Los libros Los libros Desolado y firme galopa por los días despreciando grietas y campanas, se instalas en su mesura de rabia poética, idolatría de las sesgadas vidas de los buenos, baldosas por las que descansan o bailan muchas hojas secas, rieles de la brisa y los rastrojos. Pablo GONZÁLEZ. DE LANGARIKA, Mikel ALONSO, Paciel GONZÁLEZ. La memoria del aire 106 páginas. Caja Laboral, Bilbao Asume, Pablo, que todo lo pasado es un preámbulo, un amanecer sin noche todavía, calma tus propios duelos, escribe el líquido de tanto ya no es posible y parpadea, conquista aquel instante que todo lo justifica, pues al fin, camarada, poco tiene sentido más que la mano abierta, la palabra erguida, la constancia en los intentos. Aquí, tal vez, resida la belleza de esta obra, la metafísica de sus imágenes y el desgarro de su letra. Maria Victoria Reyzábal Acogidos en el regazo de la excelente fotografía de Mikel Alonso, engarzadas en el diseño sobrio e impecable de Paciel González, los versos de Pablo González de Langarika nos abren las puertas, nos invitan a recorrer algunas de sus estancias más íntimas. Pablo nos dice que las historias son contadas por la luz y las gaviotas, él que sabe de sombras y resplandores, de niebla y de penas, de muros con ventanas al cosmos de las olas. Sus aves revolotean sentimientos, amores logrados, amores imposibles. Cuando la marea se ondula sobre la playa y construye encajes en la arena, la sal le reabre la melancolía, que supone “difuminada por la inercia de los años”. Y sí, la memoria olvida, pero no lo hace el tacto ni la mirada, ni el olor a renuncia. En las yemas de los dedos sobrevive el deseo que el pensamiento ya no recuerda, queda la musicalidad del beso que dimos y no dimos, el regusto de la piel entregada, el paisaje de gasas aéreas, la lluvia de luceros lavando nuestros corazones. Afirma que sin edad, sin calendarios, crecida en las tinieblas la voz entre los brillos, acaso metálicos de la distancia, acaso arena en el puño de la mano, aún pretende evadirse del tormento insoportable de ser hombre, peñasco de soledades, no acepta preguntas, transita la corriente como un canto rodado, pulido y suave; de tanto mirar a dioses desprevenidos la vida le ha cegado como a Tiresias, por eso sueña silencios que incumple clamorosamente, pues los caballos de su verbo se agitan y galopan hacia el todo de la nada o la nada del todo, hacia el camino sin retorno de la existencia. Constantemente grita, aúlla poesía como sus gaviotas y sus hieles, bajo el torrente, entre los goznes se busca en esencia y remolino, tierra arada para divinidades cerealeras, a las que sigue el rastro por su vena osada. Vacila y se afirma con las estaciones, la nieve, los ramajes, el viento, ajeno a las argucias de los semejantes inadecuados. A veces, escoge la postura del abismo, a veces la de la reminiscencia, la roca también se desintegra y dentro de cien años reducirá su forma a polvo, corriente del tiempo que modifica el planeta, que rompe las alianzas. La música le consuela, la fotografía le complementa en este libro que late, que sangra, que aunque él no lo crea abre caminos, erige boscajes y, a pesar de esa agonía que agoniza, el cáliz mantiene su vino para los milagros y los goces. 108 José FERNÁNDEZ DE LA SOTA Juan Larrea, versión terrestre. Muelle de Uribitarte. Col. Bilbaínos recuperados, 200 págs Con un estilo impecable, propio de los escritores más cualificados, José Fernández de la Sota nos guía a través de 200 páginas por los derroteros existenciales, cargados de intelectualidad, de Juan Larrea, un bilbaíno poco menos que inclasificable, nacido en el número 2 de la Calle Henao en el mes de marzo de 1895. De la Sota, desde ahora biógrafo incuestionable del autor de tantas y tan variadas obras, ensayos, reflexiones y versos, nos dice en el inicio: Bilbao es la provincia metalúrgica, clerical y natal de nuestro poeta. Pero también Madrid acaba siendo debajo de sus pies un poblado castizo y polvoriento, lleno de mugre y churros”. Y de ahí a París y luego a Nueva York y a Córdoba (Argentina). “Larrea no quiere estar, no quiere figurar, le importa ser”, dice De la Sota más adelante y reproduce las palabras que Santiago Amón recogería del propio Larrea: Como a Rimbaud me encanta eso de quemar las naves. Si usted repasa mi biografía, observará que soy un especialista en la materia. Desde niño mi objetivo era trasladarme