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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Copyright 2011, Jane A. Simington, Ph.D.
ISBN #978-0-9813735-6-0
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ninguna forma ya sea por medios electrónicos o mecánicos, incluyendo
fotocopiado, grabación o cualquier método de almacenamiento y de
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escrito del Jane A. Simington con la excepción de algún crítico que desee citar
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Simington, Jane,
Viaje hacia lo sagrado : remendando un alma quebrantada / Jane
A. Simington ; [traducido por] Augustin Vela.
Translation of: Journey to the sacred.
Includes bibliographical references and index.
Issued also in electronic format.
ISBN 978-0-9813735-7-7
1. Spiritual healing. I. Vela, Augustin, 1958- II. Title.
BT732.5.S54518 2011
C2011-905944-4
234'.131
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Introducción
En algún momento en la vida, cada uno de nosotros lucha intentando
encontrarle sentido a las circunstancias que rodean una experiencia difícil.
Dicha adversidad puede ser circunstancial, como la pérdida de un trabajo, la
pérdida de un ser querido, la pérdida de un miembro del cuerpo, o la
pérdida de la autoestima después de haber sido profundamente lastimado.
El evento puede ser evolutivo, como el que se vive cuando se vacía el nido, o
al advertir los cambios físicos asociados con la vejez. Estos momentos
cruciales, después de los que la vida nunca será igual, nos fuerzan a dejar
atrás lo que tanto valorábamos anteriormente. Nos lamentamos por lo que
ya no tenemos. Pero avanzar en la vida requiere que no solamente
sobrevivamos sino que también crezcamos por las lecciones aprendidas,
mientras lidiamos con las respuestas físicas, emocionales y espirituales de
nuestra pena.
Mientras algunos autores describen las reacciones físicas y emocionales a la
pérdida y prescriben estrategias para neutralizar sus efectos, pocos se
refieren al tormento espiritual experimentado mientras intentamos
encontrarle sentido a lo que nos pasó y un nuevo propósito para el resto de
nuestra vidas. Sin embargo, el dolor espiritual es una intensa agonía, ya que
las preguntas persistentes del alma no se silencian hasta que encontramos
las respuestas que se ajustan a nuestra visión del mundo —una visión que
pudo haber sido drásticamente alterada por la experiencia.
Otros han escrito relatos personales de lo que ocurre en el alma después de
una experiencia traumática en la vida, y existe literatura que describe
métodos de sanación usados alrededor del mundo. Algunos autores
comparan los conceptos contenidos en
las religiones orientales y
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Jane Simington
occidentales y otros se refieren a la espiritualidad humana fuera del marco
religioso. Pero ningún trabajo previo ha combinado todo lo anterior. Ningún
autor ha comparado antes las experiencias vividas de los conflictos del alma
en la hora oscura, las historias arquetípicas del sueño y los símbolos, las
historias de los mitos y el folklore, las historias de las tradiciones de fe y las
historias de las creencias indígenas antiguas y prácticas de espiritualidad y
sanación. Ningún trabajo previo presenta una estructura sobre la cual la
terapia moderna del alma, ya sea auto inducida o prescrita por un
profesional, pueda apoyarse. Ningún trabajo anterior provee un lenguaje
para trabajar el alma, ni combina lo antiguo y lo moderno, la ciencia y el
folklore, la religión y la espiritualidad, ni la teoría, la práctica y la
investigación. Este trabajo brinda definiciones y descripciones de los
conceptos del espíritu, que pueden adaptarse a las prácticas de la salud y la
sanación usadas por quienes sanamos personal y profesionalmente dentro
del mundo moderno occidental. Ningún trabajo previo demuestra la eficacia
de estas prácticas para sanar almas atormentadas y lograr la auto
transformación. Ningún trabajo previo describe cómo pueden usarse estos
métodos para ayudar a alguien afligido durante su viaje hacia la sanación.
Durante los últimos cinco años, más de trescientos artículos concernientes a
la carencia de atención a las cuestiones espirituales de la gente, han
aparecido en diarios especializados en psicología, trabajo social, enfermería,
fisioterapia, y terapia ocupacional. Estas profesiones ayudan en momentos
en que la vida parece abrumadora. Los autores nos recuerdan que la
dimensión espiritual de nuestra humanidad tiene una influencia
omnipresente sobre el pensamiento, el comportamiento, el bienestar y la
salud general. Y mientras el cuidado del espíritu humano es primordial para
sanar en casi todas las otras culturas, del pasado y del presente, los modelos
de asistencia y prácticas de religión de la sociedad occidental han prestado
poca atención a las necesidades del espíritu humano quebrantado. El
resurgimiento del interés se basa en un reconocimiento creciente de este
vacío, de la necesidad de sanar el alma y de las diferencias entre la
espiritualidad y la religión.
El contenido de este libro fluye de mi propia necesidad de sobrevivir la
oscura noche de la aflicción hasta el alba. Durante mi tiempo en la oubliette
—el calabozo francés sin puerta o ventana— busqué respuestas para
apaciguar las preguntas persistentes que manaban constantemente desde
las crecientes grietas en el centro de mi ser. Incapaz de encontrar la sanación
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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de mi alma en los métodos prescritos por los sistemas del mundo occidental
o en la religión en la que crecí, recurrí a la educación. En la escuela de
posgrado, investigué las raíces antiguas de la sanación. Me hundí en un
proceso paralelo de descubrir métodos antiguos y más holísticos, junto con
teorías modernas de psicología, sociología, antropología, gerontología,
enfermería y más. Me di cuenta que únicamente en las culturas influidas por
el pensamiento occidental (en un esfuerzo por el purismo científico) hay una
carencia de espiritualidad como el núcleo de la práctica de sanación.
Decidida a comprender la espiritualidad diferenciándola de la religión, y
desesperada por apaciguar la turbulencia dentro de mi propia alma, utilicé
cada gramo de energía disponible en mi educación doctoral. Analicé
minuciosamente cada creencia, cada dogma, cada credo que había repetido
durante tanto tiempo, de la boca hacia afuera. Necesitaba encontrarle
sentido a mi formación cristiana, pero descubrí que las enseñanzas de Jesús
habían sido alteradas muchas veces a lo largo de los siglos, según intereses
políticos y económicos. Estudié folklore y mitología, historias de diosas, y
astrología. Estudié Chamanismo y las religiones orientales. Examiné
investigaciones sobre experiencias cercanas a la muerte, y sobre la regresión
a vidas pasadas. Medité en sitios sagrados en Europa, en Asia, en el Perú,
Venezuela y México. Reflexioné acerca del orden natural y escuché lo
sagrado de las historias personales que compartieron conmigo quienes
viajaron a mi lado. Mis heridas sangrantes fueron limpiadas y vendadas a la
manera de los pueblos indígenas de Norte y Sudamérica, por los curanderos
Kahuna de Hawái, y por la energía Chi y Ki de China y Japón. Descubrí en
estos métodos un misticismo frecuentemente ausente en los métodos
curativos y de salud del mundo occidental.
Ahora trabajo con quienes intentan avanzar más allá de las experiencias
difíciles de la vida. Con los que están desconsolados por las muchas pérdidas
en su vida y con mujeres que han sufrido abuso. Trabajo con los que han
sobrevivido a la tortura. Trabajo con mujeres en una penitenciaría federal.
Escucho el dolor de alma y prescribo estrategias para la sanación del alma.
El contenido de este libro nos enseña cómo llevar a un espíritu quebrantado
desde la supervivencia hasta la transformación. Provee un nuevo paradigma.
Porque, para ocuparnos del sufrimiento del alma, debemos ser capaces de
ver la vida más allá de los límites físicos y emocionales, más allá de los
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confines de la religión y la cultura, más allá de las barreras de nuestro
limitado sistema filtrador.
Reconocimientos
Quisiera expresar mi más profundo agradecimiento a tantas personas
anónimas, cuyas historias están entrelazadas con la mía propia. Espero
sinceramente mantener su dignidad mientras comparto sus mensajes de
integridad y valor.
Estoy muy agradecida a mis padres. Ellos plantaron profundamente las
semillas que otros han regado. Gracias a cada hermana y hermano y cada
amigo y colega, que caminaron tan apaciblemente a mi lado durante esos
días intensamente oscuros. Cada uno, a su propia y única manera, colaboró
para aligerar mi carga.
Pero especialmente, agradezco el estímulo que me dieron mi esposo Bill y
mis hijas Elana y Jodi. Que cada uno de ustedes reciba multiplicada por
millones la alegría que han traído a mi vida.
Y aunque daría cualquier cosa por haber aprendido de una manera diferente
las lecciones compartidas en este libro, estoy consciente que mi hijo Billy ha
sido mi mejor profesor. Te estoy tremendamente agradecida Billy, por el
amor y la vibrante corta vida que compartiste con nosotros.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Índice
Capítulo 1: En busca del Espíritu …………………………………………………… 8
Capítulo 2: El Poder Que Da y Mantiene la Vida ……………………………... 18
Capítulo 3: El Desarrollo del Alma ………………………………………………… 30
Capítulo 4: El Escudo del Alma ……………………………………………………… 44
Capítulo 5: La Energía del Alma……………………………………………………… 54
Capítulo 6: Una guía para el Viaje del Alma ……………………………………. 62
Capítulo 7: La Pérdida del Alma ……………………………………………………. 72
Capítulo 8: El Despertar ……………………………………………………………….. 82
Capítulo 9: Las Múltiples Caras de Dios ………………………………………… 88
Capítulo 10: Las Formas de Dios …………………………………………………… 97
Capítulo 11: El Cielo ……………………………………………………………………. 112
Capítulo 12: Santificado Sea tu Nombre ……………………………………….. 126
Capítulo 13: Venga a nosotros Tu Reino ………………………………………. 140
Capítulo 14: Hágase Tu voluntad …………………………………………………. 152
Capítulo 15: Así en la Tierra Como En el Cielo ……………………………… 169
Capítulo 16: El pan Nuestro de cada día ……………………………………….. 184
Capítulo 17: El Perdón ………………………………………………………………… 198
Capítulo 18: La Tentación, el Pecado y la Maldad …………………………. 210
Capítulo 19: El Reino, el Poder y la Gloria ……………………………………. 221
Referencias ………………………………………………………………………………... 224
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 1: En busca del Espíritu
Antepasados, espíritus poderosos,
Que viven entre nosotros:
Sus tumbas son las montañas,
Sus cascadas son las nubes: las plantas son sus joyas.
- Invocación de Sumatra
¿Te has preguntado usted alguna vez por qué el primer juguete de un niño es
una sonaja? ¿Por qué nosotros, incluso desde niños, estamos fascinados por
las conchas y rocas marinas? ¿Qué es lo que nos hipnotiza del fuego del
campamento? ¿Qué tiene la flauta que nos encanta? ¿Qué tiene el golpe del
tambor y la repetición continua del mantra que llama nuestra atención?
¿Qué nos conmueve por dentro? ¿Qué memorias primitivas nos despierta?
¿Hacia qué vínculos ancestrales somos atraídos? ¿Qué semillas latentes
germinan cuando percibimos formas de animales en las nubes que flotan en
las alturas?
Y cuando a los diez años acampamos en el jardín, o a la orilla del lago
¿estamos recordando tiempos más felices, más comunales, más sagrados?
¿Son esos momentos en nuestros modernos tipis, reminiscencias de sucesos
de otros campamentos y de otros fuegos?
Bienvenido a este viaje a lo sagrado. Cierra tus ojos por un momento para
comenzar el viaje. Permite que tu alma sea alimentada por la tradición de las
Historias de la Medicina. Siente tu conexión con la Madre Tierra. Reclama el
orgullo de tu papel tribal. Aprende que esa disposición a viajar es la llave
para soltar las ataduras que encadenan el espíritu. Rompe los grilletes. Deja
que tu espíritu remonte vuelo. Permite la sanación de tu alma.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
El espíritu pertenece al Jefe del Clan del Viento. El espíritu se pasea sobre el
viento y viene con él, tomando la forma de una nube, cuando es necesario
enviar un mensaje a alguien sobre el Buen Camino Rojo de la vida física.
Recuerda las piedras sagradas. Recuerda su uso en las ceremonias sagradas
y su propósito curativo. Recuerda los mensajes musitados. Comprende que,
al igual que las conchas, sus parientes del mar, ellas gustosamente
comparten su historia con los que conocen "el sagrado lenguaje de las
piedras." (1) Recuerda el mantra, el canto, y el ritmo de la danza. Recuerda el
golpe constante del tambor que nos guía en nuestro viaje al mundo
espiritual, donde recibiremos instrucciones para sanar. Su ritmo incansable
será un recordatorio constante de los latidos del corazón de la Madre Tierra,
y reforzará el vínculo profundo e infatigable entre la Tierra, nosotros
mismos, y toda la creación.
Permite que resurjan las memorias. Deja que cada célula resuene en júbilo
mientras se recarga al ritmo de los golpes del tambor, el llamado para
reconectarse en Unidad con la energía del Gran Espíritu.
El alma recuerda. Anhela volver a experimentar la plenitud de la Unión
Sagrada. Instintivamente sabemos que nuestros sentimientos de
abatimiento resultan de nuestra separación de esta Unidad. Comprendemos
que la búsqueda incesante para llenar ese desesperado vacío es porque no
sabemos cómo reconectarnos con nuestra esencia espiritual. Hemos llegado
a reconocer, “que el resplandor ambarino de la era del progreso no lanza
suficiente luz sobre el camino a seguir.” (2) Sin embargo, desperdiciamos
años involucrados en actividades que ahogan los sonidos y ciegan la vista,
destruyendo así las señales puestas a lo largo de nuestro camino para
orientar nuestro viaje interior.
Para muchos, el catalizador que crea la voluntad de responder al reclamo del
alma, surge únicamente después de la consecuencia traumática de una crisis
personal. El agudo dolor de una pérdida despierta frecuentemente la
necesidad de reestructurar la visión que tenemos del mundo y de nuestro
lugar dentro de él.
Durante esos momentos, estamos tan hundidos en las profundidades de la
desesperación que apenas podemos andar a tientas. Ansiamos sentir el sol
brillando sobre nuestras caras, y experimentar el calor de su resplandor,
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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pero somos incapaces de imaginar cómo podría ocurrir nuevamente, ya que
apenas podemos recordar esa sensación.
Sabemos que el viaje provoca inquietud por nuestro desarrollo y
crecimiento espiritual. Inseguros de la trayectoria y temerosos del terreno,
frecuentemente oscurecido por un velo de dogma religioso y envuelto en
una máscara de tabú cultural, luchamos en nuestro intento de hacer el viaje.
Sin embargo, sólo debemos explorar las civilizaciones antiguas para
comprender que se le han brindado a la humanidad muchas guías para
orientar nuestro viaje, a lo largo de la historia. Explorar lugares antiguos y
sagrados, como Machu Picchu y Stonehenge, puede recordarnos que han
sido creados por quienes ya habían descubierto lo que Robert Frost llamó:
“el secreto que habita en el centro y sabe.” (3) Con su sabiduría, estos
ancestros han legado guías monumentales para los que llegarían después.
Uno de esos artefactos antiguos se aloja en un pequeño monasterio en
Bangkok, Tailandia. Este recordatorio poderoso de nuestra propia capacidad
para desenterrar lo sagrado de nuestro interior surgió a la luz en 1957,
cuando se le pidió a un pequeño grupo de monjes que se mudara para
construir una autopista que atravesaría su propiedad.
Su monasterio alojaba un gigantesco Buda de arcilla. En cuanto la grúa
levantó la enorme estructura, la arcilla comenzó a agrietarse. Preocupado
por el antiguo tesoro, el monje director ordenó el desalojo del equipo y la
colocación de una lona para cubrir el Buda. Antes de retirarse a dormir, se
aventuró en la noche lluviosa para verificar la condición del venerado
tesoro. Para su asombro, un haz de luz se reflejaba desde el montículo de
arcilla a la luz de su antorcha.
Debajo de 20 centímetros de arcilla, los monjes descubrieron un Buda ¡de
oro sólido! La impresionante creación mide dos metros y medio de altura,
pesa dos toneladas y media, y se dice que está valorada en más de 196
millones de dólares.
Los historiadores creen que, cuatro siglos antes, los guardianes del Buda
Dorado lo cubrieron de arcilla en un esfuerzo por impedir que su tesoro
fuera destruido por los invasores birmanos. Aparentemente, todos los
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monjes fueron asesinados, quedando así su secreto intacto hasta esa noche
lluviosa de hace algunas décadas.
Mirando con sobrecogimiento el Buda Dorado uno no puede dejar de
reflexionar sobre el simbolismo tan apropiadamente descrito por Jack
Canfield. (4) Todos nosotros somos como ese Buda de arcilla, cubiertos por
un cascarón creado por el miedo y el dolor.
Para algunos, la arcilla se ha ido formando aun antes del nacimiento. A
medida que transitamos por la vida, nuestras capas se espesan y se
endurecen, resguardándonos, según nosotros, de daños adicionales, pero en
realidad separándonos y aislándonos de nuestros vínculos con los demás y
con el mundo. Sin embargo, más profundamente enterrado debajo de tantas
capas de arcilla endurecida está nuestro propio “Buda Dorado”, “Cristo
Dorado”, “Esencia Dorada”, que es nuestro verdadero ser. (5) Tal como el
monje con el martillo y el cincel, nuestra tarea es descubrir ahora, una vez
más, nuestro resplandor interior.
En mis estudios de doctorado, y durante los años de investigación y práctica
clínica que prosiguieron, yo ansiaba desesperadamente determinar qué
constituye el bienestar espiritual. Aunque en parte satisfecha con las
conclusiones generales, sólo cuando me maravillé con el simbolismo del
Buda cubierto de arcilla, armé una definición de espiritualidad que se
ajustaba a la visión del mundo formada a través del conocimiento de mi
experiencia de vida. Por primera vez, fui capaz de definir la espiritualidad de
una manera que correspondía a este conocimiento. El Buda Dorado
simboliza lo que ahora puedo comprender más ampliamente.
A menudo se hace referencia a la espiritualidad como un viaje. Sabía que mi
experiencia dolorosa me había forzado a volver sobre mis pasos muchas
veces y a transitar por terrenos nuevos y desconocidos. Había sido un viaje
largo y arduo –un viaje de búsqueda y de anhelo– que me había hundido en
lo más profundo de mi alma. Yo conocía a Job. Compartía su clamor. “Grito
¡Injusticia! y nadie me escucha. Imploro ‘Auxilio’ y no hay reparación. Ha
puesto en mi camino un muro infranqueable; ha llenado mis sendero de
densa oscuridad; me ha despojado de mi gloria, ha dejado mi frente sin
corona. Me destruye por todas partes y desaparezco; ha arrancado cual
árbol mi esperanza.” (6)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Mi dolor me recordaba constantemente que había perdido el control y había
puesto mi fe y confianza en los lugares equivocados y en las cosas
equivocadas. Jesús, aunque muy lejos la mayor parte del viaje, en su total
solidaridad conmigo como un ser humano, no estaba ajeno a mi sufrimiento.
En el fondo de la desesperación, aprendí igual que el poeta Jesuita Gerard
Manley Hopkins, “En un destello, en un soplo, soy instantáneamente lo que
es Cristo, ya que él fue lo que yo soy.” (7) Y yo elijo añadir “y ‘es’ lo que soy.”
Imprevistamente, como Jonás, (8) fui expulsada de vuelta a la vida por el
gran pez. Aunque, como Arthur Frank en A Voluntad del Cuerpo, (9) llegué
“tres días tarde, cubierta de limo y oliendo a pescado.” Yendo cuesta arriba
había encontrado la esperanza para vivir con integridad. Había aprendido la
paz de la quietud solitaria. Esa es la cuarta parte de la lección. El segundo
cuarto de la lección fue estar con otros. Aprendí a presenciar el sufrimiento
en la vida y a tender la mano. Del Talmud, (10) —el libro Judío de la
sabiduría, aprendí que en cada brizna de hierba hay un ángel inclinado,
murmurándole “crece.” Finalmente, del libro sagrado chino, el Tao Te Ching,
(11) aprendí:
A ver el mundo por mí misma.
A tener fe en como son las cosas.
A amar al mundo como a mí misma; porque sólo entonces podré sentir
afecto por todas las cosas.
Mi viaje para encontrar consuelo me llevó a recorrer de nuevo los pasillos de
la educación formal. Me hundí en las numerosas teorías de varias “ologías.”
Las teorías de la psicología y sociología, antropología, gerontología,
tanatología y enfermería me dieron un lenguaje para mi experiencia y me
ayudaron inmensamente en la comprensión cognitiva de mi aflicción.
Lamentablemente, y como sabe cualquiera que haya experimentado algún
suceso traumático en su vida, hay respuestas tanto afectivas como cognitivas
a la aflicción. Mi cabeza y el corazón se rehusaban a trabajar juntos, y para
mi corazón quebrantado no encontré ningún alivio en la literatura.
Experimenté una inmensa incertidumbre. Mientras mi cabeza se sentía
confortable con una solución que había obtenido de una u otra teoría, mi
corazón quebrantado gemía “¿y qué hay de…?”
Lo más inquietante fue darme cuenta que las “ologías” estaban desprovistas
de cualquier solución a la furiosa tempestad dentro de mi alma. En general,
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las teorías eluden las verdaderas inquietudes del alma que siguen al trauma
y resultan de la experiencia de pérdida.
Aunque reconozco el inmenso valor cognitivo y práctico de lo que recibí a
través de la educación universitaria, el reconocimiento de que el contenido
superficial no podía alimentar mi alma ansiosa me condujo ávidamente a
investigar la raíz de cada concepto y noción conocida. Sin una plena
conciencia, la investigación me sumergió en un proceso paralelo de
búsqueda de respuestas en la literatura y prácticas de tiempos más antiguos.
Me sorprendí, algunos años después, al descubrir que la gente se refería a
estos antiguos inicios como creencias de la “Nueva Era.”
No hay nada nuevo en el pensamiento de la Nueva Era. Lo que se conoce
como la Nueva Era está lejos de ser nuevo; es antiguo, es primitivo. Es el
conocimiento de lo sagrado y de la relación entre lo sagrado y la sanación,
que era parte de la experiencia de vida de todos antes de la Era del
Cientifismo.
Terminé la universidad con cuatro títulos; ninguno en teología (que se
describe normalmente como el estudio de Dios). En cambio, he construido
una teología personal, a partir de la acumulación de una cuarta parte de
aprendizaje formal mezclada con tres cuartas partes de experiencias vividas.
Mi teología surge de una conversación con Dios en la cual analicé y discutí
cada teoría, cada experiencia, cada palabra y noción teológica que alguna vez
oí o creí. Ahora, como Job, después de tres días en el limo y el hedor, elijo
seguir viendo la inmensidad del océano, del cielo y de la tierra. Elijo
continuar para ver la cara cambiante de Dios. Ya no quiero seguir viendo al
mundo a través de los ojos de las “ologías” de la era moderna. En su afán de
ser científicas e investigables, cada una ha diseñado los parámetros que
dictan a sus seguidores lo que es apropiado observar, medir y describir. Las
observaciones que no se ajustan a criterios mesurables son, por lo tanto,
fácilmente rechazadas como irreales. Esto ha creado un sistema filtrador
predeterminado que pone vendas sobre los ojos y tapa los oídos de sus
seguidores. Poner parámetros a la obtención del conocimiento bloquea el
propio proceso del saber. Conocer es expandirse. Conocer es crecer de
manera evolutiva. Como un río que nunca cesa de fluir hasta que alcanza el
océano, así es el proceso evolutivo en la propia vida, y en la vida colectiva, es
un viaje interminable para conocer lo más importante – a Dios.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Durante mi período en el vientre de la ballena, destapé la Caja de Pandora de
mi sistema de creencias. Los fantasmas y las brujas, las serpientes y los
monstruos acumulados en su interior salieron a la superficie para liberarse.
Me tomó doce años juntar los pedazos. Decidí no volver a tapar la caja. Era
preferible dejar los temores y pavores fluir libremente en vez de
esconderlos y sellarlos. Es más fácil confiar cuando uno puede ver
directamente lo que viene y lo que pasa, que pensar que uno debe encubrir
lo que no es bonito de ver, oír o creer.
Nuestras “ologías” de la era moderna nos han hecho “ocultar”, y el
ocultamiento nos hace temerosos. Cuando tememos, debemos controlar.
Debemos controlarnos a nosotros mismos, a otros y al mundo que nos rodea.
Debemos asegurarnos de apartar y cubrir con una manta cualquier cosa que
no esté dentro de lo “normal”, según lo determinan nuestros instrumentos
de medición aceptables. Pero, con cada encubrimiento, aumenta nuestra
necesidad de controlar porque tememos lo que puede escaparse si quitamos
la tapa.
Ya no elijo el miedo. Decidí explorar, descubrir y conocer todos los caminos
posibles que puedan conducirme a lo sagrado. Quiero ver la presencia de
Dios en más y más formas, en más y más lugares y en más y más prácticas.
Mi estudio de la espiritualidad provino de una profunda necesidad personal
de subsistir hasta el amanecer atravesando por la oscura noche de la
angustia. Yo luché con Dios. ¡Ah, cuánto he luchado! Conozco el anhelo por
recibir el sueño bendito, igual que Jacob. (12) Comparto contigo la lucha, y
comparto contigo la bendición.
Mi desesperada necesidad orientó la atención de mi trabajo de doctorado y
de graduación. La búsqueda por conocer la sanación me llevó más allá de la
literatura. Me condujo a una mejor comprensión de prácticas desarrolladas
en tiempos más antiguos, tal vez más sagrados. Mis sangrantes heridas
fueron limpiadas y vendadas a la manera de los pueblos indígenas de Norte
y Sudamérica, por los curanderos Kahuna de Hawái, por la energía Chi y Ki
de China y Japón. Descubrí en estos métodos una percepción de lo sagrado
frecuentemente ausente en los métodos de asistencia a la salud del mundo
occidental. Medité en sitios sagrados en Europa, Asia, Perú, Venezuela y
México. Reflexioné sobre el orden natural y escuché lo sagrado de las
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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historias personales que compartieron conmigo quienes viajaron a mi lado.
