la de haber encontrado tanta resistencia
por parte de los defensores], reunió fuerzas considerables reforzando sus puntos avanzados. En
esas circunstancias, el Comandante General de Armas [general J. M. Paz] que presenciaba los
sucesos, ordenó la retirada de la caballería, y al Batallón 2° de línea tomar posiciones para
sostener esa operación. La caballería en su retirada, dio algunas cargas a las guerrillas
enemigas que imprudentemente se aproximaban hasta que el batallón 2° de línea ocupó la
retaguardia y contuvo decididamente a los enemigos con sus fuegos, en cuya operación tuvo un
muerto y dos heridos.
El Coronel D. Mariano Echenagucía, con el Batallón 3° de su mando, que asistía
también a las operaciones de ese día, no tuvo novedad alguna en su tropa.
La Caballería al mando del Comandante García, penetró hasta la convalecencia con
las guerrillas del Mayor Henestrosa, después de haber descubierto la quinta de la Noria y la
Langdon: allí se encontraron algunos escuadrones de caballería enemiga y un batallón de
infantería, emprendiéndose un fuerte tiroteo en el que cayeron un oficial y siete individuos de
tropa de los enemigos.
11
López Mato “Sin mañana”, p. 108... relata que el teniente Ezcurra y el alférez Bond ayudaron a caminar a Mitre y las tropas que
avanzaban lo saludaban: “adelante coronel que lo necesitamos”, “fuerza coronel”, “no nos falle coronel” y Mitre sonreía y
balbuceaba algunas palabras que nadie entendía, pero que servían para que supieran que él estaba vivo...”.
12
Bustamante, José Luis, “Ensayo histórico de la defensa de Buenos Aires contra la rebelión del ex coronel D. Hilario Lagos”.
Imprenta de la Defensa, Calle de la Victoria n° 149, Buenos Aires 1854. P. 511 a 514. Era Bustamante nacido en San Nicolás de los
Arroyos en 1799 y fallecido en Montevideo en 1857, militar, periodista y político que participó en la toma de Montevideo en 1814.
Integró el Congreso General de 1824, adscribiendo al partido Unitario. Apoyó la Revolución de Lavalle de 1828 y luego siguió al
gral. Paz. Se exilió en Montevideo a la llegada de Rosas. Allí combatió junto a los colorados y unitarios en la defensa de la plaza
hasta 1851. Luego de Caseros retornó a la Argentina y se le reconoció el rango de coronel. Presente en la defensa de Buenos Aires
en 1852-53 y en las campañas de Mitre contra los indios. Al llegar Alsina al gobierno porteño, enemistado con el, se retiró a
Montevideo donde falleció en el mismo año (Cutolo “Nuevo diccionario biográfico Argentino”).
6
Al mismo tiempo, el Capitán D. Salvador Caraza a la cabeza del piquete Escolta se
dirigía a la boca del Riachuelo por la calle principal, encontrándose sucesivamente algunas
pequeñas fuerzas de infantería y caballería que fueron arrolladas matándoles algunos hombres
y tomándoles caballos ensillados.
El Sargento Mayor D. Antonio Llorente a la cabeza de quince coraceros, ocupó la boca
calle de Santa Lucía donde se hallaba situado el enemigo, que fue desalojado inmediatamente y
perseguido hasta la esquina de la banderita y la calle sola. El enemigo perdió algunos hombres
en esa pequeña operación.
Todas las fuerzas, después de practicado el reconocimiento que se proponían, se
retiraron a la Plaza guardando el mismo orden y serenidad con que habían marchado al
combate.
Fuerzas contendientes y formación en batalla
BUENOS AIRES (coronel Bartolomé Mitre)13
La División que reunía el coronel Mitre estaba compuesta por unidades de las tres armas
de Buenos Aires, entre regulares y milicianos. Todas las fuerzas, bajo las órdenes superiores
impartidas por el general José María Paz, que observaba el combate desde las quintas. La
infantería estaba al mando de Emilio Mitre, la caballería al mando de Estaban García y la
artillería al mando de Martín Arenas. La cifra exacta de efectivos es difícil de precisar, pero
todo indica que sobrepasaban los 2.000 efectivos, siendo tales unidades las que seguidamente se
detallan14:
ESTADO MAYOR (Bartolomé Mitre) sobre el borde norte y a diestra de los Potreros.
