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LA REVISTA BLANCA
SOCIOLOGÍA, CIENCIA Y ARIE
Barcelona,
15 e n e r o
1930
AÑOVII-».»<POC«-NÚM. I 6O
N ú m e r o suelto : o'50 ptas.
A d m i n i s t r a c i ó n ; G u i n a r d ó , 37
S u s c r i p c i ó n : 3 ptas. trim.
SUIflA^RlO
£ a QjataeiiMtía
y él tnMvidMuUvtncs
Max Nettlau. -, flí»caaidad
f n e v n i a m o r a l e s ^ Un Profesor de la Normal.^CI a v i e litvjeario
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£ e c i a v a a : Federica Montseny. ^ £ o « f l e n a p o e n u e v o s . - Jean Grave
OLWkOLvqiMííu
y el
individuoLlisMno
fSeede
Si mis artículos tienen muy a menudo el sello
de una crítica de ideas que hemos convenido en
considerar como adquiridas y que nos son queridas, esto no es, según mi convicción, el resultado de una crítica a todo precio y de la busca de lo
nuevo con pérdida de lo antiguo, bien establecido
y generalmente aceptado. El objeto de mis preocupaciones es lo que yo llamo ceugéníca de la
sociedad» nueva, la busca de las mejores nori a s para realizarla en la forma más viable, no
como modelo de perfección absoluta creado por el
Kolpe mágico de una hada buena, sino como buen
germen y tallo sólido primero, que luego sabrá
crecer derecho por sí solo, desarrollarse ampliamente y formar un abrigo solidario y duradero para
el mundo inmenso de seres libres y variados que
irán a poblarlo.
Ya hemos visto muy de cerca cómo, en Rusia,
una nueva sociedad no puede nacer en forma algtt
atractiva cuando se produce bajo el signo de la
discordia, de la lucha fratricida entre socialistas,
y no puede ser mantenida más que por el terror
contra todos, el terror contra las masas indiferente» y sordamente hostiles, que ntf ven mejorada su
•ítuaclón de un modo perceptible, y el terror contra
los demás socialistas y anarquistas, los cuales son
rigurosamente excluidos no sólo de una participación en el nuevo mundo que se pretende crear,
•alvo cuando ésta se limita a ser una obediencia
muda, sino también de las menores posibilidades
de vivir su vida socialista propia al lado de los
« n o s del momento que imperan sobre todo. La
VfenaJ
única enseñanza de esta usurpación ha sido la de
que la paciencia y resignación que han sido impresas al pueblo por tantos siglos de sumisión parece ser aún verdaderamente inagotables, que éste
lo acata todo, y esto ha dado lugar a que se le
imponga en otras partes también sistemas de un
autoritarismo absoluto, como si las ideas liberales
de los siglos 18 y 19 no hubieran existido nunca.
Esta enseñanza es útil para la social democracia,
que ya no tiene escrúpulos y allí donde puede gobierna a la manera bolchevista, aunque teniendo
mucho cuidado de cargar sobre sí las responsabilidades personales bolchevistas sino de hacer todo
eso en buena colaboración con la burguesía y
protegida por la legalidad. Los socialistas libertarios no tienen nada que ver con todo esto; ellos
solos comprenden en qué grado falta un sentimiento libertario al pueblo, incluso en aquellos sectores que poseen ya un sentimiento de rebelión
social, y saben que, por esto, un verdadero socialismo integral tendrá por enemigos obstáculo*
no solamente a la clase burguesa, cuyos privilegios amenaza, sino también a esos socialistas autoritarios que desprecian la libertad y se figuran que
están llamados a imponer sus sistemas al pueblo,
el cual vivirá bajo su tutela o, si no quiere reconocer este beneficio, bajo su férula. Es un nuevo mundo del monopolio y el privilegio, que se
adaptará al antiguo, pero que parece dispueMo
desde hace mucho tiempo a rechazar y combatir
al mundo libertario a que nosotros aspiramos. Sabemos, pues, exactamente dónde nos hallamos.
37«
Recientemente he tratado de nuestra completa
solidaridad con la resistencia obrera, que no debe
absorbemos ni canalizarnos y regularizamos en
cualquiera de los matices sindicalistas, que sigue
su propio curso de las necesidades técnicas prácticas, a la cual no podemos ni debemos imprimir
el conjunto de nuestras ideas, pero que, no obstante, ofrece tantas ocasiones de practicar un poco
estas ideas en detalle, si la situación lo exige. Entonces se manifestarán el buen ejemplo y el buen
consejo de los libertarios, y la rutina y el autoritarismo serán debilitados.
Pero también nos es preciso ante todo utilizar cada una de las fuerzas e impulsos progresivos que ha despertado ya el trabajo incesante en
pro de la libertad a través de las edades. Al lado
del pensamiento libre, de la ciencia, del arte, de
la moral altruista, de la asociación y la cooperación, del pacto y el federalismo, etc., existe también el «individualismo», concepción y hecho de
los más importantes, pero que es a menudo tan
mal interpretada y deformada por el doctrinarismo y aun el sectarismo, y que yo quisiera discutir aquí tal como se me presenta.
Histórica y evolutivamente, el individualismo es
uno de los mayores progresos humanos y, como
tal, se halla también en esta gran línea del verdadero progreso que conduce a la anarquía integral. Considerando la animalidad y las plant u , o » su progenitura tan enorme en siu formas menos desarregladas y su reducción en las
formas más oxnplejas, vemos la gran corriente
que va de las socialidad^ a las personalidades,
sin que por esto ni el uno ni el otro de estos
dos grandes tipos se generalice o desaparezca. De
ahí se deduce que el ser puramente social no
existe, ya que el microbio más primitivo tendrá alguna necesidad de individualizarse, mientras que
el hombres más perfecto, que se llame individualista, no puede vivir sin mil lazos sociales de toda
han. Un concurso de circunstancias favorables ha
producido siempre individuos superiores al tipo
medio de una raza o ima colectividad, los cuales
han tenido facilidades para individualizarse, cosa
que representó un progreso real, pero que ccmdujo a privilegios, ya que esta preeminencia fué
pronto continuada y reforzada por el privilegio,
es decir, a costa de la masa explotada, oprimida
y sin medios para salir de su estancamiento. Asi
a la individualización se alió pronto el egoísmo de
dase privilegiada y el egoísmo personal, y le
arrebató au verdadero valor creando la clase de
los privilegiados, que rivalizan ^ntre sí, peto que
se sienten unidos contra el pueblo. G»siderado
como « n Hmple instrumento de trabajo, un esclavo mudo privado de toda instrucción superior y
frecuentemoite hasta de la primaria, el pueblo
pasaba por oo tener individualidad y ser tradieionalisu y giegaiio, de manera que se hada poco
caso de su vida privada y no se buscaba en él
más que obediencia y humildad. Fué necesario
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mucho esfuerzo liberal y democrático en tos siglos 18 y 19 para hacer salir a loa hombres de
este embotamiento, la brutalidad egoísta de los
privilegiados y la despreocupación resignada de
los desheredados, pero estos dos siglos, que tuvieron impulsos verdaderamente humanitarios, lograron establecer para una gran parte del pueblo
lo que se puede llamar derecho a la vida privada,
y también difundieron entre los privilegiados las
nociones de una vida de civilización e incluso
de civismo individual, señalánd<da como superior a una vida de brutalidades y excesos individuales simplemente egoístas.
Sobre esta pequeña base, adquirida al fin, del
respeto a la dignidad humana y el esfuerzo por
distinguirse de otro modo que mediante conquistas y acaparamientos brutales, es preciso continuar
laborando por la elevación de la humanidad, y
todo socialismo que mostrase retroceso en este punto no seiía viable, pues hoy hay muchos hombres conscientes para los cuales un retroceso de
esta clase es inscqmrlable, y, si es impuesto por
la fuerza, no deja de ser condenado semejante
sistema, llámese bolchevismo, fascismo, socialismo de Estado, etc.
Esta individualización de los hambrea en un
sentido no exclusivamente egoísta es. en efecto,
el primer gran paso hacia la emancipatíóa hamana: antes de ella existían los sentimientos colectivos y el egi^s^o brutal de algunos en lucha terrible, que ha concluido hasta ahora, como bien
lo vemos, por la victoria del momqxJio y el privilegio. Los primeros hombres que mostraron una
verdadera independencia pereciermí victimas de
las autoridades constituidas, en medio del ostracismo de las masas y el odio de los tiranos ctuno
Arístides, como Sócrates. Algunos pensadores
griegos afirmaron aún esta independencia, pero
las olas autoritarias ahogaron su voz, y luego siguieron Macedonia, Roma, el cristianismo, la lucha de nuevos pueblos contra Roma, invasiones
autoritarias ima tras otra y los mil afios de Erfiad
Media brutal y tradicionalista exterminando a todo
hombre independiente. El Renacimiento fnó bajo
muchos aspectos el nacimiento mismo de <m espíritu libre, pero esta libertad no salió de las esferas privilegiadas por su uigen^ riqueza o ciencia,
^ el pueblo sufrió al mlamo tieAipo una recrudescencia del fanatismo religioso, representado ya
por las nuevas iglesia* protestantes, ya por el catolicismo restaurado con su revé* de jesuMm». Y
otra vez signen dos siglos negro* y fanático», el
XVI y el xvu, y tan s ^ en el transcurso del siglo XVIII la libertad personal y la vida privada individual son reclamadas verdaderamente de un
modo más general y obtienen alguna* gatantbM
mediante las revolucione* en Amérk» dei Norte
y del Sur y en el contíneate euapeok deapné* de
una larga preparación intdectaal y moral por ]m.
crítica social y la filosofía radonalista de este bello
siglo. Pero ahí fué nuevamente cortado esto de*-
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arrollo por un período de egoísmo brutal, de codicia cruda, el período de las grandes guerras y
del capitalismo intensificado por el nuevo maquinismo. Esto aumentó de tal modo loa sufrimientos
-sociales que el socialismo y la resistencia obrera
«mprenden la lucha directa contra el capitalismo,
sin preocuparse mucho de las libertades huma'Ms, que desde entonces han sido descuidadas por
todo el mundo. Los burgueses liberales, pero antisocialistas, no tenían ya interés en ampliar la
«sfera de la libertad a las masas socialmente explotada» por ellos, y estas masas, en su indignación social, hicieron poco caso de libertades personales que parecían carecer de utilidad práctica
para los miserables abrumados por el trabajo.
une verdadera tragedia humana esta corta
^ o s i ó n del sentimiento liberal individualizante,
que no pudo entrar realmente en el carácter y la
Mentalidad de la mayor parte de los hombres, ya
^ue las influencias del pasado autoritario y del
ambiente socialmente inicuo, le hicieron degene' " con tanta frecuencia en egoísmo, ambición
personal o en las bellas frases que velan las acciones interesada*. Y las resistencias de los gobiernos provocaron lachas que hadan autoritarios tam°>£n a loa más liberales, que combatían por ser
tpoiemo a su vez, y ese revolucionarismo nacio**(• constitucional, republicano no se preocupaba
Apañas de las libertades personales, mientras que
** isoeialisino organizado se agrupaba a las masas
<=oino factor importante para la guerra social, hacía lo mismo. Asi • • que la libertad no halló asilo
"^«tdaderamente más que en la incipiente y aún
'Auy pequeña parte de los socialistas que comprendieron bien la inseparabilidad de UM eman-cipacionea humanas—política, social, intelectual y
moral—^y que han formulado los primeros la idea
^ la anarquía, mientras que entre loa burgueses
*e marchitó y entre los socialistas fué ccmsiderada
como un articulo de lujo del cual pensaban poder
Prescindir por el momento, un error muy grande
•cometido al priacipio de buena fe, pero que nunca han corregido después, seducidos por las posibilidades de convertirse a su vez en gobierno, que,
como todos los gobiernos, es siempre enemigo de
'*• li|}er(ades, sean la* que fueren. Sólo algunos
»aerali*fas y partidarios del Estado—minimum, los
**' r Margal], Cario Cataneo, Herbert Spencer y
f^ro*, han preconizado la libertad, pero sin esta
°*M de libertad social que es indispensable. Por
•o tanto, si el sentimiento social ha sido despertado después de un siglo de agitación incesante
y en vista d d encarnizamiento capitalista por conT * r L ! Í •*'*«">P«^'o y el prlvüegib, el «entímiento
«te libertad se halla deq>ierto en una proporción
mucho menor: de ahí U defesmación e in.uficle«i« a de todos l o . resultado. <Atenidos, de ahí el
traca«> de tantas bellas esperanza* y el atoHadero
preaente.
a i ^ "S'^ír** P""* ««i»»»»» • • • ctóficit de libertad.
« • índMdualIzadÓB. d* kimiuiMelÓn que «ifren
371
loa hombres, pues esta carencia hacer abortar m .
mejores esfuerzos, como lo demuestra bien ampliamente el resultado de la revolución rusa. A
este respecto toda influencia liberal y humanizante nos será bienvenida, sea débil o fuerte, completa o incompleta y especializada como quiera,
con tal de que tiosotros no perdamos de vista la necesidad' de la libertad integral que abarque todas
las libertades (la anarquía). Una libertad que quisiera abrirse un camino eJ precio de otras libertades, no sería una libertad sino una imposición autoritaria. Hay lugar para todas las libertades que
se respetan mutuamente; una pretendida libertad
que se realiza a cuenta de las demás, es egoísmo,
la voluntad de uno impuesta a otro, y, por lo tanto, la autoridad, la tiranía, la explotación, el mal.
Con arreglo a este criterio distinguimos infaliblemente las verdaderas y las falsas libertades, el individualismo liberal y el individualismo autMitario i saludamos unas y relegamos a otra* al lugar
que les corresponde, al sector autoritario.
Pienso que uno debe acercarse con este espíritu a todas las expresiones del pensamiento individualista e individualizante que se encuentran en
pensadores y poetas de renombre universal y también en los trabajos de muchos de nuestros camaradas en las publicaciones libertarias. Hay tanta*
bellezas en autores como Thoreau, Whitman. Ibsen, Nietzsche y otros en que refrescar su amor
a la libertad y donde se aprende a conocer los problemas, los matices delicados de una conducta
verdaderamente libre. Lo mismo que se rechazará
el individualismo autoritario (egoísta) antes descrito, también habrá de rechazarse la utopia de Un
individualismo que se basta a sí mismo: tale* pretensiones ultrasuficientes son siempre declamaciones vanas. Todo se sostiene en el mundo, y figurarse que uno puede prescindir de esta interdependencia, es una ilusión. Así el individualismo
como sistema social no podría basarse má* que
sobre individuos, que, gracias al trabajo y a l o .
conocimientos del pasado y gracias a los cuidado,
que sus padres y la colecti<ridad hayan puesto en
su educación e instrucción, hayan adquirido la facultad de manejar instrumentos de trabajo que
ello* no han hecho, trabajar en materias prima*
que ello* habrán extraído raramente, y entonce*,
sobre esta base de una gran deuda, al mano, de
reconocimiento, que han contraído hacia «troa
hombres, vivirían como individualistas, dependiendo, sin embargo, para el cambió de las disposiei»ne* de la otra parte y de la situación genera! que
determina el valor de su producto. Semejante individualismo, si permanece concienzudo, se «e.
pue», rodeado de colectivismo y se adi^pta a Si, «
bien, *i procede de otro modo, si trata de doaánar la situación, ti por cualquier medio e* tH tatm
fuerte, entonces «e impone, ae hace egt^sta y tJbit»
como tal, Se convierte en atitoritaiio. En el primar
caso e* una de la* innumerable* forma* que adop»
tara la vida anarquista en el porvanir jr «a ealidiiá
Wi
de tal no merece ser más preconizada como doctrina o sistema que cualquiera otra de las anticipaciones colectivistas o comunistas que podríamos
formular de antemano. En el segundo caso, este
individualismo que querría arreglase su vida bajo
el dictado de su egoísmo, no hallaría ya víctimas
B quienes engañar, esperémoslo asi, y se adaptaría también o se conformaría con vivir al margen
de la sociedad en calidad de engañador y parásito.
Ahora bien, desde el momento en que muchos
comunistas libertarios renuncian a erigir sus hipótesis en sistema, sienta muy mal a individualistas
que se creen los más avanzados, el hacer siste-'
mas por su parte; el tiempo demanda el rechazo de todos los sistemas y el reconocimiento de las
grandes corrientes que se manifiestan por vías diversas y en formas múltiples.
Los pensadores individualistas sin socialismo son
tan incompletos como los socialistas sin libertad.
Nos sentimos entre nosotros en los escritos de Thoreau y de Walt Whitman, nos quedamos bastante
fríos y escépticos ante Ibsen y Nietzche nos repele
a pesar del esplendor de su espíritu. Es que por
la vida de estos hombres sabemos cuáles fueron
sus lazos sociiilistas, sus simpatías revolucionarias,
su contacto con el pueblo y su individualismo, sin
quererlo, es una verdadera repercusión de esto.
Nietzsche fué el más completamente separado del
pueblo, educado en un liceo de los más cerrados
a todo lo que no respiraba el aire de los estudios
clásicos, prosiguiendo esos mismos estudios en las
universidades alemanas e inmediatamente después
ya, a la edad de veinticinco años, enseñándolos él
mismo como profesor de una Universidad suiza.
Risardo Wagner, Schopenhauer, la filosofía griega y la guerra de 1870, Mazzini, el darwinismo y
tantas otras influencias, el culto al Renacimiento,
. etcétera, retienen a este pensador, tan aislado de
por sí, en esa esfera de la aristocracia del espíritu,
del desprecio de las masas, de la carencia de valor de los débiles, de la fuerza orgullosamente ostentada, y fué tan ingenuo y honrado al profesar
su adoración a la fuerza, su falta de consideración
para con los débiles con un candor increíble, que
desde él sólo Mussolini ha alcanzado y realizado de
hecho aquello que Nietzsche, el poeta filósofo encerrado en su gabinete, habría sido quizá físicamente incapaz de realizar. Mussolini, que procede
del pueblo y conoce el pueblo, no puede invocar
la buena fe que Nietzsche, el cual pasaba verdaderamente su vida recluido entre intelectuales orgullosos, estetas y «gourmands» filosóficos que exhibían su superioridad sobre las masas incultas y,
según ellos, incivilizables para siempre. £1 no sabía otra cosa, como tantos millares de burgueses
tampoco la saben. Si hubiera conocido las aspiraciones del pueblo de otro modo que a través de las
pretenciones burguesas vulgares y algunas influencias mazzinianas que preconizan también la tutela
del pueblo por los hombres de genio, {habría acaso cobrado confianza en las colectividades, que
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son las únicas que pueden crear y modelar el porvenir, cosa que los superhombres de la historia
no consiguieron hacer nunca, dejando tras de li
principalmente escombros y ruinas? ¿Habría comprendido que las fuerzas humanas propiamente
coordinadas son esta fuerza inagotable de la cual
los hombres de fuerza y de genio no son más que
algunos productos accesorios, resultado, pero no
causa del progreso general? Yo no pienso que
esta comprensión habría modificado sus opiniones : él se habría convertido entonces en el profeta del socialismo de Estado, intensificado, el preconizador a la letra del fascismo moderno. Es,
pues, el antípioda de los libertarios, el protagonista de todas las autoridades. Sus escritos son como
una vegetación venenosa donde se ven las más bellas flores, pero todas en el fondo envenenadas o
escondiendo a una víbora. Uno cae pronto ^^ctima
de ellas o, si trata con dificultad de apartar d veneno de lo que parece ser una verdad ,destruye
la belleza estética y el resultado, mirado de cerca,
no será nada verdaderamente nuevo e importante.
Un autoritario que busque un poeta que anticipe
sus más lejanos deseos, su mayor sed de autoridad, hallará todo lo que necesita en Nietzsche, uix
libertario no hallará nada, pero ejercitará su inteligencia leyendo a Nietzsche, luchando con él ante
cada idea que formula : as! habrá aprendido a
desenmascarar una de las mil formas seductoras
que la autoridad sabe adoptar cuzmdo un hombre
de gran espíritu la defiende.
Me hallo muy lejos de negar el interés que ofrecen a veces los individualistas menos socialistas
y sociales, como por ejemplo antaño ese Mauricio Barres, que, entre su período de campeón de
la dictadura de Boulanger y el de presidente d e
la Liga de los Patriotas después de Dérouléde, escribió su famoso cEl enemigo de las leyes». Para
un (gourmand» de ideas es un trabajo divertido
el separar los sofismas de las pocas verdades en
tales, el reconocer la cola egoísta o autoritaria a
continuación de bellas proposiciones de aspecto libertario. Pero nuestro individualismo, que no puede ser más que un individualismo social y totalmente separado de inclinaciones autoritarias, debe
ser primero fuertemente implantado y desarrollado en nosotros mismos antes de que podamos meternos útilmente con esos charlatanes brillantes del
individualismo, niuy sofistas y frecuentemente muy
astutos, que sostienen un individualismo en apariencia autónomo, lo cual es una imposibilidad y
sólo podría ser realizado a costa de los que se
presten a criar, alimentar, vestir, alojar y servir
a este individualismo autónomo que pretende no
tener necesidad de nadie. Tenemos, pues, muy
poco que aprender de esos individualistas, que,
a su vez, tendrían mucho que aprender de la
anarquía integral, pero se guardan bien de ello.
Su estudio puede llenar algunas de nuestras horas,
de esparcimiento, pero no es esencial para la formación de nuestras ideas anarquistas.
373
LA REVISTA BLANCA
Es de nosotros mismos de donde sacamos los
verdaderos elementos de nuestro individualismo,
pues un individualismo que no fuera el resultado
de las cualidades que encierra nuestro organismo,
<qué sería sino una imposición artificial, una moda
<ÍUe se seguiría, lo contrario, pues, de la esencia
del individualismo? El vestirse a lo Nietzsche, el
recitar parcelas del espíritu de Nietzsche, ¿apro*una algo al individualismo que preconizaba
"ietzsche y que era el suyo exclusivamente? Si
*»te hubiera continuado viviendo y hubiese visto
*o que se ha dicho y hecho en su nombre, y que,
contrariamente a sus esperanzas, no han surgido
los superhombres, sino solamente la sarta de pseudo-Nietz8ches, habría tenido palabras cáusticas para
•«pararse de tal progenitura. Así, pues, hagamos
•«gún nuestro placer excursiones estéticas en las
obras de estos individualistas de gran marca filosófica y literaria, pero no los confundíunos ni con
'Os hombres de ciencia que han sabido descubrir
y verificar resultados adquiridos en lo sucesivo, ni
oon los que enseñan doctrinas morales sociales,
que contienen verdades algunas veces, pero que
^ preciso escoger cuidadosamente antes de darles
'C- Son caprichosos, inadaptados curiosos de observar, pero tan inaproximables e inutilizables como
'"> fuego fatuo. Aquellos que tienen tales incli''ftciones las manifiestan por sí mismos, y los que
"O las tienen no pueden adquirirlas, y sólo son
imitadores sin valor si se disfrazan con el individualismo ajeno.
En cada hombre de valor, es decir, que se eleVft por encima de una vulgaridad puramente imitativa o de una indiferencia obsequiosa y cobarde,
leside un individualismo a su manera, algo que
" es querido y que siente que es suyo y lo de- •
"ende contra las invasiones de su medio y de la
colectividad. Todo hombre de este género tiene
"U ideal propio, una utopía grande o pequeña,
y aprecia un medio, una sociedad que le permite
aproximarse a este ideal y es hostil al ambiente
y a la sociedad que le impide esto. Hoy tiene el
•ocialismo libertario una gran ocasión para crearse una base sólida entre los hombres de valor:
Mostrándoles que su ideal personal, sea el que
ttter^—a excepción, naturalmente, de la codicia
ogolsta, el sueño de riquezas y de poder—, es obs*culizBdo por las instituciones presentes y no pow a realizarse, si posee cualidades realmente prác'*o*»i más que en una sociedad libre tal como la
V» nosotros deseamos. Lo» hombre* deben apren"*í que el socialismo no es una doctrina exclusivamente económica que les garantizará el trabajo
yl la (ubsUtencia bajo alguna otra tutela, sino que
«I socialismo integral es el sociijísmo ligado indisolublemente a U libertad y a la «>lidaridad, es
osla anarquía amplia y variada que nowHro. dettndemos y que constituirá el medio en que la
»dividualidad de cada uno podrá manifestarte meW . tntonce. lo* hombre, no ae resistirán, como
» tacen ahora iMtiativamenU. a aeparar** de Mta
sociedad presente que con toda su opresión y explotación les da al menos, en los países no fascistas, una ilusión, por mentida que sea, de u«
poco de libertad, ni a dejar de confiarse a un »ocialismo al que ven renegar de la libertad en favor del estatismo, como hacen los bolchevistas, lo*
socialdemócratas, los laboristas y todos los demáa
socialistas autoritarios.
El socialismo de las escuelas autoritaria no podía
dar a los hombres la garantía de un desarrollo libre. El socialismo de las escuelas libertarias les
promete sin duda este desarrollo, pero con frecuencia se ha impuesto a sí mismo lazos, frenos, límites—me refiero a que a la doctrina económica
especial que cada anarquista defiende con buen
derecho, si es su convicción, pero que en la propaganda no sabe siempre explicar como no obligatoria, como puramente de elección de los que
la acepten voluntariamente. Con una mano prodiga, pues, la libertad, y con otra mano la quita
mediante la preconización de las panaceas económicas, que hasta aquí no son más que hipótesis
cuya aceptación definitiva prematura nos impone
el carácter de una secta de creyentes. Se puede
decir que se profesa ¡oersona/meníe tal doctrina
económica especial y que se la recomiendo a otro*
por tales o cuales razones, pero no se debe decir
que ella es la única doctrina razonable, que es u»
corolario indisoluble de la anarquía y que toda
otra concepción a tal respecto es radicJmente
falsa.
