ling iberoamer-43 - Universität Bamberg

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LEÍSMO Y MARCADO DIFERENCIAL DE OBJETO:
D O S S O L U C I O N E S PA R A L E L A S A C E R C A
D E L PA N S I N C R E T I S M O D E C A S O
E N E L E S PA Ñ O L P E N I N S U L A R
H A N S- I N G O R A D AT Z
Universität Bamberg
El sistema de los clíticos pronominales de la lengua castellana presenta desde
hace siglos un importante foco de inestabilidad y cambio gramatical, un hecho
que ha generado un conjunto de innovaciones morfológicas a la vez características del español e inexistentes en las demás lenguas romances. En las variedades
del español coexiste hoy toda una gama de sistemas pronominales alternativos
que a menudo se solapan mutuamente: leísmo (masculino, singular, de persona,
de cosa...), laísmo, loísmo y el “sistema etimológico”. Si nos fijamos en esta abigarrada multitud de innovaciones, la única explicación de una tal variación parece ser que se trate de diferentes soluciones, a veces excluyentes entre sí, para una
situación percibida como problemática por una gran parte de los hablantes. O,
dicho de otra manera: aunque las soluciones sean diversas, parece haber unanimidad entre los hablantes sobre la existencia de un problema. En lugar de concentrarnos en una simple descripción de las diferentes soluciones (ya descritas
detalladamente por otros autores), nos proponemos, en la presente contribución,
averiguar las motivaciones que subyacen bajo las diversas soluciones. Estas
motivaciones son susceptibles de prestar unidad a un conjunto de fenómenos que
de otra manera podrían parecer aleatorios.
Desde una perspectiva diacrónica, vemos el tertium comparationis de las
innovaciones en el milenario proceso sincrético que ha ido reduciendo el rico
sistema casual del latín. En español, la reducción ha llegado a un punto en que el
principio morfológico fundamental del sistema latino nominal, el caso, se ha
debilitado tanto que la asociación “acusativo = objeto directo (OD), dativo =
objeto indirecto (OI)” resulta cada vez más opaco a los hablantes. Las innovaciones responderían, en consecuencia, a una necesidad percibida por parte de los
hablantes de reinterpretar la función del sistema morfológico de los objetos pronominales del español; con el concepto de caso morfológico terminalmente debilitado, se buscan nuevas funciones para la oposición morfológica existente. Se
retiene el principio según el cual los objetos pronominales deben categorizarse
(ya que se dispone de las formas para ello), pero se abandona el principio del
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caso en favor de otras categorías salientes, ya preexistentes en la lengua: género,
número, contabilidad, animacidad. Para analizar este proceso nos valdremos del
concepto de proceso sincrético, que corresponde a un proceso histórico en que
una serie de sincretismos interrelacionados dentro de un paradigma se acumula a
lo largo del tiempo y llega a modificar (y últimamente eliminar) las estructuras
del paradigma.
En la primera parte intentaremos elaborar un marco teórico y terminológico
para el análisis de procesos sincréticos de larga duración. En la segunda parte lo
aplicaremos a las innovaciones en los clíticos pronominales españoles y trataremos de dar una explicación del leísmo. Se planteará la hipótesis de que el leísmo
es un intento de reestructurar la categorización morfológica de los objetos pronominales sobre el modelo de los objetos nominales: se abandona el sistema casual
en favor de una categorización basada en el Marcado Diferencial de Objeto (Differential Object Marking), introducido en el debate por Bossong (1985, 1991).
1. Los diferentes grados del proceso sincrético: puntualizaciones
terminológicas
Según Luraghi (2000) se suele diferenciar entre una perspectiva sincrónica y otra
diacrónica del fenómeno “sincretismo”. El concepto sincrónico se refiere “auf
das Fehlen von Isomorphismus zwischen Form und Funktion [... y hace hincapié
en que] ein und dieselbe Form mehrere Funktionen ausdrücken kann” (Luraghi
2000: 638). Bajo la perspectiva diacrónica, el sincretismo es un
Prozeß, durch den zwei oder mehr Exponenten morphosyntaktischer Kategorien
zusammenfallen, so daß zwei oder mehr grammatische Bedeutungen (zum Beispiel
zwei Kasus), die früher durch zwei verschiedene Exponenten ausgedrückt wurden,
später nur noch durch einen ausgedrückt werden. (Luraghi 2000: 638)
Otro enfoque sobre la noción de sincretismo se encuentra en la definición de
Carstairs-McCarthy (1994), que combina el concepto de homonimia con el de
paradigma flexivo:
Definición 1: Syncretism is homonymy within inflectional paradigms. (CarstairsMcCarthy 1994: 4453)
Podemos constatar que esta definición caracteriza el sincretismo como un
proceso esencialmente reductivo, ya que la homonimia siempre presupone una
pérdida de distinciones formales. Así, una definición alternativa y complementaria del sincretismo podría ser la de ‘un proceso morfológico mediante el cual el
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sistema pierde distinciones formales’. Dicha pérdida puede darse a tres niveles
distintos:
1. al nivel de las células;
2 al nivel de las columnas;
3. al nivel de subparadigmas enteros1.
Esta terminología se basa en una visualización del paradigma en forma de
una matriz como en la Tabla 1, donde la matriz entera representa el subparadigma de una categoría semántico-formal de la flexión (p. ej.: caso, género, número,
etc.), las columnas representan los términos dentro de este subparadigma (p. ej.:
nominativo, acusativo/dativo, etc., masculino/femenino, singular/plural), las
filas las clases flexivas (“declinaciones”) y las células cada una de las formas
que integran el subparadigma (= “exponentes”):
TABLA 1
Subparadigma (p. ej. de caso, de género, de número)
Columna 1
↓
Columna 2
↓
Columna 3
↓
Columna ...
↓
Fila 1 →
Células
→
= exponente x
Fila 2 →
↓
→
= exponente y
Fila 3 →
= exponente a
A cada nivel, el sincretismo es de un tipo distinto y resulta, por ende, importante mantener una diferenciación terminológica estricta entre los tres tipos.
a. la fusión de formas al nivel de células dentro de una columna de un subparadigma (p. ej., el sincretismo de nominativo y acusativo en los neutros
indoeuropeos) suele llamarse sincretismo parcial;
b. la fusión de columnas enteras dentro de un subparadigma (p. ej., la fusión
del genitivo y ablativo con el dativo en el latín vulgar con la resultante
pérdida de dos casos morfológicos) suele llamarse sincretismo total;
1
Con la noción de subparadigma se pretende designar aquellas partes del paradigma
entero que se definen con respecto a los accidentes de la clase léxica en cuestión, como, por
ejemplo, número, género, caso, tiempo, modo, aspecto, etc.
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c. la desaparición de un subparadigma entero y desaparición de toda una
categoría flexiva entro del paradigma (p. ej., la pérdida del sistema casual
en el inglés medio) no se ha fijado aún terminológicamente a mi entender;
para referirnos a este último estadio de todo un proceso de sincretismos
totales vamos a utilizar a partir de ahora el término pansincretismo2.
Nos cabe constatar que el sincretismo en cuanto fenómeno diacrónico se desarrolla típicamente en forma de un proceso en el que sincretismos parciales conllevan sincretismos totales y pansincretismos con la posible incidencia de reinterpretaciones sincréticas. Pasemos a continuación a analizar con más detalle
estos diferentes tipos de cambio lingüístico asociados con un proceso sincrético.
