Conferencia FLACSO-ISA 2014 Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. 23 al 25 de julio de 2014 Mesa: "Populismo. Devenir de una categoría polisémica". Coordinadores: Sebastián Barros y Julián Melo Ruptura y recomposición populista en la experiencia boliviana reciente María Virginia Quiroga1 Resumen: Durante el período de vigencia del neoliberalismo en Bolivia, el sistema político se estructuró en torno a dos ejes: mercado y democracia pactada, destacando entre ellos una relación de inherencia. El saldo negativo de dicho proyecto neoliberal a fines de los „90 conduciría a un giro generalizado de los países latinoamericanos hacia la centro-izquierda, proceso en el cual Bolivia ha experimentado notables transformaciones. La presencia de Evo Morales en el sillón presidencial constituyó una revolución simbólica que trastocó el rol de sumisión que tenían reservado las mayorías indígenas. En este sentido, esta ponencia está dedicada al análisis de la experiencia boliviana reciente, a partir de dos claves de interpretación: la ruptura y la recomposición. Para ello tomaremos como referencia la obra de Ernesto Laclau y los últimos aportes de distintos investigadores de esta perspectiva teórica. En primer lugar, aludiremos al proceso de irrupción popular manifiesto en el ciclo de protestas 2000-2005 y su capitalización en una estrategia de poder que triunfó en las elecciones presidenciales de diciembre de 2005. En segunda instancia, destacaremos la consolidación de un proyecto político-identitario a partir de una lógica de articulación populista. La misma implicó la paulatina incorporación de los sujetos históricamente excluidos y políticamente invisibilizados; el trazado de fronteras con los adversarios; y la construcción de un pueblo, en simultáneo a la creación de una nueva institucionalidad. 1 Politóloga (UNRC), Doctora en Estudios Sociales de América Latina (CEA-UNC). Becaria postdoctoral del CONICET. Contacto: [email protected] 1 Introducción El presente artículo propone analizar el devenir del escenario político boliviano hacia fines del siglo XX y comienzos del XXI, a partir de dos claves interpretativas: la ruptura y la recomposición; las cuales estructuran los dos apartados en que se organiza el texto. Esta diferenciación responde a fines analíticos y bajo ninguna circunstancia quiere significar la existencia de procesos predeterminados ni totalmente independientes. Por el contrario, se pretende enfatizar la permanente imbricación entre la ruptura y la reintegración comunitaria, a través del estudio de prácticas articulatorias específicas en un contexto espacio-temporal determinado. La instancia de ruptura se visibiliza, especialmente, durante el ciclo de protestas 20002005 y el impulso y consolidación del Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP). Esta etapa implicó la emergencia de una serie de profundos cuestionamientos respecto del orden vigente e inauguró un “litigio fundamental en torno a la cuenta de las partes” (Rancière, 1996: 23). Es decir, los sujetos que protagonizaban las diversas protestas sociales y que se agrupaban en torno a un nuevo instrumento político, se rebelaron ante el lugar que la institucionalidad les había conferido: ¿por qué el lugar de los indios para el hacha y el machete? ¿Por qué la estigmatización de los cocaleros como narcotraficantes? ¿Por qué los sectores populares como “pongo”2 político para la foto de los candidatos de turno? ¿Por qué tecnócratas y profesionales formados en el exterior eran considerados como los únicos capaces para tomar decisiones relevantes? Estas manifestaciones de malestar, y los cuestionamientos que las acompañaron, fueron paulatinamente socavando las bases del sistema imperante. En segundo lugar, el proceso de recomposición supone el impulso de una propuesta positiva para el orden social por parte del MAS-IPSP. Dicho instrumento triunfó en las elecciones presidenciales de diciembre de 2005 y, posteriormente, de diciembre de 2009; y se involucró en un proceso de progresiva incorporación de los sujetos históricamente excluidos y políticamente invisibilizados. En ese trayecto ha resultado fundamental el desarrollo de nuevos dispositivos institucionales que, lejos de permanecer exentos de tensiones y roces, coexistieron conflictivamente con las instituciones del viejo orden. 2 Referido al trabajo servil al que eran sometidos los indígenas, desde la época colonial hasta mediados del siglo XX. 2 Para emprender el análisis aquí propuesto se combina la recurrencia a bibliografía especializada y la utilización de registros narrativos. Estos últimos consisten en entrevistas a militantes del MAS-IPSP en Bolivia3, discursos de dirigentes sociales y documentos públicos. En lo que respecta al procesamiento y análisis de los datos obtenidos, se trabaja centralmente con categorías provenientes de la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau y los últimos aportes de distintos investigadores vinculados con esta perspectiva teórica. A ello se suman algunas contribuciones complementarias4 de Jacques Rancière. 