91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 91 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR Bradley R. Agle, Thomas Donaldson, R. Edward Freeman, Michael C. Jensen, Ronald K. Mitchell y Donna J. Wood Resumen: Un vistazo rápido a lo que está ocurriendo en el mundo empresarial deja claro que la idea de los stakeholders está viva, bien y floreciente, y la cuestión ahora no es “si” la Stakeholder Theory superará los retos de su éxito, sino “cómo” lo hará. ¿Significa la “llegada” de la Stakeholder Theory un dinamismo, refinamiento y relevancia continuados o un estancamiento? ¿Cómo continuará desarrollándose la Stakeholder Theory superior? A la luz de estas preguntas y otras relacionadas, los autores de estos ensayos entablaron un diálogo continuo sobre el estado actual y futuro del pensamiento sobre los stakeholders. Comenzando con un repaso a la investigación y la teoría desarrolladas desde los grandes esfuerzos de teorización sobre los stakeholders de los años noventa, los autores ofrecen individualmente sus perspectivas en relación con los asuntos clave relevantes hoy día para del pensamiento sobre los stakeholders y para sugerir planteamientos posibles que podrían conducir hacia el desarrollo continuo de la Stakeholder Theory superior y permitirlo. Nota del editor: La asamblea nacional de la Academy of Management de 2007, celebrada en Filadelfia, presentó un simposio “panacadémico” sobre el futuro de la teorización sobre los stakeholders en la empresa. Para poner a disposición de un público más amplio las variadas perspectivas representadas en dicho simposio, sus participantes han facilitado estos ensayos breves e inducentes a la reflexión, que Business Ethics Quarterly ofrece a modo de diálogo sobre el estado actual y futuro de las perspectivas sobre los stakeholders. El organizador del simposio, Bradley Agle, y Ronald Mitchell hacen una introducción a las cuestiones y perspectivas sometidas a consideración. Siguen a estos comentarios los ensayos de Donna Wood, R. Edward Freeman, Michael Jensen, Thomas Donaldson y Ronald Mitchell, que concluyen con unos comentarios de Bradley Agle y Ronald Mitchell. Introducción: investigación reciente y cuestiones nuevas Bradley R. Agle y Ronald K. Mitchell L a idea de los stakeholders está viva, bien y floreciente. La cuestión ahora no es “si” la Stakeholder Theory superará los retos de su éxito, sino “cómo” lo hará. Una reciente muestra aleatoria de los sitios web (mirando declara- AURKILAN SPANISH ANNUAL Special Issue on Business Ethics Quarterly, 1 (2009). ISSN: 1889-4364. pp. 91-136 91Dialogue 92 19/5/09 12:00 Página 92 AURKILAN SPANISH ANNUAL ciones sobre la misión, visión, filosofía, valores, etc.) de 100 empresas extraídas de la lista Fortune 500 encontró que sólo 10 empresas defendían el énfasis “puro en los accionistas” de la maximización del valor para los accionistas y 22 defendían un enfoque en los accionistas “delimitado legal y éticamente”, mientras que 64 abrazaban los enfoques de “maximizar el bienestar de todos los stakeholders” y 2 tenían como objetivo solucionar los “problemas sociales obteniendo al tiempo un beneficio justo” (Agle y Agle, 2007). Por tanto, la cuestión ahora es si la “llegada” de la Stakeholder Theory supone un dinamismo, refinamiento y relevancia continuados o un estancamiento. ¿Continuará desarrollándose la Superior Stakeholder Theory y, de ser así, cómo? En esta introducción a los ensayos que siguen, adaptados del simposio de la Academy of Management celebrado en 2007 sobre la Superior Stakeholder Theory, situamos el simposio global dentro de la literatura sobre los stakeholders desarrollada desde los grandes esfuerzos de la Stakeholder Theory de los años noventa y ofrece una introducción general al diálogo. Después de los ensayos de cada uno de los panelistas del simposio, ofreceremos como conclusión algunos comentarios sobre las posibles avenidas que podrían conducir hacia el desarrollo continuo de la Superior Stakeholder Theory y permitirlo. En nuestro repaso preparatorio a la literatura reciente basada en los stakeholders (los participantes en el simposio) hemos observado tres corrientes en las obras estudiadas: 1. Obras referentes al debate básico: stakeholder frente a stockholder (accionista). 2. Obras que se centran en el desarrollo instrumental de los enfoques sobre los stakeholders. 3. Obras que generan nuevas cuestiones en la investigación de la Stakeholder Theory. La tabla 1 presenta artículos representativos de estas tres corrientes del pensamiento reciente en torno a los stakeholders. Nos resultó inmediatamente evidente que el objetivo primario de la corriente de “debate” de la investigación sobre la Stakeholder Theory ha sido abordar las afirmaciones sobre los privilegios o las aportaciones relativas de los stakeholders y los accionistas. La tabla 1 contiene ejemplos de distintos artículos que han asumido esta tarea con rigor y seriedad (por ejemplo, Freeman, Wicks y Parmer, 2004). Observamos también un subtema dentro de la literatura del debate, según el cual los autores han trabajado para desarrollar la claridad y especificidad teórica de las dos teorías yuxtapuestas (por ejemplo, Phillips, Freeman y Wicks, 2003; Smith, 2003). Este artículo ha sido publicado anteriormente en Business Ethics Quarterly, 18 (2), 2008, pp. 153190, con el título “Dialogue: Toward superior Stakeholder Theory”. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 93 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 93 En la corriente del desarrollo instrumental de la investigación reciente, vemos la premisa subyacente que se contempla: si la gestión sensible a los stakeholders es mejor, los accionistas deberían obtener mejores resultados (por ejemplo, Berman, Wicks, Kotha y Jones, 1999; Hillman y Keim, 2001). Un hallazgo primario y uniforme dentro de esta corriente de investigación –que, con o sin énfasis en los stakeholders, los resultados empresariales son muy parecidos– sugiere que hay espacio para una dirección centrada en los stakeholders que no perjudique los intereses de los accionistas y beneficie al mismo tiempo a un grupo de interesados más amplio (por ejemplo, Moneva, Rivera-Lirio y Muñoz-Torres, 2007). En la tercera corriente del trabajo reciente, centrada en la agenda de investigación, hay cuatro áreas de investigación nueva, que incluyen lo siguiente: a) Cómo las bases normativas de la Stakeholder Theory pueden ayudar al campo de la ética empresarial proporcionando perspectivas éticas útiles en los procesos de la gestión. b) Cómo las alternativas al debate stakeholder/accionista pueden proporcionar razones normativas para una acción receptiva a los stakeholders en la que el mercado falla a la sociedad; por ejemplo, un enfoque de fallos del mercado/respuesta del gobierno en circunstancias en las que la búsqueda del interés privado no conduce a un uso eficiente de los recursos de la sociedad ni a una distribución justa de los bienes de la sociedad (Heath, 2006; consúltense los comentarios de Jensen más adelante). c) Cómo la Stakeholder Theory puede proporcionar ideas y marcos que pueden ser utilizados por los directivos para gestionar mejor las organizaciones. d) Cómo una teoría y métodos mejores –bien tomados en préstamo de otros campos o propios del mundo de los expertos sobre los stakeholders– pueden servir al desarrollo de la Stakeholder Theory. Tabla 1. ‘Superior Stakeholder Theory’: algunas aportaciones entre 1999 y 2007 (dispuestas cronológicamente por tema principal) Stakeholder Theory normativa frente a Stockholder Theory Autor(es) Año Distribución Algunas ideas clave Marens y Wicks 1999 BEQ “Este deber fiduciario requiere el ejercicio de cuidado, lealtad y honestidad con respecto a los intereses financieros de los accionistas. Tales obligaciones no entran en conflicto con los objetivos normativos de la Stakeholder Theory”. Palmer 1999 BEQ “En primer lugar, demuestro que las consideraciones utilitaristas favorecen claramente a la Stakeholder Theory. Argumento a continuación que, 91Dialogue 19/5/09 94 12:00 Página 94 AURKILAN SPANISH ANNUAL a pesar de que Hasnas acertadamente acentúa la limitación deontológica básica que se encuentra en el centro de la Stockholder Theory, está equivocado al pensar que reconocer dicha limitación cuenta necesariamente en contra de la Stakeholder Theory”. Hendry 2001 BEQ “El artículo identifica tres tipos distintos de Stakeholder Theory normativa y tres niveles diferentes de reivindicación que tales teorías pueden hacer y utiliza esta clasificación para argumentar que los teóricos de la Stakeholder Theory han puesto sus miras sistemáticamente demasiado alto o demasiado bajo como para engranar de forma eficaz con la Shareholder Theory rival”. Jensen 2002 BEQ “Dado que es lógicamente imposible maximizar en más de una dimensión, un comportamiento con sentido requiere una función objetiva de un único valor. Doscientos años de trabajo en la economía y las finanzas suponen que, en ausencia de externalidades y monopolio (y cuando todos los bienes tienen un precio), se maximiza el bienestar social cuando cada empresa en una economía maximiza su valor de mercado total”. Marcoux 2003 BEQ “Propongo un argumento que pretende demostrar tanto el estatus moral especial de los accionistas en una empresa como la ineptitud moral concomitante de la Stakeholder Theory”. Phillips, Freeman y Wicks 2003 BEQ El objetivo de este artículo es como el de un fuego controlado que despeja parte de la maleza de las malas interpretaciones en la confianza de privar de un combustible fácil a la conflagración crítica que arrasaría la teoría”. Smith 2003 Sloan Mgt Review “¿Deberían las sociedades buscar sólo maximizar el valor para los accionistas o esforzarse por servir a los intereses a menudo en conflicto de todos los stakeholders? Puede encontrarse orientación explorando exactamente lo que dice y no dice cada teoría”. Freeman, Wicks y Parmer 2004 Org Science “Este artículo ofrece una respuesta al de Sundaram e Inkpen titulado ‘The Corporate Objective Revisited’, aclarando errores sobre la Stakeholder Theory y concluyendo que se sirve mejor a la verdad y la libertad considerando la ética y la empresa de forma combinada”. Velamuri y Venkataraman 2005 JBE “Los fundamentos normativos del modelo del gobierno corporativo centrado en el inversor, representado en la línea central del pensamiento 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 95 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 95 económico por la visión de la empresa como nexo de contrato, han sido atacados, principalmente por los proponentes de la Stakeholder Theory normativa. Nosotros argumentamos que la visión como nexo de contrato es estática y limitada debido a su asunción de la certidumbre precio-producto”. Heath 2006 BEQ “La cuestión que se plantea en este artículo es si el paradigma de los stakeholders representa la manera más fructífera de articular los problemas morales que surgen en los negocios. A modo de contraste, señalo otros dos planteamientos posibles de la ética empresarial: uno, una concepción más mínima, anclada en la noción de una obligación fiduciaria hacia los accionistas; y el otro, un concepto más amplio, centrado en el concepto de fracaso del mercado”. Agle, Mitchell y Sonnenfeld 1999 AMJ “Hallamos un gran respaldo para la relación atributo-prominencia y algunas relaciones significativas entre los valores de los directores gerentes, prominencia y resultado social corporativo, pero no encontramos ningún apoyo para el vínculo prominencia-rendimiento financiero”. Berman, Wicks, Kotha y Jones 1999 AMJ “Los resultados proporcionan apoyo para un modelo de gestión basado en los stakeholders estratégico, pero ningún apoyo para un modelo de compromiso basado en los stakeholders intrínseco”. Luoma y Goodstein 1999 AMJ Este estudio examinaba las relaciones entre las influencias institucionales y la representación de los stakeholders en los consejos de administración. Ogden y Watson 1999 AMJ Este estudio examinaba un argumento muy importante de la Stakeholder Theory: que una empresa puede simultáneamente mejorar los intereses de sus accionistas y de otros stakeholders relevantes. [...] Interpretamos este hallazgo como compatible con la Stakeholder Theory. Hillman y Keim 2001 SMJ “Nosotros [...] hallamos evidencia de que la gestión basada en los stakeholders conduce a un valor mejorado para los accionistas, mientras que la participación en los asuntos sociales se asocia negativamente al valor para los accionistas”. Omran, Atrill y Pointon 2002 Business Ethics: A European Review “La conclusión global es que no existe ninguna diferencia significativa en la rentabilidad para los accionistas entre las empresas orientadas a los stakeholders y aquéllas orientadas a los accionistas”. Stakeholder Theory instrumental 91Dialogue 19/5/09 12:00 96 Página 96 AURKILAN SPANISH ANNUAL Bartkus, Glassman y McAfee 2006 EMJ “Las formulaciones de la misión que incluyen frases que se refieren a lo que muchos pueden considerar las reglas fundamentales de la empresa tienen una relación positiva significativa con los resultados financieros: preocuparse por los empleados, ser responsable con la sociedad en la que se lleva a cabo la actividad empresarial y hacer hincapié en el sistema de valores propio y comunicarlo”. Moneva, Rivera-Lirio y Muñoz-Torres 2007 Industrial Management and Data Systems “La conclusión principal extraída del análisis muestra que los resultados financieros de los sectores u organizaciones con un compromiso estratégico mayor con los stakeholders no son inferiores a los de los sectores u organizaciones con un enfoque orientado a los accionistas”. Cludts 1999 BEQ “Aunque no nos oponemos al principio de justicia en sí mismo, afirmamos que, cuando este principio se aplica solamente a aquéllos que invierten en la empresa, no puede servir como base para una Stakeholder Theory ética”. Donaldson 1999 AMR “La cuestión más interesante en la Stakeholder Theory hoy día es si puede hallarse un pegamento conceptual lo suficientemente fuerte como para unir las corrientes metodológicas separadas de la Stakeholder Theory en un todo”. Donaldson y Dunfee 1999 HBS Press “Nuestro objetivo es ampliar significativamente la aplicación de los contratos sociales a la empresa. [...] La ética empresarial, afirmamos, es más un haz de visiones compartidas que un conjunto de pronunciamientos fijos”. Frooman 1999 AMR “Cuando se busca influir en la toma de decisiones de las empresas, ¿de qué tipo de estrategias de influencia disponen los stakeholders y qué determina el tipo que eligen utilizar éstos?”. Jones y Wicks 1999 AMR “Dado que ninguno de los planteamientos es completo sin el otro, proponemos una nueva forma de teorizar sobre las organizaciones: el desarrollo de una Stakeholder Theory convergente, normativa e instrumentalmente sólida”. Treviño y Weaver 1999 AMR “No estamos de acuerdo con el argumento de Jones y Wicks de que han desarrollado una ‘Stakeholder Theory convergente’ que orienta la in- Cuestiones nuevas: desarrollo adicional de la Stakeholder Theory 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 97 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 97 vestigación sobre los stakeholders hacia la integración teórica”. Scott y Lane 2000 AMR “Nosotros desarrollamos un modelo de construcción de la identidad de las organizaciones que reestructura la identidad de las organizaciones dentro del contexto más amplio de las relaciones directivo-stakeholder e integra de forma más eficaz la teoría sobre la identidad y la identificación de las organizaciones”. Van Buren 2001 BEQ “En este ensayo, propongo que puede combinarse un principio reconstruido de la justicia con la idea del consentimiento según se señala en los contratos sociales integradores (integrative social contracts, ISCT) para dar lugar a una Stakeholder Theory más normativa que tenga también ramificaciones para el gobierno corporativo”. Jawahar y McLaughlin 2001 AMR “Integramos la teoría y la investigación de áreas dispares para desarrollar una Stakeholder Theory descriptiva”. Kochan y Rubinstein 2000 Org Science “La idea de que la empresa debería ser responsable no sólo ante los accionistas, sino también ante un conjunto más amplio de stakeholders, está ‘en el aire’. Pero ¿cómo sería esa empresa?”. Post, Preston y Sachs 2002 Stanford University Press “Este libro presenta una visión basada en los stakeholders de la empresa en términos tanto teóricos como prácticos. Su proposición básica es que la riqueza de la organización se crea (o destruye) a través de las interacciones de la empresa con sus stakeholders”. Schneider 2002 Org Science “El modelo basado en los stakeholders del liderazgo en las organizaciones ayuda a predecir la efectividad de los líderes en organizaciones caracterizadas por límites de la organización confusos, jerarquías aplanadas y relaciones laborales generadas en ocasiones a través de contratos en lugar de empleo”. Wolfe y Putler 2002 Org Science “Nosotros argumentamos que un poderoso supuesto implícito en la literatura de los stakeholders –que las prioridades dentro de los grupos de stakeholders basados en roles son relativamente homogéneas– confunde nuestra visión de las relaciones entre la organización y los stakeholders”. Phillips 2003 Berrett-Kohler “Las obligaciones de la justicia para con los stakeholders crean obligaciones morales (normativas) directas”. 