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Anuncio
■I
i
I
GAMBETTA
moV,.
-is
"
f;
»
ina i
a tratar de
bosquejai !a brillante y
del
tribuno que la Fruncía
existencia
rápida
acaba de perder, y que, como una tr&jedia
Vamos
antigua,
se
desarrolla
en
medio de catástro
fes,
ajitaciones y violentas lu
terminar
con uno de esos golpes
chas, para
de tremendas
inesperados
de la fatalidad.
El destino lo
lítico
en
arroja
sobre el escenario po
en
que el segundo
los momentos
imperio atravesaba sus horas mas risueñas,
y se entregaba alegremente a la embriaguez
del éxito. Su oríjen espúreo parecía haberse
J2J9*//
.
V
4
GÁMBETTA
borrado- de todas las memorias, y la Francia
principiaba a aplaudir como un beneficio la
confiscación audaz de
prosperidad
el
seno
sus
derechos.
de las
tar. Una fortuna loca habia hecho
mas
Una
interrumpida derramaba en
masas cierto
tranquilo bienes
no
temerarias
especulaciones
surjír
las
económicas y
por todas partes el buen éxito parecía em
pañado en coronar las aventuras napoleóni
cas.
Plasta el manto deslumbrador de la vic
toria, cubría las llanuras de Marengo y bri
llaba
El
en
""'
las fortalezas de Crifea!
prestijio
del
saba las horas de
segunrlo'mP* erio atrave
espléndido apojeo y pa
su
recía haber definitivamente
indeleble
consagración
En medio de
'
esa
conquistado
la
de la fortuna.
situación
pequeño accidente- se produce,
poner de relieve la frajilidad de
lisonjera
un
que viene a
esa laboriosa
sangrienta construcciou política. Un pan
Eujenio Tenot, irónico, mordaz y
provocador, aparece una mañana en las vi
i
fleto de
drieras de
de. las
una
librería. Era
una
revelación
dramáticas del 2 de di
peripecias
que desgarraba las discretas som
bras en que el Imperio habia sabido envol
ver su sangrienta aparición. Tenot habia
ciembre,
5
GAMBETÍA
mejores pajinas al recuerdo
diputado de Ain, que cayó des
pedazado por las balas de los conspiradores
imperiales en la barricada de Santa Marga
consagrado
sus
de Baudin,
rita.
El recuerdo de la
el sacrificio de
ese
jornada
de
diciembre,
heroico defensor dal dere
cho, aquella juventud que prefería ¡a muer
te oscura de una barricada, a las alhagadoras
promesas
con
que el César trataba de ganaren el corazón de las masas
la, despertaron
de
movimientos
poderosos que sa
corriente eléctrica. El pue
blo tenia que pagarle una deuda de agrade.cimiento a esa víctima olvidada. Fué a bus
uno
cuden
car
esos
como una
al cementerio de Mont-Martre la tumba
de Baudin y al rededor de esa lápida, cu
bierta con el melancólico abandono de veinte
años,
se
agrupaba
numeroso, que
se
en
silencio
un
concurso
iba incesantemente
reno
llegaba al borde de la tumba, se
leía con los ojos humedecidos por las lágri
mas esta sencilla inscripción: Baudin, repre
sentante del ¡mello, muerto el 5 de diciembre,
y se alejaba de allí con esa impresión de las
vando. Se
profundas, con el sentimiento
reproches íntimos i amargos.
emociones
los
de
6
GAMBETTA
omnipotencia el segundo
peligro en aquella piadosa
imperio
ceremonia y resolvió aplastarla con la fuerza.
La policía intervino, poniendo su mano bobre todos los que creyó oportuno encarcelar.
La prensa que habia dejado pasar en silen
En medio de
divisó
su
un
cio tantos arrestos, levantó la voz. La cen
cayó sobre la prensa, Pero ya el impulso
sura
estaba dado y a ese nuevo golpe de la autor
idad contestó el Reveil abriendo una suscri
pción para levantar a Baudin un monumento
de espiacion. Se procesó al Reveil, y el 17 de
noviembre de 1868
ante el tribunal
se
presentaba
G-ambetta
defender al acusudo.
agrupaba en las tribunas y
pasillos del palacio, aguar
dadlo con un recojimiento silencioso el mo
mento en que el daíensor tomara la palabra.
Presentía que iba a ser vengado. En efecto,
cuando los jueces esperaban escuchar una
de esas insípidas arengas, en que se envuelve
el acusado en los elásticos pliegues de las
causas atenuantes, y se implora el
perdón
.
El
a
público
estrechaba
en
se
los
las promesas de la enmienda, oyeron en
medio déla conternacion y del asombro, una
con
voz
cos
ardiente y poderosa que desde los ban
de la defensa les gritaba:
7
GAMBETTA
«Escuchad, hacen diezisiete años que sois
los señores absolutos, discrecionales de la
Francia es vuestra palabra no averigua
remos que empleo habéis dado a sus tesoros,
a su
sangre, a su honor, a su gloria. Nadie
ignora las catástrofes financieras, que en es
te mismo momento, revientan, como minas,
tejo nuestros pies; pero lo que os juzga me
jor, es que nunca os habéis atrevido a decir:
Celebraremos, pondremos en las celebridades
de la Francia el 2 de diciembre como un
aniversario nacional! I sin embargo, todos
los rejímenes que se han sucedido en el país,
se han honrado con el dia
que los ha visto
nacer. No hai mas que dos aniversarios, el
18 de brumario i el 2 de diciembre, que no
han ocupado jamás un lugar entre las fiestas
patrias, porque vosotros salvéis que si los
pusieseis, los rechazaría la conciencia uni
versal. Pues bien! nosotros reclamamos este
aniversario que vosotros no habéis querido:
—
lo
—
festejaremos siempre, incesantemente,
to
dos los años, será el aniversario de nuestros
muertos, hasta el dia en que el nais, habien
do recobrado sus derechos, os imponga la
gran espíacion nacional».
Ese arranque de audacia inesperada cons
ternó al Imperio y sorprendió a la Francia ¿
Un rayo habia cruzado por el plácido cielo
de! poder; un vago sacudimiento se sentía en
el corazón inquieto de las masas. Los sufri-
8
GAMBETTA
mientos, los dolores, las esperanzas, los re
cuerdos, todo lo que habia hervido en el corazonde la Francia dumnte diezisiete años de
angustiosa opresion.se encarnó en ese momen
to en aquel joven y en ér jico abogado. La ideaperseguida y proscrita reaparecía en medio
de ¡a Francia, en medio de París, en medio
instrumentos mas inexorables del
de los
poder,
poleón
audacia y una enerjía que no
hasta ese instante. Na
con una
habia tenido
nunca
lo declaró
hacían la tímida
recibieron
te y
un
oposición
como a un
el
peligroso;
ios
loco;
auxiliar
pueblo,
políticos
que
hábiles lo-
de los
coraprcmiten-
coa esa
intuición del sentimiento, vio
bre que buscaba.
en
admirable
él al hom
Al salir de la audiencia, Gambetta, que ha
bia entrado allí
to
como
desconocido,
era-
se
popular, y desde ese momen
estiende delante de sus pasos el tem
pestuoso camino de
En la
entero
su
un
celebridad
una
se
sus
luchas y
sus
triunfos.
de I03
tribunales, Gambetta
habia revelado, mostrando en todo
escena
vigor precisamente aquellas
cualidades
que la Francia en vano habia buscado en
los hombres públicos que combatían el Im
perio.
Para
esa
lucha
entre
el derecho-
9
GAMBETTA
oprimido
i la fuerza victoriosa
admirables
las
cualidades
Thiers i Julio Favre
déla
Cámara;
era
bastaban
no
oratorias
desplegaban
que
el
en
seno
completamente ineficaz
todo el talento
jinas
que gastaban en
¡os brillantes proscritos del
eran
inútiles
la3 causticidades
sus pa
Imperio;
trájicas de
:
Víctor
Hugo y la mordacidad envenenada de
La Linterna-, se necesitaba uu carácter, un
luchador irreconciliable, una palabra sin va
cilaciones, un hombre
arrojarse entero eu una
que principiara por
lucha sin esperanzas
I cuando la nación buscaba
bre,
fascina:
se
a
ese
hom
presenta y la electriza y la
arroja en la jaula que encierra
Gambetta
se
las bestias feroces, lucha con ellas cuerpomano en la gar
a cuerpo, y poniéndoles la
a la Francia
cons
dice
sonriendo
le
ganta
ternada:
«Ya veis, la
cosa
no
era
sible!»
2-
impo^
I
León Gambetta acababa de
esos
dias
Cahors el 80 de octubre de 1838
de
una
cumplir
treinta años. Habia nacido
los
familia de
oríjen
en
el
en
en
seno
italiano. Cursó
en
Paris los estudios de
derecho, que terminó
el año 59. Desde esa fecha hasta los dias de
noviembre, en que lo hemos visto aparecer,
habia llevado
vida de
trabajo solitario,
áspera
consagración al cultivo de
sus poderosas facultades, dejando su
gabine
de
te de estudio
el dia
una
y ruda
solamente cuando iba durante
defender al tribunal
causas políticas,
primeras arengas en las sa
Procopio, a que dieron Voltaire
Diderot
una
y
picante popularidad en el si
al
rededor
de cuyas viejas meglo pasado y
o a
a
ensayar
las del café
sus
11
GAMBETTA
en
sas,
los últimos dias del
agrupaban
se
ardientes del
segundo imperio,
los elementos
mas
partido democrático
juveniles
a
y
escuchar
los
primeros arrebatos de Gambetta.
joven orador, como casi todos los que
mas enerjicamente han combatido las doctri
nas de la escuela ultra-montana, habia
prin
cipiado sus estudios en el instituto clerical
El
de Montaubau,
en
complace siempre
donde la
en
años de todos los que
ha
te
leyenda,. que se
primeros
envolver los
llegan
a ser
célebres,
que Gambetta voluntariamen
hizo saltar su ojo derecho. Uno de sus
imajinado
se
nos cuenta lo
que hai de cierto en
historia que ha corrido el mundo. Cuando
Gambetta tenia solamente ocho años, apo
biógrafos
esa
yado sobre el banco de un armero, lo veia
perforar el mango de un cuchillo. Un flore
te viejo' servia de resorte al aparato de bar
El florete se rompió i uno de sus
reno.
fragmentos cayó sobre el ojo del curioso es
pectador, desarrollando una afección que
exijió después la ennucleacion del ojo las
timado. ¡Jel seminario de Montauban pasó
Gambetta al liceo de Cahors, cuyos cursos
siguió hasta la edad de dieziocho años, en
que
se
hacia inscribir
en
la escuela de dere-
.12
GAMBETTA
cho de Paris. Allí vivió
en
el
viejo
barrio
latino, llevando una existencia estudiosa ygolitaria hasta el dia en que, terminados sus
cursos, entró .como auxiliar en el estudio de
Cremieux.
Jenny Massabie vino a
pequeño departamento del jo
abogado, principiando desde ese dia a
En 1861
instalarse
ven
su
en
tia
el
desarrollar sobre él
bia
prolongarse
una
sobre el
influencia que decurso entero de su
vida.
Aparte de esas ardientes arengas del café
Procopio, solo algunos artículos de la Revue
Politiqxie hasta ese momento constituían la
única manifestación de su intelijencia y sus
estudios, estendiendo solamente su prestijio en un círculo necesariamente reducido. El
proceso del Reveülo. hizo abrazar la Fran
cia entera, dándolo a conocer precisamente
en
en
los momentos
en
que mas interés tenia.
la
oscuridad que lo rodeaba.
romper
Pocos dias después debían tener lugar las
elecciones que le abrieron las puertas de la
Cámara.
Aunque
retardadas
trada de
las elecciones de Marsella fueron
precisamente para impedir
Gambetta, a quien los electores
la
en
ha-
-
13
GAMBETTA
bian ofrecido la sucesión
prestijiosa
de Ber-
pretesto de que la Cámara entera
ryer, bajo
iba luego
ese
aplazamiento
contraproducente que era
natural, avivando el prestijio del joven tri
buno con los odiosos reflejos de la persecu
se
a
renovar,
el efecto
produjo
ción oficial.
