Los libros

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Los libros
Los libros
Desolado y firme galopa por los días despreciando grietas y campanas, se instalas en su mesura de rabia poética, idolatría de las sesgadas vidas de los buenos, baldosas por las que
descansan o bailan muchas hojas secas, rieles de la brisa y los
rastrojos.
Pablo GONZÁLEZ. DE
LANGARIKA, Mikel
ALONSO, Paciel
GONZÁLEZ.
La memoria del aire
106 páginas. Caja Laboral, Bilbao
Asume, Pablo, que todo lo pasado es un preámbulo, un
amanecer sin noche todavía, calma tus propios duelos, escribe
el líquido de tanto ya no es posible y parpadea, conquista aquel
instante que todo lo justifica, pues al fin, camarada, poco tiene
sentido más que la mano abierta, la palabra erguida, la constancia en los intentos. Aquí, tal vez, resida la belleza de esta
obra, la metafísica de sus imágenes y el desgarro de su letra.
Maria Victoria Reyzábal
Acogidos en el regazo de la excelente fotografía de
Mikel Alonso, engarzadas en el diseño sobrio e impecable
de Paciel González, los versos de Pablo González de
Langarika nos abren las puertas, nos invitan a recorrer algunas de sus estancias más íntimas. Pablo nos dice que las
historias son contadas por la luz y las gaviotas, él que sabe
de sombras y resplandores, de niebla y de penas, de muros
con ventanas al cosmos de las olas. Sus aves revolotean
sentimientos, amores logrados, amores imposibles. Cuando la marea se ondula sobre la playa y construye encajes
en la arena, la sal le reabre la melancolía, que supone “difuminada por la inercia de los años”. Y sí, la memoria olvida, pero no lo hace el tacto ni la mirada, ni el olor a renuncia. En las yemas de los dedos sobrevive el deseo que
el pensamiento ya no recuerda, queda la musicalidad del
beso que dimos y no dimos, el regusto de la piel entregada, el paisaje de gasas aéreas, la lluvia de luceros lavando
nuestros corazones.
Afirma que sin edad, sin calendarios, crecida en las tinieblas la voz entre los brillos, acaso metálicos de la distancia,
acaso arena en el puño de la mano, aún pretende evadirse del
tormento insoportable de ser hombre, peñasco de soledades,
no acepta preguntas, transita la corriente como un canto rodado, pulido y suave; de tanto mirar a dioses desprevenidos la
vida le ha cegado como a Tiresias, por eso sueña silencios que
incumple clamorosamente, pues los caballos de su verbo se
agitan y galopan hacia el todo de la nada o la nada del todo,
hacia el camino sin retorno de la existencia.
Constantemente grita, aúlla poesía como sus gaviotas
y sus hieles, bajo el torrente, entre los goznes se busca en
esencia y remolino, tierra arada para divinidades cerealeras,
a las que sigue el rastro por su vena osada. Vacila y se afirma con las estaciones, la nieve, los ramajes, el viento, ajeno
a las argucias de los semejantes inadecuados. A veces, escoge la postura del abismo, a veces la de la reminiscencia, la
roca también se desintegra y dentro de cien años reducirá su
forma a polvo, corriente del tiempo que modifica el planeta,
que rompe las alianzas. La música le consuela, la fotografía
le complementa en este libro que late, que sangra, que aunque él no lo crea abre caminos, erige boscajes y, a pesar de
esa agonía que agoniza, el cáliz mantiene su vino para los
milagros y los goces.
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José FERNÁNDEZ DE LA
SOTA
Juan Larrea, versión terrestre.
Muelle de Uribitarte. Col. Bilbaínos recuperados, 200 págs
Con un estilo impecable, propio
de los escritores más cualificados, José
Fernández de la Sota nos guía a través
de 200 páginas por los derroteros
existenciales, cargados de intelectualidad, de Juan Larrea, un bilbaíno poco menos que inclasificable, nacido en el número 2 de la Calle Henao en el mes de
marzo de 1895. De la Sota, desde ahora biógrafo incuestionable del autor de tantas y tan variadas obras, ensayos, reflexiones y versos, nos dice en el inicio: Bilbao es la provincia
metalúrgica, clerical y natal de nuestro poeta. Pero también
Madrid acaba siendo debajo de sus pies un poblado castizo y
polvoriento, lleno de mugre y churros”.
Y de ahí a París y luego a Nueva York y a Córdoba
(Argentina). “Larrea no quiere estar, no quiere figurar, le importa ser”, dice De la Sota más adelante y reproduce las palabras que Santiago Amón recogería del propio Larrea: Como
a Rimbaud me encanta eso de quemar las naves. Si usted
repasa mi biografía, observará que soy un especialista en la
materia. Desde niño mi objetivo era trasladarme a las
Antípodas, a Oceanía, y terminé, de la forma más inesperada, en la altiplanicie de los Andes del Perú... y así, sucesivamente: siempre en los lugares más imprevisibles, a merced del espíritu que gobierna y da sentido a mi vida.