Mi mente se llenó. Mis manos se hicieron diestras, mi alma estalló.
Las definiciones y descripciones del espíritu y del alma y de espiritualidad y
religión que vienen a continuación, incorporan el conocimiento que obtuve
mediante estas experiencias, a través de los trabajos de estudio, los libros
que he leído, los lugares que he visitado, la gente que he conocido, y las
habilidades que he aprendido. Esta información ha sido recogida del
chamanismo y de las religiones orientales, lo cual ayudó a discernir la
verdad escondida bajo los dogmas del Cristianismo, como también de varias
fuentes desarrolladas para conectarse con la Guía Divina, incluyendo la
Mitología y la Astrología. Asimismo, incluye conocimientos sobre los
campos de energía y la sanación energética, y una creencia en la visión de
Hildegarda de Bingen (13). En sus visiones, Bingen vio que la consciencia no
está contenida dentro de nosotros, sino que nosotros residimos dentro de
ella. Principalmente, mi definición de espiritualidad incluye un conocimiento
del Fuego Sagrado interior.
Pienso que la espiritualidad puede definirse como un viaje trino para
descubrir las tres erres de la vida: recordar, relacionar y reconectar.
El primer viaje es el del recuerdo. La espiritualidad es un viaje para
recordar quienes somos realmente. Es un viaje de redescubrimiento, y para
reclamar nuestra Esencia Resplandeciente, nuestra Verdadera Esencia,
nuestra Esencia Divina. Es recordar que el Espíritu, la Energía Eterna que
creó todas las cosas y también nos creó a nosotros, continúa fluyendo a
través de nosotros, es parte de nosotros. Nuestro espíritu, nuestra energía
de vida es parte de la Energía Creativa, la Fuerza Creativa. El Fuego de la
Creación arde profundamente dentro de nosotros. Nuestro espíritu, nuestra
energía de vida, es parte de la misma energía de vida que penetra todas las
cosas vivientes, incluso el calcinante centro de la tierra. Nosotros somos
parte de la Fuerza de Vida del Creador, y de todo lo que ha sido creado.
El símbolo del Buda Dorado nos recuerda que, como la arcilla usada para
proteger nuestra verdadera esencia interior, nuestra pesada capa también
esconde nuestro brillo, impidiendo a otros ver nuestro Fuego Creativo.
Asimismo, nos impide detectar la luz de los que nos rodean, que irradia
hacia nosotros. Afortunadamente, sólo se necesitan unas pequeñas grietas
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
para que el brillo se encuentre con la antorcha de otro que pueda estar
tratando desesperadamente de encontrar luz en la oscuridad.
La espiritualidad, entonces, es también un viaje para relacionar. Es un viaje
profundo dentro de la arcilla, para descubrir ahí la Llama Eterna. El viaje
interior viene a ser el catalizador para el viaje exterior. Una vez que se aviva
la llama, la energía del resplandor siempre creciente penetra y erosiona la
capa de arcilla. Nos convertimos en un faro. Detectamos el destello reflejado
de la luminosidad de otros. En nuestro deseo de compartir las vibraciones de
energía de nuestro creciente fuego, llegamos a rodearnos de aquellos
capaces de resonar en sincronía con nosotros. Nuestras constantes
vibraciones nos atraen hacia las constantes vibraciones del resplandor que
nos rodea.
La espiritualidad, entonces, es también un viaje de reconexión. Es la
creciente conciencia de la maravilla y la expansión del universo, una
creciente atención sobre la “intensidad” del Fuego Sagrado en toda la
creación. La espiritualidad es darnos cuenta de nuestro lugar dentro del
universo y nuestra conexión con el esplendor, el poder, la Grandeza en Todo,
saber y sentirnos privilegiados de formar parte de ese Todo.
La espiritualidad es un proceso. No es un producto final. La espiritualidad es
una constante conciencia de la Presencia Sagrada dentro de nosotros, dentro
de otros, dentro de todo lo que ha sido creado. Es el desarrollo de una
relación de amor en constante aumento y profundización, un vínculo íntimo
con la Energía Divina que está dentro de nosotros, y alrededor, y que conecta
Todo.
La espiritualidad es un viaje que nos transporta más y más profundamente
dentro de nuestro corazón y nuestra mente. Es un proceso infinito y circular
de amor y consciencia en expansión. Con cada nueva lección, viene un
aumento de la capacidad de amar. Con cada expresión de amor viene un
aumento de la capacidad de aprender y de comprender. La maestría de cada
lección es el ímpetu para impulsarnos más profundamente en más
posibilidades para amar y conocer el amor.
Pero, como la arcilla que recubre al Buda Dorado, nuestro manto de temor
puede envolvernos en la oscuridad y bloquear nuestro proceso de
conocimiento. Como topos, podemos elegir confiar en la oscuridad de
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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nuestro encierro, y permanecer ciegos al resplandor que nos rodea.
Podemos continuar ocultándonos en la oscuridad de nuestro molde de
arcilla, imaginando estrategias para convencer a nuestra alma que el viaje
hacia la luz no es para nosotros. Razonamos: “He estudiado; he aprendido;
he pasado los exámenes; tengo la respuestas. La experiencia no se ajusta a
mi modelo, a mi imagen.”
Tenemos libre albedrío. La decisión es siempre nuestra.
Pero, si no estamos preparados para destrozar los ídolos que hemos creado,
nos arriesgamos a retrasar el crecimiento del alma. El crecimiento del alma
exige la creación de nuevas imágenes que puedan sostener la aceptación de
nuevos conocimientos en el transcurso del viaje.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 2: El Poder Que Da y
Mantiene la Vida
El Poder que da vida a todas las cosas
Y nos da de Sí mismo lo que podemos saber,
No es algo que deba darse por hecho.
Llena mi oscuridad, Luz de Poder,
Comprensión de lo desconocido.
Te adoraré, Luz de Luz
Aunque sólo veo
una Chispa Brillante
en la oscuridad de mi alma.
- Margaret Joy Borle
“Chispa Brillante”, “Luz de Poder”, “Fuego Interior” – todas son metáforas
para enseñarnos que no estamos separados de la Llama Eterna, sino que
somos una parte del Origen. Estas metáforas existen para recordarnos que lo
que llamamos “nuestro espíritu” es una continuación de “La Luz de Luz”,
“Dios”, “Gran Misterio.”
La energía que nos sostiene, y cada pieza y parte de la creación, desde una
roca hasta el género humano, es mantenida por la fuerza del Gran Misterio.
Esta energía, conocida como “Energía Universal”, “Espíritu Santo”, “Gran
Espíritu” y que se describe frecuentemente como el aire, el hálito de vida,
nos mantiene juntos como pegamento, uniéndonos a Todo.
Con cada hálito que aspiramos en nuestro ser, el Viento —la energía del
Gran Espíritu, la energía que alimenta y mantiene la energía del espíritu
dentro de Todo, nos alimenta y nos sostiene.
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Jane Simington
La chispa de vida dentro de cada célula es la energía del Gran Espíritu.
Cualquier célula fuera de la circulación, no puede sostenerse. Los átomos del
alma radican en cada gen, están allí para retener y albergar la Energía
Divina. Sin embargo, el alma es también parte de ella y está en continua
comunicación con el estado de conciencia que nos circunda. Nuestra energía
del alma, compuesta del grado de Energía Divina que hemos acumulado,
fluye continuamente desde nuestro núcleo, extendiéndose más allá y dentro
de nuestra conciencia. Nuestra conciencia penetra y se entremezcla con la
conciencia de cada ser humano y con la conciencia colectiva en su totalidad.
Todo en la creación tiene conciencia, su propio campo de energía. Los seres
humanos tienen conciencia. Los animales tienen conciencia. Los árboles y las
rocas tienen conciencia. Cada uno es un campo de energía. Cada campo de
energía se entremezcla con el campo de energía de lo demás. Cada campo de
energía es parte del alma colectiva, del Todo.
Mediante nuestra conexión de conciencia-a-conciencia con el Todo, cada uno
de nosotros tiene el potencial para obtener el conocimiento y la sabiduría
que pueden usarse para expandir nuestra capacidad más allá de lo que
generalmente se considera un nivel normal. La mayoría de los seres
humanos nunca alcanza su potencial ni funciona al máximo de sus
capacidades, porque su sistema de creencias le impide avanzar más allá de
una perspectiva predeterminada de ellos mismos. Muchas de nuestras
creencias indican y refuerzan una visión limitada de nuestro potencial. Las
creencias limitantes nos obstruyen y nos impiden llegar hasta donde puede
extenderse realmente nuestra luz.
Sin embargo, a veces meditamos sobre las memorias desvanecidas de un
conocimiento más profundo. Cada uno ha tenido la experiencia de capturar
un destello de sí mismo fuera de los parámetros en que nuestra visión del
mundo nos ha enmarcado. Nuestra conexión de conciencia a conciencia es el
motivo por el cual alguien nos llama por teléfono justamente después que
hemos estado pensando en esa persona. Es también el motivo por el cual
podemos sentir cuando alguien nos observa desde un automóvil en el carril
contiguo. Por eso, también, cuando pasamos por una sala donde hay una
pareja de esposos conversando muy gentilmente, aún así “percibimos” que
hay tensión. Sentimos la “atmósfera de artificialidad” que invade la sala.
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Mediante esta misma conexión podemos comunicarnos a distancia, cuando
existe una necesidad de hacer contacto. Poner en práctica la creencia de
nuestra conexión de conciencia a conciencia con el Todo puede cambiar
vidas y relaciones de muchas maneras.
Hace algunos años mi esposo salió de nuestro hogar llevando consigo una
herida causada por un comentario ofensivo que yo había hecho. Apenas se
había cerrado la puerta, lamenté mis palabras. Reconociendo el intenso
dolor que él debía estar sintiendo, quise rápidamente aplicar un “ungüento”
para reparar el daño. Decidí practicar una estrategia curativa que apenas
estaba aprendiendo, basada en la creencia de la conexión de conciencia a
conciencia. Después de hacer un ejercicio respiratorio para aquietar mis
pensamientos y conectarme a mi centro, comencé a enviar amor
conscientemente desde mi corazón hacia el universo. Pedí que el amor se
moviera hacia mi esposo y lo rodeara. Envié tanta energía de amor como
pude. Pedí que la energía lo envolviera de amor y compasión, y que actuara
para su mejor provecho. Muy pronto, pude visualizarlo. Lo vi parado a un
lado de la pista de hockey, un lugar que solía frecuentar en tiempos más
felices. Comencé a visualizarme junto a él. En unos segundos estuve a su
lado. Ambos estábamos rodeados de nuestros propios resplandores áureos y
unidos a la vez en un resplandor común. En la visualización, yo pedía
perdón. Pedía que él regresara a casa. Enseguida llegó.
Al contarle mi arrepentimiento, mi asombrado esposo me relató cómo había
sentido mi presencia y oído mi llamado. Este conmovedor incidente, en el
que me descubrí capaz de enviar amor para sanar una relación fracturada,
fue un paso inicial para solidificar mis conocimientos de las poderosas
habilidades que cada persona tiene, porque nosotros no estamos separados,
sino más bien somos, mediante nuestra conexión de conciencia a conciencia,
una parte del Todo.
Esta misma conexión no sólo nos permite comunicarnos a distancia con
seres queridos físicamente vivos, sino también comunicarnos con los que ya
no están entre nosotros. Yo pasé los últimos días de vida de mi padre a su
lado. Por eso, y por el tiempo que pasé con mi madre antes y después del
funeral, había estado ausente de mis responsabilidades habituales como
directora del coro. Había tenido poco tiempo para ensayar antes del servicio
de Pascua. Nuestro coro había llegado a ser conocido en nuestra pequeña
comunidad por la inspiración y la alegría que fluía del talentoso y entusiasta
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grupo. Yo sabía que muchos feligreses y también visitantes, asistirían a la
celebración con la esperanza de que nuevamente la música los acercara más
a lo sagrado.
Hablé con mi padre sobre este dilema. Le recordé que no era mi culpa que el
coro no hubiera podido prepararse. Le pedí que de algún modo me ayudara
a cumplir bien nuestra actuación. Esa mañana de Pascua, cuando entraba a
la iglesia, me sentí rodeada por la presencia de mi padre. Él no había sido
músico; sin embargo, mi invocación de ayuda para este esfuerzo musical
había sido escuchada y mi pedido otorgado. El desempeño del coro fue
extraordinario, sobresaliendo en calidad, creo, a cualquier actuación
anterior y quizá futura.
Es mediante nuestra conexión de conciencia a conciencia que las plegarias
son escuchadas. Y es mediante dicha conexión que también podemos hacer
cosas que podrían considerarse milagros. Es así como Jesús calmó los mares
y los vientos. Es por eso que funcionan las danzas para que llueva. Esta
misma conexión es la que hace que el sanador pueda canalizar la energía útil
para sanar.
También podemos comunicarnos con los árboles y las rocas, las nubes y los
relámpagos. Por esta conexión, tenemos también la capacidad
de
comunicarnos, como lo hizo San Francisco de Asís, con los pájaros y los
animales.
Desde tiempos inmemoriales, la gente se ha conectado, individual y
colectivamente, con el poder puesto a su disposición desde el mundo natural
y el reino animal. Aún en la actualidad, el reino celestial y los animales
ofrecen sus características, sabiduría, conocimiento y protección a los que
respetan estas relaciones sagradas. En nuestra cultura, frecuentemente hace
falta el silencio de “permanecer inmóviles” después de la crisis, para que
descubramos lo sagrado del mundo natural y lo sagrado de nuestra conexión
con ese mundo.
Cuando era enfermera, aprendí mucho sobre la belleza y el valor de esta
conexión. Una mujer que había trabajado muchos años como misionera
cristiana en África, me manifestó su gratitud por haber aprendido la creencia
de recurrir a lo Divino dentro del Todo cuando necesitamos ayuda y
consuelo. Tarde en su vida había concebido un hijo largamente deseado,
pero la intensa alegría rápidamente se convirtió en tristeza abrumadora
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cuando la pareja se enteró que su niño iba a enfrentar graves problemas
físicos y mentales. En su profundo dolor, ella escribió muchos poemas
describiendo la tristeza que había sentido y las estrategias que usaba para
calmar su angustia interior. Escribió sobre su encuentro con Dios en cada
interacción con el mundo natural y el reino animal. Después que murió, su
esposo me regaló un libro de sus poemas, pidiéndome que los compartiera
con cualquier persona a la que le pudieran servir. En la Canción Del Petirrojo,
(1) ella describe una de muchas maneras en que nuestra llama puede
reavivarse al conectarse con la Chispa Divina que arde brillantemente en
todas las criaturas de Dios, incluso en un minúsculo ser emplumado.
El cielo estaba oscuro, las nubes estaban grises,
El día estaba cargado de dolor;
Cuando, en lo alto por la calle, lo oí,
cantando. . . en la lluvia.
Sobre una rama el petirrojo se posó,
su garganta se hinchó al cantar;
Mientras debajo, la gente pasaba
Un gentío absorto, apresurado.
El me cantó acerca del gran amor de Dios,
este minúsculo pájaro emplumado.
Yo escuché, era un dulce mensaje;
Mi corazón se conmovió profundamente.
Y aunque el día era lúgubre
El no fruncía el ceño.
Sereno y tranquilo, trinó,
con su vestimenta marrón y naranja.
Su gorjeo resonó en mi corazón,
profundamente en la noche.
Porque su canto escuché,
Una vez más mi camino se iluminó.
Yo dudo que él haya soñado, o planificado,
Las lecciones que recibí;
O lo mucho que me ayudó a aprender
el arte de cantar en la lluvia.
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Jane Simington
La autora nos recuerda que los humanos no somos los únicos seres capaces
de dar y recibir amor. Los que hemos tenido perros o caballos estamos
conscientes de esa capacidad. Numerosos estudios han mostrado los efectos
positivos de la terapia con mascotas. (2) La gente que tiene mascotas se
recupera más rápido, después de una cirugía o enfermedad, que los que no
tienen ningún animal esperándolos en casa. Los animales en los hogares
para ancianos y en las clínicas de recuperación brindan su amor para que las
personas solitarias y abandonadas puedan cubrir su necesidad de caricias.
Se ha demostrado que las caricias afectuosas y el contacto físico son muy
necesarios para la supervivencia, la estabilidad emocional, el equilibrio
intelectual y cognitivo, y para el bienestar espiritual. (3) A los animales no
les importa si ya no somos hermosos a los ojos del mundo. Ellos dan su amor
incondicionalmente, y hasta terapéuticamente. Durante décadas los perros
han guiado a los ciegos, y ahora también están demostrando su capacidad
para alertar a epilépticos de una convulsión inminente. Los caballos también
están revelando su capacidad de ayudar a mejorar la calidad de vida y la
salud. Personas con esclerosis múltiple han reportado un inmenso
sentimiento de paz y quietud, un mayor nivel de energía, e incluso la
transformación de síntomas neurológicos después de un contacto frecuente
con los caballos y de haber cabalgado. (4)
Como los antiguos y los pueblos indígenas de hoy, nosotros también
podemos aprender a conectarnos con los poderes curativos disponibles en el
reino animal y el mundo natural. Cualquier jardinero que tenga “mano para
las plantas” conoce los valiosos resultados de dirigir pensamientos y
palabras positivas y cariñosas a sus plantas. Dorothy Gurney manifestó que
ella siempre se sintió más cerca de Dios en su jardín que en cualquier otra
parte sobre la tierra, (5) mientras otros encuentran la misma cercanía en el
campo, cerca del mar, en las montañas, o el desierto.
Existe evidencia de que la razón por la que nos sentimos tanto mejor en la
naturaleza es que el pasto, el bosque, y el océano son capaces de extraer
iones positivos de nosotros y neutralizarlos en los iones negativos creados
por esos ambientes. Los iones positivos en nuestros cuerpos y en nuestros
campos de energía son nocivos para la salud. Los lugares contaminados o
desprovistos de aire fresco están densamente infiltrados con iones positivos.
Los profesionales que trabajan con campos de energía humana y usan la
energía universal con propósitos curativos, creen que fuerzas nocivas tales
como la envidia, el odio, los celos, el temor, la ira y la ansiedad, albergan la
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energía acarreada por los iones positivos. (6) Los iones negativos son
beneficiosos para la salud. Por eso, el aire se siente vigorizante después de
una tormenta eléctrica. El relámpago libera millones de iones negativos en la
atmósfera. Nosotros, y toda la vida sustentada por la Madre Tierra, crecemos
en la abundancia de iones negativos.
Líderes espirituales en todo el mundo han mostrado con el ejemplo que los
seres humanos necesitan contacto con los centros de poder del mundo
natural. Durante tiempos difíciles cada uno de ellos se retiró a lugares donde
podrían no solamente conservar, sino también fortalecer, su propia
santidad. Para recibir consuelo y sabiduría sagrada, Buda buscó el árbol de
Bodhi; el Herican Baba de India fue a una cueva en la montaña; Jesús se
retiró al desierto. Cuando Jesús necesitaba desahogo, frecuentemente se iba
al mar. Durante su agonía, cuando fue abandonado por el hombre, buscó el
confort del huerto.
Durante mis estudios de grado, trabajé como enfermera directora en una
clínica de asistencia a largo plazo. A mí me gusta cantar y solía hacerlo para
los pacientes. Casi todas las mañanas alguien pedía la consagrada canción
“Yo Camino Solitario en el Jardín.” (7) “Él camina conmigo y me platica y me
dice que yo le pertenezco… El gozo que compartimos mientras
permanecemos ahí. . . nadie más lo ha conocido.” Esa canción
inevitablemente provocaba lágrimas de alguien. Más tarde cuando volvía a
ver a la persona de ojos llorosos, la memoria reavivaba la letra de la canción.
Cada historia revelaba momentos de alegría cuando la persona se había
sentido profundamente conectada con Dios, o momentos de tristeza cuando
se había sentido profundamente desconectada de Dios. Cada historia
revelaba una enorme comprensión de la Presencia Divina disponible en el
mundo natural.
Muchos en esta clínica, y en nuestra cultura urbana, han perdido su contacto
con el latido del corazón de la Madre Tierra. Muchos ya no saben cómo
conectarse a los poderes sanadores disponibles en el reino natural y animal.
La mayoría de nosotros ya no sabe cómo producir nuestros propios
alimentos, o cómo usar plantas y minerales para propósitos curativos.
Cuando perdemos nuestra capacidad de estar en sincronía con el mundo
natural, también nos desconectamos de nuestro propio ritmo personal. Nos
sentimos fuera de sincronización con nosotros mismos y con todo lo que nos
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rodea. Nos sentimos tensos y ansiosos y fácilmente nos desestabilizamos al
menor soplo de dificultad. Para volver a restablecer, mantener, y fortalecer
nuestra conexión, sólo necesitamos cerrar los ojos mientras nos paramos
firmemente e inhalamos, sintiendo el gozo de los latidos que llegan a nuestro
cuerpo desde el corazón fundido de la Madre Tierra.
Nosotros penetramos en la consciencia de los animales, las plantas, las
piedras y hasta del arco iris, y también en la de otros seres humanos. Damos
y también recibimos. Todo está separado, pero también existimos como un
solo ente en el estado de consciencia universal.
Esta consciencia, de la que formamos parte, no está limitada por parámetros
de tiempo ni de espacio. El tiempo y el espacio son ideas de la creación
humana. Son conceptos relativos. Esto significa que existen únicamente
porque nosotros les hemos dado significado. Y los significados que les
atribuimos son muy dependientes de la cultura y las circunstancias.
Recuerda alguna tarde cuando te sumergiste en tu actividad favorita. ¿Cuán
rápidamente pasó el tiempo? En otro momento, mira una olla de agua
esperando que hierva. ¿Pasó el tiempo tan rápidamente como cuando
realizabas tu actividad favorita? Generalmente no toma más de tres de
minutos para que hierva; sin embargo, mientras esperamos, pueden parecer
como veinte.
Pregúntale a un anciano, recluido por el resto de su vida en un asilo, cómo
las circunstancias han alterado su sentido del tiempo. Pregúntale cuándo se
fue su último visitante; entonces pregúntale a la enfermera. Las respuestas
no coincidirán. Verdaderamente, el tiempo puede volar o permanecer
estático. Realmente es una cuestión de percepción. Cuando estamos
diligentemente involucrados en tareas que disfrutamos, rara vez hay
suficientes horas en un día para hacer todo lo que queremos. Pero cuando no
realizamos una actividad significativa, el tiempo parece interminable.
La gente de culturas con menos tendencia a vivir guiadas por “las manecillas
del reloj”, tiene una percepción del tiempo bastante diferente de la nuestra,
pero de la que podemos aprender mucho. Hace algunos años tuve una
conversación con una mujer Cri (Indígena canadiense) de mediana edad.
Hablamos de su noción de “estar a tiempo” para una cita. Creyendo que le
ayudaría a tener una mejor comprensión sobre la importancia de cumplir los
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compromisos, me encontré más bien en retirada, sintiendo una profunda
preocupación personal y social. Me alarmé cuando ella identificó los modos
en que nosotros hemos llegado a estar más enfocados en el tiempo que en el
crecimiento personal y las relaciones.
Al examinar sus nociones reconocí que, de muchas maneras, no hemos
dominado las máquinas. Ellas nos han dominado a nosotros. Las
herramientas, como el reloj, el teléfono celular, la computadora y el correo
electrónico, diseñados para ayudarnos a ahorrar tiempo, ahora esclavizan a
muchos. Estas tecnologías pueden fácilmente atarnos al trabajo continuo,
privándonos de momentos preciosos de paz personal y de oportunidades
para fortalecer y acrecentar los lazos familiares. Tiempo robado que no
puede recobrarse.
Las definiciones que le asignamos al tiempo y al espacio dictan no solamente
como vivimos nuestras vidas, sino que también nos definen a nosotros con
respecto al mundo y al mundo hacia nosotros. Si permanecemos en nuestra
piel, tenemos límites. Si el mundo está separado de nosotros, no podemos
aprovechar las energías a nuestro alrededor. Nuestro presente no influiría
el futuro. Las plegarias serían inútiles.
Pero nosotros no permanecemos en nuestra piel. No tenemos límites. Somos
ilimitados. Nos extendemos dentro de la consciencia del Todo. La
consciencia del Todo, incluyendo cada aspecto de nuestra consciencia, existe
ahora en lo relativo. El momento actual, el ahora, contiene pasado, presente,
y futuro. Es por eso que experimentamos el déjá vu. Es por eso que a veces
tenemos percepciones momentáneas de vidas anteriores. Es por eso que los
místicos pueden describir sucesos futuros.
Puesto que el tiempo y el espacio ocurren ahora mismo, nada es estático. El
futuro, aun previsto por el mejor clarividente, o pronosticado en un sueño,
puede cambiarse. Es por eso que algunas profecías no se manifiestan. La
predicción se cumplirá únicamente si la energía invertida continúa fluyendo
exactamente de la misma manera. Cambiando la energía, se cambia el
resultado. Hay muchos resultados posibles. De muchas maneras, el efecto
depende de nosotros.
Un hecho ocurrido hace algunos años me convenció de que no necesitamos
ser como banderas que ondean en cierta dirección, determinada por los
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vientos de una profecía. La noche antes que mi hija menor y un amigo
partieran de regreso a la universidad, tuve un sueño intensamente
perturbador en el que los veía implicados en un trágico accidente de
tránsito. Aunque por un lado traté de disuadirlos de partir, tampoco confié
en el mensaje del sueño lo suficiente como para alarmarlos, o hacer que se
quedaran. Sin embargo, momentos después que partieron me sentí
abrumada por un fuerte temor. Mi día se convirtió en un rezo continuo de
implorar por su seguridad. Rogué al poderoso Arcángel Miguel que pusiera
su armadura alrededor ellos para escudarlos del peligro.
