Rosas y las relaciones con el Parguay

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Rosas y las relaciones con el Paraguay
(01) La Independencia de Paraguay
(02) Rosas no reconoce la Independencia Paraguaya
(03) El legado de Rosas
(04) Rosas y el Paraguay
(05) Fuentes.
(06) Artículos relacionados.
La Independencia de Paraguay
La declaración oficial de la dependencia paraguaya se hizo el 25 de abril de 1842.
No fue ajena la instigación de Brasil por medio de José Antonio Pimienta Bueno,
luego marqués de San Vicente. Resultó fácil al diplomático brasilero agitar los
agravios hacia el “puerto” y el fantasma de una dependencia de Buenos Aires, por
la equivocada política de los gobernantes porteños anterior a 1829.
Pero en 1842, Rosas dirigía los destinos de la Confederación Argentina; su política
había quitado los recelos del interior contra el puerto, el gran factor de la dispersión
platina; de allí que estableciera la Confederación de provincias iguales en derecho
por el Pacto Federal de 1831, y cerrase la entrada a Buenos Aires de mercadería y
producciones extranjeras que podían elaborarse en el interior (Ley de Aduana de
1835). Gracias a ello rehizo la unidad, que de otra manera hubiera llevado a una
Centroamérica de catorce republiquetas enemigas. No faltaban, de más está decir,
los estímulos exteriores para esa balcanización.
Rosas no reconoce la Independencia Paraguaya
La Independencia del Paraguay no fue reconocida por Rosas. Declaró que “no
llevaría la guerra a esa provincia”, limitándose a esperar que el tiempo y la
reflexión modificasen la actitud de los paraguayos. Consideró a Paraguay
“provincia argentina” y sus productos (tabaco, yerba, madera) tenían en el puerto
de Buenos Aires el tratamiento preferencial de todo producto argentino. Solamente
en 1849 ante el tránsito de un convoy de armas de Brasil a Paraguay por territorio
argentino, perdió la paciencia con López y amenazó con la guerra. Posiblemente
no fuera otra cosa que una amenaza, pues Rosas no iría a estrellar su Ejército de
Operaciones (que destinaba a la próxima guerra con Brasil) contra 25.000
paraguayos que sabía bien armados, y cuyo coraje amor al terruño los había
imbatibles en la defensiva. Ni estaba en las modalidades de Rosas anexar
territorios por la fuerza (caso de Tarija en 1841, de la alianza ofrecida por Brasil en
1843, etc.) El Restaurador buscaba la Federación del Plata, pero de la misma
manera que hizo la Federación Argentina: sin prepotencia, sin avasallamientos, por
propia y decidida voluntad de los escindidos, que es la sola manera de reconstruir
una nacionalidad disgregada.
Legado del "Sable de la Soberanía"
El 17 de febrero de 1869, mientras Francisco Solano López y el heroico pueblo
guaraní se debatían en las últimas como jaguares decididos que se niegan a la
derrota, Rosas testó el destino del "sable de la soberanía":
"Su excelencia el generalísimo, Capitán General don José de San Martín, me
honró con la siguiente manda: La espada que me acompañó en toda la guerra de
la Independencia será entregada al general Rosas por la firmeza y sabiduría con
que ha sostenido los derechos de la Patria. Y yo, Juan Manuel de Rosas, a su
ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a su Excelencia el señor Gran
Mariscal, presidente de la República paraguaya y generalísimo de sus ejércitos, la
espada diplomática y militar que me acompañó durante me fue posible defender
esos derechos, por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido y sigue
sosteniendo los derechos de su Patria".
Rosas y el Paraguay
La simpatía de Rosas hacia el Paraguay fue constante. Su correspondencia
demuestra que durante la guerra de la Triple Alianza estuvo a favor de los
paraguayos, como estuvieron a favor la mayoría de los argentinos y orientales.
En 1869 el restaurador quería mandarle el sable de San Martín al mariscal López,
que se debatía en las últimas, reconociéndolo el defensor de la soberanía
americana.
Vencido el Paraguay, se interesó por su suerte ante los banqueros ingleses,
gestionando empréstitos para su reconstrucción.
El 17 de Mayo de 1871, el Presidente Paraguayo Rivarola, agradeció a Rosas “el
interés que ha mostrado en favor de este pobre país que ha quedado aniquilado en
una guerra sin ejemplo”.
Al año siguiente en carta del 9 de Marzo de 1872, el Presidente Jovellanos le
ofrecía “en nombre de todos mis conciudadanos hospitalidad entre nosotros, donde
después de honrarnos con su aceptación hallaría corazones que habrían de mitigar
los sinsabores de su triste vida” (“Copia fotográfica en papeles de Rosas”, de
Adolfo Saldías, t.II, p.436 y 438)
Fuentes:
Rosa José María, La Guerra del Paraguay. p.51
Ver artículos relacionados:
- El Restaurador
- Tratado Triple Alianza
- El barón de Mauá
- Guerra del Paraguay
- Las tierras del Paraguay
- Alberdi y la guerra del Paraguay
- Sarmiento y Paraguay
- Los "voluntarios"
- Solano López
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