SATAS JUSTA Y RUFIA: Patronas de Huete y Sevilla> (la expedición del califa Abu Yacub a Huete en 1172 y la construcción de la mezquita y Giralda sevillanas). En la ciudad de Sevilla, a las 21,00 horas del día 16 de Enero del presente año 2009, en el Salón de Actos de la Casa Regional de Castilla-La Mancha. Buenas tarde-noches a todos ustedes, con mi especial agradecimiento a la Directiva de la Casa de Castilla-La Mancha en Sevilla, junto a todos los presentes, por permitirme el poder compartir este acto y dirigirme a los socios castellanomanchegos, sevillanos, amigos y acompañantes, … Sin más preámbulos pasó a cumplir mi compromiso contraído con todos los escuchantes aunque, en este caso particular, el compromiso es una especial gratificación personal para quien les expondrá brevemente estas notas sobre las Santas, Justa y Rufina; el sitio de Huete de 1172 con sus primeros mártires optenses por la fe; el inicio de la construcción de la mezquita de Isbiliyya y de su reconocido alminar, hoy La Giralda sevillana o la Señora de al-Andalus. Recordarles, a modo de introducción, que la mayor parte de los textos aportados son traducciones de un manuscrito árabe denominado “al-Mann Bil-Imama”, escrito por un arabohispano, Sahib al-Sala, actor y espectador destacado de muchos de los sucesos recopilados y expuestos en el presente trabajo. ATECEDETES DE SEVILLA A HUETE E 1172 La llamada a la “jihad” o guerra Santa Destruido el imperio almorávide y ocupada Marraquech por los almohades, se procedió a la conquista y unificación de todo el norte africano. Mientras tanto, en la península de al-Andalus, son los propios arabohispanos los que van eliminando los restos almorávides y renacen los pequeños reinos independientes conocidos popularmente como las “segundas taifas”; es ahora que, destaca entre todos, el andalusí Muhammad ben Mardanich, conocido entre los cristianos como el rey Lubb, Lobo o Lope. Y, ante la cruenta guerra civil que se extiende por todas las tierras de al-Andalus, a su vez atacadas también por los cristianos del norte, es que se acuerda pedir ayuda a los almohades del otro lado del Estrecho con respuesta positiva. El tercero de los califa almohades, Abu Yacub Yusuf (Jacobo José, y reinó desde el año 1162 al 1184) estuvo enfermo en Marrakus/Marraquech catorce meses y quince días, desde comienzos del año 565H (=25.IX.1169dC) hasta el viernes 16 Rabi I del 566H (=27.XI.1170dC), en que salió por primera vez a presidir la oración pública en la mezquita. Esta enfermedad impidió al soberano cumplir la promesa que tenía hecha a los hispanoalmohades de al-Andalus, para acudir personalmente a la Península en solemne campaña para restablecer la situación y tranquilizar a sus súbditos; nos limitaremos a decir, con las mismas palabras del cronista Ben Sahib al-Salá que, el mismísimo Califa “hizo un llamamiento a los árabes mediante una qasida en la que los excitaba a hacer la guerra santa y les animaba para la gran campaña que tenía en proyecto con los mayores preparativos, pintándoles con toda la grandeza y gloria que tenían e invitándoles con el mayor empeño, invocando el parentesco que les unía con ellos en Qays Aylan y diciéndoles que ellos eran la espada decisiva para ayudar y defender la verdadera religión [mahometana], así como para subyugar a los rebeldes [de Ben Mardanich] y rechazar a los infieles [cristianos]”. 1 He aquí, el inicio de la qasida que, a modo de bando, fue transportada y leída públicamente por las poblaciones de las tierras fértiles y desiertos del Magreb y de todo el norte de África occidental: 1.- Poned los cuellos de los caballos en dirección al occidente para atacar a los enemigos y conseguir vuestros anhelos; 2.- Aguijad contra los adversarios los caballos hostiles, pues otros lucios y largos corceles están prestos para la guerra. 3.