* Comando del Estado Mayor, conformado por el jefe coronel Bartolomé Mitre y los ayudantes
teniente Felipe María Ezcurra, alférez Bond y el médico agregado Juan Eduardo Gericke.
* Cuadro de Oficiales Adscriptos al Estado Mayor, capitán Gregorio Carreras (cordobés) con un
grupo de oficiales ayudantes.
DERECHA (Esteban García) al norte de la Convalecencia (Plaza Constitución).
* Batallón 5° de Guardia Nacional de Infantería “Alcaldes y Tenientes”, teniente coronel
Nicasio Biedma (adscripto al sur de la ciudad, cerca de la Convalecencia).
* Batallón de Guardia Nacional de Infantería “Cazadores Nacionales de Escucha”, bajo el
mismo jefe teniente coronel Nicasio Biedma (adscripto al sur de la ciudad, cerca de la
Convalecencia).
* Pieza de Artillería a cargo de hombres del batallón de cazadores al mando del capitán cirujano
Manuel María Biedma (oficial médico de esa unidad, sobrino de Nicasio Biedma), con otros
oficiales y soldados de tal unidad.
* Escuadrón de Guardia Nacional “Libertad” del Regimiento de Caballería Escolta Extramuros,
teniente coronel Esteban García.
* Escuadrón de Guardia Nacional de Caballería “Guerrilla N° 2-Tiradores”, mayor Juan
Henestrosa.
* Escuadrón de Guardia Nacional de Caballería “Guerrilla N° 3”, mayor Liborio Muslera.
* Escuadrón de Guardia Nacional de Caballería “Guerrilla N° 5-Voluntarios del Orden”,
teniente coronel Camilo Rodríguez y capitán Avelino Susviela.
CENTRO (Emilio Mitre) en el borde norte de los Potreros de Langdon.
* Batallón 2º de Infantería de Línea, teniente coronel Emilio Mitre y mayor Carlos Campos.
* Batallón 3º de Infantería de Línea, coronel Mariano Echenagucía y mayor Patricio Ochoa.
* Batería de Artillería de Línea de la Reserva, con ocho piezas (6 cañones y 2 coheteras
Congreve), con artilleros de línea y agregados de guardia nacional, comandante Martín Arenas
(llegó esta unidad al momento de ser herido Mitre).
13
El ala derecha porteña era de unos 500 efectivos, el centro de casi 800, la izquierda de 500, el comando de poco más de 300 y la
reserva a retaguardia de casi 100 efectivos.
14
Las posiciones que se detallan en el texto, son las tomadas al momento de ser herido Mitre. A inicio de las operaciones, a las 8 de
la mañana, la derecha la formaban sólo los batallones de infantería de GN 5° y Cazadores con una pieza de artillería. El centro tenía
el comando, la caballería con el Extramuros, las guerrillas 1, 2, 3 y 5 (esta caballería, menos la guerrilla 1 se desplazó al inicio al ala
derecha) y detrás el 2 infantería de línea, seguido del 3 como soporte. La izquierda y la reserva estaba de igual manera desde el
inicio. La batería completa de artillería legó al mismo tiempo de ser herido Mitre.
7
* Regimiento de Caballería de Línea “Coraceros de la Guardia” (300 efectivos)15.
* Escuadrón de Guardia Nacional de Caballería “Guerrilla N° 1”, mayor Mariano Vila.
IZQUIERDA (José M. Bustillo) avanza desde la Quinta de Horne hasta el Riachuelo.
* Batallón 2° de Guardia Nacional de Infantería “Eusebio Mitre”, coronel José María Bustillo,
200 hombres (adscripto al sur de la ciudad, cerca de la quinta de Horne).
* Legión Italiana, comandante Luis Bottaro con dos compañías: la de Infantería de Marina
Italiana (capitán Manuel Vialardi) y la de Reserva de Cívicos Voluntarios de La Boca (capitán
de cívicos José Maggiolo).
* Destacamento de Marina (con piquetes de Guerra y Mercante).
