Deporte, género discriminación y Por Sandra Barleta (*) A lo largo de la historia de las distintas sociedades y culturas, la mujer ha sido objeto de discriminación. Cada vez que ha querido ingresar a espacios en los cuales el hombre tenía el dominio absoluto, no se lo permitían aduciendo de que esos roles solo le pertenecían a los hombres y que a la mujer le correspondía el tener y cuidar a los hijos y todo tipo de quehacer doméstico. A través del paso de los años, la mujer de a poco fue ocupando esos espacios prohibidos, teniendo que soportar la desaprobación de la sociedad, la cual determina y construye los roles y define al hombre como ser masculino y a la mujer como ser femenino. En el caso particular y específico del deporte, la mujer tuvo y tiene que soportar los adjetivos descalificadores, por practicar deportes que son considerados solo aptos para los hombres por su fuerza y rudeza, como por ejemplo el fútbol y el rugby. Desde el inicio de los deportes modernos en la Inglaterra del Siglo XVIII, se justificaba que su práctica servía para el entrenamiento y preparación hacia la guerra, para la formación de líderes, y también para la demostración de la hombría. A través de los años, la violencia, que era la característica de las antiguas prácticas, se fue regulando y eliminando, a través de la reglamentación y el desarrollo de los deportes. Gracias a ello, la fuerza física dejó de ocupar un lugar preponderante, dando paso a otras características, tales como la habilidad y la destreza. A pesar del cambio en la práctica deportiva, se dificultó el acceso de las mujeres al mismo, ya que se acomodaron de acuerdo al modelo de comportamiento de la clase social que los había creado, siendo por tanto, un claro reflejo de sus ideas patriarcales lo que, en consecuencia, dificultaba el acceso de las mujeres a su práctica. El deporte: una cuestión de género “Son las sociedades y las familias quienes dictaminan que las criaturas hembras se transformen en femeninas, y que las criaturas machos se transformen en masculinos” Navarro, M. y Stimpson, C. Cuando decimos que nacemos siendo hembras ó machos, estamos diciendo que esta condición biológica con la que nacemos, es nuestro sexo. Cuando se dice, como en este caso, deporte femenino, se refiere a que es practicado por mujeres. Esta categorización nos diferencia, y establece cuál o cuáles son los roles que debemos cumplir mujeres y hombres frente a la sociedad. La familia, en primera instancia, y luego la escuela, la iglesia, son quienes nos ‘guían’ por decirlo de alguna manera a ser, en el caso de nacer hembras, ‘mujeres/femeninas’; y en el caso de nacer machos, a ser ‘hombres/masculinos’. Y cuando hablamos de femenino y masculino, nos referimos al Género… y qué es realmente el Género, según Scott “…el género es la organización social de las relaciones entre los sexos, que incluyen relaciones de poder, y, sobre todo, el género es la forma primaria de significación de relaciones de poder…” Y ese poder lo ejercieron y lo siguen ejerciendo los hombres sobre las mujeres. “El género es una forma primaria de relaciones significantes de poder. Quizá sería mejor decir que el género es el campo primario en el cual ó por medio del cual se articula el poder”. Además, el género es una construcción social, o sea, es un conjunto de ideologías, de pensamientos, de creencias con respecto a que cosas deben hacer y cómo deben ser, hombres y mujeres; presentes en la subjetividad de cada integrante de la sociedad. “Aquello que la sociedad entiende como masculino ó femenino se transmite a través del proceso de socialización, que es aquel proceso mediante el cual la persona se convierte en un ser social, es decir, es apta para vivir de forma adecuada en sociedad, ya que va aprendiendo las normas y pautas culturales vigentes, y las interioriza; este proceso de socialización está dominado por la cultura hegemónica, que hace que perduren los estereotipos masculinos y femeninos tradicionales. Así, encontramos diferentes valores asignados a un género y al otro”, establece Pratt. Según estas creencias, pensamientos e ideologías, las mujeres deben ser: dóciles, elegantes, suaves, refinadas, pacíficas, tiernas, comprensivas, sumisas, bellas, expresivas, frágiles, y sobre todo carentes de agresividad. Todo lo contrario a los hombres, quienes deben demostrar su masculinidad mediante la agresividad, violencia, competitividad, ambición, máximo rendimiento, fuerza, poder, vigor, decisión. Como Carmen Salinas dice: “Los hombres a través de su cuerpo producen distinciones, muchas veces para demostrar su poder ante los otros aunque muchas veces se invoque a la biología para que la construcción social de la diferencia sexual parezca natural, su verdadera función es enmascarar las verdaderas relaciones de poder producidas socialmente entre los sexos, para que presenten las divisiones sociales de género como aquello que no puede discutirse”. Es así, como la sociedad determina como debe ser una mujer y como debe ser un hombre. De la misma manera que reprueba el que una mujer u hombre no cumplan con estos comportamientos y actitudes. Es por ello, que en nuestra sociedad, el que una mujer juegue fútbol o rugby, es totalmente antifemenino, desagradable, porque se masculinizan, son machonas, ‘no es un deporte para mujeres ‘dicen, por su fuerza y rudeza. Desde los medios de comunicación los deportes de “dominio masculino” practicado por mujeres son muy poco reconocidos, y no difunden casi nada de lo que hacen. Pero ¿por qué no podemos las mujeres jugar el deporte que más nos gusta? Al fin y al cabo, son nuestros cuerpos, y podemos hacer lo que queremos con ellos, nada ni nadie nos puede prohibir ser como más nos gusta. Que las mujeres juguemos un deporte considerado socialmente masculino como el Rugby o el Fútbol, por ejemplo, genera en la sociedad patriarcal mucho rechazo, discriminación y estigmatización, les molesta que nos saquemos las ataduras que creen tener derecho a seguir poniéndonos, lo que no logran entender es que amamos lo que hacemos y que no nos importa lo que la sociedad diga; construimos un modelo de mujer diferente al hegemónico. ( *)Profesora Nacional de Educación Física y Bibliotecaria de Instituciones Educativas Bibliografía: M. Navarro Y C. Stimpson “Sexualidad, género y roles sexuales”// S. S. Prat. “Sobre la participación femenina en las actividades deportivas”, Revista Apuntes Nº 60 // Carmen Salinas “Generando otras potencias. Fútbol y género. Caso Boca Juniors”.