fauna precolombina de nariño edgar emilio rodriguez bastidas

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FICHA BIBLIOGRAFICAS
1. Departamento de Nariño
Il. Arqueología Colombiana
1. Título
2. Serie
Clasificación Dewey : 591.98661
RODRIGUEZ BASTIDAS . EDGAR EMILIO
Fauna Precolombiana de Nari ño
Bibliografía: P 109
p. 125 Ilust, 119 (Publicación de la Fundación de Investigaciones Arqueológ icas
Naciona les). 53
FAUNA PRECOLOMBINA
DE NARIÑO
EDGAR EMILIO RODRIGUEZ BASTIDAS
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales
(Banco de la República)
Instituto Colombiano de Antropología
Santafé de Bogotá, 1992
Artes:
Grafis Diditex. Tel. 310 6805
Impresión:
Editorial Presenci a Ltda .
Santafé de Bogo tá; Colombia
A la memoria de papá Emilio y mamá Gina
A mamá y Juliana
AGRADECIMIENTOS
El autor expresa sus sinceros agradecimientos:
A GONZALO CORREAL URREGO, DirectordeTesis, cuyo consejo y apoyo
incondicionales fueron fundamentales durante el desarrollo del proyecto.
A LUIS DUQUE GOMEZ, Director de la Fundación de Investigaciones
Arqueológicas Nacionales del Banco de la República, por el apoyo financiero
brindado a esta investigación.
A MARIA PINTO NOLLA, profesora del Instituto de Ciencias Naturales
de la Universidad Nacional, quien revisó el manuscrirto y colaboró en el
análisis crítico del mismo.
A ANA MARIA GROOT DE MAHECHA, profesora del Departamento de
Antropología de la Universidad Nacional, por su especial colaboración en los
aspectos arqueológicos del altiplano nariñense y la clasificación tipológica de
las piezas procedentes de esta zona.
A el personal de los Museos del Oro del Banco de la República, especialmente a MARIA CRISTINA GALVES Y OLGA DIAZ (Pasto), HECTOR
HERNANDEZ (Ipiales) y ROBERTO LLERAS (Bogotá), por su amplia
cooperación.
A ALICIA EUGENIA SILVA, Directora del Fondo de Promoción de la
Cultura del Banco Popular ya PABLO FERNANDO PEREZ, Antropólogo de
la misma institución, quienes facilitaron irrestrictamente el acceso a la colección de cerámica precolombina más importante del país.
A la familia BASTIDAS URRESTY, sin cuyo apoyo y cariño hubiera sido
imposible llevar a cabo este trabajo.
3
A GARY STILES, ALBERTO CADENA Y GONZALO ANDRADE,
profesores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, por
el apoyo brindado durante las distintas fases del trabajo.
A OSVALDO GRANDA y LAUREANO GOMEZ, profesores de la Universidad de Nariño, quienes desinteresadamente pusieron a mi disposición sus
conocimientos sobre arte rupestre y fauna actual de la región, respectivamente.
A GUILLERMO CANTILLO y demás personal de la Reserva Natural de
La Planada, por su hospitalidad durante mi estadía en dicho lugar.
A HERNAN MORAN HUERTAS en Ipiales, quien contribuyó singularmente a la búsqueda de piezas zoomorfas.
A todas aquellas personas e instituciones que amablemente facilitaron el
estudio de sus colecciones particulares.
A MONICA SOLER, por su compañía frente al procesador de palabras y
frente a la vida
4
TABLA DE CONTENIDO
1. INTRODUCCION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
7
2. ESTADO ACTUAL DEL TEMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11
3. GENERALIDADES DEL AREA DE ESTUDIO
15
3.1 Ubicaci6n y fisiografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
15
3.2 El medio ambiente prehispánico . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
17
4. MARCO HISTORICO-CULTURAL . . . . . . . . . . . . . . ..
21
4.1 Complejos culturales Piartal-Tuza y Capuli . . . . . . . . . . . ..
21
4.2 La Cultura Tumaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
22
S. METODOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25
5.1 Procedencia del material cultural estudiado . . . . . . " . . . . . .
25
5.2 Análisis taxonómico: parámetros descriptivos . . . . . . . . . . ..
26
5.3 Compilaci6n de retos orgánicos . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
27
5.4 Los Cronistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
27
6. IDENTIFICACION DE LA FAUNA REPRESENTADA EN EL
MATERIAL CULTURAL DE NARIÑO . . . . . . . . . . . . . ..
31
6.1 Invertebrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . .
31
6.2 Peces
38
6.3 Anfibios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . -. . . . .
40
6.4 Reptiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
44
6.5 Aves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
51
6.6 Mamíferos
69
s
7. ANALISIS ZOOARQUEOLOGICO . . . . . . . . . . . . . . ..
89
7.1 El área cultural andina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
89
7.2 El área cultural litoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
95
8. LA FAUNA DE NARIÑO, 500 AÑOS DESPUES . . . . . . . ..
101
9. CONCLUSIONES
107
BIBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
109
ANEXO 1. DIMENSIONES Y PROCEDENCIA ESPECIFICA DE
LAS PIEZAS ARQUEOLOGICAS ANALIZADAS . . . . . . . ..
117
6
1. INTRODUCCION
El patrimonio arqueológico de un país constituye simultáneamente la dimensión humana y temporal del ambiente natural y un símbolo de identidad
cultural a cuyo entendimiento -fundamentado en la interdisciplinariedad- es
posible que ciencias como la Biología entren a contribuir valiosamente.
El hombre desde el preciso instante en que se motivó a representar de alguna
manera su entorno natural, pensó en el animal, dejando así constancia de cómo
vivía en un mundo donde las relaciones hombre-animal fueron de importancia
fundamental en un nivel social y conceptual.
Las representaciones culturales de fauna encuentran su primera evidencia
con el hombre paleolítico, quien hace 15.000 años aproximadamente describió
su actividad de cacería en paredes de cavernas como las de Altamira, en el norte
de España y Les Combarelles, en Francia, en las cuales se observan policromías
de bisontes, mamuts, ciervos, rinocerontes y muchos otros mamíferos, algunas
especies de las cuales están ahora extinguidas (Savage y Long, 1986).
En cuantocorresponde a civilizaciones precolombinas desarrolladas en nuestro
continente, la mayoríaricasen legadoarqueológico, son muy raras aquellasen las
cuales no existen representaciones zoomorfas pero son aún más escasos los
trabajos cuyo fm primordial es la identificación y análisisde esta fauna.
Del territorio que hoy corresponde al departamento de Nariño fueron densamente pobladas en épocas precolombinas sus regiones costera y centro-sur
andina, por parte de grupos indígenas, de los cuales nos ha quedado un valioso
legado arqueológico, en el que las representaciones zoomorfas son especialmente numerosas e interesantes.
Del año 500 de nuestra era datan las primeras señales de habitación prehispánica en la sierra nariñense (Groot, 1991) a cuya evidencia cultural hoy se
identifica con los complejos cerámicos Piartal-Tuza y Capulí; mientras que en
el período comprendido entre los siglos III a.C. y XIII d.C.la zona litoral estuvo
7
ocupada por otros grupos cuyo legado se denomina actualmente Cultura
Tumaco o La Tolita (Bouchard, 1982).
Estas etnias tuvieron el privilegio de estar asentadas estratégicamente en una
región que desde un punto de vista biológico, además de poseer las más
contrastantes zonas de vida, desde bosques altoandinos y páramos hasta formaciones de manglar en un territorio relativamente pequeño, constituye zoológicamente aún un importante centro biogeográfico donde existen
concentraciones marcadas de especies endémicas y donde se registran diversidades altas en muchos grupos de organismos (Haffer, 1967, 1969, 1974;
Terborg y Winter, 1980; citados por Orejuela el. al, 1982).
El análisis de la figura animal a través de su representación en el material
cultural (metalúrgico, cerámico, rupestre) proveniente de las diversas etnias
que ocuparon el actual departamento de Nariño, hará posible un conocimiento
inicial del medio faunístico presumiblemente presente en la región hacia épocas
prehispánicas, pero ciertamente relacionado con la cosmogonía o mitología de
estos grupos. A la vez brindará la posibilidad de cuantificar el grado de contacto
con zonas de vida distintas a las que históricamente estos antiguos pobladores
han sido relacionados.
El desarrollo del trabajo estu vo orientado por los siguientes objetivos:
Identificar las especies anima les representadas en el material arqueológico
de Nariño.
Verificar el status de aquellas especie s que por su representación se
presume existieron en la región en época s precolombinas.
En Colombia ya se han llevado a cabo estud ios con objetivos en parte
sim ilares a los que se pretenden en este trabajo (Medem, 1953; Legast, 1980 y
1987; Leg ast y Cadena, 1986), pero en la región que nos compete únicamente
encontramos aquel llevado a cabo por Cadena y Bouchard ( 1980), basado en
el estudio de una selección de figurillas precolombinas de cerámica procedentes
de la región Tumaco-La Tol ita, material perteneciente a las colec cione s del
Mu seo Arque ológ ico Nacional de Bogotá y al Museo del Banco Central del
Ecuador de Quito .
El trabajo incluye seis partes en las cuales se busca, inicialmente, ubic ar al
lector en el área de estud io y bajo unas condiciones medioambientales prop ias
de épocas preh ispánicas, que en cierto sentido difieren de las actuales.
Luego se incluyen algun os aspectos generales que identifican a los grupos
indígenas que arqueológicamente han sido diferenc iado s para lo que hoy
corresponde al departamen to de Nariño y a los cuale s pertenece el materi al
cultural objeto de este estud io.
8
Se detalla la metodología desarrollada, especificando el origen del material
arqueológico analizado, los parámetros en los cuales se basó el análisis taxonómico, la compilación de los restos orgánicos culturales que podrían facilitar
la identificación animal y, además, los cronistas que brindan descripciones del
medio al momento de su llegada a la región .
En cuanto a los resultados obtenidos en la identificación de las figuras
animales representadas en el material cultural, estos se relacionan a manera de
inventario de fauna, siguiendo un orden ascendente, de acuerdo con la complejidad estructural de los grupos zoológicos y tomando en cuenta su origen
cultural.
Una vez se ha logrado la identificación animal, se presenta un análisis
zooarqueol ógico, que pretende mostrar al lector nuevos puntos de vista para
los grupos étnicos y la región en cuestión.
La última parte constituye una aproximación puramente cualitativa al estado
actual de la fauna que hace 500 y más años tuvo para los indígenas de Nariño
un valor cultural incalculable, tratando de analizar históricamente las causas
que han producido la disminución de algunos grupos animales, casi hasta su
extinción.
Esta investigación, que contó con el apoyo financiero de la Fundación de
Investigaciones Arqueológicas Nacionales del Banco de la República, se
realizó a su vez como Trabajo de Grado del autor y bajo la dirección de Gonzalo
Correal Urrego, jefe de la Unidad de Investigación, Area de Arqueología, del
Instituto de Ciencias Naturales-Museo de Historia Natural de la Universidad
Nacional de Colombia.
Ciertamente, la identificación de la fauna representada en el material arqueológico aporta a lo que Lewis Binford llama la "Nueva Arqueología", "el desafío
de transcribir la información estática contenida en los restos materiales, reconstruyendo así parte de la dinámica de la vida en el pasado" (1988:24).
9
2. ESTADO ACTUAL DEL TEMA
Una de las civilizaciones más antiguas del Viejo Mundo, aquella que tuvo
su centro de dispersión en el valle del Indo, es una de las primeras cuyo rasgo
más impresionante es la producción de estatuillas de cerámica a partir de 12700
a.C., algunas de ellas correspondientes a figuras animales muy estilizadas, entre
las cuales han sido identificadas un bóvido con giba -el cebú Bos indicus_,
algunos jabalíes y varias aves, identificación que se vio facilitada por la gran
cantidad de fragmentos óseos encontrados en las excavac iones (Jarrige y
Meadow, 1980).
Entre los primeros trabajos llevados a cabo en América, aunque posterior al
realizado en nuestro país por Federico Medem, vale citar aquel desarrollado en
Brasil por De Castro-Faria en 1959 que analiza las figuras zoomorfas talladas
en piedra por antiguos habitantes de la costa meridional brasileña. En su
informe identifica varios géneros de peces pertenecientes a las familias Rhinopteridae, Carangidae, Uranocopsidae, Chaetodontidae y Ephippidae, además
de mamíferos como Ballenoptera spp. y Delphinus delphis y reptiles de la
familia Cheloniidae.
En Costa Rica, Francisco Corrales en 1988 trabaja las representaciones
zoomorfas presentes en la cerámica del sureste de su país, identificando
mamíferos como nutria Lutra sp., zaino Tayassu sp., armadillo Dasypus
novemcinctus, danta Tapirus bairdii, oso colmenero Tamandua sp.; aves
entre las cuales están zopilote rey Sarcoramphus papa y tucán Ramphastos
sp., además de algunos anfibios y reptiles.
En Panamá se destacan los trabajos de Richard Cooke "Birds and men in
prehistoric central Panama" (1984) Y"El motivo del ave de las alas desplegadas
en la orfebrería del istmo de Panamá" (1988), en el que estudia este grupo
animal, que ocupó un lugar de preferencia en la mitología de las tribus indígenas
de la región .
11
Vale la pena destacar que en este mismo país, la elevada presencia de
motivos zoomorfos en la cerámica de la región arqueológica Gran Chiriquí,
llevó a que su análisis estilístico se basara en tres grupos o conjuntos según el
motivo animal predominante: grupo armadillo, grupo pez y grupo lagarto
(McCurdy, 1911; citado por Corrales, 1988).
En Ecuador, Enuria Sánchez Montañés identifica la fauna en las figurillas
procedentes de la costa de Esmeraldas, provincia limítrofe con nuestro país, la
mayoría de las cuales pertenecen a las colecciones del Museo de Américas de
Madrid (Cadena y Bouchard, 1980).
En 10 correspondiente a trabajos realizados en Colombia, Federico Medem
en 1953 estudia la representación del cocodrilo en el arte precolombino de las
culturas Chibcha, Tairona, Pijao , Calima, Quimbaya y Sinú , encontrando cómo
Caiman Coseos y Crocodylos acutos están reproducidos con gran realismo a
manera de silbatos, colgantes, collares y narigueras en materiales como oro ,
arcilla,-piedra y tumbaga.
Ya en la década de los años 80, se nota un especial interés en los estudios
de representaciones zoológicas en el material arqueológico con los trabajos de
Anne Legast.
En 1980, Legast publica "La fauna en la orfebrería Sinú", analizando las piezas
de la colección del Museo del Oro del Banco de la República, más algunas pocas
elaboradas en cerámica, concha y hueso. El trabajo incluye un estudio sobre la
procedencia de las piezas y busca posibles núcleos de concentración faunística
precolombina. El motivo del ave fue el predominante al encontrarse en un 90%
del material identificado y comprende individuos de los órdenes Strigifonnes
(lechuzas y búhos) y Falconifonnes (gallinazos y águilas), y de las familias
Ardeidae (garzas),Threskiornithidae (patos cuchara), Anatidae (patos), Psittacidae
(guacamayas), Phalacrocoracidae (cormoranes), Anhingidae (patos aguja) y Seolopacidae (chorlitos). En menor porcentaje se encontraron representaciones de
mamíferos, reptiles y anfibios. Entre los primeros tenemos Primates (micos),
Minnecophagidae (osos hormigueros), Felidae (jaguares), Tayassuidae (pecaríes),
Cervidae (venado) y Sciuridae (ardillas). Entre los reptiles, Legast reconoció una
serpiente y representantes de las familias Crocodylidae y Alligatoridae. Dentro de
los anfibios se identificaron un sapo de la familia Bufonidae y una rana de la familia
Leptodactylidae.
Posteriormente, en 1986, la misma autora y Alberto Cadena publican "El
murciélago en el material arqueológico colombiano", en el que se estudian
figuras con este motivo procedentes de varias regiones. Entre otros se identifican Desmodos rotundos en un recipiente globular Calima, individuos de la
familia Phyllostomidae o Molossidae en figuras antropozoomorfas Tairona y
muy especialmente a Mormoops megalophyUa en una vasija Tumaco. De
nuevo Legast en 1987, brinda el apoyo de la zoología a los estudios arqueol6-
12
gicos de Colombia y publica "El animal en el mundo mítico Tairona", con
similares objetivos a los propuestos en su trabajo sobre la orfebrería Sinú, pero
esta vez valiéndose de la tradici6n oral Kogi, grupo indígena constituido por
los probables descendientes de la cultura Tairona, los cuales frente a la
conquista española se retiraron hacia las zonas altas de la Sierra Nevada de
Santa Marta.
