El Obispo de Panamá al Congreso de Colombia

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BANCO DE LA REPUBLICA
8IBLlOTiCA
LUIS - ANGEL
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ARANGO
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BOGOTÁ.
HIPRENTA
DE ECllEVERRÍA
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HERMANOS.
1878.
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EXPOSICION
QU.E RAC.E AL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS
DE COLOMBIA EL OBISPO DE PANAMA.
tiiudadanos SeDad~res y Representantes.
V cngo ante vosotros, en uso del derecho de peticion,
y confiado no IDénos en la justicia que me asiste que cn
la elevada imparcialidad que es fuerza presida á todos
los actos legielativos del Congreso de mi Patria, Ú hacer
la exposicion y sú plicR siguientes:
El Congreso de 1877 emitió una ley adicional á la de
crédito público. en fuerza de la cual y de un golpe, privó
á la Iglesia de Colombia de todos los capitales con que
la piedad particular lahabia generosamente dotado, los
cuales aunque desamortizados por el Gobierno, cran por
él reconocidos, y pagados tambienlos réditos que él
mismo les :fij6 primero y les redujo despues.
Por otra ley del mismo año, llamada de inspeccion
civil en materia de cultos, los Obispos y sacerdotes de
toda Colombia han sido colocados en una posicion insostenible, por serles á nn tiempo mandados actos, que
están entre sí en pngna abierta y declarada.
Fueron ademas por otrà ley del mismo año privados
á perpetuidad del ejercicio de sus funciones, y desterrados del pais por diez años los Illmos. Señores Bermúdez y Restrepo, González y Montoya, Obispos respectivamente de P9,payan y PaSto, de Antioquia y Medellin.
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Por haber protestado contra las disposiciones que
acabo de citar, el llImo. Sefior Parra, Obispo de Pam·
plona, fué sometido á juiciO'¡ juzgado y sentenciado á
pasar dos mil dias confinado en la ciudad de Barranquilla.
Son además muchos en número los sacerdotes en las
cinco diócesis citadas, que han sido desterradoEl, ó se han
vi3to obligados á huir ó vivir errantes y sin abrigo en
lad soledades.
Todos estos hechos son de Plíblica notoriedad, y causan en toda la República no poco malestar, al cual solo
vosotros, inspirándoos en sentimientos verdaderamente
patrióticos, podeis poner el su&pirado remedio.
Consiste éste, en devolver á la Iglesin Católica la
antigua posicion que le habia hecho la CODstitucion de
Rionegro, la cual si no ventajas, dábale las condiciones
necesarias para su existencia, de las cuales hoy se ve
privada por las leyes de 1877.
Lo podeis hacer, porque vuestros poderes son los
mismos que los de los legisladores del año pasado.
Lo debeis hacer, porque vosotros estais reunidos
despues de lá victor'in, que hace á los hombres magnánimos, y bajo las influencias de la paz, que es aconsejadora de la justicia.
Ellos, los legisladores de 1877, dictaban sus leyes en
medio del humo de la pólvora, y eran interrumpidas
sus discusiones por el estruendo del cañon de la mas
cruda guerra civil que haya ensangrentado la Patria,
rodeándoles una atmósfera mfectada por la exageracion,
las falsas nuevas, los odjos implacables que la sitnacion
de guerra enciende en los ánimos ..
l\1ovíales á ellos la idea de desarmar ó aniquilar á
quien juzgaban enemigo, y empujábales, sin duda, el
espíritu de represalia.
Por eso tal vez no vieron con·la claridad que á legisladores compete que los bienes de que privaban á la
Iglesia Católica, eran propiedad de ella, y propiedad
reconocida por el mismo Gobierno de Colombia, á destruir la cua.1no alcanzaba ni podiaalcanzar su poder. No
vieron que por muchos motivos de disgusto que haya.
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en el dendor contra el acreedor, nnnca puede aqnel
declararse dneño de los bienes del último. Si lo hubieran visto, no habrian dado en tiempos como los que
atl'avesamos, tan funesto ejemplo al atacar asi la propiedad en un acto legislativo.
y es tan palpable la injusticia cometida por esa ley,
qne no se alcanza á ver con qué razones pueda justificarse, ni he aida á ninguno que alegue en su defensa
algun motivo plausible.