En la tarde, sonó el teléfono. Supe instantáneamente que eran noticias de su
accidente. La llamada era desde la patrulla de la policía en que mi hija y su
amigo estaban ahora a salvo. Su automóvil había quedado destruido. Un
vehículo fuera de control se había desviado hacia su carril, golpeando y
aventando su vehículo hacia el carril de resguardo. Una lámpara del
alumbrado público había caído sobre el automóvil de mi hija.
Chamanes y curanderos provenientes de diversas culturas creen que el
Creador legó al ser humano la capacidad de controlar los elementos.
Nuestros pensamientos influyen la trayectoria de las líneas de energía que
alimentan la Tierra. Nuestros pensamientos pueden cambiar el curso de las
líneas de energía. Supe que mis oraciones habían sido escuchadas y
respondidas. Supe que mis plegarias le habían salvado la vida a mi hija. Supe
que mis oraciones habían cambiado el curso del resultado pronosticado en
el sueño. La energía de mis oraciones había alterado el resultado del
accidente. El futuro fue cambiado en el ahora.
Y así como el futuro, el pasado es también una parte relativa del presente. La
energía del pasado puede también ser alterada. Quienes se afligen por
ofensas pasadas creen que ya nada puede hacerse para cambiar lo que ha
sucedido en el pasado. Una de las cosas más difíciles de superar en el pesar
son los asuntos irresueltos. Cuando un ser querido muere, como ya no
podemos verlo, frecuentemente creemos que ya no estará más a nuestra
disposición.
Guardamos culpabilidad por agravios cometidos y nos lamentamos de lo
bueno que podríamos haber hecho. Desearíamos resolver faltas pasadas y
reparar de alguna manera las veces que no amamos como deberíamos
haberlo hecho. Si pensamos que estamos limitados a lo que registra nuestro
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sistema nervioso, podríamos desperdiciar años o incluso el resto de nuestras
vidas hundiéndonos en ese sentimiento de impotencia. Pero si comenzamos,
aunque sea lentamente, a tomar conciencia de nuestra energía espiritual y a
darnos cuenta que la energía espiritual se extiende más allá de nosotros
hasta la eternidad, seremos capaces de comprender que podemos estar
presentes en el pasado y el futuro. Podemos entrar en la consciencia de
nuestros seres queridos, vivos o fallecidos. Cada suceso pasado puede
transportarse al presente. Podemos enviar amor, y recibir amor. Podemos
enviar perdón y recibir perdón. Podemos remediar el dolor del pasado.
Podemos sanar los efectos de heridas pasadas que, si permanecen
desatendidas, continúan incidiendo en el futuro.
Sólo necesitamos expandir nuestra consciencia para aprovechar los
tremendos poderes a los que ya estamos conectados. El fortalecimiento del
Fuego Interno, el incremento del flujo de Energía Divina en nuestro ser y la
irradiación de ese flujo desde nuestro ser hacia el Todo, aumenta la
conexión.
El viaje a lo sagrado, el viaje interior al lugar de lo estático, y el viaje hacia
fuera, hacia la conexión con el Todo, se emprende diciendo “sí” a las
posibilidades de recibir las constantes imágenes de lo sagrado. Es la
disposición para permitir esta sabiduría, una apertura de conciencia, lo que
expande el conocimiento.
Se ha dicho que conocer es amar. Cuando sabemos, la fascinación nos hace
avanzar.
El viaje es en sentido circular, siempre expandiéndose, siempre
evolucionando. El catalizador para el viaje es el deseo — un deseo de saber.
Nuestra invitación es aceptada libremente. Lo Divino es amor. El amor es
Divino. El flujo de amor hacia nosotros aumenta. Con el aumento del flujo,
nuestra imagen de lo Divino cambia, crece, se expande. Cada imagen es más
amorosa. Crecemos cuando conocemos el amor. Deseamos más; más
sabiduría, más amor.
Descubrimos; comprendemos; experimentamos; conocemos; amamos. Y
comenzamos nuevamente. Con cada nuevo inicio, cada revolución, cada
evolución personal, volcamos al colectivo una cantidad aumentada del Amor
Divino que siempre se expande y resplandece desde nuestro propio núcleo.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Y al avanzar, el colectivo entero avanza. Mientras evolucionamos
personalmente, el colectivo evoluciona.
Mientras nos llenamos del Amor Divino, llegamos a ser más y más nuestra
propia Divinidad. Nuestro conocimiento se expande y aumenta nuestra
capacidad para conectarnos en sincronía con vibraciones más altas y más
finas —vibraciones con las que antes no podríamos resonar.
Se nos ha concedido un potencial increíble. Nosotros podemos escoger
utilizarlo o no. Cuando damos incluso los mínimos pasos para remover la
manta de sufrimiento y temor que nos sofoca, avanzamos nosotros y el Todo
en un viaje profundo. Nuestra disposición a viajar por el sendero sagrado de
la sanación nos empuja, y por lo tanto al colectivo entero, a una siempre
creciente Unidad con lo Divino.
El viaje a lo sagrado es un viaje de evolución. No sólo se nos ha regalado, sino
también encargado la responsabilidad de ser co creadores de un universo en
evolución.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 3: El Desarrollo del Alma
Oculto profundamente dentro de cada uno de nosotros
hay algo especial esperando surgir
hay algo esperando para convertirse en un gran logro,
y su descubrimiento - también será grandioso.
- Jane A. Simington
Cuando nos sentimos heridos, cuando el manto de oscuridad se entrelaza
tan estrechamente que apenas podemos respirar, cuando nos sentimos tan
inadecuados, tan pequeños, es difícil concebir que podríamos ser más.
Desde ese lugar aterrador, nos asusta atrevernos a imaginar tal grandeza
como una brasa resplandeciente de Energía Divina.
En nuestro sufrimiento hemos aprendido a permanecer en lo familiar.
Aunque haya momentos en los que anhelamos algo más, hemos aprendido
también que es más seguro quedarse con lo ya conocido.
Sin embargo, el primer paso, el esfuerzo inicial, debe hacerlo uno. Se nos ha
dado a elegir, luz u oscuridad, alegría o tristeza. Reconocemos la voz, aunque
sea tenue, distante y tímida. Debemos reaccionar al llamado.
Si echamos una mirada furtiva, levantando tan solo un segundo una punta de
nuestro manto, la clara evidencia de una realidad mayor nos hace señales.
Somos más. Formamos parte de algo. No estamos separados. Somos parte de
un plan mucho mayor.
La energía que nos une, que nos conecta al Todo es visible por doquier. Haz
una taza de té; mira cómo se eleva el vapor. Camina; observa las ondas de
calor que se levantan desde el suelo calcinante. Presta atención al
resplandor circundante de tu sombra. Como postuló Einstein, todo es
energía. (1)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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La energía recibida a través de nuestros órganos de la vista, del sonido y del
tacto, es interpretada por nuestro sistema nervioso. El sistema nervioso de
cada organismo tiene una capacidad diferente para captar e interpretar
frecuencias de energía. Cuando una persona sufre la pérdida del sentido del
oído, pierde la capacidad para interpretar el sonido fuera de su escala de
decibeles. Aún así este mismo sonido es fácilmente perceptible para los
demás. Cuando a una persona se le deteriora la vista, ya no puede
contemplar muchas imágenes que en otros tiempos podía. Un daño al nervio
de los ojos, del oído y de otros órganos de los sentidos interfiere con la
capacidad de ver, oír, gustar, oler, y sentir las sensaciones que son
fácilmente perceptibles para otros. Cada sensación resulta de la
transferencia de la vibración de energía. Aun cuando algunos sistemas
nerviosos ya no puedan interpretar algunas imágenes, sonidos y olores, las
vibraciones de energía enviadas por el medio ambiente a los sentidos no
dejan de ser reales.
Cada mañana cuando salgo a caminar, me deleito mirando el gran
entusiasmo con que mi perro pega su nariz a lo largo del recorrido. Se afana
en olfatear cada olor, a veces incluso haciendo pausas para registrar las
diferencias entre las fragancias de las flores silvestres. No dudo de la
autenticidad de lo que olfatea. Como tampoco dudo de los sonidos e
imágenes que mi perro y el ciervo oyen y ven a lo largo de la brecha y que la
mayoría de los humanos no. Aunque no he visto nunca ondas eléctricas o
sonoras, mi uso diario de la electricidad, la radio, televisión, y el teléfono
confirma mi creencia en estas energías.
Señales de esta realidad invisible abundan en todos lados, incluso dentro de
nosotros. El cuerpo humano es un maravilloso, pero delicado, sistema de
energía. La transmisión de energía corre continuamente dentro de y entre
cada célula de nuestro cuerpo. Nuestros sistemas esenciales funcionan
cuando la energía se transfiere. Se puede medir la descarga eléctrica para
determinar la potencia del cerebro, el corazón, y de los músculos; la
frecuencia y la regularidad de estas vibraciones aumentan o disminuyen en
respuesta a la salud y la enfermedad. La energía de la que estamos hechos, y
con la que funcionamos, no solamente está contenida dentro de nosotros,
sino también irradia de nosotros.
Todo tiene un aura, un campo de energía, a su alrededor. Hace algunos años
me asombré de descubrir que podía ver el aura con mis ojos desnudos. Una
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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tarde miraba desde mi balcón un abeto particularmente grande, y me
sorprendí de que el árbol no terminara en el tope. El hermoso abeto estaba
rodeado por una luz, que parecía más bien como el resplandor que circunda
la llama de una vela. Al observar, noté que la luz blanca se movía hacia atrás
y hacia adelante como si el árbol respirase. Mientras miraba, advertí que la
luz que circundaba al árbol se mezclaba con una luz similar que envolvía el
árbol contiguo, y el próximo, y el siguiente. El resplandor que circundaba
cada árbol, pero también conectándolos unos con otros, disminuía y crecía
como si los árboles respiraran en armonía, o quizás comunicándose.
Poco después de esa experiencia inicial con los árboles, descubrí que yo
también estaba rodeada por luz. Una tarde que pasé más tiempo de lo usual
frente al espejo, comencé a ver una sombra resplandeciente cubriendo mi
cabeza y cuerpo superior. (Como para convencerme de su autenticidad, una
intermitente luz azulada como eléctrica comenzó a titilar mientras la luz
pulsaba sobre mi cuello y brazos, primero de un lado, luego del otro.)
No mucho después, comencé a ver resplandores similares rodeando a otras
personas. Pero pasaron varios años antes que pudiera distinguir que la luz
que me circundaba y me conectaba a otros, contenía otros colores además
del blanco y el azul pálido. Una tarde, mientras escuchaba atentamente a un
conferencista, me sentí intensamente atraída hacia las ráfagas moradas y
púrpuras que destellaban desde su cabeza y cuerpo superior. Él compartía
apasionadamente sus creencias sobre la necesidad de devolver los
conceptos de lo sagrado a la educación. Sus creencias en las realidades
espirituales eran expresadas no solamente con palabras, sino también se
proyectaban en su campo de energía.
Nuestro campo de energía contiene la energía emanada desde nosotros.
Contiene aspectos de nuestras realidades espirituales, emocionales y físicas.
Estas dimensiones de nuestra humanidad no están separadas, sino que son
interdependientes unas de otras y están en un proceso continuo de
intercambio de energía, unas con otras, y con todo en la creación.
Por lo tanto, no podemos estar físicamente bien cuando sangramos
emocionalmente, o estamos dañados espiritualmente. El cuerpo, la mente y
el espíritu son inseparables. Lo que afecta un aspecto afecta los otros, y la
totalidad. Cuando, por ejemplo, nuestra alma anhela el perdón, expresamos
sentimientos de culpa y de arrepentimiento y sobrellevamos la pena en
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
nuestro cuerpo físico, frecuentemente como un dolor de espalda, para
recordarnos el peso de la carga que acarreamos.
Nuestra cultura no reconoce el sufrimiento del alma. Hemos perdido el
conocimiento para diagnosticar los síntomas del sufrimiento del alma, y la
habilidad para proveer el remedio. Esta carencia de reconocimiento ha
llevado a cualquier expresión de sufrimiento del alma a “ocultarse”, forzando
a los que padecen de heridas del alma a disfrazar su sufrimiento de maneras
más socialmente aceptables. Pero el dolor físico revela la grieta en los
cimientos.
Hace algún tiempo un hombre joven llegó, buscando ayuda por depresión.
Dijo repetidamente que su depresión comenzó después que se había
quebrado la pierna. Cuando dirigí el foco desde su depresión (síntoma
emocional) a la pierna quebrada (síntoma físico) me contó que su pierna se
había fracturado haciendo un trabajo que le desagradaba mucho. Sentía que
estaba desperdiciando su tiempo, su talento y sus habilidades. Cuando le
pregunté qué le gustaba hacer realmente (espiritual), él reveló su deseo de
ser artista, pero sus padres lo habían convencido que el salario de un artista
no le podría dar una vida decente. Entonces, había ido a la universidad y
obtuvo un grado en un campo con muchas posiciones disponibles.
Este hombre compartió una historia de un alma atribulada. Estaba fuera de
curso. El propósito de su vida no podía realizarse bajo las circunstancias en
las cuales estaba forzado a vivir. Su capacidad para desarrollar y compartir
las habilidades y talentos únicos que le habían sido dados había sido
reprimida. La angustia de su alma revelaba por sí misma síntomas de
depresión emocional. Su cuerpo físico respondía con una pierna quebrada,
para impedirle permanecer en un trabajo que interfería con el propósito de
su alma.
Mientras para mí era claramente una historia de sufrimiento del alma, su
cultura y educación lo habían condicionado para creer que el “problema”
que necesitaba resolver era su depresión. Esperaba que la “terapia hablada”
y quizás una receta de alguna medicina para mejorar el ánimo podrían
aliviar los síntomas. Se asombró, pero reconoció instantáneamente la
verdad, cuando orienté la discusión fuera de los síntomas emocionales y
hacia el alma y el significado y propósito de su vida. Sigue desempeñándose
como trabajador social, pero ahora incorpora sus habilidades como
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terapeuta en arte. El propósito de su vida se está realizando. Su alma ahora
conoce el gozo, y ya no está plagado de sentimientos de tristeza aguda y
temor abrumador.
Informes de quienes practican la ciencia de la psiconeuroinmunología
indican que hasta un 80 - 90% de los síntomas físicos tienen sus raíces en
cuestiones psicológicas o espirituales. Dado que psicología realmente
significa el estudio del alma, creo que hay muy pocos, si acaso alguno,
síntomas físicos y emocionales que no surjan de la descomposición en la raíz
espiritual. Nuestro mundo está lleno de sufrimientos que requieren un
remiendo del alma, pero el padecimiento del alma rara vez es discutido,
evaluado, o diagnosticado.
Mientras la medicina moderna del mundo occidental ha hecho fantásticos
progresos en la erradicación de enfermedades agudas y catastróficas, el
incremento del cáncer, las enfermedades crónicas y autoinmunes, los
problemas sociales, el alcoholismo, la violencia familiar y el abuso de las
drogas indica que algo muy significativo y de raíces profundas está faltando
en nuestras vidas individuales y colectivas. Cuando el gemido de un alma
atormentada no es escuchado, los cuerpos físicos y emocionales demuestran
la “lesión” en el núcleo. Cuando el tratamiento está solamente dirigido a
aliviar el dolor físico y a disminuir el sufrimiento emocional, pero no se
ocupa de la pena en el alma, los esfuerzos son fútiles, o al menos de corta
duración.
Las vibraciones de energía que circundan el cuerpo físico de alguien que
padece física, emocional o espiritualmente, no son cálidas, tersas y
equilibradas como cuando hay bienestar, sino más bien, excesivamente
calientes, frías, erráticas o irregulares. La evaluación del campo de energía
de la persona es un paso inicial en cualquiera de los ahora reintroducidos
métodos de sanación por transmisión de energía. Estos métodos han sido
aceptados rápidamente por quienes han presenciado los resultados, y han
experimentado la ineficacia del sistema de salud pública para cubrir las
necesidades más profundas de la gente.
Las prácticas antiguas de sanación se basan en una profunda comprensión
del campo humano de energía, y de la conexión entre cada campo humano
de energía y el del Todo. Estas técnicas parten del conocimiento que los
seres humanos somos seres espirituales, y que el cuerpo es una “bobina
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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mortal” (2) habitada por un espíritu, a fin de cumplir un propósito único
para un mayor bienestar del individuo, así como también para un mayor
bienestar del Todo. Estas prácticas son métodos de sanación. Aunque
también puede buscarse y lograrse una cura, la meta primordial no es curar
el cuerpo físico, sino sanar el alma. Es vastamente reconocido que para vivir
plenamente física y emocionalmente, el espíritu debe estar lleno de vida. Es
fundamental para sanar comprender que el sufrimiento físico y emocional
tiene su raíz en las inquietudes del alma de la gente.
Recuerda las numerosas referencias bíblicas de Jesús diciéndonos que el
malestar del alma se muestra en el cuerpo humano. Sus palabras son claras
con respecto a quienes desafían su capacidad para perdonar los pecados.
“¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados ' o ‘Levántate y
anda '?” (3)
En su cercanía con la Fuerza Creativa del Todo, los antiguos sabían, como
Jesús, que la energía del universo, el Hálito de lo Divino, era útil para
fortalecer y mantener la Fuerza Creativa dentro de los seres humanos. El
arte de sanar surgió de la Fuerza Creativa. Si bien todos los métodos que
usan la transmisión de energía se desarrollan en base a este conocimiento, el
Reiki, el método de transmisión de energía para la sanación originario de
Japón, claramente describe la fuente de dicha energía. Rei (Divino) y Ki
(Energía). Los relatos acerca de los grandes sanadores de todo el mundo,
independientemente de sus creencias religiosas, hablan sobre su
comprensión de la fuente de esta energía y de la capacidad de los seres
humanos para aprovecharla con propósitos curativos. Recuerden la mujer
que tenía una hemorragia y pensó que sanaría con sólo tocar la túnica de
Jesús. Recuerden como Jesús se volvió hacia ella y preguntó, “¿Quien me
tocó?” Y mientras Pedro presionaba a Jesús diciéndole “Señor ¡la
muchedumbre es grande y te está aplastando!” Jesús insistió, “Alguien me ha
tocado, lo sé porque la energía ha salido de mí.”
Pero nosotros tenemos aún muchos prejuicios contra la sanación. Creemos
que se necesita un santo para sanar. No nos sentimos lo suficientemente
dotados, así que nos sentimos tanto turbados como desafiados por la idea de
que nosotros también podamos transmitir energía curativa. (5) Las
referencias bíblicas le recuerdan a la persona común que debe responder a
su misión sanadora. “Y estas señales acompañarán a los que creen; en mi
nombre expulsarán al demonio; tendrán el don de las lenguas; podrán
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agarrar serpientes con sus manos, y no sufrir daño alguno si beben venenos
mortíferos; colocarán las manos sobre los enfermos, y los sanarán.” (6) Jesús
no dijo “santos”. Dijo “creyentes” comunes y corrientes. Y también dijo,
“aunque yo no soy nadie, no hay nada que estos discípulos tengan que yo no
tenga también. Ustedes han presenciado que todas los signos que marcan al
verdadero apóstol, crearon infaliblemente señales, maravillas, milagros.” (7)
La falsa humildad —el temor a ser indigno— no solamente interfiere con el
desarrollo del potencial, también nos impide llegar a otros.
La sanación que fluye de la Energía Divina fortalece el alma del sanador, el
alma de la persona que la recibe, y la conexión de alma a alma.
Frecuentemente oigo a personas que han asistido a cursos para aprender
alguna de las diferentes técnicas de sanación por imposición de manos,
contar la curación del alma que personalmente experimentaron mientras
fluía Energía Divina a través de ellos para sanar a otro. Comienzan a sentir
una sensación creciente de paz y tranquilidad, de gozo y felicidad, y casi
todos sienten un aumento de la energía personal. Su conciencia se expande,
y notan belleza en cosas y lugares donde no la habían visto antes. Los que
atraen la energía universal para ayudar a otros, también se dan cuenta de los
cambios positivos que suceden en sus relaciones. Una señora, cuya meta
principal de aprender las técnicas era la de aliviar las dificultades
respiratorias de su marido, contó con deleite acerca del fortalecimiento
ocurrido en su débil matrimonio, paralelamente con el mejoramiento en la
calidad de vida de su esposo después de unas pocas semanas de tratamiento.
Durante la práctica de cualquiera de las artes de sanar, la Energía Divina,
frecuentemente descrita como la energía universal, ya que es la energía del
Todo, es atraída hacia el centro del corazón de la persona que actúa como
sanadora. Aquí, la energía que fluye desde el universo, se mezcla con la
compasión (hacia la persona deseosa de sanar) retenida en el corazón del
sanador, y fluye desde el centro del corazón hacia sus palmas. El sanador
entonces dirige la energía hacia el paciente, con la intención de producir
sanación del más alto nivel.
La compasión y la intención parecen ser las cualidades que fortalecen la
capacidad de canalizar las energías universales útiles para propósitos
curativos. La compasión se describe frecuentemente como “el amor sin
ataduras”, (8) un amor que se da a alguien sin ningún tipo de apego a los
resultados. El deseo de tener control sobre el resultado final interfiere
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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efectivamente con las habilidades del sanador. Para desprenderse de
cualquier apego o necesidad personal de obtener resultados específicos, un
sanador guía el proceso con la intención de ayudar y de sanar de la mejor
manera posible. Cuando las energías se dirigen hacia el mayor bien, los
resultados pueden diferir de lo anticipado, pero frecuentemente van más
allá de lo considerado humanamente posible.
La sanación es un trabajo del alma. La sanación permite que la energía del
alma penetre. El incremento de la energía del alma aumenta las frecuencias
de las vibraciones emitidas por nosotros.
Me gusta mucho recordar un experimento de la clase de ciencias en sexto
grado que me introdujo al concepto de la energía. El profesor puso un
diapasón sobre cada escritorio. Cuando él hizo sonar el suyo, cada uno de los
nuestros sonó en el mismo tono, a la misma frecuencia del que fue tañido.
Recordé ese experimento años después, cuando Wayne Dyer, en Real Magic
(9) nos recordó que somos como un diapasón. Resonamos con las
vibraciones que nos circundan.
Cuando nosotros agrietamos la arcilla, dejando que la luz brille sobre
nuestras heridas, y cuando respondemos a la invitación de abrir nuestra
conciencia, mente y corazón, comenzamos a resonar con frecuencias más y
más altas que llegan a rodearnos. Atraemos gente diferente, gente que
resuena de la misma manera con nuestras nuevas y más altas vibraciones.
Los viejos conocidos ya no están cerca. Dejamos de tener “cosas en común.”
Sus vibraciones más lentas ya no resuenan con las nuestras más finas, más
claras y más rápidas. Ellos ya no se sienten en sincronía con nosotros.
Y nuestras vibraciones más finas atraen hacia nosotros lecciones de
vibraciones más altas, lecciones que podemos comprender ahora, las
lecciones que necesitamos para continuar el proceso evolutivo y circular de
nuestro crecimiento. Empezamos a reconocer la verdad del proverbio Zen,
“Cuando el estudiante esté listo, el profesor aparecerá.” El profesor aparece
de muchas formas. El profesor puede ser un recuerdo, un sueño, un poema,
una canción, la historia de alguien, un mito, un curso, una película, un
arroyo, un árbol, un arco iris, una roca. Como dice el viejo dicho –los iguales
se atraen.
Las vibraciones de la energía acrecentada del alma que emana desde
nosotros hacia la conciencia universal tienen el potencial de causar impacto
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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en la conciencia de cualquier otro ser humano, así como también en la
conciencia de la colectividad entera. Nuestras tremendas facultades cocreativas nos marcan a cada uno con la enorme responsabilidad de ser el
mejor compañero posible de los demás durante el viaje, (10) y de promover
la paz y la virtud en nuestro mundo. Como somos vibraciones de energía, y
como las vibraciones resuenan en sincronía con vibraciones similares, es
imperioso que seamos cuidadosos con lo que irradiamos. Lo que irradiamos
en pensamiento, palabra y obra, tiene un efecto poderoso de bumerang.
Como el proverbio afirma, “Como un hombre piense en su corazón, así es él.”
Y, “Si alguien devuelve mal por bien, de su casa el mal no partirá.” También
“Un corazón alegre es la salud del cuerpo, pero un espíritu deprimido reseca
los huesos”, (11) nos recuerda que nuestros pensamientos y obras retornan
a casa para quedarse. Lo que deseamos traer a nuestras vidas es lo que
debemos proyectar en pensamiento y obras. No podemos tener relaciones
armoniosas y llenas de paz si nos enfocamos en nuestros errores y en los de
los demás. Si queremos amor, debemos reflejar amor. Si queremos alegría,
debemos reflejar alegría.
Cuando era niña me encantaba estar con mi padre. Yo era la hija menor de
una familia grande. Para tener su absoluta atención, aprendí pronto en la
vida que dependía de mí buscarlo cuando estaba solo. Muy temprano en las
mañanas de verano, mi padre se dirigía a las pasturas para traer el ganado al
establo para el ordeñe. A mí me gustaba despertarme temprano y caminar
con él para compartir momentos especiales.
Mi compañero de juegos y hermano favorito era un año menor que yo.
Pasábamos muchas horas juntos explorando el mundo. Él me enseñó a usar
la balsa y a hacer fuertes, y me mostró los lugares donde anidaban los patos
silvestres. Nosotros también, sin embargo, frecuentemente reñíamos para
determinar el predominio en la jerarquía de nuestra familia.
