Chiara Lubich Centro Movimiento de los Focolares www.centrochiaralubich.org (Traducción en español de la transcripción) Bulle (Suiza), 10 de agosto de 2003 Santa Chiara y María En primer lugar un saludo a todos los que se han conectado con nosotros a través de los satélites y a través de Internet. De nuevo la fiesta de santa Clara. Es más, el 11 de agosto de este año se conmemora el 750° aniversario de su nacimiento al cielo (en el 1253). Por lo tanto es un día muy especial. Y ya que es tal, nosotros también queremos vivirlo de un modo particular; y podemos hacerlo porque el pensamiento que ahora les expondré expresa algo que tengo muy dentro del corazón. En el año dedicado a María y a su rosario, en el año en que tantos y tantos de nuestros Congresos Marianos cobraron vida o lo harán sobre el planeta, quiero hablar de la relación de santa Clara con María. Una relación que nace, crece y llega a su plenitud a la luz de la experiencia espiritual de Francisco, cuyo corazón estaba dominado por dos amores: uno a Jesús y el otro a María. Dos amores que conducen a Francisco y a Clara a imitar a María y después a identificarse con ella. El amor exclusivo a Jesús, pobre y crucificado, llevará a Francisco – viviendo el Evangelio al pie 1 de la letra – a conformarse tan a la perfección con Él de ser reconocido como “alter Christus” . Tomás el Celano narra la visión de un religioso en el momento de la muerte de Francisco, y dice: “En realidad a él 2 y a toda la multitud les parecía que Cristo y Francisco eran una única persona” . Es este mismo amor exclusivo el que lleva a Francisco a amar a María, la Madre de Jesús, con una particular intensidad. Dice el Celano: “Envolvía a la Madre de Jesús con un amor indecible, porque Ella 3 había convertido al Señor de la Majestad en nuestro hermano” . La vida nueva de santa Clara, desde la conversión hasta su entrada al cielo está signada por una presencia especial de María: por el amor de Clara a María y por el amor de María a Clara. María está presente en el momento de su consagración a Dios. En su proceso se lee: “Abandonados casa, ciudad y parientes se puso en marcha hacia Santa María de la Porciúncula, (…) a la 4 Iglesia de la virgen María” , ese lugar famoso, como narra el autor de la vida de santa Clara, “en el cual había comenzado la nueva hueste de pobres, guiada por Francisco: así se nota claramente que fue la 5 Madre de la misericordia quien dio a luz en su morada a una y otra Orden” . El amor de santa Clara por María empieza a expresarse con pequeñas atenciones amorosas. Pudiendo comulgar solamente siete veces al año, quiere que sus hermanas lo hagan siempre “en la 6 Asunción de la beata Virgen” , e incluso quiere que suspendan el ayuno en las fiestas dedicadas a María. Clara es una enamorada del Crucificado, pero también de la Madre Dolorosa: “Medita sin cansarte 7 el misterio de la cruz y los dolores de la madre, erguida a los pies de la cruz” , escribe en una carta. 1 Buenaventura, I, XIV,4:1240.Ubert.Da Casale,2093 El Celano, 219:814 3 id., 198:786 4 Proceso, XII,4:3088 5 Vida,8:3171 6 Regla III:2770 7 V carta:2915 2 1 Chiara Lubich Centro Movimiento de los Focolares www.centrochiaralubich.org El creciente amor por María empuja a santa Clara a encontrar el modo de imitarla sobre todo en algunas virtudes: la virginidad, la pobreza y la humildad. Con respecto a la virginidad santa Clara le escribe a Inés: “Del mismo modo que la gloriosa Virgen de las vírgenes llevó materialmente a Cristo en su seno, tú también, siguiendo sus huellas (…) puedes siempre, sin ninguna duda, darlo a luz espiritualmente en tu cuerpo casto y virginal. Y contendrás en ti a aquél de quien tú y todas las criaturas 8 son contenidas (…) . Con respecto a la pobreza, por ejemplo, escribe en la Regla: “Y por amor del santísimo y amadísimo Niño envuelto en pobrecillos pañales, acostado en un pesebre, y de su santísima Madre, 9 amonesto, ruego y exhorto a mis hermanas que se vistan siempre de ropas viles” . Por la humildad, en el proceso se dice que “entre las hermanas era la más humilde de todas (…). 10 Era tanta su humildad que se ponía detrás de todas, haciéndose inferior a todas, sirviéndolas” . Después, sólo porque fue obligada por san Francisco asumió el gobierno y fue abadesa. 