Esta aberración autoritaria, este relapso de la
ciencia en la fe. no ha contribuido poco a esa
verdadera fuga de muchos anarquistas comunista»
en lo que ellos llaman individualismo. Continúan
siendo comunistas, pero tratan de individualizar su
comunismo, lo cual es una operación ilógica, pue»
un comunismo cualquiera debe ser activo y pasivo,
tomando aquello de que se tiene necesidad y dejando tomar a otros de nuestros productos aquello que necesiten; si, aparte de la necesidad personal, se mezcla otra voluntad individual, entonces surgen rivalidades y egoísmos, entonces ya no
hay comunismo. Estos descontentos habrían debido simplemente recoger el punto de vista del
colectivismo, que para la producción social no reconoce más principio organizador del trabajo y
distributor de los productos que el acordado entre
los participantes por el pacto lihre.
Ya se comienza a comprender este error, peí»
durante largos años el comunismo fué tan exclusivamente reconocido, que se prefirió subcalificarlo de nuevo como especie incongruente de comunismo individualista, en vez de discutirle • •
monopolio y relegarle a su puesto de hipótesi*
simpática, pero no única. A modo de desquite lo*
comunistas libertarios concibieron un verdadero horror por el individualismo y privaron así a *u g*nerosa idea del contacto con muchas de la* «xigencias de la vida moderna, que no tenía aec*•idad de aceptar de lleno, pero hacia la* cw^M )W
LA REVISTA BLANCA
374
hubiera debido mostrarse negativa y exclusivista
de antemano. Nos es preciso una anarquia en la
cual quepan y sean bien acogidos los individualistas más pronunciados, con tal que se hayan
desprendido del egoísmo y el autoritarismo, y no
una anarquía basada en el sentimiento y la práctica comunista exclusivamente que mire con antipatú y considere como excentricidades apenas tolerables a los individualistas y otros matices no
comunistas. Si el comunismo anarquista está verdaderamente seguro de su advenimiento futuro
único, no tiene por qué temer esas vuiedades
económicas, y si no lo está completamente, obraría con imprudencia si tratar de cerrar otras vías.
Ha habido, pues, petulancia y poca benevolencia
de un lado, el de los beati pottideniet,
a veces
odios por parte de los innovadores que sentían
que faltaba algo a la anarquía, pero que, amargados y fuera de sí, no han podido hallarlo ellos
mismos y han caído frecuentemente en otros extremos.
Formuladas en las conclusiones de informes de
los congresos de la Internacional, concentradas en
las resoluciones adoptadas y modificadas de congreso a ccmgreso, proclamadas luego en esta forma abreviada por una inmensa propaguida—por
ejemplo: la libre federación de libres asociaciones de productores libres o a cada uno el producto de su trabaio, o las fórmulas comunistas libertarias—, la* ideas anarquistas, en lucha aún contra
el burguesismo y el socialismo autoritario, fueron
presentadas a los hombres de las generaciones modernas ante todo en esta forma concisa, abstracta, programática que todos los partidos dan a lo
que quieren imponer, a los hombres. Sé muy bien
que hay una literatura anarquista grande y bella,
pero sólo un número restringido de sus obras sabe
elevarse por encima del fin didáctico iimiediato
y abarcar su tema con ayuda de utui crítica libertaria independiente. Así hay casi siempre ensefiaasa yendo desde lo alto de nuestras concepciones nuevas abajo, hacia la multitud ignorante y
mal in&>rmada. Sin duda que es difícil difundir
por otra* vías una conc^Kuón nueva y sobre todo
poco p<H>ular y muy perseguida, pero c(»i todo
este e*tadU> initíal ha durado ya demañado tiempo y sería hora de que las nuevas generaciones
de anarquistas, que han encontrado ya elaboradas
completamente las ideas, se aplicasen a demostrar
lo que estas ideas pueden producir, al menos i'nteteetoolmente, ya que las realizaciones eccmómicaa experimentales tropiezan con tantos obstáculos.
La produccí&n de un buen libro ni la de una bella
djra de arte han sido jamás imposibles, y si tales
trabajos intelectuale* fueran realizados, producirían su efecto, pues ningún trabajo de valor se ha
perdi<b> nunca.
Con semejantes trabajos a la altura de los conocimiento* modernos y en contacto con todos los
tiroblema* que el individualismo humano, la diV
ferenciación y la intimiración de la vida moderna
han pWteado, nuestra vida uiarquista se vería
enriquecida, fertilizada, embellecida, y entonces
nos convertiríamos en factcH- de la verdadera vida
en lugar de parecer con frecuencia no más que
los prediciuiores y pr<tfetas de un nuevo dogma.
En resumen, es necesario salir de nuestro aislamiento y si la actitud huraña contra d individualismo ha contribuido a producir este aislamieoto,
una actitud acogedora y amigable producirá el
efecto contrario. Nosotros aportaremos al individualismo el elemento social, ú n el cual éste no
es más que una ficción; él nos aportará la comprensión de la complejidad y la diversidad de la
vida humana y nos protejera contra la incrustación
en doctrinas preconcebidas y cerradas.
Si esto se hiciera, desaparecerían como la niebla cuando sale el sol, las deformaciones malsanan que se estilan en el individualismo, las promiscuidades con el egtrismo y todas las ambiciones de placeres y de poder a costa de otros: las
inclinaciones imitativa* que se agarran a los Nietzsche y <^os seres descabalado* y ese narcisismo de
algunos espíritus peqnefio* que se miran constantemente al espejo para ver si son lo bastante individualistas, como si d individualismo fuera un
nudo de corbata bien hecho, y que alternan todo
eso con el estribillo de si *ii* vednoa e n anarquía son también impecables individualista*. Todo
eso es el pasatiempo inútil de estos años de espera ante la anarquía encerrada en el dogma y
cerrada a la vida: liberadla y entonces comenzará el trabajo nuevo, amplio y fértil, y nosotros
iremos de nuevo en la vanguardia y no a remolque de la vida rebelde, contra el pasado y el presente que la ahogan, y abriremos vía* al progreso,
que es la realización de toda* la* libertada* aobi*
la base social más amplia.
M. NETIIAU.
El centro de nuestro sistema planetario no pacde ser iimiutable, puerto que se comporta como
un verdadero ser rno. y como dloe Moreuz, su*
pulsaciones rítmicas, que se exageran a veces hasta
el paroxismo, recuerdan la* bota* de angoatia en
las que nuestro organismo India deeeaperadanente con la fiebre que amifwaza oonanmirlo.
El aal puede concebirse como una máquina térmica muy complicada; máquina tranafmrmadorá de
energía, y a juzgar por lo poco que del K J *e conoce, máquina derrochadora d e vida, de calor,
de luz, de radioactividad, de todo lo que mprnaa»
podemos «Httpraider. El capital aatgéüeo
del divino Apolo, parece inagotable. En nfl o dos mtf
millones de afios se cal<»la la e^stencia de este
astro, y durante ese tiempo arde sin cesar, pero sin
consumirse, sin que sensiblemente disminuya sn
prodigalidad bienhechora.
LA REVISTA BLANCA
^^c^sidLud.
E
375
y eficoLcioL dL^ l a s
L mundo viene de la fuerza y va hacia la negación de la fuerza. En
eUo estriba su evolución.
No hacen falta pruebas ni investigaciones científicas para demostrar lo que acabo de decir. Fuerza es incultura, tanto en
el que la ejerce como en el que la recibe
•in protesta, y cultura es libertad.
Cuanto más culto es un pueblo, de más
libertad goza, porque más libertad exige.
Dos fuerzas morales actúan sobre la tierra : La que existe dentro de cada uno de
nosotros y la que se forma alrededor de
nosotros, o, lo que es igual: La que poseemos nosotros y la que poseen los demáis.
Durante la pasada matanza, se lanzó la
frase, yo creo que por primera vez desde
<)ue existe especie htmiana: ELstablezcanios la unidad moral, se dijo, o se dijeron,
algunos intelectuales de los países en guerra.
La unidad moral representará la solidaridad del pensamiento en el porvenir; pero en la época presente es como si quisiéramos establecer la paz social. No puede
establecerse en un mundo de categorías y
de privilegios.
Somos de una misma e^ecie. Piensa
como quieras. Déjame que yo piense comO
se me antoje. Por nuestro diferente modo
<ie pensar, jamás hemos de reñir.
La frase representa demasiada grandeza
para un hombre de tan excasa ctdtura.
Venimos de la fuerza, y por la fuerza
queremos aún sujetar todos los pensamientos a los nuestros y todos los brazos a nuestros privilegios.
No creemos posible la marcha del mundo sin un pensamiento dominante, que,
por la fuerza material, se imponga a los
demás. El pensamiento dominante puede
ser d de un jefe de Estado; o el de un
jefe de IglcMa; o el de un jefe de partido; o el de un jefe de pueblo; o el jefe
de cualqiuer familia.
Para la mayoría de nuestros pobres cerebros, la cuestión es que haya un pensamiento que opine por los demás, que do-
mine, que encarrile a los demás hacia el
bien; que bien amenudo es mal, que es
mal siempre, porque todos los males de
que la imposición nos puede librar, son
menores que la imposición misma.
Lanzaron la frase los hombres de mayor cultura. Diría de mejores sentimientos si la cultura y el sentimiento no marcharzm al imísono; si, cuanta más cultiva
tuviéramos, no fuéramos más buenos y
humanos.
Ya se entenderá que hablo de la verdadera cultura y no de esa que hace técnicos ni de esotra que nos prepara para
el combate.
I Cultura I El saber que nos abre la inteligencia al bien común y al bien xmiversal.
Y esa cultura es de ahora, como quien
dice. Existe desde que alguien gritó : ] Viva la fraternidad de los pueblos I Desde
que alguien dijo que todas las criaturas
eran hermanas.
Pero como para ser todos hermanos hemos de ser todos iguales, y, como sólo el
socialismo quiere que todos seamos iguales, únicamente él nos da elementos para
la fraternidad.
Ninguna religión quiso que los hombres
fuésemos hermanos. Lo quisieron sus creadores, pero las religiones son obras del
apostolado y los apostolados han pervertido las ideas para vivir de ellas. Desde
aquel momento ha surgido el privilegio y
con privilegios la fraternidad entre los
hombres es imposible. No se trata de un
caso de egoismo; se trata de un caso de
justicia.
Hay en nosotros im instinto de vida superior a todas las teorías; superior, porque es fuerza biológica.
Teóricamente, podremos sentimos her-'
manos de los demás hombres. Una in<dinación encontraremos en cada uno de nosotros, que a ella nos invita; pero prácticamente no nos sentimos herman<M de
aquellos que poseen, de un modo excesivo, lo que a nosotros nos falta.
El instinto de la vida se opondrá, pues,
se ha opuesto siempre, a todas las teo-
376
ría» de fraternidad universal que se basen en la desigualdad de la vida misma.
No se trata, repito, de un caso de egoísmo ; se trata de un caso de justicia.
De ahí que la cultura, la cultura verdadera, la que abre la inteligencia a la solidaridad humana, sea aquella de que nos
dota el socialismo: la socieJización de las
riquez2is de la tierra, pau'a todos los seres
humanos que la pueblan, no importa el
color de su piel ni la traza de su civilización, que si son piadosos y aman al prójimo, valdrán más, mucho más que los
que viven conforme una civilización que,
en matar y en explotar al prójimo, emplea
su saber.
Esta es la cultura que nos ha de dar la
fuerza morad necesaria para establecer la
especie huméina, para acabar con las imposiciones, para terminar con el imperio
de las armas y para entender que nuestros
pensamientos por ser de uno, no tan sólo
valen tanto como los que más valgan, sino que son los que más se ajustan a nuestros sentimientos y a nuestras ilusiones.
Desde este momento, habríase acabado
con las guerras patrióticas y con las luchas
religiosas, porque en este punto habría
surgido la justicia imiversal, que acaba
con las guerras y nos ofrece la religión de
la tolerancia, matadora de todas las religiones, porque a todas desarma.
La unidad moral es esto: Hay algo superior a nuestra vida y es nuestra vida y
la de los demás. Hay algo superior a nuestro pensamiento y es nuestro pensamiento
y el pensamiento ajeno Hay algo superior a nuestra ciencia y es nuestra ciencia
y la ciencia de todos.
Laboremos, pues, todos por todos y no
nos destrocemos por nadie.
*•
La fuerza moral es otra cosa: superior
y algo inferior a la unidad moral. La unidad moral es algo común, algo de todos.
La fuerza moral es de cada uno, pero que
ha de servir para todos.
Hay otro principio eterno en cada uno
de nosotros, que sigue y guía al instinto
de la vida.
Cuando uno quiere Uevar a cabo obras
que solo no puede realizar, busca ayuda
en quien o en quienes le inspiran más
confianza. Si encuentra quien le inspira la
confianza necesaria y le presta el apoyo
LA REVISTA BLANCA
conveniente, la obra se realiza; si no k
obra queda en proyecto.
Voy a presentar un ejemplo práctico.
En esta misma Revista he leído varios
propósitos de orden moral en su esencia,
pero que están en relación con los recursos
económicos de cada uno de sus lectores.
Me refiero al apoyo que se presta y que
se quiere prestar a los ancianos luchadores. Fijémonos, principalmente, en la creación de una Granja para los que pueden
ser llamados inválidos del ideal, que es el
propósito que más cantidad de simpatías
mías ha obtenido.
Pues bien, esa obra tan excelente y tan
práctica, al mismo tiempo, quedaría sin
efecto si se careciera de fuerza moral, aun
habiendo dinero en abundancia.
Si no hay una fuerza moral que inspire
confianza, nadie querrá llenar las suscripciones que fueren menester para fundar
la Granja, y aunque se diera el caso raro
de atraer dinero una fuerza sin moralidad,
el dmero no serviría para el fin proyectado.
Sin una fuerza moral que atrajera la
confianza, todo el mundo aceptaría la idea
por su bondad, pero todo el mundo, también se preguntaría, ¿a quién mandar el dinero para que ponga en práctica propósito tan excelso?
Y en la duda se abstendrían en espera de- mejor ambieníe moral.
De ahí porque es tan necesaria aquella
fuerza a los mdividuos y a las colectividades. Sin ella, nada se puede poner en práctica. Con ella, se allanan las empresas más
difíciles.
El talento, que sirve de mucho, no basta. Toda la obra que realiza el talento se
viene abajo si carece de fuerza moral.
Podna presentar muchos, muchísimos
casos ofrecidos por individuo» que con
mucho talento y poca moralidad, han fracasado en sus empresas.
En cambio, hombres de mediano talento,
con una gran fuerza moral, han llevado a
término empresas fantásticas, hasta en política, que es donde más escasea la moralidad.
¿Por qué Sárichez Guerra ha podido
sostener la lucha que sostiene? Porque
cuanto se ha dicho de la inmoralidad de
lo» hombres del antiguo régimen a él no
le alcanzo. De ahí su enojo y de ahí que
puesto en rebeldía, pudo encontrar opi-
LA REVISTA BLANCA
377
aión. {De dónde ha salido, a la postre.,
aquella opinión? De la fuerzo m o r 4 de
Sánchez Guerra,
Una misma frase, dicha según por quien,
tíicuentra consideraciones que no halla la
palabra en otros labios.
El crédito, sin buscar factores complicado, es una fuerza moral, j Qué de grandes obras ha realizado el crédito 1
Dicho sólo para demostrar, principalmente, que los individuos y las colectividades que no tuvieron fuerza mor^l o la
acabaron se ven imposibilitados para realizar la más insignificante de sus empre•as, por mucho que en ellas se empeñen.
Es a la creación de esta fuerza moral
ik la que han de dedicarse las inteligencias
jr los esfuerzos de los hombres.
Con fuerza moral, todo, todo se puede
conseguir, hasta la fuerza económica de
que, a menudo, se carece, y sin fuerza
moral, incluso los medios económicos des-
aparecen sin haber dejado más que sal y
arena a nuestro alrededor.
Y es inútil que el individuo, lo mismo
que la colectividad, que el partido, lo mismo que las naciones sin fuerza moral, s e
propongan continuar viviendo inmoralmente. Todos los recursos se agotan por potente que sea la imaginación que los invente.
Y harán más por un mundo superior al
presente los que obran bien, hablando
mal, que los que hablando maravillosamente no aciertan a realizar una acción
noble.
Valen más los ignorantes que obran rectamente que los sabios que viven del engaño.
Es esta cultura de fuerza moral, con e
sin títulos académicos, la que han de cuidar los hombres del porvenir.
U N PROFESOR DE LA NORMM.
«wiHBiHMiiiiiwiiiijiiiiiiiiiiiiyiiiiiiiiiiiiimiiiiiimnummnHHin
Bl oLvt^ liievoivio
francés
Los premios literarios: «L'Ordre», por Mar cel Arland; «La Joie», por Georges Bernaaos.—«Mes Caiiiers», por Maurice Barres.—«L'Offraade au géaie», por Raymond de
Rienzi.
La Academia Goncourt ha concedido su
premio a Marcel Arland, por su obra «L'Ordre», una novela en tres tomos, al estilo
ée los «Thibaut», de Martin du Gard.
Y las señoras del «Prix Fémina», acreditándose de católicas, apostólicas y romanasj en una profesión de fe que seria coninovedora si la obra premiada no fuese tan
ridicula, han votado
once voces contra
nueve a favor de Paul Haurigot—por «La
Joie», de Georges Bernános.
Intentaré dar una idea de las dos obras
que han decidido las voluntades de los señores y señoras que poseen el cetro de los
juicios artísticos de Francia,
«L'Ordre», de Arland, es la descripción
de la vida y la figura de un hombre, Gilbert Viilars, un eterno torturado, mezcla
del Julián Sorel de Stendhal y del Rubempré de Balzac. Tres tomos casi exclusivamente dedicados a describir lo que son los
conflictos morales, las aventuras, las tormentas íntimas, las perversidades inconscientes de ese arquetipo de fracasado que
es Viilars, son muchos volúmenes. La na-
rración se hace pesada,. La complacencia
del autor, continuamente ocupado, absorbido por su héroe, en describirnos hasta los
detalles más nimios de esa existencia, acaba por irritar, por cansar en alto grado. No
mantiene, no puede mantenerse el interés
del lector pendiente de un personaje que
tampoco es nuevo y que, intentando modernizarlo, adaptarlo a las nuevas modalidades e inquietudes de la época, no ha hecho más que desequilibrarlo, que quitarle el
antiguo fondo humano de los personajes
antes citados y de Jos que desciende en linea recta.
Luego, la idea del libro no es muy ra^
dical, que digamos. Hemos vuelto a la literatura con moraleja, como las fábulas de
La Fontaine. La moraleja de «L'Ordre» se
establece en el paralelo entre la vida alocada, absurda, caprichosa, de verdadero
tipo patológico, no de noble inquieto, de
Gilb^rt, y la vida de sosiego, de orden, de
disciplina mental y social de Justin, su hermano, en cuyo hogar y junto a su antigua
amante Renée muere Gilbert, con un pw-
378
fecto tipo de arrepentido y al fin reconciliado con un orden de cosas que él trastrocó en su mente.
Para que Villars pueda ser un arquetipo
de rebelado contra el orden y al fin vuelto
arrepentido a sus brazos, Arland le lleva
a la Redacción de «L'Humanité», le hace
escribir ingenuas profesiones de fe revolucionarias y bolcheviques, el colmo de lo radical para nuestro joven e inexperto laureado.
Los señores de la Academia Goncourt
han encontrado genial esta obra y la han
premiado. Los lectores de ella, los capaces
de engullir tres tomos de tesis amazocatada, de descripción lenta y fatigosa, de elaboración de ideas que quieren ser una visión del caos moral dejado por la postguerra, dirán si ha sido o no justa la decisión
de la Academia Goncourt,
¡Qué diremos ahora de «La Joie», del
señor Bernanos, el terrible libelista clerical,
el Rolando de esta nueva cruzada católica
contra los infieles de aquende el Pirineo!
Las señoras del «Prix Fémina» han debido emocionarse ante la gallarda figura do
mosquetero de Bernanos. Sus bigotes engomados y refilados, su magnífica postura
a lo Boulanger y a lo Deroulédé, han pesado sobre su decisión tanto o más que el
carácter profundamente folletinesco y religioso de su «Joie», que termina en un asesinato, un suicidio y un ingreso en el manicomio. Es una «Alegría» singular la de
esta obra. Edmond Jaloux, con donosura
circunspecta—es preciso tratar con miramientos a Bernanos, tan buen espadachín
como libelista—dice que el único personaje
equilibrado de la novela es la cocinera.
Bernanos presenta en «La Joie» una santa, el fenómeno de la santidad, ni más ni
menos, encarnado en una muchacha, Chan
tal de Clergerie, prudentemente oriunda de
una familia de locos.
Para llegar a Chantal de Clergerie y al
encuentro de Dios en ella realizado, según
Bernanos, sería preciso leer antes «Sous le
Soleil de Satán» y «L'Imposture», en dond. los personajes principales buscan a Dios
en sí mismos, sin hallarlo. Sólo a Chanta)
de Clergerie le estaba reservada la alegría
de dar con él. Pero el Dios que halla la
protagonista de Bernanos es tan misterioso,
tan absurdo, tan caprichoso en sus designios como el viejo Dios del Antiguo Testamento. La pobre Chantal paga con su Vidk
la gracia de haber hallado a Dios. Com-
LA REVISTA BLANCA
prendo ahora que, sin darme cuenta, he
dicho una herejía. No he pensado que la
muerte es la única manera que tiene Dios
de llamar a sí a sus criaturas. ¿Pero qu^
necesidad tenían Dios y Chantal de Clergerie de condenar por esta causa un alma : la del chófer ruso que asesina a Chantal, nadie sabe por qué; por voluntad, probablemente, del mismo Dios que ordenó la
destrucción de Sodoma y Gomorra y el Diluvio Universal?
Todo, sin embargo, se explica en la obra
de Bernanos: el crimen del chófer, seguido
de suicidio—pecado mortal—era preciso
para .salvar el alma del abate Cenabre, que
había perdido a Dios y cuva alma, con la
muerte de Chantal, recobra la fe perdida
para entrar inmediatamente en un manicomio.
Leer esta obra con seriedad v describirla
seriamente es algo tan difícil como descubrir el misterio de la Santísima Trinidad.
Pero como Bernanos es una avanzada de
Dios en la tierra, es la voz tonante de Dios
con bigote y espada, no al cinto, pero sí
en su despacho, es preciso creer en los
misterios de Bernanos y de su obra con la
misma fe que hay que creer en los de la
religión.
Las señoras del «Prix Fémina», conmovidas por tantas causas, han otorgado la
mayoría de sus votos al señor Bernanos y
a su obra. Y es curioso lanzar también una
brevísima ojeada al otro candidato tjue le
disputaba los laureles, que se llevó nueve
voces sobre once: Paul Haurigot y su «Cavalier seul». Ello nos dará una medida del
talento crítico y de las preferencias personales de las damas que componen la intelectualidad femenina francesa.
Si Bernanos es un caballero de la fe Paul
Haurigot representa el tipo más cumplido
del «empollón». Si Bernanos tiene unos dominadores bigotes, Haurigot posee unos
lánguidos ojos de «cocotte». Y si la obra
del uno es una birria religiosa, una majadería entre teológica y folletinesca al estilo
de Montepin, «Cavalier seul» es ia historia
de un pollo totalmente inútil; de uno de
esos tipos modernos de jóvenes internacionales que no sirven absolutamente para nada, ni para el amor, lo único que, con los
deportes, les ocupa, porque las mujeres les
dejan, decepcionadas, al ver que ni para
eso reúnen fuerzas.
¡Qué poco dicen en favor del talento y
del buen gusto de las mujeres de letras de
Francia sus preferencias y sus votos en esta ocasión!
LA REVISTA BLANCA
l^lon, editor, acaba de publicar, recopilados por Philippe Barres, «Mes Cahiers»,
do Maurice Barres.
Son, en efecto, una especie de Memorias
de ultratumba, en las que el ingenio ligero,
fácil, desprovisto de profundidad y de profundización de Barres iba recogiendo y
anotando impresiones, sensaciones, pensamientos, juicios sobre todo y ante todo.
Recuerdo, en este momento, una opinión
sobre Barres de un hombre que las tenia
certeras e implacables sobre los otros hombres : Clemenceau.
Dijo de Barres: «El desgraciado no comprende nada de nada y pasea sobre los hombres dos grandes hermosos ojos sin brillo
y sin vida... Es de esas personas que, durante los dos primeros tercios de su vida,
buscan una idea y que, una vez la encuentran, se agarran a ella, se incrustan en
ella.»
Apropósito de este pensamiento agudo
y exacto de Clemenceau sobre Barres que
he visto recogido en el volumen que bajo
e; título «Le silence de M. Clemenceau»
acaba de publicar Jean Martet, consigno la
aparición de cuatro libros simultáneos sobre
Clemenceau, caliente aún su cadáver. Parece como si los tuviesen escritos esperando
1-^ muerte inevitable del Tigre.
Estos «Cahiers», de Barres, tienen un
interés muy mediocre. Los grandes ojos sin
brillo y sin vida no supieron ver muchas
cosas, aunque su fantasía, su espíritu algo
amanerado, más trabajoso y ficticio que espontáneo, se hubiese proyectado sobre todo,
Clemenceau vio bien a Barres, como vio
bien a muchos hombres. Y sólo de uno, según Martet, dijo: «Era un hombre a quien
ye he amado.» Era Monet.
Sin embargo, obras así tienen un valor
como documento de época, como visión y
descripción del mundo en que vivió el que
las escribriera. Desde este punto de vista,
las Memorias de Barres no son inferiores a
las de Chateaubriand, por ejemplo.