Una mañana, después de que el día anterior había estado particularmente
lleno de conflictos, salí a una temprana aventura con mi padre. Mientras
caminábamos, discutimos los incidentes del día previo. Me sorprendí al
conocer su punto de vista sobre el conflicto con mi hermano. Cuando
llegamos a la base de la colina, mi padre llamó al ganado como usualmente lo
hacía. Las vacas, al oír su voz, comenzaron su obediente caminata desde la
pastura hacia el establo. Mientras esperábamos junto al abrevadero, mi
padre me pidió que recogiera una piedra y la lanzara al agua. Al hacerlo, él
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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me incitó a notar como el golpe creaba una onda a través de todo el lago. Mi
mente joven estaba asombrada por la reacción. Dándose cuenta de mi
capacidad para percibir la lección, mi padre me dijo que imaginara que yo
era la roca y el lago era nuestra familia. Recuerdo haber permanecido muy
silenciosa, pero reconocí la inmensa importancia de lo que me comunicaba.
En ese momento me di cuenta de las ondas que estaba causando y que eso
no solamente me afectaba a mí y a mi hermano sino, de alguna manera, a mi
familia entera.
La sabiduría de mi padre incitó mi deseo de saber. Comencé a frecuentar el
aula al aire libre, ávida de aprender. Las piedras llegaron a ser mis
instructores. Mediante su tutela recogí lecciones valiosas de la vida. De sus
ondas aprendí acerca de la influencia. Vi entremezclarse tres, cuatro y cinco
círculos causados por las salpicaduras de las rocas, y advertí el impacto de
estos círculos sobre la primera onda. Durante esos cálidos días de verano de
mi niñez, llegué a tener conciencia, no solamente de la influencia que
tenemos sobre otros, sino también de la influencia que otros tienen sobre
nosotros. Noté cuan intensamente las ondas de una roca penetraban las
ondas de las demás. Aunque yo valoraba los efectos positivos, también me
preguntaba si esto era siempre algo bueno. ¿Me enviaban siempre los demás
lo que me era útil, correcto, exacto, verdadero? ¿Había alguna manera de
evitar que esto sucediera? ¿Había alguna manera de protegerme contra los
malos pensamientos de otros?
Recuerdo haber tenido sentimientos de temor y malestar cuando la maestra
proyectaba su enojo contra otro estudiante. ¿Estaban sus ondas de ira y las
ondas de mi hermano afectado y las de los otros compañeros de clase,
entrelazándose con las mías?
Me desagradaba esa maestra. Era una mujer amargada, y proyectaba
cruelmente su amargura sobre sus pequeños objetivos. Mientras miraba las
agitadas ondas regresar lentamente desde la orilla hacia el área donde la
roca había caído por primera vez, aprendí que lo que proyectamos nos
vuelve de la misma manera.
Ese verano con las piedras, me sentí ufanada al darme cuenta que aunque la
profesora influyó miserablemente en mi vida y en la vida de todos en aquella
pequeña escuela de solamente un salón, las ondas de su influencia volverían
eventualmente a ella. Pero ahora, en la adultez, y después de haberme
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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quebrado en la proverbial rueda de la vida, tengo una percepción diferente
de su amargura. Aunque de niña era difícil soportarlo, y doloroso ver a mi
hermano sufrir su cólera, ahora soy capaz de comprender las razones de sus
acciones y las razones que debe haber usado para justificar su
comportamiento.
Sabiendo ahora que ella misma era un ser humano atormentado,
desesperadamente en busca de amor, siento más necesidad de transmitir
simpatía que odio, de enviar pensamientos de compasión y plegarias en
lugar de proyectar más cólera a su manera, con la esperanza que estos
mensajes puedan disolver de algún modo las tribulaciones del pasado.
Años después de haber salido de esa escuela, recordé las piedras y las ondas
en el agua. En una situación de emergencia, la enfermera de triage es el
primer contacto que la mayoría de los familiares del paciente y el paciente
mismo tienen con el personal de hospital. La enfermera en esta posición
tiene una fuerte influencia en cuanto a crear una atmósfera predominante de
quietud y confianza, o una de caos. En gran parte, ambas situaciones
dependen mucho de las emociones que se proyecten a la familia y al resto
del personal, durante la evaluación inicial.
Más adelante, como supervisora clínica en gerontología, el poder de nuestra
influencia sobre los demás se demostró una vez más. Noté que en cuestión
de minutos, cuando un anciano inquieto comienza a pasearse, un segundo, y
entonces un tercero, y un cuarto, y hasta un quinto, se unían al primero
moviéndose en círculo alrededor de la unidad de enfermería.
Lograr el interés de las estudiantes de enfermería era esencial para probar
mis suposiciones. Si la “atmósfera” de inquietud del primero se proyectaba
al ambiente y era “captada” por quienes lo seguían ¿las influencias más
positivas podían también ser captadas? ¿Podrían enviarse intencionalmente
vibraciones más positivas para cambiar el efecto de su comportamiento?
Las estudiantes accedieron a hacer la prueba. Cada una fue asignada a un
anciano nervioso de la lista de la unidad de enfermería. Tenían que leer los
registros, hacer una visita previa, luego escribir una descripción “previa” de
cualquier pensamiento y sentimiento que surgiera sobre la persona
asignada. Tenían que guardar esta descripción en un sobre sellado hasta la
culminación de la prueba.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Cada mañana al despertarse, y cada noche antes de retirarse, la estudiante
iba a pensar conscientemente, y a enviar mentalmente, tres pensamientos
positivos que transmitieran amor y simpatía al anciano asignado a ellas.
Cuando estuvieran en la unidad, debían enviar los mismos pensamientos
positivos nuevamente, antes de entrar a la habitación de la persona y antes
de brindarle cualquier cuidado. En sus informes verbales y escritos sobre los
ancianos, debían ser exactas en cuanto a lo que habían observado, oído,
olfateado y tocado. También se les pidió no abundar en detalles
subjetivamente de ninguna manera.
Los resultados, aun después de una sola semana, fueron impresionantes.
Cuando las estudiantes compartieron sus informes semanales sobre el
comportamiento del anciano, y la descripción posterior de sus propias
impresiones y pensamientos sobre la persona, reconocieron la
trascendencia de lo que había ocurrido.
En cada caso, las estudiantes experimentaron un mejoramiento de su
relación con el anciano. En la descripción posterior ellas vieron a cada
persona de una forma diferente, más positiva. El comportamiento irritable
de los cinco ancianos, a medida que transcurría el experimento, había
disminuido con la recepción de la energía afectuosa proyectada hacia ellos.
Aunque la agresión al personal era un comportamiento familiar para todos
estos individuos, ninguna de las estudiantes había sido agredida.
¿Cómo pudieron las ávidas y afectuosas estudiantes de enfermería hacer un
impacto tan positivo en las vidas de cinco ancianos irritables? ¿Estaban
sintiendo los ancianos los efectos positivos de los pensamientos de amor y
afecto proyectados hacia ellos? ¿Cómo pueden los pensamientos de amor y
afecto disminuir comportamientos agitados o nerviosos?
En el prefacio del libro En Busca del Silencio (12) de Elizabeth O'Conner, N.
Gordon Cosby escribió: “El único viaje que al final importa es el viaje al lugar
de profunda quietud dentro de uno mismo. Llegar a ese lugar es estar en
casa; no encontrarlo es inquietud eterna.”
“No encontrarlo es inquietud eterna.” En mi pesar, conocí la intranquilidad,
el anhelo, la búsqueda. También conocí la ansiedad de buscar respuestas que
parecían evadirme, respuestas necesarias para sanar un corazón fracturado,
un alma atribulada.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
En nuestra intranquilidad, en nuestro intento de encontrar la quietud,
¿podemos ser ayudados por otros? ¿Pueden, el amor y la compasión que
enviamos a otros, ayudarles para su viaje espiritual? ¿Fueron los
pensamientos de amor y simpatía proyectados por las estudiantes de
enfermería a los ancianos agitados, capaces de calmar las huellas de pasadas
ondas en sus atribuladas almas?
En Cuerpo sin Edad, Mente sin Tiempo (13) Deepak Chopra enfatiza que cada
célula de nuestro cuerpo está constantemente escuchando a escondidas
nuestros pensamientos. Yo he llegado a comprobar la verdad de esto. He
visto numerosos ejemplos del poder del pensamiento para crear éxito o
fracaso, salud o enfermedad.
Creo que esto es porque el pensamiento es la voz del alma. El alma vive
dentro de cada célula. Es el alma la que conoce nuestros pensamientos, y es
afectada por ellos. Cada célula en nuestro cuerpo guarda una memoria de
cada una de nuestras experiencias de alegría en el alma, así como también
cada experiencia de dolor. La sanación del alma requiere la liberación de las
tribulaciones del alma de cada célula, y la infusión de alegría en el espacio
que queda disponible. La sanación del alma comienza por cambiar nuestro
pensamiento, nuestra conversación con el alma. La sanación del alma
comienza por enviar mensajes de amor hacia nuestro interior. El amor es la
semilla que se convertirá en gozo para llenar los espacios dejados por la
liberación de las tribulaciones del alma.
Aunque el alma conoce nuestros pensamientos, y guarda la memoria de
nuestras experiencias, debido a nuestra conexión de conciencia a conciencia
con todos los demás, también conoce y es afectada por los pensamientos de
otros. Uno no tiene que decirle a alguien que nos agrada o nos desagrada. La
comunicación de alma a alma ha ocurrido largo tiempo antes que sus
capacidades mentales hayan actuado suficientemente para poner palabras a
sus emociones.
En mi vida profesional y personal escucho muchas historias de relaciones
rotas. Cada vez, vuelvo a la sabiduría obtenida de las lecciones de mi padre y
de las enseñanzas de las ondas en el agua y las piedras.
He visto el poder de mi pensamiento influir para peor, y luego para mejor, en
numerosos sucesos en mi vida. Aliento a otros a reconocer que nuestros
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pensamientos no quedan retenidos dentro de nosotros, sino que irradian
más allá, como las ondas en el lago, llegando a formar parte de un lago más
grande, la “sopa” colectiva. Los hago reflexionar sobre las lecciones que he
recogido de las ondas en el agua y las piedras, de la sala de emergencia, y de
la capacidad de las estudiantes de enfermería para disminuir la tensión de
los cinco ancianos irritados, por medio de su voluntad de enviar consciente e
intencionalmente pensamientos de amor y simpatía. Les pido a los que
vienen a consulta, que recuerden el cambio de imagen de los ancianos
experimentado por las estudiantes después de una semana de estar
enviando afecto y amor. Les pido que reflexionen sobre cualquier cambio
que pueda ser necesario en su pensamiento acerca de su propia relación. Les
recuerdo que el alma conoce sus pensamientos, y que el alma de su
compañero, amigo, hijo, o hija también conoce sus pensamientos.
El primer paso para cambiar cualquier relación es crear nuevos
pensamientos sobre nosotros mismos, sobre la otra persona, y sobre la
relación. Enseño acerca del poder del amor. “Algún día cuando hayamos
dominado los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, pondremos al
servicio de Dios la energía del amor. Entonces, por segunda vez en la historia
del mundo, el hombre habrá descubierto el fuego.” (14)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 4: El Escudo del Alma
Ángeles de Dios, mis guardianes queridos.
Gracias al amor de Dios,
Ustedes han sido asignados a mí aquí.
Cada momento de este día están a mi lado.
Ilumínenme. Protéjanme. Cuídenme.
Guíenme.
- Plegaria Tradicional al Ángel Guardián.
Un ser humano es un “sistema abierto”. Esto significa que, cuando estamos
desprotegidos, nos exponemos a las influencias que nos circundan. Podemos
ser invadidos por bacterias y adquirir los virus de alguien enfermo. Del
mismo modo, podemos “absorber” y ser influidos por los pensamientos, las
palabras y las acciones de otros. Sus pensamientos, palabras, y obras pueden
penetrar literalmente nuestro ser. Por eso, es difícil para alguien en un
ambiente caótico tener equilibrio emocional. En el capítulo anterior, los
miembros de la familia que llegan a la sala de emergencia y los ancianos
irritados eran “afectados” por la tensión “flotante” emitida por la enfermera
de turno, y por otros pacientes tensos.
Todos conocemos personas que irradian paz y calma. A todos nos gusta
estar cerca de ellas. Dejamos su compañía sintiéndonos “llenos”, con energía.
Sentimos que de algún modo hemos absorbido algo de su esperanza, paz y
positividad. También sabemos que hay otros cuya presencia nos desagrada.
Ellos “nos desgastan”, “nos oprimen”. Cuando dejamos su compañía nos
sentimos deprimidos, temerosos, drenados, vacíos. También estamos
conscientes que hay algunos que no tienen las mejores intenciones hacia
nosotros en su corazón. Piensan negativamente, incluso quizás tienen
pensamientos de odio o maldad; y pueden proyectar infortunio sobre
nosotros. Todos reconocemos, por lo menos en cierto grado, el impacto de
las influencias positivas como también de las negativas que otros pueden
ejercer sobre nosotros. Quienes comprenden plenamente los efectos
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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posibles de ser un sistema abierto a las influencias ambientales, buscan
formas de protegerse del impacto negativo.
Nuestros ancestros tenían una comprensión mucho más clara de las fuerzas
del bien y del mal que nosotros ahora. Ellos desarrollaron sistemas de
defensa para protegerse de influencias nocivas. La purificación, que es una
práctica de cubrirse con el humo del fuego sagrado que arde dentro de una
olla ritual, es un método común de resguardarse. La purificación se usa en
muchas religiones y en muchas partes del mundo. Los pueblos aborígenes
norteamericanos se limpian y se protegen a sí mismos y al espacio que los
rodea con el humo de hierbas o salvia quemada. Los pueblos del mundo
oriental queman incienso de diversas fragancias, dependiendo del tipo de
limpieza.
La intención de la protección es la de purificar el campo de energía de la
persona y el ambiente que la circunda, de cualquier cosa que pueda ser
nociva, y proveer un escudo protector para impedir que la maldad penetre.
La práctica del incienso usada en la veneración religiosa en muchas iglesias
cristianas, tiene sus raíces en la práctica de obtener protección.
El humo que sale de los quemadores de incienso, y el humo de la pipa usada
por pueblos Indígenas durante la ceremonia sagrada, también simboliza las
plegarias enviadas de los seres humanos al Creador. Al fumar la pipa, cada
pizca de tabaco se quema hasta hacerse ceniza fina para hacerle honor a
cada parte sagrada de la creación que ha contribuido al crecimiento del
tabaco. Esto nos recuerda que el Espíritu está en todas las cosas, y se
requiere para todo. Cada hojuela de tabaco personifica la esencia espiritual
del Todo. El humo elevándose hacia los cielos lleva consigo las oraciones de
gratitud y plegarias de petición para ser guiados, nutridos, sanados y
protegidos.
Trabajo con gente que tiene historias personales llenas de emociones
intensamente dolorosas. La gente que busca sanación sabe que su “llaga”
interfiere con su capacidad para lograr plenitud en la vida. Su dolor a
menudo se intensifica por la invasión frecuente de recuerdos dañinos. Por su
incapacidad para definir sus propios límites, muchas personas son un blanco
fácil para volver a sufrir por alguien que puede aprovecharse de su
vulnerabilidad.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Cuando hemos sido maltratados, especialmente si el trauma ha ocurrido
tempranamente en la vida, tenemos un sentido confuso de espacio personal.
El espacio personal es un término psicológico para definir la burbuja
invisible que nos rodea. Es nuestro campo de energía, nuestra aura, nuestra
conciencia. Cuando nuestro espacio personal ha sido frecuentemente
invadido, perdemos el sentido de nuestros propios límites. El abusador ha
violado nuestra integridad tan frecuentemente que nuestra aura se fractura
y continuamente deja escapar la energía preciosa. Vemos que los demás son
más fuertes, más sólidos, estables, moderados. Parecen ser más poderosos,
más inteligentes, más dignos que nosotros. Pareciera que ellos tienen todas
las respuestas y nosotros ninguna. Deseamos lo que tienen. Estamos
conscientes de nuestras carencias, de nuestro vacío, y queremos
desesperadamente estar intactos, llenos, enteros y completos. Ansiamos
creer que lo que tienen y lo que prometen puede llenar nuestro vacío. Esto
nos hace vulnerables, y cuando somos vulnerables podemos ser
manipulados fácilmente, por eso queremos creer tan urgentemente que lo
que nos dicen es verdad.
Como un primer paso en el proceso de sanación, enseño a quienes acarrean
esa carga tan pesada a “blindarse”. El blindaje ayuda a limpiar y sellar el
campo de energía, definiendo los límites y previniendo una mayor fuga de
energías sagradas. El blindaje también provee una armadura protectora
para resguardarse contra más abusos. Pero el blindaje es importante no
solamente para la persona en busca de sanación; es también una práctica
esencial para alguien que está ayudando a otra a sanar.
Cuando expresamos nuestra experiencia, el dolor albergado profundamente
dentro de cada célula, almacenado allí desde su ocurrencia, se libera a
nuestro campo de energía. La energía que contiene el dolor de esa
experiencia transita más allá de nosotros, impregnando los campos de
energía de los que nos rodean y escurriéndose hacia el entorno mayor.
Cuando comencé a caminar con otros que atravesaban por circunstancias
difíciles en su vida, rápidamente reconocí la importancia crítica de
blindarme contra las influencias negativas que rodeaban este trabajo.
Mientras escuchaba las historias de dolor y frecuentemente de horror, podía
sentir el impacto sobre mi propio campo de energía, y podía sentir la
densidad del temor y aprensión que impregnaban mi ser y mi oficina.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Cuando la gente cuenta una historia de maltrato por parte de otra, la energía
liberada en su campo, y consecuentemente en el entorno mayor, contiene no
solamente su propio dolor, temor, y cólera, sino también lleva la influencia
de odio y otras emociones nocivas proyectadas hacia ellos por sus
perpetradores. Los consejeros y otros colaboradores que ignoran el daño
que puede resultar en su desprotegido campo de energía, pueden llegar a
desequilibrarse física y emocionalmente, aun después de un corto tiempo de
práctica.
He aprendido a purificarme usando salvia quemada en un recipiente de
concha marina. Me purifico y protejo mi oficina cada mañana y repito el
ritual después de la visita de una persona que transmite el dolor abrumador
de una profunda lesión. Aunque el método más común para protegerse
contra los efectos de influencias negativas es la purificación por el humo,
también se puede visualizar un blindaje durante la meditación. Cada mañana
durante la meditación, visualizo un velo rosado sagrado de seda o un capullo
de cristal que me circunda. Ruego que este escudo permita que solamente
las cosas buenas se muevan desde mí hacia otros, y que solamente las cosas
buenas entren en mi espacio sagrado. Me gusta esta visualización porque
puedo reforzar rápidamente el escudo cuando surge una necesidad. Luego
aplico a otros una protección sagrada similar al final de un tratamiento de
sanación por energía. La envoltura los rodea, sella las energías sanadoras, y
los protege de daños físicos, emocionales y espirituales. También enseño un
ejercicio de blindaje en el cual el regalo de la luz áurea de sanación y amor se
visualiza descendiendo desde el Espíritu del Creador hacia la corona de la
cabeza y se mueve hacia abajo a lo largo del cuerpo, llenándolo hasta
desbordar, y envolviendo el cuerpo en un escudo de luz cristalina
protectora.
Muchas prácticas religiosas que han perdido sus significados tradicionales,
surgieron de un ritual primitivo basado en una conciencia de las fuerzas del
bien y del mal en el mundo y de la necesidad de protegerse contra la
filtración nociva. Prácticas como rociarse uno mismo y alrededor con agua
bendita, poner palmas benditas a la entrada del hogar, esparcir sal sagrada
en la puerta de entrada, untarse el cuerpo con aceite bendito, y prender
velas, todas surgen de la necesidad esencial de adquirir protección contra la
intrusión espiritual. Promuevo el resurgimiento de estas prácticas para los
propósitos que fueron destinadas inicialmente. Ya sea que hayamos sido
profundamente dañados o no, o trabajemos con otros que hayan sufrido,
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podemos ser influidos por los pensamientos, palabras y acciones de los que
nos rodean. Cuando tomamos seriamente nuestra responsabilidad de
mantener nuestro propio campo de energía limpio y protegido, disminuimos
la posibilidad de enviar energías obstruidas, contaminadas, dañinas o malas
desde nuestro campo de energía hacia el de otros y del colectivo mayor.
De noche, mi madre nos acostaba a cada uno de nosotros con una oración
pidiendo que los Ángeles de la Guarda estuvieran a nuestro lado para
iluminarnos, para protegernos, para cuidarnos, y para guiarnos. Un cuadro
de un ángel muy grande y hermoso que volaba sobre dos niños pequeños
mientras cruzaban un puente, estaba colgado en mi alcoba. El salmo 91
estaba inscrito en la parte baja del cuadro. “Él encargará a sus ángeles
protegerte durante todo tu camino.” Mi madre nunca tuvo duda alguna sobre
la existencia de su Ángel guardián. Cuando yo era muy joven, me contó que
durante un tiempo difícil en su juventud se había despertado una noche por
un resplandor. Su Ángel de la Guarda, parado al pie de su cama, le aseguró
que las cosas iban a salir bien. Ella nos enseñó que había clasificaciones de
ángeles, los Arcángeles eran de la orden más alta. El Arcángel Miguel tiene
los poderes más protectores, ya que ganó la batalla del bien contra el mal. Él
continúa su lucha contra el mal, controlándolo con su espada y escudo
protector.
Yo les pido a quienes han sido hondamente dañados que hagan un esfuerzo
sincero por aumentar su conciencia sobre la existencia de guías y seres
angelicales, para que les pidan su protección y su guía. Insisto en la oración
que mi madre me enseñó, porque creo que los ángeles nos iluminan, nos
protegen, nos cuidan y nos guían. Enfatizo la importancia de un diálogo
fervoroso con el Arcángel Miguel, implorándole que nos proteja con su
escudo protector.
Virtualmente todos los sistemas religiosos del mundo incluyen seres
celestiales en su cosmología. (1) La creencia que los mensajeros angélicos
fueron enviados por Dios, para guiar y proteger a los seres humanos, está
emplazada en los manuscritos de las tres religiones más importantes del
mundo Occidental, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. (2) Numerosos
patriarcas en el Antiguo Testamento, incluyendo a Abraham y Jacob, (3)
recibieron guía y consuelo de los ángeles. La revelación llegó a Mahoma, y a
Mikha’il por medio de Jibril (Gabriel). (4) El Nuevo Testamento inicia con
ángeles que pronostican una nueva relación floreciente entre Dios y el
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hombre, creando así un puente entre el Antiguo y el Nuevo testamento, y la
estructura sobre la cual se basa el Cristianismo. (5) Sin embargo, pocos
rituales religiosos encierran esta creencia. Cuando las creencias no se
refuerzan mediante la celebración, se extinguen con el tiempo.
Aunque las religiones importantes del mundo profesan una convicción en las
facultades protectoras y orientadoras de los ángeles, el resurgimiento actual
de esta creencia adormecida no emergió de las religiones tradicionales, sino
desde las religiones terrenales, no desde la jerarquía de la iglesia, sino desde
las raíces - la gente.
Desde los comienzos de la civilización, los seres humanos se han
encomendado al mundo de los espíritus para su guía y protección. Las
evidencias permanecen en las expresiones artísticas dejadas en cavernas
alrededor del mundo. Carl Jung (6) nos recordó que, aun en nuestro tiempo,
apenas uno se aleja a cierta distancia de Europa Occidental y las culturas
influidas por ella, la gente vive en un mundo encantado haciendo muy poca,
si acaso alguna, distinción entre lo sagrado y lo secular, entre las realidades
físicas y las espirituales. En estas culturas, cada acto del diario vivir, desde
sembrar semillas, a cazar, hacer las tareas de casa, al nacimiento de un niño,
a la muerte, es un acto sagrado. Cada acto es una devoción, un acto de
comunión. La vida cotidiana es una promulgación sacramental de su unidad
con el mundo espiritual. Ellos confían en su capacidad para recibir guía y
protección desde el reino espiritual durante su sueño y durante la vigilia.
Aunque profundamente dentro de cada uno existe un reconocimiento de las
mismas historias primordiales tal como son promulgadas por los pueblos
indígenas alrededor del mundo, la mayoría de nosotros permanece
inconsciente de nuestra conexión cercana con el mundo de los espíritus. (7)
Cuando viví en Hawái, un anciano polinesio me contó que creía que su gente
estaba más cerca de los espíritus y estaba más dispuesta a recibir su guía y
asistencia porque esa relación estrecha nunca había sido interrumpida.
Enfatizó que nosotros en el mundo occidental moderno hemos perdido esta
refinada capacidad porque por largo tiempo lo sagrado de nuestra conexión
con el mundo de los espíritus había sido irreverente, ignorado, y negado.
Sin embargo, cada noche, nuestra vida durante el sueño provee la guía de la
misma fuente que ellos la obtienen. Nosotros soñamos con las mismas
imágenes arquetípicas de muerte y resurrección, del bien y del mal, de la
persistente realidad del espíritu, y del protagonista que es capaz de triunfar
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sobre adversidades increíbles, incluso la maldad, tal como lo hacían los
antiguos, y como siguen haciéndolo los pueblos primitivos y modernos en
todo el mundo. Los protagonistas de historias ejemplares muestran que es
posible ganar, a pesar de grandes adversidades, si uno tiene protección y
Guía Divina. Aunque el mundo está lleno de engaños y de malicia uno no
debe ser dominado por ellos. En su libro Dreamquest, (8) Morton Kelsey
afirma, “Cuando se comprenden las historias de héroes, nos pueden dar una
anatomía gráfica del alma humana y los mundos ilimitados con los que está
en contacto.”
Aunque muchos en nuestro mundo necesitan desesperadamente de la guía,
protección y cuidado que deberían ser accesibles para ellos, la mayoría de
nuestras prácticas y tradiciones religiosas han negado el ritual que se enfoca
en la lucha fundamental entre el bien y el mal, en nuestra necesidad como
seres humanos de protección y guía espiritual, y en las maneras en que los
seres humanos podemos establecer, mantener y fortalecer nuestra realidad
coexistente con el mundo de los espíritus. Morton indica que el interés
renaciente en la mitología es porque, “Pocas de nuestras iglesias proveen a
los seres humanos del alimento simbólico necesario para la supervivencia.
