Untitled - Aracne editrice

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A10
572
PERFILES
DE TEATRO
ITALIANO
Marina Sanfilippo (ed.)
Copyright © MMIX
ARACNE editrice S.r.l.
www.aracneeditrice.it
[email protected]
via Raffaele Garofalo, 133/A–B
00173 Roma
(06) 93781065
ISBN
978–88–548–3010–3
Reservados todos los derechos internacionales de traducción,
digitalización, reproducción y trasmisión de la obra en parte o
en su totalidad en cualquier medio, formato y soporte.
No se permiten las fotocopias
sin autorización escrita del editor.
primera edición: Diciembre de 2009
ÍNDICE
Marina SANFILIPPO: El teatro medieval …………………...…
7
Mª Teresa NAVARRO SALAZAR: El teatro del Renacimiento
25
Anna GIORDANO: Angelo Beolco, alias Ruzante o Ruzzante ..... 41
Marina SANFILIPPO: La Commedia dell’Arte .......................... 59
Conchita TURINA: Metastasio y el teatro musical ………..…… 73
Gerardo Guccini: Goldoni y Alfieri
en la escena de sus teatros ........................... 87
Mario SANFILIPPO: El teatro a la italiana:
arquitectura y espacios ........................... 107
Antonella D’ANGELIS: Los grandes actores del XIX ..……...
121
Mª Teresa NAVARRO SALAZAR: Pirandello
y la renovación teatral …………….
137
Juan Carlos DE MIGUEL Y CANUTO: D’Annunzio
y el futurismo .................................. 153
Franca ANGELINI: El Teatro Di Varietà:
Petrolini, Viviani, Totò ................................ 171
Ana Isabel FERNÁNDEZ: Eduardo De Filippo y Dario Fo.
5
6
Marina Sanfilippo
Entre tradición y vanguardia …….. 187
Antonella D’ANGELIS: El teatro de los grandes directores
en la Italia del siglo XX …................. 203
Marina SANFILIPPO: El Teatro di Narrazione .......................... 221
EL TEATRO MEDIEVAL
Marina SANFILIPPO
Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid
[email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Bajo la etiqueta de “teatro medieval” se agrupan prácticas teatrales
y escénicas que se desarrollan a lo largo de casi diez siglos, desde la
caída del imperio romano hasta el Renacimiento. Como es bien
sabido, se trata de espectáculos que se desarrollan al margen de la
noción de teatro manejada por el mundo clásico: aparte de contadas
excepciones, los textos de los dramaturgos griegos y latinos habían
desaparecido y los edificios teatrales estaban olvidados al igual que las
prácticas escénicas, de las que sólo había sobrevivido el pantomimo.
Además, entre el IV-V siglo y el X, el teatro padeció la firme repulsa
de la iglesia, que lo condenó a una existencia marginal, alejada de la
cultura oficial. Sin embargo, la Edad Media presenta una
parateatralidad que impregna la vida social y cultural: a lo largo de
estos siglos no se construye en Europa ningún edificio teatral, pero
fiestas, ceremonias y procesiones teatralizan iglesias, plazas y palacios
y el fuerte vínculo con la oralidad de la literatura medieval hace que
muchos textos exhiban rasgos teatrales o presenten un potencial de
tipo dramático.
En los siglos de la alta Edad Media no tiene mucho sentido estudiar
las manifestaciones teatrales italianas como producciones
independientes del resto del teatro europeo, ya que el horizonte en el
que se encuadran no es nacional, sino que engloba al mundo cristiano
occidental en su totalidad. La situación se modifica a partir del siglo
7
8
Marina Sanfilippo
XV, en el que Italia se adelanta al resto de Europa en la búsqueda e
investigación de nuevas formas teatrales.
2. SIGLOS VI-X
La persistencia de las prohibiciones eclesiásticas que, en la Europa
posterior a la caída del Imperio de Occidente, hacen referencia a
espectáculos, mimos y bufones documenta la continuidad de formas
de espectáculo, entre las que parece seguir gozando de los favores del
público el pantomimo, un arte escénico de origen oriental de gran
éxito en la Roma Imperial, que representa un factor de continuidad
frente a la supuesta fractura entre teatro medieval y teatro romano. De
hecho, a principios del siglo VI, en una carta recopilada por
Casiodoro, el rey Teodorico habla de las virtudes del pantomimo y en
la iglesia-cementerio de San Sebastián, en Roma, se ha encontrado
una lápida, también del siglo VI, con el epitafio del pantomimo Vitale
que «imitaba rostros, actitudes, palabras para que tú creyeras que con
una boca sola muchos hablaran».