a las Antípodas, a Oceanía, y terminé, de la forma más inesperada, en la altiplanicie de los Andes del Perú... y así, sucesivamente: siempre en los lugares más imprevisibles, a merced del espíritu que gobierna y da sentido a mi vida. “El fotógrafo (quiero decir el biógrafo) no tendrá más remedio que seguir a Larrea a través de seis países y de dos continentes”... Y así, de esa manera, el biógrafo se transmuta en explorador, en rastreador incansable de las huellas del poeta, del intelectual, del artista, del profeta. Y lleva a cabo su cometido examinando con rigurosidad cada detalle, cada pisada, cada pista que sin querer va dejando el personaje, la luz que centellea, el resplandor oculto tras su propia estela. Trabajo ímprobo, fecundo que, sabemos, a tenido que resumir a la mitad de la extensión precisa, Labor adicional realizada con igual eficacia que su trabajo de introspección y ejecución perfecta de cada línea del texto de este libro. esfuerzo que celebraremos con agradecimiento sincero, por mostrarnos de mente presente la figura de un hombre que merece ser conocido por cualquiera de sus múltiples facetas. Omar Fromm chones de los hoteles. Alguien nos lleva por el aire de esta hermosa novela picaresca, comunista y monárquica. Una especie de Torres Villarroel al volante de un Seat 850 que termina cambiando por un Audi de cuarta mano. Hay en las páginas de Aire nuestro una metamorfosis permanente del poeta Vilas, que se va convirtiendo en muchas cosas y casi en cualquier cosa. Un Mortadelo-Vilas explosivo, resentido, seráfico, feroz y feliz. José Fernández de la Sota Manuel VILAS Aire nuestro Jose Luis MORALES Alfaguara. Madrid, 2009. 259 páginas El viento entre las ruinas Se veía venir Aire nuestro desde hace un par de años. Se notaba en el aire, en el aire de los últimos libros de Manuel Vilas, que el poeta (porque Vilas es poeta, además de escritor de otras cosas que terminan también siendo poemas) no tendría más remedio que acabar escribiendo una novela titulada Aire nuestro. Una novela idéntica a Aire nuestro, publicada en otoño del año 2009 por Alfaguara. Se veía venir ese aire en los poemas de Calor (en el poema llamado “Aire nuestro”, el de los aparatos de refrigeración) y flotaba ese aire en la novela España, ese “aire nuestro” guilleniano que Vilas transformaba en sagrado aire impuro. Todo eso se veía, se notaba y se olía. Lo que no podía olerse era el revuelo que Aire nuestro iba a levantar en la esclerotizada novela española. Aire nuestro soplando contra la oceanografía de la caspa y el tedio. Solo por eso, por el aire levantado en el páramo, debemos gratitud a Manuel Vilas. Por eso y por haber escrito la primera novela española del siglo XXI. Novela que no hace falta defender con sesudos argumentos ni pesadas teorías filológicas. Lo ha dicho el propio autor: la suya no será (no lo es ni quiere serlo) una novela galdosiana, pero sí una novela cervantina. Claro que no existe hilo argumental. ¿Pero no es Aire Nuestro, la cadena de televisión independiente que Vilas pone en marcha, el hilo conductor de la novela, donde van enhebrándose las cuentas y los cuentos que no lo son del todo? Porque no, lo que hace Manuel Vilas no son cuentos, sino algo diferente. ¿Y el hilo, el dichoso hilo, no es el mando a distancia de la televisión? Y, por si fuera poco, no es la novela, según el padre Stendhal, un espejo a lo largo del camino? ¿Y quién puede negar que la televisión es ese espejo, el espejo a lo largo del camino que también la novela debe ser? ¿Dónde se encuentra pues el problema del hilo? De lo demás (del planteamiento, el nudo y el desenlace) mejor no hablamos. Digamos que Aire nuestro se parece bastante a la vida. Digamos que en la novela de Manuel Vilas el lector va a encontrar diversión y doctrina (una extraña doctrina, ya verán). Y buen fútbol. Y una gran teletienda. Y cine X. Y gloriosos capítulos, como el de Johnny Cash cantando en Compostela, el de Lezama Lima y Allen Ginsberg paseando de la mano por el Purgatorio o el dedicado a los col- Premio Internacional Miguel Hernández 2009. Hiperión, Madrid 2009, 77 págs. La frase Cuando la infancia pasa, los juguetes se vuelven tristes, de J. Emilio Pacheco, resumiría a la perfección la esencia de este libro. En El viento entre las ruinas las páginas se mueven como fantasmas. Todo el poemario es un expiación aséptica, un intento de exorcizarse de lo