- o se consiguen los deseos sino por las lanzas, ni la gloria se escribe sino con batallones, 4.- i llega a la meta propuesta sino el que persevera en los peligros y monta el lomo de las adversidades: 5.- Aquel para quien el tumulto de la lid es la más dulce aguada, aunque se le ofrezcan otros abrevaderos azules y colmados; 6.- Aquel que desprecia toda ganancia que no venga su sable y se desvía orgulloso de todas las demás ganancias. 7.- ¡Ea, pues! ¡Venga aquí vuestra energía árabe, rodeada de puntas de lanzas y de espadas! 8.- ¡Oh, caballeros de Qays, los hijos de Hilal Ibn Amir, con todos los lanceros y espaderos que abarcan!. 9.- Vuestro es el pabellón de la gloria: Apretad bien sus pilares obedeciendo por completo la orden de Dios. 10.- Venid en socorro de la religión con el ardor del colérico; acudid a la imperiosa llamada con la prisa del anheloso. [qasida inédita de claro matiz político con 44 versos en metro tawil, del médico y poeta de Guadix, Ben Tufayl (m. 318H-1185dC en Marraqus/Marraquech) autor, entre otras obras, del celebérrimo y reconocido El Filósofo autodidacta. Su objetivo, en este caso, un bando o llamada entusiasta y enérgica a las autónomas tribus árabes norteafricanas para excitarlas a la guerra santa, la “jihad”, contra los comunes enemigos cristianos de al-Andalus. Traducción del profesor Emilio García Gómez]. Finalmente, los árabes respondieron a tan apremiantes y gratificantes llamadas acudiendo a Marraquech, donde, concentrados con las demás fuerzas norteafricanas, ultimadas las previsiones y repuesto por fin el Califa de su dolencia, se decidió a emprender esta famosa expedición almohade que había de fracasar estrepitosamente ante la cristianada fortaleza de la villa de Huete, con la ayuda y mediación de las santas trianeras, Justa y Rufina. No obstante, se pudo liberar madina Qunqa del cerco impuesto por Alfonso VIII de Castilla; recibirá el califa la sumisión del rebelde reino de Murcia; cambiará el aspecto urbanístico de la ciudad de Híspalis-Isbiliyya-Sevilla, la Señora de al-Andalus, nueva capital almohade del reino Andalusí, para acabar restableciendo favorablemente la comprometida situación que atravesaba el nuevo poder almohade. Definitivamente, se produce la salida de Marraquech, un sábado, 4 de Rayab de 566H (=13 de Marzo del año 1.171) y se encaminan hacia la ciudad de al-Mahdiyya (la actual, Rabat al-Fath), donde llegaban tras 18 días de penosa marcha, un 20 de Rayab (=30 Marzo 1.171); resultando, en conjunto, una marcha de unos 20 km diarios, descansando los viernes. En Rabat, se entretiene el califa ejecutando disímiles obras de mejora durante 24 días, mientras reposan las tropas, para partir de nuevo el jueves 15 de Saban (23 de Abril) rumbo a al-Qasar Masmuda (Alcazarseguir), donde llegarán el día 1 de Ramadán (8.05.1171) y, entonces, comienzan a cruzar las tropas y equipamientos el 2 Estrecho de Gebal Tariq (monte de Tariq, hoy Gibraltar) en todos los barcos preparados al efecto. El Califa y sus más íntimos se embarcan, cruzan y desembarcan el día 27 Ramadán (3 junio del 1171). Algunos días después, el 23 de sawwal (29 junio) sale para QurtubaCórdoba y, siete días más tarde, el 1 de Du-l-qada (5 julio), se aposentaba en la cordobesa Ciudad califal; desde aquí, envía expediciones de castigo contra las ciudades y tierras del reino cristiano de Toledo. Se cansó, o algo no le agradó, pues lo situamos, ya, en Sevilla, un día 2 del mes Muharram del año islámico de 566H (5 septiembre del año cristiano de 1171) donde procede a aposentarse con su numeroso séquito en los palacios sevillanos. El día 9 de Octubre, inauguraba oficialmente el puente de barcas sobre el río Guadalquivir que había mandado construir con anterioridad <<para provecho de la gente de Sevilla, del Aljarafe y de su comarca, … El puente construido fue de lo que