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Los poetas seremos; por Milagros Socorro //
#UnaFotoUnTexto
Milagros Socorro · Saturday, January 31st, 2015
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1.
¿Tiene una pluma en la cabeza? Como que sí. La pluma vendría a ser el tocado de la
máscara que se ha echado atrás para dar la cara, observando fijamente el lente, tanto
que la mirada se ha puesto un poco estrábica. Los otros miran con curiosidad, con
aplomo, con cierta sorna y algo de expectativa, pero el muchacho sentado en el piso
clava unos ojos escrutadores en los que baila un aire divertido. Es, además, el único
que va vestido de pierrot luctuoso, con blusón de clériman y capa ancha, todo
confeccionado en tela de disfraz, zapatos decorados con pompones y en las manos una
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mandolina.
Es Valmore Rodríguez, una figura extraordinaria del siglo XX venezolano. En esta
imagen, que integra la colección de la Fundación Fotografía Urbana, posa para “R. A.
Bastidas. Fotógrafo”, según firma el autor de la instantánea, Valmore Rodríguez está
presente como parte del grupo Seremos, una agrupación literaria muy politizada, que
se fundó en Maracaibo el 6 de agosto de 1925.
Tal como explica el Diccionario General del Zulia, publicado por el BOD, realizado por
Luis Guillermo Hernández y Jesús Ángel Parra, en la década de los 20 el poeta Udón
Pérez ejercía una hegemonía en el Zulia con su obra de acento clásico y elusivo a las
nuevas corrientes. Frente a este tutelaje surgió una vanguardia juvenil que se dio el
comprometedor nombre de Seremos, muy probablemente por el poema de Manuel
Noriega Trigo, uno de sus miembros, titulado Los poetas seremos, cuya primera parte
reza: “Somos los más fornidos, somos los más audaces, / Los que damos el grito nuevo
y hondo; / No somos la belleza, pero ella se nos brinda / En sus matices más
complejos; / Llevamos la Esperanza uncida a nuestro plaustro, /Al plaustro que nos
alza hacia el futuro / En una apoteosis de espiritualidad / El alma en flor urgida de
entusiasmo / Y el latido vibrante en la sien, / El corazón aureolado de soles y el numen
siempre / En comunión de belleza”.
2.
Las ideas nos ruegan / Que las demos al mundo como se nos ofrecen: / Desnudas de
arabescos, ayunas de artificio
De Los poetas seremos, Manuel Noriega Trigo
En esta fotografía, tomada en Maracaibo en fecha que debe ser anterior a 1928, cuando todos cayeron presos-, aparecen: de pie a la izquierda, Isidro Valles; a su lado,
también de pie, parece que Gabriel Bracho Montiel (no es seguro); sentado a la
izquierda, probablemente Héctor Cuenca; sentado a la derecha, Ramón Díaz Sánchez.
Y en el vértice, Valmore Rodríguez.
No fueron ellos los únicos miembros del grupo Seremos. Los fundadores, según el
Diccionario del Zulia, fueron Francisco de Rossón, Valmore Rodríguez, Héctor
Cuenca, Ramón Díaz Sánchez, Ely Saúl Rodríguez, Manuel Noriega Trigo, Santiago
Hernández Yepes, Alejandro Borges, Armando Simons Plumacher, J.R. Bermúdez
Vargas, Ciro Chaves Nava, Luis Felipe León, Eugene Meriais, Alonso Pacheco, Mila
Rondón Ríos, Hipólito Sibad, Jesús Alfonso Ferrer, Luis Guillermo Govea, Rafael Ángel
Barroeta y Manuel González Martínez. Y más tarde se incorporaron Gabriel Bracho
Montiel, Jesús Enrique Lossada, José Ramón Pocaterra, Aníbal Mestre Fuenmayor,
Joaquín González Eiris, Isidro Valles, Manuel Felipe Rugeles, Héctor Araujo Ortega,
R.M. López Troconis, José Manuel Villalobos, Rodolfo Villalobos, Mario Velázquez, E.
