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DON QUIJOTE Y SUS ANDANZAS
POR LAS TIERRAS DE JOHN BULL (SIGLO XVII)
LP.S.I.A.
Annalisa ARGELLI
"Lombardini", Reggio Emilia, Italia
BIBLlD [0213-2370 (2001) 17-1; 1-15]
o
El articulo se propone estudiar las varias ''apropiaciones'' del "Quijote" que se han efectuado en la literat~ra inglesa del sigloxvJ/, rastreando las huellas que.la novela dejó ante
todo en el teatro elisabetiano y jacobeo,)~ después de su primera traducción oficia/, en
las obras de imitación. Ademds, el estudio comparativo de fa primera traducción de
Sheltoll, de las ''Fleman! Notes 1Ip011 Don Qpixot" de Edmund Gayton y de! poema
heroicómico "Hudibras" de Samuel Butler 110S lleva a la conclusión de que la obra de
Cervantes, trasplantada en terreno inglés, dio origen a una curiosa e importante tradicíón burlesca de la figura del cabrillero andante.
Tbis aytícle investigates the presence ofCervantes' ''Don Quixote" in England during the
xvllth century, through a short survey of the most prominent works that the Spanish
model directly or indiretly inspim/' startingftom the Elizabethan and ¡acobean theatrica! productiom. Moreover, the comparative ana!pis ofSheltons first tramlafio11, Gaytons "P!easant Notes upon Don Quixot" and Butlers mock-heroic ''Hudibras'' leam us
to the conclusion that the Spanish work, transplanted in English soil, generated a
curious and origi11a! burlesque tradition ofchiva/ríe romance.
1. EN EL MEMORABLE MES DE MAYO DE 1588, la Gran Armada salió de Lisboa
para someter a los ingleses al dominio de Felipe n. Cervantes, pasada ya la
segunda mitad de la vida, inválido glorioso, y más después de su dura esclavitud, contribuyó como agente modesto a proveer los barcos españoles. El fracaso de la Armada no concluyó la guerra, ni abatió la rivalidad entre los dos
pueblos, que se mantuvo aun después de concertadas las paces entre los sucesores de Isabel 1 y de Felipe n. Pero las plumas no permanecieron ociosas mientras las espadas combatfan o los gobiernos se engañaban.
Nada improbable es que Cervantes se enterara de la popularidad que, aunque
con altos y bajos, empezaba a conocer su obra maestra entre los ingleses. La primera traducción del Quijote fue realizada, en efecto, en Inglaterra,' donde el desconocido Thomas Shelton dio a la imprenta la primera parte en 1612 y la
segunda en 1620 de su The HistOly o¡Don Quichote o¡the Mancha (sic). Basó su
versión en las primeras ediciones castellanas de Bruselas, la Parte 1 de 1607 y la
Parte II de 1616, esta última publicada menos de un año después de que el impresor Juan de la Cuesta hubiera sacado en Madrid el segundo Quijote. En España,
como ya se sabe, el éxito fue instantáneo, y la "editio princeps" de 1605 se reimo
primió cinco veces en ese mismo año, aunque Cervantes no participó en ninguna
de las ediciones, lo que plantea un serio problema editorial en la actualidad.
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Cervantes fue conocido por la gran mayoría de los lectores ingleses de!
período precedente a la Restauración de los Estuardo (1660) sólo en la versión
de She!ton, que tuvo una discreta difusión y conoció una revisión en 1652
(The History 01the Valorous and Witty-Knight-Errtlnt, Don Qytixote 01the Mancha) y una reimpresión en 1675; téngase en cuenta, desde luego, que esta
mayoría era en realidad una minoría de! público de los lectores. No podemos
pretender, por supuesto, de She!ton una versión fiel al original: el traductor
suprime pasajes que probablemente no comprendía, altera, simplifica o bien
resume otros, a veces no consigue reproducir en su lengua los modismos de!
idioma original; más frecuentes son los descuidos, sobre todo en la primera
parte, debidos a la prisa con que terminó e! trabajo, pero en conjunto logró
conservar e! espíritu de la obra maestra tanto en la intriga como en las divagaciones, en la descripción de los personajes y de la inmortal pareja, que nunca
cae en la caricatura o e! boceto. La elección de un inglés fluido, aunque adornado de palabras cultas o citas de los clásicos, y de un estilo llano, corriente,
pero nunca bajo, hizo la obra fácilmente legible por un público medianamente
culto. Es interesante notar cómo en ninguna portada de las primeras ediciones mencionadas aparece e! nombre de! autor; sólo la hoja de la anteportada
lleva una dedicatoria firmada por e! traductor: pero ésa era la costumbre de
aquellos tiempos. Tal vez Cervantes devolvió a She!con e! favor no mencionando su versión en e! capítulo tercero de la Parte 11 de! Quijote, al hablar de!
éxito de la Parte L Es más probable, sin embargo, que no conociera la traducción inglesa, porque este famoso capítulo se escribió con seguridad, según
estudios recientes, ocho años antes de 1615, pues en él se lee que la edición de
Amberes (Cervantes se equivocó y dijo Amberes por Bruselas) "se está imprimiendo" (Quijote 11, 3), y esa edición es la de 1607. Apenas llegó a Londres un
ejemplar de Bruselas, se puso a traducirlo She!ton, quien terminó febrilmente
su trabajo en cuarenta días, y lo dejó luego en manuscrito cinco años, tal vez
buscando un editor. Así se justificaría la presencia de los numerosos descuidos
en su primera parte.