91Dialogue 19/5/09 12:00 98 Página 98 AURKILAN SPANISH ANNUAL Richards 2004 Journal of Mass Media Ethics “Un concepto adicional de la empresa y la dirección que parece directamente aplicable a los medios de comunicación informativos es la noción de los stakeholders”. Hall y Vrendenburg 2005 Sloan Mgt Rev “La gestión basada en los stakeholders –especialmente en los stakeholders secundarios– está cobrando cada vez más importancia en muchos sectores”. Pajunen 2006 Journal of Management Studies “Este artículo proporciona una teoría y un estudio de un caso real histórico que muestra cómo se puede identificar a los stakeholders más influyentes y cómo gestionarlos durante la supervivencia de una organización”. Bamet 2007 AMR “Propongo que la investigación sobre los argumentos empresariales de la responsabilidad social corporativa debe explicar la naturaleza dependiente de la trayectoria de las relaciones empresa-stakeholders y desarrollo el constructo de la capacidad de influencia de los stakeholders para llenar este hueco”. Vilanova 2007 EMJ “Este artículo propone una teoría alternativa sobre el papel de la dirección en el gobierno corporativo, la denominada Salient Stakeholder Theory a corto plazo, y la ilustra con el estudio de un caso real longitudinal del Eurotúnel”. Esta investigación y teoría proporcionó la base común para la interacción entre los participantes en el simposio. Como se verá en las observaciones de los miembros del panel, este intercambio se caracterizó por estar abierto a un debate dinámico y por cierto desacuerdo. Sin embargo, le guió un genuino espíritu de construcción de puentes para el entendimiento –y, cuando fue posible, el acuerdo– para el bien común, y esperamos que marque el tono para los avances posteriores en esta área. Aprovechando el debate de los stakeholders frente a los accionistas, Donna Wood centra primero nuestra atención en los fundamentos: los supuestos y justificaciones de una teoría que proporciona alternativas creíbles a determinado pensamiento económico recibido. Ed Freeman nos pide después que vayamos más allá de los manidos argumentos de “Friedman contra Freeman” para contemplar de forma colaboradora y operativa la pragmática de una Stakeholder Theory mejor. Michael Jensen aborda algunas de estas cuestiones argumentando a favor de la compatibilidad de una Stakeholder Theory superior, la ética, una distribución justa y una buena gestión con la maximización del valor a largo plazo, y considera en el proceso otros temas relevantes que abarcan desde el papel del gobierno hasta la irracionalidad de gran 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 99 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 99 parte del comportamiento humano. A continuación, poniendo este debate en un contexto más amplio, Tom Donaldson sugiere una lente por medio de la cual puede verse que la aparición y la influencia de la idea de los stakeholders –en comparación con la revolución copernicana– es la revolución normativa, que conserva ideas valiosas del pasado, al tiempo que progresa hacia ideas que pueden añadir más valor en el futuro. Respondiendo a la necesidad de que se establezca la visión instrumental de la utilidad de los stakeholders, Ron Mitchell emprende un estudiado experimento para esbozar el perfil del tipo de pensamiento requerido y para esbozar el perfil para el pensamiento requerido, la nueva entidad que podía resultar de la Stakeholder Theory superior, a la que denomina la empresa joint-stake (en contraste con la joint-stock company), centrándose específicamente en el papel de las nociones y prácticas de responsabilidad en dicha empresa. Sigue a continuación cada uno de los ensayos de los panelistas, que reflejan sus observaciones en el simposio. I. Responsabilidad corporativa y ‘Stakeholder Theory’: recusación del paradigma neoclásico Donna J. Wood E n enero de este año, George Akerlof, economista y ganador del premio Nobel, pronunció su discurso presidencial ante la American Economic Association (AEA). Akerlof hizo un llamamiento a un nuevo énfasis sobre la economía sensata y pragmática: “Piensan ustedes en los problemas del mundo –declaró– y preguntan: ¿puede hacer algo por ello el gobierno? Al mismo tiempo, mantienen ustedes su escepticismo de que el gobierno es a menudo ineficiente” (Uchetelle, 2007). Ciertamente no hay escasez de “problemas en el mundo”. La globalización ha dejado muy patente que las empresas multinacionales no tienen amo, y ha puesto claramente de relieve las desigualdades en ingresos, la pobreza extrema, los abusos de los derechos humanos, la degradación medioambiental y muchas otras cuestiones (Sen, 1997; Wood, Logsdon, Lewellyn y Davenport, 2006). Por otra parte, el ascendiente de la economía neoclásica en la esfera de la política pública angloamericana desde los años setenta en adelante ha devastado la capacidad del gobierno para contener el abuso de las empresas o mejorar la desesperación de los pobres (Phillips, 2006). Nos rodea la evidencia de que las políticas estrictas de libre mercado funcionan excelentemente bien para los ricos y poderosos, pero, para muchos otros, la vida se ha vuelto más difícil (Ehrenreich, 2001). También se ha hecho patente, tal como ha expuesto magistralmente el lingüista cognitivo George Lakoff (1996), que la economía neoclásica de la Chicago School es una agenda sociopolítica basada en valores que ponen de relieve la confianza en uno mismo sobre la salud 91Dialogue 19/5/09 100 12:00 Página 100 AURKILAN SPANISH ANNUAL comunitaria, la disciplina sobre la provisión de sustento y/o sufrir las consecuencias sobre crear oportunidades. En realidad, esta visión del mundo es un regreso de la era moderna al darwinismo social (Hofstadter, 1944). En su discurso presidencial en la AEA, Akerlof señaló ciertos supuestos falsos sobre los que se asienta la teoría económica neoclásica. Mencionó en particular la tendencia frecuente de las personas a conducirse “irracionalmente”, en el sentido estricto de no servir a los intereses propios económicos, y está estudiando ahora las otras normas y valores que sustentan el comportamiento humano (Uchetelle, 2007). Esta idea, por supuesto, no es una novedad para los filósofos y muchos científicos sociales. Y hay otros supuestos insostenibles que deben ser corregidos. Michael Jensen encapsuló muchos de estos supuestos de la “sabiduría común” en las finanzas y la economía cuando escribió: “Dado que es lógicamente imposible maximizar en más de una dimensión, un comportamiento con sentido requiere una función objetiva de un único valor. 200 años de trabajo en la economía y las finanzas implican que en ausencia de externalidades y monopolio (y cuando todos los bienes tienen un precio), el bienestar social se maximiza cuando cada empresa en una economía maximiza su valor de mercado total” (Jensen, 2002). He aquí los supuestos insostenibles incorporados en esta concisa afirmación, al menos en la medida en que se aplica a cualquier economía real: 1. Los agentes racionales intentan maximizar su interés propio, que se define en términos económicos estrictos. 2. Maximizar implica necesariamente recursos limitados que no pueden desplegarse en direcciones múltiples sin pérdida. 3. El comportamiento con sentido es maximizar el comportamiento. 4. No hay externalidades. 5. No hay monopolio. 6. Todos los bienes tienen un precio. 7. El bienestar social equivale a eficiencia. 8. El valor de mercado de una empresa es su valor total. El modelado matemático requiere supuestos como éstos, pero tales supuestos carecen de apoyo empírico –si se considera la evidencia fuera de los limitados confines de las finanzas y la economía– y son teóricamente destructivos. Sabemos demasiado sobre la irracionalidad humana y de las organizaciones y sobre la estrategia del satisficing [hacer lo suficiente para satisfacer las necesidades mínimamente] para cumplir objetivos múltiples (Egidi y Marris, 1995); sobre problemas de agencia, incentivos y control (Mitnick, 1980); sobre la imposibilidad empírica de “maximizar” frente a un conocimiento limitado, asimétrico y a menudo distorsionado (Arrow, 1984); y sobre la presencia de externalidades económicas y monopolio y el hecho de que no todos los bie- 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 101 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 101 nes tienen un precio (Stone, 1982). Sabemos que la eficiencia en la asignación de recursos es solamente un objetivo social deseable; otros incluyen el acceso justo a los beneficios y las cargas de la sociedad, así como su justa distribución, junto con la conservación de los derechos individuales y de los recursos compartidos en común. Sabemos del valor de las empresas como miembros de la comunidad, creadoras de conocimiento y agentes políticos. En resumen, sabemos demasiado sobre el papel institucional de la empresa en la sociedad como para que nos persuadan con argumentos sobre la gloria de los mercados libres sin restricciones con agentes en busca exclusivamente de maximizar su interés propio económico. Aunque hay muchas consecuencias beneficiosas de la búsqueda del interés propio, también puede haber consecuencias tóxicas si se ignora el papel institucional de la empresa. Las instituciones no existen para servir a sus propios fines, sino para servir las necesidades de las sociedades y sus pueblos. La empresa, como todas las demás instituciones sociales (incluyendo la familia, la religión, la educación, el gobierno, etc.), sirve funciones vitales, pero nunca es completamente libre de actuar como una entidad independiente. Todas las sociedades utilizan mecanismos de control social para gobernar a las personas, las organizaciones y las instituciones; estos mecanismos incluyen la legislación, la regulación gubernamental, las sanciones económicas, los incentivos de las organizaciones, la persuasión moral, los comportamientos interpersonales y la internalización individual de las reglas y normas. El derecho de una empresa a contaminar un parque, etiquetar mercancía erróneamente o engañar a los accionistas no llega a causar daño a los stakeholders pertinentes. Los mecanismos de control social de la sociedad ayudan a garantizar que no se violen tales derechos y, cuando lo son, que haya una compensación y retribución justa. Los mecanismos de control social ayudan a asegurar que las instituciones funcionen de forma efectiva y que se conserven las áreas comunes en beneficio de todos. Son un antídoto necesario para los efectos tóxicos de la búsqueda del interés propio económico y se ocupan de varios de los supuestos falsos que incorpora la economía neoclásica –en particular, los supuestos 4, 5, 6 y 7 enumerados antes–. La teoría y la investigación sobre la empresa y la sociedad –incluidas las teorías sobre los stakeholders– se han centrado de forma característica en la comunidad, la provisión de sustento, las oportunidades y la evitación de daños; sus expresiones más certeras destacan los derechos humanos, la dignidad, la justicia y la necesidad de que las empresas contribuyan a tales efectos deseables. El concepto de la responsabilidad social corporativa surgió con una forma de expresar la expectativa de que las empresas “buenas ciudadanas” reconocieran deberes para evitar daños a los stakeholders y contribuir al bienestar de la sociedad de forma que iban más allá de la ley y la misión económica de las empresas. Se pretendía originalmente que la responsabilidad social 91Dialogue 102 19/5/09 12:00 Página 102 AURKILAN SPANISH ANNUAL corporativa fuera un complemento, no un sustituto, del gobierno (Frederick, 2006; Wood, 1991). La responsabilidad social corporativa (corporate social responsibility, CSR) se estructuró en un principio como un mecanismo de control social voluntario por el cual las organizaciones empresariales cumplirían todos sus deberes en ausencia, o sin necesidad, de una intervención gubernamental demasiado restrictiva (Frederick, 1994). Sin embargo, el cumplimiento “voluntario” de la responsabilidad es en un sentido importante una contradicción de términos (los deberes requieren mecanismos de ejecución) y el concepto de la CSR lamentablemente ha venido a estar asociado en la práctica con la filantropía voluntarista y las relaciones comunitarias (Wood y Logsdon, 2002; Logsdon y Wood, 2002). Apareció entonces el concepto del resultado social corporativo como una manera de organizar los inputs, los rendimientos, los outputs y los efectos de la actividad corporativa de manera que los stakeholders pudieran quizá alcanzar la transparencia y garantía de obtención de objetivos que se requiere para que se satisfagan sus intereses legítimos (Carroll, 1979; Wartick y Cochran, 1985; Wood, 1991). A continuación, la Stakeholder Theory comenzó a ofrecer datos específicos sobre ante quién debería ser responsable una empresa y qué intereses y derechos específicos estaban en riesgo (Freeman, 1984; Mitchell, Agle y Wood, 1997). Sin una intervención con autoridad, sin embargo, estos intereses quedan a menudo sin satisfacer y los derechos se corrompen o violan. En esta era de la globalización, es imperativo que todos hagamos a las empresas responsables de cumplir sus objetivos económicos de manera ética y responsable socialmente. La empresa capitalista es la forma más eficiente que conocemos de organizar una economía, pero los mercados libres, sin ninguna intervención del gobierno o poderes compensatorios, no son la manera más efectiva de alcanzar objetivos sociales tales como la sostenibilidad medioambiental, los derechos humanos y la justicia. Las empresas que no pueden obtener beneficios de forma legal, ética y responsable no merecen sobrevivir, ni nuestro planeta puede permitirse que las empresas continúen tratando a sus stakeholders simplemente como otro “factor medioambiental” que hay que “gestionar”. En la práctica habitual, la CSR frecuentemente ofrece a las empresas la oportunidad de tener una buena apariencia y quizá compensar las consecuencias negativas de sus operaciones a través de la gestión de su imagen. No obstante, en su uso mejor y más elevado, la CSR ofrece un mecanismo conceptual para el autocontrol corporativo en condiciones de falta de control por parte de las instituciones. La historia reguladora occidental nos dice que los gobiernos y las empresas son aliados naturales, no enemigos; cuando los gobiernos no creen la infraestructura normativa y legal que equilibra los derechos sobre la propiedad con otros derechos de los stakeholders, cuando las empre- 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 103 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 103 sas se hallen en un entorno caótico, las empresas más fuertes buscarán racionalizar y estabilizar ese entorno creando y aplicando directrices; al principio voluntariamente y en último término respaldando la acción gubernamental para apoyar la igualdad de condiciones (Mitnick, 1981). El economista Akerlof está en lo correcto al decir que “el gobierno es a menudo ineficiente” (Uchetelle, 2007). Sin embargo, dado que nosotros conocemos el comportamiento humano, de las organizaciones y de las instituciones, el gobierno es el vehículo más efectivo para poner en práctica los controles sociales necesarios para apoyar la protección medioambiental, los derechos humanos y la justicia (Goodsell, 1983). A falta de controles gubernamentales apropiados (cuando los gobiernos son débiles, autoritarios o corruptos), la responsabilidad social corporativa es el segundo mejor sustituto para los amplios intereses de los stakeholders y la sociedad en general. La Stakeholder Theory y la responsabilidad social corporativa no pueden ofrecer una solución completa para tratar los problemas de las empresas en la sociedad. Sí pueden, no obstante, apuntar la necesidad de que existan controles sociales para fomentar los efectos beneficiosos de los comportamientos de las instituciones y regular o impedir que haya efectos perjudiciales. II. Poniendo fin al denominado debate “Friedman-Freeman” R. Edward Freeman C uanto más leo sobre lo que ha venido a llamarse Stakeholder Theory, quizá más vergüenza me da por haber tenido cierto pequeño papel en sus comienzos. La buena noticia es que la gente está tomando en serio estas ideas, pero hay un punto crítico en el que no coincido con muchos de los teóricos de la Stakeholder Theory. Es necesario que entendamos la Stakeholder