embelleció a Sevilla y a Triana; … mandó también el Amir al-Muminín construir sus palacios hermosos … llamados de al-Buhayra –la Albufera-, …>>. También, por entonces, <<Mandó construir un depósito para el agua dentro de Sevilla en la calle Mayor –pues habían descubierto el antiguo acueducto romano soterrado, cegado y sin servicio-; se llevó allí el agua el sábado, 15 de Yumada al-ajira del año 567H (13 Febrero 1172). Asistió el Amir al-Muminín con un contingente de grandes almohades y alfaquíes y tálibes. Redoblaron los tambores al llegar el agua y hubo alegría por la llegada al estanque y su conducción al interior de Sevilla>>. Poco después, se le comunicaba a el califa del fallecimiento de su principal contrario hispanoárabe, el caudillo Muhammad ben Mardanich, un 10 de Rayab del año 567H (= 8 Marzo 1.172) y algún respiro de alivio se le escaparía. Y, sobre todo, cuando el hijo del difunto, Hilal ben Muhammad ben Mardanich con la gente del Levante se presentaron en Sevilla para someterse a su poder. Se les recibió solemnemente en la comunidad almohade, se les reconocieron sus méritos y se les premio y recompensó abundantemente. <<Cuando amaneció el primer día del mes de Ramadán (=27 Abril 1172), madrugaron los jeques de los almohades y toda la gente, y tálibes de la capital, para asistir al reconocimiento de la gente de Levante, ya citada. 3 Cuando se sentó el califa, Amir al-Muminín, en su trono elevado y noble, salió el visir Abu-l-Ala Idris ben Yami y les mandó entrar y presentarse ante él. Entraron y saludaron con saludo general. Luego le prestaron homenaje uno tras otro, precedidos por su jeque Abu Utman Said ben Isa, jefe de los soldados citados y señor de la frontera, se comprometieron a la obediencia y entraron en la Comunidad [almohade]. Cuando acabaron su reconocimiento y descansaron de la ceremonia, suplicaron al califa que hiciese una expedición contra sus vecinos del país cristiano, y le hicieron ver que la ciudad de [Guabda-Guepde-Güete] Huete era la más fácil del país para conquistarla porque era de nueva construcción [sus murallas] y cercana para los aprovisionamientos. Le dijeron que sus muros no estaban defendidos, y que no tenía puerta ni guardias de entrada. Se decidió su ánimo a aceptar su propuesta y deseo, y les prometió en esta reunión ilustre que al terminar el mes de Ramadán [26 de Mayo] y el ayuno, estuviesen listos con sus aprestos y su gente. Hilal ben Muhammad se alojó la víspera de este día en el castillo de Ben Abbad [al-Mutamid], y se alojaron sus compañeros en las casas cercanas y les menudearon los donativos que afluían con la mayor abundancia, tanto que olvidaron lo que habían conocido en su dominio independiente, y se admiraron de la generosidad y buen gobierno que vieron en este régimen ilustre, y se alegraron con extremada alegría y se manifestó en sus rostros y en su porte una gran vivacidad. A continuación expondré esta expedición, si Dios quiere>>. oticias del comienzo de la construcción de la gran mezquita nueva en Sevilla y la continuación de las noticias. <<Este año, en el mes de Ramadán [27 abril a 26 mayo 1172], empezó el Amir al-Muminín a delinear el emplazamiento de esta mezquita noble y hermosa [sobre los restos de una antigua basílica cristiana asentada encima del antiguo Foro romano]. Se demolieron para ello las casas a la entrada de la alcazaba [el actual alcázar del rey Pedro I, el sanguinario] y se encargó de ello al jeque de los arquitectos Ahmad ben Baso [de origen toledano] y a sus colegas, los arquitectos constructores de Sevilla, y a todos los arquitectos de al-Andalus, y con ellos a los arquitectos constructores de la capital Marrakus y de la ciudad de Fez y de la gente de allende al Estrecho y se reunieron en Sevilla de ellos y de las distintas clases de carpinteros y aserradores y obreros para las