Programa - Fundación BBVA

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CICLO DE CONCIERTOS DE SOLISTAS
FUNDACIÓN BBVA 2010-2011
PluralEnsemble
9 de octubre de 2010
Fundación BBVA · Palacio del Marqués de Salamanca · Madrid
INTÉRPRETE
VIOLÍN
Patrycja Piekutowska
DIRECTOR ARTÍSTICO
Fabián Panisello
COORDINACIÓN ARTÍSTICA
Y PRODUCCIÓN
Mara Mendialdua
PROGRAMA
Grazyna Bacewicz (1909-1969)
Capricho polaco
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Sonata para violín solo núm. 1
en Sol menor, BWV 1001
Adagio
Fuga (Allegro)
Siciliana
Presto
Agustí Charles (1960)
Partita, para violín solo
Canto Primo
I. Danza doppia
Canto Secondo
II. A modo di sarabanda
Canto Terzo
III. Gioco dei colori
Canto Quarto
(estreno absoluto)
Krzysztof Penderecki (1933)
Cadenza, para viola sola
(transcripción para violín solo
de Christiane Edinger)
Jonathan Berger (1954)
Sink or Swim
Marian Borkowski (1934)
Images II
Astor Piazzolla (1921-1992)
Adiós Nonino
Eugene Ysaÿe (1858-1931)
Sonata para violín solo op. 27 núm. 2
Obsession: Prélude (Poco vivace)
Malinconia (Poco lento)
Danse des ombres: Sarabande (Lento)
Les furies (Allegro furioso)
NOTAS AL PROGRAMA
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CICLO DE CONCIERTOS DE SOLISTAS
FUNDACIÓN BBVA 2010-2011
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Hija y hermana de músicos, la polaca
Grazyna Bacewicz fue una excelente
violinista, pianista y compositora. El
Capricho polaco, para violín solo, data
de 1949. Es una pieza deslumbrante
que se abre con una introducción lenta,
reflexiva y cargada de emotividad, pero
que deriva pronto en un tiempo rápido
evocador de aires danzables y del máximo virtuosismo instrumental. La perfección de la escritura delata a la gran violinista que fue Grazyna Bacewicz.
En el período laboral desarrollado en
Cöthen, Johann Sebastian Bach estuvo
liberado de la obligación de componer
constantemente para los servicios religiosos y, por añadidura, contó con una
orquesta para trabajar. De este modo,
entre 1703 y 1707 se produjo la gran
eclosión de la música instrumental
bachiana, desde obras para instrumentos a solo hasta los Conciertos de
Brandeburgo, los Conciertos para clave
y violín y las Suites orquestales. Por
supuesto, a este período pertenecen
las seis Suites para violonchelo solo,
así como las tres Sonatas y las tres
Partitas para violín solo, doce partituras
que son óptimo ejemplo de la genialidad de Bach. Lo más significativo de
la aportación bachiana en estas obras
para violín y violonchelo solos no radica en el aspecto formal: las Sonatas
siguen el viejo molde de la sonata da
chiesa, las Suites siguen el hábito de
la suite de danzas de la época y las
Partitas se aproximan bastante al concepto de la Suite, mostrando una clara
aceptación de los modelos franceses.
Lo más significativo está en el avance
que suponen en cuanto al tratamiento
técnico-instrumental y en el alcance
puramente musical, estético, de sus
contenidos. Buen conocedor del violín,
Bach se impregnó del arte violinístico
de los compositores que escribían para
este instrumento y de los más celebrados instrumentistas italianos que pasaron por Alemania (Torelli entre ellos)
o surgieron de Alemania: por ejemplo,
Johann Georg Pisendel, discípulo de
Torelli y violinista al que Bach conoció
en Weimar. La admiración mutua que
se estableció entre ellos hace pensar
a algunos estudiosos bachianos en la
posibilidad de que el gran compositor
pensara en la técnica de Pisendel a la
hora de escribir sus colosales Sonatas
y Partitas. Comoquiera que fuese, Bach
llevó a cabo el casi milagro de tratar
al violín como instrumento polifónico
mediante una escritura que abunda en
dobles, triples y hasta cuádruples cuerdas, así como en entrecruzamientos
polifónicos de voces individualizables.