Isea Sanabria, Rafael Echeverría y Julio Bustamante G.
Era un conjunto numeroso, como puede verse, y en el que no ingresó ninguna mujer.
Su lema era «Por los ideales de patria, de arte y de justicia. Por el acercamiento
espiritual de América. Por la integridad del pensamiento joven». Con esa inspiraron
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trabajaron durante casi tres años… hasta junio de 1928, cuando muchos de ellos
fueron llevados a prisión en el Castillo de San Carlos por más de dos años. El país
padecía la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Pero en los casi tres años de funcionamiento alcanzaron a publicar Los caminos
inefables de Valmore Rodríguez; El sacrificio del padre Renato de Ramón Díaz
Sánchez; Mina de ensueño de Manuel Noriega Trigo; El surco vivo de Héctor Cuenca;
Esta es mi sangre de Aníbal Mestre Fuenmayor, así como Mis siete pecados y mis
siete virtudes de Elías Sánchez Rubio. También montaron la obra teatral Han robado
un ventilador, de Ramón Díaz Sánchez, que fue presentada en el teatro Baralt y
publicada parcialmente.
“Sus producciones literarias”, explica el Diccionario del Zulia, “adscritas al
movimiento de renovación que había nacido en Venezuela, sonaron distintas, fueron
diferentes, como aporte literario de la agrupación, además del ético al luchar por la
libertad contra la dictadura gomecista”.
3.
Vamos al porvenir con las alas abiertas / Y en los ojos vencida la fatiga del viaje
De Los poetas seremos, Manuel Noriega Trigo
Tal como escribió Isidro Requena, en su libro La memoria desmitificadora (La novela
venezolana durante el perezjimenismo), el grupo Seremos, lo mismo que el grupo
Válvula, fueron manifestaciones de vanguardia que salieron al paso a la novela
criollista tradicional, “con toda su carga folklórica de lenguaje simplemente pintoresco
y de psicologismo naturalista o estilizante”, en la convicción de que ya estaba agotada
y era necesaria una renovación.
Para el crítico Nelson Osorio, “Los seremistas –como se llamaban a sí mismos- ilustran
en el extremo noroccidental del país el brote generalizado de la renovación y la
vanguardia […] Pese a la heterogeneidad de su composición, el grupo se convirtió en
un fermento de posiciones renovadoras y avanzadas no sólo en el terreno del arte y la
literatura sino también en la toma de posiciones frente a la realidad social y política
del país, lo que desemboca en una abierta participación en las luchas contra el
gomecismo, sobre todo en el año 28”.
–La importancia del grupo Seremos –concluye Nelson Osorio- estriba
fundamentalmente, desde el punto de vista histórico, en que aparece como el grupo
organizado que se plantea abierta y colectivamente el problema de la renovación
artística, vinculándola además a los problemas sociales y políticos del momento. Por
otra parte, buscan asumir conscientemente la dimensión hispanoamericana que asume
la renovación juvenil.
Esa falta de homogeneidad en el grupo, señalada por Nelson Osorio, era un rasgo
perfectamente admitido por el liderazgo de Seremos. Héctor Cuenca, su primer
presidente (porque los tenía y por elección), define así a Seremos: “No era una
juventud homogénea, con una rasante de cultura que pudiera nivelarlos a todos. Mas
una voluntad inquebrantable nos agrupaba. Teníamos un firme propósito de aprender,
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un afán de obra nueva, una rebeldía sin temores y, sobre todo, un grande amor de
América. Pero sin haber logrado mayores resultados, perseguidos por la dictadura
política que sufría Venezuela, todos fuimos a parar a la cárcel y el grupo hubo de
perecer por disgregación inevitable”.
4.
Unos nos llaman locos, otros nos dan aplausos / Y a todo indiferente marchamos por la
ruta / Que más se nos antoje / Quemadas las entrañas de un hálito divino.
De Los poetas seremos, Manuel Noriega Trigo
Pero, quiénes son estos muchachos tan serios, intelectuales tan activos y venezolanos
tan comprometidos con su país, que nos miran desde esta fotografía con fondo
pintado.