Pero no fue necesaria la publicación de! manuscrito de She!ton para que
Don Quijote y su historia empezaran a adquirir renombre en la patria de
John Bul!. Ya en 1607 e! dramaturgo e!isabetiano George Wilkins alude en
una de sus comedias - The Miseries olInforst Marriage- a la aventura de los
molinos de viento, yen 1608 lo mismo hizo Thomas Middleton en You,. Five
Callants. En 1609 un personaje de Ben Jonson habla en Epicoene de encerrarse un mes en su habitación leyendo Amadis o Don Quijote.' El año
siguiente, en The Alchemist, Jonson vuelve a referirse a los dos caballeros
andantes.' A 1611 pertenecen, también, una comedia de Francis Beaumont
-The Knight olthe Buming Pestle (en colaboración con John Fletcher)-, y
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otra de Philip Massinger - The Second Maiden's Ti'tlgedy (or Voyage}-, inspirada en la novela de El curioso impertinente. No se puede excluir que estos
autores leyeran a Cervantes en español, tal vez en la edici6n de Bruselas de
1607 -Fletcher, en particular, dominaba bien el español-, pero es también
probable que conocieran de oídas las aventuras de nuestro caballero, dado
que los elisabetianos estaban siempre muy atentos a buscar nuevo material
para los enredos de sus comedias en cualquier fuente, sobre todo extranjera,
impresa o no, que les cayera en las manos. Aunque publicada en 1613, es de
1611 o antes la curiosa imitación escénica de Beaumont y Fletcher de las
aventuras de Don Quijote que, en The Knight ofthe Buming Pestle, disfrazado
de aprendiz de especiero, parece en cada momento consciente de estar recitando una parte para engañar al pr6jimo.
A pesar de la fama del Quijote, las Novelas ejemplares lo aventajaron en
proporcionar asuntos e ideas para las intrigas de los dramaturgos elisabetianos en la primera, y jacobeos en la segunda década del siglo XVlI. 4 Cervantes
fue más explotado en sus argumentos por los comedi6grafos de aquel siglo
que otros autores españoles superiores a él en la producción dramática. Lope
de Vega, con ser tan fecundo, no inspiró a ningún autor -excepto John
Webster (The Duchess of Malfil El mayordomo de la duquesa de AmalfiJdurante el reinado de Jacobo 1, que fue cuando el teatro del Siglo de Oro
español más se difundió en Inglaterra. Tampoco John Fletcher, que escribi6
catorce comedias de fuente española, sobre todo cervantina, se acordó de
Lope.
2. No obstante la opinión contraria de algunos críticos (Wilson 1948), estamos firmemente convencidos de que el Quijote no tuvo, en el extranjero, un
éxito tan extraordinario como dejarían suponer la frecuencia de traducciones
y citas en el teatro y no fue, por lo menos en la primera mitad del seiscientos
inglés, un jacobeo ante litteram Lo que el viento se llevó. Los obstáculos que la
literatura española encontraba en su difusión por las tierras de John Bull eran
muchos; las causas, de diverso orden. Las relaciones políticas y culturales entre
España e Inglaterra eran tensas y bastante tenues; la rivalidad militar por mares
y tierras muy fuerte. Para la católica España, la protestante Inglaterra era el
baluarte de todos los nuevos infieles de Europa -Lope de Vega, uno de los
expedicionarios de la Gran Armada, en La Dragontea llena de resonantes
insultos a los ingleses y compara a la reina Isabel con la prostituta de Babilonia vestida de rojo que pinta el Apocalipsis. Para la "liberal" Inglaterra, España
era el país de la Inquisición y la tiranía. Los pocos libros que circulaban entre
los dos países pasaban por y muchas veces se imprimían en Flandes, eran ediciones piratas y no autorizadas, sobre todo los de pensamiento político-reliRILCE 17.1 (2001) 1-15
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gioso, y eran secuestrados y puestos en e! índice por los respectivos bandos
contrarios. Con pocas excepciones: e! Libro de Meditación y e! Memorial de
vida cristiana de Fray Luis de Granada fueron traducidos varias veces y muchas
más editados en Inglaterra a partir de 1592, porque algunas de sus afirmaciones servían indirectamente a la causa nacional puritana. Poca importancia se
daba al autor, a su formación cultural y a sus reales convicciones. Eso explica,
en parte, por qué ninguna de las traducciones de! Q;tijote llevaba el nombre
de! autor.
Pero, volviendo a nuestro tema, más importante e interesante es considerar
la confusión y frecuentes equivocaciones, por parte inglesa, que en la interpretación de la esencia y finalidad de la obra cervantina se producen desde e!
principio y perduran largo tiempo. La elite cultural de! momento consideraba
las novelas de caballería como "trash" (e! epíteto es de! poeta Drayton), o sea,
"basurá' apta sólo para e! entretenimiento de las criadas, las damas de palacio
y los galanes que, como puede imaginarse, eran los principales lectores de!
género. ¡Cuán natural y lógica -nos parecería hoy- habría entonces podido
resultar una acogida favorable de la novela cervantina, que justamente echaba
en la hoguera dicha categoria de libros! Pues todo lo contrario: los hijos de
John Bull consideraron la obra española como otro más de los interminables,
frívolos, insulsos "romances" mencionados, situándola en el mismo plano de
Bevis 01 Hampton o Palmerin 01 Eng/and. Ya vimos cómo Ben Jonson la asociaba con Amadis de Gaula. El comediógrafo jacobeo Francis Lenton, en The
Young Gallants Whirligigg (1629), pieza cómica en que se proponía poner en
ridículo las costumbres afectadas de los galanes, recurre a la novela de Cervantes como ejemplo de lectura trivial, mencionándola junto al "pennydreadful" más popular de! tiempo:
Now thinkes his fatheT, hete's a goodly son,
That has approached unto Littleton,
But never lookt on't-for instead of thar
Perhaps he's playing of a garue at Cato
No, no, good man, he reades flot Littleton,
But Don Quix-Zoc or els The Knight o' ch' Sun. 5
Empieza, así, a tener crédito la opinión de que e! Quijote era obra de puro
entretenimiento, no recomendable para la edificación de! espíritu.