1. La ruptura: entre el ciclo de protestas y la consolidación de una alternativa popular La transición del siglo XX al XXI trajo a la escena pública boliviana un extendido proceso de movilizaciones que se inauguró en el año 2000 con la Guerra del Agua en Cochabamba, la cual abarcó masivas manifestaciones contra la privatización de ese servicio básico. En adición a ello, se desarrollaron marchas y bloqueos, liderados por el dirigente sindical y diputado Evo Morales, contra la militarización y erradicación de la hoja de coca en el Trópico de Cochabamba5. También se sumaron los bloqueos aymaras en el Altiplano, encabezados por el dirigente indígena-campesino Felipe Quispe. Luego, hacia febrero del 2003, cabe citar la reacción popular ante el impuestazo del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y, en octubre de ese año, la Guerra del Gas con epicentro en las ciudades de La Paz y El Alto. Esta situación se desencadenó a partir del descontento que generó la iniciativa gubernamental de incrementar las exportaciones de gas a Estados Unidos vía Chile. La magnitud del conflicto fue tal que provocó la renuncia de Sánchez de Lozada y su reemplazo por el Vicepresidente Carlos Mesa. Finalmente, durante los años 2004 y 2005 se sucedieron los desacuerdos entre los movimientos sociales, el nuevo gobierno y las elites del oriente boliviano en torno a la ley de hidrocarburos y la convocatoria a una asamblea constituyente; como consecuencia, Mesa dimitió del cargo. A partir de allí se desplegaron nuevas movilizaciones para evitar el retorno de los partidos tradicionales al poder. 3 Se recuperan para ello las fuentes vertidas en el trabajo de tesis doctoral de Quiroga, 2012. En las conclusiones de La Razón Populista, Laclau se refiere a la complementariedad de su enfoque con el de Rancière. Allí expresa que sus análisis se acercan especialmente en dos puntos, por un lado la noción de pueblo como una parte que se presenta como el todo y trastoca la cuenta de las partes; y por otro, la idea de una clase que no es una clase, rescatando la función universal de las luchas particulares. 5 El Trópico de Cochabamba abarca la Región Tropical del Departamento de Cochabamba (centro-este de Bolivia), incluyendo la región de Tiraque Tropical, Carrasco y Chapare. 4 3 Este ciclo de protestas generó una dislocación o interrupción del orden vigente, en tanto cuestionó fuertemente al sistema de democracia pactada6 y a los partidos políticos tradicionales como canales privilegiados para la representación. Al mismo tiempo, reafirmó las enormes capacidades organizativas y propositivas de la sociedad civil para gestar instancias alternativas. En este contexto, los campesinos e indígenas reaccionaron ante múltiples situaciones en las que no eran considerados como actores políticos relevantes, sino como “incapaces de hablar y de ser escuchados” (Rancière, 1996: 44-45). En definitiva, levantaron su voz ante la percepción arraigada en el sentido común, la cual sostenía que “la política no era para los campesinos, porque toda su política estaba en el hacha y el machete”7. El Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), que se había formado como la herramienta electoral de las federaciones de productores8 de coca del trópico de Cochabamba, fue erigiendo su propuesta como la más adecuada para suturar los efectos desestabilizantes abiertos por la inestabilidad institucional y la permanente conflictividad social. El MAS-IPSP se presentó como una alternativa de redención para el campo popular boliviano. De esta manera, fue alcanzando proyección nacional, hasta imponerse en la contienda de diciembre de 2005 -con casi el 54% de los votos-. Para explicar la expansión del instrumento político de los productores de coca resulta pertinente la noción laclauniana de “cadenas de equivalencias”. La misma refiere al proceso por el cual comienza a darse cierta solidaridad entre determinados discursos a partir de la negación de la satisfacción de distintas demandas. Éstas serán equivalentes en relación a aquello que las niega, la institucionalidad que no les hace lugar; por ello se dice que sus lazos equivalenciales son de carácter negativo (Laclau, 2005). De este modo, la extensión 6 Ello designa el sistema de gobierno imperante entre 1985 y 2003 por el cual sólo tres grandes partidos nacionales resultaban relevantes para la formación de coaliciones gubernamentales: Acción Democrática Nacionalista (ADN), el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR). La estabilidad se basó en la confección de acuerdos y consensos entre esa tríada de partidos que se alternaría en el poder. 