En mayo de 1869 la popularidad de Gam
betta lo hacia salir triunfante en París y en
Marsella,
aúu teniendo
en esas
diputaciones
por rivales a Thiers y Garnot. Su ruidoso
triunfo fué recibido por los que combatían
la política imperial como un boletin de vic
toria,
medio
en
de las
provocadoras
mas
manifestaciones de entusiasmo.
Fatigado con el esfuerzo abrumador que
impuesto esa campaña política, en
!e habia
fermo y amenazado en esos momentos de
perder la voz, que era el instrumento de su
naciente
fortuna,
se
vio Gambetta
necesidad de abandonar
en
la cruel
París y retirarse
Niza donde entonces residía su familia.
separación forzada
Esa
mente
a
separarlo
habría lastimado
vándolo
dio de
a
para
de
uno
vino
de luchas
en
a
oportuna
que
talvez
prestijio, reser
hacer su aparición en me
los debates mejor calculados
un
poco
su
14
GAMBETTA
para hacer brillar sus cualidades de orador.
esa desesperada inven
El imperio liberal,
—
Ollivier, se vio obligado a renovar
popularidad perdida en las fuentes lús
trales de un nuevo plebiscito. Gambetta ata
có enérjicamente en el Congreso esa evolu
ción poiítica, en que la opinión del pais apa
ción de
—
su
recería otra
con
vez
el aire de
falsificada por el fraude, y
réplica triunfal seria lan
una
zada sobre los que negaran la popularidad
del gobierno napoleónico. El plebiscito no
era mas
que
una
careta
destinada
a
cubrir
transfugios y ocultar transacciones
mas vergonzosas que las que el pais ha
nuevos
aun
presenciado veinte años atrás.
Aprovechando Gambetta cora singular ha
bilidad ese debate, se empeñó en hacer
palpar la frajilidad de la base en que se apo
yaba el trono imperial. «¡Cómo! esclamaba,
habéis aceptado el réjimen de la monarquía
parlamentaria y vais a ponerlo en votación,
a someterlo a la ratificación
popular? Pero
entonces
reducido
el principio
¿a qué queda
hereditario? ¿Se pondrá en votación la mo
narquía siempre que se quiera reformar el
bia
pacto fundamental? Permitidme deciros que
no
habrá nada
mas
peligroso,
mas
funesto
10
GAMBETTA
para el principio dinástico y hereditario: e§
el acta de defunción de la monarquía!»
I desarrollando
lójicamente
el sistema de
gobierno que iba envuelto en esa apelación
al sufrajio universal, concluía el orador
preconizando
las instituciones democráticas,
que exhibía en un lenguaje lleno de mesura.
La Cámara se sintió dominada por un do
ble asombro: veía que en su tribuna, pala
bras desde hacia veinte años
nían la audacia de volver
olvidadas,
te
aparecer desa
fiando las cóleras implacables del poder, y
a
veía al mismo
hablaban
un
tiempo que los republicanos
lenguaje y abrigaban propósi
tos diversos de los que la prensa oficial
nia
sus
se en
dor
po-
labios. El espectro rojo perdía
amenazadoras proporciones al presentar
en sus
la tribuna y aún en la boca de su ora
fogoso, del violento diputado de la
mas
no tenia nada
que pudiera
las timideces de la clase media.
canalla,
alarmar
La habilidad suprema de la política de
sarrollada por Gambetta, consistió entonces
en poner de relieve la
moderación de los
principios que servia, en despojarlos por
completo de las esterioridades coléricas y
odiosas en que los republicanos parecían
16
GAMBETTA
complacerse en envolverlos, lo que necesa
riamente alejaba de sus filas a todos los que,
por interés o por carácter, cifran en el orden
la base capital de un buen gobierno.
El resultado de
1.500,000
perial,
fué
a
una
votos
pesar de la
plebiscito, que arrojó
del gobierno im
contra,
presión y de los fraudes,
revelación para la Fran
inesperada
equívoco
cia y un triunfo
de gobierno.
aQuién
taba
ese
en
es
para
¡os
hombres
el verdadero vencido? pregun
en Belleville. Es el principio
Gambetta,
Es inúcil que se diga que siete
millones y medio de votos favorables han
resuelto la cuestión. El imperio se habia de
clarado hace diez y ocho años eterno, here
monárquico!
ditario, y hé aquí que después de diez y
ocho años, siente la necesidad de buscar nna
consagración nueva, de ponerse otra vez en
votación. I lo que ha hecho el 8 de mayo
declara que lo podrá volver a hacer todos
los dias. Pues bien! yo os pregunto ¿qué es
un poder que después de haber
proclamado
la eternidad de su existencia viene a pre
guntaros por intervalos si le reconocéis el
derecho de existir?... El que se pone y se
a
poner en votación reconoce de he-
vuelve
17
GAMBETTA
cho que
no
tiene
ningún título personal,
legitimidad personal»...
•\I luego dando una prueba
de
coraje
ni
mas
difícil todavía que la de ir a atacar el impe
rio en la sala de un juzgado o en la tribuna
de la Cámai'8, Gambetta se lanza sobre las
quimeras socialistas y las estravagancias
económicas que debían
a
la
de
mas
Comuna,
presencia
desesperados proletarios
ellas
en
el término
de
su
tarde dar vida
de
esos
grupos
que cifraban en
angustiosa mi
seria.
Esas
calculadas para
tranquilizar
inquieta burguesía, desper
taron una violenta tempestad en el audito
rio de Belleville, que llegó a lanzar la pala
bra traidor sobre su favorito de la víspera.
palabras
los recelos de la
Gambetta sabia mui bien lo que iba
a
ficar
sacri
pronunciando esas palabras peligrosas,
no perseguía una popularidad esté
ril, que en cambio de un poco de estrépito
exije el sacrificio de todas las convicciones.
Lo que buscaba era la organización de un
partido republicano y a esa aspiración jenerosa estaba pronto a sacrificarlo
todo,
principiando por su propia personalidad.
El tribuno, que persigue jadeante el aura
pero ya
3
18
GAMBETTA
trasformaba
político que
propósito a
su existencia. Pero llega
ha
vinculado
que
un momento en que siguiendo ese áspero ca
popular,
persigue
mino
se
con
encuentra
se
en
un
silencioso tezon
en
la
mas
un
difícil de todas
las situaciones que la vida pública
presentar; en que el grueso de sus
lo abandona sin defensa
ble de
sus
atacan
a
la
adversarios. L03
rabiosa
con
enerjía
puede
amigos
cólera implaca
imperialistas lo
y los
elementos
activo, del partido republicano abren en
contra una campaña de persecución ine
mas
su
xorable.
Difícil situación de que vino a salvarlo un
golpe inesperado. Estalla la desastrosa guer
ra
con
la Prusia. Llueven sobre la Francia
traicionada los desastres.
Wissemburg,
For-
bach, Woerth, Freschwillen, se suceden con
espantosa rapidez. Frossard se retiraba a
Metz, Mac-Mahon a Chalons. Las fuerzas
imperiales despedazadas en Rezonville, en
Gravelotte, en Beaumont, concentran en
Sedan
sus
Solo
un
sangrientos, donde Napo
espada el 2 de setiembre.
después cayó sobre la Fran
restos
león rindió
su
dia
cia, adormecida por las fábulas de la prensa
oficial, la noticia de su tremendo desastre»
19
GAMBETTA
El mariscal de Palikao, en la sesión nocturna
de ese dia, declaró a la cámara que el ejérci
to habia capitulado y el emperador había
caido
prisionero.
Un momento
tió
a
Julio
después
la deliberación de la
proclamara
la destitución de
familia, y citando
vacante
Favre
some
asamblea que
el
He
B-maparte y
podí-r pide que
su
forme un consejo de gobierno y defensa
nacional compuesto de cinco miembros.
La discusión postergada hasta el dia siguien
se
te,
se
abrió
en
medio de
un concurso
impa
ciente y tumultuoso, que desde el primer
momento se sintió exaperudo viendo que el
debate
se
arrastraba
en
medio de formalida
des cuyo alcance no porlia comprender.
La ajitacion amenazadora obligó a Gam
betta
a
subir
el orden que
a
la tribuna
ya
para
restablecer
parecía imposible
conser
var.
Pero esa ajitacion, durante un momento
comprimida, volvió a estallar pocas horas
después, obligando al presidente a suspender
una discusión que era imposible. En la plaza
vuelve
a
aparecer Gambetta y dominando el
una voz atronadora, lanzó esas
tumulto con
palabras memorables,
que cierran la historia
20
GAMBETTA
segundo imperio: «Ciudadanos, conside
rando que la patria está en peligro, conside
rando que se ha dado a la representación
nacional el tiempo necesario para pronun
ciar la desposicion; considerando que somos
y que constituimos el poder regular salido del
sufrajio universal libre; declaramos que Luis
Napoleón y Bonaparte^su dinastía han dejado
de reinar sobre la Francia!» ¿1 la república?
gritan en medio de la multitud. Vamos a
proclamarla al Hotel de Ville, contesta Gam
betta, y se dirije con Julio Favre, a la
cabeza de la multitud, al palacio municipal,
donde los esperaba Rochefort, que acababa
de salir de una prisión de Estado. Un mo
mento después la República Francesa que
daba proclamada y se constituía el gobierno
de !a Defensa Nacional, que entregó a Gam
del
—
—
betta el Ministerio del Interior.
Desde
instante
ese
do horizonte
a
se
abre
la actividad
un
espléndi
insaciable
del
joven ministro. Por todas partes la Francia
exhibía las tristes huellas de sus tremendos
reveses.
Sus
ejércitos
estaban
despedazados,
el material de guerra -en poder del enemigo,
sus tesoros se habian
agotado y, lo que era
aun mas triste que todo eso, el espíritu pú-
21
GAMBETTA
blico habia
perdido su enerjía y desesperaba
de
poder salva: la honra nacional, que
ya
los ejércitos prusianos amenazaban piso*
tear.
jeneral Trochu consiguió levantar en
un ejército de 70,000 hombres, com
pletamente incapaz de resistir al formidahle
empuje del ejército enemigo, que principaba
a cernerse sobre la capital describiendo a su
El
Paris
rededor
En
un
esos
círculo de hierro.
momentos
Glais-Bizoin
se
Cremieux, Fourichon,
a Tours, quedando
dirijieron
Paris los otros miembros del Gobierno.
en
El 19 de setiembre la
se
to
capital
de Francia
veía envuelta por las columnas del ejérci
prusiano. El papel de Gambetea durante
dias luctuosos del. sitio de Paris
esos
casi esclusivamente encerrado
en
el
quedó
propósi
to de avivar el entusiasmo de las
combatir Jas
primeras
masas y
manifestaciones de la
Comana, que principiaba
tra
a
hacer
aparición.
patriótica impaciencia
Su
obra, encerrada
su
sinies
y la convicción
Paris, era com
lo
lanzaron
en el atre
ineficaz,
pletamente
vido proyecto de salvar en un globo las lí
de que
neas
su
en
sitiadoras. La fortuna coronó
aquella
22
GAMBETTA
empresa temeraria y llegó a Tours el 10 de
octubre, llevando a los miembros del gobier
en las provincias el pode
continjente de su entusiasmo y eu es
peranza imperturbable. Por una coinciden
cia casual, también ese dia llegó a Tours
el jeneral Garibaldi, que iba a ofrecer a la
Francia invadida su espada y su prestijio le
gendario.