1.1. SINCRETISMO PARCIAL
El primer tipo de cambio es el llamado sincretismo parcial; parece ser el más
citado como “sincretismo” por antonomasia. Se da cuando el cambio fonético
obvia una distinción anterior y hace homófonas unas formas que antes se distinguían morfológicamente. Así, en el latín clásico se distinguían la 1ª y 3ª persona
del singular del imperfecto mediante la oposición -M vs. -T, como en:
lat. 1SG cantabam, 2SG cantabas, 3SG cantabat.
Sin embargo, un cambio fonético provocó la pérdida de la mayoría de las consonantes finales, entre ellas las que antes habían asegurado la diferenciación en
cuestión. El resultado fue una homofonía de la 1ª y 3ª del imperfecto:
esp. cantaba, cantabas, cantaba.
Nótese que la homofonía se da dentro del paradigma, mientras que el paradigma
como tal queda intacto y sin ninguna alteración estructural. Además, con el sincretismo parcial de la 1ª y 3ª persona del singular del imperfecto no desaparecen
los conceptos de 1ª y 3ª persona, ya que siguen distinguiéndose en los demás
tiempos verbales. Se puede afirmar que cantaba en yo cantaba es gramaticalmente distinto de cantaba en ella cantaba, y que las dos formas son simplemen2
La noción del pansincretismo no es totalmente nueva, sino de uso habitual en las ciencias de la religión. Lo que sí parece nuevo es su transposición a la lingüística con la acepción
de “último grado de un proceso de sincretismos que conduce a la desaparición total de un subparadigma”.
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te homófonas. Basándonos en estas observaciones llegamos a la siguiente definición:
Definición 2: El sincretismo parcial es la homonimia de formas dentro de un paradigma flexivo sin alteración en la estructura del mismo3.
Parece que la mayoría de los casos de sincretismo en los debates morfológicos
pertenecen a este tipo. Así, muchas definiciones del concepto de sincretismo
definen realmente este tipo; este es el caso, por ejemplo, en la definición que da
Larry Trask en su influyente diccionario terminológico: “Identity in form between two grammatically different inflections” (1997: 215). No obstante, tal definición resulta problemática en relación con el segundo grado del fenómeno, el sincretismo total.
1.2. SINCRETISMO TOTAL
Como el sincretismo suele ser un proceso erosivo unidireccional, los casos de
sincretismo parcial de un paradigma pueden multiplicarse a lo largo del tiempo,
de tal forma que llegan a obviar uno o más términos dentro de su subparadigma
(como, por ejemplo, la fusión de plural y dual dentro del paradigma de número).
Esto ocurre cuando todas las formas distintivas de un contraste categorial acaban
siendo homófonas. De esta manera, la adición sucesiva de sincretismos parciales
puede llegar a un punto en que adquiere importancia también a nivel estructural.
En este caso el fenómeno alcanza un nuevo nivel que se suele llamar “sincretismo total”:
Definición 3: El sincretismo total es la homonimia masiva de formas dentro de un
paradigma flexivo, provocando así la reducción estructural del mismo (con la pérdida
de términos enteros)4.
Esta forma avanzada del sincretismo ya no consiste en la simple y anecdótica fusión
de algunas células del paradigma en cuestión, sino que adquiere una nueva cualidad
al modificar –es decir, simplificar– la estructura misma del paradigma. Un ejemplo
3
“[...] (a) eine Unterscheidung ist nur in einem Teil der Paradigmen vorhanden, aber nicht
in allen [...] (b) eine Unterscheidung ist nur in einem Numerus vorhanden” (Luraghi 2000: 639).
4
“totaler Synkretismus [...] (c) zwei Kasus, die in einer bestimmten Phase der Geschichte
einer Sprache verschieden sind, werden in einer darauffolgende Phase in allen Paradigmen
und allen Numeri homophon” (Luraghi 2000: 639).
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conocido de este sincretismo total sería la pérdida de los casos genitivo y ablativo
en el pasaje del sistema pronominal del latín clásico al latín vulgar. El sistema pleno
con los cinco casos nominativo, genitivo, dativo, ablativo y acusativo mostraba aún
un genitivo y un ablativo perfectamente diferenciados de los demás casos:
TABLA 2
Pronombres personales en latín clásico (cf. Müller-Lancé 2006: 122-123)
1ª
2ª
3ª
NOM
GEN
DAT
ABL
AC
SG
ego
meı̄
mihi
ā mē, mēcum
mē
PL
nōs
nostrı̄, nostrum
nōbı̄s
a nōbı̄s, nōbı̄scum
nōs
SG
tū
tuı̄
tibi
a tē, tēcum
tē
PL
vōs
vestrı̄, vestrum
vōbı̄s
a vōbı̄s, vōbı̄scum
vōs
cum eō
eum
cum eā
eam
cum eō
id
ā sē, sēcum
sē
SG
PL
M
is
F
ea
N
id
REFL
–
suı̄
M
iı̄/eı̄
eōrum
F
eae
eārum
N
ea
eōrum
REFL
–
suı̄
eius
eı̄
sibi
eōs
eı̄s/iı̄s
cum eı̄s/iı̄s
eās
ea
sibi
ā sē, sēcum
sē
En el sistema clásico, los pronombres de 3ª persona no eran técnicamente “pronombres personales” sino demostrativos utilizados en tal función. Su uso estaba
limitado a referentes inanimados (cf. Müller-Lancé 2006: 123). Con el tiempo,
los pronombres de 3ª persona del tipo is, ea, id fueron suplantados por los demostrativos del tipo ille, illa, illud. Paralelamente, el sistema casual del latín se reducía cada vez más a su función prototípica que consiste en marcar y diferenciar
los argumentos principales de la oración (sujeto, OD, OI), lo que se efectúa con
los tres casos nominativo, acusativo y dativo:
• el nominativo marca al sujeto;
• el acusativo marca al OD;
• el dativo marca al OI.
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De acuerdo con dicha tendencia, las formas de los dos casos restantes, el genitivo y el ablativo, se fundieron en sendas homonimias parciales con formas de los
demás casos con el último resultado de que el ablativo y el genitivo desaparecieron por completo del paradigma:
TABLA 3
Reestructuración de los pronombres personales en latín vulgar
1ª
2ª
3ª
NOM
DAT
AC
SG
ego
mihi
mē
PL
nōs
nōbı̄s
nōs
SG
tū
tibi
tē
PL
vōss
vōbı̄s
vōs
SG
M
ille
F
illa
N
illud
REFL
PL
–
M
illı̄
F
illae
N
illa
REFL
–
illum
illı̄
illam
illud
sibi
sē
illōs
illı̄s
illās
illa
sibi
sē
Aquí nos encontramos delante de un caso de sincretismo total de las categorías
morfológicas genitivo y ablativo que conlleva una importante alteración en el
paradigma mismo. La historia de la transformación del latín en las diversas lenguas románicas modernas se podría describir en el campo de la morfología nominal como el proceso de erosión del sistema casual.