7 Referencias extraídas del discurso del dirigente cocalero William Condori, en el acto homenaje al primer comité ejecutivo de las federaciones del Trópico de Cochabamba. Julio de 2009, Cochabamba. 8 Concretamente las organizaciones fundadoras del instrumento político fueron: la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Siza (FNMCB-BS). 4 de la cadena equivalencial en torno al MAS-IPSP supuso que las reivindicaciones insatisfechas de los pueblos originarios se enlazaran con la defensa de los recursos naturales: tierra, agua, gas e, inclusive, la hoja de coca. Estos elementos se erigieron como símbolos de la dignidad nacional, frente a las lesivas consecuencias de las reformas neoliberales. En definitiva, el afianzamiento del MAS-IPSP puso de relieve la superación de la literalidad de una demanda puntual para formular un fuerte cuestionamiento al sistema imperante. En ese devenir resultaron cruciales los sucesos de la ya mencionada Guerra del Agua, como primera victoria contra el modelo neoliberal, y de la Guerra del Gas que mostró la combinación del descontento por la apropiación privada de los recursos naturales con las viejas heridas de la Guerra del Pacífico9. A partir de esas protestas, el MAS-IPSP logró articular múltiples organizaciones con demandas diversas bajo dos consignas fundamentales: Asamblea Constituyente y nacionalización de los hidrocarburos. Ahora bien, el afianzamiento de la identidad política del MAS-IPSP implicó también el trazado de fronteras políticas. En la perspectiva laclauniana, la constitución de una identidad política implica “el establecimiento de un límite que excluye una alteridad y que tiene como manifestación discursiva la presencia de un antagonismo que es precisamente el testimonio de la imposibilidad de constitución de identidades plenas” (Laclau, 2000: 160). De allí que el antagonismo cumple dos papeles simultáneos: por un lado, bloquea la plena constitución de la identidad a la que se opone (y muestra su contingencia); y por otro, forma parte de sus condiciones de existencia, es un “exterior constitutivo” (Laclau, 2005: 94). La formación de antagonismos en Bolivia puso de relieve, al menos, tres componentes simultáneos: una base étnico-cultural (la oposición indígenas - q`aras10); una base clasista (trabajadores - empresarios) y una base regional (occidente - Media Luna11) (García Linera, 2008: 347). A la vez, es posible advertir procesos en los cuales se superponían temporalidades diversas: memoria larga, mediana y corta (Svampa, 2007). Es decir, la 9 Contienda bélica que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú, entre 1879 y 1884, por problemas limítrofes en relación al Desierto de Atacama. Como resultado, Bolivia perdió su único territorio con salida al mar y rico en recursos naturales como el salitre y el cobre. 10 Denominación en aymara para los sectores con color de piel blanca, especialmente utilizada para identificar a las elites blancas. 11 De ese modo se denomina a la región conformada por los cuatro departamentos del oriente boliviano: Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz. 5 memoria larga se retrotraía a los tiempos de la dominación colonial y a la persistencia de la discriminación y las persecuciones que sufrieron los indígenas a lo largo de la historia boliviana; la memoria mediana refería al distanciamiento con el proyecto homogeneizador de la revolución nacional-popular de 1952; y, por último, la memoria corta evocaba el antagonismo con los partidos políticos neoliberales y con el imperialismo. Respecto de esta última cuestión, se fue delimitando una brecha tajante entre partidos tradicionales y el MAS-IPSP. Vale aclarar que el significante “tradicional” fue vaciando su contenido; así, partidos nuevos como Poder Democrático y Social (PODEMOS)12 eran calificados de tradicionales por intentar preservar los pilares del orden establecido. El tradicionalismo no remitía, entonces, a los partidos “viejos” sino a la persistencia de un modelo de segregación basado sobre el poder económico y el color de la piel. Las elites nucleadas en estos partidos identificaron la emergencia del MAS-IPSP como un hecho aberrante que amenazaba la preservación del statu quo; y a la figura de Morales como el exponente de una “raza maldita” o “la chola del Presidente venezolano Hugo Chávez”.13 En definitiva, este apartado pretende enfatizar que la llegada y consolidación del MASIPSP en el poder supuso la irrupción de grupos históricamente excluidos y políticamente invisibilizados. Es decir, fueron los mismos actores movilizados, aquellos que reflejaban las demandas manifiestas a través de la