Sin embargo, no se trata de unas Memorias, sino de impresiones, de visiones, de
juicios particulares anotados. Los barresistas estarán de enhorabuena y los que encontramos acertado el juicio definitivo de
Clemenceau sobre Barres, nos deja indiferentes la publicación de éstos «Cahiers» Íntimos.
»
Raymond de Rienzi ha escrito una novela curiosa, que, después de «Le Gamin passionné» le acredita como literato de fuerte
estilo, de vigorosa envergadura: «L'Offrande au génie».
379
Presenta un tipo de gran escritor, un
genio, Albéric Savage, ya en el declive, en
la plena madurez de su vida, y teniendo tras
sí una obra numerosa y profunda. Es un talento enciclopédico, una enorme inteligencia creadora que se ha proyectado sobre
todos los asuntos y todas las cosas del
myndo, que ha osado incluso remontarse en
hipótesis atrevidas sobre el futuro de la Humanidad, como hizo el genio de Verne.
Pero este hombre genial, esta gloria de
la Humanidad, este magnífico talento, tiene ya setenta años y, aunque conserve una
alma joven y un cuerpo vigoroso, languidece en una vida solitaria, desierta; vida
de biblioteca, de hombre absorbido por la
existencia de su pensamiento.
En un rincón de mundo, ignorado por
él, desconocido de Savage, existe uno dt
esos numerosos lectores que forman su alma a imagen y semejanza de las grandes
influencias morales que alimentan su espíritu, que pueblan sus horas y,su aislamiento fecundo. Es un joven ingeniero llamado Harold, casado hace ya tres años con
una dulce mujer rubia, llena de discreto
encanto y de espiritualidad.
Y he aquí que un día se encuentran el
viejo y glorioso literato y esta pareja simpática, empapada de él, llena de profundas
y comprensivas admiraciones para su espíritu. La casualidad les reúne en un rincón
do la Bretaña, donde Harold está dirigiendo la construcción de un magnífico viaducr
to, cuya descripción es un prodigio literario, un logro de visualidad y de animación
vibrante y profunda de la materia. Los
jóvenes esposos se desviven por complacer
a Savage. El encanto de Ghislaine, la esposa, obra su efecto sobre el corazón aún ardiente del viejo genio. Se enamora insensiblemente de ella y Harold se da cuenta de
este enamoramiento, primero con afectuosa piedad, después en un súbito despertar
de todos sus celos, porque comprende
que su mujer no permanece, no puede permanecer insensible a la sugestión de ese
anciano lleno aún de vida y de poderosa
existencia moral, que le engrandece y le
sublimiza.
Un rompimiento violento surge. Harold
arroja casi de su casa al viejo, que se va
resignado y sin rencor, porque quiere a
Hiarold como a un hijo y siente en el alma
la razón que le asiste en el fondo de su misma injusticia. Pera, en un instante grave,
en que, a consecuencia de un accidente, su
vida está en peligro, hace llamar a Savage
y le dice que, en la medida en que le per-
MO
LA REVISTA BLANCA
tenece, le ofrenda su mujer, en aquella hora suprema.
Savage permanece noche y día a la cabecera del lecho del joven, generosamente,
para salvarle, aunque su desaparición represente la posesión de Ghislaine. Harold
se salva y el anciano rehusa noblemente la
ofrenda y promete a Harold que nunca más
pensará en Ghislaine. Pero Harold, que
quiere a Savage más que nunca, que le ha
visto en toda su grandeza, tiene un gesto
df suprema estética moral; ahoga en él
todas las voces de la pasión, de los celos
ancestrales del macho dominador que hay
dentro de cada hombre, y hace al viejo genial y solitario la más hermosa y espléndida de las ofrendas: la misma que le ha
hecho el amor de Ghislaine, no viendo más
que el alma joven bajo las canas nobles, el
genio poderoso bajo la vejez física. Y un
día, en un viaje que han de emprender los
tres juntos, curado ya Harold, éste procura perder e! tren y hace asi entrega de su
libertad a Ghislaine y de ésta a Savage.
Se trata de una obra rica en matices psicológicos, densa, brillante, amena, llena de
aciertos descriptivos y con la que acaba de
acreditarse un gran novelista de estirpe.
Rienzi es un futuro valor literario, cuyos
frutos cada día aparecen más sazonados y
más sabrosos.
Jacques DESCLEUZE. .
París, enero 1930.
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III
EL HAMBRE
M
AS terrible y más trágica que todas
las guerras, la carestía puso en serio peligro toda la revolución rusa,
haciendo numerosas víctimas entre el pueblo. Fué éste, quizá, el período más terrible atravesado por el pueblo ruso después
de la guerra. Esta había hecho estragos, la
revolución había causado victimas, pero la
carestía hizo estragos horribles, causó numerosísimas víctimas, porque inmensas extensiones de Rusia permanecían casi estériles.
Es este uno de los cuadros más horribles
y terribles de la historia rusa. Regiones enteras que en otro tiempo fueron prósperas
y fecundas, se vieron atacadas por este azote. Allí donde antes había prosperidad sólo
reinaba el hambre. ¡ Morir de hambre! es
algo que horroriza, que asusta, y, sin embargo, había llegado a ser la realidad de todos los minutos. Hombres y mujeres, viejos y niños, eran implacablemente atacados
y anonadados por este azote. No era raro
ver a muchas madres tener que abandonar
a sus hijos, viéndose en la imposibilidad de
darles algo, no importa qué, que pudiese
pcM- lo menos calmarles los arañazos del
hambre que les hacía delirar. Espectáculo
aterrador. Y esto sucedía allí donde se acababa de llevar a cabo una revolución pasa
dar a todos pan y libertad. Las causas de
esto eran múltiples y profundas, e indudablemente los métodos bolcheviques tenían
su parte de responsabilidad en el desarrollo
y en la gravedad de esta plaga. ¿Pero qué
solucionaba entonces acusar a esto o a aquello si el mal aumentaba cada vez más, se
agigantaba, y aniquilaba a todo un pueblo
trabajador, sin distinción alguna? En este
caso, como ahora nosotros, lo que más
importa precisar—^las causas veríamos que
ya son lejanas—era el alcance, la magnitud
del mal, y esto podemos hallario en un libro hermoso por su sinceridad y doloroso
por su verdad.
En el magnífico libro aTachkent, ciudad
de abundancia», Alejandro Nevierov, nos
describe con palabras sinceras toda la miseria del pueblo hambriento de las regiones más castigadas por la carencia, describiéndonos en su novela minuciosamente, todas las peripecias de un muchacho que partió hacia la ciudad encantada, descrita con
los más hermosos colores por todos los
campesinos, que desde hacía algún tiempo no podían nutrirse más que de sueños.
Ciudad encantada y encantadora en la que
aun se podía comer un pedazo de pan, y lo
que es aún más maravilloso, un pedazo de
pan blanco. Pan blanco cuando todos a su
LA REVISTA BLANCA
•Irededor se mueren de hambre, cuando las
familias se ven diezmadas y cuando en los
campos no se puede encontrar tan sólo ni
hierbas ni raíces.
«El abuelo ha muerto, la abuela también,
y luego el padre. Sólo quedaba Michka, su
madre, y dos hermanitas menores. El más
pequeño tiene cuatro años, el otro ocho,
M'chka contaba doce. Bastantes vastagos
y todos con hambre formidable. Uno quiere
kacha, el otro esculpe con un cuchillo una
muñeca para divertirse. La madre se siente mal de tanta hambre. Cuando va a buscar agua al río vecino, le vienen tentaciones de no volver. Hoy llorar, mañana llorar, y el hambre no tiene piedad. Ahora llevan un hombre al cementerio, luego dos de
una vez. El viejo Mikhaila ha muerto, la
madre Marina también, en cada casa se prepara una ataúd. Mientras hubo caballos y
vacas las comieron; pero ahora hace ya algunos meses que todos andan a la caza de
algún perro o gato». Esta era la penosa
existencia de todo el pueblo alucinado por
una desnutrición profunda. La muerte espiaba en la puerta de todas las casas, y en
todos los hogares ha hecho ya numerosas
y no inútiles visitas. Sin embargo, es preciso hacer algo y no dejarse morir así, lentamente, y Michka, protagonista de dicha
novela idea ponerse en viaje hacia la ciudad encantada, descrita por todos con cálidas palabras, allá, lejos, muy lejos, tal como empiezan los cuentos de hadas, allá donde aún se puede encontrar pan y en tanta
abundancia que podrá recoger un saco lleno
J llevarlo a casa para que haya un poco para todos; para la madre y para las dos hermanitas menores. Pero también esta Tachkent, como todas las ciudades encantadas,
está muy lejos y las dificultades para llegar
* ella son enormes. «Pero, ¡qué importa!,
tendrá la suerte de llegar pronto a Tachkent
y todo se arreglará. Lo esencial es no tener
miedo. Otros se marchan, Michka quiere
probar también. No porque sea pequeño han
de negarle los grandes trabajo.»
Se siente fuerte y tiene la seguridad de
que sabrá marchar y llegar a la encantada
ciudad. Pero el hambre no va nunca sola,
y cuando se le escapa una víctima, sus compañeras las enfermedades, í^tacan también.
Cuanta pena sobre un pueblo. El hambre y
las enfermedades unidas se habían propuesto devastarlo. La disenteria, el tifus y el
cólera atacaban a los afortunados supervivientes. Los hombres morían como las moscas en invierno. Pero, ¡quién iba a ocuparse de los muertos! Era un fardo menos a
sostener o transportar; y una boca menos
3SI
que ya no pedirla un pedazo de pan. Y he
aquí como el hambre convierte al hombre
en un malvado. El hombre hambriento es
una fiera, no tiene sentimientos y sólo puede razonar con el vientre que lo tortura por
medio del hambre. A casi todos la muerte
les ha rozado ya la cara. El delirio les ha
atacado mil veces. Como le pasa a nuestro
Michka que, delirando a causa del hambre,
no tiene siquiera fuerza para abrir los ojos:
«Mira, un gorrión. ¡ Ah! ¿Pero, hay aun
gorriones? ¡Oh! si Jacha estuviese aquí con
su fusil... Por encima de Michka revoloteaba la muerte, seca, hambrienta; oh que
buen sabor debe tener el pan aunque fuese de cebada. ¿Dónde está el pan?... Coge
un pedazo de madera; parécele que huele a
pan y lo muerde, luego la arroja... arranca
hierba y la mastica. Y nuevamente sus ojos
se cierran de desesperación.
* La muerte.
Sin embargo son gente valiente.
Por encima de Michka rondaba la muerte, seca, hambrienta, contando las últimas
horas y los postreros minutos de su vida.
Habla ya besado sus labios y puesto en su
espalda sus helados dedos.
«Mira por última vez d lejano cielo, el
cielo extraño. Huye del ensueño de Tahckent y Lopatine. Arroja de tu corazón los
pensamientos campestres. La muerte pisaba con sus pesadas botas los tímpanos de
Michka y le susurraba al oído: ¿por qué
lloras? Es inútil, nadie tendrá piedad de
ti.» Y como nuestro protagonista, millares de seres están delirando, muriendo ea
las casas vecinas o cerca de la estación
esperando al tren libertador que no les acogerá, que no puede recogerles.
Es extrañamente raro encontrar una faz
humana en toda esta coalición de salvajes hambrientos.
Si se logra obtener una costra de pan
se la pasan de boca en boca, tanto les ciega el hambre. Se coge el pan aunque haya
caído de manos de un muerto. Se lamen
nuevamente los huesos ya roídos por los
perros. Nadie puede ocuparse del vecino.
«Se llora, se escupe, se blasfema, se gime.
Cada uno lleva su pena, cada cual su5 tormentos. Todos están poseídos de una furia
salvaje por salvarse, por huir de los lugares malditos del hambre: «No podrás permanecer en las desiertas estaciones de las
estepas Círquicas:
El hambre se te comerá.
Las pulgas te devorarán.
La augustia te aniquilará,
La desesperación...
La gente se pende a los techos, a los to»
382
LA REVISTA
pes, en los estribos v hasta en las ventanillas.
En los techos, en los topes, en los estribos y en las ventanillas.... ¡ Q u é importa,
mientras podamos marcharnos de este lug a r terrible, de este desierto!
Ir cogido solamente con las manos, ser
transportado, atravesado en los topes, ir
colgado en la cola del tren... qué importa
mientras podamos partir, mientras podamos huir del hambre y de la muerte amenazadora.
Las bestias huyen por la estepa bajo ei
resplandor de la luna inmóvil.
Los ojos de los perros brillan,
sus dientes crujen.
¡ Voto al diablo, dejadme subir!
¡ Id al infierno!
i Compañero!»
No hay humanidad cuando el hambre
aprieta los intestinos del hombre, y hace imposible o dificulta esta posibilidad, que dos
seres aunque miserables se unan y procu
ren sostenerse. No obstante dos seres miserables, unidos sólo por la común miseria
intentan marchar juntos, porque «siendci
dos, la travesía es más alegre». Si te sucede algo yo te ayudaré. Si algo me acontece tú me ayudarás. Esas luces fugaces, y
por lo demás muy rarísimas, en las tinieblas de la miseria, son suficientemente alentadoras, son actos que nos infunden aun un
poco de valor y nos hacen pensar que no
todo se ha perdido aun, que no ha caído
todo en la nada. E s demasiado horriblemente triste cuando no se tiene a nadie contra
quien apretujarse, y a quien contar las propias penas Así nuestro pobre Michka, que
cuando el dolor de la soledad y de todas las
miserias que lo atacaban, como también i
sus semejantes, se le aparecía a los ojos,
sabía que no debía llorar ni lamentarse.
«Nadie escucharía su voz quejumbrosa, nadie recogería sus lágrimas.»
E s preciso sufrir.
El padre muerto repetía s i e m p r e :
(;Las lágrimas no alivian la miseria», y
él lo comprendía.
Y es esta fuerza, que sabe reprimir las
lágrimas y dedicarse a la acción lo que ha
salvado lo poco que ha sobrevivido a la carencia ; a esto es debido que no todo haya
sido avasallado y llevado a la deriva; la firme voluntad de vivir, la fuerza de luchar
fueron quienes salvaron al pueblo y no los
tardíos socorros venidos de lejos. También
aquí, como entre la desesperación, la muerte y casi el canibalismo, hubo gestos de
generosidad, de humanidad que, a pesar de
todo nos hacen tener confianza en el hombre ; en el hombre que muy pronto podrá reponerse y continuar su marcha hacia adelante, su marcha hacia la verdadera sociedad nueva, aquella por la cual nosotros trabajamos y cuyo advenimiento impedirá que
se produzcan tales cataclismos, que se registren tales miserias.
A. Navierov, nos presenta en su libro toda este cuadro impresionante, y a través
de los esfuerzos del joven protagonista se
.en !os esfuerzos de todo un pueblo por sal\;'i-i.-, para poder renacer. Y lo logra.
Igiü!! como ei joven protagonista Michka
llegó í! T a i h k e n t , el pueblo ruso superó la
terrible crisis. Dejó Michka muchos amigos
y compañeros caídos en los caminos, porque
no pudieron soportar todas las penas, todas las miserias, al igual como el pueblo dejo millares de cadáveres y los hijos suyos a
miles. Pero la voluntad humana que encarna la vida, venció a la muerte. Se vivió la
más terrible prueba que pueda registrarse,
era preciso luego encaminarse hacia la edificación de aquella sociedad que no hubiese permitido la vuelta de tales miserias. Pero no fué así. De manera que apresuradamente se volvió hacia atrás, y se permitió
que renaciera aquella forma de vida que se
había pretendido demoler para siempre, y
que inevitablemente será la generadora de
nuevas carestías.
Hugo Treni.
Traducción: Elizalde.
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9ltaa€tm
indicadora
d e aguaa
«oMevrdnea*
Desde tiempos muy remotos, el hombre ha observado en las regiones áridas ciertas plantas que
suministraban la prueba de que a poca profundidad
del suelo había existencia de agua. En países desiertos, la vista de estas plantas era reconfortante.
En los Elstados Unidos, donde existen viutos desiertos en el Sud Oeste, ha parecido indicado hacer el estudio científico de esos vegetales que presentan la aptitud de ir a buscar agua en la profundidad del suelo. Eli estudio ha demostrado que
ciertas plantas tienen la facultad de extender sus
BLANCA
MiinidiiHiiiimuniiniwiiiiiiHDHmHniHiin
raices muy lejos; otras que se hallan al lado no
la tienen y se agostan durante la esUcién seca.
Las primeras se hallan adaptadas. Las investigaciones realizadas demuestran también que ciertas
especies tienen una adaptación más limitada que
otras, de modo que el viajero informado puede
muy bien tener la seguridad que la presencia de
tal planta indica la existencia de agua a un metro, por ejemplo, y la de tal otra especie, la indicación de agua a dos o tres metros solamente
y también mucho más. En México, tal especie extiende sus raices a once metro* a todo más y tal
otra a quince metro*.
383
LA REVISTA BLANCA
£a
\>id.a en
PARÍS, CAPITAL AMERICANA (?)
M
9a.vís
La obra de transformación requerirá
tiempo y, en espera de que sus hijos pequeños formen una bella generación, esta gran
masa amorfa, pesadamente rumiante, no es
todavía más que un rebaño. Y se piensa en
los bárbaros que penetraron, por infiltración al principio, en el mundo romano, luego le derribaron bajo la fuerza del número,
pero no supieron instaurar una sociedad
mejor.
IENTRAS que los franceses (como,
por lo demás, los otros europeos)
se van a civilizar a los primitivos de
ultramar... haciéndoles desaparecer, los extranjeros conquistan o colonizan París.
«Dentro de poco», escribía recientemente
un inglés, «París se habrá convertido en
una capital enteramente americana y los
parisienses no se habrán dado cuenta de
nada.»
DESAGREGACIÓN Y PRELUDIOS DE
¿Americana? Quizá no del todo, porque,
entre los yanquis, son principalmente los REAGRUPAMIENTO EN LAS AGRUPACIONES SOCIALES
privilegiados de la fortuna quienes, atraí<ios por las «boítes de nuit» de Montmartre,
Los socialistas (S. F. I. O.), aun replivienen a París a olvidar los rigores del régimen seco: es una aristocracia que reina cando a los violentos ataques de los comuen los espléndidos palacios de los Campos nistas, se encaminan visiblemente hacia
Elíseos. Los trabajadores americanos per- una crisis interna seguida de dislocación.
manecen en su país, donde disfrutan de «Relizadores» o doctrinarios, los unos deuna vida material más amplia que sus ca- trás de Paul Boncour y los otros detrás de
León Blum—ley natural de disociación que,
niaradas de clase franceses.
Pero los polacos, los checoeslovacos, los en el transcurso de la evolución universal,
italianos (cuando pueden escapar del pre- se reproduce constantemente en el dominio
sidio fa.scista), los españoles—por no men- social y moral lo mismo que en todas las
tar a los árabes—que vienen a Francia y demás ramas de la vida orgánica!
Los doctrinarios son muchas veces inque se quedan aquí porque hallan o esperan hallar un nivel de vida más elevado, movilistas que, ligados demasiado ciegason en su inmensa mayoría esclavos de la mente a un dogma, no tienen en cuenta los
acontecimientos y que se confinan en un
miseria.
Una estadística oficial francesa corrobo- misticismo impotente. Es preciso a la vez
ra la comprobación hecha por el escritor un ideal y un programa que permita aceringlés de que París se convierte en capit.al carse a este ideal: el uno es tan indispenextranjera si no estrictamente americana. sable como el otro. Por desgracia, los «reaSu población francesa disminuye, mientras lizadores» (partidarios de la participación
tjue su población extranjera aumenta consi- en el poder) no pueden actualmente realiderablemente. Esta última ha aumentado 7.'dr absolutamente nada.
¡ Impotencia por ambos lados, incluso sudesde hace .seis años en más de doscientos
poniendo que los hombreis tengan buena
mil habitantes.
Los espíritus libres de todo prejuicio voluntad y desinterés! Así es que para los
chauvinista no podrían menos de alegrarse anarquistas es cosa fácil burlarse de unos
viendo realizarse un acercamiento y, al fin y otros. Sin embargo, ellos mismos rcsuay al cabo, una fusión de razas en la anti- lan y si su ideal resplandece aún por encima
gua Lutecia, convertida en Cosmópolis. La (le las fealdades políticas, apenas si puedesgracia es que la inmensa mayoría de es- den hacer otra cosa que proclamarlo sin
tos elementos son de una intelectualidad aportar tampoco un plan de realización prómuy atrasada, j Muchos vientres quejándo- xima. 1 Papel de coro en la tragedia antise de su miseria 1 ¡ Pocos cerebros capaces gua, que es exasperante para los temperade rebeldía consciente y de solidaridad! A mentos de acción 1
V entonces los ardores se apagan. O
excepción de una pequeña élite pensante,
esta masa amorfa y pasiva parece inacce- bien la actividad de los militantes, confisible a todo idealismo generoso. Sería un nándose en el dominio especulativo, les lleerror creer que va a impregnarse rápida- va a disputarse entre sí y a anatematizarse
en sectas rivales como los cristianos del simente de un espíritu nuevo.
364
glo IV; otras veces esos terribles revolucionarios, que querían hacer tabla rasa de
Codo, se convierten en místicos, dulces e
impotentes, a la manera de los anabaptistas, que, en su origen fueron violentos destructores, algo así como los comunistas reTolucionarios del siglo XVI. El partido comunista de hoy es, lo mismo que su hermaso enemigo, el partido socialista, presa de
un trabajo interno de desagregación. Su política demasiado grosera de bluff, injurias
bajas y servil obediencia a los dictadores
de Moscou, que, incluso teniendo buenas
intenciones, no están calificados para regentar a los revolucionarios franceses, ha acabado por exasperar a éstos. Seis comunistas, concejales del Ayuntamiento de París,
de entre los cuales el más notorio es el ex
diputado Garchery, se han msurreccionado
contra la línea de conducta de «L'Humaoité». Calificados inmediatamente de «traidores», injuria corriente, por el periódico
de Marcel Cachin, ha respondido con carteles públicos reafirmando su revolucionarismo y reivindicando su independencia. Ahora
«E disponen a constituir un nuevo partido.
En este partido serán acogidos los socialistas comunistas, pequeño grupo que esperaba su hora y que acaba de entrar en liza
con un manifiesto. La personalidad más destacada de este grupo es el sarcástico diputado Ernest Lafont, que no es «persona
gfrata» a Moscou (no hace mucho tiempo
fué expulsado de Rusia por el gobierno soriético, que, sin duda, temía su espíritu
csáustico y revelaciones irónicas.
Al mismo tiempo aparece un nuevo semaoario, «Le Cri du Peuple», sindicalista reTolucionario, que, en la declaración pública
ft la cabeza del primer número y firmada
por «El Comité por la independencia del
sindicalismo», proclama su intención de
arrancar la C. G. T. U. al yugo del partido comunista. El periódico reproduce al
píe de su título esta declaración de Carlos
Marx, que data de 1869: «Los sindicatos
00 deben estar jamás asociados a una agrupación política, ni depender de ésta; de lo
contrario, no cumplirían su misión y recibirían asi un golpe mortal.»
Bien por encima de las mezquinas rivalidades individuales, este trabajo interno de
desagregación parece el preludio de un nuevo reagrupamiento. La cuestión es saber si
el gobierno presidido actualmente por Tardieu, hombre de puño, que dispone de todas las fuerzas represivas y una personal
dispuesta a salir, no emprenderá 4a ofensiva contra los revolucionarios mientras éstos se hallan aún en un período caótico.
LA REVISTA BLANCA
PA-E HAS-KA, PIEL ROJA DE FERIA
Los feriantes, esos nómadas que se dividen en dos grandes categorías, los vendedores ambulantes y los titiriteros, tienen
entre estos últimos cierto número de caníbales africanos ennegrecidos con betún y
de odaliscas y argelinas nacidas en Montmartre. Pero ahora figura entre ellos al
menos un piel roja auténtico: éste es Pa-e
Has-Ka, hijo del jefe Impulso Salvaje que
murió en 1907 en el último levantamiento
de las tribus contra los Rostros Pálidos, y
nieto del legendario Sitting BuU, que había
combatido largo tiempo por la independencia de su raza contra los «civilizadores».
Es una personalidad de las más notables,
a la cual el periódico «L'Intermédiaire
forain» consagra un estudio muy interesante del cual tomamos notas bic^ráficas.
Pa-e Has-Ka, cuyo nombre significa «Cabellera Larga», ha conservado el amor a
la libertad que inflamaba el pecho de los
hijos de la pradera. A esto agrega la cultura que, después del aplastamiento definitivo de sus hermanos de raza (él tenia entonces once años), le dieron los vencedores
en un colegio de Montreal, donde aprendió
lenguas extranjeras por espacio de tres años.
Luego sintió un día que la vida independiente si no confortable de los desiertos y
los bosques le atraía más que la de las ciudades, abarrotadas de riquezas para los
unos y de miseria y sujeción para los otros,
y, no teniendo ni familia ni tribu, el adolescente desarraigado se fué a vivir durante
siete años la existencia de trampero, recorriendo las regiones—^aun salvajes en aquella época—del t a r West, de las Montaña»
Rocosas, de Alaska y el Canadá de Norte
a Sur.
Un día, en un pueblo de Arizona, vio fijar en la plaza pública carteles abigarrados,
que eran comentados por una masa enfebrecida. Era en 1914; los carteles anunciaban la declaración de guerra de Alemania
a Francia, y que esta última era apoyada
por Inglaterra; además proclamaban que
la libertad de los pueblos estaba en peligro,
amenazada por los imperios militares, e invitaban a alistarse voluntariamente para
defenderla.
