juan bautista pérez y soto

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JUAN BAUTISTA PÉREZ Y SOTO*
POR
GENTIL ALMARIO VIEDA**
D
e Juan Bautista Pérez y Soto se ha dicho la verdad y la mentira. Fue
odiado y admirado, ensalzado y vituperado. Calumniado y reivindicado. Lo cierto es que fue un buen patriota, como el que más, y sus
pecados cometidos con la pluma, si es que en verdad existieron, fueron por la
defensa de la patria dentro del concepto que de ella tenía y como la concebía.
Desde su temprana juventud se destacó por ser polifacético y viajero impenitente. Se desempeñó en diferentes actividades con éxito. Fue político,
legislador, banquero, escritor, periodista, investigador, fundador de periódicos, académico, diplomático, pero por sobretodo un polemista nato, despiadado y virulento. Pero siempre original y con un gran sentido de la justicia.
Sería injusto no destacar que fue un caballero en la extensión de la palabra, a más de un hombre inteligente y culto.
Nació en la ciudad de Panamá el 24 de junio de 1855 y murió en Roma
el 30 de agosto de 1926 cuando representaba diplomáticamente a Colombia ante el Vaticano.
Muy joven, a la edad de veinte años, se encuentra en Lima desempeñando funciones financieras y comerciales a la vez que principia a incursionar
en temas históricos y literarios. Permaneció en el Perú hasta cuando por
razón de la Guerra del Pacífico debió salir del país y decidió entonces radicarse en Guayaquil en 1878. En esta ciudad escribió su primer libro con el
nombre de La Curarina e incursionó con éxito en el periodismo.
Cuando era Ministro de Colombia en el Ecuador Bartolomé Calvo, Pérez
y Soto fue nombrado secretario de la Legación.
* Conferencia leída en la sesión ordinaria del 21 de septiembre de 2004.
** Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia.
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En dichas ciudades dejó en alto el nombre de Colombia y fue amigo
estimado de personajes ilustres. Antes de ocupar el cargo en la Legación
fue alto empleado en el Banco del Ecuador.
A su regreso al país participó activamente en el periódico El Constitucional, desde donde dio batallas políticas famosas en los anales de Bogotá,
que crearon todo tipo de reacciones y sucesos.
Por la época le cupo el honor de ser en representación de Panamá, su
departamento, representante a la Cámara y Senador por doce años en los
que descolló por su actividad en defensa de los intereses de su patria chica
y de Colombia.
La razón de ser de su vida como ciudadano, historiador, periodista y
escritor estuvo determinada en contra de quienes consideró con conocimiento de causa, como responsables de la pérdida de Panamá y el asesinato
del Mariscal Antonio José de Sucre.
Sus detractores que son muchos lo tildaron de contradictorio, sectario,
sarcástico, desdeñoso, irreverente, sofista, estrafalario, fatigante y a veces
divertido, fantástico, mesiánico.
Es cierto indudablemente que gustaba del escándalo intelectual y de la
polémica.
Con frecuencia removía los falsos escrúpulos de políticos de partido que
se proclamaban ofendidos, no tanto por las verdades que les enrostraba,
como por la asiduidad con que lo hacía.
Luis Eduardo Nieto Caballero se expresó de él con frases como las siguientes:
Quita a veces importancia a las cosas graves e hincha las pequeñas,
Cabila demasiado.
Es audaz como ninguno. Se le atrevió con sus carretadas de prosa al
perínclito don Juan Montalvo. Otras tantas llevó a las puertas de
Don Miguel Antonio Caro. Frente a Reyes fue de una dignidad y de
un valor que merecen ofrecerse en ejemplo. Su conducta austera, en
horas de bajeza y de claudicación hizo de él una especie de Catón
colombiano. Con su pluma se mató.
Como en tantos otros casos en que los devoradores de carne humana
son en la intimidad excelentes sujetos, Pérez y Soto en la realidad es
un anciano bondadoso y simpático, valeroso y sincero, de intachable probidad, que gana fácilmente la amistad y el cariño de sus prójimos, hecho a los combates de la pluma, con infinito odio externo,
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Juan Bautista Pérez y Soto
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pero sin mayores amarguras íntimas, feroz como investigador... un
vegetariano en suma que no gusta de la carne sino en letra de molde
y en metáfora1.
Fueron obras suyas entre otras las siguientes:
- La Curarina
- Mi tributo al Gran Libertador Simón Bolívar.
- INRI.
- A Dónde nos Arrastran.
- El Vértice.
- El Crimen de Berruecos. Asesinato de Antonio José de Sucre Gran
Mariscal de Ayacucho. Análisis Histórico Jurídico.
A más de infinidad de artículos de prensa destinados a diferentes publicaciones colombianas y del exterior.
Como académico fue indudablemente activo y brillante. Perteneció como
miembro Correspondiente a la Academia Nacional de Historia del Ecuador. El primero de junio de 1910 se posesionó como miembro correspondiente de la Academia de Historia de Colombia y el 8 de marzo de 1920 al
posesionarse como miembro de número, ocupó la silla vacante del ilustre
académico Pedro María Ibáñez en solemne ceremonia cumplida en la quinta de Bolívar.
Es de indudable valor el siguiente documento que corresponde al informe rendido por la Comisión de Candidaturas de la Academia de Historia,
firmado por el distinguido intelectual e historiador Eduardo Posada, cuando fue aprobada por la Corporación su exaltación a miembro de número:
Señor Presidente:
Varios miembros de la Academia presentaron, en anterior sesión,
como candidato para suceder al doctor Ibáñez en esta corporación,
al señor don Juan B. Pérez y Soto, y se me ha pasado en comisión
dicha proposición para que informe sobre ella.
Bastantes méritos tiene el candidato expresado para ocupar el sillón
de nuestro lamentado colega. Desde muy joven empezó a laborar en
1
Nieto Caballero, Luis Eduardo, Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Colombia de Joaquín
Ospina, tomo III.