Todos los continjentes de que el Gobierno
podia disponer alcanzaban apenas a 50,000
no
de la Defensa
roso
soldados,
un
5
a
6,000 hombres de caballeiía y
centenar de cañones mal
Comuna dominaba
montados. La
Lyon, quince depar
gobierno cen
lo
mismo
tral,
que Tolosay que Marsella; y
«¡libre ese pais, despezado por las batallas y
tamento del
sur
las divisiones
en
desconocían el
intestinas,
avanzaban 800,000
soldados que respiraban el exitante calor de
la victoria y arrastraban 2,000 cañones de
campaña. Unificar y armar ese pais, levantar
espíritu abatido, arrastrarlo a una defen
su
sa
con
sible que lo
de
fué la obra que Gambetta
la fé del buen éxito. Es impo
desesperada,
acometió
esa
podamos seguir en los detalles
patriótica y gloriosa, es imposi
pretendamos siquiera enumerar los
labor
ble que
23
GAMBETTA
decretos de
que revelan la devoque durante cuatro me
fuerzas.
gobierno,
su
radora actividad
agotó
ses
sus
en
Pero para medir
esa
obra basta contem
plar
los
que
consiguió organizar
resultados, basta
traer
un
a
la memoria
ejército
de
600,000 hombres, armarlo, darle municiones
y pertrechos, contratar empréstitos por valor
de 250 millones y, lo que es aun mas asom
broso, consiguió hacer renacer las esperan
zas
perdidas
octubre
le
contando el
miento del
hasta el punto que el 17 de
Julio Favre que
comunicaba
jeneral
ejército
Trochu
con
un
movi
de socorro, aguardaba
salir de Puris pasando sobre el cuerpo
poder
enemigo.
del
Venciendo Gambetta las resistencias que
los jenerales oponían a esa atrevida evolu
ción, consiguió el 27 de
el
las
mas
ese
mes
principiar
que Julio Favre cifraba
alhagüeñas ilusiones. Pero el 30
movimiento
de diciembre
en
la
capitulación de Metz era
Gobierno, y la
oficialmente conocida del
sombra
cía de
de
ese
nuevo
Pero
no
tremendo desastre
oscure
el horizonte.
fué
eso
bastante para llevar el
desaliento al alma acerada de
Gambetta, que
24
continuó
GAMBETTA
desplegando
mismo ardor
el momento
sus
esfuerzos
con
el
que lo habia hecho hasta
que era posible acariciar los
con
en
sueños de victoria. Ya
no
disputaba
el triun
fo, defendía el honor francés hecho jirones
Trasladado
a
Burdeos el Gobierno de la
Defensa Nacional, continuó allí su vida de
inagotable acción en condiciones mas duras
.todavía que las que lo habían rodeado hasta
ese
instante. El desaliento dominaba de tal
espíritus, que la obra de Gambetta
principiaba a parecer el peligroso delirio de
un maniático: completamente estéril para el
honor y la gloria de la Francia y fecunda
modo los
solamente
prolongada
sor.
sus
los
los males que traería una mas
permanencia del ejército inva
en
No acudían ya los soldados a engrosar
filas vacilantes, la insubordinación de
jefes
derramaba la inmoralidad
en
el
del
ejército, el entusiasmo se helaba,
la confianza parecía una quimera, los rodi
llas de la Francia principiaban a doblarse y
seno
sentía que en un momento mas iba
agotada a los pies del vencedor.
se
El 30 de
enero
dirijia
Gambetta
a caer
un
tele
grama a Julio Favre. Al dia siguiente se lo
contestaba Bismark desde Paris! Desde ese
25
GAMBETTA
momento concluyó lo que se ha llamado la
dictadura de Gambetta, que solo en los últi
mos, momentos revistió caracteres que justi
ficaran
ese
nombre. El 2 de febrero
promul
decreto que. declaraba inelejibles para
el próximo Congreso a todos los que habían
gó
un
servido al Gobierno
imperial. Bismark,
en
nombre de la libertad de elecciones, protestó
de ese decreto que sometía el poder electoral
de
opresión arbitaria. El Go
apoyó las protestas formula
Bismark y en presencia de esa nueva
réjimen
a un
bierno de Paris
das por
situación abandonó Gambetta
su
parte
en
el
Gobierno.
El 8 de febrero fué
que
pactó
elejido
el
Congreso
la sesión de la Alsacia y la Lo-
rena.
Gambetta
queño pueblo
En
su
carácter, el
pe
española, donde
sus fuerzas morales despeda
tremendo y prolongado es
corto
con
a un
de la frontera
iba a recuperar
zadas por ese
fuerzo.
junto
retiró tristemente
se
gobierno
las cualidades
habia revelado,
de
enérjico
imponerse.
Tours, su equí
un
difícil talento de
Desde el dia que aparece en
voca autoridad es aceptada por la Francia
4
2o
GAMBETTA
sin que nadie la quisiera discutir. Habia
mostrado las facultades de un hombre de or
y de gobierno, restableciendo la
el ejército y acumulando las
fuerzas de la defensa nacional con una acti-
ganización
disciplina
en
tividad maravillosa. I como resultado de
todos los sacrificios que habia hecho la na
ción, mientras él ¡a gobernaba, si no habia
conseguido darle la victoria, le volvía a lo
menos el honor.
*
II
La guerra habia concluido; habían pasado
¡as horas de peligro, pero principiaban las
horas de dificultad, valiéndonos de la esprecon que el mismo Gambetta caracte
sion
aquellos momentos de embarazo.
república naciente, rodeada de ace
chanzas, sin elementos de gobierno, y apenas
arraigada en la opinión, no solo tenia que
luchar con enemigos poderosos y avezados,
rizaba
La
y combatir la tremenda reacción que provo
caron los siniestros delirios de la Comuna de
sino también que aplacar los espíritus
indisciplinados y ardientes que se ajitaban en
Paris,
su
propio
tuían
su
mismo tiempo consti
seno y al
debilidad y su fuerza.
A cada instante la
república parecía
es-
28
GAMBETTA
caparse de las
que Thiers la sostodas las habilidades de
manos con
tenia, desplegando
jenio político. La situacionjse pre
sentaba, pues, rodeada de embarazos singu
lares. Thiers, sirviéndose de una Cámara,
en
que dominaba una mayoría reaccionaria,
tenia que satisfacer las exijencias de una
nación que aguardaba impaciente las mas
fecundo
su
avanzadas soluciones.
Y la
mayoría republicana, con esa eterna
injusticia de todos los partidos doctrinarios,
cerraba la vista
rezas
del
a
las contrariedades y aspe
para atribuir a la
momento,
mala voluntad del
adhesión
a
presidente y su equívoca
república la responsabilidad
que los votos populares no hu
la
esclusiva de
bieran sido todavía satisfechos.
En medio de esas dificultades,
nando Gambetta
su
retiro
de San
abando
Sebas
tian, se presentó en Burdeos el 20 de junio;
allí pronunció uno de los discursos que ha
cen mas honor a su
reputación de hombre de
estado y que manifiestan la esperiencia que
,habia recojido en su corta permanencia en
el poder
Aceptaba de lleno el programa
.
del
la
gobierno y señalaba como único fin a
política que su partido debía perseguir,.
29
GAMBETTA
la necesidad de
completar
la
revolución,
cuyos beneficios no se habían estendido to
davía a ¡os obreros y paisanos, intelectualmente
relegados algunos siglos
atrás
mas
que la clase ilustrada del pais, y anadia, to
cando la fibra mas vibrante y delicada del
de ¡os franceses:
corazón
si hemos
«Sí, señores,
sido
vencidos, si
injuria de ver
que la Francia de Kleber y de Hoche perdiera
sus dos mas patrióticas provincias, las
que
contenían a la vez mas espíritu militar, co
mercial, industrial, democrático, solo debe
nemos
sufrido
mos acusar
ral... Si
esa
suprema
nuestra inferioridad física i
mo
necesario
aguardar diez años,
veinte años, se aguardará; pero es menester
principiar desde luego a curarnos del mal
es
vanidoso que
tres
y
no
nos
ha causado tantos
presentar ninguna
antes que ésta: la difusión
la base
a
mas
desas
reclamación
completa
de
la cima de los conocimientos hu
manos.
«Quisiera, dice él,
nuestra
oposición
gobierno; quisiera
para resumirme, que
fuera una oposición de
no llevar mas
preocupa
ción que la de hacer el bien o la de obligar
a los otros a hacerlo;
porque yo conozco una
30
GAMBETTA
pasión mas viva que la de ejercer el poder:
es vijílar con equidad, con firmeza, con buen
sentido, un poder lea!, y bajo la simple pre
sión de las ideas y del espíritu público ver
realizar por otras manos que ¡as suyas las
reformas mas brillantes... Pero para eso.es
necesario que el partido republicano
una absoluta severidad en materia de
sea
de
prin
cipios; y lo declaramos aquí: Sí, seremos induljentes con las personas; sí, nos mos
traremos fáciles
seremos
para abrir
implacables
con
los
la
puerta, pero
principios.
Ad
mitiremos que los hombres se ilustren; ad
mitiremos que otros, sin haberse completa
pero por las necesidades
escepcional, acepten de bue
mente
convencido,
de
una
situación
na
fé las consecuencias del
Solo
república.
transijirémos.
«Si
con
las
principio
da la
faltas al deber
no
hace esta guardia severa al rededor
instituciones, estad convencidos de
que mantendremos mejor la República con
una minoría republicana,
firme, enérjica, vicon
una
jilante, que
mayoría de hombres
inconsistentes y tibios, que seria exclusiva
se
de las
tratándose de personas, y fácil para aceptar
compromisos tratándose de principios.»
31
GAMBETTA
Ese programa, seguido con lealtad y deci
sión por el partido de Gambetta, arrastró al
Gobierno al establecimiento definitivo de la
República.
Mientras los
partidos monárqui
Presidente,
Gambetta y los republicanos secundaban to
dos los esfuerzos del Gobierno. Pero apenas
cos
embarazaban ¡a acción del
habia tomado Gambetta
en
el
dirección de la
Congreso
la
vio
izquierda republicana,
obligado a abandonar su puesto de combate
bajo el peso de una grave enfermedad, que
puso sus dias en peligro y que solamente le
permitió volver a su tarea interrumpida
se
cuando las puertas del
clausuradas.
Congreso
A falta de la tribuna de ¡a
tinuó
habían sido
asamblea,
con
la
tribuna de ¡os
mas
ardientes de las
comicios
propaganda
populares, dirijiéndose precisa
mente
los centros
su
a
en
fuerzas
monárquicas.
Principió por Saint-Quentin,
que durante
la guerra habia hecho una resistencia bravia
a la invasión del ejército prusiano. Pronun
ció allí
un discurso, en
que después de aca
riciar ¡os recuerdos heroicos de ese pueblo,
desarrollaba de
deos,
el programa de Bur
especialmente en los pun-
nuevo
insistiendo
32
tos
GAMBETTA
que la política republicana despertaba
vivos recelos. Se empeñó en demostrar
en
mas
que la causa úuica de los desastres sufridos
por la Francia era la inferioridad moral en
que el imperio la habia sumerjido, y que la
única esperanza de una rehabilitación seria
se fundaba en difundir la instrucción entre
las masas,
en
establecer la enseñanza
toria, gratuita
soi hostil
mo
pido
a
la
la
y absolutamente
relijion, decia, y
de la
separación
obliga
laica,
por
Iglesia
eso
«no
mis
y las
es
cuelas.
«E3toi convencido que porque un partido
en la iglesia se ha arrogado el de
dominante
recho casi esclusivo de distribuir la
ñanza
en
niño para
ense
las escuelas, de amasar y formar al
tomar al hombre y al ciudadano,
para llegar al Estado mismo, e3 por lo que el
clero ha dejado de ser un gran cuerpo reli-
jioso
para convertirse
facción
políti
perder el sentimien
to de su propia digaidad, hasta el punto de
no ser ma3
que un ájente pasivo en las ma
nos de un poder oculto
y estranjero que los
ca.
en una
Así lo hemos visto
habitúa
a no considerarse como ciudadano
de la Francia y mirar camo un honor el ser
los servidores del poder teocrático
que les
33
GAMBETTA
envía
sus
dogmas
y
discurso
sus
órdenes». Y conclu
Burdeos, esten
aquí,
ye
sobre
los
hombres
del
diendo
pasado, que
su
¡a
aceptaran
como en
organización republicana,
el
olvido noble y jeneroso.