Es además general persuasion en el pais, que tarde
ó temprano será reparado el mal hecho por esa ley en el
Congreso de 1877. Y creo que os cubriríais de gloria,
si desoyendo las sugestiones de partido, diéseis aida á lo
que justicia pide, y quitáseis ese descrédito de encima
de la N aeíon, derogando una lèY tan impropiamente
llamada de crédito público.
En la de inspeccion civil en materia de cultos deben
considerarse dos cosas. La una, el motivo que á emitirla
movió á los legisladores. La otra, lo que en su conjunto
y pormenores dispone.
El motivo alegado por el Congreso y repetido por
el periodismo de que se han hecho eco todos los que no
se dan el trabajo de pensar, es que el clero de Colombia
promovi6 y fomentó la pasada revoluciono Nada hay
mas falso bajo del sol que esta asercion, casi por todos
l'epetida, y tal vez creida por nadie.
El clero de Colombia tomado en su conjunto, hoy
como ántes, conoce muy bien que su mision es de paz.
El clero de Colombia sabe que no hay conquistas en el .
campo de las ideas, sino por la difusion de ellas. El clero
de Colombia sabe que no le ei3 lícito tomar parte en una
guerra civil; y sabe además, que aunque le fuese lícito,
no le convendria, porque entóncefl vendria á ser no el
clero del pais, sino el clero de un partido, y no podria
cumplir con su mision santa y benéfica para con todos.
Por estas razones el clero colombiano no tomó parte en
la guerra desastrosa que acaba de asolar el pais.
Los que aseguran lo contrario citan algunas pastorales de los señores Obispos. Las he leido todas con la
mayor atencion, y no· he hallado en ninguna de ellas ni
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una palabra que excite á la rebelion, 6 que empuje á los
pueblos á las armas ...
Es cierto que se opusieron los señores Obispos á las
escuelas oficiales. Pero porque los maestros protestantes
en vaJ'ias de ellas atacaban la religion de nuestros padres.
Donde no lo hicieron, los Obispos por amor á la paz
callaron procurando con todos los medios conciliatorios
prevenir el mal.
I Además, la cuestion de las escuelas no fué la única
causa de division y de guerra. Basta recorrer los periódicos del año de 1875, escritos por miembros de todos
los partidos, para ver las muchas caui')as que la promovian y fomentaban ..
Si se halló á varios sacerdotes en los ejércitos que
peleaban cóntra el Gobierno, fué, en primer logar, porque
lOB llamaron para tener quien les diese los 1Íltimo~ auxilioB eu el trance de la muerte; y en segundo, porque en
muchos lugares donde las tropas del Gobierno mandaban, se le!'!trataba como á enemigos, miéntras que los
otros no los perseguian. Si no hubiese habido esta circunstancia desfavorable, creo que la mayor parte de los
sacerdotes habrian quedado en su puesto aun en 10 mas
crudo de la guerra.
He averiguado si hubo sacerdotes conocidos y de
alguna influencia que predicasen la guerra, y todavía ni
de uno solo lo sé de una manera indudable. Y dado que
hubiese habido uno que otro en todo el pais ¿ uno que
otro es el clero de Colombia ~ El Gobierno de la Union
ha presenciado el proceder del elero en la capital. Yo
he visto aquí el mio, y 10 ha visto el Gobierno del Estado. i Ha habido una sola expl'esion de encono, ó ménos
moderada en nuestros labios en esa época luctuosa, de
tan terrible exaItacion, y cuando se nos atribuian á nosotros todos los males ~ No la ha habido. Lo cual os debe
persuadir no diferencia en la conducta del clero, sino
que las diferencias han procedido de la variedad de circunstancias en qU'e é'l se ha hallado en los diferentes
puntos de la República.
Hoy que se ha serenado la atmósfera, las cosas se
ven con imparcialidad, y se em17iezaá ver claro que no
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fué el clero la causa de la guerra. Son notables las pa·
labras del general Salgar en su :Memoria al Congreso de
este año~y que me complazco en citar aquí: "La guerra
habria estallado, áun supuesta la absoluta abstcncion de
los sacerdotes." Palabras muy distintas por cierto de las
que :figuran en la Memoria del Secretario del aîío
anterior.