tangible, de la vacuidad de lo carnal: huir del presente y refugiarse en la expe-riencia. Al leerlo, cada poema nos sugiere un monólogo ininterrumpido, un travelling circular. Es como si siguiéramos un prisma con varios espejos que convergen en un único punto: una habitación en ruinas con todos espacios comunicados entre sí. J. L. Morales no pretende rescatar lo que ha dejado atrás, sólo se afana en observarlo con la resignación de quien ya lo ha dado todo por perdido “Todo está en el aire, nada puede ocultarse para siempre”. Hay cierta vocación de desprendimiento, de álbum fotográfico, de tendencia epistolar. Una poética de la sencillez que no interpreta ingenuos artificios sino que se adhiere a un lenguaje primigenio y elemental, a la plasticidad antropomórfica de los materiales de construcción, con el fin de conversar con las apariciones. A lo largo del libro, Morales retorna a La puebla, cerca del río Jabalón, al caserío donde pasó su infancia, hoy deshabitado. La fachada es un marcapasos ecléctico que habita en el poema: “¿Será/porque las casas son como el poema mismo,/ máscara y cárcel de quien las construye,/ rostro y espejo/ de quien las habita”. Es necesario que el sol atraviese los cimientos, que los muros sosieguen la distancia, que la perspectiva adquiera densidad y proteja a cada huésped: “al perder su cubierta ha muerto el mito/ del hogar como patria invulnerable”, escribe. Y a veces, duda de lo que ha sido (No sé si éramos otros,/ no sé si más felices o más jóvenes). Así, lo familiar se funde con lo genealógico: la vida misma transciende las anécdotas y reflexiona sobre la materia inasible del viento que es a su vez tiempo que pasa atravesándolo todo y que nunca vuelve. Aitor Francos 109 Francisco PINO Calamidad hermosa Cálamo Poesía. Palencia, 2010. 199 páginas Se incorpora al cuidado catálogo de Cálamo Poesía, colección dirigida por César Augusto Ayuso, el vallisoletano Francisco Pino (1910-2002), uno de los poetas más grandes, puros y ciertos del pasado siglo. Y también uno de los más variados, sorprendentes y jóvenes a lo largo de todas las edades de su larga vida. Como hace algunos años en la magnífica edición de Siempre y nunca, publicada por Cátedra, esta vez es también Esperanza Ortega quien se ocupa de organizar antológicamente la poesía de Francisco Pino. Y también esta vez ha encontrado la antóloga el título perfecto, Calamidad hermosa, para una reunión que dibuja fielmente el perfil leve y hondo de Pino. La levedad de Pino y su profundidad. Su peso metafísico y su ligereza. Su quietud y su vuelo libérrimo. Ortega ha organizado la poesía de Pino en varios apartados: “En Castilla”, “Con amor”, “Por y para la Poesía”, “Del sentido religioso”, “Contra el poder” y “Sobre el tiempo, el poder y la muerte.” Se forma así un completo arco temporal y temático en la poesía de Pino, ese poeta que deseaba desear hasta lo último y que lo consiguió. Clásico y vanguardista. Poeta religioso: “La religión le da al hombre alas de pájaro, le permite trasladarse hasta la lejanía del poema. ¿Qué sería de mí sin religión, sin esperanza?” Pero un poeta religioso que afirma: “Me revientan los césares bajo palio. Detrás de los roquetes, sobrepellices, cogullas, bonetes, banderolas, estandartes. Me revientan como a un caballo sin peto le revientan los cuernos o sea la Inquisición lunática, la confesión con dolor de atricción pálida, el cultivo del miedo hortícola.” Antes había escrito (Antisalmo 63): “Yo no estoy con la Iglesia de las pompas / porque estoy con las pompas de la espuma.” José Fernández de la Sota José A. RAMÍREZ LOZANO Copa de sombras, (I Premio de poesía Blas de Otero) Ed. Devenir, 2010, 62 páginas En Copa de Sombras, la escritura es desocupación del espacio, tránsito a través de lo transparente: es la aniquilación de quien se escribe a sí mismo en el poema “Nada fui antes de ser y nada quiero/ser después de la muerte.”. La desesperación por la brevedad de la existencia “La eternidad fue siempre/ ese infinito azogue en que se miran/ los ahogados del mar segundos antes/ de morir.” se suple con la celebra- 110 ción del triunfo de la muerte “Vedla ahí, en la meta,/ sentada sobre el mármol/ funeral de los podios,/ con su copa de sombras y aguardándonos.”