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el campo de la historia, y durante toda su vida ha persistido en esa
pasión, con inteligencia y actividad. Numerosa es ya la bibliografía
de sus escritos.
Su especialidad ha sido el cultivo de la memoria del Libertador. Ha
buscado con anhelo, aquí y en tierras extrañas, cuanto se refiere al
grande hombre, y ha salvado así muchas preciosas reliquias que son
de alta importancia para el estudio de nuestros anales. Mas no es
tarea sólo de coleccionista la que hace el señor Pérez, sino que extrae de esos documentos y de esos objetos, que él halla por ahí olvidados y desconocidos, esencia fina de la cual moja su pluma y nos
da sabrosas páginas que enriquecen nuestra historia y deleite son de
todos aquellos que aman las glorias de la patria y dan veneración a
los trofeos de sus días de martirios y de triunfos.
Donde quiera que se haya atacado a Bolívar el señor Pérez ha salido,
cual paladín impetuoso, a defenderlo. Su péñola ha sostenido reñidas polémicas y, acompañado o no de razón en todas ellas, su lucha
ha sido digna de alabanza y ha dado a su nombre cierto sello de
gallardía y patriotismo.
En años recientes se ha dedicado el señor Pérez a escudriñar el asesinato del mariscal Sucre; ha logrado penetrar en los laberintos de
aquel pavoroso episodio, y con su antorcha ha disipado muchas tinieblas. Tiene, aún inédita, una obra sensacional que traerá muchos
datos nuevos a ese debate secular y preparará el fallo definitivo, si es
que éste puede dictarse alguna vez en tales asuntos, sobre el tribunal
de la historia.
De nuestra vida contemporánea también nos ha dado el señor Pérez
bastantes escritos, y si de ellos, por estar un tanto impregnados de
hiel política, no debo emitir concepto, sí podré decir que serán valioso aporte para la crónica moderna y que los habrán de buscar los
futuros cronistas cuando traten de reunir las opiniones y destilar del
conjunto, en filtros de imparcialidad, la verdadera historia.
En consecuencia hago la siguiente proposición:
Nómbrese al señor don Juan B. Pérez y Soto miembro de número de
la Academia Nacional de Historia.
Señor Presidente.
Eduardo Posada
Bogotá, 1º de marzo de 19202.
2
Posada, Eduardo, Boletín de Historia y Antigüedades, volumen XIII, p. 61.
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El mismo Posada al darle la bienvenida en la Academia, en el discurso
de rigor expresó:
Habéis acometido en los últimos años una empresa fuerte y
ponderosa. Queréis aclarar el sombrío misterio de Berruecos, y no
descansáis un momento en esa ardua y complicada investigación.
Tenéis ya levantado el Proceso, y quizás, al fin, oídas las voces de la
acusación y de la defensa, llegue a dictarse la sentencia definitiva.
Por ahora solo podemos decir que habéis sido un acucioso y tenaz
funcionario de instrucción, y que habéis puesto algunas antorchas
en ese pavoroso laberinto3.
Indudablemente su obra cumbre fue El Crimen de Berruecos escrito en
cuatro tomos, de los cuales el último corresponde a documentos, muchos
de ellos facsimilares e inéditos o muy poco conocidos. Su publicación fue
hecha en Roma en 1924 con ocasión del centenario de la Batalla de
Ayacucho. El trabajo de impresión fue dirigido personalmente por el autor
con gran meticulosidad y dedicación en la Imprenta Salesiana de Roma en
el período de enero de 1923 a octubre de 1924. A esta obra dedicó cuarenta
años de investigación y desvelos.
Con Berruecos podríamos decir que alborotó el cotarro, como se diría
hoy. La política se rasgó las vestiduras y llovieron rayos y centellas sobre
su humanidad de más de setenta años. La razón, inculpar al general Obando
del asesinato de Sucre. Pese a lo anterior y a que hoy todavía se le señala
como sectario e injusto, nos vamos a permitir dar cabida a conceptos de
personas ilustres de Colombia y América con relación a ella.
Es necesario apuntar que sus críticos más enconados, por razones obvias, son colombianos. Los elogios fundamentalmente provienen de escritores e historiadores de otras nacionalidades.
Luis Eduardo Nieto Caballero se expresó de la siguiente manera:
Se vive en aquella obra en el propio horno de nuestras agitaciones,
en una atmósfera de desconfianza, de rencor, de desconcierto, sin
respeto por la reputación y la existencia de la persona humana. Hay
incendios de revolución, asaltos, combates, felonías, bañado todo
en la luz que ilumina la frente de los hombres. No es, desgraciadamente, una obra ordenada. No tiene siquiera índice. Aquello para no
usar una expresión desobligante, es como una canasta de costura.
Hilos de todos los colores, pedazos de tela de diferentes tamaños,
alfileres, dibujos, tijeras y el bendito dedal que aparece y se esconde
3
Pérez y Soto, Juan Bautista, Berruecos. Asunto Previo, p. 1.
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a cada paso, un dedal viejo, el del autor, que es uno de los escritores
más originales, fantasmagóricos, divertidos y absurdos que tenemos.
No sabe qué es el método o poco le importa. De un tema salta al
otro... Gusta de las charadas, ve los microbios a ojo limpio, descubre la edad de la tinta, del papel, considera las cartas como a seres
animados, a los que ultima para hacerles la autopsia, sacarles las
entrañas y mostrar la huellas del arsénico. En otros términos es un
exegeta...4.
Seamos concientes de que en los conceptos anteriores hay mucho de
crítica ácida, de elogio y de sarcasmo para el historiador que investiga y no
pasa entero, sin importar las consecuencias y colocándose por encima de
falsos respetos que riñen con la veracidad y la justicia.