Richard Brathwaite, uno de los menores entre "los hijos de Ben Jonson",
en 1614 escribía que excluía, en absoluto, ciertas historias poco edificantes de
su "Oeconomy or private family", o sea, su biblioteca particular, y entre ellas
menciona "the phantasticke writings of sorne supposed knights (Don Quixotte transformed into a Knight with the Golden Pestle) with many other
fruidesse inventions, moulded only for delight without profit" (The Schollm .
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Med/ey).' Destino peor no podía imaginarse para Cervantes, quien a lo largo
de su obra y en momentos esenciales, como e! pr610go, había expresado sin
ambages cuáles habían sido sus intenciones: "deshacer la autoridad y cabida
que en e! mundo y en e! vulgo tienen los libros de caballerías" (OJlijote I, Pr6lago, 77). Tanto más cuanto que todavía en e! siglo XVII la lectura de los
"romances" en Inglaterra era un motivo actual de enajenación colectiva, frente
a otros tipos de literatura.
En aquellos afias e! personaje de Don Quijote empieza a ser sometido a
una curiosa transformación; en este proceso de metamorfosis adquiere nue-
vos rasgos, los de caricatura, de figur6n, y una nueva naturaleza completamente ajena al prototipo espafiol:,la de! "miles gloriosus", de! soldado fanfarr6n. A Sancho, al que casi no se toma en consideraci6n, se le menciona con
menos frecuencia que a Rocinante o a Dulcinea, y siempre como mera comparsa, como bruto campesino, "idiot squire", caricatura él mismo, sin alu-
siones a su inagotable sabiduría popular. En 1620 aproximadamente, Fletcher y Massinger en The Doub/e Marriage se inspiraron en e! episodio
c6mico de la Parte rr en que Sancho es designado gobernador de la ínsula
Barataria.
A estas conclusiones hemos llegado basándonos en las 79 citas y menciones
de! OJtijote que hicieron Edwin Knowles y sus colaboradores (1941), examinando todo tipo de libro o impreso publicado en Inglaterra antes de la Restauraci6n (1660). Es significativo que la mayor parte se encuentre en comedias, versos jocosos, poesía burlesca, prosa de entretenimiento. Alusiones satíricas son las derivaciones contemporáneas más importantes de! Quijote en
Espafia: la segunda parte ap6crifa de Avellaneda y el Testamento de Don Quijote de Quevedo. Y si los rasgos c6micos y burlescos de la obra de Cervantes
eran los que más dejaban huella entre sus compatriotas, los que apetecían al
público espafiol de su tiempo, no tenemos que esperar más de sus lectores al
otro lado de! canal de la Mancha.
3. Esta actitud burlesca de los hijos de John Bull hacia e! "Caballero de la
Triste Figura" arraig6 bien en e! período anterior a la Restauraci6n, cuando un
grupo de oscuros '\vits)) descubrieron en la novela cervantina infinitas, nuevas
posibilidades de entretenimiento.
Destaca entre ellos e! doctor Edmund Gayton, "royalist wit", partidario de
la restauraci6n monárquica mientras la república cromweliana estaba decayendo, quien, expulsado de su cátedra de física en la Universidad de Oxford a
causa de la revoluci6n puritana, arrastraba su vida en Londres, dedicándose a
escribir obras de encargo, versos de ocasión, y a otras actividades de "pane
lucrando",7
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Sus Festivous (O Pleasant) Notes upon Don Quixot,' que en 1654 dio a la
estampa en Londres, contribuyeron enormemente a divulgar la obra cervantina, pero también a perpetuar la idea de que el Quijote era una especie de
"jest-book", o sea de prontuario de chistes y bromas. Este divertido libelo es
un esbozo de comentario en prosa, lleno de alusiones políticas; la novela de
Cervantes, en sus páginas, sólo aparece juzgada en su aspecto superficial y burlesco. Es, sin embargo, el primer comentario del Quijote publicado en Europa,
fuera de España, y nos muestra cómo Cervantes empezaba a ser popular fuera
del ámbito estricto de la comedia. Probablemente Cayton chapurreaba un
poco la lengua española: la frase "1 am Don Quixot's guartha my spatha" (87),
parece contener el intento de ridiculizar la pronunciación española de la "d"
intervocálica. Sin embargo, las "Notes" no se basan en una lectura directa del
texto cervantino, sino en la versión, revisada en 1652, que hizo Shelton. Cayton no sigue siempre fielmente el texto de la traducción, pero sus citas son más
cercanas a la edición de 1652 que a la de 1612, como puede apreciarse en los
siguientes casos:
if thall beesc afeard, goe aside and pray (Sheltoll 1612: 1, 109)
if thall beest afraid, goe aside and pray eShelton 1652: J, 12 verso)
if thall art afraid, go aside and pray (Gaytan 2B)
which in mine apioian smelIs of gentilicy (Shelton 1612: 1, 109)
which in my apioion smells of gentillisme (Shelton 1652: J, 22 verso)
which in my opioion is a kind of Gemílisme (Gayton 55)
El método que adopta Cayton en la composición es bastante simple: escoge
las frases de la traducción que le vienen bien para su propósito, y juega con
ellas, reelaborándolas, enriqueciéndolas, a menudo estropeándolas. Las notas
son siempre socarronas, o bien satíricas, aunque el autor haga alarde de cierta
cultura, más o menos libresca, en la abundancia de máximas latinas, citas y
alusiones eruditas. Los chistes se mezclan con las referencias a la vida social
inglesa, al teatro, a personajes contemporáneos, actores y cómicos. El idioma
se hace a menudo oscuro, el estilo rebuscado y afectado. No faltan tampoco
los chistes verdes, el humor grosero y un poco vulgar. Cayton, sin ningún propósito moralizador, escribe una obra de entretenimiento, en forma de comen-
tario burlesco sobre la que debía de considerar una novela burlesca.