Isidro Valles, de pie a la izquierda, nació en Quisiro, Zulia, en 1903 y murió en
Caracas en 1985. Periodista, político, escritor y comerciante. En su juventud
perteneció a la Sociedad Espiritista, se incorporó al grupo Seremos y se inició en
política al lado de Valmore Rodríguez, con quien participaría en la huelga petrolera de
diciembre de 1936 y enero de 1937.
El 13 de mayo de 1928, mientras daba un discurso en la plaza Urdaneta de Maracaibo,
fustigó la represión del gobierno gomecista contra los estudiantes en febrero y abril
de ese año. Fue arrestado y encarcelado en el Castillo de San Carlos hasta 1930. No
sería su único presidio. Tras la muerte de Gómez, en 1937, daría con sus huesos en los
castillos de San Carlos y Libertador de Puerto Cabello, hasta su expulsión de
Venezuela (1937). Exiliado en Panamá, México y Colombia hasta 1940, a su regreso se
contó los fundadores del semanario satírico El Morrocoy Azul (1941).
Militante del Partido Comunista de Venezuela, Isido Valles fue perseguido durante la
dictadura de Pérez Jiménez. Se exilió en España (1956-1958), de donde regresó
después del 23 de enero de 1958.
De pie, a la derecha, podría ser Gabriel Bracho Montiel. Nació en Maracaibo en mayo
de 1903 y murió en Caracas, en julio de 1974. Fue doctor en cirugía dental (UCV),
periodista y escritor (orador, narrador y humorista). También estuvo preso
en el Castillo de San Carlos y exiliado por su militancia en el Partido Comunista de
Venezuela.
Héctor Cuenca debe ser el elegante joven sentado a la izquierda. Nació en Maracaibo
en julio de 1897 y murió en Caracas en abril de 1961. Odontólogo (UCV), doctor en
ciencias políticas y sociales (UCV), escritor y diplomático. También fue detenido y
preso en 1928. Llegaría a ser ministro y embajador en Perú.
Ramón Díaz Sánchez, sentado, con pantalones blancos en la foto, nació en Puerto
Cabello, estado Carabobo, en agosto de 1903 y murió en Caracas en noviembre de
1968. Gran novelista, fue también periodista e historiador. Empleado en las compañías
petroleras, vivió algunos años en el Zulia, en la década de los 20 y principios de los 30.
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Es autor, entre otras de las novelas Mene y Casandra, ambas ambientadas en el Zulia.
5.
Tenemos fe en nosotros, ciframos nuestro anhelo en ascender / Pero llevando en alto /
Nuestra bandera, fuerte de orgullo y redención; / Y el día en que lleguemos al pico de
la cumbre / Haremos canje de nuestros cantos robustos / Con la más bella música de
las estrellas puras.
De Los poetas seremos, Manuel Noriega Trigo
En posición de loto, Valmore Rodríguez.
Nació en San Félix, estado Falcón, en de abril de 1900 y murió en Quilpué, Chile, en
julio de 1955. Como sus compañeros del grupo Seremos, fue escritor, periodista y
político, solo que en su caso todo lo hizo a la vez, al tiempo que se desempeñaba
también como dirigente sindical y político, parlamentario, fundador de medios de
revistas y periódicos, columnista de mil medios con mil seudónimos y padre de once
hijos, una de los cuales es Rosita Rodríguez, quien sería la esposa del tenor de
Venezuela, Alfredo Sadel. Si esto fuera, poco también fue militar, traductor, ministro y
masón. No era de extrañar que muriera, exhausto, a los 55 años. Y fuera de
Venezuela.