Parece también que se dio, en Italia y sobre todo en Ravenna por la
influencia bizantina, una cierta difusión del mimo convivial, cuyo
ejemplo más conocido es la Coena Cypriani, un texto del siglo IV que
presenta el banquete de bodas del rey oriental Joel, al que asisten
personajes bíblicos y del Evangelio. En el año 855 la obra se reelaboró
para que fuera representada en la corte del rey Lotario y, en el 876, el
diacono romano Giovanni Immonide la rehizo en verso, especificando
en el prólogo dos posibles lugares para su escenificación y
aconsejando que Crescenzio, un conocido scurra de la corte
pontificia, representara el papel del protagonista, el rey Joel. No
existen pruebas de que fuera representada en ese momento, pero
sabemos que unos juglares italianos la pusieron en escena más tarde
en la abadía de Farfa, donde solían colaborar con el clero en los siglos
XI y XII.
En los siglos altomedievales elementos de cultura clásica se
mezclan con tradiciones arcaicas mediterráneas y nórdicas y los
profesionales del espectáculo que aparecen, en Italia y en Europa, son
El teatro medieval
9
herederos de los actores y mimos romanos pero también de bardos
celtas y skôps nórdicos. Las fuentes documentales sobre estos artistas
son de una pobreza extrema por lo menos hasta el siglo XI, pero,
como señaló Ludovico Muratori en su De Spectaculis et ludis
pubblicis. Dissertatio XXIX, ya en el siglo VI hablan de un tal Andrea,
un histrión itinerante italiano que se exhibía con su perro amaestrado,
o, dos siglos más tarde, recuerdan a un juglar longobardo que, según
las crónicas del monasterio de la Novalesa, cantó en la corte de
Carlomagno una canción compuesta por él mismo. Se trataba de
profesionales que dominaban habilidades variadas, desde la acrobacia
a la música (aparte de tener frecuentemente otras funciones, como
Sergio da Pola que, ya en el siglo XV, era dentista, herbolario y
gozaba del favor de Coluccio Salutati por su “arte di recitare” cantos y
poemas), entre las que se podía encontrar también cierto talento para
la interpretación. Como aparece claro en los dos ejemplos de
Muratori, se caracterizaban por su nomadismo (Menéndez Pidal
rastreó la presencia de numerosos juglares italianos en la península
ibérica, aunque no en época altomedieval, y el mismo fenómeno está
documentado en Provenza, Inglaterra y Francia). De hecho, el
desplazamiento continuo era la marca distintiva del espectáculo
juglaresco frente a las otras modalidades de la escena medieval,
religiosas o cortesanas, que utilizaban lugares estables de
representación, la iglesia o el palacio, y actores que pertenecían a la
misma comunidad.
Todas las condenas y censuras de los juglares hacen referencia, en
esta época, a su forma de teatralizar el cuerpo y la voz, como, por citar
un ejemplo italiano, las amonestaciones de Attone, obispo de Vercelli
en el siglo X, que pone en guardia contra los peligros de asistir a las
representaciones de histriones, mimos, saltimbanquis y otros actores
que exhiben «una gestualidad obscena y una voz mórbida». Sin
embargo, aunque se veía a los juglares como ministri Satanae por su
forma de teatralizar el cuerpo, en realidad el ambiente clerical y el
juglaresco tuvieron relaciones muy estrechas y técnicas y experiencias
realizadas en el primero fueron después practicadas en el segundo y
viceversa, aparte del hecho de que muchos juglares eran clérigos o
monjes.
Marina Sanfilippo
10
De la reprobación eclesiástica y los abundantes testimonios
iconográficos, podemos avanzar hipótesis sobre cómo los artistas
dramatizaban sus obras a través de una kinésica hecha de «sussulti,
arrotolamenti, scarti improvvisi, crisi di abismus, agitazione
psicomotoria»1 (Carpitella en AA. VV., 1978: 66), que se refleja en
los saltos lógicos tan frecuentes en los textos juglarescos, y sobre la
combinación, típica de la expresividad oral tradicional, de palabra
hablada, canto y música en la ejecución juglaresca, aunque nada
sabemos de los ritmos de la enunciación, seguramente vinculados en
Italia a la melodía de los distintos volgari (romances) o dialectos.
Por otro lado, a pesar de su desprecio teórico, la misma Iglesia se
acercó a la teatralidad cuando, entre el siglo IX y el X, desarrolló el
tropo, una breve ampliación del texto litúrgico para modular mejor la
“a” del Aleluya en el canto gregoriano, que representa el embrión del
drama litúrgico, puesto que abrió la puerta a la experimentación de la
liturgia dramatizada. Durante mucho tiempo se ha atribuido una
posición central al teatro litúrgico dentro del peculiar panorama teatral
altomedieval y, aunque los estudios más recientes niegan esta
centralidad, se trata sin duda del teatro de esa época del que tenemos
más noticias y documentos.