* Destacamento de la Capitanía del Puerto16.
* Destacamento de Guardia Nacional desmontada (piquete del Escolta Extramuros)17.
* Destacamento de varios piquetes de Guardia Nacional urbana y suburbana, de Voluntarios
Cívicos y de Extranjeros.
* Batería de Artillería para la defensa de la Quinta de Horne, a cargo de artilleros de línea y de
guardia nacional (quedó apostada en las barrancas de tal quinta).
* Piquete de Caballería de Línea “Escolta”, capitán Salvador Caraza (20 efectivos).
* Piquete del Regimiento de Caballería de Línea “Coraceros de la Guardia”, mayor Antonio
Llorente (15 efectivos).
RESERVA (José María Paz) en las Quintas.
* Jefatura del Ministerio de Guerra y Comandancia General de Armas (31 oficiales): General
José María Paz, 1 oficial del detall, 1 comisario, 1 cuartel maestre, 1 secretario, 1 inspector de
armas, 13 ayudantes, 1 inspector de caballadas, 1 médico, 1 oficial mayor del ministerio, 1
auditor, 1 oficial 1º, 4 oficiales de ministerio, 3 oficiales del comando general.
* Destacamento Escolta de Caballería del Comandante General de Armas (formado con
piquetes de línea de la escolta, coraceros, dragones, húsares, granaderos, blandengues y guardias
nacionales).
FEDERALES (coronel Hilario Lagos)18
Las fuerzas Federales eran fuertes y muy variadas, superaban en número a los porteños,
más si contamos las reservas en los Corrales. Estaban al comando del coronel mayor Hilario
Lagos, recibiendo órdenes directas del general Urquiza, siendo tales:
El Comando integrado por el coronel mayor Lagos, el coronel Laprida y el cuerpo de oficiales
ayudantes y otros asistentes.
La Columna de la División Federal Buenos Aires, formada por bonaerenses, tenía de caballería
fracciones de los regimientos y escuadrones de Húsares, Blandengues, Granaderos y Dragones,
más varios de Guardia Nacional numerada (que incluía milicia, con algo de policía de campaña
e indios amigos); de Infantería los batallones de línea Federación, Constitución, San Martín,
Pardos y Morenos, Rifleros, Calá, además fracciones de los batallones de infantería de milicia
Centro y Norte19, de Artillería tenía tanto de Línea como de los Blandengues; todas estas fuerzas
bajo mando directo de los coroneles Lagos y Laprida como jefe y subjefe.
La Columna de la División Entrerriana, la caballería con la Escolta de carabineros del gral.
Urquiza, la Escolta de rifleros del gral. Urdinarrain, los batallones de infantería Urquiza y
Entrerriano, secciones de marina, brigada de artillería y otras fuerzas.
La Columna de la División Santafesina con sus milicias de infantería (batallones Federación,
Constitución y Cívico de Rosario), caballería y artillería.
15
El regimiento de Coraceros tenía unos 340 hombres, pero 15 formaron un piquete en el ala izquierda y otros se destinaron a la
escolta del Ministro de Guerra general Paz y como correos.
16
El piquete de la Capitanía del Puerto de La Boca (hoy Prefectura) era de 14 efectivos (1 oficial ayudante, 2 escribientes, 1 patrón
de falúa, 9 marineros y 1 grumete), Los piquetes de la Marina de Guerra y Mercante serían de una cifra similar.
17
Era el tradicional Piquete o Destacamento de La Boca, del Escuadrón Libertad del Regimiento Escolta de Extramuros de Guardia
Nacional. Este piquete boquense, hacía especialmente servicio desmontado en la boca del Riachuelo. Eran 5 efectivos (1 cabo y 4
soldados) más un oficial de ronda con asistentes, todo el conjunto no pasaría de 10 efectivos, armados de carabinas.
18
Aparentemente rondarían los 3.000 efectivos, sin contar otros tantos en la reserva de los Corrales.
19
Estos batallones bonaerense de milicia federal del Centro y del Norte, estaban masivamente en la línea oeste y norte de la urbe.
Tenían por lugar de reunión Luján y San Nicolás respectivamente.