“El fotógrafo (quiero decir el biógrafo) no tendrá más remedio que seguir a Larrea a través de seis países y de dos continentes”... Y así, de esa manera, el biógrafo se transmuta en
explorador, en rastreador incansable de las huellas del poeta,
del intelectual, del artista, del profeta. Y lleva a cabo su cometido examinando con rigurosidad cada detalle, cada pisada, cada pista que sin querer va dejando el personaje, la luz que centellea, el resplandor oculto tras su propia estela.
Trabajo ímprobo, fecundo que, sabemos, a tenido que resumir a la mitad de la extensión precisa, Labor adicional realizada con igual eficacia que su trabajo de introspección y ejecución perfecta de cada línea del texto de este libro. esfuerzo
que celebraremos con agradecimiento sincero, por mostrarnos de mente presente la figura de un hombre que merece ser
conocido por cualquiera de sus múltiples facetas.
Omar Fromm
chones de los hoteles. Alguien nos lleva por el aire de esta hermosa novela picaresca, comunista y monárquica. Una especie
de Torres Villarroel al volante de un Seat 850 que termina
cambiando por un Audi de cuarta mano. Hay en las páginas
de Aire nuestro una metamorfosis permanente del poeta
Vilas, que se va convirtiendo en muchas cosas y casi en cualquier cosa. Un Mortadelo-Vilas explosivo, resentido, seráfico,
feroz y feliz.
José Fernández de la Sota
Manuel VILAS
Aire nuestro
Jose Luis MORALES
Alfaguara. Madrid, 2009. 259 páginas
El viento entre las ruinas
Se veía venir Aire nuestro desde
hace un par de años. Se notaba en el
aire, en el aire de los últimos libros de
Manuel Vilas, que el poeta (porque
Vilas es poeta, además de escritor de
otras cosas que terminan también
siendo poemas) no tendría más remedio que acabar escribiendo una novela titulada Aire nuestro.
Una novela idéntica a Aire nuestro, publicada en otoño del
año 2009 por Alfaguara. Se veía venir ese aire en los poemas
de Calor (en el poema llamado “Aire nuestro”, el de los aparatos de refrigeración) y flotaba ese aire en la novela España,
ese “aire nuestro” guilleniano que Vilas transformaba en sagrado aire impuro. Todo eso se veía, se notaba y se olía. Lo
que no podía olerse era el revuelo que Aire nuestro iba a levantar en la esclerotizada novela española. Aire nuestro soplando contra la oceanografía de la caspa y el tedio. Solo por
eso, por el aire levantado en el páramo, debemos gratitud a
Manuel Vilas. Por eso y por haber escrito la primera novela española del siglo XXI. Novela que no hace falta defender con
sesudos argumentos ni pesadas teorías filológicas. Lo ha dicho
el propio autor: la suya no será (no lo es ni quiere serlo) una
novela galdosiana, pero sí una novela cervantina. Claro que no
existe hilo argumental. ¿Pero no es Aire Nuestro, la cadena de
televisión independiente que Vilas pone en marcha, el hilo
conductor de la novela, donde van enhebrándose las cuentas
y los cuentos que no lo son del todo? Porque no, lo que hace
Manuel Vilas no son cuentos, sino algo diferente. ¿Y el hilo,
el dichoso hilo, no es el mando a distancia de la televisión? Y,
por si fuera poco, no es la novela, según el padre Stendhal, un
espejo a lo largo del camino? ¿Y quién puede negar que la televisión es ese espejo, el espejo a lo largo del camino que también la novela debe ser? ¿Dónde se encuentra pues el problema del hilo? De lo demás (del planteamiento, el nudo y el desenlace) mejor no hablamos. Digamos que Aire nuestro se parece bastante a la vida. Digamos que en la novela de Manuel
Vilas el lector va a encontrar diversión y doctrina (una extraña
doctrina, ya verán). Y buen fútbol. Y una gran teletienda. Y cine X. Y gloriosos capítulos, como el de Johnny Cash cantando en Compostela, el de Lezama Lima y Allen Ginsberg paseando de la mano por el Purgatorio o el dedicado a los col-
Premio Internacional Miguel Hernández
2009. Hiperión, Madrid 2009, 77 págs.
La frase Cuando la infancia pasa, los juguetes se vuelven tristes, de
J. Emilio Pacheco, resumiría a la perfección la esencia de este libro. En El
viento entre las ruinas las páginas se
mueven como fantasmas. Todo el poemario es un expiación aséptica, un intento de exorcizarse de
lo tangible, de la vacuidad de lo carnal: huir del presente y refugiarse en la expe-riencia. Al leerlo, cada poema nos sugiere
un monólogo ininterrumpido, un travelling circular. Es como si
siguiéramos un prisma con varios espejos que convergen en
un único punto: una habitación en ruinas con todos espacios
comunicados entre sí. J. L. Morales no pretende rescatar lo
que ha dejado atrás, sólo se afana en observarlo con la resignación de quien ya lo ha dado todo por perdido “Todo está
en el aire, nada puede ocultarse para siempre”. Hay cierta
vocación de desprendimiento, de álbum fotográfico, de tendencia epistolar. Una poética de la sencillez que no interpreta
ingenuos artificios sino que se adhiere a un lenguaje primigenio y elemental, a la plasticidad antropomórfica de los materiales de construcción, con el fin de conversar con las apariciones.