Los tropos se difundieron rápidamente en toda Europa,
seguramente desde los monasterios benedictinos franceses, aunque
algunos estudiosos no descartaron un origen vinculado a los
monasterios benedictinos italianos, de las áreas ocupadas por los
longobardos, pero Federico Doglio zanjó la cuestión afirmando
«l’origine certo fu romana, ma lo sviluppo, prodotto dal bisogno di
‘comunicare’ è certo maggiormente spiegabile nei Paesi di recente
evangelizzazione e di minor conoscenza della lingua latina»2 (1982:
88). La más antigua ceremonia dramática, el Quem Queritis?, creada
en el monasterio de Fleury hacia el año 930 para sustituir a otros
elementos de la liturgia del domingo de Resurrección, aparece ya en
1
Estremecimientos, enroscamientos, sobresaltos repentinos, crisis de abismus,
desasosiego psico-motor.
2
El origen por supuesto fue romano, pero el desarrollo, causado por la necesidad
de ‘comunicar’ encuentra claramente una mejor explicación en los países que
tenían una evangelización reciente y un menor conocimiento del idioma latín.
El teatro medieval 11
dos documentos italianos de la segunda mitad del siglo X3 y, a finales
del siglo X, se ejecutaban tropos en muchos centros religiosos
italianos de distintas regiones (Lombardia, Lazio, Abruzzo, etc.).
A la vez y con anterioridad a estos resultados de las innovaciones
litúrgicas, la Iglesia hizo suyas manifestaciones rituales y parateatrales
vinculadas a la cultura arcaica y populares, como la fiesta de la
Cornomannia o el Ludus Carnevalari, que en Roma se desarrollaban
en presencia del papa, o las variadas fiestas de los locos, como la del
Episcopellus, celebrada en Padua, Parma, Cremona, etc.
3. SIGLOS XI Y XII
Sigue la difusión de los oficios dramáticos (denominación
propuesta por Paolo Toschi para el drama litúrgico) y su progresiva
espectacularización con un enriquecimiento de detalles que van de la
aparición de objetos de attrezzo al aumento del número de personajes,
una mayor complejidad del texto y la aparición del volgare, como en
la Passione de la abadía de Montecassino, un centro cultural y
artístico de importancia europea en ese periodo. Se trata de un texto de
la segunda mitad del siglo XII que es fiel al relato evangélico y
«appare frutto maturo di una tradizione a noi ignota»4 (Doglio, 1995:
46), que preveía una puesta en escena compleja, con unos veinte
actores, puesto que se escenificaban distintos episodios de la pasión,
como el contrato de Judas con Caifás, la traición de Judas, San Pedro
que reniega de Cristo, etc. El texto es en latín, pero en el manuscrito,
después de algunas palabras ilegibles, aparece un brevísimo fragmento
en volgare, en el que la Virgen llorando se dirige a su hijo crucificado
y dice: «... te portai nillu meu ventre / quando te beio moro presente /
nillu teu regnu agi mi a mmente»5. En el teatro medieval, la relación
latín-romance persigue siempre efectos estilísticos y, en este texto, el
volgare aparece en el momento de máxima emotividad, como si el
autor quisiera acercar el drama religioso al público popular dejando
3
En un libro de misa (cod. Vat. Lat. 4770) y en el códice veronés (XC).
Parece el fruto maduro de una tradición desconocida para nosotros.
5
Te llevé en mi vientre, cuando te veo muero presente, recuérdame en tu reino.
4
12
Marina Sanfilippo
que la madre de Dios hable el idioma de todas las madres presentes y
no el latín eclesiástico, tan alejado del ámbito de los afectos que no
podría tener la misma resonancia dramática en los espectadores. De
todas formas, al no conocer la extensión de esta parte del drama no
sabemos qué importancia tenía dentro del conjunto de la
representación, del que se diferenciaba musicalmente6.
La Passione de Montecassino comparte sesenta versos con el
Officium Quarti Militis de Sulmona, que aparece en un manuscrito del
siglo XIII en el que se encuentran las frases y las acotaciones
escénicas para el actor que representara al cuarto soldado de la guardia
de Pilatos. Este texto nos ofrece un raro testimonio de la costumbre de
entregar a cada actor sólo el texto relativo al personaje que tenía que
interpretar. El personaje en cuestión parece proceder de un cruce entre
las Sagradas Escrituras y la materia novelesca de Bretaña, puesto que
se llama Tristán, como el célebre y desdichado amante de Isolda,
mantiene sus características de noble y valeroso caballero y al final, a
pesar de pertenecer a la guardia de Pilatos, proclama la resurrección
de Cristo.