A veces interrumpe bruscamente la narración para insertar una anécdota
chocarrera, otras utiliza una frase de Shelton para adaptarla a una costumbre
inglesa o a un episodio ridículo de crónica contemporánea, pero su procedimiento habitual es el de expandir y elaborar la traducción, añadiendo juegos
de palabras C'puns") y "conceits", conceptismos preciosistas, que pueden estar
implícitos en el original, o que él deriva de su rica fantasía.
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En varias ocasiones se burla de lo que en Cervantes es serio, o simplemente
irónico. Por ejemplo, hace una transposición cómica en pareados de! famoso
discurso sobre la Edad de Oro pronunciado por Don Quijote ante su rústico
auditorio -"Dichosa edad y dichosos siglos aquellos a quien los antiguos
pusieron e! nombre de dorados" (Quijote 1, 11, 173):
Happy that Agc, which caUed \Vas the goIden,
Not because gold (which doth so much cmbolden
Men in this !ron age) was plenty storc;
Alas (good men) they had llor coyn, nor oar;
But because all thíngs \Vete in comman ro 'um,
And those two filthy words, meum and tuum,
\Vere llot j' th' World, hut each man's heart and hause
\Vete open, they kept gen'tal randevouze.
Aman might dine, (like Sancho) fill his guts
For nought with Acames, or \Virh unsavory Nuts. (43)
Tenemos a menudo la sensación de que Cayton, buen profesional de! chiste,
está cargando demasiado la mano, intentando sacar bromas a la fuerza, aun
cuando e! original no le ofrece punto de arranque.
Después de que Don Quijote y Sancho salen molidos de la aventura con
los yangüeses, se refugian en una venta donde en una {(maldita cama se acostó
Don Quijote, y luego la ventera y su hija le emplastaron de arriba abajo" (1,
16,219). En este punto Caytan se acuerda de una historieta indecente y sigue
con su comentarlo:
They did Hog-grease his body, and smil'd and twitter'd at the bumps in his flesh, which ,vas like
a bruised Pig (but nor so white), splotch'd all over, or like a mouldy Cheese, where three parts
are blew and vinow'd, or like a musty pie. The Hils and Dales in his Body wasted her spikenard extreamly: Indeed, he was more fit to have been delivered over to a plasterer, who with a
shoveIl or two of mortar and a trowell, would have daub'd up the gaps and Cosmas of his dilapidated Carkassej thar done to a Carpenrer to have new planckt him, his muscles \Vere so extended and contunded, that he \Vas not Corpus mobile; afeer that, to the joyner with him, to shave
and smooth the knobs made by the Yanguesians Rockers; and after thar, a Masan and orher Tradesmen, for the reparation of the Oeconomie of his whole body, which was a11 out of arder,
borh Timber and Stonework. (7I)
Don Quijote es comparado a un queso enmohecido; sin embargo, como si eso
no fuera bastante c6mico, su cuerpo llega a ser una chabola arruinada que
necesita todo tipo de reparaciones. Sus sufrimientos y sobre todo sus contusiones y cardenales dan lugar a una despiadada caricatura: el hidalgo es deliberadamente envilecido, y parece menos humano que un "puerco desollado".
Frecuente es el recurso a otros animales para completar el retrato de nuestro héroe. Según nos avisa Cervantes, su "familia)) incluía (Cuna ama que
pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo
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de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera" (1, 1,
90). Gayton comenta: "His family (himselfe included) like that of the Arke,'
two and two, Male and Female, but not of so many persons by halfe, yet here
was as great Beasts" (2). Podemos recordar, a este propósito, que en la
segunda parte del Quijote, efectivamente Cervantes da algún posible arranque para este "conceit"; en el capítulo 29 leemos: "Volvieron a sus bestias, y
a ser bestias, don Quijote y Sancho, y este fin tuvo la aventura del encantado
barco" (289). Shelton lo tradujo de la siguiente forma: "Don Quijote and
Sancho like beasts turne to their beasts: and this end had the Adventure of
the Enchanted Barke" (1652: 11, 190 verso). Cuando nuestro caballero
andante vela, según prescribía el código caballeresco, "las armas en un corral
grande que a un lado de la venta estaba", y luego las pone "sobre una pila que
junto a un pozo estaba" (1, 3, 109), Gayton le compara a una pobre serpiente
junto a una cisterna, y sus silbidos a los de "sorne other creature (as watchfull) who sav'd sometime the Capitoll" (10). Cuando él propone a Sancho
comer sólo yerbas, imitando a los andantes caballeros (1, 10, 169), Gayton
interviene: "He had been the only companion for Nebuchadonozor, when he
was chang'd into a Beast" (41). Don Quijote "tenía los ojos abiertos como liebre"" (1, 16, 222), Y Gayton añade: "A thousand feares, fancies, Chimaeras
keep our Don not only like a Hare in his eyes, but his braines also" (73). En
fin, mientras algunos moradores de una venta mantean alegramente a Sancho
(1, 17,235) -episodio que el escudero recordará siempre con indignación-,
comenta Gayton que su amo le parece desde lo alto "no bigger than a Toad
upon a Bucking-stoole" (84).