Valmore Rodríguez nació falconiano, pero desde muy pequeño lo llevaron al
pueblito zuliano de Quisiro, donde viviría unos años, hasta que se marcha a
Maracaibo. Muy jovencito se emplea en una imprenta y las letras se le meten en la
sangre. Antes de cumplir la mayoría de edad es escritor y feligrés de la iglesia
protestante, cuya revista La Estrella de la Mañana recoge sus primeras notas
reporteriles. Cuando tenía 19 años se fue a Nueva York con la idea de aprender inglés;
es muy probable que tuviera el propósito de ingresar a la industria petrolera, pero no
como obrero. Lo que encuentra en los Estados Unidos es el regreso de miles de
soldados desmovilizados tras el fin de la Primera Guerra Mundial. No es que sobraran
los puestos de trabajo. Decide, pues, enrolarse en el ejército norteamericano y, una
vez entrenado, fue asignado a la Zona del Canal de Panamá con el grado de sargento.
De paso, ya había afinado el inglés hasta el punto de estar en capacidad de dirigir
un periódico en idioma destinado a las tropas acantonadas en el istmo. Quería seguir
estudios en la Academia Militar de West Point, y si no lo hizo fue porque le exigían
renunciar a su nacionalidad. No way. Era Valmore Rodríguez.
En 1921 regresa a Maracaibo. Abandona la Iglesia y se inscribe en la logia masónica
“Carabobo 69”. En 1924 obtiene la Gardenia de Oro en los Juegos Florales de Cumaná
con su Canto a la Batalla de Ayacucho; y se da el gusto de ganarle a Udón Pérez. En
1925, como sabemos, se suma al grupo Seremos. En 1928, sabido también, va al
castillo de San Carlos donde permanecería durante 25 meses.
Marcha al exilio y a finales de 1933 regresa al Zulia y encuentra trabajo en las
compañías petroleras.
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Comienza una nueva etapa etapa, debería decir, una nueva épica, para Valmore
Rodríguez, porque va organizar el movimiento sindical del Zulia y logra fundar el
mítico Sindicato de Obreros y Empleados Petroleros de Cabimas (SOEP), de
funcionamiento clandestino. Por los mismos meses gana el segundo premio del
certamen de cuentos del diario Panorama con su narración El Mayor; pero también
organiza la corresponsalía de Panorama en Cabimas y un partido clandestino, Bloque
Nacional Democrático, al lado de los seremistas Felipe Hernández, Jesús Enrique
Lossada y Isidro Valles.
Muerto Gómez en diciembre de 1935, ya en enero de 1936 se va a Caracas a gestionar
la legalización de los sindicatos petroleros. Cumplirá su misión, pero antes es detenido
y llevado a la cárcel de La Rotunda, donde permaneció hasta el 16 de febrero. Al día
siguiente, el SOEP fue legalizado en acto público celebrado el 17 de febrero de 1936
en el Teatro Variedades de Cabimas.
¿Creyó conquistada su meta? Hey, era Valmore Rodríguez.
Se dio, entonces, a fundar los sindicatos de Lagunillas, Mene Grande, San Lorenzo,
Mene Mauroa y Maracaibo, enfrentado en todos los tableros a los comunistas, que
disputaban el control de esas organizaciones obreras.
A todas estas, con la llegada del gobierno de López Contreras, se faja en la formación
de Comités de Defensa de la Democracia, para impedir que el nuevo gobierno
pretendiera prolongar la política del antiguo régimen.
Ya se acerca la huelga petrolera, llamada a estallar el 8 de diciembre de 1936. Días
antes, Valmore Rodríguez, su gran instigador, es detenido y mandado a la cana
para impedir su participación en el conflicto. Con él van detenidos otros conspicuos
seremistas: Isidro Valles, Aníbal Metre Fuenmayor, Rodolfo Quintero y Felipe
Hernández. La paralización de actividades se produce de todas formas: estaba atada y
bien atada.
En 1938, lo expulsan del país hacia México. No estarán mucho tiempo por allí. Se
cuela por las trochas de regreso a Maracaibo, donde permanece enconchado unos
meses antes de incorporarse febrilmente al trabajo político del PDN y al periodismo.
En 1941, cuando nace Acción Democrática, Valmore Rodríguez se adhiere a esta gran
aventura como miembro de la dirección nacional.
En 1942 gana el segundo premio del certamen de cuentos del semanario Fantoches,
con su narración La Capitana. Ese mismo año edita Dos estampas, con sus dos cuentos
premiados, con prólogo de Rómulo Gallegos, mientras dirigía Acción Democrática, el
órgano del partido.