Así como en el Officium Quarti Militis se mezclan distintas
tradiciones narrativas sagradas y profanas, tampoco estaban muy
definidas las fronteras entre teatro religioso y actividad juglaresca: los
juglares no se limitaban a dramatizar temas profanos y, en realidad,
colaboraban o protagonizaban frecuentemente espectáculos religiosos,
es más, la ya recordada presencia de juglares en la abadía de Farfa, dio
lugar a una importante producción literaria y musical; en general los
alrededores de catedrales y abadías eran lugares en los que los juglares
desarrollaban su actividad, por lo que en su repertorio tenían cabida
una gran cantidad de leyendas hagiográficas y, al lado de los sermones
paródicos, entre los textos juglarescos se han encontrado también
sermones serios (como I dolori di Cristo e le pene dell’Inferno).
Los primeros textos juglarescos italianos que se hayan conservado
se remontan a finales del siglo XII. Se trata del Ritmo Cassinese y el
Ritmo Laurenziano, que exhiben rima consonante (y no asonancia
como en sus homólogos españoles de la misma época), y también el
6 Una anotación musical parcial indica en el manuscrito que el planctus en
volgare se cantaba con una melodía distinta a la del texto latín.
El teatro medieval 13
verso anisosilábico típico de la producción juglaresca; el primero es
un texto dialogado que procede, al igual que la Pasión, de la abadía de
Montecassino; después de unos versos introductorios, en los que el
autor exige la atención del público, declara su competencia y hace
consideraciones sobre la vida y la muerte, se abre una especie de
debate moral entre un “magnu vir prudente” de Oriente, amante de la
vida contemplativa, y un hombre de Occidente, que se preocupa por
las necesidades primarias como la comida y la bebida. Las frases de
uno siguen a las del otro sin insertos narrativos y exigen una clara
dramatización que ponga de manifiesto quién está hablando en cada
momento. El Ritmo laurenziano es un monólogo toscano anónimo, en
el que el autor desarrolla el clásico tema de la petición de una
recompensa por los servicios prestados: en este caso el juglar le pide
al obispo de Pisa que le pague con un caballo, un bien muy preciado
para un artista itinerante.
4. SIGLO XIII
Se trata de la época de más amplia difusión de la juglaría europea,
coincidiendo con el proceso de revitalización de los centros urbanos,
el desarrollo de las universidades y una menor hostilidad por parte de
la Iglesia (santo Tomás escribe que el oficio de juglar no es ilícito de
por sí). Y en este siglo tenemos noticias en Italia de esa tipología de
juglar que anima a los combatientes antes de la batalla, que tiene su
ejemplo más famoso en el Taillefer de la batalla de Hasting: en
Florencia el cantastorie Andrea di Goro guió el asalto a la casa
consistorial en 1392, mientras que un juglar de Pistoia, autor de una
canción sobre la presa di Torniella, mereció unos años antes el apodo
de Guidalosta. Se siguen produciendo obras juglarescas de carácter
religioso, como el Ritmo de Sant’Alessio (primera década del siglo
XIII), narración hagiográfica en rima de la vida del santo, en la que
aparecen juglares que cantan y tocan en la boda del protagonista7,
interesante también porque parece hacer referencia a la exhibición de
7
“Oveunqua eranu jullare, / tutti currunu per jocare: / cythari cum timpani et
sambuci, / tutti gianu cantando ad alta voce” (vv. 117-120).
Marina Sanfilippo
14
algún tipo de escenografía o carteles pintados8; el Detto del gatto
lupesco, en el que un juglar narra sus experiencias de viaje, de
profundo sentido alegórico; la Leggenda de lo beatissimo egregio
missere lu barone Santo Antonio, de 480 versos, que empieza con
unas frases en latín en las que el juglar invoca a Dios para poder, sigue
en volgare, «narrare la sancta vita / de chillo sanctissimo heremito»9.
El más tardío Detto di Matazone, en cambio, trata de la Nativitas
rusticorum y es un testimonio de la antigüedad de la tradición teatral
de la sátira contra rústicos y villanos.
Muchos poemas de la escuela siciliana poseen un alto grado de
dramaticidad y en este contexto, durante el reinado de Federico II,
nace otro texto juglaresco muy conocido, de carácter profano: Il
Contrasto di Cielo d’Alcamo (del nombre del autor, del que
desgraciadamente no se conoce ningún otro dato). Este rápido diálogo
en alejandrinos monorrimos entre un juglar y una joven, a la que el
primero está cortejando, posee un gran potencial irónico e histriónico,
como ha mostrado Dario Fo en una versión incluida en su espectáculo
Mistero Buffo10. La mujer empieza rechazando con desparpajo las
propuestas del joven, pero al final las acepta a cambio de una incierta
promesa de matrimonio («A lo letto ne gimo a la bon’ora, / ché chissá
cosa n’è data in ventura»11).