Pero aun suponiendo que el clc)'o hubiese hablado
y escrito contra las leyes, el ha berlo hecho, como lo
sabeis, 'no seria un crimen en Colombia delante de la
ley, puesto que la libertad que concede la Constitucion
á todo colombiano para expresar sus pensamientos no
tiene limitacion de ninguna clase. Y los miembros del
clero, como colombia110sque son, están en perfecto derecho de expresar sus pensamientos de palabra 6 por
escrito con plena y perfecta libertad. Es esto tan claro
que uno de los jefes más conocidos é inteligentes del
partido liberal, primero como :Magistrado, despues como
Presidente de la Union, declaró en términos expresos
que existen en documentos oficiales, que no tiene el
clero ménos libertad para expresar sus pensamientos
que cualquiera otro ciudadano de Colombia. *
La cuestlon es tan clara, que tengo la conviccion
más profund a de que así como la ley 35 de 9 de mayo
quiso castigo.r un crímen que no existia y que si tuvo
razon de ser fué como movimiento estratégico para el
tiempo de guerra,'del mismo modo es contraria al espíritu y letra <lela Constitucion naciûnal.
Esta garantiza de la manera más terminante: 1.0 La
más amplia libertad en la expresion del pensamiento;
2.° La más completa libertad de cultos; 3.° La igualdad
más perfecta entre los ciudadanos.
Ahol'R. pregullto yo t podrá decirse con vedad que
hay cn Colombia la más amplia y absoluta libertad para
ln. expresion del pensamiento, desde que el clero, que
es numeroso, no puede ni hablar ni escribir con esa li.
bertad? Es claro como el sol, que DO. i Podrá decirse
que puesta esa restriccion al· clero, existe esa gal'antí~
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Diario Oficial," número 2,711, de 29 de noviembre de 1872.
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constitucional consignada en la más liberal de .las Oons~
tituciones políticas ~ Es claro como la luz, que no. i Y
puede un Congreso por una ley ordinaria y sin dar los
Estados su consentimiento, mudar un punto de la Constitucion, suprimiendo una de las garantías que ella da ~
Todos los colombianos sabemos que no. i Y es ley la
que viola la Constitucion ~ Todos los que saben siquiera
sea algo de Derecho, responderán que no..
Además, i queda en pié la libertad de cultos conce·
did.'\ por la Constitucion, desde que es el Presidente de
la Union, quien quita y pone Obispos, quien da ó rehusa
jurisdiccion á sacerdotes, quien juzga de la idoneidad de
unes y otros ~ Es clarisimo,que no. Los católicos profesamos la religion católica, y católica es la Nacion entera. y los católicos queremos nuestra religi.on como ella
es; y ella tiene en su esencia el que su sacerdocio venga
del cielo por medio de los órganos q?e instituyó Jesncl'i8to, y no de los hombres que de El no han recibido
mision ninguna para con la Iglesia. Luego si se nos obliga;1 no conocer por Obispos, obedeciéndoles, á los que
nos dió el Sumo Pontífice, y por sacerdotes á los que los
Obispos consagraron y enviaron á enseñar y administrar
los sacramentos, los católicos de Colombia no gozamos
de la libertad de practicar nuestra religion cvmo nos 10
ha garantizado la Constitucion de Rionegl·o.
Si se pretende que no obedezcamos al Pontífice Romano, Jefe de la Iglesia católica, y hiere nuestro corazon
la ley, llamándole Soberano extranjero, á él que es el
Padre de nuestras almas, y coloca entre los crímenes punibles el promulgar sus enseñanzas en el pais, diremos
que además de desconocer que la autor,idad del Pontífice ha sido y es la salvaguardia de todas las sociedades,
quiere romper los vínculos de obediencia que unen á los
hijos con el padre, á 108 súbditos con quien tiene poder
para mandarles en nombre de Dias, á los católicos todos
de Colombia con la cabeza reconocida del catolicismo.
i y es esa la libertad que nos garantiza para practicar
nuestra religion, la Constitucion de Rionegro?