Las mujeres y hombres contemporáneos no son nutridos adecuadamente
con solo su dieta de razón, lógica y materia.” (9)
No fue por error que la invitación para reavivar la relación entre lo humano
y lo angélico se extendió a los pueblos de la tierra. Siempre se han enviado
mensajes desde la Divinidad a los que no se preocupan por nociones
preconcebidas que interfieren con su capacidad para oír, y responder.
Nuestras hambrientas almas anhelan ser nutridas. Durante estos tiempos
difíciles, necesitamos una vez más fusionar nuestras conexiones con el
mundo espiritual. Anhelamos un mundo donde lo sagrado y lo secular estén
entrelazados, porque esta interacción de la realidad con el mundo espiritual
es una parte común de la vida. Las historias de héroes contadas a través del
folklore y la mitología ayudan a prevenir el hambre. Como en las parábolas
del Nuevo Testamento, las historias del Antiguo Testamento, las historias
mitológicas, los cuentos de hadas y las tradiciones folklóricas, todas revelan
mensajes de múltiples niveles, mensajes que somos capaces de interpretar
de acuerdo con nuestros variados niveles de disponibilidad.
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Te aliento a familiarizarte con la historia de la antigüedad. Mucho se puede
aplicar a nuestras propias vidas, de las lecciones aprendidas por los
protagonistas. Es casi imposible interpretar nuestros mensajes del sueño si
no tenemos por lo menos una noción básica del mito. Les pido a las mujeres
prestar especial atención a las historias sobre Diosas. Hay muchas diosas
dentro de cada mujer, arquetipos que simbolizan las debilidades y las
fortalezas femeninas. El estudio de las diosas de diferentes culturas puede
brindar a las mujeres un mejor entendimiento de sí mismas y sus relaciones.
Reconocer a la diosa dentro de sí mismas, y aceptar el reflejo de sus
capacidades particulares puede ser una experiencia enriquecedora.
Después de escuchar una historia dolorosa, frecuentemente pregunto: “¿A
qué te recuerda esto?” Generalmente, la respuesta llega rápidamente,
porque surge desde el nivel primario, el nivel que retiene una evocación, el
nivel que ha oído antes historias prototípicas. Entonces pregunto, “¿Cómo
termina esa historia?”
Nuestras historias y tragedias personales tienen paralelo con el folklore
antiguo. Saber que un héroe sobrevivió, conquistó, y triunfó sobre la muerte
y la maldad puede ser un modelo poderoso a seguir, aunque en ese
momento podamos sentirnos totalmente apartados de cualquier conexión
con el mundo, física o espiritualmente.
Cuando hemos sufrido, nuestra alma queda despojada de virtudes. La
sanación del alma exige la recuperación de las virtudes que se han perdido o
nos han robado. La confianza es la virtud primordial desde la cual fluyen
todas las demás. Es básico para la sanación del alma admitir cuán
hondamente han erosionado esta virtud esas malas experiencias. Cuando
hemos sido severamente traicionados por el orden universal, difícilmente
creemos que las cosas puedan mejorar. Aunque seamos incapaces de
comprender cómo pudo habernos sucedido esa desgracia, tendremos
incluso una mayor dificultad para aceptar nuestra incapacidad de confiar en
algo que antes ingenuamente habíamos dado por sentado. Pudimos haber
confiado alguna vez en las muchas expresiones y prácticas de una religión
particular. Pero ahora sentimos que nuestras creencias estaban fundadas
sobre un terreno inestable. Incapaces de sentirnos libres de más amenazas,
podemos perder la confianza en todas las cosas, incluyendo la Divinidad.
Cuando somos incapaces de confiar, nos volvemos temerosos y ansiosos.
Sabemos que nos han sucedido cosas malas, y tememos que vuelvan a
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suceder. Cuando somos incapaces de confiar, las relaciones fracasan
(incluyendo la que tenemos con la Divinidad). Comenzamos a sentirnos
separados y apartados, desconectados y solos, acechados por el temor
omnipresente.
Aunque purificarse con humo, visualizar, usar sal, aceite o agua bendita, y
pedir protección angélica son técnicas usadas alrededor del mundo para
protegerse de influencias nocivas, las prácticas de conectarse a la tierra
también son invaluables para establecer y mantener el equilibrio durante
tiempos difíciles. Conectarse a la tierra es una manera de restablecer nuestra
conexión con el universo. Al hacerlo, nos estamos alineando con la Madre
Tierra. Llegamos a ser como un árbol. Visualizamos raíces profundas que se
mueven desde las plantas de nuestros pies hacia abajo dentro del cuerpo de
la tierra. Cuando nos arraigamos a la Madre Tierra, podemos aprovechar su
fortaleza y recibir sustento de ella. Cuando nos plantamos firmemente,
podemos balancearnos como un árbol pero permanecer inalterables.
Conectarse a la tierra es una técnica poderosa para restablecer el equilibrio
necesario y reactivar la confianza en el orden universal, que es fundamental
para desarrollar confianza en todas las demás relaciones.
Los sanadores tradicionales enseñan el poder de usar piedras para disipar la
confusión y realinearnos con las influencias terrestres que dan equilibrio y
serenidad. Existentes desde los albores de la creación, las piedras han
acumulado energía electromagnética de la superficie de la tierra. Su energía
almacenada puede ser transmitida a alguien que sostenga una piedra y
respire hasta que pase la tensión.
Las rocas que se utilizan para sanación se recogen de los lechos de los ríos o
de las costas marinas. En el proceso de lavado esas piedras han adquirido
las facultades de equilibrio del agua. Alguien que sostenga entre sus manos
una piedra purificada por el mar o un río recibe, por lo tanto, no sólo la
fuerza de la energía de la tierra sino también la energía de equilibrio del
agua. Tanto la fuerza como la obtención de equilibrio son factores esenciales
para sanar.
Yo tengo una canasta de piedras lavadas por el mar. Invito a quienes puedan
beneficiarse de su fuerza nutriente y su conectividad, a recoger una piedra y
tenerla siempre cerca. Las personas que han sufrido experiencias
traumáticas frecuentemente tienen reminiscencias o momentos en los
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cuales vuelven a experimentar el trauma. Esto puede ocasionar intenso
sufrimiento emocional. A veces la experiencia es tan difícil que se disocian
de ella, abstrayéndose emocionalmente de la realidad presente. La terapia
de la piedra es una ayuda tremenda durante esos periodos. Aliento a las
personas a guardar una piedra en el bolsillo, donde puedan fácilmente
tomarla a la primera advertencia de un mal recuerdo. Sostener una piedra
no solamente impide la disociación, sino también ayuda a la disminución
general de los temores e inquietudes asociados con la incapacidad de confiar
en el orden universal.
Un sanador aborigen me enseñó que es responsabilidad de cada persona
vivir en armonía con todas sus relaciones. Aprender a vivir en armonía
comienza por honrar el uso tradicional de los objetos de la medicina
sagrada. La Madre Tierra nos ha dado todo lo que necesitamos. El agua, los
árboles y las rocas han sido colocados a lo largo de nuestro camino. Tienen
el poder de nutrir, de sanar, de proteger, y de guiar nuestro viaje. Usar la
medicina sagrada, ofrecida por estos objetos, ayuda a restablecer el
equilibrio interior. Solamente cuando hayamos aprendido a “caminar en
equilibrio” podremos vivir verdaderamente en armonía.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 5: La Energía del Alma
Soñar el sueño imposible,
Pelear con el invencible adversario,
Soportar la insoportable pena,
Correr hacia donde el valiente no se atreve a ir
- Dale Wasserman – El Hombre de La Mancha
El alma humana frecuentemente se describe desde el punto de vista de un
propósito individual y único. Esta creencia se basa en la suposición que cada
persona tiene un propósito único en la vida, y que hemos sido dotados de las
capacidades para lograr ese propósito. Nuestros talentos son los dones de
nuestra alma al universo. Cuando somos creativos, cuando usamos nuestros
talentos y habilidades, realizamos el trabajo del alma.
Los artesanos de la edad Media tenían un profundo respeto por los talentos
que habían recibido. Pensaban que las espirales de sus huellas digitales eran
marcas dejadas por el alma al entrar al cuerpo y que ellas infundían su
energía a lo que tocaban y a las cosas que elaboraban. Respetaban lo sagrado
de los dones de su alma y aplicaban intensamente dicha energía en su labor.
Al percibir su trabajo como una extensión de sí mismos, y como una
expresión de su alma, exigían que cada creación fuera completada a su
máximo potencial, cada pieza una expresión original de su alma, una obra
de arte.
Cuando trabajo con alguien que ha sido profundamente lastimado, aliento su
expresión creativa. A través de su sanación muchos descubren, por sí
mismos, el poder de usar sus talentos creativos como medio de expresar el
dolor de su alma y como una manera de demostrar que se está logrando la
sanación. Pienso que aplicarse intencionalmente a desarrollar energías
creativas puede “bombear el surtidor”, por decirlo así. Presionando sólo un
poco, nuestra participación en actividades creativas puede acelerar el alivio
del dolor del alma. Con el alivio llega la invitación para su sanación.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Les pido que fotografíen lo que les da esperanza. También les pido que
dibujen, pinten o esculpan su intenso dolor interior. Luego los aliento a que
escriban historias, poemas y canciones, que aprendan alfarería, trabajo en
vidrio pintado, que canten y que bailen. Todas son expresiones creativas
que proveen alivio al alma dolorida y la conducen hacia su sanación y
crecimiento.
Pienso que la creatividad es la expresión del alma. Cuando veo florecer la
creatividad, incluso el deseo de repintar una pared o colgar un cuadro, lo veo
como un paso hacia la sanación del alma.
Desarrollar y usar nuestros talentos y habilidades es una expresión de
energía de nuestra alma. La energía del alma es una medida de la
profundidad de nuestras vidas.
Cuando somos creativos estamos dando a luz, como el universo dio a luz a
las muchas estrellas y flores. El universo tiene el hábito de crear belleza.
Cuando usamos nuestras ideas creativas, estamos multiplicando las
oportunidades para nosotros mismos y para otros de experimentar la
plenitud en la vida.
Pero toda nuestra envoltura, cuando la usamos para protegernos del mundo,
interfiere con nuestra capacidad de servir al mundo. La capa de arcilla nos
impide ver nuestra propia luz, nuestras propias capacidades y nuestros
propios talentos. Al haber sentido dolor, tememos más pérdidas. Nuestro
temor nos impide asumir riesgos, tener fe. Nuestras inhibiciones nos
retienen, nos impiden recibir la tremenda abundancia disponible para
nosotros a cambio del producto de nuestros talentos.
Incluso a algunas personas se les ha enseñado que mostrar al mundo sus
habilidades es ser vano o es fanfarronear. Pero cada uno de nosotros ha sido
dotado con talentos necesarios para el crecimiento y expansión del Todo. La
Biblia claramente muestra que estamos aquí para multiplicar los talentos
que nos han sido dados. El sirviente que duplicó los talentos dados por su
amo fue bendecido. “¡Bien hecho, siervo bueno y fiel!” En lo poco has sido
fiel, al frente de mucho te pondré. El sirviente que los ocultó, argumentando
que lo hizo para mantenerlos seguros, fue maldecido. “¡Siervo malo y
perezoso! Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez mil.
Porque a todo el que tiene se le dará y hasta que sea rico, pero al que no
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tiene, incluso lo poco que tiene se le quitará.” (1) Se nos recuerda aquí que
no es vanidad desarrollar y expandir nuestras habilidades. Es esencial.
Aunque compartir nuestros talentos al máximo de nuestra capacidad será
gratificado en la otra vida, se nos ha prometido que, al hacerlo, recibiremos
abundancia en esta vida también.
En otros tiempos, parte de la preparación de las ceremonias incluía pintarse
la cara. Cada cara pintada narraba los atributos que la persona era capaz de
compartir para la expansión y el crecimiento de la tribu entera. Uno
solamente mostraba los atributos que poseía realmente, porque cualquiera
de ellos podía ser requerido en cierto momento. Uno “perdía prestigio” si era
incapaz de desempeñarse en algo que supuestamente sabía.
Pretender tener atributos que uno no tiene es fanfarronear. Desarrollar y
usar los talentos propios para el bien del Todo es productivo. Al expresarnos
de maneras creativas, compartimos un mayor potencial con el mundo. Esto
es no solamente prudente, sino sano. Cuando salimos adelante con valentía,
cuando permitimos que incluso un minúsculo brillo de nuestro esplendor
fluya a través de las fisuras de nuestro dolor, nuestra conexión con lo
sagrado se fortalece. Hacemos avanzar nuestro crecimiento del alma
individualmente y el crecimiento del alma del Todo.
Para los pueblos que reconocen y honran su conexión con la Tierra, las
prácticas y las ceremonias han sido y siguen siendo una expresión de su
conexión con lo sagrado. Aunque un Chamán puede viajar al mundo de los
espíritus en favor de una persona enferma, el individuo debe buscar la visión
a fin de recibir guía espiritual sobre cómo mejorar el desarrollo y utilización
de sus habilidades y atributos personales.
El lugar elegido para la búsqueda de la visión y el sitio para otras ceremonias
sagradas deben ser puntos donde la conexión humana con la Madre Tierra
es poderosa. La Tierra tiene líneas de energía semejantes a los meridianos
de energía en el cuerpo humano. Cuando un ser humano busca la conexión
con la Tierra, la energía comienza a fluir a esa área porque nuestro cuerpo,
como la Tierra, es electromagnético. Al honrar la conexión con paciencia y
práctica, la alineación crece y la conexión se fortalece. Se crea un lugar de
poder cuando la energía de la Madre Tierra es atraída frecuentemente al
sitio donde se requiere la energía para sanar y guiar.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Generalmente nos referimos a “lugares sagrados” como a sitios donde han
ocurrido milagros, tales como Lourdes o Fátima, y a “Tierra Santa” como a
los lugares donde Jesús caminó y oró. Pero cada parte de la Tierra es
sagrada. La sacralidad de cualquier área puede aumentarse simplemente
atrayendo la energía a ese lugar. Abraham estuvo en el desierto. Morgana La
Fey, la media hermana del Rey Arturo, se dirigió al monte de las Diosas. Los
Pueblos Terrenales se reunían en lugares rocosos convertidos en sitios
sagrados para sus ceremonias.
Desde tiempos antiguos, la gente ha comprendido que la Madre Tierra
abastece de buena voluntad la energía cuando comulgan con ella mediante el
ritual. Los cantos, los tambores, y las danzas ceremoniales atraen la energía
sagrada al sitio, que puede entonces usarse para una búsqueda de visión,
para clamar por lluvia, para pedir sanación, o para pedir una bendición. Las
piedras de un sitio sagrado retienen, para siempre, los pensamientos y
palabras de cada buscador. Los sanadores capaces de usar piedras
terapéuticamente pueden conocer por ellas lo que ha sucedido en cualquier
ubicación.
Las ceremonias de adoración de pueblos que reconocen y honran su
conexión con la Tierra, celebran la sacralidad de su conexión al Todo. Esta
religión se basa en la creencia que todos en la creación deben honrar y
sustentar la vida y la sanación en cada parte de ella. Cuando recordamos
celebrar los ritos, cuando reconocemos con agradecimiento nuestros
atributos y cuando bailamos con alegría en unidad y armonía, atraemos la
energía sagrada para nuestra sanación, y para la sanación del Todo.
Pero quienes hemos sido educados en la cultura Occidental podríamos
encontrar las enseñanzas y prácticas de nuestra religión más orientadas a sí
misma que a promover nuestra conexión espiritual con el Todo. Las
ceremonias de adoración a las cuales estamos acostumbrados podrían o no
equipararse con las necesidades crecientes de nuestra alma. Podremos ser
altamente religiosos y aún estar privados del alimento que nutre nuestra
alma. Más que ayudar a quitarnos nuestra envoltura de dolor y oscuridad, y
guiarnos en el viaje que nos conecte a la luz del Todo, los dogmas y rituales
de nuestra fe tradicional pueden contribuir a aumentar nuestro sentido de
desconexión, agregando capas adicionales a nuestra cobertura de temor.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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La preservación de cualquier religión resulta del reforzamiento del sistema
fundamental de creencias sobre el que dicha religión está basada. Muchas de
las creencias y prácticas que aceptamos en el mundo Occidental,
frecuentemente sin cuestionar, tienen sus raíces en una estructura religiosa
jerárquica de la Edad Media. Muchas de nuestras interpretaciones de lo que
es sagrado, y de nuestra relación con lo sagrado, han llegado a nosotros a
través de un modelo que a lo largo de los siglos se ha fusionado
estrechamente con sistemas políticos que mantienen el poder, invalidando
al mayor segmento de seguidores. Muchas de las enseñanzas y postulados
subyacentes a los que adherimos, se arraigan en prácticas medievales que
utilizaban tácticas de temor para imponer compromisos y afiliación con la
religión.
Fundamental en ese modelo es la suposición que los seres humanos somos
indignos de cualquier relación directa con la Divinidad, y que cualquier
relación con la Divinidad requiere un intermediario. Además de esta
suposición, existe la noción que únicamente aquellos en posición de
autoridad religiosa tienen la capacidad de distinguir lo sagrado de lo
profano. Únicamente ellos, por lo tanto, pueden describir una relación
humana - divina digna de veneración, amor, esperanza, confianza y perdón.
Nuestras creencias fundamentales sobre nuestro mérito propio y sobre
nuestro mérito en las relaciones se establecen desde el comienzo de la vida.
Nuestras primeras creencias son reforzadas una y otra vez por las
instituciones religiosas y políticas que nos rodean. Estas poderosas
instituciones penetran en nuestro sistema de creencias, influyendo
fuertemente nuestro pensamiento y nuestro comportamiento. Como
resultado, retenemos numerosas ideas contradictorias que desgastan
nuestra autoestima e interfieren con nuestra capacidad de desarrollar y
mantener una relación personal afectiva con una Presencia Divina. Se
enfatiza mucho la maldad de los seres humanos y la indignidad de la
persona. Una vez le di a mi hijo un lápiz que tenía inscrito: “Yo soy
maravilloso y valioso. Dios no crea basura.” ¿Como podemos ser parte de la
Divinidad y aún ser indignos de una relación personal?
Muchas religiones enseñan que el cuerpo es un templo precioso, que alberga
el espíritu. Pero también el tormento del cuerpo físico, sin mencionar lo
emocional, como medio de purificación y de renovación, es una práctica
profundamente arraigada. Esta idea, junto con la negación del aspecto
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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femenino de la deidad, ha conducido a prácticas que no solamente denigran
el alma individual, sino que, y especialmente, denigran a la mujer y su
espiritualidad. Las reglas dirigidas a mantener a las mujeres impotentes
dentro de las religiones organizadas, no solamente han excluido a las
mujeres de las posiciones de liderazgo, sino que han consolidado la creencia
que las mujeres son creaciones menos valiosas que sus contrapartes
masculinas. Aunque muchos movimientos religiosos han tomado medidas
para erradicar la práctica de excluir a la mujer, estas perspectivas arraigadas
continúan aún hoy infiltrando actitudes y acciones hacia las mujeres.
No hacía mucho que trabajaba con mujeres que intentaban recuperarse de
una vida traumática, cuando empecé a identificar alusiones religiosas y
políticas de violencia contra ellas. Los problemas que las mujeres encaran en
la actualidad son, en gran parte, un resultado de la historia de la mujer
dentro de la iglesia.
Durante la Edad Media y en las décadas de la colonización, había una
conciencia creciente de la relación entre la religión y el poder, entre el poder
y el usufructo. Las autoridades eclesiásticas reconocieron que para tener la
ventaja del poder era necesario que los sacerdotes establecieran control
sobre la gente y su sistema de creencias. Para los Pueblos Terrenales, la
sanación y la espiritualidad no eran cosas distintas. Ellos celebraban la
Divinidad en toda la naturaleza y honraban la sabiduría y la capacidad del
sanador que podía conectarse a la Fuente de energía Divina y usarla para
sanar. Las habilidades del sanador eran requeridas durante tiempos de
enfermedad física y también durante crisis espirituales. A fin de adoctrinar a
la gente en un nuevo sistema de creencias, los sacerdotes necesitaron
usurpar el poder otorgado a los sanadores y a las Religiones Terrenales.
Dado que muchos de los sacerdotes eran incapaces de dar sanación, hubo
necesidad de separar de las mentes y prácticas de la gente la conexión
largamente mantenida entre la sanación física y sus creencias sobre lo
sagrado.
Las enseñanzas y prácticas relacionadas con la sanación llegaron a estar
intencionalmente asociadas solamente con lo espiritual. Esto relegó la
responsabilidad para sanar solamente en Jesús, eliminando a los que decían
ser sus seguidores, de su obligación de sanar a los enfermos tal como Él les
había indicado, e impidiendo desempeñar sus rituales sagrados a quienes
podían brindar sanación física y espiritual.
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Jane Simington
Las religiones Terrenales fueron prohibidas, y los que siguieron practicando
su espiritualidad de esa manera fueron atormentados, y condenados a
muerte. El significado anexo a ciertas palabras de uso común, tales como
“bruja”, una mujer con facultades sobrenaturales, “pagano”, una palabra
común para designar a la Gente Terrenal, y “vudú”, buscar hondamente en
los significados del universo, fue corrompido intencionalmente al ser
asociados con algo perverso más que con algo bueno. Cualquier persona
acusada de tener facultades para sanar era declarada maligna - acosada y
horriblemente mutilada.
Durante este reino del terror, una mujer podría ser señalada como “bruja”
por reprender, sermonear, o por replicarle a su esposo. Ambos, la iglesia y el
estado, aceptaban que una mujer era menos valiosa que un hombre, y que la
mujer era propiedad de su esposo.
Estas creencias y prácticas se convirtieron en ley y aun continúan influyendo
las leyes y prácticas en nuestros días. Actitudes que proyectan las cualidades
perversas en el género femenino han sido secreta y públicamente usadas
como una excusa para mantener a las mujeres en posiciones inferiores, para
contener su influencia. Esto ha marcado a la mujer como blanco justificable
para su explotación y perpetúa la violencia contra ellas, y contra todos los
que están atrapados en posiciones de impotencia.
Esas convicciones nos mantienen encerrados en un sistema de creencias que
continuamente apoya la falta de dignidad. Los sentimientos de falta de
dignidad nos hacen dudar de nuestras propias capacidades. Objetamos
nuestro propio poder y cualquier conexión personal a algo que pueda
reforzar la creencia que tenemos facultades sagradas. Estas creencias
refuerzan nuestra oscuridad y nos mantienen envueltos en una nube de
temor.
Mientras sigamos aferrados a estas creencias como una manera de sentirnos
parte de algo y de ser aceptados, esas mismas creencias nos mantendrán
separados y aparte. Estas creencias nos impiden conocernos realmente y
conectarnos con la Totalidad. Vivir dentro de los confines de tales creencias
nos hace permanecer inquietos, desear, anhelar, y buscar. Es inherente a la
experiencia humana sentir el deseo persistente de conectarse con lo
sagrado. Anhelamos la Presencia Divina. Anhelamos quebrar la capa de
arcilla que nos envuelve. Anhelamos dejar que la Luz Divina brille desde
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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nosotros. Anhelamos dar y recibir la luz, disfrutar, sanar y crecer en el
intercambio.
Cuando nuestras prácticas y enseñanzas religiosas sostienen este
crecimiento, también se sustenta nuestro viaje de sanar hacia la luz. Pero
cuando la religión evade o deforma esta verdad, el dolor de una mayor
separación es insoportable. Cuando las prácticas que edifican lo sagrado de
cualquier pueblo les son arrebatadas, la vida espiritual de cada individuo y
del grupo entero languidece. Cuando la religión afirma el viaje espiritual, y lo
sagrado en el ser, en otros y en el Todo, la religión y la espiritualidad se
fusionan y el alma crece.
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Capítulo 6: Una guía para el Viaje Espiritual
La única luz que vale la pena seguir es la que brilla dentro de tu alma.
- V. Blake
Hace algunos años recibí una tarjeta postal con el verso arriba mencionado
escrito bajo una fotografía de un amanecer. La tarjeta hace largo tiempo que
desapareció de mis pertenencias pero la imagen y las palabras permanecen
indeleblemente grabadas en mi mente y en mi alma. El resplandor interior,
como la fotografía del sol que irrumpe en luz desde su lugar de descanso, es
un poderoso recordatorio de nuestra capacidad de convertir nuestro mundo
de oscuridad en luz.
Sin embargo, estamos demasiado conscientes que no es durante nuestros
días soleados sino durante nuestras temporadas lluviosas, que descubrimos
las muchas capas de arcilla que nos cubren. Es durante los tiempos de crisis
que somos catapultados hacia las grietas de nuestro ser, para descubrir ahí
la armadura que protege nuestro quebranto. Aunque sabemos que es
únicamente desde la oscuridad que podemos capturar los primeros rayos de
luz, también sabemos que durante nuestros tiempos difíciles haría falta nada
menos que una grúa gigantesca para mover las pesadas capas que nos han
envuelto.
Cuando trabajo con personas que intentan superar la oscuridad, trato de
involucrarlas en actividades que las ayuden a pensar en una manera más
holística. En un ejercicio, comienzan por visualizarse como un círculo
brillante lleno de luz y totalidad. De una hoja de papel dorado, cortan un
círculo grande para representar su plenitud. Los hago enfocarse en el círculo
áureo que contiene todos sus atributos y sueños, esperanzas, sentimientos,
aspiraciones, deseos, y habilidades que los conectan y relacionan con la
Divinidad y con los demás. Luego les pido que intenten recordar algún
momento en el que se hayan sentido más enteros y completos.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Al principio de la fase de sanación, muchos son incapaces de verse de esta
manera. Pero la mayoría es capaz de imaginar, dibujar, pintar, registrar, y
describir por lo menos algo de lo que es posible.