8
La Columna de la División Cordobesa con sus milicias de infantería (batallones 1° Ciudad de
Córdoba, 2° de Guarnición, 3° Libertadores de Córdoba y otros tres más), caballería (escuadrón
Dragones de Río IV) y artillería20. Más el agregado de un Contingente de San Luis.
Las unidades mencionadas, no estaban todas completas en la línea sur, puesto que debían
también cerrar el cerco del sitio por el oeste (Miserere) y el norte (Retiro), por lo tanto en el
avance del sur, de muchas unidades había solo una compañía. Los batallones de infantería eran
5 en primera línea, y al menos otros diez en la reserva pero con destacamentos avanzados. Con
los escuadrones de caballería sucedía lo mismo, 9 en primera línea, aun más en la reserva y del
resto sólo piquetes por estar asentados en las otras zonas del sitio.
La organización y formación era la siguiente:
ESTADO MAYOR (Hilario Lagos), al sur de los Potreros de Langdon.
* Comando del Estado Mayor, conformado por el coronel mayor Hilario Lagos, el coronel
Cayetano Laprida, un grupo de oficiales ayudantes y otros asistentes.
* Escuadrón Escolta de Caballería de la División Federal Buenos Aires.
DERECHA, en la Boca del Riachuelo.
* 2 Escuadrones de Caballería.
* 2 Batallones de Infantería.
* 1 Batería de Artillería.
CENTRO, en el sur de los Potreros de Langdon.
* 2 Escuadrones de Caballería (escolta de los generales Urquiza y Urdinarrain).
* 2 Batallones de Infantería (uno era el de Rifleros).
* 1 Batería de Artillería.
IZQUIERDA, en la Convalecencia.
* 4 Escuadrones de Caballería.
* 1 Batallón de Infantería.
* 1 Batería de Artillería.
RESERVA (Justo José de Urquiza) más allá de los Corrales sobre la extrema izquierda.
* Comandante General y Director Provisorio, brigadier general Justo José de Urquiza con varios
oficiales ayudantes, 11 edecanes, 1 secretario, 1 comisario general, 1 oficial del detall y otros
asistentes.
* Escuadrón de Escolta del Brigadier General Urquiza.
* Varios Escuadrones de Caballería.
* Varios Batallones de Infantería.
* Parte de la Brigada de Artillería de Entre Ríos.
Dinámica del Combate de Los Potreros de Langdon (2/6/1853)
Para poder analizar de manera esquemática el referido combate, el mismo se puede
sintetizar en los siguientes momentos:
1- Las fuerzas federales habían cruzado el puente de Barracas a fin de mayo, acampando
en las proximidades de la Convalecencia (hoy Asilo Rawson) y los Corrales (hoy
Parque Patricios). Esta era una nueva tentativa de invadir desde el sur y tomar las
alturas de la quinta de Horne (hoy Parque Lezama), y desde allí poder bombardear la
urbe. Se desplegaron así, la derecha sobre la Boca del Riachuelo (costanera de La Boca)
amenazando la quinta de Horne, el centro sobre los Potreros de Langdon (entre Plaza
Constitución y Parque Lezama), la izquierda sobre la Convalecencia y con línea ligera
hasta los Corrales, donde permanecían las reservas. Las tres alas y reserva compuestas
de caballería, infantería y artillería.
2- A las 8 de la mañana el coronel Bartolomé Mitre, jefe de Estado Mayor, avanzó para
contrarrestar al enemigo, con una División de varios escuadrones de caballería (García,
Muslera, Rodríguez, Henestrosa, Vila y los coraceros) 2 batallones de infantería de
línea (2° y 3°) y una pieza ligera. Se instaló en el centro de la línea. Detrás debía
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Según Bustamante se componía la División Cordobesa de 800 hombres. Presumimos por otras fuentes que ese número era de
infantería en 6 batallones (parte en la línea oeste y parte en la sur), más un piquete de artillería y un escuadrón de caballería.