Fueron muchos los críticos y los detractores de Pérez y Soto y de su
obra. Por razones de tiempo y alcance del presente trabajo podemos considerar los conceptos anteriores como representativos de la crítica colombiana, y de valor suficiente, si tenemos en cuenta la calidad intelectual y moral
del doctor Nieto Caballero, para dar paso a los conceptos y criterios de
personajes de diversa nacionalidad que como es lógico carecen de la óptica
de partido.
Los documentos que a continuación utilizamos en nuestro propósito son
tomados de la obra de Pérez y Soto, El Crimen de Berruecos – Epilogando.
Que es una defensa que hace de su obra5.
Quito a 9 de junio de 1925
Señor Juan B. Pérez y Soto
Individuo Correspondiente de la Academia Nacional de Historia
Ciudad
Señor y estimado colega:
Tengo el agrado de poner en conocimiento de Ud. que esta Academia Nacional de Historia, en su sesión ordinaria de ayer, aprobó por
unanimidad la siguiente proposición, presentada por los Académicos de número Don Carlos M. Larrea y Don Cristóbal de Gangotena
y Jijón:
La Academia Nacional de Historia, del Ecuador tributa un voto de
aplauso al Señor Juan Bautista Pérez y Soto por la publicación de su
importantísima obra El Crimen de Berruecos – Asesinato del Gran
Mariscal de Ayacucho.
4
5
Nieto Caballero, Eduardo, obra citada, tomo III.
Pérez y Soto, Juan Bautista, El Crimen de Berruecos – Epilogando.
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Al comunicar este acuerdo de la Corporación de que me honro en
ser Secretario, ruégole aceptar las seguridades de mi más distinguida consideración.
Cristóbal de Gangotena y Jijón.
El intelectual venezolano César Zumeta, en carta dirigida desde Roma a
Vicente Lecuna en enero de 1924, escribe:
...Ya me puse en Pérez y Soto. ¿Cómo pudo la tenacidad y el entusiasmo de este hombre apostólico obtener tanto documento auténtico y tan decisivo conjunto de pruebas de todo orden: expedientes,
testimonios autógrafos, periódicos, correspondencia, libros agotados, concurrentes todos a demostrar sin posible duda sincera de la
verdad histórica, la conjuración, los motivos, los instigadores y el
instrumento mismo del crímen de Berruecos ¿Esta generación ya no
tiene más recurso que ajusticiar la memoria de Obando. Pérez y Soto
es el fiscal: su pliego de cargos, el cuerpo vivo del delito, y nosotros
todos, los jueces.
El abogado Luis Felipe Borja, presidente de la Academia de Historia del
Ecuador, se expresó así:
Hace algún tiempo que en la literatura histórica de Sudamérica no
ha aparecido una obra tan importante como la que acaba de publicar
en Roma el Sr. Juan B. Pérez y Soto con el título de El Crimen de
Berruecos – Asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho.
............
El ilustrado autor, sobreponiéndose a conveniencias seudo-patrióticas, juzgando con alteza de miras, rindiendo culto a la verdad, nos
muestra a los odiosos delincuentes.
.............
La verdad triunfante, la inocencia vengada están de plácemes, y ellas
han puesto la pluma en las manos de quien sin pretensión alguna y
sin ninguna autoridad, traza estos párrafos para encomiar la obra de
un historiador ilustre que recibirá férvidos aplausos de un extremo a
otro del Continente Americano.
El abogado, periodista y académico José Gabriel Navarro escribió:
... Lo primero que llama la atención es el estilo vibrante de la obra.
El Señor Pérez y Soto es conocido polemista, y en la historia de
Berruecos no ha podido dejar de serlo. Tal vez sea ese el tono en que
debía escribirse la narración del sacrificio del Abel americano, y en
ese caso, nadie mejor capacitado para la tarea, que el Señor Pérez y
Soto. Diestra Pluma, formidablemente incisiva y manejada siempre
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con talento, por una parte; y por otra, amor profundo a la justicia y
adoración sin límites a Bolívar y a Sucre, tenían que dar por resultado un libro histórico que se lee con avidez y encanto, desde la primera hasta la última de sus dos mil y tantas páginas. No hay renglón
desperdiciado, no hay línea ni palabra que se las pueda suprimir,
ninguna frase rimbombante se encuentra en ese formidable esqueleto de gigante, que es la Historia del Asesinato del Mariscal de
Ayacucho, por Pérez y Soto; pues cuando la oración se alarga, ¡qué
bien alargada nos parece! y cuando los epítetos se acumulan, ¡con
que presteza aparecen y cómo los saboreamos por bien traídos y por
bien empleados!
Pero lo que más cuenta es la argumentación cerrada que campea en
cada página. Y decimos en cada página, porque de principio a fin, la
obra es un tejido admirable de documentos, desconocidos los más, y
que examinados magistralmente, constituyen para el Señor Pérez y
Soto los apoyos inconmovibles y seguros de lo que él llama con
razón: Análisis Historico Jurídico del Asesinato de Sucre. ¡Prodigio
de labor y maravilla de exposición!.
En el periódico Pan American News Services de Nueva York, el 1º de
diciembre de 1924, el historiador y periodista Felipe Villalán en un artículo, entre muchas otras cosas expresó lo siguiente:
Un historiador colombiano, el Señor Juan B. Pérez y Soto, acaba de
dar a la estampa, en Roma, una importantísima obra, de palpitante
interés siempre en la investigación histórica americana, y de oportunidad en los actuales momentos, cuando se conmemora el centenario de la Batalla de Ayacucho.
..........................
¡Bienvenida sea, para los amantes de la historia de la América española, esta obra rectificadora, con que el ilustrado escritor colombiano paga doble tributo a su patria y a la justicia, y que cierra un debate
secular!.