La identificaci6n taxon6mica de la fauna Tairona permiti6 reconocer entre
otros : mamíferos como felinos, murciélagos de la familia Phyllostomidae,
chuchas o zarigüeyas Didelphis marsupialis, osos hormigueros Tamandua
tetradactyla, micos, perros de monte Potos flavus; aves, como c6ndores,
rapaces diurnos del orden Falconiformes y nocturnos del orden Strigiformes,
pelícanos Pelecanus occldentalis, patos cuchara Ajaia ajaja, grullones
Mycteria americana; reptiles, como serpientes Bothrops sp., babillas Caiman fuscus y caimanes Crocodylus aeutos, además de algunos anfibios y
figuras pisciformes. Es destacable el hecho de la aparici6n de piezas que
muestran asociaciones entre distintas especies, además de algunas antropozoomorfas en las que el cuerpo humano tiene máscara de animal.
En cuanto a trabajos de este tipo realizados en el área geográfica y para las
culturas que nos competen, encontramos el realizado por Cadena y Bouchard
( 1980) basado en el estudio de figurillas Tumaco-La Tolita de las colecciones
del Museo Nacional de Antropología de Bogotá y del Museo del Banco Central
del Ecuador de Quito .
El análisis diagn6stico de las figuras zoomorfas registr6 la representaci6n
de peces del orden Pleurotremata (tibur6n); anfib ios de la familia Bufonidae
(Bufo marinos); reptiles de los 6rdenes Crocodylia (Caiman crocodylus
chiapasus), Testudinata (Emydidae), Squamata (lagarto) y ofidios de las
familias Boidae y Viperidae; aves de las familias Strigidae, Tytonidae, Fregatidae , Ardeidae, Cracidae, Cathartidae y Threskiornithidae, y finalmente mamíferos de los 6rdenes Marsupialia, Chiroptera, Primates, Edentata, Rodentia
y Camivora.
13
3. GENERALIDADES DEL AREA DE ESTUDIO
3.1 Ubicación y fisiografia
El territorio comprendido hoy por el departamento de Nariño, en el extremo
suroccidental de nuestro país, formó parte del entorno en donde se desarrollaron
grupos étnicos precolombinos tanto en la costa como en la sierra, cuya influencia cultural -que no obedece a criterios geográficos- abarcó también el noroccidente del vecino país del Ecuador y el departamento del Cauca, en Colombia.
Por esta región entran orográficamente unidas las cordilleras Occ idental y
Centro-Oriental provenientes del Ecuador (Guhl, 1974), atravesando el departamento en sentido sur-norte y formando a su paso una fisiograffa contrastante
(ver figura 1) en la que sobresale~ el altiplano de Túquerres e Ipiales y el valle
de Atriz, cañones profundos de ríos como el Guáitara, Patía y Juanambú,
además de cimas notables como el Galeras, Chiles, Cumbal, Azufral, Doña
Juana y Bordoncillo, volcanes importantes en la historia geológica de la región
y la fertilidad de sus tierras altas .
Hacia el occidente la región litoral pacífica se encuentra constituida inicialmente por bosque de manglar, rodeado por un sistema de canales conocidos
como esteros. Luego hallamos una región de transición entre la zona de manglar
y la gran llanura aluvial de varios kilómetros de ancho, la cual participa de un
medio en parte salobre. En el resto de la llanura aluvial se inicia una inclinación
progresiva hacia lo alto de los Andes , originándose una zona altamente lluviosa,
cuyo nivel de precipitaciones alcanza los 4.000 mm (IGAC, 1985).
En el extremo oriental nariñense se inicia la vertiente amazónica con
terrenos abruptos, en buena parte cubiertos de selva, bastante húmeda y
lluviosa. De esta vertiente forma parte la laguna de La Cocha o lago Guamués,
la más grande e importante del país.
15
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Andes del Sur de Colombia
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Nariño
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Cordillera
C.ntro-Orlental
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Ecuador
Andes
o
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Sur de Colom bia
2?
40
Kilómetros
Figura 1. Perfiles de Nariño (Tomado de Calero, 1991:16)
16
2
I
Cauca
60
3.2 El medio ambiente prehispánico
Las condiciones medioambientales que rodeaban no sólo a los que habitaron
el suroccidente colombiano sino a toda nuestra Colombia indígena antes de la
llegada de los españoles y en consecuencia la fauna circundante, diferían
ciertamente de las actuales.
En nuestros Andes se presentaron recientes glaciaciones sucedidas entre los
años 11000 a.C. y 1000 d.C. Como resultado se produjeron fluctuaciones
pluviales e interpluviales, originando alteraciones importantes en los hábitats ,
formando barreras efectivas para las migraciones de animales y plantas (Medem , 1981) lo que influyó seguramente en el modo de vida de los grupos
indígenas.
En el período inmediatamente anterior a los primeros asentamientos conocidos para Nariño , o sea entre 3000 y 1000 años a.C., es cuando el límite del
bosque alcanza su posición más alta. Debía haberse encontrado localmente
hasta 500 metros encima del actual, lo que significaría un ascenso de la
temperatura media anual de 3°C (Hammen, 1970).
Aproximadamente entre 1050 a 50 a.C. el registro palinológico indica un
movimiento del bosque altoandino hacia menores altitudes, debido a una
disminución de la temperatura y a un incremento en la precip itación , condic iones climáticas reportadas por varios autores en sitios como el Parque Nacional
Natura l Los Nevados , los alrededores de la cordillera Oriental - Sabana de
Bogotá, los Llanos Orientales y el centro del departamento del Cauca (Drennan
et. al, 1989).
Una fecha bien interesante corresponde al año 1250 A.D., época en la cual
se presentó un notable período seco. Los diagramas de polen muestran en este
momento un fuerte ascenso de la curva de polen de Dodonaea, un arbusto que
parece extenderse mucho bajo la influencia del hombre en vegetaciones secundarias y sobre suelos erodados (Hammen, 1970). El fenómeno está presente en
casi todos los diagramas andinos del Holoceno, lo que demuestra una gran
influencia humana precolombina sobre el bosque en aquella época.
A partir de este momento , la temperatura y humedad tienden hacia las
condiciones actuales, que en cierto modo difieren de las encontradas por los
.
conqu istadores del siglo XVI.
Si hacemos un recuento de las descripciones hecha s por los primeros
cronistas que recorrieron la zona,podemos notar cómo el clima y el medio en
general han variado , lo cual es posible reconstruir a partir de sus escri tos,
empezando casi 500 años atrás.
17
Una de las primeras noticias que da un conquistador sobre el territorio de
nuestro interés proviene de principios del siglo XVI. Pascual de Andagoya
relata escuetamente el arribo a la actual zona norte de la bahía de Tumaco:
"La tierra adentro, en el paraje de la Isla del Gallo hay cierta provincia de
ríos muy poblados que las casas son fortalezas coronadas en alto sobre
árboles o sobre pilares de una madera altos (...) Junto a estas provincias hay
un valle que se dice Los Cedros así en frente de la Isla del Gallo, que es
muy poblado y muy rico (...). Deste valle se ha tenido de la tierra adentro y
de todas partes grannoticia de la riqueza della, la manera de la gente y los
ritos y ceremonias que tienen (cit., por Cubillos, 1955:27).
Gomara, al hablar del segundo viaje de Pizarro, nos hace otra descripción
de la Isla del Gallo:
"Navegaron con muy gran trabajo y peligro de las corrientes, que causa
el continuo viento sur en aquellas riberas: mas al fin tomaron tierra en
una costa anegada, llena de ríos y manglares y tan lluviosa que casi
nunca escampaba" (Jijón y Caamaño, 1936; cit ., por Cubillos, 1955:28).
Sobre las zonas andinas, la característica señalada por quien allí arribaba por
primera vez fue siempre el clima excesivamente rígido que reinaba. Vale la
pena traer aquí la curiosa reseña del valle de Atriz hecha por Pedro Cieza de
León -cronista por excelencia de la región-, hacia mediados del siglo XVI:
"La tierra de los Pastos es muy fría en demasía, y en el verano hace más
frío que no en el invierno, y lo mismo en el pueblo de los cristianos; de
manera que aquí no da fastidio al marido la compañía de la mujer ni el
traer mucha ropa" (1971: 141).
En su recorrido desde Pasto hacia Tumaco, ya en el siglo XVIII, Fray Juan
de Santa Gertrudis detalla el piedemonte cordillerano y el principio de la llanura
aluvial, mientras se acerca a Barbacoas:
"... todos estos 14 días desde que entramos al monte, hasta llegar a
Barbacoas, todo es monte real muy alto, y todo enmarañado de bejucos
y maleza, con mucha diversidad de flores, árboles y hierbas, muchas
palmas y cedros que compiten en altura con las nubes ..." (1970, tomo
III: 147).
Tan impactante era para el europeo el paso por el actual territorio nariñense
-incluso después de conocer otras regiones de altitud similar- que 200 años
después es el propio Humboldt quien, asombrado del paisaje, describe en carta
a su hermano Wilhem el paso por Pasto, en camino hacia el Perú:
"La entrada y la salida de esta pequeña ciudad, donde pasamos las fiestas
navideñas, y donde los habitantes nos recibieron con la más cordial
hospitalidad, son de lo más azaroso que hay en el mundo. Son selvas
espesas situadas entre pantanos, las mulas se hunden allí hasta medio
cuerpo, y se pasa por cañadas tan hondas y tan estrechas, que parecen
galerías de una mina. Los caminos están pavimentados de osamentas de
mulas, que perecieron de frío y de fatiga. Toda la provincia de Pasto,
inclusive los alrededores de Guachucal y de Túquerres, son una planicie
18
helada, casi por encima del límite de la vegetación, rodeada de volcanes
y azufreras que desprenden continuamente torbellinos de humo" (cit.
por Pérez Arbeláez, 1981).
La anterior recreación del medio indígena de Nariño a través de la palinología y las crónicas de viajeros, muestra cómo el hombre y la fauna de esta
época estaban bajo condiciones ambientales algo distintas a las de hoy. El
hábitat sufrió alteraciones no únicamente a causa de los cambios periódicos en
el régimen climático ocurridos durante la época prehispánica de ocupación,
sino además por la influencia humana sobre sus zonas de vida que a partir del
siglo XIII de nuestra era empezó a tomar notoriedad, incrementándose con la
llegada de los conquistadores a comienzos del siglo XVI.
19
4. MARCO HISTORICO-CULTURAL
Al momento de la llegada del conquistador europeo, eran muchos y muy
dispersos los grupos étnicos que habitaban el actual departamento de Nariño
(ver figura 2).
En la región montañosa los conquistadores encontraron grupos como los
Abades, Pastos, Quillacingas (interandinos y de la montaña) y Sindaguas, entre
los más numerosos. A excepción de los Pastos, los demás grupos indígenas de
esta zona -incluso los Quillacingas- no han podido ser asociados exactamente
a material arqueológico alguno hasta el momento (Groot, 1991). Es probable
que futuros estudios logren llenar este vacío , puesto que estos otros grupos
constituyen casi el 47% del total de indígenas censados en 1558 (Romoli,
1977).
Hacia el occidente vivían esparcidas tribus o subtribus que los españoles
denominaron colectivamente "los indios de las Barbacoas", con los cuales hizo
contacto inicial Pizarro en su viaje hacia el Perú .
4.1 Complejos culturales Piartal-Tuza y Capulí
El desarrollo de la arqueología en el altiplano nariñense es relativamente
reciente. Se inició en la década de los años 70 con el hallazgo de grandes
cantidades de oro en los cementerios indígenas de Miraflor és (Pupiales). En
1938 Sergio Elías Ortiz había reportado el descubrimiento en la región de
Bodegas, distrito de Buesaco, de artículos cerámicos en forma de ocarina,
collares de hueso agujereados y muchos caracoles marinos.
Pero es a partir de los trabajos publicados por María Victoria Uribe en 1977,
que se identifican para Colombia dos complejos culturales, los cuales ocupan
la provincia del Carchi en el Ecuador y buena parte de la región andina de
Nariño.
21
Figura 2. Distribución de pueblos indígenas 1535 - 1635. (Tomado de Romoli, 1977)
Uno de estos complejos, cuyas primeras evidencias cronológicas se remontan al siglo VI d.C; y se conoce como Piartal-Tuza, constituye los restos
materiales de lo que fue la etnia de los Pastos. Se admite una tradición cultural
continua que asocia al complejo Piartal con los "Protopastos", cuya evolución
hacia Pastos propiamente dichos se asimila al complejo Tuza (Uribe, 1977).
Para el otro complejo, denominado Capulí, contemporáneo al anterior en
una época dada, no existe claridad ni se ha vinculado a un grupo indígena
determinado, aunque es evidente que compartió buena parte del territorio de
"
,
los Pastos (ver figura 3).
Vale la pena anotar que regularmente, todo este material arqueológico
procedente del altiplano nariñense es conocido como Cultura Nariño, sin
asociación a complejo cultural alguno. Existe también en la región norte andina
etnohistóricamente asociada al grupo Quillacinga cierto tipo de material cerámico diferente en cuanto a morfología y decoración, a los complejos antes
nombrados (Cadavid, 1992).
4.2 La Cultura Tumaco
La costa Pacífica de Nariño constituye el hábitat en donde se dio una
interesante expresión alfarera entre los grupos indígenas precolombinos de
nuestro país. Un sencillo inventario de sus vestigios permite encontrar representadas costumbres, ritos, utensilios, enfermedades, viviendas e incluso edades -entre otras facetas- donde además la fauna ocupa lugar preponderante.
22
CAUCA
•
Barbacoas
Riccu r te e
ECUADOR
~ ATea
PUTUMAYO
cul t ural Tuma ca
_ _ Comp leja cerá mic o Capulí
____ Comp lej o cer ámico Tuza
•.. ••••. . Complejo
ceró mica Pi art al
Escala [: 1'500. 0 00
a
20
40
60
Figura 3. Complejos culturales de Nariño (Adaptadode Groot, 1991 YPatiño, 1988).
23
Mientras en Colombia los vestigios provenientes de dicha región se denominan Cultura Tumaco, en el norte del Ecuador son conocidos como La Tolita
y comprenden una extensión geográfica (ver figura 3) con idénticas condiciones ambientales a las colombianas.
La cronología regional está comprendida entre los siglos III a.C. y XIII d.C.
Esto indica que quienes dieron origen a esta Cultura no fueron aquellos que el
conquistador europeo encontró a su llegada a la región, por lo cual fue
imposible recoger su historia y tradiciones.
Las excavaciones llevadas a cabo por Bouchard (1982) demostraron que el
material arqueológico no presenta una evolución cultural, sino que señala una
serie de lagunas entre diferentes fases y representa complejos cerámicos
diversos , que se han denominado -siguiendo un orden cronológico- Inguap í,
Basal, Nerete, Morro y BucheIli. Además , el hecho de que la cerámica encontrada aparezca súbitamente con un alto grado de perfección, sugiere el arribo
a la zona de un grupo ya tecnificado. Al primer período cronológico antes
mencionado parecen corresponder la mayoría de las figurillas aquí estudiadas.
Tumaco-La Tolita es una Cultura para la cual se han formulado diversidad
de teorías , que tratan de explicar las influencias foráneas, presumiblemente
notorias en su material arqueológico. Estas incluyen un origen Chorreroide o
desde el sur ecuatoriano (Bouchard, 1982), Melano-Polinésico (Llanos, 1977)
y Mesoamericano (Cubillos, 1955; Reichel-Dolmatoff, 1986) entre otras . .
Sus principales focos de irradiación en nuestro país se encuentran ubicados
hacia el sur de Tumaco, aun cuando se han encontrado vestigios en la desembocadura de los ríos Saija y Bubuey, costa caucana (Patiño, 1988).
24
S.METonos
El estudio de la fauna a partir del material arqueológico de Nariño, se llevó
a cabo cumpliendo varias etapas a saber:
5.1 Procedencia del material cultural estudiado
La primera fase de trabajo consistió en la búsqueda y selección del material
cultural a identificar, para lo cual se recurrió a entidades y personas expertas
en la materia.
Este material es de tipo orfebre y cerámico principalmente, aunque se
revisaron además piezas de resina vegetal, tumbaga y muestras de arte rupestre,
que también presentan siluetas animales.
La búsqueda del material se centralizó en las ciudades de Bogotá, Pasto e
Ipiales.
En Bogotá se revisaron las colecciones del Museo del Oro del Banco de la
República y del Museo Arqueológico Casa del Marqués de San Jorge, del
Banco Popular. Este último posee un completo archivo fotográfico y detallada
descripción técnica de cada una de las figuras de su colección, no solo presentes
en Bogotá sino también aquellas expuestas en sus Museos de Cali y Cücuta.
En Pasto, se visitaron el Museo del Oro del Centro Cultural Leopoldo López
Alvarez (Banco de la República), el Museo Alfonso Zambrano, el Museo
Maridíaz y el Museo de la Universidad Mariana.
En Ipiales, se estudió la colección del Museo del Oro del Banco de la
República.