En los dos discursos que tan estensarnente
velo de
un
hemos resumido,
bosqueja
Gambetta
a
gran
des rasgos las ideas políticas que debían
servir de base a su partido y asume resuel
tamente la actitud de
un
defensor de ¡a
administración que encabezaba M. Thiers.
Esa actitud y ese programa armaban en
su
contra
lítica
a
todos los
impaciente,
y
partidarios
exasperaban,
los que oian en sus labios
amnistía jenerosa para sus
a
de
una
sobre
po
todo,
esas palabras
perseguidores
de
de
la víspera. Una tempestad de sórdidas incul
paciones principió desde ese momento a de
en contra suya.
En efecto, ¡a situación política en que
Gambetta habia venido a colocarse estaba
satarse
llena de crueles
desengaños para los que es
peraban ver en él solamente un eco ardiente
de pasiones implacables. El fogoso tribuno de
los dias del imperio aparecía ahora transfor
mado en un político cauteloso y prudente, en
que del hombre antiguo no quedaba mas que
5
34
GAMBETTA
la indomable enerjía y aquella audacia bata
lladora y temeraria de que acababa de dar
una evidente prueba yendo a combatir a sus
mas
encarnizados
enemigos
los núcleos
en
mayores resistencias. Poco mas tarde
debía dar Gambetta una prueba mas acentua
de
sus
da todavía de la transformación que
bia operado en su carácter.
El 21 de setiembre
se
anunció
fiesta
bery
proclamación
en
se
ha
Cham-
honor de la
patriótica
República. El Ministro
del Interior, Le Franc, se opuso al banque
te proyectado y ¡a autoridad local prohibió
una
que
en
de ¡a
verificara la rennion. Y cuando
se
peraba
un
estallido de
se es
éste le
Gambetta,
es
cribió al ministro
do manifestar
blicano
tarse
en
su
nunca
el interés
tranquilamente: «Desean
una vez mas el
partido repu
decidida voluntad de
de la
mas
superior
estricta
En medio de la lucha
apar
legalidad,
del orden
pública, ha decidido renunciar
proyectada para mañana».
no
en
a
y
la Re
la reunión
Gambetta habia
adquirido el difícil talento de saber esperar,
habia aprendido a tener esas largas pacien
cias sin las cuales no es posible el éxito en
política, y se habia al mismo tiempo despo-
35
GAMBETTA
vaguedades nebulosas que en
concepción en otro tiempo, dán
dole ahora a sus ideas los contornos fijos de
un propósito práctico e inmediato.
En un banquete del Havre, desarrollando
sus planes esclamó:
«Limitemos nuestras
a
exijencias organizar una nación armada y
jado
de
volvían
esas
su
nación instruida... y estemos en guar
dia contra las utopias... No hai un remedio
una
social porque no hai una cuestión social. Hai
una serie de problemas que resolver, de di
ficultades que vencer, que varían con los 'li
gares, los climas, los hábitos, el estado sani
tario, problemas económicos que cambian
el interior de
esos
uno
problemas
y
un
mismo
deben
no con una
ser
país.
en
Pues bien!
resueltos
uno
por
fórmula única. Por el tra
bajo, por el estudio, por la asociación, por
el esfuerzo siempre constante de un gobier
no
de hombres honrados
pueblos
a
la
to, panacea
es como
llegan los
emancipación. No hai, lo repi
social, hai todos los dias un pro
greso que hacer, pero no hai solución inme
diata, definitiva y completa».
Luis Blanc, que' encarnaba en el Rappel,.
las
viejas máximas del republicanismo de la
antigua escuela, recojió al dia siguiente esa
36
GAMBETTA
palabra utopia, que habia sido lanzada, según
él «para tranquilizar la burguesía, corriendo
él peligro de dormirse en una ciega y ocio
Acentuando
indiferencia.»
sa
su
miento le contestó Gambetta: «La
leí sobre
queña
ño reglamento
infinitamente
manufacturas, el
pensa
mas
mas
de escuelas serán de
un
pe
peque
efecto
y harán avanzar
infinitamente
mas
el progreso democrático
que teorías vagas y quiméricas. Esa es la
precioso
mas
verdad, que todos
ren
servir al
palabras,
los demócratas que
y no mecerlo con
pueblo
han tomado ahora
como
quie
vanas
regla
de
conducta».
Así
so
del
se
iba
joven
operando
tribuno
lo llevaba de la
meras
en
el
espíritu vigoro
transformación que
abrazadora de las qui
una
rejion
al frió escenario de la vida
real,
en
medio de los anatemas y ¡as cóleras de los
impacientes, pero en medio también de los
de los que
aplausos
blecida
Pero
vía
una
sus
aspiraban por ver esta
República tranquila y duradera.
adversarios le reservaban toda
dolorosa y difícil que to
das las que hasta entonces habia atravesado
con fortuna. El 26 de agosto
pronunció en
una
prueba mas
Grenoble
uno
de
sus
discursos
mas
ardien-
37
GAMBETTA
tes,
—
el discurso de las capas
le llamó
sociales,
como
tiempo,
que bosqueja
política de Thiers, se
ñalaba sus peligros y, recordando las pala
bras que Napoleón I habia pronunciado al
se
en su
—
en
ba el desarrollo de la
volver de la isla de Elba, incitaba a des
confiar de las promesas siempre tan fácilmen
te contraidas
en
las horas de
peligro
namente burladas cuando pasan
En la Comisión de
cionaba durante el
esas
Permanencia,
receso
y eter
horas.
que fun
de la Asamblea y
que dominaba una mayoría reaccionaria,
para salvar un momento difícil, M. Thiers
en
tuvo la debilidad de declarar que
habia
«se
pronunciado en Grenoble un discurso que él
deploraba profundamente. Este discurso es
sensible, sobre todo, para los que
la forma actual
es
el único
creen
que
Gobierno
posi
silencio estas
pala
ble».
Gambetta devoró
en
bras amargas, que habrían podido provocar
una
ruptura entre el jefe del Gobierno y el
jefe
de Jas fuerzas
republicanas,
en
provecho
de los elementos reaccionarios que entonces
ajitaban con viveza.
Pero apenas abrió sus puertas la
blea, el jeneral Changarnier anunció
se
Asam
una
in-
38
GAMBETTA
terpelacion al Gobierno con motivo de los
viajes de Gambetta al Delfinado y la Saboya, esperando que una desaprobación mas
pública y ruidosa del discurso de Grenoble,
hiciera estallar los resentimientos personales
de Gambetta y produjera una escisión que
desde largo tiempo perseguían.
Contestando a esa interpelación leyó M.
Thiers en la tribuna su mensaje del 13 de
noviembre, en que rompia los velos que has
ta ese momento habían
envuelto los actos
contradictorios de su conducta
betta fué el
primero
aplausos, atando
los lazos que lo
así
en
política.
dar la señal
Gam
de los
vivamente todavía
mas
ligaban
a
la
política de
Ibiers, que desde ese momento se veia obli
gado a romper, por el contrario, con los que
tan ásperamente reprochaban su conducta.
En el desarrollo del debate las situaciones
se
fueron acentuando de
manera
que el pre
sidente pudo declarar, sin sorprender a nadie,
que la, base de su política debia desde ese
momento descansar
en el apoyo que la iz
le ofrecía. «Me han en
quierda republicana
tregado en Burdeos, dijo, la república; nadie
en esa época me ha propuesto otra forma de
Gobierno. Es la forma republicana la que
39
GAMBETTA
me
ha sido
me
hace
un
la lealtad
entregada'en depósito:
deber
en
devolverla al
quería que yo hiciera el rol de
no he podido hacer eso. Ustedes
pais... Se
un
se
traidor;
asombran
porque los radicales me sostienen. ¿Qué hai
ahí de extraordinario? Yo sostengo la repú
blica. Ese
es
el secreto».
La actitud
presidencial provocó una opo
sición colérica de todos los grupos parlamen
tarios empeñados en sostener el equívoco que
hasta entonces imperaba. Los republicanos
comprendieron
cil momento
partida.
el
en
Pero
de
que habia llegado ya el difí
que debian jugar su última
esa
lucha
no
podia empeñarse
asamblea dominada por
elementos que les eran decididamente hosti
les. Necesitaban disolver la Asamblea, pro
en
ceder
seno
las
a
una
nuevas
elecciones de
una
Cámara
que estuviera mas en armonía con ¡as
raciones y los sentimientos populares, y
tear
en
ella el
problema
de la
aspi
plan
organización
definitiva de la Francia.
A los
golpes vacilantes que le dirijian los
monarquistas, respondió Gambetta propo
niendo la disolución de la Asamblea. Fué ese
uno de sus mas bellos triunfos de orador
y
de político, y sobre ese discurso volverán
40
GAMRETTA
los que mas lo admiran, como sobre
de los momentos mas brillantes y pode
rosos de su vida. Sus adversarios mismos se
siempre
uno
obligados a reconocer en el orador
republicano las cualidadts que con tan obs
tinado empeño le negaban. Al dia siguiente
vieron
de los diarios que con mas viveza lo ha
bia maltratado decía: «Dominar durante
uno
hora y media a la mas turbulenta y mas
apasionada de ¡as mayorías con ¡a cuestión
profundamente, mas ínti
mamente; perseguir una larga esposicion,
razonada y meditada, a través de las pasiones
que ¡a hiere
mas
ardientes, las cóleras prontas
a
estallar, los
cada minuto, sin
gritos que
escapan
abandonar nada, sin disimular nada, sin ate
a
se
nuar
nada; cautivar,
maestro
ese
obligarlo
mente
a
lo
lastiman;
prochable
atraer y
manejar
como
auditorio violentamente hostil;
escuchar verdades que personal
ser a
de los teóricos
ardiente de los
la
vez
el
políticos
luchadores;
mas
y el
irre
mas
este
largo
discurso, tan interrumpido, tan firme, tan
lójico, tan noblemente apasionado, sembrado
y
en
de respuestas tan vivas y desarrollado al
través de una verdadera batalla, no pronun
ciar
una
sola
palabra
de que
sus
adversarios
41
GAMBETTA
pudieran aprovechar; no arriesgar un ar
gumento que se hayan atrevido a responder,
no dejar escapar una personalidad que les
permitiera escusar las que ellos habían pro
digado, hé aquí lo que ha hecho Gambetta».
se
proyecto de disolución fué
Aun cuando el
rechazado por
tra
una
196, después
de la Asamblea
mayoría de
de
ese
quedaba
483 votos
discurso el
con
prestijio
herido mortalmen-
te. La lucha iniciada buscaba ocasiones para
nuevo con motivo de
reanudarse i estalló de
la noticia de la definitiva liberación del ter
ritorio. Los
monarquistas le negaban a Thiers
el título de libertador del
oponían
a
que
en
territorio, y se
la orden del dia de la Cá
dijera que habia merecido bien de la
patria, llegando uno de los adversarios del
orden de cosas establecido, hasta sostener que
«la liberación del territorio era un golpe dimara se
por M. Thiers contra la Asamblea.»
Pero por mas empeño que pusiera Gam
betta en eludir las dificultades que pudieran
rijido
enturbiar las relaciones
del Gobierno y
su
partido, llegó un momento en que se vio
imperiosamente obligado a interrumpirlas.
Debia tener lugar una elección de diputados
en París y M. Thiers
presentaba a M. de Ré6
42
musat
GAMBETTA
con
los
desgraciados colores de
las
can
didaturas oficiales. Gambetta, que, según sus
declaraciones reiteradas, estaba pronto a acep
todas las transacciones y a hacer todas las
concesiones que el sostenimiento de la Re
tar
pública exijiera,
no
podía
hacer
ninguna
en
el terreno de la lucha electoral. Allí Gam
betta y los suyos solo
daturas de
podian sostener candi
republicanismo decicido. Re
candidatura oficial y elijieron a
un
chazaron la
M. Barodet.
El resultado de este escrutinio
la
exasperó
a
que dirijió sobre el
Gobierno los encarnizados ataques que tra
jeron la caida del Presidente del Consejo,
mayoría reaccionaria,
Julio Simón.