. Todo el libro es una meditación elegíaca que se sostiene dentro de un afán de pulcritud, y, en ocasiones, de contención verbal “La virtud del cantor está en su ausencia”. En ese contexto, el autor sopesa los límites de la sintaxis e incluso se permite la torsión de la retórica clásica en algunos versos “La palabra me tiene,/ abunda en mí con pronunciar tan sólo”, aunque para ello a veces caiga en arcaísmos lingüísticos y en incorrecciones de estilo “Rescato alrededor para más serme” o “Pues que con noche escribo de estar solo”. La espiritualidad del tono es una lección de energía vital: se trata de aceptar la exaltación y de convertir la escritura en un eje de armonía bipolar, en formulaciones y respuestas. Especialmente eufórico en algunos textos (Oscuro arcángel) y algo más tópico en otros (Pétalo impar, Serpiente) hay muchos ejemplos de poemas magníficos, como Araña, donde la divinidad todo lo integra, todo lo digiere: “Convídame en tu asco a la aventura/ divina y hazme tuyo./ Vacíame de mí./ Sorbe el jugo de sombra/ que me encharca las vísceras.”. Los ecos de San Juan de la Cruz, de Hernández, de Otero y sobre todo de C. Rodriguez, le dan solidez a este poemario, que es un brindis de amor y de fe por algo de lo que nada sabemos pero que sustenta toda existencia, y que, como escribe Ramírez Lozano sólo la ausencia de todo lo define. Aitor Francos David HERNÁNDEZ SEVILLANO Razones de más Premio de Poesía F.C. Miguel Hernández de 2009 Col. Devenir, 2010, 77 páginas David Hernández Sevillano (Segovia, 1977), que logró con Razones de más (Colección Devenir) el Premio de Poesía Fundación Cultural Miguel Hernández de 2009, aúna en su poesía una estética acertada y vitalista, y una métrica perfecta. En Razones de más, libro que exige releerse pausadamente, hallamos una plasticidad lírica exigente, con rasgos de reflexión autobiográfica, de diario íntimo; una simbiosis de estímulos poéticos que actúan a modo de calendario vital, de instantáneas de lo cotidiano. El entorno paisajístico es el objeto del poema, y es precisamente en la densidad descriptiva de textos como En clave de sol, Esperanza o El ritmo de las piedras donde el conjunto alcanza su clímax. La variedad metafórica, la condensación de elementos rítmicos, el interés por seguir la tradición clásica sin pretensiones rupturistas ni abstracciones incoherentes tan típicas de la poesía joven, revelan un autor aderezado y constante, que no retuerce la escritura, que mima el esfuerzo de no repetirse en lo que dice, que pretende buscarse en cada palabra. En la sección Inventario mínimo, por ejemplo, la vacuidad del tiempo que transcurre y el azar de las circunstancias son las figuras que aclimatan la costumbre y vertebran la existencia hacia un punto de fuga inaccesible (la lluvia en la ciudad/también deforma el tiempo y sus orillas). En Imitación de Babel el lenguaje es simplemente un modo de resignarse (desde entonces hay tardes/ que llegan con una inclinación/ proclive a lo vacío) y una forma de intimidad (no despertarte/es todo cuanto puedo hacer por ti). Con todo, Razones de más es un libro absolutamente recomendable que no desmerece de otros poemarios de autores más loados, y cuya voz, heredera de Brines, de C. Rodríguez, de Juan R. Jiménez, se perfila como una novedad agradable y esperanzadora dentro del panorama poético actual. Aitor Francos Philippe LECHERMEIER y Aurelia FRONTY Hilo de hada. Zaragoza, Edelvives, 2009. 92 páginas Libro hermoso y gigante para que los niños se aficionen a la poesía, que se convierte en cuento, en consejos, en aforismos, en fábula, en anotaciones, en recetas, en fórmulas..., maravillosamente ilustrado y publicado, cómo no, en China, donde hace tiempo se imprimen este tipo de obras, lástima que en algunas ocasiones la lectura se dificulte por la falta de contraste de las letras sobre los colores del fondo. Los motivos se centran en la magia, las máquinas de sueños, la dilucidación del futuro, el invento de una lengua, la revisión del mito de Dafne, la historia de Míster Misterio, los cantos que encantan, la importancia de la ortografía, las circunstancias de Eco y varios más. El común desdoblamiento en espejo del texto poético en otro, que ofrece recomendaciones para volverse invisible, instrucciones para conseguir, por ejemplo, los distintos tipos de pesadillas, o de diferentes cuestiones permite un cambio de tono, menos expositivo, y más lúdico, pero ambos se conjugan a la perfección en esta propuesta especialmente interesante. Si realmente se quisiera fomentar la lectura, el