Theory en las líneas siguientes. Milton Friedman, Oliver Williamson y Michael Jensen son teóricos de la Stakeholder Theory. Con esto quiero decir que si se entiende el espíritu de su obra, algunas de las palabras reales que han dicho recientemente y si tenemos una idea ligeramente más expresiva de la empresa que la que tienen la mayoría de los economistas, entonces las tensiones entre economistas y teóricos de la Stakeholder Theory simplemente se disuelven. Dado que Milton Friedman ya no está entre nosotros y, por tanto, no puede argumentar en contra de esta opinión, aprovecharé esta ocasión para poner fin al denominado “debate Friedman-Freeman”. Utilizo las comillas porque francamente hay cierto exceso de orgullo desmedido al poner incluso mi nombre en la misma frase que el de Friedman. Lo hago solamente en el contexto de esos dos artículos se imprimen repetidamente juntos en muchos libros de texto. Sólo se puede sentir reverencia ante la considerable contribución de Friedman a nuestra visión de 91Dialogue 104 19/5/09 12:00 Página 104 AURKILAN SPANISH ANNUAL los mercados, la política monetaria, el comercio internacional y el papel de la libertad en las sociedades de mercado democráticas. Siendo pragmático, me aburre el debate entre lo normativo, lo descriptivo y lo instrumental. Realmente no lleva a ninguna parte por un gran número de buenas razones. Como partidario de Dewey, me cansa el debate entre lo que realmente es el objeto de una empresa –en otras palabras, cuáles son los medios y cuáles los fines–. Dewey nos mostró hace muchos años que los medios tienen una forma de convertirse en fines que posteriormente encuentra la manera de generar medios nuevos. Ésa es una forma más interesante de pensar en la Stakeholder Theory. Como capitalista y libertario acérrimo que cree en la esperanza y la libertad humana y en la solidaridad comunitaria como dos lados de la misma moneda, me canso de estos debates que no hacen mucho por crear valor. Para empezar, quiero sugerir cómo hacer que la Stakeholder Theory levante el vuelo. No existe necesidad alguna de una “justificación fundacional normativa”, como muchos han sugerido. Sí necesitamos algunas ideas sencillas y muy prácticas. Sugeriré entonces por qué creo que Friedman, si se le lee correctamente, es realmente un teórico de la Stakeholder Theory. Hay cuatro ideas principales que hacen que la Stakeholder Theory alce el vuelo: la tesis de la separación, la tesis de la integración, el principio de responsabilidad y el argumento de las preguntas abiertas. La falacia de la separación es bastante sencilla, tal como Sen y otros han sugerido1. He escrito sobre esto ad nauseum en otras partes2. La idea básica es que ya no resulta útil separar las cuestiones de la empresa y las cuestiones de la ética. Eso es lo que hay detrás de la idea de Donaldson de una revolución normativa en la empresa (consúltese Donaldson, más adelante). Yo considero más útil llamarlo una “revolución integradora”. Se trata de cómo unir la parte normativa de la empresa con las demás partes. Eso es más interesante y útil que centrarse simplemente en la parte normativa. Una implicación que extraen Donaldson y otros es que la empresa necesita una justificación normativa. Interpreto que eso implica que necesitamos un aparato conceptual en la empresa que no cometa la falacia de la separación. Sin embargo, una segunda implicación quizá más importante es que tendríamos una ética más útil si incorporáramos a nuestros ideales normativos la necesidad de entender cómo creamos valor y comercio. Ésa es la pieza que a menudo falta en los análisis sobre la responsabilidad corporativa. Lo interpretamos como si este mundo normativo realmente no tiene nada que ver con cómo creamos valor y comercio mutuo. No obstante, al igual que las personas llevan contemplando las estrellas desde hace mucho tiempo, también hemos estado creando valor y comerciando unos con otros desde mucho antes de que hubiera empresas. Es por este motivo por lo que quiero sugerir que necesitamos esta revolución integradora, más que la normativa. Así, la tesis de la integración es sólo una forma de decir que necesitamos unir esas cosas. Establece que realmente no tiene sentido hablar sobre la empresa sin 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 105 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 105 hablar sobre la ética y que no tiene gran sentido hablar sobre la ética sin hablar sobre la empresa. Debe hacerse explícita aquí una suposición implícita, que es la siguiente: no tiene sentido alguno hablar sobre la empresa o la ética sin hablar sobre los seres humanos. Es necesario hacer esto explícito porque está produciéndose en las escuelas de negocios una contrarrevolución peligrosa. Gran parte de la teoría que enseñamos en las escuelas de negocios se basa en teorías parciales de los seres humanos que a menudo se derivan de la falacia de la separación (como la teoría de la agencia). No son teorías de seres humanos completos y plenamente integrados, con nombres, caras, familias y pasados, es decir, teorías sobre empresarios reales. La tesis de la integración implica integrar la empresa y la ética, en torno a las ideas de lo que es y puede ser un ser humano. La tercera idea es el principio, o el conjunto de principios, de la responsabilidad. No hay nada aquí que sirva como fundamento o sea esencialmente normativo. La idea es de sentido común. Si la ética tiene algún significado, si “levanta el vuelo” y tiene sentido para nosotros como seres humanos, será porque necesitamos justificar nuestras vidas ante nosotros mismos y ante los demás, como nos han mostrado Sartre y otros pensadores. En alguna parte de esta justificación encontramos normalmente la idea de la responsabilidad por nosotros mismos y nuestras acciones. La “responsabilidad” puede resultar ser una idea muy complicada, y aún más en los negocios, precisamente porque la hemos separado de las ideas principales sobre la empresa, pero, sea cual sea la visión que pueda tener la gente sobre la responsabilidad, quiero sugerir que es apropiado incorporarla en la propia estructura de los negocios. Ahora, creo realmente que la mayoría de las personas, la mayor parte del tiempo, quiere asumir la responsabilidad por los resultados de sus acciones ante los demás. Es fácil ver que tal idea es simplemente incompatible con la falacia de la separación. Si la empresa está en un lado y la ética en el otro, entonces tendremos un espacio al que puede llamarse “responsabilidad social corporativa”. Quiero sugerir que nosotros evitamos este espacio teniendo cierta forma integrada de pensar sobre la empresa y la ética, y la idea de la responsabilidad parece una buena manera de empezar. Por supuesto, puede haber otros lugares desde los que comenzar, y confío en ver cómo prospera este tipo de teorización integrada, en lugar de la ahora aburrida discusión con los economistas. La última idea para hacer que la Stakeholder Theory levante el vuelo se la debemos a un argumento de G. E. Moore llamado el “argumento de las preguntas abiertas”3. Aplicando este argumento aquí, tenemos lo siguiente: para cualquier decisión que un directivo u otra organización vaya a tomar, tienen sentido las preguntas siguientes (aunque puedan admitir muchas respuestas distintas y controvertidas): 1. Si se toma esta decisión, ¿para quién se crea y destruye valor? ¿Quién resulta perjudicado y beneficiado? 91Dialogue 19/5/09 106 12:00 Página 106 AURKILAN SPANISH ANNUAL 2. ¿De quién eran los derechos que se habilitaron o no? 3. ¿Qué tipo de persona seré si tomo esta decisión de esta forma específica? Puesto que es posible hacer siempre estas preguntas éticas sobre cualquier decisión, tenemos consecuentemente que abandonar la falacia de la separación. Es necesario encontrar ideas y conceptos que ayuden a integrar la ética y los negocios. Todo esto es bastante simple y he sido un disco rayado a este respecto desde hace muchos años. Sin embargo, ha sido hace poco cuando he comenzado a ver lo que ocurre cuando se unen estas cuatro ideas entre sí: tenemos toda la justificación que necesitamos para la Stakeholder Theory4. El resumen es éste. El argumento de las preguntas abiertas invalida la falacia de la separación, de manera que tomen la tesis de la integración y añadan alguna idea de responsabilidad, y en mi opinión tienen que llegar a algo como la Stakeholder Theory. Las empresas y los directivos son responsables de los efectos de sus acciones. Son responsables precisamente ante los grupos y las personas a los que pueden afectar o por los que pueden resultar afectados. Como mínimo, entender los negocios significa pensar en los clientes, empleados, proveedores, comunidades y financieros. Otros grupos son importantes, al menos, según ha argumentado Robert Phillips, en la medida en la que afecten a estos stakeholders definicionales5. Veamos ahora qué tiene que ver esto con el denominado “debate Friedman-Freeman”. ¿Deberían buscar los directivos maximizar el valor para los accionistas o crear tanto valor como sea posible para los stakeholders? Friedman afirma que puede ser beneficioso para los intereses a largo plazo de un gran empresario en una pequeña comunidad dedicar recursos a proporcionar servicios a esa comunidad o trabajar para mejorar su gobierno. En éste y muchos casos similares existe una fuerte tentación de racionalizar estas acciones como un ejercicio de responsabilidad social. Friedman dice algo como “Bien, no es responsabilidad social. Sólo es capitalismo”. Declara que el objeto de una empresa es utilizar sus recursos, dedicarse a actividades diseñadas para aumentar sus beneficios mientras permanezca dentro de las reglas del juego –es decir, mientras se dedique a una competencia libre y abierta sin engaños ni fraude–. Esto suena mucho como los argumentos que acabo de dar para la Stakeholder Theory. Podrían yuxtaponer la visión de Friedman con la mía, pero eso podría depender de qué se quiere decir con engaño o fraude, o competencia libre y abierta. Es plausible afirmar que “sin engaño ni fraude y con sujeción a la costumbre ética” significa solamente “formular y responder a las preguntas del argumento de las preguntas abiertas y tener en cuenta cierta idea de responsabilidad, ya que es una gran parte de la costumbre ética como quiera que se analice esa idea”. Así, en principio no parece que haya gran desacuerdo6. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 107 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 107 Resulta que el propio Friedman nos ha dado realmente en cierto modo una forma de integrar el lado ético o normativo en los negocios. Friedman cree que el voluntarismo es en sí mismo una visión normativa con un largo historial de justificación con respecto a los principios en torno a la libertad. Otra forma de contemplar el llamado “debate” es intentar entender lo que quiere decir Friedman cuando afirma que la única responsabilidad del directivo es maximizar los beneficios7. Quizá, como a muchos economistas y teóricos de las finanzas, a Friedman le interesa más cómo funcionan los mercados, y tiene como su metáfora subyacente una transacción diferenciada que es una entre muchas. Sin embargo, una visión más matizada de la empresa, que Friedman parece a veces aceptar, afirmaría que maximizar el valor para los accionistas podría ser algo como esto: “Tienes que tener grandes productos y servicios que quiera la gente, que hagan lo que dices que van a hacer. Necesitas proveedores que quieran hacer que tu empresa sea mejor y que se responsabilicen de lo que hacen. Necesitas empleados que vayan a trabajar y quieran estar allí, ser creativos y productivos. Necesitas comunidades para quienes seas al menos un buen ciudadano de manera que no utilicen el proceso político (en las sociedades relativamente libres) para destruir el valor que creas. Y tienes que hacer dinero para los financieros”. Esta visión matizada de la empresa afirma que existe una acción conjunta con estos intereses y que la idea clave sobre el capitalismo es que el empresario o directivo crea valor capturando la acción conjunta de los intereses. Sí, en ocasiones los intereses están en conflicto, pero con el tiempo deben conformarse en la misma dirección. Si algo como esto es viable, entonces el denominado “debate” es simplemente un desacuerdo sobre cómo funciona realmente la empresa. No existe ningún desacuerdo en los valores fundamentales aquí, sólo un desacuerdo sobre lo que podría significar maximizar los beneficios8. Yo creo que maximizar los beneficios es más cómo crear valor para los stakeholders que lo que otros podrían leer en Capitalism and Freedom (Friedman, 1962). ¿Significa eso que considere que “maximizar los beneficios” es el fin o el objeto de la empresa? Absolutamente no. Creo que es un efecto directo de una empresa bien gestionada y que la Stakeholder Theory es una idea sobre lo que significa estar bien gestionado. Los beneficios y el objeto son dos ideas diferentes, y fundirlas es como concluir del hecho de que necesito glóbulos rojos para vivir que el objeto de mi vida es fabricar glóbulos rojos. Hay muchos objetos para una empresa, y cualquier semejanza entre todos ellos es sólo lo que Wittgenstein llamó un “parecido de familia”. Un segundo desacuerdo puede ser que Friedman cree que si se quiere maximizar los beneficios debería intentarse maximizar los beneficios. Y yo creo, junto con Collins y Porras (Collins y Porras, 1994), que, como Aristóteles y Mill han sugerido, los beneficios pueden ser una de esas cosas para las 91Dialogue 108 19/5/09 12:00 Página 108 AURKILAN SPANISH ANNUAL que eso simplemente no funciona. Si una empresa intenta maximizar los beneficios, de hecho los beneficios no se maximizan, al menos en el mundo real. La razón puede ser clara: se hacen concesiones a favor de los financieros, y las concesiones son falsas debido a la complejidad, incertidumbre y racionalidad limitada. De nuevo, no hay aquí un gran debate, aparte de aquél sobre qué conjunto de ideas es más útil para entender los negocios. Efectivamente, el mayor punto de divergencia entre Friedman y la Stakeholder Theory tal como yo lo veo puede ser sobre qué “tratan”, en último término, las dos ideas. Friedman y sus seguidores pueden estar dándonos una teoría sobre cómo funcionan los mercados en determinados tipos de condiciones, y esta teoría es útil para ciertos fines. La Stakeholder Theory, en mi opinión, no trata sobre los mercados y su funcionamiento (al menos no primordialmente). No es una teoría de la empresa9. Es en cambio una idea muy simple sobre cómo crean las personas valor mutuo. Es una teoría sobre lo que es la buena gestión10. El denominado debate puede ser sólo una diferencia sobre la mejor forma de entender cómo funcionan y podrían funcionar las empresas, y una diferencia sobre aquello sobre lo que tratan las “teorías”. Y eso no es tanto un debate como un “fallo de comunicación”. Por tanto, Milton Friedman, diría yo, podría haber escrito este párrafo: La responsabilidad primordial del directivo es crear tanto valor como sea posible para los stakeholders porque es así como se crea tanto valor como es posible para los accionistas. Cuando hay conflicto entre los stakeholders y los accionistas, los ejecutivos tienen que reconsiderar el problema de manera que los intereses vayan unidos. No hay aquí ningún interés de los stakeholders independientes. Cuando los intereses entran en conflicto, la tarea del directivo es buscar cómo redefinir las cosas para crear más valor para ambos. A veces esto supone llegar a soluciones de compromiso en el mundo real. Cuando ocurre esto, el ejecutivo debe resolver cómo hacer las concesiones y calcular cómo mejorarlas para ambas partes. Gestionar a los stakeholders trata de crear tanto valor como sea posible para ellos sin recurrir a soluciones de compromiso o al fraude y el engaño. La Stakeholder Theory mejor se centra en la multiplicidad de formas en que las empresas y los emprendedores están ahí fuera creando valor, mejorando nuestras vidas y cambiando el mundo. Y necesita centrarse en los casos en los que las cosas van mal. En consecuencia, daré la bienvenida a Milton Friedman, a la gran tienda de los teóricos de la Stakeholder Theory, declarando al mismo tiempo que la aplicación general al mercado transaccional no es la única manera útil de entender los negocios. La Stakeholder Theory ofrece un conjunto distinto de metáforas e ideas, con la esperanza de que podamos hacer que el capitalismo funcione mejor para nosotros. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 109 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 109 III. Comportamiento no racional, conflictos de valor, ‘Stakeholder Theory’ y comportamiento de las empresas Michael Jensen L as cuestiones sobre las que estamos hablando son muy importantes, y quisiera comenzar haciendo hincapié en algunas cosas que creo que causan malentendidos entre nosotros. Al escuchar a mis compañeros panelistas, encuentro que estoy de acuerdo con gran parte, pero no con todo cuanto se ha dicho, y sin embargo mi frustración es que no tenemos una solución para las cuestiones subyacentes. Una corrección menor que pediría a mis compañeros del panel es dejar de utilizar a los accionistas como chivo expiatorio. La maximización del valor para los accionistas ha sido errónea desde el punto de vista social desde el principio. No hay nada especial sobre los accionistas de una empresa. Lo he dicho muchas veces antes de esto, y es hora de que aceptemos que maximizar el valor de los fondos propios de una empresa no producirá el valor máximo de la empresa en general. Y ciertamente no producirá el valor máximo para la sociedad. Maximizar el valor total de la empresa nos llevará a la frontera eficiente para la sociedad, suponiendo que no haya monopolios de precio único, ni externalidades, y que todos los bienes tengan un precio. La cuestión tal como la veo es la siguiente: si pudiéramos establecer las reglas del juego del sistema que estamos diseñando, ¿qué tipos de comportamiento querríamos que tuvieran las empresas de nuestro sistema? Mi respuesta es que queremos que nuestras empresas se comporten de forma que maximicen el valor de la empresa a largo plazo total. En este sistema, hemos de tener gran cuidado en tomar en cuenta el papel apropiado del gobierno. Para permitir que la sociedad utilice sus recursos humanos y no humanos la manera más eficiente, el gobierno debe hacer ciertas cosas. Simplificando un tanto en exceso, debe crear un sistema en el que él mismo, el gobierno, tenga un monopolio sobre el uso de la coacción física y la violencia en la sociedad. Debe utilizar ese monopolio sobre el uso de la violencia para evitar que los ciudadanos empleen la violencia física entre sí, para mantener la paz, y para hacer cumplir los contratos suscritos voluntariamente entre sus habitantes. Esto significa también, por cierto, que el gobierno debe de alguna manera hacer que los seres humanos que dirigen el gobierno a nivel local, estatal y nacional dejen de “alquilar” los poderes policiales del estado a partes privadas que desean utilizar tales poderes para robar a otros en el sistema. El gobierno debe asimismo, establecer reglas del juego de forma que los costes impuestos sobre la sociedad por las externalidades se minimicen. Con externalidades queremos decir los costes (o beneficios) impuestos por los 91Dialogue 110 19/5/09 12:00 Página 110 AURKILAN SPANISH ANNUAL efectos físicos de las acciones de una persona sobre las demás, por las cuales el agente no soporte los costes (o beneficios). Los ejemplos clásicos por supuesto son la contaminación del aire y el agua. Los problemas creados por las externalidades no pueden ser resueltos a nivel privado por las personas o por las corporaciones empresariales. Estos problemas sólo pueden resolverse por medio de la acción colectiva a través del gobierno y debemos empezar reconociendo este hecho. Debido a que las externalidades deben resolverse a nivel de gobierno (el que propone de reglas), hacer un llamamiento a las empresas o las personas para que solucionen estos problemas es un juego perdido de antemano. Si como responsables de formular las reglas pudiéramos diseñar un sistema en el que las empresas de éste se comportaran de manera que maximizaran su valor a largo plazo, sería un enorme paso adelante. Por supuesto, no resolvería todos los problemas, pero sería un gran avance para maximizar el tamaño del pastel que determina los niveles de vida en la sociedad. El peligro con la Stakeholder Theory, tal como la he visto expresada en la mayoría de los casos, es que quienes la defienden suponen simplemente que los directivos harían lo correcto para beneficiar a la sociedad en general. Esa posición es ingenua al menos por dos razones. Los directivos no tendrían forma alguna de saber cómo beneficiar mejor a la sociedad, y además habría un desacuerdo generalizado sobre cómo y qué hacer. Por otra parte, si se adoptara, la Stakeholder Theory causaría daños adicionales. Literalmente dejaría a los directivos sin supervisión y sin responsabilidad, de ninguna manera basada en principios, por sus acciones con los amplios recursos bajo su control. Lo cual es un desastre. Observamos por todas partes cómo los representantes y gestores del sector público no logran proporcionar servicios públicos que se acerquen a maximizar los beneficios que reciben los ciudadanos de los activos puestos en manos de los gobiernos federales, estatales y locales. Los gerentes de las empresas se diferenciarían muy poco con la Stakeholder Theory. El argumento de que los directivos quedarían sin supervisión y no serían responsables de su comportamiento fue una de las proposiciones lógicas que hice en mi artículo de 2002 sobre la Stakeholder Theory. Implica la proposición de que no se puede maximizar en más de una dimensión a la vez. En consecuencia, tiene que resolverse el problema relacionado con la determinación del objetivo social global, y mi pelea con la Stakeholder Theory en dicho artículo fue que los teóricos de la Stakeholder Theory no resolvían ese problema. Y yo aducía que la Stakeholder Theory sería muy popular entre los directivos ya que hace que directivos y consejos de administración no sean responsables de cómo utilicen los recursos de la empresa. Y eso sería un desastre social. Por tanto, la cuestión que creo que estamos tratando ahora es cómo queremos establecer las reglas de este juego para que los seres humanos tengan la 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 111 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 111 mejor posición económica posible. Efectivamente, hay problemas relacionados con la distribución de los ingresos, con los monopolios, con los bienes sin precio, etc. No perdamos de vista el hecho de que hay aquí un peligro considerable: al tratar de hacer que los directivos sean directamente responsables del bienestar social, sin que exista ninguna manera de conseguirlo, aparte de la “esperanza”, matamos la gallina de los huevos de oro. Y con esto me refiero al sistema que proporciona incentivos para que las firmas sirvan a sus clientes, empleados, proveedores de recursos financieros y otro tipo de recursos reales o salgan perdiendo en la competencia por la supervivencia. Argumento en mi artículo de 2002 en Business Ethics Quarterly que la maximización de valor ilustrada [enlightened value maximization] es equivalente a la Stakeholder Theory ilustrada [enlightened Stakeholder Theory]. Y estos sistemas, combinarían la preocupación por los stakeholders expresada en la Stakeholder Theory con la noción de que la regla apropiada para la toma de decisiones y acciones en la empresa sería la maximización del valor total a largo plazo de todos los créditos financieros contra la empresa. Y seamos claros al expresar que la maximización del valor a largo plazo no puede realizarse ignorando o tratando mal a ningún stakeholder de la empresa, ya sean los clientes, empleados, proveedores, o la comunidad. No hay nada en el sistema que concibo que requiera que los seres humanos sean racionales. Y sin embargo, en la expresión típica de la Stakeholder Theory se asume implícitamente que todos los seres humanos son racionales. Debemos efectivamente diseñar un sistema que se ocupe del hecho de que los seres humanos no son racionales en aproximadamente el 50% de sus vidas. Pasé siete años trabajando en la Mind, Brain, Behavior Initiative [Iniciativa Mente, Cerebro, Conducta] en Harvard (incluyendo la participación como miembro en su comité de gobierno) en mi búsqueda del origen del comportamiento irracional sistemático de los seres humanos. Y con eso me refiero no sólo a las personas que están ahí fuera en el mundo, sino también a cada persona individual que se encuentra en esta sala, incluyéndome a mí mismo. El origen de este comportamiento irracional reside en la estructura básica del cerebro humano. Los neurocientíficos han descubierto ahora la estructura que conduce a todos los humanos a este comportamiento no racional. No entraré aquí en detalles, pero es la fuente de lo que Richard Thaler y otros han caracterizado como problemas de autocontrol o problemas de agencia con el ser propio. Éste es el origen de una cantidad muy grande de dificultades en el mundo en el que existimos, no sólo en las empresas, sino en las familias, las asociaciones y los gobiernos, en resumen, en todas las instituciones sociales, así como en toda interacción humana. Y lo que estamos buscando es un conjunto de reglas del juego que pueda controlar esta parte no muy atractiva de nosotros mismos: esa parte de todos nosotros que nos hace emprender acciones que nos perjudican a nosotros, per- 91Dialogue 112 19/5/09 12:00 Página 112 AURKILAN SPANISH ANNUAL judican a nuestro seres queridos, perjudican a nuestras empresas, perjudican a las personas de nuestro entorno, y negarnos después a aprender de los daños que causamos. Este es un problema grave y, como he dicho antes, calculo que cerca del cincuenta por ciento del comportamiento humano entra dentro de esa categoría. Visto desde esta perspectiva, podemos considerar que una gran cantidad de los problemas que intentamos resolver tiene como origen esta irracionalidad de los seres humanos, no la simple maximización de valor de las empresas. La irracionalidad no es, por supuesto, la única fuente de daños en la sociedad. El puro egoísmo (la falta de preocupación por los demás) y las personas que son básicamente malvadas contribuyen también a los problemas. El papel del gobierno, que es endógeno en este sistema, es una parte increíblemente difícil de desarrollar con acierto. Alchain y Demsetz y otros, hace mucho tiempo, señalaron que es una falacia asumir que el gobierno, el responsable de formular las normas, no tiene un interés propio y no está sujeto a estos problemas de autocontrol, o no es malo (Alchain y Demsetz, 1972). Si miramos alrededor del mundo, vemos que el interés personal de los agentes públicos que tienen problemas de autocontrol y/o son malvados es una parte enorme del problema al que se enfrentan las sociedades. Consideren los daños causados por un mal comportamiento por parte de los funcionarios en África, Asia, Sudamérica, así como en lo que consideramos el mundo “desarrollado”. Como he dicho antes, el papel esencial del gobierno es que nosotros los ciudadanos demos al gobierno el monopolio sobre el derecho a usar la violencia y la coacción sobre todos nosotros para mantener la paz en la “familia”. Ahora, controlar el ejercicio del poder que se deriva de la concesión de este monopolio sobre el uso de la violencia es obviamente de suma importancia. Nunca hemos conseguido que sea perfecto. Los atroces crímenes que los estados de todo el mundo cometen contra la humanidad son evidencia suficiente de la magnitud de este problema de control. En occidente hemos estado cerca de lograrlo en ocasiones, pero incluso aquí fracasa a menudo. Mas si miramos a oriente, por ejemplo en los estados islámicos donde no existe separación alguna entre la iglesia y el estado, podemos ver los inmensos problemas que surgen. Incluso aquí en este país, una de las mejores democracias del mundo, ciertamente no somos perfectos. Existe la tendencia de que nuestros representantes en Washington y los gobiernos estatales y locales (por decirlo crudamente) “alquilen” el poder del Estado (el arma) a particulares y organizaciones que utilizan ese poder para robarnos al resto de nosotros. Sólo hay que ver la vasta literatura sobre la teoría de la captura de las agencias reguladoras para encontrar algunos ejemplos obvios. Cuando contemplo el comportamiento de inadaptación en las empresas (y Dios sabe que es numeroso), lo que me sorprende es la magnitud de éste que no tiene ningún sentido. Lo que quiero decir con esto es que con dicho comportamiento no se alcanza lo que las personas que toman nominalmente esas 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 113 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 113 acciones quieren alcanzar, que asumimos que es poder y riqueza. En cambio, obtenemos la destrucción de Enron, la destrucción de Arthur Andersen y un desfile de directores generales camino de la cárcel. Creo además que incluso las personas que ganan nominalmente este juego, pierden. Pierden personalidad. Pierden en términos de la vida que llevan, incluso aunque no estén en la cárcel y puedan tener grandes fortunas. No es fácil verlo porque esas historias no se cuentan muy a menudo, pero el comportamiento falto de integridad provoca un auténtico desastre en la vida de las personas. Así, vista toda la evidencia de la imperfección de los seres humanos, estaríamos locos si pusiéramos ese poder en manos de directivos que operen en un sistema que no tiene forma alguna, basada en principios, de hacerlos responsables de sus actos. Ésa es mi preocupación con las afirmaciones habituales de la Stakeholder Theory. Este tipo de ilusión nos pondrá en grandes dificultades. Habiendo manifestado todo esto, permítanme decir también que veo que el sistema actual tiene sus propios fallos. ¿Cómo hacemos que los directivos vean que la maximización del valor a corto plazo y de estrechas miras causa perjuicios? Vemos los resultados perjudiciales de este comportamiento a nuestro alrededor. Por tanto, aquí el problema es cómo hacer que los directivos eviten caer en la maximización del precio de las acciones a corto plazo que lleva fácilmente a la destrucción del valor. No tengo una solución fácil a este problema. Cómo hacer que los directivos vean que no se puede explotar a los clientes, a los empleados, los proveedores y la comunidad y crear valor a largo plazo. Quiero sumar mis palabras a las de mis colegas miembros del panel. No creo que nos hayamos acercado siquiera a resolver cómo incorporar los valores normativos de los seres humanos a estas teorías positivas de los seres humanos y las instituciones humanas que hemos estado analizando hoy. Me refiero con esto a nuestro debate sobre cómo se comporta el mundo y cómo podemos mejorarlo. He pasado gran parte de los dos últimos años de mi vida con dos coautores trabajando en una teoría positiva de la integridad. Tardaría demasiado tiempo en resumir ese trabajo aún inacabado, por lo que ni siquiera intentaré hoy hacerlo. Lo que pretendemos crear es una forma de contemplar estas cuestiones normativas que elimine la gran confusión que existe con respecto a las nociones de integridad, moralidad y ética. Nuestro objetivo es crear una ruta por la que las personas y los ejecutivos de empresa tengan a su disposición un poder nuevo para lograr cosas que no podían conseguirse anteriormente. Si tenemos éxito, convenceremos a mis colegas economistas y de dirección de que la integridad, tal como la definimos, es un factor muy importante de la producción. Con esto quiero decir que es al menos tan importante como la tecnología y el conocimiento. En mis propios experimentos con mi vida, quienes me rodean y mi empresa (SSRN), he visto los resultados: un 91Dialogue 114 19/5/09 12:00 Página 114 AURKILAN SPANISH ANNUAL aumento del 300% en productividad y un incremento sustancial en la felicidad de las personas. El título de esta obra es “Integrity: A positive model that incorporates the normative concepts of morality, ethics, and legality” [“Integridad: un modelo positivo que incorpora los conceptos normativos de moralidad, ética y legalidad”]. Sin embargo, justo detrás de esto hay un problema que creo que no se ha abordado en general; el problema de crear una teoría positiva de valores normativos. Me doy cuenta de que parece una incongruencia. Sin embargo, los valores que existen en los grupos, las empresas, las sociedades, las culturas y las subculturas, surgen de alguna parte y no son todos iguales. Estas creencias normativas tienen dentro de sí un poder enorme tanto para el bien como para el mal. Generalmente vemos estos valores como el origen de gran parte de lo bueno de los seres humanos. Y, no obstante, son también responsables de mucha parte de lo malo de ellos. Estos valores normativos residen en el núcleo de una enorme cantidad de violencia que los humanos cometen contra otros humanos. Están en el núcleo de la lucha que está teniendo lugar actualmente entre el islamismo radical y el mundo occidental. Y es probable que pasen cien años antes de que veamos la resolución de este conflicto. Así, estas diferencias en valores normativos, las propias cosas que todos hemos puesto de manifiesto para hablar sobre ellas hoy, tienen una enorme importancia, tanto para la creación de la paz y la cooperación como lamentablemente para crear conflictos y violencia, y destruir valor y niveles de vida. Y nosotros como analistas, teóricos y empiristas no sabemos casi nada sobre cómo surgen los valores y, lo que es más importante, cómo crean conflicto y destrucción. Al dar un paso atrás y ver el debate sobre la Stakeholder Theory frente a la Stockholder Theory, creo que estamos involucrados en un ejemplo a pequeña escala de los problemas que rodean los conflictos en torno a los valores. Y hay demasiado ruido, demasiado descuido en las reflexiones, y demasiada poca evidencia empírica presente. Pero considero que nos encontramos al borde de un cambio en la profesión en estos asuntos. Hemos sido testigos de un cambio en la evolución de la economía, las finanzas y la gestión, a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años. Creo que estamos acercándonos ahora mucho más a un ataque concentrado a estas cuestiones sobre los valores que puede ir más allá de simples desacuerdos sobre lo que es mejor o peor o correcto o erróneo. Hay mucho por hacer, pero la compensación es enorme, de modo que quiero endosar los esfuerzos de aquellos en esta sala que están interesados en estos problemas y cuestiones, incluyendo a mis compañeros miembros del panel. Tenemos desacuerdos, pero en este asunto fundamental no creo que haya ninguna discrepancia. Éstas son cuestiones muy importantes. Y nosotros estamos aún dando tumbos en la oscuridad. Los temas son muy, muy complicados. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 115 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 115 Están profundamente arraigados en la evolución, la biología y las tradiciones filosóficas y religiosas. Son algunos de los asuntos más difíciles que he visto en mis años en esta actividad. Veo a muchos de mis colegas en finanzas y economía (desde mi punto de vista personal) malgastando su tiempo, por ejemplo, dedicados a desarrollar modelos matemáticos cada vez más precisos de los problemas de agencia o monísimos ejercicios de la teoría de juegos, mientras que estas cuestiones sobre el valor no son tratadas. Estos asuntos importantes no están recibiendo atención suficiente por nuestra parte en la economía y el comercio, así como en el resto de las ciencias sociales. Por tanto, quiero expresar mi agradecimiento por este debate de hoy. IV. Dos historias Thomas Donaldson Q uiero contar dos historias. Érase una vez, hace milenios, alguien que se echó hacia atrás y miró hacia arriba al cielo en medio de la noche. Se dio cuenta de que los movimientos de los puntos brillantes allá en lo alto se desarrollaban siguiendo un patrón fijo, que todos ellos viajaban en la misma dirección, y al observarlos noche tras noche, comenzó a reconocer una regularidad notable y perfecta. Era imponente. De hecho, él y otros llegaron lentamente a la conclusión de que aquello que estaban presenciando era ideal y divino. Incluso Aristóteles, Platón y la mayoría de los demás ancianos científicos aceptaron después la idea de que los cuerpos celestes constituían cuerpos divinos y celestiales, y que se movían con perfecta regularidad. Con el paso del tiempo, los astrónomos desarrollaron instrumentos de medición más precisos y pudieron hacer predicciones exactas sobre el movimiento de los objetos celestes. Crearon colecciones de datos elaboradas y precisas sobre el comportamiento de lo que veían. Todo fue bastante útil. Tuvo como resultado calendarios más exactos y predicciones de los eclipses lunares. Y ayudó a los navegantes. Por supuesto, supusieron que la tierra estaba fija en los cielos. No tenían ningún motivo para suponer otra cosa. Pero había fastidiosas discrepancias. Algunos de los objetos tendían a aparecer en momentos inusuales y se comportaban de forma diferente a lo largo de una serie de noches. Los sabios comenzaron a trabajar sobre el problema. Demostraron que si se suponía que ciertos tipos de objetos celestes viajaban en órbitas regulares, pero que otros viajaban dentro de esas órbitas en órbitas propias más pequeñas, aún podría predecirse el movimiento de los objetos irregulares. El sistema era complejo, pero funcionaba. De ahí surgieron los famosos “epiciclos” del sistema ptolemaico. A lo largo de un largo período de tiempo fuimos abandonando esta imagen de los cielos. Y hago hincapié en que fue un largo período de tiempo, porque 91Dialogue 116 19/5/09 12:00 Página 116 AURKILAN SPANISH ANNUAL aunque pensamos en la revolución copernicana como un destello súbito de inspiración, hubo desacuerdo a lo largo de muchos siglos entre los sabios sobre si abandonar o no el sistema ptolemaico. Sin embargo, como todos sabemos por nuestras clases de ciencias del colegio, finalmente la concepción heliocéntrica sustituyó a la geocéntrica. Incluso aunque los epiciclos podían dar respuesta al comportamiento heliocéntrico, el concepto de Copérnico era mucho más simple. Esta revolución copernicana, no obstante, no desechó buena parte de lo que la gente había aprendido antes. La mayoría de los sistemas de medición permanecieron intactos, al igual que la mayor parte de las herramientas utilizadas para hacer tales mediciones. Por supuesto, los útiles evolucionaron en precisión y sofisticación, pero el cambio fue incremental. Los calendarios permanecieron más o menos inalterados. Francamente, para los navegantes tenía poca importancia si sus amigos científicos defendían la concepción ptolomeica o la copernicana. Un sistema ptolemaico complicado con sus muchos epiciclos podía hacer el mismo trabajo que un concepto copernicano más simple. A los navegantes les preocupaba principalmente que sus navíos entraran y salieran del puerto con seguridad. Ésa es una historia. Aquí hay otra, esta vez narrada desde la posición estratégica de nuestro futuro. Érase una vez, hace milenios, alguien que miró el mercado y se preguntó cómo sacar sentido de él y cómo hacer que funcionara más eficazmente en nombre de las personas que componían la comunidad. Por supuesto, asumió que había, más o menos, una cantidad fija de riqueza a distribuir. No tenía motivo alguno para suponer otra cosa: el dinero que había en su bolsillo tenía que haber salido de los bolsillos de algunos otros. Esto, el primer acercamiento a una visión racional de los mercados económicos, tuvo como resultado el periodo al que ahora nos referimos como “mercantilismo”. El mercantilismo inspiró una gran cantidad de consejos sobre cómo comerciar bien e inteligentemente, y cómo gestionar las relaciones comerciales entre las naciones para potenciar al máximo la riqueza de la nación propia (Ogg, 1961). Sin embargo, más tarde, después de mucho derroche y mala regulación por parte del gobierno (el mercantilismo exacerbó los embargos, las cuotas y otras restricciones al comercio en su intento por acumular el oro en los erarios nacionales), un joven filósofo moral llamado Adam Smith sugirió que descartáramos la suposición del juego de suma cero (es decir, suponiendo que hubiera una cantidad fija de riqueza) y comenzáramos a hablar sobre cómo se crea la riqueza, especialmente a través del trabajo y el intercambio voluntario (Smith, 1776). Esta teoría fue extremadamente útil. Ayudó a racionalizar y hacer más eficiente el comercio entre las naciones. Alentar a los gobiernos a alejarse de una actividad reguladora ineficaz y que perjudicaba al bienestar público. Las eco- 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 117 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 117 nomías occidentales comenzaron a expandirse y una revolución industrial sacudió el mundo. La visión de Smith de agentes humanos individuales movidos más o menos por un interés personal en un mundo escasamente controlado de libre comercio se hizo dominante en Occidente. No obstante, seguía habiendo problemas fastidiosos. Los más irritantes tenían que ver con las grandes organizaciones productivas, es decir, lo que ahora denominamos “empresas con ánimo de lucro”. Incluso Adam Smith cometió un error. En Wealth of the Nations (Smith, 1776) dedica únicamente dos párrafos a las empresas, e informa a sus lectores de que estas organizaciones probablemente no tienen ningún futuro real salvo quizá la banca y la construcción de canales. Ahora sabemos más. Con el paso del tiempo, resultó obvio que necesitábamos alguna herramienta para entender estas poderosas organizaciones. No parecía que hubiera mercados dentro de las empresas, así que, ¿qué estaba ocurriendo? Y entonces algunas personas muy inteligentes empezaron a sugerir que podíamos, de hecho, presuponer la existencia de un tipo de mercado dentro de las empresas. Sólo había que recordar, argumentaban, que debido a que hay costes al llegar a acuerdos y suscribir contratos en cualquier tipo de mercado, podemos considerar a las empresas como dispositivos para minimizar esos “costes de transacción” (Coase, 1937; Williamson, 1985). Empezamos a aprender cosas. Estas teorías, también, resultaron ser de gran utilidad. Nos ayudaron a entender los conflictos potenciales entre los directivos de las empresas y los propietarios. Desarrollamos modelos de mercados dentro de la empresa. No los llamaré “epiciclos”, pero no eran totalmente distintos de los epiciclos ptolemaicos. Los teóricos podían dejar escapar un suspiro de alivio. No era necesario después de todo abandonar la visión del mercado inspirada por Smith. Las empresas resultaron ser simplemente herramientas eficientes, propiedad de inversores y utilizadas para el mismo objeto que habían tenido siempre los participantes en el mercado: hacer dinero. El supuesto, todo el tiempo, era que la visión de Smith de personas en un mercado libre era una visión de un mundo mejor, un mundo más justo, en el que la mayoría de la gente tendría una mejor posición económica. Pero había molestos problemas para todo este sistema de pensamiento. Uno de ellos era: ¿por qué debería una empresa abandonar una apuesta desesperada de último minuto y de alto riesgo que sin embargo fuera la única apuesta posible que podría salvarla de la quiebra, incluso aunque hubiera más posibilidades de que el resultado perjudicara enormemente al mundo exterior de los clientes? Otro era que la visión no parecía explicar por qué los directivos debían respetar los derechos de los empleados en los casos en los que hacerlo así contradice la búsqueda de la maximización de la riqueza para los propietarios. Consideren la famosa historia de Jack y Jill de Amartya Sen: Jack y Jill solicitan el mismo empleo de supervisor/a, y el único otro puesto 91Dialogue 118 19/5/09 12:00 Página 118 AURKILAN SPANISH ANNUAL de trabajo disponible para cualquiera de ellos es el de secretario/a. Jill posee un extraordinario conjunto de competencias. Resulta que está mejor cualificada para desempeñar tanto el trabajo de secretaria como el de supervisora. Pero también resulta que si hacemos que Jill sea la secretaria y Jack el supervisor, obtendremos realmente una mayor productividad para la firma (Jack resulta ser un chovinista recalcitrante que no trabaja muy bien cuando tiene mujeres como jefas). La teoría de la empresa como un agente eficiente para sus propietarios parece prescribir que deberíamos contratar a Jack como supervisor aunque Jill esté más cualificada (Sen, 1987). Lentamente, y como respuesta a muchas anomalías semejantes, comenzó a surgir un tipo de revolución copernicana que vino a llamarse la “revolución normativa”. La función de la empresa debe estar justificada por algo más que el modelo de transacciones voluntarias no limitadas en un mundo idealizado de individuos. Comenzamos a entender que debemos, llegados a cierto punto, preguntar por la base normativa de los mercados en general y por la base normativa de la empresa. Es una revolución que abarcó muchas, muchas décadas. Mientras los primeros pioneros luchaban por descubrir las bases normativas de los mercados y las empresas, algunos vinculaban la excelencia de un sistema de mercado a la forma en que promovía los derechos morales. La obra de Amartya Sen, por ejemplo, mostraba una asombrosa compatibilidad entre un sistema económico de laissez-faire del mercado y ciertos principios normativos, especialmente el derecho a la libertad (Sen, 1987). Otros, incluyendo a Sen, vinculaban las elegantes y poderosas ventajas de un mercado libre a los bienes consecuentes, en especial el bienestar económico global. Él y otros empezaron a ir más allá del regalo automático pero moralmente decepcionante ofrecido por la teoría del libre mercado, es decir, el óptimo de Pareto. Otros propusieron teorías nuevas sobre las empresas y las instituciones del mercado, perfeccionando nociones tales como stakeholders y contratos sociales. Como ocurrió con la revolución copernicana, se conservaron muchos de los conceptos y útiles antiguos. Estos teóricos mantuvieron, y continuaron perfeccionando, el análisis de las transacciones del mercado y la teoría marginal. Continuaron utilizando reglas generales, como la teoría de la agencia, que ayudaban a centrar la atención en los conflictos que perjudican a los inversores innecesaria e injustamente. Algunos, como Michael Jensen, argumentaban que, a menos que se mida y recompense a los directivos exclusivamente sobre la base de la contribución financiera a los accionistas, resulta difícil medir su rendimiento con precisión (Jensen, 2002). Otros mostraban cómo términos tales como legitimidad podían revelar usos de doble vertiente, tanto normativos como predictivos/descriptivos, y que estos términos de doble uso eran prácticos para interpretar el comportamiento de las empresas (Mitchell, Agle y Wood, 1997). 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 119 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 119 Ahora, igual que para los navegantes en el amanecer de la era copernicana, la mayoría de los empresarios e inversores en el alba de esta revolución nueva, la revolución normativa, no precisaban elegir bando teórico. Continuaban utilizando muchas de las mismas herramientas que antes, incluyendo modelos para la determinación de precios de los activos, el riesgo moral y la oferta y la demanda. Continuaban consultando a los investigadores empíricos que descubrían correlaciones y hacían predicciones. Continuaban empleando modelos de estrategia competitiva como el modelo de las “cinco fuerzas” y el modelo “basado en los recursos”. Sin embargo, el resultado final fue una revolución del pensamiento, tan profunda para la economía como lo fue la revolución copernicana para la astronomía. Los paralelismos entre mis dos historias son obvios. Por supuesto, he narrado la historia sobre la revolución copernicana desde el punto de vista de su evidencia histórica, y he contado la historia sobre la revolución normativa desde la perspectiva de la extrapolación de su evidencia actual. Hoy, al examinar la revolución normativa desde la posición de encontrarnos en medio de la misma, podemos distinguir dos perspectivas clave. Una es que cualquier institución o sistema económico sea cual fuere precisa una justificación normativa. Esto es especialmente cierto en el caso de la institución económica moderna más importante, la empresa. Debemos abandonar finalmente el justificar tales instituciones por entero en términos de teorías parcheadas de atrás adelante, como los sistemas de libre mercado y las transacciones voluntarias. Hemos de enfrentarnos, como estamos comenzando a hacerlo, a las preguntas de “¿Por qué existe la empresa?” y “¿Para qué son estas instituciones?”. Las empresas, más grandes y más ricas que la mayoría de nosotros, son, antes que nada, artefactos. Nosotros las hicimos; nosotros las creamos y nosotros las haremos diferentes en el futuro. En obras anteriores expliqué por qué creo que la mejor manera de responder a estas preguntas es pensar en términos de un hipotético contrato social en el que las personas con intereses económicos en un estado natural, carente de toda organización productiva, se pregunten: “¿Deberíamos introducir las organizaciones productivas?”