2S
En estas tres ciudades se visitaron, además, numerosas colecciones particulares, en las cuales la procedencia del material fue verificada por los expertos
del Banco de la República.
Sumado a lo anterior, se examinaron publicaciones y trabajos cuya finalidad
es difundir el arte precolombino colombiano o únicamente nariñense, en los
cuales fue posible encontrar también figuras con representaciones de fauna.
Por otra parte, se estudiaron algunos pict6grafos y petroglifos de la regi6n
andina, con base en los trabajos de Wenceslao Cabrera (1966) y especialmente
de Osvaldo Granda (1986, sin publicar) cuyas valiosas investigaciones sobre
el arte rupestre nariñense facilitaron esta fase y a quien corresponden los
levantamientos reseñados .
A partir de casi 5.000 piezas revisadas se seleccion6 una muestra representativa, la cual fue fotografiada, medida y clasificada según su origen cultural
y la fauna representada.
5.2 Análisis taxonómico; parámetros descriptivos
El criterio taxon6mico es la base fundamental para identificar la fauna
representada en el material arqueol6gico de Nariño ya seleccionado. Está
basado en una observaci6n zool6gica detallada, con el objeto de ubicar al
animal en el nivel de clasificaci6n taxon6mica posible de alcanzar, dependiendo de la fidelidad con que son representadas sus características diagn6sticas.
.
Los caracteres o atributos de un grupo animal determinado pueden ser
morfol6gicos, fisiol6gicos, genéticos, ecol6gicos , etol6gicos y geográficos,
entre otros. Obviamente las figuras arqueol6gicas por analizar simbolizan
únicamente características morfol6gicas externas y en algunos casos, gracias
a su plasticidad, pueden encontrarse indicios etol6gicos que facilitan su identificaci6n.
Este tipo de análisis zool6gico a'partir de parámetros morfol6gicos externos
y/o eto16gicos notorios en cada figura precolombina tiene más factores limitantes que facilidades para la identificaci6n animal. Por ejemplo, gran parte del
material correspondiente al altiplano se encuentra representado a manera de
siluetas, bien sea pintadas en recipientes cerámicos o en roca (pict6grafos), así
como talladas a manera de petroglifos, siendo en estos casos la presencia de
s6lo dos dimensiones un factor en contra. Se cuenta además con el hecho de
que máximo fueron utilizados tres colores en la decoraci6n: negro , rojo y
amarillo.
26
Igualmente encontramos otra dificultad, como lo es el tamaño de las piezas o
representaciones, caso que para la Cultura Tumaco se ve patetizado si notamos
cómo la mayoría de las figuras miden en promedio menos de 10cms., con ausencia
de decoración policroma en gran número de piezas debido al alto grado de erosión
que ellas presentan. Lo reducido del tamaño y la ausencia de colores se compensa
en esta cerámica Tumaco con la tridimensionalidad de la mayoría de las figurillas,
que en cierto modo facilita un análisis zoológico más preciso.
Otro factor limitante es la interpretación personal del animal hecha por el
indígena, que frecuentemente llega a mezclar carac teres típicos de varios
animales, cuando no a la estilización (Legast, 1987). Para obviar esta dificultad
se hizo una exhaustiva selección del material cultural escogiendo principalmente figuras naturalistas y descartando aquellas que presentan múltiples
asociaciones animales o esquematizaciones exageradas.
Pero en muchos casos ciertos elementos somáticos se destacan intencionalmente -incluso estilizados- a fin de transmitirle al observador información
precisa sobre la morfología o el comportamiento y facilitando así la identificación de un buen número de animales, que no en pocos casos pudo lograrse hasta
niveles de género y especie.
5.3 Compilación de restos orgánicos
El hecho de recurrir a muestras osteológicas de fauna precolombina y
cotejarlas con las representaciones zoomorfas ya había sido propuesto por
Corrales (1988) en su trabajo desarrollado a partir de los hallazgos en el sitio
arqueológico Curré, Diquis, Costa Rica .
Pero la aparición de vestigíos arqueológicos orgánicos depende directamente de las condiciones ambientales existentes en la zona . Bouchard y Cadena
( 1980) describen cómo las condiciones poco favorables para la conservación
de este tipo de indicios -humedad permanente y temperatura alta- impiden que
se conserven restos de fauna identificables en el material cultural Tumaco.
Mientras tanto, las condiciones contrarias presentes en la sierra nariñense y en
consecuencia las excavaciones arqueológicas realizadas en esa región, denotan la
aparición -principalmente en tumbas- de cierta cantidad de restos orgánicos,
esencialmente conchas de moluscos y restos óseos de algunos anfibios y mamíferos, que entran a apoyar la identificación del animal representado, pues plantean
cierta relación cultural y dan idea de la presencia evidente del animal en el lugar,
aun cuando no necesariamente en su hábitat natural.
Por otra parte se recurrió a la búsqueda de restos orgánicos procedentes de
labores de guaquería en la zona andina, para hacer así un registro más amplio
de este tipo de evidencias.
27
5.4 Los cronistas
Los recuentos hechos por los cronistas de la Conquista son fuentes muy ricas
en información, aunque a veces se les califique de discutibles (Becerra, 1988).
Suele pensarse que muchos de ellos magnificaban irracionalmente los sucesos
observados a su alrededor, debido a que en ciertos casos aislados se logró
comprobar cómo nunca estuvieron en los sitios que con especial esmero
describían o que relataban lo visto por terceras personas.
Pero hay otros cronistas que además de dedicarse a una recopilación pura mente descriptiva, lograron captar mucho de la tradición de los nativos en
extensas obras como fue el caso de Pedro Cieza de León, entre los pocos que
recorrieron la zona que hoy corresponde al departamento de Nariño en las
primeras etapas de la Conquista, o sea cuando la influencia del europeo sobre
las tierras y gentes recién descubiertas no había alcanzado niveles significativos, encontrándose además en sus escritos citas relacionadas con la riqueza de
la fauna local.
Cieza de León describe en su "Crónica del Perú" con insaciable curiosidad
de geógrafo, su recorrido"... deste pueblo de Urabá hasta la villa de la Plata,
que son los confines del Perú..." (1971: 11), viaje realizado entre 1536 y 1550.
Posteriores a Cieza de León encontramos ya en el siglo XVIII las obras del
padre Juan de Velasco y de Fray Juan de Santa Gertrudis.
Las crónicas históricas de Juan de Velasco han sido duramente criticadas;
pero el hecho que para la época sea el único que escribió una obra como la
"Historia del Reino de Quito" que contiene la "Historia Natural" y cuyo libro
tercero se denomine "Reino Animal", hace que tenga un especial interés para
este trabajo, contando además con que fue escrita con base en las vivencias de
este criollo en Ibarra (Ecuador) y Popayán.
Contemporánea a la anterior es la obra de Fray Juan de Santa Gertrudis,
"Maravillas de la Naturaleza", la cual brinda excepcionales descripciones sobre
la naturaleza nariñense. El autor efectuó penosos periplos que lo llevaron a
atravesar todo el territorio de nuestro interés, detallando su paso de oriente a
occidente, desde el Putumayo hasta Tumaco.
La mayoría de estas primeras observaciones regionales de faun a tienen gran
valor científico, porque suministran datos acerca del comportamiento de los
animales en su ambiente natural y todavía no alterado por intensas actividades
humanas (Medem, 1968).
Aparte de los antes mencionados, existen otros cronistas cuyos relatos
aunque no tan llenos de observaciones faunísticas, serán también tenidos en
28
cuenta. Entre ellos tenemos a Francisco de Auncibay ("Descripción sumaria de
la Provincia de Popayán"), Tomás López Medel ("Tratado de los tres elementos") y algunas "Relaciones" anónimas.
Gracias a estos escritos de quienes visitaron la región durante la Conquista
y Colonia es posible acceder a información relativa a la fauna, no sólo
brindando descripciones sino incluyendo valiosos datos sobre la riqueza animal
hacia la época de su arribo a la región y dando idea de la influencia humana
sobre la fauna de la zona, que pudo provocar alteraciones poblacionales en
algunos grupos zoológicos.
De esta forma se intenta llegar históricamente hasta lograr un sencillo
análisis cualitativo del status actual de la fauna que en épocas prehispánicas
tuvo interés cosmogónico o mitológico y cuya última fase se basó en trabajos
sobre varios taxa de nuestro interés en esta región del país, buena parte de los
cuales se han realizado en la Reserva Natural de La Planada, en cercanías de
Ricaurte, Nariño.
29
6. IDENTIFICACION DE LA FAUNA REPRESENTADA EN EL
MATERIAL CULTURAL DE NARIÑO
Antes que todo, vale la pena aclarar que la identificación animal aun cuando
haya permitido alcanzar la categoría de especie, se maneja con un criterio no
de exactitud total sino de probabilidad o presunción que el animal representado
corresponda al taxa al que se le asocia. Lo anterior debido a que obviamente es
imposible contar con todos los parámetros indispensables para determinar una
especie animal con exactitud.
A continuación se incluyen los taxa registrados en el material cultural del
departamento de Nariño, en orden ascendente, de acuerdo con la complejidad estructural de seis grupos zoológicos previamente establecidos (invertebrados, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), siguiendo para las
categorías taxomómicas lo dispuesto por el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica.
Al final del texto, en el anexo No. 1, se encuentran las dimensiones y
procedencia de cada una de las figuras analizadas.
6.1 Invertebrados
Entre más de un millón de especies animales hasta ahora descritas, el 95%
de ellas corresponde a animales sin columna vertebral que aglutinan grupos
muy heterogéneos, la mayor parte marinos (Bames, 1987) . Este gran conjunto
animal formó parte importante dentro de la cosmogonía de quienes habitaron
la sierra y costa nariñenses, los cuales dejaron representaciones fieles de
moluscos y artrópodos.
Los moluscos son un grupo bien diversificado en nuestro litoral Pacífico.
Sus especies presentan una concha calcárea y dura que les sirve de protección,
constituyéndose así en uno de los vestigios orgánicos que mejor se preserva
arqueológicamente.
31
Si observ amos la figura Tumaco 4, ésta parece corresponder a un bivalvo
(clase Pelecypoda) de la familia Arcidae , muy posiblemente del género Anadara, caracterizado por presentar umbos apartados y prominentes, algo enrollados hacia un área cardinal amplia. Suelen encontrarse enterrados en el fango
de los pantanos de manglar y de sitios salobres (Olsson, 196 1). Conchas de este
género habían sido encontradas por Cub illos (1955) en el sitio 2-Tolita, quien
las reportó por su nombre vulgar "piangua".
Figura 4. Bivalvo Turnaco.
A esta misma clase PelecypodapertenecenlosbivalvosSpondylus spp. y Mytilus
spp., fragmentos de los cuales son usualmente reportados en las excavaciones
desarrolladas en el altiplano a manera de cuentas de collar o colgantes (Vemeau y
Rivet, 1912, citado por Moreno, 1970; Uríbe YCabrera, 1988; Zúñiga, 1989).
En otras regiones arqueológicas del país se ha señalado la presencia de
formas basadas en caracoles marinos (clase Gasterópoda). Ejemplo de esto son
los cubresexo orfebres utilizados por hombres Zenúes y las representaciones
metalúrgicas y líticas de las culturas Calima, San Agustín y Tairona.
A pesar de lo expuesto por Bouchard (1982) sobre la escasa importancia en
cuanto a la recolección de moluscos evidenciada en la zona arqueológica
Tumaco, la figura 5 procedente de aquella área corresponde a un personaje en
cuya cabeza sobresale, a manera de adorno, la concha de un gran caracol
marino. Curiosamente, conchas de características similares se encuentran en
las tumbas indígenas del altiplano, constituyéndose en los objetos que tuvieron
32
Figura 5. Pieza antropomorfa Tumaco
un mayor valor de uso e intercambio, tal vez por su lejanía de proveniencia y
el contexto en que aparecen (Uribe, ·1986).
La aparición de numerosas conchas de caracoles marinos había sido reportada inicialmente, en 1938, por Sergio Elías Ortiz, en sus excavaciones de
Bodegas, municipio de Buesaco. Posteriormente, Moreno (1970) encuentra en
El Angel (norte de Ecuador) colgantes confeccionados con Oliva peruviana
que eran adaptados con fin ornamental suprimiendo la espira y practicando una
perforación para el paso del hilo. La figura 6 muestra algunas de estas conchas,
de común hallazgo en tumbas del altiplano nariñense.
Hacia 1977 Uribe informa haber encontrado en San Francisco (Carlosama)
y Las Cruces (Ipiales) conchas de Strombus (Tricornis) galeatus, Melongena
patula y Fasciolaria (pleuroploca) princeps, como ofrenda central en las
tumbas Piartal; las representaciones en cerámica de los gasterópodos son
33
Figura6. Collar a basede conchasde caracol.
Figura 7. Caracol Tuza.
asociados por la misma autora al complejo Tuza. Se han encontrado además
algunas de estas conchas forradas en tumbaga (plazas , 1977).
Strombus (Tricornis) galeatus es un molusco perteneciente a la familia
Strombidae y se caracteriza por su gran labio acampanado. Es posible que una
representación de este molusco corresponda a aquella de la figura Tuza 7.
El subgénero Fasciolarla (pleuroploca) de la familia Fasciolariidae se
distingue por sus conchas más o menos fusiformes, anillos en las espiras con
puntas romas y canal sifonallargo, características encontradas en la figura Tuza
34
Figura 8. Ocarina Tuza en fonna de caracol.
8" que además muestra un orificio que indica haber sido utilizada como
colgante .
Figura 9. OcarinaTuza en formade caracol.
En la antigua Roma se denominaba Murex a las conchas dotadas de púas,
hoy en día agrupadas en la familia Muricidae. Debido a su purezade color los
Murex fueron utilizados -eran ya conocidos en Creta, 1600 años a.C.- hasta la
Edad Media para colorear valiosos tejidos, tapices, trajes monárquicos y
sacerdotales (Lindner, 1977).
La familia, con unas 1.000 especies vivientes, está ampliamente expandida
principalmente en los mares tropicales y cálidos. Son conchas frecuentemente
barrigudas, con un ápice corto, en general con fuertes varlcosidades en forma
de jorobas, pliegues o púas. El género Heraplex, propio de nuestro litoral
Pacífico, puede corresponder a la representación Tuza de la figura 9.
35
Figura 10. Ocarina PianaI en forma de caracol.
Algunos géneros de la familia Buccinidae poseen conchas de pequeñas a
medianas, caracterizadas por su forma cónico-ovalada debido a que poseen un
canal sifonal corto y además espiras lisas o esculpidas débilmente. A esta
familia de gasterópodos pertenece la representación Piartal de la figura 10, que
contrasta con lo antes comentado sobre la asociación de representaciones de
caracoles al complejo Tuza, expuesta por Uribe (1977).
Figura 11. Ocarina
TUZ3.
Dentro del material cultural del altiplano nariñense aparecen silbatos u
ocarinas cuya apariencia se relaciona con formas de gasterópodos marinos; un
ejemplo de esto se puede observar en la ocarina Tuza de la figura 11.
36
Figura 12. Copa con base anular Tuza.
En la figura Tuza 12 se observan diseños estilizados de arácnidos con
extremidades especialmente gruesas, que pueden representar de esta manera
las grandes arañas tropicales del infraorden Mygalomorphae, conocidas como
"tarántulas" o "arañas mono" (Barnes, 1987). A ellas se refería el padre Juan
de Velasco en su "Historia Natural del Reino de Quito":
"A más de las arañas ordinarias y caseras, hay otras muy grandes, como
toda una mano abierta, que solo viven en agujeros subterráneos. Son
comúnmente pardas y con lana como de monos: tienen enemistad con
los ratones y matan como los gatos. Nunca se experimentan enfadosas,
ni dañosas con los hombres: y sus colmillos mitigan los dolores de
muelas" (1960:219).
Figura 13. Recipiente globular fitomorfo con cuello, Capulf.
En la figura 13 encontramos un insecto inmaduro en estado de pupa,
adherido a un recipiente globular fitomorfo similar a los asociados por ciertos
37
autores al complejo CapuIí (Groot, 1991). En este estadio aparentemente
inanimado el insecto permanece fijo a un determinado hospedante vegetal ,
siendo los frutos comúnmente escogidos por buena parte de especies del orden
Diptera para esta fase de su desarrollo (Elzinga, 1981). La ornamentación que
se observa parece resaltar el exoesqueleto del pupario, saco protector que
encama el último estado larval del insecto .
6.2 Peces
En el material cultural del altiplano no se encontró figura pisciforme alguna.
En el siguiente texto, Juan de Velasco comenta sobre los peces de la región :
"Se puede decir, en general, que las Provincias altas son por la mayor
parte tan escasas de peje, como son sobreabundantes las bajas... Es de
Figura . 14. Tiburón Tumaco .
Figura 15. Tiburón Tumaco .