Además, toda religion es un conjunto de doctrinas,
y la católica no es el conjunto de las que plazcaIt á. las
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-7pasiones y v131eidades de los hombres, sino el de todas
las que nos enseñó Jesucristo, y de las cuales es depositaria la Iglesia. Por palabra ó por escrito se propaga la
doctrina, y de ese modo la católica ha sido enseñada y
aprendida en el mundo. Luego al decir la Constitucion
que en Colombia es libre el ejercicio de cualquiera religion, dice que la palabra 6 los escritos de los ministros
religiosos es libre en la enseñanza de lu doctrina por
ellos profesada. Puesta la ley 35, el ministro católico al
exponer las doctrinas de la Iglesia, tendrá que averiguar
si no habrá alguna ley que esté en oposicion con ella, y
sin duda que habrá de hallarlas, porque en los tiempos
que corren, ¿ qué legislador es el que cuida de armonizar los derechos? Ejemplo de esto es la misma ley 35,
acerca de In. cual muchos hombres políticos creen, y juzgo que varios de buena fe, hija de ignorancia en ciencias
eclesiásticas, que no ataca en nada las enseÎianzas de la
Iglesia. ¿ Qué hará en el caso el ministro católico ~ ¿ Ex:pondrá la doctrina que ·la ley ataca? Entónces se le
castigará como á enemigo de la patria, y con penas atroces. Dejará de exponerla? No cumple con el deber que
tiene de enseñar la doctrina católica. En el primero de
estas casos, la primera pena será la de retirarle el pose.
Retirado éste por el poder civil, segun la latísima interpretacion que á la ley tlió el Presidente de Ia ReplÍbliea, el sacerdote no puede, sin incurrir en nueva responsabilidad delante de la ley, ejercer ninguno de los actos
de su ministerio, ni siquiera celebrar el santo sacrificio
de la Misa. ¿ Dejará de ejercerlos? ¿ Negará, porque lo
prohibe el Presidente, los sacramentos á los que con de·
recho y con necesidad los piden? Si asi hiciere, es prevaricador delante de Dios, de su conciencia y de los
hombres, y de su proceder siguese en la parroquia ó
en la diócesis, la turbacion, el descontento, la desespel'acion tambien. Si fiel á su conciencia y á 8US juramentos y á la justicia que le obliga á hacer los oficios de
párroco ó de Obispo para con la grey que es suya y le
sostiene, sigue, á pesar de retirado el pase, cumpliendo
sus deberes espirituales, la multa y el destierro le esperan, y á las poblaciones la orfandad espiritual, con que
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pueblos que creen no pueden conformarsejamas, porque
l'aben que el sacerdocio es el canal por Dios establecido
para que bajen del cielo la gracia, los consuelos y el
perdon. No! Los pueblos de Colombia en cuya medula
fe mueve viva y ardiente la llama santa del catolicismo,
110 pueden de un golpe y por lo que ordena 'una ley,
deshacerse de sus convicciones mas íntimas, apagar en
d <:orazonlas creencias que con él nacieron, y ménos
l'enunciar á la eterna vida que su religion les promete
v les ela.
Con respe<;to al pase, ó placet, ó exequatur, que en
dgunas épocas han ejercido algunos de los Gobiernos,
debo observar: 1.0 Que Nuestro Señor Jesucristo al
fundar la Iglesia no pidió el placet de nadie, y sin él se
predicó el Evangelio en todo el mundo; 2.0 Que la
Iglesia como sociedad independiente que es, y de un
<n,den distinto del de la sociedad civil, nUllca ha reconocido como inherente á la soberanía de ésta, el dar ó
negar el placet; 3. Que en los reinos ó repúblicas en
que éste ha existido, ha sido s610 en virtuel ele concesion
especial y expresa del Soberano Pontífice, y 6. cambio
de otras concesiones no ménos generosas del poder civil
en favor de la Iglesia; 4.0 Que los Gobiernos que en el
dia han querido gozar de este privilegio, lo han obtenido por medio ~e concordatos con la Santa Sede; 5.° Que
jamas se ha considerado necesario el pase, sino para los
puestos en que se ejerce jorisdiccion; 6.° Que en los
paises en que se profesa verdadera libertad, y que por
los nuestros son considerados como modelos no hay tal
pase, yeso á pesar de ser protestantes, como sucede en
Inglaterra y en los Estados Unidos.
Si ln. República insiste en gozar de ese privilegio y
quiere hacerla de un modo licito, contra el cual cierto
no protestarémos los Obispos; si quiere arreglar de un
modo que podamos callar los intereses de la Iglesia; si
le place y le conviene intervenir en los nombramientos
de los Prelados, queda para todo esto un camino, y fácil,
que es entenderse con la Santa Sede, con quien no hay
gobierno que lo haya pretendido desde Francia en el
primer año de este siglo hasta el Perú en estos últimos,
'que no lo haya obtenido.
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-oLas leyes josennas, famosas por sus impertinencias
para con el clero, dieron motivo á. que Federico de
Pl'usi3, llamase al emperador José, mi hermano el Sacristan. En ese dictado tienen que incurrir los gobiernos
que entran por el camino odioso que les trilzó aqnel
emperador. Y bn Colombia cómo, por qné reglas, por
medio de qué trámites, p~esto que ninguno hay £:stablecido desde que la Iglesia fué separada del :Estado,
se gobernará el Presidente para dar 6 denegar el pase?