Pa-e Has-Ka, electrizado por la palabra
mágica de libertad, ante la cual pueden
sonreír los escépticos, pero que ha hecho
realizar muy grandes cosas que constituyen el patrimonio moral de la humanidad, se alistó voluntario. Ingresó en el
cuerpo de «Voluntarios Lafayette» y desembarcó en Marsella vestido de caki y coo
lA REVISTA BLANCA
su cabellera cortada. Enviado a los Dardaaelos, recibió allí tres heridas, y, vuelto a
Francia, recibió una cuarta que le hizo perder tres dedos de la mano derecha y casi
enteramente el ojo derecho. ¡ Qué le importa esto al idealista piel roja! El tiene
la convicción de haberse sacrificado por la
libertad.
Sin embargo, esta satisfacción solamente
moral no le garantizaba la vida material.
No apto por sus mutilaciones para la servidumbre industrial y sobre todo demasiado
independiente para adaptarse a ella, entra
en la vida nómada de los feriantes, toma
otra vez el traje pintoresco de su tribu destruida y vuelve a ser «Cabellera Larga».
París le ve en la escena de los music-halls,
en las «ménageries» y los circos, con los
domadores y domadoras célebres: Marcel,
Marta la Corsa. Maneja el lazo con maestría, se deja atar para evadirse luego de
sus ligaduras; apaga entre sus labios antorchas ardientes. En el Jardín de Aclimatación, en la amplia jaula central al aire libre, donde los leones pueden distenderse
relativamente como prisioneros que salen
por un instante de su celda estrecha al patio, Pa-e Has-Ka organiza un simulacro de
caza de fieras. Y las fieras, en esta carrera, sacuden por un instante el embotamiento monótono de la pequeña jaula, sintiéndose libres para saltar rugiendo—lo cual es
quizá su manera de cantar, pues cada uno
hace lo que puede. Mientras tanto el hombre rojo olvida el espectáculo feo y mezquino de la vida burguesa que él no ha
querido vivir.
m
LA INFALIBILIDAD DE LA «JUSTICIA» LEGAL.—UN CASO ENTRE Mil.
En el transcurso de la discusión sobre el
presupuesto de servicios judiciales la Cámara ha escuchado al diputado Guernut,
secretario general de la Liga de los Derechos del Hombre, la declaración siguiente:
«La familia Adam fué condenada en 1891
por la Audiencia de los Vosgos sobre la
base del testimonio de un borracho taimado
y embustero, el cual hizo seis declaraciones
contradictorias; ahora bien, dos años más
tarde, la víctima, que el testigo pretendía
haber visto cortar en pedazos y quemar,
ha sido encontrada en el bosque al pie de
un abeto.
La señora Adam se volvió loca al conocer el veredicto, los Adam han muerto, el
padre en presidio, el hijo, Justino, después
de su regreso al país, sin haber podido obtener su rehabilitación. En su lecho de
muerte Justino ha pedido a sus vecinos que
prosigan sus esfuerzos para que se devuelva a todos los suyos el bien sin el cual la
vida no merece ser vivida: el honor.»
Esta declaración ha sido muy aplaudida
por los diputados, y el ministro de la «justicia» dijo que le había «emocionado graodemente». Después de esto se ha votado el
aumento de salario a los «pobres» magistrados, de entre los cuales los peor pagados
ganan tres veces que los obreros.
CH. MALATO.
uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiuoiiiiiiiiiiiiii!iiii;ji::!iHiiiiiimiiiiiiw
tln4
'Wil»nn«a»ini«B
Nadie se imagina hoy que el fondo del mar contiste en una llanura uniforme. Al contrario, todos
saben que, viajando de un continente a otro se
pasa más bien sobre depresiones profundas, sobre
valles, abismos, ya sobre altos fondos que se aproximan a la superficie. En efecto, el paisaje submarino es tan variado y accidentado como el pai•aje terrestre. Aquí, son llanuras extensas como
• n Rusia: más lejos, colinas o más bien cadenas
de montañas o cordilleras m e d i c a s como el Jura
y loa Vosgos, entrecortadas por valles más o menos profundos. En otras partes, son elevadas cordilleras que partiendo de muy bajo, de depresiones que tienen cinco y seis mil metros por debajo
del nivel del mar, se elevan hasta cerca de la
«upMficie y llegan también a sobrepasarla, emer-
giendo en forma de islotes rocosos, de archipiélagos.
Ahora que con el sistema de sondeo por el sonido y las ondas ultrasonoras, se dispone de un
medio fácil y rápido de determinar la distancia
donde se encuentra el fondo del mar de minuto tm
minuto sin detener el buque, por el tiempo qoa
tarda el eco en llegar al punto de donde ha paa
tido el sonido, es muy fácil darse cuenta de las
profundidades y componer el mapa del relievo
submarino. Tanto es así que el Catnegie, vapor
americano especializado en la determinación da
las profundidades, ha anunciado recientemente haber descubierto en el fondo del Pacifico una cresta
montañosa de 3.000 metros de altura qua Ucpt
a 1.000 metros de la superficie. Esta cresta aa
extiende, por lo tanto, en una llanura que se kaQa
a 4.000 metros de esta úUima. Un día conocereraoo
la geografía submarina tan exactamente c o n » hi
geografía de la tierra firme.
LA REVISTA BLANCA
386
L B cv V n m.s
%€Bmm¿^x i » ^ v « l
Han
Ryner.—^Albert Messein, éditeur.—París, 1929.
Un libro de Han Ryner sabemos ya qué
nueva promesa, qué nuevo regalo de gracia, de serena estética, de prosa musical es.
Sabemos qué tesoro de ideas hermosamente expresadas nos reserva, de qué modo
nuestro paladar saboreará ese manjar raro
y delicado.
«Songes perdus», es una síntesis de grandes sueños, de proyecciones de Han Ryner
sobre innumerables figuras de la historia.
Hay sueños de Edipo, de Xenófanes, de
Sócrates, de Platón, de Diógenes, de
Cleanto, de Crísipo, de Julio César, de Jesús, de Judas, de Antístenes, de Hipaíía,
de San Agustín, de Cervantes, de Descartes, de Dante, de Bossuet, de La Bruyére,
de Malebranche, de Locke, de Kant, de.
Condoret, de Santo Tomás de Aquino. Abre
el libro el sueño de Edipo, en donde hay
una visión grandiosa y profunda del gran
tema del incesto que dio vida a una de las
más grandes tragedias antiguas y a todas
las proyecciones de ella en la Edad Moderna.
Unas pocas páginas, dos o tres a lo sumo, con ese estilo de imágenes, sintético
y poderoso, de Han Ryner, forman cada
sueño y el conjunto de ideas, la visión ryneriana de las cosas, de los hechos y de los
hombres, sobre los cuales su mirada se
proyecta. Es un desfile rico e impresionante,
de una suntuosidad imaginativa, de una
profundidad filosófica, que sólo el ingenio
de Han Ryner puede realizar. Es esa estética literaria, esa armonía de las palabras,
osa musicalidad intima que no me cansaré
de destacar, el encanto mayor, la sugestión
Olas atrayente de la literatura de Han Ryaer. Los juicios, envueltos en ese ropaje
riquísimo, en esa pedrería deslumbrante de
las imágenes, en esa cadencia inimitable
de las palabras, penetran directamente en la
mente, bañan al pensamiento de una especie de claridad y de extraño dulzor. Se reposa, se vive unas horas de goce de la
inteligencia leyendo a Han Ryner. Algfunos encontrarán quizá confuso, poc^ cla-
ro lo que dice, les exigirá un esfuerzo intelectual su lectura, pero éstos son los que,
empachados por un exceso de filosofía árida, de literatura desprovista de esta riqueza de imágenes de Han Ryner, están imposibilitados para dejarse penetrar sin resistencia, por «lo inconsciente» de Han Ryner: Habituados al esfuerzo mental, trabajan las imágenes, tan poderosas, de Han
Ryner, que, solas, por el poder mágico de
su «visualidad», de su armonía, de su imnelran en nosotros sin esfuerzo, tanto por el
intelecto como por los sentidos,
palpable «forma» lírica, deslumbrante, peNo sé si ya dije en otra ocasión que la
prosa de Han Ryner gustaba de leerla ea
voz alta, como gusto de leer en voz alta
las poesías. Todo aquello que, aun como en
Han Ryner, en donde se ha logrado la primera y más hermosa conjunción de la filosofía y del arte, de la idea pura con la forma estética, tiene sonoridad, cadencia, ritmo en las imágenes, musicalidad nacida
de la asociación discreta y armoniosa de
unas palabras, de unas frases con otras,
gusto de leerlo en voz alta para que penetre
en mí por todos los sutiles conductos de ^a
sensibilidad y del instinto estético.
Es imposible destacar, del conjunto de
estos sueños, uno de otro. El primero, el
de Edipo, es quizá el mejor, siendo todo»
magníficos. Tiene una belleza inmóvil, la
serenidad de todo el fatalismo cósmico, de
toda la ley de la Vida, encamando en Edipo,
hijo—esposo de Yocasta, el Hombre, hijo
—esposo de la Naturaleza, padre eterno del
Porvenir que él engendra.
El de Crísipo, el de Xenófanes, el de Hípatia, el de Jesús, se destacan asimismo em
el conjunto armonioso de este libro, que
forma, con «L^ Sagesse qui rit», la expresión más pura y más bella del pensamiento
filosófico de Han Ryner. El de San Agustín forma, con el de San Cirilo y Santo
Tomás de Aquino, una trilogía y critica
religiosa de profunda significación humana.
LA REVISTA m.ANCA
de penetrante visión filosófica. Me es imposible expresar una preferencia entre este
conglomerado de hermosas síntesis. Todos
los sueños tienen la misma riqueza de ideas,
la misma suntuosidad de imágenes, la mis-
»7
ma musicalidad, la misma profunda e intima Krica.
Forman «Songes perdus» un buen volumen de 236 páginas, c(>rrectamente editado porAlbert Messein.
Emest Johannsen. — Editorial Cénit.—^Madrid, 1929.
Otro libro de la guerra. Son ya demasiados
libros de la guerra. El mundo pronto mirará
indiferente todo el horror de esta guerra,
se habituará a él, no sabrá erguirse contra
él, al presentárselo como manjar aderezado,
como plato de cada día en el diario alimento de la inteligencia. ¡ Demasiados libros
de la guerra 1 Como fueron ya demasiados
muertos, demasiado horror para que las almas se conmovieran, nos hemos acostumbrado ya, nos vamos acostumbrando a este
horror trasladado a la literatura, vendido
como producto artístico y con el que se
comercia, con el que intentan enriquecerse
los editores.
Una contraseña debe haber sido lanzada.
Como, durante una temporada, los editores pedían a los escritores obras pornográficas, «algo erótico, subido de color, que
es lo único que se lee», ahora, con la misma insensibilidad, con el mismo frío cálculo mercantil, deben decir: «Algo horrible,
una visión de las trincheras, muchos muertos, heridos por todas partes, intestinos y
sesos revueltos con lodo. No escasee usted
los malos olores, los ataques, y, sobre todo, muertos, muchos muertos, cuantos más
mejor y cuanto más espantosamente mueran, más éxito tendrá el libro».
Y esto cansa, esto fatiga, esto apena,
esto quita a la guerra todo su horror para
darle esa misma frialdad de cálculo mercantil, esa helada displicencia con que los
editores intentan jugar con el corazón de
las multitudes, con lo que ha sido impulso
espontáneo y leal de todo un mundo espantado, desgarrado por lo que fueron cuatro años de guerra y diez millones de muertos.
y , sin embargo, «Cuatro de infantería»
es quizá uno de los mejores libros escritos
«tóbre la guerra. Pero demasiado tarde, tras
demasiados años de paz y demasiados libros escritos contra la guerra.
En ninguno, ni en el mismo de Remarque,
habíase logrado dar una sensación más
abrumadora, más apocalíptica de la guerra.
Son yi los últimos meses, el último pe-
riodo del ejército alemán, deshecho, arruinado moral y materialmente, hambriento,
por completo desilusionado. Y son cuatro
hombres, cuatro de infantería: el estudiante X, el contramaestre Job, el campesino
MuUer y el técnico Lornsen, los que encarnan toda Alemania, todo er drama de Alemania en todas sus clases sociales. Lo&
cuatro se acompañan, viven y mueren juntos, unidos en una cuádruple hermandad
suprema: Hermandad de su indefensión
ante la muerte que les persigue y que les
cerca, hermandad de su soledad, de su
desamparo ante todo él caos que les envuelve, ante todo el horror de las matanzas, ante el tronar de los cañones, ante las
granadas, los obuses, los gases, el fuego
y la destrucción que les rodea. Y hay páginas en que se logra la visión más grandiosa, más sobrecogedora de la guerra que se
había logrado hasta ahora, páginas que tienen toda la angustia, toda la espantosa enormidad de lo que fué la pasada matanza.
Hay la carta postrera del estudiante a
su «corcita», aquellas páginas de horror
simplificado y proyectado sobre un alma ya
deshecha, sobre el alma de un hombre que
sabe que va a morir, que mira ya a la muerte como un sueño del que no se despierta
y en el que se reposa, se descansa supremamente, que tiene toda la elocuencia profunda y conmovedora de algo desgarradoramente íntimo.
Luego, las conversaciones de «los cuatro», que los otros soldados escuchan sin
atreverse a intervenir en ellas, en donde se
vierten las más atrevidas ideas, en donde
se desmenuzan, se critican las más grandes
cosas, en donde, con una mezcla de ironía
y de amargura, todo se reduce a polvo,
«todo» es «nada» ante el horror, ante la
tragedia, ante lo que no puede explicarse
que les rodea.
Y, por fin, luego de ese lento calvarlo,
de esa muerte de cada día, de ese desfile
raás que dantesco—Dante no pudo concebir
algo tan monstruoso, tan enormemente horrendo—de escenas y más escenas de guerra y muerte, el fin, la catástrofe final, la
LA REVISTA BLANCA
388
guerra terminada y «los cuatro» muertos
en los últimos ataques; muertos juntos, como juntos habían vivido, «el estudiante—
la figura alma y pensamiento de la obra—
ha muerto con la mirada en la infinidad de
los cielos. Una mano descansa con ademán
rendido sobre la boca de Job».
i Pero demasiados, oh, demasiados muertos ! Ya no producen en nosotros ningún
sentimiento de horror. No hay ni una voz,
ni un grito que, por encima del tronar de
los cañones, de los ayes de los heridos, del
estruendo de las bombas, de los zumbidos
de las granadas, de todo el ruido infernal
de la catástrofe, recuerde el espectáculo patético de las madres, evoque la imagen trágica, sin horror, de lo único que se mantuvo
puro, de lo único que no se perdió, no se
extravió en la universal locura: el instinto
materno, el gemido de las entrañas desgarradas, de las entrañas que temblaban, que
sangraban umversalmente, de las entrañas
que supieron del dolor de la vida y sufrieron todo el dolor de la muerte. Un grito,
un grito sólo se escapa de los labios del
hombre cuando muere : ¡ Madre mía! En todas las lenguas de la tierra, ha sido formu-
lado ese grito. Diez millones de madres han
respondido con el temblor de sus entrañas
desgarradas a él. Diez millones de hombres
lo han murmurado, lo han aullado, lo han
gemido, lo han llorado, han muerto, en
1H inmensa soledad del mundo, en el desamparo espantoso, en la muerte rondante
por doquier, solos con su compañía, solos
con su consuelo, solos con el recuerdo de
los únicos besos que no se olvidan jamás.
¿Y dónde están las madres en estos libros de la guerra, en estos libros uniformemente horrendos, que nos familiarizan con
la muerte, con el horror, con lo más espantoso, sin arrasarnos de lágrimas los ojos,
sin que ellos conduzcan, transporten, hagan penetrar en la entraña de todos los
hombres el último grito de diez millones
de hombres que diez millones de entrañas
engendraron, con dolor parieron y con supremo dolor sintieron a la hora cruel y absurda de su muerte?
«Cuatro de infantería» compone un rolumen de 240 páginas, admirablemente presentado por Editorial Cénit, que continúa
su excelente labor de divulgación.
Eugen Relgis. — Con una carta y un mensaje de Romain
Rolland.—André Delpeuch, éditeur.—París, 1929.
Es este libro de Eugen Relgis una respuesta generosa y amplia al Mensaje enviado por Romain Rolland a la Conferencia de la Internacional de Resistentes a la
Guerra, celebrada en Sonntagsberg (Austria), en julio de 1918.
La figura de Eugen Relgis, alma de todo
un movimiento intelectual humanitarista,
espíritu abierto a múltiples influencias universales, tiene para nosotros una atracción
simpática. Sus actividades, aunque desplazadas de todo marco ideal, adquieren la libertad y la generosidad que les da su pensamiento amplio, en conciencia libre.
Pero el Mensaje y la Carta de Romain
Rolland, de los que este libro es una respuesta, concisa y admirablemente precisan
y destacan la actitud de Rolland ante los
esfuerzos pacifistas del mundo, ante la necesidad de una Internacional Pacifista ajena a todo credo político, social ni religioso, Internacional de todos los hombres, sea
cual fuere su raza, su clase, su opinión,
contra la guerra, que una a todos en una
resistencia suprema y apoyada lo mismo
•B la idea religiosa de una hermandad ^hu-
mana originaria de un Dios o del monismo
científico, que establece asimismo esa unidad de origen.
De este movimiento pacifista, del que han
sido Romain Rolland y Nicolai el alma y
la voz y Eugen Relgis el activo brazo organizador, empezamos ya a palpar los frutos. Nunca como ahora había habido una
tendencia tan vehemente hacia la paz, una
coordinación tan libre y espontánea de esfuerzos contra la guerra.
Pero es necesario no dormirse sobre los
laureles de esta victoria moral lograda contra las fuerzas de la guerra. En este libro
admirable y rico en repercusiones y en proyecciones, Eugen Relgis habla del fenómeno casi fatal de la guerra, de la «gigantenasia», tendencia al crecimiento ilimitado
que aplicada de la biología a la política y
la geografía de las naciones, puede producir la guerra como expansión y desborde
de pueblos congestionados por una gran
producción humana—Italia y Alemania, por
ejemplo, como, en la a n t ^ e d a d , esta misma «gigantanasia» produjo las grande
emigraciones guerreras de Asia hacia Oc-
LA REVISTA BLANCA
389
1^
cidente, los descensos de las hordas que
invadieron al Imperio romano. La guerra,
pues, no es sólo una monstruosidad engendrada por los intereses creados de los poderosos, por el afán de gloria de los emperadores, por la farsa sangrienta de los
políticos. Es aún un fenómeno biológico
que se apoya luego sobre la no evolución
de las masas, sobre la tendencia aún poderosa al gregarismo, sobre el carácter de
rebaño que tiene aún toda agrupación humana.
Es preciso, pues, una labor de disgregación, una abolición de limites que impida
la gigantanasia política, una nivelación de terrenos que abra las puertas del mundo a
todos los hombres y a todas las razas, que,
aboliendo las fronteras, dé a los pueblos
productores de material humano, mediostde
descongestionarse, de poblar libremente el
mundo, que dé una nueva visión de las cosas a las mentalidades, que, sin torcer el
curso biológico de los acontecimientos humanos, abra una nueva era de paz definitiva, de «no violencia» total al mundo.
¿Esta Internacional Pacifista, de hombres
inteligentes, de grandes corazones y grandes cerebros, ha comprendido la única solución que puede tener el problema de la
gigantanasia, y está dispuesta a abordarla
con todas sus consecuencias, con todo el
carácter de transformación social, de abolición de poderes, de establecimiento de una
ciudadanía universal en un mundo libre,
que ella entraña?
Sé que Relgis y todos los pensamientos
y las conciencias pacifistas unidas en ese
esfuerzo de salvación de la Humanidad, llamadas por ese grito de Romain RoUand:
«¡ La Humanidad está en peligro! ¡ Que ella
organice su defensa! ¡ Unamos todas las
fuerzas espirituales de la Vida contra las
fuerzas de la Muerte!», me dirán que ellos
intentan realizar «el único» esfuerzo posible hoy, oponerse por los solos medios que
hay a su alcance a la continuación del horror de la guerra. Pero, si bien estos esfuerzos de hoy son los únicos posibles,
son por ello harto difíciles y harto grandes
y admirables, no por ello el problema de
la gigantanasia está resuelto. Mientras la
causa exista, mientras no se destruya el
limite, la barrera puesta por los hombres
entre los pueblos, mientras la desaparición
de toda frontera y de toda ambición rapaz,
de todo concepto de dominio, no establezca
la universalidad del mundo, el problema
de la gigantanasia estará en pie, la guerra
continuará siendo el peligro y el espantó
constantes del mundo.
«L'Internationale Pacifiste» defiende la
posibilidad de esfuerzos de hoy, sienta las
bases de la unión de todos los espíritus de
la paz, de todas «las fuerzas espirituales de
la Vida contra las fuerzas de la Muerte».
Es algo, es mucho ya en este momento; es
más de lo preciso para que no le regateemos
toda nuestra simpatía. Y Relgis, penetrado además de la necesidad de una base superior sobre la cual levantar el edificio de
esa paz anhelada y de esa Internacional
que una a todos sus defensores, defiende
en el libro la base moral de esa ideología,
conglomerado de ideologías, síntesis de distintas síntesis, el humanitarismo, que considera como cumbre de toda la evolución
filosófica, como unión de todas las ramas del
gran árbol de la libertad y de la aspiración
al mejoramiento de la humanidad en un
cuerpo de doctrina que las resume todas. Su
humanitarismo, esa elaboración de una actitud espiritual ante el mundo, nos es simpático por la dosis de independencia y de
esfuerzo hacia la individualización, hacia la
personalidad del tipo humano que hay en
ella. Pero nosotros, que tenemos ya una
ideología determinada, una ideología con
pasado, con presente y con porvenir, una
ideología que ha abarcado «todo el hombre» en sus múltiples aspectos biológicos,
espirituales y sociales, una ideología que
entraña, por su universalidad, por su visión
del hombre y del mundo, «la única solución», práctica o lejana, a este mismo problema de la gigantanasia que sienta las bases políticas de la fatalidad de la guerra—
fué Nicolai, creo, el primero que usó el término científico aplicado a ella—no podemos
dejar de sentir una íntima tristeza por los
esfuerzos generosos y abnegados que se
pierden, gastados en energías nuevas, en
elaboraciones de ideas que no son más que
modismos nuevos aportados a la eterna evolución del pensamiento y del ser humano.
Que Eugen Relgis no vea en estas líneas
más que una opinión noble y sinceramente
emitida y que la expresión del respeto admirativo que nos produce su labor y su inteligencia poderosa, puesta al servicio de
los impulsos de un generoso corazón.
KL'Internationale Pacifiste» es un volumen de 150 páginas, de lectura viva y por
el que pasa, en espíritu, todo el hálito de
la inteligencia libre contemporánea, agrupada alrededor de esta Internacional y de
la figura señera, mantenida aislada, laborando activa y silwciosamente en su refugio alpino de Villeneuve, de Romain RoUand.
Federica MONTSENY.
LA REVISTA BLANCA
y»
£€>s f í e m p e s n u e v o s w
I
la mañana siguiente de mi llegada a
París, fui a visitar a Stock. Quería
proponerle la edición de mi libro sobre el ejército, cuyo borrador escribí en Santa Pelagia y que terminé en Clairvaux, el
título que escogí era el de: «Bajo el Uniforme», pero un literato vago reclamó derecho
a este título. Stock entonces le puso «La
Gran Familia».
A
Antes de ponerme a trabajar de nuevo,
creí un deber mío—era lo menos que podía hacer—, ir a dar las gracias a los escritores que me habían defendido con especial
atención.
Bauer se hallaba ausente. De todos los demás recuerdo a Drumont, de la «Libre Parole».
De nuestra conversación no recuerdo más
que con tono enfático me dijo guiñando el
ojo: «Ambos podemos alabarnos, cada uno
por su lado, de que estamos fastidiando a
bastante gente.»
Me preguntaba a mí mismo si Drumont
estaba bien convencido de su antisemitismo.
No lo se. Pero no lo estaba de lo que me
decía. Lo demostraba en el tono y el gesto,
aunque no aprecio a los que pontifican; sobre todo cuando hablan de ellos mismos.
Mi primera y única idea, una vez recobrada la libertad, fué la de continuar la propaganda desde donde la habíamos dejado y reorganizar el periódico, la única cosa que me
sentía capaz de llevar a cabo.
Así, mi primer trabajo consistió en ponerme ea relación con los camaradas.
Durante mi cautiverio había llegado un
cheque de 300 francos enviado por Sadier, de
Buenos Aires.
Un ayudante del Liceo había colaborado
en nuestro suplemento con el nombre de
Charles-Albert, que era el suyo. También
él fué víctima de registros y molestias además de ser expulsado de la enseñanza. Entonces se ocupó como corrector en una imprenta de Lyon. Recolectó por su parte algíttMS cientos de francos con los cuales llegaé a reunir unos 800.
De antemano había escrito a Reclus y a
Kropotkine, para saber si podía contar con
su colaboración.
(t) ExtnetM ds «Rtueida» de nn R«beU«>,
Jnuí
Gmiw. que iA(a
«Ob(M icgwiwinfriwM», da k aS» Vaugínid. Parff.
Reclús me contestó que los tiempos habían cambiado. Quizá yo tenia otras intenciones y ¡e contesté:
—No veo que haya cambiado nada. Lo
único, es que somos quince meses más viejos.
Me escribió diciéndome que fuera a visitarle a Bruselas. Cogí un billete de ¡da y
vuelta, valedero por cinco días y me personé
en Bruselas. Reclus me dijo:
—¿Te has entendido con Pedro? (Kropotkine) .