38
maravillar que en estas Provincias se conozca peje. porque teniendo en
ellas sus primeros orígenes los ríos, por lo común frigidísimos y precipitados por piedras. no son aptos para esta clase de vivientes..."
(1960 :224).
Como contraste existe en la cerámica Tumaco gran variedad de ralladores
utilitarios con silueta de pez y representaciones de tiburones, como los de las
figuras 14 y 15. por cierto adornados con un "tocado" característico en muchas
otras piezas de la región litoral.
Figura 16. Rallador pisciforme Tumaco .
Figura 17. Rallador pisciforme Tumaco .
Figura 18. Rallador pisciforme Tumaco.
39
Dentro de la familia Carcharhinidae, el "tiburón tigre" o "tintorera" Galeo-
cerdo cuvieri es la especie cuyas aletas dorsal y pectoral-de tamaño similarse encuentran casi en un mismo eje vertical y presenta no un hocico puntiagudo
como la mayoría de los tiburones sino notoriamente achatado. Esta especie,
una de las más comunesy peligrosas para el hombre en el trópico, se encuentra
tanto en altamar como en las costas y entra algunas veces a lagunas semisalobres y bocas de los ríos (Dahl, 1964).
Las siluetas de pez fueron el punto de partida para la creación de ralladores,
instrumentos propios de labores domésticas presumiblemente inspirados en el
áspero escamado de varias especies. En la figura 16 puede notarse cómo en el
área de trabajo se incrustaron pequeñas piedrecillas para facilitar el rallado
mientras que en las figuras 17 y 18 se realizaron únicamente incisiones.
Considerando que en estos ralladores no se tuvo en cuenta el diseño de aletas
pectorales, dorsales, pélvicas y anales, la silueta de la figura 17 recordaría la
forma corporal de los individuos pertenecientes a la familia Clupeidae; mientras-que aquella de la figura 18 Podría asociarse al "pez erizo" Diodon hystrix
(Diodontidae) o al "pejesapo" Sphoeroides spp. (Tetraodontidae), especies
venenosas que al ser capturadas se inflan hasta convertirse en una bola completa
en la que únicamente se destaca una pequeña aleta caudal. D. hystrix presenta,
además, espinas largas y puntiagudas, que sobresalen en todas direcciones,
característica que podría haber originado su empleo como rallador.
6.3 Anfibios
Parece ser evidente la relación cultural entre los anuros -orden Salientia- y
el hombre prehispánico de la zona andina nariñense.
Figura 19. Recipiente globular Tuza con cuello y falsas asas zoomorfas .
40
Uríhe (1977) encontró restos óseos de ranas depositados como ofrenda
dentro de recipientes , en tumbas de San Francisco , municipio de Carlosama;
se trata de restos correspondientes al género Eleutherodactylus (Leptodactylidae) cuya representación en el material arqueológico puede estar encubierta
bajo un sinnúmero de piezas estilizadas .
La piel dorsal granulosa, con gran cantidad de verrugas incluso hacia los
flancos , los ojos grandes y prominentes y un cuerpo corpulento son características indicadoras dé que el anuro adherido a la derecha del recipiente Tuza en
la figura 19 sea un ejemplar del género Bufo (Bufonidae), probablemente B.
marinus o B. granulosos. El anuro de la izquierda en la misma figura, con
apariencia corporal similar pero sin verrugas, podría corresponder a un Bufo
glaberrimus, cuya piel dorsal glandular --como es diagnóstico en este génerono es perceptible a simple vista (Cochram , 1970).
Figura 20. Recipiente globular con cuello Piata!.
Figura 21.
Pictografia.
41
Figura 22. Pictografía.
42
Si observamos el anuro que decora el recipiente globular Piartal de la figura
20, vale la pena resaltar el diseño realista de las palmas, que parece repetirse
en las pictografías de las figuras 21 y 22, localizadas en los alrededores de
Pasto, cerca a Jenoy. En la primera de éstas, la silueta que lo acompaña tiene
también apariencia estilizada de anuro, mientras que en la otra, mucho más
grande y compleja, se encuentran otras siluetas zoomorfas y formas geométricas diversas. Este carácter morfológico de dedos manuales palmadas es típico
entre muchos otros en algunas especies también del género Bufo.
Figura 23. Recipiente globular Capulí con cuello zoomorfo.
Figura 24. Recipientes globulares miniatura Capulf con cuello zoomorfo.
43
El único género de la familia Pipidae reportado en Colombia es Pipa, rana
amazónica caracterizada por su cuerpo bien fornido y aplanado, nariz corta y
chata y ojos proyectados (Cochram, 1970). Estas cualidades parecen concordar
con la apariencia del anuro diseñado en la boca de la olla globular Capulí de la
figura 23, al igual que en las piezas miniatura -provenientes del mismo
complejo arqueológico- de la figura número 24.
Entre las piezas zooantropomorfas de esta región se destacan asociaciones
hombre-rana como la representación orfebre Capulí de la figura 25, en la cual
son evidentes una cabeza y rostro humanos y un cuerpo con posici ón de
extremidades y forma general típicas de anuro.
Figura 25. Placa orfebreCapulí.
6.4 Reptiles
Se han identificado individuos pertenecientes a los órdenes Testudinata
(tortugas), Crocodylia (babillas y caimanes) y Squamata (lagartos y ofidios).
El ordenTestudinata o Chelonia tiene como carácter más notable la presencia de
unacubiertaduraqueencierra el cuerpo, llamada carapacho o caparazón, representada
en la figura Turnaco26. Esta podríacorresponder a una tortuga terrestre de la familia
Ernydidaesi setomaencuentalaformafuertemente abombadadelcarapacho.Además
poseeun par de orificios indicando un posible usode la piezacomo silbato.
44
Figura 26. Tortuga Tumaco.
En las figuras 27, 28 Y29 se aprecian representaciones de individuos del orden
Crocodylia, procedentes de la región arqueológica Tumaco. Para esta zona, los
datos de distribución indican la presencia del caimán Croc odylus acutus (Crocodylidae) y la babilla Caiman sclerops chiapasus (Alligatorid~e).
Figura 27. Soporte zoomorfo de recipiente Tumaco .
Son diagnósticos en adultos de C. acutus un hocico ancho -en contraposición a la forma bastante angosta y puntiaguda de los juveniles- y una elevación
preocular pronunciada que se inicia aproximadamente encima del 50. maxilar.
En la figura Tumaco 27 se puede apreciar un hocico no agudo, la notoriedad
de los dientes mandibular 40. y maxilar 50. relativamente bien separados y la
elevación preocular, lo cual nos indicaría la representación de un individuo de
esta especie, habitante de las anchas zonas de los manglares y lagunas de agua
salada y salobre (Medem, 1981).
4S
Figura28. BabillaTumaco.
Figura29. BabillaTumaco.
Por otro lado, en la figura 28 coinciden características de un Caiman
sclerops chiapasusjuvenil, tales como los palpebrales bien elevados, el hocico
relativamente corto y ancho y la nariz curva hacia arriba; además en la figura
29 parece haberse querido resaltar la arruga interocular ósea, propia de esta
especie. La figura Tumaco 30 nos muestra un típico caso de asociación hombreanimal, donde un cuerpo humano está provisto de una cabeza con todas las
características propias de un cocodrilo.
En las representaciones Tuza de las figuras 31 y 32 se destacan siluetas
estilizadas de reptiles asociables al orden Crocodylia o al suborden Sauria
46
Figura30. Pieza antropozoomorfa Tumaco.
(lagartos). Lo mismo se encontró en los dos diseños zoomorfos presentes en la
parte superior del petroglifo de Huartayaco, municipio de Buesaco (ver figura
33). Para estos casos sería imposible la identificación a un nivel taxonómico
más preciso pero su importancia radica en que forman parte de los grupos
animales representados cuyo hábitat no corresponde al del grupo indígena del
cual se han originado.
Figura31. Copa con base anularTuza.
Dentro de los reptiles, el orden Squamata reúne animales con piel escamosa
como lagartos y serpientes.
Casi laterrera partede loslagartosde Colombia-agrupados enel surborden Sauriapertenecen al género Anolis, el más numeroso entre los saurios del Nuevo Mundo.
La característica principal que permite identificar a un iguánido Anolís spp.
en la figura Tumaco 34 es el llamativo pliegue guIar o abanico, diagnóstico en
los machos de este género que por cierto se distingue por una amplia capacidad
de variar de color y patrón en cuestión de segundos (Ayala, en prensa).
47
Figura- 32 . Copa con base anular Tuza .
.
33 . Petroglifo.
FIgura
48
El "basilisco", "cruzarroyos" o "jesucristo" Basiliscus spp., lagarto semiacuático de la misma familia Iguanidae denominado así por su característica
locomoción bípeda sobre el agua, parece ser el animal representado en las
figuras Tumaco 35 y 36. La cresta cefálica extendida hacia atrás, comprimida
lateralmente y una gula no muy prominen te indicarían que se trate de B.
galeritus o B. basiliscus, especies propias del lítoral Pacífico colombiano
(Prahl, 1990).
Figura 35. Iguán ido Tumaco.
Figura 36. Iguánido Tumaco.
Formando parte del suborden Serpentes , la familia Boidae aglut ina a las
serpientes más grandes -pero inocuas- del mundo. Eunectes murinus gigas,
llamada vulgarmente "anaconda", "güío" o "petaca", es la especie más notoria
de este grupo, bien conocida por su grosor y tamaño que llega a alcanzar hasta
11 metros (Tinoco, 1977).
Cieza de León daba cuenta del tipo de serpientes que se encontraban en las
montañas de los Andes :
.
49
"... también se han visto por algunos españoles unas culebras tan grandes
que parecen vigas, y estas se dice que, aunque se sienten encima dellas
y sea su grandeza tan monstruosa y de talle tan fiero, no hacen mal ni
se muestran fieras en matar ni hacer daño a ninguno ..." (1971:337).
Son diagnósticos de E. murínus gigas en la figura Tuza 371a diferenciación
cabeza-cuerpo, el ojo proporcionalmente grande y las manchas circulares
dispuestas a todo lo largo del cuerpo.
Figura 37. Copacon base anular Tuza.
En la cerámica Capulí también existen representaciones de ofidios -aunque
ciertamente estilizadas- como el de la figura 38, en la cual el artesano plasmó
el movimiento de locomoción en zig-zag específico de este grupo de reptiles.
Figura 38. Recipiente globular Capulf.
so
6.5 Aves
Con más de 1.740 especies, Colombia posee la avifauna más rica del mundo
que suma casi el 60% de las aves de Suramérica y el 19% de las aves del mundo
(Stiles, 1991). Esta gran diversidad había sido estimada en nuestra área de
estudio por el padre Velasco hacia el siglo XVllI:
"La multitud prodigiosa de aves que se halla en todas partes del Reino,
bastaría para mostrarlo lleno de habitadores, aunque le faltasen todas
las otras clases de vivientes. Comparada ésta con la de los cuadrúpedos,
hace desaparecer aquella, ya sorprendiendo con la multitud que parece
increíble, ya maravillando con la variedad de tan diversas especies"
(1960:184).
Ciertos fenómenos climático-atmosféricos suelen provocar cambios en el
patrón de distribución de especies. Prueba de ello sería la presencia en el
material Tumaco de un "pingüino de Humboldt" Spheniscus humboldti
(Spheniscidae) como el de la figura 39.
Figura39. Pieza omitomorfa Tumaco.
Esta ave cuya área de distribución se extiende desde el sur de Chile hasta
las islas de Lambayeque en Perú (Morales, 1988), "deriva" ocasionalmente
hasta nuestra costa pacífica suroccidental en donde existen escasos registros,
probablemente como consecuencia del denominado "fenómeno del niño" que
arrastraría periódicamente pingüinos y otros animales al6ctonos hacia esa
región. Otras dos especies de pingüinos como S.mendiculus y S. magellanicus también es probable que bajo las mismas condiciones arriben a esta región,
aunque su presencia no ha sido exactamente confirmada.
Los pelícanos son aves coloniales que hacen parte sustancial del paisaje
costero. En la impresión del sello Tumaco de la figura 40 y la pieza Piartal de
la figura 41 parece estar representado un Pelecanus occidentalis (Pelecanidae),
identificable por su pico largo y recto, cuello también largo, patas cortas y
cuerpo aplanado.
SI
Figura 40. Impresión de sello Tumaco.
Figura 41. Copa con base anular PianaI.
. Entre las aves colombianas, el carácter morfológico "cola bifurcada" es
destacable -entre otras especies- en la fragata Fregata magníñscens, el águila
tijereta Elanoides forficatus y el colibrí Ocreatus underwoodii. De estas
especies, la fragata o tijereta de mar F. magnifiscens (Fregatidae) e§ una de las
aves marinas más espectaculares por su enorme envergadura, su manera de
volar lenta y con muy poco movimiento de las alas durante sus vuelos
exploratorios y obviamente su cola ahorquillada. Estas características parecen
haber sido plasmadas en la silueta de vuelo orfebre Capulí de la figura 42.
La familia Threskiomithidae comprende aves acuáticas similares a las
garzas, con patas, cuello y pico largos, aunque este último finamente decurvado
(excepto en las "espátulas"). En el diseño Tuza de la figura 43 es evidente la
silueta de un ibis que biogeográficamente podría corresponder a los géneros
Therístícus, Phimosus o Eudocimus.
52
Figura 42. Colgante orfebre omitomorfo Capulf.
Figura 43. Diseño omitomorfo Tuza.
En la figura Capulf 44 es posible identificar un grullón Mycteria americana
de la familia Ciconiidae, ave semiacuática de gran tamaño caracterizada por su
cabeza y cuello desnudos; el pico largo, robusto y decurvado y la cola corta.
Son aves diurnas poco comunes pero frecuentes en áreas cenagosas, usualmente en pequeños grupos (Rodríguez, 1982).
La figura Tuza 45 corresponde a otra ave de la familia Ciconiidae, probablemente un "garzón soldado" Jabiru mycteria, ave vadeadora con patas y
cuello largos, siendo especialmente notorios su apariencia grotesca y la bolsa
guIar dilatada inferiormente, Suelen frecuentar los grandes ríos y áreas lacustres y pantanosas de hasta 500 msnm, en donde pesca diestramente.
53
Figura 44. Recipiente globular omitomorfo con cuello . Capulí.
Figura 45 . Copa con base anular Tuza .
Las garzas de la familia Ardeidae son aves de hombros prominentes y con
patas, cuello y pico generalmente largo, cuya presencia está íntimamente
asociada a los grandes cuerpos de agua. En las figuras Piartal 46 Y 47 se
observan representaciones de garzas cuya identificación es difícil de precisar.
Unicamente vale la pena anotar que en la primera de ellas la relación entre el
tamaño de la cabeza y el cuerpo indicaría una especie pequeña como Florida
caerulea, mientras que las características de la otra corresponden a una especie
de buenas dimensiones como Casmerodios albos y Ardea spp.
54
Figura 46. Copa con base anular PiartaI.
Figura 47 . Copa con base anular Piartal .
Dentro del material cerámico Tumaco se pueden identificar patos (Anatidae)
como el de la figura 48 en la que son evidentes el pico moderadamente largo y
ancho, cuerpo rechoncho y cola corta. El tamaño tan desproporcionado del ojo
bien puede estar representando un área loreal de color contrastante respecto al
resto del plumaje, como ocurre en ciertos individuos de los géneros Anas y
Dendrocygna.
El cóndor de los Andes Vultur gryphus es el ave más grande que habita las
cumbres de nuestras montañas. Llamado vulgarmente "buitre", pertenece a la
familia Cathartidae y se le reconoce en la figura 49 por su pico grande, fuerte
y ganchudo, una prominencia carnosa o carúncula propia de los machos que
55
Figura 48. Pieza ornitomorfaTumaco.
Figura 49. Recipiente globular con base anular y cuello.
va desde la mitad del culmen hasta la coronilla, el collar de plumas o alzacuellos
y el buche en la parte bajo anterior de la garganta (Olivares, 1963). Esta pieza
procedente del altiplano tiene características que impiden ligarla exactamente
a alguno de los tres complejos culturales de esta región.
El motivo del "ave de las alas desplegadas" ya había sido reportado en la
orfebrería preh ispán ica de Costa Rica, Panamá y las zonas norte y noroccidental
de Colombia (Cooke, 1988), a lo cual se suman ahora las representaciones
procedentes de la zona andina nari ñense. .
S6
Algunas rapaces suelen descansar en vuelo con las alas en posición extendida. Esta conducta es característica entre los buitres catártidos, los cuales se
mantienen inmóviles en una sola posición durante largo tiempo .
La silueta de vuelo Capulí de la figura 50 (vista dorsal) representa un
catártido diferenciable por las alas angostas y redondeadas en diedro y el
tamaño largo -aunque ciertamente desproporcionado en la figura- de la cola,
cualidades presentes en las gualas del género Catbartes. Además es posible
notar cierta ornamentación cefálica con la cual se pudo haber tratado de
esquematizar las rugosidades que allí presentan los individuos de este género .