La estructura de este lento proceso de reducción consiste en largas etapas de
diversos sincretismos parciales que van debilitando ciertos contrastes del paradigma. De vez en cuando, el debilitamiento llega a tal punto que la distinción
entre dos términos ya no es viable; entonces se da la revolución del paradigma en
un sincretismo total que lo deja con un número reducido de términos. Dado el
nombre limitado de términos de un paradigma, el proceso de sincretismos parciales y totales no se puede perpetuar ad infinitum. Llega a darse la situación en
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que los últimos dos términos del paradigma se acercan a un nuevo sincretismo
total que, lógicamente, será también el sincretismo terminal: el pansincretismo.
1.3. PANSINCRETISMO
La noción de pansincretismo designa el punto final de una serie de sincretismos
totales que han ido erosionando las categorías de un subparadigma hasta su última oposición binaria. Si un último sincretismo total llega a suspender aún esta
última oposición, el paradigma ya no se altera, sino que desaparece por completo. Esto puede alcanzar un subparadigma, como el de caso o de género, o incluso
llegar al extremo de eliminar últimamente toda flexión. Un ejemplo espectacular
de pansincretismo sería el proceso en el que la flexión nominal del latín (y más
tarde del protorromance y finalmente de las lenguas romances) perdió su sistema
casual y con ello el subparadigma entero de los casos.
En un primer paso, el sistema de cinco casos del latín clásico se reduce a tres
casos como consecuencia de dos sincretismos totales, en los que desaparecen el
genitivo y el ablativo:
• Sistema de cinco casos del latín clásico → el sincretismo total de genitivo,
ablativo y dativo (= sincretismo total doble) elimina el genitivo y el ablativo.
Más tarde, otro sincretismo total en el latín vulgar funde el dativo con el acusativo en un solo caso oblicuo, que se opone a un nominativo residual o caso recto:
• Sistema de tres casos del latín vulgar → el sincretismo total del acusativo
y el dativo elimina el dativo.
Este estadio bicasual, tal como se puede encontrar aún en francés y occitano
antiguos, representa la versión mínima de un sistema casual. A finales de la Alta
Edad Media tiene lugar en francés antiguo el último sincretismo total del sistema
casual, en que el caso oblicuo y el caso recto se funden en uno.
• Sistema de dos casos del francés antiguo → el sincretismo total del caso
recto y del caso oblicuo.
No sólo desaparecen ambos casos sino también, con ellos, la categoría morfosintáctica de “caso” de los nominales franceses en un pansincretismo de caso:
• Pansincretismo del sistema casual en francés moderno → desaparece el
paradigma casual de los nominales (aunque persista en los pronominales).
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Nótese, por lo demás, que las definiciones tradicionales de “sincretismo” citadas
arriba no se adaptan muy bien ni al sincretismo total ni al pansincretismo. Recordemos que, según Trask, hay sincretismo cuando existe una “[i]dentity in form
between two grammatically different inflections” (1997: 215).
En el caso del sincretismo parcial, esta definición era perfectamente justificada ya que, por ejemplo, cantaba tiene efectivamente dos funciones claramente
identificables. Sin embargo, cuando intentamos aplicar la misma definición al
sincretismo total, esta resulta problemática. Si bien en el sistema pronominal del
latín vulgar las formas del genitivo y del ablativo se han fundido con el dativo, lo
han hecho de forma total en el sentido de que, una vez terminado el proceso, ya
no tiene sentido hablar de ablativo o genitivo en esta lengua. Pero si estas formas
morfosintácticas ya no existen en el latín vulgar, resulta igualmente incongruente hablar de las formas del nuevo dativo como si sólo se tratara de una simple
“identidad formal entre flexiones gramaticalmente diferentes”. El sincretismo
total es más que una homonimia sistemática entre dos (o más) términos dentro de
un subparadigma; más bien es la eliminación de uno o más términos del mismo.
Una vez eliminados los términos ablativo y genitivo ya no se puede hablar de
una “homonimia” de estos con el dativo.
Lo dicho es aún más válido con referencia al pansincretismo. Aunque es cierto que ambos procesos –tanto el sincretismo total como el pansincretismo – son
los resultados de homonimias acumuladas, es también cierto que estos ya no
conducen a nuevas homonimias. Al contrario: al eliminar el sincretismo total términos enteros de un subparadigma y el pansincretismo subparadigmas enteros
del sistema, las homonimias originales acumuladas dejan de ser homonimias.
Así, las formas españolas árbol y árboles son históricamente el resultado de los
sincretismos totales que eliminaron sucesivamente los casos del latín y del pansincretismo que eliminó la categoría morfosintáctica de “caso” de los nominales
españoles. A pesar de esto, resultaría francamente absurdo describirlas, en los
términos de la definición de Trask (1997: 215), como formas idénticas que representan tanto el nominativo como el dativo, acusativo y genitivo.
Resumiendo podemos decir, pues, que:
• el sincretismo parcial se basa en la homonimia entre formas morfosintácticamente distintas;
• el sincretismo total se basa en la acumulación de sincretismos parciales cuando estos acaban eliminando una categoría entera de un paradigma;
• el pansincretismo se basa en la acumulación de sincretismos totales cuando estos acaban eliminando un subparadigma entero del sistema lingüístico.
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Desde el punto de vista diacrónico se trata de tres grados de un mismo proceso diacrónico de larga duración en el que sólo el primer grado se puede describir como homonímico. Hay que diferenciar, por tanto, dos facetas del fenómeno “sincretismo”: desde el punto de vista sincrónico, el sincretismo es un
proceso homonímico dentro de un paradigma, tal como lo hemos definido en
la definición 1, es decir, el sincretismo parcial; y, diacrónicamente, en cambio, el sincretismo es un proceso de reducción en el que un paradigma o bien
pierde términos (sincretismo total) o bien un subparadigma entero (pansincretismo).
1.4. REINTERPRETACIÓN SINCRÉTICA
Hasta ahora hemos tratado las diversas facetas del sincretismo propio que hemos
caracterizado como “homonimia dentro de un paradigma” y “proceso reductor
de la complejidad de un paradigma”. Ahora bien, desde los primeros sincretismos hasta la eliminación del paradigma en un pansincretismo suelen transcurrir
siglos y, aunque el proceso reductor pueda desarrollarse de manera completamente regular, tal como lo acabamos de describir, existe también la posibilidad
de que el proceso regular se interrumpa. Esta ruptura se da cuando un sincretismo total no conduce a una simple reorganización dentro del paradigma sino a
una reinterpretación funcional del paradigma mismo. La probabilidad de que
esto ocurra aumenta en la medida en que el paradigma se atrofia.
Veámoslo en un ejemplo histórico: el paso en el desarrollo del sistema pronominal del latín vulgar al protorromance respecto al español antiguo. En este estadio, las marcas morfológicas de caso desaparecen por completo de los nominales
y se ven otra vez severamente recortadas en los pronominales (compárese con la
Tabla 3 arriba). En esta fase, el sistema pronominal se escinde en dos paradigmas: los llamados pronombres tónicos (es decir, libres) y los llamados pronombres átonos (clíticos). La distinción dativo-acusativo se sincretiza en las formas
tónicas y el género neutro desaparece (Tabla 4).
No estamos aquí ante un caso de simple sincretismo de formas. En la 1ª y 2ª
persona de los pronombres de objeto, la diferencia entre los casos acusativo y
dativo es reinterpretada como la diferencia entre dos tipos de pronombres con
distribución complementaria:
• los antiguos dativos pasarían a ser pronombres fuertes (ya sin distinción de
caso);
• los antiguos acusativos se convertirían en pronombres débiles, clíticos (ya
sin distinción de caso).