diferentes construcciones en gran número, hábiles cada uno en cada especialidad de las obras. Lo que movió al Amir al-Muminín a construir fue la religión y la piedad con que Dios lo distinguió, y el favorecer a Sevilla, adornándola y dotándola con lo más noble que se ha visto y oído y por haber vivido en ella el verano y la primavera. Los almohades que la habían conquistado, habían escogido en su alcazaba [hoy alcázar de Pedro I de Castilla], en el interior de Sevilla, una mezquita pequeña para sus oraciones de los días de semana y del viernes, pero resultó estrecha al elegirla por residencia sus sucesores y al aumentar los enviados almohades con las tropas. Había también la mezquita de la ciudad de Sevilla, conocida por la mezquita [mayor] de al-Adabas, que también resultó estrecha para sus habitantes, que rezaban en los patios y pórticos y en las tiendas de los mercados contiguos, y se alejaba de ellos la solemnidad de este precepto, y quizá se perdía su oración. Y no le fue posible en los tiempos pasados a ninguno de sus reyes y emires el llegar a ensancharla y a agrandarla, por lo metidos que estaban en dedicarse al 4 gobierno, y por su inclinación a los desvaríos de las revueltas entre ellos y el abandono de los musulmanes sin defensa para construir el edificio de su morada, hasta que Allah unificó el Islam con este imperio ilustre en el “tawhid”, después del abandono [anterior] y de surgir el califa imam Amir al-Muminín, Abu Yacub, hijo del califa Amir al-Muminín [Abd al-Muminín], el cual elevó el califato, y alcanzaron las ciencias y la religión su más alta cumbre y llegó en socorro de la península de al-Andalus con sus ejércitos vencedores, y ganó la recompensa y el premio con la construcción de esta gran mezquita aljama para desahogo de la gente. La cimentó con agua, ladrillos, cal, guijarros y piedras, con la más grande edificación y solidez. Cimentó sus pies con enlazados con los arcos de sus naves bajo tierra, en más altura de lo que estaba sobre la superficie. Reunió para ello obreros en abundancia de hombres y servidores y con la aportación de útiles de madera, traídos de las costas de allende el Estrecho, como no pudo hacerlo ningún rey de al-Andalus antes de él. Levantó su edificio y alisó su superficie con justeza para hacerlo más fuerte y seguro. Dictó la orden excelsa de construirla en el mes de Ramadán del año 567 H [27 de abril a 26 de mayo 1172] que historiamos, y no interrumpió la construcción en ninguna estación de los años que estuvo en Sevilla, hasta que se acabó su techumbre. Y resultó la más hermosa y noble [de] vista, y no pudo edificarla nadie que le precedió, y quedó en su balanza como premio y misericordia. En su parte delantera, se le acerca la mezquita de Córdoba por la amplitud, y no hay en [todo] al-Andalus mezquita que la iguale en tamaño y extensión y en número de naves. [Duró la construcción tres años y once meses lunares]. Se llenó la mezquita en las cinco oraciones obligatorias, y rivalizaba la gente en adelantarse para flexiones, adoraciones y enderezarse, con lo que creció su categoría y se aumentó su importancia. Lienzo parcial de la antigua mezquita almohade, a la derecha de la Giralda, donde se pueden apreciar las agresivas intervenciones sufridas, huecos abiertos como ventanas de factura cristiana, modificación del entorno y superposición de puertas; degradación de los muros , etc. 5 En definitiva, ordenada la construcción de la mezquita de Sevilla en el mes de Mayo de 1172 [Sawwal 567H] por el tercer califa almohade Abu Yacub, unos pocos días antes de su salida para atacar la ciudad de Huete. Su reciente estancia en Córdoba, puede determinar el influjo y semejanza con la decoración de al-madinat alZahara. Puede decirse que no ahorró en materiales ni medios hasta su completa ejecución durante “los tres años y once