En los catártidos es diagnóstica la presencia de hendiduras nostriles (narinas )
distintamente abiertas y notorias en los géneros que carecen de cera. Mientras
que en Cathartes spp. estas narinas son de gran tamaño e incluso hacen que el
pico no sea totalmente recto, en el gallinazo Coragyps atratus son casi
imperceptibles y el pico toma las características diferenciables en la figura
Tumaco 51. Estos gallinazos son destacados por Velasco, pues:
Figura SO. Colgante orfebre omitomorfo Capulí.
Figura 51. Fragmento de pieza omitomorfa Tumaco.
57
son utilísimos en todas las partes donde hay cocodrilos, porque sacan
sus huevos y se los comen..." (1960:186).
" o• •
Entre las águilas agrupadas en la familia Accipitridae, una de las especies
más llamativas es el águila harpía Harpia harpyja, reconocida como el ave de
presa más poderosa del mundo. De apariencia imponente, es posible identificarla en la figura 52 por los tarsos enormes y gruesos, típicos de esta especie,
y el pico fuertemente ganchudo. Esta excepcional pieza procedente de Tajumbina -norte andino nariñense- parece formar parte de un grupo cultural distinto
a los aquí tratados, más relacionado con la región del Patía.
Figura 52. Pieza omitomorfa.
De otro lado, la silueta orfebre Capulí de la figura 53 -posiblemente utilizada
como colgante- posee pico ganchudo y características corporales propias de
esta águila en el momento de caer sobre su presa; además, la forma de la cabeza
puede corresponder al copete bilobular que presentan los adultos de H. harpyja. También conocida como "águila miquera" o "águila churuquera",por sus
hábitos alimenticios, esta ave suele ocupar nuestras regiones selváticas anidando en sitios bien protegidos y de difícil acceso.
El hecho de que un ave lleve en su pico alguna presa es un buen indicio que
facilita la identificación de algunas piezas. En la figura Tumaco 54 aparece un
falconiforme sosteniendo una serpiente, alimento de ciertos géneros com o
Buteo, Buteogallus, Heterospizias, Polyborus y Herpetotheres.
58
Figura 53. ColganteorfebreomitomorfoPiartal.
Figura54. Pieza omitomorfaTumaco.
Dentro del último género, H. cachinans, comúnmente conocido como
"halcón culebrero", presenta además una máscara facial o antifaz debida a la
disposición del plumaje en la cabeza. Esta característica estará representada
también en la figura Tumaco 55.
Los paujiles Crax spp. son algunos de los crácidos colombianos de mayor
tamaño y en consecuencia más perseguidos como aves de caza. En la figura
Tuza 56 se diferencian características de estas aves como el cuerpo robusto .
patas largas, cuello delgado, pico decurvado y especialmente la cresta bien
notoria. Son aves generalmente tímidas y ariscas, muchas veces propias de
bosques inalterados.
59
Figura 55. Fragmentode pieza omitomorfaTumaco.
Figura 56.Copa con base anularTuza.
Entre las escasas muestras de arte rupestre prehispánico en la región arqueológica Tumaco, vale la pena incluir el petroglifo de la figura 57 localizado en
la isla Gorgona (Cauca), en el cual se esculpió la silueta de un paujil Crax sp.
Otro individuo de este género parece encontrarse en la figura Tumaco 58.
En este caso correspondería a un paujil Crax salvini de cresta bien desarrollada,
usualmente caída hacia atrás y maxila grande fuertemente arqueada y comprimida; además del ojo proporcionalmente grande.
Los tentes o trompeteros Psophia crepitans son aves amazónicas destacables por su alto grado de parantropía, o sea una marcada sociabilidad con el
60
hombre, por lo cual suelen ser utilizados como guardianes que alertan sobre la
presencia de extraños y como cuidanderos de niños. Este único representante
de la familia Psophiidae para Colombia, de apariencia jorobada y cuerpo
grueso, con patas largas y el pico algo curvo, aparece en la figura Piartal59.
.
Figura 57. Petroglifo .
Figura 59. Copa con base anular Piartal
Figura 58. Fragmento de pieza omitomorfa
Tumaco
61
Las gaviotas son aves comunes distribuidas por las costas marinas de todo
el mundo, agrupadas en la familia Laridae . En la figura Tumaco 60 encontramos un individuo del género Larus, distinguible por el pico grueso y fuerte
con culmen recto, cuello corto, pecho amplio, alas redondeadas y cola de corte
cuadrado. Las patas palmeadas, también evidentes en esta pieza, les brindan la
capacidad de nadar e incluso bucear en seguimiento de sus presas.
Las guacamayas Ara spp. de la familia Psittacidae constituyen uno de los
grupos de aves más vistosos y por tanto más perseguidos por el hombre.
Notorias por su cabeza grande , pico corto, grueso yganchudo, además del gran
tamaño de la cola, fueron caracterizadas en la figura Tuza 61.
Figura 60. Pieza ornitomorfa Tumaco.
Figura 61. Copa con base anular Tuza .
62
López Medel, a propósito de las "aves y pájaros propios de las India s
Occidentales", comenta lo siguiente:
"Aunque entre los negros y en toda la Guinea se hallen los papagayo s
yen otras muchas partes, su más particular patria y lugar de este género
de aves y pájaros son las Indias (...). Hay mucha diversidad en su
corpulencia y magnitud, porque hay una manera de ellos que llaman
guacamayas, del tamaño de un cuervo, aunque la cabeza es muy mayor
sin comparación, y charlean mucho; tienen el pico muy grande y
disforme (...). Los papagayos. aunque se crían en todas las Indias, pero
no de todas partes son buenos para amansar y vezar a hablar, que sus
ventajas hay en esto" (cit. por Patiño, 1982:208).
El interés del hombre prehispánico por estas aves capaces de imitar su voz
puede evidenciarse en la figura Piartal62, en donde una silueta humana sostiene
una vara, sobre la cual descansa a su vez una de estas guacamayas Ara spp .
Figura62. Copa con base anularPiartal
Del mismo modo, en las figuras Tumaco 63 y 64 se resaltaron por medio de
incisiones las líneas faciales, característica también diagnóstica para el género
de guacamayas en mención.
El "perico frente roja" Aratinga wagIeri, especie gregaria diferenciable por
su corona frontal roja que contrasta fuertemente con-el verde de su plumaje,
podría ser el psitácido de la figura Tumaco 65, en la cual se destaca esta cualidad
con el diseño presente en la cabeza.
Una de las cualidades más notorias en el psitácido de la figura Tumaco 66
es la presencia de un "collar", que puede indicar un cambio contrastante en el
color del plumaje de esa parte del cuerpo. La cotorra Pionites melanocephala
presenta tal condición, aun cuando el otro carácter destacado -una cera exageradamente gruesa- no es diagnóstico en esta especie ni en ninguna otra cotorra.
63
Figura 63. Pieza omitomorfa Tumaco .
Figura 64. Fragmento de pieza omitomorfa Tumaco.
64
Figura 65. Pieza omitomorfaTumaco.
Figura 66. Pieza omitomorfaTumaco.
6S
A propósito de búhos o lechuzas -aves nocturnas del orden Strigiformes
capaces de percibir intensidades mínimas de luz y así desarrollar su habilidad
predadora-, comenta Santa Gertrudis lo sucedido al pasar la noche en una casa
cerca a Taminango:
"Después de cenar les hice rezar la corona, y estando ya en la mitad , en
la barda del corral que tenía la casa, púsose a cantar una lechuza. La
vieja al oírla dijo "creo en Dios, creo en Dios". A poco rato vuelve a
cantar, y la hija vuelve a decir lo que la madre había dicho. Yo iba
observando esto , y ya que acabamos de rezar, viendo que proseguía en
decir: "creo en Dios", pregunté por qué lo decía, y la vieja respondió:
"este pájaro que canta ahí, padre . es alma que está en pena". Yo empecé
a disuadirles la especie, pero era por demás, porque es gente muy creída
la del Perú en esto de vanas observancias y agüeros" (1970 , tomo 111:62).
En el recipiente globular Capulí de la figura 67 se diseñó un búho con disco
facial y ojos de gran tamaño , características distintivas de la familia Strigidae.
La forma general de la cabeza y su expresión corresponderían a los búho s
pigmeos del género Glaucidium, entre los cuales G. jardinii es la especie
propia de las zonas andinas .
Figura 67. Recipienteglobularomitomorfocon cuello Capullo
Bubo virginianos es la especie más grande entre los búhos colombianos,
inconfundible por sus copetes bien separados e inclinados hacia los lados de la
cabeza, como claramente se evidencia en las figuras Tumaco 68 y 69.
66
Figura 68. Alcarraza Tumaco.
Figura 69. Pieza omitomorfa Tumaco:
Una interesante representación de un Strigiforme se puede observar en la
figura 70. En ella apreciamos un disco facial acorazonado que diferencia a la
lechuza Tyto alba, única especie en Colombia de la familia Tytonidae. Esta
especie caza comúnmente desde perchas bajas, siendo una reconocida predadora de ratones aunque también captura otras presas pequeñas (Hi1ty, 1986).
Los colibríes son aves exclusivamente americanas, motivo de especial
admiración incluso desde épocas prehispánicas. En el material orfebre Capulí
se encuentran unas de las piezas más representativas del trabajo metalúrgico
en el altiplano nariñense (ver figura 71), como lo son estas dos pequeñas
67
orejeras que recrean colibríes (Trochilidae) en su característica posición de
vuelo sostenido frente a una flor mientras se alimentan. Algunas representaciones de colibríes en vuelo han sido también identificadas en la cerámica
y metalurgia panameñas (Cooke, 1988).
Figura 70. Fragmento de pieza omitomorfa Tumaco .
Figura 71 . Orejeras orfebres Capul f.
La figura Tumaco 72 parece representar uno de los llamativos tucanes o
paletones de la familia Ramphastidae. Este grupo de aves se diferencia por un
pico enorme, decurvado y plano, aunque este aparece en la figura de forma
cilíndrica. Otros aspectos morfológicos destacados son la posición del ave, los
68
tarsos grandes y especialmente una franja ubicada en la zona basal del pico,
peculiaridad propia de Ramphastos tucanus y R. culminatus. Se repite en
esta figura un "tocado" no diagnóstico que adorna la cabeza del ave, el cual
aparece en otras representaciones zoomorfas de esta región cultural.
Figura 72. Pieza omitomorfaTumaco.
6.6 Mamíferos
Los mamíferos son tetrápodos caracterizados externamente por tener pelo y
glándulas mamarias. Se han adaptado a una gran diversidad de condiciones
ecológicas, como la acuática, subterránea, arborícola e incluso aérea en el caso
de los murciélagos, aunque la mayoría de los mamíferos se desplazan sobre
tierra firme.
En las zonas selváticas suramericanas es muy pobre la población de mamíferos y aunque existen muchas familias , géneros y especies , cada especie posee
una densidad de individuos extremadamente baja (Domínguez , 1985).
La figura Tumaco 73 muestra una característica propia de la "chucha" o
"fara" Didelphis sp., como es la franja incisa desde la nariz y a través de los
ojos hasta cerca de las orejas que puede representar una raya oscura presente
en gran' parte de los individuos de este género (Ernmons, 1990). Además , la
posición es típica de marsupiales de la familia Didelphidae, notándose la
intención de resaltar el marsupio o bolsa abdominal donde los neonatos
completan buena parte de su desarrollo.
69
Un hocico largo y tubular es la evidencia que permite identificar en la figura
74 un oso hormiguero o colmenero de la familia Myrmecophagidae, posiblemente Tamandua spp. Representaciones similares en cerámica se han encontrado en la región arqueológica Gran Chiriquí, Costa Rica (Corrales, 1988).
Figura 73. Silbato zoomorfoTumaco.
Figura74. Pieza zoomorfaTumaco
Este mismo género aparece acompañado de monos y espirales en el petroglifo de Catambuco -municipio de Pasto-, cerca del río Chapalito (ver figura
75). Este diseño muestra en forma clara el hocico largo, estrecho y curvado y
cola larga prensil, aunque la forma y tamaño de las orejas no son diagnósticas.
Figura 75. Petroglifo.
70
El armadillo gigante o trueno Priodontes maximus (Dasypodidae) es una
especie cuyo nombre vulgar se debe al gruñido sordo como un trueno lejano,
que emite al verse acosado. En la figura Piartal 76 se le identifica por su
caparazón que no cubre los flancos inferioresni las extremidades, orejas muy
separadas y patas enormes (Emmons, 1990).
Figura 76. Pieza zoomorfa Piartal.
En la figura Tumaco 77 es clara la representación del armadillo o "cachicamo", Dasypus novemcinctus, caracterizado por el rostro revestido de placas
conspicuas sobre el arco cigomático y caparazón con anillos que cubren los
flancos y buena parte de las extremidades. De él cuenta Tomás Lópe z, oidor
del Nuevo Reino de Granada :
Figura 77. Pieza zoomorfa Tumaco .
71
tiene todo el cuerpo cubierto por el lomo y ijadas hasta en pies, con
unas conchas maravillosamente dispuestas por sus piezas como una
armadura de un arnés, y ansí se pliegan, y por esto los españoles le
llamaron el armado ('0') Cuando algún otro animal le quiera hacer mal,
cúbrese y métese debajo de aquella armadura y ansí está seguro.,..
(Citado por Patiño, 1982:299).
". 0 O
El típico comportamiento de protección de esta especie, enconchándose por
acción de los anillos móviles de su caparazón y recogiendo a su vez las
extremidades se refleja en la figura Tumaco 78.
.
Figura 78. Pieza zoomorfa Turnaco,
Los murciélagos, agrupados dentro del orden Chiroptera, son los únicos
mamíferos con capacidad de volar. Además, su posibilidad de emitir sonidos
de alta frecuencia a través de la boca o nariz y después captar su eco.Ies permite
movilizarse en la oscuridad, incluso dentro de zonas altamente boscosas.
La presencia de una hoja nasal prominente, utilizada para captar los sonidos
de ecolocación es la característica primordial que identifica los murciélagos de
la familia Phyllostomidae; Podríamos sugerir la representación de un individuo
de esta familia en la figura Tumaco 79, cuya dentición uniforme corresponde
a murciélagos de hábitos alimenticios típicamente insectívoros, los que a su
vez presentan orejas bien grandes.
En las máscaras Tumaco de las figuras 80 y 81 encontramos otros phyllostomidos con dentadura específica para hábitos carnívoros, frugívoros o hematófagos. La segunda de estas figuras presenta también cierta ornamentación
facial en forma de bandas, característica de géneros como Uroderma,Artibeus
o Vampyrodes, todos ellos de la subfamilia Stenodermatinae.
72
Figura 79. Fragmento de pieza zoomorfa Tumaco.
Figura SO. Máscara zoomorfa Tumaco.
Figura 81. Máscara zoomorfa Tumaco.
73
Por otra parte, en el material arqueológico de la sierra nariñense también se
encuentran representaciones de quirópteros. Es así como en la figura Tuza 82
se diseñó una silueta de murciélago, siendo evidente una cola expuesta y
proyectada desde el uropatagio, diagnóstica en murciélagos de la famila
Molossidae.
El pectoral orfebre Capulí 83 parecería corresponder a una silueta muy
estilizada de murciélago, con sus membranas interdigitales expandidas. Estilizaciones de este tipo son por cierto comunes en las representaciones prehispánicas Tolima (Cadena y Legast, 1986) y Tairona (Legast, 1987).
Después de Brasil, Colombia es el país del Neotrópico con mayor diversidad
de primates, contando por lo menos con 12 géneros y 22 especies de las familias
Callitrichidae, Callimiconidae y Cebidae (Hemández y Cooper, 1975).
Figura 82. Copa con base anular Tuza .
Figura 83 . Pectoral orfebre Capulf.
74
El "mono de noche" o "tutamono", Aotus trivirgatus (Cebidae) es una de
las pocas especies de primates por cuya distribución es posible encontrarlo
incluso en altitudes de hasta 3.200 msnm (Hemández y Cooper, 1975). El
colgante orfebre Capulí 84 muestra una pareja de monos con cabeza redonda ,
enormes ojos globosos -adaptados para ver en la oscuridad- y cola grande no
prensil, cualidades morfológicas típicas de esta especie.
Figura 84. Colgante de orejera orfebre Capulf.
Los principales atributos que permiten diferenciar los "monos araña" o
"marimondas", Ateles spp., son poseer extremidades grandes y cola prensil
extremadamente larga, que se convierte en una quinta mano, brindándoles
excepcional habilidad para su vida arbórea. La apariencia abombada de la
frente, que imitaría el penacho de pelos formando una especie de capul típica
en Ateles spp. (Cadena y Bouchard, 1980) complementaría la diagnosis observada en los colgantes orfebres Capulí de las figuras 85 V 86.