gusto por la literatura, nada mejor que libros como el que comentamos: estético, favorecedor del pensamiento, la fantasía, la frecuentación de la belleza plástica, la imaginación, el juego e, incluso, el ansia de escribir, de pintar, todo ello tendente a una pedagogía emocional, íntima, respetuosa con el propio ritmo del pequeño lector, del degustador. Adecuado, por ello, para ser trabajado en el aula por maestros que conozcan el valor de estos materiales, estas hojas mágicas, este objeto que contagia, que alegra y maravilla, de manera que debemos felicitarnos porque, aunque se impriman lejos para abaratar el coste, es de destacar que las editoriales se ocupen de difundir tales tesoros iniciáticos. Mª Victoria Reyzábal Carlos ÁLVAREZ Tercera mitad (Antología poética) Eneida, Madrid, 2007, 319 págs. Este viejo luchador antifranquista (Jerez de la Frontera, 1933), constituido en uno de los máximos representantes de la poesía social y política de los años 60, víctima de la cárcel y el exilio, reúne aquí una amplia selección de su producción poética, entre la que destaca ostensiblemente, como es lógico, su opción a favor del humanismo, la ética y el compromiso sociopolítico. Esta poesía, según José Esteban, prologuista de la obra, es sencilla, directa, sincera, despojada de todo artificio retórico, dirigida al corazón de las gentes sencillas, y, sobre todo, a la inteligencia de las gentes comprometidas con la lucha a muerte con el franquismo, poesía cuyos maestros más cercanos fueron Gabriel Celaya, Blas de Otero y Ángela Figuera Aymerich, sin bien Álvarez recoge, especialmente en sus poemas rimados, la fecunda herencia de nuestras mejores voces clásicas: Lope de Vega, Quevedo, Bécquer o los maestros románticos del siglo XIX, sin excluir a los grandes autores contemporáneos de la poesía humanista, social y de testimonio, cuyo mensaje está también latiendo en los versos de nuestro poeta, como, por ejemplo, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti o Pablo Neruda. Así pues, Álvarez encarna la voz de los que no tienen voz en aquellos años difíciles de la dictadura, según una lúcida concepción de la poesía como herramienta de transformación social, muchas veces en clave autobiográfica, como muestran los poemas escritos desde la cárcel, a todo lo cual hemos de añadir, más adelante, una cierta evolución hacia otros registros más líricos e intimistas, o bien hacia tendencias neopopularistas y sapienciales, convirtiendo así su quehacer poético, en cierta medida, en una escritura idónea para la transmisión oral. En otras ocasiones, su obra nos muestra magníficas piruetas simbolistas o culturalistas, abarcando de esta forma innumerables connotaciones. En este sentido, a veces el autor intercala-en tres de las catorce secciones del libro-breves prosas que presentan una original simbiosis entre relato, ensayo y poema, textos que son homenajes o recreaciones de la obra o la vida de grandes personajes de la literatura, la historia, la mitología, las artes y la cultura en general. En cualquier caso, predomina en esta poesía, como decíamos, el aspecto netamente político, pues es obvia la opción ideológica de Carlos Álvarez, patente a lo largo de toda su obra: …siempre estará mi voz con los paisanos / de la patria en naufragio (“Balance”, pág.111), situándose así a favor de la España republicana de los perdedores, pues …las coplas / de La Internacional es lo que canto (“Sinfonía heroica”, pág. 250). La utopía que supone un sistema colectivista también aparece claramente: …donde se enlace / mi sangre con la sangre del racimo (“Bajo la piel…”, pág. 133), …darse 111 cuenta / de que todos (el “yo” en ellos perdido) / formamos un “nosotros” (“En el fondo…”, pág. 134), o el licántropo que es partidario de la propiedad colectiva de los medios de producción (“Segundo infolio”, prosa de la pág. 160). Por otra parte, son innumerables los ejemplos de denuncia social (explotación, injusticia, represión, belicismo, etc.), de lucha y de testimonio, especialmente las descripciones de la Guerra Civil, los análisis de la realidad y las lecciones de la historia en relación con la crítica al nazismo, amén de tres claves constantes que explican la poética de nuestro autor: la solidaridad antropocéntrica, la nostalgia de la infancia, la juventud y la esperanza utópica. Luis Arrillaga Álvaro SALVADOR La canción del Outsider. XI Premio de