~Cómo hará con los sacerdotes que se vayan ordenando?
~De qué medios se valdrá para averiguar si 10 merecen
delante de la ley ~ i En qué motivos fundará su conce~ion
6 su negacio~ 1
Como veis, ciudadanos Legisladores, las ci:cunstancias que acompañaron la emision de la ley 35, no permitieron prever todas las dificultades que creaha á los
que afecta y al mismo Gobierno que la va á ejecutar,
i Pero qué diremos de la condicion en que coloca a1
clero de Colombia ~
En todas las edades y en las naciones todas el sacerdacio por su institucion, su elevado £n, sus relaciones
con los pueblo~, ha sido considerado como un estado de
vida digno de veneracion y de ca~·Qo.
En la idea ele Jesucristo el saccL'dote es el protector,
el amigo, el padre de la humanidad. En aquellos que
saben por su vida realizar este ideal, vemos todos al
hombt'e de Dios, al ángel consolador, al compañero fiel
de nuestra vida, sean tranquilos ó sean amargos nuestros
dias. Nos creemos por 10 mismo honrados honrãndoles,
y grandes obedeciendo á las insinuaciones de su caridad
evangélica. Rodéales una atmósfera compuesta d.e nues~
tro respeto y de la pureza que exhala su corazon. Eso
ha sido el sacel'docio católico en la historia. Eso ha sido
en nuestro pais, no solo en los tiempos en que la paz y
el órden permitieron ed.ucarlo en la ciencia y en lB práctica de la virtud, sino aun en medio de los tiempos en
que tan difícil ha sido darlc esa completa formacion.
y á este clero ã cuál es la condicion que en Colombia le queda puestas las leyes de que me o~upo ~ k
q ueda una condicion no solo sin sombra de respeto, sino
comparable únicamente á la de lOB esclavos.
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Ya el sacerdote no podia elegir ni ser elegido pam
los puestos públicos, de lo cual ha venido aun á decirse
que no es ciudadano, y á considerársele, porque obedece
al Sumo Pontifiee, como súbdito de un poder extranjero, sin gozar de ninguno de los privilegios que áéstos
favorecen. El sMe,tdote colombiano no tiene patria. La
suya lo desconoce solo porque es sacerdote, y esto aun
cuando corra por sus venas la sangre de alguno de los
próceres de Colombia. A fuerza de irIe persiguiendo
paso á paso y estrechándole siempre, habíanle reducido
á solo el pequeño ámbito del templo. Allí podia siquiera orar, consolar, enseñar. Hoy la ley va á colocarse
entre él y el altar de sus oraciones, y sube tambien al
lugar venerando de sus enseñanzas para taparle los labios. En su patria cualquiera, aunque extranjero, aunque
ignorante, aunque malvado, puede hablar y escribir
f~ontra todo y contra todos, y la ley, aunque herida delante de él, escucha, pasa y se encoge de hombros. Solo
el sacerdote aunque sabio, aunque bueno, aunque patriota, tiene á la ley delante que le disputa cada adjetivo
y establece luch~con él por cada pensamiento, y está
lista para echarle por tierra, si tiene la desgracia de
proferir uno solo dietinto de los suyos. La ley cielTa á
veces los ojos para no ver á un asesino, y atraviesa con
ardiente mirada hasta el corazon del sacerdote con hambre de encontrarle culpable. Y la ley está á veces encarnada en un tinterillo de aldea tal vez cargado de vicios,
y juzga, y discute y' condena á un sacerdote que ha
encanecido sobre 109 libros y cuyas canas no han 8ido
profanadas nunca por el vicio. A la ley se le hace sufrir
tortura para que ensanche el paso y parezca pequeño
un criminal notable, y sobre el sacerdote cae rigorosa,
inflexible y queda con la boca llena de risa al verle partir para el destierro.
Es honra de las naciones un sacerdocio resplandeciente por su saber y sus virtudes. ¿ Y podrá Colombia
tener ests, gloria, tratando al suyo con la dureza y vilipendio que acabo de indicar? i Y Colombia no es nuestra patria tambien? i No fueron nuestros padres los que
la crearon para todos ~ Así, asi paga Colombia á su clero
.