A lo largo del libro, Morales retorna a La puebla, cerca del
río Jabalón, al caserío donde pasó su infancia, hoy deshabitado. La fachada es un marcapasos ecléctico que habita en el
poema: “¿Será/porque las casas son como el poema mismo,/ máscara y cárcel de quien las construye,/ rostro y espejo/ de quien las habita”. Es necesario que el sol atraviese
los cimientos, que los muros sosieguen la distancia, que la
perspectiva adquiera densidad y proteja a cada huésped: “al
perder su cubierta ha muerto el mito/ del hogar como patria invulnerable”, escribe. Y a veces, duda de lo que ha sido
(No sé si éramos otros,/ no sé si más felices o más jóvenes).
Así, lo familiar se funde con lo genealógico: la vida misma
transciende las anécdotas y reflexiona sobre la materia inasible
del viento que es a su vez tiempo que pasa atravesándolo todo y que nunca vuelve.
Aitor Francos
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Francisco PINO
Calamidad hermosa
Cálamo Poesía. Palencia, 2010.
199 páginas
Se incorpora al cuidado catálogo
de Cálamo Poesía, colección dirigida
por César Augusto Ayuso, el vallisoletano Francisco Pino (1910-2002),
uno de los poetas más grandes, puros
y ciertos del pasado siglo. Y también
uno de los más variados, sorprendentes y jóvenes a lo largo de
todas las edades de su larga vida. Como hace algunos años en
la magnífica edición de Siempre y nunca, publicada por
Cátedra, esta vez es también Esperanza Ortega quien se ocupa de organizar antológicamente la poesía de Francisco Pino.
Y también esta vez ha encontrado la antóloga el título perfecto, Calamidad hermosa, para una reunión que dibuja fielmente el perfil leve y hondo de Pino. La levedad de Pino y su
profundidad. Su peso metafísico y su ligereza. Su quietud y su
vuelo libérrimo. Ortega ha organizado la poesía de Pino en varios apartados: “En Castilla”, “Con amor”, “Por y para la
Poesía”, “Del sentido religioso”, “Contra el poder” y “Sobre el
tiempo, el poder y la muerte.” Se forma así un completo arco
temporal y temático en la poesía de Pino, ese poeta que deseaba desear hasta lo último y que lo consiguió. Clásico y vanguardista. Poeta religioso: “La religión le da al hombre alas de
pájaro, le permite trasladarse hasta la lejanía del poema. ¿Qué
sería de mí sin religión, sin esperanza?” Pero un poeta religioso que afirma: “Me revientan los césares bajo palio. Detrás de
los roquetes, sobrepellices, cogullas, bonetes, banderolas, estandartes. Me revientan como a un caballo sin peto le revientan los cuernos o sea la Inquisición lunática, la confesión con
dolor de atricción pálida, el cultivo del miedo hortícola.” Antes
había escrito (Antisalmo 63): “Yo no estoy con la Iglesia de las
pompas / porque estoy con las pompas de la espuma.”
José Fernández de la Sota
José A. RAMÍREZ
LOZANO
Copa de sombras,
(I Premio de poesía Blas de Otero)
Ed. Devenir, 2010, 62 páginas
En Copa de Sombras, la escritura es desocupación del espacio, tránsito a través de lo transparente: es la
aniquilación de quien se escribe a sí
mismo en el poema “Nada fui antes
de ser y nada quiero/ser después de la muerte.”. La desesperación por la brevedad de la existencia “La eternidad fue
siempre/ ese infinito azogue en que se miran/ los ahogados
del mar segundos antes/ de morir.” se suple con la celebra-
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ción del triunfo de la muerte “Vedla ahí, en la meta,/ sentada
sobre el mármol/ funeral de los podios,/ con su copa de
sombras y aguardándonos.”. Todo el libro es una meditación
elegíaca que se sostiene dentro de un afán de pulcritud, y, en
ocasiones, de contención verbal “La virtud del cantor está en
su ausencia”. En ese contexto, el autor sopesa los límites de
la sintaxis e incluso se permite la torsión de la retórica clásica
en algunos versos “La palabra me tiene,/ abunda en mí con
pronunciar tan sólo”, aunque para ello a veces caiga en arcaísmos lingüísticos y en incorrecciones de estilo “Rescato alrededor para más serme” o “Pues que con noche escribo de
estar solo”. La espiritualidad del tono es una lección de energía vital: se trata de aceptar la exaltación y de convertir la escritura en un eje de armonía bipolar, en formulaciones y respuestas. Especialmente eufórico en algunos textos (Oscuro arcángel) y algo más tópico en otros (Pétalo impar, Serpiente)
hay muchos ejemplos de poemas magníficos, como Araña,
donde la divinidad todo lo integra, todo lo digiere:
“Convídame en tu asco a la aventura/ divina y hazme tuyo./
Vacíame de mí./ Sorbe el jugo de sombra/ que me encharca
las vísceras.”. Los ecos de San Juan de la Cruz, de
Hernández, de Otero y sobre todo de C. Rodriguez, le dan solidez a este poemario, que es un brindis de amor y de fe por
algo de lo que nada sabemos pero que sustenta toda existencia, y que, como escribe Ramírez Lozano sólo la ausencia de
todo lo define.