En Guayaquil el 20 de junio de 1925 en el periódico Letras y Números,
publicó un artículo del señor Samuel Mora y Martínez en uno de cuyos
apartes se lee:
Como un desagravio a la memoria de nuestros Libertadores, ha lanzado a la publicidad el Señor Juan Bautista Pérez y Soto, una obra
magna siquiera para dar testimonio de que la gratitud no ha muerto
en su noble corazón.
Labor benedictina con sobra de paciencia holandesa ha gastado en
semejante trabajo. El solo vale por un evangelio patrio; nada apócri-
104
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fo hay en él, y tan auténtico como la luz meridiana. Cada hoja cada
página, cada cláusula de él, enseña una verdad.
El diplomático ecuatoriano José Ramón Boloña en un artículo publicado en Lima por la época escribió:
Hay en el trabajo de Pérez y Soto una argumentación sólida, una
dialéctica formidable, concatenación exacta, y puede calificarse su
publicación como lo mejor y más acabado que ha visto la luz pública hasta hoy sobre el Crimen de Berruecos.
Pérez y Soto ha prestado pues un positivo servicio a la verdad dando
a cada cual la parte que le toca en esta hoja negra de la América
española. Era ya tiempo de calmar la sed de justicia que las generaciones siguientes a la que presenció el crimen, teníamos que calmar...
Alberto Rivera y de Piérola, en El Comercio de Lima, entre muchos
otros conceptos registró:
Sobrio, preciso, justo, impecable el estilo de este gran escritor, de
este sabio escritor, de este castizo escritor, desdobla a nuestros ojos
el mejor aparejado proceso en los cuatro tomos de su obra gigantesca, con más de dos mil páginas donde también están las copias fotográficas de los documentos históricos que han servido de base, como
si su palabra no fuese suficiente.
... Almas como ésta: dura y luminosa como el diamante, limpia y
cortante como el acero, infunden respeto, provocan simpatía, despiertan admiración; nos dan la razón de vivir. El Señor Pérez y Soto
ha escrito su nombre en la inmortalidad.
Consideramos suficiente la ilustración que nos dan los conceptos y argumentos anteriores para tener muy claro que Juan Bautista Pérez y Soto
era un hombre culto, buen historiador y hombre de talento, excelente escritor, y por sobre todo un hombre honesto con un gran sentido de la justicia y
de la patria.
Pero para terminar de demostrarlo, nada más oportuno y contundente
que un editorial del Nuevo Tiempo de Bogotá que en su momento levantó
ampollas e hizo caer rayos y centellas en la Capital y en Colombia, de cuyo
texto nos permitimos tomar lo siguiente:
... Es tan convincente la obra de Pérez y Soto, está tan bien escrita,
contiene tan valiosos e incontrarrestables documentos, que ni Nieto
Caballero con todo su talento, con toda su ilustración y con toda esa
fuerza avasalladora que posee, pudo mellar, ni mucho menos traer al
ánimo del que la ha leído con atención y cuidado, un átomo de
desconfianza ...
ALMARIO VIEDA, G.: JUAN BAUTISTA PÉREZ Y SOTO
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Es natural que aquella parricida tragedia aparezca envuelta en las
sombras que traen consigo las tenebrosidades del asesinato perpetrado con toda la premeditación y todo el frío y siniestro cálculo que
un crimen político de tales proporciones requiere, pues, es lógico
suponer que Obando y detrás de él el partido liberal, no pusiera testigos; pero el que serena e imparcialmente lea la documentación
presentada divinamente por Pérez y Soto llevará siempre en la conciencia, en lo más íntimo y sagrado de ella, que el partido liberal,
por medio del siniestro Obando, mató a Sucre, y que ese crimen lo
purgará toda la vida6.
Con respecto a la obra más importante de Pérez y Soto consideramos
haber logrado una síntesis de lo que alrededor de ella se suscitó tanto en
Colombia como en el exterior.
Su vida como hemos dicho fue activa y cubrió diversos aspectos de la
vida del país.
A raíz de la separación de Panamá con ocasión de la frustrada negociación con los Estados Unidos para la apertura de la vía interoceánica, mediante el tratado Herrán-Hay, y de los acontecimientos anteriores y
posteriores a dicho insuceso, en los cuales tuvo actuaciones notorias y
decisivas el general Rafael Reyes, Pérez y Soto jamás compartió las actuaciones de éste en la política, y muy en especial el haber puesto como
prioridad su candidatura a la presidencia de la República, dejando de lado
el interés por la integridad de Colombia, según su manera de ver y analizar los hechos.
Como periodista, escritor y especialmente historiador, dedicó buena parte
de sus capacidades intelectuales a combatir al General y buscar, según su
criterio, que la historia hiciera justicia al respecto.
Producto de esas inquietudes es su libro INRI, publicado en La Habana
en 1905 cuando se hallaba fuera de la patria por razones políticas. Digamos
exiliado.
Antes de referirnos con algún detalle a esta obra es, consideramos indispensable, para intentar entender las inconformidades y actitudes de Pérez y
Soto, tener en cuenta situaciones y circunstancias como las siguientes:
1º
6
Era un hombre con un acendrado y claro amor por su patria y cabal
sentido de pertenencia.
Pérez y Soto, Juan Bautista, obra citada, pp. 54-55.
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCII No. 828 – MARZO 2005
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2º
Cuando ocurrió la pérdida de Panamá, era Senador por ese Departamento. A principios de 1903 por dicha circunscripción habían sido electos tres senadores: Pérez y Soto, José Agustín
Arango y José Domingo de Obaldía. También vinieron seis representantes a la Cámara.
3º
En el Parlamento fue Presidente de la Comisión que tuvo a su cargo el estudio del Tratado Herrán-Hay. La Comisión fue integrada
por los siguientes Senadores: Pérez y Soto, Obaldía, Uricoechea,
Ospina, Rivas Groot y González Valencia.
4º
Como oriundo de Panamá y siendo una persona inteligente y culta,
conocía detalladamente los problemas del Departamento, su población, sus dirigentes y sus sentimientos y sus frustraciones.
