¿CÓMO LEER LIBROS VOLADORES? DECÁLOGO DE LA “BUENA” LECTURA AUDIOVISUAL MAURICIO ALEXANDER ROA GERENA DIANA PATRICIA ROMERO ALBA UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN MAESTRÍA EN PEDAGOGÍA DE LA LENGUA MATERNA BOGOTÁ D.C 2015 ¿CÓMO LEER LIBROS VOLADORES? DECÁLOGO DE LA “BUENA” LECTURA AUDIOVISUAL MAURICIO ALEXANDER ROA GERENA DIANA PATRICIA ROMERO Trabajo de grado para optar al título de Magísteres en Pedagogía de la Lengua Materna DIRECTOR ÉDER GARCÍA DUSSÁN UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN MAESTRÍA EN PEDAGOGÍA DE LA LENGUA MATERNA BOGOTÁ D.C 2015 DEDICATORIA A Dios. Por habernos cobijado con su infinita bondad y amor. Por brindarnos salud, perseverancia y sabiduría para lograr nuestros objetivos académicos. A nuestras mamás. Por apoyarnos en todo momento, por sus consejos, sus valores, por la motivación constante, pero más que nada, por su amor. A nuestros hijos. Quienes han sido la motivación principal para continuar luchando en este camino tan complejo. AGRADECIMIENTOS A nuestros maestros. Maestra Sandra Patricia Quitián por su gran apoyo y motivación para la culminación de nuestros estudios profesionales y para la elaboración de esta tesis; al Maestro Éder García Dussán por su apoyo en la elaboración y dirección este trabajo. A Esperancita Gómez quién de manera incondicional nos apoyó en todo momento y sus palabras de aliento fueron fundamentales para no claudicar. NOTA DE LOS JURADOS TRABAJO ESCRITO SUSTENTACIÓN ANALYTICAL EDUCATION SUMMARY RAE No. MPLM / 2015-043 ASPECTS DOCUMENT TYPE TYPE OF PRINTING ACCESS TO DOCUMENTS TITLE AUTHOR DIRECTOR Master's degree work: Educational project Computer Universidad Distrital Francisco José de Caldas Documentation Center. Masters headquarters Topographic number MPLM 043/2015 How to read flying books? Decalogue of good audiovisual reading Mauricio Roa, Diana Romero Eder Garcia Dussán ASPECTS OF RESEARCH WORDS KEYS Filmic text, semiology, semiotic, linguistics text, narratology, communicative paradigm, hermeneutic, psychoanalysis, photographic unconscious, studium, punctum, flying books, analogon film. DESCRIPTION Master degree in Mother Language Pedagogy work. This work is an outline scheme with high levels of abstraction to read a film critically and purposeful with educational features like The Fantastic Mr. Morris Lessmore’s books. After a hard theoretical tracking and from data obtained in the teacher exercise, a Decalogue of "good reading of the audiovisual text" is proposed. SOURCES Several authors are cited, among them stand out: Eco, 1968, 1980, 1981; Barthes, 1990; Sontag, 1984, 2003; Saussure, 1945, Ferres, 1994; Metz, 1972, 1973; Peirce, 1974; Shannon, 1976; Jakobson, 1978; Chomsky, 1981; Vargas Llosa, 2013; Of Baeque, 1998, 2000; Lipovetski, 2005; Nietzsche, 2007; Aranguren, et. al. (2006) Vattimo, 1990; Van Dijk, 1989; Goyes, 1992, 2003, 2008; Feldman, 1990; Jodorowsky, 1995, 1997, 2000; Foucault, 1963, 1966, 2000; Artaud, 1969; Bukowski, 2014; Piaget, Zuleta, 1980, Moreno, 2008, 2009; Maturana, 1990, Savater, 1972; Stam, 1991, Strauss and Corbin, 2002. CONTENT In this work, it will be found a theoretical proposal about how to work a visual text; throughout the text, it can be identified four chapters distributed as follows: First, Film and education: a problematic relationship, a state of the art on the relationship between cinema and education, at the same time, data is obtained from the teaching experience in cycle 4 in 2 private and public schools in Bogotá. It is outlined the research problem, objectives, questions and justification of this work. In the second, Decalogue of "good" audiovisual reading; ten ways to read the same text are proposed in which there are new relationships, new understandings and new interpretations. In the third chapter, "Think: Classify" or Grounded methodology theory, it is a reflection about the research methodology that is known as Grounded theory, in relation to the literary work of George Perec. The fourth chapter, "Outline of audiovisual model text reading", is concerned about a structure of concepts, relationships and comparisons of an emerged model about "good audiovisual reading" Decalogue. Finally, the research exercise conclusions are presented. We hope this work goes with the books contained. METODOLOGY The methodology proposed is part of the so-called Grounded Theory; the purpose of the study is to generate predictions, accurate explanation in general with a high degree of abstraction that serves as a method of analysis of any film in different educational environments. CONCLUSIONS Normally good writing Decalogues do not solve the development of analytical skills, but only recommends certain tricks to achieve better literary "recipes". This Decalogue, however, makes recommendations about reading. Knowing what to read, how to find clues between the lines, how to establish intertextual relations and even how to limit the interpretation. It can be important to improve the writing of the students. But the final conclusion is that this Decalogue uses all strategies, mobilize all efforts to the teachers who, like Morris, go back to the familiar, to the fraternal, to the comforting friendship that brings a book. RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN RAE No. MPLM/2015-043 ASPECTOS FORMALES TIPO DE DOCUMENTO TIPO DE IMPRESIÓN ACCESO AL DOCUMENTO TITULO AUTOR DIRECTOR Trabajo de grado de maestría: Proyecto pedagógico Computador Universidad Distrital Francisco José de Caldas Centro de Documentación. Sede Posgrados Número Topográfico MPLM 043/2015 ¿Cómo leer libros voladores? Decálogo de la buena lectura audiovisual Mauricio Roa, Diana Romero Eder García Dussán ASPECTOS DE INVESTIGACIÓN PALABRAS CLAVES Texto fílmico, semiología, semiótica, lingüística de texto, narratología, paradigma comunicativo, hermenéutica, psicoanálisis, inconsciente fotográfico, studium, punctum, libros voladores, analogon cinematográfico. DESCRIPCIÓN Trabajo de grado de maestría en Pedagogía de la Lengua Materna. El presente trabajo es el esbozo modélico de un esquema con altos niveles de abstracción para leer de manera crítica y propositiva un film con características educativas como Los fantásticos libros del señor Morris Lessmore. Luego de un arduo rastreo teórico y a partir de los datos levantados en el ejercicio magisterial, se propone un decálogo de la “buena lectura del texto audiovisual”. FUENTES Se citan carios autores entre los que se destacan: Eco, 1968, 1980, 1981; Barthes, 1990; Sontag, 1984, 2003; Saussure, 1945, Ferrés, 1994; Metz, 1972, 1973; Peirce, 1974; Shannon, 1976; Jakobson, 1978; Chomsky, 1981; Vargas Llosa, 2013; De Baeque, 1998, 2000; Lipovetski, 2005; Nietszche, 2007; Aranguren, et. al. , (2006) Vattimo, 1990; Van Dijk, 1989; Goyes, 1992, 2003, 2008; Feldman, 1990; Jodorowsky, 1995, 1997, 2000; Foucault, 1963, 1966, 2000; Artaud, 1969; Bukowski, 2014; Piaget, Zuleta, 1980, Moreno, 2008, 2009; Maturana, 1990, Savater, 1972; Stam, 1991, Strauss y Corbin, 2002. CONTENIDOS METODOLOGÍA CONCLUSIONES Se encontrará en este trabajo una propuesta teórica sobre la forma de trabajar un texto audiovisual; a lo largo del texto se pueden identificar cuatro capítulos distribuidos así: El primero, Cine y educación: una relación problemática, se hace un levantamiento del estado del arte sobre la relación entre el cine y la educación, al tiempo que se levantan los datos propicios de la experiencia magisterial en dos colegios de Bogotá, del ciclo 4 de la educación formal privada y pública. Se plantea el problema de investigación, los objetivos, las preguntas y la justificación de este trabajo. En el segundo, Decálogo de la “buena” lectura audiovisual, se proponen diez formas de leer un mismo texto y en las cuales se encuentran nuevas relaciones, nuevas comprensiones, nuevas interpretaciones. En el tercer capítulo, “Pensar: clasificar” o metodología de la Teoría Fundamentada, se reflexiona sobre la metodología de la investigación que conocemos como Teoría Fundamentada, en relación con la obra literaria de George Perec. El cuarto capítulo, “Esbozo de modelo de lectura del texto audiovisual” es el esqueleto de conceptos y de relaciones y comparaciones del modelo surgido del Decálogo de la “buena lectura audiovisual”. Culminamos el documento con las conclusiones respectivas del ejercicio investigativo. Esperamos que este trabajo vuele junto con los libros que contiene. La metodología propuesta se inscribe en la denominada Teoría Fundamentada, en el sentido en que el propósito del estudio es el de generar predicciones, explicaciones precisas, generalizables, replicables y con un alto grado de abstracción que sirva como método de análisis de cualquier pieza fílmica en diversos espacios educativos. Normalmente, los decálogos de la buena escritura no resuelven el desarrollo de competencias analíticas, sino solamente recomiendan ciertos trucos para lograr mejor las “recetas” literarias. Este decálogo, en cambio, hace recomendaciones sobre la lectura. Saber qué leer, cómo encontrar pistas entre líneas, cómo establecer relaciones intertextuales y cómo, incluso, limitar nuestra interpretación. Puede ser esto importante para mejorar la escritura de nuestros estudiantes. Pero la conclusión final es que usa todas las estrategias, moviliza todos los esfuerzos magisteriales para que, como Morris, volvamos a lo familiar, a lo fraternal, a la amistad reconfortante que nos trae un libro. TABLA DE CONTENIDO Pág. Claqueta 1 INTRODUCCIÓN 3 1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 11 1.1. Cine y educación: una relación problemática 11 1.2. Antecedentes investigativos 13 1.2.1. Introducción 13 1.2.2. La imagen, el movimiento; la imagen en movimiento 15 1.2.3. El texto fílmico 20 1.3. Delimitación 23 1.4. Preguntas de investigación 31 1.5. Objetivos de la investigación 32 1.6. Justificación 33 2. MARCO TEÓRICO: Decálogo de la “buena” lectura audiovisual 35 2.1. La línea y el punto 35 2.2. El sonido 40 2.3. La cámara de Gesell y el inconsciente fotográfico 44 2.4. La imagen como huella de la “realidad narrada” y como símbolo de “realidades posibles” 50 2.5. Palabras del futuro pasado 56 2.6. Las funciones comunicativas de los libros voladores 62 2.7. Las funciones educativas de los libros voladores 69 2.8. Los signos y los códigos de los libros voladores 74 2.9. De los tejidos al cielo 83 2.9.1. Dimensiones fonética y morfosintáctica 85 2.9.2. Dimensión sintáctica 88 2.9.3. Dimensión semántica 90 2.9.4. Dimensión pragmática 91 2.9.5. Dimensión intertextual 93 2.10. Contra la interpretación de los libros voladores 98 3. MARCO METODOLÓGICO Pensar, clasificar o metodología de la Teoría Fundamentada 100 3.1. Introducción 100 3.2. Cuando pensar deja de ser clasificar 105 4. ANÁLISIS Y RESULTADOS 111 4.1 Propuesta de modelo de lectura del texto audiovisual 112 5. CONCLUSIONES 116 5.1. Breve historia sobre los finales de los libros voladores 119 BIBLIOGRAFÍA 123 ANEXOS 136 LISTA DE IMÁGENES Pág. Imagen 1. Partitura musical de Humptey Dumptey 42 Imagen 2. “Pop Goes the Weasel” 45 Imagen 3. Contraste de dos “inconscientes fotográficos” 50 Imagen 4. Escena célebre de “El hombre volador” 53 Imagen 5. Contraste entre “Chagall, A desuss de la ville” y la película 55 Imagen 6. Extraída de Los fantásticos libros voladores 67 Imagen 7. Extraída de Los fantásticos libros voladores 67 Imagen 8. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores 73 Imagen 9. Extraída de Los fantásticos libros voladores 79 Imagen 10. Extraída de Los fantásticos libros voladores 80 Imagen 11. Extraída de Los fantásticos libros voladores 80 Imagen 12. Extraída de Los fantásticos libros voladores 81 Imagen 13. Extraída de Los fantásticos libros voladores 81 Imagen 14. Extraída de Los fantásticos libros voladores 82 Imagen 15. Extraída de Los fantásticos libros voladores 85 Imagen 16. Relación corto animado Destino -Walt Disney y Salvador Dalí- 86 Imagen 17. La proporción áurea 87 Imagen 18. Secuencia en desorden de Los fantásticos libros voladores 89 Imagen 19. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores 90 Imagen 20. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores 91 Imagen 21 Los fantásticos libros voladores 92 Imagen 22. Comparación de imágenes 93 Imagen 23. “La biblioteca” escribe Goyes Narváez 94 Imagen 24. “el personaje del señor Morris” 94 LISTA DE ANEXOS Pág. Anexo1. PEI del INEM 137 Anexo 2. PEI del INEM 138 Anexo 3. Prueba aplicada en el CNY 139 Anexo 4.Encuesta aplicada en el INEM 140 Anexo 5. Encuesta aplicada en el CNY 141 Anexo 6. Encuesta aplicada en el CNY 142 Anexo 7. Trabajo de estudiante del CNY 143 Anexo 8. Trabajo de estudiante del INEM 144 Anexo 9.Diario de campo de Diana Romero 147 1. Claqueta Primer rollo, escena primera, toma número uno. Nos gustaría utilizar esta pizarra para recitar el contenido general de este trabajo. La hemos omitido a lo largo de todos los demás capítulos, pues nos parece innecesario para el lector, quien no requiere estos tecnicismos del montaje general. Antes de cada grabación de una película, es necesario que alguien “cante la claqueta”, de forma que cuando se esté editando el material exista un registro permanente del orden cronológico de las diversas cintas. Las tablas de contenido, en este caso, facilitarán este gesto de estilo, diríamos, más que de edición. Preferimos contarle al lector acá lo que contiene todo el cuerpo de esta tesis de maestría, para no llenarlo de formas nemotécnicas que puedan perjudicar su gozo, en la continuidad que implica la relación entre la escritura y la lectura de textos cinematográficos y otros tantos textos, incluidos, desde luego, los literarios. Se trata del esbozo de un modelo de lectura de textos fílmicos, al que hemos llegado luego de un arduo trabajo de investigación educativa. Pero también de una pieza viva, capaz de volar y de hacer volar otros organismos legibles. Por lo cual no podemos decir cómo leerlo. El primer capítulo (Cine y educación, una relación problemática) muestra las discusiones pedagógicas, teóricas y magisteriales sostenidas en torno al uso de material audiovisual en la escuela. El tercer capítulo (“Pensar, clasificar” o metodología de la Teoría Fundamentada) contiene una reflexión sobre la metodología investigativa en que se sostiene este trabajo, a partir de la relación entre la obra del investigador social Anselm Strauss, el escritor oulipiano George Perec y algunos momentos de la escritura de este mismo texto. El cuarto capítulo es el esqueleto conceptual y categórico del modelo de lectura que proponemos. El fuerte de la propuesta es el segundo capítulo (Decálogo de la “buena” lectura audiovisual): diez pasos, diez consejos, diez alternativas, incluso diez modelos contenidos dentro de un modelo general de lectura de piezas audiovisuales en la escuela, desarrollado a partir de nuestra experiencia comprensiva de Los fantásticos libros voladores del señor Morris de Lessmore y Oldenburg (2012) como maestros de lengua materna en Bogotá. Con todo, es el lector quien 1 finalmente lo echará a rodar, le hará atravesar el firmamento. Dirige, junto con nosotros, cada escena. Por el momento, no podemos evitar la tentación: es un sitio común, un estereotipo. Pero a todos nos gusta. A todos nos fascina. Decir: “luces, cámara, acción”. 2 2. Introducción En Hanna y sus hermanas, una de las más emblemáticas películas de Woody Allen (1986), hay una escena en que surge una interesante reflexión sobre el sentido de la vida. El personaje desea suicidarse y apoya la embocadura de una escopeta contra su lóbulo frontal. Suda frío mientras se pregunta por diversas cuestiones metafísicas, ontológicas. Cuando aprieta el gatillo, los nervios, el sudor de la frente hace que el disparo se desvíe hacia un espejo. Asustado, el personaje sale a despejarse caminando por la calle y decide entrar en una sala de cine donde se proyecta un musical que ya había visto desde su niñez, pero que luego de tantos años lograba de nuevo engancharlo. En ese instante se da cuenta de cuán felices son las personas detrás de la pantalla y se pregunta cómo era posible hacía unos instantes la posibilidad del suicidio, ese único problema de la filosofía, según Albert Camus (2012). Como en la condena infinita de Sísifo: subir una roca cuesta arriba, para luego dejarla caer, ver una buena película es una redención en el absurdo de la vida. Es el instante en que vamos cuesta abajo, el momento en que nos dejamos llevar, el momento de solaz, propicio para el divertimento. Lo cierto es que nadie entra en una sala de cine con deseos de tomar apuntes y estudiar palmo a palmo la estructura de la secuencia de imágenes. Al contrario, incluso en los círculos de intelectuales más encarnizados, el comentario o crítica que se origina siempre al terminar los créditos es producto de una misma sensación de gozo, de placer. Las opiniones que surgen durante la proyección disturban el sonido de la sala. Nadie quiere que le cuenten el final y muchas de las veces ni siquiera anticipan una sinopsis. Si somos sinceros, muchas ocasiones se ve una película, como excusa para entrar a la función vespertina y sestear el almuerzo o para estirar el brazo a la chica que se asusta con los triller de terror. Sin embargo, a veces, Sísifo, bajando la cuesta, también se siente animado, como el personaje de Woody Allen, a reflexionar sobre el sentido de la vida. Pese a todo, pese a que luego de la revolución de efectos especiales que nos hacen creer 3 en Gotzilla y en dinosaurios y en superhéroes como si fuésemos fervientes feligreses, queda una sensación sedimentada en una especie de memoria inconsciente, un fragmento de película que le ronda a uno la mente y le conmueve el alma, pero en ocasiones también una especie de oposición, una crítica mordaz, la duda, la punzante duda. J.J. Junieles, un escritor contemporáneo, comenta que una persona del común, un vendedor de pescado en Santa Marta, es apodado Godard por su avezada opinión en el séptimo arte, de donde se sigue que aunque un cierto cultivo del gusto fílmico no implique un ascenso en la escala social, sí entraña cierto distingo. Se trata de un fino acerbo, de un gigantesco y remozado mundo interior. Alguien solía decir que los franceses suelen hablar durante las comidas sólo de comida. No se trata del extremo de hablar antes de ver una película sólo de cine, sino de que en muchas ocasiones las conversaciones más amenas, los recuerdos más memorables, las dinámicas culturales, los ritos personales, los mitos familiares, los hitos sociales más arraigados se originan, en nuestra generación, alrededor de lo que nos propone la pantalla grande. Hay, entonces, una gran diferencia entre ver cine y leerlo. Leerlo, en su más amplio sentido, es apropiarlo en la vida dentro de un horizonte de sentido, como en el círculo concéntrico de quien ve una película en la que alguien ve una película para olvidar lo feas que a veces se ponen las cosas. La lectura de cine como salvación, como redención, como medicina, como alimento, como vía de escape. En el mundo literario es más cercano este concepto, ya que es el lector el usuario último del objeto social que es un libro. Piglia (2014) hace el análisis del famoso cuento de Cortázar La continuidad de los parques (1964) como una metáfora de la lectura de un libro como la lectura de sí mismo. El lector de novelas es el personaje que se identifica con los sucesos de la novela como propios, al punto de descubrirse a sí mismo como la víctima de toda la cadena de sucesos. Dicho de otra forma, lo que comprendemos de un libro, en realidad es algo que comprendemos y que quizá desconocíamos de nosotros 4 mismos: una fascinación, un fetiche, una perversión, una apetencia, un delirio, una forma de amar o de tomar venganza. En ese sentido entendemos la obra de arte, siguiendo a Borges (2000), como aquella que siendo siempre la misma es susceptible de múltiples interpretaciones. Kafka, por ejemplo, interpretó el apartado de la Odisea en que Ulises escucha el canto de las sirenas no como un reto para no sucumbir ante la belleza del canto sino ante la tristeza que deja su silencio (Piglia, 2014). Quizás no haya interpretación más acertada y, sin embargo, vemos que se destaca justamente por alejarse de la lectura convencional. “La literatura”, dice Fernando Vallejo (1983) – en su libro Logoi –, “es hija de la literatura”. En nuestro tiempo anfibio, mestizo y diverso, podemos decir que es además hija del cine. Muchos de nuestros más reconocidos novelistas han llegado a la narrativa luego de intentar construir los guiones de sus proyectos cinematográficos. Rosario Tijeras (Maillé, 2005), La virgen de los sicarios (Barbet, 1999), Satanás (Baiz, 2007). Las tres novelas homónimas se originaron con la idea de ser guiones y tienen su contrapartida fílmica. Franco, Vallejo, Mendoza, admiten esta situación y salvo Mendoza, todos cursaron estudios superiores en cine y televisión. Nuestro nobel recién fenecido tuvo la intención de dedicarse sólo al cine y confiesa que Cien años de soledad nació como la suma de varios guiones rechazados uno tras otro por un reconocido director mexicano. Como consecuencia de este impulso estrangulado, y con el apoyo editorial de esta novela, García Márquez impulsa una escuela de cine en Cuba. El remanente de esta empresa lo encontramos no sólo en Cien años de soledad, sino en una cantidad interesante y exclusiva de largometrajes de indudable calidad estética y una serie de cortos seriados producto del taller cinematográfico. Y, en especial, en un libro llamado Como contar un cuento (García, 1996), el sustrato de los talleres de creación de un guión de cine. La tesis que habita las páginas de este libro es que la narrativa cinematográfica es similar a la misma narrativa literaria, o, dicho de otra forma, hacer una película es una forma de 5 contar un cuento, en ciertas ocasiones, un poema, como en las películas de Andréi Tarkovsky. La única diferencia, diría después, es que hacer cine es mucho menos íntimo que hacer literatura. Hay una serie de personas que irrumpen las dinámicas de la inspiración y la creación. Séquitos de actores, actrices, camarógrafos, sonidistas, maquilladores, utileros, que modifican, para bien o para mal, la esencia concebida en la planeación del guión. Lo que para García Márquez resultaba una pesadez, diríamos a su manera, es cuento viejo. El director de cine chileno, Raúl Ruiz, en su libro La poética del cine (1995) destaca como la mayor distracción de la producción fílmica, el número de personas que participen en ella. “A veces hay tantas personas en una escena” escribe “que no sé qué hacer con toda una tropa de masa humana pintada y vestida” (Ruiz, 2000, p.11). Y no sólo eso, pues las decisiones que se toman en cada fase del proyecto son analizadas por un número indiscriminado de sujetos, como el director de imagen, el de efectos sonoros, etc. Si vamos al fondo del asunto, en un monstruo colosal de la magnitud desmesurada de los estudios de los Ángeles, vemos cómo hay todo un engranaje de empresas y firmas dedicadas únicamente a hacer un filtro de propuestas fílmicas, en cuyo tamiz quedaron las esperanzas de autores del talante de Andrés Caicedo o Scott Fitzgerald, quien pese a su fracaso en vida, habría sido artífice de una de las piezas más aclamadas del cine en 3D, El gran Gatsby (Luhrmann, B, 2013). Con todo, esta aparente contrariedad entre el lenguaje literario y el lenguaje cinematográfico viene a ser solucionada en dos campos: por un lado en la lingüística, ciencia del lenguaje, y, por otro, en la pedagogía, disciplina interdisciplinar, encargada, para el caso, de construir estrategias de enseñanza de la lengua materna. Y es que, en el fondo, leemos de manera crítica igual un cuento que un cortometraje o una fotografía (al decir de Cortázar), lo mismo una novela que un largometraje o un seriado. En la lingüística se soluciona el asunto al postular la semiótica como una disciplina analítica del signo y la lingüística de texto, entendido este como una manifestación más amplia de la comunicación y el lenguaje en la cual entra toda la publicidad, la propaganda, la pintura, la fotografía 6 y, por supuesto, el cine. Hablamos del texto fílmico, es decir, aquel que se lee en toda su extensión: los diálogos, los silencios, los cortes de escena, la moviola, el ambiente, los planos, la música, como un todo integrado de coordinadas y significativas partes. En el campo pedagógico se soluciona al postular la creación fílmica como un proyecto pedagógico capaz de integrar los saberes, a partir del andamiaje teórico brindado por la semiótica y la textolingüística. Sin ir más lejos -pues la piedra angular de esta propuesta se centra tan sólo en la lectura de textos fílmicos en el ámbito escolar, en el ciclo 4 de la educación formal colombiana, específicamente-, vemos cómo podemos potenciar las habilidades y destrezas de lectura crítica de los estudiantes a partir de la proyección orientada de una selección de películas que se ajustan a las necesidades, las curiosidades y los intereses de los estudiantes. La lectura crítica del texto fílmico en la escuela moviliza saberes de la competencia lingüística como la detección de errores sintácticos en un filme, por ejemplo, cuando se analiza cómo antes de entrar por la puerta un personaje lleva flores y al aparecer luego de abrir la puerta ya no las lleva. También los de la competencia ciudadana al analizar películas sobre la Segunda Guerra Mundial, de la talla de El pianista (Polanski, 2002), verbigracia, al descubrir el origen de la violencia como el miedo a la diferencia. Desde un punto de vista crítico, incluso al analizar el cine comercial producido por Hollywood se puede llevar a la escuela una enseñanza que se aplica a la literatura comercial. Héctor Abad Faciolince, en una columna de opinión del Espectador explica Por qué es tan malo Paulo Coelho (2011), a partir de los postulados del denominado formalismo ruso, el estructuralismo y la narratología, autores como Propp, Genette, Greimas, resumen el asunto afirmando que las novelas de Coelho tienen la misma estructura formal y narrativa de los cuentos de hadas. Visto desde un punto de vista pedagógico, semiótico e incluso literario, podríamos afirmar que las películas comerciales tienen el mismo espíritu formal de los cuentos de hadas: en resumen un héroe o heroína que emprende un viaje, una travesía, un trasegar, 7 y, luego de múltiples obstáculos que logra sortear consigue su objetivo, afincado en su corazón en forma de sueño o predestinación u obligación contractual. Para concentrar esta idea, hemos propuesto el esbozo de un modelo pedagógico de lectura semiótica del texto fílmico. Teniendo en cuenta que este modelo contemplaría todas y cada una de las características asociadas a la enseñanza de la lengua materna a partir del cine como herramienta didáctica, proponemos las múltiples y diversas dinámicas de la lectura de un corto, a partir de diversas experiencias relacionadas con el cine en el ciclo 4 de los Colegios Nueva York e INEM Francisco de Paula Santander IED, presentado a manera ejemplificativa con el ánimo de ser replicado con cualquier tipo de texto fílmico en cualquier ciclo de la educación formal colombiana. Teniendo en cuenta esta definición de lectura de textos como lectura de sí mismo, o, mejor como cuidado de sí mismo podemos contemplar las diversas asociaciones que podemos encontrar con la lectura de textos fílmicos. Todos pedimos silencio para empezar la proyección de una película. Se dice que San Ambrosio fue el primer monje en leer en voz baja, pues lo asumía de una manera mística. Para entonces, los textos escritos venían diseñados para la lectura en voz alta, de modo que este hábito era asumido como meditación espiritual. Nos parece que a la hora de escoger una pieza cinematográfica, nos interesó que fuese tan corta e impactante, que no requiriese tener que pausarla, cortarla, comentarla, o seccionarla durante la primera emisión. También tuvimos en cuenta las preocupaciones surgidas en la población seleccionada. En el caso del Colegio Nueva York se tuvo en cuenta que existía una indiferencia institucional por las piezas fílmicas, mientras que en el INEM se propone diversificar las estrategias pedagógicas sin que existan avances significativos en la comprensión crítica de textos en los estudiantes. En resumen, escoger una buena película puede ser tan difícil, diverso y sujeto a tantas circunstancias como la escogencia de un buen libro de los anaqueles de una biblioteca. 