Aitor Francos
David HERNÁNDEZ
SEVILLANO
Razones de más
Premio de Poesía F.C. Miguel
Hernández de 2009
Col. Devenir, 2010, 77 páginas
David Hernández Sevillano
(Segovia, 1977), que logró con
Razones de más (Colección Devenir)
el Premio de Poesía Fundación
Cultural Miguel Hernández de 2009,
aúna en su poesía una estética acertada y vitalista, y una métrica perfecta. En Razones de más, libro que exige releerse pausadamente, hallamos una plasticidad lírica exigente, con rasgos
de reflexión autobiográfica, de diario íntimo; una simbiosis de
estímulos poéticos que actúan a modo de calendario vital, de
instantáneas de lo cotidiano. El entorno paisajístico es el objeto del poema, y es precisamente en la densidad descriptiva de
textos como En clave de sol, Esperanza o El ritmo de las piedras donde el conjunto alcanza su clímax. La variedad metafórica, la condensación de elementos rítmicos, el interés por seguir la tradición clásica sin pretensiones rupturistas ni abstracciones incoherentes tan típicas de la poesía joven, revelan un
autor aderezado y constante, que no retuerce la escritura, que
mima el esfuerzo de no repetirse en lo que dice, que pretende
buscarse en cada palabra. En la sección Inventario mínimo,
por ejemplo, la vacuidad del tiempo que transcurre y el azar de
las circunstancias son las figuras que aclimatan la costumbre y
vertebran la existencia hacia un punto de fuga inaccesible (la
lluvia en la ciudad/también deforma el tiempo y sus orillas).
En Imitación de Babel el lenguaje es simplemente un modo de
resignarse (desde entonces hay tardes/ que llegan con una inclinación/ proclive a lo vacío) y una forma de intimidad (no
despertarte/es todo cuanto puedo hacer por ti). Con todo,
Razones de más es un libro absolutamente recomendable que
no desmerece de otros poemarios de autores más loados, y cuya voz, heredera de Brines, de C. Rodríguez, de Juan R.
Jiménez, se perfila como una novedad agradable y esperanzadora dentro del panorama poético actual.
Aitor Francos
Philippe LECHERMEIER y
Aurelia FRONTY
Hilo de hada.
Zaragoza, Edelvives, 2009. 92 páginas
Libro hermoso y gigante para que
los niños se aficionen a la poesía, que
se convierte en cuento, en consejos,
en aforismos, en fábula, en anotaciones, en recetas, en fórmulas..., maravillosamente ilustrado y publicado, cómo no, en China, donde
hace tiempo se imprimen este tipo de obras, lástima que en
algunas ocasiones la lectura se dificulte por la falta de contraste de las letras sobre los colores del fondo. Los motivos se centran en la magia, las máquinas de sueños, la dilucidación del
futuro, el invento de una lengua, la revisión del mito de Dafne,
la historia de Míster Misterio, los cantos que encantan, la importancia de la ortografía, las circunstancias de Eco y varios
más. El común desdoblamiento en espejo del texto poético en
otro, que ofrece recomendaciones para volverse invisible, instrucciones para conseguir, por ejemplo, los distintos tipos de
pesadillas, o de diferentes cuestiones permite un cambio de tono, menos expositivo, y más lúdico, pero ambos se conjugan
a la perfección en esta propuesta especialmente interesante.
Si realmente se quisiera fomentar la lectura, el gusto por la
literatura, nada mejor que libros como el que comentamos: estético, favorecedor del pensamiento, la fantasía, la frecuentación de la belleza plástica, la imaginación, el juego e, incluso, el
ansia de escribir, de pintar, todo ello tendente a una pedagogía
emocional, íntima, respetuosa con el propio ritmo del pequeño
lector, del degustador. Adecuado, por ello, para ser trabajado
en el aula por maestros que conozcan el valor de estos materiales, estas hojas mágicas, este objeto que contagia, que alegra
y maravilla, de manera que debemos felicitarnos porque, aunque se impriman lejos para abaratar el coste, es de destacar que
las editoriales se ocupen de difundir tales tesoros iniciáticos.
Mª Victoria Reyzábal
Carlos ÁLVAREZ
Tercera mitad
(Antología poética)
Eneida, Madrid, 2007, 319 págs.
Este viejo luchador antifranquista
(Jerez de la Frontera, 1933), constituido en uno de los máximos representantes de la poesía social y política
de los años 60, víctima de la cárcel y
el exilio, reúne aquí una amplia selección de su producción poética, entre la que destaca ostensiblemente, como es lógico, su opción a favor del humanismo,
la ética y el compromiso sociopolítico.