. Y la respuesta mayoritaria que darían tales habitantes en un estado natural es “Sí, deberíamos introducir las organizaciones productivas porque son condenadamente eficientes” (Donaldson, 1982). Por ello, resulta que la responsabilidad moral principal, aunque no la única, de los directivos es producir eficientemente y satisfacer a los inversores y maximizar, al menos dentro de unos límites, su bienestar financiero. Sin embargo, no debería ser sorprendente que conceptos progresistas como éste y los de otros expertos contemporáneos guarden cierta semejanza con las nociones tradicionales de la empresa. La revolución normativa, igual que la revolución copernicana antes que ella, no altera la imagen del mundo por completo. Tanto Ptolomeo 91Dialogue 120 19/5/09 12:00 Página 120 AURKILAN SPANISH ANNUAL como Copérnico podían predecir que la constelación de Leo aparecería en verano. Hoy las estrellas continúan moviéndose, y nuestra revolución normativa avanza. La segunda perspectiva clave que guía la revolución normativa es que los directivos deben atribuir cierto valor intrínseco a los stakeholders. Es decir, debe concederse a un stakeholder, como, por ejemplo, un empleado, un valor intrínseco que no sea un derivado del valor que crean para otros. Los seres humanos tienen valor en sí mismos. Sus derechos valen por sí mismos. Estos propios derechos son moral y son lógicamente prioritarios a la forma en que respetar sus derechos pueda generar más productividad para otros o para la empresa. Esto es una verdad ineludible para la revolución normativa actual. En resumen, el objetivo primario de la empresa seguirá siendo el máximo beneficio, es decir, beneficio financiero, para sus propietarios. El sol aún se levanta. Sin embargo, gracias a la revolución normativa, estamos llegando lentamente a entender más claramente por qué es cierto. Y, lo que es más importante, en esta teoría económica nueva y más valiente, las personas importan más. V. La ‘joint-stake company’ y la responsabilidad por la oportunidad: ¿qué pasaría? Ronald K. Mitchell S imposios como éste, especialmente cuando se trata sobre cuestiones sociales en la dirección, son el lugar donde uno puede formular preguntas importantes del tipo “qué pasaría”. Así, en el espíritu del “qué pasaría”, me pregunto si dentro de 500 años nuestro uso de las herramientas sociales, por ejemplo, la empresa, será elogiado o deplorado; si las herramientas que nos han traído “aquí” son adecuadas para llevarnos “allí”. También me pregunto: ¿Ha pasado de moda la joint-stock company [sociedad por acciones])? Quisiera que considerásemos juntos algo a lo que podríamos llamar la joint-stake company, [sociedad por interés], un juego de palabras con la noción de John Stuart Mill (1848) de la joint-stock company. La idea de la joint-stock company tiene que ver con la puesta en común de recursos; específicamente con el hecho de que los inversores pongan en común sus recursos, suscribiendo cada uno conjuntamente acciones o propiedad de una empresa para acumular capital suficiente para grandes operaciones. Cuando una empresa tal enviaba un “barco a las Indias”, se llenaba, por ejemplo, con especias y, si regresaba, se vendía ese cargamento a cambio de un beneficio. A lo largo de los años, hemos adornado este concepto; y el resultado es el desarrollo de la sociedad anónima moderna. Jensen (2002) señala con precisión que un problema clave de la Stakeholder Theory, a diferencia de 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 121 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 121 la Joint-Stock-Company Theory, donde por una variedad de motivos se ha considerado menos relevante, es la cuestión de que los directivos sigan siendo responsables de sus actos con respecto a los objetivos sociales y los valores defendidos por los teóricos de la Stakeholder Theory: Como la Stakeholder Theory no proporciona ninguna definición mejor, los directivos y administradores no son responsables de su gestión de los recursos de la empresa. Sin criterio alguno en cuanto a su actuación, no puede evaluarse a los directivos de ninguna manera basada en principios. (Jensen 2002: 242). Las preguntas que quisiera formular en consecuencia son las siguientes: ¿existe una posibilidad de empresa joint-stake que pueda conceptualizarse? y, de ser así, ¿podría aplicarse tal idea a los dilemas anteriores planteados por Jensen (2002)? Y, si estamos dispuestos a dar ese paso, entonces el paso siguiente será preguntar: ¿qué supondría el pensamiento basado en la empresa joint-stake? Así, esto nos lleva a preguntarnos sobre todo tipo de cosas que podrían resultar afectadas por un concepto revisado de una empresa creadora del valor como una firma joint-stake. Los convenios sociales afectados podrían incluir los derechos sobre la propiedad, sistemas tributarios, divisas, regulación, reclamaciones, responsabilidad y sistemas contables. Hagamos por tanto algunas comparaciones entre “aquí” y “allí”, y consideremos las condiciones de la responsabilidad en la empresa joint-stock actual frente a algún tipo futuro de organización joint-stake (véase la tabla 2). Convenios sociales Mercado de derechos de la propiedad Tributación AQUÍ (joint-stock) Mercados de valores Impuesto sobre la renta basado en el resultado Nacional Divisa Normas nacionales Base reguladora Tipo de reclamación residual Reclamaciones basadas en los inversores* Responsabilidad ante el control Responsabilidad Coste histórico Base para la contabilidad ALLÍ (joint-stake) Mercados de acciones de redes de valor IVA (Tributación del valor añadido) Transnacional Normas internacionales Creación de valor/oportunidad Responsabilidad ante la oportunidad Proporciones del recuento de transacciones en una “contabilidad libre de balances” * Explícitos frente a implícitos. Tabla 2. Comparación de “qué pasaría”. “Aquí” tenemos mercados de valores –mercados para los valores (derechos de propiedad a los beneficios residuales) de los recursos puestos en 91Dialogue 122 19/5/09 12:00 Página 122 AURKILAN SPANISH ANNUAL común–. Tenemos una tributación basada en la línea final del resultado del balance –principalmente el impuesto sobre la renta–. Tenemos divisas nacionales y tenemos una regulación nacional. Tenemos reclamaciones basadas en la inversión (y con esto me refiero a la inversión explícita como una cantidad de dólares determinada para comprar acciones) y tenemos una responsabilidad ante aquellos con control de la propiedad: responsabilidad ante los accionistas. Y sí, tenemos el coste histórico como la base de la responsabilidad. Consideremos ahora el “allí”: la situación joint-stake (no sugiero que las ideas siguientes sean lo que “debería” ser, pero sí que esto no es tampoco muy “fantasioso”, y que bosquejar las líneas generales de una empresa joint-stake podría servir al desarrollo instrumental de la Stakeholder Theory). “Allí” podríamos encontrar un mercado para las acciones o stakes [intereses] basadas en redes de valor en lugar de (o adicionalmente a) un mercado para los valores –reclamaciones sobre la participación en el proceso de creación del valor–. “Allí” podría suponer una tributación auténticamente basada en el valor añadido (no el impuesto sobre el valor añadido tradicional que es un juego de manos legislativo para añadir simplemente más impuestos por encima del impuesto sobre la renta). “Allí” podría suponer más divisas trasnacionales. “Allí” podría suponer normas internacionales; por ejemplo, para la seguridad de los productos. “Allí” podríamos encontrar también que, en lugar de tener solamente reclamaciones basadas en los inversores, las reclamaciones de los stakeholders podrían ampliarse para incluir reclamaciones sobre la contribución a la oportunidad y reclamaciones basadas en la creación del valor (por ejemplo, Schneider, 2002). Consecuentemente, “allí” podríamos encontrar también la responsabilidad ante la oportunidad (es decir, dar cuentas por las ocurrencias favorables de “lo que podría ser” o “lo que es pero podría no haber sido”, donde la oportunidad se define como una conjunción favorable de circunstancias). Hagamos una pausa por un momento y pensemos en el significado de una idea como la responsabilidad ante la oportunidad. Instrumentalmente, la implementación práctica de la responsabilidad ante la oportunidad se encuentra con el antiguo problema de la “subestimación”, en el que los auditores encuentran mucha mayor dificultad para verificar el haber (ingresos, pasivo y fondos propios) que el debe (activo y gastos). Esto es así porque la evidencia requerida para identificar la subestimación en los saldos acreedores basados en el libro mayor (es decir, ingresos, pasivo, fondos propios) no están fácilmente disponibles. Por ejemplo, las rentas malversadas estarían subestimadas porque nunca se habrían registrado. En este caso el problema de la subestimación se produce porque “lo que podría ser” no se habría capturado jamás en el sistema contable. Comparen el problema “complejo” anterior con el problema mucho “más simple” de determinar la sobreestimación en los saldos deudores en el libro mayor (es decir, gastos, activo), que requiere sólo proce- 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 123 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 123 sos contables efectivos y eficientes. Si, por ejemplo, se ha robado de la caja (como un activo), este fraude podría detectarse fácilmente contando el efectivo disponible y comparándolo con la cantidad de efectivo que según los registros contables debería haber. Así, probar “lo que debería ser” o “lo que es, pero podría no haber sido” (subestimación) es mucho más difícil que la simple prueba de lo que “es” (sobreestimación). La auditoría basada en el coste histórico de las oportunidades que “pueden o no haber llegado a ser” es, por tanto, problemática por causa del problema de la subestimación en la contabilidad basada en los balances; y así la contabilidad del coste histórico no sirve bien a la tarea de dar cuentas de los fenómenos proclives a la subestimación como la responsabilidad ante la oportunidad. En resumen, la contabilidad de balances según el coste histórico crea problemas especiales que tienen prioridad sobre la contabilidad efectiva por los problemas singulares basados en la subestimación que se encuentran al dirigir y gestionar la empresa joint-stake. Esto me ha hecho preguntarme: ¿Y qué pasaría con un sistema de contabilidad libre de balances que pudiera superar muchos retos contables inducidos por la subestimación? ¿Desde qué perspectiva sugiero una ampliación de nuestro sistema contable para permitir la responsabilidad ante la oportunidad? Yo llego a la gestión académica desde el campo contable. Soy un censor jurado de cuentas11 al que, como parte de su formación, se requirió que entendiera conceptos tales como la “ecuación de la identidad”, al igual que los muchos conceptos incorporados en los pronunciamientos del FASB (Financial Accounting Standards Board, Consejo de Normas Contables Financieras) y su predecesor, el APB (Accounting Principles Board, Consejo de Principios Contables), que forman los cimientos basados en el establecimiento de normas de la profesión contable. Por ello, a partir de estos antecedentes, exploremos, por ejemplo, este elemento clave de la lista anterior de “qué pasaría”: la responsabilidad ante la oportunidad, como un medio posible para permitir e implementar una forma basada en principios para que los directivos y administradores sean responsables de su gestión ante los stakeholders. Esta exploración se centrará en la relación contable con arreglo a la Stakeholder Theory, simplemente porque (según hice constar en mi cita de Jensen, 2002) este tema parece estar donde “la acción comienza de verdad”. Expresado simplemente, si no hay forma alguna de hacer que haya responsabilidad según la Stakeholder Theory, ¿cómo sería posible reivindicar una Stakeholder Theory superior? Aquí, sin embargo, solo podemos señalar lo esencial de un posible sistema contable ampliado para ilustrar qué se necesita para una Stakeholder Theory superior. Si dentro de 500 años mirásemos hacia atrás y dijéramos “Hicimos lo copernicano”, nosotros sí conservamos lo que nos trajo “aquí”, pero cambiamos lo suficiente para que nos llevara “allí”, quizá incluiría la adición de algo llamado contabilidad libre de balances. La contabilidad libre de balances 91Dialogue 124 19/5/09 12:00 Página 124 AURKILAN SPANISH ANNUAL podría definirse en términos que sirvieran como sustitutos en lugar de los balances de coste en dólares desarrollados históricamente y residentes en las cuentas del libro mayor, información (basada en algunos atributos comunes fácilmente discernibles) que cumple los objetivos comparativos de la información financiera (es decir, comparaciones de resultados presentes con resultados pasados, con puntos de referencia actuales (esto es, intersectoriales) y con presupuestos/previsiones futuras). Estas bases comunes para la comparación han sido denominadas similitudes compositivas (por ejemplo, Chan, 1990; Rousseau, 1985), donde la comparación basada en los atributos comunes puede alcanzarse utilizando, por ejemplo, modelos funcionales/aditivos, de consenso directo, de cambio de referente, dispersión y proceso de similitud compositiva (Chan, 1998). Utilizando estos modelos, el desarrollo de la contabilidad libre de balances podría centrarse en la identificación y explicación de sistemas de comparación coherentes respecto a su composición entre el pasado, el presente, y el futuro. Esta incorporación al léxico contable podría tener consecuencias de utilidad, según la lógica siguiente. Las empresas tienden a verse habilitadas y limitadas por sus sistemas de medición. Existe entre los directivos la sabiduría común de que una vez que se empieza a medir algo, no se captan muchas otras cosas (por ejemplo, externalidades). La responsabilidad empresarial está en este sentido limitada por los sistemas de medición utilizados. Éste es uno de los motivos por los que teóricos y prácticos de la contabilidad tienen problemas con la contabilidad basada en los costes históricos: se excluyen fenómenos importantes del proceso contable. Por ejemplo, los teóricos de la contabilidad han examinado en el pasado las razones subyacentes de sistemas de clasificación particulares de cuentas basadas en el coste histórico en los balances de situación, formulando preguntas como ¿sobre la base de qué surgiría tal clasificación? y ¿por qué deberían ser la base de los estados contables los costes históricos frente a, por ejemplo, importes ajustados según el nivel general de precios? (Abdel-Magid, 1979; Mitchell, 1976; Vickrey, 1979)12. La literatura contable ha tratado muchas de estas preguntas. Y a lo largo de los años (especialmente en las últimas dos décadas aproximadamente), la aparición de la teoría de la contabilidad crítica ha producido estudios que “tratan de llevar más allá los límites” de la teoría contable recibida con preguntas similares pero no idénticas a las que se plantean aquí. Los temas relacionados en cierto modo que se abordan incluyen por ejemplo (pero no como una lista exhaustiva): la economía política de la contabilidad (por ejemplo, Briloff, 1990; Cooper, Taylor, Smith y Catchpowle, 2005), la contabilidad crítica (por ejemplo, Arthur, 1993; Gallhofer y Haslam, 1997; Pesqueux, 2005), el papel de la contabilidad financiera en los procesos de formación de capital internacional (por ejemplo, Neu y Ocampo, 2007); el papel de la contabilidad de gestión en la organización del proceso laboral (por ejemplo, Marsden, 1998), la relación entre la contabilidad y el 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 125 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 125 estado en distintas formaciones sociales (por ejemplo, Jönsson, 1994), antagonismos entre el carácter social y privado de la contabilidad (por ejemplo, Bryer, 1999; Gray, 1998), y el efecto recíproco entre la contabilidad, el conflicto social, y la burocracia (por ejemplo, Kaghan y Bowker, 2004). Pero la construcción de instituciones contables drásticamente nuevas (por ejemplo, la contabilidad libre de balances) para apoyar un tipo de empresa sustancialmente nuevo (por ejemplo, la empresa joint-stake del tipo de redes de valor) no ha recibido aún gran atención en la literatura de la contabilidad crítica. Así que parece que tenemos libertad para preguntarnos juntos: ¿“Qué pasaría” (para hacer tales conceptualizaciones nuevas posibles) si creáramos una nueva base para la responsabilidad; y qué pasaría si esa base fuera (por ejemplo): recuentos de transacciones tal como ocurren en un entorno joint-stake? Es interesante que este tipo de técnica de base para la medición se haya implantado ya en cierto modo. Según mi experiencia, una auditoría comienza con un proceso llamado APT (el audit program for transactions, o “programa de auditoría para transacciones”). Este proceso requiere que el auditor seleccione –de entre los estados financieros elaborados por los administradores– transacciones para su examen que se ajusten a un umbral de materialidad determinado estadísticamente, para invocar la auditoría de un número y valor de transacciones suficientes, y permitir hacer afirmaciones sobre la imagen fiel de las cuentas históricas auditadas. Las transacciones son la base del APT, porque tienen en sus atributos generalidad suficiente como para poderse tratar con un sistema de auditoría que tiene como objetivo clave la comparabilidad de los resultados financieros. El tipo de métrica que hallaríamos por consiguiente en una contabilidad libre de balances basada en las transacciones sería también, en este sentido, de unidades universales. Así en el proceso Copernicano examinado por Donaldson (en el presente), no nos desharíamos necesariamente de las cuentas del libro mayor en un balance de situación: las cuentas reales (lo esencial de activo, pasivo y fondos propios) o las cuentas nominales (los ingresos y los gastos). Sin embargo, empleando las propiedades