Pocos dias
después, en la sesión del 19 de
de
1873, 314 signatarios declaraban
mayo
«querer interpelar al Gobierno sobre las ra
que habían traído la caida del Minis
terio y la necesidad de dar garantías a la
causa conservadora.»
zones
El 24, M. Thiers se presentaba en la tri
a defender en
persona su política,
dando término con su discurso a uno de los
debates mas ardientes que ha ofrecido la
buna
tribuna
francesa,
tan fecunda
en
violentas
43
GAMBETTA
tempestades. El desenlace de ese áspero de
bate fué la aprobación por 16 votos de ma
yoría, de una orden del dia en que leemos:
«La Asamblea Nacional deplora que las
modificaciones
recientes
hayan
dado
a
ministeriales
no
los intereses conservadores la
satisfacción que tenían derecho de esperar, y
pasa a la orden del dia.»
Al abrirse la sesión de
esa
noche M. Bu
ffet, Presidente de la Cámara, dio lectura
al último
mensaje
del Presidente Thiers
en
que éste hacia la formal dimisión de sus
funciones; y antes de que la Asamblea se
hubiera pronunciado, daba también lectura
a
una
para proceder inmedia
al escrutinio del sucesor de M.
proposición
tamente
Thiers.
Mac-Mahon fué
elejido.
La revolución
parlamentaria habia triunfado y arrojaba del
poder a M. Thiers. La reacción, amenazadora
y victoriosa, tenia ahora en sus manos la
fortuna de la Francia y proyectaba sobre el
porvenir su sombra oscura.
En presencia de esa nueva situación y del
curso peligroso
que tomaban los sucesos,
los republicanos varían profundamente la
actitud
en
que hasta entonces
se
habían
44
GAMBETTA
mantenido,
senta
en
—
bajo
que por primera vez ese eterno vencido,
el vencido del Imperio, el vencido de Bur
deos,
el vencido de Versalles:
nales de
en
y la vida de Gambetta se pre
nueva faz,
¡su última faz!
una
en
los tribu
los campos de batalla,
las votaciones de la Asamblea, siente su
justicia,
en
—
frente acariciada por las brisas cariñosas y
fugaces del buen éxito.
III
Con Mac Mahon el
subió al
mer
poder,
momento
y
se
réjimen
de la reacción
amparo desde el pri
principió a desarrollar la
a su
conspiración de los que minaban sordamente
la República.
El 8 de junio Ladmirault, gobernador de
Paris, mandó suspender la publicación del
«Corsario», descubriendo, con el indiscreto
exeso de su celo, los
manejos clandestinos
del
nuevo
Gabinete
Gambetta
en
contra de la
prensa.
aprovechó la oportunidad, qwi
el gobernador de Paris le presentaba, para
rasgar el pérfido velo en que el Gobierno en
volvía su conducta, leyendo una circular en
que el Ministro del Interior dejaba en una
triste trasparencia sus propósitos y autoriza-
46
GAMBETTA
para subvencionar y cor
romper los diarios de provincia.
La impresión que produjo en la Cámara
ba
a
los
prefectos
la lectura de
esa
viva que estuvo
circular indecorosa fué tan
a
punto de precipitar
binete, que consiguió escapar por
nificante mayoría, a un tremendo
al Ga
insig
golpe de
ana
censura.
Pocos dias
después,
el 24 de
junio,
ani
versario de Hoche, el Gobierno del orden
moral, tuvo una nueva y triste oportunidad
de exhibir los
planes
fútiles
biendo, bajo
ra esa
solemnidad
hecho
en
abrigaba prohi
que
pretestos, que
se
celebra
como se
habia
todavía el 14 de
julio,
republicana
los años anteriores.
Y, yendo
mas
lejos
subia el conde de Jaubert
la
tribuna, para
diera preferencia al proyecto en
pedir
a
que se
que el Gobierno aniquilaba el derecho de
reunión y hacia pedazos las tribunas popu
lares, lo que irónicamente
llamaba negar
se
la tuertad del halcón.
Por
esos
Francaise
mismos dias
en
publicaban
las
se
la
intriga monárquica y
que se iba a dirijir a Enrique
Paris
una
Repullique
pruebas de una
hasta la presentación
comisión que
se
V. Habia
en
llamaba «de loe
47
GAMBETTA
y que se ocupaba en preparar la en
trada del rei que de un momento a otro se
esperaba seriamente.
nueve»
Todos los dias los boletines oficiales pu
largas listas de empleados republi
blicaban
que el Gobierno separaba de sus
puestos, en que eran invariablemente reem
canos,
plazados por antiguos ajentes del imperio o
servidores de las pasadas monarquías.
Y, como era natural, los ataques mas en
venenados
Gambetta,
personalmente dirijidos a
quien la prensa oficial trataba
eran
a
de hacer aparecer como uno de los misera
bles que habían especulado con las horas de
angustia
de la Francia.
Bien pronto a las
de la prensa vinieron
odiosas
inculpaciones
a
añadirse los
golpes
y las violencias materiales.
Eq el momento de tomar el tren para
dirijirse a la Asamblea de Versalles, un des
de
mano
se acercó por esos dias a Gambetta.
ha
dicho
aUd.
ayer que los bonapartistas son
unos miserables, le dijo. Yo soi bonapartista.
conocido
Repetiría
ayer?»
«Por
es
Ud. delante de mí lo que ha dicho
supuesto, le contestó Gambetta, si Ud.
bonapartista. Y,
tómelo
como
Ud.
quiera».
48
GAMBETTA
Muchos
pudieron
escuchar estas
palabras
y cuando vieron que grupos amenazadores
se estrechaban al rededor de Gambetta, sa
lieron
buscar la
a
flicto que
rado.
sus
policía, previendo
el
con
adversarios le habían prepa
pudo aprehender al primero de los
que se habían dírijido sobre Gambetta en
actitud provocadora, y unos pocos minutos
después se le puso en libsrtad, mostrando
así las vergonzosas complicidades del poder.
Los inquietos recelos que una situación
semejante despertaba en los espíritus, la
Solo
alarma
se
en
que
esa
atmósfera de temor los
envolvía, llegó al estremo de que por no caer
en las redes de uu nuevo 2
de Diciembre
muchos de ¡os
dormían
diputados republicanos no
propias casas. A esta situa
temor y la sospecha flotaban
en sus
ción
en
en
que el
la atmósfera,
como
era
pondía
organización
viera preparado pura llegar
una
en
natural,
estrenaos, si el desarrollo de los
necesaria
defensa
corres
que todo estu
a los últimos
sucesos
hacia
y armada.
Todavía permanecen entre las sombras de]
secreto los trabajos a que se entregó Gam
una
personal
betta para preparar la resistencia revolucio-
4'J
GAMBETTA
naria, que
^
la situación
reclamar. Lla
paiecia
la atención el silencio revelador
ma
el
circunstancias
que en
f:¡ déla
j
guarlaba
oposición repub'icana. Cuando un hombre,
habituado a dar espausiou a sus idea?, se enesas
cierri
di
eo una
porq-n
esa?
es
d-wir lo rpo mulita.
pirlj
u>
obstinadas
rest-rvas
Gambetta solo hab'aba entonces para lan
violentos
zar sobre sus adversarios 1<;S mas
estallidos de
mento,
en
có'era, ecliaud
su
el
mas
per el
>,
olvido
completo
respetuosa actitud parlamentaria
en
mo
aquella
que has
ta entonces habia sabido mintenerse.
La tirantez di esta situación
hasta que
asamblea votó
en
Lo?
su
ú'timí &esio:i
cooperación de
cíales, miraban
victoria.
se
dj
prolongó
1?75 la
disolución.
partidos reaccionarios,
efuaz
¡a
la
co;n >
in
con
aj-üitei o!i
lispntab'e y segara la
los resortes
Apretar.
aguardiron tranjiilos
m
contando
lo?
las h
-
dnlpoLry
iras
de
la lu
cha.
republicanos q-i 3 c'fnib m en s:n d cetri
la bise esclusivu d-¡ sus f lerzís, se ¡al
Lis
nas
zaron en una
Gambetta
ofrecían
sus
iufttigable propaganda.
aceptó la candidatura que
amigos
de
Avignon,
—
le
ríe era
50
uno
GAMBETTA
de los centros
mas
bonapartista y clerical,
ejemplo a sus parciales de
lear resueltamente
su
del par
dando así un
poderosos
tido
—
que
puesto
quería
en
pe
la Asam
blea.
El 17 de febrero
vaillon,
donde iba
a
se
habia
tener
dirijido a Calugar una reunión
electoral. La multitud lo recibe
hostil,
se
agolpa
rruaje,
le
lanza
nazándolo
con
al
injurias
que
en
rededor de
lo
¡.ctitud
su
ca
y pedradas, ame
haría pedazos si
atrevía
a presentarse
en
público. Gam
comprendió el riesgo que habia en
obedecer el impulso del primer momento; y
8;n tomar en cuenta su peligrosa situación
personal, se apresuró a adoptar las medidas
necesarias para evitar cualquier colisión en
tre sus amibos y sus insultadores. Ese cho
que habria necesariamente llegado a ser
se
betta
sangriento, y serviría de prefcesto
bres de
timidación
en
a
los hom
para dictar medidas de in
toda la Francia que pusieran
gobierno
peligro
en
el resultado de la lucha electoral.
Gambetta y sus amigos escapaban de ese
modo a la emboscada que sus adversarios
les habian
produjo
en
preparado, dando
un
la Francia entera
ejemplo
una
que
vivísima
51
GAMBETTA
impresión.
Habia
llamado
desde
luego
la
atención el hecho mismo de que Gambetta
elijiera para presentar su candidatura no
uno
de
esos
puntos
blicanas dominaban
mayoría,
en
queda
que las fuerzas repu
en
con
lucha
indisputable
imposible y el
aquel precisamente
una
era
buen éxito seguro, sino
en
que era mas dudoso el resultado. Obede
ciendo
a
la
lójica,
era
ésa sin duc'a la
ac
titud que debia asumir un jefe de partido,
que busca el triunfo de sas ideas y el engrosamiento de sus filas en esos combates polí
ticos. Los candidatos
llevan
en
sí mismos
mas
débiles,
menos
fuerzas,
los que
son
los
que naturalmente se debe colocar en los
puntos del mapa electoral en que hai mayo
res probabilidades de suceso;
y donde, por el
contrario, las dificultades
lucha
se
amontonan, la
y se necesita un candi
dato que posea hasta las fascinaciones del
prestijio para comprometer mas el ardor de
es mas
áspera,
ejercer toda la influencia po
espíritus todavía vacilantes,
es donde se debe arrojar a la arena elec
toral el nombre mas popular y prestijioso de
un partido.
Así lo comprendió Gambetta al
presentar su candidatura en Avignon, calparciales y
sible sobre los
sus
52
GAMBETTA
culando hábilmente el efecto que produciría,
en la imajinacion viva i dramá'ica de las
de ¡a Francia, ese golpe de audacia,
que rompía con la tradicional y tímida con
ducta, que en estos casos habían seguido in
masas
variablemente todos los
de
peculiar
ha sido
su
jefes de partido.
si insistimos
Perdónesenos
en
este rasgo
político. Gambetta
partido excepcional, úni
carácter
de
jefe
bajo este aspecto, y ha sido, sin
embargo, profunda y rigorosamente lójico.
un
talvez
co
Cuando
en
sario lanzar
el
seno
una
de
de la Cámara
esas
era nece
palabras compromi-
tentes, que entregan un hombrea las mor
dacidades de la crítica y lo presentan como
blanco
a
las
de
injurias
mantenía Gambetta
va,
no
mandaba
a
sus
adversarios,
prudente
en una
la tribuna
a
no se
reser
de
uno
esos
hombres secundarios, que un partido puede
perder sin perder mucho y que se lleva a
esos
puestos precisamente para que sirvan
de
carne
ta,
va a
de cañón. Nó, Gambetta
la
tribuna,
lanza la
ria y peligrosa, y presenta
cibir los golpes, que van
partido:
cubre
con
su
gos .Era natural que el
pa'abra
pecho
su
a
caer
persona
mas
se
levan
necesa
para re
sobre el
a sus
ami
fuerte, el que
53
GAMBETTA
podía
donde
cía;
resistir mas, fuera el que avanzara a
se necesitaba de mas fuerza y resisten-
era
miedo
el que imponía mayor
enemigos subiera a la tribuna a
natural que
a sus
Era
provocarlos.
hombre
un
como
echar a! suelo
a
mas
difícil lanzarse sobre
Gambetta y
aplastarlo,
cualquiera
de
acompañaban en la
repetimos, era bien
ro exijia
que el jefe
que
los que lo
Cámira. Todo esto, lo
calculado y natural; pe
de una agrupación par
lamentaria que lo quisiese realizar, f.banean situación de
reserva
solemne,
donara
que invariablemente
en
los
directores
de
los
encastillan,
partido
golpes ardientes de la lucha y colocar su
prestijio en una especie de rejion inaccesi
para sustraerse
se
a
ble.