Un cerdo, un burro, una liebre y un sapo: éstos son los animales que componen los rasgos caricaturescos del nuevo perfil de Don Quijote, constantemente envilecido por el humorista inglés: "his withered face, or dried flesh
may render him suspected for an Eunuch" (2); en otros momentos se le llama
"fool" (53), "lyer" (57), "scarecrow" (86), un espantapájaros cuyas piernas son
"too visibly flexible" (180). Su Don Quixote es una mera caricatura y no hay
razones para suponer que Gayton considerara a su prototipo español algo distinto, más profundo.
¡Y Sancho? Sancho, cabalgando su asno, parece un dromedario (41). Por
su ignorancia se le define "a very ingrum as they call him, he could neither
write nor read, a very beast, and fit for nothing but to pick sallets" (42). Sus
,
f
ison:
' " a most grosse eleed er"(43) ,a
" cormorant"(45)"
epltetos
I)OS
,a e1o d"
(65). Su retrato caricaturesco es casi deshumanizado: su nariz es "seldome out
of the Manger" (143); "his tongue was like a be!'s clapper, beating others and
ever beat itself" (66); su seso es más débil que el de su asno (189); y cuando
los dos se miran a los ojos "the two of them were mutuall mirrors" (38). Sólo
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muy ocasionalmente hay alguna alusi6n a la sabiduría popular del escudero y
a la fidelidad a su amo (57, 141).
La sátira deJuvenal, la farsa, la burla socarrona de la parodia triunfan sobre
las más finas cualidades humorísticas del texto cervantino. El humor de Cervantes se caracteriza, ante todo, por no ser un fin en sí mismo o un ingrediente
único. En eso consiste el defecto principal de Gayton: en su burda imitaci6n
se aprecia bien en lo que se convierte la historia cuando llega a ser un puro
juego de humor.
Sin embargo, hay que tener en cuenta cuánto más fácil y natural podía
resultarle al público del XVII una interpretaci6n burlesca del Quijote que a los
lectores de hoy. Las parodias de los libros de caballería suscitaban la risa inmediata en los contemporáneos de Cervantes y Gayton, por cuanto ellos manejaban bien ese género de literatura y se lo sabían todo de memoria sobre Amadís o Palmerín. Los lectores de hoy encontramos más difícil leer todos sus
sobrentendidos, porque no conocemos casi nada de los modelos que entendían parodiar, así que el efecto humorístico queda atenuado. El intento par6dico es, además, más explícito en la primera parte del Quijote que en la
segunda, y recordemos que en Inglaterra la primera parte fue traducida ocho
años antes que la segunda. Las primeras impresiones son siempre las que dejan
más honda huella en los lectores, yes probable que los hijos de John Bullleyeran el segundo Quijote sin nuevo entusiasmo, sin ver en ello mucho más de lo
que ya habían apreciado en el primero.
4. Ni siquiera el más conocido y citado de los imitadores del Quijote entre los
ingleses es el que merece mayores elogios ... como imitador. Samuel Butler
(1613-1680) public6 su poema satírico en pareados, Hudibras, en tres partes,
los años de 1663, 1664 Y 1668, Y su libro lleg6 a ser un clásico de la lengua
inglesa, en la que dej6 frases y versos repetidos entonces hasta en la conversaci6n familiar. Publicada su primera parte justamente cuando acababa de caer
el partido puritano y se afirmaba la restauraci6n de los Estuardo con Carlos II,
a finales de 1663 ya habían aparecido nueve ediciones, cuatro de ellas piratas. u
L6gico es el éxito que en el vulgo alcanz6 inmediatamente el poema: alababa
a los vencedores y cubría de oprobio a los vencidos.
En cuanto a la relaci6n con el modelo cervantino, en el fondo Hudibras no
es una imitación, ni siquiera una parodia, sino una antítesis grotesca del Quijote. ¿En qué se parece el falso entusiasmo religioso de Hudibras al quijotismo,
todo sinceridad y nobleza? ¿Qué pueden tener en común un caballero puritano del tipo de Hudibras y un caballero andante como Don Quijote? La fidelidad a la dama, la protecci6n al desvalido, la indignaci6n y la arrogancia contra los abusos de fuerza, la fe profunda en Dios y el firme, el inquebrantable
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convencimiento en el triunfo final del bien y de la justicia parecen ser los rasgos comunes del puritano inglés y del manchego hidalgo. Mas ... ¡qué efectos
contrarios surten en sus respectivas andanzas!
Burler seguramente leyó el Q;tijote muy atentamente," pero no da muestras de haber considerado de él mucho más de lo que vio Gayton: el aspecto
cómico-burlesco. Modeló el personaje de Hudibras no directamente sobre el
Don Quijote cervantino, sino sobre la caricatura de Gayton, a la que afiadió
una nueva máscara, la del "miles gloriosus" plautino, el fanfarrón, perdonavidas que esconde un alma vil y cobarde. Ralpho, "the squire", aunque derive su
nombre de! protagonista quijotesco de The Knight 01the Burning Pestle (Beaumont y Fletcher), está creado sobre Sancho, en función de contraste con su
amo. El nombre de Hudibras está tomado de un personaje del poema The Paerie Queene (u, 2) de Edmund Spenser.