generales de las transacciones en igualdad de condiciones –intercambios entre compradores dispuestos y vendedores dispuestos–, podríamos utilizar estadísticas simples como recuentos de transacciones para construir métricas nuevas que amplíen el sistema de responsabilidad: proporciones, por ejemplo, tanto para la clasificación del sistema como para la declaración de los resultados. Para la contabilidad de la empresa joint-stake, significaría que esta “empresa” del tipo de redes de valor podría ser entonces responsable, por ejemplo según las stakes computadas como proporción del flujo de transacciones. Quizá tales “empresas del tipo de redes de valor” explicarían la estadística basada en transacciones entre fronteras, entre jurisdicciones, entre sectores: permitiendo un enfoque “entre-entre-entre” (es decir, un enfoque compositi- 91Dialogue 126 19/5/09 12:00 Página 126 AURKILAN SPANISH ANNUAL vo de múltiples facetas) que libere nuestro pensamiento y nuestros procesos de gestión de limitar las líneas divisorias del tipo de rendimientos decrecientes. Sería un sistema integrado en el sentido de que tales ideas han sido sugeridas por los demás autores de este artículo. El supuesto del flujo podría basarse en un “sistema” de cadena de valor. Por supuesto, requeriríamos entonces una nueva ecuación de identidad. La ecuación de identidad actual utilizada en los estados contables de hoy en día es bien conocida: activo es igual a pasivo más fondos propios. Pero ¿qué pasaría si hubiera una ecuación de identidad basada en el sistema que utilice los recuentos de transacciones para establecer las participaciones proporcionales en los resultados? En este ejemplo la ecuación de identidad para la responsabilidad de la empresa joint-stake libre de balances podría basarse en la conocida ecuación del sistema siguiente: inputs más proceso igual a outputs (es decir, contribución del recuento de las transacciones a inputs + contribución del recuento de las transacciones a procesos = participación proporcional en los outpus, donde la proporción de transacciones dedicadas a entradas, y a procesos de producción/servicios que utilicen tales entradas proporcionaría las proporciones para la asignación de los outputs). Para establecer la responsabilidad sobre una base libre de balances del libro mayor (con el fin de gestionar mejor el problema de la subestimación de la responsabilidad ante la oportunidad), proporcionaríamos un medio con el que identificar qué stakeholders contribuyen a las transacciones de entrada, de proceso y de resultados a través de los límites tradicionales hasta ahora, y dentro de las nuevas entidades jointstake. Así capturaríamos muchas más externalidades no capturadas (véase en el apéndice un ejemplo que ilustra y desarrolla con mayor detalle este argumento). Las implicaciones de tal enfoque para el análisis y examen adicional serían, por ejemplo, una comparabilidad más universal, reducciones en entropía y un incremento en el valor creado por la empresa joint-stake. Consecuentemente, la noción de Pacioli (1494) de “dará” y “recibirá” en la que se fundan los sistemas contables por partida doble adoptaría un significado añadido, amplificado y creador de valor. Como afirma Venkataraman (2002), dos procesos, la creación del valor y el reparto del valor, son terreno común tanto para el estudio del comercio como de la ética empresarial. Esta afirmación hace eco de los escritos de Víctor Hugo, quien en el siglo XIX sugirió también que los dos problemas principales a los que se enfrenta cualquier sociedad son (1) la producción de riqueza y (2) su distribución (Hugo, 1982: 722). Una ecuación contable basada en un sistema nuevo podría entonces (ya que contribuye al establecimiento de la responsabilidad ante la oportunidad) contribuir también a la conversación de la producción (inputs + procesos)/distribución (distribución del valor del outputs), centrando así más atención en el dilema espinoso y aún presente (Jensen, 2002) referente tanto a la producción como a la distribución del valor: proporcionar una definición para lo “mejor” 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 127 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 127 generado por los stakeholders; y definir una administración de la responsabilidad que pueda ser evaluada de una forma basada en principios. ¿Cómo proporcionaría tal sistema responsabilidad ante la oportunidad? ¿No podría argumentarse que en el mismo sentido en que las reivindicaciones residuales de los accionistas se dividen ahora según la proporción de propiedad en una empresa por acciones, esa asignación basada en la joint-stake podría ser posible? ¿No podría argumentarse que según las leyes de los “rendimientos crecientes” (por ejemplo, Arthur, 1996; Apéndice) los accionistas con derechos de propiedad en una “empresa” joint-stake de redes de valor podrían (por las mismas razonas por las que invirtieron) ceder a los stakeholders (cuya alineación con los incentivos de creación de valor incremental podría operar rendimientos crecientes), una parte de oportunidad de residuales mayores (a distribuir sobre la base de proporciones basadas en la ecuación de identidad nueva/libre de balances)? Admito que esta especulación, un tanto novedosa, se expresa tan solo en su forma más básica, pero se ofrece en el espíritu del “qué pasaría” para reabrir un diálogo que puede haberse cerrado prematuramente; y en su lugar, para afirmar que la idea de la joint-stake no tiene por qué perecer debido a problemas de responsabilidad. Les invito a unirse a esta importante conversación, de manera que dentro de 500 años pueda decirse de nosotros: las personas de comienzos del milenio eran realmente capaces de ajustar sus herramientas sociales para continuar poniendo en común sus recursos eficiente y eficazmente. Conclusión: del sueño a la actualización en el desarrollo de la ‘Stakeholder Theory’ Bradley R. Agle y Ronald K. Mitchell E l sueño de Carkson (1998) de una Stakeholder Theory superior buscaba redefinir la empresa “como el convertidor en mercancías y servicios de los recursos y los intereses que están en riesgo, para crear riqueza o valor para todos sus stakeholders, sin exponer a ellos o a otros a un daño o pérdida involuntarios... y desarrollar una economía de responsabilidad personificada en nuestra ética empresarial” (1998: 9). En sus observaciones Wood desarrolla esta postura revisionista, sugiriendo que una empresa construida sobre nuestra ética empresarial (frente a lo opuesto) puede ser el depósito de la responsabilidad económica. Y, según Donaldson, esta (r)evolución está ocurriendo. Necesitamos empujarla hacia delante, especialmente –como argumenta Freeman– mientras se desarrollan soluciones pragmáticas para los millones de directivos que van a trabajar cada día y administran nuestras organizaciones. ¿Estamos construyendo una estructura de soporte superior basada en los stakeholders que pueda aguantar las tensiones y las pruebas a las que la somete- 91Dialogue 128 19/5/09 12:00 Página 128 AURKILAN SPANISH ANNUAL rán de buena fe aquellos que se basan en las afirmaciones que hacemos en nuestra investigación y enseñanza? Como observó Mitchell, tal estructura requerirá herramientas sociales nuevas para su construcción: prácticas actuales perfeccionadas y modificadas; y cuando sea necesario, dejar atrás o rejuvenecer herramientas o formas de pensar antiguas, según indica Jensen, sin aminoramiento de los problemas significativos del mundo, con sus profundos orígenes cognitivos e institucionales. Mientras que la teoría económica anterior ha creado una gran riqueza económica, Jensen sugiere que una teoría nueva y mejor quizá pueda continuar creando este mismo valor económico o uno mejor, ayudando simultáneamente a la sociedad a crear valor nuevo de múltiples formas y solucionando con ello muchos problemas de la sociedad. No obstante, aún quedan preguntas. ¿Por qué sigue ganando popularidad tanto entre directivos como entre académicos la idea del stakeholder? Y dada esta creciente popularidad, ¿en qué medida estas inquietudes por los stakeholders abstractas y de boquilla se traducen en una gestión basada en los stakeholders concreta y de profundas convicciones? ¿Es la idea del stakeholder una moda pasajera, o hay sustancia creciente en las bases teóricas? ¿Está el concepto aparentemente sencillo de la orientación en el stakeholder haciéndose más fácil de implementar que cuando se introdujo al principio? ¿O después de todo la idea no es realmente tan simple? Preguntas como éstas sugieren que para ser superior, la Stakeholder Theory debería cumplir criterios de una teoría buena y útil, criterios como una mayor elegancia, facilidad de uso, eficacia explicativa, sencillez (en comparación con las alternativas), e incluso ser instintivamente grata. Tal como ha señalado Donaldson, cada nuevo paso en el desarrollo de las grandes teorías se construye sobre sus predecesoras. En su progreso desde Aristóteles y Ptolomeo, pasando por Copérnico, Newton, Einstein y quienes desarrollaron la teoría cuántica y de supercuerdas, las hipótesis sobre nuestro entorno físico que hemos llamado nuestras grandes teorías del universo se han hecho cada vez más útiles. Como habrán observado los lectores, en los cinco temas contados aquí hay evidencia de que el proceso de la construcción hacia una mayor elegancia en la Stakeholder Theory sigue incompleto. Aunque la Stakeholder Theory es instintivamente agradable para muchos (lo que puede ser motivo de su cada vez mayor popularidad), su facilidad de uso en la gestión basada en los stakeholders concreta y de profundas convicciones, la eficiencia explicativa y la fuerza de sus fundamentos teóricos, y su sencillez de implementación, siguen siendo aún trabajo en curso. Se precisa, por tanto, la inspiración y la motivación para continuar construyendo. Agle, Mitchell y Sonnenfeld (1999) apuntan a los fundamentos normativos de la Stakeholder Theory como un punto de partida para inspirar la creación de estas teorías, métodos y herramientas mejores. Jensen (2002) argumenta que, mientras la maximización del valor para los accionistas sea el objeti- 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 129 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 129 vo de la organización, ese objetivo no proporcionará una inspiración para los directivos o sus stakeholders. Cumplir sueños requiere tener sueños que merezca la pena cumplir. La Stakeholder Theory superior es uno de tales sueños. ¿No sería extraordinario si pudiera también servir como medio para la consecución? APÉNDICE Ejemplo y explicación: Aumento del rendimiento, la ‘joint-stake company’ y la “contabilidad libre de balances” Ronald K. Mitchell S egún Arthur (1996: 100), existen rendimientos crecientes y rendimientos decrecientes en todos los sectores y se definen como “la tendencia de aquello que está por delante de ir aún más por adelante y de que aquello que está perdiendo ventaja pierda más ventaja”. En esta conceptualización, las economías modernas contienen dos mundos de la empresa interrelacionados que se corresponden con los dos tipos de rendimiento, cada uno con técnicas de gestión, cultura, estilo, comportamiento, economía, estrategias y códigos de regulación gubernamental, etc. diferentes. Estas diferencias se ilustran a menudo mediante explicaciones de cómo operan los rendimientos crecientes en los sectores de servicios y alta tecnología. No obstante, dado que estas diferencias pueden ser de aplicación dondequiera que tenga lugar el impulso socioeconómico, la noción de los rendimientos crecientes puede aplicarse razonablemente a la joint-stake company como contribuye a mostrar al ejemplo siguiente: Consideren “el mercado de los sistemas operativos para ordenadores personales a comienzos de la década de los años ochenta cuando los sistemas CP/M, DOS y el Macintosh de Apple competían. Los sistemas operativos presentan rendimientos crecientes: si un sistema va por delante, atrae a más creadores de software y fabricantes de hardware que lo adoptan, lo que le ayuda a ir más adelante. CP/M fue el primero en el mercado y para el año 1979 estaba bien establecido. El Mac llegó más tarde, pero era extraordinariamente fácil de usar. DOS nació cuando Microsoft cerró un trato en 1980 para suministrar un sistema operativo para el PC de IBM. Durante uno o dos años no estuvo en absoluto claro qué sistema prevalecería. La nueva plataforma DOS para el PC de IBM era una solución poco ortodoxa. Sin embargo, la creciente base de usuarios de DOS/IBM animó a creadores de software tales como Lotus a escribir para DOS. La prevalencia de DOS –y de los PC de IBM– cobró mayor auge y finalmente la combinación DOS/IBM llegó a dominar una parte considerable del mercado. Esa historia es ahora bien conocida. No obstante, observen varias cosas: no podía predecirse por anticipado (antes de la operación con IBM) qué sistema 91Dialogue 130 19/5/09 12:00 Página 130 AURKILAN SPANISH ANNUAL llegaría a dominar. Una vez que DOS/IBM tuvo la ventaja, aprisionó el mercado porque a los usuarios no les era rentable cambiar. El sistema dominante no era el mejor: DOS era ridiculizado por los profesionales informáticos. Y, una vez que DOS aprisionó el mercado, su patrocinador, Microsoft, pudo distribuir sus costes a lo largo de una gran base de usuarios. La empresa disfrutaba de unos márgenes agresivos. Estas propiedades, por tanto, se han convertido en el sello de los rendimientos crecientes: inestabilidad del mercado (el mercado se inclina para favorecer al producto que obtiene la ventaja), múltiples resultados potenciales (de haberse producido hechos diferentes en la historia, podrían haber ganado otros sistemas operativos), impredecibilidad, la capacidad de aprisionar un mercado, la posible predominancia de un producto inferior y enormes beneficios para el ganador”. (Arthur, 1996: 102). Como alternativa al modelo tradicional, la contabilidad de la responsabilidad ante la oportunidad incorpora externalidades al capital (por ejemplo, Duncan y Pollard, 2001: 4), que pueden salpicar a toda la economía y producir rendimientos crecientes a escala a través de, por ejemplo, mecanismos del “aprendizaje mediante la práctica” (Romer, 1986; Lucas, 1988) o la investigación y el desarrollo (Grossman y Helpman, 1991; Romer, 1990), en condiciones de inestabilidad del mercado, múltiples resultados potenciales (dependiendo de cómo se conforme la historia) y los efectos del aprendizaje de los clientes. Por consiguiente, la responsabilidad ante la oportunidad basada en el sistema lograda a través de, por ejemplo, las alineaciones con los incentivos que hace posible la contabilidad libre de balances dentro de la empresa jointstake13 podría invocar un aumento del aprendizaje mediante la práctica, el aprendizaje de los clientes impulsado por las redes, y un impulso basado en la escritura de la historia que podría producir incrementos en valor creado (tales como externalidades al capital) que se hacen disponibles para permitir la distribución ampliada impulsada por la participación en los resultados. La cuestión por consiguiente no es cómo, a posteriori, deberían dividirse de forma distinta los beneficios de Microsoft, sino –dadas las externalidades al capital positivas posibles con un sistema operativo mejor (por ejemplo, CP/M o Mac)– ¿podría la responsabilidad ante la oportunidad haber cambiado la historia para mejor y, con ello, la magnitud de rendimientos crecientes, con el triunfo de CP/M o Mac? La premisa es que la empresa joint-stake/de redes de valor puede hacer más para añadir valor si se resuelven las proporciones de responsabilidad ante los contribuyentes stakeholders de entrada y del proceso. En consecuencia, la responsabilidad ante la oportunidad es fundamentalmente un problema de subestimación listo para ser abordado con herramientas nuevas invocadas por la idea de la joint-stake. Las ideas e ideales de la empresa jointstake ofrecen un “qué pasaría” viable. En otras palabras, la responsabilidad 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 131 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 131 ante la oportunidad para todos los implicados, utilizando conceptos nuevos como la contabilidad libre de balances, puede considerarse razonablemente –como experimento razonado– que apunta a aspectos prácticos en la responsabilidad de la empresa joint-stake. Notas Las notas 1-10 son de Freeman (pp. 162-166); las notas 11-13 son de Mitchell (pp. 176181) y el Apéndice (pp. 183-184). 