resistencia cocalera y la ola de protestas 2000-2005, los que denunciaron su exclusión de la comunidad y, en nombre del daño que ésta les causaba, asumieron como una parte la representación plena del todo comunitario. Así, diversos sectores se articularon en torno a una alternativa electoral (el MAS-IPSP) que se presentó como respuesta disponible y creíble frente a la dislocación generalizada, y pretendió asumir la representación de un sujeto popular que ya no remitiría a identidades particulares (campesino, indígena, trabajador), sino que interpelaba a los excluidos en tanto “pueblo boliviano”. Los sectores nucleados en torno al MAS-IPSP se identificaban como “la verdadera Bolivia”, “el país profundo”, los “originarios”, el pueblo olvidado y dañado por una comunidad que carecía de su rasgo igualitario. A su vez, se colocaban en oposición al bloque históricamente privilegiado, los cuales eran pensados como “no auténticos”, “otra 12 Principal opositor del MAS-IPSP en la contienda de 2005. Aludimos a expresiones que figuraban en graffitis de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), hacia el año 2006. 13 6 gente”14, ya que permanecían enfocados en intereses extranjeros y antagonizaban con el MAS-IPSP. De esta manera, una vez en el gobierno, el MAS-IPSP impulsó una serie de medidas que pretendieron redefinir los límites del orden comunitario boliviano. No obstante, fue la reelección de diciembre del 200915, tras el fracasado intento de golpe cívico-prefectural en septiembre de 2008, la que permitió la consolidación en el poder de la amalgama de sectores y organizaciones socio-sindicales que bregaba en pos de la continuidad y profundización del proceso de cambio iniciado en el 2006. A continuación, avanzaremos en esa línea de argumentación. 2. La recomposición: radical inclusión y refundación institucional El denominado “proceso de cambio” en Bolivia, inaugurado con el gobierno del MASIPSP en enero de 2006, se caracterizó por una modificación fundamental en la distribución de roles sociales. De este modo, quienes no tenían lugar para hablar y ser escuchados en el orden comunitario, irrumpieron en la arena política y se manifestaron como partes de un proyecto político-identitario que los consideraba capaces de voz y no sólo de ruido, parafraseando a Rancière (1996). En consonancia con ello, el instrumento político dio impulso a una serie de iniciativas y medidas de gobierno que intentarían garantizar la igualdad de oportunidades en la toma de decisiones públicas y la ampliación de la riqueza colectiva de todos los bolivianos y bolivianas. Siguiendo a Sebastián Barros (2006, 2005) podríamos pensar en una recomposición de carácter populista en Bolivia a partir de la idea de radical inclusión. Para el autor la especificidad del populismo está dada por “la radical inclusión de una heterogeneidad que rompe con la homogeneidad institucional” (Barros, 2005: 7-8). Es decir, no se trata de una simple apertura de pequeños lugares para aquellos “que no tenían parte” (Rancière, 1996); sino que se plantean fuertes cuestionamientos al orden comunitario vigente y se promueve la creación de una nueva comunidad legítima. En consonancia con ello, los indígenas y cocaleros comenzaron a renegar de su rol predeterminado sólo para el hacha y el machete, y 14 Los encomillados rescatan enunciaciones de los propios militantes del MAS-IPSP entrevistados. Para mayores referencias consultar: Quiroga, 2012. 15 La fórmula Morales - García Linera resultó triunfante con cerca del 63% de apoyo y logró la mayoría parlamentaria en ambas cámaras. 7 se proyectaron políticamente como alternativa de gobierno. Así, se desplazaron de su lugar social legítimo y mostraron sus capacidades para protagonizar la refundación comunitaria. Es importante advertir que la radical inclusión puede entenderse, al menos, en dos sentidos claves. Por un lado, como iniciativa estatal de reinstitución o creación de derechos que apuntan a mejorar las condiciones materiales de vida de la sociedad boliviana; y, por otro, como visibilidad y reconocimiento simbólico para aquellos grupos otrora excluidos. Analizaremos estas cuestiones con mayor detenimiento. En primer lugar, la dimensión material de la radical inclusión alude a la difusión y ampliación de los procesos de democratización social, económica y política. Así, en el plano social, la inclusión se opera a través de medidas como el “Bono Juancito Pinto” contra la deserción escolar, el “Bono Juana Azurduy” para disminuir la mortalidad materno infantil, la “Tarifa Dignidad” que garantiza subsidios en algunos servicios públicos, la “Renta Dignidad” como renta universal de la vejez, la alfabetización a través del método cubano “Yo Sí puedo”, el mejoramiento de los servicios de salud, el desarrollo de