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TABLA 4
Reestructuración de los pronombres personales en español antiguo
Pron. tónicos
1ª
SG
NOM
DAT/AC
NOM
yo
mi
–
me
–
nos
–
te
vós
–
vos
él
–
nós
PL
2ª
tú
SG
PL
3ª
SG
Clíticos
M
ti
DAT
AC
lo
le
ella
F
REFL
PL
–
–
si
ellos
M
la
–
se
–
los
les
ellas
F
REFL
–
–
si
–
las
se
Esto ya no es un ejemplo de “homonimia dentro de un paradigma inflexional”, sino la creación de otro paradigma esencialmente nuevo y al mismo tiempo
de una nueva clase de palabras: los pronombres clíticos. Con esto salimos netamente del ámbito del sincretismo, que es –como hemos dicho antes– esencialmente un proceso de reducción morfológica. Propongo llamar a este tipo de interrupción de un proceso sincrético reinterpretación sincrética:
Definición 4: La reinterpretación sincrética es una reinterpretación funcional de las
formas residuales de un paradigma en un estado avanzado de sincretismo, lo que
supone la creación de un (o varios) paradigma(s) esencialmente nuevo(s).
La reinterpretación sincrética no constituye en ella misma un caso de sincretismo, pero sí es un proceso estrechamente ligado a las fases terminales en la
erosión sincrética de un paradigma o, dicho de otra manera, una reinterpretación
inducida por un proceso sincrético. Es un concepto que utilizaremos en el
momento de analizar las innovaciones del sistema clítico del español. Después
de estas puntualizaciones terminológicas, volvemos ahora a la cuestión de las
diversas innovaciones en dicho sistema y de su posición dentro del proceso sincrético de la pérdida del sistema casual.
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2. Las innovaciones en los pronombres clíticos españoles
Los hechos que nos ocuparán aquí son tan conocidos que nos parece innecesario
repetir todo lo que se ha publicado acerca de ellos5. La variación morfológica en
los pronombres clíticos de 3ª persona, conocida con los términos leísmo, loísmo
y laísmo, es ya un tema clásico de la gramática pronominal del español, por lo
cual bastará recordar los hechos. Estamos hablando de fenómenos como los
siguientes6:
(1) —¿Conoces a Juani?
—Sí, lei conozco hace tiempo. [= leísmo masculino de persona]
(2) A Maríai hace tiempo que no lei veo. [= leísmo femenino de persona]
(3) —¿Sabes dónde está mi libroi?
—No, no lei he visto por aquí. [= leísmo de cosa]
(4) Cuando vi a Pepa, la di su regalo. [= laísmo de persona]
(5) Coges la sartén, la das la vuelta y ya tienes lista la tortilla. [= laísmo de cosa]
(6) Cuando recojo a los niños del colegio, los llevo la merienda. [= loísmo de persona]
(7) Para arreglar esos trajes, hay que sacarlos el bajo. [= loísmo de cosa]
Todos estos usos tienen en común el hecho de ser innovaciones respecto al sistema tradicional, también llamado “sistema etimológico”, porque en él las formas
de la 3ª persona se dividen en dos casos, acusativo y dativo, que desempeñan
todavía la misma función sintáctica que ya tuvieron sus formas etimológicamente equivalentes del latín (Tabla 5).
Según el sistema etimológico, la distribución de los clíticos de 3ª persona
depende de la función sintáctica de su antecedente: los OD son pronominalizados por las formas acusativas y los OI por las formas dativas. Con el leísmo, en
5
Véanse, por ejemplo, Company Company (1998), Delbecque (1990), Eberenz (2000),
Fernández-Ordóñez (1999), Flores Cervantes (2002, 2006), González (1997), Moreno Fernández et al. (1988), RAE (1973), Roegiest (2005), Schmidely (1972) y Uruburu Bidaurrázaga
(1993).
6
Los ejemplos están tomados de Fernández-Ordóñez (1999), hasta ahora la presentación
más detallada de los fenómenos en cuestión.
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TABLA 5
Español: pronombres clíticos (“sistema etimológico”)
AC
DAT
1SG/PL
me/nos
2SG/PL
te/os
3SG/PL
lo, la/los, las
le/les
cambio, los dativos invaden funciones de los acusativos; y con el laísmo y el
loísmo pasa lo contrario, es decir que los acusativos suplantan las formas de dativo.
Podemos distinguir al menos dos aspectos en que dichos fenómenos se relacionan con el proceso morfológico de sincretismo que nos ocupa aquí:
• la extensión de formas en el dominio de otras dentro de un paradigma morfológico constituye un sincretismo en sí;
• la pérdida patente del concepto de “caso” en las innovaciones puede verse
diacrónicamente como la fase terminal de un proceso sincrético.
Si bien es verdad que la reducción sincrética de los casos en los sistemas pronominales alcanza todas las lenguas románicas, hay que resaltar que el español
es hoy la lengua más avanzada en este proceso. Mientras que en las demás lenguas romances sobrevive un último reducto del sistema casual en el seno de sus
sistemas pronominales, en español han aparecido ya sistemas alternativos que
reducen aún más la incidencia de la noción de “caso morfológico”, hasta, en ocasiones, llegar a abandonarla por completo. En esto consiste el particularismo
español respecto a dicho fenómeno dentro de la Romania; este particularismo
explica por qué hay leísmo, laísmo y loísmo en español, algo que no ocurre en
ninguna otra lengua romance.
Vamos a pasar revista ahora a las diferentes innovaciones a fin de poner de
relieve sus semejanzas y diferencias: el laísmo (Cuando vi a Pepa, la di su regalo) consiste en un sincretismo total de las formas de dativo con las del acusativo
en que los dativos, que carecen de marca de género, son suplantados por las formas del acusativo, que sí tienen dicha marca. Esta innovación es posible porque
la oposición entre acusativo y dativo ya no resulta transparente, y se prefieren los
acusativos porque permiten diferenciar el género. La diferenciación del género
es más importante socialmente cuanto más arriba se encuentre un referente en la
jerarquía de animacidad; por ende, el laísmo es más frecuente en estas circunstancias.
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El loísmo (Cuando recojo a los niños del colegio, los llevo la merienda) está
estrechamente relacionado con el laísmo, con el que normalmente convive. El
loísmo es en cierta manera “la otra cara del laísmo”, ya que ambos derivan del
mismo sincretismo total de las formas de dativo y acusativo, con la pérdida de
las formas de dativo en favor de las de acusativo. El loísmo es más frecuente con
referentes plurales. Tanto con el laísmo como con el loísmo no se “reinterpreta”
nada. Simplemente se abandonan unas formas en favor de otras que permitan
una expresión inequívoca de género.
El loísmo y el laísmo nos parecen fenómenos menos interesantes que el leísmo, ya que se trata de innovaciones claramente dialectales y socialmente estigmatizadas, sin repercusión en la lengua estándar. Además, en ambos procesos no hay
reinterpretación, sino el simple abandono de formas cuya función ha resultado
opaca. El leísmo en sus diferentes variedades es un caso completamente aparte.
