Niños en parejas homosexuales

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HOMOSEXUALIDAD
Niños en parejas homosexuales
Ignacio Aréchaga
(Aceprensa 152/00)
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Contrapunto
¿El desarrollo psicológico de un niño criado por una pareja homosexual es normal? La
pregunta ha empezado a plantearse a raíz de la pretensión de los homosexuales de adoptar unos
niños que su propia opción sexual les niega. Así que no está de más que el asunto se estudie con
rigor. En Francia, el Dr. Stéphane Nadaud ha intentado investigarlo con una tesis de la que informa
Le Monde (28-X-2000). Este psiquiatra para niños declara haber abordado el tema "sin hipótesis a
priori" y, según el director de la tesis, "con el mayor rigor metodológico". Su conclusión: No se
encuentra ninguna diferencia significativa entre los niños educados por una pareja del mismo sexo y
los criados en una familia "clásica" (huyamos del término "normal", para evitar cualquier parti pris).
En síntesis, estos niños van bien.
Cuando uno empieza a calibrar cómo se llega a estas conclusiones, encuentra planteamientos
insólitos. La única fuente de información sobre la marcha de los niños son las respuestas de los
propios padres (un 80% son mujeres), que han de ser homosexuales, tener la custodia legal del
niño y vivir la mayor parte del tiempo con él. Las vivencias de los niños no se tienen en cuenta para
nada, ya que preguntarles habría obligado a confrontarles con un psiquiatra, como si tuvieran un
problema.
Es más, todos los padres encuestados pertenecen a una Asociación de padres y futuros padres
gays y lesbianas (APGL), en fin, gente militante por la causa. ¿No estarán tentados de dar una
visión demasiado positiva de la marcha de sus niños? Al contrario, dice el Dr. Nadaud: "Es la teoría
de la homofobia interiorizada: esos padres están más inquietos por sus hijos que la media".
Conforme a estos criterios, se podría estudiar si el humo del tabaco es perjudicial para los
niños preguntando solo a sus padres fumadores, o si los hijos crecidos en familias nómadas tienen
más dificultades escolares ateniéndose solo a la opinión de los padres.
El doctor reconoce que el estudio puede estar sesgado en algunos aspectos: se basa en un
número limitado de niños, solo 58 de 4 a 16 años; sus padres son de buen nivel económico y
cultural. Tampoco se ha establecido un grupo de control, es decir, una población de referencia con
la que se pueda comparar la situación de los niños estudiados. Pues escoger como referencia otros
niños que no pertenecen a una familia "clásica", como hijos de padres encarcelados o divorciados,
"sería ya considerar la homoparentalidad como una adversidad social", dice el director de la tesis.
En fin, no da la impresión de que el estudio se atenga a los criterios que otras veces parecen
esenciales para garantizar el rigor metodológico.
Además, cualquier rasgo que sus padres atribuyan a los niños se interpreta en un sentido
favorable a su ambiente homosexual. Si los padres creen que los niños tienen una capacidad de
adaptación superior a la media, es que "el hecho de vivir en un ambiente diferente obliga a los
niños a adaptarse", explica el autor de la tesis. ¿Resulta que son algo más tímidos y menos
sociables que la media? Culpa ajena a la familia: "Las interacciones sociales pueden ser un poco
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más difíciles para ellos, lo que se explica fácilmente por el estigma social del contexto familiar".
¿Pero la menor sociabilidad es un signo de una buena adaptación?
¿El hecho de que los niños cuenten con dos padres del mismo sexo o de distinto sexo influye
en su desarrollo? Según el Dr. Nadaud, no hay diferencias significativas. Pero la afirmación no se
basa en una comparación con niños educados en familias "clásicas". Simplemente, dentro del grupo
estudiado, no encuentra diferencias entre los niños educados por una pareja del mismo sexo y los
que tienen como referencia una pareja en la que los dos sexos están representados (bien porque en
su día nacieron en un contexto heterosexual o porque son educados por una lesbiana y un gay).
Pero hace falta distorsionar mucho el enfoque para asegurar que en estas extrañas familias la
masculinidad y la feminidad están representadas. Puestos a ver si hay diferencias, habría que
compararlos con los niños que viven en parejas estables de marido y mujer.
La Asociación de padres gays y lesbianas se declara satisfecha por que al fin "empiece a
constituirse en Francia un corpus científico" en torno a este tema, lo que permite salir al paso de
quienes se muestran alarmados ante la posibilidad de que se permita la adopción a las parejas
homosexuales. Pero lo más alarmante son los riesgos que empieza a sufrir el rigor científico y la
presentación periodística en cuanto se aborda un tema que afecta a los intereses de los
homosexuales. Sin ir más lejos, del limitado número de niños implicados en este estudio, solo el
12% (es decir, 7) eran niños adoptados. Y parece un tanto aventurado sacar conclusiones sobre la
adopción por parte de parejas homosexuales con tan escuálida base.
En cualquier caso, en este debate nadie pretende decir que los niños criados por una pareja
homosexual vayan a ser pequeños monstruos. Lo que se discute es si, puestos a dar padres a un
niño, que es de lo que se trata en la adopción, y habiendo como hay tantas parejas de hombre y
mujer dispuestas a adoptar, por qué habría que colocar al niño en una pareja homosexual, donde le
faltará la referencia de uno de los dos sexos. ¿Simplemente para dar más respetabilidad a los
padres?.
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