8 Saber qué es juntamente lo que quiere, lo que necesita, lo que le interesa y lo que le causa curiosidad a cada estudiante, es uno de los deberes primordiales de los docentes. Es conocida la historia del maestro de lengua que entregó al final de una clase un libro para cada estudiante, el que cada quien estaba esperando. Sin embargo, con encontrar una pieza universal que responda a ciertas dinámicas de grupo y en relación con algunos objetivos e indicadores de logro de la materia puede requerir de años trabajo. Veamos lo que sucedió con Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore. Se trata de una animación generada por Stop Motion, una imposición de alrededor de 24 fotografías para lograr un segundo secuencial. El señor Morris es un escritor, quien, en el balcón de su habitación de hotel, intenta escribir, inspirándose en las aves que se arremolinaban el horizonte, en las rutinas fatigosas de los transeúntes y, de repente, un torbellino arrasa con la ciudad, llevándose no sólo todas las pertenencias materiales, sino incluso las letras de su cuaderno. Al terminar el sobresalto ambiental, ve una mujer remontando el horizonte sujetada por libros voladores. Intenta imitar el gesto con su cuaderno en limpio sin ningún resultado, y se va caminando por las ruinas hasta encontrarse con una biblioteca, en la que los libros van a adquirir animación, volatilidad, libertad, impulso, en el instante en que el señor Morris los va leyendo. Cuida la biblioteca y lee todos los libros, hasta que llega el día en que escribe el suyo propio para compañía de los demás y en espera de su lector. Las interpretaciones de esta trama por sí sola son múltiples, pero una primera interpretación desde el punto de vista magisterial, y además si se quiere, semiótico y literario es que para el desarrollo de una vasta competencia fílmica, lo mismo que para contar con un diestro conocimiento histórico o una pulida habilidad literaria, como decía Borges (2000), “no hace falta más que la lectura de una buena colección de textos”. Para el caso, textos fílmicos. La mediación docente, influenciada por los panoramas teóricos y los climas institucionales, permite el contacto con estos textos y la articulación con los planes de estudio. 9 Un camino, por largo que sea, siempre empieza por un primer paso. En este sentido, escoger Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore fue nuestro primer paso importante en esta investigación. Como recurso didáctico se puede utilizar el popular “cine-foro”, apropiando términos y conceptos del análisis semiótico, pues entabla un diálogo perceptivo de la secuencia fílmica al calor de enseñanzas relacionadas con el lenguaje fílmico, el lenguaje literario, el manejo de los colores, el tipo de plano, los recursos de imagen, etc. El cine como espacio de diálogo abre el camino de una pedagogía mayéutica, al tiempo que encaja con los Lineamientos Curriculares para lengua Castellana de ciclo 4 en el que se trabaja el texto narrativo, característico del cine, y el texto argumentativo, cercano al dialogismo, la oposición de tesis y el encuentro de las percepciones y de las ideas. Aunque este trabajo puede extenderse en un territorio tan amplio como lo es la extensa historia del cine, hemos seccionado el trabajo hasta la siguiente conclusión. La de que en lugar de alejar de la lectura y la escritura, el trabajo académico con adecuadas piezas fílmicas puede acercar la pedagogía de los niveles, las intenciones y las diferentes competencias del lenguaje, logrando, como sugiere esta pequeña pieza, que nazca en cada quien el deseo de visitar una biblioteca y abrir la página de un libro. Pero este análisis detallado lo mostraremos en el siguiente apartado. Por el momento esta imagen es la que más nos interesa: la de quien, viendo una película, siente el deseo de leer un libro. Es similar a la primera, la que sugiere Woody Allen, la de un personaje que al borde del suicidio, es salvado por un musical en la sala de cine. De alguna forma, tanto las buenas películas como los buenos libros han salvado hasta ahora nuestras vidas ¿Por qué no podrán salvar, a su manera, la de nuestros estudiantes? 10 1. Planteamiento del problema 1.1. Cine y educación: una relación problemática El cine, dice Jean Luc Godard, es “tanto una idea que se hace cuerpo como una forma que permite pensar” (De Baecque, 2000, p. 29). Lo mismo que cuando, para identificar y categorizar cada una de las piezas que lo constituyen, desarmamos y luego armamos un reloj, al analizar los diversos componentes de una película desarrollamos un proceso de ida y vuelta: se descompone y se compone cada elemento significativo dentro de una red de sentido (Eco, 1981). El presente trabajo propone el esbozo un modelo de lectura crítica del séptimo arte, con el ánimo que sea útil como mapa de navegación pedagógica para mejorar los índices de lectura crítica y de producción escrita, en el área de Lengua Castellana. En nuestra praxis magisterial en los colegios Nueva York e INEM Francisco de Paula Santander, en los grados octavo y noveno, respectivamente, hemos encontrado una contramarea generada por el conflicto entre las políticas nacionales e internacionales de alfabetización en medios audiovisuales y los múltiples y diversos conflictos que restringen y obstaculizan la implementación de estrategias pedagógicas cuyo objetivo primordial sea desarrollar procesos de lectura crítica del texto fílmico en el aula de clase. Nos hemos servido de estas experiencias como material de investigación, de forma que nuestra propuesta surge como una alternativa de alto impacto que responde a las necesidades actuales de acompañar y orientar los procesos críticos de lectura de cine en la escuela, en tiempos cuando un gran porcentaje de la educación real se le está relegando a los medios de comunicación, el cine, la internet, los videojuegos, sin ningún tipo de acompañamiento ni en la escuela ni en la casa. Entre otras cosas, el modelo brinda la posibilidad de incluir a poblaciones con trastornos de aprendizaje, trabajar la convivencia, desarrollar los conocimientos y las competencias lingüísticas y ciudadanas. Pero sobre todo, resulta adecuado para movilizar diversos procesos cognitivos superiores como la metacognición, la creatividad, el pensamiento complejo y la caracterización de estilos cognitivos; con un alto grado de afectación de la inteligencia emocional, con incidencias directas 11 en el desarrollo de habilidades de escritura y, en el fondo, generador de compromiso de transformación social y de dinamización cultural (Jodorowsky, 2010; Ruiz, 2001). El cine es, entonces, también, aprendizaje en movimiento. 12 1.2. Antecedentes investigativos 1.2.1. Introducción Pese a que nuestra época ha sido caracterizada por el desarrollo de medios de comunicación mucho más efectivos que nunca y centrados en las tecnologías infocumunicacionales, y que revela un saludable panorama de expresión ciudadana, existe el albur dedálico de perder la brújula, el horizonte, incluso, hasta la misma duda. Sólo por poner un ejemplo ocioso, basta recordar aquel capítulo de la serie anglosajona Futurama en el que Fry, un repartidor de pizza que ha sido congelado mediante la criogenia por más de un siglo, al despertar debe afrontar los retos de una sociedad circundada por la realidad virtual y, al intentar encontrar a una amiga atrapada en la red, termina refundido en los recovecos multimediales de mayor atracción como la pornografía, los video-juegos y las cámaras web. Este panorama, con sus defensores y opositores, involucra cierto tipo de texturas que, para el caso que nos compete, pueden servir tanto de reflejos de la cultura, como de medios para leerla comprensivamente. Este es el caso del texto cinematográfico o film. En este apartado daremos cuenta de las variopintas miradas y concepciones teoréticas que, sobre el texto cinematográfico y su función formativa en la Escuela, delinean como premisa de función. En un primer momento, aparece la selección de documentos que hacen parte de políticas gubernamentales no sólo de nuestro país (UNESCO 1984: 8. En: Aguaded y Carbero 1995: 21), sino de Latinoamérica (Silva Sierra, M, 2011) y de la Unión Europea (UNESCO, 1984: 8. En: Aguaded y Cabero 1995: 21. 2000): reflejan una postura global, mancomunada y direccionada con similares propósitos, aun cuando tales lineamientos no se vean reflejados en la cotidianidad de los colegios. Asimismo, hemos acopiado un número considerable de publicaciones presentes en revistas indexadas que democratizan el conocimiento construido a partir de prácticas educativas, y cuyo objetivo principal sea la alfabetización en medios audiovisuales a través del cine como 13 herramienta didáctica. Igualmente, hemos recopilado un importante insumo, tanto de tesis de pregrado, como de maestrías y doctorados de diversas universidades latinoamericanas y europeas, con el propósito de brindarle la mayor rigurosidad académica, el más milimétrico análisis teórico y la más afortunada síntesis de esta tendencia global en la cual se relaciona directamente la cultura de masas con la educación formal, informal, comunitaria, popular y alternativa en el mundo. El cine en las aulas de clase. Cabe aclarar que la necesidad de investigar en medios y educación tiene una amplia tradición y hay múltiples enfoques asociados y por ende se pueden señalar diversas denominaciones de acuerdo con las corrientes teóricas que han analizado el fenómeno: "Media Literacy", "Media Education", "Education aux Média", "Educação para os Média", "Alfabetización audiovisual", "Alfabetización mediática", "Alfabetización para los medios", "Educación audiovisual", "Educación en medios" y "Educación en comunicación" (Aguaded y Cabero 1995, p. 22-23). De tal manera, algunas de estas denominaciones han sido cruciales para el desarrollo de la ruta de búsqueda y, particularmente, para la identificación de aquellos nodos significativos sobre los cuales se sostiene el andamiaje discursivo. Ahora bien, gran parte de las instituciones educativas actualmente son ciegas a las dinámicas académicas, a los lineamientos gubernamentales y a las estrategias globales de educación. Se mira con cierta aspereza (si no con indiferencia) la implementación del cine en las aulas de clase como herramienta didáctica. Hay un estereotipo llamado a revaluarse según el cual cuando se proyecta una película en un salón educativo se hace para perder tiempo o, sencillamente, porque la maestra o maestro “no preparó clase” (Barbero, 2003). En este sentido, nos hemos ceñido a articular diversas lecturas referentes a la implementación del cine, especialmente en el área detallada en los Lineamientos y Estándares Curriculares de educación secundaria: Humanidades y Lengua Castellana (MEN, 2000, 2003, 2005). Lo hacemos no sólo porque es nuestro campo de acción, sino porque el lenguaje y la comunicación son ejes integradores y trasversales del conocimiento. 14 1.2.2. La imagen, el movimiento; la imagen en movimiento Explica la cinética que el movimiento produce energía siempre y cuando se produzca a partir de la oposición o interacción de un cuerpo con otros cuerpos (Oparín, 2004). La analogía resulta adecuada si validamos el hecho de que al menos encontramos dos tendencias de corpus en relación con nuestro eje problémico. De un lado, encontramos una postura apocalíptica (Eco, 1968), o si se quiere crítica, incluso, pesimista. De otro, rastreamos una perspectiva integradora (Eco, 1968), también mencionada como optimista y caracterizada por ser más flexible o plástica. En breves palabras, podemos ubicar la discusión alrededor de una pregunta que recientemente, con propósito del lanzamiento del libro La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa, ha generado diversas polémicas y ha suscitado el interés de muchos filósofos, investigadores, diseñadores y académicos en una rencilla que parecía superada. La pregunta versa sobre cuál es el significado más fuerte de cultura; el generado por la así denominada cultura de masas o el generado por la tradición letrada (Vargas Llosa, 2013). Vargas Llosa se queja de muchos de los males que hoy en día parecen gobernar la sociedad, la cultura y la economía: la celeridad, el consumismo, la pasividad, la falta de criterios de lectura, el hábito del placer y solaz como propósitos efímeros de una mejor calidad de vida. También se pregunta Llosa cómo harán los jóvenes para leer el Ulises de Joyce, cuando los videojuegos ocupan todo su tiempo, o cómo llegarán a un libro cuando las películas los han convertido en piezas masivas de entretenimiento barato. En el mismo lanzamiento del libro, el filósofo francés Guilles Lopovetsky pone de relieve la contra-tesis: existen categorías de análisis y de entendimiento de estas prácticas globalizadas, y, pese a las críticas, esta denominada cultura de masas educa, influye e interactúa permanentemente con la ciudadanía (Lopovetsky, 2005). 15 Por cierto, parece el último grito de la moda intelectual saber si Facebook o Youtube o Hollywood son útiles para la tradición cultural, pero en realidad la disputa es antiquísima. Ante el principio aristotélico de que “aprendemos mediante nuestros sentidos y principalmente mediante el sentido de la visión” (Aristóteles, 2012), se ha contrapuesto la opinión de René Descartes (2011) de que nuestros sentidos “nos engañan”. Y desde entonces, la ciencia ha fundado su epistemología en la suposición de realidades capaces de ser detectables mediante los sentidos humanos (Comte, 1984). La crítica más acérrima, en este caso dirigida al cine, la encontramos en los estudios adelantados por los integrantes de la Escuela de Frankfurt (Mirzoeff, 2003). Muchas expresiones críticas como “industria cultural”, “massmedia”, “inconsciente fotográfico”, “manipulación de masas” o incluso “estrategias de mercadeo”, han sido acuñadas por este grupo de investigadores, quienes veían en las audiencias a seres sumisos y manipulables por dinámicas de poder elitistas y acomodadas de la sociedad jerarquizada. Teodor Adorno, Max Horkheiner y Walter Benjamín veían en la homogenización y masificación de contenidos culturales el sustrato mismo de las formas de dominación del “Gran hermano” que se dibuja en la novela 1984, de George Orwell (1948). Las pantallas, cámaras y otros mecanismos de registro audiovisual aparecen en 1984 no como estrategias de emancipación, fraternidad o igualdad, sino como mecanismos de control y de vigilancia. El denominado “cuarto poder”, aquel ejercido por los medios de comunicación y las TIC, en manos sólo de un Estado Absoluto evidencian el peligro infinito de los avances tecnológicos en tiempos cuando el ser humano delega el poder de sus acciones en la democracia representativa (May Ayuso, F. R., 2012). Así, el “Gran Hermano” se configura como el enemigo mismo del ser, el foco divino que controla y decide nuestras acciones, con estratagemas propias del mundo circense y de ilusionistas. Muchas estrategias actuales de comercio y de mercadeo aún se basan en ciertas premisas surgidas de lo que algunos teóricos han denominado la “decadencia de 16 occidente” (Vattimo, 1990) la manipulación de los deseos y apetencias, la intervención en el inconsciente del espectador, las mediciones del rayting, incluso los estudios de audiencia basados en las disponibilidades temporales y las preferencias de contenidos (Collazos Fajardo, C., 2014). Esta perspectiva, válida, pero no última, ha trascendido hasta los últimos lustros, no sólo en las palabras de Llosa, Lipovetsky, Adorno, Horkheiner, Benjamiín, sino de otros pensadores como Nicolás Mirzoeff, quien se refiere a la inmediatez sensual como el permiso directo a ser manipulado; o de Giovanni Sartori (2003), quien manifiesta el peligro de una atrofia cultural en momentos cuando el ser depende de recursos tecnológicos y estos aparecen con revestimientos tales como el “video niño” (2014, p. 38). Pero esto ha generado posturas y discusiones. El primer connato de bifurcación de esta vertiente investigativa surge en 1960, en el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birminghan, en Inglaterra (En: Cárdenas Peña, 2006). Allí se propone el primer mapa de análisis integral de los medios masivos de comunicación. Se trata, como decíamos, de una postura más optimista, flexible e integradora. La crítica a la Escuela de Frankfurt se refiere, en este caso, a que el modelo de comunicación, cualquiera sea el caso, nunca es unidireccional. Aun cuando el “lector” parezca imbuido o tantalizado por los estímulos audiovisuales, su conciencia permanece también en movimiento, por lo cual puede asumir una postura crítica u opinativa. Dicho de otra forma, siempre existe una mediación: un contacto de informaciones que bien pueden oponerse o negociarse. Los estudios de este Centro se enfocan en lo que Ferdinand de Saussure denominó la semiótica (En: Amar, 2000). Al entender que los mensajes se codifican en signos arbitrarios - pues “nada obliga a que la imagen acústica árbol signifique algo en especial” (Barthes, 1990: 21. En: Trápaga, 1997) –, hay muchos signos que escapan al mensaje plenamente verbal y que son, como se decía, permeables de lectura y de interpretación. El derrotero viene a ser impugnado, curiosamente, el mismo año de 1984, cuando se hace el lanzamiento oficial del primer computador integral, patentado por Steve Jobs bajo la marca Macintosh, otrora Apple II, que luego fuese comerciado y 17 distribuido por marcas como Hewlett Packard, Microsoft, Intel, Motorola, Next, entre tantas otras. Vemos cómo hoy en día las predicciones de Jobs resultan comprobarse. La intención de Jobs era justamente permitir la interacción: revelar los comandos que le permitiesen a cada quien hacerse partícipe de la red comunicativa establecida por las cámaras y los modelos de realidad virtual (Isaacson, 2012). Al tiempo que se desvencija la teoría gravitacional de Newton, la amenaza del control desmedido se cae por su propio peso. Los avances tecnológicos propios de la Guerra Fría repercuten no sólo en una carrera armamentista nuclear, sino en un afán ferviente de educar a las nuevas generaciones en las TIC, pues no hay biblioteca más grande que la misma internet: programas de Software como Fhotoshop, Adove InDesign, Corell Draw revolucionan el concepto de veraz y verificable, pues todo es susceptible de ser modificado. Así mismo se revelan los trucos utilizados en la carrera a la luna (como las fotografías de Stanley Kubric) y se ponen en tela de juicio registros tan commovedores como la Foto Muerte de un Miliciano de Robert Capa, durante plena guerra civil española (UNESCO 1984: 8. En: Aguaded y Cabero ,1995). Volvemos, como lo hacía Descartes, a la filosofía de la eterna sospecha. No hay un solo acontecimiento noticiado en la prensa que no brinde alguna más minuciosa indagación. Del mismo modo en que el sujeto se empodera del razonamiento, la duda y la información, empieza a ser configurador constante de la realidad. Es el caso de las filmaciones de noticias mediante el uso de cámaras instaladas en teléfonos celulares y otras aplicaciones mediales. Pero no todo termina ahí. Seguimos contando con la muralla de basura informática, con los malos usos de internet, incluso con la presencia de hackers que asaltan la privacidad e incluso la economía no sólo de ciudadanos promedio sino de grandes firmas e instituciones privadas y estatales. Pese a la disputa sobre los beneficios y las daños de nuestra era “transparente” (Vattimo, 1990) y “multimodal” (Sandoval, 2001), encontramos que esta última 18 tendencia, basada en los Estudios Culturales (EC) abre una vasta zanja de investigación, en la que podemos analizar el cine y sus diversas presentaciones como un código propio que permite la convergencia de conocimientos móviles y útiles. 19 1.2.3. El texto fílmico El Ministerio de Educación de la Argentina (2007) se propone ciertos niveles del lenguaje en los cuales se puede cifrar el análisis del cine: la parte material (significante), el contenido (significado) y la forma en que se expresa; por su parte, el director de cine francés Jean-Luc Godard dice “el cine es una idea que toma cuerpo tanto como una forma que permite pensar” (En: Ritzer, 2011). Esto significa que el cine posibilita conectarnos con ideas tejidas en imágenes; y, su despliegue a nivel sintáctico y morfológico es susceptible de ser analizado a la luz de los desarrollos en el campo no sólo de las Ciencias Cognitivas, sino, en particular, de la lingüística del texto o textolingüística. Y esto permite la convergencia del cine, la ciencia, la cultura y, en general, de la comunicación y la educación, pues diversos modelos de alfabetización en medios, en especial en cine y televisión, se han planteado como estrategias de innovación pedagógica y curricular (Aranguren et. al., 2006). Las primeras investigaciones que dan cuenta del tema Comunicación-educación datan de la década de los setenta y se presentan desde Europa hasta América Latina (UNESCO 1984: 8. En: Aguaded y Cabero, 1995: 21) y, a través del rastreo bibliográfico hemos encontrado trabajos teóricos que exploran la posibilidad de la alfabetización de la imagen y, por ende, sus aportes constituyen vínculos directos con el interés investigativo. En referencia al uso pedagógico del cine se pueden citar las apreciaciones de Saturnino de la Torre y Carmen Oliver (2003). A través de su investigación, se potencializa el cine como un entorno formativo, como estrategia para aprender y estudiar. Y se evidencia que puede ser un poderoso instrumento para cambiar los valores sociales. Por su parte Joan Ferrés (1994), utiliza el vídeo en la escuela y su integración en el proceso de enseñanza – aprendizaje, mientras que Bartolomé Crespo, D. (1994) propone preparar al sujeto para comprender e interpretar la imagen y construir nuevos mensajes. Pungente (1994) entiende la alfabetización audiovisual como la capacidad de decodificar, analizar, evaluar y comunicarse en una 20 variedad de formas. Es importante, asimismo, referenciar los aportes teóricos en torno a la lectura de la imagen a través de los aportes de Zunzunegui (1989, 1996) pues remiten a la lectura como un conjunto de procesos mentales que permite la construcción global de significado frente a la imagen. Por otra parte, desde la perspectiva que nos ofrece el MEN, se hace necesario referenciar los esfuerzos por crear “La Cátedra de Alfabetización Audiovisual y Lectura Crítica de Medios para los Colegios del Distrito Capital”, fundada en los artículos de la carta magna que se visibilizan en el artículo 5 de la Ley General de Educación, y en el artículo 92 de la Ley General de Educación. También, a través del rastreo de antecedentes de políticas nacionales en educación, se encontró el proyecto de acuerdo del concejo de la capital de Bogotá No 424 de 2005, que afirma en artículo 1. La Implementación de "La Cátedra de Alfabetización Audiovisual y Lectura Crítica de Medios" para los colegios del Distrito Capital” centrados en objetivos como el análisis de los elementos técnicos y narrativos de los lenguajes Radial (en el caso de la Radio), Audiovisual (en el caso del estudio de la televisión y el cine) e Intertextual (en el caso de la internet y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación -NTIC)”. De tal manera que el Distrito configuraba hacia el año 2006 una propuesta que abordaba los diversos aspectos de la alfabetización audiovisual. No obstante, no se le dio viabilidad al proyecto por diversos criterios técnicos y discrepancias entre las entidades estatales encargadas para ponerlo en marcha, principalmente por razones de orden económico (Mineducación, 2005). Ahora bien, a partir de estos aportes, encontramos que la tendencia globalizada se pone a favor de la alfabetización audiovisual. Si bien es cierto que durante muchos lustros la educación se ha comparado con el Mito de la caverna de Platón, en la que el discípulo cree fehaciente entre en las imágenes proyectadas en el contraluz de la estancia, vemos en la alfabetización audiovisual un margen para la libertad. Una posibilidad de desciframiento del engaño. Para no ir más lejos, tomamos este ejemplo literal: 21 “Es necesario tener en cuenta que durante mucho tiempo la habilidad de los artistas se midió por la capacidad de imitar la naturaleza y engañar a los sentidos al producir la ilusión de estar ante objetos “reales”. Hay un célebre pasaje de la Historia Natural de Plinio el Viejo (comienzos siglo I d. C,) que reconstruye una mítica anécdota entre dos pintores atenienses, Zeuxis y Parrasio. El primero de ellos, Zeuxis, se había hecho famoso por haber pintado unas uvas tan bien imitadas que los pájaros se acercaban a picotearlas. Parrasio apostó entonces que engañaría a su rival. Un día lo invitó a su taller y le mostró diversas pinturas, hasta que, de pronto, Zeuxis vio un cuadro recubierto por una tela, apoyado en la pared, en un rincón del taller. Intrigado por el cuadro que Parrasio parecía ocultarle, fue a levantar la tela y se dio cuenta de que todo aquello solo era una apariencia engañosa: el cuadro y la tela estaban directamente pintados en la pared. Parrasio había ganado su apuesta y engañado al hombre que engañaba a los pájaros” (Aumont, 2007, p. 103). 22 1.3. Delimitación. Un momento relevante de la política educativa nacional parecía ser el proyecto de acuerdo No 424 de 2005 del Concejo de Bogotá, cuya intención consistía en generar una Cátedra de Alfabetización Audiovisual y Lectura Crítica de Medios para los colegios del Distrito, y cuyos objetivos se direccionaban hacia su directa implementación en los pensum escolares: “2.1 Ofrecer elementos conceptuales que permitan conocer la historia y funcionamiento de los diferentes medios de comunicación (Radio, Prensa escrita, Televisión e Internet) y analizarlos con base a la realidad del país y la comunidad de los educandos. “2.2 Identificar las relaciones económicas y de poder existentes entre los medios de comunicación y diferentes actores sociales como: grupos económicos, políticos y civiles, Organizaciones sin ánimo de lucro, corporaciones públicas y privadas y actores del conflicto armado que vive Colombia. “2.3 Ofrecer elementos conceptuales que permitan darle lectura a series y productos foráneos y basados en otras realidades ajenas a la colombiana, desde una óptica nacionalista fundada en los valores y el respeto a la dignidad humana. “2.4 Analizar los elementos técnicos y narrativos de los lenguajes: “Radial (en el caso de la Radio) “Audiovisual (en el caso del estudio de la televisión y el cine) “Intertextual (en el caso de la INTERNET y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación -NTIC) “Gráfico (en el caso de la prensa escrita, la publicidad, la televisión y las nuevas tecnologías). Así mismo se evaluarán los impactos, alcances y posibilidades de estos lenguajes y cómo se narran historias a partir de estos. 2.5 Estudiar los medios de comunicación como empresas lucrativas y analizar su función e impacto en la sociedad. 