Es la música de un genio absoluto, no
sólo consciente del resultado de las
notas que escribe, sino también de las
implícitas, las que el oído humano y la
memoria auditiva captan y procesan,
llevados por la lógica del discurso. La
Sonata en Sol menor, BWV 1001 comienza con un Adagio de curso amplio
y majestuoso que sirve de perfecta
introducción a la deslumbrante Fuga a
tres voces que sigue y que es un prototipo de la sabiduría contrapuntística y de la inspiración del maestro. La
Siciliana es el momento más abierto a
la expresión cantabile, y la obra se cierra con un virtuosístico Presto.
reglada de los conservatorios, lecciones magistrales de Ángel Soler, Josep
Soler, Franco Donatoni, Luigi Nono y
otros maestros. Además de su labor
creativa, Charles lleva a cabo fecundas
actividades como analista de obras
capitales de la música actual y como
profesor de Composición en el Conservatorio Superior de Música de Aragón
y en la Escola Superior de Música de
Catalunya (ESMUC). Su obra más reciente, compuesta el pasado verano de
2010, es la brillante Partita para violín
solo a cuyo estreno absoluto asistimos
hoy. La pieza está dedicada a su hijo
Marc, joven y excelente violinista, y
contiene, en su título y en su sustancia musical, un cierto homenaje a los
pasados barroco y clásico, así como
a maestros del siglo xx, como Britten,
que en su momento los recrearon. En
efecto, a la manera de las partitas dieciochescas, la obra de Charles se basa
en una sucesión o suite de danzas, tres
en concreto, tituladas Danza doppia, A
modo di sarabanda y Gioco dei colori,
con la particularidad de que a estas
tres concisas páginas se añaden cuatro
bellos Cantos más breves aún, como ráfagas musicales que actúan respectivamente como prólogo, dos intermedios
entre las tres danzas y epílogo. Agustí
Charles despliega a lo largo de su Partita
un rico repertorio de recursos violinísticos que afectan a las formas de ataque,
a los golpes de arco, a la articulación o
a la expresividad, moviéndose en el marco de una amplísima dinámica sonora.
Alrededor de cincuenta premios de
composición jalonan la carrera de Agustí Charles, músico formado en Manresa, su ciudad natal, y en Barcelona, y
que recibió, al margen de la enseñanza
Grigori Zhislin, violinista nacido en San
Petersburgo –entonces Leningrado–, formado en su ciudad natal y en Moscú,
proyectado en Europa tras sus triunfos en los Concursos de interpretación
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Reina Elisabeth y Paganini, y profesor
en el Royal College of Music de Londres, ha tenido una fructífera relación
con grandes compositores de nuestro tiempo, como Schnittke, Denisov,
Gubaidulina o Penderecki, lo que –felizmente– se ha traducido en importantes
obras escritas para él. Es el caso de
esta Cadenza para viola sola que hoy
escuchamos y que el maestro polaco
Krzysztof Penderecki compuso en 1984.
En efecto, tres años antes, Penderecki
quiso que su Concierto para viola lo
estrenara su admirado Grigori Zhislin, y
éste cambió de buen grado de instrumento para llevar a cabo una aclamada
gira de conciertos, en recuerdo de la
cual Penderecki le dedicó la Cadenza
para viola sola que Zhislin estrenó en
Lusławice el 10 de septiembre de 1984.
Es obra de muy alto vuelo lírico, de
honda expresividad y de gran exigencia
técnica. La violinista alemana Christiane Edinger –vinculada a nuestra música como primera intérprete de obras
violinísticas esenciales de Cristóbal
Halffter–, llevó a cabo enseguida una
adaptación para violín de esta Cadenza
y la dio a conocer en Varsovia el 28 de
octubre de 1986: es la versión que vamos a escuchar aquí.
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Jonathan Berger, compositor neoyorquino nacido en 1954 y profesor de la
Universidad de Stanford, es músico que
ha trabajado en aspectos de la electroacústica y de las nuevas tecnologías
aplicadas a la composición. Su interés
por la investigación le ha llevado también a colaborar con centros como el
Cognitive and Systems Neuroscience
Laboratory de Stanford. Berger es el
autor de Sink or Swim, para violín solo,
un conjunto de variaciones sobre una
canción popular de Escocia, de tema
amoroso. Frente a las complejidades
de otros planteamientos compositivos,
Berger muestra aquí el lado más «puro»
de su inspiración musical.
El compositor y pianista polaco Marian
Borkowski se formó en Varsovia antes
de acudir a París a perfeccionar estudios de composición con Nadia Boulanger y Olivier Messiaen. Pasó también
por las prestigiadas aulas de Franco
Donatoni, en Siena, y de Iannis Xenakis, en la Universidad de París. Es uno
de los músicos más premiados y que
mejor representan en el mundo a la
música polaca actual, inscribiéndose en
la gran línea Szymanowski-LutosławskiBogusław Schäffer-Penderecki. En 1975,
Borkowski compuso Images II, obra para
violín o cualquier otro instrumento de
cuerda, según consta en la partitura.
Eran años en los que la escritura musical ofrecía con frecuencia –mucho más
que ahora– libertades y posibilidades
de elección a los intérpretes.