Poesía Generación del 27. Visor. Madrid, 2009. Impulsor a comienzos de los años ochenta, junto con Luis García Montero y Javier Egea, de la “otra sentimentalidad”, Álvaro Salvador (Granada, 1950) ha permanecido fiel a muchos de los principios estéticos de la que ha sido una de las tendencias dominantes en la poesía de las últimas décadas. La conciencia crítica de que la sentimentalidad, y la concepción del individuo que se deriva de ella, es consecuencia de unas determinadas condiciones históricas y sociales, conlleva a su representación y análisis en el poema. La canción del Outsider (2009) redunda en ese aspecto, pero desde una nueva perspectiva, la que otorga precisamente esa condición de outsider, de marginalidad; condición que viene en este caso circunstancialmente determinada por una estancia norteamericana. La extrañeza ante el paisaje circundante va a llevar progresivamente al análisis y la crítica de una melancolía y una nostalgia, resultantes de una construcción de la memoria subjetiva, que no pueden sino ser cuestionadas por una conciencia histórica que busca su solidaridad con los otros, a la visión crítica de los “trenes de la historia”, a la concepción de la muerte cercana inserta en el devenir de la historia de los “demasiados muertos”, etc. No falta en ello una dicción coloquial, narrativa muchas veces e incluso próxima a la explotación poética del prosaísmo, que apunta implícitamente a la construcción simbólica de las acciones cotidianas representadas en los poemas. La mirada poética se proyecta así en una doble distancia, la de la intimidad creada y la de su representación. El libro se va componiendo como una especie de voz coral que adopta diversos moldes estilísticos que la conforman, desde el haikú, al largo poema meditativo, pasando por el epigrama, la balada, la letanía o la recreación del erotismo desde una perspectiva combinada del modernismo finisecular con la lírica amatoria del medio siglo. Son esos diversos tonos los que forman esa coralidad de la “canción” de un personaje que se compone en los márgenes de la Historia, pero también de la historia que (lo) relata; de un personaje, como 112 el outsider, que está a la vez dentro y fuera del discurso que lo escribe, en que se inscribe. Es esa misma conciencia de construcción de la subjetividad, escenificada en la representación de la construcción y análisis de la sentimentalidad en el espacio del poema, la que se proyecta sobre el discurso de la Historia, que no aparece así como un relato concluso y dado, sino como una realidad en construcción y por lo tanto practicable. Juan José LANZ Francisco UMBRAL Obra poética (1981-2001) Seix Barral, Barcelona, 2009, 301 págs. Aparece ahora esta recopilación poética de la mano del crítico Miguel García-Posada, responsable de la selección y autor de una introducción esclarecedora y documentada. Digamos previamente que en todas las obras de Umbral, sean del género que fueren, aletea el “duende” de la poesía, de forma que toda su escritura posee una innegable connotación mágica y una unión íntima con la vida, ya sea propia o ajena. El único poemario que el autor publicó en vida fue Crímenes y baladas (Cuenca, 1981), al cual hemos de añadir ahora la aparición post morten de varias carpetas con más de 300 poemas, casi todos datados entre 2000 y 2001 (excepto tres de 2002 y cuatro sin fecha), configurando así una suerte de “diario poético”, de los cuales sólo 126 han sido incluidos en el presente volumen. No obstante, cuesta creer que, entre 1981 y 2000, nuestro autor no escribiera ningún poema, siendo como era enormemente prolífico y polifacético, de forma que presumimos que, más adelante, tal vez aparezcan nuevas colecciones elaboradas entre esos años. La disposición de todos estos poemas, escrupulosamente fechados, no sigue, empero, un orden cronológico, sino temático. La mayoría son silvas, si bien hay una gran cantidad de poemas en prosa de muy variadas estéticas y construcciones formales; mientras en algunos se usan los versos blancos alejandrinos y endecasílabos o las técnicas del versículo y el versolibrismo, otros semejan artículos periodísticos y unos terceros presentan estrechas conexiones con el lenguaje narrativo típico del autor. En este último sentido, muchos de los textos, ya sean en prosa o en verso, son, en gran medida, otras tantas anécdotas y crónicas descriptivas de la vida pública