5º
Conocía por demás y en detalle los peligros vigentes y los errores
que en forma preocupante cometía el Gobierno Central con respecto a la situación del Istmo, y en tal virtud tronaba en el Congreso denunciando a voz en cuello la corrupción, la politiquería y los
desafueros que se cometían.
En la sesión del Senado de la República del 20 de octubre de 1903
pronunciaba el senador Pérez y Soto en presencia de los ministros de
Gobierno y relaciones exteriores, profético discurso que empezó así:
Honorables Senadores: antes de discutir proyectos de
ley relativos al departamento de Panamá, he creído que
debíamos resolver otro asunto previo: si existe Panamá
esto es, si existe para Colombia, no sea que cuando estas leyes que vamos a dar queden sancionadas, ya el
Istmo no esté cobijado por nuestro glorioso pabellón:
tal es la gravedad del momento presente7.
6º
Hizo hasta lo imposible para que el Presidente Marroquín no nombrara como Gobernador de Panamá al separatista confeso, Senador
José de Obaldía, sin resultados.
Es oportuno, a este respecto, ver el mensaje enviado por el Presidente Marroquín al Gobernador Obaldía:
Bogotá, septiembre 12 de 1903
7
Terán, Oscar, Panamá, p. 306.
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107
Gobernador – Panamá.
Senado aprobó proposición de Pérez y Soto, transmitida a Ud. por Caro, improbando su nombramiento, por
juzgarlo a Ud. separatista. En la Cámara Terán lo mismo, negóse. Envíeme Ud. protesta desmintiendo afirmaciones enemigos suyos. Marroquín8.
7º
8º
Tenía evidencias comprobadas de que con dicho nombramiento el
Presidente Marroquín buscaba favorecer la candidatura del General Rafael Reyes a la Presidencia de la República.
Escribió cartas al Presidente ante la obstinación de éste negándole
una audiencia para denunciar en última instancia los hechos
gravísimos que con respecto a Panamá conocía.
En el encabezamiento de una carta escribe: “Como colombiano,
como miembro del partido conservador, y como Senador de la República denuncio a Colombia los planes proditorios que se urden
contra su integridad, contra su honor”.
Más adelante anota:
Con el nombramiento de este Gobernador está perdido
el Istmo para Colombia. No vacilo que este es el paso
más grave que ha dado Ud. en su gobierno. Los que
ahora somos desatendidos en nuestras patrióticas súplicas, podríamos atenernos a los funestos resultados
que muy pronto se verán, para tener la debida satisfacción, aunque triste y tardía. Pero siendo el asunto de
tanta trascendencia, y el daño que de él se derive, irremediablemente, fuerza es insistir, poner cuanto de mi
parte esté, a despecho de todo, para ver que este no sea
un hecho consumado, inapelable, pues ni las lágrimas
del arrepentimiento mañana tendrán la virtud de rescatar lo perdido. Yo descargo mi conciencia, y la descargo en Ud. No se diga después que faltó voz amiga,
desinteresada que advirtiera el peligro9.
9º
Conocía los contactos y entendimiento del general Reyes en su
condición de asesor del presidente Marroquín con el señor Baupré,
como embajador del presidente Roosevelt en Bogotá.
10º Conoció claramente la actitud del gobierno y sus asesores ante el
desarrollo de los acontecimientos.
8
9
Terán, Oscar, obra citada, p. 276.
Pérez y Soto, Juan Bautista, Panamá – Derrotero, pp. 129-130.
108
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11º No entendió nunca el cambio de actitud del general Reyes cuando fue
nombrado como comandante del ejército ante tan grave situación y
éste determinó cambiar su designación por la de mal embajador.
12º No aceptó nunca, como no aceptamos nosotros, los argumentos
que tanto el Gobierno como Reyes esgrimieron para justificar la no
intervención militar de Colombia, de manera que se hubiera impedido, con absoluta seguridad, la pérdida de todo el Istmo, cuando los
Estados Unidos estaban decididos a obtener la Zona para abrir y
operar el Canal únicamente. Hay pruebas irrefutables al respecto.
13º Entendió siempre, y murió con ese convencimiento, que Panamá
no estuvo ni estaba perdido para Colombia antes de la sublevación.
Y él sí que tenía por qué saberlo. Panamá según decía y escribió en
muchos libros y documentos se perdió por las malas administraciones, la corrupción y por la falta de un sentido geoestratégico en
el manejo del Estado.
Nunca hubo a quién le cupiera en la cabeza que la apertura del
Canal era una necesidad universal y que Colombia no podía regatear al peor estilo y sin grandeza su realización y menos aún impedirla con posiciones parroquiales y obtusas en aras de una
soberanía que muchas veces se ha vulnerado por menos y por los
mismos nacionales, como ocurrió durante el siglo XIX con los
partidos políticos en las guerras intestinas y en la guerra de los
Mil Días. Siempre se ha pretendido defenderla con predicamentos vacuos e inútiles sin contenido concordante con la realidad
que ha vivido Colombia.
14º Como sentida protesta se negó a recibir la nacionalidad panameña, manifestando que había nacido colombiano y moriría en dicha
condición.
Dicho lo anterior intentemos llegar a las entrañas de su libro INRI. Recordando que éste fue su grito de inconformidad dolorida por la pérdida de
Panamá para Colombia que era la razón de su vida, sus sueños y su realización como hombre y como ciudadano. Esa fue su gran frustración y la razón de todos problemas.
En dicha obra descargó su furia. Sus críticas son sin contemplaciones ni
miramientos de ninguna naturaleza. Lo que sabía lo dijo y lo dijo a gritos.
Veamos:
El 18 de Junio de 1904 escribe un memorial al Consejo Electoral en el
que entre muchas cosas dice:
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109
... A partir de esta fecha, no tengo día fijo para abandonar el país, a
mis solas expensas ...