Figura 85. Colgante orfebre Capulí.
75
Figura 86. Colgante orfebre Capulf.
La silueta de estos cébidos de gran tamaño parece que corresponde con
aquellas diseñadas en el petroglifo de Berruecos -municipio de Arboleda- ,
levantamiento que aparece en la figura 87. De los primates aquí tallados , el de
la parte inferior izquierda parece cargar sobre su dorso una cría, comportamiento propio de hembras en especies de gran tamaño, en contraste con aquellas
especies pequeñas en las que el padre es quien se encarga de transportarla
(Ernrnons, 1991). .
Figura 87. Petroglifo
76
Entre los cébidos de tamaño mediano encontramos el mico Cebus spp.,
reconocible en las figuras Tumaco 88 y 89 por el hocico protuberante, la boca
ancha y las narices platirrinas propias del grupo (Cadena y Bouchard, 1980).
Figura 88.Fragmento de pieza zoomorfa Tumaco.
Figura 89. Pieza zoomorfa Tumaco.
El hocico protuberante y además la cola prensil, también diagnóstica de este
género, se observan en las figuras Tuza 90 y Piartal91.
Figura 90. Copa con base anular Tuza.
Figura 91. Recipiente globular Piartal.
77
En toda la región andina nariñense existe profusión de representaciones
estilizadas de monos. Muestra de esto es el pectoral orfebre Capulí 92, la
pictografía del municipio de Potosí en la figura 93, el recipiente Piartal 94, la
pictografía de la quebrada Higuerón -municipio de Pasto- cuyo levantamiento
aparece en la figura 95 y el petroglifo de Chapacual (municipio de Yacuanquer)
de la figura 96. A excepción de este último, en el que se observan siluetas de
primates con apariencia corporal variable, las demás estilizaciones coinciden
en mostrar monos de cabeza grande, cuerpo triangular, cola prensil yextremidades flexadas.
Figura 920Pectoral orfebre Capulí.:
Figura93" Pictograña,
78
Figura 94. Recipiente Piartal.
Figura 95. Pictografía ..
79
Figura 96. Petroglifo.
El hallazgo de restos del "mono aullador", Alouatta seniculus (Cebidae) en
un yacimiento Piartal (Groot, 1991) podría indicar cierta relación cultural con
esta especie, cuyo carácter morfológico más significativo es la presencia de una
gran barba, que al momento de representarse como silueta pueda hacer aparecer
la cabeza de buen tamaño y redondeada, como ocurre en las representaciones
anteriormente mencionadas. Por otro lado, también existen piezas estilizadas
en las cuales un mico reposa en el extremo de la espira de un caracol.
Sergio Elías Ortiz, uno de los más destacados estudiosos de la antropología
nariñense, hace ver cuán significativa era la figura del mono para los grupos
indígenas de Nariño en el siguiente recuento tomado de "Los petroglifos de
Negrohuaico" (1934:315):
"Refería a uno de nosotros el sacerdote español P. Bazares que en una
de sus correrías por su extenso curato del Tablón, en busca de plantas
medicinales, se encontró con una familia indígenadel grupo de Aponte,
en un rancho tan apartado de todo comercio humano, que las ideas
religiosas estaban completamente desfiguradas. Para hacerse a la confianza de esa familia, el P. Bazares habló detenidamente del paraíso y
sus encantos, pero observó que ninguna impresión hacía el recuento de
sus delicias en sus oyentes. El jefe de la familia lo sacó de su sorpresa:
¿Había o no monos en el cielo?"
En la familia Canidae están agrupados carnívoros esbeltos cuya conformación general típica es la propia del perro doméstico, el miembro más distinguido
del grupo.
80
Las dos siluetas talladas en la parte superior del petroglifo de Machines
-municipio de Cumbal- en la figura 97 corresponden a individuos con orejas
puntiagudas y cola larga muy densa, por lo cual podrían asociarse con los zorros
Dusicyon thous y Urocyon cinereoargentus, notables por su inteligencia y
hábitos de cacería en manadas.
Figura 97. Petroglifo.
Analizando las figuras Piartal 98 y Tumaco 99, estas parecen corresponder
a una misma especie. El extremo del hocico proyectado hacia arriba y la forma
de los ojos las asociaría con el "cusumbo" o "guache", Nasua nasua (Procyonidae), pero en ambos casos el tamaño de las orejas no es diagnóstico, puesto
que en este género son decididamente pequeñas. Orejas de esta forma y
proporciones se observan en cambio, en los cánidos Dusicyon sp. y Urocyon
sp., de hocico pronunciado y puntiagudo (Méndez, 1970).
Figura 98. Pieza zoomorfa Piartal,
81
Figura 99. Pieza zoomorfaTumaco.
Cadena y Bouchard (1980) con base en figuras Tumaco similares a las que
se presentan en las representaciones 100 y 101, dejaron entrever el error que
se cometía presumiendo que estas correspondían a felinos, más exactamente a
jaguares, como era -y aún es- generalmente aceptado. Su análisis, a partir de
la forma del cráneo, el lugar de implantación de las orejas no en la parte superior
sino más abajo, la cola muy desarrollada y ancha a la altura del rabo y el aspecto
macizo del cuerpo, permiten identificar más bien un perro de monte o "kinkajou" Polos flavus (Procyonidae). A este análisis se vendría ahora a sumar una
cualidad morfológica notoria en esta especie y pasada por alto , como lo es la
lengua larga y fuertemente extendible (Hernández, 1977; Emmons, 1990) cuya
notoriedad en dichas representaciones es evidente.
Fig. 101.Pieza zoomorfaTumaco.
Figura 100.Fragmentode pieza zoomorfa
Tumaco.
82
Si observamos detenidamente el colgante de orejera Capulf en la figura 102,
podemos advertir una interesante similitud con las dos representaciones Tumaco anteriormente citadas que corresponden a esta especie arborícola, solitaria
y nocturna cuyo hábitat incluye bosques húmedos tropicales primarios, secundarios y de galería (Emmons, 1990).
Dos géneros y seis especies comprenden los félidos colombianos. Panthera
onca, comúnmente llamado "jaguar" o "tigre mariposo", es el predador más
poderoso del neotrópico y llega a alcanzar 2.5 metros de longitud total y 160
k. de peso.
Figura 102. Colgante orfebre CapuU.
El nombre de "tigre mariposo" se debe a las manchas circulares o rosetas
sobre su dorso y flancos, que algunas veces se asemejan a mariposas en vuelo.
La apariencia general del cuerpo y la decoración -en pintura negativa- que
presenta la figura Capulí 103 hacen presumir que se trate de un individuo de
esta especie.
De otro lado, la figura Tumaco 104 tiene características evidentes de un
félido como el hocico grueso, dentadura especializada para sus hábitos alimenticios carnívoros con caninos bien desarrollados y el labio superior hendido,
siendo por tanto lógico que la representación corresponda a Felis sp. o P. onca.
El único representante de la familia Ursidae en Suramérica es el "oso de
anteojos" u "oso frontino", Tre marctos ornatos, habitante de las regiones
montañosas andinas.
83
· Figura 103. Copa de pedestal con figura zoomorfa .
Figura 104. Fragmento de pieza zoomorfa Tumaco.
Entre otras características diagnósticas de esta especie presumiblemente
diferenciables en la figura Capulí 105 tenemos la ausencia de cola -que aunque
realmente existe en el animal no es evidente-, cuello grueso y corto, orejas
redondeadas y hoci co corto. El nombre vernáculo "oso de anteojos" se debe a
las manchas blancas que circundan los ojos , cualidad notable sólo en algunos
individuos.
84
Figura 105. Recipiente globular con cuello Capulf.
Los venados machos, de astas proporcionalmente grandes y bien ramificadas, Odocoileus virginianus (Cervidae), llamados "venados cola blanca" o
"cervatillos", son de periódica aparición en las representaciones zoomorfas del
altiplano nariñense, siendo además sus restos óseos encontrados en las excavaciones allí realizadas por Uribe y Groot. También Moreno Ruiz (1970)
comenta cómo Vemeau y Rivet encontraron piezas trabajadas en astas de
cérvidos en sepulturas precolombinas de la región de Pasto.
Figura 106. Recipiente globular con cuello y asas circulares Tuza .
85
Figura 107.Diseñoszoomorfos Tuza.
Aunque Groot (1991) reporta además el hallazgo de restos de Hippocamellus antisensis, sus astas presentan una sola ramificación dicótoma mientras
que en O. virginianus son múltiples, como se nota en el caso de los individuos
diseñados en pintura positiva sobre el recipiente Tuza de la figura 106. En la
figura 107 aparecen diferentes siluetas de estos cérvidos, factibles de encontrarse formando parte del mismo complejo cultural Tuza.
Varios caracteres distintivos del mismo cérvido se encuentran en la representación Tumaco 108. Esta corresponde a una figura antropomorfa ataviada
con una máscara cuya cabeza se adelgaza sensiblemente hacia la punta del
hocico y presenta un tocado ubicado en el lugar de las astas; por otra parte la
recargada ornamentación del rostro se puede asociar con las abundantes marcas
faciales de color evidentes en O. virginianus.
Figura 108. Fragmento de pieza antropomorfa con mascarazoomorfaTumaco.
86
Tomás López Medel, quien visitase la región hacia 1559, nos comenta:
"Otro género de animal propio y natural de las Indias, se halló en todas
las provincias del Perú y creo que no en otra parte ; es de hechura de un
camello pequeño. Los españoles impusieron nombre a estos animales
ovejas, y por esto vulgarmente las llaman ovejas del Perú, porque allí
solamente se hallaron (...) Son de hechura de un camello ni más ni menos
_como ya dije_, en tanta manera, que no falta quien diga que debe ser
alguna especie de camellos ..." (Citado por Patiño, 1982:301) .
Efectivamente: llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, reunidos en un único
género Lama (Honacki el. al, 1982), son los representantes neotropicales de la
familia Camelidae. Restos óseos correspondientes a este género fueron encontrados por Uribe (1977) en sus excavaciones de San Luis, Ipiales.
Típicos de zonas altas andinas, ejemplos de estos individuos aparecen fielmente
representados en las figuras Tumaco 109 YCapulí 110. EÍlla pieza Tumaco -que
adolece de extremidades y orejas- la forma de la cola y el hocico grueso con el
labio superior hendido indican la presencia indiscutible de un Lamaspp., mientras
que en la segunda figura es evidente la forma corporal general de un camélido.
Figura 109. Fragmento de figura zoomorfa Tumaco.
Figura 110. Figura zoomorfa Capulf.
87
7. ANALISIS ZOOARQUEOLOGICO
El arte animal prehispánico del suroccidente colombiano, dotado con un
grado acentuado de realismo, revela una estrecha familiaridad del hombre con
la fauna regional, la cual brindó una influencia cultural profunda.
La morfología específica de muchas de las representaciones muestra una sensibilidad especial para escoger los elementos plásticos más
expresivos y la repetición constante de las mismas formas animales
indica conocimientos minuciosos e intereses bien definidos. En realidad, el carácter realista de las piezas revela una serie de conocimientos empíricos, .un dominio del saber no verbalizado y la expresión
técnica o plástica de un modo vigoroso.
El carácter de las representaciones es de tal orden, que un observador
familiarizado con cada uno de los grupos animales logra identificar sin mucha
dificultad los especímenes, incluso en las siluetas talladas o pintadas del
material cultural andino nariñense.
7.1 El área cultural andina
Arqueológicamente y con base en las crónicas de quienes llegaron inicialmente a la sierra nariñense, se ha podido demostrar cómo buena parte de los
asentamientos indígenas se encontraban en regiones altas. La exploración
arqueológica desarrollada por Groot (1991), que abarca 64 yacimientos en 21
municipios, indica que 45 de estos yacimientos (el 70%) se hallaba por encima
de los 2.200 msnm.
En este punto resulta interesante desarrollar un análisis estadístico a partir del hábitat altitudinal más común de los animales
representados, el cual está gráficamente expresado en las figuras
l11yI12.
89
En ellas se toman como base las siguientes pautas geográfico altitudinales:
Area litoral: incluyefaunapropia delas zonascosteray marinacomo los moluscos
Strombus sp. y Fasdolaria sp. y las aves Pelecanus sp. y Fregara sp.
Area baja: animales cuya distribución altitudinal va desde el nivel del mar
hasta 1.400 m. aproximadamente. Ejemplos: Crax spp. y Tamandua spp .
Area media-baja: animales cuya distribución altitudinal va desde O hasta
2.300 msnm aproximadamente. Ejemplos: Atel es spp. y Harpia sp.
Area alta: fauna de ocurrencia común a alturas por encima de 2.300 msnm;
esto no les excluye de encontrarse también en regiones bajas. Ejemplos:
Ardeidae, Vultur sp., Lama spp.
AREA LITORAL 14%
AREA MEDIA ·BAJA 19°
AREA BAJA 25%
Figura 111. Porcentaje de taxa identificados en el material cultural andino nariñense,
según su hábitat altitudinal más común .
En la figura 111 notamos cómo el 42% de los animales identificados
pudieron ser observados en zonas relativamente cercanas a los principales sitios
de habitación prehispánica. Al reunir los porcentajes correspondientes a fauna
propia de zonas bajas (ver figura 112), éstos suman el 58% restante, indicando
un alto conocimiento de la fauna exclusiva de estas áreas, principalmente
occidentales y orientales, lo cual se podría explicar con base en establecimiento
de asentamientos, fuerte intercambio comercial o posibles desplazamientos
periódicos hacia esas regiones.
90
ZONAS BAJAS 58%
Figura 112. Porcentaje de laxa identificados en el material cultural andjno nariñense ,
comunes en zonas bajas o altas.
A propósito de la primera de estas tres posibilidades, la carencia de exploraciones arqueológicas detalladas en las vertientes occidental y oriental nariñenses deja como una hipótesis la presencia de sitios de habitación permanente
en esas regiones.
Uribe (1986) a partir de datos históricos plantea la existencia de rutas de
intercambio hacia tierras bajas occidentales y orientales por Mallama-Altaquer
hacia el Pacífico y por Puerres o La Victoria para salir a San Antonio del
Guamués, Putumayo.
Aunque se presume que el fuerte intercambio comercial por estas rutas corría
por cuenta de comerciantes viajeros abastecedores de la élite cacicalllamados
"Mindaláes" -al menos al momento de la llegada de los conquistadores-, y este
hecho hubiera podido facilitar el traslado de ciertos animales hacia regiones
altoandinas, sería más probable que el acceso al hábitat de esa fauna al6ctona
por quienes habitaban la sierra hubiera sido continuo o llevado a cabo por buena
parte de los indígenas de la región . La proliferación en el material cultural
utilitario o ceremonial de representaciones animales ajenas a su hábitat y la
relativa cercanía a regiones bajas utilizando las vías antes nombradas u otras
por descubrir, nos lleva a presumirlo inicialmente.
91
A esto agregamos el hecho de que históricamente los cronistas sólo detallan
intercambio de artículos alóctonos como algodón, sal, coca, oro, yuca -entre
otros- siendo escasos los reportes de comercio animal con dichas regiones.
Como ya se anotó en el Capítulo 1, el registro palinológico muestra hacia el
año 1250 d.C. un período especialmente seco en los Andes del norte de
Suramérica (Hammen, 1970). Como posible consecuencia de la sedentarización debida al desarrollo de su agricultura, los grupos indígenas pudieron haber
ejercido una influencia mayor sobre el bosque en cercanías de esta época y las
condiciones climatológicas del momento podrían haber facilitado en cierto
modo el acceso hacia las vertientes pacífica y amazónica, con el subsecuente
conocimiento de su fauna y otros recursos de interés cultural o económico.
Hablando en términos de diversidad de fauna representada por grupos
indígenas del altiplano, la figura 113 muestra cómo las aves y los mamíferos
fueron los grupos con mayor porcentaje de taxa identificados; posteriormente
los invertebrados -moluscos en su mayoría-, luego los reptiles y finalmente
los anfibios. Es evidente la ausencia de representaciones pisciformes.
MAMIFEROS 35%
AVES 35%
INVERTEBRADOS 14%
Figura 113. Diversidad en grupos animales identificados en el material cultural del
altiplano nariñensc .
92
Este análisis no resuelve un punto de interés como sería identificar la
representación o representaciones animales que más aparecen en el material
cultural andino nariñense. Al estar basado este estudio únicamente en colecciones, en las que no se guarda un critero similar en la selección de figuras,
sería imposible determinar bajo parámetros estadísticos confiables este tipo de
interrogante.
Aún así, en la figura 114 se presenta un registro cuantitativo que permitirá
hacerse una idea general al respecto . En ella se incluyen los motivos zoomorfos
identificados y el porcentaje de colecciones en las cuales se encuentra al menos
una pieza con el motivo animal correspondiente.