—Le he escrito y estoy seguro de que
puedo contar con él.
—No basta. Hay que saber su opinión.
Puede damos algún consejo. Hay que verle.
—Si sólo se trata de esto, mañana mismo
embarco para Londres.
Como quiera que Reclus no tenia cama
disponible me acompañó al hotel. A la mañana siguiente vino conmigo a la estación.
Llegué a Ostende y embarqué para Londres,
donde cogí un guía que me acompañó a la
casa de Kropotkine. Nuestro asunto se solucionó en seguida. Kropotkine se mostró
encantado de que el periódico reapareciese.
Podíamos contar con él con toda seguridad.
Enviaría tantos artículos como fuesen necesarios.
Mi billete de vuelta sólo valía por cinco
días, y como no estaba dispuesto a perder
su importe, me marché a Bruselas a UL mañana siguiente.
Reclus ya no estaba en condiciones de
proporcionarnos la subvención mensual de
100 francos que había enviado hasta la desaparición de «La Revolte», pero prometió
ayudarnos en la medida de lo posible.
Su hermano Elias, que cenó con nosotros,
me contó la alegría que habían tenido al enterarse de las absoluciones habidas en el proceso de los Treinta. Me confírmó lo que me
había dicho Bemard-Lazare. Es decir, que si
hubiésemos sido condenados, el Gobierno
preparaba otras coartadas y que se nos habría enviado al sitio más insano del Gabon.
¡ Los republicanos se acordaban de Sinnamarie!
De nuevo en París, me puse a buscar un
impresor e hice editar un llamamiento con
lista de suscripción en favor de «Temps
Nouveaux». Era el título que había escogido sugestionado por la carta de Reclus.
Algunos periodistas anunciaron la próxima aparición del periódico.
Al hacer la declaración de r ^ i s t r o del ti-
LA iUíVISTA BLANCA
tule no tenia aún impresor y di el nombre
de AHemane, lo cual le valió una interviú.
Por mi parte recibí la visita de*una tal señora Cecilia Renooz, feminista, la que venía a reclamar la prioridad al título «Los
Tiempos Nuevos».
Le prometí que reflexionaría sobre el caso.
Era muy desagradable cambiar de título
cuando había sido tan bien anunciado. Además, el título nos pertenecía mucho antes
que a la señora Renooz, porque era el que
llevaba un folleto de Kropotkine publicado
el 89. El sustituto empleado en el registro
me informó que la señora Renooz había renunciado al título, puesto que hacía más de
un año que estaba registrado y el periódico
no había salido. Esto me decidió a dejarle
el mismo nombre.
*
«*
Acabé por encontrar un impresor llamado
Noizette, que vivía en la calle CampagnePremiére. Pero, al segundo número, este
buen seior me advirtió que por el hecho de
imprimir nuestro periódico estaba perdiendo
a. antiguos y excelentes clientes, algunos de
los cuales habían protestado; me dijo, además, que me agradecería que me buscase
otro impresor. Benévolamente díjome que
me daba el tiempo necesario para buscar.
Pero que cuanto más pronto encontrase, más
satisfecho quedaría. Encontré acogida en
casa de Blot y allí lo imprimimos hasta el
año 1908.
Mientras me estaba ocupando de arreglar
la aparición del periódico, un día, cuando me
dirigía a casa del impresor, para llevarle el
original de las circulares, la portera me entregó una carta concebida, poco más o menos en estos términos: «La señora Dembourg desea verle a usted. Está convencida
de que, de esta entrevista, surgirá una gran
beneficio para las ideas que usted defiende.»
Sin pensar en una suma muy elevada, me
pareció que el contenido de esta carta daba
olor a algunos billetes de mil. Para no perder tiempo, sin tomarme el trabajo de reflexionar y para no subir otra vez a mi quinto piso, corrí al estanco, compré una postal
—;lo cual, según parece, está reñido con la
etiqueta—y contesté a la señora diciéndole
que estaba a su disposición y le indicaba las
Horas en que podría hallarme en casa. En su
* ^ i ^ "O we deda que fuese a su casa.
Me desilusioné cuando, en el correo siguiente, recibí la siguiente carta, que reconstituyo de memoria:
«Señor:
»La señora Dambourg es una persona de
edad avanzada y estimable, la cual merece
alguna consideracit&n. Tonto más cuanto que
no puede trasladarse de un lugar a otro si no
391
es con grandes dificultades. Asi, pues^ no es
ella quien vendrá a verle, sino usted qurea
debe personarse en su casa.»
Seguían algunas frases de tono patronizante, que ya he olvidado, pero que me excitaron los nervios. Era evidente que la carta había sido escrita por un secretario—^parece que era secretaria—, pero la señora
Dembourg había aprobado el texto. Inmediatamente contesté:
«Me veo obligado a empezar así, porque
no sé si es un hombre, o una mujer quien
me escribe.
»En su primera carta podía haberme prevenido usted de que la señora Dembourg
esperaba mi visita, así habría ido gustoso a
su casa. Pero, ante el tono protector de la
carta de usted, es inútil que me espere. No
he pedido nada a la señora Dembourg. Nada tengo que decirle.»
Una semana o dos más tarde, con gran
algazara de bombo y platillos, Rochefort
anunciaba en «L'Intransigeant», que llamado por la señora Dembourg, una excelente y
encantadora señora que tenía gran simpatiia
por él, había salido de visitarla llevando en
una maleta—porque la suma era en moneda
pequeña—la cantidad de cien mil francos,
que ella le encargaba emplease en una obra
buena, cuya elección dejaba a su criterio.
En aquel entonces, los vidrieros de Carmaux estaban en huelga. Rochefort decidió
que los cien mil francos fuesen entregados a
los huelguistas, para crear una fábrica de
cristal de la cual ellos serían dueños. Este
fué el origen de la Vidriería Obrera, que
tanto dio que hablar.
Robín, a quien vi entonces y a quien conté
mi mala aventura con la señora Dembourg,
me dijo que también él había sido llamado
por la tal señora, pero que no habían podido
entenderse a causa del mal genio de ella.
Por lo que toca a mal genio, el de Robín
no era de los mejores. Lo tenia bastante puntiagudo. Más tarde, no recuerdo a causa de
que—creo que del neo maltusianismo—, me
disputé con él. Nuestras relaciones termi»
naron después del intercambio de algunas
cartas más o menos agridulces. Más agrias
que dulces.
Por esto me quedé estupefacto un día, al
abrir mi correspondencia, y leer una carta
suya en la que decía que, sintiéndose viejo,'
deseaba encontrar alguien más joven que le
reemplazase. Que si quería ir a verle, hablaríamos y podría entregarme algunos documentos.
Por extraño que tal cosa me pareci^e, no
se me ocurrió mirar el sobre para ceriñorarme de si iba dirigida a mi.
Le contesté, pues que irla a leerle. Pero
191
LA REVISTA m.ANCA
antes recibí respuesta suya en la que me
decía que no deseaba verme. No comprendía que después de nuestra disputa me atreyiese a escribirla. Que su carta iba dirigida
a uno de mis colaboradores, a CharlesAlbert.
Escribí nuevamente a Robín, diciéndole
que no me había fijado en la dirección del
sobre y que creí que la carta iba dirigida a
mí, aunque me extrañó mucho su contenido.
No obstante, no se me había ocurrido que
estuviese destinada a otro. Que había pensado que tal vez había decidido perdonar las
injurias... que él había dirigido a los demás.
Volviendo a la señora Dembourg, la conversación con Robín me confirmó en que,
después de todo, no había perdido mucho no
visitando a mi comunicante. Quería que le
tratasen con demasiada «consideración». Teníamos pocas probabilidades de entendernos.
*
*«
Al volver a París, fui a ver también a
Saint-Auban, para darle las gracias. Este
me dijo que un tal señor Michelot deseaba
verme y que se había puesto en relación con
él para que nos pusiera en contacto porque
tenía que hacerme una proposición.
Se trataba de crear un periódico cuya dirección me confiaba con un sueldo mensual
de 500 francos. Contaban con que colaborarían Reclus, Kropotkine, Severine y otros a
quien yo debía visitar a tal efecto.
No sé aun en qué me basaba, pero me pareció que el tal Michelot era un agente realista. Sin embargo, preferí aguardar. Le escribí a KroDotkine comunicándole mis sospechas. Como yo opinó que lo mejor era ver
venir al sujeto.
Cuando volví a ver a Michelot le dije que
Kropotkine aceptaba colaborar en el periódico, pero a condición de que fuésemos dueños de la redacción y ellos se cuidasen de la
administración. El hombre aceptó la combinación, pero se esfumó poco a poco, no tomándose ni siquiera la molestia de contestar
a mis últimas cartas.
Vi también a Paul Adam. Me había escrito asegurándome que colaboraría en «Les
Temps Nouveaux» y prometiéndome además
recolectar unos mil francos por lo menos entre sus amistades. Me citó en un bar próximo a la Opera.
A la última entrevista me salió con la
siguiente proposición: El estaba en relación con un tal Parsons, que publicaba en
Marsella un periódico del género del «Suplemento de la Revolte». Con sólo escribirle
no había duda de que Parsons me cedería su
periódico.
'^
Esta proposición me dejó estupefacto.
—No hay razón para que Parsons me ceda
su periódico, hice notar tímidamente. Lo que
yo quería «era crear un periódico nuestro y
no continuar el de Parsons.
Todo esto fué lo que ideó Paul Adam,
para ayudar a la aparición de «Les Temps
Nouveaux». En cuanto a su colaboración me
quedé también con su prcwnesa.
El fué quien más tarde, tuvo la original
idea de «regenerar el presidio por el ejército», formando regimientos de condenados.
Hablamos de esto con Descaves, quien me
sugirió la idea de intervenir invirtiendo los
términos y titulando mi artículo: «Regeneración del ejército por medio del presidio».
Paul Adam, ofendido, me escribió, para
defender su proyecto, pero nuestras relaciones terminaron en esta discusión.
«
•*
Paul Adam no fué el único que prometió
y no dio su colaboración. A continuación doy
la lista de colaboradores que copio del primer número. Todos habían prometido formalmente escribir algo, a excepción de Nadar, quien me escribió diciendo que gustoso
aceptaba figurar como colaborador para demostrarnos su simpatía, pero que no era probable que pudiese tener tiempo para enviar
algo.
Paul Adam, Jean Ajalbert, Barrucand,
Lucien Descaves, Eeckhoud, A. Hamon, A.
F. Herold, Theadore Jean, Bernard Lazare,
Georges Lecompte, Octavio Mirbeau, F. Nadar, A. Retté, Marc Stephane.
Theadore Jean cumplió su palabra. Durante mucho tiempo nos envió versos que
fueron publicados en el Suplemento. Hamon envió también algunos artículos. Descaves esperó a enviarnos una serie de artículos, algunos años después de la aparición
del periódico.
Escribí varias veces a cada uno de ellos,
para recordarles su promesa de colaboración,
pero fué inútil. Quiero creer que teóricamente se sentían llenos de buena voluntad hacia
el periódico, pero prácticamente dejaban
mucho que desear.
No cabe duda de que, a parte del anuncio
que de algunos hicieron en los periódicos
donde escribían, el anuncio de su colaboración contribuyó al éxito del comienzo del
periódico. Del primer número tiramos 18.000
ejemplares. Pero como que la promesa no se
cumplió el éxito no duró tampoco.
La baja se hizo insensiblemente. En fín
de cuentas volvimos a nuestro tiraje de 8.000
ejemplares, ( i ) .
Juan Gravé.
(I) Por cuuaBcW he podido eneontnut alsuna* factun*.
Del número 2S K tiraron aún 18.000: en el número 29 tiiibamoi 12.000. La* demi* factura* (altan.
La 'RcvisHa
Supletaenle
&lanےa
del número
I60
ÁJminittrmeeiónt Gainardó, 37. • Barce/ona
stJifi;^itio
Cuéntctt d e l a qiutncenu: D. Pancho. - 9 e s d e £ o n d r e a r V. García. ^ Madrid:
Trem
n o f a « J. Martín Arjona. - C o m e n i a r l o c t Baturrillo. - a l o s c o l a b o r a d o r e s y amigoa
d e " H e d e n e f 6 n " í El grupo editor. - Ca 2VoveIa J d e a l . . . C a vevimla intanUl
"Fior e a l " . ^ C o n f e r e n c i a e n 2Maiaré: Julio Pi.-Ca s i f u a c i é n d e l o b r e r o ínfernac2o-r
Malí El secretariado de la A. I T. ^ Sumcvii»ci6n i n X e r n a c f o n a l a f a v o r d e l o s p r e »
s o s p o r c u e s f l o n e s s o c i a l e s . " 9folaa
adminiafrativam
Cpónica d e la
^Por ser la primera crónica que escribo este
*ño, recién nacido, la voy a dedicar a la juventud que expone sus ideas en «El Sol».
No es de los jóvenes la culpa si la encuesta
resulta un poco latosa y si, por ser algo latosos los escritos, el redactor que cuida de darles forma periodística los tiene que desmochar.
•Hubiese sido un periodista, en lugar de un
"oetafísico y de un sociólogo, el autor de los
extremos a que tienen que ceñirse los jóve?6s intelectuales españoles y hubieran éstos
intervenido en la encuesta con más amenidad
s interés, de lo cual todos hubiéramos salido
ganando: Los jóvenes que han dado su opinión sobre lo que se les preguntaba y los simples lectores, entre los cuales se encuentra
don Pancho, porque hubieran visto claro y
leído breve, sin desmoches.
Como verá quien leyere, el mundo marcha,
ha saHdn !.t° ^ ' ^ \ " ^ ^ « ! r d a d e r o futurista: no
ha salido el que ha de romper con ese modo
gubernamental y ñoño de ver las cosas, pero
de menos sahó Eva y ha dado mucho q;e de°
cir y que sentir.
Y advirtiendo que, de cada muchacho, «Don
Pancho» reproduce lo que le parece más interesante y más alumbrado, vamos a empezar
la encuesta nuestra.
iiuinccna
ció, el cronista se entretendrá en averiguar
qué es ese socialismo «exclusivamente económico» que no anule la libertad individual.
Un Licenciado en Derecho, de veintitrés
años, que se llama Joaquín Sobrino, después
de grandes parrafadas altisonantes, escribe:
«El reflejo de la vida en nuestro ser engendra nuestra personalidad. Nuestra personalidad, actuando, renueva la vida. Quizá la anterior generación no se haya preocupado tanto
de superar a la vida como de interpretar el
mundo o de criticarlo. Es una actitud pasiva,
de pulverización de lo ya existente; prodigios
de disección sobre aquello que, siendo atómico, pide coordinación. Como reacción, ponderamos nosotros ideas de creación y de construcción, medimos las ideas por su adaptación
y por su viabilidad. Nos preocupa, más que
desentrañar y escudriñar en los profundos
arquevives de la vida, el compenetrarnos con
ella idealizarla y vivirla por entero.»
No está mal eso de vivir la vida por ente^
ro, pero, ¿ en qué marco ? ¿ En qué visión ?
¿ En qué ideal humano ? E l chico no acaba
de saberlo.
Una muchachita de diecisiete años, estudiante en Madrid, que firma M. U. (puede
ser María Useda y puede también no serlo),
expone, entre otras cosas:
((Creo que, en general, a la juventud fememp ronsiH».; u , ' ^ ^^ "^» caso particular
s T c i a l i s l exH °''"*'°'=°'« P ^ « i d - " ° d« " " nina le interesa poco la política; yo prefiriría
socialismo exclusivamente económico es de- que no existiese la política y que bastase con
cir, que no anule la libcrfoj T j ,
es sagrada.
"^"^ individual, que e! gobierno de cada individuo sobre sí mismo.
El amor a la libertad existe y existirá siemSoy, pues, republicano-liberal-socialista.,,
pre, aunque no oon la exaltación de otros
Algo pisto manchego resulta tu opinión, tiempos.
chico, pero, en fin. mientras maduras tu jui'
Las cuestiones sociales interesan mucb». •«»
v e S i n - í ! ' f ^"«'i^ite de medicina que tiene
« T a ^ h i / " ? ^ "' ''^'"^^l «i« Zaragoza:
SUPLEMENTO DE LA ^REVISTA
el sentido de mejorar la Humanidad y fijar
una paz permanente entre las naciones.
Desearía que las ideas que prevaleciesen
mañana fuesen de paz ante todo, de armonía
entre naciones e individuos; una nación única ; el mundo; un gobierno único : comunismo
bien entendido.»
Está muy bien eso de una nación única, el
mundo; pero lo del gobierno único, no pasa,
nena. Además, se da de coscorrones con el
gobierno de cada individuo sobre sí mismo.
De todas maneras, tú llegarás, chiquilla, si
no te casas pronto y no es con un zoquete,
cuando el caso se presente.
*
**
Un estudiante de Palma de Mallorca, que'
Se llama Antonio María Sbert. se ha entumecido también en la encuesta, y aunque nada
nos dice de su ideal, entre otras cosas que al
cronista le parecen más o menos importantes,
nos cuenta las siguientes:
«Existe en España un problema eclesiástico, y existirá mientras no se separe la Iglesia del Estado. El clero, el alto clero, convertido en burocracia, tan pronto a merced
del Estado como sobre el Estado, según la
fuerza de éste, con el que comparte algunas
de sus funciones, no puede inspirar al pueblo aquella confianza que mereció en los primeros siglos del cristianismo, cuando la doctrina de Cristo estaba en la extrema izquierda
de entonces y era la doctrina popular, la del
oprimido contra el opresor. Hoy, ante el pueblo, aparecen del brazo los altos ministros de
Dios y los del Rey, y de cada error de los segundos, el pueblo, consecuentemente, inculpa
también responsabilidad a los primeros y se
siente cada día más apartado de la Iglesia.
Quisiéramos para nosotros una sociedad colectivista, cuyo espíritu cooperativo socializara su economía, estimulado desde el Poder escalonadamente, afirmando cada avance anterior, plenamente logrado y adaptado. Para
este ideal nuestro necesitamos libertad, porque sin ella no es posible una evolución que
ejecute al fin una revolución incruenta.
Quisiéramos para nuestros hijos la superación de nuestro ideal en el presente.»
Pues que lo tengas, pero el modo tampoco
se ve claro en esa especie de superposición
de reformismos. No hay una idea determinada.
i La darán los años .''
Hasta ahora, todo se presenta en estado
embrionario. No hay más definición clara que
la que el muchacho da sobre la Iglesia, i Muy
bien !
La señorita Nieves B. de Quirós, madrileña,
de veinte años, por más señas, escribe:
«De mi tiempo me gusta en primer lugar la
BLANCA,
independencia que hemos logrado las mujeres : el poder estudiar lo mismo que nuestros
hermanos y saber ganar lo que ellos. ¿ Qué
me disgusta ? Muchas cosas: el vicio principalmente de «ellos», que hace que la mayor
parte de nuestros jóvenes estén como unas
verdaderas ruinas moral y materialmente; lo
bajo que se cotizan las prendas morales habiendo oro con que encubrir las bajezas, y el
equivocado concepto que tiene la mayoría de
los hombres sobre la mujer moderna, que vale para todo lo que valía la de hace cincuenta
años, más para ganarse dignamente la vida
sin necesidad de acudir al matrimonio como
ei único «modus vivendi», como hacían ellas.»
Te has ganado, Nieves, la palma de «Don
Pancho», pero he de decirte que te has olvidado cómo le vamos a dar el disgusto al «modus vivendi» ese.
Supongo que no será porque a las chicas
inteligentes les dé la gana. Hay que sostenerlo con unas medidas sociales que nos ayuden
desde la vida a la muerte y que haga prevalecer lo moral sobre lo material. ¿Estamos.?
Si este cronista conociera tu domicilio, te enviaría un par de libros para que vieras que en
este sentido de acabar con las ligaduras convencionales, hay mucho camino andado.
Un joven de veintidós años, periodista él
y de Santander, que se llama Maximiano G.
Venero, dice •
«El disentimiento esencial con la generación madura y con las que la precedieron radica en la forma percibir las realidades vitales. Hay que poseer una visión propia y audaz
del momento histórico, no de España, sino
del mundo. Ante todo, se debe ser ciudadano
de la Humanidad.
Aprendí a leer entre eclesiásticos. Mi educación fué religiosa y conservadora. Creo que
la enseñanza debe ser laica y experimental.
Me importa la política sobre todo. Y querría que mis hijos se plantearan sus problemas en una sociedad regida por el marxismo.
Este cuestionario es un excelente examen
en el aula popular. Me parece definitivo.
Trabajo y estoy enamorado de la faena. Me
importa que el trabajo sea función común, con
disfrute idéntico de su renta.
Creo que este debe ser el postulado de todas las Asociaciones de productores.»
El cronista se encuentra con la misma dificultad. Esquemático cuanto dice la muchachada. El cuestionario la obliga a tratar varios temas y todos quedan en el aire.
El marxismo priva en sus mentes, sólo porque les suena la palabra; no porque lo hayan
SUPLEMENTO DE LA diEVISTA
BLANCA.
estudiado. El marxismo, estudiado, es una cosn aburrida y amazacotada. No libera las almas; antes las abruma, Pero creen que el
marxismo ha hecho algo y apuntan hacia él
sin saber dónde tiran esos simpáticos muchachos.
Pero la necesidad del cambio social se manifiesta en todos.
Un profesor mercantil, muy cauteloso y
que, por su cautela, firma A. M. R., se expresa a s í :
"Entiendo que la juventud debe construir
IEI sociedad del futuro; no dejemos a nuestros
hijos una triste herencia de dictaduras, reacción y mansedumbre.
Es interesante el movimiento actual de la
juventud española; al menos, por las tendencias manifestadas. Yo quisiera para este movimiento más amplitud y más vitalidad.»
Y yo también. Pero desecha tanta cautela
y dinos en qué consiste esa tu más vitalidad
y tu más amplitud.
III
Lastima que no se pueda dar todo lo escrito
por esos muchachos.
El cuestionario era para un libro de sociología si es o no graciano, y hay que meterlo
todo en una columna de periódico.
Y menos mal que Doña Anastasia no se
mete mucho con los chicos. Se conoce que tiene metos. Que no les dé su mismo oficio
es de desear, i Sería espantoso!
Escribid, chicos y chicas, y, sobre todo,
leed, y enteraos si es el eco o son las campanas verdaderas lo que estáis oyendo.
D. PANCHO.
2>es<ie Eonátvcs
Dentro de algunos días se abrirán en Londres las sesiones de la conferencia para «"I
desarme naval. Cinco naciones han de decidir
esta cuestión, pero según me informo, España
estará representada y formará el número seis
*
SI otras naciones no la imitan.
Y basta por hoy. «Don Pancho» continuará
Permítaseme dude de los resultados de la
registrando este suceso, porque entiende que
Conferencia, como dudo de cuanto los gobiervale la pena.
nos o sus mandados, cualquiera que sea su deLa juventud^ que ha contestado al requeri- nominación política, puedan hacer algo por la
miento del metafísico y del sociólogo por me- paz. La guerra puede ser la obra de los godio de «El Sol», ha oído campanas y no sabe biernos ; pero la paz es obra tan grande que,
dónde. Ya irá afinando el oído, hasta averi- cuando de ella se ocupan aún con sinceridad,
guar de donde sale el sonido ese, sabiendo
fruta que escasea en la fauna política, empeoentonces que el marxismo no es más que un
ran la situación. Si realmente la paz fuese
eco de la campana.
obra de gobernantes y la quisieren, esta conMe place, sin embargo, esta inclinación ge- ferencia, no sólo sería inútil, sino ridicula;
neral hacia el socialismo que se nota entre porque la labor estaría ya hecha por la Socied e c í r r ! : " ««'"diosa. Es preciso señalar la dad de las Naciones.
Yo he leído a Gu^stavo Le Bon, que aunque
e d u c a d o f T M^" ' ^ '^^>'°^^^ de haber sido
reaccionario me gusta leerle, y que suele decir
fraies, han sido educados por laicos.
cosas muy buenas, aunque no todas, «que los
¿De qué, entonces, serviría la educación ministros siempre dicen lo que no sienten;
s no sirviera para «encarrilar las almas por que todos hablan de desarmar; pero que nine! buen cammo» ?
^
guno osará dar el «jemplo». Y recientemente
La encuesta de «El Sol» ha escandalizado cuando MacDonald fué a América, que nos
a la clerigalla, llegando hasta decir que la di- contaron su acuerdo sobre el desarme naval
cha encuesta ha sido amañada para que de con el Presidente Hoover y aun no había desena no saliera más que opiones de izquierda. embarcado en Inglaterra, cuando el cable nos
u. ° ° « * ' ' " a n más que opiniones de izquierda, anunciaba que lof Estados Unidos iban a gastar una infinidad de millones de dólares ei»
que ex^cn ' ' í ^ ^ ' ' ° ^ ^'•*"«Í«'- P°^° ^^^°'
construir
nuevos *)arcos de guerra.
no lo . . r " ' ^ . ^ ' ^ ° '''^ "El Sol». De ahí que
Parece ser, que los delegados franceses e itasus fóvenr ? ^ ' '^"^ '^"«^«^- y. naturalmente,
herejfas
""""'^ " " P"«den decir más que lianos no vendrán dispuestos a trabajar por
la paz marítima. No ya en la prer.» reaccioFuera aquel diario leído por luises y los naria, sino en la que se cree superrepublicaluisas, enterados a tiemno ^ ° \ , . " " * ^ ^ ^ °^
hará •» ,,„;,<
j "Cmpo, hubieran metido na, «La Volont-í», se atacaba, recientemente,
baza y quizá sacado tajada
las pretensione«i italianas de la paridad de
i Que continúe la encuesia y que no se fuerzas con Francia; lo que nos indica que la
achique «El Sol» es lo que quie're' Don Panconferencia que nos ocupa, no llegará a nincno» I
gún resultado prácti^n Tmrlaterra, que apare-
IV
ce como protagonista de este desarme naval,
en teoría no dará el ejemplo reconociendo que
Gibraltar pertenece a la península española v
que debe ser de España. Y quien dice Gibraltar, podría decir otras a sus bases navales en
otros países que no sólo son Inglaterra, ni
siquiera Europa.