obras públicas con el programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, entre otras iniciativas. En la arista económica, el gobierno ha intentado lo que René Zavaleta Mercado ([1986] 2008) calificaría como apropiación del excedente, concepto que históricamente permaneció ajeno al Estado boliviano. Para revertir esta situación el MAS-IPSP impulsó, el 1 de mayo de 2006, la nacionalización de los hidrocarburos que significó la reposición de la autoridad estatal frente al capital extranjero. Otro elemento del cambio económico fue la sanción de la Ley INRA -el 26 de noviembre del 2006- por la cual el Estado recuperaría tierras improductivas para su reparto en propiedad colectiva. No obstante, la aplicación de la misma ha recibido duras críticas por la lentitud y discrecionalidad con que avanza. También vale destacar la puesta en marcha de procesos de modernización de las economías familiares microempresariales y artesanales urbanas, y de las economías campesinas comunitarias. Asimismo, recientemente el gobierno ha promulgado la nueva Ley financiera que busca regular las actividades de intermediación y la prestación financiera, en apoyo de las políticas de desarrollo económico y social del país. En términos políticos, el MAS-IPSP hizo propia la demanda por la Asamblea Constituyente como vía para establecer una nueva correlación de fuerzas y refundar Bolivia. La Constituyente transitó un devenir complejo, entre agosto de 2006 y diciembre 8 de 2007, pero logró sancionar una nueva constitución política (NCPE)16 que partió del reconocimiento del carácter plurinacional y comunitario del Estado boliviano. Ello implicó una reformulación de la trama estatal que puso en juego aspectos referidos al sistema de representación política, al sistema electoral, al pluralismo jurídico, a los derechos colectivos, a la diversidad de la estructura económica, y a la descentralización política. También se han efectuado avances en la reestructuración de las instituciones de representación y participación a través de la sanción de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización, y la Ley del Régimen Electoral. Es preciso advertir que las cifras e indicadores referidos a Bolivia también dan cuenta de la mejora en las condiciones materiales de vida. En términos sociales, el Banco Mundial destacó que Bolivia se encuentra entre los cuatro países latinoamericanos que más redujeron su índice de pobreza, durante el período 2007-201217. Documentos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas del Estado boliviano confirman que la pobreza extrema se redujo, entre 2005 y 2012, en 22 puntos porcentuales en el área rural; mientras que a nivel nacional este indicador cayó de 38,2% (2005) a 21,6% (2012), es decir, bajó un 16,6%.18 A su vez, se operó un incremento considerable en el acceso al agua potable y a servicios básicos de saneamiento: en 1990 un 57,5% del total de la población del país tenía acceso a tales servicios, alcanzando el 78,5% en 2012. En adición a ello, el 21 de diciembre de 2008, la Unesco y Evo Morales declararon a Bolivia como territorio libre de analfabetismo, con un índice del 3,4%.19 Estos avances en materia social se encuentran en íntima vinculación con la mejora en los indicadores de la macroeconomía. A partir de la nacionalización de los hidrocarburos, el Producto Bruto Interno (PBI) se multiplicó 3,5 veces en 8 años; es decir, pasó de 8 mil millones de dólares en 2005 a 33 mil millones en 2013. Asimismo, se obtuvieron condiciones tributarias más favorables: los ingresos por impuestos se incrementaron de 6.904,7 en 2005 a 11.935,9 millones de dólares en 2006; los ingresos por ventas 16 La NCPE fue elaborada durante el proceso de Asamblea Constituyente y resultó aprobada por referéndum poblacional en enero de 2009. 17 “Banco Mundial destaca a Bolivia por reducción de la pobreza”, El día, 28 de Febrero de 2014. Disponible en: http://www.eldia.com.bo/index.php?cat=1&pla=3&id_articulo=139772 Consultado el 21 de abril de 2014. 18 “El Gobierno logra disminuir en 22% la tasa de pobreza extrema en el campo”, Informe del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas del Estado Plurinacional de Bolivia, del 5 de agosto de 2013. 19 “Evo Morales declara a Bolivia libre de analfabetismo”, en El Mundo, 19 de diciembre de 2008. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/12/21/internacional/1229830699.html Consultado el 6 de diciembre de 2013. 