Esta poesía, según José Esteban, prologuista de la obra,
es sencilla, directa, sincera, despojada de todo artificio retórico, dirigida al corazón de las gentes sencillas, y, sobre
todo, a la inteligencia de las gentes comprometidas con la
lucha a muerte con el franquismo, poesía cuyos maestros
más cercanos fueron Gabriel Celaya, Blas de Otero y Ángela
Figuera Aymerich, sin bien Álvarez recoge, especialmente en
sus poemas rimados, la fecunda herencia de nuestras mejores
voces clásicas: Lope de Vega, Quevedo, Bécquer o los maestros románticos del siglo XIX, sin excluir a los grandes autores
contemporáneos de la poesía humanista, social y de testimonio, cuyo mensaje está también latiendo en los versos de nuestro poeta, como, por ejemplo, Antonio Machado, Miguel
Hernández, Rafael Alberti o Pablo Neruda.
Así pues, Álvarez encarna la voz de los que no tienen voz
en aquellos años difíciles de la dictadura, según una lúcida concepción de la poesía como herramienta de transformación social, muchas veces en clave autobiográfica, como muestran los
poemas escritos desde la cárcel, a todo lo cual hemos de añadir, más adelante, una cierta evolución hacia otros registros
más líricos e intimistas, o bien hacia tendencias neopopularistas y sapienciales, convirtiendo así su quehacer poético, en
cierta medida, en una escritura idónea para la transmisión
oral. En otras ocasiones, su obra nos muestra magníficas piruetas simbolistas o culturalistas, abarcando de esta forma innumerables connotaciones. En este sentido, a veces el autor
intercala-en tres de las catorce secciones del libro-breves prosas que presentan una original simbiosis entre relato, ensayo y
poema, textos que son homenajes o recreaciones de la obra o
la vida de grandes personajes de la literatura, la historia, la mitología, las artes y la cultura en general.
En cualquier caso, predomina en esta poesía, como decíamos, el aspecto netamente político, pues es obvia la opción
ideológica de Carlos Álvarez, patente a lo largo de toda su
obra: …siempre estará mi voz con los paisanos / de la patria en naufragio (“Balance”, pág.111), situándose así a favor
de la España republicana de los perdedores, pues …las coplas
/ de La Internacional es lo que canto (“Sinfonía heroica”,
pág. 250). La utopía que supone un sistema colectivista también aparece claramente: …donde se enlace / mi sangre con
la sangre del racimo (“Bajo la piel…”, pág. 133), …darse
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cuenta / de que todos (el “yo” en ellos perdido) / formamos
un “nosotros” (“En el fondo…”, pág. 134), o el licántropo
que es partidario de la propiedad colectiva de los medios de
producción (“Segundo infolio”, prosa de la pág. 160).
Por otra parte, son innumerables los ejemplos de denuncia social (explotación, injusticia, represión, belicismo, etc.), de
lucha y de testimonio, especialmente las descripciones de la
Guerra Civil, los análisis de la realidad y las lecciones de la historia en relación con la crítica al nazismo, amén de tres claves
constantes que explican la poética de nuestro autor: la solidaridad antropocéntrica, la nostalgia de la infancia, la juventud y
la esperanza utópica.
Luis Arrillaga
Álvaro SALVADOR
La canción del Outsider.
XI Premio de Poesía Generación del 27.
Visor. Madrid, 2009.
Impulsor a comienzos de los años
ochenta, junto con Luis García Montero
y Javier Egea, de la “otra sentimentalidad”, Álvaro Salvador (Granada, 1950)
ha permanecido fiel a muchos de los
principios estéticos de la que ha sido una
de las tendencias dominantes en la poesía de las últimas décadas. La conciencia crítica de que la sentimentalidad, y la concepción del individuo que se deriva de ella, es consecuencia de
unas determinadas condiciones históricas y sociales, conlleva a
su representación y análisis en el poema. La canción del
Outsider (2009) redunda en ese aspecto, pero desde una nueva perspectiva, la que otorga precisamente esa condición de
outsider, de marginalidad; condición que viene en este caso circunstancialmente determinada por una estancia norteamericana. La extrañeza ante el paisaje circundante va a llevar progresivamente al análisis y la crítica de una melancolía y una nostalgia, resultantes de una construcción de la memoria subjetiva, que
no pueden sino ser cuestionadas por una conciencia histórica
que busca su solidaridad con los otros, a la visión crítica de los
“trenes de la historia”, a la concepción de la muerte cercana inserta en el devenir de la historia de los “demasiados muertos”,
etc. No falta en ello una dicción coloquial, narrativa muchas veces e incluso próxima a la explotación poética del prosaísmo,
que apunta implícitamente a la construcción simbólica de las acciones cotidianas representadas en los poemas. La mirada poética se proyecta así en una doble distancia, la de la intimidad creada y la de su representación. El libro se va componiendo como
una especie de voz coral que adopta diversos moldes estilísticos
que la conforman, desde el haikú, al largo poema meditativo,
pasando por el epigrama, la balada, la letanía o la recreación del
erotismo desde una perspectiva combinada del modernismo finisecular con la lírica amatoria del medio siglo. Son esos diversos tonos los que forman esa coralidad de la “canción” de un
personaje que se compone en los márgenes de la Historia, pero también de la historia que (lo) relata; de un personaje, como
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el outsider, que está a la vez dentro y fuera del discurso que lo
escribe, en que se inscribe. Es esa misma conciencia de construcción de la subjetividad, escenificada en la representación de
la construcción y análisis de la sentimentalidad en el espacio del
poema, la que se proyecta sobre el discurso de la Historia, que
no aparece así como un relato concluso y dado, sino como una
realidad en construcción y por lo tanto practicable.