Se observa que la figura del mono -posiblemente inspirada en Aotos
trivirgatus, Alouatta senieulos, Ateles spp. y Cebus spp.- es la que generalmente se repite, convirtiéndose tal vez en la representación animal con mayor
influencia en el contexto cultural andino nariñense.
De otro lado, pueden considerarse como representaciones "comunes" por
encontrarse en más del 50% de las colecciones, los motivos correspondientes
a ranas, caracoles, culebras, venados y garzas.
La figura 115 busca determinar qué complejo cultural presentó mayor
diversidad faunística, partiendo de todas las posibles combinaciones animalcomplejo observadas en la revisión de colecciones. Al no ser posible ligar
exactamente el arte rupestre a cada uno de los complejos, se lo toma como una
categoría aparte.
El 36% de la fauna identificada correspondió a material del complejo Tuza,
posteriormente encontramos conun 31% el complejo Capulí, con un 22% el
Piartal y con un 11% las representaciones rupestres.
Sobre motivos animales específicos de cada complejo, tenemos :
Tuza: araña, ibis, garzón, paujil, venado.
Piartal: pelícano, harpía, tente, armadillo, cusumbo.
Capulí: insecto, fragata, grullón, aura, búho, colibrí, perro de monte, oso,
llama.
Rupestre: oso hormiguero.
En la figura 116, encontramos ahora un análisis del tipo de material
cultural y clase de pieza utilizados para la representación de la diversidad
de fauna.
93
MONO
..%
RANA.
-
VENADO
OJlEBRA
73%
CARACOl
66%
GARZA
53%
GUACAMAY A
Zotl:RQ
SUHO
JAGUAR
43%
.--40%
COCOOR llD
PAUJ l l
ARAÑA
PERRO DE
MONTE
PELlCAIlIO
CUSUMBO
HORM I -
GALLI NAZO
COLlSRI
IBIS
HARP IA
GUERO
GRUllON
nnf1
LAGARTO
FRAGATA
MURCIELAGO
LLAMA
CAR20N
CONDOR
l ENTE
OSO
ARMAD ILLO
I NseCTO
~
Figura 114. Porcentaje de coleccionesen lascualesaparece al menosuno de los motivos zoomorfos identificados en el material cultural andino-narir.ense.
94
MOTIV O
CAPULI
Caracol
Araña
Insecto
Rana
Cocodrilo
X
Fragata
X
Ibis
Grull ón
X
TUZA
X
X
X
X
X
X
X
X
Guacamaya
X
X
X
X
X
X
X
X
Zorro
Cusumbo
Perro de monte
Oso
Venado
Llama
X
No. motivos animales
diferentes
X
X
X
X
X
X
X
X
X
Jaguar
X
X
X
Tente
Mono
X
X
Paujil
Armadillo
MUrcielago
X
X
Garza
Búho
Colibrí
Oso hormiguero
X
X
X
X
X
Garzón
Aura
Harpía
RUPESTRE
e
X
X
Lagarto
Culebra
Pelicano
PIARTAL
X
X
10
14
(31%)
(22%)
16
(36%)
S
(11%)
Figura 115. Diversidad faunística representada en cada complejo cultural de la región andin a
nariñense.
Para los complejos Tuza y Piartal, la mayor parte de re presentaciones zoomorfas consistía en sil uetas pintadas en.la superficie
interior de copas con base anular, tamb ién conocidas en la re gión
como "platos". Por otro lado , en el complejo Capulí es sign ifi cativo
el uso de material orfebre como med io para el dise ño de especies
9S
CLASE DE PIEZA y % DE APARICION
COMPLEJO
MATERIAL
Tuza
Cerám ica
Pintura en copa con base anular
Figura modelada
Otro recipiente
81%
12%
7%
Piartal
Cerám ica
Pintura en copa con base anular
Figura modelada
Pintura en otros recipientes
40%
30%
20%
Orfebrería
Colgante
10%
Cerámica
Pintura o diseño sobre recipiente
Figura modelada
36%
21%
Orfebrería
Colgante
Pectoral
Orejera
Placa
25%
9%
4.5%
4.5%
Capulf
I
Arte rupestre
I~:
IPict6:rafo
~etro
!ifos
I
Figura 116. Tipo de material y clase de pieza utilizados para representar la diversidad animal .
según cada complejo cultural de la zona andina nariñense, a partir del total de piezas
presentadas en este trabajo .
diferentes y finalmente, en cuanto a muestras rupestres, se encontraron porcentajes similares de representaciones entre pictógrafos y petroglifos.
7.2. El área cultural litoral
El excepcional manejo plástico dado a la cerámica por los que formaron
parte de la Cultura Tumaco , demuestra un conocimiento general de la fauna
casi en su totalidad propia del bosque húmedo tropical y la zona litoral, hábitats
en los que se desarrolló esta civilización.
De un total de 36 taxa identificados, 35 de ellos (el 97%) son propios de
estas regiones aledañas a sus asentamientos con la única excepción de la
interesante representación del camélido Lama spp., que implicaría una necesaria incursión -tal vez casual por tratarse de una pieza única- a regiones
prácticamente paramunas.
En el desarrollo del trabajo hemos notado la gran importancia de los
moluscos -básicamente las conchas de gasterópodos- dentro del pensamiento
de los grupos indígenas de la sierra nariñense. Pero para la Cultura Tumaco,
96
Bouchard (1982) opina que la recolección de moluscos no tuvo papel importante ni siquiera como fuente alimenticia de este grupo. Contradice esta
afirmación la figura No. 5, en donde la concha de un gran gaster6podo tiene
una posici6n más que relievante en esta pieza "que representa, sin duda, un
personaje de alto rango jerárquico, posiblemente un dignatario" (Banco Popular, 1988:72). El autor tuvo la posibilidad de revisar otras piezas de este tipo,
aunque en estado de conservaci6n no tan perfecto, lo cual implicaría un
evidente interés cultural sobre esta clase de moluscos por parte de los grupos
de la hoy denominada Cultura Tumaco.
Una de las características que más impacta en las figurillas Tumaco es su
alto grado de plasticidad y expresividad, dando así idea de movimiento. Claros
ejemplos de esto serían los iguánidos , con la cabeza levantada en evidente
posici6n de alerta; el halc6n culebrero, con su presa suspendida del pico ; el
aspecto taciturno de la lechuza, con ojos entreabiertos; la postura de la zarigüeya, sentada con los miembros anteriores flexados sobre el tórax; la forma de la
boca de los monos en el momento de emitir sus sonidos; el perro de monte,
parado, apoyado sobre su cola y levantando un miembro anterior; la torsi6n
hacia atrás en la cabeza de la llama.
Representaciones de ese tipo demuestran que existió un amplio conocimiento no solo morfológico sino especialmente etol6gico de buena parte de la fauna
circundante, únicamente posible con base en un seguimiento constante del
animal , buscando tal vez asimilar algo de su historia natural a la cultura del
grupo étnico. Como resultado encontramos figurillas que muestran una dualidad hombre-animal como la No. 30 en la que un cuerpo humano está rematado
MAMIFEROS 33%
AVES 39%
-----4-------
INVERTEBRADOS 6%
PECES 8%
Figura 117. Diversidad de taxa identificados en el material Tumaco.
97
en una cabeza de cocodrilo, las Nos. 81 y 82 que corresponden a máscaras con
rasgos murcielagoides y la No. 108 donde una figura 'antropomorfa está
ataviada con una máscara en forma de cabeza de venado.
En cuanto corresponde a variedad faunística representada en el área cultural
Tumaco (ver figura 117), el 39% de las figuras identificadas corresponde a aves,
seguidas cuantitativamente de cerca por los mamíferos con un 33% de las piezas.
Posteriormente y en menor escala encontramos los reptiles, peces e invertebrados.
Vale la pena anotar que en las colecciones visitadas no se encontraron representaciones de anfibios, pero de su existencia dan cuenta Cadena y Bouchard
(1980) quienes identificaron un Bufo marinos (Bufonidae).
En lo correspondiente al motivo animal que más se repitió, según el
porcentaje de colecciones donde se encontró al menos una pieza con el motivo
animal específico, la figura 118 nos muestra que la representacióndel "perro de
monte" Polos flavus, frecuentemente asociada al jaguar, fue la que más alto
valor de repetición presentó. Dentro de un mismo grupo catalogable como de
figuras "comunes" se cuentan además el mono, murciélago, babilla, pez -ralladores-, pato , gaviota, guacamaya y búho.
En el otro extremo, se destacan como representaciones excepcionales las
correspondientes a bivalvo, pingüino, venado y llama.
Con la única excepción del petroglifo de Gorgona, localizado en probable
territorio Tumaco, la totalidad del material asociado a este grupo cultural
correspondió a figuras de arcilla modeladas, sin haberse logrado encontrar
piezas orfebres con motivo animal, aunque los guaqueros recuerdan haber
comerciado algunas de este tipo muy ocasionalmente.
98
PERRO DE
"""TE
-
."
IOONO
-
"""
ICJRC IELAOO
-
73>
BABILLA
~
OO.
GUACAMAlA
PEZ
PATO
GAVIOTA
BUHO
CARACOl
TIBURON
ZARlGUEYA
LAGARTO
c--
'"
~
46.
PAUJIL
ARMADILLO
HA LCON
PELICANO
CUSlMBO
CAIKAN
TUCAN
I+ORMIGlJEIl:O
LECKUZA
PERICO
FElIDO
r1 nfl
GALLI NAZO
TORTUGA
RANA
LlAMA
VEIWlO
PINGlJINO
BI VALVO
~
Fig ura 118. Porcentaje de co lecciones en las cuales aparece al menos uno de 'os motivos zoomorfos KJentificados en el material Tum aco.
99
8. LA FAUNA DE NARIÑO, 500 AÑOS DESPUES
La gran variabilidad animal identificada en el material arqueológico del
departamento de Nariño, podría dar una idea inicial de la riqueza faunística de
la región hace 500 y más años .
Pero no es posible inferir del hecho de encontrar un animal muy representado, que este habitara profusamente la zona. Las representaciones se basan
en un criterio puramente mágico o mitológico del indígena y no en la abundancia del animal. Unicamente sería posible cuantificar la riqueza animal regional
a partir de las crónicas de los primeros viajeros y de excavaciones arqueológicas, si las hubiera. A continuación se extractan algunas citas de ellos, en las
que se hace alusión a la prosperidad de la fauna de nuestra área de interés, que
a través de la historia puede encontrarse formando parte del Reino del Perú, el
Reino de Quito y la Provincia o Gobernación de Popayán.
Cieza de León, a propósito de la fauna del litoral, comenta:
"... en los árboles se ven muchas pavas, faisanes y gatos pintados y
grandes culebras, y otras aves nocturnas..." (1941:40).
Cabello Balboa, quien en su "Miscelánea Antártica" ofrece descripciones
del litoral Pacífico, comenta:
"Hay mucha caza de venados como puercos monteses, dantas, conejos;
hay yuca de que hacen pan que comen y vino que beben" (cit. por Uribe,
1986:25).
Sancho Paz Ponce de León, en las relaciones geográficas de Indias (1582) ,
menciona:
".oo hay otro género de aves muy grandes que se llaman cóndores y otros
buitres que son bravos y dañinos (...) hay halcones de 5 o 6 raleas, muy
animosos; hay garzas y patos bravos que vuelan como las demás aves
y también hay patos mansos que se crían en casa y en las lagunas hay
muchos zaramagujones (oo.) hay otras aves mayores que cuervos que
comen la bascosidad de la tierra que se llaman auras y nosotros los
llamamos gallinazos. Hay puercos bravos aunque son pequeños y tienen
101
en el espinazo una manera como ombligo (...) hay unos animales
pequeños que llaman cuyes que son de comer..." (cit. por Uribe,
1977:66).
De nuevo Cieza, pero a propósito de la fauna existente en las montañas de
los Andes, refiere:
"oo. y como estas montañas sean tan grandes , puédese tener verdad lo
que dicen de haber en ellas muchos animales, así como osos, tigres,
leones , dantas , puercos y gaticos pintados , con otras salvajinas muchas
y que son de ver..." (1941 :337).
En una "Relación" anónima de 1559, se dice a propósito de dos provincias
de la gobernación de Popayán:
"La de los Pastos es provincia fría y gente mal vestida y mísera (oo .)
tienen algunas ovejas de las del Pirú. Hay gran cantidad de venados y
perdices, mayores que las de España y el mismo sabor, aunque difieren
en el talle y plumaje... Otra provincia, los Quillacingas, es tierra templada (.oo) Hay en ella muchos venados y perdices y conejos" (Cespedesia 45-46, suplemento 4:23).
El licenciado Francisco de Auncibay, en 1592, describe:
"Hay ciervo s y dantas y zorras y conejos ; perdices, paujíes , tórtolas y
papagayos que le son infestísimos, y no hay otros animales naturales"
(Cespedesia 45-46, suplemento 4:323).
Hacia el siglo XVIII, comenta Santa Gertrudis sobre el piedemonte de la
vertiente pacífica:
.
"... muchos loros, guacamayos y otras diversidades de pájaros . También
hay algunos monos ; muchas fieras y culebras a cada paso se encuentran..." (1970, tomo I1I:147).
Hoy en día las poblaciones animales de ciertos grupos con interés cosmogónico prehispánico, se hallan notablemente disminuidas a causa de la excesiva
influencia humana sobre sus hábitats, especialmente en la región andina. Pero
esta actividad no puede decirse que ha sido alta únicamente durante las últimas
décadas. Las mismas crónicas de la Conquista y la Colonia señalan cómo ciertas
poblaciones animales han venido siendo alteradas desde las primeras etapas
del dominio europeo.
En la actualidad es casi nula la presencia de un camélido en cualquier estudio
o inventario de fauna nacional, pues se piensa que su área propia de distribución
jamás incluyó nuestro territorio y que fueron introducidos hacia el siglo XV
d.C. Otra cosa parecen plantear las evidencias arqueológicas e históricas. Las
representaciones Capul í y Tumaco serían el punto de partida para demostrar la
existencia de individuos de este taxa. Además, las excavaciones arqueológicas
en el altiplano nariñense, denotaron la presencia prehispánica de restos de
camélidos Lama spp. en el basurero San Luis 2 (Uribe, 1977), los cuales
presentaban rayones oblicuos en los omóplatos y vértebras, debidos tal vez a
102
los cortes efectuados para quitarle la piel a los animales. También se encontró
un punzón tallado en hueso largo con retoque secundario en la punta y una placa
ornamental hecha con un fragmento de cráneo de camélido. Los restos pertenecen a camélidos de todas las edades, desde recién nacidos con dientes de
leche, hasta adultos viejos de uno y otro sexo.
Se ha establecido, con base en fechas de C-14, que los Protopasto tenían
llamas y utilizaban su pelo para tejer sus vestidos, por lo menos desde el año
1250 d.C. (Cardale de Schrirnpff, 1977).
De otro lado, casi todos los cronistas y viajeros dan noticia de la presencia
de.llamas en las zonas altas andinas.
Cieza dice que:
"... en aquellos llanos hay profusión de venados, conejos, perdice s,
paloma s, tórtolas, faisanes , pavas y algunas ovejas del Pirú (...) los
indios toman mucha de aquella caza ..." (cit. por Uribe, 1977:66).
En una "Relación de Quito" anónima de 1582, encontramos:
"La cibdad de Sant Juan de Pasto es muy buen pueblo (...) tienen ganados
de vacas, ovejas de Castilla y de la tierra y cabras" (Cespedesia 45-46,
suplemento 4:311 ).
Pero la suerte que corrieron estos camélidos a la llegada de los españoles
también está debidamente documentada. Es así como Tomás López Medel
comenta:
"Había tanto número de todas suertes de estas ovejas en los reinos del
Perú cuando los españoles descubrieron aquella tierra, que quitaban el
sol. Y la insolencia y demasía de los descubridores fue tanta a los
principios -y plega a Dios que agora no lo sea- que las ha traído a grande
disminución y menoscabo" (cit. por Patiño, 1982:301) .
Por su parte, Cieza de León nos dice que:
"... el dador de los bienes, que es Dios, nuestro Sumo Bien, crió en estas
partes tanta cantidad de ganado que nosotros llamamos ovejas, que si
los españoles con las guerras no dieran tanta priesa a lo apocar, no había
cuento ni suma lo mucho que por todas partes había (...) llaman los
naturales a la ovejas llamas" (1941 :377) .
Hacia el siglo XVIII, después de diferenciar entre llamas, alpacas, vicuñas
y guanacos, cuenta el padre Juan de Velasco:
"El Reino de Quito estaba lleno de estas especies de animales, así
silvestres en los bosques, como domésticos en partidas de muchos miles,
con sus pastores . Se consumieron casi del todo al tiempo de la conquista,
con grandes y continuadas matanzas, para comer a los principios toda
la carne y después solamente los corazones. Rarísima es la vicuña que
se halla por casualidad en algún bosque de tierra caliente, y ésta la matan
los cazadores, sin atender a lo futuro" (1960: 158).