Burler refirió la génesis de los episodios centrales de la primera parte del
poema en una carta del 19 de marzo de 1662 a Sir George Oxenden (Quintana 8): había entablado amistad con un caballero presbiteriano de! oeste del
país, alojado en la misma casa en que se encontraba él, en Holbourne. El caballero venía acompañado de un secretario independiente:" entre los dos a
menudo estallaban violentas disputas sobre asuntos de religión y doctrina
puritana, discusiones que están en la base de los debates teológicos de Hudibras y Ralpho. También el episodio del duelo con Crowdero, el "fiddler" (el
violinista-bufón), nacería de una querella real con un violinista que llevó al
juzgado al caballero presbiteriano. Burler, desde luego, explotó las posibilidades burlescas y el potencial satírico de esta circunstancia posiblemente real,
para representar la pareja de su caballero andante y correspondiente "squire"
como puritanos Don Quijote y Sancho Panza, y hacer del supuesto pleito con
e! violinista una moderna lucha contra los molinos de viento. Veamos, ahora,
de cerca cuánto Burler debió de hacer suyo del Q;lijote.
Las aventuras de la pareja de Burler reflejan en muchos lugares las de su
prototipo espafiol. Los dos caballeros errantes se presentan como figuras ridículas por sus armamentos, van acompañados de rocines flacos y escurridos;
están impulsados por ideales -el celo religioso en el uno, la imitación de la
vida caballeresca en el otro- que llegan a convertirse en ideas fijas, alucinantes, que deforman y comprometen la percepción de la realidad.
Cuando los hombres de Brentford ponen cardos debajo de la cola del caballo de Ralpho, que acaba por molestar al caballo del "Knight" presbiteriano
derribándolo al suelo (Hudibl'tls 1, ii, vv. 835-64), nos acordamos de cómo el
hidalgo manchego fue tratado por los muchachos de Barcelona, a su entrada
en la villa (Q;tijoteu, 61, 564). Igual que Don Quijote, Hudibras invoca a su
dama ("the Widow") pa'a inflamar su corazón antes de lanzarse al combate
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(Hudibl'tlS 1, iii, vv. 477-80). En la Parte Il del poema, Hudibras promete a la
viuda, a quien corteja por amor de sus dineros, someterse a una azotaina para
conquistar sus favores, yen sefíal de reconocimiento, porque ella lo ha librado
de la cárcel-nótese la satírica inversión de la situación clásica de la épica caballeresca, en que es el caballero quien pone a salvo a la dama-; pero después
busca el modo de sustraerse a su promesa y pretende hacer azotar, en cambio,
a su escudero. Éste se rebela, y se origina una gran disputa (Hudibras n, ii, vv.
455-92). Esta expiación liberatoria por medio del autovapuleo nos recuerda
muy de cerca la profecía de Merlín (Qpijote n, 35), según la cual Dulcinea,
que está encantada en forma de rústica aldeana (la forma en que, gracias a la
socarronería de su escudero, creyó verla Don Quijote), sólo recobrará su
estado primero cuando Sancho se haya dado tres mil trescientos azotes en sus
"val·lentes posad
".
eras
Buder nos introduce a su héroe como un "domestic knight" -o sea, magis-
trado, juez de paz-, y al mismo tiempo "knight etrant": "he is Great on the
Bench, Great on the Saddle" (Hudibras 1, i, v. 23). La silla de montar es para
él un sustituto de la cátedra en el tribunal, un medio para alcanzar altura,
para descollar y ver, más allá que los otros, fechorías portentosas. Esta tendencia deformadora a imaginarse mucho de lo poco, que lo lleva a ver en un
juego puritano de lucha entre perros y un oso ("bear-baiting") un complot
jesuita, o en un "skirnmington'J (una ceremonia popular de escarnio contra
las mujeres bravas que tienen a sus maridos subyugados) un rito pagano,
tiene muchas semejanzas con el análogo itinerario que recorre Don Quijote
hacia la alienación. En todas estas aventuras de estructura similar, los dos
héroes desfiguran la realidad acomodándola al estilo de los libros de caballerías; al llegar el desengafío y ver las cosas tal como son, intentan atribuir la
ilusión sufrida a la intervención de un elemento mágico externo: los encantamientos y la venganza de Sidrophel para Hudibras, los encantadores enemigos para Don Quijote.
Es significativa la conclusión a la que llegan los itinerarios del "Knight" y
del hidalgo manchego. Don Quijote recupera la razón después de un largo
suefío, durante unos días de enfermedad. Recupera la razón y hasta sabe reconocer las causas de su locura temporal: reniega de todas sus lecturas "profanas"
de la literatura caballeresca, pide perdón a Sancho, llamándole amigo, y muere
santamente, pedida confesión y hecho testamento: "Yo tengo juicio ya libre y
claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi
amarga y continua leyenda de los detestables libros de la caballería" (Q;lijote
n, 74, 654). Hudibras también conoce al final del poema una análoga conversión a la "cordura", a la que llega, sin embargo, forzadamente. Sus andanzas y aventuras no le llevan a rechazar la falsedad de sus valores religiosos, de
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su ética basada en e! interés particular, sino que le hacen reconocer la inutilidad de correr excesivos riesgos con su vida para poner en práctica sus convicciones y vivir a la altura de sus ideales. Puesto que e! honor no es más que un
código, una palabra, en fin, e! hombre no tiene que gastar más que palabras
para conseguirlo. Ralpho persuade a su amo de que esta sola es la verdadera
"h'
erOlC way" :
So aIl their Combats now, as then,
Are manag'd chiefIy by rhe Peno
That does che Feat, with braver vigours,
In words at length, as \Vell as Figures. (nr, ¡ii, vv. 419-22)
A partir de ahora, Hudibras dará sólo batallas verbales, en las cortes de la ley
y en epístolas heroicas a su dama. Buder, renegando de! valor de la literatura
caballeresca, marca e! fin de la carrera de su héroe como "knight errant": de él
sólo quedará e! "domes tic knight".