Al igual que en otros países, poco sabemos de los hombres y
mujeres que ejercieron la juglaría en la Edad Media, quedan por un
lado textos anónimos, que muchas veces, aunque tienen todas las
características necesarias para la representación juglarescas, son de
procedencia culta e incluso pueden ser obra de algún clérigo (como,
por sus características métricas y lingüísticas, parece ser el caso del
Ritmo Cassinese) y, por el otro, nombres (por lo general grotescos,
como Malanotte o Maldicorpo, o que hacen referencia a algún defecto
8
“Et ora odite certanza /de qual mo mostre semblanza / per memoria retenanza”
(vv. 3-5).
9
“Narrar la santa vida de ese santísimo ermitaño”.
10
Por supuesto la visión de Fo de la cultura popular medieval no se basa en
criterios filológicos, sino que propone una reelaboración personal del imaginario
cómico y carnavalesco de la época premoderna.
11
Vayámonos pronto a la cama, que la buena suerte nos ha dado esta
oportunidad.
El teatro medieval 15
físico, como Zopparino) y alusiones en los textos de sus
contemporáneos, como el Trecentonovelle de Franco Sacchetti, que
ofrece varios retratos de juglares y bufones, entre los cuales
encontramos al famoso Gonella que todavía aparece como personaje
en cuentos populares toscanos recogidos en el siglo XX. En este
panorama, llama la atención la figura de Ruggieri Apugliese da Siena:
este senés, que vivió a mediados de la mitad del siglo XIII, con toda
probabilidad hijo de un notario y juez y notario él mismo, fue juglar
en sus años juveniles o simplemente, según hipótesis recientes,
escribió y quizá representó a la manera juglaresca para un círculo de
personas cultas, ocultando detrás de los tonos paródicos propios del
género controversias políticas relativas al conflicto entre güelfos y
gibelinos. Gracias a distintos manuscritos, se han salvado cinco textos
de Ruggieri, que practicó varios géneros. En el texto llamado La
passione, el juglar da cuenta de las difíciles relaciones que mantenían
los profesionales del espectáculo y las autoridades eclesiásticas,
narrando cómo fue denunciado al clero y al obispo por comer con los
«Pactarini crudeli et feri, ke sonno peggio ke Giuderi»; a pesar de su
defensa, el obispo, acompañado por Herodes, Caifás y Pilatos, lo
acusa además de ser «un gran predikatore,/ novelliero et dicitore;/ di
noi mal dici a tutte l’ore./ Ma non mi nuocie, k’io so signore!».
Ruggieri insiste en declararse inocente y pedir clemencia apelando a
«Deo ke venne in Croce», pero, al igual que Cristo, no encuentra
«dritto ragione/ in quelle false persone»12. En Tant’agio ardire e
conoscenza, a lo largo de 237 versos, Apugliese se jacta de
conocimientos infinitos que abarcan, entre otras muchas cosas, las
artes del trivio y el cuadrivio, la habilidad de echar a los demonios, el
dominio de la historia antigua y reciente o de la materia artúrica y la
capacidad de hacer “sermone et predica”. Al final del texto, utilizando
una forma típica en la cultura popular para captar la atención del
público, el autor declara y esconde a la vez su nombre («Or me voglo
12
“Patarinos crueles y fieros, que son peores que los judíos”; “un gran
predicador, fabulador y decidor; de nosotros hablas mal a todas horas. Pero no
me perjudicas, que yo soy señor”; “Dios que vino a la Cruz”; “derecho ni razón,
en esas falsas personas”.
Marina Sanfilippo
16
nominare/ né per nome ricordare»13) en una adivinanza de fácil
solución a pesar de su aparente enrevesamiento.
También se han salvado algunos textos juglarescos que, entre 1280
y 1310, notarios de Bolonia trascribieron en los espacios vacíos de sus
códigos, entre contratos y testamentos, para evitar que se pudieran
insertar añadidos en los documentos. Gracias a estos Libri
memorialium, sabemos con certeza que en la ciudad emiliana, que de
hecho se encontraba en una de las rutas más recorridas por la juglaría,
se alternaban juglares que procedían de distintas zonas de Italia y
también de Francia y España. Entre los varios textos recopilados en
Bologna, recordamos dos contrasti que tienen una temática muy
terrenal: Mamma, lo temp’è venuto, un diálogo en el que una hija
proclama su deseo de casarse y de tener a su amigo «más cerca que la
camisa» para estar con él completamente desnuda, mientras que su
madre afirma que le parece que tiene demasiada prisa y le pide más
prudencia; y Oi bona gente, oditi ed entenditi, en el que la disputa es
entre dos cuñadas, que, después de intercambiar insultos y calumnias,
se proponen una alianza en nombre de los placeres de la comida y la
cama. En este segundo caso, se supone que la perfomance estuviera a
cargo de dos juglares hombres disfrazados de mujer, para aumentar el
efecto cómico del texto.