Incapaz de verse a sí misma como un círculo áureo lleno de luz, una mujer
imaginó, con esperanza, algo diferente. Dibujó una brillante flor de diente de
león con hojas que vibraban en su follaje, contra un fondo negro. La semana
siguiente, volvió con una foto de un diente de león creciendo en un callejón.
Los dientes de león florecieron a pesar de las circunstancias poco propicias.
Pudieron compartir su pleno esplendor por su capacidad para buscar la luz
a través de una grieta en la pared de cemento. Algún tiempo después, al
describir como los millones de semillas del diente de león ahora viajaban
por el aire, murmuró. “Sólo piensen en todo ese potencial.”
El audaz diente de león, que había llegado a ser para ella un símbolo
poderoso, nos recuerda a cada uno que, con similar tenacidad, también
podemos superar obstáculos gigantescos. Que también podemos salir
adelante ante grandes adversidades; podemos florecer. Nosotros, como
Israel, podemos conocer la liberación. (1) El viaje de los Israelitas puede ser
nuestra guía. Nuestro desierto y la tierra estéril pueden florecer con
abundantes flores. Podemos volver a disfrutar una canción alegre. Nuestra
ardiente arena puede convertirse en oasis. Nuestro dolor puede volverse
regocijo y alegría. La tristeza y el pesar pueden desvanecerse.
Yo les pido, a quienes estén dispuestos a superar el trauma, que reflexionen
sobre el impacto que la pérdida, el cambio, el dolor, el tormento, han tenido
sobre su sentido de integridad. Les pido que adviertan de qué manera su
visión de ellos mismos ha cambiado. Que identifiquen cómo sus actitudes y
sentimientos hacia sí mismos, hacia otros, el universo y su Dios, han
cambiado. Que consideren la cantidad de energía que están invirtiendo al
enfocarse en su lucha contra esos sentimientos. ¿Cuántos recursos usamos
mientras lidiamos con el sufrimiento?
Sobre una hoja de papel blanco, ellos dibujan un segundo círculo del mismo
tamaño que el anterior. En este círculo trazan un segmento como una tajada
de pastel, que representa el impacto del trauma sobre su sentido de
totalidad. El segmento se colorea usando diseños, símbolos y colores de su
preferencia que mejor describan su sufrimiento. El tamaño del segmento, los
símbolos y los colores dependen de la importancia del impacto. Para
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
algunos, es enorme. Otros sienten que su sentido completo de integridad ha
sido consumido por el cambio, la pérdida, la crisis o el trauma. Para muchos
hay solamente oscuridad. Para otros, la oscuridad se confunde con diseños
retorcidos de rojo intenso. Ellos incrustan dicho segmento sobre el círculo
de su integridad áurea.
Este poderoso ejercicio se hace no para enfatizar la herida, sino como un
punto de partida desde donde pueda comenzar la sanación. El primer paso
para sanar es reconocer la profundidad de nuestro sufrimiento. Muchos han
negado el dolor de su congoja, y a muchos se les ha negado la pena de su
sufrimiento.
Nuestra participación activa y física en los ejercicios de sanación para
reconocer nuestros sufrimientos y nuestro deseo de superarlos, demuestra
nuestro compromiso hacia nosotros mismos y hacia el universo. Este
reconocimiento parece acelerar el proceso de recuperación. A través del
ejercicio del círculo y del segmento, hay un reconocimiento visual y tangible
que la esencia áurea ha sido enterrada bajo capas de temor y dolor. De este
reconocimiento parte el ímpetu para buscar herramientas que agrietarán
nuestro escudo.
Habiendo sido escogidas e implementadas las estrategias de sanación, se
coloca un símbolo sobre el segmento de sufrimiento, como un recordatorio
concreto de la sanación que está ocurriendo. Colocamos estrellas doradas,
plateadas, y azules; también usamos figuras de árboles y flores para
representar la reconexión sanadora con la naturaleza. Otros colocan notas
musicales y otros símbolos artísticos para representar su capacidad de
volver a expresar la voz reavivada en sus almas. Una persona desgastó el
segmento con un pequeño cortaplumas para mostrar el oro que, bajo su
sufrimiento, comenzaba a resplandecer.
A veces, a causa de un fuerte trauma o a causa de una “acumulación” de
sucesos no sanados, nuestro sentido entero de totalidad puede ser
consumido por la oscuridad. Pueden ocurrir pérdidas múltiples en sucesión
tan rápida que hay poco tiempo para sanar una antes de sentir el efecto de la
siguiente. En esos momentos, incluso puede ser difícil distinguir los aspectos
de una pérdida y los de otra.
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Con la pérdida de un trabajo, por ejemplo, uno frecuentemente experimenta
una pérdida de dignidad, una pérdida de función, de estatus, de poder, y de
responsabilidades. Estas pérdidas pueden estar compuestas por pérdidas
financieras y materiales. Puede haber una pérdida asociada con el apoyo de
la familia, e incluso una pérdida de relaciones, por divorcio o separación.
Las pérdidas múltiples, especialmente cuando las sufrimos en rápida
sucesión, pueden destrozar nuestra capacidad para confiar en las
circunstancias de la vida. Frecuentemente veo esta incapacidad de confiar, o
de esperar que las cosas mejoren, en ancianos que deben ser puestos bajo
cuidado a largo plazo. A su arribo al asilo, muchos parecen confusos. Cuando
se analiza la acumulación de múltiples pérdidas recientemente experimentadas, se comprende la razón de su desorientación. En muchos casos, la
asesoría y el apoyo compasivo, en vez de las drogas psicotrópicas, pueden
ser más efectivos para restablecer el equilibrio.
Sin importar la edad, el sufrimiento interfiere con las capacidades cognitivas,
ocasionando períodos de turbación aguda. Como nuestra mente está
ocupada en tratar de “averiguar qué salió mal” somos incapaces de
enfocarnos durante algún tiempo, en nada más que el suceso traumático y
sus efectos sobre nosotros. Esto interfiere con nuestra capacidad para
pensar de manera clara y organizada. Tenemos dificultad para tomar
decisiones, y frecuentemente no tomamos las correctas.
Entonces
comenzamos a dudar de nuestras capacidades, y a temerle a lo desconocido,
porque reconocemos la alteración en nuestros procesos de pensamiento.
Llegamos a experimentar olvido, agitación e inquietud.
Quienes no han experimentado algún trauma tienen dificultad para
comprender el enorme impacto y los efectos sobre el funcionamiento
humano que resulta de una experiencia personal traumática. Pocos
reconocen cuán generalizados son los traumas. Pero el trauma se presenta
de muchas maneras. Los efectos pueden resultar de guerras, desastres
naturales, accidentes de auto o avión, choques de tren, raptos, ataques,
asesinatos, muertes súbitas, suicidios y muerte infantil. (2) Apenas ahora se
está empezando a reconocer el trauma que resulta de la violencia doméstica,
el abuso infantil o sacrificios en sectas religiosas. (3)(4)(5) Los síntomas
psicológicos y los desórdenes psiquiátricos más serios ocurren cuando el
trauma se prolonga y se repite. (6) El trauma más pernicioso es el que se
inflige deliberadamente en una relación donde la víctima es dependiente,
sobre todo en una relación padre - hijo. El trauma más grave implica una
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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actitud de intención perversa por parte del perpetrador. (7) (8) (9). Y si
bien podemos llegar comprender que esos sucesos traumáticos nos dejan
luchando con un sentido de desintegración, hay otro cúmulo de sucesos y
periodos en la vida, que no son frecuentemente reconocidos por nosotros
mismos u otros, que nos sacan de curso y nos dejan pugnando en un estado
de desequilibrio. Vivimos en un mundo de cambio, y con cada cambio hay
pérdida. El cambio puede ser de desarrollo, tal como cuando un hijo se va de
la casa, o circunstancial, como el que debemos encarar ante una mudanza, o
el incendio de nuestra casa.
Algunos cambios son elegidos. Otros son impuestos. Los cambios impuestos
nos roban el control. Los cambios impuestos nos dejan como marionetas
pendiendo desde una cuerda, sacudiéndose al antojo del viento. El grado de
control que tenemos sobre la situación parece influir en nuestra adaptación.
Al parecer, cuando podemos planificar con antelación, dedicar tiempo y
energía a anticipar el cambio y las pérdidas subsiguientes, estamos mejor
capacitados para superar la experiencia. Por eso, las muertes inusitadas, y
las muertes que ocurren fuera de tiempo, como la de un niño, o un cambio
que se nos impone, como ser desterrados de nuestro país debido a la guerra,
o la súbita pérdida del trabajo, tiene un impacto tan profundo.
Cada suceso traumático ocasiona cambios en muchos aspectos de nuestra
vida. Para algunos, el cambio puede ser enorme. Para otros, puede ser
menos traumático. Pero todo el cambio trae consigo aspectos de pérdida.
Para algunos, el cambio puede anunciar a la vez la pérdida de una relación
pasada y un futuro planificado. Para otros, el cambio puede incluir una
necesidad de renunciar a un sueño largamente contemplado, una meta que
nunca podrá lograrse.
Pérdida significa final. Algo debe terminar antes que algo pueda comenzar.
Debemos dejar ir lo viejo antes de poder continuar con lo nuevo. Nos
resistimos al cambio. Preferimos el statu quo. Nos sentimos más seguros con
lo conocido. Los finales significan clausura, decir adiós. Los finales ocasionan
pena; lo que se ha perdido no puede recobrarse. La pena causada por lo que
nos ha sido despojado puede ser muy, muy profunda.
Aunque la trascendencia de la pérdida y los efectos a largo plazo dependen
de cada persona, la pérdida nos afecta, y frecuentemente más de lo nos
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permitimos reconocer. No sólo nuestra capacidad de pensar se altera, sino
que el impacto se siente en cada aspecto de nuestro ser.
Frecuentemente, ya sea porque no queremos reconocer los daños causados
por el impacto de un suceso traumático, o porque no podemos, o elegimos
no perder el tiempo y la energía requeridos para sanar, “posponemos”
nuestra sanación. Lavamos el exterior, poniendo mucho cuidado de no
restregar demasiado hondo. Tomamos solamente el tiempo suficiente para
sanar una frágil capa que cubra el dolor de la superficie. Como la herida
infectada de una fractura compleja, si no se cura antes de entablillarla, la
supuración de la llaga pronto se hará evidente sobre el yeso. Cubrimos la
secreción colocando una venda tras otra. Las vamos haciendo cada vez más
gruesas, más fuertes, más y más como una capa de arcilla. Y seguimos
adelante.
Pero las heridas desatendidas tienen una manera de rehusarse a
permanecer olvidadas. El más leve golpe, frecuentemente cuando menos lo
esperamos, puede convertir la gota de sangre en hemorragia. La hemorragia
interfiere con nuestras vidas.
Las heridas hondamente ocultas bajo muchas capas de envoltura deben ser
desinfectadas hasta el núcleo. El pesado tejido debe removerse
completamente. La sanación debe ocurrir de adentro hacia fuera.
Para que puedan captar visualmente la necesidad de comenzar a sanar
desde el núcleo, usualmente pido a las personas con las que trabajo, que
vuelvan al ejercicio de su círculo de plenitud, y que reevalúen el segmento
que representa el impacto del sufrimiento. Dicho segmento se divide en tres
secciones. La sección de arriba se llama “mi yo físico”, la del medio “mi yo
emocional” y la de la base “mi yo espiritual.” Se dibujan dos círculos
alrededor del segmento. En el primero se escribe “mi mundo social.” El
círculo más grande se marca “el medio ambiente.” Los círculos que rodean el
segmento simbolizan que nosotros, como seres humanos, somos cuerpo,
mente y espíritu y que no estamos separados, sino que formamos parte, y
estamos constantemente influyendo, y somos influidos por nuestros
ambientes sociales y naturales.
Este ejercicio de metáfora visual nos recuerda que cuando experimentamos
un suceso traumático en la vida, la angustia repercute en cada aspecto de
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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nuestro ser. Si cada aspecto está dañado, la sanación requiere que
invirtamos tiempo, energía y recursos en sanar cada una de estas
dimensiones. Sin embargo, tristemente, la mayoría de nuestros recursos
personales y profesionales ponen vendajes sobre la herida, ignorando el foco
de supuración. Atendemos el dolor físico y el sufrimiento emocional, pero
estos recursos son frecuentemente utilizados y retirados antes que la agonía
del alma aflore a la superficie.
Las primeras reacciones al trauma se experimentan inicialmente en nuestro
cuerpo físico. El flujo de adrenalina nos prepara para pelear o para huir.
Toma solo unos días antes que el impacto ceda ante el tormento acumulado
y se haga sentir en nuestro cuerpo emocional, pero toma meses o aun años
afrontar las intensas tribulaciones del alma.
Cuando hemos sido profundamente lastimados, respondemos al sufrimiento
del alma en tres fases. Al principio, intentamos satisfacer las preguntas que
provienen del exterior del alma con respuestas retóricas familiares.
Respondemos desde las creencias que en general nos han inculcado pero
que nunca hemos experimentado personalmente. Tratamos de apaciguar el
alma con afirmaciones como “Fue la voluntad divina.” “Todo ocurre por
alguna razón.” “Yo sé que ahora está en un mejor lugar.” “Nos volveremos a
encontrar algún día.” “Debe ser como Dios quiere que sea.” “Debo estar en
esta relación por alguna razón.”
Pero nuestras almas no se convencen. Las viejas creencias son incapaces de
responder sus incesantes preguntas. Nuestras almas claman por conocer la
verdad.
En la segunda fase afrontamos el reto. Somos forzados a rebelarnos contra
nuestro sistema de creencias. Debemos desafiar cada creencia, cada
postulado sobre la vida y la muerte y sus significados.
Este tortuoso periodo de incertidumbre es, pienso, lo que San Juan de la Cruz
refirió como “La Noche Oscura del Alma”, (10) y que Santa Teresa de Ávila
(11) tan acertadamente describió. Ellos escribieron que durante la noche
oscura del alma somos lanzados fuera de curso y forzados a luchar contra los
demonios que se esconden en la oscuridad, justamente bajo la superficie de
nuestra conciencia.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Nos sumergimos en el foso de nuestra alma, para volver desde ahí a trazar
los tramos de nuestro viaje. Somos forzados a examinar la persona en que
nos hemos convertido, y nos atormentamos sobre lo que aún nos queda por
realizar. Somos conducidos hacia la búsqueda del saber. No podemos
encontrar reposo.
Moviéndonos cautelosamente a través del borde, comenzamos a descender
en la oscuridad. Paramos y cavilamos en cada grieta a lo largo de las paredes
del pasillo. Los efectos de la erosión son visibles. Blanqueadas por el sol y
pulidas por los vientos del tiempo, fisuras de tamaños y formas
indescriptibles yacen en diversas etapas de reconstrucción. Cada grieta traza
el itinerario de nuestra alma. Cada fragmento da a conocer nuestra historia.
El progreso, desconsoladoramente lento, es frecuentemente bloqueado.
Muchas veces lanzados en retroceso, somos forzados a desandar los pasos
ya avanzados. Aunque ocasionalmente nos elevamos sobre las alas del águila
hacia la cumbre de nuestras tribulaciones, en su mayor parte bregamos en
la ordinariez de la planicie. Nos sumergimos en los valles y andamos sobre
las ardientes arenas del árido desierto de nuestras experiencias. Nos
percatamos que hay afilados acantilados que deben ser pulidos. Hay valles
profundos que deben llenarse y áreas yermas que deben cultivarse y
regarse. (12)
La peregrinación no es fácil. El viaje interior rara vez lo es. Es una
trayectoria formidable cubierta de peligro. Es un tiempo de prueba, y revela
lo inadecuado de nuestras antiguas maneras normales de ser. Es un tiempo
de aridez, desolación y depresión, cuando nos sentimos abandonados por
otros. Pero especialmente, cuando nos sentimos total y completamente
olvidados por Dios. Devorados por la oscuridad y separados y desligados de
las normas establecidas.
Demasiado agotados para continuar luchando, sucumbimos; nos rendimos.
Nos hundimos cada vez más. La oscuridad se intensifica. Entramos al pozo.
Nos hundimos en el silencio de la amargura. Desciende la nube envolvente.
Comienza nuestro período de recluirnos en un capullo.
Pero nuestra lucha en la oscuridad no transcurre sin mérito, porque en el
momento más oscuro es cuando llega el verdadero mensaje de
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transformación. “Es durante nuestro tiempo oscuro, que los ojos comienzan
a ver”. (13) Es en ese tiempo que nuestra conciencia se mezcla con la
conciencia de Dios. (14) Nuestro tiempo en el capullo es el tiempo de
purificación del alma, permitiendo nuestro pasaje a niveles más altos de
conciencia.
Si logramos resistir hasta el amanecer, si podemos, como dice Joan
Boryshenko, “confiar y creer que nuestra noche oscura fue sólo un preludio
para la luz” (15), entonces podremos avanzar mediante la transición
conscientes que, si hacemos el trabajo necesario para nuestro renacimiento,
veremos el alba despertar nuestra alma para darle la bienvenida al espíritu
que regresa.
Sabemos que ya no somos los mismos, que nunca volveremos a serlo. La
experiencia del trauma y la experiencia del viaje nos ha cambiado en
esencia. ¿Pero qué somos, entonces? ¿Qué tipo de mariposa llegará a ser esta
larva, que es apenas capaz de arrastrarse sobre la dura superficie de la
tierra?
Cubiertos totalmente por las nutrientes fibras del capullo, comenzamos
nuestra transformación. Nuestros gemidos de agonía (constantes y casi
inconscientes) se vuelven leves murmullos de solaz. Soñamos.
Vislumbramos un significado más grandioso para nuestra existencia.
Comenzamos a ver algunos diseños en la fibra de nuestro capullo.
Advertimos que la fibra ha sido tejida y moldeada por nuestras experiencias.
Percibimos la belleza y originalidad de nuestra tela y vemos que el filamento
es absorbido por la tela de nuestro ser.
Dormimos, soñamos y sanamos. Nuestra luz brilla y comienza, suave y
constantemente a irradiar. Las capas exteriores de nuestro capullo fibroso se
desmoronan; los hilos se desatan. El capullo se debilita. La mariposa está
presta a surgir.
Pero ahora debemos demostrar que podemos abrir nuestras alas. Debemos
mostrar que podemos volar hacia la luz. Esta es una tarea trascendental.
Requiere todo nuestro valor. Sabemos poco sobre este nuevo ser en que nos
hemos transformado. Se nos hace difícil confiar en el resplandor de esto tan
nuevo.
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Jane Simington
Hemos vivido tanto tiempo en la oscuridad. La conocemos bien. Sabemos
como movernos en ella. No conocemos la luz.
Sin embargo, ahora estamos firmemente conscientes que para poder lograr
nuestro gran propósito, debemos buscar la luz. Debemos irradiar nuestro
resplandor.
Debemos tomar valor. Debemos superar el temor. Debemos correr el riesgo.
Debemos revolotear hacia adelante. Debemos preservar las verdades que
hemos aprendido en el capullo. Debemos compartir lo que hemos asimilado.
Debemos creer en nuestro propio resplandor.
Estamos inmersos en la tercera etapa de la lucha de nuestra alma. No
tenemos todas las respuestas, y las que tenemos continúan variando, a la vez
que cambia nuestra conciencia. Pero ahora sabemos cuales son las viejas
creencias que no debemos retener; habiendo sido puestas a prueba en el
fuego de nuestra experiencia fueron consumidas por las llamas. Las que
retenemos ahora aún van más allá. Han llegado a ser nuestro conocimiento
personal.
Para algunos, el desafío de salir del capullo y avanzar en la vida es
demasiado aterrador. Incapaces de aceptar su propio resplandor, su propia
metamorfosis, prefieren hundirse más profundamente en el capullo.
Incapaces de recibir sustento de la debilitada envoltura, sus alas se
marchitan. Atorados entre las desgastadas fibras, nunca vislumbrarán las
posibilidades de su luz.
Otros, impacientes por el periodo de inactividad, y desconfiando del
proceso, abandonan el capullo mucho antes de descubrir qué tipo de
mariposa iban a ser. Con las alas demasiado inmaduras para mantener el
vuelo, revolotean por la vida incapaces de alcanzar las alturas a las cuales
estaban destinados a volar.
Pero, si no apresuramos el tiempo de recogimiento en nuestro capullo, y
salimos a luz antes que nuestras alas estén secas y totalmente formadas,
entonces experimentaremos ¡la gloria de la mariposa! También sabremos
qué es ser una cosa hermosa. No volveremos a necesitar arrastrarnos,
porque nuestras delicadas alas atraerán la brisa del hálito divino, y
siguiendo los marcadores provistos para guiar nuestro viaje, nos
remontaremos hacia el logro de nuestro propósito.
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Capítulo 7: La Pérdida del Alma
En medio del invierno
Descubrí dentro de mí
Un verano invencible.
- Albert Camus
La mayoría de nosotros nos hemos hecho expertos en reconocer los
síntomas físicos de la angustia y el sufrimiento, tanto en nuestra vida
personal como en la profesional. Comprendemos la relación entre la tristeza
y la falta de apetito y sueño. Sabemos que el dolor abdominal, el dolor de
pecho, el dolor de cabeza y el dolor de espalda pueden ser síntomas de que
el cuerpo físico se repliega en agonía. Y sabemos que los ríos turbulentos de
las emociones de ira y arrepentimiento deben ser navegados. Pero ¿cuántos
de nosotros tenemos alguna idea de cómo es el sufrimiento del alma, o la
pérdida de totalidad de nuestra alma?
Los pueblos indígenas de muchas partes del mundo tienen una creencia
común sobre la reacción humana ante la crisis existencial. Según esta
creencia, el choque psicológico experimentado después del trauma
fragmenta el alma. Una o varias partes del alma pueden abandonar el cuerpo
para retornar a la paz del mundo de los espíritus. Instintivamente,
conscientes que el suceso traumático ha ocasionado daño, los chamanes y
otros sanadores desempeñan diversos rituales a fin de instar al espíritu a
volver a su hogar humano.
Aunque estas prácticas no son acogidas públicamente dentro de nuestra
cultura Occidental, de algún modo su legitimidad suena verdadera.
Profundamente dentro de cada uno de nosotros perduran las raíces
heredadas de nuestros ancestros. A cierto nivel cada persona está consciente
de este conocimiento. Nuestra memoria es una parte indeleble de la
memoria colectiva, que contiene la historia de todos en el universo. La
historia del trayecto de nuestra alma, así como también la historia del
trayecto del alma del colectivo, el trayecto de todo el género humano, es una
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
parte de este conocimiento. Nuestra capacidad para aprovechar lo que Jung
llamó el inconsciente colectivo (y que yo prefiero llamar el conocimiento
colectivo) nos permite rearmarnos y comprender verdades mayores que
pudimos haber conocido anteriormente.
Nuestro lenguaje, arraigado en el saber de nuestros ancestros, es una parte
de la memoria colectiva. Repetimos las creencias latentes acerca de los
efectos del trauma sobre nuestra alma cuando nos referimos a nosotros
mismos como “inanimados” o “bajos de espíritu” en las ocasiones en que nos
sentimos vencidos, desconectados, o ajenos al flujo vivo de la vida misma.
(1) Nos referimos a nosotros mismos como “con el espíritu destrozado”
cuando hemos sido despojados de la energía que nos permite sentir plenitud
y valor. Hay veces en cada una de nuestras vidas que quisiéramos “dejar ir el
espíritu.”
Cuando atravesamos por nuestras propias noches oscuras ponemos más
atención al conocimiento antiguo del alma quebrantada después de alguna
experiencia traumática. Durante estos momentos estamos agudamente
conscientes del quebranto de nuestro espíritu. Reconocemos que nuestra
energía está siendo enfocada en la búsqueda de un propósito para nuestra
existencia. Sabemos que tenemos poca energía útil para cualquier cosa que
no sea para la búsqueda, y aunque es sumamente incómodo, también
sabemos que estar “atorados” es esencial. Estamos conscientes de nuestra
deficiencia. Reconocemos que debemos permanecer quietos y silenciosos en
la profundidad, hasta que podamos acumular la energía necesaria para sanar
nuestro núcleo fracturado. Reconocemos que en el quebranto no se hace
ningún progreso.
En septiembre de 1985 mi espíritu se fugó. El dolor psicológico de perder un
hijo me forzó a experimentar la noche más profunda y oscura del alma.
Como Perséfone, (2) un día cortaba flores en un hermoso jardín, y al
siguiente me perdía en la oscuridad del mundo subterráneo. La vida había
sido brillante y gloriosa, pero aquella mañana de septiembre, todo
desapareció. Había pisado una trampa y estaba cautiva en una prisión sin
ventanas. Atrapada en la oscuridad, me sentía abandonada y olvidada.
Durante diez largos años vagué inanimada, buscando en las sombras una
manera de salir, buscando en la oscuridad lo que había perdido. Aunque
nunca había oído sobre la noción de la noche oscura del alma, estaba
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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profundamente consciente que mi reacción inicial al impacto por la muerte
de mi hijo me había dejado hueca y vacía, incompleta y desconectada.
Envuelta en un pesado manto oscuro, vivía en un confuso estado de
desequilibrio.
Sentimientos de anhelo dominaban mi pensamiento. Sabía que estaba
buscando. Sabía que buscaba lo que había perdido. Sí, buscaba a mi hijo
perdido, pero más precisamente, buscaba mi propio yo perdido, mi alma
perdida y las características que se habían marchado con ella. Sabía que la
nube que me envolvía no iba a disiparse hasta que no encontrara al objeto
de mi búsqueda. Ya no podía seguir existiendo como un cascarón vacío.