Ya e! Dr. Johnson observaba, en su "Lífe of Buder", que la influencia de
Cervantes, más que estructurar la creación de Hudibras, interfería en ella." En
efecto, notaba que la pedante ostentación de erudición y e! celo religioso de!
puritano tenían poco que ver con e! más puro sentimiento de! honor y e! ideal
caballeresco de! modelo cervantino. Frente a lo que hay en Cervantes de compasión, generosidad y humana indulgencia, Buder muestra una intolerancia,
un sarcasmo y un cinismo derivados de su desconfianza en los hombres. Quiso
reírse de! puritanismo, justamente cuando acababa de caer. Su profundo pesimismo, su recelo hacia la religión, su disgusto por la política, que le impedían
comprender e! gran espíritu altruista de! hidalgo manchego, parecen bien resumidos en la rebuscada metáfora que vamos a citar:
The Lemed Write, An Insect Breeze,
Is but a Mungre1 Prince of Bees,
That falls, befare a Storm, 00 Cows,
and stings rhe Founders of his House;
From whose Corrupted Flesh, thar Breed
OfVermine, did at Brst proceed:
So ere rhe Storm of \Va! broke out
Religion spawn'd a vacious Rom,
or Petulanr Capricious Sects,
The Maggots of Corrupted Texts,
Thar firsr Run all Religion clown. (11, ii, vv. 1-11)
La religión es comparada a un enjambre de insectos venenosos, de sectas petulantes y caprichosas, que son gusanos brotados de la corrupción de los Textos
Oas varias interpretaciones que se daban de pasajes de la Biblia). La ironía de
Buder, que recurre a la metáfora zoomorfa, a la personificación -como hacía
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Dryden en MtlcFlecknoe- produce efectos satlricos, deformadores y corrosivos.
La ironla de Cervantes, elemento sustancial del Quijote, sirve para introducir
significaciones sutiles que solicitan un lector inteligente y permite obviamente
la critica, sin la dureza ni el riesgo de la expresión directa. Los lectores de la
época leyeron la novela, antes que nada como una obra divertida, de humor;
y Cervantes buscó insistentemente ese efecto: un humor siempre socarrón,
indulgente y compasivo, que representa un modo de presentar las cosas bajo
múltiples puntos de vista (perspectivismo), una actitud del autor ante el
mundo.
"Siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas, para dar remedio a ellas", (I, 15,
216)
"La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con
gusto". (n, 5, 65)
5. Cervantes, por medio de su influjo, a través de los comediógrafos elisabetianos y jacobeos, sobre todo Gayton y Burler, abrió la senda de la literatura humorística en Inglaterra. El humorismo del siglo XVII se expresaba
sobre todo en la caricatura, el boceto burlesco, la deformación satírica de lo
real. A veces resultaba robusto y eficaz, otras soez. En general, no era sensible a las gradaciones del sentimiento, a los matices, y esto constituye ell!mite
principal de mucha literatura burlesca. Burler no está libre de estos defectos,
de cierta monotonía de expresión que afecta también a Gayton, pero consigue salvarse del olvido por la eficacia de su técnica poética, la brillantez del
estilo, el humorismo mordaz y siempre actual, por la sinceridad de su moralidad.
Don Quijote estuvo constantemente presente en las tierras de John Bull
durante el siglo XVII, pero casi siempre mal interpretado. Los primeros lectores ingleses, hasta la Restauración, privilegiaron una lectura burlesca: insensibles a las verdaderas intenciones satlricas de la novela, procuraron las pequeñas grietas de la farsa al sano y robusto humorismo cervantino. Pero esta tendencia fue gradualmente desapareciendo, aunque no murió del todo.
Un interés creciente por el Quijote se manifestó a lo largo del siglo XVIII, tal
vez favorecido por el regreso de los ctlvtlliers-los sostenedores de Carlos II exiliados durante la Revolución (entre ellos poetas y literatos)- desde Francia,
donde Cervantes ya había gozado de buenas traducciones y aprobación critica.
Con la Edad Ilustrada, la edad del clasicismo, de la razón y de la sátira, Don
Qy/ijote obtuvo la merecida apreciación también en Inglaterra. En palabras de
Samuel Johnson: "\'V'as there ever yet any thing written by mere man that was
wished longer by its readers, excepting 'Don Quixote', 'Robinson Crusoe' and
the 'Pilgrim's Progress'?" (Miscelltlnies 1, 332).
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Florecieron las traducciones, donde la palabra "great" aparece referida al
caballero o a su autor (1700: Capitán John Steven y Peter Motteaux; 1742:
Charles ]ervas; 1755: Tobias Smollet). La calidad y cantidad de esas traducciones dejaron una huella imborrable en el desarrollo de la literatura en prosa.
y Cervantes abrió definitivamente la vía en Inglaterra a la literatura picaresca:
la fórmula lograda de la famosa "pareja andante" será felizmente explotada por
parte de futuros novelistas como Fielding, el mismo Smollet, Sterne y Dickens
(The Pickwick Papers).