23 El Ministerio de Educación financiaría y dispondría tanto los espacios como los docentes y directrices de aplicación de cine clubes, cátedras, seminarios. Sin embargo, los contra-argumentos de carácter pecuniario dieron ponderaron a las inversiones de infraestructura y cobertura, aunque, valga decirlo, tampoco hayan resultado suficientes. Con todo, la iniciativa no quedó ahí. En la Ley General de Educación (115 de 1994), en los Lineamientos Curriculares (1998) y en los Estándares Curriculares (2003) de Lengua Castellana, encontramos una perspectiva epistemológica afín y convergente que exhorta a las maestras y maestros a incursionar en el análisis semiótico de las imágenes y las producciones de los medios masivos de comunicación, como parte esencial de las prácticas educativas. Algunos extractos en relación con el tema parecen lo suficientemente contundentes: “La inserción de los medios de comunicación en el aula tiene importantes repercusiones en el terreno pedagógico, pues le permite al alumno captar el hecho global de la comunicación; además, ejercen una importante función informativa y pueden tener grandes efectos formativos. Por esto, tanto alumnos como maestros necesitan conocer los códigos en que se vierten y articulan los mensajes emitidos y tener conciencia de las posibles formas de trabajo pedagógico sobre los mismos”. (Lineamiento, 1998, p. 35) “Es importante propiciar el manejo de los recursos propios de cada sistema sígnico, sea este la lengua, la pintura, la música, la caricatura, el cine, etc. Así, por ejemplo, en el caso del código verbal, conviene aproximar a las y los estudiantes al manejo de recursos extraverbales, antes mencionados, tales como los proxémicos, los kinésicos y los prosódicos, que se constituyen en elementos importantes a la hora de sostener una conversación o realizar una exposición, entre otras actividades verbales”. (Estándares, 2003, p. 11). Junto a los factores de “comprensión e interpretación textual”, “literatura”, “ética de la comunicación” y “producción textual”, en los Estándares Curriculares de Lengua Castellana se refiere el de “Medios de comunicación y otros sistemas simbólicos”, 24 con marcadores de subprocesos como el siguiente: “Establezco relaciones entre la información seleccionada en los medios de difusión masiva y la contrasto críticamente con la que recojo de los contextos en los cuales intervengo” (Ibíd: 60). Así mismo, los libros de texto utilizados en la mayor parte de colegios del país, desde hace más de una década, incluyen un espacio dedicado al análisis de imágenes, pictogramas, simbologías y extractos de guiones cinematográficos y radiales (Vega y Romero, 2012). Como decíamos, la tentativa no quedó ahí, pero tampoco avanzó mucho. El hecho de que existan perspectivas epistemológicas y tendencias pedagógicas, libros de texto o material bibliográfico y filmográfico respecto de la necesidad apremiante de modernizar la educación, no entraña, necesariamente, la existencia de prácticas constructivas y reales en el contexto del aula de clases ni, aún, la existencia de un modelo de lectura crítica acorde con tales perspectivas y con tendencias. Si bien es cierto que se necesitan sistematizaciones de experiencias pedagógicas innovadoras, alternativas, emergentes y de alto impacto, la ausencia de este modelo, en particular o, al menos, la falta de acuerdos conceptuales entre ciertas réplicas de modelación, ha generado un vacío insalvable entre la teoría y la práctica. De forma que o bien la práctica es ciega en la medida en que no hace acopio del suficiente acerbo teórico o bien la teoría es ingenua, puesto que no pretende intervenir un fenómeno específico de la realidad (Jurado, 2003). La repercusión de esta problemática, ya bastante delimitada y detectada, desde el proyecto de acuerdo No 424 de 2005 del Concejo de Bogotá determina, en gran medida, esa oscilación pendular de las prácticas educativas que genera currículos ocultos, tendenciosos y, en últimas, nefastos. La falta de planeación o de adecuación del material fílmico permite cuestionar la proyección de películas en el aula de clase, y, a larga, relegar la interacción de los estudiantes con los medios audiovisuales a espacios marginales y en muchas ocasiones peligrosos si tenemos en cuenta, en el caso del cine, por ejemplo, las salas de proyección del denominado cine rojo o los grupúsculos de adeptos del snuff. 25 El otro extremo del problema lo encontramos cuando los maestros son obligados a desarrollar un currículo impuesto, con material fílmico y formas canónicas de interpretación. Ir al pie de la letra puede llevar las cosas al borde del absurdo. En este caso tenemos el ejemplo de los documentales fosilizados sobre educación sexual, prevención de incendios o métodos de salida durante la activación de alarmas de emergencia. Mientras el docente hace llamados de conducta o dormita sobre una discreta silla del fondo del salón, el estudiante, de nuevo, continúa su lectura solitaria o restringida de cientos de productos audiovisuales al alcance de la mano, con tecnologías tan populares como un teléfono celular. A estas alturas, incluso, resulta necesario reflexionar sobre las razones ocultas de hábitos magisteriales tan delicados, desde el punto de vista ético, como decomisar un computador portátil, un dispositivo de almacenamiento de registros sonoros MP3 o un celular. También huelga analizar el fenómeno masificado en las comunidades estudiantiles de interrumpir el orden normal de una sesión de clases por contestar una llamada, responder un mensaje de texto o ver un video-clip. Los Lineamientos Curriculares de Lengua Castellana advierten de la misma situación en relación con el ejercicio de lectura y escritura: “los jóvenes no son tontos: sospechan de la hipocresía cuando les hablan de la importancia de la lectura y la escritura, cuando les citan el mismo libro siempre y nunca reciben de los maestros escritos suyos”. (2003, p. 10) En vista de que estas observaciones requieren ser particularizadas, en aras de lograr una delimitación del problema, nos ceñimos a analizar únicamente dos instituciones educativas, aquellas en las cuales actualmente desarrollamos nuestra praxis docente: el colegio Nueva York y el INEM Francisco de Paula Santander. El INEM, como sub-proyecto “diversificador” del Proyecto Educativo Institucional (PEI), integra el CEJI (“Comunicaciones y Expresiones Inemitas”), en el área de 26 Educación Artística. Uno de los objetivos de este eje orientador es, de hecho, bastante diáfano: “Fomentar el desarrollo de habilidades […] apoyándose en el uso de las TIC […]” (INEM, 2013, p. 63). Resulta curioso que competencias como la “comunicativa-hermenéutica” (INEM, 2013, p. 64), proyectos pedagógicos como el del periodismo (INEM, 2013, p. 65) o la intención interdisciplinar de relacionar las áreas de “Español e Informática” hayan encontrado espacio en la expresión artística, más allá de la comunicación, la lectura y la escritura, pues el proyecto AQUILEO (INEM, 2013, p. 69), correspondiente al Proyecto Institucional de Lectura, Escritura y Oralidad (PILEO), se relaciona más con el desarrollo de habilidades en el área de Inglés, de la comunicación en público y la lectura en voz alta, que con alguna indagación en medios audiovisuales como el cine. El proyecto del área de sociales Democratización Escolar, enfocado en las competencias ciudadanas y el ejercicio de los derechos en una sociedad democrática, por su parte, utiliza el cine-foro, como eje metodológico de los debates propios del área (INEM, 2013, p. 57). El Colegio Nueva York, en cambio, no refleja en los registros de su PEI, de su PILEO, ni tampoco en un extenso documento denominado Política Lingüística, elaborado por un grupo llamado Sylabus, una sola alusión al uso adecuado de TIC o de piezas audiovisuales con motivos pedagógicos que incidan en el desarrollo de habilidades lingüísticas, semióticas o comunicativas (Colegio Nueva York, 2014). Mantienen un corte estilístico basado en el éxito, la evaluación, el posicionamiento comercial de la institución y el desarrollo de valores como el respeto, la afectividad y el trabajo en grupo. En relación con las aristas que articulan el diseño de la malla curricular y la filosofía pedagógica del área de Lengua Castellana los lineamientos se orientan a formar a maestras y maestros en la planeación de las clases de acuerdo con los temas y las competencias contemplados en la política institucional y en los Estándares Curriculares del área. En lugar de un estudio del lenguaje, se defiende el estudio de la lengua, con sus respectivos niveles, enfocado además en el desarrollo del bilingüismo. 27 En diversos instrumentos aplicados como evaluaciones a estudiantes, diarios de campo, encuestas y entrevistas a maestros y a padres de familia, resaltan observaciones de innegable valor etnográfico. Encontramos maestros, en ambos colegios que ante la pregunta por la influencia del cine en los estudiantes en cuanto a entretenimiento, información, educación, estimulación de la imaginación y otros ítems, responden “No aplica” o dejan la casilla en blanco, lo cual connota una indiferencia ilimitada. Los otros grupos (padres de familia y estudiantes) generan fluctuaciones de interés y de acuerdo con categorías etarias y estráticas, en la medida en que los estudiantes de INEM, lo mismo que sus padres de familia, van mucho menos a salas de cine y a eventos teatrales que los del CNY y van más cuando sus padres tienen edades más cercanas a las suyas. Al preguntarle a un estudiante del INEM por sus preferencias en cuanto a actividades para desarrollar en el tiempo libre no encuentra en los libros y ya ni si quiera en el cine un divertido pasatiempo. Ante la pregunta ¿Cuál? En un caso específico, se responde, por ejemplo: “trabajar”. El porcentaje reducido de estudiantes que ocupan su tiempo libre en la lectura fue encontrado, en su totalidad, en el CNY. Todos los grupos coinciden en ponderar la navegación en internet como la actividad con más carga de divertimento, estimulación del aprendizaje y desarrollo de la creatividad. Las pruebas de lectura crítica de imagen, para el caso un póster y un mapa conceptual, arrojan, por su parte, similitud y paridad en cuanto a un medio y bajo nivel de desempeño, si tenemos en cuenta las políticas del ICFES referidas al análisis de los desempeños comparativos al asociarlos con el valor agregado (Molina, 2013). Las pruebas de producción escrita, por el contrario, arrojan completa disparidad. Frente a pruebas de nivel superior en CNY, encontramos un promedio nivel bajo en el INEM. Tenemos, entonces, dos comunidades educativas claramente diferenciadas. El CNY cuenta con documentos institucionales que omiten la alfabetización audiovisual en el área de Lengua Castellana y centran su atención el desarrollo de habilidades de la lengua (hablar, leer, escribir, escuchar) a partir de hábitos como 28 la ordenación, los planeadores, mapas conceptuales, etc. El INEM se muestra, al menos en sus políticas institucionales, mucho más interesado y se refiere directamente al cine como una estrategia pedagógica relacionada con su PEI. En ambas instituciones, maestros y estudiantes se muestran poco interesados en el cine al tiempo que reflejan deficiencias en el campo de lectura crítica de imágenes y es expresa la carencia de cátedras, seminarios o cine-foros relacionados con los currículos de las diferentes áreas. En resumen, tenemos la siguiente problemática, así delimitada: Mientras en una institución privada, con las características de CNY, se margina institucionalmente la educación en medios audiovisuales en el área de Lengua Castellana; en una institución pública con el INEM se incluye como proyecto del área de Educación Artística. Como resultado tenemos dos poblaciones estudiantiles con deficiencias en la lectura crítica de imágenes y de contenidos audiovisuales, una de ellas notablemente afectada en los niveles de producción escrita, sin que haya un plan de intervención inmediato, utilizando o no el cine como herramienta didáctica. Lo cual se traduce en un grupo de estudiantes que en la escuela son alejados de los medios de comunicación y reflejan niveles medios de lectura y altos niveles de producción escrita, en contraste con un grupo de estudiantes mucho más invadidos por la influencia de los medios y con serios problemas de comprensión de lectura y de producción escrita. El punto medio, diríamos, es el de un número considerable de estudiantes llenos de curiosidad por navegar en universos audiovisuales promisorios, innovadores y divertidos en contraste con un reducido número de docentes lo suficientemente capacitados e interesados en el tema como para atender las demandas académicas y pedagógicas que se requieren para proyectar una película en la escuela. También tenemos a un grupo de profesores haciendo dictados sobre la relevancia del cine contemporáneo en la sociedad actual, cuando nunca ha existido un sincero interés en el séptimo arte, salvo, acaso, para acompañar una cena 29 taciturna. Y durante un año de clases difícilmente se proyectó una película completa. Dicho de otra forma: el problema derivado de la ausencia de claridades conceptuales y de modelos de aplicación pedagógica de la tendencia de alfabetización en medios audiovisuales. Así las cosas, a partir de nuestras experiencias magisteriales y de esta delimitación del problema, encontramos viable y de suma importancia adoptar una investigación de carácter teórico, de carácter inductivo, denominado Teoría Fundamentada (Richards y Rogers, 1986). De esta manera, a partir de los datos que extraemos de nuestras prácticas con el uso de material audiovisual, pero sobre todo a partir de un riguroso rastreo bibliográfico y un arduo proceso de conceptualización, categorización y comparación constante entre las diversas categorías, nos permitiremos formular el esqueleto de un esquema de análisis del cine en la escuela. 30 1.4. Preguntas de investigación Pregunta problema - ¿Cómo construir un esquema de análisis con altos niveles de abstracción de las películas con intencionalidad pedagógica para transportar conocimientos de lengua materna? Sub-preguntas: - ¿Cuál pieza fílmica es la más apropiada para desarrollar un proceso de análisis con altos niveles del abstracción? - ¿Cómo sistematizar, categorizar y conceptualizar la información teórica y práctica acopiada sobre el uso de material audiovisual como herramienta didáctica en el ciclo 4 de la educación formal? - ¿Cómo establecer una analogía teórica entre el análisis del lenguaje y el análisis el cine? - ¿Cómo integrar en el currículo de Lengua Castellana de cuarto ciclo de educación media un modelo de alfabetización en textos fílmicos? - ¿Cómo mejorar la lectura de textos convencionales a partir de textos audiovisuales? 31 1.5. Objetivos de la investigación General: - Esbozar un modelo de lectura crítica del texto fílmico que se adecúe a las necesidades de estudiantes de ciclo IV de dos colegios de la ciudad de Bogotá. Específicos: - Hacer un levantamiento del estado del arte en la relación cine-educación que permita identificar la pieza fílmica sobre la cual establecer esquematizaciones de criterios de análisis replicables a diversas películas y a su enseñanza en el ciclo 4 de la educación formal. - Codificar y categorizar los elementos teóricos relacionados con el análisis de los textos fílmicos del ciclo 4 de la educación formal, para la enseñanza de la lengua materna. - Conceptualizar las categorías de análisis de la teoría literaria y lingüística pertinentes para establecer una analogía entre el análisis de textos literarios y el análisis de textos audiovisuales. - Comparar las categorías de análisis, las teorías, tendencias, perspectivas y modelos al calor del análisis de una pieza fílmica con usos pedagógicos establecidos. - Construir un esquema de análisis con altos niveles de abstracción del texto fílmico, que pueda replicarse en otros textos audiovisuales y en otros contextos educativos. 32 1.6. Justificación Ante las dos opciones de tratamiento del material audiovisual en la escuela propuestas por Umberto Eco, hemos decidido asumir una postura menos apocalíptica que integrada. No podemos censurar un discurso tan prominente como el cine en la escuela. En lugar de eso, pensamos que puede servir como herramienta pedagógica para integrar diversos saberes y competencias, entre otros, los correspondientes a los de la lengua materna. También permite diversificar las prácticas anquilosadas de la enseñanza tradicional en la escuela. Hemos detectado una postura apocalíptica en la realidad de la profesión magisterial tanto en maestros colegas como en padres de familia (ver anexos del 1 al 9) y hemos evidenciado no sólo la curiosidad de estudiantes, sino también su evidente afectación en cuanto a la marginalidad de orientaciones adecuadas al tiempo de sociedades de la información y el conocimiento formadas gracias a las redes virtuales, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el cine. La justificación de cualquier esbozo de modelo cuya orientación sea la formulación teórica, con altos índices de abstracción, de exactitud explicativa y de gradualidad, es el problema de la realidad que empieza en el momento de ser formulado. No lo hemos formulado por azar. Copiamos un extracto de nuestros diarios de campo, de los cuales nos conformamos por el momento con evidenciar sólo esto: “7-8-14. Después de casi dos meses de insistencia, me prestaron la sala de Humanidades, en la que hay un televisor plasma grandísimo y un computador conectado, pero sin internet. No llevé más que una película que había comprado el día anterior y que no había tenido tiempo de ver: La danza de la realidad, de Alejandro Jodorowsky. La sinopsis anunciaba una bella metáfora de la infancia de Jodorowsky, y todo marchó bien hasta el décimo minuto. Habíamos detectado íconos índices y símbolos, y me había sentado en la última silla para verificar la disciplina de todos los estudiantes. De repente aparece una escena de sexo explícito y todos estallaron en risa. Yo misma tuve que contenerme, dejar correr la escena y cuando deduje que se anunciaba otra escena pesada, me levanté, la 33 pausé y les hablé de la importancia de la seriedad en el momento de leer el cine. Hablamos de la sexualidad y de cómo el tabú hacía a los adultos maltratar a los niños sólo por ocultarles algo que acababan de ver. Salí pensando en que el primer paso para enseñar con material audiovisual era tener a la mano siempre una buena pieza fílmica, que no me hiciera pasar por este tipo de situaciones tan inextricables”. (Ver anexo 9) Estamos seguros de que cada maestro de lengua materna sabrá apreciar y justificar en la práctica esta especial teoría que venimos validando desde que empezamos a escribir el Decálogo de la “buena lectura” audiovisual Hemos invertido muchos esfuerzos pedagógicos, humanos, sociales, investigativos en desarrollar el siguiente capítulo. Esperamos que se entienda la justificación de esta propuesta en la medida en que sienta la necesidad de indagar sobre las alternativas de educación, en tiempos cuando resulta indispensable habitar los espacios que, como decía Machado: “sólo el necio/ confunde el valor con el precio”. 34 2. MARCO TEÓRICO: Decálogo de la “buena” lectura audiovisual 1 “Abordarás cada crítica como un pequeño trabajo de creación” Fernando Lara 2.1. La línea y el punto Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore de William Joyce y Brandon Oldenburg cuenta la historia de un escritor que luego de ser arrastrado por un huracán como el Katrina puede volar sin las limitaciones de la gravedad y sin la fricción del viento, convirtiéndose en lector. El video ha resultado ganador del Óscar por mejor animación en 2012 y abarca un record impresionante de páginas en red que lo comentan, analizan, resumen e incluso cuelgan, para ser visto allí mismo: 22.700 resultados arroja el motor de búsqueda de Google. Luego de cerca de tres años de su primer estreno, es inestimable el creciente interés generado en las academias, en las escuelas y, en general, en todos los lectores, ilustradores, escritores, libreros, editores, músicos, estudiantes, maestros, bibliófilos y demás amantes de la cultura del libro. El así llamado “fenómeno Morris” es un elogio del universo “que otros llaman Biblioteca” (Borges, 1981), ese espacio tan parecido al paraíso, de infinitos anaqueles hexagonales, multiforme y ubicuo. Los libros ponen alas en cualquier joroba. Morris causa cada vez mayor revuelo. Y también toda una revolución del cosmos que habita un libro: la editorial Alfaguara ha publicado recientemente (en 2014, para mayor precisión) la versión literaria que Joyce le dedica a su mujer (q.e.p.d), acompañada de las ilustraciones de Oldenburg. Esta publicación tiene una tradicional confección litográfica y, además, una compleja trama de vínculos entre el libro impreso, el libro virtual y el universo del cine. El “fantástico libro volador” no se basa, sin embargo, en la película. Establece una mediación multimodal- término propio de nuestra era informática-: la animación se 35 complementa con la versión impresa y la impresa con la fílmica, que es un homenaje al “cine mudo”, por lo que puede decirse que resulta complementaria, alternativa, si se quiere, la presencia del texto literario. “Si bien la imagen, como cualquier otra, es una inducción a mirar”, escribe Susan Sontag (2003, p. 17), “el pie [la voz en off, en este caso; la “leyenda”, en el otro] reitera, las más de las veces, la patente dificultad de hacerlo”. El libro es una invitación a mirar o, dicho de otra forma, ofrece una nueva mirada. Podemos interactuar con las secuencias, no sólo devolviéndolas o adelantándolas, acercándolas, alejándolas, sino además ampliando su marco de referencia bidimensional o tridimensional- con la aplicación de Realidad Aumentada- a un marco hologramático. Una pieza fílmica adaptada para funcionar como un asombroso juguete posmoderno, como un video juego que se despliega, literalmente, al abrir las hojas del libro. Un cuento corto, que, como todo lo bueno que hay en la efímera vida humana, quisiéramos contar mil veces. Seguir todas sus señales, todas sus relaciones, sus vínculos, es un acto creativo. El caso del Señor Morris es una de esas piezas que motiva el análisis más minucioso, que no se blinda ni se acoraza, pero que al mismo tiempo cierra el espectro de su campo interpretativo. Encierra una gran carga significativa en pequeños detalles, casi como invitación a detener la secuencia, a ampliarla y empezar a reconocer las pistas inmersas en eso que han dado el llamar “lenguaje cinematográfico”, que viene siendo algo así como el código de sus posibilidades. Pero cualquier “analfabeta audiovisual” puede ir descubriendo por sí mismo las riquezas técnicas, conceptuales y artísticas que hacen posible su vuelo. Al fin y al cabo, decía William Blake (1982), “la perfección está en el detalle”. Cada quien puede analizarlo a su manera. La nuestra ha terminado por convertirse en materia de investigación. Un huevo antropomórfico, “el libro [que] era un hombre amable”, aparece en el momento en que el señor Morris Lessmore pierde sus esperanzas, su color, al contemplar los escombros que ha dejado el siniestro, “e insta a seguirlo”. Desde entonces, no deja de acompañarlo. Lo 36 despierta en la mañana, lo guía, lo orienta. Lo disciplina. “No sabía qué hacer ni qué camino tomar. Así que comenzó a vagar. Y vagar. Luego un poco de feliz casualidad llegó a sus manos. En lugar de mirar hacia abajo, como se había convertido en su hábito, el señor Morris Lessmore miró hacia arriba”. La forma en que mira, la forma en que piensa, la forma en que asume la existencia adquiere la imagen de Humptey Dumptey: el deseo de llegar a ser, la aspiración permanente del mejoramiento, de la transformación misteriosa que representa un huevo haciendo equilibrio frente al abismo. Entre las múltiples analogías que encontramos en este simbolismo, la más cercana no deja de ser la de la educación. “Cuando el Espíritu se desvanece, aparece la forma”, escribe Bukowski (2014). Vivimos el ocaso del espíritu, un tiempo de extrema materialización de la vida en un mundo intercambiable por papeles, y como el papel puede quemarse, un mundo en destrucción. Los múltiples desastres naturales, las repercusiones de nuestras guerras y lo enfermizo de nuestros diversos sistemas (económico, social, cultural), remueven nuestro más íntimo sentido de resiliencia. No sólo para sobreponernos al siniestro, a las múltiples tragedias de la cotidianidad, sino para modificar definitivamente nuestras maneras de vivir en el mundo. Encontrar este texto audiovisual, esta pieza fílmica, este galardonado ejemplo del séptimo arte, ha orientado por completo este trabajo, porque nos ha demostrado que existe una buena forma de enseñar, desenmascarando todas aquellas pésimas estrategias y terribles “puestas en escena” que nos hacen perder “tiempo de estudio yendo a la escuela” (Shaw, 2012). Esa buena forma de enseñar es una versión ideal de una buena forma de aprender. Resulta indispensable aprender a escoger el material fílmico que llevamos a la escuela. Para explicar el modo en que llegó a nuestras manos esta “feliz casualidad”, nos referiremos a dos conceptos de la semiótica que Roland Barthes (1990) utiliza para hablar de la fotografía: el estudio (o “estudium”) y el punto (o “punctum”). 37 “Estudiar” la fotografía, dice, significa barrer con la mirada una serie de revelados, hasta encontrar una de tantas fotos, especialmente interesante por la forma en que “punza”. Hay un punto “irritante”, localizable en el plano de su composición. Es una transposición de los conceptos del Curso de Lingüística general, del ginebrino Ferdinad de Saussure (o de sus estudiantes): “paradigma” y “sintagma”. Con el primero se alude a las opciones de combinación de ciertos elementos lingüísticos; con el segundo, a las elecciones tomadas. “Cine”, “vine” y “mine” son opciones cuya arte combinatoria se localiza en la variación del primer elemento. Para hacer entendible la analogía, que se refiere a una forma estructural de entender los fenómenos del mundo, veamos algunos ejemplos. El menú en un restaurante representa el estudio o el paradigma de opciones, mientras que el plato que se solicita representa el sintagma. Se ha escogido debido a un punto en especial de su variación. Tal vez el tipo de carne, el tipo de ensalada o el postre. En el ajedrez hay un “paradigma” de jugadas posibles, pero, una vez movida una de las piezas del juego, se ha generado un “sintagma”, una nueva situación, un nuevo estado del juego (Saussure, 1945). Sólo con un movimiento puede haber jaque mate. Parece un asunto sencillo, pero al trasponer estos conceptos al universo del “cine”, las opciones paradigmáticas, el estudio, abarca los más extensos listados de carteleras, programaciones, filmografías disponibles en internet, colecciones personales. Hay mucho que ver y muy poco qué mirar. Las propuestas pedagógicas que sugieren el uso de material audiovisual han representado un filtro indispensable, no sólo por las recomendaciones para su buen uso, sino por el acierto de sus recomendaciones. Con todo, no hay forma única de encontrar un buen film y en ocasiones ni el mejor método nos ayuda a evadir una mala elección en la sala de estrenos. En este caso, las líneas de investigación, los filtros de búsqueda, los materiales y herramientas de las bibliotecas y los salones, coinciden en algo: para la enseñanza de la lengua materna resulta indispensable curar el quebrado puente entre las películas y los libros. Algunos eslóganes culturales como “apaga la 38 televisión, prende un libro”, “menos face y más book” encarnan una mirada apocalíptica de estos medios de comunicación. La nuestra es, en cambio, una mirada integrada, holística, aunque surja de cáscaras de huevo. Un buen video que nos inspira la lectura de otros videos, otros libros, otros textos es, siempre, una buena elección, un buen sintagma, un elemento indispensable. La enseñanza de la lengua materna mediante el uso de material audiovisual: esa es la línea. El video de la lectura: ese es el punto. Un punto que proyecta nuevas líneas. Un punto en el que resulta útil- sobre todo-, el consejo de Kavafis (1968): “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti. Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje” (Kavafis, 1968, p. 22). 