En el ámbito de los espectáculos religiosos, destaca el Planctus
Mariae de Cividale (uno de los centros italianos más activos para la
produción de textos dramáticos junto con Montecassino y Padua),
porque en el manuscrito que lo contiene se encuentran abundantes
acotaciones, escritas con tinta roja, que indican las acciones con las
que los actores tenían que acompañar sus palabras, algo muy poco
frecuente en los textos teatrales medievales en los que, a veces, es
difícil determinar a qué personaje hay que atribuir una intervención.
En el Planctus de Cividale encontramos indicaciones relativas a la
gestualidad de los intérpretes (se especifica que en cierto momento
María Magdalena tiene que dirigirse a los hombres con los brazos
abiertos) y también a las acciones mudas (se indica que mientras habla
el personaje del ermitaño, los ángeles tienen que levantar en el aire y
bajar varias veces a María Magdalena). Esta peculiaridad no implica
13
“Ahora quiero nombrarme, ni por el nombre recordar”.
El teatro medieval 17
que el espectáculo de Cividale fuera necesariamente más complejo y
desarrollado que otras representaciones de la época, porque a veces la
presencia de acotaciones indica simplemente que una determinada
obra no era suficientemente conocida en un lugar para que se pudiera
prescindir de indicaciones escénicas o textuales14. En Cividale
también está documentada otra representación que tuvo mucha
difusión en Italia, sobre todo en área véneta y en Florencia: la
escenificación de la Anunciación. La fiesta de la Anunciación se
celebraba el 25 de marzo, primer día del año civil (y, además, en
Venecia aniversario oficial de la fundación de la ciudad) y fecha muy
cercana al equinoccio de primavera. La representación preveía la
escenificación de la salutatio angelica y en algunos casos, como en
Parma, desde época muy temprana se contaba con cuerdas instaladas
de forma que el ángel Gabriel pudiera desplazarse “volando” desde el
paraíso hasta la casa de la Virgen, según la lógica paratáctica de los
luoghi deputati, escenarios múltiples que se ofrecían simultáneamente
a la mirada del espectador y que, como escribió Fabrizio Cruciani,
representaban fragmentos de espacio y de tiempo cuya unidad era
metafórica y conceptual.
Entre las experiencias del espectáculo religioso italiano de esta
época destacan las laudi drammatiche. En origen, en la primera mitad
del siglo XII, las laudi eran composiciones líricas en rima15; sin
embargo, las cofradías de los Disciplinati de las ciudades umbras,
compuestas por laicos y nacidas en el ámbito de renovación religiosa
creado en Italia por el franciscanismo, dieron a estas laudas un uso
dramático, con una recepción de tipo coral, estableciendo una especie
de diálogo entre un solista y un coro o entre dos partes del coro. De
esta forma, vino a formarse una tradición dramática específicamente
14
Para las acotaciones presenta también gran interés una Representatio Herodis
in nocte Epyphaniae, contenida en un manuscrito paduano, en la que se
encuentra una amplia y detallada didascalia sobre la mímica del personaje de
Herodes furioso.
15
Las laudas tenían esquemas métricos y musicales inspirados en la balada,
incluso la balada zejelesca de origen hispánico (de hecho, Menéndez Pidal
definió al laudario de Jacopone da Todi, el autor más destacado entre los
laudisti, como la colección lírica más zejelesca de la Romania, después de las
Cantigas Alfonsinas).
18
Marina Sanfilippo
italiana, con el misterio de la Pasión entre los temas principales, ya
que las cofradías profesaban una devoción especial por la figura de la
Virgen. Sin duda alguna el texto más conocido entre las laudas
dramáticas es el Pianto della Madonna de Jacopone da Todi (12301306), quien, como apuntó Apollonio, en realidad no tenía intenciones
teatrales, sin embargo su texto presenta notables cualidades
dramáticas
Antes de abandonar el siglo XIII, con sus innovaciones y sus
contaminaciones entre temas, géneros y culturas distintas, hay que
mencionar que, en la primera mitad del siglo, aparecen en Italia obras
que pertenecen al género literario de la “comedia elegíaca” en latín,
como De Cavichiolo, De Cerdone y De Paulino et Polla, que
representan sobre todo un ejercicio de escritura culta y aristocrática
vinculada al hecho literario más que al teatral, aunque el De Paulino et
Polla quizá se representara en la corte de Federico II. De todas
formas, vale la pena recordar este ejemplo del «lungo e irregolare
lavoro della tradizione scenico-rappresentativa della letteratura
mediolatina» (Oldoni, 1999: 73), que lentamente evoluciona hacia la
recuperación de la dramaturgia clásica.