cultural española o de la cotidianeidad, con un frecuente desfile de personajes famosos o con marcados rasgos autobiográficos. Así pues, muchas de estas piezas son retratos pintorescos o inverosímiles sobre multitud de temas y personas: historia, política, la Biblia, literatura, lingüística, arte, cine, etc., temas que conforman un extenso comentario poético y que son usados como pretexto para crear atmósferas líricas en una suerte de “noticiero de actualidad” en el que el autor glosa hechos trágicos, sociales o pintorescos, dejando fluir así su vena de periodista. Amén de la vastedad de semejante abanico culturalista, la amplitud temática es inmensa: un erotismo de gran belleza lírica, a veces elegante y a veces procaz: las emocionadas elegías a su hijo enfermo o muerto; la denuncia social; el existencialismo pesimista y desolado; la ecología; la poesía para niños: o las series monográficas (sobre animales, flores, pintores o dolencias). Tanto en unos casos como en otros, son constantes la ironía, el humor, la ternura, el desparpajo y la provocación, sin menoscabo de la belleza lírica y de la originalidad metafórica, todo ello a base de un lenguaje en el que predominan la enumeración y la exuberancia verbal y de adjetivos, como, sin duda, demuestran sus logros expresivos y sus definiciones a manera de greguerías; veamos un único ejemplo de ambos casos: entre los primeros, perdió el viento sus relojes (pág. 61); entre las segundas, la niebla es un harapo de la noche (pág. 146). Este libro constituye un gran alarde lírico digno de un escritor completo que, como afirma García Posada, …se origina en Quevedo, se cruza con Bécquer, se nutre de Darío, Juan Ramón y Valle, y después se sumerge en Neruda y los poetas del 27. Luis Arrillaga José M.ª MUÑOZ QUIRÓS y Agustín IBARROLA La piedra y el viento PPE-DE, Ávila, 2008, 62 págs. Este libro, editado primorosamente en formato revista, comprende 24 bellos poemas de José María Muñoz Quirós, 12 hermosos dibujos a todo color del artista vasco Agustín Ibarrola y 4 lúcidos textos preliminares de Hans-Gert Pöttering, Agustín Díaz de Mera y los propios autores, con lo que queda así organizada la fiesta de la luz, la belleza, la armonía, el color y los espacios para homenajear a los celtas: memoria de Europa, subtítulo de la obra que explica en parte su contenido. Así pues, en este alarde simbiótico de poesía y pintura, los autores indagan en las raíces comunes de Europa y recrean la herencia de aquellos primitivos pobladores, con la constante de la piedra unida a la memoria de la civilización celta, constante que supone un hilo conductor ya presente desde el bellísimo poema en prosa que hace las veces de prólogo y que es un homenaje al arte de Ibarrola, texto que supone un canto a la piedra y a Europa y una exégesis lírica de registros pictóricos: Piedra a piedra, como lágrima a lágrima, se levanta el silencio (pág. 13); constante repetida en diversos momentos del libro: Se ha olvidado la piedra / de su quemante nombre (pág. 29); o …la poderosa furia de los hijos de la piedra y el humo (pág. 61). Estos “hijos” son los celtas …que habitan la voz / del dolorido murmullo de las fuentes, /… hijos ocultos del silencio (pág. 25) que nos traen …la indeleble voz de los ausentes (pág. 26), pues …Sólo en esa memoria / de cristal / contengo el infinito (pág. 18), es decir, toda la proyección de aquella cultura hacia el futuro. El lenguaje de Muñoz Quirós es aquí más suelto y natural que en el resto de su obra poética, es decir, menos elaborado, pero pleno de bella elegancia, lirismo, magia y atmósfera de misterio, de suerte que, en general, el discurso adquiere unos tonos épicos y exuberantes que, a veces, devienen en expresiones solemnes impactantes para el lector. En este sentido, proliferan los casos de una bella plasticidad paralela a los dibujos de Ibarrola, originales metáforas e imágenes y aciertos expresivos sorprendentes. Citemos, para terminar, unos ejemplos de éstos últimos: el cuerpo del aire (pág. 17) o tallo de nieblas (pág. 50), sin olvidar ciertas hermosas prosopopeyas, como el silencio / abre sus alas (pág. 30) o el vuelo azul del valle(pág. 58). Luis Arrillaga Roberto LASTRE: Vapor del vacío ArteActivo Edcs. Vitoria-Gasteiz, 2010, 70 págs. Después de cuatro novelas y un libro de relatos, el escritor y editor cubano afincado en Gasteiz da a la luz su primer poemario, si bien ya