9 aumentaron de 618,2 en 2005 a 3956,8 millones en 2006; las reservas internas pasaron de 1.123, 3 en 2004 a 4.113 millones de dólares en julio de 2007.20 Asimismo, la inversión pública evolucionó considerablemente: en el año 1999 su ejecución alcanzó los 530 millones de dólares; mientras que para la gestión 2013 superó en casi siete veces ese monto, llegando a la cifra de 3.781 millones, y para el 2014 se prevén 6 mil millones de dólares en inversión pública (10 veces más).21 En segundo lugar, la radical inclusión también revela una dimensión simbólica en tanto inscripción de aquellos grupos excluidos en una narrativa común que los interpela como miembros de un sujeto político popular. Este proceso se vincula con lo que el analista político y vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera (2009, 2014), ha caracterizado como una modificación en las percepciones, en el sentido común de los bolivianos, una “revolución en las mentes”. De este modo, se traza la ruptura con los imaginarios sociales que reproducían una clara diferenciación de los roles en el espacio público boliviano: “la política para gente que estudió en el exterior”22 y “los indios para el hacha y el machete”23. Se trataba de postulados que trascendían el ámbito político o económico para abarcar, también, el plano de la etnicidad. Es decir, ese discurso social concentraba elementos fuertemente racistas, que calificaban y descalificaban a los sujetos sociales a partir de sus rasgos, su lengua y sus vestimentas. La misma fisonomía del MAS-IPSP lo hace portador de una simbología particular, lograda a partir de preservar un estrecho vínculo con los colectivos organizados (Quiroga, 2012). En su estatuto orgánico se prevén disposiciones en ese sentido: la obligación de los dirigentes de bajar permanentemente a las bases (artículo 26), la elección de los candidatos por voto directo en ampliados y asambleas (artículo 42), una estructura interna caracterizada por la democracia participativa (artículo 68). Además, pese a desempeñarse como presidente, Evo Morales conservó su rol como Secretario Ejecutivo de la Coordinadora de las Seis Federaciones de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba 20 Datos del Banco Central de Bolivia. Boletín Informativo del Ministerio de Planificación del Desarrollo, 11 de Enero de 2014. 22 “Nosotros habíamos sentido la marginación en colegios, centros de profesionales, universidad; por nuestro apellido, la piel, la ropa que llevábamos (…) Cuando lanzamos la candidatura de un campesino presidente, antes de las elecciones de 2002, toda la gente se burlaba de nosotros: ´Como es que ustedes quieren ser presidente, ministro. Eso es para gente que estudió en el exterior`” (Entrevista al dirigente y ex diputado Dionisio Núñez, 2009). 23 Así lo expresó el dirigente William Condori (2009). 21 10 y, al mismo tiempo, expresó que su estilo de gobierno se regía por el “mandar obedeciendo”24. En la actualidad, el gobierno mantiene una notoria cercanía con la Coordinadora Nacional para el Cambio (CONALCAM). Se trata de una instancia fundada a comienzos del año 2007 como una supraorganización que articuló a campesinos, indígenas, colonizadores, cocaleros, cooperativistas mineros, sindicatos obreros, juntas de vecinos y funcionarios estatales en apoyo a la gestión del MAS-IPSP.25 Según Jorge Viaña (2011) la creación de la CONALCAM fue una respuesta a los empeños organizativos y a la capacidad de movilización de la oposición de la Media Luna, que se nucleaba en el Consejo Nacional Democrático (CONALDE). Por ello, su resonancia en el espacio público se vio realzada a partir de la creciente necesidad de generar gobernabilidad frente a los actos destituyentes de la oposición hacia agosto-octubre de 2008. En adelante, la CONALCAM se desempeñó como un órgano deliberativo que se involucraba en la toma de decisión pública a través de la realización de masivas asambleas -lideradas por el propio presidente Evo Morales- y la movilización de sus bases para apoyar determinadas iniciativas gubernamentales. A partir de los señalamientos precedentes, es posible afirmar que el proceso de cambio en Bolivia se asienta sobre la radical inclusión de aquellos sectores que “no tenían parte” (Rancière, 1996) y, al mismo tiempo, sobre una refundación institucional que contribuye a que esa inclusión se haga efectiva. En ese sentido, se pretendió modificar las instituciones e instrumentos jurídicos, sociales, económicos y políticos existentes, en pos de que el Estado boliviano logre posicionarse como “dueño de sus propios fines” (Zavaleta Mercado, [1986] 2008: 54). Las modificaciones que ha operado el MAS-IPSP en el plano institucional, especialmente a través de la sanción de la nueva constitución, confirman la necesidad que atraviesan las experiencias populistas de involucrase en un proceso de estabilización tras el 24 En referencia a las frases del subcomandante Marcos -líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional-. Concretamente, desde sus inicios, las bases de la CONALCAM han sido la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia, la Federación de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”, el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) y la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia -en la actualidad denominada Confederación Sindical de Comunidades Interculturales (CSCI)-. Aunque posteriormente el CONAMAQ se alejó por disidencias internas y se logró una importante alianza con la Central Obrera Boliviana (COB). 