Siempre en ámbito culto, se da el descubrimiento de un códice con
tragedias de Séneca gracias al que se recupera el género trágico y se
empieza a experimentar con él; de hecho pocos años más tarde, en
1313, Albertino Mussato escribe Ecerinis, la primera tragedia
moderna.
5. SIGLOS XIV Y XV
En el siglo XIV las laudas experimentan una importante evolución:
en un principio, los cofrades las interpretaban ante el resto de la
cofradía, que actuaba como coro, pero en esta época empezaron a
ofrecer representaciones abiertas al público de la ciudad en las plazas
o delante de las iglesias. Este fenómeno conllevó también un vestuario
y un attrezzo más elaborados e incluso un aparato escenotécnico, que
sustituyó las primeras escenografías rudimentarias. El repertorio se
amplió progresivamente, comprendiendo episodios de la vida de
Cristo, la Virgen y también santos y mártires locales. En un segundo
El teatro medieval 19
momento, cuando las laudas se difundieron primero en la Italia central
y después en todo el país, la temática llegó a tocar motivos históricos
o vinculados a leyendas locales (como el Miracolo di Bolsena).
Al difundirse por la península, las laudas sufrieron adaptaciones
según las regiones, como en los Abruzos, donde se adoptó muy pronto
la lauda dramática y, gracias a cofradías ricas y al apoyo de conventos
domínicos, las representaciones adquirieron características grandiosas
y se pudieron escenificar largos textos como, en la ciudad de
L’Aquila, la Legenna de Sancto Tomascio, dividida en tres jornadas
para abarcar toda la vida de Santo Tomás. Su puesta en escena preveía
frecuentes y complicados cambios de escena y se necesitaban varios
escenarios, ingenios teatrales, cantantes, músicos y un gran número de
actores, empezando por los tres necesarios para interpretar al
protagonista en su infancia, juventud y madurez.
En el siglo XV nace otro tipo de espectáculo religioso: la Sacra
Rappresentazione. Puesto que la historia del teatro italiano en el
pasado es la historia de áreas geográficas y culturales separadas, que
no siempre tienen contactos entre sí, hay que subrayar que se trata de
una invención florentina, que después se exportó a otros lugares; en
esta época Florencia había alcanzado un elevado nivel teatral que
propició que centros culturales importantes, como Ferrara, recurrieran
a menudo a especialistas florentinos para montar eventos
espectaculares. Esta supremacía teatral florentina duró hasta finales
del siglo XV, cuando Roma, Ferrara y Urbino tomaron el relevo como
lugares de innovación teatral. En Florencia tuvieron gran importancia
las representaciones que se desarrollaban todos los años con ocasión
de las fiestas patronales de San Juan, como un desfile de carros que
transportaban escenarios móviles delante de los cuales se
representaban breves acciones dramáticas; sin embargo las puestas en
escena más sofisticadas solían desarrollarse en las iglesias, donde el
público desde la nave central contemplaba la acción escénica que se
desarrollaba sobre su cabeza, gracias a complejos ingegni (máquinas)
teatrales como los que creó Filippo Brunelleschi en la iglesia de San
Felice in Piazza, en 1439, para la puesta en escena de la Anunciación.
Como ha demostrado ampliamente Paola Ventrone, la Sacra
Rappresentazione fue una creación culta que se difundió cómo una
práctica pedagógica y catequética enfocada hacia los jóvenes en el
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Marina Sanfilippo
ámbito de las cofradías laicas (las dottrine) y sólo más tarde se insertó
también en otros contextos espectaculares. En contra de la herencia
teórica del positivismo que postula un desarrollo del espectáculo
religioso popular que va de las laudas dramáticas, o incluso del drama
litúrgico, a la Sacra Rappresentazione, podemos decir que no parece
existir una conexión entre la segunda y los espectáculos religiosos
florentinos, de tipo popular, de la época anterior. El nuevo género era
una reelaboración, culta y de autor, de elementos formales y de
contenidos que pertenecían a distintas tradiciones literarias cultas o
populares (por ejemplo, está documentada la fuerte conexión que une
este género dramático al cuento erudito en latín).
El argumento era religioso, se escenificaban vidas de santos o
episodios de Historia Sagrada, basándose en un texto con acotaciones
en prosa que describen la acción y la sitúan en una dimensión espaciotemporal. Los parlamentos de los personajes en cambio se escribían en
octavas de endecasílabos (y no en sextinas de octosílabos o
eneasílabos como las laudas dramáticas umbras), un tipo de estrofa
muy arraigada en todos los niveles de la cultura florentina, desde los
poemas cultos (como los de Boccaccio) a los cantares épicos y
hagiográficos que se recitaban en las plazas. Entre los autores de
textos para Sacre Rappresentazioni cabe recordar a Feo Belcari (14101484); Bernardo Pulci (1438-1488) y su mujer Antonia di Francesco
Giannotti, que fue la primera escritora italiana que publicó sus obras.