2.1. EL LEÍSMO: REINTERPRETACIÓN SINCRÉTICA EN REACCIÓN A UN DESAJUSTE
ESTRUCTURAL
Las innovaciones de leísmo, laísmo y loísmo coinciden, como decíamos, en
abandonar el concepto de caso en favor de otros principios de categorización.
Para poner este proceso en perspectiva se impone la necesidad de analizar antes
la incidencia del concepto “caso morfológico” tanto en los pronominales como
en los nominales, comparando el español con las demás lenguas romances. Para
esto nos basaremos en la concepción de “caso” tal como se desprende de la definición de Grimm: “[Case is] a morphological means of marking arguments for
syntactic, semantic, and/or pragmatic content” (2005: 8). En cuanto a la función
prototípica del caso morfológico, Grimm la caracteriza así:
marking argument structure is the primary reason for having a Case system in the first
place – in order to signal what is the subject, object etc. of the predicate. Put differently, if a language has Case, its Cases at least have this function. (ibíd. 9)
De lo dicho resulta que si una lengua dispone de un marcador morfológico
con la función de identificar inequívocamente al menos uno de los tres argumentos centrales (sujeto, OD u OI), se puede decir que dicha lengua posee “caso”.
La cuestión de hasta qué punto las lenguas romances modernas aún disponen
de caso morfológico es uno de los asuntos centrales de la filología románica. El
juicio mayoritario sobre este problema diferencia entre nominales y pronominales. Se niega rotundamente la existencia de “caso” en los nominales de todas las
lenguas romances modernas, con la única excepción del rumano. Sin embargo,
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esto es sólo cierto del caso morfológico realizado en forma de afijo y no del marcado de caso mediante partículas o adposiciones antepuestas, tal como ocurre en
el francés moderno con el marcador de dativo à:
(8) Julie donne le livre à Pierre [marcado = dativo].
Respecto a los pronominales romances hay esencialmente dos corrientes de opinión: la más radical niega la existencia de caso no sólo en los nominales sino
incluso en los pronominales, analizando las formas residuales como casos de
conservación léxica; y la otra, más corriente, en cambio acepta la supervivencia
de un sistema casual residual en los pronominales (cf. Oesterreicher 1996: 283).
Adoptaremos aquí la segunda de las dos opiniones, compartida también por Fernández-Ordóñez cuando escribe:
El paradigma de los pronombres personales de tercera persona del español constituye el único ejemplo (con los de primera y segunda persona) de conservación parcial
del sistema casual latino. (1999: 1317)
Las lenguas romances en general y el español en particular se encuentran en la
fase terminal de un milenario proceso de pérdida de casos. Para documentar y
analizar los detalles de esta fase terminal se impone la visión más refinada, que
considera también los usos residuales de casos, sobre la otra visión, que ya da
por acabado el debate antes de iniciarlo, al declarar que ya no quedan casos. Para
resaltar el particularismo del español, vamos a compararlo ahora con el francés.
Analizaremos primero los nominales y después los pronominales.
2.1.1. Caso en el sistema nominal
El francés carece de recursos morfológicos para distinguir los sujetos nominales
de los OD. Esta información se expresa en la actualidad mediante la posición de
los elementos respecto al verbo. Hay, sin embargo, un marcador obligatorio y
perfectamente fiable para identificar los OI en el marcador prenominal à7:
7
Es obvio que este marcador está relacionado con la preposición homónima y homógrafa
à, de la que se originó etimológicamente. Sin embargo, después de gramaticalizarse en un
marcador de dativo, su comportamiento sintáctico y su semántica lo han alejado tanto de su
origen preposicional que preferimos ver en él un elemento esencialmente nuevo y independiente de la preposición à.
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TABLA 6
Francés: nominales
Sujeto
OD
OI
Ø
Ø Pierre (donne)
à ...
Ø le livre
Ø Pierre (voit)
Ø Julie
Ø Pierre (voit)
Ø le livre
à Julie
Los nominales franceses se presentan entonces en un sistema bicasual en que el
nominativo y el acusativo se han sincretizado en un caso no-marcado, mientras
que el dativo recibe el marcador de caso à.
Si nos pasamos ahora al sistema español, notamos que, a primera vista, se
parece al francés en que ambos marcan los OI con un “prefijo” a. Pero, con todas
las similitudes, el análisis bicasual del francés resulta insostenible aplicado a los
nominales españoles. Igual que en francés, los objetos españoles se presentan en
dos variantes, una marcada con el prefijo a y otra sin marca:
(9) Pedro da el libro a Julia [OI marcado = dativo].
(10) Pedro ve Ø el libro [OD sin marca = acusativo].
Pero, a diferencia del francés, la línea divisoria entre objetos marcados y no-marcados no coincide con la que delimita los OD de los OI, sino que recorta y divide
los OD, ya que también hay OD que llevan la marca:
(11) Pedro ve a Julia [OD marcado = acusativo].
Estamos delante del “acusativo preposicional” (como se ha querido llamarlo tradicionalmente) que diferencia el comportamiento sintáctico de los OD españoles
de manera tan nítida de los franceses. La tabla siguiente resume la distribución
de nominales marcados y no-marcados en el español moderno (Tabla 7).
Se ve muy claramente que el ámbito del marcador a comprende a todos los
OI, pero sobrepasa los límites de estos e invade buena parte también de los OD,
estrictamente no-marcados en francés. En consecuencia (y a diferencia del francés), el marcador a de los objetos españoles no puede considerarse un marcador
de caso ya que no identifica inequívocamente un tipo específico de argumento
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TABLA 7
Español: nominales
Sujeto
OD
[–animado]
OI
[+animado]8
Ø
a ...
Ø Pedro (da)
Ø el libro
a Julia
Ø Pedro (ve)
Ø Pedro (ve)
Ø el libro
nuclear como OD u OI, dado que aparece tanto con unos como con otros. Si bien
hay un marcador en español para clasificar los complementos de objeto, esta clasificación no se basa en el concepto de caso sino en el del Marcado Diferencial
de Objeto (MDO), noción acuñada por Bossong (1985).
El MDO, que existe en más de 300 lenguas, consiste en diferenciar morfológicamente dos tipos de transitividad, de los que uno es el término marcado mientras que el otro no lleva marca (de acusativo). La diferenciación se basa en algunas lenguas en los diferentes grados de animacidad de los objetos en cuestión, en
otras en su definitud y en otras incluso en una combinación de ambos factores,
como lo es también en el caso del español moderno (Aissen 2003). Otros (Parodi
1998: 91; Heusinger/Kaiser 2003: 62) sugieren además la inclusión de un tercer
factor para el MDO español, la especificidad. Para facilitar la representación del
complicado entrelazado de los tres factores sintetizan de ello una “jerarquía integrada de definidad” en la que se entrecruza la definidad con los otros dos factores animacidad y especificidad:
TABLA 8
Jerarquía integrada de definidad, animacidad y especifidad
(Heusinger/Kaiser 2003: 62)
Pron. 1a y 2a >
Pron. 3a >
SN lexical/animado >
SN lexical/definido >
SN lexical/específico >
SN lexical/inanimado
SN lexical/indefinido
SN lexical/no-específico
8
Con [+/- animado] indicamos aquí la posición alta o baja en la “jerarquía integrada de
definidad, animacidad y especifidad” de Heusinger/Kaiser (2003: 62) en Tabla 8.