Tampoco abrigo el menor temor a nadie, pues yo personalmente
nada tengo que perder, ni aún con la presidencia del mismo D.
José Domingo de Obaldía, o de D. Esteban Huertas, porque, resuelto como estoy a ir a esconder en apartado rincón de la tierra mi
honda, incurable pena de haberme quedado sin patria y sin familia, vendido por unas monedas el suelo sagrado en que vi la primera luz; con sacudir el polvo del camino, maldecir una vez más a los
traidores de todo grado y categoría y remitirme a no remoto porvenir, hasta el día en que cosecharán de su obra los conjurados de la
iniquidad proyectada, con esa convicción profunda que tengo yo
de la excelsa justicia...10.
Refiriéndose al entendimiento entre el presidente Marroquín y el general Reyes con relación a la candidatura de éste a la Presidencia escribe:
Sobreviniendo en esto la renovación de los Altos Poderes públicos,
el señor Marroquín, al bajar del solio, tenía que buscarse el sucesor
conveniente, y ese tal no podía ser otro que Reyes, su socio, su instigador y su cómplice en la pérdida de Panamá. Con Reyes creía
quedar libre de rendir cuentas al país por su negra traición11.
Con respecto al nombramiento de Obaldía como gobernador de Panamá, por supuesta influencia de Reyes, Pérez y Soto escribió refiriéndose al
General:
No lo extendió él ciertamente, y fue lo único que le faltó hacer, porque no tenía título ni autoridad para ello; pero quien lo recomendara
con ahínco en Palacio, donde era absolutamente desconocido, quien
exigiera y lograra su nombramiento, y quien, por último, no lo dejara remover cuando se hizo un escándalo mantener en la Gobernación del Istmo a un desvergonzado separatista, ése si fue el General
Reyes12.
Una vez cumplida la separación de Panamá, una de las muchas acciones emprendidas por Pérez y Soto en Bogotá consistió en la formación de
una organización denominada Integridad Colombiana, de la cual fue nombrado presidente. Esta tenía como objetivos: “Fomentar el entusiasmo
patriótico, allegar recursos y ofrecer al gobierno soldados voluntarios y
10
11
12
Pérez y Soto, Juan Bautista, obra citada, p. 12.
Ibid., p. 15.
Ibid., p. 94.
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dinero, si era que estaba realmente dispuesto a salvar siquiera el honor de
Colombia13.
El 11 de noviembre de 1903 en un “Manifiesto a la Nación”, Pérez y
Soto expresó:
En la vida de los pueblos como en la de los individuos, hay hechos
que no pueden excusarse, ataques que no es posible pasar
inadvertidos, batallas que es preciso librar a toda costa. Cuando se
trata de la dignidad y del honor, no es correcto medir ni pesar la
fuerza del adversario. Sólo es correcto combatir; y sólo eso imprime
gloria, ya sea que se alcance el triunfo, ya sea que se muera en la
demanda.
Otro insigne inspirador del movimiento en referencia, Fabio Lozano
Torrijos, en la reunión de organización de la mencionada Sociedad expresó:
“A nuestros hijos podemos legarles una patria empobrecida y yerma;
mas no tenemos el derecho de legársela envilecida por la cobardía: legados
de infamia no se hacen”.
Ojalá no olvidemos nunca que estos dos personajes eran civiles. Cuánto
pudiéramos decir a este respecto, pero es otro tema y ya lo tocamos en un
ensayo en el que intentamos probar que la intervención militar fue posible
en tan desafortunado y vergonzoso episodio.
No podemos dejar de incluir en este trabajo una lección de amor patrio,
de dignidad y de vergüenza para futuras generaciones, contenida en las
siguientes líneas que hacen parte de INRI:
No hay colombiano insensato que imagine el que pudiéramos sostener una guerra con los Estados Unidos; pero hasta en el más triste
indigente, individuo o pueblo, hasta en un vencido, por la suerte o
los elementos o el capricho de las armas, cabe siempre un porte
decoroso, y quien sabe guardar la debida dignidad en una desgracia
inmerecida, puede contar con el respeto, sentimiento de consideración interno, del mismo sacrificador, que la nobleza de la víctima
impone veneración al victimario, por feroz que este sea... porque la
justicia no pierde jamás su fuerza.
Tratábase en nuestro caso de mostrar al mundo que el pueblo colombiano no era todo como los cobardes e imbéciles o ruines seres,
asquerosa materia venal, que de empleados civiles y militares del
Gobierno, traicionaron o dejaron traicionar; que nuestro ejército no
se componía sólo de batallones como aquellos que no quiero nom13
Pérez y Soto, Juan Bautista, obra citada, p. 105.
ALMARIO VIEDA, G.: JUAN BAUTISTA PÉREZ Y SOTO
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brar; que nuestros Generales no eran todos del mismo calibre de
aquellos generales que figuraron en Panamá el 3 de noviembre.
Tratábase de algo más: de no ahorrar al usurpador trabajo ninguno,
ni siquiera la más pequeña molestia, ni siquiera un sonrojo. Era forzoso obligar al Gobierno americano a la consumación real y efectiva
del atropello, para no dejarle pretexto de ninguna especie con qué
excusarse hipócritamente, quedando en evidencia que, como
salteadores o piratas, los llamados aliados y protectores, abusando
de la confianza en ellos depositada, nos robaban con sus cañones
nuestra propiedad.
No detenernos por el solo hecho de la amenaza, sino obligarlos a
proceder, era una medida indispensable en nosotros, acaso salvadora.
Por la simple amenaza, las tropas leales abandonaron el Istmo si
disparar un tiro, y esto ha dado margen a la impudicia de la prensa
oficial americana para alegar que, por cuanto las autoridades civiles
y militares abandonaron el Istmo sin intentar el menor esfuerzo para
rescatarlo contra un movimiento insurreccional tan débil, era esto la
prueba de que Colombia hacía abandono de su derecho, y que no
pudiendo nosotros conservar aquel dominio, o no manifestando
mayor interés por el Istmo, quedaban ellos en libertad de reconocer
su independencia y todo lo demás.