La milonga y el tango simbolizan el
núcleo de la música original del argentino Astor Piazzolla. Músico de sólida
formación, discípulo de Ginastera en
Buenos Aires y de Nadia Boulanger en
París, Piazzolla, también consumado
bandoneonista, ha construido su obra
irrenunciablemente de cara a estas
formas tradicionales de su tierra natal,
elevándolas hasta las salas de concierto a través del bandoneón, la guitarra,
el piano o múltiples combinaciones
camerísticas y hasta sinfónicas, sin excluir formas grandes como el oratorio o
la opereta. Pocos artistas de la segunda
mitad del siglo xx pueden representar
tan bien como Piazzolla la juntura de
los mundos musicales «popular» y «culto»: de hecho, él ha colaborado para
hacer difusa esa separación, haciendo prevalecer los criterios de calidad
sobre los «genéricos». Adiós Nonino
es un «tango de concierto» que acaso
se ha revelado como lo más representativo de su producción. Existen mil y
una versiones de la pieza. El maestro
Piazzolla se expresó así sobre ella: «Lo
más lindo, a mi juicio, que escribí, sentimentalmente hablando, fue un tema a
raíz de mi estancia en Puerto Rico en
1959. Justamente al debutar en el Club
Flamboyán se muere mi padre en Mar
del Plata, y yo compongo el tema Adiós
Nonino. De mis obras es la que más gusta, la que más quiere la gente y la más
popular». Nonino es el seudónimo y apelativo cariñoso con que había sido conocido Vicente Piazzolla, el padre de Astor.
El belga Eugène Ysaÿe prolongó hasta bien entrado el siglo xx la figura,
tan romántica, del virtuoso violinistacompositor, con prototipo en Paganini
y nombres intermedios tan gloriosos
como los de Joachim y Sarasate. Ysaÿe
fue discípulo directo de otros grandes
violinistas y autores de conciertos para
violín y orquesta del xix, como el polaco
Wieniawski o el belga Vieuxtemps, con
quien estudió en París. Fue una figura
capital de la escuela violinística francobelga y se relacionó estrechamente con
los mejores compositores que operaban en París en los años de paso entre
los siglos xix y xx: baste recordar que
para Ysaÿe escribieron obras Franck
(su excepcional Sonata), Lekeu, D’Indy,
Magnard, Chausson, Fauré o Debussy
(su único Cuarteto de cuerda). También
compositor, lo más perdurable de la música escrita por Ysaÿe es la colección
de seis Sonatas para violín solo que,
bajo la impresión profunda que le habían producido el conocimiento y el estudio de las Sonatas y Partitas de Bach,
esbozó y escribió de un solo impulso,
en 1923. Las obras, como es natural,
son propias de un virtuoso intérprete y
profundo conocedor de los recursos del
violín, pero no se quedan en su valor
puramente técnico, sino que muestran
también una notable inspiración musical. Cada una de ellas está dedicada a
un violinista de la época, en prueba de
la amistad que Ysaÿe mantuvo con sus
colegas europeos más importantes: la
primera, al húngaro Joseph Szigeti; la
segunda, al francés Jacques Thibaud;
la tercera, al rumano George Enescu;
la cuarta, al austríaco –nacionalizado
en Estados Unidos– Fritz Kreisler; la
quinta, al belga Mathieu Crickboom; y
la sexta, al español Manuel Quiroga.
Ysaÿe compartía con Jacques Thibaud
una auténtica «obsesión» por Bach y a
ello alude el subtítulo del primer movimiento (Preludio), página en la que se
recrea el movimiento homónimo de la
Partita nº 3 en Mi mayor de Bach. Siguen dos movimientos de expresión
grave, casi dolorosa, en Malinconia, y
a modo de misterioso nocturno en la
Danse des ombres. El dinámico y vivo
final (Les furies) restituye un clima
expresivo más positivo, además de
deslumbrarnos con su brillante virtuosismo violinístico.
José Luis García del Busto
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© Kike Para
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PluralEnsemble es un conjunto instrumental especializado en la música de
los siglos xx y xxi. Fundado por Fabián
Panisello, su director titular, nació con
la vocación de difundir la música contemporánea, con un énfasis especial en
la música creada en España. Buscando
siempre la más alta calidad interpretativa, desarrolla anualmente una temporada estable de conciertos y giras,
alternando el repertorio más exigente
de solista con obras para conjunto.
A lo largo de sus trece años de vida,
ha desarrollado sus temporadas de
conciertos en el Auditorio Nacional
de Música, el auditorio del Museo
Thyssen-Bornemisza y el Círculo de
Bellas Artes de Madrid, y ha intervenido con gran éxito de crítica y
público en festivales y auditorios
como Musica (Estrasburgo), A Tempo
(Caracas), Présences (París), Ars Musica
(Bruselas), Manca (Niza), Spaziomusica
(Cagliari), Aspekte (Salzburgo), IFCP
Mannes (Nueva York), Konzerthaus
(Berlín), Festival de Música de Alicante,
Quincena Donostiarra, o el Auditorio
400 del Museo Nacional Centro de
Arte Reina Sofía de Madrid, ciclo de la
WDR de Colonia, el Festival Nous
Sons del Auditori de Barcelona, el Festival de Otoño de Varsovia y el Festival
Ultraschall de Berlín, entre otros.