25 11 momento de irrupción inicial. Ello cuestionaría la supuesta oposición entre populismo e instituciones26, ya que el primero necesita de dispositivos institucionales que, lejos de desempeñarse como herramientas técnicas neutrales, se involucren en la paulatina inclusión de aquellos sectores históricamente marginados. Ahora bien, Laclau (2014) reconoce que las instituciones políticas resultan de una cristalización de relaciones de fuerza entre diversos grupos en pugna. Por ello, “todo proyecto de cambio social, cualquiera sea su orientación ideológica, chocará necesariamente con el orden institucional vigente” (Laclau, 2014). Esto quiere decir que las instituciones de la comunidad refundada no están exentas de roces con los dispositivos del orden anterior. En consecuencia, los cambios no surgen de un momento a otro, ni las instancias de ruptura y recomposición resultan totalmente independientes. Se trata más bien de procesos con implicancias mutuas, donde los nuevos dispositivos habitan conflictivamente las instituciones heredadas del orden previo (Aboy Carlés, 2013). Esta compleja coexistencia entre lo “viejo” y lo “nuevo” puede evidenciarse, por ejemplo, en la reapropiación que hace el MAS-IPSP y la NCPE de un dispositivo jurídico impulsado durante la primera gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada, hacia 1994: la Ley de Participación Popular. La misma permitía la inscripción de organizaciones territoriales para las elecciones, retirando el monopolio exclusivo de los partidos políticos. El MAS-IPSP recurrió a este instrumento para acceder paulatinamente a los poderes locales, “implicaba la posibilidad de ocupar el Estado desde sus patios interiores” (Komadina y Geffroy, 2007: 29). La imbricación entre ruptura y recomposición también podría apreciarse en el carácter transitorio que se adjudica al nuevo texto constitucional (Mokrani Chávez y Uriona Crespo, 2011). Es decir, por un lado, se le reconocen importantes avances y, por otro, se señalan algunos de sus límites en relación a los horizontes de cambio abiertos por las luchas de los movimientos sociales. Entre los avances, cabe reconocer la consecución de un nuevo marco jurídico y político que -no exento de tensiones- aspira a incluir a aquellos actores, comunidades y espacios marginados del contrato social moderno. Entre los desafíos, podría considerarse que la instauración de un Estado plurinacional no cuestiona de fondo la matriz 26 La igualación entre populismo y anti-institucionalismo podría reconocerse tanto en voces tradicionales (Germani, Di Tella, O´Donell, Paramio) como en el mismo Laclau, quien deja entrever que el populismo se presenta como lo otro de las instituciones (Laclau, 2005: 107-108). 12 de organización política (el Estado), que en definitiva fue impuesta por las culturas dominantes. Luego, también resta avanzar en la puesta en práctica del sistema de Autonomías Indígena-Originario-Campesinas (AIOC)27 -reconocidas por la Constitución y reglamentadas por la Ley Marco de Autonomías-. Cordero Ponce (2012) advierte sobre las dificultades de este proceso y señala que solamente 11 de los 337 municipios que existen en Bolivia están en proceso de conversión, lo que reflejaría las complejidades para modificar la institucionalidad vigente. Asimismo, en las nuevas construcciones aparecen las diferencias entre las distintas naciones indígenas, que están lejos de presentar una visión unívoca u homogénea. Finalmente, la consolidación del MAS-IPSP como proyecto político-identitario que desarrolla instrumentos institucionales capaces de contribuir a la radical inclusión de los sectores más relegados, no quiere decir que en Bolivia esté todo resuelto ni, mucho menos, que no se reconozcan importantes desafíos. De allí que en el apartado de cierre se plantean algunas tensiones que invitan al debate y a la apertura de nuevos interrogantes sobre el devenir de un proceso político en curso. Conclusión En el contexto boliviano reciente, el MAS-IPSP ha alcanzado reconocimiento como un proyecto político-identitario que otorga nombre a los “sin parte”. Su afianzamiento se produjo en un clima de alta conflictividad social y crisis de representación, y logró generar una dislocación en el orden de sentidos dominante, ya que la exclusión de las comunidades originarias y campesinas había sido una constante en la historia del país