Sabido es que la denominada Integridad Colombiana, tuvo éxito a nivel
nacional y patrocinó el envío de un Batallón que llegó hasta el área del
Darién y no pudo culminar su misión por cuanto el Gobierno no solo dio
paso atrás en su apoyo, sino que oficialmente dispuso su desaparición y
persiguió a sus organizadores e integrantes.
Oigamos a su Presidente que desilusionado, en INRI nos comenta:
El Ministro de Guerra se dignó honrar con su presencia una de nuestras sesiones, y en esta ocasión y lugar fue en donde nos dijo que si
fracasaban las negociaciones de Reyes, vería el mundo una Protesta
de Cadáveres. Yo, que estaba de hieles con el tal Ministro por la
manera como nos habíamos despedido pocos días antes en la última
sesión del Senado, al verlo concurrir a nuestras patrióticas reuniones y oírle tal lenguaje, me sentí galvanizado, me reconcilié con él,
dando la seña a todos los concurrentes de un entusiasmo arrebatado,
para no reservar nada por la salud de la Patria.
Confundir en uno todos los esfuerzos, aunar las energías de todos
los colombianos, sin acordarnos de distinciones políticas, para aplicarlas, absoluta y exclusivamente a un objeto único, a una suprema
y soberana aspiración - salvar a Colombia! oh sueño hermosísimo!
con que nos vimos acariciados un día!
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Confieso mi candidez: también yo me forjé aquellas ilusiones, llegando a creer que podríamos –o nos dejarían– hacer algo de provecho.
Pronto vino el cruel desencanto. El Gobierno sólo aguardaba el propicio momento para asestarnos golpe fatal... El Ministro de Guerra
dictó Decreto de extinción de nuestra Sociedad, con unos
considerandos estúpidos, me lo comunicaron de sorpresa, desplegando en el acto gran aparato de fuerza,cercando de soldados el recinto de nuestras sesiones, y reduciendo a prisión a algunos de
nuestros socios. No fui yo de los aprisionados, en lo efectivo, pero
mantuvieron por espacio de un mes una fuerte escolta de policías
armados haciendo guardia a la puerta de mi casa14.
Como hemos dicho, para Pérez y Soto la pérdida de Panamá en las condiciones en que se dieron los hechos fue su gran frustración, su pena y su
suplicio que tuvo como lenitivo ineficaz su libro INRI. Libro que entre otras
cosas fue quemado públicamente en Bogotá por sus contradictores. Es esa
una de las razones para que el libro sea relativamente escaso.
Es necesario decir que la virulenta reacción contra INRI podría eventualmente explicarse, ya que el autor sin piedad, pero diciendo la verdad, se
fue lanza en ristre contra todo aquél a quien consideraba con responsabilidad en la pérdida de Panamá. Y hay que decir que fueron muchos los equivocados, unos de buena, pero muchos de mala fe. Algo muy importante
para tener en cuenta es que Juan Bautista Pérez y Soto los conocía a unos y
a otros como a las palmas de sus manos. Por eso nunca fue perdonado.
Tuvo satisfacciones grandes, como el reconocimiento del parlamento
colombiano en pleno y por unanimidad a su amor indeclinable a la Patria,
sus virtudes ciudadanas, así como por sus actitudes ejemplares y su cabal
desempeño como legislador, todo lo cual fue materializado en sendas Proposiciones del Senado y la Cámara de Representantes, muy similares, que
en esencia dicen:
El Senado de la República estimando en su alto valor la conducta
abnegada, digna y levantada de los ciudadanos Juan B. Pérez y Soto,
Oscar Terán, Angel María Herrera y Alejandro Orillac, nacidos en el
Istmo de Panamá, en la dolorosa emergencia de separarse aquella
privilegiada región, por medio de la traición, la venalidad y la perfidia, de la común nacionalidad, LOS DECLARA HIJOS BENEMÉRITOS DE LA PATRIA COLOMBIANA, así como a todos aquellos
itsmeños, desconocidos del Senado, que se encuentran en idéntico
caso.
14
Pérez y Soto, Juan Bautista, obra citada, p. 106.
ALMARIO VIEDA, G.: JUAN BAUTISTA PÉREZ Y SOTO
113
Comuníquese a cada uno de los ciudadanos citados y publíquese".
Véase el texto completo de las resoluciones en el anexo 1.
Para él nada fue fácil. Tuvo que sufrir en aras de la política toda clase de
vejámenes, humillaciones, calumnias, agresiones y por sobre todo incomprensión. Es clarísimo que fue atropellado por autoridades y particulares.
Nunca se entendió su patriotismo y amor a Colombia.
Una muestra de esos atropellos fue la sindicación en 1920, quince años
después de la publicación del libro, de haberse robado el Archivo del General Santander. No entraremos en mucho detalle al respecto por cuanto existen los documentos correspondientes a este proceso con la absolución del
presunto delincuente.
Pero como quiera que fue un hecho escandaloso, que injustamente lo
llevó a los estrados judiciales y a las máximas instancias políticas: Senado,
Ministerios, Procuraduría, etcétera, nos vemos en la obligación en esta reseña, de hacer algunas anotaciones al respecto.
El objeto fundamental era desacreditarlo ante el país y ante la opinión
internacional, ya que era persona conocida en los círculos intelectuales del
continente.
Pero por sobre todo se buscaba, de alguna manera, torpedear su labor
investigativa para la realización de su gran obra sobre el Crimen de
Berruecos; sin dejar de lado, porque no se puede, entendiendo la situación,
que también se le estaba corriendo la factura por INRI.