Además de numerosas grabaciones
para las radios WDR, RBB, RNE, RF,
ORF, RTBF o la radio polaca entre muchas otras, realiza grabaciones de CD
para los sellos Col legno (Múnich),
Verso (Madrid), Cervantes (Bremen) y
NEOS (Múnich) de compositores como
David del Puerto, Luis de Pablo, César
Camarero, Peter Sculthorpe, José Manuel López López y Fabián Panisello,
y tiene prevista la aparición de tres
discos monográficos sobre la obra de
cámara de Ravel, José Luis Turina y
György Ligeti.
Colabora habitualmente con solistas como Dimitri Vassilakis, Nicholas
Isherwood, Alda Caiello, Allison Bell,
Salome Kammer, Siegfried Mauser, Jörg
Widmann, Pilar Jurado, Marco Blaauw,
Miquel Bernat, y directores como Zsolt
Nagy, Cristóbal Halffter, Cesáreo Costa,
Daniel Kawka, Joan Cerveró, Wolfgang
Lischke o Jean Paul Dessy.
Además de sus giras, grabaciones y ciclo pedagógico sobre la música del siglo xx, actualmente desarrolla un ciclo
de conciertos-retrato dedicado a grandes compositores contemporáneos internacionales en el Auditorio Nacional
de Música, fruto de la colaboración con
la Fundación BBVA.
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PATRYCJA PIEKUTOWSKA
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Patrycja Piekutowska concluyó sus estudios en la Universidad de la Música
Fryderyk Chopin de Varsovia, completando su formación con un máster de
postgrado bajo la dirección de Igor
Oistrakh en el Real Conservatorio de
Bruselas, donde recibió el diploma con
«Mención de Honor» en 2002. Desde
ese mismo año es profesora en la Universidad de la Música Fryderik Chopin
de Varsovia, y en 2007 obtuvo el título
de Doctora en Artes Musicales.
Ha sido la primera violinista polaca
que ha recibido, en su edición de 2008,
el Premio de la Música Clásica del
MIDEM de Cannes por su grabación
de Capricho para violin y orquesta de
Krzysztof Penderecki, bajo la dirección
del propio compositor. Desde hace catorce años ha llevado a cabo una amplia carrera como solista, dentro y fuera
de su país. Diversas giras internacionales la han llevado a un gran número de
países por todo el mundo, de Francia a
China y de Túnez a Estados Unidos.
En su carrera destacan los más de
cuarenta conciertos ofrecidos en Sudamérica: en el Teatro Colón junto con la
Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, en
Montevideo con la Orquesta Sinfónica,
así como las localidades chilenas de La
Serena, Valparaíso y Viña del Mar con
la Orquesta Filarmónica de Santiago de
Chile (2003). En mayo de 2007 ofreció
varios recitales en una gira por Perú y
Chile, y en febrero de 2008 tocó diversos recitales y conciertos con orquesta
en Venezuela.
En junio y en octubre de 2005 realizó
una gira por China, donde actuó en
el Festival de Música de Beijing. En
septiembre del año siguiente hizo su
presentación en el Alice Tully Hall del
Lincoln Center en Nueva York. En 2008,
aparte del ya mencionado premio del
MIDEM, sus discos recibieron distintos galardones en Luxemburgo, Bélgica, Italia y España. Con motivo de la
celebración del septuagésimo quinto
cumpleaños de Krzysztof Penderecki,
ofreció numerosos conciertos en Estados Unidos (Washington, Nueva York),
Alemania, Irlanda, Venezuela y Polonia,
donde tuvo el honor de tocar en el concierto inaugural del Festival Penderecki
en la Sala Filarmónica de Varsovia.
En su discografía figuran obras de
Wieniawski, Paderewski, Szymanowski, Sibelius, Lutosławski o el propio
Penderecki. En mayo del año pasado se
publicó su última grabación, The Power
of Emotion (El poder de la emoción), junto con el pianista Mariusz Rutkowski,
que contiene diversas miniaturas para
violín y piano de compositores como
Massenet, Rachmaninov, Szymanowski, Piazzolla y John Williams, entre
otros. En agosto de 2009 tocó por primera vez en Rusia, ofreciendo un recital de música polaca en el Salón Blanco
del Museo Pushkin de Moscú.
Depósito legal: SS-1317-2010
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