Lean esto que tomo de «The Childrens
Newspaper», 14 diciembre 1929:
«Entonces y ahora
En J913, gastamos 78 millones en preparar
la guerra.
En 1929 gastamos 115 millones de libras en
igual mala causa.»
Y si esto fuera poco, he aquí lo que dice
en el número del último sábado:
«El coste de la guerra y de la paz
«La guerra nos costó cinco mil libras cada
minuto.
La paz nos cuesta ochocientas libras cada
minuto.
Las guerras futuras nos costarán doscientas
libras cada minuto.
La Liga (no adjetiva, pero se refiere a la de
las Naciones por la paz) nos cuesta cuatro
shillings por minuto.»
Se quiere la confianza, sin la cual no hay
paz posible, sin despojarse de la desconfianza.
He aquí unas líneas que saco del editorial
de «Le Temps« de hoy. «Realizar la paz ín
Id seguridad, porque no hay paz durable si el
sentimiento profundo de la seguridad no da
a los pueblos la libertad de espíritu necesaria
para trabajar en su engrandecimiento moral
y material; porque el gran negocio para nuestro país es la seguridad. Francia es la única
gran potencia en el mundo que nada tiene asegurado. Asegurar la seguridad de Francia, es
asegurar la paz de Europa.»
«Pero desgraciadamente es demasiado clara la agitación sostenida al otro lado del
Rhin, por una minoría que no piensa más que
en la revancha y hace a veces difícil la práctica de una sana política de paz, que es donde se basan las críticas al método de Briand.»
Y creo que esto no sólo refleja la psicología
del diario aristocrático, sino la de la inmensa
mayoría del pueblo francés. Y con estas objetividades, a ser los «preferidos» que traerán los delegados, nos atreveríamos afirmar
que, sin excepción, no se llegará a ningún
resultado beneficioso.
Ya veremos. Conste que deseo que los hechos me desmientan.
Todavía la ley sobre las minas no es un
hecho real. La última vez el gobierno obtuvo
ocho votos de mayoría, pero faltaban cien
diputados conservadores, y antes que sea ley,
SUPLEMENTO DE LA .REVISTA
BLANCA,
sin contar los lords, debe volverse a votar
por el Parlamento.
En mi anterior di datos sobre las pérdidas
patronales confesadas por ellos; pero «The
Miner», fecha 28, nos da los balances de tres
Compañías desde 1925. Para abreviar sólo doy
el último año: Primera: Cneid Collieries, Ltd.
medio millón de toneladas un beneficio de
31.372 libras; segunda: Durham, Horden Collieries Ltd., que emplea 4.500 hombres, beneficio en 1929, 129.241 libras, y tercera; Hy,
Briggs, Son y C." Ltd., que después de todo
gasto ha tenido un beneficio de 11 pences en
tonelada, que hacen total de beneficio neto de
68.565 libras. He aquí los pobres patronos,
que pierden y se obstinan en seguir perdiendo.
Hace unas semanas leí en «L'Ere Nouvelle»
que no recuerdo quien, había deducido de sus
estudios que ahora las personas vivimos en
término medio quince años más; pero que las
mujeres quedaban quince centímetros más
bajas. Sobre el primer punto, aun sin que se
haya querido relacionarlo con lo anterior, el
periódico de los niños «The Childrens Newspaper», que leo, porque sigo siendo estudiante y niño, del 30 de noviembre, en su editorial nos daba la lista que extraigo:
En 1911 había en Inglaterra 3.854.000 menores de cuatro años.
En 1921 había 3.322.000 menores de diez
años, o sea 532.000 menos.
En i g n había, de cinco a nueve año, tres
millones 697.000, y en 1921, 3.519.000, o sea
178.000 menos.
En 1911 había io'7 por 100 menores de cinco años y i i ' 6 por 100 de más de cinco años.
En 1921 había 8'8 por 100 menores de cinco
años y 13*7 por 100 de más cincuenta y cinco
años.
En 1928 había 8'i por 100 menores de cinco
años y i5'8 por 100 de más de cincuenta y
cinco años.
El mismo periódico y número invita al mundo a darse las manos en un artículo que me
es imposible dar íntegro, basado en las diferentes razas que forman los Estados Unidos,
que considero cercana a la verdad.
«Que los once millones de americanos blancos descienden de varias razas, y las enumera
así:
Británicos
Alemanes
Italianos
Rusos
Suecos
Holandeses
Noruegos
68 millone»
13
»
4
»
3
n
2
»
2
n
i
»
SUPLEMENTO
DE LA JiEVISTA
Franceses
Canadienses
%
Otros blancos
Negros y otras razas de color
Total
BLANCAí,
i
4
12
12
»
»
»
»
122
Invita a que Europa haga igual, sosteniendo que Inglaterra es el conjunto de varias
razas. Gales, Escocia, Irlanda, que cada uno
de esos grupos contiene diferentes razas de
origen y prueba la variedad, sosteniendo que
un hombre de Norpolk es muy diferente a
otro de Cornwal; el de Yorkshire, varía mucho del del Sur de Gales, por lo que Inglaterra es. una pequeña liga.
Y aquí el radio de París me hace parar para
contarme por segunda vez las declaraciones
de Primo de Rivera al «A B C» de hoy sobre
el fin de la dictadura y oído sin hacer gran
mella a mi escepticismo decido cerrar, sacando una parte de lo que a España dedica el
«Almanaque Hachette» 1930: «España. Monarquía constitucional hereditaria. Constitución de 1876. Senado de 360 miembros. Cámara de los diputados de 404 miembros. Superficie, 505.208 kilómetros cuadrados. Población 22.097.686 habitantes (44 por quilómetro
cuadrado) ; religión católica, 15.000.000.
V. GARCÍA.
2g diciembre 1929.
Tvem nefas
—I «La Voz» I I «La Voz» 1 | «La Voz» que ha
««lido ahora! <No me toma ustez «La Voz. hoy?
—No, hijo, hoy no me interesa.
—I Ande I Pos si es lunes, ¿no se da cuenta
usted qu-es lunes hoy? Y todos los lunes me la
compra desde hace mucho tiempo... Desde que
me pongo en esta esquina...
—Sí. sí; ya sé; pero...
—Es extraordinaria como todos los lunes. Trae
doce páginas.
—Lo sé, lo sé; pero no me interesa.
—Y yo que se la tenía guarda como siempre...
Mire, trae el retrato del que mató a su novia en
la plaza vieja de Chamberí y una información muy
íMga sobre la prisión del señor Gazapo, d'ese tío
que «ha llevao tantos millones. Dicen que l'han
cufar.'" ""• ''"''"'•• ^ *"** '° """ • ~ " " ' ' *''"'
-En interesantísimo; dámela, dámela, que no.
enteremo. de esa. c o « , . ^Po, qué no empezaste
por ahí y no. hubié^-mo. ahorrado tanta palabra?... Peto oye. no me, U guarde, má..
Extraordmaria. con doce página., como todo. lo.
lunes, i qué motivos tenía para no comprarla, mliéndome de mi costumbre, tan vieja, como aseguraba el pilludo de los periódicos?
El órgano de los liberales diseminados venía
como siempre : con una fotografía de una belleza
exótica, para hacer rabiar a las modistillas ; en el
centro—hablamos de la primera plana—. el notición inflado también de aguas allá para quitar el
sueño a las porteras; a un lado la graciosísima
«Cena». cada noche más suculenta. (] Qué satisfecho estará de su misión caritativa el filántropo
anfitrión anónimo I) Arriba, en las columnas de
la derecha, un «Carrusel», del Benjamín de las
letras; ¡ que sube, que baja I | que nos va arrojar
por el tajo I | que me mareo I j que me muero!
1 Ay de rriíl... [Ja, ja. jal Todo ha sido broma;
ese aparato no se puede caer, va por sus carriles
muy bien atornillados... Va por sus pasos contados. En la vida todo es broma, pero de una seriedad vistosa, que no sea cómica ni grotesca, que
sea así como un carrusel. Y vamos viviendo.
El artículo de entrada es una crónica de Fabián
Vidal, ampulosa, histórica, plagada de citas y de
fechas que más vale creerlas que ir a averiguarlas. Y podemos dar gracias que no vienen unas
«perspectivas» de Alberto Insúa. que nos cegarían con su luz. I Qué lejanías, qué de matices,
qué audacias I Ya, ya se explica que su papel ae
venda. Y no digo nada si nos tropezamos con
unos «horizontes» de Hernández Cata, entonce,
no respondemos de nuestro juicio. Fluidez, soltura, gracia e ideas... Ese es el mérito de este escritor tan olvidado, tan injustamente dado de lado,
que con su galanura de estilo nos endosa una.
ideas que mismamente parecen exquisitos regalo,
envueltos en finísimos papeles.
Desde los horizontes de Hernández Cata se ven
todas las vertientes del mundo.
i Qué le falta a «La Voz» de este lunes que no
me convence? Nada {Nada? Fáltale lo que no
tendrá jamás, lo que se llevó la muerte, la insu»tituíble. Fáltanle los «Aspectos», de «Andrenio».
De «Andrenio», no de Gómez de Baquero. No.
gustaba más con el nombre del personaje del
«Criticón» que con el suyo propio. Seria un antojo, pero le leíamos con más fruición en «La Voz»
que en «El Sol». El seudónimo nos lo revelaba de
una grandeza incomparable, algo superior a lo.
hombres. Gómez de Baquero era un hombrecito
anciano con una frente luminosa, bueno hasta la
exageración, pero un hombre al fin. «Andrenio*
era un ideal, era una esencia; era un ideal de
primitiva e ingenua comprensión, sencillo, claro,
natural, con una fresca y perenne sonrisa. Era
esencia porque era el resumen de dos épocas;
en su frente, en un orden perfecto, se catalogaban, vivo», los conocimiento, de do. siglo., en
recuerdo, toda la historia de la humanidad.
En su pluma no había rencores ni diatriba..
¿Para qué había de tenerlas? Ev> queda para
los del montóit, para lo. de la charca, para n o ^
VI
otros. El supo decirlo todo sin ofender a nadie,
con claridad y belleza, y enseñó más que nadie.
Sí. señores de «La Voz», los pocos lectores
que en España gozan aún de paladar, han sufrido una pérdida irreparable. De acuerdo.
La Sociedad de Albañiles está empeñada en
una lucha interior interesantísima. De su resultado, que se conocerá en breve, pero que no puedo recoger en esta crónica, se desprenderán enseñanzas importantes y sucesos sJeccionadores para
el obrero madrileño.
Esta Sociedad tiene cuarenta y tantos cargos rentados. Indudablemente que para 14.000 socios no
son muchos empleados ; pero el caso es que no son
empleados en el estricto sentido de la palabra,
sino directores y orientadores del movimiento administrativo y sindical de la Sociedad. La mayoría de ellos, quizás todos, pertenecen a un partido político de clase. Ese partido se lleva todos los
meses de Albañiles para sus gastos, en calidad de
donativos, mil pesetas. Así muchos años. Hasta
que ahora, cuando la cosa iba como en el mejor
de los mundos, la directiva, nada menos que la
directiva de la Sociedad, lleva a la Asamblea una
proposición, que ésta aprueba, que los empleados de la entidad no tendrán en lo sucesivo voz
ni voto en las asambleas, que su misión se limitará a informar y a contestar a los requerimientos
de los asociados.
Suponer el revuelo. A la junta siguiente se persona en el local de la Asamblea Largo Caballero
para, sin duda, arreglar el desafuero, y no pudo
hablar. No tenía derecho. Al fin, se acuerda ver
el asunto en juntas extraordinarias y concederles
a los «damnificados» derecho de defensa. Ya se
ha celebrado una extraordinaria, y el ambiente en
eUa, según referencia directa que recojo, ha sido
adverso para los de la situación. Largo Caballero
ha hablado entre abucheo general. Viéndose aplastado anunció que llevaría el asunto ante la Federación, ante la Unión y ante la Internacional, si
fuera preciso. Los albañiles se ríen de estas amenazas, como es de suponer.
En la Asamblea venidera es posible que se decida lo que ha de ser.
En el teatro Alkázar se ha puesto una cosa de
Ramón Gómez de la Serna, o de la Gómez, como
le llama Baturrillo, que conocerá su origen, que
llevaba por título «Medios seres», que ha durado
media semana en el cartel. Y nos llenaron Madrid
de anuncios, se iluminó y se decoró con silueta»
de la obra la fachada del teatro, y el autor es jefe
de una tertulia en el Pombo, y director de una
página de «La Gaceta Literaria» y colaborador de
«EJ Sol», y viejo ratón de Itbracos viejos. Con todo
eso el público lo ha rechazado.
SUPLEMENTO
DE LA
.REVISTA
BLANCA,
Si en los periódicos se dejara explanar al público como en los teatros, de la Serna, o de la Gómez, que tanto monta, y otros de su igual y de su
fama, tendrían que cambiar de profesión, pero a
la carrera.
Sé benigno con este desgraciado, amigo Baturrillo, en tus comentarios.
J. MARTIN ARJONA
Goznenf a r i o s
iTa llego, ya ilegot
Ni el gordo era tan esperado en toda «la
E s p a ñ a del universo entero» como el director de «La Gaceta F u n e r a r i a » .
A su llegada se d i s p a r a r o n cohetes y salieron los cabezudos. Los g i g a n t e s se q u e d a r o n
eu casa, p r e t e x t a n d o que a q u e l l a era una
cuestión p r i m o r d i a l m e n t e cabezuda.
E l suegro del señor Urgoiti, d a n d o una vez
m á s p r u e b a s de su i n m e n s a modestia, cuenta
su propia llegada a Madrid en estos t é r m i n o s :
«Llego de tales a l t u r a s hispánicas—las que
perviven (milagrosamente) allí, cerca de U l t r a m a r , cinco siglos, que a mi a r r i b a d a mad r i l e ñ a he sentido golpes de aterrizaje violento. U n tocar tierra sin q u e r e r . Y eso que
he p r o c u r a d o deslizar mis alas y r u e d a s con
la m a y o r s e d a n c i a posible.
P a r e c e como si el elixir de entusiasmo alm a c e n a d o (destilado) en todo mi viaje, se m e
hubiese fracturado al tocar este M a d r i d que
se cree a ú n — ; se lo cree ?—metropolitano.»
H o m b r e , n o , M a d r i d no se cree metropolit a n o . L e basta con ser metro p a r a m e d i r las
m a j a d e r í a s que se intentan p a s a r como si fueran g e n i a l i d a d e s .
Por algo »c llama ano yaimcardlsta
Y como se lo l l a m a n , « B a t u r r i l l o » h a
empezar a z u r r a r la b a d a n a por ellos, ya
se h a n colocado a la v a n g u a r d i a . Hay
h a c e r honor al n o m b r e .
E s t o que copio t a m b i é n se ha publicado
el ó r g a n o de la F u n e r a r i a :
de
que
que
en
« F e r n á n d e z A r m e s t o , uno de los jóvenes
m á s valiosos de este nuevo r e n a c i m i e n t o de
Galicia, h a d a d o en estos días en Berlín u n a
i n t e r e s a n t í s i m a conferencia sobre R a m ó n Gómez de la S e r n a . Con un poder de síntesis
v e r d a d e r a m e n t e elogiable, F e r n á n d e z Armesto h a dado al público de Berlín u n a idea exacta, precisa, de la p e r s o n a l i d a d del g r a n escritor m a d r i l e ñ o . «La conferencia definitiva
SUPLEMENTO DE LA .REVISTA
BLANCA,,
sobre Ramón no se puede decir ni escribir—
comenzó diciendo Fernández Armesto—. Yo
sabía muy bien en el callejón sin salida en
que me metía al aceptar esta conferencia, pero la acepté porque siento una irresistible tentación por lo indefinido, por lo borroso, por
lo fenoménico.»
Bueno, y además por el dinerillo que le envía Ramón, que siente una «irresistible debilidad por todo lo que huele a circo».
1^0 de haberse metido en un callejón sin
salida es verdad y tiene gracia, aunque no
tenga salida. Era el callejón de la guardarropía del circo.
El buen seúuto
Vil
pues de ímprobos esfuerzos lograron extraerlos.
La mujer fué llevada a una embarcación, v
a los pocos momentos sintió dolores de parto.
Minutos después daba a luz una niña.
Inmediatamente fué trasladada a la Casa
de Socorro del Puerto, donde fué asistida, v
después al Hospital Clin ico.
Los presuntos suicidas dijeron llamarse José
Costa y Montserrat Costa. Son primos hermanos y sostenían relaciones que sus padres
veían con malos ojos. Por esto, ante el porvenir que les esperaba, intentaron suicidarse.»
«Baturrillo» se pregunta: ¿ Cuándo la familia vieja dejará de ser un obstáculo a la
familia nueva ?
Parece un símbolo.
Lo d ice el anuncio :
«Se ha asegurado la edición de la obra entera literaria-filosófiica y crítica de Eugenio
de Huertas.»
Lo que no dice el anuncio es si se ha asegurado contra incendios o contra lectores. Lo
™as probable es que se haya asegurado contra
ectores. Así el autor cobrará aunque la edición quede intacta.
Las obras aseguradas llevan título tan simpático y tan moderno como el siguiente: «OrDis Rictus».
Como si dijéramos: «Fatuos Tontus».
Mnevo apagalnegos
Baturrillo lee, corta y pega:
u''y-TT'^^°'7 (8 m . ) . - L o s bomberos se
ha cltn " ^ ° *" ''"^'^^ P°^1"« <=• Congreso
del aumento
aum?Jt °,
' ' ' ' ' solicitado.
° ° ^ ^ ^'° <!"« «« t e t a s e
ael
de' "paga
t-l conflicto es importante, porque agente.;
de Pohcía se han solidarizad; con'íos bomte!
IOS huelguistas, por lo que el Gobierno ha
ordenado que la Dirección General de L Z
ndad sea ocupada militarmente por las tro
pas.»
E ínterin los incendios serán apagados a tiInllnT" ^lde''°°'°
'^ "*''"*^ ^P^^a-- todos los
incendios
ahora.
Las flore» mnsttas
Claro que siendo mustias, no son propias
de la sección de Baturrillo, pero se las ha encontrado en su cajón y tiene que apencar
con las flores esas:
Orense, 22 (1. m.).—Ayer tarde se verificó
el entierro de Paula Badillo Salgado. La autoridad eclesiástica dispuso que fuese sepultada en el cementerio civil, porque Paula llevó una vida irregular. Al llegar a las proximidades del cementerio, un grupo de mujeres arrebató el féretro de la carroza y lo trasladó al cementerio católico, donde ellas mismas terminaron de hacer la fosa y sepultaron
el cadáver. El entierro no era acompañado de
comitiva religiosa alguna.
La actitud de los grupos populares se atribuye al hecho de que la finada era muy caritativa, por lo que le perdonaron las gentes la
vida que llevaba. Terminado el entierro, las
compañeras de la finada repartieron importantes limosnas en metálico a la puerta del cementerio.»
i Pobrecita! Si era buena y caritativa, ¿ qué
importaba lo demás ? Por otra parte, ¿ qué
culpa tenía ella de la vida que llevaba ?
Ahora, que «Baturrillo», en este asunto da
la razón a los curas. La Badillo mejor hubiera estado en el cementerio civil que en
el católico. Allí no se hubiera encontrado con
tanto hipocritón.
Bi ianatbmo conira la vida
«Barcelona. 2? (, f \ A
ayer tarde, unos marini;
^ " ™ " ^ ^°'^ ^^
eJ muelle de E s p T a , T ° o n ' ' ' ^^'^^"^^^'^ '^
a un mismo tiem^po^^^ ^ r m ^ f r u :
T jer, jóvenes ambos.
>= y a una mu
Los marineros se arrojaron al agua, y des-
La oruga
Continúo pegando, después de haber cortado con ciertas precauciones:
«Sevilla, 26 (1 m.).—En la iglesia de las
Salesas ha cantado su primera misa don An-
SUPLEMENTO DE LA ^REVISTA
Vlll
tonio Aldama Mendivil, conde de Aldama.
Ayudaron la misa dos hijos suyos, uno jesuíta
y otro novicio. Pronunció una plática otro hijo,
jesuíta también. En el convento de las Salesas profesó hoy la esposa del conde de Aldama. Se da el caso de que dos hijas de los condes de Aldama son monjas en un convento de
una capital del Norte de España.»
Es una epidemia o una invasión de orugas,
como otra cualquiera. Donde se pone eso, seco queda todo.
¿ttolén soüralia en el mtfic?
Ahora lo averiguará el lector:
«Berlín, 24.—-Una señora joven, acompañada de su esposo y un amigo, cenaron hace
algunas noches en un restaurante de moda
de Cassol. Después de la cena la señora estuvo bailando con su marido y el amigo de
ambos hasta que el dueño del establecimiento
le rogó que dejase el salón de baile.
La señora protestó contra ello y obligó al
dueño a que lo fundamentase. Este la contestó
que algunas de las personas que había en el
salón de baile se habían dirigido a él amenazándole con abandonar el local si no la echaba, porque, según la opinión de la mayoría,
lucía un vestido con la falda escandalosament í corta.
La señora, su esposo y el amigo abandonaron el salón de baile, pero se dirigieron a la
Comisaría para denunciar por insulto al dueño del establecimiento.
Después de varios incidentes se hk visto la
causa. El dueño del establecimiento declaró
que, tanto la señora como su esposo y amigo,
habían tenido en el salón de baile una actitud correcta; pero que él no tuvo más remedio que invitarles a que abandonaran el local,
en vista de que el público que en él había le
conminó para que lo hiciese.
El vestido causante del incidente fué llevado ante el juez, el cual, después de examinarlo
atentamente, dijo que no era más exagerado
que uno publicado aquel mismo día en una famosa revista de modas, leída por todas las
señoras de Cassol, y de donde seguramente sacaban los modelos para sus vestidos. El traje
fué, pues, calificado como de moda y completamente moral y corrector.
El dueño del establecimiento ha sido condenado a pagar las costas del proceso.»
«Baturrillo» tiene para sí que lo que sobraba
en el baile no era la falda corta de la señora,
siso su cara bonita, que debía inspirar celos
a las demás señoras de la reunión.
BLANCA,,
¡Vaya nn lio!
«Detroit, 26.—La demandante en un proceso
por incumplimiento de promesa de matrimonio ha sido indemnizada con la bonita cantidad de cuatrocientos cincuenta mil dólares
por decisión del Jurado que tenía que fallar.
Lo más curioso del caso es que el Jurado
estaba compuesto por ocho mujeres y cuatro
hombres. La mayoría femenina determinó el
triunfo de la petición de indemnización por
parte de la demandante.
La indemnización concedida en este proceso
por incumplimiento de promesa de matrimonio es la más grande que han concedido nunca los tribunales de los Estados Unidos por
una petición de esta clase.
El demandado es un individuo inmensamente rico, que ha hecho rápidamente fortuna dedicándose a la compraventa de casas. En 1917
trabajaba como obrero en una fábrica. Al saber que lo condenaban a pagar suma tan crecida, dijo que todavía salía ganando, pues se
libraba del casamiento.»
Chico, tú dirás lo que quieras, pero si todos los no casamientos te cuestan tan caros,
pronto vas a volver a lo de igiy.
¿ftiié Heac ipie fer le «no con lo otro?
«Nueva York, 23 ( " m.) .—Telegrafían de
Méjico a la Associated Press que las cincuenta
personas que fueron recientemente detenidas
por complot contra el ex Presidente Calles
habían jurado individualmente intentar asesinarlo.
Un banquete de cinco mil cubiertos que estaba organizado para ayer en el rancho de
Santa Bárbara, propiedad del ex Presidente
Calles, fué suspendido a última hora.
Las autoridades mejicanas han expulsado a
veinte sospechosos, a quienes se cree anarquistas internacionales.»
i Qué necesidad hay de matar a Calles para
que uno sea anarquista c «internacional», nada menos ?
Si «Baturrillo» ve alguna relación en el telegrama que se acaba de leer es en lo de los
cinco mil cubiertos. Eran muchos cubiertos
y los anarquistas «internacionales)) sirvieron
a maravilla como medida económica para evitarlos.
BATURRILLO.
E L TEXTO DEL
PRESENTE
N Ú M E R O HA S I D O S O M E T I DO A L A P R E V I A C E N S U R A
SUPLEMENTO DÉ LA JiEVISTA
BLANCA»
^ l o s colabcvadovcs
y
amigos de **Hedención"
Camaradas:
Tenemos el propósito de que «Redención» responda a las necesidades de la propaganda altamente anarquista y a la seriedad que semejante
empresa requiere.
El grupo editor quiere afrontar toda la responsabilidad moral que le incumbe para cumplir la
promesa de no hacer un periódico más. A tal
efecto y convencidos de que el periódico lo han
de avalar con sus trabajos los colaboradores, llamamos la atención a todos los compañeros que
por carta nos hemos dirigido, para que nos contesten a la mayor brevedad (los que aún no lo
han hecho) en qué sección de las cuatro en que se
dividirá el semanario—Filosofía, Ciencia, Arte y
Combate—quieren estar comprendidos.
Hemos decidido confeccionar por secciones el
periódico por ser esa la forma que requieren las
publicaciones modernas.
A los amigos, les repetimos una vez más desplieguen la máxima actividad en la recaudación de
fondos para ver coronado con el triunfo el propósito que nos anima.