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A pesar de que los detalles de esta jerarquía y de las demás que se han sugerido
son tan variables como sus diferentes denominaciones9, parece haber un consenso general sobre su existencia y relevancia para el MDO. En lenguas con MDO,
los OD son subdivididos en dos clases en función de su posición dentro de dicha
jerarquía: los OD con referentes más altos en ella forman la clase marcada del
sistema y reciben en consecuencia un marcador morfológico que los distingue de
los demás OD, bajos en la jerarquía, que carecen de marcador.
Nótese que el MDO en general es perfectamente compatible con un sistema
casual, ya que en principio deja el acusativo intacto; simplemente consiste en no
marcar todos los OD, sino sólo un subgrupo de ellos. No es, por tanto, el MDO
en sí lo que destruye los últimos restos del sistema casual en los nominales españoles; esto se debe más bien al hecho de que el MDO es idéntico al marcador de
dativo (= OI), con lo que este deja de ser un marcador inequívoco. Con la pérdida de un marcador de dativo ya no queda en los nominales ningún marcador que
sirva para marcar inequívocamente un argumento principal. En consecuencia, y
a diferencia del francés, los nominales españoles no llevan marcador de caso,
sino que siguen los principios del Marcado Diferencial de Objeto.
2.1.2. Caso en el sistema pronominal
Después de haber destacado las diferencias entre los nominales franceses y españoles, pasamos ahora a fijarnos en ambos sistemas pronominales. En francés los
“pronombres tónicos” se comportan como nominales plenos con respecto al sistema bicasual:
TABLA 9
Francés: pronombres fuertes
Sujeto
OD
Ø
Ø lui (donne)
9
OI
à ...
Ø celui-ci
à elle
Jerarquías muy similares a la de Heusinger/Kaiser (2003) se han llamado también “jerarquía de tematicidad” (Detges 2005: 156), “jerarquía de agentividad” (Mallinson/Blake 1981:
80) o “jerarquía de especifidad” (Parodi 1998: 91). Todas remontan a una jerarquía de Silverstein (1976: 113) la que su autor simple y sabiamente llamó “feature hierarchy”.
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En sus clíticos, el francés aún mantiene un sistema con tres casos con un “nominativo” para los clíticos de sujeto, y un acusativo y un dativo para los clíticos de
objeto:
TABLA 10
Francés: pronombres clíticos
NOM
AC
DAT
1SG/PL
je/nous
me/nous
2SG/PL
tu/vous
te/vous
3SG/PL
il, elle/ils, elles
le, la/les
lui/leur
No cabe duda de que esto constituye un sistema de caso. Todas las formas no-sincretizadas identifican un tipo de argumento principal: los acusativos de 3ª persona
siempre se refieren a OD, mientras que los dativos de 3ª persona identifican los OI.
En español –como ocurre también en francés–, los pronombres tónicos muestran el mismo comportamiento que los nominales léxicos plenos. No obstante, en
español esto significa que ya no se rigen por un sistema casual, sino que son
sujetos al MDO con sus dos tipos de OD:
TABLA 11
Español: pronombres fuertes
Sujeto
OD
OI
[–animado]
Ø
Ø Él (le da)
[+animado]
a ...
Ø este/esta/esto
a él/a ella
Ø Él ([lo/le/la] ve)
Ø Él (ve)
Ø este/esta/esto
En los clíticos pronominales, la situación en español también se parece a primera
vista a la del francés, ya que por el momento nos limitamos al “sistema etimológico” (cf. Fernández-Ordóñez (1999: 1319) y no consideramos los sistemas
innovadores:
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TABLA 12
Español: pronombres clíticos (“sistema etimológico”)
AC
DAT
1SG/PL
me/nos
2SG/PL
te/os
3SG/PL
lo, la/los, las
le/les
Se ve que los clíticos franceses del acusativo y del dativo coinciden en casi el
100% de los casos con el “sistema etimológico” español; en ambos, la distribución de las formas de 3ª persona se basa en una oposición entre el acusativo y el
dativo. En los nominales, en cambio, la situación es claramente distinta en ambas
lenguas: en francés existe una correlación estable entre [à SN] ⇔ <lui/leur> y
[Ø SN] ⇔ <le, la/les>. Mientras que en español no se puede construir una relación fiable entre el marcador a y ningún tipo de argumento concreto10.
2.2. DOS SISTEMAS INCOMPATIBLES PARA LA CATEGORIZACIÓN DE ARGUMENTOS DE
OBJETO EN ESPAÑOL
Tal y como acabamos de exponer, el MDO ha suplantado la oposición de caso
acusativo y dativo en los nominales españoles. Por otro lado, esta oposición
casual persiste aún en los pronominales clíticos de 3ª persona del “sistema etimológico”. Con eso, donde en francés sólo hay un principio unitario conviven en
la mayoría de las variedades del español dos principios distintos (y parcialmente
inconmensurables) para la categorización morfosintáctica de los objetos: un sistema basado en la oposición de acusativo y dativo en los clíticos, y otro basado
en [+/-MDO] en los nominales y los pronombres fuertes:
10
Es obvio que el marcador a era históricamente la marca exclusiva de los OI y que su
extensión al ámbito de los OD constituye una innovación. Sin embargo, en la construcción
ditransitiva el estado anterior se ha fosilizado hasta cierto punto: en esta construcción existe la
posibilidad e incluso una tendencia de prescindir del MDO, aunque todas las condiciones para
marcar el OD estén presentes, cf. “Ha sido forzoso dejar [el/al] conde en rehenes [*el/al] enemigo” (Heusinger/Kaiser 2007: 89). Si es verdad que, en la construcción ditransitiva, el marcador de OD puede suprimirse, no se puede decir lo mismo del marcador del OI, que, aun
aquí, es estrictamente obligatorio.
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TABLA 13
Categorización de argumentos en español: “sistema etimológico”
→ Caso (con clíticos)
Función
sintáctica
Sujeto
(= nominativo)
OD
(= acusativo)
OI (= dativo)
→ MDO (con nominales)
Clíticos
SNs (y pronombres fuertes)
—
[Ø Pedro]/[Ø Él] canta.
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [Ø mi coche]/[Ø esto].
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [a mi padre]/[a él].
[Le] doy el libro.
Doy el libro [a Pedro]/[a él].
MDO
[–animado]
= <Ø>
[+animado]
= <a>
Con todo esto, debemos volver a lo que decíamos en el primer párrafo de este
artículo: todas las innovaciones en los clíticos españoles, a pesar de su polifonía
de diferentes soluciones, se remontan al mismo desajuste en el sistema, el cual
debilita las intuiciones de los hablantes y da vía libre a reinterpretaciones y simplificaciones. Este desajuste lo acabamos de encontrar en los clíticos de 3ª persona del sistema etimológico: el sistema dativo/acusativo de los clíticos entra en
conflicto con los principios que rigen la categorización de los objetos nominales
(≠ francés).
Sugerimos analizar el fenómeno del leísmo en el contexto de este desajuste
entre los clíticos y los nominales. El leísmo consiste en el uso de las formas etimológicamente dativas de los clíticos de 3ª persona le(s) en función de OD. Se
distinguen diversas formas y diversos grados del fenómeno: el leísmo más frecuente y extendido es el referido a un objeto singular masculino y personal:
(12) —¿Conoces a Juani?