39 2 "Algunas veces la imagen sigue al sonido y representa un papel secundario y no viceversa. El sonido es algo más que una simple ilustración de lo que está sucediendo en la pantalla." Andréi Tarkovsky 2.2. El sonido “Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de un fundamento último e incondicionado de todas las cosas”, escribe Estanislao Zuleta (1980), "así también hay un verdadero abismo de la Acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la causa absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión”. El imperativo categórico que indica el albur de buscar todas las razones en un único principio razonable, lleva a buscar un libro del que pudiesen surgir todas las demás obras. Hay quienes ponderan el Corpus Hermeticum o Kibalión (Trismegisto, 1998). Uno de los principios del Kibalión dice que “el universo es mente”. En el campo de la semiótica es común la alegoría que conlleva la pregunta “si un árbol se cae en medio del bosque y nadie lo escucha ¿El árbol se cayó?”. Sin intérprete, la realidad significativa se quiebra. Los hechos objetivos dependen de los hechos mentales. Los hechos mentales no dependen de nosotros: somos nosotros quienes nos inscribimos en la conciencia, pero el suceso puede llegar a nosotros o no. Peirce (1974) lo resume así: “el ser humano, en sí mismo, es un signo”. El segundo principio del Corpus dice que “el universo es ritmo”. La Teoría de las cuerdas y las realidades múltiples (Kapra, 1983) concuerdan en concebir una realidad originada por las vibraciones de una conciencia armoniosa. Estamos formados por átomos compuestos de vacío, se afirma, de modo que las partículas 40 subatómicas más diminutas existen sólo en la medida en que se desarrolla la composición de una partitura orquestal del orden de la realidad. Lo que nos lleva a decir desde otra postura semiótica que el árbol, en efecto, se cayó. Una semiología musical nos lleva a pensar que, pese a todo, esta afectación en los ritmos propios del planeta, tan diminuta como el vuelo de una mariposa o tan sorda como la caída de un árbol solitario puede generar una tempestad, una ruptura o algún estrépito en el extremo opuesto de donde se origina, como la luz de esas estrellas muertas que aún nos llega en las noches más transparentes. Hace parte de la introducción y es la misma, con diversos matices, durante todo el corto, hasta el final. Sotto voce, forte subito, esforzando, mezzoforte, pianissimo. Una misma melodía que abre y cierra, con movimientos, variaciones, deformaciones. Punto de carencia, punto de ignición, punto de trascendencia (Goyes Narváez, 2008). Oscuro, claroscuro, tenue, muy tenue. Inicio, nudo, desenlace. Es el silbido característico del señor Morris Lessmore, en la primera escena; las notas que escucha al entrar en la biblioteca, provenientes de un piano, en otra; el entrenamiento de la alfabetización, la disciplina de la escritura, el sereno trabajo diario entre los anaqueles, el envejecimiento, el vuelo y revuelo del señor Morris, siempre acompañado de ese “hombre que era un libro”, Humpty Dumpty. Imagen 1. Partitura musical de Humptey Dumptey, disponible en: http://kiboomukidssongs.com/humpty-dumpty-sheet-music/ 41 Imagen 2. “Pop Goes the Weasel”, Tomado de Los fantásticos libros voladores del señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) “[..] Que era un libro”. Al pasar y devolver las páginas se crea el efecto de movimiento dentro de la empastadura medio abierta de un volumen, creando el efecto de la animación, simulador de la realidad, a partir de láminas gráficas secuenciadas. Las hojas se recorren en las notas digitales de un piano. Una de las características primordiales del video del Señor Morris es la música de fondo. Es, casi, como si la imagen surgiera del ensueño de la melodía Las mejores piezas del cine mudo acentuaban la selección musical. Hay una famosa anécdota de uno de los primeros cineastas de nuestro tiempo, Méliés: la presentación de un proyecto cinematográfico con una orquesta tocando en vivo y en directo, algo impensable hoy en día (Feldman, 1990, p. 27). La primera lectura sugerida es de carácter musical. El señor Morris encuentra un instrumento musical abandonado y el siniestro parece superarse. Es el inicio de un nuevo camino, la felicidad de la bienvenida a este espacio habitado por la 42 tradición, morir y resucitar para escuchar una melodía, una sola melodía, que solía utilizarse para vender helados. Aprender a interpretarla es una dulce entrada al juego de la alfabetización auditiva. “Cállate y escucha las estrellas”, dice Borges. “¿Cuántos sonidos puede tener el agua?”, se preguntaba el director de cine ruso Andréi Tarkovsky (Feldman, 1990). La de Humptey Dumptey es una de esas melodías que vale la pena aprender a escuchar y a leer en todos sus matices, en todas sus versiones, en todas sus réplicas. Por ejemplo esta versión: “Ni todos los caballos del rey, ni todos sus hombres Pudieron traer mi corazón de vuelta Todos los físicos Y todos los matemáticos Fracasaron en evitar que mi corazón se rompiera en dos” Anónimo 43 “El arte es un estado del alma” Marc Chagall 2.3. La cámara de Gesell y el inconsciente fotográfico Hay una broma que el multifacético artista Alejandro Jodorowsky (1963, 1965, 1997, 1999, 2001, 2002, 2007) utiliza cada vez que es invitado a brindar una charla sobre cine: “un caballero sale con un pingüino a pasear por la calle. Un amigo que lo encuentra por casualidad ve esta extraña escena y asombrado le aconseja que lleve al pingüino a un zoológico. Tiempo después se reencuentran y aún el caballero camina con el pingüino a su lado. - ¿No has llevado ese pingüino al zoológico?, le pregunta el amigo. – Sí, responde. Ahora lo llevaré al cine”. La proyección del séptimo arte ha sido comparada con la proyección del inconsciente. Lo que llevamos, en últimas, a una sala de cine es nuestra extrañeza más íntima. Nuestro pingüino. Para Jodorowsky, la escena de la cornea de un ojo abriéndose por la cortadura de una navaja de afeitar mientras en el cielo una delgada nube desgarra la luna llena, de la película Perro andaluz (Buñuel et al, 1929), se inscribe en la memoria del espectador con mayor acento que gran parte de toda la producción de la industria de Hollywood. No sólo se refiere a una crítica del consumo de masas y de la industria cultural que genera productos basura, imposibles de recordar, sino una postura radicalmente psicoanalítica, o, como él mismo ha acuñado, psicomágica. “El inconsciente”, escribe, “acepta la metáfora” (2002). Soñar no sólo es un canal de desagüe de nuestras represiones cotidianas, de nuestros actos inconclusos, de nuestros deseos insatisfechos. También es una actividad cerebral, cognitiva y espiritual que procesa los registros de nuestra memoria más enigmática. El cine, entonces, implica un concepto propio de lo que Jung ha denominado “el inconsciente colectivo”, la metáfora de lo que “todos soñamos”. 44 “No somos más que un desgarrón de las cosas” (dice Foucault, 1963, 1966, 2000), “delirios activos de la consciencia” (mantuvo Artaud, 1969), “simples criaturas hechas de sueños” (sentencia Yourcenar, 1989). Hace poco, en el Museo de Arte de Buenos Aires, se dio a conocer un curioso montaje que relaciona el sueño y el cine. “La obra es una Video Instalación compuesta de un sistema de múltiples pantallas en las que se proyecta un gran compendio de sueños de películas. Imágenes oníricas de diferentes épocas y lugares, desde Soñar, Soñar de Favio, hasta películas emblemáticas como Cuéntame tu vida de Hitchcock o Fresas Salvajes de Bergman. Los espectadores se sumergen en ese espacio, recorren y experimentan dentro de lo que podemos denominar como el inconsciente colectivo cinematográfico” escriben en su blog. Lucas Tuturto, en su corto de promoción a la Video Instalación se pregunta: “si las películas son sueños de la realidad ¿Los sueños de las películas qué son?” (Tuturto, 2010) La respuesta resulta ser un sistema cíclico de múltiples pantallas proyectando sueños de películas, mientras el espectador se siente parte de la protección, al estilo de la cámara Gesell (Ibíd). Verse a sí mismo de espaldas, repetido, distorsionado. Dentro de los recortes de los fragmentos más oníricos del cine. Lo curioso de este proyecto curatorial o museológico es que las secuencias escogidas coinciden con cierto patrón. Las imágenes que se repiten en los fragmentos compilados, en realidad, se nutren del surrealismo que recoge Perro andaluz y sus réplicas y contraréplicas que palpitan a lo largo del espacio y del tiempo. Inundaciones en espacios cerrados, incendios espontáneos como el del El espejo, de Andréi Tarkovsky (1975), los estallidos y fulminaciones y cataclismos de piezas como El club de la pelea (Fincher, 1999), Yo soy otro (Ocampo, 2008). Y muchos vuelos, míticos ícaros alados, brujas sobre escobas voladoras, caídas libres, casas y personajes en bicicleta pedaleando sobre las ráfagas arremolinadas de un huracán, como en el Mago de Oz. Todas estas piezas adicionales podrían hacer parte de otra videoinstalación, y mostrarían más o menos lo mismo, crearían si no un mismo efecto, por lo menos una sensación similar. 45 El más pretérito símbolo en la genealogía del sueño es la levitación, la levedad absoluta, la pérdida del peso corporal, por vía controlada o por causa de fuerzas externas. Significa la ensoñación: “la consciencia de que se está soñando” (Castaneda, 2000). Hay una extensa relación entre el ensueño y la posición del espectador, que sabe que ha pagado por creer en un engaño. La comprensión de este fenómeno sicológico es el sustrato de la cámara de Gesell (Castaneda, 2000). Un ojo oculto que no participa, y, en cambio, está en posición de juzgar. Si bien es cierto que Freud, Lacan y Young concebían la scopofilia y el voyeurismo como desviaciones libidinales tendientes al onanismo, el distanciamiento que hace el investigador de un criminal, viéndolo, literalmente, a través del espejo, sitio común ya en las películas policiacas, es el otro extremo de los usos tendenciosos. La publicidad comercial desborda imágenes cuyo punctum asocia el producto en venta con cierto gesto densamente cargado de intención libidinal. Este simple distanciamiento mantiene en pie a diario la continuidad de empresas de todo tipo. “Si por un solo día dejan de publicitar a Cocacola” suelen decir comúnmente “se caen las ventas, hasta la quiebra”. La medicina, el psicoanálisis, la publicidad. El efecto Gesell, por llamarlo de algún modo, no es ajeno, tampoco, a los salones de clase. Como todas las buenas ideas de la humanidad, esta inicialmente bienintencionada tentativa es utilizada en su propio detrimento. Buscaba ayudar a conocer el comportamiento de los niños en soledad, sin la interferencia de otro niño o adulto, en el campo propio del análisis del comportamiento dentro del mundo de la pediatría. Así como el descubrimiento de las propiedades atómicas y la teoría de la relatividad sirvieron para arrasar con ciudades enteras en cuestión de segundos, la cámara de Gesell ha servido en la escuela para convertir a los estudiantes en objetos observables, para que los docentes y directivos puedan saber cuándo son sinceros, cuándo mienten, cuándo ocultan algo y qué es lo que ocultan. El modelo de la escuela en que los maestros encarnan a vigilantes y los 46 estudiantes que interpretan presuntos criminales es la degeneración más surreal de los usos pedagógicos de cuanto sabemos del inconsciente. Es el inconsciente colectivo de la relación entre la pantalla y la escuela. En lugar de las pantallas de aplicaciones pedagógicas, de software educativos, en lugar de plataformas de aprendizaje, en lugar de pantallas de televisor, de video beam o de los tradicionales proyectores de acetatos, en lugar de todas las pantallas informativas que pueden ayudar a transmitir la cultura a los estudiantes, la pantalla ha sido interpuesta. Ha dejado de un lado a los maestros y de otro a los estudiantes. Los modelos tradicionales entrañan prácticas en las que, hasta cierto punto, ponen al maestro del lado del espectador encubierto. El estudiante es observado, adiestrado, evaluado, medido, lo mismo que los ratones del laboratorio del señor Skinner (1938), del otro lado del vidrio. Lo que ha impuesto la posmodernidad, la sociedad “transparente”, como dice Gianni Vátimo (1990) es poner al maestro del otro lado de la pantalla. El estudiante, desde su propio pupitre puede grabar, publicar y poner en la palestra pública al maestro que tiene en frente suyo, con un celular sencillo. Puede comprobar la veracidad de los datos que nutren las didácticas al poder preguntarle a internet cualquier cosa en cualquier momento. Puede, si quiere, ponerle en ridículo o analizar su comportamiento. Ese es, digamos, nuestro pingüino. Decidimos llevarlo a la sala de cine, para interrogarlo. Leer el cine como leer un sueño consiste, sobre todo, en encontrar el sentido oculto de sus símbolos más relevantes. La aparente fragmentación e incoherencia de los sueños, lo mismo que los inesperados giros y las imágenes que aparentemente nada tienen que ver con la trama de una película, obedecen a principios contingentes, sin los cuales no se inscribiría con el mayor acento una imagen en la memoria. Algunos hablan de la “memoria fotográfica” para referirse a la habilidad de reconocer un rostro. El punto en que radica la mayor carga significativa de film es 47 lo que nosotros entendemos como el “inconsciente fotográfico”, lo que nos permite asociar de inmediato un título con una imagen en especial. El motivo, la intención, la idea, se concentran en unas cuantas imágenes. En las películas de Woody Allen son comunes: la ubicación torcida de la cámara, un hombre huyendo de un seno gigante. En las películas de Oliver Stone - como Asesinos por naturaleza (1994) son rostros ensangrentados, víboras fatales, escorpiones, dicho de otra forma, un ser humano salvaje, asesino como las bestias de la naturaleza. Para encontrar el inconsciente fotográfico del señor Morris, luego de proyectarlo en la escuela, nos hemos preguntado con nuestros estudiantes cuál es la imagen que más nos ha impactado de toda la pieza, la que no podemos olvidar. “La del huracán” dicen algunos. “La de Morris volando”, dicen otros (Ver Anexo 1). Pasamos revista por todas las imágenes del corto. Y no hace falta hacer un sondeo ni soñar con esta imagen para determinar cuál es “el inconsciente fotográfico”. A lo largo de los quince minutos que dura el corto vemos todo como un sueño: ciclistas pedaleando a kilómetros del suelo, casas que dan vueltas en el horizonte y, luego, una mujer que levita, llevada por libros, libros capaces de volar, el señor Morris elevándose en el firmamento. “El punto”, nos dice la geometría más popular, “surge de la interceptación de dos líneas”. Vemos al señor Morris volando en el huracán y resulta bastante impactante, nos hipnotiza, pero también nos impacta cuando aparece una dama voladora, arrastrada por libros y luego cuando el señor Morris también vuela, literalmente, rejuvenecido al finalizar. El punto radica en la oposición de estas dos linealidades, estas dos formas de avanzar en el vuelo. Mientras el huracán aparece, vemos a las personas y las cosas intentando no dejarse arrastrar por el siniestro, volando, hacia la derecha. En cambio, la linealidad del vuelo de los libros es hacia la izquierda ¿Qué puede significar eso? 48 Si los sueños, como escribe Truman Capote, “son la mente del alma, nuestra verdad escondida” (1973, p. 33), el “inconsciente fotográfico” es la lógica de la película, el orden desconocido de ese caos de miles de imágenes de cada minuto de duración de una película. Antes de lanzar una hipótesis sobre el significado de aquella lógica que la determina y que fija la magia (o psicomagia) de todo el film del señor Morris, nos gustaría invitar al lector a observar por sí mismo, como en la cámara de Gesell, sin prejuicios, ni perturbaciones, la oposición direccional de estas dos manifestaciones del vuelo que constituyen, gracias a su iteración y reiteración, el “inconsciente fotográfico”. Confíe en el graznido, en el trompeteo del pingüino que está a su lado. No olvide ese consejo. Imagen 3. Contraste de dos “inconscientes fotográficos” en la película Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) 49 “Toda historia tiene inicio, conflicto y final, pero no siempre en ese orden” Quentin Tarantino 2.4. La imagen como huella de la “realidad narrada” y como símbolo “de las realidades posibles” “Escribir el guión de un buen film lleva dos años, el rodaje dos meses, el montaje dos semanas, darle los últimos retoques dos días, verlo dos horas y olvidarlo dos minutos”, dice Téllez, el protagonista de la película El crítico (2014), de Hernán Gershuny. Sin embargo, el retorno de un inconsciente fotográfico en la marea cotidiana del recuerdo lo redime a través del tiempo. El tiempo, “el tigre que me asecha y yo mismo soy el tigre”, conjetura Borges, un dios monstruoso que devora a sus propios hijos, la suma de lo que somos y la comprobación de que nos acercamos al final del conteo regresivo. Es el tiempo lo que conforma el alma de esta relación profunda entre la imagen de la izquierda y la imagen de la derecha del anterior acápite. La posición de los elementos configura un sentido propio en la sintaxis de la composición de la imagen (Eco, , 1980, 1981), tanto como lo hace la morfosintaxis de la palabra y el orden de las categorías gramaticales en la seguidilla de la frase. Lo mismo sucede con la configuración temporal de las secuencias fílmicas. A la izquierda quiere decir al principio, porque así es como leemos, de izquierda a derecha. A la derecha quiere decir al final. El prefijo es pretérito, el sufijo es posterior (Goyes, 2008). En el orden de la trama (Metz, 1972) que avanza secuencialmente de izquierda a derecha, vemos la celeridad de un tiempo que consume todo a su paso, que arrastra al señor Morris hacia la inminente desgracia, como el inicio, el origen de la historia, la dirección del huracán. El paisaje es sombrío, aterrador, siniestro. Nadie está a salvo del avance del tiempo, esa clepsidra en que se consumen los 50 esfuerzos vanos de las almas vacías, sin propósito. Un tiempo órfico, en que se arremolinan los muertos flameantes sobre las cenizas de un fogón encendido, una caldera infernal. “Vagaba por calles de muertos que se movían y hablaban y tenían nombres y orgullo y posesiones pero que en realidad estaban muertos. Cualquier avenida de rostros sería un sueño de terror: los rostros de retrete […], despiadados y secos hasta los tuétanos... Me tambaleaba mareado después de presenciar semejante desfile, no de hambre sino de saber que vivía y seguiría viviendo por siempre en esta vida, en un mundo de muertos”, redacta Charles Bukowsky en su ensayo más popular Sobre la poética y la condenada vida (2004). El poeta es capaz de verlo, de señalarlo, pero no puede serle ajeno, le arrastra, le hunde, como la Eurídice del mito griego. “La religión parecía un timo, un truco de espejos, y tenía la sensación de que si tenía que haber Fe, la fe debería empezar en mi interior sin la soltura de ayudas prefabricadas, los dioses prefabricados [...] Un hombre podía trabajar toda su vida y seguir siendo pobre; el sueldo se le iba en comprar cosas que necesitaba, cosillas, como automóviles y camas y radios y comida y ropa […] e incluso su ataúd era la definitiva atrocidad del decoro: toda esa hermosa madera barnizada para los gusanos ciegos del infierno”, continúa. El tiempo está marcado por el reloj que contabiliza la cantidad de horas de trabajo, el tiempo vale oro, las monedas de los muertos mendicantes. Como sentenciaba hace cientos de años Victor Hugo (1924) “nos jugamos la vida por la bolsa del dinero y con ella sólo le damos gusto a la vanidad”. Se toman años ahorrar para costear unas vacaciones al margen de la continuidad veloz del progreso, para adquirir una almohada medicinal, “fruslerías y banalidades de onerosa y absurda apreciación”, decía Balzac (1915). Por eso aparece engastado en la torre, al extremo derecho de la primera imagen. Un reloj. El tiempo arruga el papel, se lleva las palabras, anega las letras, sepulta las esperanzas, arranca los sueños, arrasa con lo que está a su paso. Está al servicio del progreso, ese huracán sin sentido. Es el principio de la realidad que, según 51 Lyotard, es la contrapartida moderna del principio del placer. Las agujas del minutero y del segundero nos ponen en contra del mundo, nos abisman en una carrera, en una competición en caída libre. Gana el que cae primero, el que encuentra el jaque mate de la existencia en menos tiempo, quien, como en el verso de Ramadán “hace un salto perfecto del útero al ataúd” (2000). Esta alusión la encontramos en esta imagen de la película El hombre volador de Harol Loyd (1923): Imagen 4. Escena célebre de El hombre volador de Harold Loyd (1923) Nos bastan dos minutos para olvidar, como los sueños cuando despertamos. Dos segundos para morir. Una vida trepar hasta el precipicio desde el cual lanzarnos, en caída libre. Este “inconsciente fotográfico” marca el inicio de la historia de la imagen como un registro de realidad. La imagen, como redacta Góyes Narváez (2008), es una huella de la realidad, un reflejo del tiempo, una evidencia. Baudelaire, en cambio, concebía al poeta como un vidente “del color” de su tiempo: 52 “Digo que es preciso ser vidente, hacerse vidente. El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos para no guardar de ellos sino las quintaesencias. Inefable tortura para la que se tiene necesidad de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito —¡y el supremo sabio!— ¡puesto que llega a lo desconocido!” (En Goyes, 2008, p. 77) En cambio, la imagen de nuestro tiempo está marcada menos por el doble vidente del poeta que por la evidencia de que algo ha existido, que algo ha sido real. “Y al mismo tiempo que es perentorio, que ya no es, que ha dejado de ser”, anota Barthes (1990). La fotografía implica ese paradigma de la imagen en la era de lo instantáneo. Se dispara el flash, lo mismo que un soldado dispara su rifle. “No hay guerra importante sin fotógrafo”, solía proclamar Eddie Adams, el emblemático reportero gráfico de la guerra de Vietnam (Sontag, 2003). El contraste con la segunda imagen implica una vuelta de tuerca, un regreso hacia el pasado de la imagen. Por un lado, la narración cinematográfica se acerca a la linealidad del tiempo, cuenta una historia con forma y fondo. Por otro, anima a pausarla, a descubrir su poesía, que recuerda todo el trabajo plástico de los surrealistas Man Ray, René Magritte y, en especial, Marc Chagall. En el cuadro, A desuss de la ville (1947), encontramos la metáfora del vuelo como un inconsciente de la remembranza. Lo mismo que el señor Morris, el amante de Chagall se eleva hacia el pasado, toma el mismo camino de la tradición, que en esta analogía, entraña seguir los pasos – o la planeación, mejor, en su sentido literal- de la bibliotecaria en una escena precedente. 53 Imagen 5. Contraste entre el cuadro de Chagall, A desuss de la ville (1947), y una imagen de la película Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) Pocos sistemas de escritura van en sentido contrario al nuestro. El hebreo, el siriaco, el arameo, el fenicio, el umbro, el avéstico, el pahlavi. Todos ellos pertenecientes a culturas devotas de la tradición, de la escritura y de la memoria. Esta asociación con el universo alfabético resulta intencional, si observamos las letras en el vestido de la bibliotecaria que surca el firmamento. La imagen como huella de una “realidad narrada” y como símbolo de “realidades posibles”: el doble marco de la diégesis y de la poiésis del texto audiovisual. Una buena lectura significa entonces una doble mirada. Empezaremos el análisis desde el sustrato mismo de lo que comúnmente se denomina en el gremio cinematográfico el “guion literario”, que hoy encontramos en forma de libro y todos los mensajes plenamente verbales que aparecen en el film. Las palabras se transforman en indicaciones para observar la imagen. Su escritura y su lectura configuran la psicología más elaborada de la memoria. Pero, con todo y los “dos años” que le calcula Téllez, no representa, según los psicólogos cognitivos (Pinker, 1999), ni siquiera un treinta por ciento del mensaje que comunicamos y que nos comunican. Sólo que contamos con más herramientas para comprender ese limitado treinta por ciento que para percibir a veces, tan sólo, ese otro extenso margen. Las 54 siguientes recomendaciones de lectura abarcan las que, como maestros de lengua materna, hemos podido brindar a nuestros estudiantes. Recomendaciones de lectura, en el sentido en que entendemos “mejor” un cuento escrito. Las últimas son prefiguraciones analíticas que han surgido del trabajo de campo y del registro de diarios etnográficos sobre las apreciaciones que han tenido los estudiantes sobre la poética de la imagen y su particular composición. Aunque pareciera que el uso habitual de imágenes en nuestra era nos haría las cosas más fáciles, lo que aprendimos es que su estudio abarca una amplísima tradición pictórica que la semiótica aún no logra delimitar. Su estudio histórico a veces raya con lo esotérico y con la criptografía. Es el ancestro significativo de la palabra. Pero tampoco es ajeno al universo de la literatura, que significa, entre tantas otras cosas, un distanciamiento, un viaje hacia el pasado en tiempos cuando la promesa de progreso futuro empuja con tal fuerza que no podemos más que aturdir cada instante que somos ahora mismo en una negación permanente de la conciencia, somos otros, no somos. Hay que escuchar las palabras de Jattin: “hoy te digo que creo en el pasado como punto de llegada”. 