Juan José LANZ
Francisco UMBRAL
Obra poética (1981-2001)
Seix Barral, Barcelona, 2009, 301 págs.
Aparece ahora esta recopilación
poética de la mano del crítico Miguel
García-Posada, responsable de la selección y autor de una introducción esclarecedora y documentada. Digamos
previamente que en todas las obras de
Umbral, sean del género que fueren,
aletea el “duende” de la poesía, de forma que toda su escritura posee una innegable connotación mágica y una unión íntima con la vida, ya sea propia o ajena.
El único poemario que el autor publicó en vida fue
Crímenes y baladas (Cuenca, 1981), al cual hemos de añadir
ahora la aparición post morten de varias carpetas con más de
300 poemas, casi todos datados entre 2000 y 2001 (excepto
tres de 2002 y cuatro sin fecha), configurando así una suerte
de “diario poético”, de los cuales sólo 126 han sido incluidos
en el presente volumen. No obstante, cuesta creer que, entre
1981 y 2000, nuestro autor no escribiera ningún poema,
siendo como era enormemente prolífico y polifacético, de forma que presumimos que, más adelante, tal vez aparezcan nuevas colecciones elaboradas entre esos años.
La disposición de todos estos poemas, escrupulosamente
fechados, no sigue, empero, un orden cronológico, sino temático. La mayoría son silvas, si bien hay una gran cantidad de poemas en prosa de muy variadas estéticas y construcciones formales; mientras en algunos se usan los versos blancos alejandrinos y endecasílabos o las técnicas del versículo y el versolibrismo, otros semejan artículos periodísticos y unos terceros
presentan estrechas conexiones con el lenguaje narrativo típico
del autor. En este último sentido, muchos de los textos, ya sean en prosa o en verso, son, en gran medida, otras tantas anécdotas y crónicas descriptivas de la vida pública cultural española o de la cotidianeidad, con un frecuente desfile de personajes
famosos o con marcados rasgos autobiográficos. Así pues, muchas de estas piezas son retratos pintorescos o inverosímiles sobre multitud de temas y personas: historia, política, la Biblia, literatura, lingüística, arte, cine, etc., temas que conforman un
extenso comentario poético y que son usados como pretexto
para crear atmósferas líricas en una suerte de “noticiero de actualidad” en el que el autor glosa hechos trágicos, sociales o
pintorescos, dejando fluir así su vena de periodista.
Amén de la vastedad de semejante abanico culturalista, la
amplitud temática es inmensa: un erotismo de gran belleza lírica,
a veces elegante y a veces procaz: las emocionadas elegías a su
hijo enfermo o muerto; la denuncia social; el existencialismo pesimista y desolado; la ecología; la poesía para niños: o las series
monográficas (sobre animales, flores, pintores o dolencias).
Tanto en unos casos como en otros, son constantes la ironía, el humor, la ternura, el desparpajo y la provocación, sin menoscabo de la belleza lírica y de la originalidad metafórica, todo
ello a base de un lenguaje en el que predominan la enumeración
y la exuberancia verbal y de adjetivos, como, sin duda, demuestran sus logros expresivos y sus definiciones a manera de greguerías; veamos un único ejemplo de ambos casos: entre los primeros, perdió el viento sus relojes (pág. 61); entre las segundas, la niebla es un harapo de la noche (pág. 146).
Este libro constituye un gran alarde lírico digno de un escritor completo que, como afirma García Posada, …se origina en Quevedo, se cruza con Bécquer, se nutre de Darío,
Juan Ramón y Valle, y después se sumerge en Neruda y los
poetas del 27.
Luis Arrillaga
José M.ª MUÑOZ QUIRÓS
y Agustín IBARROLA
La piedra y el viento
PPE-DE, Ávila, 2008, 62 págs.
Este libro, editado primorosamente en formato revista, comprende 24
bellos poemas de José María Muñoz
Quirós, 12 hermosos dibujos a todo color del artista vasco Agustín Ibarrola y 4
lúcidos textos preliminares de Hans-Gert Pöttering, Agustín
Díaz de Mera y los propios autores, con lo que queda así organizada la fiesta de la luz, la belleza, la armonía, el color y los
espacios para homenajear a los celtas: memoria de Europa,
subtítulo de la obra que explica en parte su contenido.