andino. Luego, la realización de una Asamblea Constituyente y la aprobación de un nuevo texto constitucional implicaron la institucionalización de la refundación del Estado boliviano. Dichos procesos no han permanecido exentos de tensiones ni de problemas en la concreción de varias de sus disposiciones, pero significaron un sustantivo avance en la articulación entre Estado boliviano y aquellos sectores históricamente relegados. En relación al escenario actual resulta posible identificar algunas tensiones entre los diversos sectores que protagonizan el “proceso de cambio”, los cuales experimentan roces a 27 Las AIOC se constituyen como la nueva figura de autogobierno indígena, a partir de la conversión de municipios en AIOC; “están pensadas como espacio para el ejercicio de la democracia comunitaria en territorios con población mayoritariamente indígena” (Cordero Ponce, 2012: 145). 13 partir de diferentes criterios sobre cómo seguir adelante. En una visión optimista, Álvaro García Linera sostiene que se trata de tensiones creativas “porque tienen la potencialidad de ayudar a motorizar el curso de la propia revolución” (García Linera, 2011: 24). Como primera tensión se presentan las dificultades en la relación Estado - Movimientos Sociales. Ello supone conflictos entre concentración y descentralización de decisiones, y entre tiempos diferentes para la toma de decisión. Para Jorge Viaña (2011) el vínculo entre el MAS-IPSP y las organizaciones sociales se define a partir de una permanente “interlocución/ruptura”28; es decir, “no se trata de una ruptura delimitada de una vez y para siempre, tampoco de apoyos incondicionales al gobierno” (91). La segunda tensión remite a la expansión de la cadena de equivalencias en torno al MAS-IPSP y la necesidad de preservar la conducción de los grupos otrora relegados. En ese sentido, los diversos sectores que conforman al “pueblo boliviano” presentan diferencias y libran luchas por obtener una mayor cercanía al gobierno y, con ello, mejores posibilidades para colocar sus demandas en la agenda pública. Así, por ejemplo, durante el último tiempo alcanzó notoriedad el descontento del sector obrero al denunciar que sus demandas han quedado excluidas del proyecto gubernamental. La Ministra de Economía Plural, Teresa Morales, reconoció que una de las tareas pendientes en su área es lograr incorporar las reivindicaciones obreras, conciliando sus intereses con los del campesinado29. Como tercera tensión emergen las problemáticas vinculadas a la compleja tarea de garantizar un incremento del excedente nacional a partir de la extracción de recursos naturales, a la vez que sostener una política de preservación del medio ambiente. Dicha puja estaría representada, de un lado, por las reivindicaciones en torno al “vivir bien” o suma qamaña30 y, del otro, el fomento a un modelo extractivista-productivista. En este sentido, varios líderes de organizaciones sociales, académicos y ex funcionarios han denunciado el avance sobre los territorios indígenas para ejecutar megaproyectos 28 El autor aclara que se trata de una definición tomada de Negri y Cocco, 2006: 242. Comentarios en el marco de la Conferencia sobre el Proceso Político Boliviano en las II Jornadas de Pensamiento Crítico Latinoamericano, Universidad Nacional de Río Cuarto, octubre de 2013. 30 El Vivir Bien o Suma Qamaña (en lengua aymara) refiere a un principio ético moral de las naciones indígena-originarias que ha quedado plasmado en la Nueva Constitución Política del Estado Boliviano. El mismo apunta a la convivencia armónica entre los individuos y entre éstos y la naturaleza. 29 14 multinacionales, sumado a la falta de voluntad gubernamental para encarar discusiones en torno al modelo de desarrollo. Finalmente, otro grupo de tensiones derivan del enfrentamiento con sectores que se colocan en abierta confrontación con el MAS-IPSP, y recurren a diversos repertorios de acción buscando erosionar o revertir algunas medidas de gobierno consideradas lesivas para sus intereses. De esta manera, actualmente se han concentrado esfuerzos en evitar la posibilidad de reelección de la fórmula Morales-García Linera en las elecciones del 12 de octubre de 2014. En suma, este artículo no ha pretendido encontrar certezas absolutas ni verdades únicas; sino que ha intentado reconstruir parte del devenir de un proceso de cambio que muestra la permanente vinculación entre ruptura y recomposición comunitaria. Al mismo tiempo, se pone de relieve que ambas instancias están atravesadas por la pretensión de inclusión de aquellos sectores históricamente relegados; inclusión como mejora en las condiciones de vida y, fundamentalmente, como acceso a aquellos roles sociales otrora nunca imaginados. 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