1 2 3 4 5 6 7 8 10 11 12 13 Amartya Sen: On Ethics and Economics, Wiley-Blackwell, Oxford, 1991. En cuanto al último argumento, véase R. Edward Freeman, Jeffrey Harrison y Andrew Wicks: Managing for Stakeholders: Survival, Reputation and Success, Yale University Press, New Haven (Connecticut), 2007. Véase G. E. Moore: Principia Ethica, Cambridge University Press, Cambridge, 1903. De hecho, esto se debe a trabajar con varios coautores (Jeffrey Harrison, Andrew Wicks, Simone deColle y Bidhan Parmar) en un libro titulado tentativamente Stakeholder Theory and Business, que esperamos concluir en 2008. Sugiero aquí que no será muy útil hablar sobre la “empresa” sin hablar sobre los clientes, proveedores, empleados, comunidades y financieros. No pretendo hacer aquí ninguna reivindicación ontológica, sino simplemente una sugerencia pragmática. De hecho, una forma interesante de enseñar el denominado debate es hacer que los alumnos simplemente disuelvan el debate y entiendan que puede haber puntos de desacuerdo más sutiles. Este debate es mucho más importante que un debate textual sobre Friedman y la Stakeholder Theory, ya que la forma moderna de la teoría de la empresa, que se imparte en todas las clases de finanzas de todas las escuelas de negocios, adopta alguna forma del argumento de Friedman, sin la sutileza y sin la noción de que se apoya sobre diversas afirmaciones esencialmente morales. Estoy en deuda con Gordon Sollars por no dejar nunca de señalarme que muchos de los denominados “desacuerdos morales” son frecuentemente tan solo desacuerdos instrumentales sobre la forma en la que funciona el mundo. La Stakeholder Theory no trata de la responsabilidad social. He sido un crítico incesante de la idea de la responsabilidad social durante más de veinte años. Me gusta el motivo que hay detrás de la RSC, pero creo que, una vez que se explica la corporate stakeholder responsibility (responsabilidad de los stakeholders corporativa), no es necesario decir nada más. El hecho de si la Stakeholder Theory es un “marco”, una “teoría” o una “hipótesis” es otra de esas cuestiones sin interés para un pragmatista como yo. Espero que encierre algunas ideas muy útiles para que calculemos cómo crear valor mutuo de una forma mejor. Durante varios años, Mitchell hizo prácticas en Haskins & Sells y más tarde en Deloitte Haskins & Sells (una de las antiguas “ocho grandes” de las empresas de contabilidad), en la actualidad Deloitte & Touche. Abdel-Magid supervisó a Mitchell, quien ayudó en dicho proyecto con un trabajo preparatorio en 1976. La contabilidad libre de balances en la empresa joint-stake se define de la siguiente manera: asignación proporcional del valor creado sobre la base de una concepción más amplia del proceso de creación del valor en “empresas” del tipo de redes de valor. 91Dialogue 132 19/5/09 12:00 Página 132 AURKILAN SPANISH ANNUAL Bibliografía Abdel-Magid, M.: “General-price-level-adjusted historical-cost statements and The RatioScale view: A comment”, The Accounting Review, 54 (4), 1979, pp. 825-829. Agle, B. y Agle, L.: The stated objectives of the Fortune 500: Examining the philosophical approaches that drive America’s largest firms, Working Paper, University of Pittsburgh, 2007. Agle, B.R.; Mitchell, R.K. y Sonnenfeld, J. A.: “Who matters to CEOs? An investigation of stakeholder attributes and salience, corporate performance, and CEO values”, Academy of Management Journal, 42 (5), 1999, pp. 507-525. Alchain, A. A. y Demsetz, H.: “Production, information costs, and economic organization”, American Economic Review, 62, 1972, pp. 777-795. Arrow, K. J.: Individual choice under certainty and uncertainty, Belknap Press, Cambridge (Massachusetts), 1984. Arthur, A.: “Critical accounting theory and practical philosophy: Applying the tools”, Critical Perspectives on Accounting, 4 (3), 1993, pp. 209-224. Arthur, B.: “Increasing returns and the new world of business”, Harvard Business Review julio/agosto, 1996, pp. 100-109. Bartkus, B.; Glassman, M. y McAfee, B.: “Mission statement quality and financial performance”, European Management Journal, 24 (1), 2006, pp. 86-94. Berman, S.; Wicks, A.; Kotha, S. y Jones, T.: “Does stakeholder orientation matter? The relationship between stakeholder management models and firm financial performance”, Academy of Management Journal, 42 (5), 1999, pp. 488-506. Briloff, A. J.: “Accountancy and society: A covenant desecrated”, Critical Perspectives on Accounting, 1 (1), 1990, pp. 5-30. Bryer, R. A.: “A Marxist critique of the FASB’s conceptual framework”, Critical Perspectives on Accounting, 10 (5), 1999, pp. 551-589. Carroll, A. B.: “A three-dimensional conceptual model of corporate social performance”, Academy of Management Review, 4, 1979, pp. 497-505. Chan, D.: “Functional relations among constructs in the same content domain at different levels of analysis: A typology of composition models”, Journal of Applied Psychology, 83 (2), 1998, pp. 234-246. Clarkson, M. B. E.: “Introduction”, en M. B. E. Clarkson (ed.), The Corporation and its stakeholders–Classic and contemporary readings, University of Toronto Press, Toronto, 1998, pp. 1-9. Cludts, S.: “The stakeholders as investors: A response to Etzioni”, Business Ethics Quarterly, 9 (4), 1999, pp. 673-676. Coase, R. H.: “The nature of the firm”, en G. J. Stigler y K. E. Boulding (eds.), Readings in Price Theory, Irwin, Homewood (Illinois), 1937, pp. 386-405. Collins, J. y Porras, J.: Built to last: Successful habits of visionary companies, HarperCollins, Nueva York, 1994. Cooper, C.; Taylor, P.; Smith, N. y Catchpowle, L.: “A discussion of the political potential of social accounting”, Critical Perspectives on Accounting, 16 (7), 2005, pp. 951-974. Donaldson, T.: Corporations and morality, Prentice Hall, Englewood Cliffs (Nueva Jersey), 1982. Donaldson, T.: “Response: Making Stakeholder Theory whole”, Academy of Management Review, 24 (2), 1999, pp. 237-241. Donaldson, T. y Dunfee, T. W.: Ties that bind, HBS Press, Boston, 1999. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 133 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 133 Duncan, R. y Pollard, S.: A conceptual framework for a country poverty reduction strategy. Documento presentado en The Asia and Pacific Forum on Poverty: Reforming policies and institutions for poverty reduction, Manila, 2001. Egidi, M. y Marris, R.: Economics, bounded rationality and the cognitive revolution, Edward Elgar, Brookfield (Vermont), 1995. Ehrenreich, B.: Nickel and dimed: On (not) getting by in America, Metropolitan Books, Nueva York, 2001. Frederick, W. C.: “From CSR1 to CSR2”, Business & Society, 33 (2), 1994, pp. 150-164. Frederick, W. C.: Corporation be good!: The story of corporate social responsibility, Dog Ear Publishing, Indianápolis, 2006. Freeman, R. E.: Strategic management: A stakeholder approach, Pitman, Boston, 1984. Freeman, R. E.; Wicks, A. y Parmar, B.: “Stakeholder theory and ‘the corporate objective revisited’”, Organization Science, 15 (3), 2004, pp. 364-369. Friedman, M.: Capitalism and freedom, University of Chicago Press, Chicago, 1962. Frooman, J.: “Stakeholder influence strategies”, Academy of Management Review, 24 (2), 1999, pp. 191-205. Gallhofer, S. y Haslam, J.: “Beyond accounting: The possibilities of accounting and ‘critical’ accounting research”, Critical Perspectives on Accounting, 8 (1-2), 1997, pp. 71-95. Goodsell, C. T.: The case for bureaucracy: A public administration polemic, Chatham House Publishers, Chatham (Nueva Jersey), 1983. Gray, R.: “Imagination, a bowl of petunias and social accounting”, Critical Perspectives on Accounting, 9 (2), 1998, pp. 205-216. Grossman, G. M. y Helpman, E.: Innovation and growth in the global economy. MIT Press, Cambridge (Massachusetts), 1991. Hall, J. y Vrendenberg, H.: “Managing stakeholder ambiguity: Companies increasingly need to engage a wide range of stakeholders, but managers often underestimate the complexity of the task”, Sloan Management Review, 47 (1), 2005, pp. 11-19. Heath, J.: “Business ethics without stakeholders”, Business Ethics Quarterly, 16 (4), 2006, pp. 533-557. Hendry, J.: “Missing the target: Normative Stakeholder Theory and the corporate governance debate”, Business Ethics Quarterly, 11 (1), 2001, pp. 159-176. Hillman, A. J. y Keim, G. D.: “Shareholder value, stakeholder management, and social issues: What’s the bottom line?”, Strategic Management Journal, 22, 2001, pp. 125-139. Hofstadter, R.: Social Darwinism in American thought, 1860-1915, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1944. Hugo, V.: Les miserables, Penguin Books, Ltd., Middlesex (Inglaterra), 1982 (1862). Jawahar, L. M. y McLaughlin, G. L.: “Toward a descriptive Stakeholder Theory: An organizational life cycle approach”, Academy of Management Review, 26 (3), 2001, pp. 397-414. Jensen, Michael C.: “Value maximization, Stakeholder Theory, and the corporate objective function”, Business Ethics Quarterly, 12 (2), 2002, pp. 235-247. Jones, T. y Wicks, A.: “Convergent Stakeholder Theory”, Academy of Management Review, 24 (2), 1999, pp. 206-221. Jönsson, S.: “Changing accounting regulatory structures in the context of a strong state”, Critical Perspectives on Accounting, 5 (4), 1994, pp. 341-360. Kaghan, W. N. y Bowker, G. C.: “Accounting practices and networks of accountancy: A comment on ‘what is measured counts’ by Kala Saravanamuthu”, Critical Perspectives on Accounting, 15 (3), 2004, pp. 325-329. 91Dialogue 134 19/5/09 12:00 Página 134 AURKILAN SPANISH ANNUAL Kochan, T. A. y Rubenstein, S. A.: Toward a Stakeholder Theory of the firm: The Saturn partnership”, Organization Science, 11 (4), 2000, pp. 367-386. Lakoff, G.: Moral politics: What conservatives know that liberals don’t, University of Chicago Press, Chicago, 1996. Logsdon, J. M. y Wood, D. J.: “Business citizenship: From domestic to global level of analysis”, Business Ethics Quarterly, 12 (2), 2002, pp. 155-188. Lucas, R. E.: “On the mechanics of economic development”, Journal of Monetary Economics, 22 (1), 1988, pp. 3-42. Luoma, P. y Goodstein, J.: “Stakeholders and corporate boards: Institutional influences on board composition and structure”, Academy of Management Journal, 42 (5), 1999, pp. 553-563. Marcoux, A.: “A fiduciary argument against Stakeholder Theory”, Business Ethics Quarterly, 13 (1), 2003, pp. 1-24. Marens, R. y Wicks, A.: “Getting real: Stakeholder theory, managerial practice, and the general irrelevance of fiduciary duties owed to shareholders”, Business Ethics Quarterly, 9 (2), 1999, pp. 273-293. Marsden, R.: “A political technology of the body: How labour is organized into a productive force”, Critical Perspectives on Accounting, 9 (1), 1998, pp. 99-136. Mill, J. S.: “Of production on a large, and production on a small scale”, en J. S. Robson (ed.), Principles of Political Econom, University of Toronto Press, Toronto, 1848. Mitchell, R. K.: Classification theory, documento de trabajo, inédito, University of Calgary, 1976. Mitchell, R. K.; Agle, B. R. y Wood, D. J.: “Toward a theory of stakeholder identification and salience: Defining the principle of who and what really counts”, Academy of Management Review, 22 (4), 1997, pp. 853-886. Mitnick, B. M.: The political economy of regulation: Creating, designing, and removing regulatory forms, Columbia University Press, Nueva York, 1980. Mitnick, B. M.: “The strategic uses of regulation–and deregulation”, Business Horizons, 24 (2), 1981, pp. 71-83. Moneva, J.; Rivera-Lirio, J. M. y Muñoz-Torres, M. J.: “The corporate stakeholder commitment and social and financial performance”, Industrial Management and Data Systems, 107 (1), 2007, pp. 84-102. Neu, D. y Ocampo, E.: “Doing missionary work: The World Bank and the diffusion of financial practices”, Critical Perspectives on Accounting, 18 (3), 2007, pp. 363-389. Ogden, S. y Watson, R.: “Corporate performance and stakeholder management: Balancing shareholder and customer interests in the U.K. privatized water industry”, Academy of Management Journal, 42 (5), 1999, pp. 526-538. Ogg, D.: Europe in the seventeenth century, A. & C. Black, Londres, 1961, octava edición. Omran, M.; Atrill, P. y Pointon, J.: “Shareholders versus stakeholders: Corporate mission statements and investor returns”, Business Ethics: A European Review, 11(4), 2002, pp. 318-326. Pacioli, L.: Summa de arithmetica, geometrica, proportioni et proportionalita, Venecia, 1494. Pajunen, K.: “Stakeholder influences in organizational survival”, Journal of Management Studies, 43 (6), 2006, pp. 1261-1288. Palmer, D.: “Upping the stakes: A response to John Hasnas on the normative viability of the stockholder and stakeholder theories”, Business Ethics Quarterly, 9(4), 1999, pp. 699-706. Pesqueux, Y.: “Corporate governance and accounting systems: A critical perspective”, Critical Perspectives on Accounting, 16 (6), 2005, pp. 797-873. 91Dialogue 19/5/09 12:00 Página 135 DIÁLOGO: A TRAVÉS DE LA TEORÍA DE LOS ‘STAKEHOLDERS’ SUPERIOR 135 Phillips, K.: American theocracy: The peril and politics of radical religion, oil, and borrowed money in the 21st century, Viking, Nueva York, 2006. Phillips, R.: Stakeholder theory and organizational ethics, Berrett-Kohler, San Francisco, 2003. Phillips, R.; Freeman, R. E. y Wicks, A.: “What Stakeholder Theory is not”, Business Ethics Quarterly, 13 (4), 2003, pp. 479-502. Post, J.; Preston, L. y Sachs, S.: Redefining the corporation: Stakeholder management and organizational wealth, Stanford University Press, Stanford (California), 2002. Romer, P. M.: “Increasing returns and long-run growth”, Journal of Political Economy, 94 (5), 1986, pp. 1002-1037. Romer, P. M.: “Endogenous technical change”, Journal of Political Economy, 98 (5), 1990, pp. S71-S101. Richards, I.: “Stakeholders versus shareholders: Journalism, business, and ethics”, Journal of Mass Media Ethics, 19 (2), 2004, pp. 119-129. Rousseau, D. M.: “Issues of level in organizational research: Multi-level and cross-level perspectives”, Research in Organizational Behavior, 7, 1985, pp. 1-37. Schneider, M.: “A stakeholder model of organizational leadership”, Organization Science, 13 (2), 2002, pp. 209-220. Scott, S. y Lane, V.: “A stakeholder approach to organizational identity”, Academy of Management Review, 25 (1), 2000, pp. 43-62. Sen, A.: “The moral standing of the market”, Social Philosophy & Policy, 2 (2), 1985, pp. 1-19. Sen, A.: On ethics and economics, B. Blackwell, Oxford, 1987. Sen, A.: On economic inequality, Oxford University Press, Oxford, 1997. Smith, A.: An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, Whitestone, Dublín, 1776. Smith, H. J.: “The shareholders versus stakeholders debate”, Sloan Management Review, 44 (4), 2003, pp. 85-90. Stone, A.: Regulation and its alternatives, Congressional Quarterly Press, Washington, DC, 1982. Sundaram, A. e Inkpen, A.: “The corporate objective revisited”, Organization Science, 15 (3), 2004, pp. 350-363. Treviño, L. K. y Weaver, G. R.: “The stakeholder research tradition: Converging theorists–not converging theory”, Academy of Management Review, 24 (2), 1999, pp. 222-227. Uchetelle, L.: “Encouraging more reality in economics”, New York Times (6 de enero), en http://www.nytimes.com/2007/01/06/business/06econ.html?adxnnl=1&ref=business&adxn nlx=1168106947-CQ27C+6uLl+Pp0rPSXyMnA (acceso el 6 de enero de 2007). Van Buren, H.: “If fairness is the problem, is consent the solution? Integrating ISCT and Stakeholder Theory”, Business Ethics Quarterly, 11 (3), 2001, pp. 481-499. Velamuri, S. R. y Venkataraman, S.: “Why stakeholder and stockholder theories are not necessarily contradictory: A Knightian insight”, Journal of Business Ethics, 61, 2005, pp. 249-262. Venkataraman, S.: “Stakeholder value equilibration and the entrepreneurial process”, en R. E. Freeman y S. Venkataraman (eds.), Ethics and Entrepreneurship (The Ruffin Series n.º 3), Society for Business Ethics, Charlottesville (Virginia), 2002, pp. 45-57. Vickrey, D. W.: “General-price-level adjusted historical-costs statements and the ratio scale view”, The Accounting Review, 54 (1), 1979, pp. 31-40. Vilanova, L.: “Neither shareholder nor stakeholder management: What happens when firms are run for their short-term relevant stakeholder?”, European Management Journal, 25 (2), 2007, pp. 146-162. Wartick, S. L. y Cochran, P. L.: “The evolution of the corporate social performance model”, Academy of Management Review, 10, 1985, pp. 758-769. 91Dialogue 136 19/5/09 12:00 Página 136 AURKILAN SPANISH ANNUAL Williamson, O. E.: The economic institutions of capitalism, The Free Press, Nueva York, 1985. Wolfe, R. A. y Putler, D. S.: “How tight are the ties that bind stakeholder groups?”, Organization Science, 13 (1), 2002, pp. 64-80. Wood, D. J.: “Corporate social performance revisited”, Academy of Management Review, 16, 1991, pp. 691-718. Wood, D. J. y Logsdon, J. M.: “Business citizenship: From individuals to organizations”, en R. E. Freeman y S. Venkataraman (eds.), Ethics and Entrepreneurship (The Ruffin Series n.º 3), Society for Business Ethics, Charlottesville (Virginia), 2002, pp. 59-94. Wood, D. J.; Logsdon, J. M.; Lewellyn, P. G. y Davenport, K.: Global business citizenship: A transformative framework for ethics and sustainable capitalism, M. E. Sharpe, Armonk (Nueva York), 2006.