meses lunares” y, descontando los 47 días correspondientes para cristianar la datación, me resulta la finalización de los trabajos de la mezquita sevillana en el mes de Febrero del año 1176. Datación que nos sirve únicamente para la mezquita; pues podemos decir que no fue perfecta en su solidez y debió ser reforzada debido a las filtraciones freáticas provenientes del Guadi al-Qebir o Rio Grande. Consta de una base cuadrada de 13,60 metros de lado y debía acercarse a los cien metros de altura en origen. Posteriormente, deberá ser reforzada y reparada puntualmente. Y finiquitaré con una eulogia del mismo Ben Sahib al-Sala: <<Y resultó la más hermosa y noble [de] vista, …, y no hay en [todo] al-Andalus mezquita que la iguale en tamaño y extensión y en número de naves>>. Conquistada Sevilla por el santo Fernando III, esta mezquita mayor almohade fue bendecida y utilizada como iglesia mayor cristiana. Posteriormente, autorizada la construcción de la catedral sevillana un 8 de Julio de 1401, se iniciarán los trabajos de demolición y asolamiento de la mezquita para construir en su lugar el tercer templo catedralicio más grande del mundo. No obstante, el patio de la mezquita, amputado parcialmente en 1618, pervive reducido en el actual Patio de los Naranjos y, por entonces, se suprimiría también el sardivan central o fuente para las abluciones. Disímiles arcos y huecos originales -interiores y exteriores-, yeserías, panes de filigranas geométricas, decoraciones florales, …; son elementos originales que pueden encontrarse sin demasiado esfuerzo. oticias de la construcción del alminar de esta Mezquita [versus, La Giralda sevillana] <<Dice el autor [Sahib al-Sala]: Este alminar, que sobrepasa a los expositores y cuya novedad deja atrás a los historiadores de los alminares de todas las mezquitas de al-Andalus, por la altura de su mole, el cimiento de su base, la solidez de su obra de ladrillo, lo extraordinario de su arte y lo admirable de su vista, que se eleva en el aire y se alza en el cielo, pareciendo al que lo mira a [varias] jornadas de Sevilla, que está entre las estrellas del Zodiaco. Mandó construirlo el Amir al-Muminín Abu Yacub, hijo del Amir al-Muminín [Abd alMumin, cuando llegó a Sevilla, para su campaña contra Santarem, el 13 de Safar del año H [26 mayo1184]…, mandó a su gobernador [de Sevilla] Abu Dawud Yalul ben Yaldadasan “y levantar el alminar de la mezquita, que estuviese en la unión de la muralla con la mezquita dicha y …”. Empezó Abu Dawud por derribar casas y excavar los cimientos de la muralla, delante de la explanada ya dicha y así continuó cerca de mes y medio, hasta que murió Abu Dawud. A raíz de ello, murió también el califa Amir al-Muminín en la expedición citada (de Santarem), … 6 Cuando fue proclamado, después de él, el Amir al-Muminín, Abu Yusub [ben Yacub, al-Mansur], en Sevilla, … , y mandó al gobernador que mandaba en Sevilla en lugar de Abu Dawud, Muhammad b. Abi Marwan, el granadino, construir el alminar dicho y cumplir la orden de su padre sobre su edificación y esforzarse en la obra. El alarife Ahmad b. Baso abrió sus cimientos, junto a la aljama, y encontró en ellos un pozo manantial y lo cegó con piedras y cal, explanó sobre el agua hasta que aseguró las bases de los cimientos. Se encargó del registro de los gastos de la obra el almojarife, Muhammad b. Said ya citado. Empezó el trabajo y lo construyó el alarife con la piedra llamada “tayun al adi” [según Melchor Antuña: muelas de león], llevada del muro del palacio de Ben Abbad, y lo hizo sin escaleras, pues solo se sube a él por un camino ancho para las cabalgaduras, las personas y los guardianes. Luego fue destituido Ibn Said del gobierno de Sevilla, después de algunos meses; y se paralizaron las obras hasta que llegó Abu Bakr b. Zuhr de la corte del Amir al-Muminín el año 584 [2 