55 “Si pudiera guardar el tiempo en una botella…” 2.5. Palabras del futuro pasado […] O deberíamos decir, mejor, el mensaje verbal como punto de llegada. La imagen en movimiento tiene la propiedad de ralentizarse cuanta más carga contiene. En las animaciones de doce o quince imágenes por segundo la motilidad de las ilustraciones se nota torpe y robotizada. Apresurada, artificial. Mientras que las que exceden las treinta por segundo parecen serenas, detalladas, tan finas que alcanzan a ser rugosas, como la realidad misma, contenedora de tantas realidades. Una de las más famosas escenas de la última película de X-men, Días del futuro pasado (Singer, 2014), no tan exitosa en taquilla como las de sus coterráneos superhéroes, tuvo que enfrentar este principio para lograr que Quikcsilver, el mutante adolescente y canoso, alcanzara la velocidad del sonido, cuando los Xmen habían sido emboscados en una cocina del Pentágono. Para ver el mundo como lo hace este Mercurio, mientras se mueve a 343 metros por segundo, se tuvo que rodar “a cámara lenta” toda la escena y luego grabar a Evan Peters corriendo contra una brisa presurizada de ráfagas de viento, para luego trasponer ambas secuencias. El efecto es impresionante: platos, sopas, jugos, pastas, balas suspendidos en el aire; el Quicksilver se ajusta sus gafas de aviador, sus audífonos y empieza a trepar por las paredes, a desviar de camino las balas, golpea a los agentes del Pentágono, abre las puertas y tiene tiempo de probar la salsa del día y de ajustarse la gorra de un oficial. Luego del impacto de la saga The matrix, de los hermanos Wachoski (2009), nada parecía superar la escena más veloz del cine, en que Neo esquiva una bala. El principio sigue siendo el mismo: el contraste entre la velocidad y la lentitud. Para acelerar los movimientos de Neo había que ralentizar todos los demás, entre tantos otros, los golpes y las balas. El método, que tampoco fue nuevo entonces, 56 consistía en utilizar la mayor cantidad de cámaras con la mayor cantidad de fotogramas por segundo sobre la trayectoria de un proyectil y fijar una pausa para trasponer a Keano Reaves haciendo contorsionismo. Los neurólogos afirman que en un momento de extremo peligro podemos experimentar esta percepción estilo Quicksilver: vemos que todo transcurre muy lentamente. En realidad son nuestras neuronas quienes abren sus caminos muy rápidamente, buscando dar una respuesta en el menor tiempo posible a la situación que pone en riesgo la vida, como incendiarse o tener muy cerca un vehículo en medio de una carretera (Llinás, 2003). Milán asocia estos fenómenos de los tiempos con el recuerdo. La rapidez, dice, está asociada con el olvido; la lentitud, con la memoria. Para entender la lentitud en su novela homónima contrastó un amor del siglo XVI con uno de nuestro tiempo (Kundera, 1993). Luego del conflicto final de una relación escandalosa, el personaje principal, en ambos casos, emprende un viaje. La doble imagen de un personaje al que le han roto el corazón, se aleja, en la carroza de un coche, en un caso; en una moto de carreras, en otro. Lo más posible es que quien viajaba en esos antiguos carruajes arrastrados por caballos tuviese más tiempo de recordar el romance. En una moto, a más de 300 kilómetros por hora, en cambio, durante los primeros minutos, con toda seguridad el asunto habrá quedado olvidado. Hablar con imágenes se asemeja a hablar con palabras. El exceso de adjetivos y de pasajes descriptivos carga, por no decir satura, una narración. Ya nadie lee el primer capítulo de Nuestra virgen de París, de Víctor Hugo (1924), que es una descripción exacta de una iglesia, con sus arbotantes, sus bóvedas, sus altares y sus rematados góticos. La historia no avanza, no sucede nada, suelen decir los estudiantes. En cambio, los siguientes capítulos son un vértigo, una permanente caída. El lector actual se salta los capítulos lentos. Si pudiera, adelantaría también las películas en las salas de cine, para ver sólo las escenas de mayor acción. No soportamos la quietud. Y, sin embargo, con en esas largas lluvias de las películas 57 de Tarkovsky nos damos cuenta de cuántos matices, cuántas nostalgias, cuántas músicas reminiscentes salpican el lento caer de los hilos de agua. Las escenas más descriptivas llevan a pensar qué sucedió. Los rasgos, las posturas, los usos de los objetos nos dicen cosas de quien ha estado allí. Las escenas más narrativas, en cambio, nos inducen a preguntarnos qué pasará, qué sucederá al final, cómo habrá de terminar todo el embrollo. Esta, nos parece, es la paradoja de Joyce y de Oldenburg. En la primera escena, estrepitosa y agitada, el señor Morris es arrastrado por un huracán, pero el tiempo de la fábula no avanza mucho en realidad, es el mismo del tiempo de la trama. (Hemos venido utilizando estos dos términos indiscriminadamente, de modo resulta necesario un pequeño paréntesis para llegar al punto de este apartado. Con fábula, Propp se refería a la lógica del curso de las acciones, como entendemos que han sucedido las acciones; con trama a “la historia tal como de hecho se narra, tal como aparece en la superficie textual, con sus dislocaciones temporales, sus saltos hacia adelante (prolepsis o flashforward) y hacia atrás (analepsis o flashback), descripciones, digresiones, reflexiones parentéticas” (Eco, 1988, p.14). Paréntesis cerrado. Decíamos que, en la primera escena, la fábula y la trama son la misma) En la segunda escena tenemos al señor Morris abatido, luego del siniestro, cuya tenacidad hemos visto, palmo a palmo. A partir de aquí quisiéramos citar directamente del libro lo que continúa. “A la deriva por el cielo por encima de él, Morris vio una señora encantadora. Ella estaba siendo arrastrada por un escuadrón festivo de los libros voladores. Morris se preguntó si su libro podía volar. Pero no pudo. Sólo caía al suelo con un ruido sordo deprimente. La señora voladora sabía que Morris simplemente necesitaba una buena historia, así que ella le envió el favorito. El libro era un hombre amable, e instó a Morris a seguirlo. Por la noche, después de todas las historias que 58 necesitan contarse y todo el mundo tenía que sentarse en sus correspondientes sitios en los estantes, el gran diccionario grande tendría la última palabra. “A partir de aquello Morris una vez más volvería a escribir en su propio libro. Escribió sobre sus alegrías y tristezas, de todo lo que sabía y todo lo que él esperaba. “Entonces los libros escucharon un sonido pequeño, expectante. Allí, en la puerta, era una niña. Miró a su alrededor con asombro. Algo fantástico pasó. El libro de Morris voló hasta aquí y abrió sus páginas. La chica empezó a leer. Y así termina nuestra historia y comenzó otra...” (Joyce y Oldenburg, 2014, p. 7, 8, 9) Nada nos indica en el texto que haya transcurrido más de un día. Pero el film muestra envejecer, entre tanto, al señor Morris. La trama y la fábula se distancian: los tiempos no son los mismos. En contados minutos, vemos transcurrir una vida entera y no nos parece extraño. El efecto creado es el de escribir por completo un libro, una actividad que requiere a veces más de dos años, a veces lustros, en tan sólo unos minutos. “No hay obra acabada”, escribe Borges, “siempre enviamos borradores a las litografías”. Lo que encontramos es el mismo efecto Quicksilver: “Entonces estaba perdido y era joven; ahora estoy perdido y soy viejo. Allí estaba, sentado en la biblioteca. […] La biblioteca, mi habitación para el día. ¡Por fin paredes! Nada de acero verde ni tablones de madera de banco. ¡La biblioteca! Mi único hogar”, dice Bukowski (2004). La única forma de avanzar en el tiempo es deteniéndolo. Mientras el Señor Morris se transforma a sí mismo y a las personas, mientras llega a ser un gran lector, la biblioteca permanece intacta. Nada cambia a su alrededor, nada. Es él quien cambia. Quien escribiendo poco a poco su libro se transforma en escritor. “Yo sólo escribo”, insistía Nietzsche, “para fastidiar al ciudadano que vive de afán” (En Zuleta, 1980). Parece que el lector puede intuir a lo que nos referimos, que es algo así como una reflexión sobre la cultura. Pero antes de cerrar quisiéramos hacer un nuevo 59 paréntesis, esta vez para aclarar un aspecto sobre la confección de la trama. Para ello, quisiéramos referirnos a la crítica más acérrima que se la ha hecho a Paulo Cohelo; en una columna de opinión Héctor Abad Faciolince acertadamente escribe: “Vladimir Propp, uno de los padres de la narratología, publicó en Leningrado su monumental Morfología del cuento infantil (1928). El principal mérito de este gran trabajo consiste en haber hallado, por encima de los argumentos superficiales de cada cuento, una serie de elementos formales repetitivos. Mirados al microscopio, es posible descubrir que en todos los cuentos de hadas los personajes, por distintos que sean, acometen siempre las mismas acciones, se ven envueltos en situaciones o “motivos” análogos. Como señala Propp, “cambian los nombres de los personajes, pero no sus acciones, o funciones, por lo que se puede concluir que el cuento le atribuye operaciones idénticas a personajes distintos”. Faciolince, 2011, p. 215) Y más adelante: “El héroe abandona la casa”; “el héroe es puesto a prueba o interrogado”; “el héroe se pone en contacto con alguien que le dará un don”; “el héroe recibe un objeto mágico”; “el héroe cae en desgracia”; “el héroe se traslada o es llevado al lugar donde está el objeto de su búsqueda”; “el héroe lucha con un antagonista”; “el héroe regresa”; “el antagonista es castigado”; “el héroe se casa y sube al trono (u obtiene grandes riquezas)” (Faciolince, 2011, p. 216). Así como gran parte del cine de Hollywood coincide con esta fórmula de creación que delata Faciolince, originalmente, en la escritura de Cohelo; de igual manera encaja en la pieza que hemos seleccionado para este análisis. Este, como todos los cuentos para niños que analizó Propp se adapta a un modelo universal de texto narrativo. Salvo por un aspecto. El héroe no se “casa, ni sube al trono (ni obtiene grandes riquezas)”. El objeto de deseo, la trascendencia lograda ante la carencia original (Goyes, 2008), en este caso, representa una mujer elevada “por festivos libros voladores”. 60 Hay quienes insisten en que se trata de la esposa de Joyce y no hay motivos para pensar lo contrario. Sabemos que se dedicó toda su vida a cuidar una biblioteca; los años que demandó al equipo creativo la construcción de esta pequeña pieza animada constituyen, al mismo tiempo, una forma de “guardar” su recuerdo, de conservarlo. Allí radica la importancia de las bibliotecas. Nos permite pausar el tiempo, detenerlo, guardarlo como en una caja, como en una botella, como en un libro. Como en la canción de Jim Croce que suena de fondo mientras el Quicksilver empieza a correr: “Si pudiera guardar el tiempo en una botella, lo primero que me gustaría hacer, es guardar cada uno de los días, hasta que la eternidad pase de largo, solamente para pasarlos contigo. Si pudiera hacer que los días durasen para siempre, si las palabras pudieran hacer realidad los deseos, guardaría cada uno de los días como un tesoro y luego, otra vez, los pasaría contigo”. 61 “¿Por qué nos inquieta que el mapa esté incluido en el mapa y las mil y una noches en el libro de Las mil y una noches? ¿Por qué nos inquieta que Don Quijote sea lector del Quijote, y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios.” Jorge Luís Borges 2.6. Las funciones comunicativas de los libros voladores En el ensayo que titula En busca del presente perdido, Milán Kundera nos menciona por primera vez al maestro de su padre, el compositor Leoš Janáček. En principio, lo que inquieta a Kundera es un pasaje de Colinas como elefantes blancos, de Ernest Hemingway. Es una conversación entre “un norteamericano y una chica”, de los cuales no sabemos mucho, salvo que están “en medio de España, en algún lugar entre Barcelona y Madrid […] sentados en el bar de una pequeña estación […] Esperan un tren para Madrid, donde la chica habrá de someterse a una operación, sin duda (la palabra no se pronuncia jamás) un aborto” (Kundera, 1993, p. 84). Ella le dice al norteamericano: “- ¿Podrías hacer algo por mí? “- Haría cualquier cosa por ti. “- ¿Quieres por pavor por favor por favor por favor por favor callarte? “- Pero no quiero que lo hagas. Me da completamente igual. “- Voy a gritar” dice la joven. “Es entonces cuando la tensión alcanza su cénit. El hombre se levanta para transportar el equipaje al otro lado de la estación y, cuando vuelve: ¿Te encuentras mejor?, pregunta. 62 “Bien, me encuentro muy bien. Ningún problema. Me encuentro muy bien.” “Como si este diálogo hubiera esperado ahí desde la creación del mundo para ser pronunciado por incontables parejas, sin relación alguna con su psicología individual”, anota páginas adelante (Kundera, 1993, p. 85). La relación entre el cuento y la composición musical viene a establecerse en esta imagen que hace Kundera de Janáček: “célebre retrato: un hombrecillo bigotudo, con una espesa cabellera se pasea, con un cuadernillo abierto en la mano y escribe en notas musicales las conversaciones que oye en la calle” (Kundera, 1993, p. 87). La funcionalidad de la comunicación, en este caso, se concreta en una súplica, que, traducida al lenguaje musical, se acerca a lo que se conoce como una “apoteosis”: “¿Quieres por favor por favor por favor por favor por favor callarte?”. Enseguida llega una mesera y corta la conversación, de forma que vemos al final del cuento al norteamericano cambiando de sitio las maletas, como “un pianísimo” (88) con que terminaría la obra musical. Lo que Kundera nos cuenta más adelante en sus Testamentos traicionados (1993) es que Janáček nunca salió de Checoslovaquia, pero que, ante el éxito fuera de su nación, al final de su vida, recibió considerables remuneraciones por los arreglos y adaptaciones- muchas veces desafortunadas- de su obra. Al no contar con herederos legó la mayor parte de su fortuna a la Universidad de Brno, para el estudio de la lengua checa. La hipótesis que extraemos de esta asociación entre la música y la literatura surgiría, tal vez, de los alcances de aquella donación. No es un dato verificado ni, mucho menos, el objetivo de esta investigación, pero los becarios de la universidad de Brno en las recientes carreras de filología, lingüística y literatura fundaron el esqueleto de un análisis investigativo que ha trascendido todos los marcos de las ciencias humanas. 63 Sería el inmigrante, en la naciente América, Roman Jakobson, quien intentaría continuar el camino trazado por Janáček. Tanto las notas musicales dentro de la armonía como el significado de ciertas frases según las tonalidades prosódicas de su pronunciación contienen una emoción, “un estado del alma”, como decía Chagall. Un devenir. “Devenir es, a partir de las formas que se tiene, del sujeto que se es, de los órganos que se posee o de las funciones que se desempeña, extraer partículas, entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, las más próximas a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se deviene. En ese sentido, el devenir es el proceso del deseo”. (Deleuze, 1990, p. 275) Lo notable en la reflexión de Jakobson es que asocia estos acentos, estas intencionalidades del “devenir” posmode0rno (aunque no mencionara nunca este neologismo), con los elementos de algo que muy bien conocemos los maestros en lengua materna como el “paradigma comunicativo”. Según los elementos de una comunicación cualquiera hay ponderación del mensaje sobre alguno de ellos. El emisor, el receptor, el canal, el contexto, el mensaje, el código. Hay una carga sobre alguno de estos elementos en la comunicación entre dos o más sujetos. Dependiendo del elemento en que recae este acento, cambiará radicalmente la función comunicativa. Expresiva, si el acento recae en el emisor; conativa, en el receptor; fática, en el canal; referencial, en el contexto; poética, en el mensaje mismo; metalingüística, en el código, según el orden preconcebido: En el caso de la súplica de la chica del cuento de Hemingway, aquel “por favor por favor por favor por favor por favor” recae directamente en el receptor, hace parte de la apoteosis musical que en términos discursivos entraña el uso de un modo verbal conocido como el imperativo o apelativo. Suplicar un favor en cinco ocasiones es casi una orden. Es el efecto que quiere lograr todo arte: cambiar una manera de ver el mundo, disuadir, empezar una nueva empresa, dejar una huella en la humanidad. Afectar, zaherir, remover. Lo 64 importante no es el mensaje ni el contexto ni la expresión del emisor. Lo importante es lo que sucede en quien recibe el mensaje. Todos los medios serán pocos para conseguir este propósito. La respuesta del norteamericano (“pero no quiero que lo hagas. Me da completamente igual”), en este caso, no quiere causar un efecto en la chica tanto como ella quería causarlo en él. En cambio, el acento recae en él mismo. Pareciera que prefiere convencerse él mismo de lo que está diciendo. Encaja en lo que Jakobson denomina función expresiva. Podríamos continuar un análisis detallado de cada elemento de esta comunicación y de la funcionalidad de “cada acto de habla” y, casi a la manera en que Janacêk traduce el habla prosaica a las notas del pentagrama, podríamos hacer un esbozo del paradigma comunicativo en cada una de sus facetas. En el caso de nuestra pieza recomendada, El señor Morris puede ser interpretado al calor de estos acentos, de estas tonalidades musicales que afectan directamente su percepción. Incluso este análisis permite tanto su comprensión cualitativa como su significación cuantitativa. Allí radica su importancia. Podemos verificar palmo a palmo, imagen tras imagen, la función, el guiño, la dirección. Y, al final, promediar y comprobar las hipótesis que acá estamos planteando, las que se han mantenido en otros espacios, las que aún no han sido si quiera imaginadas. Lo que hemos sacado en claro de utilizar este “paradigma de la comunicación”, para entender este corto, es que prima allí la función metalingüística. Escriben Robert Stam et. al.: “Jakobson destaca lo que él llama función metalingüística, es decir, el habla que se centra en el código. El lenguaje, incluso en su uso cotidiano, tiene la capacidad no sólo de hablar de objetos y experiencias del mundo, sino también de reflexionar sobre sí misma y describir sus propias operaciones. En los estudios sobre literatura y cine, lo metalingüístico es con frecuencia sinónimo de reflexivo, haciendo referencia a todas las formas en las que un discurso artístico puede, dentro de sus propios textos, reflejar su propio lenguaje y sus procesos. Una 65 novela como la de Sterne, Tristam Shandy, constituye un ejemplo arquetípico de literatura que refleja su propio proceso. En el cine, por extensión, los términos metalingüísticos o metacinemáticos se refieren a esas películas o aspectos de películas que reflejan el lenguaje cinemático. Las películas de Jean Luc Godard, al igual que las películas de la vanguardia norteamericana (A Movie, Wavelength), se pueden considerar como ejercicios metalingüísticos, reflexiones sobre las particularidades del lenguaje fílmico o del aparato fílmico”. (Stam et. al., 2001, p. 47) El film está confeccionado como un libro, es un libro: vuela conforme avanzan sus páginas. La primera imagen que nos proponen Joyce y Oldenburg es la de un libro que abre su carátula: Imagen 6. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) 66 Imagen 7. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) La obra es consciente de sí misma: nos dice cosas no sólo sobre el señor Morris y su historia particular, sino sobre la tradición del libro, sobre la tradición del cine, sobre sus códigos particulares. Nos dice de entrada que estamos ante la adaptación cinematográfica de un libro, que debemos leerla como tal, como la imagen que resulta de leer. La narración se propone desde un ángulo externo, desde el punto de vista del espectador, una voz omnisciente, diría Propp (1998), una tercera persona. El ojo, incapaz de verse a sí mismo, puede treparse en las alturas de la mejor perspectiva. Cumple, entonces, con dos funciones: por un lado una función comunicativa consciente de sí misma, que nos manifiesta algo acerca del proceso de creación del film y del libro. Por otro, una función educativa que viene a desempeñar no sólo la función metalingüística de la que hablaba Jakobson, sino lo que hace años ha venido a configurarse como un modelo mismo de educación: la metacognición. Y es que, en últimas, lo que aprendemos del mundo no es más que la suma de lo que nos preguntamos a nosotros mismos. 67 “Nos morimos sin saber lo que hemos vivido”, concluye Kundera. Cuánto nos gustaría poder contar con esos paréntesis para leer en la vida la explicación de tantas irremediables contrariedades. 68 “Ya sabemos cómo es sin respuestas, pero ¿Cómo sería el mundo sin preguntas?” Yurany (En: Moreno: 2008, 2009) 2.7. Las funciones educativas de los libros voladores Todas las disciplinas, incluidas la física y la matemática, han seguido el mismo camino del aprendizaje humano. Como indica Jean Piaget (1975), el ser humano pasa por lo menos por tres etapas de desarrollo: una de vinculación empírica, otra de interiorización individual y una social. Se trata de la evolución humana. Por la vía de nuestros sentidos nos hacemos la primera imagen del mundo, una imagen cambiante pero única, nuestros sentidos son la primera fuente del saber. Pero con el paso del tiempo y al tomar conciencia de nuestro yo interno el universo mismo se encapsula, se atomiza, se hace uno y se utiliza en beneficio propio. Es lo que Piaget denominó la etapa egocéntrica: la yoidad persevera en sus fines únicos y hace suyo un universo de propiedades. Pero llega el momento en que el ser comprende que la personalidad y el egoísmo es una farsa de la conciencia, nuestros enemigos y nuestros ideales en el mundo no son más que un autorretrato: el amor a sí mismo, el odio a sí mismo, la vanidad, la persona. No existe tal yo, porque como dice Lacan “el sujeto es la suma de las voces que nos hablan” (Lacán, 1982). Así las cosas, no queda otro camino que los otros: la potencialidad relativa de hacer el daño o hacer el bien. La ciencia ha seguido los mismos designios: de la fragmentación a la totalidad (Moreno, 2009). Nuestros modelos educativos deberían sugerirse en concordancia con esta ontogénesis y esta filogenética. En lugar de eso ha ponderado la confusión sobre la duda, la taxonomía, que no es diversificación, sino aislamiento, entelequia (Capra, 1983). En el colegio se enseñan matemáticas y, en seguida, sociales, como si se tratara de una función teatral en la que luego de la obra central pasamos al recreo y luego al olvido. 69 Estanislao Zuleta decía que en Grecia se originó la filosofía, pero en Colombia califican el conocimiento filosófico. Una cosa es pensar y otra estudiar para un examen: “los griegos vieron nacer pensadores y filósofos; los Colombianos, estudiantes poco o mucho preparados para la prueba de Estado” (Zuleta, 1980). Si pretendemos formar, aún, en lugar de conformar, si pretendemos instruir en lugar de compartir saberes y generar didácticas de indagación. Si nos convertimos en profesores, con la verdad en los labios y la reputación profética de quien ostenta el único conocimiento válido, en lugar de maestros que día a día fatigan los andamiajes en la labor cotidiana de construir una obra valiosa junto con los aprendices y en ellos mismos. Si caemos en la reproducción de la historia de un error (Nietszche, 2007) – pues la ciencia es más un método que un listado de descubrimientos que debemos acopiar -, en lugar de la incansable búsqueda que nunca llega a la creencia. Si, en definitiva, consideramos que la educación es algo permanente, estático y fijo, significa que somos tan pequeños que “no nos cabe la menor duda” (Moreno, 2009). En cambio, la grandeza del ser humano consiste en la inquietud. De ello depende su crecimiento psicológico, ontológico, disciplinar, social y cultural. “¿Cómo sería el mundo sin preguntas?” (Moreno, 2009). Sin ellas, sería imposible crecer; imposible, continuar viviendo en libertad. No se desarrollaría el conocimiento empírico, interno ni mucho menos social. Resultaría inútil cualquier propósito imaginativo, cualquier connato de idea, cualquier tentativa renovadora. Estaríamos condenados a repetir, a calcar, a replicar, a seguir órdenes, a uniformarnos las mentes con una misma estéril forma de pensar. Permaneceríamos atrapados por los demonios de la pobreza, el letargo, la enfermedad, pues la vida está determinada por un aprendizaje que consiste no tanto en la adaptación a las condiciones de la vida como en la proyección del sí mismo sobre la realidad, en la ampliación de la red de relaciones en que, día a día, el movimiento de la existencia cobra sentido. Dicho de otra forma, empezamos a enfermar cuando dejamos de aprender y dejamos de aprender cuando dejamos de preguntar (Maturana, 1990), lo cual equivale a decir que 70 cuando se margina la curiosidad estudiantil de la escuela, se incursiona en la fragmentación, en la disyunción, en la ceguera, en prácticas educativas patológicas que desembocan, a corto, mediano y largo plazo en una patología del ser y la sociedad. La curiosidad es la chispa del conocimiento, dinamizadora de la existencia; mantenerla viva, la más urgente tarea de la educación. Sólo al buscar caminos para cumplirla, podemos cambiar la estabilidad del estatu quo en la que el hijo del zapatero necesariamente se convertirá en zapatero, y no en lo que desee, ya sea científico, artista o astronauta (Savater, 1972), ya que cada existencia, como dice Kalil Gibran (1997) sólo se pertenece a sí misma, a sus propios ideales, a la convicción que le generan sus propios sueños. Sin embargo, vemos cómo va quedando pendiente aquel compromiso inexorable cada vez que se presenta un nuevo caso de deserción escolar, cada vez que las condiciones más críticas de la vida arrebatan las manos que se levantaban para formular una pregunta y las obligan a amoldarse en las rigurosidades de los trabajos forzados, en las penurias de la mendicidad, en los avatares de las obligaciones adultas, haciéndolas pesadas, decaídas, indicadoras del suelo anónimo, de la gravedad poderosa. Estamos llamados a diario a proponer alternativas, a diseñar estrategias, a urdir planes de acción, a activar todos los sistemas de alarma y acudir de inmediato allí donde la raíz de una duda corre el albur de ser arrancada para siempre. Es el desafío itinerante de la innovación: “[un] conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas educativas vigentes. La innovación no es una actividad puntual sino un proceso, un largo viaje o trayecto que se detiene a contemplar la vida en las aulas, la organización de los centros, la dinámica de la comunidad educativa y la cultura profesional del cuerpo docente. Su propósito es alterar la realidad vigente, modificando concepciones y actitudes, alterando métodos e intervenciones y 71 mejorando o transformando, según los casos, los procesos de enseñanza y aprendizaje.” (Carbonell, 1999 en Cañal, 2002, p. 11-12) El momento de síntesis en que se desborda la realidad puesta en entredicho constituye una negación de la crítica, una construcción, no para quedarnos con la mera comprensión de los fenómenos, sino para transformar las capas de la vida, para llenar vacíos conceptuales en la teoría pedagógica, para generar cambios en los planes curriculares, en articulación con la política pública (MEN, 2005) y con incidencia directa en la población estudiantil. En otras palabras, innovar es convertir un problema en la oportunidad para empezar a re-evolucionar, en este caso, el espacio (que muchos ven como limitado) de la educación. En ese sentido, hemos encontrado en las TIC y en las novedosas simulaciones de aprendizaje (e-learning, e-books, juegos de video, etc), las plataformas para catapultar los procesos de la indagación. Las disciplinas, la cognición, las sociedades, la educación evolucionan con el camino de la duda. Se ha apropiado en el mundo teórico la metáfora de las botellas de vino, cuyas botellas son nuevas, pero el contenido sigue siendo el mismo añejo vino. Tecnologías ancladas en la generación de procesos de aprendizaje tradicional (Cassany, 2012). La web 2.0 (Cassany, 2012), evolución del internet con contenidos navegables y útiles para afrontar las tareas diarias, entraña un usuario que propone contenidos para otros usuarios al tiempo que permite el consumo de productos mediáticos. El diseño y programación de software como algo al alcance de la mano del ciudadano promedio y no sólo parte del obituario de los ingenieros de sistemas y los programadores especializados, posicionan al humano no sólo como consumidor sino como productor de conocimiento, algo requerido con recelo en la escuela. La web 3.0 sería ese paso en que el ser humano no sólo utiliza las herramientas virtuales para responder a los desafíos diarios al tiempo que propone 72 contenidos para hacer la vida más fácil a otros usuarios, sino que permite el desarrollo de habilidades y destrezas para proponer mediaciones entre la realidad y la virtualidad, propias de nuestra era interactiva. Aprender a leer “bien” los textos audiovisuales entraña una búsqueda en esos tres espacios de la comunicación en los cuales necesariamente se inscribe la escuela. Las recomendaciones que continúan son algo así como una analogía con estas fases del internet en la historia reciente. La escuela 1.0, la escuela 2.0. y la escuela 3.0. aplicada al análisis del Señor Morris. Lo cual no niega tampoco la analogía de Cassany. A veces son sólo las botellas las que cambian, pero el contenido siempre es el mismo. Y si es un buen vino, es porque supo conservarse. En todo caso, la única forma de llevarlo a la escuela es preguntando, preguntando ¿Cómo más? “Si tienes hambre” decía García Lorca “tendrás que pedir pan. Pero si tienes curiosidad tendrás que acudir a un libro”. Es el consejo que se incuba en estas imágenes de Humptey Dumptey: Imagen 8. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) 73 “La obra de arte resulta inteligible precisamente por la percepción de repeticiones” Susan Sontag 2.8. Los signos y los códigos de los libros voladores Hemos venido mencionando varios conceptos de la semiótica de la imagen, en especial el de “estudio” (o studium o línea) y el de “punto” (o punctum). En Nuevos conceptos de cine, Robert Stam et. al. resumen su lectura de La cámara lúcida de Barthes (En: Stam et. al., 2001), en especial su lectura de estos conceptos: Barthes teoriza los placeres específicos provocados por la «fuerza del silencio y la inmovilidad» típicas de la foto fija. Habla de dos formas de aprehender la misma foto: el studium se basa en signos objetivos e información codificada, mientras que el punctum dispara el juego del azar y la asociación subjetiva, proyectando en la foto el deseo personal. (Stam et. al., 2001, p. 35) También hemos venido utilizando diversas acepciones de la imagen como huella, símbolo, ícono. Nos gustaría dedicar este apartado a reflexionar el alcance etimológico que la filosofía del lenguaje de Charles Sanders Peirce (1974) confiere a estas acepciones. Si bien es cierto que asociamos el studium y el punctum con conceptos del Curso de Lingüística General de Ferdinand De Saussure (Amar, 2000) como sintagma y paradigma, hemos dejado de largo uno de las tendencias fundamentales sobre las que descansa el análisis semiótico del cine- o “cinesemiología”-: el signo. La radical diferencia entre estas dos escuelas –a saber, la de Saussure y la de Peirce – es que el pragmático anglosajón añadió un elemento en la tradicional oposición binaria del estructuralismo lingüístico. Para el ginebrino, cada signo, como cada moneda, tiene cara y cruz, anverso y reverso, forma y contenido, roto uno de estos atributos, rotos todos los demás. Para el anglosajón, además de derecho y revés la realidad significativa está cargada de otra sustancia, del referente. 74 Forma, contenido. “Y realidad”, añadiría Peirce. ¿En realidad, el árbol se cayó? El hecho de que un signo puede no tener relación con los fenómenos de la realidad es tan válido como que un hecho de la realidad pueda existir al margen de la interpretación humana. Pero, con todo, es el estudio del signo lo que nos permite comprender la mente y la realidad y tanto su relación como su extraña contrariedad. Los continuadores de la escuela saussureana, entre los cuales hemos citado a uno de los más célebres (Jakobson, 1978), se han fijado sobre todo en la forma, en el rastro material del signo. Este interés, al mismo tiempo, se debe a una condición especial de lo que conocemos como el avance del tiempo, el progreso, originado, sobre todo, por el empuje de la creatividad del cerebro humano y sustentado en modificaciones materiales de la vida. El modelo que conocemos de este “paradigma comunicativo” de Jakobson se inspira en los modelos homónimos del funcionalista Karl Bhüler y del matemático Claude Elwood Shannon; el primero, interesado en la pedagogía y en la medicina; el segundo, en la tecnificación de la telefonía y artífice de la mayor parte de adelantos del internet y de los video juegos. A Shannon le interesa medir la cantidad de información que puede ser recibida a través de las líneas de teléfono. El sistema de códigos binarios establece que si existen dos posibilidades de elección, la cantidad de información es “de un bit”, y pese a que esto parece surgir de una teoría lejana y remota, quienes han jugado en consolas de video juegos como Nintendo o Xbox conoce el significado de la palabra bit. El bit es el código de las posibilidades, como los cuatro movimientos que puede hacer una raqueta en el más antiguo pin pon de Atari. Esta interacción sigue el mismo principio de codificación y descodificación del código binario. Por ejemplo, el mensaje 000100 se descodifica, es decir, se lee 111011. Este modelo, lineal, en que aparece por primera ocasión el emisor, el receptor, el canal, el mensaje, era tan formal, tan matemático como el de Jakobson, sólo que con mucha más indiferencia del contenido mismo del mensaje y de la realidad a que pudiese aludir. Algo similar habían concebido tanto en el círculo de Praga como en el círculo de Viena del estudio de las oposiciones 75 binarias de los rasgos fonéticos. Se habían interesado en la forma y en su medición. No quiere decir esto que esta observación no busque el contenido de los mensajes, sino, como lo entendía Janáček, que su forma característica es contenedora de determinado acento, de cierta expresiva musicalidad originada de un estado especial del ánimo y de la psiquis. En el caso de Shannon diría: el mensaje ha sido descodificado o resulta bastante difícil de descodificar. Esta jerarquía presiócrona establece las cualidades de una “buena comunicación”: mediada, rápida, motivada, repetitiva. “Cuanta más reiterativa sea la información”, decía Shannon, “menor será la entropía” (Shannon, 1953). En tantos otros estudios formalistas y estructuralistas el estudio del “significante”, de la huella material del signo, las revelaciones del contenido surge de lanzar preguntas a la forma. El funcionalista Karl Bühler, educado en la escuela de la Gestalt, encontraría características de asociación interna y externa en los actos de habla y en la deixis infantil, lo mismo que la forma, reveladora por sí misma del fondo, como en el famoso experimento de la Gestalt. Al modelo estructuralista de la oposición binaria y de la doble articulación del lenguaje, que constituyó en la filosofía el denominado giro lingüístico (“toda filosofía es filosofía del lenguaje”), sólo le había importado el hecho psicológico. Valga repetir las palabras de Trubetskoy: “el fonema siempre será un rasgo mental” (1989, p. 89). La materialidad del signo y su representación mental. A Peirce le importaba algo más. Químico por formación, monedero de oficio y lógico-matemático por carácter, entendía la doble direccionalidad del signo lo mismo que la doble direccionalidad del dinero: lo mismo que a las personas, tendría que “referir” alguna cosa. En el caso del dinero, la única referencia posible es la del oro, pero en tiempos de extrema inflación casi podríamos establecer que el dinero en realidad equivale a un porcentaje irrisorio de la realidad material del oro que pueda tener una nación. Hay tanto dinero en el mundo que, ni aun cuando se multiplicara por miles su excavación, ni en cientos de años llegaríamos a hacer 76 coincidir el dinero que existe con su peso en oro. El dinero es un signo cada vez más autónomo, cada vez más simbólico. Los signos, es decir todo aquello que nos comunica, que nos dice algo, también tienen ciertos acentos. Algunos tienden a dar prioridad al referente, otros al sujeto, otros al mismo signo: Peirce los denominó, en su respectivo orden: ícono, índice y símbolo. “Un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de estar en relación real con él”, define al ícono. Al índice: “Un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de su propia naturaleza interna”. Y al símbolo: “nexo convencional entre el signo y el interpretante” (Peirce, 1974). Ninguna construcción teórica ha sido más usada en el análisis de las producciones culturales posmodernas que esta concepción tríadica del signo. No sólo ha servido para entender la fotografía, la publicidad y las diversas formas de comunicación, como lo han hecho los modelos comunicativos y la semiología heredera del modelo saussureano. La semiótica de Peirce ha traspasado las ciencias actuales, convirtiéndose en algo así como una metaciencia. La medicina, el derecho, la pedagogía, la sociología hace uso de la semiótica y en especial de estos conceptos para determinar, por ejemplo, los síntomas (signos indiciales) de una enfermedad, las imágenes tribales (signos símbolo) y las representaciones conceptuales (signos icono) de los niños. Algunos teóricos han adoptado la costumbre, que hemos replicado hasta el momento, de llamar semiología a la tradición europea; y semiótica, a la americana. Un acercamiento ecléctico de ambas tradiciones lo encontramos en una postura integrada (Stam et. al, 2001): Umberto Eco se basó en Pierce y en la noción de «códigos» en su análisis del analogon fílmico. En su ensayo, «Semiología de los mensajes visuales» (Communications, 15), Eco realiza un inventario de los siguientes códigos que funcionan dentro del signo icónico: 1) Códigos perceptivos (el dominio de la 77 psicología de la percepción); 2) códigos de reconocimiento (taxonomías culturalmente diseminadas); 3) códigos de transmisión (los puntos de una foto de prensa, las líneas escaneadas de una imagen televisiva), 4) códigos tonales (elementos connotados que tienen que ver con convenciones estilísticas); 5) códigos icónicos propios, subdivisibles en: a) figuras, b) signos, c) semas; 6) códigos iconográficos; 7) códigos de gusto y de sensibilidad; 8) códigos retóricos, subdivisibles en: a) figuras, b) premisas visuales, y c) argumentos visuales; 9) códigos estilísticos; y 10) códigos de lo inconsciente. (El inventario, aunque en algunos aspectos resulta sugerente, es, en ocasiones, redundante. La distinción entre: a) códigos tonales, como unidades mayores de convención estilística, b) códigos de gusto y sensibilidad, y c) códigos estilísticos. (Stam et. al., 2001, p. 78) El interés de Eco se centra justamente en los íconos. La presencia de este tercer elemento del signo tradicionalmente binario anticipa un fenómeno muy propio de nuestra era: el de la iconicidad. Las nuevas generaciones quieren convertirse en íconos, en imágenes de una postura frente al mundo: íconos del rock, íconos del ambientalismo, íconos de la literatura. Además, el ícono, primeridad sígnica, establece la relación más directa con el referente y, por lo mismo, hace las cosas más fáciles, más “inmediatas”, a quien recibe este tipo de mensajes. A nuestra manera, hemos utilizado estas construcciones teóricas para aprender a comprender mejor el film del Señor Morris. Hemos puesto pie de foto a cada imagen que hemos pausado, identificando, gracias al modelo objetivo-subjetivo de Barthes (1990), aquellas en las que se refleja mayor o menor grado de iconicidad, indicialidad y simbolismo. Quisiéramos cerrar esta reflexión sobre la cine-semiología y la semiótica del cine con el resultado de un trabajo hecho en clase. Estas construcciones teóricas no resultan del todo alejadas de la escuela si tenemos en cuenta que aparecen en los libros de texto de los grados escolares que hemos intervenido. Hacen parte también de los Lineamientos Curriculares, pues enfocan una postura comunicativa de la educación de la lengua materna, y también de los estándares, pues integran los contenidos programados para esta área. La diferencia, en este caso, es que al 78 aplicar estos conceptos al análisis de una película como la del señor Morris, se delimita de alguna forma, la interpretación, se hace más rigurosa, más analítica, si se quiere, más didáctica. En el fondo, no es más que el seguimiento de sus reiteraciones, esos elementos permanentes, esas formas características de volver una y otra vez sobre lo mismo. Imagen 9. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) “El cayado, o bastón, que usa Morris todo el transcurso del cortometraje es símbolo de sabiduría. La aparición de esta imagen después en la portada del libro al inicio del cortometraje pone de manifiesto la representatividad de este elemento en la historia” Yeisson Sánchez (901, INEM). 79 Imagen 10. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). “Cuando el desastre ha terminado, Morris encuentra un signo de interrogación en su cuaderno vacío, es un símbolo de que puede estar escrito pero su contenido real se pone en duda” Maritza Bannesa Suárez (803, Nueva York) Imagen 11. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). “Aunque no es muy visible en una escena se muestra el signo que a la vez se convierte en un símbolo: la convención de la Cruz Roja se ha universalizado hasta tal punto que los elementos de arreglo de libros cobran un grado de metaforización con la medicina y la enfermería sólo con la aparición de este símbolo en la caja de implementos al costado derecho”. Maikol Pulido (901, INEM) 80 Imagen 12. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012) “Las hojas que Morris ve volar libremente indican la llegada de un gran ventarrón o una gran tormenta. Son signos índice de lo que viene a continuación” Katherine García (Nueva York, 901) Imagen 13. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). “Es en una de las imágenes en la que se ve cómo Morris trata de reparar al libro. Nos encontramos con la imagen de un electrocardiograma, el cual nos está indicado el estado de un libro. Las partes más conmovedoras donde los libros rodean a Morris en una clara indicación de que se iría del lugar o moriría, incluso pasaría algo extraño”. Federico Martinez (902, Inem) 81 Imagen 14. Secuencia extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). “Me parece que la imagen más icónica es la del Señor Morris recorriendo con el dedo las letras de una página. La realidad que alude es el acto de leer y esto lo vemos representado por un dedo haciendo el seguimiento de las letras en un papel. Podemos decir de esta imagen literalmente que el señor Morris está leyendo”. Dahiana Giraldo (802, Nueva York) 82 “Un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes. (…) En un libro, como en cualquier otra cosa, hay líneas de articulación o de segmentaridad, estratos, territorialidades; pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y de desestratificación” Deleuze y Guatari (2004, p. 9,10) 2.9. De los tejidos al cielo La palabra textus […] no se impone en latín hasta Quintiliano, como uso figurado del participio pasado de textere, “tejer””. “Desarrolla, por lo tanto, una metáfora que ve la realidad lingüística de un discurso como un tejido” (Martínez, 2001). Según Van Dijk (1989), aquellos “tejidos” discursivos contienen “macroestructuras” o estructuras profundas del mensaje, donde se ubicarían todos aquellos fenómenos sicológicos de la comprensión de los textos. También tienen “superestructuras”, es decir, maneras de articular el discurso, con formas típicas o tipologías textuales, dependiendo de las personas y el entorno en que se emite su producción (Van Dijk, 1989). En los diferentes “contextos”, los hablantes invocan otros discursos. A esto se le denomina: “intertextualidad”. Es decir: aquellas voces “otras” que articulan los textos. Lacan – hemos venido insistiendo- afirmaba que “cada ser es la suma de su lenguaje”, y, a su vez, nuestro lenguaje “es la suma de las voces de los demás” (1982, p. 87). El analista Cristian Metz (1973) ha insistido en que si concebimos una superestructura, es decir, una forma intencional, que se adecúe al analogon cinematográfico (Stam et. al.¸ 2001), debemos hablar de las tipologías textuales. Así como el discurso se adecúa a tres intenciones básicas (contar una historia, explicar o describir un proceso y convencer o disuadir), las películas pueden ser narrativas, expositivas o argumentativas. Es muy común diferenciarlas entre 83 ficcionales, documentales, cortos, largos, medios, pero pocas veces hablamos de la argumentación en el cine: la forma que una pieza fílmica logra llevarnos a hacer o a dejar de hacer algo en especial. Así mismo, Stam et. al. (2001) aconsejan buscar los otros textos a los cuales nos proyecta, así como las relaciones internas que no son del todo evidentes. Al construir este analogon entre el texto literario y el texto fílmico, en la escuela, hemos comprendido, además, las herramientas técnicas que hacen posible el “lenguaje cinematográfico” del señor Morris dentro de lo que hemos denominado aquí dimensiones textuales. Así como el escribano zurce frase tras frase el telar del escrito, antes de la proyección del film muchas manos han ido poniendo pegatina a cada uno de los fotogramas que hacen posible la hipnosis de la imagen en movimiento. En este apartado analizaremos esas referencias internas y esas relaciones externas de este libro que, valga decirlo, también vuela en bandada. Vuela con otros textos. Va, como decía Emil Cioran, “de los tejidos al cielo” (1987, p. 33). 84 2.9.1. Dimensiones fonética y morfosintáctica “La parte mínima del habla”, decía Truvetskoy, “la intención acústica más elemental resulta ser el fonema” (1989, p. 124). Las transcripciones fonéticas para conocer la pronunciación de ciertas palabras, sobre todo de lenguas que estamos aprendiendo o que definitivamente desconocemos, han hecho más común el uso de este uso lingüístico primario. Algunos coinciden en el análisis fonético y fonológico tradicional, pues el cine cuenta con elementos acústicos, la música y los efectos sonoros, que en el caso del señor Morris en momentos parece determinar a la imagen. Por ejemplo, el sonido de los libros al revolotear en el interior de esta habitación: Imagen 15. Extraída de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). Lo curioso es que al mismo tiempo, cuando queremos transportar esta comprensión a los mínimos de la imagen, nos damos cuenta de que un fotograma no constituiría el elemento mínimo. Lo sería cada elemento aislado de la imagen. 85 El globo terráqueo, a la derecha, por ejemplo. Este globo constituiría una partícula mínima. Cristian Metz (1972) encontró una relación más clara entre esta hipótesis y el concepto de “la doble articulación del lenguaje”, de la que hablaba Martinet (1965). La relación entre la imagen y la palabra sería la primera articulación. La descomposición de los elementos y de los morfemas (decía Martinet), sufijo, prefijo, raíces, se dice comúnmente, sería el nexo relacional de esta segunda articulación. La composición de una imagen en especial, la disposición de los elementos en el plano, el contraste especial de los colores tiene un orden tanto como las partículas significativas de una palabra en su morfosintaxis particular. Veamos algunos principios como el de la forma y el fondo de la Gestalt y la proporción áurea en el señor Morris y otros textos audiovisuales: Imagen 16. Relación entre esta imagen del corto animado Destino (Walt Disney y Salvador Dalí, 2003), de la derecha y esta imagen, a la izquierda, característica de la escuela de la Gestalt, que se resume en el axioma: el todo es mayor que la suma de sus partes (Kölher, 1929, p. 121). 86 Imagen 17. La proporción áurea en esta imagen de Los fantásticos libros voladores de señor Lessmore Morris Joyce y Oldenburg (2012). Wiki Pedia (http://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmero_%C3%A1ureo ) le define así: “El número áureo (también llamado número de oro, razón extrema y media, razón áurea, razón dorada,media áurea, proporción áurea y divina proporción ) es un número irracional, representado por la letra griega φ (phi) (en minúscula) o Φ (Phi) (en mayúscula) en honor al escultor griego Fidias. La ecuación se expresa de la siguiente manera: ” 87 2.9.2. Dimensión sintáctica: Los estudiantes hacen una cadena de relevos, juego acostumbrado de las clases de educación física, con el incentivo adicional de que se trata de una prueba de lengua materna. Además de ejercitar el cuerpo, se ejercita la mente. En especial, la competencia sintáctica. Noam Chomsky (1981) lanzó la hipótesis de que el lenguaje consistía tanto en los actos de habla como de las estructuras profundas, de las reglas y los principios que, como en todo juego, otorgan sentido a cada acto. Al finalizar la cadena de relevos, cada integrante de cada equipo en competencia tiene una palabra que, junto con las de todos los demás, constituyen una frase. Las frases de los grupos son aforismos, escolios o simples fragmentos cargados de sentido pedagógico: “al despertar, el dinosaurio aún estaba ahí” (Monterroso, 2000), “el libro no es más que una cosa que intercepta la luz” (Fernández, 2010), “a partir de aquello Morris una vez más volvería a escribir en su propio libro” (Joyce, 2014). “Morris” va a la par que “no” y que “dinosaurio”, pero poco a poco todos están en el mismo punto de frase que su original. Tenemos algo así como una intuición de orden. Al relacionar las categorías gramaticales de las palabras dentro del sentido de la frase, hacemos algo similar a ordenar la secuencia de imágenes dentro de una escena o las imágenes dentro de la secuencia. También puede ser un juego. Pedimos al lector que nos permita esta pequeña diversión. Siendo 6 la imagen final y 1 la primera ¿Cuál sería el orden de estas imágenes? 88 Imagen 18. Secuencia en desorden de Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore Joyce y Oldenburg (2012). 89 2.9.3. Dimensión semántica Así como hay palabras función dentro del organismo de la frase, hay gran cantidad de palabras contenido, palabras como verbos y sustantivos, cargados de sustancia y de acción. Algo similar sucede con las imágenes dentro de una secuencia cinematográfica. Veamos cómo, por ejemplo, cada uno de estos gestos del señor Morris encierra un alto grado de carga semántica. El elemento mínimo de significado, nos dice, la lingüística, es el sema, mencionado antes por Eco (1981) para referirse al código de las imágenes icónicas. En el caso de las siguientes imágenes, el gesto o lo que Barthes llama la pose (Stam et. al., 2001) serían el elemento mínimo de significación semántica. Imagen 19. Secuencias de Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore Joyce y Oldenburg (2012). 90 2.9.4. Dimensión pragmática Imagen 20. Secuencias de Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore Joyce y Oldenburg (2012). Si prestamos atención a los mensajes verbales contenidos en cada una de estas imágenes, encontramos una de las intenciones de fondo del señor Morris. Escribe en la primera imagen: “Hay mucho que recordar, hay mucho que ver. Las distracciones son muchas, pero creo que también incentivan mi trabajo” Sin embargo, las letras desaparecen del papel, luego de la escena del huracán y no vuelven a aparecer. En cambio, a partir del momento en que descubre la magia voladora de los libros empieza a reescribir. Es lo que vemos en la segunda imagen: “Caminé y caminé alrededor del morero. ¿Si la vida se disfruta qué tiene que tener sentido?” Le vemos al señor Morris escribiendo durante varias escenas, pero en pocas ocasiones alcanzamos a deletrear lo que escribe. Antes de que ponga el punto final alcanzamos a leer: “Mis investigaciones posteriores han comprobado que todo cambia, pero los hechos y los variados puntos de vista que he encontrado me confunden, y me enriquecen. Me río. Loro. Rara vez entiendo cosa, pero es cada vez más una especie de confort”. Así como hemos encontrado ciertas intencionalidades en los inconscientes cinematográficos y ciertas características semánticas de los índices, íconos y símbolos, estas frases, escondidas, dijéramos, entre la armazón de la imagen en movimiento, cargan una intencionalidad adicional a la del elogio de las bibliotecas como instituciones encomiables. 91 El móvil de la trama es “la inicial incapacidad de escribir” o, si se quiere, la falta de profundidad en lo escrito. “Pocos libros”, escribía Borges (2000), “pasan la prueba del tiempo”. No hablaba de los avatares climáticos, históricos y propios de la descomposición de la celulosa y las gomas de pegante de que se compone un libro. Se refería a la calidad del escrito. Uno de los libros más vendidos en su momento posiblemente no será leído nunca más. Muchas veces, en cambio, los libros prohibidos y vetados de cierto momento se han convertido en clásicos, los ha canonizado su fresca lectura en cualquier momento de la historia personal, social y cultural. Imagen 21. Imagen de Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore Joyce y Oldenburg (2012). Tal vez a esto se refieren Joyce y Oldenburg con la metáfora del descolorido libro que no vuela, en el contraste con la bibliotecaria tecnicolor atravesando el horizonte. Vemos la transformación paulatina de lo que Morris va escribiendo. Hace poco, fue célebre la noticia de que el año pasado se habían lanzado en Francia más de 6.000 novelas. Muchos escritores jóvenes lanzan al mercado sus primeros cuentos y novelas y en no pocos casos consiguen algún éxito. Sin embargo, sólo aquello que se ha nutrido lo suficiente en la amplia tradición literaria sobrepasará la barrera devoradora del tiempo. “Que otros se jacten de lo que han escrito”, sentenciaba Borges. “Yo me enorgullezco de lo que leído”. 92 2.9.5. Dimensión intertextual Entre las múltiples interpretaciones intertextuales que se han hecho, que encontramos en la red y que, junto con los estudiantes, hemos logrado determinar algunas importantes. Una de ellas es que el personaje del señor Morris está inspirado en Buster Keaton, artista multifacético, coetáneo de Chaplin, famoso por las obras de cine en las que actuó, escribió, dirigió, produjo. El hotel ha sido comparado con el Corner of Royal and St. Peters. La biblioteca, escribe Goyes Narváez (1992, 2003, 2005), está inspirada en la fachada de la New Orleans Public Library. La escena del huracán que lleva a Morris con su cuaderno es una clara alusión al Mago de Oz, de Víctor Fleming (1929) incluso la escena de la señora sobre la escoba se asemeja a la del hombre en bicicleta de Oz. A lo largo de todo el decálogo hemos ido encontrando diversas y significativas relaciones con otros textos literarios, musicales, fotográficos, pictóricos. La alusión a Marc Chagall, incluso la relación con los saberes matemáticos de las proporciones áureas de la imagen nos llevan a pensar que el estudio del texto audiovisual en el área de la lengua materna es un punto de convergencia de diversos saberes y afectaciones artísticas y científicas de los estudiantes. Imagen 22. A la derecha: hotel de Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore Joyce y Oldenburg (2012). A la izquierda, el Corner of Royal and St. Peters. 93 Imagen 23. “La biblioteca, escribe Goyes Narváez (2014), está inspirada en la fachada de la New Orleans Public Library” Imagen 24. “el personaje del señor Morris está inspirado en Buster Keaton, artista multifacético, coetáneo de Chaplin, famoso por las obras de cine en las que actuó, escribió, dirigió, produjo” Entre las muchas otras que podemos encontrar, por el momento, para cerrar este capítulo nos gustaría volver sobre un elemento que hemos venido citando bastante a lo largo de todo el decálogo. Es el de Humptey Dumptey, que aparece tanto en numerosas referencias literarias como en diversas piezas audiovisuales, una de las cuales es la popular El gato con botas (Miller, 2011). Quisiéramos cerrar con este extracto de Las ciudades de cristal de Paul Auster (1997), donde además se relaciona con novela sobre la que volveremos en otros trabajos: 94 —Humpty Dumpty. Ya sabe a quién me refiero. El huevo. —¿Como en «Humpty Dumpty estaba sentado en un muro»? —Exactamente. —No entiendo. —Humpty Dumpty: la más pura representación de la condición humana. Escuche atentamente, señor. ¿Qué es un huevo? Es lo que todavía no ha nacido. Una paradoja, ¿no es cierto? Porque ¿cómo puede Humpty Dumpty estar vivo si no ha nacido? Y, sin embargo, está vivo, no se confunda. Lo sabemos porque puede hablar. Más aún, es un filósofo del lenguaje. «Cuando yo uso una palabra, dijo Humpty Dumpty en un tono bastante despectivo, significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos. La cuestión es, dijo Alicia, si puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. La cuestión es, dijo Humpty Dumpty, quién es el amo, eso es todo.» —Lewis Carroll. —A través del espejo, capítulo seis. —Interesante. —Es más que interesante, señor. Es crucial, escuche atentamente y quizá aprenda algo. En su pequeño discurso a Alicia, Humpty Dumpty bosqueja el futuro de las esperanzas humanas y da la pista para nuestra salvación: convertirnos en los amos de las palabras que decimos, hacer que el lenguaje responda a nuestras necesidades; Humpty Dumpty fue un profeta, un hombre que dijo verdades para las que el mundo no estaba preparado. —¿Un hombre? —Disculpe. Un desliz verbal. Quiero decir un huevo. Pero el desliz es instructivo y me ayuda a demostrar mi tesis. Porque todos los hombres son huevos, en cierto modo. 95 Existimos, pero aún no hemos alcanzado la forma que es nuestro destino. Somos puro potencial, un ejemplo de lo por venir. Porque el hombre es un ser caído, lo sabemos por el Génesis. Humpty Dumpty también es un ser caído. Se cae del muro y nadie puede volver a juntar los pedazos; ni el rey, ni sus caballos, ni sus hombres. Pero eso es lo que todos debemos esforzarnos en conseguir. Es nuestro deber como seres humanos: volver a juntar los pedazos del huevo. Porque cada uno de nosotros, señor, es Humpty Dumpty. Y ayudarle a él es ayudarnos a nosotros mismos. —Un argumento convincente. —Es imposible encontrarle un fallo. —Ninguna grieta en el huevo. —Exactamente. —Y, al mismo tiempo, el origen de Henry Dark. —Sí. Pero hay algo más. Otro huevo, de hecho. —¿Hay más de uno? —Cielo santo, sí. Hay millones. Pero en el que estoy pensando es especialmente famoso. Probablemente es el huevo más célebre de todos. —Estoy empezando a perderme. —Estoy hablando del huevo de Colón. —Ah, sí. Por supuesto. —¿Conoce la historia? —Todo el mundo la conoce. —Es encantadora, ¿no? Enfrentado al problema de cómo conseguir que un huevo se mantuviera derecho, sencillamente dio un ligero golpecito en su base, cascando la cáscara justo lo suficiente para crear un punto plano que sostuviera al huevo cuando él retirase la mano. —Y dio resultado. 