11 En la bula de canonización se lee: “Con todo el corazón se había desposado con Dios” . Clara experimenta la dulzura de la vida con su Esposo celestial, mientras que los hermanos y las hermanas contemplan los efectos. Se lee en la Vida: “Cuando volvía con felicidad de la santa oración, del fuego del altar del Señor traía palabras ardientes, que encendían el corazón de sus hermanas. Ellas constataban (…) que su rostro irradiaba una cierta dulzura, y que su semblante parecía más luminoso que 12 lo habitual” . El efecto era que las hermanas y los hermanos veían en santa Clara “la huella de la Madre de 13 Dios”, es más, veían “otra María” . Francisco, después de su nacimiento al cielo fue recordado como “alter Christus”; santa Clara, después del proceso de canonización, empezó a ser recordada como “huella de la Madre de Dios”, o como “otra María”. Y como “altera María”, junto a Francisco “alter Christus”, en los siglos se le ha cantado a menudo, como en la hermosa Alabanza del siglo XVI: “Queriendo el alto Dios, bondad suprema repetir a su hijo en nuestros días mandó a Francisco, y en lugar de su Madre, mandó a Clara, virgen beata. Tú repetiste, oh Clara, a la virgen María, Madre de 14 Jesucristo omnipotente” . Santa Clara tuvo un amor tan extraordinario por María que mereció, todavía aquí en la tierra, una respuesta de amor particular de parte de Ella. Un abrazo, momentos antes de la muerte, es la última manifestación del amor de María por Clara de Asís, y es testimoniado por sor Bienvenida en el proceso de canonización: “La mano del Señor también se posó sobre otra hermana, y con los ojos del cuerpo entre lágrimas vio una visión beatífica. Atravesada por el dardo de un profundo dolor, dirigió su mirada hacia la puerta de casa, y vio entrar una hilera de vírgenes con vestidos blancos y todas tenían guirnaldas de oro en la cabeza. Entre ellas avanzaba una más resplandeciente que las demás, de cuya corona (…) irradiaba un tal esplendor que transformaba 8 III carta:2893 Regla II,2765 10 Proceso VI,7:3030.Cf Vida,12:3181 11 cf Proceso XII,4:3088 12 Vida,20:3199 13 Ch.lL.19,24; FF 2865 14 FF 3153,nota 4 9 2 Chiara Lubich Centro Movimiento de los Focolares www.centrochiaralubich.org en luz de día la oscuridad de la noche (…) Se acercó al lecho donde yacía la Esposa del Hijo, e 15 inclinándose sobre ella con un amor muy tierno, le dio un abrazo dulcísimo” . Clara, antes de expirar en la noche del 8 al 9 de agosto de 1253, habló así a su alma: “Ve segura le dice-, porque llevas buena escolta para el viaje. Ve -añade-, porque aquel que te creó te santificó; y, guardándote siempre, como la madre al hijo, te ha amado con amor tierno. Tú, Señor -prosigue-, seas bendito porque me creaste». Y después, dirigiéndose a una hermana le preguntó:” ¿Ves tú, ¡oh hija!, al Rey de la gloria a quien 16 estoy viendo? . Les he dicho algo de la relación entre santa Clara y María. ¿Qué ideas, qué analogías, qué propósitos pueden nacer en nosotros, iluminados por el carisma de la unidad, si comparamos la relación de santa Clara con María, con la que deberíamos – mejor dicho debemos tener nosotros, los pertenecientes a la Obra de María? Recorriendo el texto que acabo de leerles, y desde el comienzo, cuando se habla de Santa María de la Porciúncula, la iglesia en la cual tuvieron inicio una y otra Orden Franciscana, no se puede dejar de pensar en Loreto, donde se vio una hilera blanca de vírgenes, mujeres y hombres, naturalmente. Y así como la Porciúncula manifiesta la predilección de María por santa Clara y san Francisco y los suyos, nosotros podemos, debemos ver a Loreto como el lugar de la primera mirada de amor de María sobre nosotros. En efecto, fue en 1939, cuatro años antes de que yo experimentara el dolor de, tal vez, no poder recitar más el Ave María, que fue en 1944. Santa Clara empezó la vida con pequeñas atenciones amorosas hacia María. ¿Y nosotros? Sabemos que también comenzamos así. Aun si podía parecernos lo contrario, María nunca estuvo ausente del horizonte que nuestra espiritualidad nos abría. Recuerdo la época en la que el Espíritu Santo imprimía en nuestra mente y en nuestro corazón los puntos fundamentales de la nueva espiritualidad, que era leche de María. Permanece viva su presencia frecuente, maravillosa y sublime, en muchos momentos de ese período especial de luz que fueron los años 49 y 50, y a través del tiempo, en toda la construcción de la Obra - presencia y continuación de María - en su conjunto y en cada uno de sus miembros. Empujada por María, santa Clara para llegar a la perfección la imita en algunas virtudes: la virginidad (es decir la pureza), la pobreza y la humildad. ¿Y a nosotros, en cuáles virtudes nos ha iniciado María? En todas. En todas aquellas que hemos descubierto en Ella, Desolada, desde que se nos manifestó en los años 60 como un “monumento de todas las virtudes”, la síntesis de todas las virtudes, y encontramos en Ella el molde para poder entrar y salir siento otro Cristo, otra María. ¿Cómo? Imitándola en su saber perder todo, para no tener más que a Dios en su voluntad del momento presente. Chiara Lubich 15 16 cf LCh,46:3253 Leyendas 3252 3