Marzo 1188 a 18 febrero 1189] y le mandó reanudar la construcción del alminar citado y reedificar lo que se había arruinado en la mezquita. Se empezó la obra por el alarife Alí, el de Gomara, con ladrillo, que es mejor que la piedra citada para la construcción, y reparó lo que se había arruinado en las tres naves de la mezquita por el lado de Levante y por el de Poniente y el norte, y lo consolidó, y fortificó la obra. iveló la mezquita con los escalones del lado de Poniente, y aplanó sus alrededores con la piedra Kazzan, e hizo dentro de la parte cubierta de la mezquita ventanas de cristal, y la pavimentó con ladrillo y por fuera. Duró en esto años; a temporadas trabajaba en el alminar, y luego se iba a Sevilla, a la capital [entiendo que la lectura correcta es, “se iba de Sevilla, a la capital del reino almohade, Marraquech], y se interrumpían las obras. Luego reanudaba la construcción del alminar y de la mezquita [a su retorno]. Dirigía personalmente a los albañiles, todo el tiempo en que se reanudaba la obra [de Sevilla]. Cuando llegó el Amir al-Muminín y le concedió Dios la derrota del tirano Alfonso [Alarcos, en 1195], según lo referiré, mandó, durante su estancia en Sevilla, hacer las manzanas de admirable obra, mucha elaboración, gran tamaño y dorado dibujo, de elevado renombre y tamaño. Se levantaron hasta su alminar en su presencia. Por su indicación, y para conseguir su deseo, prepararon los arquitectos en lo alto de la torre un sostén [markaba], con una columna grande de hierro, cuya base se cimentaba en lo más alto de la obra del alminar. Pesaba la columna de hierro 120 arrobas [a 11,50 kg/arroba, nos proporciona unos 1.380 kilos], asegurada allí en el cuerpo del edificio en medio de su cúspide, sosteniendo estas figuras, llamadas manzanas, en el aire, y resistiendo el embate de los vientos y el golpe de las lluvias, lo que acrecienta la admiración por su resistencia y solidez. La cantidad de oro con que se decoraron estas tres manzanas grandes y la cuarta pequeña fue de siete mil mizcales grandes yacubíes [y, como un mizcal grande yacubí, son los 4,66 gramos de peso de una “dobla almohade”; deducimos que los 7.000 mizcales multiplicados por 4,66 gr = 32.620 gramos = 32, 620 Kilos de oro puro para recubrir las cuatro manzanas; al cambio actual, nos resultarían unos 650.000 euros o unos ciento diez millones de las antiguas pesetas]. 7 Lo hicieron los orfebres entre las manos del tesorero [“amín”] del Amir al-Muminín y en su presencia. Cuando se terminó, se cubrieron con unas fundas de piezas de algodón para que no les alcanzase la suciedad de las manos y el polvo. Fueron trasportadas con gran rapidez hasta el alminar, entre aclamaciones y regocijos, durante el trayecto, y se elevaron hasta lo más alto del alminar. Se colocaron en la barra. Se hizo esto y se realzó en presencia del Amir al-Muminín, Abu Yusuf al-Mansur, de su hijo, el príncipe heredero, Abu Abd Allah al-Said al asir lidin Allah y de sus restantes hijos y de los jeques de los almohades y de los caídes y de los tálibes de la corte y de las personas principales del pueblo. Fue esto el miércoles, a fines de Rabi el segundo, correspondiente al 19 de marzo cristiano del año 594 [1198]. Entonces se les quitaron las fundas y casi se cegaron los ojos por el resplandor del oro puro brillante y los rayos de sus reflejos. Una noticia se mezcla con otra. Para concluir, manifestar que nuestra emblemática “Giralda” fue mandada construir por el tercer califa almohade Abu Yacub Yusuf y, debido a su prematura muerte, la construiría y acabaría su hijo Abu Yusuf Yacub, al-Mansur. El arquitecto o alarife que gestó y diseñó originalmente el alminar sevillano no fue otro que el célebre Ahmad ben Basso, a quien también se le reconoce como autor de la gemela al-Qatubiyya de Marraquech, muy semejante a la Giralda