Siguiendo
Gambetta
electoral,
un
misma
esa
se
presenta
a
lójica vemos que
pelear su batalla
donde la derrota
en
era
segura para
candidato sin
posible. En
siguiendo los
nario
se
nocido
prestijio y solo para él era
ese punto
perdido no coloca
hábitos políticos que de ordi
observa
o a
uno
de-co
en
estos
de
hombres que im
tirados sobre el campo,
porta poco dejar
sino que se coloca
casos,
a un
esos
a
sí
mismo,
para
hacer
54
GAMBETTA
que todas las fuerzas del partido se concen
tren en esa lucha desesperada i que, por sal
varlo,
ner en
sé
sus
vean
juego
en su mano
parciales obligados
todos los
disponer.
a
po
de que esté
recursos
Todo esto
era
hábil,
brillante, bien calcúlalo, no solo para
triunfar sino también para fanatizar al pue
blo francés, y todo esto nos esplica el entu
era
siasmo delirante y las adhesiones ciegas que
Gambetta ha provocado.
Y cuando en contra de un hombre seme
jante
preparaba
se
bién natural que
emboscada,
Cavaillon, era
como
una
la triste emboscada de
se arrancara
a
tam
Francia
la
indignación, a que el
Ministerio Buffet no pudo resistir. Tres
dias después de las escenas deplorables que
entera
grito
un
de
acabamos de narrar, el Gabinete se vio obli
gado a hacer su dimisión en medio de un
desprestijio
En la
brado
sin
nueva
ejemplo.
asamblea Gambetta fué
presidente
de la comisión de
puestos. La situación parlamentaria
entonces
se
encontraba estaba mui
tener las asperezas
dando da
hasta
ese
mano a
los
del
último
trabajos
momento lo habían
nom
presu
en
lejos
que
de
período: y
activos que
absorvido,
se
55
GAMBETTA
retiró de los debates para consagrarse seria
mente a estudiar las cuestiones de adminis
tración
.
Durante el
curso
del año
Gambetta
76
subió mui pocas veces a la tribuna, i su dis
curso mas considerable fué consagrado a de
sarrollar
proyecto deíinanzas. Solo una
en
Belleville, ese Belleville
querido, que fué la tempestuosa
un
{ r3sentó
vez se
para él tan
cuna de 6U vida
Iba ahí
pública.
1
aier
discurso anual,
de los trabajos y las luchas del
ciar
a
su
Esta
publicano.
versarios
fracasado
tad de
le
pronun
resumen
partido re
preparaban sus ad
escándalo
un
como
habia
el que
Cavaiilon. En efecto,
en
en
la mi
discurso fué vivamente interrum
su
pido por
interpelarlo
un
nes a
vez
a
el
a
ájente disfrazado, que iba a
propósito de sus condenacio
la Comuna de Paris.
fortuna para
elejido
timientosinflamables de
con
El
terreno
despertar
aquel
los
era
resen-
auditorio de
«Es necesario que
apasionados proletarios.
oigáis lo que tengo que deciros,
contes
tó Gambetta. 0¿ han
dicho, recordando una
palabra de que acababa de servirme, que ha
bia calificado la insurrección del 18 de
zo como
una
de
esas
mar
convulsiones que
en
50
asemejan a las manifestaciones de
partido político. Ya que la reacción
obliga a hablar voi a hacerlo. Escuchad
nada
de
GAMBETTA
se
un
me
hombre que habla de la Co
muna y que dice que la Comuna e- la mani
festación lejítima de un sistema, de una idea
me! Hé ahí
un
Ahora
política.
¿sabéis quién
es ese
hombn ?
Es bueno saber q:r'é¡ies son los que Fe aire
ven a hablar así (leíanle del pueblo. Cuando
se
pronuncian palabra*
de oír, que, si
un
í
pensamiento serio,
mente
c
uitra
como
ndierau
ser
se
vosotrvsy
las
li
quedaba;::
espra- iou
volverían
vuestras
:!e
cruel
ieleas,
e.-s
los que las pronuncian.
ciud.elano yo lo co u< z.-o.
Cuando volví a la Cámara de Dipútalos,
necesario
conocer a
Pues bien,
a ese
..
por mandato vuestro después de la guerra,
recibí la visita de ese señor que esíá ahí, y
ese señor
que encuentra que la Comuna era
¡a es; resion de una idea lejíi.lma ¿sabéis lo
que era en el momento de la Comuna? Pues
bien estaba entre l¡.s
roanos
Je los clerica
quienes servia, lía venido a buscarme
lo ayudara a salir de ahí. Me había
que
para
traído una composición en verso que me de
dicaba; se la devolví. Y ese señor que dice
semejantes cosas-, se preocupaba únicamente,
les,
a
—
57
GAMBETTA
no,
como
naüsta,
dice ahora, del
síuo de escribir
acababa de fundar,
quier cosa. No
haya diríjído a
en ese
varse
radicalismo
comu-
diario (pie yo
cosa sobre cual
un
en
cualquier
hai adulos ni
bajezas
vuestro servidor para
que
no
conser
puesto, pero yo olí al persona
y helo ahí.»
je...
Aquella flajelacion sangrienta
mino
a
las emboscadas
con
puso tér
los
reaccio
que
querían detenerlo en su propaganda
política. No volvieron a encontrar ningún
ájente que tuviera el arrojo necesario para
narios
afcoulfcr.los desbordes inexorables de
esa
có
lera.
Entretanto, la lucha que fermentaba en
nueva Cámara y el
viejo Sanado, lle
tre la
gó, empujada por uu pequeño incidente, aun
período de crisis decisiva.
Propuso el Senado que se restablecieran
ciertos crélitos que el gobierno habia pedi
do y la Cámara habia rechazado. Sostenien
do Gambetta, que el derecho de crear y dis
tribuir los
impuestos
era una
prerogativa
de
de la Can ara, que el Senado no podía inva
dir sin trastornar seriamente la organizacien
el
constitucional, pedia
lechazo
anterior de
la
esas
insistencia
partidas.
en
La-
58
GAMRETTA
Asamblea
opinión
do el
apoyó
por
una
eaorme
sustentada por Gambetta,
guante que iba envuelto
en
mayoría la
recojienlas provo
del Senado.
cadoras
pretensiones
golpe era una
declaración de guerra
a tener su
tardío
desenlace en el
vino
■que
de
Pero desde
de
Estado
del
16
mayo.
golpe
Ese
los últimos dias de diciembre de 76
esa
declaración vino
a
en qne
hacer ostensibles las
sordas luchas del Senado y de la Cámara,
-volvemos
a
parlamentaria
siguiente en
encontrar otra
no
manifestación
hasta el 4 de
que
sobre las medidas
se
mayo del año
interpeló al gobierno
adoptadas
para reprimir
complots ultramontanos.
La conspiración clerical fué viva y enér
gicamente exhibida ante la Francia, coh to
das sus temerarias y odiosas pretensiones,
los
cerrándose el debate
con
una
orden del dia
que acentuaba el pensamiento de la Cámara.
«Considerando, d<cia esa orden, que las ma
nifestaciones ultramontanas, cuya recrudes
podría comprometer la seguridad
cencia
esterior
interior del
pais, constituyen una
flagrante
leyes del Estado
la Cámara invita al gobierno a
reprimir esa
ajitacion antipatriótica, usando de los mee
violación
de las
59
GAMBETTA
dios
legales
de que
dispone y pasa a
la orden
•del dia.»
El 16 de mayo circuló el rumor de que el
presidente Mac-Mahon habia despedido al
presidente
una
del
Julio
Consejo,
satisfacción dada
a
los
Simón, como
jesuítas por los
que habían recibido en la Asamblea.
Luego hizo público que el jefe del ga
binete declaraba que desde el 4 de mayo el
-golpes
se
presidente
no
habia vuelto
dirijírle la pa
se apresuró a
despacho, en que
a
labra, y aunque Mac Mahon
dirijir
a
la Asamblea
un
trataba de atenuar el efecto que el conoci
miento de estos hechos habia producido,
pudo ver la esterilidad de sus esfuerzos en
los aplausos con que fué recibido el altanero
discurso de Gambetta, y en la fuerte mayoría
que apoyó la declaración de que la Cámara
no acordaría dar su confianza a un
gabinete
que no estuviera libre de la acción de MacMahon. Pero en vez de detenerse el mariscal
en la pendiente en
que habia dado el primer
paso, entregó al duque de
ción del nuevo ministerio.
Broglie
la direc
La lucha entre el Presidente y la
blea entró entonces
que el
gobierno
se
en un
proponía
asam
período violento,
terminar decía-
60
■
GAMBETTA
rando la disolución 'de la Cámara y llaman
a nuevas elecciones, pero antes de dar
do
paso decisivo
ese
terreno electoral
era
preparar el
todos los repu
necesaaio
separando
a
blicanos de los puestos en que pudieran ejer
cer alguna influencia y nombrando en su lu
gar ajentesque pudieran servir resueltamen
te la política oficia!. La organización de ese
gobierno de combate se
cipitación, echando tan
no
hizo
tanta
con
de los cuadros administrativos del
rio, que
llegó
se
a
pre
descaradamente
ma
impe
nombrar funcionarios que
habian muerto.
El
de
16
hacia
un
Y
nuar.
Fourtou
junio
a
en
las sesiones
volrieron de
mes
suspendidas
nuevo a
sesión cuando
es/i
conti
calificaba
la asamblea de 1871 y la llamaba
libertadora del territorio y fué interrumpido
por una voz que desde los bancos de la iz
quierda
le
gritaba:
«.El libertador del terri
torio, está ahil» Era la
que
poniéndose
de
pié,
voz
de
Gambetta,
señalaba
a
Mr.
Thiers.
La noble manifestación que vinieron a pro
palabras fué la última que recibió
vocar esas
en su
figura
larga
se
vida
iba
ese
anciano
engrandeciendo
venerable, cuya
por momentos*.
01
GAMBETTA
—
.
engrandecía como los
alejan de nosotros y
se
se
qu-;
horizonte de
curo
su
Pero la Cámara
para hacer
una
no
un
a
medida
al
os
ocaso!
había sido convocada
manifestación
para disentir
no
astros
se acercan
a
Mr. Thiers si
proyecto de disolución,
que los republicanos combatieron como ma
niobra política y legal pero aceptaron como
un
'las
reto del
gobierno
nuevas
elecciones
reaccionario. Veíase
una
apelación
al
en
pais
que iba a fallar entre la política del Presi
dente y la política de la oposición republi
cana.
Disuelta la asamblea el
con
cruda audacia
combate. Entró
sin
en
todos
gobierno desplegó
sus
elementos de
la lucha sin vacilación y
pudor, aceptando
hasta los
mas
indeco
espedientes si creía poder paralizar con
ellos la acción republicana.