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seguirlo la artillería al mando de Arenas, con varias piezas de campaña y coheteras. La
artillería estaba retrazada y lejos del campo, por lo cual Mitre se desplegó sobre los
potreros sólo con la columna inicialmente mencionada. Ingresa en los Potreros en dos
columnas, deteniéndose sus infantes en la Barranca de Balcarce. La caballería avanzó
algo más en guerrilla de tiradores. Comenzó entonces un constante tiroteo con las
avanzadas enemigas, fuertes de las tres armas. El plan de Paz y Mitre era atacar el
centro y la izquierda federal, para cortarle las comunicaciones con las fuertes reservas
en los Corrales.
La derecha porteña se instala sobre la Convalecencia, sostenida al inicio sólo por dos
batallones de infantería de guardia nacional, el 5° y el Cazadores. La izquierda porteña
apostada en la quinta de Horne (Lezama), estaba fortificada allí y en lo de Brittain, con
el batallón 2° de guardia nacional, una columna de la Legión Italiana y diversos
destacamentos sueltos, dos piquetes de caballería (escolta y coraceros) y la batería en la
casa de Horne y la barranca de dicha quinta.
Mitre se adelantó en el centro junto con la caballería, hasta llegar a 200 pasos de las
barrancas al sur del Potrero. Esa zanja de 2 cuadras de largo estaba ocupada por un
batallón de rifleros federales, y un tiro de éstos hirió gravemente a Mitre cuando
observaba las acciones a caballo. Retirado el coronel Mitre del campo de batalla, con el
auxilio de sus ayudantes el teniente Ezcurra y el alférez Bond, hizo llamar a su hermano
el teniente coronel Emilio Mitre, para traspasarle el mando de la División, y al verlo le
dio las instrucciones. También vio llegar a la artillería del comandante Arenas, que se
instaló en el centro luego de recibir las indicaciones.
El general Paz, desde la quinta de Brittain ordena a la caballería del centro, abandonar
la quinta de Noria y los Potreros de Langdon, salvo algunas reservas, para avanzar a la
derecha sobre la Convalecencia, apoyándose en los dos batallones de guardia nacional
allí apostados, pero antes llevaron los mismos, fuertes cargas al enemigo. Detrás de los
jinetes forma la infantería de línea para avanzar por el centro. La caballería e infantería
porteña desaloja a los enemigos de la Convalecencia, que se retiran, parte sobre el
puente de Barracas y parte sobre los Corrales. Lo mismo ocurre con los enemigos del
sur de los Potreros, por acción de la infantería de línea.
La izquierda porteña logró frenar el intento enemigo de tomar la Quinta de Horne, por
ambos lados, por Defensa y por el Camino al Muelle (hoy Av. Alte. Brown). Los
porteños contraatacaron avanzando hasta la Boca del Riachuelo y los enemigos se
retiraron por la costa del riachuelo hasta el puente de Barracas.
Conclusión
Éste, tal vez, podría ser el mejor homenaje al período histórico referido, hoy casi
olvidado y denostado por ideas tergiversadas de la historia y la nacionalidad, y que al mismo
tiempo permita a los espectadores, observar las evoluciones de un combate con uniformes y
armas de esos tiempos. Se revalorizaría el estudio de una etapa conflictiva, la de la Secesión de
Buenos Aires con respecto a la Confederación Argentina (1852-62), que nos enseña que de los
extremos de la guerra civil se puede pasar, con un liderazgo preclaro, a una nación floreciente
como en el Centenario de 1910.
En tal homenaje quedarían inmersos la Unidad Nacional, Bartolomé Mitre, Justo José
de Urquiza, el mismo Garibaldi, más todas las fuerzas de mar y tierra que allí se enfrentaron, de
ambos lados, tanto los defensores de la autonomía de Buenos Aires que combatieron en sus
trincheras (sitios de 1852-53, de 1859 y de 1880), como los que atacaban a la díscola urbe.
Ambos bandos propugnaban por la unidad, pero por caminos diversos, aunque igualmente
respetables y dignos de ser recordados.
En ese combate el entonces Coronel Bartolomé Mitre, al ser herido profirió de manera
entrecortada, una frase similar a “quiero morir de pie como un romano”. Al enterarse el general
Paz exclamó “Hubiera preferido perder la mitad del ejército antes que al coronel Mitre”,
repitiendo “Más me hubiera valido perder un ejército...”.