Así pues, en este alarde simbiótico de poesía y pintura,
los autores indagan en las raíces comunes de Europa y recrean la herencia de aquellos primitivos pobladores, con la constante de la piedra unida a la memoria de la civilización celta,
constante que supone un hilo conductor ya presente desde el
bellísimo poema en prosa que hace las veces de prólogo y
que es un homenaje al arte de Ibarrola, texto que supone un
canto a la piedra y a Europa y una exégesis lírica de registros
pictóricos: Piedra a piedra, como lágrima a lágrima, se levanta el silencio (pág. 13); constante repetida en diversos
momentos del libro: Se ha olvidado la piedra / de su quemante nombre (pág. 29); o …la poderosa furia de los hijos
de la piedra y el humo (pág. 61). Estos “hijos” son los celtas
…que habitan la voz / del dolorido murmullo de las fuentes, /… hijos ocultos del silencio (pág. 25) que nos traen
…la indeleble voz de los ausentes (pág. 26), pues …Sólo en
esa memoria / de cristal / contengo el infinito (pág. 18), es
decir, toda la proyección de aquella cultura hacia el futuro.
El lenguaje de Muñoz Quirós es aquí más suelto y natural
que en el resto de su obra poética, es decir, menos elaborado,
pero pleno de bella elegancia, lirismo, magia y atmósfera de misterio, de suerte que, en general, el discurso adquiere unos tonos
épicos y exuberantes que, a veces, devienen en expresiones solemnes impactantes para el lector. En este sentido, proliferan los
casos de una bella plasticidad paralela a los dibujos de Ibarrola,
originales metáforas e imágenes y aciertos expresivos sorprendentes. Citemos, para terminar, unos ejemplos de éstos últimos:
el cuerpo del aire (pág. 17) o tallo de nieblas (pág. 50), sin olvidar ciertas hermosas prosopopeyas, como el silencio / abre
sus alas (pág. 30) o el vuelo azul del valle(pág. 58).
Luis Arrillaga
Roberto LASTRE:
Vapor del vacío
ArteActivo Edcs. Vitoria-Gasteiz, 2010,
70 págs.
Después de cuatro novelas y un libro de relatos, el escritor y editor cubano
afincado en Gasteiz da a la luz su primer
poemario, si bien ya antes había participado como impulsor y coordinador de
experiencias poéticas con enfermos
mentales asociados a ASAFES. Hay en esta breve selección –es
fruto de la criba del propio autor sobre sus versos de una vidamucho del cada día, expresado con la sencillez más sorprendente. Soy, La casa, Lunes, Teléfono, Por la mañana … son títulos de poemas, agrupados algunos en estaciones o en días de la
semana o en instantáneas del vivir rutinario, encumbrada a lo sublime que el verso da a la vida de diario. Poemas que emocionan
hablando de los hijos que un día se vuelven aprendices de padres
de los que antes lo fueron suyos ( Y ahora / que nuestros padres
son hijos / no podemos abrigarles con los párpados…), poemas en el que el yo del autor se desdobla en el otro, en ese buen
amigo machadiano (voy amparándome en los otros / contemplando la forma que tengo de mover los brazos ); estampas de
paisaje abarcable en figuras caprichosas (la nieve derretida ha dejado un reloj en el tejado), optimismo en medio de los miedos (no
hay obstáculo si sonríes). Es, o parece, la poesía de Roberto
Lastre, un ramo de reflejos, de sombras de colores de las cosas,
o como han dicho ya en alguna otra parte, seguramente eco del
propio autor, “un inventario poético de la cotidianeidad”, en el
que sobran metros, sin más ritmo que la enumeración y la superposición calculadamente caótica; una especie de experiencia
pictórica trenzada de palabras para expresar la ternura amorosa
( nada falta y nada sobra cuando soy una gota en tus ojos ), evocación de hogar distante :Abres el costurero de fondo rojo como un sombrero mágico./ Eliges hilos azules y una aguja brillante / Muerdes el hilo y eres de súbito mi madre / apretando los labios hasta quedarse con la hebra. Así es la poesía de
Roberto, parecida a su modo de hablar cuando dice de lo que escriben los demás, de los que admira, sin aspavientos.