De algún modo mi descenso en el aparentemente insondable foso de agonía
despertó una voz en lo más profundo de mi ser. Estaba siendo empujada a
comprender. La agitación no cesaba. La voz de mi alma, profunda dentro de
cada célula de mi cuerpo, agonizaba. Destrozada y rota, cada célula clamaba
en desesperada necesidad de ser colmada con la energía del espíritu.
El espíritu había escapado de una situación insufrible y mi vida no podía
regresar a su curso hasta que no pudiera convencer a mi espíritu que su
hogar humano había sido no sólo restaurado, sino renovado y fortalecido.
Necesitaba sanación. Necesitaba prácticas de sanación que convencieran a
mi espíritu de permanecer en su hogar. Necesitaba convencer a mi restituido
espíritu que su propósito de recorrer el Camino Espiritual de la vida física
podía ser cumplido.
A causa de mi propia experiencia, ahora admito y reconozco la pérdida del
alma. Yo trabajo con gente afligida por múltiples pérdidas en su vida.
Escucho historias de sus almas vaciándose y de su necesidad de reclamar la
energía de su espíritu. Las mujeres que han sido objeto de abuso cuando
niñas, frecuentemente cuentan que, al querer evadirse del abuso, escapaban
al mundo de los espíritus. Comprenden que aunque “ellas” regresaban
después del abuso, alguna parte de ellas nunca volvía. Nunca se sintieron
íntegras. Nunca se sintieron completas.
Me han contado de su evasión en color púrpura. De haber sido rodeadas y
luego levantadas en púrpura. Conozco la importancia espiritual del color
púrpura. No es difícil comprender que estas son historias sobre la asistencia
recibida del reino de los espíritus. Me han dicho que fueron levantadas en
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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púrpura y luego puestas debajo de un “Árbol Maternal Sagrado”, tan grande
era la necesidad de nutrirse. Otra me contó que había sido llevada por un
pájaro gigante, y otra que había sido acogida en los brazos de los ángeles.
Mientras el cuerpo fue forzado a soportar, el espíritu se apartó. Pero,
frecuentemente, las partes separadas del alma y sus características no
vuelven.
Yo estudié las prácticas del chamán. Viajé al mundo del espíritu. Ayudada
por el chamán y los espíritus guías, recobré las partes perdidas del alma.
Hice esto usando las antiguas prácticas de los chamanes, pero también se me
proporcionaron las partes del alma requeridas para la sanación de la
persona que recibía la energía que yo transfería durante un tratamiento de
Reiki. Durante esas ocasiones, he sido guiada para reconocer y acoger el
regreso de la parte del alma y para usar el Rei (Divino) Ki (la Energía) para
sellar la parte retornada a los chakras (centros de energía) de la corona y el
corazón de la persona.
Las terapias de energía sanadora se llaman a veces métodos de sanación
“alternativos”. Esto es porque hemos llegado a reconocerlos como opciones
alternas a los métodos farmacéuticos y quirúrgicos. Yo prefiero, sin
embargo, referirme a esas prácticas espirituales y de sanación como
métodos “complementarios”. Creo que ambas, la medicina occidental y las
formas naturales y sagradas de sanar, deben ser reconocidas por el bien que
pueden proveer a quienes lo necesitan. Los métodos de los modelos
naturales y sagrados del mundo debieran ser usados para complementar el
Modelo Científico, no como su sustituto.
Muchas personas interesadas en formas más naturales de sanar están siendo
atraídas también hacia formas alternas de espiritualidad. Han reconocido la
relación cercana y antigua entre la sanación y la espiritualidad, y han
identificado una necesidad de combinar ambas. Mientras los métodos de
sanación por transferencia de energía son formas alternas profundamente
fundadas en la espiritualidad, el chamanismo es una forma alterna de
espiritualidad, profundamente fundada en la práctica de la sanación.
El interés en formas alternativas de espiritualidad ha originado que muchos
retornen a las Religiones Terrenales. El chamanismo y otras Religiones
Terrenales proveen una integración con la naturaleza y el mundo natural,
junto con el acceso a otros reinos de la realidad más allá del mundo material.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Tom Cowan, autor de El Chamanismo y el Espíritu Celta (2) afirma que la
palabra “chamán” viene de las tribus Siberianas, que usaban esa palabra
para referirse al hombre o mujer con una clase especial de poder espiritual.
Los chamanes son visionarios, sanadores extáticos. En otras tradiciones, se
llaman “consejeros espirituales.” Un chamán, sin embargo, no guía a otros
basado en experiencias personales sino que, conectándose por medio de un
estado de trance al mundo de los espíritus, transmite la guía impartida allí.
Cowan, un antiguo Católico Romano y ex seminarista Jesuita, encontró una
atractiva mezcla entre la espiritualidad Celta, personificada en su prácticas
de chamanismo, y el sistema de creencias Cristianas. Escribe: “Druidas y
sacerdotisas, bardos y poetas, héroes legendarios, mitológicos dioses y
diosas, santos y monjes cristianos, místicos, brujas y sanadores – lo que
separa a estos individuos a través del tiempo y el espacio y por el avance del
mundo tecnológico y científico, no es tan fuerte como lo que los conecta: los
sólidos valores espirituales que han permanecido constantes durante
siglos.” (3) Si realmente escudriñamos la vida de Jesús y su papel de sanador
y generador de cambios, se hace evidente que sus acciones estarían más
estrechamente asociadas a las de un sanador chamán que a las de un
sacerdote. (4)
El chamanismo está siendo revivido. El Espíritu de la Tierra llama a la gente
a respetar la naturaleza. Dios está siempre presente en cada parte de la
naturaleza, en cada parte de la creación. No respetar la Tierra es no respetar
lo Sagrado. Como escribe Cowan, “La manera más natural de encontrar a
Dios el Creador es a través de la naturaleza, de las estaciones, de los
elementos.” (5)
Dos veces en Buddha Viviente, Cristo Viviente (6) Thich Nhat Hanh comparte
una leyenda cristiana recordando la presencia de Dios en la naturaleza. Es a
mediados del invierno. San Francisco le dice al árbol de almendro, “¡Habla
conmigo sobre Dios!” El árbol responde. Dios responde. El árbol comienza a
florecer. Esta imagen poderosa nos enseña que Dios vive en la creación. El
renacimiento del árbol en pleno invierno nos urge a reconocer la belleza, el
esplendor, la gloria que es el reino del Creador dentro de la creación.
En sus últimos años, mi suegro nos legó una suma de dinero. Nosotros
decidimos gastarlo mientras él estuviera vivo, así el sabría cuánto
apreciamos su regalo. Amo el sol y he disfrutado durante muchos años su
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
saludo matutino de calor y promesa. No puedo imaginar un cuadro más
acertado de la cara del Creador que el del sol ardiente de la mañana.
Conocedor de mi pasión por el sol, mi esposo usó el dinero para agregar a
nuestra alcoba un magnífico solario con dirección al oriente. Ahora, cada
mañana cuando el sol anuncia otro día, recito el Salmo de Gloria del Antiguo
Testamento, (7) cuya copia grabada en caligrafía me regaló un amigo muy
querido.
“¡Cuán claramente el cielo revela la gloria de Dios!
¡Cuán simplemente muestra lo que Él ha hecho!
Cada día se lo anuncia al día siguiente;
Cada noche se lo repite a la próxima.
Ningún discurso o palabra es pronunciado,
Ningún sonido se oye;
Pero el mensaje sale a todo el mundo
Y es oído en todos los confines de la tierra.
Dios hizo un hogar en el cielo para el sol;
Sale por la mañana como un novio feliz,
Como un atleta, ávido de correr una carrera.
Comienza en un extremo del cielo y se desplaza hacia el otro,
Nada puede esconderse de su calor.”
El salmista vio, igual que San Francisco, la gloria de Dios en toda la creación.
Todo es obra del Creador; todo lleva el Hálito, la Energía del Espíritu del
Dador de Vida.
El chamanismo y otras Religiones Terrenales están siendo revividas, a la vez
que el llamado para poner atención a la vida en nuestro planeta se hace más
fuerte. Pero el Chamanismo también está siendo revivido para cubrir las
necesidades de sanación de la gente. Desde la Edad del Cientifismo, en un
esfuerzo por separar la salud pública y la religión, hemos separado a la
sanación de la espiritualidad. Pero, con todo y nuestro conocimiento
científico, nuestra cultura ha llegado a ser cada vez más una cultura de
aflicción. Muchos se sienten fuera de su sitio. Se sienten desolados, solos,
separados, aparte.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Nuestras instituciones están llenas de gente que ha perdido su conexión con
lo sagrado, y, al hacerlo, también ha perdido cualquier conexión consigo
misma, con otros, y con el mundo que la rodea. Cuando estamos abatidos y
nuestra alma está destrozada; cuando nuestro espíritu ha huido, pugnamos,
como con un plato roto, volver a juntar los pedazos. Pero aun al esforzarnos
en sanar, la evocación de recuerdos puede provocar nuestra necesidad de
“huir” y nos disociamos. Escapamos de nuestra dolorosa existencia y huimos
del recuerdo que nos causa sufrimiento. Dentro de la aflicción somos
incapaces de separar las dos. La pena es demasiado intensa para soportarla.
Debemos partir, y partimos, como dijo una mujer “lejos . . . lejos . . . muy
lejos.” Escapamos una vez más hacia la seguridad del reino espiritual,
aunque a expensas de aumentar nuestra aflicción.
En Ingresando al Círculo, (8) Olga Kharitidi, una psiquiatra rusa, describe
cómo un viaje a las montañas Altai en Siberia la introdujo al aprendizaje del
Chamanismo. Por medio de su Chamán instructor, Umai, descubrió los
antiguos secretos de la sabiduría Siberiana que le fueron otorgados para
ayudarla en su trabajo de sanadora.
Umai describió, “las Enfermedades de la mente tienen solamente dos causas,
que son totalmente opuestas. Una forma en que la gente puede llegar a
enloquecer es si su alma o una parte de ella se ha perdido… La segunda es
cuando están abrumados o invadidos por un poder extraño. Hay solamente
dos maneras; no más.”
El diagnóstico de Umai sobre la causa de las enfermedades mentales es
idéntico a los descubrimientos hechos por Michael Harner, en su estudio de
las prácticas de Chamanismo alrededor del mundo. Harner, autor y profesor
de Chamanismo elemental, es considerado el padre del Neo-Chamanismo en
Norteamérica. (9)
Ambos, Kharitidi y Harner, comparten ejemplos explícitos de la sanación
completa que resulta de la recuperación del alma y de la extracción de
intrusiones espirituales. Olga Kharitidi comparte una historia de su
experiencia como sanadora, sobre una mujer en estado terminal de
esquizofrenia catatónica. Después de una breve cita en la que la Dra.
Kharitidi exhortó a su sanador espiritual gemelo a “salir” (y a efectuar la
sanación), la mujer se recuperó completamente, y pudo ser dada de alta del
hospital psiquiátrico.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
He observado frecuentemente, la palidez y la pesada sombra que nubla los
ojos de quienes están experimentando tensión mental y emocional. Siempre
he pensado que los ojos son “las ventanas del alma.” De esto ahora estoy
segura. Luego de la sanación del alma he presenciado el retorno del
resplandor y el destello a los ojos. Es una declaración de su capacidad de
poder ver más claramente lo que no veían desde mucho tiempo atrás.
La persona que recibe la sanación del alma reconoce que algo trascendente
ha tenido lugar. Aunque no puedan ser capaces inmediatamente de
relacionar todo lo sucedido, la mayoría cuenta acerca del cambio profundo
que ya sienten por dentro. En poco tiempo son capaces de reconocer
completamente la sanación que ha ocurrido.
Una tarde fui convocada para ayudar con la sanación de un hombre joven
perturbado a quien no conocía. Durante el “viaje” encontré a un niñito de
unos tres años de edad, vistiendo pantalones azules y una camisa roja a
cuadros, colgado de cabeza de una estrella. Siendo nueva en esta profesión,
dudaba de mis habilidades y de lo que estaba viendo, pero confié en lo que
me estaba guiando. Cuando la sanación se completó, compartí con el joven
los fragmentos de la historia que me parecieron importantes. Aunque él
podía identificarse con mucho de lo que vi y oí, fue incapaz de hacer
cualquier conexión de memoria con el niñito o la estrella.
Algunos días después, un talentoso profesor me dijo que tenía algo
importante que decirme. El joven había vuelto para completar la historia.
Cuando compartió con su madre lo que había ocurrido durante la sanación,
ella rompió en llanto, contándole cómo la vida entera de la familia había
estado “de cabeza” durante sus primeros años. Su padre había sido
alcohólico. Una tarde, estando borracho, tropezó en la cuna, volcándola. El
niñito quedó pendiendo del adorno de estrella de su cuna. Su madre le contó
que durante varios días ella no pudo controlar sus gritos aterrorizados.
Después de mi iniciación a la práctica del chamanismo no dudé nunca más
de la realidad de la pérdida del alma. Yo la experimenté personalmente y,
durante mi entrenamiento Chamán, experimenté la sanación de mi alma. He
viajado al Mundo del Espíritu. He recobrado partes perdidas del alma. He
presenciado la sanación, que previamente no hubiera creído posible, como
reunir la fragmentación de personalidades múltiples. Aunque no soy un
Chamán en el sentido tradicional, sino una contemporánea. He aprendido el
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
valor de reverenciar el Mundo del Espíritu. Acepto su guía. Estoy agradecida
de su asistencia. Valoro este trabajo y, aunque hay muchas cosas que no
conozco, sé que el viaje y no la llegada es mi meta.
Durante mucho tiempo, después de estudiar y practicar las técnicas de
sanación asociadas al Chamanismo, continué remitiendo a cualquiera que
buscaba mi asistencia al respecto. Aunque reconocía el tremendo valor del
trabajo, no me sentía capacitada. Todavía el “Espíritu” parecía ser de una
mente diferente. Poco después de comenzar mi educación y práctica en
Chamanismo, “recibí” una parte del alma mientras transfería energía Reiki.
Las palabras no pueden describir mi asombro, pero sí la reverencia y la
gratitud que sentí cuando una especie de filamento de la mujer con la que
trabajaba, flotó suavemente en el chakra de su corazón. Parte de su alma
había escapado dos años antes, cuando tuvo noticias de la muerte súbita y
traumática de su hermano.
Cuando una parte del alma escapa, las características asociadas con ella
parten también. Cuando una parte de alma vuelve, sus características
vuelven.
Como en todos los casos de trabajo del alma, esta mujer necesitaba ahora
tomar la decisión consciente de integrar las características restituidas y
desarrollar los dones de su alma para que su espíritu pudiera, en este cuerpo
físico y en estas condiciones, cumplir el propósito para el cual vino.
Si somos capaces de abrigar la noción de la pérdida del alma, entonces
debemos tener en consideración lo que se pierde cuando parte del alma
escapa. Según la creencia de los chamanes, el alma tiene características, y
son estas características las que nos hacen totalmente vivos, totalmente
humanos, plenos y completos. Las características nos permiten sentir
alegría, e incluyen la capacidad de apreciar, de ser creativo, de ser
independiente, de asumir riesgos, de dar y recibir amor, de adorar, de
maravillarnos. Las características incluyen una capacidad de conectarnos a
la sabiduría, para diferenciar lo bueno de lo malo, para obtener e impartir
conocimientos, para conocer y decir la verdad pero no ser prejuiciosos, para
sentir y transmitir compasión, para dar consejos, para ser valientes, y para
conocer nuestra personalidad y nuestro pleno potencial, pero siendo
humildes y justos.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
En Bienvenido a Casa (10) Sandra Ingerman describe la importancia de
darles la bienvenida a las partes restituidas del alma. Insiste en la necesidad
de tomarse el tiempo para reconocer e integrar dichas características.
La integración de las características no es tan simple. Es fácil percatarse si
nuestra independencia escapa a la edad de tres años y retorna a los treinta y
tres, algún ajuste deberá hacerse. Si nuestro sentido de jovialidad o alegría
se escapa a una edad temprana, su retorno, aunque es bienvenido y
necesario para sentirnos completos, requerirá cierta adaptación, no
solamente de nuestra parte sino también de quienes no están habituados a
relacionarnos con dichas características.
Si somos capaces de comprender la pérdida del alma y la desintegración que
resulta, no es difícil comprender por qué los sanadores chamanes
consideran nuestra cultura como una cultura con una gran necesidad de
sanar. Mediante el reconocimiento de la pérdida de mi propia alma, y la
fragmentación de otras, y en una búsqueda de la totalidad, comencé a
examinar las estrategias que prometían una sanación más completa. Al
observar los resultados, llegué a reconocer el valor de los métodos de
sanación usados desde tiempos antiguos. Como Olga Kharitidi, Michael
Harner, y Sandra Ingerman afirman, estos métodos se basan en la sabiduría
hallada en el mundo del espíritu. La sanación chamánica provee una
sanación inmediata que no puede lograrse con métodos Occidentales, aun
después de años de psicoterapia intensiva.
Olga Kharitidi comienza su libro Ingresando al Círculo (12) con un cántico
que, afirma, se ofrece tradicionalmente en reparación por posibles
violaciones de las condiciones bajo las cuales se permite que el conocimiento
Sagrado sea compartido. Ha llegado el momento de unir más estrechamente
las prácticas de salud y sanación. Al mismo tiempo, es necesario decir
plegarias como esta para asegurarnos de que cada uno de nosotros cumple
su parte para transmitir la verdad.
Si había algo en el aire
Si había algo en el viento
Si había algo en los árboles o arbustos
Que podía pronunciarse y fue alguna vez escuchado por los animales,
Que este Conocimiento Sagrado vuelva a nosotros.
- Atharvaveda (VII 66)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 8: El Despertar
El hombre inteligente fija
Su mirada sobre la sabiduría
Pero los ojos del ignorante están puestos
En los confines de la tierra.
- Proverbios 17:24
Karen Martin (1) desarrolló un modelo en el cual se representa el camino
recorrido mientras se experimenta un sufrimiento, como un número ocho.
La figura del ocho se usa en muchas culturas para simbolizar el infinito. El
propósito evidente de la Dra. Martin al usar este símbolo fue describir el
sufrimiento como un viaje que puede tomar un largo tiempo. Y desde luego,
para algunos, la lucha por liberarse de dicho sufrimiento dura el resto de sus
vidas. Cuando yo utilizo su modelo, me gusta representar la figura como
haciéndose más y más pequeña cuando vamos encontrando significado a lo
que nos ha sucedido, y un nuevo propósito para nuestras vidas. La Dra.
Martin teoriza que, en la aflicción, algunos responden inicialmente con su
cabeza y otros con sus instintos. Los que empiezan a penar con sus cabezas,
como representa la porción de arriba de la figura, tratan de intelectualizar lo
sucedido. Los que reaccionan con sus instintos, los que comienzan al pie del
camino, responden inicialmente a la congoja desahogando fuertes
emociones. Parece que quienes comienzan por tratar de “analizar las cosas”,
rápidamente se dan cuenta que no pueden encontrar las respuestas tan
pronto como desearían. Su consternación los catapulta al foso de sus
instintos, donde ahí también repercute el aguijón emocional de la pena
profunda. Quienes reaccionan instintivamente pronto reconocen que su
clamor emocional ha tenido poco efecto. La congoja continúa arraigándose y,
a su vez, intentan estrategias analíticas.
Yo siempre había puesto mucha fe en mi capacidad para arreglármelas.
Siempre había sido capaz de mantener mi cabeza en alto durante tiempos
tormentosos en mi vida. Siempre había podido transformar las cosas
tomando el control de mi situación. Era un ser humano inteligente. Conocía
el poder del conocimiento. Frecuentemente había podido encontrar y aplicar
soluciones halladas en la palabra sabia y escrita de otros.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Desesperada por sanar mi corazón quebrantado, desesperada por recobrar
mi personalidad perdida, mi alma perdida, y con una necesidad urgente de
sentirme nuevamente completa, razoné: “Puedo llenar los espacios vacíos.
Puedo remendar este quebranto, si solamente pudiera encontrar la
información correcta para hacerlo posible”. Otros han experimentado el
sufrimiento antes. Seguramente había soluciones, direcciones, fórmulas,
teorías, conceptos, modelos, estructuras, paradigmas. Tenía que haber una
manera, un mapa - una guía para el trayecto.
Arañando y vociferando, intenté equilibrar los bordes irregulares de mi
quebranto. Instruida tanto en enfermería como en psicología, tenía
experiencia en trabajar con quienes luchan contra los sufrimientos de la
vida. Estaba más o menos familiarizada con la literatura básica sobre la pena
y la pérdida, pero no podía recordar ninguna mención sobre la noción de
dolor del alma. Como un peregrino, busqué solaz. Mis centros de retiro
fueron las bibliotecas y las librerías. Digerí la palabra escrita, hambrienta de
pistas que me dieran las respuestas que tan urgentemente necesitaba.
Anhelaba saber cómo poner fin a este dolor. Anhelaba saber cómo sentirme
completa nuevamente. Clamaba por información que proveyera la llave para
abrir la prisión donde mi alma estaba cautiva.
Pocos autores que teorizan sobre la pena y la pérdida, incluyendo a Karin
Martin, describen la necesidad de restablecer el significado y propósito en la
vida después de una experiencia dolorosa. Aunque el significado y el
propósito han sido por siglos reconocidos y descritos como algo espiritual,
los teóricos de la angustia discutían estos conceptos como algo emocional
antes que espiritual. Ninguno pareció reconocer la profundidad del
desconsuelo. Ninguno pareció comprender las preguntas acerca de Dios, las
preguntas auténticas, esas que me plagaban noche y día; esas que requerían
toda mi atención.
Volqué mi atención hacia otros que sufrían. Mi práctica me ofreció la
oportunidad de combinar mi experiencia con la de otros. Yo oí el dolor del
alma. Escuché historias sobre el alma. En sus conflictos oí mis propios
conflictos; en sus esfuerzos, los míos. Ellos también anhelaban conocer las
mismas respuestas que yo buscaba. Pero yo no podía dar soluciones.
Nuestras almas estaban encadenadas y yo no podía proporcionar la llave.
Pero el conocimiento acumulado en nuestro viaje colectivo desafió mi visión
del mundo y mi visión de cómo funciona. Me aferré a mis propias nociones
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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de salud y enfermedad, de curar y sanar. Me sentí abochornada porque,
aunque tenía muchos años de práctica en salud, donde asistí gente que
experimentaba extremo dolor, conocía poco sobre el sufrimiento. Y no sabía
nada en absoluto sobre la sanación.
Muchas de mis ideas y, por lo tanto, la manera en que cuidaba de mí y de
otros, se basaban principalmente en la educación formal. En mi preparación
educativa, se hablaba de la noción que los seres humanos tienen
componentes físicos, emocionales y espirituales, pero era generalmente
aceptado que estas entidades estaban claramente separadas. Durante mis
años de educación se hacía énfasis en atender primero las necesidades
físicas, y después las necesidades emocionales. Se hacía poca mención de
cómo reconocer o cómo atender asuntos espirituales. Cualquier información
suministrada sobre la atención de las necesidades espirituales comparaba la
espiritualidad con la religión, y la práctica religiosa con las intervenciones
espirituales.
El marco en el cual había sido educada, y alrededor del cual estructuré mi
práctica, tenía hondas raíces en el cientifismo. El Modelo Curativo que fluyó
desde este enfoque había creado un modo de pensar dominante y
convincente que me aseguraba que, si fuera posible erradicar los gérmenes,
todos los males de la vida cesarían. Los esfuerzos se enfocaban en erradicar
enfermedades y partes enfermas con drogas químicas o extracción
quirúrgica. Mínima atención se ponía al poder de la mente. Pocos reconocían
la influencia del espíritu sobre la salud, la totalidad y la integridad.
La capacidad de la medicina de ponerse a punto con el microscopio permitió
la reducción de los seres humanos a piezas más y más pequeñas. Esta visión
reductora se centró en fijar o curar partes individuales, dando poca
importancia a la persona completa. El adelanto tecnológico permitió el
trasplante de órganos y la creación de especialidades y especialistas. Cuando
este enfoque no daba los resultados esperados, nuevos especialistas eran
agregados al equipo para que así un ser humano buscando tratamiento para
su enfermedad, pudiera ser subdividido y examinado bajo una lente aun más
precisa. Dentro de este Modelo Curativo, cada especialidad dictaba lo que
era importante evaluar y, por lo tanto, qué intervenciones serían apropiadas.
Asistí a conferencias. Leí textos. Fotocopié numerosos artículos de
periódicos, pero nunca encontré un vocabulario para describir los efectos de
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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la pérdida traumática y el subsiguiente quebranto del alma. Yo no había
localizado un modelo que prescribiera una acción para curar o recuperar mi
quebrantado espíritu.
En Las Dimensiones Espirituales de la Práctica de Enfermería (2) Ruth Stoll
define las necesidades espirituales como “cualquier factor necesario para
que una persona establezca y/o mantenga una relación dinámica personal
con Dios (según su definición) y por medio de esa relación experimente
perdón, amor, esperanza, confianza y significado y propósito en la vida”. Una
década después, los sujetos de estudio de Hunglemann (3) indicaban que el
espíritu humano anhelaba la conexión con otros, con el mundo a su
alrededor y con una Presencia Divina. Ambos, Stoll y Hungleman, afirmaban
que la angustia espiritual puede resultar de necesidades espirituales
insatisfechas. Aunque sus hallazgos fueron reportados y descritos a finales
de los setenta y principio de los ochenta, sus esfuerzos parecen haber tenido
poco efecto, si acaso alguno, sobre la práctica. Siguió faltando información
que describiera cómo se manifiestan los aspectos espirituales o cómo un
individuo que lucha por sobrevivir más allá del trauma y la pérdida podía
reclamar su sentido de totalidad espiritual.