Correspondencia y giros a Eduardo Cortés, San
Mateo, 26, Alcoy, Alicante (España).
IX
Perpignan (Francia): León Sutil
Alicante : Entre varios compañeros
Total ingresos
6'86
5'—
346'85
Notas.—Mensualmente daremos cuenta de los ingresos por medio de «Despertad» «Acción Social» y REVISTA BLANCA.
Si algún compañero o grupo encuentra alguna
equivocación, esperamos nos lo diga inmediatamente para hacer la debida rectificación.
EL GRUPO EDITOR.
£a IMcveloL Jdíeal
Se publicaron, como teníamos dicho, el día
2 «El hombre de los dos platos de sopa», de
Diego Ramón, y el día g «Un héroe descocido», de Valentín Obac.'
Según los termómetros que nosotros utilizamos para saber si una novela gustó o no a
sus lectores, que es preguntándoselo a ellos
mismos, resulta que ambas producciones fueron muy del agrado de los habituales de «La
Novela Ideal».
EL GRUPO EDITOR.
Alcoy, I-12-29.
Cantidades recibidas, para que reaparezca «Re«lención», desde el día 6 de octubre al 16 de diciembre de 1929 :
Pesetas
Alcoy : Producto de una rifa
Alcoy: Recaudado
Villena : Grupo «Paso a la anarquía»
t^reasque (Francia) : P. Muñoz ..
Fenoullet (Francia): José García ... . '
Sagunto: Grupo «El nuevo día, .
Castro del R í o : B. Montilla
"
Algeciras : A. Madrid ...
Godall: J. Pago
.'. •.;. "." '"
Bujalance : J. Pérez
Arcos de la Frontera : Grupo «Renacer»
Santander: Bienvenido Gallego
Murcia-: De un grupo anarquista
Puertollano: Santos García
Madrid: Juan de Mata
Cartagena: Grupo «Espartaco»
Carcagente : Aibetola
^ « a g e n t e : Grupo .Los propulsores,
Taberne. de VJldigna: A , Roig
Oran: Grupo «Kropotkin
.
Cieza: Comité Comarcal ..
Utiel: Hernández
Barcelona: B. Esteban
Valencia: A. Bom:h
|..
Perpignan (Francia): Paulino i w " .'.'."
28'—
6175
10'—
5'—
13'05
25'—
["
8'50
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37'50
6'25
...
875
156 6-25
%_
|'_
••_
".'. I0'85
El día
sed», de
hija del
y el día
Federico
12 se pondrá a la venta «La infinita
Federica Montseny, el día 23 «La
sepulturero», de Diego R. Barbosa,
30 «La alegría del Ampurdán», de
Urales.
Ca Üevísfa intanlil
'"Floveal"
i Niños I Todos los que lo sois por vuestros
años y cuantos lo sois a pesar de ellos: ¡ U«
saludo!
«Floreal», desaparecidas las causas que lo
impedían, va a publicar su número 27.
Creemos que el mejor modo de agradecer
y contestar a las numerosísimas cartas que
llenas de cordialidad se nos han dirigido de
cerca y de los más apartados lugares y núcleos de habla española, es llevar a la práctica
nuestra primitiva idea de vender la revista de
16 páginas a 10 céntimos, de acuerdo con los
amigos que a ello nos deciden y a fin de que
la semilla pueda llegar a mayor número d t
tiernos cerebros e ingenuos corazones.
Cuantos tengan una idea de los precios de
imprenta y sobre todo de lo que pagamos por
dibujantes—los, mejores en su género—y grabados, comprenderá el gran esfuerzo que re-
X
SUPLEMENTO
presenta publicar u n a revista infantil h e c h a ,
no p a r a seguir l a c o r r i e n t e — q u e por t a r a s a n cestrales t a n t o gusta—sino p a r a ir contra la
corriente de b r u j a s , robos, detectives, cortacabezas, c r í m e n e s , que p u e b l a n de f a n t a s m a s
las mentes y de odio y m a l d a d los tiernos corazones.
Q u e cuantos t e n g a n noción de la responsabilidad de la a c t u a l generación y c o m p r e n d a n
lo que significa «Floreal» obren a c t i v a m e n t e
en consecuencia.
Confortados por el aplauso fraternal de tantos q u e nos a l i e n t a n en n u e s t r o fervor de u n
futuro d i g n o y dichoso, sabremos l a b o r a r y
hacer que « F l o r e a l » p r e p a r e y e d u q u e u n a juv e n t u d d i g n a de nuestras ilusiones y de los
tiempos n u e v o s .
A fin de r e g u l a r i z a r la t i r a d a , rogamos la
mayor diligencia en f o r m u l a r los pedidos o
en r e n o v a r l o s , pues no se servirá n i n g ú n ejemp l a r que no se haya solicitado.
Haced que no h a y a un solo pueblo donde
no llegue « F l o r e a l » .
Descuentos a c o s t u m b r a d o s a corresponsales
T o d o a la correspondencia y giros al apartado de Correos n ú m e r o 796, B a r c e l o n a (España) .
.Se solicita la reproducción en toda la prensa que a n h e l a u n a H u m a n i d a d mejor.
Suscvipcién
pro
Juan Soiie
(FALLECIDO)
Pesetas
Gómez (Pino)
Pescaderos (Parque)
P e ñ a «Lobos de Mar»
16'—
5S'—
239'—
Entregadas.—Total
Barceloneta.
310'—
Ccnfevencia
e n fUtMftaeé
El día 24 del pasado diciembre, por la noche,
dio au anunciada conferencia en la Sociedad Cooperativa obrera de consumación «La Estrellan, la
pulcra escritora y novelista doña Angela Graupera. conocida literalmente por los lectores de «La
Novela Ideal» y de LA REVISTA BLANCA, como también de todos los amantes de las letras.
EU tema de la conferencia fué «La mujer a través de la Historiau. La conferenciante empezó con
su srande y amena elocuencia a buscar la manera
en que vivía la mujer en los tiempos prehistóricos.
DE LA
.REVISTA
BLANCA,
o sea, en las tétricas épocas de las cavernas y los
cians, demostrando que en dichas épocas la mujer
no pasaba de ser una cosa cualquiera para la satisfacción y deseo del hombre.
Después de haber estudiado, al alcance de todos
los oyentes, por su sencillez y firmeza, la forma
cruel en que era considerada la mujer en los referidos tiempos, hizo un análisis de las primeras constituciones códigas y civiles, comprcH^n^Jo con una
infinidad de argumentos que las leyes escritas para
regir la sociedad, todas, absolutamente todas, estaban hechas para reconocer la autoridad del hombre sobre la mujer. Es decir, aceptando tan sólo la
educación de la mujer para el amor. Recordó que
estaba prohibido que la mujer aprendiera a leer
y escribir, por entender que el sexo femenino no
podía tener los mismos derechos que el masculino.
Pero—dijo la conferenciante—los tiempos han ido
evolucionando y han salido pequeñas minorías de
mujeres que se han impuesto por su valor y ?u
saber, y han demostrado que no sólo para el amor
sirve la mujer, sino que también sirve para ser
compañera del hombre, compañera espiritual.
Al llegar aquí, la señora Angela Graupera nombró a una infinidad de mujeres que han pasado por
la Historia evidenciando que la mujer es tan útil
para el progreso y la evolución de la Humanidad
como pueda ser el hombre. El problema estriba en
abrir las puertas del saber lo mismo al hombre que
a la mujer, cosa que aún no se ha reconocido.
Con su bien timbrada voz explicó los derechos
que habían alcanzado las mujeres de diferentes
países, derechos políticos y sociales, poniendo en
conocimiento del auditorio que las naciones donde
la mujer estaba más atrasada, por haberle quitado
siempre los derechos que se merpce. son Italia y
España.
En este momento, la conferenciante, muy oportuna, dio lectura de algunos artículos del Código
civil, lo que dejó bien demostrado que a la mujer
se la tiene con la misma condición del hombre
criminal, ladrón y degenerado. Aquí, la conferenciante, con toda su alma, instigó a la mujer a que
se despierte de una vez para llegar a la altura de
la mujer de las naciones donde ya se le había considerado útil, por la buena marcha de la sociedad,
por la buena marcha del progreso y de la civilización.
Con mucho acierto fustigó que a la mujer, dentro del taller y la fábrica, haciendo el mismo trabajo que el hombre, »e le diera el jornal más reducido, es decir, »e cometiese una más grande explotación que no al hombre—dijo—; la mujer también tiene su» padre» viejos y enfermos, y después
de todo, es un »ér tan digno de consideración como
el hombre.
Terminó su peroración la señora A. Graupera diciendo que cuando la mujer esté debidamente preparada para hacerse respetar como ser consciente,
aquel día finirá el monstruo más detestable, d que
más daño hace y el que más odios encarna, el
SUPLEMENTO
DE LA
^REVISTA
Xf
BLANCA,,
monstruo guerra. Y a continuación dijo, con la brabura y la vibración de su corazón, que el día que
la guerra llegue a su fin será la hora alcanzada para
ir hacia delante, hacia la sociedad futura, la socie-
Scvvicic
POR LAS VICTIMAS DE LA REACCIÓN
BOLCHEVISTA EN RUSIA
i Es necesario acudir rápidamente en su ayuda !
(A. I, T.). La fuerza moral de un movimiento se
reveía principalmente con la solidaridad práctica
que presta a sus camaradas perseguidos o despojadlos de libertad. Ahí reside la verdadera piedra de
toque de la eficacia de una idea y de la seriedad
moral de los que la profesan.
En estos tiempos de fascismo y reacción general
" " faltan, desgraciadamente, numerosas víctimas
"* *°do8 los países que, enterradas entre los muros
istes de cárceles y presidios, deben pagar el delito
c haber osado luchar contra el sistema dominan• OÍ, no obstante, sólo hablamos aquí de las víc88 de la reacción bolchevista, ello no obedece
" que los sufrimientos y dolores de los demás heruo« de log otros países no nos duelan de todo
on o a que tengamos en menos su espíritu
, sacrificio. No, tal actitud se halla muy lejos
e nuestra intención y no podría jamás concordar
con nuestras aspiraciones.
Si a pesar de todo hacemos un llamamiento especial en pro de los hermanos y hermanas que en
as pr,sio„e. del gobierno bolchevique, en las tetudee de S.bena sufren inocentemente, ello es portrald
• " " " " ' " * ^ ' " " " P « " " calvario cxtraordmano y su martirio es doblemente abrumador. doblemente penoso. En todos los demás países nuestros presos son víctimas del sistema capitalista, victimas de gobiernos burgueses, ya tengan
un carácter abiertamente fascista como en Italia
España. Portugal, etc.. ya traten de esconder sus
me todo, represensivos bajo los pliegues del sistema
han c^M " " " • , ^r ^ ' ' = " " ^ ' ^'^ ' " convicción, que
vTa o r ^ f ^ - r ' " = ' ' " . ~ " ' ' « 1» explotación capitalista
fe les ne
" T " " * ' ' ^ " ' " « " " trabajador conscienen R u . T » T
'"°"°<='"'¡<=«o que merecen. Pero
ma «proletario yy p
e T e ^ d f ^representar
" " ' ° ' ^ ' " " °as^""^
""= -J-'
"^pretende
id—
representar las
ideas
del
socialismo, mientra, que en realidad ño es más
que el instrumento de don
minoría privilegiada, a T T u a f " 1 ^ ' " " ""''^^
•iir«- J. l,„- j
''' «comunismo»
«irve de hoja de parra para ocultar su tiranía. No
dad de amor y libertad, de ritmo y arte, de dicha y
placer, convirtiendo el mundo en una sola frontera,
en una sola patria, patria universal,
Fué muy aplaudida.
JULIO Pl
d e a. <J. T.
es bastante con que nuestros camaradas languidezcan tras muros y rejas por el solo delito de defender sus ideas, éstos se hallan además abandonados
a la burla desenfrenada, la calumnia y al odio
fanático de aquellos de cuyas filas han salido y
por cuyos intereses morales y materiales lucharon
incansablemente. Millares de proletarios engañados de todos los países les consideran como traidores, contrarrevolucionarios y enemigos jurados
de la emancipación proletaria; y nuestros camaradas no pueden evitar que se vuelque sobre ellos
tanto cieno y tanta infamia, pues sus voces no son
escuchadas, y raro es el grito de protesta que llega a oídos de la opinión pública.
Sin embargo, muchos de los actualmente presos lucharon ya bajo el régimen zarista, jugándose
la cabeza por la causa del socialismo, peregrinaron
ya de cárcel en cárcel, animados por un ardiente
idealismo y por una fe inquebrantable en la causa
del pueblo, para la cual ningún sacrificio les pareció grande. Y muchos de ellos también combatieron en primera línea en las batallas de la
Revolución, contribuyeron con todas sus fuerzas a
echar abajo la autocracia y el despotismo y a rechazan los ejércitos de la contrarrevolución.
Han puesto todo lo que han podido al servicio
de su causa, que es la causa de los oprimidos y
desheredados.
Y estos mismos hombres son hoy víctimas de un
£gtado que anula implacablemente todo derecho
a opinaf libremente, que expulsa del país a sus propios ciudadanos o les hace sucumbir en las mazmorras de sus cárceles por el delito de tener una
opinión y exponerla masculinamente, ya que no
han querido callar a pesar de los mil peligros que
toda manifestación libre trae consigo en el oparaíso» soviético. Pero no contentos con arrancar
brutalmente a la vida libre a todos esos hombres
y mujeres por haberse permitido ostentar ideas
que agradaban a los potentados rusos y que chocaban con los fundamentos de la razón de estado
bolchevista, se les ha deportado en su mayoría a
los más apartados lugares, que por no haber recibido el contacto de ninguna civilización, por la inclemencia del clima y otras circunstancias graves
convierten la vida en un tormento constante.
Así se da el caso 'de que el tristemente célebre
XII
convento de Solowietz en el mar Blanco, que bajo
el zarismo había sido suprimido como punto de
deportación, es vuelto a utilizar, en la época
de la llamada cdictadura proletaria» y aloja actualmente en sus muros a una cantidad de presos políticos, entre ellos un grupo de anarquistas. Las
condiciones de vida en ese infierno son indescriptibles .Durante nueve meses del año se hallan los
presos aislados completamente del resto del mundo y sometidos a la arbitrariedad del gobernador.
Todas las protestas de los presos políticos, las huelgas del hambre y otros medios para la consecución de condiciones de vida más humana han sido
enteramente inútiles hasta ahora. Otra inhumana
crueldad consiste en negar a los deportados el derecho a trabajar, mientras que por otra parte los
seis rublos mensuales que el Gobierno les paga
no alcanzan ni siquiera para satisfacer las necesidades más primitivas e indispensables. Esta medida brutal no tiene más finalidad que la de agotar la resistencia de los presos y obligarles a dirigir una instancia al gobierno en la que abdican de
sus ideas y se declaran de acuerdo con el régimen
bolchevique.
Si un gobierno burgués llevara a cabo estas acciones inquisitoriales, es seguro que ello levantaría una ola de protesta en todos los países. Pero en
este caso, en que cada crueldad es justificada con
la cdictadura del proletariado», incluso pretendidos socialistas consideran como naturales estas cosas que en otras circunstancias habrían provocado
su más profunda indignación. Es, pues, una verdad incuestionable : El peor de los despotismos es
el que se ejerce en nombre de la libertad.
Numerosas cartas procedentes de las cárceles y
centros de aportación rusos informan constantemente de las refinadas crueldades con que se atormenta a los presos. Y como en tal situación no existe la menor probabilidad de ser libertado, la energía de los torturados se agota más y más, y éstos
se precipitan en la más amarga desesperación.
He aquí el caso de nuestra compañera Raia Schulmann, que, desgraciadamente, no es más que uno
entre ciento de ellos. Raia Schulmann fué brutalmente maltratada, juntamente con otras reclusa»
políticas, en el presidio aislador de Verny-Uralsk.
Se la despojó de los vestidos y se la arrastró por
los cabellos escalera abajo. La consecuencia inmediata de esta brutalidad fué una neurosis gravísima. Gracias a los esfuerzos de su familia se la
trasladó a Moscou, donde fué instalada en el hospital de la cárcel. Pero al cabo de un mes se la
recluyó de nuevo en una celda. Y cuando por fin
había cumplido su condena, se la deportó de nuevo por tres años a Siberia. Al solicitar que se la deportara al mismo punto en que su compañero Dolinsky cumplía condena, su petición fué rechazada
fríamente. Tenía que estar sola, ninguna mano
amante debía asistirla en su enfermedad, hasta que
la salud de su cuerpo y de su espíritu estuviera completamente destrozada.
SUPLEMENTO
DE LA JIEVISTA
BLANCAr,
La trágica suerte de nuestra camarada Paula
Kurganskaya, madre de dos niños sin asistencia,
la cual ha muerto de un ataque cardíaco en su
destierro de Jasnaia Poliana, es típico en lo que
se refiere al destino de nuestros presos en Rusia.
Paula Kurgankaya era una de nuestras mejores
compañeras. Había tomado parte en la Revolución
de octubre. Era abnegada en alto grado, por lo
cual se la apreciaba sumamente, y poseía un carácter inquebrantable que ninguna tortura consiguió doblegar, hasta que el cuerpo no pudo soportor más tanta iniquidad. Un calvario de diez túios
ha puesto fin a su vida.
Las noticias que recibimos de cárceles y puntos
de deportación rusos son terribles. Más de ochenta
de nuestros camaradas recluidos o deportados padecen reumatismo, tuberculosis, enfermedades cardíacas, enfermedades clónicas del estómago o malaria, alguno* padecen variaa de estas enfermedades a la vez. Incluso la salud más vigorosa y robusta no puede resistir esas torturas físicas y morales constantes.
i Compañero» de todos los países 1 Nos dirigimos
a vosotros en nombre de las víctimas inocentes
de la reacción bolchevique. | No desoigáis al voz
de la desesperación ¡ Se necesita un auxilio rápido. £1 invierno ruso ha comenzado ya, y muchos
de nuestros camaradas se hallan sin la ropa indispensable pata hacer frente al frío. A pesar de todos
los esfuerzos del Fondo de Socorro de la A. i. T.
no se ha podido suministrar a los presos más que
lo imprescindible, pero aun esto no es ya posible
en los últimos tiempos, pues los donativos que ingresan son cada vez menores.
I Camaradas : No olvidéis a los presos y perseguidos ! ¡ No les arrebatéis el último alivio de su
existencia miserable! Cada pequenez, cada prueba de camaradería es de valor inestimable para
ellos. Los que sucumben y son mortalmente atormentados son carne de nuestra carne y sangre de
nuestra sangre ! Comprended que la reclusión durante años y años bajo terribles condiciones ejerce
una influencia espantosa en el cuerpo y el espíritu. ¡ Ayudad pronto I | Ayudad abundantemente ! Vida» humanas se hallan en peligro; vuestro
deber e» impedir que sucumban. | Agitad por todas
partes I ] Demostrad que en nuestras fila» la solidaridad no es una palabra vacia de sentido, sino
una realidad viva, que sabe permanecer fiel a los
hermanos y hermanas que necesitan de ella I
RuDou ROCKER
POR LOS CAMARADAS PRESOS Y DEPORTADOS EN RUSIA
1 Ayudad todos ! [ Ayudad sin demora I
Cantaradas : Eli gobierno ruso celebra el duodécimo aniversario de la Revolución de octubre. Se
organizan fiestas, se celebran paradas y se pronuncian enfáticos discurtos sobre la victoria del
proletariado. Los actuales gobcnumtM d« Ruaia no
SUPLEMENTO
DE LA JiEVISTA
XIII
BLANCAr,
«e cansan de proclamar que son los verdaderos y
únicos administradores de la herencia de la Revolución.
Pero al mismo tiempo otras voces llegan a nuestros oídos. Son las voces de los presos y deportados revolucionarios, luchadores de la revolución de
octubre, que se hallan en cárceles y puntos de destierro. Estos son los verdaderos luchadores y martires de la revolución social, los cuales bajo la dictadura actual son tan perseguidos como en tiempos del zarismo. Su situación no ha mejorado en
nada, sus sufrimientos continúan siendo los mismos.
Desde hace más de un decenio, sindicalistas y
anarquistas son arrastrados de cárcel en cárcel o
puntos de deportación por la policía administrativa rusa, generalmente sin proceso ni condena previa por tribunales competentes. Estos sufrimientos largos y constantes les han quebrantado física
y moralmente.
Tan sólo el pensamiento de que la idea de la
revolución social, por la cual ellos lucharon en octubre de 1917 y vienen sufriendo después, se halla fuertemente arraigada en el proletariado internacional, y la espepranza de ser auxiliados por
los camarades de todos los países, consigue darles
fuerzas para soportar su calvario.
El proletariado revolucionario de todos los paí»es cona los luchadores rusos de la revolución de octubre como la avanzada de la revolución social internacional. Ayudarlos en su grave
y desesperada situación, apoyarlos moral y materialmente equivale a mantener vivo el pensamiento
de la solidaridad revolucionaria y representa una
manifestación de simpatía para con la Revolución
de octubre.
En los últimos tiempos venimos recibiendo noticias alarmantes de las cárceles y lugares de deportación de la Rusia sovietista. Los luchadores de
la revolución social se han convertido en victimas
de la dictadura estatal. A consecuencia de las miserias y privaciones en que nuestros presos se debaten se multiplican entre ellos enfermedades graves e incurables.
El proletariado internacional no debe dejar desatendido el grito de dolor que parte de las mazmorras de la dictadura sovietista. Es preciso que
acuda solidariamente en auxilio de sus hermanos
y hermanas que agonizan bajo el terror dictatorial
moscovita. [Que cada cual ayude en la medida
de sus fuerzas, pero que ayuden todos I
La Asociación Internacional de los Trabajadores
organizó ya hace varios «ños un Comité de Socorro para organizar el auxilio a los anarquistas
y sindicalista, preso, y perseguido, en Rusia. La
solidaridad de nuestros camaradw de todo. lo.
países ha permitido hasta aquí a hacer más soportable la situación de ciento, de victimas. Pero
k), medio, financieros se hallan ahora agotados.
Este llamamiento ya dirigido a todos lo, elemen-
tos de nuestro movimiento e ideológicamente afines. Que todos pongan mano sa la obra de un
modo rápido y eficaz. [ Viva la solidaridad internacional I
El Secretariado de la Asociación Internacional de
loa Trabajadores.
FRANCIA
A. 1. T.). En el pasado número de nuestro Servicio de Prensa tratamos ya del Pleno nacional de
nuestra sección francesa. A continuación damoa
hoy a conocer extractos de las principales resoluciones recaídas en el mismo :
Propaganda.—Se acordó hacer todo lo posible
por transformar en semanario el actual órgano
mensual de la C. G. T. S. R., «Le Combat Syndicaliste». En lo concerniente a la propaganda verbal se convino en que la eficacia de un solo mitin
o conferencia en una localidad es generalmente
escasa, por lo cual se acordó recomendar que lo»
propagandistas permanezcan cierto tiempo en una
localidad, a fin de que puedan desarrollar una actividad organizadora y acostumbren a laborar con
constancia a los elementos que como resultado de
los mítines se interesen por la organización.
Seguro social.—La ley sobre cajas de enfermedades dada a conocer el 5 de a^ril de 1929 presupone la militarización y esclavización de las masas obreras. Agudiza el control de los patronos y
el estado sobre la vida de la dase obrera. Por otra
parte, los propios trabajadores son casi excluidos
por completo de la administración de las cajas y
ju control. Mediante la cotización obligatoria Macentúan los poderes del estado sobre la clase
obrera y se limita la libertad de acción de la misma. Por esto la C. G. T. S. R. incita a sus miembros a no ingresar en estas cajas; como además
la promulgación de la ley traerá consigo un aumento del costo de la vida, los trabajadores deben pedir un aumento de los salarios en un 20
por 100.
Introducción de ana caja de huelgas.—Dado el
empobrecimiento progresivo de la clase obrera, los
trabajadores se encuentran sin medios cada vez
que estalla una huelga. A fin de ponerles en situación de poder satisfacer sus necesidades más indispensables se crearán cajas de resistencia locales,
administradas de un modo enteramente independiente. La central nación editará timbres de solidaridad. Cada miembro deberá pegar en su carnet un sello mensual de solidaridad, cuyo importe será de un franco; 75 céntimos permanecen en
la caja local y 25 serán girados a la caja central
de solidaridad.
La creación de cajas de resistencia y solidaridad
constantes y extensivas a todo el país es algo nuevo en el movimiento sindicalista de los países latinos. Esperamos que esta innovación dé buenos
resultados.
SUPLEMENTO
XIV
DOS CONGRESOS.—TRES DERROTAS
(A. 1. T.). Los Congresos de la C. G. T. y la
C. G. T. U. se celebran siempre en el mismo período ; es una regla. Es preciso poder mostrar ai
mundo la diferencia que existe entre los dos comicios—el uno reformista, el otro revolucionario.
Verdad es que si cada uno de los Congresos se
celebrara en períodos diferentes, nadie hablaría ni
del uno ni del otro, mientras que la simultaneidad
obliga a los cegetistas a habla rde la C. G. T. U.
y a los lunitarios» de la C. G. T.
La representación monótona del Congreso de la
C. G. T. caracteriza el estado de espíritu de sus
dirigentes «Orden y progreso» parece ser la divisa... lo mismo que la del Estado del Brasil. Probablemente es comprendida de la misma manera.
Orden, con auxilio del estado y el gobierno; progreso, por la intervención gradual del proletariado
en los engranajes políticos y económicos del estado. Así se espera un día llegar a la síntesis : orden por el proletariado !