antes había participado como impulsor y coordinador de experiencias poéticas con enfermos mentales asociados a ASAFES. Hay en esta breve selección –es fruto de la criba del propio autor sobre sus versos de una vidamucho del cada día, expresado con la sencillez más sorprendente. Soy, La casa, Lunes, Teléfono, Por la mañana … son títulos de poemas, agrupados algunos en estaciones o en días de la semana o en instantáneas del vivir rutinario, encumbrada a lo sublime que el verso da a la vida de diario. Poemas que emocionan hablando de los hijos que un día se vuelven aprendices de padres de los que antes lo fueron suyos ( Y ahora / que nuestros padres son hijos / no podemos abrigarles con los párpados…), poemas en el que el yo del autor se desdobla en el otro, en ese buen amigo machadiano (voy amparándome en los otros / contemplando la forma que tengo de mover los brazos ); estampas de paisaje abarcable en figuras caprichosas (la nieve derretida ha dejado un reloj en el tejado), optimismo en medio de los miedos (no hay obstáculo si sonríes). Es, o parece, la poesía de Roberto Lastre, un ramo de reflejos, de sombras de colores de las cosas, o como han dicho ya en alguna otra parte, seguramente eco del propio autor, “un inventario poético de la cotidianeidad”, en el que sobran metros, sin más ritmo que la enumeración y la superposición calculadamente caótica; una especie de experiencia pictórica trenzada de palabras para expresar la ternura amorosa ( nada falta y nada sobra cuando soy una gota en tus ojos ), evocación de hogar distante :Abres el costurero de fondo rojo como un sombrero mágico./ Eliges hilos azules y una aguja brillante / Muerdes el hilo y eres de súbito mi madre / apretando los labios hasta quedarse con la hebra. Así es la poesía de Roberto, parecida a su modo de hablar cuando dice de lo que escriben los demás, de los que admira, sin aspavientos. S.Calleja 113 PUNTOS DE VENTA DE ZURGAI: Bilbao ELKAR.- C/ Ldo. Poza, 22 ELKAR.- C/ Iparraguirre, 26 ELKAR.- C/ Portal de Zamudio CÁMARA.- C/ Euskslduna, 8 CASA DEL LIBRO - C/ Alda. de Urquijo, 9 Quiosco A. BLANCO.- Plaza Circular Donostia (Guipuzcoa) ELKAR.- C/ Fermín Calbetón, 21 LAGUN.- C/ Urdaneta, 3 HONTZA.- C/ Oquendo, 4 Tienda de recuerdos del Santuario de ARANTZAZU ELKAR.- C/ Paseo Colón, 8 (Irún) Vitoria CASA DEL LIBRO.- C/ Arca, 11 ELKAR.- C/ San Prudencio, 7 Santander GIL.- Gral. Dávila, 268 GIL.- San Fernando, 62 Pamplona PARNASILLO.- C/ Castillo Maya, 45 AUZOLAN.- C/ Tudela, 16 ELKAR.- C/ Comedias, 14 ELKAR.- C/ A.M. Larraona, s/n . Edf. Golen Madrid HIPERIÓN.- C/ Salustiano Olózaga, 14 VISOR.- C/ Isaac Peral, 18 CENTRAL.- Museo Reina Sofía ANTONIO MACHADO.- Círculo de Bellas Artes DEL CENTRO.- C/ Galileo, 52 ENCLAVE DE LIBROS.- C/ Relatores, 16 Barcelona CENTRAL.- C/ Mallorca, 237 CENTRAL.- C/ Elisabets, 6, 237 Sevilla LA FUGA.-C/ Conde de Torrejón, 1 NUÑO.-C/ San Luis, 83 Cádiz MANUEL DE FALLA - Plaza Mina, 2 Libros recibidos: Coral negro La memoria de los esclavos Fernando Palazuelos Edc. Baile del sol Palabras de fuego Manuel Jurado López de la luna libros La obra literaria de Acacia Uceta Luis Arrillaga Diputación Provincial de Cuenca Atravesando la noche El único día Karmelo C. Iribarren Huacanamo El hombre que amaba a los perros Leonardo Padura colección andanzas. Tusquest Ed. Cuerpos varados Jacinta Negueruela Poesía. Devenir Al otro lado Manuel Ballesteros Poesía. Devenir El hombre crepuscular (Poesía 1960 – 2008)) Jesús Hilario Tundidor Calambur. 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Popular S.S. de los Reyes Revistas recibidas: Granada BABEL - C/ San Juan de Dios, 20 PICASSO - C/ Obispo Hurtado, 5 TEOREMA - C/ Melchor Almagro, 7 Juan Manuel Uria Biblioteca CYH NERTER Alianza y condena HILOS DE ARAÑA León ALEJANDRÍA - C/ Fajeros, 2 ARTEMIS - C/ Villa de Benavente, 17 Claudio Rodríguez Cálamo Poesía Números 2 y 3 - 2009 (Tarancón) Desde antes Núms. 167, 168 y 169 - 2009 (Peñarroya) Antonio Méndez Rubio El fondeadero de la osa CARAVANSARI Valladolid MARGEN - C/ Enrique IV, 2 Tenerife EL PASO - C/ Tabares de Cala, 15 -LA LAGUNA Números 13 y 14 - 2009 (Tenerife) VENENO Número 3 – 2009 (Barcelona) Poemas de la herida Zaragoza ANTIGONA - C/ Pedro Cerbuna, 25 – CÁLAMO - C/ Plaza San Francisco, 4 Carlos Ruiz de Alegría Eds. Delia, S.L. LA HAMACA DE LONA Valencia PRIMADO - Avda. 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