S.Calleja
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PUNTOS DE VENTA DE ZURGAI:
Bilbao
ELKAR.- C/ Ldo. Poza, 22
ELKAR.- C/ Iparraguirre, 26
ELKAR.- C/ Portal de Zamudio
CÁMARA.- C/ Euskslduna, 8
CASA DEL LIBRO - C/ Alda. de Urquijo, 9
Quiosco A. BLANCO.- Plaza Circular
Donostia (Guipuzcoa)
ELKAR.- C/ Fermín Calbetón, 21
LAGUN.- C/ Urdaneta, 3
HONTZA.- C/ Oquendo, 4
Tienda de recuerdos del Santuario de ARANTZAZU
ELKAR.- C/ Paseo Colón, 8 (Irún)
Vitoria
CASA DEL LIBRO.- C/ Arca, 11
ELKAR.- C/ San Prudencio, 7
Santander
GIL.- Gral. Dávila, 268
GIL.- San Fernando, 62
Pamplona
PARNASILLO.- C/ Castillo Maya, 45
AUZOLAN.- C/ Tudela, 16
ELKAR.- C/ Comedias, 14
ELKAR.- C/ A.M. Larraona, s/n . Edf. Golen
Madrid
HIPERIÓN.- C/ Salustiano Olózaga, 14
VISOR.- C/ Isaac Peral, 18
CENTRAL.- Museo Reina Sofía
ANTONIO MACHADO.- Círculo de Bellas Artes
DEL CENTRO.- C/ Galileo, 52
ENCLAVE DE LIBROS.- C/ Relatores, 16
Barcelona
CENTRAL.- C/ Mallorca, 237
CENTRAL.- C/ Elisabets, 6, 237
Sevilla
LA FUGA.-C/ Conde de Torrejón, 1
NUÑO.-C/ San Luis, 83
Cádiz
MANUEL DE FALLA - Plaza Mina, 2
Libros recibidos:
Coral negro
La memoria de los esclavos
Fernando Palazuelos
Edc. Baile del sol
Palabras de fuego
Manuel Jurado López
de la luna libros
La obra literaria de Acacia Uceta
Luis Arrillaga
Diputación Provincial de Cuenca
Atravesando la noche
El único día
Karmelo C. Iribarren
Huacanamo
El hombre que amaba
a los perros
Leonardo Padura
colección andanzas.
Tusquest Ed.
Cuerpos varados
Jacinta Negueruela
Poesía. Devenir
Al otro lado
Manuel Ballesteros
Poesía. Devenir
El hombre crepuscular
(Poesía 1960 – 2008))
Jesús Hilario Tundidor
Calambur. Poesía
La bámbola
Juana Castro
EH Editores
La hiedra y el mármol
Fernando de Villena
Ediciones Carena
Garabatos en el aire
Mikel Varas
Edicionesbeta
Ferry boat
Ricardo Ruiz
Poesía. Devenir
(Premio Salomé Ureña de Henriquez)
Alexis Gómez Rosa
República Dominicana
Travesías vanguardistas
Composiciones de lugar
Domingo Ródenas de Moya
Devenir Ensayo
Dominios de matiz
Juan Pastor
Poesía. Devenir
Transformaciones
Juan Manuel Uria
Sitio de Fuego/ 96
¿Quién es Werther?
(VI Premio de Poesía Joven
Félix Grande)
Andrés Catalán
Col. Literaria Univ. Popular S.S.
de los Reyes
Revistas recibidas:
Granada
BABEL - C/ San Juan de Dios, 20
PICASSO - C/ Obispo Hurtado, 5
TEOREMA - C/ Melchor Almagro, 7
Juan Manuel Uria
Biblioteca CYH
NERTER
Alianza y condena
HILOS DE ARAÑA
León
ALEJANDRÍA - C/ Fajeros, 2
ARTEMIS - C/ Villa de Benavente, 17
Claudio Rodríguez
Cálamo Poesía
Números 2 y 3 - 2009 (Tarancón)
Desde antes
Núms. 167, 168 y 169 - 2009 (Peñarroya)
Antonio Méndez Rubio
El fondeadero de la osa
CARAVANSARI
Valladolid
MARGEN - C/ Enrique IV, 2
Tenerife
EL PASO - C/ Tabares de Cala, 15 -LA LAGUNA
Números 13 y 14 - 2009 (Tenerife)
VENENO
Número 3 – 2009 (Barcelona)
Poemas de la herida
Zaragoza
ANTIGONA - C/ Pedro Cerbuna, 25 –
CÁLAMO - C/ Plaza San Francisco, 4
Carlos Ruiz de Alegría
Eds. Delia, S.L.
LA HAMACA DE LONA
Valencia
PRIMADO - Avda. Primado Reig, 102
SAHIRI - C/ Danzas, 5
Poetas y poéticas para la
España del siglo XXI
ALBORADA
La Coruña
LUME - C/ Fernando Macias,
Zamora
SEMURET.- C/ Ramos Carrión, 21
Salamanca
VICTOR JARA.- C/ Meléndez, 21
HYDRIA - Plaza de la Fuente, 17
114
Rafael Morales Barba
Col. Devenir. el otro
Sujetado rayo
José María Balcells
Col. Devenir. el otro
Número 25 – 2009 (Barcelona)
Núms. 32, 33 y 34 (Bilbao. Literarte. 2009)
REVISTA DE LIBROS
Números 155 y 156 (Fundación Caja
Madrid)
REVISTATLÁNTICA
La invención del paisaje:
un ensayo sobre la condición
humana
Número 33 (Diputación Prov. de Cádiz))
Benigno del Río Molina
Col. Devenir. el otro
Número 21 (Grupo literario Azuer Manzanares)
CALICANTO
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