Al Quijote ya no se le consideró simple farsa o comedia, sino un modelo de
sátira seria por imitar. y si la Edad de la Sátira se proponía, con sus producciones, reformar las decaídas costumbres inglesas, muy bien le' venía la figura
del inmortal caballero andante, cuya aspiración era precisamente la de "corregir" las malas costumbres espafiolas de su tiempo, inspirándose en una nostálgica visión del pasado.
NOTAS
1. Francia e Italia conocieron traducciones del Quijote más tarde, en 1614 y 1622 respectivamente, mientras que en Alemania se realizó una traducción parcial en 1621, que no fue publicada hasta 1648 y que aÍln entonces incluía sólo los primeros 23 capítulos de la primera parte.
2. Acto IV, ese. 1.
3. Acto IV, ese. 4.
4. Importantes son las derivaciones cervantinas en las comedias que Fletcher, solo y en colaboración con Beaumont o Massinger, y otros comediógrafos menores escribieron en fechas que llegan hasta 1626. Por citar las más conocidas: The Custom oftbe COUl1try (1619), Fletcher y Massinger -Persiles, conocido en la traducci6n de Matchew Lownes; The Queen ofCorimh (1611),
Fletcher, Massinger y Field -La fuerza de la sangre; LoveS Pilgrimage (1611), Flercher, Beaumonty Johnson -Las dos doncellas; The Pair Maid o/lhe 111n (1626),. Fletcher,. Massinger, \Vebster y Ford -La ilustre ftegona; Rule a Wife and Have a Wife (1624), Fletcher -El casamiento
engañoso; The Chances (1611),. Fletcher -La señora Comelia; A Very Wómal1, or The Prince o/
Tarem (16I9), Fletcher y Massinger -El amante libera; The Spanish Gípsy (1623), Middleton
y Rowley -La gitanilla.
5. Citado en Knowles 574.
6. Citado en Knowles 575.
7. Las pocas noticias que tenemos sobre este curioso personaje las encontramos en el Dictíonary
01Natíonal Bíogmphy.
8. El título "Festivous" es el más frecuente. Un precioso original se encuentra en la Biblioteca
Nacional de Madrid (sign. U/1670). En 1768, en Londres, apareci6 una edici6n expurgada,
con muchos cortes y variaciones, a cargo de F. Newbery: FeHívous Notes on lhe Hístory and
Adventures o/the renowned Don Quixote.
9.
10.
11.
12.
Probable referencia a tina familia renombrada en aquellos tiempos.
Aludiendo a una vieja creencia popular según la cual "la liebre duerme abiertos los ojos".
Para los datos cronol6gicos de las ediciones, ver \Vasserman 20.
Se encuentran muchas citas directas de Cervantes a lo largo del texco de Hudíbras; ver: J, vv.
309-10; 1, ii, 873-76; JI, i, 875-76 (los números romanos se refieren a las Partes, las letras
minúsculas a los Cantos, los números arábigos a los versos).
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13. Los "independientes" formaban una secta dentro del partido puritano, que sostenía la independencia y plena autonomía de sus congregaciones del cuerpo eclesiástico y de sus instituciones, sin admitir ninguna organizaci6n unitaria. Tuvieron un papel importante durante la revoluci6n puritana (1642-46), y ganaron mucho poder entre las tropas del ejército de Cromwell
(los "roundheads", o sea, "cabezas rapadas").
14. El primero, sin embargo, en relacionar las obras de Butler y Cervantes fue, en orden de tiempo,
el poeta Edward \Vard en' su The Life al1d Notable Adventures of TIJat Renoumed Knight Don
Quixote de la Mancha, merrily translated il1to HudibrasfÍc verse (1711).
OBRAS CITADAS
Burler, Samuel. The Poetical Wo""s 01 Samuel Butler zuíth the Lifo 01 the Author and
Note. Ed. ]ohn Bell. 3 vols. 2' ed. Edinburgh: Apollo Press, 1784.
Cervantes, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Ed. Florencio Sevilla Arroyo. 2 vols.
Madrid: Castalia, 1997.
- - o The History olthe Valorous and Wítty-Knight-Emtnt, Don Quixote olthe Mancha. Translated out of the Spanish, now newly corrected and amended. Ed. A.
Crooke. London: R. Hodgkinsonne, 1652.
Gayton, Edmund. Pleasant Notes upon Don Q}tixot. London: W. Hunt, 1654.
Knowles, Edwin B. Jr. "AlIusions to Don Quixote before 1660". Philological Quarterly20 (1941): 570-78.
]ohnson, Samuel. Lives olthe English Poets. Ed. G. Birbeck HiII. 3 vols. Oxford: Clarendon Press, 1905.
--o johnsonian Miscellanies. Ed. G. Birbeck Hill. 2 vols. New York: Barnes &
Noble, 1966.
Quintana, Ricardo. ((Th~ Buder-Oxenden Corresponden ce" . Modern Language Notes
48 (1933): 1-11.
Shelton, Thomas. The History 01Don Q}tichote 01the Mancha: the first parte. London:
W. Stansby, 1612.
\'V'asserman, George R. Samuel "Hudibras" Buder. Bostan: Twayne Publishers, 1976.
\X1ilson, Edward M. "Cervantes and English Literature of the Seventeeth Centuri'.
Bulletin Hispanique 51 (1948): 27-52.
RIlCE 17.1 (lOOI)
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