Desde que la C. G. T. ha estado representada
en la Sociedad de Naciones vía Jouhaux, la idea
del sindicalismo ministerialista ha germinado en
las cabezas de nuestros cegetistas dirigentes. Y algunos delegados no han podido resistir la tentación de hacer preguntas a este respecto el futuro
ministro socialista (o quizá incluso radicad-socialista) Jouhaux. Este último, que realiza ya su aprendizaje, no ha respondido por la negativa, sino que,
en su calidad de buen aprendiz de diplomático,
ha explicado que «el día en que tengamos que llevar a cabo un acto en tal sentido, vendremos ante
vosotros netamente, con claridad, con precisión,
os manifestaremos nuestro pensamiento y os invitaremos a responder. Hasta entonces os prohibimos
formular sospechas sobre nosotros.»
Verdad es que cuando ese momento llegue, Jouhaux obtendrá una gran mayoría en favor de su
participación ministerial. Y e neste incidente, que
ha pasado casi desapercibido por el Congreso, hallamos nosotros la quintaesencia misma de la actividad presente de la C. G. T. Por lo demás, y
de una manera igualmente equívoca, Jouhaux, no
obstante proclamar «que no había peligro de que
el ministeriíJismo se instalase en la C. G. T.», se
apresuraba a agregar ; «pero hay necesidad de que
la C. G. T. esté presente allí donde se discutan los
intereses morales y materiales de la clase obrera» !
Y, naturalmente, como los intereses morales de la
clase obrera son generalmente discutidos (¡ sobre
todo discutidos!) en el seno del gobierno, preciso
será que Jouhaux—que quiere estar en todas partes—se encuentre también allí.
Ello no e» más que una cuestión de tiempo y de
política electoral.
Desde el día en que la C G. T. participó en la
guerra imperialista, sigue lógicamente su caminito. Después de haber dejado entonces de ser en
DE LA
zREVISTA
BLANCA,
principio un órgano de lucha de clases, lo ha dejado de ser de hecho después de la guerra.
Lo que es doloroso es ver a varios de nuestros
militantes que después de los acontecimientos excisionistas de los «unitarios» a los Monatte y Rosmer, etc., se habían retirado a la autonomía, no
salir de ésta al constituirse la C. G. T. S. R. más
que para ingresar en la vieja C. G. T., a fin de
«levantar la corriente y hacer volver a la C. G. T.
a su espíritu revolucionario de anteguerra. Esos
camaradas han preferido ser una oposición parlante en el seno de la C. G. T. potente... ; pero reformista, antes que una fuerza activa en el seno
de la C. G. T. S. R. ,débil, pero revolucionaria.
Ahí tenemos a Bastien, redactor del Libertaire,
delegado del Sindicato textil de Amiens, que nos
habla aún de la Carta de Amiens, no queriendo
comprender que en 1929 no se puede hablar, después de la guerra y las revoluciones de estos últimos quince años, el lenguaje de 1906, y que a pesar de todas las cualidades del sindicalismo revolucionario de anteguerra—nosotros somos los últimos en desdeñarleis—y de todo el valor intrínseco de la Carta de Amiens, los acontecimientos
de postguerra exigen de nosotros actitudes claras
y precisas que nuestros programas revolucionarios
de anteguerra no poseían ni podían poseer. Bastien opone a esto un doctrinarismo estrecho que es
tan peligroso como el reformismo delicuescente del
organismo sindical al cual él pertenece. Por lo demás, el propio Bastien se da cuenta de lo que significa e Icolaboracionísmo de la C. G. T., ya que
declara no desear ese neosindicalismo de la C.
G. T. que «se orienta hacia una especie de laborismo». Entonces ¿qué necesidad tiene de continuar
allí?
Ahí tenemos también a nuestro camarada Le
Pen, del ramo de construcción. Este continúa creyendo que la C. G. T. es un organismo independiente de toda presión política, pues, pensando
en «ios escorpiones dispuestos a devorarse mutuamente» en el Congreso de la C. G. T. U., Le Pen
declara con una ingenuidad asombrosa «que mañana los que no pueden continuar en un organismo
sometido a influencias políticas podrán dirigirse a
la C. G, T., en la cual está realizada la síntesis
del movimiento sindical».
Con la experiencia Jouhaux-Paul Boncour en la
S. D. N., con la cartera «laborista» que la C. G. T.
permitirá un buen día a Jouhaux tomar de manos
de loa políticos, con toda la conducta cegetista del
partida socialista francés y política de los líderes
cegetistas, hablar aún de independencia y síntesis
del movimiento sindical e», por lo menos, de una
simplicidad que hace dudar del espíritu de continuidad de Le Pen. Pero quizá el propio Le Pen
atraviesa po run período de evolución hacia el colaboracionismo. ( N o se atreve a proclamar en su
informe complementario sobre el antimilitarismo
que la Sociedad de Naciones, aunque no es suficiente para luchar coaira la guerra, es, no obstante.
SUPLEMENTO
DE LA
^REVISTA
BLANCA,,
útil (?) «Que se tome parte en sus trabajos»,
declara alegremente Le Pen, «pero que ello no impida el llevar a buen término la educación pacifista de la clase obrera». (Todos los pasajes citados hasta aquí han sido tomados de las informaciones aparecidas diariamente en «Le Peuple»).
i Le Pen, partidario de la Sociedad de Naciones
y propagandista pacifista !
Hagamos punto y bajemos el telón sobre esta
comedia trágica del proletariado francés.
E L SECRETARIADO DE LA A.
(Confínaará esta
I.
T.
injormación.)
Suscripción internacional a favor
de los presos p o r cuestiones
sociales
Pesetas
S u m a anterior
Repartidas
4i.o8g'8c)
39.500'—
Sobrante
Vamos a empezar el doceavo reparto por la Colonia P e n i t e n c i a r í a
del Dueso, por el P e n a l del P u e r t o
de S a n t a M a r í a , por C a r t a g e n a y F i gueras.
Hemos e n v i a d o a la Cárcel Modelo
de V a l e n c i a , p a r a seis presos a
razón de 25 pesetas cada uno
i.sSg'So
A repartir
Palma de MaUorca.—M. Brigo, o ' s o ;
A M a r i , o ' s o ; J . P i e r a , o'2s ; A.
S " : '/*^:=^-^°l^'°'75;Juan.
0 2 5 . F Simonet. 0-25; E . P r a t s ,
0 7 5 ; ; J . G e l a b e r t , o ' 3 o ; F Verger, o'3o; t o t a l . , . .
•439'89
Mataré _ J . Compte y J . Comas .•.'.'
Valencia.—G. S o l i d a r i d a d
Valderrobles.—Unión V a l d e r r o b r e n se, 20 p t a s . ; J . D u r a n , i ; M. Bor r a s , I ; J . C e l m a , 0-30! L. C a p a u s ,
o ' s o ; E . S e g u r a , 0-30; R. Vidal,
o'3o; J . P o n s , o'3o; total
F o r d s o n - M i c h . - E n v i a d o por C. E d o
Martí
Barcelona.—Prísdlo...'
y " ° " » - - A n d r é s Sarrate'...•':..
A u b e r v m i e r s . - M . S a s t r e . 50 írs.'!
P . González. , 0 ; R. C l a u d i o , r o ;
R. R i b e r a . , 0 ; P e l e g r í n . , 0 ; F .
Rodríguez, 10; a h o r r o de la Re
'"^ i46'8o
7 ^ . « ^ francos,
7 ' ' * " ' ^al' ' cambio
-^^'8°: t o t a l .
B e n i c a r l ó — R . S o r i a n o . o'^r".' T'
Martínez. 0-25; J . Gascón. ó'2o"
150'-
13 —^
5'-
23*70
25'-
s'7'-
40'—
XV
V. Mejías, 0*25; P . Alsina, 0*20;
J . A n g l é s , o ' 2 0 ; J . Año, o ' s o ; U n
á c r a t a , o ' 2 6 ; M. L l . , o ' 2 5 ; J . Calvet, I ; J . A r n a u , i ; V. P i ñ a n a ,
o ' s o ; F . C a l v e t , i ; J . Año F . , i ;
M. T o r r e s , 0*35; J . B o r r a s , o ' s o ;
J . F e b r e r , o'3o; M. R a m ó n , o ' s o ;
J- V., 2 ; G. B u e n o , o ' z s ; B . E s b r í . o ' s o ; P . P i ñ ñ a n a . o ' s o ; V.
A g u t , o ' s o ; X . X . , o ' s o ; total ...
Huelva.—G. F . Ferrer
Burdeos.—G. A n ó n i m o
A s e ó . — E n v i a d o por F . B i a r n é s ...
Vitoria.—De unos compañeros
Drancy.—A. C a r r a s c o : Del beneficio de la Revista y N . I d e a l .
so francos, al cambio
Ribas de Fresser.—A. T r i a d ú
H a r o . — J u s t o A b a i g a r , i ; E . Bacig a l u p e , 1; total
La Corufia.—J. S
í d e m . — S i n d i c a t o de P i n t o r e s
ídem.—Sindicato
M e t a l ú r g i c o , en
dos veces
í d e m . — S i n d i c a t o de P e l u q u e r o s y
Barberos «La F r a t e r n a l »
Grupo ((Los Iguales»
Saint Yorre.—Barrios. 3'so f r . ; U n
rebelde. 3 ; A. Sáez, 4 ; M. C e l a .
5 ; Sebastián. 3 ; J . Ruiz. 2 ; P .
Gómez, 2 ; P . T o m a s a , 2 ' s o ; tot a l , 25 francos, o sea
Barcelona.—Agente seguros, : ; C.
S., I ; R . G . , 2 ; Miret, 3 ; Asensio
B e r n a l S e g a d o . 3 ; Nicolás B e r n a l
Carrión, 2; Germán, i ;
Juan
F r í a s , o ' s o ; N o g u e r o l , o ' s o ; Bonafé, i ; E l Noi de la M a r e , o ' s o ;
Q u a l s e v o l , i ; total
í d e m . — D e u n g r u p o de trabajadores de las Obras del P u e r t o
í d e m . — S . Martínez, 2 ; J o s é Busto,
S; U n o de S a r r i a , i ; total
Badalona.—Un c o m p a ñ e r o , 5 ; Marzo, I ; total
Torelló.—P. Figueras
Barcelona.—Ladrilleros : Ilusionista, o'so; Andrés, o'so; Uno, i ;
J a u m e t , o ' s o ; Dos, o ' s o ; U n desconocido, o ' 2 s ; A m u n t . 0*50; S.
C a r r a s c o , o ' s o ; Ilusionista, o ' 2 s ;
U n o , o ' s o ; total
Ripollet.—Manuel P e d r o
Baracaldo.—En el n ú m e r o 156 aparecen d e : Varios c o m p a ñ e r o s , 10
pesetas, y t e n í a n q u e ser 17, por
tanto faltaban
Poliflino.—Jaiípe E s c o r i g ü e l a
Total
i2'75
Q'31
8i'74
3'—
g'7;
i3'4o
1'—
2'—
,0'—
100'
150'
150'
25'
6'8o
16*50
g'—
8'—
6'—
2'—
5*—
1*35
7'—
s'so
2.298*53
SUPLEMENTO DE LA JiEVlSTA BLANCA»
XVI
ÍVofccs
adtminiafvativas
Alayor:
M. S., recibida» 18 ptaa.—Puet/a T o m e a a : J
U . , ídem 18 pta».—5. Sebattián : J. E.. ídem 6 pta».—Oo»mguaM: J. T . . ídem 10'50 pta».—Vinaroz: M. A . , ídem
58'25 pfa».—Cotí: J. Q-. ídem 3'50 pta».—MoníWanch: J.
M., ídem 17 pta».—Aía/iresoH M. C , ídem 44 pta».—M<ílaga:
M . J., ídem 95 pta».—Torrelaoega: G. U . . ídem 39
peaeta».—Tou/ouse: M. E.. ídem 23 pta».—Auhervülier» :
F. R., ídem 40 pta».—KiHeurbonne : V . S., ídem 137 pta».
Eatá bien.—Gigean : E. P-, ídem I i pta».—Creteü: J. G.,
ídem 10 ptaB.—Manlleu:
R. !., ídem !8 pta».—Buftdance:
J. T . , í d e m 100 pta».—Pinoso: J. M . A . , ídem 3 pta». P a g a d o trimestre.—Crefei/: M. R., ídem 50 pta».—Rai»me»:
F. S., ídem 4 0 8 5 pta».—Cueoo» Baja':
M. D . , ídem 60
pta». Servido.—A/ucfa: R. S., ídem 7'50 p t a » . — £ c i / a : J. G.,
ídem 50 pta».—Madrid: M. R., ídem 63 pta».—Tarazona :
Q C , ídem 9 p t a » . - H a r o : E . B., ídem 32'50 pta».—Bi/bao:
F. A . , ídem 200 pta».—Ceruera del Rio
Alhama:
M. B., ídem 7 pta».—Requena: J. M., ídem 8'25 pta».—
Arcot
de la Frontera:
B. F., ídem 30'45 pta».—Cod/z: M.
G., ídem i7'50 pta».—Navalmoral de la Mata:
A . G..
ídem 100 pta».—La Corana:
J. S., ídem 100 pta». Gracia» en nombre de todos -Drancy:
A. C , ídem 50
pta» y 50 francos.—Santiago de Cuba:
F. M., ídem 60
pta». V a el libro que pide.—Nueüa York:
G . Progre»í»ta,
ídem IOS pta». V a n lo» libro».—Bueno» Airea:
C. C ,
ídem 146 ptas.—Pobla de Montoméa:
B. B., ídem 5 pta».
— V i t c r i a : M. B-, ídem 34'50 pta».—Graua: F. G., ídem
5 ptas.—S. Ginéa de Vilaaar: R. C ídem 17 pta».—Vích :
H. S., ídem 30 ptas. Entregada» 5 ptas. a T . H.—Matará : J P . . ídem 30 pta». 15 d e ellas las verá anotada» en su sección.—Naváa: M. S., ídem 64't5 pta».
—Canet de Mar:
F. M., 53 p t a » . — R e u s : R. F. ídem 10
ptas.—Valencia: M. B., ídem 10 pta».—Caatellón : D . G.,
ídem 12 pta».—Baena: P. M., ídem 30 pta». D e ellas 2*50
ptas para anciano».—Miranda de Ebro:
J. 1.. ídem 12
ptas.—Concentaina : j . A . , ídem 40*55 pta».—Moneaterio :
G . P . . ídem 4 j j l a » . - > l / / o r t : J. D . , ídem 15 pta».—Eída :
J. R., ídem 5 pta».—PuertoUano: S. G., ídem 10 pta».—
Riba* de Freaaer:
A . T . , ídem 52 ptas. que distribuyo.—
Neroa:
C. N., ídem 10 pta».—Matanza: O . C , ídem 7
pta».—Fontcalda»: J. A . . ídem 12 pta».—Hualva: J. D . ,
ídem 29 ptas.—Algeciraa: B. A . , ídem 25 ptas.—Deuato:
S . P. A . , ídem I2"25 p U s . — E / d a : E . B., ídem 1675 pta».
—AzntdcóBar:
^.
S „ ídem 31 ptas.—Vitoria: M. A . ,
ídem I0'50 ptss.—Lfrnoges: M. M., ídem I3'50 p U s . —
Palma de Mallorca:
J. T . , ídem 13*50 ptas.—Santiago de
Campostela:
J. S., ídem 15 p t a s . — Z a r a g o z a : J. B., ídem
30*60 ptas.—Tardienta : J. F., ídem 10 ptas.—Plaaencia:
J. S . ídem 6 ptas.-—Baena: M. ] . , ídem 37*60 ptas.—Ouüina: S. F., ídem 60 ptas.—-Coria del Río:
J. B.. ídem
15*50 ptas.—Camaraaa: F. M., ídem 10 ptas. Envié lo que
diio a Balaguer,—Eapluga de Francoli:
R. B., ídem 6 ptas.
— C m a m e f » : M . R., t d e m 7 ptas.—Palma del Rio : J. S.,
í d e m 24 ptas.— Granada:
J. C , ídem 10 ptas.—Calataí/ad: J. C , ídem 5 ptas.—Palma de Mallorca:
J. Q-, ídem
¡20*85 ptas.-—Genera: J. P., ídem 12*75 ptas.—San Joeé de
Coala Rica:
N . R., ídem 35 ptas.—Cádiz: A . A . , ídem
62*85 ptas.—Canga» de Onia:
A. P., ídem 9 ptas.—^Esparraguera: E . C , ídem 14*50 pta».—Aíontroi/: R B., ídem
62*25 ptas.—fio/sarenv: A . M., ídem 22*10 pta».—Pon! de
Armentera:
J. D . , ídem 6 pta».—Fraga: J. A . , ídem 5
p t a s . — C r o a s : T . M., ídem 3 ptM.—Palafragell:
P. R.,
ídem 7*50 pUa.—Palma
del Río: J. S., ídem 8
ptat.—Alada
de Gaadaira:
M. M., ídem 43 ptas.—Eapluga
de
Frar%c6li: j . G., ídem 200 pta». Servido.-T-Afurcía: J. G-,
í d e m 44 pta».—Aíai/a/»; J. F., ídem 3 ptas.—Ecífa: J. D . ,
ídem 30 ptas. A u m e n t é . — M o n t e a g a d o : F. M., ídem 18*50
ptas.—Toloaa : F. G., ídem 52 ptas.—A tuaga : J. P.. ídem
25 p t a s . — R o b e ü a d a : M. A „ ídem 3 ptas.—Benicaríó: J.
A . , ídem 1275 ptas.— Vienne:
B. S., ídem 17*43 ptas.—
Vienne:
B. S . , ídem 28 p t a s — A l e a : !. O . . ídem 36 ptas.
—Monieoldeo:
A. D . , ídem 250 ptas
Vitoria:
A. A.,
ídem
29*65 ptas.—£( Campillo : J. A . , ídem 15 p t a s . — f u e n t e Palm e r o : V . T . , ídem 7 7 5 pta».—Lo Riba:
R. 1., ídem 10*50
ptas.—Guadix: J. C , ídem 7*50 pta».—KíHa/oi/o«a : J. F.,
ídem 36 p M s . - ^ . Fábx de Codinaa:
L. V . , ídem 4 ptas.
Enviado libro.—Manxanarea: A . S., ídem 40 ptas.—Marchena:
A . D - , ídem 10 ptas.—Tarraja: J. C , ídem 80
p t a s . — R e o » : J. M.. ídem 25 pta».—Borráa: J. C , ídem
13*30 p t a s . — r o r r a g o n a : E. P., ídem 31*05 pta».—Rosario
S a n i a Fé: ¡. P-, ídem 190 p t a s . - ^ a n Paulo:
S. R., ídem
125 pta». N o hemo» recibido carta tuya ¿ D ó n d e podemo»
escribirte? ¿ A h í o en Francia ^—Barcelona: Siglo X X ,
(dem 12 p t a s . — A a c 6 : J. B., 'dem 23 ptas. N o olvido los
libros. Irán.—Aíosroi'g: J. G., ídem 20*25 pta».—F/íx: C.
C , ídem 23*85. ptña.—Villavidoaa:
A. M., ídem 30 pta».
E n v i ; las otras 500.—Kerlo d e Bañoa: ¡. L., ídem 3 pta».
—Puente
Vallecat:
C. O . . ídem 6*80
pta;—Feman-Núñez:
J .D.. ídem 32*05 ptas.—Castro dd RioH ¡. D . , ídem 30
ptas.—Jimena de la Frontera:
J. S-, ídem 66*80 pta».—
Sanlácar de Barrameda:
A - S., ídem 7*60 pta».—Alguaíre:
J. S.. *dem 72 pta».—Poliñtno: J. E., ídem 15 pta». q u e
distribuyo.—Carlei: J. A . , ídem 25 pta».—García : J. M.,
ídem 8 pta».—Folióla: } . P., ídem 36*50
ptaa.—Solivella:
P. J., ídem 25 pta». y la» 100 e j . Envío lo que desea.—
Portagalele:
B. O . , ídem 6 ptat.—Calella:
R. C , ídem 62
pta».—Puerfoflono: S. G.. ídem 10 pta».—To/oso: J. O . ,
ídem 9 ptas. Servido.—Algimia de Aliara:
M. G., ídem
66 ptas.—Alcotí: R. E., ídem 70 ptas.—Priego de
Córdoba:
J. i . , ídem 27*95 ptas.—>l/maxorü: J. C , ídem 22
pta».—Fieueraa : J. B., ídem 50 pta».—Borbasfro: J. C .
ídem 20 pta».—£/ Entrego:
O . V . , ídem 50 ptas.—fferstal: J. M., ¡dem 4 ptas.—E/iiabeí/i: J. M., ídem 50 ptas.
Escribiré.—5an Frandaco
del Rincón
(México); F. U.,
ídem 17*43 pta». S e n c i d o . - R i o e de Giera: E . M., ídem 40
ptas.—París: T . F., ídem 8 pta». Servido.—I'iUeurtanne:
N . B., ídem 41 p t a » . - l ' i l / a n u e D a y Celtrú:
J. F., ídem
4005 ptas.—Aíonfemoyor: F. M.. ídem 9 p t a s . — f o / s e t : J.
A . , ídem 24*35 pta».—Sorreol: S. F., ídem 10 ptas. L a
otra cantidad también se recibió.—Mahón : J- Z . , ídem
12*70 piaa.—Ciudadela:
F. O . , ídem 12 ptas. P a g a d o a ñ o .
—Aatillero:
A. D . , ídem 21 p t a » . - K i l o r i a : B. B., í d e m
7*65 pta». Cambio.—Ainxenar: j . B., ídem 31 ptas.—Maracena:
E. B.. ídem 34*03 ptas.—Saint-Fona: F. G., ídem
45'75.—Detroit:
C. E.. ídem 10 pta». Pa»é inadvertido. L o
arreglo ahora.—Maraá: T . G.. ídem 10 pta».—Maraá: T .
G., 25 ptas. Servido.—Guiameia: M. R., ídem 7 pta». Sirvo la» nueva» suscripciones d e Serra d e A l m o » . — L a ú d e t e :
E. V , . ídem 4*75 ptas. P a g a d o trimestre.—Paradaa: J. E.,
ídem 7*50 pta».—í4Ícira: J. M.. ídem 8 pta».—£/da : A . E . ,
ídem 45*60 pta».—Córdoba: A. P.. ídem 40 pta». Escribiré.—Madrid: A. C
ídem 59*50 pta». que di»tribuyo.—
La Felguera:
T . G-, ídem 100 pta».—Torre del
Campo:
S . R., ídem 20*50 pta».—/Ireo» de la Frontera:
j . S., ídem
6 ptas.—Portugalete: J. C , 175 pta». V a pedido.—Murcia;
J. P. ídem 10 pta». Servido.—/I/mería: J. V . . ídem 33*60
ptas.—Pozo C o ñ o d o : J. M., idem 10 pta».—Crou»: E . P-.
ídem 62*50 pta».—Reu»: A . F.. ídem 5 pU».—Premia de
Mar:
R. B., ídem 3670 p t a s . - M o d r i d : M. P., ídem 50
p t a s . — O r a n g e : B. C . . ídem 30 franco».—Servían Ste.
Roae:
L. Y.. ídem 40 francos.—-£/da: J- *!*., ídem 25 ptas.—Sax :
M. M., ídem 17*40 ptas.—Kíflena: J. B.. ídem 15 pta».—
Bilbao:
A. L.. ídem 3 ptas. A t e n d e r e m o s las indicaciones que n o s haces.—5or{a: A . L., ídem 57*50 ptas.—San
Sebaatián:
j . E „ ídem 5 pta».—Logroño: A . 1.. ídem
30*10 pta».—CronoBer»: A . G., ídem 30 pta».—Membri/la:
M. G.. ídem 23*50 pta».—M<0aga: J. M., ídem 14*80 pta».
—La Cenia:
J. F., ídem 15*75 ptas Soinl-Vorre: C. C.»
ídem 28*61 p\M.-4,yon:
J. S., ídem 22 p t a s . - ^ a n / o s é de
Costa Rica:
R. F., ídem 28*80 ptas.—Lo» Angelea:
R. S.
N , . ídem 150 pta».—Habano: A . del V . , servido cuanto
indipas e n tu iíltima.
H e m o s recibido para A . S. A . , d e San Feliu de Guixol», 10 p t a . d e M. B., d e Toulouse, para las d o s suscripclone» que le servís.
H e m o s recibido para la compañera Teresa Claramunt:
RipoBet:
Manuel Pedro, 1*45 ptas. Barcelona:
C. S., I
pta. Ladrilleros: descuento d e la Revista, 1*50 ptas. Germán, 1 pta. Total. 3*50 p t a s . Elizabeth:
Caamafio y Moreno 3 ptas. KíCorto: A n d r é s Sarrate. 5 p t a s .
Fordaon:
V i c e n t e N o v d l a , Manuel D o m i n g o y C . E d o , 10 p t a s . La
Coruña:
J. S.. 10 ptas. Cifón:
¡. A . Sánchez, 2*50; N .
d e la I.. 1: total, 3*50. Total, 36 ptas.
H e m o s recibido para el compaiíero Gomis ; Mataró : Garriga, I pta. Ripoüet:
Manuel Pedro. 1*45 ptas.
Barcelona:
C. S., I pta. Total, 3*45 ptas.
H e m o s recibido para la anciana compañera S a p e r a s :
H o r o : Justo A b e i g s , 0*50; Elda:
G . Inquietud, 5 : Log r o ñ o : M. B d l o s o , 1 0 ; . total. 15*50 ptas.
Par* cinnpañeras v i e j o s : Barcelona:
¡oté Busto, 5 ; Badalona:
Marzo. I ; Bccaíte:
Centro Obrero. 10;
fioena:
Medienero, 2'V¡. Total. 18*50 ptas.
Imfi. Séneca, ii - Barcelotw
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