—Sí, lei conozco hace tiempo.
Algo menos frecuente es el leísmo plural, referido normalmente a personas:
(13) Esta tarde voy a recoger a los niñosi del colegio y lesi llevaré al parque.
El leísmo masculino de persona, tanto singular como plural, podría considerarse
la variedad más extendida y, por tanto, prototípica de este fenómeno. El leísmo
femenino de persona también existe, pero es el tipo de leísmo más raro de todos:
(14) A Maríai hace tiempo que no lei veo.
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(15) Aquí no hay monjasi. En la guerra lesi mataron a todas.
Al lado del leísmo de persona hay también ejemplos de leísmo de cosa masculina, de difusión más reducida:
(16) —¿Sabes dónde está mi libroi?
—No, no lei he visto por aquí11.
Sin embargo, las formas de leísmo más frecuentes y con más incidencia en la
lengua estándar se dan sobre todo con referentes animados:
Varios autores [...] piensan que el leísmo y la extensión del complemento directo
preposicional (que coincide con la marca del complemento indirecto) responden a la
tendencia a crear una distinción gramatical entre animado e inanimado. (SánchezMiret 2001: 645-646)
Más exactamente habría que decir que la probabilidad de ser pronominalizado
por le(s) depende de la posición del antecedente en la misma “jerarquía integrada
de definidad, animacidad y especifidad” que ya hemos aducido como el principio más importante que rige el MDO o, dicho de otro modo: el leísmo (o al
menos ciertos tipos de leísmo) traspone al ámbito de los clíticos el principio
según el que se categorizan los nominales, es decir, el Marcado Diferencial de
Objeto. Con esto, el desajuste entre clíticos y nominales se suaviza (con el “leísmo moderado”) o incluso desaparece por completo:
TABLA 14
Categorización de argumentos en español: sistema “leísta”
→ MDO (con clíticos, pronominales y nominales)
Función
sintáctica
Clíticos
SNs (y pronombres fuertes)
Sujeto y OD1
—
[Ø Pedro]/[Ø Él] canta.
Pedro [lo] conoce.
Pedro conoce [Ø mi coche]/[Ø esto].
Pedro [le] conoce.
Pedro conoce [a mi padre]/[a él].
[Le] doy el libro.
Doy el libro [a Pedro]/[a él].
OD2 y OI
11
Los ejemplos son tomados de Fernández-Ordóñez (1999: 1319).
MDO
[–animado]
= <Ø>
[+animado]
= <a>
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No es muy sorprendente que se haya abandonado el concepto de dativo en favor
de otro principio de categorización percibido como más útil. El caso dativo ya no
aparece en ningún otro lugar del español, de modo que las formas le/les son los
últimos vestigios de este caso puesto que, incluso dentro del paradigma de los
clíticos, la oposición de caso se limita a la 3ª persona. Con una carga funcional
tan baja era de esperar que la oposición de caso resultara opaca a muchos hablantes.
Aun así, las formas la(s), lo(s) y le(s) continúan presentes en la lengua. Los
hablantes se ven así confrontados con formas cuya motivación ignoran. En estos
casos, las lenguas naturales siguen el principio cognitivo de “¡evítese la opacidad!”, principio que está también detrás de los cambios basados en la “etimología popular”. Si la motivación de una forma o una construcción ya no es evidente, los hablantes tienen dos posibles soluciones para resolver este problema: o
bien las formas opacas son abandonadas por completo, o bien los hablantes recurren a la analogía para asignarles una nueva función. Ambas soluciones se
encuentran entre las innovaciones del sistema pronominal clítico español:
TABLA 15
Español: soluciones alternativas (y complementarias)
Sustitución de le(s)
Reinterpretación de le(s)
Nombre:
laísmo, loísmo
leísmo
Técnica:
Uso de formas “acusativas” para
los OI
lo(s)/la(s) pronominalizando [–MDO]
le(s) pronominalizando [+MDO]
Motivación:
Los casos son semánticamente
opacos, el género no lo es. Las
formas acusativas permiten la
distinción de los géneros.
El MDO es una extensión de las
marcas de dativo a los OD
[+temático]s. Esto sirve como
motivación para una extensión
análoga de las formas de dativo a los
pronombres clíticos.
Desventaja:
El MDO no se ve reflejado en
los clíticos pronominales.
Se pierden las marcas de género.
Ejemplo:
Cuando vi a Pepa, la di su regalo.
A María hace tiempo que no le veo.
Según nuestro análisis, el leísmo constituye una reinterpretación sincrética de la
oposición lo(s)/la(s) ~ le(s) basada en una analogía con el sistema binario que
establece el MDO en los nominales (o bien con otros sistemas de “non-canonical
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marking of core-arguments”; cf. Haspelmath 2001: 53 y ss.). La base de esta
analogía es la única correlación fija entre las marcas nominales y pronominales:
al clítico le le corresponde siempre el nominal marcado con a.
La teoría expuesta se ve confirmada por una comparación del español con las
demás lenguas romances, ya que permite responder a la pregunta: ¿Por qué hay leísmo en español y no en francés o en italiano? La respuesta se debe a los factores ya
mencionados: el francés, como tampoco el italiano estándar, no tiene MDO y conserva además el concepto de un marcador inequívoco de los OI (= dativo) también
fuera de los pronombres clíticos de 3ª persona. A diferencia del español, en estas
lenguas no hay ningún desajuste sistemático entre los clíticos y los nominales, y por
lo tanto no existe ninguna necesidad de reinterpretación sincrética en sus clíticos.
Otro factor que tal vez favorezca la innovación es la tendencia fuerte y aún
creciente de utilizar el doblado de clíticos en español –más fuerte, efectivamente,
que en ninguna otra lengua romance–. El doblado de clíticos crea situaciones en
las que el clítico aparece en la misma oración con su SN co-referente. Los OD no
marcados aparecen siempre con lo:
(17) Ø El libro lo conozco y lo he leido12.
(18) Ø El libro lo conozco. He oído hablar de él13.
Si, en cambio, el OD es del tipo marcado, se esperaría que esto también se manifieste en el clítico co-referencial. El desajuste entre los dos principios de categorización se haría así más notable en ejemplos como (19) y (20), donde el complemento directo marcado con a aparece en la inmediata vecindad del clítico. La
utilización de lo (tal como lo prevé el sistema etimológico) chocaría con el MDO
del complemento directo y es reemplazado por le:
(19) Yo al tío le conozco. A la tía, por desgracia, no, porque está muy buena14.
(20) Yo al tío le conozco, me lo presentaron cuando estaba en amistades peligrosas
[...]15.
12
Ejemplos auténticos –(17)-(20)– encontrados en newsgroups en Internet: <http://
www.xpertia.com/home.asp?tip=usu&id=5&item=pregunta&id_item=46367&idr=42586>
[última consulta: 22-10-2010].
13
<http://www.ciao.es/La_Rosa_de_Jerico_Francisoc_Martos__Opinion_919587> [última consulta: 22-10-2010].
14
<http://www.xpertia.com/home.asp?tip=usu&id=5&item=pregunta&id_item=
46367&idr=42586> [última consulta: 13-01-2010].
15
<http://www.ciao.es/Perversiones_El_ultimo_de_la_fila__Opinion_396506> [última
consulta: 22-10-2010].