96 —Por supuesto. Colón era un genio. Buscaba el paraíso y descubrió el Nuevo Mundo. Todavía no es demasiado tarde para que se convierta en el paraíso. —Efectivamente. —Reconozco que las cosas no han salido demasiado bien hasta ahora. Pero aún hay esperanza. Los americanos nunca han perdido su deseo de descubrir nuevos mundos ¿Recuerda usted lo que sucedió en 1969? —Recuerdo muchas cosas. ¿A qué se refiere? —Los hombres caminaron por la luna. Piense en eso, mi querido señor. ¡Los hombres caminaron por la luna! —Sí, lo recuerdo. Según el presidente, fue el acontecimiento más importante desde la creación. —Tenía razón. Es la única cosa inteligente que dijo ese hombre. ¿Y qué aspecto supone usted que tiene la luna? —No tengo ni idea. —Vamos, vamos, piense. —Oh, sí. Ya veo lo que quiere decir. —Concedido. La semejanza no es perfecta. Pero es verdad que en ciertas fases, especialmente en una noche clara, la luna se parece mucho a un huevo. —Sí. Mucho. En ese momento apareció una camarera con el desayuno de Stillman y lo puso en la mesa delante de él. El viejo miró la comida con voracidad. Levantando educadamente un cuchillo con la mano derecha, rompió la cáscara de su huevo pasado por agua y dijo: —Como puede ver, señor, no dejo ninguna piedra por levantar.” (Auster, 1997, p. 77, 78, 79) 97 “Las enormes fauces de la modernidad han masticado la realidad y han escupido todo el revoltijo en forma de imagen” Susan Sontag 2.10. Contra la interpretación de los libros voladores En su célebre ensayo, Contra la interpretación, Susan Sontag escribe que “la interpretación, aplicada al arte, supone el desgajar de la totalidad de la obra un conjunto de elementos (el X, el Y, el Z y así sucesivamente). La labor de interpretación lo es, virtualmente, de traducción. El intérprete dice: «Fíjate, ¿no ves que X es en realidad, o significa en realidad, A? ¿Qué Y es en realidad B? ¿Qué Z es en realidad C?» (Sontag, 2003, p. 18). Lo que la lleva a preguntar, más adelante: “¿Qué situación pudo dar lugar al curioso proyecto de transformar un texto?”. Y enseguida: “¿Cómo debería ser una crítica que sirviera a la obra de arte, sin usurpar su espacio?” (Sontag, 2003, p. 26). A este comentario se debe esta última reflexión: “La finalidad de todo comentario sobre el arte debiera ser hoy el hacer que las obras de arte —y, por analogía, nuestra experiencia personal— fueran para nosotros más, y no menos, reales. La función de la crítica debiera consistir en mostrar cómo es lo que es, inclusive qué es lo que es y no en mostrar qué significa” (Sontag,1994). Se relacionan estas reflexiones con aquella que anota el señor Morris. “¿Si la vida se disfruta qué tiene que tener sentido?”. Parece que contra una hermenéutica, contra un sistema de análisis, contra una fragmentación estructural y formal siempre prevalece el juego permanente del encuentro con los placeres que oculta toda obra de arte. La sensibilidad, la emotividad y las afectaciones del alma se originan sin que tengamos tiempo de comprenderlo y, a veces, hay cosas que hemos aprendido y que sabemos que nunca podremos enseñar. 98 Nos despedimos con esta última frase de Sontag, a quien, de alguna forma hemos querido rendir un especial homenaje con el cuerpo de este trabajo: “La compasión es una emoción inestable. Necesita traducirse en acciones o se marchita” (2003). 99 3. MARCO METODOLÓGICO Pensar, clasificar o metodología de la Teoría fundamentada 3.1. Introducción Nuestro objetivo ha sido “la construcción de un esquema de análisis con altos niveles de abstracción sobre un fenómeno social específico” (Esteban, 2003). Y en ese sentido hemos seguido los pasos que aconsejan Hernández et. al. (2011), según la metodología de la Teoría Fundamentada, a saber: “Los aspectos básicos que se deben seguir para generar una teoría son los sugeridos por Anselm Strauss y los cuales son tres: La codificación y categorización de la información, el muestreo teórico y, finalmente, la comparación constante entre las categorías. Según Strauss si se cuenta con estos tres aspectos se tiene la Teoría Fundamentada. Sin embargo, la saturación teórica es de suma importancia ya que indica cuando se debe detener la investigación para proceder a formular las teorías sustantivas que expliquen las relaciones entre la data. Es de mucha importancia entender que no puede llegarse a formular una teoría formal en la investigación sin previamente establecer, al menos, una teoría sustantiva para la misma” (Hernández et. al., 2011: 22) Aterrizar las anteriores líneas en la realidad de la investigación educativa, tendiente a la formulación teórica, significa hablar de los procesos inductivos que han hecho posible proponer el Decálogo de la buena lectura audiovisual. Inductivo, hemos dicho. Empezaremos por aclarar esta palabra para dar paso a los demás “aspectos básicos que se deben seguir para generar una teoría”, precisión explicativa o gradualismo. 100 En contraste con el proceso deductivo, que va de la teoría a la práctica, según el plano de investigación propuesto, el inductivo viene de la práctica a la teoría, no tanto en su orden lógico sino más bien en su acento, porque lo que quiere no es intervenir una realidad específica, sino que surge de una comunidad específica para intervenir una clase de estigmas generales de ciertas poblaciones, para predecir comportamientos, para lograr explicar un fenómeno de la realidad. Quiere decir esto que nunca buscamos contrastar los postulados de la teoría en las realidades de la práctica magisterial, sino todo lo contrario: hacer surgir de los muestreos cualitativos de datos de la práctica magisterial un sustrato categorizable de elementos útiles para empezar a formular teoría pedagógica. De donde inferimos la presencia de un material previo, analizable: “La estructura de la Teoría Fundamentada se inicia con la obtención de notas las cuales se denominan “memos”. Estos pueden ser productos de observaciones del investigador o de las interpretaciones de la realidad observada. También pueden ser productos de entrevistas realizadas a los informantes. Luego comienza el proceso de codificación de la información mediante el establecimiento de categorías procedentes de la data. Se continúa mediante la comparación constante entre las categorías hasta alcanzar la saturación de las mismas. En este punto ya no hay información nueva que codificar y se determina cuál es la categoría central de la investigación. Se procede, entonces, a generar las teorías sustantivas que expliquen las relaciones entre las categorías. Finalmente, luego de un proceso de validación y confrontación de las teorías sustantivas se da lugar a una teoría formal de lo estudiado” (Hernández et. al., 2011, p. 23) A partir de múltiples experiencias relacionadas con el uso de TICs, en especial con el uso del video beam, del televisor el DVD y las películas de lo que han dado en llamar cine- arte, a través de los años, hemos ido consolidando una serie de apuntes tanto a nivel puramente teórico, así como de los aportes generados por los estudiantes, en ejercicios, encuestas, tareas, participaciones en clase y charlas 101 tanto curriculares como extracurriculares. Las películas que han marcado nuestra vida, a la larga han pesado bastante en este extenso corpus. Hemos venido utilizando el texto audiovisual para la enseñanza de la lengua materna desde hace varios años, de forma que la experiencia nos ha empezado por demostrar que los malos usos y las malas decisiones de materiales audiovisuales en la escuela conllevan problemas a corto, mediano y largo plazo. No hace falta mucha teoría para darnos cuenta de que una práctica es ciega si no lleva a ningún sitio, a ningún aprendizaje, a ninguna construcción conceptual. Poner una película en la escuela sin ningún propósito académico equivale a posponer definitivamente los compromisos pedagógicos, educativos y didácticos para otra ocasión, para otro momento. En lugar de eso, cada nueva sesión de lengua materna involucró un espacio para la investigación de nuevas posibilidades de lectura del texto fílmico. Tanto las referencias fílmicas, como las teorías que sustentan su análisis hacen parte del trabajo de llevar memorias diarias del trabajo con lo audiovisual. En definitiva, haber llegado a la pieza fílmica del señor Morris ha resultado el paso más importante. La investigación delimitó el extenso campo de búsqueda que entraña la experimentación con diversos materiales documentales, ficcionales, con seriados de televisión, con seriados japoneses, con producciones nacionales. La lista puede resultar interminable y los años de ensayo y error, sin haber delimitado esta y otras piezas valiosas para su uso educativo, habría terminado por ser del todo inútil. Lo cual no equivale a decir que con haber encontrado esta pieza se solucionaba uno de los problemas más graves de proyectar una película en la escuela: el qué. El problema real viene a desembocar en el cómo. Parece bastante justificado el uso de herramientas didácticas como el cine en tiempos cuando lo audiovisual prima sobre la tradición letrada. Pero saber cómo proyectarlas, en qué momentos pausarlas, a qué reflexiones llegar, qué tipo de mensajes compartir con los estudiantes ha sido el siguiente paso. 102 De forma que a la par de nuestras investigaciones en el estado del arte y al calor de la aplicación de diversas unidades didácticas, hemos ido tomando apuntes tanto de los descubrimientos propios como los que han hecho los estudiantes de los aspectos interpretativos del señor Morris. En vista de que el objetivo mismo de este trabajo ha sido la escritura de la anterior postura teórica, el método de levantamiento de información se ha servido del estado del arte como un sustrato fundamental tanto para el acopio de códices y material de filtro como para el uso de filmografías especializadas en la escuela. Al mismo tiempo, las teorías sustantivas, entendidas desde el punto de vista académico y universitario, han sido contrastadas con las interpretaciones propias de cada estudiante, cuando han tenido el encargo de levantar una investigación bibliográfica relacionada, por ejemplo, con la semiología, la texto-lingüística y el análisis del discurso, validando una y otra vez el proceso de gradualismo. Esperamos, entonces, haber recorrido esas cuatro etapas de las que nos hablan Hernández et. al. (2011), a saber: De forma general, Glaser y Straus (1967), establecieron cuatro etapas en todo este proceso, ellas son: 1) comparar incidentes aplicables a cada categoría; 2) integrar categorías y sus propiedades; 3) delimitar la teoría y 4) escribir la teoría. Siendo así, la generación de teoría se convierte en un proceso creciente en espiral tal y como lo afirma Galeano (2004): “… cada fase o momento se transforma posteriormente en la siguiente, las fases previas siguen operando en forma simultánea a lo largo del análisis, y cada una provee un desarrollo continuo para la fase sucesiva hasta que el análisis finalice.” (Hernández, 2008, p.166). No quisiéramos extendernos más sobre la metodología investigativa, cuyo sustrato de formulación de teoría formal sigue el camino tradicional de postulaciones inductivas, categorizaciones de esas posturas, conceptualizaciones y cuyo hilo conductor puede seguirse en el sustrato mismo de la formulación teórica. Nos basta, por el momento concluir con estas palabras del filósofo Michel Foucault 103 (1966) sobre este tipo de investigación: “En resumen, la historia crítica del pensamiento no es ni una historia de las adquisiciones ni una historia de los ocultamientos de la verdad. Es la historia de la emergencia de los juegos de verdad; es la historia de las “veridicciones”, entendidas como las formas según las cuales se articulan, en un cierto dominio de cosas, discursos susceptibles de ser enunciados como verdaderos o como falsos. Se trata de una historia que debe responder cuáles han sido las condiciones de esta emergencia; cuál es el precio que, de alguna manera, se ha pagado por ella; en fin, cuáles son los efectos de esa emergencia sobre lo real y cuál la manera en que, ligando un cierto tipo de objeto a ciertas modalidades del sujeto, ha constituido, para un cierto tiempo, un área e individuos dados, el a priori histórico de una experiencia posible”. (Foucault, 2000, p. 632) Pero no podemos dejar el asunto ahí. El compromiso adquirido hasta el instante en que terminamos de redactar el Decálogo nos ha obligado, en la actividad magisterial, a ser conscientes del proceso de investigación, de forma que se cultive el espíritu investigativo no como algo complementario a la formación, sino como el sustrato mismo de donde surge el conocimiento. Así lo enuncia Jairo Moreno (2009), el maestro debe educar en la duda y fomentar el desarrollo del pensamiento, para que los aprendices se animen a crear, a generar cosas nuevas, a proponer; y sólo entonces, luego de ver su composición y ser conscientes de ella, entonces, en definitiva, se originarán los aprendizajes. Hasta el momento, hemos mantenido un tono eminentemente narrativo, de forma que el esfuerzo por comprender nuestra metodología se traduce en la siguiente narración, cuya versión inicial agradecemos a un colega del área literaria. 104 3.2. Cuando pensar deja de ser clasificar La historia de la metodología denominada Teoría Fundamentada viene a esclarecerse en el último libro de su creador, Anselm Strauss, en el que su colega, Juliet Corbin, rescata sus postulados más relevantes, luego del fenecimiento de Strauss. Puede leerse el tomo de pasta a pasta sin entender el espíritu de la Teoría Fundamentada si no somos lo suficientemente minuciosos en llegar a la página 289, en la que se nos habla de los cánones científicos y la investigación cualitativa. Allí se nos advierte del canon de la replicabilidad de las investigaciones y del canon de la generalización. El primero, hemos venido leyendo en los anteriores capítulos, se refiere al hecho de que en el momento de lograr observar un patrón en una serie de datos, ese hallazgo puede repetirse en otra serie de datos con cierta categoría de semejanza. Por ejemplo, Corbin nos viene relatando diversas interacciones entre el doctor y el paciente, entre el investigador y el investigado, entre el maestro y el estudiante. Se descubre, en una de ellas, que la población homosexual suele tener ciertos comportamientos característicos en los que ocultan su condición sexual ante un médico especialista. Los mismos comportamientos se producen, dice Corbin, en drogadictos y en embarazadas maltratadas, en su interacción con el personal médico. Todos intentan ocultar. Vemos la forma en que se van formando conceptos del comportamiento humano, a un nivel teórico. El segundo canon, nos dice Corbin, se refiere a la generalización. “El propósito de usar una metodología para construir teoría es construir teoría”, escribe (Strausss y Corbin, 2002, p. 289). “Así”, continúa, “hablamos más el lenguaje del poder explicativo que el de la generalización. Poder explicativo significa capacidad predictiva, o sea, capacidad de explicar qué puede suceder en situaciones dadas como un estigma, una enfermedad crónica o la conciencia cerrada”. A 105 continuación encontramos un asterisco, que nos lleva al pie de página, signado por una nota del traductor en la que se nos señala lo siguiente: “[La conciencia cerrada] se refiere a los tipos de conciencia que emergen en la interacción del personal de salud con pacientes moribundos, descritos en el libro de Glaser y Strauss (1965) Awareness of dying. Chicago: Aldine.” Lo que subyace en esta referencia, un tanto encriptada, es el interés de Strauss en el concepto de la muerte. En este caso, no queremos referirnos a la oscura casualidad de que haya muerto antes de esta publicación. Quisiéramos analizar la teoría que deriva de esta investigación con los “moribundos”. En su interacción con funcionarios y con estos especiales residentes del hospital, nos dice, al tratar de establecer el “concepto”, o la “imagen” que tenían sobre la muerte, revelaba, al mismo tiempo una condición especial de la conciencia. Al pensar dos formas de “concebir el mundo”, de reflexionarlo, de evidenciar el mundo en que vivimos, Strauss se enfrenta a dos formas de entender la realidad, en torno a la idea que tiene cada ser humano acerca de la muerte. La escisión a que asistimos no es la misma que la revelada por el famoso triángulo de la sospecha (Nietzsche, Marx, Freud), es decir, la del doble o, mejor, la multiplicidad de cada ser en que se funda la posmodernidad. En este caso, nos encontramos con la escisión del ser en que cambia drásticamente la perspectiva, la mirada. Durante los años en que somos inconscientes de la muerte, es decir, cuando gozamos de una perfecta salud y de una rozagante esperanza de vida, contamos con lo que Strauus denomina una “conciencia abierta”, en la que nuestra unicidad pugna por encontrar diversos caminos en que se bifurca el azar de la existencia. Durante los años en que tenemos de frente a la muerte, o, en los más de los casos, en los días en que la “fisiología del envejecimiento” (como lo refiere Vatimmo, 1990) nos hace conscientes de la transitoriedad de nuestra existencia, concebimos el mundo como un cuadro cerrado, terminado, que empezamos a contemplar a distancia. 106 Es la doble mirada de la que hablaba la escuela de la Gestalt: cuando el todo es más que la suma de sus partes. La mirada entre líneas y la mirada panorámica arrojan conocimientos diferentes. Algo similar intenta la Teoría Fundamentada: ver la vida en sus partes más elementales e intentar abstraer los planos más remotos. Si bien es cierto que este doble enfoque implica conceptos muy elaborados como el de “codificación axial” o “codificación abierta” -y que podemos relacionar con los conceptos estructurales de “sintagma” y “paradigma”, con el de “punctum” y “estudium”, que hemos venido tratando casi como método permanente-, nos parece necesario en este caso hablar de nuestro método a partir de una de las tantas historias contenidas en ese libro que han comparado con las Mil y una noches y que propiamente es una de las novelas emblemáticas del siglo XX: La vida, modo de uso, de George Perec (1978). Perec y Strauss, además de la relación semántica que estableceremos, tenían en común la fascinación por los listados, los inventarios, la sociología y los memorandos de la vida cotidiana. Perec se sentaba en un café y anotaba todas y cada una de las cosas que podía percibir allí sentado: los transeúntes en la calle divisada desde la ventana adyacente a la mesa donde se escribe, los meseros, las músicas, los olores. La mayor parte de sus libros publicados durante su juventud parecen ser descripciones detalladas, minuciosas, de la vida tal y como la percibe. Perec lo justifica desde el concepto de lo infraordinario, aquello fantástico oculto en la rutina y lo corriente del ser humano. Sin embargo, al alcanzar la madurez y pese lo prematuro de su muerte, Perec empieza a desarrollar más que descripciones de la realidad, plana y llana, una especie de explicación patafísica: es decir, aquello que está “después de lo que está alrededor de la realidad física o material” (Perec, en: Garamound, 1987). Aparecen soluciones imaginarias a las excepciones de todo cuanto sigue un patrón, de todo cuanto parece obedecer un principio. El más representativo sistema de escritura como reflexión del pensamiento viene a ser una de sus últimas obras: Pensar, clasificar, en la que se reúnen diversas notas sobre los márgenes que dejan las diversas repeticiones y 107 variaciones de la vida: tipos de comida, especies de espacios, clases de libros, formas de entendimiento. La sociología de Strauss sigue una misma trayectoria: a partir de un levantamiento permanente y riguroso de datos, los márgenes de la realidad empiezan a revelar las fisuras sobre las cuales se ordena la existencia. Gaspar Winckler, el personaje de La vida, modo de uso, viene a encarnar la piedra angular de esta discusión, por no decir que personifica el propósito de Strauss y de Perec y el de la misma Teoría Fundamentada. Winckler es un artista plástico que dedica su vida a pintar paisajes que va descubriendo a lo largo de múltiples viajes emprendidos durante su juventud. Al terminarlos los envía a un biselador, radicado en una colosal estructura edilícea, donde al finalizar cada año Winckler pasa algunos días. El biselador corta cada cuadro según una intrincada trama neuróbica, convirtiéndolo en un rompecabeza o puzzle. Este será el pasatiempo de los últimos días de vida de Winckler: rearmar cada uno de los cuadros, como quien reúne las piezas de un recuerdo en forma de paisaje. Cuando falta la última pieza del último cuadro, Winckler cae muerto. El plano viene a cerrarse si entendemos la forma en que está constituida esta obra de Perec: «Me imagino un inmueble parisiense cuya fachada ha desaparecido (...) de modo que, desde el entresuelo a las buhardillas, todas las habitaciones que se encuentran delante sean visibles instantánea y simultáneamente. La novela — cuyo título es La vida instrucciones de uso— se limita (...) a describir las habitaciones puestas al descubierto y las actividades que en ellas se desarrollan, todo ello según procesos formales (...) poligrafía del caballo (y lo que es más, adaptada a un damero de 10×10), pseudo-quenina de orden 10, bi-cuadrado latino ortogonal de orden 10 (aquel que dijo Euler que no existía, pero que fue descubierto en 1960 por Bose, Parker y Shrikande).» Lo que denomina Perec como “poligrafía de caballo” no es otra cosa que el famoso salto de caballo en el ajedrez, juego que, como se sabe, se basa en la 108 muerte como principio principal, a diferencia del gö, cuyo principio de juego consiste en dar aliento al adversario. El método interno de confección literaria coincide, en este caso, con el sustrato narrativo. Porque Winckler, nos permitimos interpretar, se encuentra dentro del mismo puzzel, pero es algo más que una pequeña parte del todo. El asunto es que Corbin viene a terminar la obra de Strauss, siguiendo sus lineamientos investigativos, así como los editores de Perec vienen a “terminar” su obra inacabada, 53 días. Strauss tenía una afección cardiaca con la que, como médico, había aprendido a convivir durante varias décadas y, octogenario se habría asegurado de que su colega, Juliet, culminara a plenitud el catálogo de sus indicaciones en la investigación teórica el área de la salud, la biología y la sociología. Perec sabía del estado terminal de su cáncer de pulmón a los 46 años. A diferencia de Strauss, quien esperaba alargar médicamente su vida, Perec sabía que tenía 53 días para, como decimos coloquialmente “arreglar las cosas”. El pronóstico fue errado y el crucigramista, anagramista y lipogramista más original de la literatura del siglo 20 feneció en Ivry-sur-Seine el 3 de marzo de 1982, un mes y una semana antes de que se cumpliera el plazo estimado del médico. Antes de eso, Perec había dejado los planos de la confección de su última novela. Se trata de un hermoso relato detectivesco en el que tenemos que conformarnos, en los capítulos finales, con los planos de su narrativa. No sólo resulta fascinante poder terminar la historia entre aquella lista de apuntes y de notas y de esquemas y de órdenes, sino que, como intentaba Corbin, aquella última tentativa evidencia la importancia de los rastros del método de investigación. Ayudan a comprender el proceso en sí mismo, hace consciente a la investigación. Pero en este caso extremo de enfrentamiento directo con la transitoriedad de la existencia, parece otorgarle sentido a cualquier existencia con propósito. Y con todo, Corbin, Perec, Strauss, cada una de las personas que habitan este mundo, pensamos de dos formas, estamos habituados a clasificar cada vez que 109 intentamos pensar. Nuestra condición de seres vivientes nos enfrenta a la de seres muertos, como una encrucijada permanente de la vida. Algo similar sucede con la escritura de este trabajo. Como los planos de Perec o los lineamientos de Strauss, entrañan una metodología de la investigación replicable en campos como la educación, los análisis literarios, la creación artística o la crítica fotográfica. Nos permite ver los planos de cada una de las más pequeñas piezas, cada momento, cada duda, cada camino. Otros vendrán a continuar esta obra, en las escuelas, las bibliotecas, los espacios culturales, científicos, pedagógicos. Por eso, en el siguiente capítulo ofrecemos el esqueleto de planeación, de definición conceptual, de categorización de los sistemas de relaciones que hemos establecido en el anterior Decálogo y que hemos denominado Esbozo de modelo de lectura de lo audiovisual. Estamos convencidos de que la visión alejada de este plano de nuestra investigación le permita al lector verse a sí mismo dentro del cuadro. En ese caso, el rompecabezas vendrá a completarse. Sea bienvenido a jugar con las piezas de este rompecabezas y a encontrarse inmiscuido en esa complejidad que suelen llamar el todo. Ha sido hasta el momento, una invitación a leer. Investigar, sobre todo, es una invitación a escribir. "Escribir” decía Perec, “es tratar meticulosamente de retener algo, de hacer que algo de todo esto sobreviva: arrancar algunos pedazos precisos al vacío que se forma, dejar en alguna parte, un surco, una huella, una marca, o un par de signos". 110 4. ANÁLISIS Y RESULTADOS En vista de que el lector encontrará un cuadro con definiciones de conceptos, categorías y posibles relaciones verticales y horizontales, nos permitimos recordarle las nociones de codificación axial y codificación abierta, que son algo así como el arte combinatoria de la investigación. La codificación axial ve el fenómeno completo, panorámicamente, desde afuera, de manera omnisciente, por decirlo de alguna manera. La codificación abierta juega con el sistema de relaciones cercanas, de manera autodiegética, si nos permitimos este préstamo del formalismo ruso. Son los procesos verticales y horizontales a los cuales llegó el estructuralismo saussureano, al manifestar las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de la diacronía y la sincronía del estudio de la lengua. Las ciencias humanas, médicas, sociales, comparten esta doble mirada de la investigación inductiva. Le hemos relacionado también con los conceptos de estudium y de punctum (el estudio objetivo y subjetivo de la fotografía, según Barthes). Y el tejido del Decálogo final ha obedecido a la codificación que hacemos del material infinito que recogemos en el ejercicio magisterial, basada en un sistema de relaciones y de categorizaciones generalizables y replicables tal como gravita en el capítulo “Pensar, clasificar: metodología de la Teoría Fundamentada”. Además de servir para entender mejor el cuerpo entero de esta tesis, vale como guía para los maestros que deseen hacer uso de este modelo. Pueden establecer nuevas relaciones, optar sólo por una estrategia comprensiva o intentar abarcarlo todo. Se muestran además las fases investigativas: levantamiento de datos, conceptualización, categorización y modelación o desarrollo de sistemas explicativos con altos grados de precisión y de explicación. Puede ser un juego, también, y de su combinatoria pueden surgir las instrucciones para volar. 