de Sevilla. Se iniciaron los trabajos en Mayo del año 1184; pero al poco tiempo se interrumpieron. Se reinician las obras en el año 1188, bajo la dirección del nuevo alarife, Alí de Gomara, que debía estar construyendo a la vez la Qutubia de Marraquech (Marruecos); de donde, el dejar parado uno para continuar los trabajos del otro alminar. Por el año de 1195 debía estar prácticamente acabada pues, tras derrotar y vencer al rey Alfonso VIII en la batalla de Alarcos, mandó construir el célebre y original remate en áureo pincho moruno “con las cuatro manzanas superpuestas, coronadas por la más pequeña” con parte del oro encontrado en el campamento cristiano. No se construyeron escaleras y, su acceso a la parte superior, se efectuaba por una amplia rampa para que el muecín pudiese subir a caballo y llegase descansado para las oraciones diarias. [En la imagen la Qatubiyya de Marraquech]. 8 Parece ser que, a causa del terremoto sufrido en 1365, se desencajó la viga de hierro de 1380 kg., y las manzanas se desprendieron; con dicha excusa, las manzanas con 32,620 Kg de oro y unos 600,00 Kg de cobre, debieron aliviar un algo las penurias económicas del sanguinario Pedro I de Castilla. Se remató el desbaratado conjunto mediante una pequeña cúpula para servir de campanario. La proximidad a la Giralda de la capilla de las santas copatronas, Justa y Rufina, las convierte en responsables del perfecto estado del emblemático monumento y, ellas vienen cumpliendo como hicieron durante los terremotos de Carmona de 1504, a principios de año y, posteriormente, también el día 21 de Junio. De todas formas, el remate en cupulilla sufría con los terremotos y con el maltrato de los temporales. Con el rey Felipe II, ya en la segunda mitad del siglo XVI, se saneó la coronación de la torre y añadióse el cuerpo renacentista del campanario, bajo proyecto y dirección de Hernán Ruiz; coronándose el conjunto en el año 1568 con un remate estatuario que representaba la Fe y giraba alrededor de un eje vertical, obra del notable maestro fundidor Bartolomé Morel. La palabra “giralda” proviene de girar y hace referencia “a la veleta de torre que tiene figura humana o de animal”. Con el paso del tiempo su nombre pasó a designar todo el conjunto, comenzándose a reconocer a la figura que la corona y remata como “El giraldillo”. Ahora, con toda propiedad La Giralda, salvaguardada bajo la protección de sus copatronas, las santas Justa y Rufina, resistió la fuerte sacudida del terremoto de Lisboa: el 1 de Noviembre, día de Todos los Santos del año 1755, sobre las 9,20h de la mañana y con intensidad variable que algunos manifiestan de 8,75 de la E. R; terremoto que algunos le consideran como el más violento y destructivo ocurrido en toda Europa. La cifra de muertos y desaparecidos fluctúa entre 60.000 y 100.0000 personas en la ciudad de Lisboa. Y se detectó la onda sísmica hasta en las ciudades de Alemania. Definitivamente, se nos conserva y mantiene la base de forma cuadrada y unos 60,00 metros de altura de construcción original almohade que, con la adición neoclásica de Hernán Ruíz, alcanzamos los 97,52 metros, sin contar “el giraldillo”. …………………………………………. Fin de la primera parte. En Huete, para Sevilla, a 16 de Enero del 2009. Firmado. José Antonio Almonacid Clavería. [Cedidos por el autor todos los derechos de copring, divulgación e impresión a favor de la Casa de Castilla-La Mancha en Sevilla]. 9 10 Confrontación para estudio comparativo entre La Giralda de Sevilla y la Qatubiyya de Marraquech, donde puede apreciarse a simple vista la firmeza monumental que se desprende de la Giralda sevillana vestida con el más completo y delicado recubrimiento artesanal que afecta e identifica a todo su conjunto almohade, frente al austero prisma de la al-Qatubia marraquechina, acabado con un airoso remate superior.