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Desde el punto de vista cognitivo, la utilización del SN marcado podría desencadenar de forma casi automática la utilización del clítico le(s); una vez categorizado el nominal a base de un sistema clasificatorio y no casual como el MDO, se
hace notar más el desajuste en un clítico co-referente que le sigue inmediatamente.
3. Conclusión
Hemos argumentado en esta contribución que el sincretismo –visto desde una
perspectiva diacrónica– no suele presentarse como un fenómeno singular y aislado, sino más bien en forma de secuencias estructuradas de múltiples sincretismos interrelacionados que sugerimos llamar procesos sincréticos. Dichos procesos sincréticos empiezan con sincretismos parciales que con el tiempo van
acumulándose en sincretismos totales, los que, a su vez, se acumulan y llegan
finalmente al pansincretismo, la desaparición de todo el (sub)paradigma. Sería,
sin embargo, erróneo imaginarse el avance de un proceso sincrético como el funcionamiento imperturbable y mecánico de una ley natural. Cuanto más el proceso se acerca a un nuevo nivel –sea un nuevo sincretismo total o incluso un pansincretismo–, más el sistema se desestabiliza y se presta a reinterpretaciones por
parte de los hablantes. Los últimos términos de una oposición en un estado avanzado de desintegración ya no llevan un gran peso funcional y asumen más bien el
carácter de excepciones cuya función puede llegar a perderse. En estos momentos de inestabilidad estructural inducida por un proceso sincrético pueden incidir
las reinterpretaciones sincréticas: análogamente a los procesos de etimología
popular, se buscan nuevas interpretaciones para unas formas cuya función primitiva ya no se entiende.
En español, el milenario proceso sincrético que eliminó el caso morfológico
del ámbito de los nominales y que lo ha reducido al máximo en los pronominales
ha resultado en dos reinterpretaciones sincréticas importantes, cada una asociada
con la fase terminal poco antes del pansincretismo final de los respectivos paradigmas: el MDO en los nominales y el leísmo en los pronominales. En los nominales, el sistema morfológico de los casos se había reducido a un dativo marcado
analíticamente con el marcador a y en los demás casos sin marca alguna. Este
marcador evolucionó de un marcador de caso dativo a un marcador de MDO
mediante una reinterpretación sincrética del último término del primitivo sistema
casual.
El estadio final del pansincretismo, en este caso la pérdida total del subparadigma de caso de los nominales, no se alcanza por el simple abandono de la última marca de caso sino a través de una reinterpretación de la misma y el nacimiento de un nuevo paradigma binario a base del MDO. En cuanto a la pérdida
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definitiva del sistema casual, se podría hablar de pansincretismo, aunque el último paso no se pueda considerar técnicamente como un sincretismo sino como
una reinterpretación. Es muy probable que los últimos estadios de los procesos
sincréticos se desarrollen típicamente así, con la intervención de una reinterpretación, y que un último sincretismo total, es decir, el simple abandono del último
término marcado del sistema, es más bien una excepción que la regla.
Podemos observar ambas posibilidades en el proceso sincrético que, paralelamente a aquel que eliminó los casos de los nominales, ha ido reduciendo el sistema casual de los pronominales clíticos españoles –aunque con algunos siglos de
retraso con respecto al primero–. En la mayoría de las variedades del español,
este proceso aún no ha llegado al pansincretismo de caso, ya que se mantiene en
la 3a persona una última oposición casual entre el dativo y el acusativo. De
acuerdo con nuestra hipótesis de que la fase terminal de un proceso sincrético es
un momento de máxima inestabilidad, podemos constatar la existencia de diversas innovaciones, conocidas como loísmo, laísmo y leísmo, que todas tienen en
común el hecho de eliminar el concepto de caso morfológico del sistema y de
empujarlo hacia un pansincretismo, aunque sea con sendos resultados distintos.
Mientras laísmo y loísmo llegan al pansincretismo a través de un último sincretismo total que elimina las formas del dativo, el leísmo, en cambio, implica otra
reinterpretación sincrética –hasta cierto punto idéntica a la que en su tiempo eliminó el sistema de caso de los nominales–: la oposición acusativo-dativo se reinterpreta en analogía con el sistema de MDO de los nominales, asociando las formas lo(s) con el término no-marcado y las formas le(s) con el término marcado
de este sistema.
Se desprende de estas observaciones que una descripción del sincretismo
como fenómeno diacrónico tiene que diferenciar entre diferentes niveles de incidencia del mismo y, lo que es más, debe tener en cuenta también la reinterpretación sincrética, la cual, aunque no sea ella misma un sincretismo, se ve estrechamente ligada con los procesos sincréticos en sus fases terminales. Todos los
fenómenos en conjunto constituyen los procesos sincréticos y sería, por tanto,
equivocado excluir la reinterpretación sincrética del análisis por el mero afán de
mantener la teoría del sincretismo limpia de elementos ajenos.
4. Epílogo: el loísmo astur-cántabro
Hasta aquí hemos tratado sobre dos tipos de innovaciones: el primero, representado por el loísmo y el laísmo, consiste en eliminar las formas del dativo en un
sincretismo total, suplantándolas por las formas del acusativo, que operan como
diferenciadores de género; y el segundo, representado por el leísmo “de perso-
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na”, consiste en una reinterpretación de las formas de dativo en analogía con la
categorización morfosintáctica de los objetos nominales, el MDO. Existe, sin
embargo, una innovación importante más, que hay que clasificar con el segundo
tipo, ya que no se basa en un simple sincretismo total sino en otra reinterpretación sincrética: el loísmo astur-cántabro. Este loísmo es un sistema dialectal particular que, a pesar de su nombre, tiene poco en común con el loísmo general,
aparte de ser una expansión del uso de la forma lo. El sistema mantiene el uso
etimológico (lo, la, le) con referentes individualizados, pero usa exclusivamente
la forma lo para los genéricos:
(21) La leche lo traen de las montañas para venderlo.
(22) Coge esta manzana y cómetela.
(23) La manzana da gusto verlo en el árbol (Fernández-Ordóñez 1999: 1356).
Formalmente se trata de un sincretismo parcial de la oposición de género dentro
del acusativo que sólo atañe a una parte de sus ocurrencias. Se introduce así en el
paradigma una nueva categoría: la oposición [+/-genérico]. En este paradigma
esencialmente nuevo, la forma lo es homonímica y puede representar o bien un
referente [-genérico, +masculino, +singular] o bien un referente [+genérico, +/masculino]. El loísmo astur-cántabro es, por ende, un ejemplo de una reinterpretación sincrética con el establecimiento de un nuevo paradigma. La creación de
este nuevo paradigma, basado en parte en la distinción [+/-genérico], es motivada internamente por su analogía con el sistema astur-cántabro de las desinencias
adjetivales, en que se observa la misma distinción:
–genérico
+genérico
M
F
-o(s)
-a(s)
-o
A pesar de sus diferencias, el loísmo astur-cántabro y el leísmo tienen algunos
rasgos importantes en común: ambos son reacciones a la debilitación del concepto de caso en la fase terminal del mismo proceso sincrético y ambos reinterpretan
las formas de la 3ª persona a partir de una analogía con una distinción ya preexistente en su sistema: con el MDO en el caso del leísmo y con el neutro de materia en el caso del loísmo astur-cántabro.
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HANS-INGO RADATZ
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