111 4.1. Propuesta de modelo de lectura de lo audiovisual 1. La línea y el punto 2. El sonido 3. La cámara de Gesell y el inconsciente fotográfico Concepto lingüístico -Paradigma: opciones de combinación de ciertos elementos lingüísticos. (Saussure, 1989) -Sintagma: las elecciones tomadas dentro del paradigma lingüístico. (Saussure, 1967) Concepto cinematográfico Estudium: “se basa en signos objetivos e información codificada” (Barthes, 1990) Punctum: “dispara el juego del azar y la asociación subjetiva, proyectando en la foto el deseo personal” (Barthes, 1990) Concepto cognitivo -Toma de decisiones: comprensión mediante elección de posibilidad de análisis de acuerdo con los sistemas de representación y el sentido común. (Pinker, 1999) -Análisis: procesamiento de la información por descomposición del mensaje. (Pinker, 1999) -Síntesis: procesamiento de la información por vía de la incorporación de los elementos dentro de totalidades parciales. (Pinker, 1999) Categoría de análisis Muestreo y categorizació n de material fílmico -Rasgos prosódicos de la lengua: elementos acústicos mínimos que brindan el más elemental marco de interpretación (Trubetskói, 1989) -Imagen acústica: representación mental del signo lingüístico. (Saussure, 1967) Inconsciente lingüístico: “debido a represiones asociadas con ciertos sitios, contextos o -sotto voce -forte subito -esforzando -mezzoforte -pianissimo. (todos estos matices musicales se relacionan con el matiz de la narración y con el matiz del color de la imagen) -Articulación fonética -Pronunciación y vocalización -Apreciación musical (índices relacionados con la producción del mensaje y con la comprensión auditiva de los matices acústicos) Análisis de los códigos sonoros Scopofilia: “Fijación con la observación desde un punto oculto” (Feldman, 1993) Voyeurismo: Memoria fotográfica: asociación de un rostro con un nombre, con una situación, etc. Interpretación de Psicoanálisis 112 personas, tendemos al mismo tiempo a olvidar los nombres propios” (Freud, 1966) Desviación por la observación de ciertas situaciones extravagantes (Ibíd). Inconsciente fotográfico: memoria de imágenes instaladas en el inconsciente (Stam, et. al., 2001) Cámara de Gesell: experimento pediátrico, utilizado en muchos ámbitos para analizar el discurso de alguien, a través de un espejo oculto. los sueños: análisis de los símbolos del inconsciente. 4. La imagen como huella de la “realidad narrada” y como símbolo de las “realidades posibles” Diacronía: análisis histórico de la lengua. Sincronía: análisis en un momento específico de la historia de una lengua. Lenguaje no verbal: elementos kinestéticos y proxémicos del lenguaje. Diégesis: forma comunicativa con intencionalidad narrativa. Poiésis: forma comunicativa de carácter expresivo. 5. Palabras del futuro pasado Narración: tipología textual en que prima la intención narrativa. Descripción: tipología textual en que prima la intención descriptiva. Fábula: estructura profunda de un texto narrativo. Trama: estructura superficial del Cannon literario y cinematográfico: producciones que superan la lectura crítica a través del tiempo. Literatura y cine light: producciones para el momento, por lo general con ánimo comercial, sin intenciones propiamente estéticas. Memoria, a corto, mediano y largo plazo: procesos de recopilación de capas de información. Prospección y proyección: cuanto más conocemos nuestro pasado, más nos proyectamos en el futuro. Lectura panorámica: lectura del todo e identificación de los elementos relevantes. Lectura entre líneas: análisis de los elementos por aparte. 113 Símbolo poético e índice narrativo Importancia del mensaje verbal texto narrativo. 6. Las funciones comunicativas de los libros voladores Paradigma comunicativo: propuesto por Jakobson, entraña los acentos de la comunicación y sus funciones (fática, referencial, etc.) 7. Las funciones educativas de los libros voladores Función metalingüística de la comunicación: cuyo acento recae en el código. 8. Los signos y los códigos de los libros voladores Giro lingüístico: “toda filosofía es filosofía del lenguaje”. Codificación: proceso de emisión del mensaje en un código, según Shannon. Decodificación: procesos de recepción de un mensaje en un código, según Shannon. Zoom: acercamiento o alejamiento mediante el centro del obturador de la cámara. Devenir: movimiento del deseo. Según este concepto extrapolado de la cultura del cine, entendemos el discurso narrativo como una serio de desencadenamie ntos del deseo. Meta ficciones en el cine: películas que son conscientes de los procesos de creación y de los códigos propios del cine. Ícono Índice Símbolo “Un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de estar en relación real con él”, define al ícono. Al índice: “Un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de su propia naturaleza 114 Desconstrucción: fragmentación del todo en sus elementos para la construcción cognitiva del todo. Función comunicativa Meta cognición: la duda como mecanismo cognitivo. Pensamiento abstracto: procesos cognitivos internos de asociación, memorización, reversibilidad, etc. Competencias ciudadanas: asociación con las habilidades para la vida en comunidad. Entropía: difícil decodificación del mensaje por falta de redundancia. Redundancia: fácil decodificación del mensaje debido a su repetición. Reconocimiento visual: procesos de identificación, relación y categorización de imágenes. Innovación Signo y código interna”. Y al símbolo: “nexo convencional entre el signo y el interpretante” (Peirce, 1974). 9. De los tejidos al cielo Doble articulación del lenguaje: La relación entre la imagen y la palabra sería la primera articulación. La descomposición de los elementos y de los morfemas (decía Martinet, 1965), sufijo, prefijo, raíces, se dice comúnmente, sería el nexo relacional de esta segunda articulación. Sema: parte mínima del significado. Morfema: parte mínima de la palabra, según Martinet. Dimensiones del texto: Fonética, Morfología, Sintaxis, Semántica, Pragmática, Tipología textual: narrativos, expositivos, argumentativos, informativos, etc. Intertextualidad: relaciones exteriores del texto. 10. Contra la interpretación de los libros voladores Lectura crítica: marcos relacionales que limitan el espectro interpretativo. Principio de la Gestalt: el todo es mayor que la suma de sus partes. Proporción áurea: principio de armonía matemática apropiado en el uso de la imagen desde la antigüedad. Composición de la imagen: orden de la disposición de elementos dentro del todo. Pose: mínimo significado de la imagen fotográfica, según Barthes. Modelos ascendentes y descendentes del aprendizaje: del nivel más elemental al más complejo y viceversa. Estilos cognitivos: dependientes e independientes del contexto. Crítica de cine: respeto por los elementos formales de la obra. Pensamiento transversal: comunicación de diversas áreas del saber y del pensamiento. 115 El texto fílmico Multimodalidad 5. CONCLUSIONES La modelación teórica corresponde a uno de los empeños menos comunes en el gremio magisterial. Es muy común que los maestros de las diversas áreas incursionen en el desarrollo de prácticas pedagógicas tendientes a corroborar las teorías pedagógicas, pero la formulación de nuevos postulados conceptuales y teóricos referentes a la enseñanza, en especial, de nuevos contenidos con nuevas plataformas de aprendizaje, en el área de lengua materna, ha significado la transformación del perfil del docente, no sólo como un educador a secas, un profesor que, como dice Moreno (2009), “no hace más que profesar, ya que quisiera profetizar”. En lugar de eso, ha generado profundidad y pertinencia al concebirse como un maestro-investigador, es decir, que en lugar de profetizar, construye, palmo a palmo, caminos hacia esa verdad que, para Nietzsche (2007), es “la mejor razón para morir”, pero que para nosotros significa algo así como una razón más para otorgar sentido a la vida. La verdad que puede transportar una pieza fílmica como la del señor Morris. O tantas otras. Podemos decir que el marco metodológico de la Teoría fundamentada nos ha permitido trazar una ruta de trabajo que se acerca más a la realidad de las interpretaciones que al ideal, ilusorio a veces, de la crítica que ve cosas donde no las hay. Y al mismo tiempo nos enfrenta a la necesidad de pensar modelos ideales de intervención pedagógica desde el punto de vista de la de exactitud explicativa. Si resulta enriquecedor en algo este proceso analítico que hemos desplegado sobre este texto fílmico, es porque se ha nutrido las voces de los múltiples teóricos que hemos ido rastreando en el curso de los años en medio de nuestra dedicación en el ejercicio investigativo y magisterial, y también porque la mayor parte de las hipótesis con mayor carga significativa ha surgido tanto de comentarios de estudiantes como del trabajo más riguroso en el aula de clase. Lo que podemos concluir hasta el momento- pues esta es una investigación cuyos alcances a veces resultan difíciles de limitar- es que contar con una competencia audiovisual significa, sobre todo, contar con una competencia lectora. 116 Al establecer la analogía entre análisis de textos escritos y de textos audiovisuales, hemos comprendido que los contenidos propios del área de lengua materna no sólo pueden movilizarse a partir del uso de material audiovisual como herramienta didáctica, sino que brindan el andamiaje propicio para analizar de la manera más juiciosa (y menos prejuiciosa) las piezas que se enriquecen cuando son llevadas a la escuela con las herramientas conceptuales y metodológicas que proponemos a los largo de este tejido de palabras, imágenes y músicas. El levantamiento del estado del arte en la relación cine-educación nos ha permitido establecer una filmografía de textos adaptables al mundo pedagógico, pero también la ruta investigativa tanto a nivel plenamente teórico como a la corroboración en la experiencia diaria. No basta ser un verdadero amante del cine para escoger el material más importante que se debe llevar a la escuela. Hace falta también mantener una constante actualización, una permanente lectura, un rastreo incesante de los materiales que pueden ser compartidos con los estudiantes. La codificación y categorización de elementos teóricos relacionados con el análisis de las piezas fílmicas nos ha sugerido que el estudio disciplinar de la lingüística y la literatura requieren una adaptación a lo que Valéry (1990) ha denominado “el color del tiempo”, es decir, la actualización a las dinámicas de nuestra cotidianidad posmoderna y semi-virtualizada. La tradición lingüística y literaria está llamada a contribuir en la comprensión de nuestro tiempo, tanto como contribuyó a concebir tantas otras épocas. Este simple muestreo nos ha inducido a pensar que nuestra formación no es un fósil de la antigua escuela, sino, al contrario, el soporte para renovar día a día nuestra percepción nublada de nuestra era informática y teledirigida. Hemos comparado diversos fragmentos, diversos elementos de la pieza del señor Morris con las categorías de análisis propuestas y hemos comparado entre sí las diversas categorías, subcategorías, conceptos, subconceptos. Hemos encontrado dos tradiciones respecto de la concepción del signo (la anglosajona y la europea), 117 pero, pese a la taxativa concepción cientificista de ciertas posturas, hemos encontrado bastantes puntos en común, lo que nos lleva a concluir que el eclecticismo de nuestro Decálogo no es más que un punto de convergencia de diversas posturas y tendencias, lo que le viene a consolidar como un esquema replicable y generalizable, cercano al concepto que se concibe como modelo. El resultado final, un esquema de análisis con altos niveles de abstracción del texto fílmico, que puede replicarse en otros textos audiovisuales y en otros contextos educativos, no es más que una provocación. Normalmente, los decálogos de la buena escritura no resuelven el desarrollo de competencias analíticas, sino solamente recomiendan ciertos trucos para lograr mejor las piezas literarias a partir de “recetas” de cada género. Este decálogo, en cambio, hace recomendaciones sobre la lectura. Saber qué leer, cómo encontrar pistas entre líneas, cómo establecer relaciones intertextuales y cómo, incluso, limitar nuestra interpretación. Puede ser esto importante para enriquecer la escritura de nuestros estudiantes. Pero la conclusión final es que usa todas las estrategias, moviliza todos los esfuerzos magisteriales para que, como Morris, volvamos a lo familiar, a lo fraternal, a la amistad reconfortante que nos trae un libro. Hemos apartado una historia final por recomendación de nuestros tutores, asesores, lectores, jurados e incluso estudiantes, pero se trata de un elogio a la edición y a la corrección de estilo. De manera que en ese sentido puede ser omitida. A la manera del señor Morris, trataremos de compaginar la celeridad del micro relato fílmico con la gravedad de la literatura de largo aliento. Puede resultar un poco corrosiva, de manera que recomendamos que si el lector sufre de alguna afección cardiaca se abstenga de leer este último esfuerzo. 118 5.1. Breve historia sobre los finales de los libros voladores Pocas historias realmente buenas tienen finales felices. Tolstoi solía decir que la vida sería más bella si al llegar la muerte aquel final de cada quien fuese como el de una novela; sin embargo, no podemos decir de muchas novelas cuyo final es excelente que su lectura no nos haya causado una gran tristeza o una emoción por lo menos nostálgica. Este es un final un poco estrepitoso, pero, diríamos, parafraseándole un poco a Tolstoi, que todos los finales felices son iguales, pero los infelices lo son cada uno a su manera. El nuestro es uno de esos desenlaces caracterizados por una especie de sino trágico, pero con un giro un tanto esperanzador. Nos hacemos constantemente modelos e ideas, especulaciones del cosmos y de la realidad, pero, conforme pasa el tiempo, nuestros modelos están llamados a reformularse, a actualizarse. A ser transformados – como la piedra lacada-, por la marea permanente de la crítica y la contramarea de las nuevas producciones. Pero no podemos perder la esperanza de concebir de buena forma un sistema de relaciones armonizado con nuestra existencia social, cultural, íntima y personal. Cuando dejamos de aprender, empezamos a morir. Así que nos despedimos con una especie de narración reflexiva, una especie de paradoja filosófica encarnada en algo que nos sucedió, con el ánimo de influenciar al lector a entender estas conclusiones parciales que nos quedan luego de embarcarnos en la confección del Decálogo y del cuerpo entero de esta tesis. Agradecemos, ya para completar esta entradilla de epílogo, el amable consejo de de nuestro asesor, Eder García y la pertinente y acertada crítica de nuestros jurados, Ana María León Rodríguez y Hernán Javier Riveros Solórzano. Al finalizar el mes de junio, hace relativamente poco, un colega nuestro fue contratado para brindar talleres de teatro en cursos de primera infancia; más específicamente, en un Transición de un colegio Distrital de la Localidad de Suba, 119 con chicos de 5 a 7 años. Le encontramos por casualidad, en una de las largas filas para los estrenos de la Cinemateca Distrital. Decía que nunca antes había aprendido tanto como con aquella experiencia, y citaba una y otra vez una frase de Unamuno según la cual no podemos meter en la cabeza algo que no quepa en el bolsillo ni algo que el bolsillo que nos quepa en la cabeza. Luego parafraseó otra, como prolegómeno de una buena historia: - Para hacer un buen cuento se necesita una buena historia, alguien que la quiera contar y un niño que la escuche. Cuando empecé con la narración oral y el teatro con niños, me di cuenta de la relevancia que cobra la expresión corporal y la musicalización en el aprendizaje de la lengua materna. Cuando decimos brazos nos tocamos los brazos y cuando decimos tiburón nos ponemos una mano en la cabeza para incrustarnos una aleta. El lenguaje no verbal no es sucedáneo de la expresión más elaborada; es más del ochenta por ciento de lo que decimos, en realidad, cada día, como el sustrato de sus orígenes más pretéritos. Siempre me gustaría encontrar una historia que los acercara al amor que uno tiene por los libros, sin necesidad de utilizar palabras. Como ya es natural, le contamos de nuestra experiencia investigativa relacionada con la imagen y otras producciones culturales, como la música, el teatro o la fotografía en relación con los deberes magisteriales. Nuestro modelo podía replicarse y confiamos en que también sirviera para los niños que están apenas alfabetizándose y empezando a recorrer este cerril y rugoso mundo del teatro de las palabras. Pero apenas terminamos de contarle el final del corto del señor Morris, en el que el personaje central envejece y es elevado por los libros hacia el pasado, entramos a la sala y vimos una proyección de la que no tenemos tiempo de ocuparnos. Al salir, con esa catarsis de las buenas películas y las buenas conversaciones, compartimos algunos tintos y algunas apreciaciones. Era un viernes, precedente de un puente con festivo y algunos de nuestros contertulios planeaban sus viajes, y otros las fiesta del final de la noche. Pero al día siguiente teníamos que asistir a un taller de restauración fílmica que ofrece el Ministerio de Cultura cada año, esta 120 vez a cargo de Paolo Tossini, quien indica, que el formato en DVD no es un respaldo adecuado para resguardar material fílmico, porque la cinta en 35 milímetros es la que tiene aún más duración, aunado a que cada archivo se respalda en el formato internacional LTO 5. (Más información: http://cuartoscuro.com.mx/2013/08/rescate-filmico/[/url] Copyright © Cuartoscuro.com 2014. ) Pensamos en hacer teatro con los niños, una adaptación, incluso de esta historia que tanto nos había gustado y que nunca antes habíamos contado a otro niño, salvo a nuestra propia hija, Sofía. Ella lo había asimilado como un gusto especial por las bibliotecas y su maestro nos contó que había prometido pagarle unas onces a una amiga suya a cambio de terminar un buen cuento, como toda una editora. Sin embargo, nunca habíamos pensado la posibilidad de que nuestro modelo sirviera para educar en la primera infancia. Antes de que tuviésemos tiempo de hacerlo por nosotros mismos, encontramos a nuestro a nuestro colega, haciendo de nuevo la fila a la Cinemateca. Antes de narrar este último episodio, con el que quisiéramos concluir este trabajo, nos gustaría aludir a los tipos de análisis de los cuáles se desprenden, por decirlo de alguna forma, todos los modelos propuestos dentro de este gran modelo. Lauro Zavala, gran figura en la modelación del análisis, fílmico afirma que […] Los análisis (al igual que las teorías) tienden a ser realistas (apoyados en una disciplina) o formalistas (de carácter transdisciplinario). Un análisis realista supone que el cine redime (es decir, representa fielmente) la realidad. Su referente es el cine clásico, y enfatiza la importancia de la puesta en escena, la actuación y el empleo del plano-secuencia. Popper sostiene que el lenguaje es una ventana. Un análisis formalista [en cambio] supone que el cine crea (con la mirada) una realidad. Su referente es el cine moderno, y enfatiza la importancia de la puesta en cuadro, la composición, el montaje y el espectador. Wittgenstein sostiene que a través de los juegos del lenguaje se construye una realidad. Los análisis estructuralistas (o formalistas) suponen [así] que toda narración es la misma. 121 Los análisis post-estructuralistas [en cambio] (o intertextuales) suponen que cada narración es diferente. (Galeano, 2000, p. 25,26) Cuando lo encontramos, de nuevo, en el habitual punto inadvertido de encuentro, no alcanzamos a terminar el saludo cuando nos mostró el video de su montaje teatral, grabado, como una de aquellas películas pioneras del cine, directamente de su puesta en escena y, además, con actores que no superaban los 7 años. La reflexión de esta breve historia se desprende de lo que dijo entonces: - Dice un viejo cuento que un profesor les dijo a los estudiantes que dibujaran un girasol con el tallo y las hojas verdes, los pétalos amarillos y el pedúnculo anaranjado. Al final de la clase, todos, salvo un estudiante, habían seguido las indicaciones al pie de la letra. Este chico había dibujado una buganvilia, luego una lila y al final del años cientos de géneros de la flora conocida en el planeta hasta que, por fin, para pasar el año dibujó un girasol con el tallo y las hojas verdes, los pétalos amarillos y el pedúnculo naranja. El año siguiente, un maestro pidió que cada quien dibujara y coloreara la flor que quisieran, la que les interesara o les impactara o dijera algo de sí mismos. Todos, sin salvedad, hicieron un girasol. Hacer un montaje como este – concluyó -, tiene un poco de ambas estrategias pedagógicas, pero aunque el resultado es sólo uno, tiene un solo objetivo y es del todo convergente, no habría sido posible si no entrañara todas y cada una de las versiones más personales del cosmos de cada niño, todas sus divergencias, todas sus adaptaciones. Leemos con ellos libros gráficos, leemos fotografías y ahora leemos el cine. Ahora ponemos a sus padres a leer. Ese siempre es un buen final: abierto. 122 BIBLIOGRAFÍA Libros Aguaded y Cabero (1995). Educación y medios de comunicación en el contexto Iberoamericano. Universidad de Huelva- Universidad de Sevilla- Universidad de Buenos Aires. : 22-23. Aranguren, F., Bustamante, B., y Argüello, R. (2006). Modelo pedagógico de competencia televisiva. Comisión Nacional de Televisión. Bogotá. Aristóteles (2012). Metafísica. Gredos; edición: mul. Barcelona. Artaud, A., Alonso, E., & Abelenda, F. (1969). El teatro y su doble. Instituto del Libro. Aumont, J (2007). Moderne? Comment le cinema est devenu le plus singulier des arts. Paris, Cahiers du Cinéma Aguaded. Auster, P. (1997). Ciudad de cristal. Anagrama. Balzac, H. (1915). Eugénie Grandet. H. Holt and Company. Barthes, R. (1990). La cámara lúcida: nota sobre la fotografía. México. Paidós. Blake, W. (1982). La poesía completa y prosa de William Blake . Ancla Borges, J. L. (2000). Nueva antología personal. Siglo XXI. Bukowski, C. (2014). 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Los Ángeles. 135 ANEXOS Anexo1 136 Anexo 2 137 Anexo 3 138 Anexo 4 139 140 Anexo 5 141 Anexo 6 142 Anexo 7 LOS FANTASTICOS LIBROS VOLADORES (Morris Lessmore) Función fática: Puedo identificar la función fática casi en todo el video no se utilizan palabras más sin embargo se utilizan señas gestos movimientos principalmente cuando el libro del “huevo” le expresa lo que siente mediante imágenes Función Expresiva: Es la parte en la que llega el huracán y el queda desamparado entonces empieza a andar y ve una hermosa mujer que va en el cielo, la llevan unos libros voladores de los cuales ella cuelga, también cuando entra a la biblioteca y su vida se llena de color. Función Conativa: Es la Parte donde el libro le empieza a expresar sus antojos al joven que va en busca de un sentido para su vida, le expresa mediante imágenes para poder entender lo que quiere expresar. Función Metalingüística: Durante todo el video son las imágenes, sonidos, colores transiciones etc. Función Referencial: Se Presenta en todo el video ya que usa los medios todos los de comunicación, ¡menos el habla! ( Roa Cruz Gina Bannesa, Colegio Nueva York) 143 Anexo 8 “Los fantásticos libros voladores” (Lessmore Morris) Función metalingüística: Un señor se encuentra leyendo un libro, cuando de pronto empieza a sentir un gran movimiento, esto no solo era un movimiento suave, esto llego a ser un gran tornado, destruyo todo el pueblo, dejando solo ruinas, esto llevo al señor a un lugar totalmente diferente, un lugar donde se tornaba todo a blanco y negro. De repente llego un Ada con muchos libros voladores a su alrededor, ella manda un libro, este hizo que lo siguiera a una casa en la cual habían muchos libros voladores, el señor se familiariza con todos los libros. Un día mientras arreglaba todos los libros encontró un libro viejo, a punto de morir, él le pide que se lance, este al hacerlo cae totalmente destruido, el trata de arreglarlo pero no lo lograba hacer, hasta que uno de los libros le dijo que lo que tenía que hacer era leerlo, él lo empieza a hacer y se da cuenta que es un método muy efectivo, finalmente lo salva. Después de muchos años el señor envejece y decide irse de esta casa, los libros lo rodean hasta que el señor vuelve a su adolescencia y sale volando junto con los libros, todos los libros que quedaron allí se pusieron muy tristes, pero lo que ellos no sabían es que la historia continuaba ya que al marcharse este 144 honorable señor, llegaba una adolescente con las mismas ganas de leer y poder ayudarle a tofos los libros. Función referencial: Este video nos demuestra que la vida de nosotros se basa en un libro, los libros nos llenan de vida, nos dejan una experiencia y además una enseñanza, nos demuestran que la lectura es muy importante en nuestras vidas por que la llena de color y alegría. Función fática: En este video nos muestra que la lectura naturalmente llena nuestra vida de conocimiento, de alegría, le pone más sentido a nuestra vida, nos demuestra que la lectura nos lleva a soñar, a imaginar a sentir cada párrafo que leemos. Función expresiva: Aquí el emisor nos quiere demostrar que leer es algo muy importante para todos los seres humanos y nos quiere demostrar que nosotros creamos vida a los libros que leemos, estos pueden ser leídos por las ganas que tenemos de leer o solo por curiosidad, nos demuestra que un libro “puede estar muerto” si no lo leemos o solo por tenerlo guardado, nos demuestra que un libro nos llena de vida con cada emoción que nos hace sentir. 145 Función conativa: Aquí el emisor quiere que nosotros los receptores sintamos y aprendamos a vivir un libro, no solo leerlo por leerlo, si no también sentirlo, vivirlo, además que nos cuestionemos que puede pasar más adelante, imaginar un gran final en la historia. 146 Anexo 9 “7-8-14. Después de casi dos meses de insistencia, me prestaron la sala de Humanidades, en la que hay un televisor plasma grandísimo y un computador conectado, pero sin internet. No llevé más que una película que había comprado el día anterior y que no había tenido tiempo de ver: La danza de la realidad, de Alejandro Jodrorwsky. La sinopsis anunciaba una bella metáfora de la infancia de Jodorowsky, y todo marchó bien hasta el décimo minuto. Habíamos detectado íconos índices y símbolos, y me había sentado en la última silla para verificar la disciplina de todos los estudiantes. De repente aparece una escena de sexo explícito y todos estallaron en risa. Yo misma tuve que contenerme, dejar correr la escena y cuando deduje que se anunciaba otra escena pesada, me levante, la pause y les hablé de la importancia de la seriedad en el momento de leer el cine. Hablamos de la sexualidad y de cómo el tabú hacía a los adultos maltratar a los niños sólo por ocultarles algo que acababan de ver. Salí pensando en que el primer paso para enseñar con material audiovisual era tener a la mano siempre una buena pieza fílmica, que no me hiciera pasar por este tipo de situaciones tan inextricables”. (Romero, Diana. Diarios de Campo) 147