Antonia escribió varias sacre rappresentazioni con protagonistas
femeninas como la Rappresentazione di Santa Guglielma, que
constituye uno de los primeros ejemplos de dramaturgia novelesca y
de aventuras, al desarrollar el tema de la doncella injustamente
perseguida; también Lorenzo de’ Medici (1449-1492), que en su
dilettantismo probó géneros muy distintos, en 1491 compuso La
rappresentazione di San Giovanni e Paolo (basándose en el
Gallicanus de Roswita), en la que el tema religioso se mezcla con
abundantes insertos políticos, tanto que su argumento fundamental es
precisamente la relación entre teología y política, entre vida
contemplativa y vida activa. La obra empieza con un ángel que,
dirigiéndose al público, dice: «Silenzio, o voi che ragunati siete; / voi
vedrete un’historia nuova e santa; / diverse cose e divote vedrete, /
esempli di fortuna varia tanta. / Senza tumulto stian le voci chete, /
El teatro medieval 21
massimamente poi quando si canta»16. En efecto, una parte de la
acción era cantada y el paso a la recitación teatral sin canto se
realizará sólo en los primeros años del siglo XVI. La figura del ángel
se inscribe plenamente en el género que preveía siempre un prólogo y
un epílogo, en los que este personaje introducía la obra y desarrollaba
la función de sacralizar desde el principio la historia que iba a ser
representada y que se proponía al público como un modelo a seguir.
En el cierre de la obra, el ángel insistía en la concepción ideológica y
didáctica de la representación. En varias sacre rappresentazioni los
ángeles aparecían también como personajes o como coro, poblando
esas nubes que caracterizan la escenografía vertical del teatro
florentino de la época.
Merece la pena recordar que, en el siglo XV, la dramaturgia
religiosa dio vida a experiencias teatrales relevantes no sólo en
Florencia, sino también en muchas otras ciudades italianas, sobre todo
en Roma donde, desde 1260 y hasta la prohibición de Pablo III en
1539, el viernes santo se desarrollaba en el Coliseo, una importante y
compleja representación de la Pasión a cargo de la Confraternita del
Gonfalone. La representación llegó a contar con una escenografía muy
compleja que preveía un escenario con nubes para el paraíso, el
Calvario, el Infierno, el monte de los Olivos, Betania, el Sepulcro, el
Monte de los Ángeles, el tribunal de Pilatos (que tenía cuatro
columnas redondas delante y cuatro cuadradas detrás), el tribunal de
Herodes (sobre cuatro columnitas redondas). También había dos
instrumentos ignifera para las explosiones; estaban previstos estribos
para sujetar a Cristo y los ladrones a las cruces, un cinturón para
ahorcar a Judas, etc. Los ángeles que rodeaban la cruz entre nubes
pendían de brazos de hierro y una rueda giraba las luces cuando había
que iluminar el paraíso. El vestuario era variadísimo y reflejaba el
anacronismo que dominaba en la época, por el que los personajes
importantes vestían como obispos.
Siempre en Roma, hay que destacar la actividad de recuperación
del teatro clásico protagonizada por la Accademia Romana, fundada
16
Silencio, vosotros que estáis reunidos; veréis una historia nueva y santa; cosas
distintas y devotas veréis, ejemplos de mucha suerte variada. Sin alboroto estén
las voces quietas, sobre todo cuando se cante.
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Marina Sanfilippo
por Pomponio Leto, sin embargo la cultura humanística penetró en
Roma tarde y trabajosamente a causa de la degradación social,
económica y cultural que la ciudad arrastraba después del exilio papal
en Aviñón. El desarrollo de las fiestas y espectáculos florentinos en el
siglo XV son impensables en esta Roma degradada, que sólo a finales
de siglo empieza a disfrutar de espectáculos de corte humanístico. En
cambio, en el siglo XVI, con los papas Giulio II y Leone X, la capital
asistirá a una eclosión de formas espectaculares de gran riqueza y
variedad.
Cabe recordar que, en las ciudades del norte de Italia, en el siglo
XV nació la comedia humanística en latín, un intento de resucitar la
dramaturgia clásica, que se quedó en una serie de textos aislados, pero
a la que hay que reconocer el mérito de abrir el cámino, no sólo en
Italia, a la comedia del Renacimiento. Tuvo un público y una
resonancia muy limitados, sólo algunas obras llegaron a representarse:
unas en palacios privados con ocasión de fiestas, otras en ámbito
escolar con fines pedagógicos y otras, más farsescas, entre estudiantes
universitarios. Se trata de una experiencia que se desarrolla sobre todo
en centros universitarios, como Bolonia, Padua y Pavia, y en otras
ciudades como Venecia y Ferrara, que pronto se convertirán en
importantes polos teatrales.
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