En 1944 funda el diario El País y conserva su dirección hasta de octubre de 1945,
cuando, después del golpe, es nombrado ministro de Relaciones Interiores y, luego, de
Comunicaciones, despacho en el que crea la flota Gran Colombiana.
En 1947 es electo senador por el estado Falcón y hace un viaje de vacaciones a La
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Habana (entre el 30 de marzo y el 25 de abril), pero antes tomó la precaución de
hacer una declaración de bienes que alcanzó a la suma de 18.076 bolívares con 58
céntimos.
En las sesiones parlamentaria de 1948 lo eligen Presidente de la Cámara del Senado
y, como tal, Presidente del Congreso de la República. En el discurso de toma de
posesión, Valmore Rodríguez expresó:… “la íntima satisfacción de estar
contemplando, desde el más alto sitial del senado de la República, como se hace carne
de realidad el anhelo secular de nuestro pueblo, en la viva representación de la
voluntad soberana”. Y tuvo palabras para todos los luchadores por nuestra
institucionalidad, desde Vargas, “hasta el último ciudadano humilde asesinado en La
Rotunda, en San Carlos, Puerto Cabello o Palenque por el último esbirro de instintos
primitivos que arma con pica de autoridad el dictador de turno”.
Como Presidente del Congreso le cupo el honor de tomar juramento en febrero de
1948 a don Rómulo Gallegos, Presidente Constitucional de Venezuela. El 24 de
noviembre de 1948, cuando los militares derrocan a Gallegos, ¿se devuelve a
Maracaibo a echarle paja al régimen con un seudónimo? Qué te pasa. Es Valmore
Rodríguez.
Se fue a Maracay a resistir y, en su condición de Presidente del Congreso, se declaró
en ejercicio provisional de la primera magistratura mientras durase la detención del
Presidente Constitucional. Formó gabinete, nombró jefes de las Fuerzas Armadas y
dirigió un mensaje a la Nación invocando la lealtad y el respeto a la Constitución.
Naturalmente, es detenido y enviado a la Cárcel Modelo de Caracas, donde las duras
condiciones le precipitan dos ataques cardíacos. El gobierno de facto lo manda a
poner en un aeropuerto. Fue enviado a Cartagena y de allí pasó a Nueva York, donde
se recuperó de sus males. ¿Se dio, entonces, a vivir de las colectas? ¡Muchacho!, cómo
se te ocurre. Era Valmore Rodríguez. ¡Se hizo colaborador de la revista Selecciones y
consiguió colocar sus traducciones de los grandes poetas norteamericanos! Además,
se puso a estudiar la secundaria norteamericana y no cejó hasta presentar el último
examen, el 21 de octubre de 1952… el mismo día que los esbirros de Pérez Jiménez
asesinaban en Caracas a Leonardo Ruíz Pineda. Ya bachiller, comenzó a asistir a los
cursos de Economía en la Universidad de Columbia.
El año 1950 lo encuentra en México, donde publica su libro Bayonetas sobre
Venezuela, con prólogo de Alberto Carnevalli. Era su testimonio contra el cuartelazo
de noviembre.
Por esos años va a parar al pueblo de Quilpué, en Chile. Y desde ahí bramará contra la
dictadura de Pérez Jiménez hasta que la muerte lo derrotó. Fue sepultado en el
Cementerio General de Santiago, en un sepelio al que acudieron dos prominentes
líderes chilenos, Frei y Allende.
Sus restos reposarán fuera de Venezuela y andarán por allá lejos pasando frío, ¿no?
El 8 de julio del 59, instaurada una flamante democracia sus restos regresaron al país.
A Maracaibo, concretamente, donde más de 10 mil personas los recibieron en el
aeropuerto de Grano de Oro; después de rendirle los honores correspondientes,
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fueron trasladados a Caracas para recibir sepultura en el Cementerio General del Sur.
Era Valmore Rodríguez. Una auténtica leyenda.
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