Con el propósito de ayudar la memoria de quienes se interesen por este
caso, recordemos algunos detalles relacionados con el Archivo Santander.
Max Grillo, uno de los impugnadores de Pérez Soto, dice:
El General Santander dejó arreglados perfectamente los documentos que durante muchos años permanecieron en poder del Doctor
Manuel Murillo Toro. Pasaron luego a las manos del señor Diego
Suárez, y muerto éste quedaron bajo la guarda del señor Roberto
Suárez. Estando en poder de éste último el Archivo fue leído por un
ministro extranjero, el cual encontró allí documentos favorables a
su nación, que entonces se encontraba en litigio con la nuestra. Últimamente pasó el precioso legado a poder del doctor Laureano García
Ortiz, quien lo conservó con celo verdaderamente patriótico, hasta
que le fue reclamado por la Academia de Historia. Esta honorable
Corporación nombró una junta de su seno para que lo custodiara, la
114
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cual junta ha quedado constituida en último término por el señor
Restrepo Tirado, pariente político de Santander15.
El hecho es que el general Restrepo Tirado, ganó un pleito que determinó que él era el legítimo dueño de dicho Archivo, y estando en posesión de
él inicio la labor muy importante y dispendiosa de catalogarlo y publicarlo.
Cuando esta tarea estaba prácticamente culminada, y ante un viaje que
emprendía a Sevilla, España, para asumir funciones como cónsul de Colombia en dicha ciudad y creyendo erróneamente que los documentos del Archivo habían perdido importancia en razón de su publicación, decidió vender
dicho archivo al señor Juan Bautista Pérez y Soto, con el propósito de allegar
los fondos necesarios para sufragar la terminación de la publicación en referencia, la cual estaba inconclusa y se había realizado a sus expensas.
El escándalo fue, como era de esperarse, de carácter mayúsculo. Los tribunales, al final, determinaron que la venta fue ajustada a la ley. El general vendió
lo suyo y Pérez y Soto compró legítimamente los documentos en referencia.
En definitiva el Archivo Santander regresó a la Academia de Historia de
Colombia, pero el daño a la honra y buen nombre de los dos personajes
estaba hecho y se había cumplido el objetivo tan acuciosamente buscado
por los enemigos de Juan Bautista Pérez y Soto.
Es indudable que su exaltación a la condición de miembro de Número
de la Academia de Historia de Colombia como dijimos antes, ocurrida cuatro años más tarde, es su reivindicación como historiador, hombre culto y
honesto como lo fue durante toda su existencia.
ANEXO No. 1
COLOMBIA
CÁMARA DE REPRESENTANTES
Número 82
Bogotá 3 de Agosto de 1904.
Sr. D. JUAN B. PÉREZ Y SOTO
Me es honroso comunicar a V. Que la Cámara de Representantes, en su sesión de ayer
aprobó unánimemente la siguiente Proposición:
15
16
17
18
Pérez y Soto, Juan Bautista, Berruecos, p. 91.
Ibid., p. 4.
Ibid., p. 15.
Terán, Oscar, obra citada, p. 306.
ALMARIO VIEDA, G.: JUAN BAUTISTA PÉREZ Y SOTO
115
“La Cámara de Representantes de Colombia estima como altamente meritoria de los
colombianos nacidos en el Istmo de Panamá, Juan B. Pérez y Soto, Alejandro V. Orillác,
Oscar Terán, y Ángel María Herrera, quienes reprobando el atentado cometido contra la
soberanía de la nación en el Istmo, han permanecido fieles a la Patria común. A ellos y a
todos los demás que en sus mismas circunstancias hayan procedido de igual modo, en
cuyos nombres la Cámara siente no conocer para estamparlos en esta resolución, LOS
DECLARA LA CÁMARA BENEMÉRITOS HIJOS DE COLOMBIA”.
Comuníquese a cada uno de los ciudadanos prenombrados.
Dios guarde a V.
Luis Martínez Silva
COLOMBIA - S E N A D O
SECRETARÍA
NÚMERO 87
Bogotá, 6 de Agosto de 1904
Sr. D. JUAN B. PÉREZ Y SOTO.
Me es grato transmitir a V. La siguiente Proposición aprobada hoy en el Senado por unanimidad:
“El Senado de la República estimando en su alto valor la conducta abnegada, digna y levantada de los ciudadanos Juan B. Pérez y Soto, Oscar Terán, Ángel María Herrera y Alejandro Orillác,
nacidos en el Istmo de Panamá, en la dolorosa emergencia de separarse aquella privilegiada región, por medio de la traición, la venalidad y la perfidia, de la común nacionalidad, LOS DECLARA HIJOS BENEMÉRITOS DE LA PATRIA COLOMBIANA, así como a todos aquellos istmeños,
desconocidos del Senado, que se encuentren en idéntico caso. Comuníquese a cada uno de los
ciudadanos citados y publíquese”.
Con sentimientos de profunda consideración me suscribo de usted obsecuente servidor,
Víctor Mallarino
Bibliografía
Boletín de Historia y Antigüedades, Academia Colombiana de Historia, volumen XIII, 1922.
OSPINA, JOAQUÍN, Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Colombia, tomo III.
PÉREZ Y SOTO, JUAN BAUTISTA, INRI, Imprenta, Papelería, Encuadernación y Rayados, La Habana,
1905.
, Berruecos, Asunto Previo, Tipografía Cultura Venezolana, Caracas, 1921.
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BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCII No. 828 – MARZO 2005
, El Crimen de Berruecos, Epilogando, Escuela Tipográfica, Pío X, Roma, 1926.
, El Crimen de Berruecos – Asesinato de Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de
Ayacucho – Análisis Histórico Jurídico, 4 Tomos, Tipografía Salesiana, Roma, 1924.
SANTOS MOLANO, ENRIQUE, 1903, Adiós Panamá, Villegas Editores, primera edición, Bogotá, marzo 2004.
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