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-11-
sn patriotismo en las edades pasadas, sus luces, sus
virtudes y sus servicios de que está. llena la historia de
la patria?
Si quedan vigentes las leyes de que he venido hablando, irrisoria seria la igualdad en esta tierra que
. tanto se jacta de haberla conquistado y fundado. Lo que
habria en ella seria al lado de otras clases felices, una
clase desheredada, sin derechos y con cargas, sin proteccion y abrumada de opresiones, en todas partes consideradn, solo en Colombia vilipendiada y oprimida.
Oil pido, pues, ciudadanos r...
egisllldores, con todo el
. respeto que mereceis, con toda la confianza que vuestras
luces me inspiran, con todo el fervor que el asunto demanda, que derogueis, ya que en vuestra mano está, la
ley 35 de inspeccion de cultos, y ]a adicional á la de
crédito público, apoyándome en las razones que acabo
de indicaros con franqueza igual á las consideraciones
que os ~lebo.
y pel'mitidme que añada una súplica ardiente porque levanteis el destierro decretado contra los Ilustl'Ísimas señores Obispos del Cauca y Antioquia y el confinamiento que está sufriendo el Ilustrísimo señor Obispo
de ramplona.
i No son bastantes los trabajos que han pasado los
unos al scr sacados violéntàmente de sus diócesis ó al
huir de ella amenazados? ¿ No son bastantes á vuestros
ojos los de los otros en vivir errantes y escondidos?
Direis que lo quisieron. Pero si por una purte la ley
les mandába dejar el pais, por otra sus juramentos de
Obispos les prohibían severísimamente abandonar sus
diócesis, y veian ademas serios peligros en la salida.
Direis que protestaron contra las leyes dadas. Pero
¿ y qué habian de hacer, si ellas violan los derechos de
que ellos son representantes y guardianes? De derecho
natural es, y á ello nadie en el mundo puede con razon
oponerse, el defender cada uno sus propios derechos.
Solo que en la época luctuosa que acabamos de atravesar, el uso de cualquiera de estos derechos habia dado
en ser llamado robe11on y concitacion á la guerra.
A mis ojos, dejad que 10 diga co~ franqueza entera,
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-12-
respeto merecen esos prelados venerables, porque sa·
biendo qué cúmulo de calamidades venia sobre ellos,
en nada tuvieron sus martirios por cumplir un deber
que les imponia su conciencia, y a los ojos de los que
levantan el COl'az:mmas alto que las pasiones del momento, no serán, no, traidol'es de 'la patria, ni trastornad(.res del ól'ùen público, sino varones para quienes el
dolor es nada delante del deber.
En cuanto á mí, que estoy colocado en una lejanaextremidad de la República, no pude ele\'ar á tiempo
una representacion al Congreso; y comprendiendo q ne
las facultades del Poder .Ejecutivo no alcanzaban á suspendel' la ley, he preferido esperar á que el Cuerpo
legislativo estuviese reunido d~ nuevo, dejando que se
calmaran entre tanto el estrépito de la guerra'y el c11lmoreo de las pasiones exaltadas por ella, para que la
voz se pudiese oil' y recibirse lo que ella diga con la
impal'cialidad necesaria para hacer justicia.
ConfÏo en que hablo no á un jurado compuesto de
enemigos, sino al Congreso de mi patria, á 108 encargadOl; de todos los intereses de ella, á Sil mas respetable
I'epl'esentacion, esperando que oirá mis palabras y no
les dará otro sentido q1,le el que ellas llevan; porque
léjos de querer producir con ellas la mas ligera conmocion en el pais, tienden por el contrario al afianzamiento
de la paz por la tranquilidad que devolvereis á la conciencia de los colombianos, devolviéndoles sus Prelados
en goce de sus facultades y en ejercicio de sus funciones'; tienden al crédito de la Nacion, suplicándoos devol vais á la Iglesia 10 que es suyo; tienden á la conservacion del órden, dejándonos á nosotros los Obispos y
sacerdotes en el libre uso de los poderes que nos confió
la Iglesia, para servimos de ellos solo para el mayor
bien de, nuestra patria; tienden por último á procurar
el olvido de desavenencias y á obtener una paz sólida,
durable, regeneradora, por el respeto práctico de todos
los derechos.
Ciudadanos Legisladores.
Panamá, marzo 25 de 1878.
t JOSÉ TELÉSFORO,
Oqispo de Panamá.
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