103
Posteriormente Humboldt parece no haber visto ya estos camélidos en
nuestro territorio pero sí en latitudes del sur, aunque su analogía con el cóndor
es contradictoria.
"El cóndor, que por una singular analogía con las llamas, las vicuñas,
las alpacas y los guanacos, no pasa en Nueva Granada del límite del
Ecuador, traspasa por el otro lado la línea casi hasta el estrecho de
Magallanes" (cit. por Pérez-Arbeláez, 1981:77).
Hoy en día en Nariño subsisten unas pocas llamas, con carácter de animales
exóticos, tal vez únicos sobrevivientes de aquellas que desde épocas prehispánicas ciertamente habitaron en la región, en donde la mano del hombre parece
haber sido especialmente agresiva contra estos camélidos.
La introducción del perro común parece haber sido una causa inicial en la
disminución regional de otras poblaciones animales. Santa Gertrudis, en una
descripción de los alrededores de Pasto, comenta:
"A la mano derecha de nuestra misión hay una gran serranía despoblada
en donde se crían muchos venados, dantas, y algunos tigres, osos y
leones, pero como es lugar frecuentado por los cazadores que van a cazar
a los venados, rara vez aparecen estas fieras, porque los perros las llevan
acosadas "(1970:51).
Por otra parte, tenemos el relato de Tomás López:
"Llámanle tigre los españoles a este animal (...) Es este animal muy
vorace y tragón de carne, y bravo y fuerte; aunque por otra parte es muy
cobarde, y un perro le osa acometer y aun le hace huir y encaramar en
algún árbol, a donde fácilmente con tiro o con alguna lanza le matan;
que lo más que él hace es a traición y con acechanzas. Antes del
descubrimiento de las Indias hacía grandes estragos en los indios y
naturales este animal (...) Estos y otros daños y males semejantes se van
quitando ya con la población y presencia de nuestros españoles" (cit.
por Patiño, 1982:299).
Junto con el perro común, se introdujo hacia la región andina ganado vacuno,
equino y lanar para el cual se abrieron zonas de pastoreo. Se creó así competencia por un mismo recurso alimenticio que debió afectar principalmente a los
venados -los cuales sufrían también presión por caza-, que como se desprende
de algunas citas de cronistas anteriormente detalladas, habitaban profusamente
la zona.
Es interesante anotar que uno de estos venados parece haber sido Hippocamellus antisensis, especie identificada entre los restos óseos arqueológicos del
sitio La Esperanza, municipio de Hes (Groot, 1991) calificada como de probable ocurrencia actual en las faldas de los volcanes Chiles y Cumbal (Orejuela,
1986).
.
En principios de la Conquista, no fue muy significativa la influencia española sobre la zona baja occidental. Sólo hasta comienzos del siglo XVIII, la
104
explotación aurífera centrada en los alrededores de Barbacoas indujo la llegada
de esclavos negros que años después, al lograr su total emancipación, colonizaron buena parte del litoral Pacífico, pero sin llegar a provocar niveles de
alteración del hábitat tan altos como los que se dieron en la zona andina.
La "fiebre del oro " vino a afectar casualmente al paujil Crax rubra, cuyas
poblaciones del norte de Nariño y sur del Cauca fueron casi exterminadas, pues
como recuerdan los habitantes de mayor edad , se beneficiaba el cazador
-además de su carne- por las pepas de oro que encontraban dentro del buche
(Ortiz von Halle , 1989).
Al poseer la región del Pacífico condiciones ecológicas que impiden un
desarrollo agrícola exitoso, la cacería fue una alternativa que después de la
pesca y la explotación del recurso forestal, cumplió un papel importante en la
economía de subsistencia de sus habitantes.
Esta acción depredadora ha sido especialmente implacable sobre la babilla,
Caiman sclerops chiapasus y el caimán, Crocodylus acutus. De esta última
especie, entre los ríos Mira y Yurumangui se colectaron tan solo entre 1928 y
1932 unas 10.000 pieles, estando hoy en la región al borde de la extinción
(Prahl , 1990).
Hasta los años 60, la zona de confluencia de los ríos Pasto y Juanambú poseía
una de las poblaciones de cóndores, V. gryphus, más grande de Suramérica y
se había convertido en el centro de dispersión de estas aves para el suroccidente
colombiano (L. Gómez, como pers.). La construcción de la carretera Panamericana, para la cual fue necesaria la utilización de grandes cantidades de
dinamita y la consecuente presencia de cazadores, obligó a los pocos ejemplares
sobrevivientes a trasladarse hacia la región de Chiles y Cumbal, en donde ahora
se hacen esfuerzos buscando evitar su extinción regional.
Terborgh y Winter (cit. por Orejuela, 1985), basándose en imágenes de
satélite, estimaron el estado actual del hábitat natural colombiano, cuya fracción correspondiente a la región suroccidental puede verse en la figura 119. Su
estudio reveló con alarmante certeza que toda la región andina y la mayoría de
los valles interandinos están bajo intensa acti vidad humana y muy deforestados.
Grandes frentes de colonización están aparentemente donde existen carreteras,
tanto a la región oriental de los Andes como hacia el borde occidental, aunque
grandes secciones de esta región permanecen intactas.
Es precisamente en el piedemonte occidental donde aún subsisten varias
especies animales, gracias a que un 65% de la región está cubierta con bosques
inalterados, incluso las formaciones de páramo alrededor de los volcanes
Cumbal y Chiles (Orejuela, 1986).
105
Un pequeño ejemplo del especial éxito de algunos grupos animales en la
región lo constituye la presencia de 41 especies de anuros, 22 de las cuales
pertenecen al género Eleutherodactylus, cuya importancia cultural para quienes habitaron el altiplano fue antes destacada (ver pág. 40).
El estudio del cual se desprenden estos datos (Burrowes, 1987), mostró
cómo la cantidad de anuros inventariados en la zona específica de muestreo -la
Reserva Natural de La Planada, en cercanías de Ricaurte- es más grande que
ningún otro bosque nublado de Perú, Ecuador o Colombia.
Se ha evidenciado, además, la presencia en esta región del oso Tremarctos
ornatus-hoy especie en peligro de extincién-, de félidos como Pantbera onca
y Felis spp., primates de los géneros Cebus, Ateles, Alouatta, y Aotus y
cérvidos de los géneros Odocoileus y posiblemente Hippocamellus. La zona
se caracteriza además por su excepcional riqueza aviaria, de la cual forman
parte 670 especies aproximadamente (Orejuela, 1986); en la que se incluyen
entre otras , varias especies de crácidos, ramphastidos y psitácidos . La presencia
regional de los grupos de mamíferos y aves antes mencionados, suele ser
comúnmente interpretada como un buen indicador de excepcional calidad del
hábitat (Strahl , 1990); todas ellas formaron parte de la cosmogonía precolombina del litoral y la región andina nariñense.
~
Fuert.ment.
modificado
1:·::::.1 Mode ra da m. nte
c=J
Poco o no
mod ificado
modificado
Figura 119. Estado de los hábitats naturales del suroccidente colombiano (Según Terborgh y
Winter , citados por Orejuel a. 1985).
106
9. CONCLUSIONES
El realismo en las representaciones animales provenientes de las regiones
arqueol6gicas Tumaco y Nariño, implica un conocimiento minucioso de la
morfología y comportamiento de la fauna regional, únicamente posibles con
base en un necesario seguimiento con posible interés cultural.
Tomando como punto de partida el grado de repetici6n de las diferentes
representaciones animales, el mono y el perro de monte parecen haber sido los
animales con mayor interés cosmogónico para los grupos prehispánicos que
habitaron la sierra y el litoral nariñenses, respectivamente.
El hecho de que tanto en el material arqueol6gico Tumaco como en el del
altiplano nariñense las aves sean el grupo con mayor diversidad de taxa
representados, coincide con que la regi6n suroccidental colombiana se destaque
por su excepcional riqueza ornitol6gica, de la cual forman parte buena cantidad
de especies endémicas.
Mientras que en el material Tumaco casi la totalidad de las representaciones
corresponden a fauna del litoral y del bosque húmedo tropical, hábitats donde
se desarrolló esta etnia, aquel material cultural proveniente de los grupos que
habitaron el altiplano nariñense representa en un 58% fauna al6ctona, lo cual
implicaría un manejo y conocimiento excepcionales de zonas bajas. El acceso
a éstas pudo verse favorecido por un singular mejoramiento de las condiciones
climáticas, reportado hacia el año 1250 d.C.
Aún cuando las representaciones de moluscos marinos son comunes dentro
del material arqueol6gico andino nariñense e implican un necesario comercio
o traslado hacia el litoral, es importante destacar la ausencia de representaciones
pisciformes que podrían haberse inspirado en un recurso obviamente abundante
en la regi6n costera. Estudios antropológicos posteriores tal vez logren dilucidar el porqué de este hecho tan singular.
107
La existencia de representaciones Tumaco de moluscos -bivalvos y gasterópodos- demuestra cómo este grupo animal sí tuvo interés cultural para el
grupo étnico, lo cual había sido puesto en duda por Bouchard, principal
conocedor de dicha región arqueológica.
En el material Tumaco la aparición de figuras antropozoomorfas revela una
especial asociación entre el hombre y animales como el cocodrilo, el murciélago y el venado, mientras que en el altiplano, la única muestra de este tipo de
asociación sería la presencia de siluetas orfebres Capulí de ranas con rostro
humano.
Evidencias arqueológicas e históricas demuestran que, en épocas prehispánicas, los Andes del suroccidente colombiano estaban incluidos dentro del área
de distribución propia de camélidos Lama spp., víctimas en esta zona de
persecución extrema por parte de los conquistadores, que los llevó casi al
exterminio regional.
La fauna introducida por los conquistadores creó competencia por recursos
entre especies e incluso persecución y acosamiento hacia las autóctonas, con
la consecuente disminución en las poblaciones de ciertos grupos animales.
El bosque húmedo tropical del occidente de Nariño , que proveyó la mayoría
de la fauna cosmogónica del hombre prehispánico, se mantiene en buena parte
intacto a causa de las rígidas condiciones climáticas y a la carencia de frentes
de colonización, que han beneficiado la riqueza faunística de la región . Por su
parte, la región andina nariñense -al igual que la del resto del país-, sufre las
consecuencias de haber sido el lugar propicio para la habitación humana desde
épocas prehispánicas.
108
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115
ANEXO No.!
DIMENSIONES y PROCEDENCIA ESPECIFICA
DE LAS PIEZAS
ARQUEOLOGICAS ANALIZADAS
No.
PROCEDENCIA INTERNO
DIMENSIONES
FIGURA
Largo
6A-P
cm
Ancho
60
cm
Alto
Peso
cm
g
4
15.5
13.5
9
MABP
T0794
5
17.5
16.5
28.7
MABP
T7658
6
3
2.5
1.5
MAZ
7
20.5
12
8
CP
8
12.8
5
4
CP
9
8.4
5.5
4
CP
10
10.2
8.5
6.3
MABP
11
12
85
6
CP
12
19
10
13
12.5
MABP
11.8
CP
14
16
11
14.5
MABP
15
65
32
31
CP
16
13.5
17
29
18
17.5
10
19
33.6
31
20
N 2078
N7838
T0ü96
-
6.5
1.2
MABP
T0427
9.5
1.
MABP
T9991
2
MABP
T0425
MABP
N 8481
7
12
117
CP
-
PROCEDENCIA
DIMENSIONES
FIGURA
Largo
6 A-P
cm
Ancho
60
cm
Alto
Peso
cm
g
21
35
90
(1) Pict6grafo
22
150
400
(1) Pict6grafo
No.
INTERNO
N 8459
23
8.5
9
MABP
24
3.3
2.9
CP
-
MO
25336
MABP
T 12871
25
6.9
24.4
5.5
9.2
5.7
26
14
27
37
31
25
MABP
T 10704
28
13
8
4
MABP
T0266
29
12.5
4
4.5
MABP
T6612
30
8
MABP
T 10075
9.6
16
31
19.5
9
CP
-
32
19
10
CP
-
33
500
230
(l) Petroglifo
-
34
10
7.3
7
MABP
T 10077
35
11
4
6
MABP
T6585
36
6
7.5
7
MABP
T6692
37
18
9
CP
38
19
13
CP
39
4.5
3
5
MABP
40
-
-
-
(2) Sello
19
7
CP
41
42
15.1
44.2 MO
16.2
'118
T 10088
17177
FIGURA
PROCEDENCIA
DIMENSIONES
Largo
6A-P
cm
Ancho
60
cm
Alto
cm
No.
INTERNO
Peso
g
(3) Diseño
-
11
CP
-
18
9
CP
-
46
13.5
7
CP
47
17
8
CP
-
6.5
MABP
T6737
23.5
MABP
N 1941
MO
25332
CP
(4)
-
MO
20963
7.5
MABP
T 8834
5
MABP
T7696
43
-
-
44
8
45
-
48
7.7
49
26
5.6
23
50
8.9
5..3
51
5.3
3.7
52
27.5
30.5
53
5.3
6.3
16.5
11.5
5.5
4.5
54
55
_.
56
16
57
40
58
4
59
60
18
4
12.6
3.4
51
8.5
7.5
CP
25
(5) Petroglifo
4.5
MABP
19.5
9
CP
10
15
18
8.5
62
20
9
CP
CP
7.6
5.5
9
CP
64
5.5
3
4.5
MABP
65
11.5
12
66
9.5
6.5
9.5
119
T 10505
-
63
16
T6632
-
MABP
61
_.
CP
MABP
T6651
-
T250(r
FIGURA
No.
PROCEDENCIA INTERNO
DIMENSIONES
Largo
6A-P
cm
67
Ancho
60
cm
Alto
Peso
cm
12
7
g
CP
-
68
10.5
12
11
MABP
T2519
69
13.5
12.5
10.5
MABP
T6203
70
8.5
8.5
6
MABP
T6708
71
2.3
2.8
5.7
MO
22025
2.2
3.0
5..4
MO
22026
72
6.5
6
10.5
MABP
T8837
73
6
6
11
MABP
T0355
74
6.5
6.5
MABP
T7692
120
75
7.5
(1) Petroglifo
100
-
76
18.4
10.3
9.2
CP
77
21
16
9.5
MABP
78
7
6
8
CP
79
10
6.5
8
MABP
T6682
80
6
11
10.6
MABP
TOO77
81
4.5
15.5
13.5
MABP
T 10515
83
-
84
-
85
86
87
-
6
CP
-
-
-
-
MO
-
MO
-
MO
-
480
1650
13
82
T9776
MO
(1) Petroglifo
88
6
5
4
MABP
T7794
89
13.5
12.5
15.5
MABP
T6202
120
PROCEDENCIA
DIMENSIONES
!FIGURA
No.
INTERNO
Peso
Ancho
ó 0
cm
Alto
90
15.5
10.5
CP
91
12
9
CP
-
-
93
700
300
94
17
14
95
70
190
(1) Pict6grafo
96
280
130
Petroglifo
-
97
210
110
Petroglifo
15
14
-
Largo
óA-P
cm
92
98
-
28
99
6.5
lOO
8
101
9
102
9
-
MO
Pict6grafo
CP
CP
MABP
T6506
10
15
MABP
T6604
10
11.5
MABP
T2490
MO
25277
CP
-
18
9.1
17.5
104
10
6.5
8
MABP
105
17
8
6.5
CP
5
8.5
CP
(6) Diseños
106
-
7
3.5
16
103
g
cm
107
-
-
-
108
18.5
16.5
23
109
12.5
7
110
9.5
3.5
8..2
10
T6582
-
MABP
T6237
MABP
T6670
CP
-
La abreviatura A-P en la columna "largo" corresponde a la medida en sentido
anteroposterior.
En la columna "peso" . únicamente se tiene en cuenta las piezas orfebres.
121
Sigla s de procedencia:
MO : Mu seo del Oro (Bogotá, Pasto e Ipiales) .
MABP: Museo Arqueológico "Casa del Marqués de San Jorge", Banco
Popular (Bogotá).
MAZ: Museo Alfonso Zambrano (Pasto).
CP: Colección privada
.
(1): Levantamiento de Osvaldo Granda. Las dimensiones corresponden al
área total trabajada sobre la roca.
(2): Tomado de Prahl (1990: 135).
(3): Tomado de Rev. de Antropología, Universidad de los Andes, Vol. IV,
No. 2, 1988, Portada.
(4): Pieza procedente de las excavaciones de Tajumbina, cedida por Gilberto
Cadavid.
(5): Foto de René Mauricio Sánchez
(6): Tomado de Uribe (1977:157).
122
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