Gambetta pronunció en Trille, al abrir esta
rosos
campaña electoral,
tamente
un
analizaba la
discurso
política
que sucin
oficial, dis
en
que concluía con estas palabias: «No
temáis que cuando cinco millones de france
curso
hayan hablado, haya alguien, en cual
quier grado de la escala política o adminis
trativa que pueda resistir. Cuando la Franses
62
GAMBETTA
haya pronunciado su resolución sobera
escojer: o someterse O
cía
na, será necesario
dimitir!*
El Gobierno
ca
y
creyó
ver
en
discursa
ese
al Presidente de la
ofensa3
dirijidas
ultrajes que lastimaban
Repúbli
el honor del Mi
nisterio; ya la sombra de esa finjida suscep.
tibilidad, ordenó el proceso de Gambetta. E]
efecto
lla
contraproducente
que
acusación, que resucitaba
produjo aque
plena repú
en
procedimientos mas odiosos del
Imperio,
luego al Gobierno la
de
aquella medida tan hiriente
torpeza
blica los
descubrió
Quiso volver sobre sus pasos,
la
acusación estaba lanzada y era
pero ya
tarde, demasiado tarde pa;a reparar esa fal
como
estéril.
ta, que un accidente vino a hacer mas grave
todavía. Ei 2 de setiembre murió M. Thiers
en
Saint-Germain y
bajo
la
impresión
evocaba
deplorable pérdida
recuerdos de las largas
te hombre de
de
esa
la Francia los
luchas de
ese
eminen
Estado; y
natural, la
especial mente en recordar
período mas brillante de su vida, sus últi
como era
memoria insistía
el
mos
combates y
Balvar la
sus
esfuerzos supremos por
salvar el
organización republicana,
orden y libertar el suelo violado de
su
patria^.
63
GAMBETTA
Por
una
do de la
inevitable asociación de ¡deas, al la
figura reflexiva y sagaz del viejo es
elevaba la
ardiente y ju
le
habia prestado en
venil de Gambetta, que
las horas mas difíciles de su Gobierno un
tadista,
se
figura
apoyo resuelto y decidido, que al joven tri
buno le costaba el difícil sacrificio de su po
pularidad naciente.
Rodeado
recuerdos,
reflejos de esos grandes
parecía Gambetta ante el tri
con
cora
los
bunal del Sen-i el 12 de setiembre y hacia de
su conducta una defensa desdeñosa. El tri
bunal lo
condenó a tres meses de prisión y
francos
de multa, sentencia confirma
2,000
da por el tribunal supremo el 23 de setiem
bre, el mismo dia
en
en
que aparecía publicado
las columnas del Diario Oficial el decre
to que convocaba a los electores para
de octubre próximo.
El 12 de octubre volvía Gambetta
parecer otra. vez ante el
tribunal de
el 14
a com-
policía
correccional por el delito de ofensa a los Mi
nistros, a propósito de un manifiesto electo
ral,
y otra
tres
meses
vez
de
volvía
prisión
a ser
condenado
y 4,000
a
francos de
multa.
Dos días
después
la
opinión pública
pro-
61
GAMBETTA
nunciaba
fallo
su
publicanos
el
inapelable,
mas
dando
incontestable de
a
los
sus
re
triun
políticos. Los hombres del 18 de mayo
caian aplastados bajo el peso de ese tremen
fos
do rechazo electoral.
Pin
tir y
embargo,
se
sostuvo
el
¿Ministerio trató de resis
hasta el 17 de
noviembre,
que después de una fLjelaciou sangrienta
la política del duque de Broglie, se vio
en
a
obligado
a
presentar
su
dimisión.
Hiriendo el Miriscal Presidente
vo
esf.ierzo
en
favor
dj la
un nue
reacción
a
que
servía, nombró entonces el Ministerio lí>ehebouet, Miuisterio de combate, como el
que le
acababa d.; arrebatar
Miuisterio de
Cámara,
yoría republicana
bación al
ei voto de
la
desbfío, que la ma
contestó negando la apro
a
presupuesto. Rochebouet cajo y
comprendió
Mac-Mahon que la misma
suer
te estaba reservada al G. ¡.bínete que no con
tara con el apoyo de ¡a mnyoiíi republicana,
se encontró en la
imprescindible y cruel
necesidad de aceptar las arrogantes condi
ciones que le impuso Dufaure para organizar
y
el
.
nuevo Ministerio. Pero a
pesar de la con
fianza que M. Dufaure inspiraba persons'mente a sus amigos de ¡a
izquierda, el temer
65
GAMBETTA
deiqíie; quisiera el Presidente hacerlo vícti
ma de sus duplicidades; el temor de que el
Presidente lo arrojara, como habiá arrojado
a
Julio Siinon, tan pronto
como
loa
tuviera
hizo que la
presupuestos aprobados,
blea isolo concediera provisoriamente
asami.
dos
duodécimas: partes del nuevo presupuesto,
poniéndose. a; cubierto de ese modo de la
disolución que ya
nueva
principiaba
se
<
a
proyectar,.
En
ra
esos; momentos
aparecía,
racteres
mas
en
la reacción conservado
Francia
tino dé
con
salientes, que forma
traste mas marcado
sus ca
un
con
los
procedimientos
ha desarrollado siempre
con
que¡el partido liberal
en iguales "situaciones.
Apenas consigue la reacción
conservadora
adueñarse por un momento del poder, y
ese momento viene
siempre después de una
—
sorpresa,---avanz:i
resolución
medidas
con
una
imperturbable,
mas violentas, hacia
al
audacia y
través de
el fin
una
las
que sé
propone realizar. Nada la detiene en su ca
mino; echa mano de todos los' instrumentos
de combate,
pudor,
que
se
comprime sin respeto, viola sin
hiere, y destroza todo lo
opone a sus propósitos.
amenaza, y
9
66
GAMBETTA
Despliega la arrogancia avasalladora y sin
escrúpulos de los caballeros del antiguo feu
dalismo.
Y,
por el
contrario, cuando el partido libe
ral tiene en¡sus manos las riendas del gobier
no,
y ahí siempre llega después de lachas
—
amargas y penosas,
viva parece consistir
—
3U
en
versarios le
preocupación
mas
hacer que sus ad
elevación y su for
perdonen su
Despoja al poder de todo lo que hai
sus esterioridades de orgulloso, para pre
tuna.
en
sentarlo modestamenteen vuelto en las formas
mas
humildes. Todos los
procedimientos
le
parecen demasiado duros para empujar al
pais en el camino de su ideal político, y basta
para contenerlo en sus arranques mas ar
dientes e impetuosos, que sus adversarios lo
un poder tiránico. Y, si compelido
juego de los acontecimientos, llega el
partido liberal a encontrarse en la obligación
imprescindible de dar el golpe de muerte a
alguna vieja institución, deja siempre a sus
adversarios que elijan el árbol en que debe
ser colgada, como ese príncipe indiscreto i
pusilámine de la leyenda oriental.
¡Cómo se conoce todavía el orí jen tradi»
cional de esos partidos, cómo se ve que los
llamen
por el
67
GAMBETTA
unos son
gancia
los herederos de la
antigua
señorial y que los otros
son
los
arro
hijos
pacientes respetuosos libertos!
Entretanto los reaccionarios podian toda
i
de los
vía
disponer
de
una
mayoría
accidental
en
el
Senado y apoyándose en esa fuerza debida a
circunstancias casuales y fortuitas, podian
lucha
prolongar una
desesperada.
que
principiaba
a
ser
preliminares del 2 de no
dejaban ver que en el nuevo
Senado, los republicanos tendrían una for
midable y compacta mayoría, y esta seguri
Las elecciones
viembre les
dad de que ya estaban contadas sus horas
de poder y de esperanza, lejos de hacerlos
desmayar en sus propósitos, parecía por el
contrario exisperarlos. Fourtou, el ministro
del 16 de mayo, era el director de las ma
niobras del partido y para mantener el ardor
de sus amigos dirijia a Gambetta los cargos
mas
provocadores,
resolución de
no
a
dar
que éste,
pábulo
rompiendo
al debate y
su
en
paciencia imperturbable,
ex-tsperadu lanzándole la mas
brutal de las respuestas: Eso es mentiral
Estas palabras tuvieron Su desenlace en
un duelo entre Gambetta
y Fourtou, que no
cerrarse
en
una
contestó al fin
68
tuvo
GAMBETTA
mas
deplorable qne la de
apasionadas disertacio
consecuencia
servir de tema
a
las
de la prensa.
se ve, todos los recursos,
todos los
de
la
lucha
habían
sido
espedientes
ensaya
nes
Como
dos para contener el intenso desarrollo de
las ideas republicanas. I, a pesar de esos es
fuerzos
desesperados el 15 de enero la Fran
cia elejia ün Senado en q le la oposición re
publicana contaba 54 votos de indiscutible
mayoría.
El
golpe parecía mortal y decisivo para
empecinedos soñadores en una reacción
imposible, y sin embargo, trataron todavía
dé prolongar aqueila lucha. El mariscal, a
favor de un incidente, quiso hacer la última
tentativa de gobierno personal. Habia* hecho
dimisión el jeneral Borel y Mac Mahou quiso
esos
confiar
ese
puesto de gran influencia
en
el
ejército a un candidato que no era el que
apoyaba el Ministerio. Freppel, obispo de
Angers, dirijióuna carta al Presidente exijiéndole que no cediera en la cuestión de los
grandes puestos militares. Ya en otra oca
sión se habia publicado otra carta del mismo
obispo dirijida al primer ministro, «carta
suficientemente estraordinaria y a propósito
6$
GAMBETTA
de la cual
se
habia
ajitadoen
ministros la cuestión
ser
perseguido
el
consejo
de saber si
no
de
debía
por, abuso: el mariscal había
intervenido con tal arrebato, y,: son, bien
conocidos, los arrebatos,, del mariscal,
que
los ministros, renunciarpn.a un; debate que
—
—
:
era
imposible.»
•■..■■■.■■[.-■
Pero entretanto la actitud resuelta y acen
.-;
tuada, de la mayoría de ambas cámaras colo
caba a: Mac-Mahon en layiojenta.alterüfltiva
de aceptar las revocaciones y-, los, nombra
mientos que los republicanos; le exi j ian oí pre
sentar
su
dimisión.,
.
,,
Después de .algunos dias de vacilación
optó al fin por tomar el último partido y el
31, de enero de : 187.9, el mariscal presidente
hizo la formal renuncia de supuesto.
',. Julio Grévy fué .entonces elejido y para
ocupar la,
presidencia de la; Cámara que de
jaba vacante, al. aceptarla dirección supre
ma del estado, se, nombró a Gambetta.
Ese, nombramiento era la consagración
,
oficial de
bia
suposición política. Gambettahallegado ya a la cima, recorriendo en diez
añosescasos el inmenso trecho que separa un
político de café del, presidente del poder le-
jislativo;,---inmenso
trecho recorrido
con una
70
GAMBETTA
-rapidez vertijinosa sin mas apoyo ni mas
base que sus poderosas facultades de inteli
gencia i de carácter, en que no habia tenido
ni un nombre, ni una familia, ni una posi
ción, ni siquiera amigos influyentes que le
tendieran la mano. Su fortuna política era
:
su
obra,
su
obra
personal
brillante resultado -de
i
una
esclusiva;
era
perseverancia
el
in
fatigable, que al través de los mas penosos
sacrificios avanzaba y avanzaba hacia el no
ble lia que perBeguia.
Desde
cipia
ese
momento
a
un
aparecer
asistimos a una de
nes
en
no
diremos que
hombre
esas
nuevo
frecuentes
de la vieja comedia de Sisto V
que
no vemos
achacoso
transformarse
un
prin
i que
repeticio
invertida,
candidato
pontífice ardiente y juvenil,
sino, por el contrario, un candidato que solo
respira audacia en un político que solo am
biciona la quietud senil. Nó, no es eso lo que
vemos en Gambetta,
pero razgos hasta en
tonces apenas 'perseptibles se acentúan, y
adquieren el mas inesperado y triste desa
en un
rrollo.
Ya hemos
visto, que desde los primercs
pasos en su vida pública, palabras de un
olvido jeneroso asomaban en sus labios con
71
GAMBETTA
frecuencia. Esa virtud del
ahora hasta convertirse
perdón
en
una
se
exajera
falta
com-
y peligrosa.