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APÉNDICE
La herida de Mitre. Versión del Dr. Juan Eduardo Gericke (presente en el combate)
“No recuerdo fechas pero recuerdo que... En la Convalecencia..., alrededores de
Buenos Aires, acampaban fuerzas que según se decía, invadirían la ciudad, se destacaron
tropas a las órdenes del Coronel Bartolomé Mitre, Henestrosa y Emilio Mitre y otros jefes,
para impedirlo, las que fueron consideradas insuficientes y necesitaban la incorporación de un
contingente que iría al mando de Arenas, para una acción decisiva, pero que ya habían logrado
desalojar al invasor de sus posiciones.
El Coronel Bartolomé Mitre, en el Potrero de Langdon, montado en su caballo, desde
una loma detrás de la cual habían fuerzas leales, y particulares, pero a sólo 100 metros de un
zanjón, donde habían avanzado ocultos, un destacamento enemigo de rifleros observaban si
venía el contingente mandado por Arenas para emprender la acción, cuando se sintieron tiros
cercanos, le advertían desesperadamente al Coronel el peligro, cuando lo vieron inclinarse
sobre su caballo; acudimos inmediatamente, los atacantes se habían alejado, con Felipe
Escurra y otros lo encontramos herido en la frente con una profusa hemorragia, no perdió el
conocimiento por que habló con Escurra, pero no podía estar parado, afectado quizás por la
consiguiente paresia muscular traumática.
Primó la confusión, una persona gritó ¡Se va en sangre, hay que hacer algo!, le pedí
que trajera rápido vendas y elementos, yo abrí mi balijín, hice una compresa con un pedazo de
venda empapado en árnica, la apliqué sobre la herida, pero antes retiré el proyectil (que por
ahí lo guardo como recuerdo), como no tenía vendas, utilicé mi pañuelo de cuello, para
presionar la compresa, comprimir los vasos y poder cohibir la hemorragia y evitar
contaminaciones, Escurra que limpiaba el rostro y los ojos del Coronel, cubiertos de coágulos,
dijo: "Paró la sangre, Coronel".
Así lo llevaron al cuarto 2 de Línea. Después de larga espera llegaron algunos
médicos, entre ellos, Irineo Portela, médico de la familia, que emitió un juicio desfavorable a
mi intervención, a lo que respondió Escurra: "Eso lo salvó, quizás hubiera perecido por la
demora", y agregó Montes de Oca: "Claro, había mucha urgencia y faltaban elementos". Pero
primó el criterio de Portela, por lo que decepcionado, lo saludé por razones éticas, pero le dije:
"Colega: espero que algún día se haga justicia a mi intervención" y me fui. Supe que después
llevaron a Mitre a su casa (Calle Perú entre Estados Unidos e Independencia) donde el Dr.
Almeida le extrajo un secuestro óseo, y que felizmente se curó.
He silenciado esto, lo que espero de vos; guardá este dictado mío que puede ser
necesario, me basta haber hecho algo por tu patria.
Esto me dictó mi padre, Juan Eduardo, el día 5 de febrero de 1897.”
Firmado: León S. Gericke (Copia literal del original, manuscrito exhibido en el Museo Mitre,
Ciudad de Buenos Aires).
Ilustraciones
Pistola de fulminante y kepí azul con aro y galones amarillos (Museo Mitre), usados por el
Coronel Bartolomé Mitre en el combate de los Potreros de Langdon. La escarapela que llevaba
el kepí, hoy carente, le salvó la vida al amortiguar el balazo hecho por un tirador enemigo.
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Cuadro de Vicente Nicolau Cotanda (1897), que representa a Mitre al ser herido en el combate
de los Potreros de Langdon, el 2 de junio de 1853, ya desmontado, mientras su ayudante
Ezcurra observa la herida a pedido del coronel y otro oficial llama al médico.
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SUÁREZ ARÁN, Luis Felipe, “Mitre. Álbum Literario; recuerdo del centenario del prócer, 1821-26 de junio-1921”.
Homenaje de la Asociación Patriótica Argentina Pro Patria. Publicación ordenada e impresa bajo la dirección de Luis
Felipe Suárez Arán. Buenos Aires.
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