En la fiesta del 14 de
promitente
guraba
Gambetta
julio, en que inau
recepciones oficiales,
sus
los asistentes, notaron con sorpreza, que el
jeneral Galliffet, uno de los mas conocidos
imperio, figuraba entre los ami
gos predilectos del nuevo presidente déla
Cámara. Eso era llevar el perdón mas allá
de los límites que la caridad política tolera.
ajentes
del
Y por
contraste, Gambetta pa
misma facilidad para olvidar
los ataques de sus adversarios y los servicios
de sus amigos. Sus antiguos i apasionado^
un
triste
recía tener la
correlijionarios
zón
veian
Ese
pena que el cora
perdido la memoria.
con
de Gambetta había
olvido
singular llegaba hasta colo
serios compromisos. No
hacia muchos años que después de declarar
Gambetta que estaba dispuesto a aceptar
carlo
en
los
mas
todas las
transacciones, menos una transac
electoral, rompía con la administración
de M. Thiers, que pretendía exijir a los
republicanos que elijieran a M. de Réción
musat, y ahora recomendaba Gambetta
esos
a
mismos electores la candidatura de La-
72
GAMBETTA
f'auconerie, viejo bonapartista, que la Re-,
publique Francaise -proclamaba candidato
del partido y se esforzaba en hacer aparecer
como «un nuevo
de
aceptación
hacia
Dos
candidatura
cruel contraste
un
vuelta dado
.
i sincero convertido.» La
una
con
tiempo a Rérausat.
dias antes de la recepción oficial, a que
en
otro
ihemos aludido, Rochtf <rt volvia
Gambetta
medio de
en
tuvo la debilidad
el
en
jar
antiguo
sus
a
París, y
prestijio i su poder
inesplicable de ver un rival
su
redaclorde La Linterna, y de
se divisaran al trasluz^ del
celos
que
BÜencio que la prensa
ejercía una influencia
ese
semejante
el rechazo sin
republicana, en que él
decisiva, guardó sobre
pequeño acontecimiento deque todo Pa
ris y todos los diarios
ocuparon. Eso era
se
llevar
la emulación
no
decoroso descender.
es
hasta
En la sesión del 21 de
un
límite
a
qte
febrero, Pascal Da-
prau, denunció «el Gobierne oculto» de Gam
betta; la presión que ejercía sobre el minis
terio, cuyas decisiones dominaba. Gambetta
protestó con elocuente enerjía de esa influen
cia que BÍn razón plausible la opinión Je
reprochaba,
y
en
el desai rollo de
declaró que, respecto1 del
sn
discurso^
ministerio/
guar-
73
GAMBETTA
daría la más
la
severa reserva y «esta reserva
hasta el dia en" que le convenga
guardaré
país designarme para ocupar btro'puestó.v No hai nada que choque mas! én un
a
mi
heredero presunto que verlo manifestar' uüa
que ya ha perdido la' reserva y
impaciencia,
hasta olvida el decoroso silencio del
como
lo hacia Gambetta al
pudor,
pronunciar esas
;!
palabras deplorables.
Todo esto, lo repetimos,
'
su
carácter,
ción de
no era
antiguos
moral, que la falta
bia
dejado
daba
un
pectable
no
era
nuevo ;en
que la amplifica
razgos de su fisonomía
mas
de
oportunidad sólo ha
ent'revery'a que
hasta entonces-
penoso relieve la
en
se
que
situación
mas
es
hallaba. Pero todo esto,
espresioh tan vulgar co
sirviéndonos de una
mo profunda,' era' peor qué un crímeñ;: era
una falta. En esos extravíos de la
pasión,
que llevan al crimen; hai siquiera cierta
grandeza;
pero
aquí
'tristes miserias del
cía empeñarse
cil lÜCher
en
solo
se
descubren las
Ganibetta pare
demostrar que es nías fá
corazón.
láá
'grandes pasiones' délos
y:tencerlas,'que resistir 'las pequeñas
pasiones 'própiasj qiie son mas fáciles los
l
grandes que los pequeños sacrificios !!
con
otros
■■■■■■
""•
'
-
—
■■'-
:-
■■,;'(!l10!.o!(;(
74
Pero
-
GAMBETTA
-
debemos ir mui alia
no
pel de inflexibles y
debemos olvidar al
este pa
los actos de los
apreciar
hombres la atmósfera moral
en
moralistas. No
severos
respiran,
respiraba la
embriaguez y el veneno del poder. Solo pue
de juzgarme, decia Napoleón I, el que en
medio de una lucha ardiente haya llevado a
sus labios la copa embriagadora de una gran
y Gambetta
luchas,
esta
hemos atravesado
no
ni hemos sentido
ños de la
que
momentos
en eso3
fortuna. Nosotros
en
esos
vértigos
esas
estra-
altura, y al apreciar situaciones de
especie
corremos
el
peligro
de
exijir
a
los demás lo que talvez está fuera del alcan
ce de la fuerza humana.
Pero
en
medio de
la altura recibió
ese
enervante
Gambetta
una
mareo
ciuel
ma
nifestación del terreno que habia perdido
prestijio, precisamente donde menos la
Belleville,
punto mas sensible,
peraba,
su
—
en
—
—
i
en
precisamente
eu
de
su
es
en
vanidad in
flamada.
Concluyeron
las sesiones de la Cámara y
se acercaban. Gam
las elecciones de 1881
betta
principió su campaña con un discurso
pronnnciado en Tours, que eoIo produjo una
pálida impresión. Los amigos que en el po-
75
GAMBETTA
derél habia abandonado, le volvian ahora las
espaldas con fría indiferencia.
ra
El 14 de agosto presentaba su candidatu
en Belleville, donde dos intransijentes ve
nían
a
triunfo electoral.
el
disputarle
La
de
combate que sus adversarios
hicieron circular éntrelas masas fué el nom
palabra
jeneral Galliffet, de ese antiguo
imperialista que vivía ahora en las grandes
bre del
—
intimidades de
Gambetta,
—
y
que recordaba tan vivamente las
del
frajilidades
político,
ese
nombre,
mas
tristes
bastó para hacerlo
sucumbir. Ese fracaso
prendió
riosos,
sobre todo
era
la
a
inesperado, que sor
los candidatos victo
espiacion que principiaba, esa
siempre llega para los que ol
política no se puede aceptar
espiacion que
vidan que en
ningún servicio sin estar por lo menos
suelto a saberlo recordar.
Estas contrariedades hallaban cierta
pensación
en
re
com
los brillantes consuelos que
el Gobierno
se empeñaba en prodigarle.
Grevy parecía empeñarse en colmar
con
los honores oficiales el vacio doloroso que
dejaba la popularidad perdida en el corazón
'
'
del tribuno.
•
Desde mediados de octubre el Presidente
76
FAMBETTA
ostentación de la
¡intimidad en que
gambetta. Ya para nadie era du
doso que en poco tiempo mas seria llamado
a constituir el nuevo gabinete.
hacia
vivía
con
En
efecto, apenas
de la Cámara hizo
con
dimisión el
Ministerio,
dífíSíl herencia que,
aceptóla
poder, le abandonaba.
y Gambetta
junto
iniciaron los debates
se
su
,
el
Su
primer
políticos. En
acto desconcertó
vez
de
.
amigos
a sus
compartir
las tareas
ministeriales, con hombres que ya hubieran
alcanzado una elevada posición,' se rodeó
Gambetta de ministros que, salvo dos excep
ciones solamente, por primera vez llamaban
la atención. Esto podia acentuar la persona
lidad absorbente del
jefe del
nuevo
te, pero lastimaba hondamente
personalidades
tas
que,
como
mento
era
de
su
gabine
á las mas al
antiguo partido,.
natural, desde el primer
principiaron
a
envolverlo
en
mo
una &^'
mósfera desfavorable.
El 1 5 de noviembre de 1881 Gambetta
presentaba
rodeado de
bus
la Cámara la declaración
ese
a
se
leer
en
ministerial, y
en
colegas,
a
documento el ministro seveia obligado
limitar muchos de los
tribuno habia
perseguido
propósitos que; el
con ardor; y ea-
7.7
GAMBETTA
cerrando
sus
compromisos
dentro del círcu
lo de fierro de ío que era posible realizar, en
la situación que él pais atrayezaba, se veía
obligado
a
abandonar
,
proyecfos que antes
había acariciado.
Mas aún, resonaba toda vía
el eco de
uno
de
sus
discursos
en
la Cámara.
mas
ardientes,
que estudiando el arduo problema de las
relaciones, de la iglesia y el estado, abogaba
por la separación de la Francia i el Vaticano,
en
cuando, al leer, la declaración ministerial,
algunos con asombro que el mismo
pronunciaba en favor de la estric
ta aplicación del concordato.
Sin embargo, una formidable mayoría,
oyeron
orador
se
—
formidable que hasta esos momentos
hubiera podido acumular partido alguno,
la
mas
—
apoyó
al Minutero
primeros pasos.
mayoría fermentaba
el sordo descontento, provocado por la acti
tud cada dia mas arrogante que el jefe del
Ministerio iba asumiendo. Su lenguaje im
perioso, sus desdeñosas familiaridades, el em
Pero
en
peño
en
el
seno
ganarse
de
a
en sus
esa
todo trance la adhesión
antiguos adversarios y la facilidad
con
que, por lograr ese propósito, sacrificaba
a sus antiguos
compañeros, fueron pfepa-
de
sus
78
GAMBETTA.
rando lentamente el divorcio de Gambetta y
las fuerzas republicanas de la Cámara.
En
vez
de sentir
a su
lado el entusiasta
apoyo de un partido de ¡deas, principió a
sentir ese calor enervante y malsano, que
irradía
un
círculo
completamente personal.
sus mas grandes fal
Ese fué el momento de
tas; pero en medio de todas ellas tuvo al
menos la virtud de saber caer, envolviéndose
en
la defensa de
nusvo
volver
a
cuestión que debía de
presentarse y a que el había
una
propuesto una fácil i favorable solución.
No ha llegado el momento en que la polí
tica del Ministro pueda ser juzgada: los
acontecimientos que el inició no han lle
gado a su decenlace, las ideas que él sostu
vo se ajitan todavía en el revuelto torbellino
de las luchas del momento.
Y
en esa
tuviera
situación
tiempo
antes de que
faltas reales y
hubieran venido a demos
equívoca,
para reparar
sus
de que los sucesos
trar si eran o no fundados los
reproches que
dirijido; cuando mas activamente
fermentaban en su contra los odios implaca
bles de sus enemigos, las pretensiones vul
neradas de sus partidarios, las rivalidades de
círculo; cuando se desplomaba sobre él todo
se
le habian
79
GAMBETTA
lo que habia herido, tode lo que habia com
batido, todo lo que habia lastimado en sus
horas de
poder,
la
mano
de la muerte lo
ar
rastra fuera del escenario de los vivos.
No
podía desaparecer
en
hora
una
mas
triste para su memoria; y, sin embargo, el
recuerdo de sus grandes servicios, de sus
eminentes prendas da carácter, de su infa
tigable consagración
a
los intereses
públicos»
bastó para hacer que desaparecieran los de
foct >s y los errores del político. Todo eso
-
y mucho
mas desaparece cu indo el
espíritu
sesumerje en las profundidades del amor a la
patria, y no hai entre los hombres públicos
modernos ninguno que encarne ese senti
miento de
gada
I
una manera mas
brillante y abne
que Gambetta.
miéutras
la Francia
ese
eterno contraste de la
ras
di
gloria, en sus
alegría consagrará
vi
exista,
la,
—
—
3n sus
por
ho
horas de
esplendor y
recuerdo al que con
mas entusiasmo
y fe la difoudió en sus ho
ras de
amarga humillación; y si el destino
la vuelve, por desgracia, a hacer atravesar
de
uo
-
Ls horas sombrías de la desesperación y de
la angustia, volverá también a recordar al
que
en
otro
tiempo
le dio
aliento
con
el
ca-
80
GAMBETTA
lor. inagotable de
de
su
féen los
grandes destinos
Francia, No ¡hai ¡umortalidacLmas her
mosa
mpdp
que. la que consigue vincularse de ese
a las grandes emociones de la
patria!
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