Sin embargo, cuando revisé su trabajo, sus hallazgos se aplicaban a mis
sentimientos y experiencias. Pude también aplicarlos en las vidas de quienes
compartían conmigo sus historias llenas de dolor.
Era evidente que cuando padecemos una pena profunda, luchamos contra la
incapacidad de confiar en Dios o en el orden universal. Yo vivía con una
inquietud constante, temiendo que me pudieran suceder más tragedias.
Sabía también que mi reducida capacidad para confiar en mí y en otros
interfería con mis opciones y decisiones que, a su vez, obstaculizaban mis
relaciones y mi carrera. Aunque frecuentemente me sentía muy sola y
desconectada de otros y del mundo que me rodeaba, la mayor parte del
tiempo estaba demasiado ocupada mental y emocionalmente tratando de
concluir cual había sido el error, y de discernir el propósito para el resto de
mi vida, tratando de hacer cualquier esfuerzo serio para acercarme a los
demás.
También sabía que estaba abrumada por el pesar y por una necesidad de
perdón, de mí y de mi hijo, y que estos sentimientos estaban erosionando mi
propia imagen y mi auto estima. Sentía definitivamente una gran necesidad
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
de aplicar ejercicios de amor propio, pero la culpabilidad y los sentimientos
de futilidad y de desesperanza eran demasiado abrumadores para
convencerme que yo era digna de amarme a mi misma o a los demás.
Yo había sido desarmada. Y vuelta a ensamblar incorrectamente. Las partes
importantes habían sido descartadas durante el re ensamblaje.
Había señales visibles en mí, y en quienes caminaban a mi lado, acerca de la
relación entre el sufrimiento y el dolor emocional, y entre el sufrimiento y el
dolor físico, y del aumento de enfermedades crónicas y auto inmunes. Llegué
a estar cada vez más consciente que, cuando las necesidades más profundas
del alma no son atendidas de maneras que respeten a cada persona como un
espíritu único y maravilloso, con numerosas necesidades sacramentales
culturalmente diferentes, se produce un aumento dramático de los
problemas sociales como el abuso de drogas, el alcoholismo, el vandalismo y
la violencia familiar.
Con nuestro quebranto nos desprendemos de nuestras conexiones
espirituales. Cuando somos incapaces de sanar de maneras que nos ayuden a
reconectarnos a la corriente de Energía Divina interna, así como también
dentro del espíritu colectivo de otros y de la naturaleza, nos convertimos en
una masa volcánica, frenética en nuestra necesidad de estallar desde los
confines de nuestra oscuridad hacia la luz. La intensa necesidad de
reconectar la Chispa Divina interna a la Energía Divina externa puede
hacernos explotar de muchas maneras inexplicables. En nuestra confusión
de sentirnos aislados, y siendo incapaces de reconectarnos y de sentir que
pertenecemos a la totalidad, nos desmoronamos. La cólera y el temor se
proyectan en muchas direcciones. Confundidos y desesperados,
arremetemos contra nosotros mismos, contra otros, e incluso contra la
Madre Tierra.
Aunque el enfoque de la Medicina Occidental ha evolucionado claramente el
Modelo Científico de la investigación y la práctica, resultando en una cada
vez mejor capacidad para diagnosticar y tratar síntomas físicos, ha sido
menos efectivo en su capacidad para aliviar el sufrimiento humano. El
arreglo de partes y la proclamación de cura, bastante aislada de cualquier
intento verdadero y concreto de proveer medidas integradas de cuidado
médico, aumenta el sufrimiento experimentado por los seres humanos. La
separación entre curación y sanación espiritual contribuye, de numerosas y
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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diversas maneras, al desgarramiento que está ocurriendo en nuestro tejido
social.
El enfoque curativo ha tenido una influencia poderosa y penetrante en la
visión de sí misma de la humanidad y sus necesidades de sanación. El verbo
“heal” (sanar, en inglés) viene de la palabra Anglosajona haelan, que significa
“integrar.” El concepto de integración o de totalidad denota cualidades de
orden, de integridad y de equilibrio entre las partes. Esto implica, como
Platón nos recordaba, que ninguna parte puede estar realmente bien si la
totalidad no está bien y la totalidad no puede estar realmente bien si las
partes no están bien. Esto significa que aunque los seres humanos estamos
constituidos de cuerpo, mente, y espíritu, y nos desenvolvemos en relaciones
sociales y ambientales, no podemos ser separados en partes que pueden
curarse aisladamente de la totalidad.
¿Cómo pudimos habernos alejado tanto de las raíces de la sanación?
De muchas maneras hemos perdido de vista nuestra totalidad humana.
Hemos olvidado las palabras de Platón. Ya no honramos nuestra propia
necesidad de sanación e integridad, sino que nos unimos con quienes se
concentran en curar por partes, pieza por pieza. Hemos olvidado que,
permaneciendo como unidad, somos mucho más. Hemos olvidado que, aún
si todas nuestras partes físicas son curadas, nuestra alma podría
permanecer en tremenda y desesperada necesidad de sanar. Hemos
olvidado que no se puede encontrar paz, sentirse libres de culpabilidad,
enojo o remordimiento, cuando el espíritu está quebrantado. Y
evidentemente hemos perdido de vista nuestra necesidad innata de
reconectarnos a la luz del Espíritu Divino que yace en espera profunda bajo
el manto de nuestros temores.
El sistema médico Occidental, en el cual yo había invertido tanto tiempo,
llegó a parecerme inadecuado como sistema de sanación. De continuar
aplicando los métodos y prácticas de este modelo, estaría engañándome y
brindando un servicio deficiente a los demás. Nosotros necesitamos más,
merecemos más. El despertar a la verdad significó un punto decisivo. Al
divergir mi camino, “Yo tomé el menos transitado y eso hizo toda la
diferencia.” (4)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Capítulo 9: Las Múltiples Facetas de Dios
Te buscaba en los océanos
y te encontré en un arroyo.
Te esperé despierto durante horas
y entraste en mi sueño.
Te veo en el resplandor de las estrellas
y te escucho en el viento.
He llegado a comprender que eres fiel
y que anhelas ser mi amigo.
- Brendalee Boisvert CSM
Incapaz de apaciguar el aguijón interior, y de encontrar respuestas en los
eruditos y en los sistemas que me circundaban, no tuve más opción que
emprender sola mi marcha. Mi alma encadenada necesitaba ser liberada.
Necesitaba huir del cautiverio. Aunque estaba dispuesta a viajar con la
esperanza de encontrar luz, temía a la oscuridad del terreno desconocido.
Sabía tan poco sobre mi propio interior.
Debilitada y sangrando emocionalmente, vistiendo únicamente el paño
andrajoso de un cuerpo físicamente exhausto, inicié mi jornada. Mi objetivo
era encontrar y beber del Cáliz Sagrado. Sedienta, anhelaba extinguir mi sed
de paz interior.
Los eruditos de mi profesión no me habían auxiliado. Quizás los de mi
religión pudieran. Reflexioné sobre evocaciones bíblicas de quienes habían
transitado por la oscuridad y renacieron en la luz. Me acordé de Jonás (1) y
su experiencia en el vientre de la ballena, y de Lázaro (2) y Jesús (3) quienes,
las enseñanzas nos cuentan, regresaron a la vida después de haber estado en
la tumba. Comencé a comprender que la fábula de Jonás, el milagro de
Lázaro y la resurrección de Jesús manifiestan la transformación que tiene
lugar cuando los seres humanos se reconectan a la plenitud de la presencia
de Dios.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Sus ejemplos me dieron ánimo. Comprendí que el descenso a la oscuridad de
mi propia tumba era necesario para acallar la voz que clamaba por
respuestas. Tenía que descubrir la verdad de por qué me encontraba a la
deriva, por qué había sido dejada olvidada en cautiverio.
En mi desesperación, convoqué al Dios que una vez había sentido tan cerca
de mí. Furiosamente reproché su control de las cosas. El Dios que había
conocido ostentaba y manejaba un mundo ordenado. En esta visión del
mundo, los justos eran premiados y no les sucedían cosas malas a quienes
seguían las leyes de su religión. Éramos buena gente. Rezábamos juntos en
familia; asistíamos regularmente a la iglesia; donábamos gratuitamente
nuestro tiempo y talentos en apoyo de numerosas actividades religiosas y
comunitarias.
Pero en vez de gratificación, habíamos recibido tormento. Toda la felicidad
había sido despojada de nuestras vidas. Estábamos en un enorme agujero
negro y vacío, un vacío que estaba siempre presente y no podía llenarse.
Recibimos consuelos simplistas de amigos y familiares, y tarjetas con frases
de condolencia, diciéndonos que Dios tenía para nuestro hijo y hermano un
plan especial en el cielo. Yo he visto familias fracturadas. He sabido de niños
despreciados por sus padres. He conocido niños maltratados, niños víctimas
de descuido y abuso. Mi cólera se inflamó. ¿Si Dios necesitaba un niño tan
desesperadamente, por qué no tomaba a uno que viviera en circunstancias
dolorosas? ¿Por qué estábamos siendo atormentados, y no algún padre que
abusa de sus hijos? Sin lugar a dudas, nuestro hijo, un niño rodeado de amor,
tenía más para ofrecer al mundo que un niño criado en esas condiciones sin
amor.
Mi enfurecida crítica del orden universal me involucró en un diálogo
continuo con una deidad, pero una deidad que era desconocida para mí y
que parecía cambiar frecuentemente y sin previo aviso. En mi confusión,
traté de reparar los ídolos que yacían rotos a mi alrededor. Pero ninguno
sería reparado.
Mientras el Dios de mi pasado parecía distante e indiferente, cada nueva
expresión se hacía más ávida de involucrarse en mi lamento. Cada vez
menos cómoda al recitar los rezos practicados por repetición desde mi
niñez, comencé a vaciar el improvisado tormento de mi pena. Mientras mi
diaria rutina interior se convertía en silenciosa compasión con cualquiera
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Jane Simington
que fuera la deidad de turno, mis momentos en el exterior estallaron en
extensas caminatas.
Había sido criada en un hogar enteramente católico y educada en escuelas
católicas. La mayor parte de mi vida había sentido una afectiva y cercana
relación personal con Jesús. Tenía una imagen de Jesús como hijo de Dios y
mi salvador personal. En general confiaba en él para actuar como
intermediario entre su Padre y yo. Aunque las oraciones, canciones y
escrituras que había aprendido me repetían que Dios era también mi padre,
yo no tenía un verdadero sentido de alguna conexión personal, como
tampoco tenía una imagen particular de Dios, a excepción de la de Jesús. Mi
interpretación de Dios era muy parecida a mi interpretación de Jesús, y mi
relación con Dios era una sola e igual que mi relación con Jesús. En mi
confusión, comencé a darme cuenta que mi interpretación de Jesús era,
principalmente, no un conocimiento basado en el descubrimiento personal,
sino una repetición de las ideas de otros. Las enseñanzas que había recibido
derivaban de numerosas traducciones de las primeras interpretaciones de
sus palabras y obras, que han llegado a nosotros adulteradas, habiendo sido
así frecuentemente para favorecer intereses religiosos y políticos durante
muchos siglos.
Las modificaciones a las enseñanzas de Jesús comenzaron en la era
formativa del Cristianismo, con la destrucción de evangelios cristianos
antiguos considerados “heréticos” (que significa no endosado por las
autoridades clericales.) Los Evangelios Nósticos, descubiertos en 1945,
incluyen obras Cristianas fechadas por Helmut Koester, profesor de la
cátedra de Nuevo Testamento en la Universidad de Harvard, como escritas
unos veinte años antes que cualquiera de los Evangelios del Nuevo
Testamento. Estas escrituras, que incluyen diálogos, conversaciones, y
visiones atribuidas a Jesús y sus seguidores, se prohibieron por considerarse
“blasfemas” ya que invitaban a cada discípulo a identificarse con el propio
Jesús. (4)
El Jesús de mi interpretación (cuya imagen había llegado a conocer mediante
los ojos de otros), y al cual había sentido siempre tan cercano y tan presente,
me había abandonado ahora. ¿Cómo pudo Dios - Jesús haberme abandonado
cuando más lo necesitaba?
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Alguien me regaló el poema “Huellas.” E inmediatamente me deshice de él. El
poema era demasiado cierto; la verdad restregaba mis heridas sangrantes. El
autor de este poema también se había sentido abandonado por Jesús
durante sus más oscuros momentos. (5) Yo sufría demasiada angustia para
ver la valentía descubierta por el poeta. Para mí, el poema era un estéril
recordatorio que ahora estaba sola, y muy asustada.
Durante este tiempo intensamente solitario, mi madre me envió una tarjeta
que aún hoy permanece pegada en la puerta de mi refrigerador. Las
palabras, que describían la pintura de la tarjeta de un minúsculo barco sobre
un mar embravecido, fueron tomadas de la plegaria de los Pescadores
Bretones. (6) Las palabras precisamente describían mi vida y mi situación.
“Oh, Dios, apiádate de mí. El mar es tan inmenso y mi barco es tan pequeño.”
Yo estaba sola, a la deriva en el enfurecido mar oscuro de la vida. Estaba
fuera de control. Me estaba ahogando. En mi desesperación, grité, “¿Jesús
dónde estás? ¿Por qué no me auxilias?”
Y Jesús susurró. “Ven y conoce al padre.” Yo tambaleé de asombro. Lo volví a
escuchar, una y otra vez. “Ven y conoce al padre.” “¿Cómo?” Clamé. Durante
los largos días que siguieron a la invitación inicial, Jesús me repitió una y
otra vez . . . “Yo nunca te pedí que me rezaras a mí”. Y recordé cuando a Jesús
le preguntaron, “¿Cómo se reza?” Y él respondió. “Recen así . . .”
Empecé
a repetir la oración que Jesús nos había pedido rezar. Aunque la oración me
era familiar “Padre Nuestro, que estás en el cielo . . .,” tropezaba con cada
frase. Cada palabra me hacía sentir en conflicto.
Jesús dijo “nuestro”. . . él no había dicho “mi padre”. . . había dicho “nuestro.”
¿Qué significa “nuestro”?
Mi formación religiosa me había presentado numerosas ideas confusas.
Había tanta jerga religiosa, que al igual que la niebla, hacía no solamente
difícil ver apropiadamente, sino también impedía mi avance. Estaba
desconcertada al descubrir cuántas palabras religiosas había usado
centenares de veces, con tan poca comprensión de su significado. Aunque
encontrarle sentido a mi congoja significaba tratar de encontrar respuestas a
las desesperadas preguntas angustiosas de mi alma, hallar las respuestas
significaba tratar de ensamblar de manera lógica los muchos pensamientos
conflictivos y confusos enmarañados en mi cabeza, mi corazón y mi alma,
incluyendo pensamientos sobre mi relación con lo Divino.
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Jane Simington
Jesús era Dios. Mi religión me lo había enseñado. La doctrina había
determinado un Dios trino… tres “Personas” en un solo Dios, Dios Padre . . .
Dios Hijo (Jesús) . . . Dios Espíritu Santo. Había predicado esta creencia
probablemente un millón de veces. Ahora ya no estaba tan segura.
El Antiguo Testamento se refería a Jehová como al viento. A mí siempre me
había gustado ese simbolismo. En mis largas caminatas, lejos en el campo,
me sentía ahora más en contacto con una Presencia Divina al sentir la brisa
suavemente soplando sobre el pasto. Recordé las palabras de W.O. Mitchell
en Quien ha visto el Viento, (7) y eso me provocó una nueva reverencia hacia
el viento. Una canción espiritual familiar persistía en mi conciencia:
El espíritu de Dios está en el agua clara que fluye,
Soplando la grandeza a los árboles sobre la colina.
Espíritu de Dios, la creación clama.
Llena la tierra. Hazla nacer, y sopla donde quieras.
Sopla, sopla, sopla, hasta que. . .
El Hálito Del Espíritu . . . sople sobre mí. (8)
Me pregunté. ¿Puede el Espíritu de Dios estar en el agua, los árboles, y las
colinas? A mí me enseñaron que solamente el ser humano había sido hecho a
imagen y semejanza de Dios. ¿Podía el Hálito del Espíritu, ser el Espíritu de
Dios, el Espíritu Santo? ¿Podía ser realmente el hálito que sustenta vida para
todas las otras cosas? ¿Era el hálito, como dice el Antiguo Testamento, Dios?
El Diccionario Webster indica que hálito significa “espíritu.” El viento que
sopla sobre el pasto de la pradera parecía estar hablando, tratando de darme
una pista. Puse mayor atención a las plantas, las nubes y los pájaros en
vuelo. Cada uno de ellos necesitaba al viento como sustentador de vida, el
hálito. La evidencia del hálito estaba en todos lados. Reflexioné de nuevo
sobre la canción. “Sopla, hasta que... el Hálito del Espíritu . . . sople sobre mí.”
¿Podría este mismo hálito, el soplo que sustenta toda la vida, ser el mismo
hálito que me amparaba? ¿Podría el Hálito del Espíritu estar dentro de mí?
¿Podría el hálito ser la Energía de Dios? ¿Podría el Espíritu Santo ser el
Hálito, la Energía de Dios? ¿Podría este Hálito, esta Energía, ser el Espíritu de
Dios, el Espíritu Santo? ¿Era realmente el Espíritu Santo el Dios dador de
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vida y la fuerza sustentadora dentro de mí y dentro de todo que ha sido
creado?
Un sueño me procuró una percepción firme que esta nueva conciencia era
un conocimiento importante. Yo veía unas puertas masivas de hierro con
candado, bloqueando las llamas y la enorme energía que pugnaba por
liberarse desde una gigantesca hoguera relumbrando al rojo vivo.
Recitaba un poema, memoria remanente de la escuela, mientras intentaba
interpretar el mensaje revelado, “Dios trabaja con el yunque, soldando
barras doradas. Entre las fulgurantes llamas, está creando un molde. . .” (9)
Mientras el sueño me daba confianza que Dios se estaba ocupando en
moldear lo que fuera que yo iba llegar a ser, y me sentía aliviada al descubrir
fuego en mi hoguera, reflexionaba durante largas horas sobre la enorme
fuente de energía que pugnaba tan arduamente por liberarse.
Recordé las palabras de Jamie Sams. (10) “Fuego Sagrado interno, lugar de
la Llama Eterna. Destruye las barreras en nombre del Gran Misterio.”
¿Podría haber realmente un fuego sagrado dentro de mí? ¿Era la fuente de
energía interna, la energía de lo Sagrado? Había oído que somos una Chispa
de lo Divino, pero esto era mucho más que una chispa.
¿Eran esas barreras, esos candados, lo que impedían a la Energía Divina
liberarse, mi congoja, mi pena? ¿Era eso lo que me impedía conectarme
totalmente a la fuente, lo que me impedía utilizar mi pleno potencial?
¿Estaba usando únicamente esa pequeña fracción de mi Potencial Divino que
había sido capaz de escabullirse por la barrera?
Podía oír las palabras de William James. “Comparado con lo que deberíamos
ser, nosotros estamos sólo despiertos a medias. Nuestro fuego se apaga,
nuestros designios son demarcados.” (11) Yo no quería vivir con mis
designios demarcados. Quería dejar que la energía acumulada estallara.
Quería utilizarla. Quería utilizarla para proseguir mi vida. Pero también
podía oír claramente las palabras de Henry Ward Beecher. “Muchos
hombres se construyen al igual que las catedrales, la parte más cercana al
suelo queda terminada, pero las partes que se remontan a los cielos - los
miradores y las torres quedan eternamente incompletas.” (12)
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Yo me sentía firmemente plantada. Había logrado cierto éxito. Pero ahora
todo eso había pasado. Toda la energía y tiempo que había invertido en el
esfuerzo parecían insignificantes. Sentía que había fracasado. Tenía mucho
para dar, mucha experiencia, mucha educación, pero no tenía ningún
propósito. Estaba atorada, y no sabía como destrabarme.
En La Vida Iluminada, (13) Abe Arkhoff concluye que muy pocos viven su
pleno potencial; pocos viven la vida que les estaba destinada. Yo no quería
pertenecer a ese grupo. Deseaba más. Esta masiva energía estaba dentro de
mí con un propósito. Necesitaba conocer ese propósito. Necesitaba conocer
mi propósito. Sabía que, al descubrirlo, encontraría la llave para abrir esas
puertas gigantescas.
Pero ahora estaba más consciente que nunca, que ignoraba lo que estaba
destinada a ser. Ignoraba cómo iba a desenvolverse el resto de mi vida, ni
dónde comenzar. Y me sentía minada por la búsqueda.
Había leído que el alma ama la tranquilidad. Mi cuerpo exhausto y el alma
agobiada anhelaban ese estado. Quizás la respuesta estaba en la meditación.
Traté diversas formas y diversos profesores. Los maestros decían que las
respuestas yacen dentro de uno. Me encantaba la meditación y los ejercicios
de respiración que la acompañaban. No encontré las respuestas que
buscaba. Lo que encontré en su lugar fue silencio. Acogí el silencio, era un
descanso. No había encontrado silencio durante mucho tiempo. El acoso, que
durante meses había plagado mis pensamientos, se había hecho cada vez
menos pesado y menos exigente de mi atención constante.
Lenta y apaciblemente desde el centro del silencio, llegué a conocer la paz de
la quietud. Y en la quietud escuché el susurro de Dios. Me estaba invitando.
No había ninguna equivocación. La voz era apenas perceptible, pero el
mensaje era claro. “Regresa a mi pradera.” Acepté. Corrí hacia los campos. El
descubrimiento fue increíble. Corrí. Caminé. Anduve merodeando.
Permanecí. Mientras los años pasaban, me deleitaba con el murmullo tierno
que se mecía sobre la brisa y flotaba en las gotas de lluvia. Escuché su
susurro, y lo seguí escuchando una y otra vez, en el silbido de las ramas del
sauce, en el aullido del coyote, y en el graznido del pato. Escuché, y oí la
canción de Dios. Me maravillé con la lealtad hacia su naturaleza de las
criaturas emplumadas. Sin fallar, su melodía le recordaba al sol cuando salir
y cuando ponerse.
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Permanecí y me deleité con la risa de Dios en el agua que agita y cosquillea
las rocas a lo largo de su trayectoria en el barranco. Me sentí incitada e
intenté reír al unísono. No había reído durante mucho tiempo.
Mis hermanas y sus familias me visitaron. Me dejé llevar por la genuina y
fuerte risa que compartieron conmigo al relatar los sucesos recientes en la
vida de sus familias. Había leído el libro de Norman Cousin (14) en el que
afirma haberse sanado de cáncer dos veces mediante el uso de la risa. Sí,
sonreí, aunque apenas, pero no recordaba cuando fue la última vez que
había reído a carcajadas. Y sabía con certeza que hacía años que no había
disfrutado de una fuerte risotada, del tipo recomendado para mejorar la
salud y la curación. Si la risa era suficientemente poderosa para sanar el
cáncer, seguramente podía usarla para ahuyentar algunos de estos
sofocantes sentimientos.
Afuera en la pradera, muy lejos de los ojos y los oídos de alguien que pudiera
pensar que estaba al borde de la locura, me forzaba a reír. Lo hice
continuamente, una y otra vez, día tras día, hasta que la risa pudiera salir
voluntariamente.
Yo permanecía hasta tarde en el campo y la pradera. Disfrutaba la
oportunidad de poder absorber las emanaciones del perfume de Dios.
Saboreaba las fragancias que flotaban a través de las flores, elevándose hacia
el cielo. Me fascinaba capturar el dulce aroma de los pétalos de las rosas, y
de las salvias y el pasto silvestre que alfombraban la pradera. Comencé a
saborear a Dios, en el néctar de la miel silvestre, en la dulzura de las fresas
frescas, y en la sal de mis lágrimas. Y comencé a sentir a Dios, en la calidez de
los rayos del sol, en la frescura del aire de la noche.
Descubrí la fortaleza de Dios en el destello de los relámpagos, en la voz
poderosa del trueno, y en los remolinos del viento. Conocí la ternura de Dios
a través de las florecillas azules y los corderitos recién nacidos. Y comencé a
sentir el roce de Dios, en las caricias de mis hijas, de mi esposo, y de mi
madre.
Llegué a ver, a oír, a oler, y a sentir a Dios en toda la creación. Comencé a
notar el majestuoso color de Dios. Era visible en todos lados. La gama de
Dios resplandecía desde lo azulado de las montañas, desde el azul cobalto
del océano y desde el verdor de los bosques. Vi el dorado de Dios en la cara
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del girasol que se alzaba sobre mi cerca y en lo anaranjado de la amapola
que se asomaba por el borde de una piedra. Cada vez que me deleitaba con la
vista de las margaritas en sus frescos, rizados y blancos vestidos, me
acordaba de un poema que un paciente agonizante había escrito sobre su
descubrimiento de la presencia de Dios, después de una tragedia:
Yo ascendí por el camino escarpado y escabroso,
Obstáculos ásperos de atravesar;
Cuando repentinamente divisé algunas margaritas,
Alzándose entre el pasto.
Ellas me sonrieron con sus blancas caras níveas
Y oh, tan puras,
Recordándome de nuevo
Que todas las promesas de Dios se cumplen. (15)
Cavilé y reflexioné, y mi visión del mundo se destrozó. Ninguna
personificación podría ser atribuida al Dios que yo había llegado a descubrir
y a amar. Mi Dios de ahora era demasiado grande, no podía describirse de
ninguna manera. Un Dios personificado era demasiado pequeño, demasiado
limitado. ¿Qué dentro de mí desearía una Divinidad limitada a una forma
personificada? ¿Por qué habría yo de desear un Dios semejante a mí, excepto
con algunos poderes sobrehumanos que podían convenientemente ser
invocados cuando necesitaba auxilio?
¿Por qué la Energía Divina, que crea y se manifiesta dentro de todas las
cosas, debería tener únicamente una forma humana, y no la forma de todas
las cosas? Seguramente el “nuestro” fue designado para algo más que el
clamor humano. Seguramente la plegaria, que Jesús nos invitó a usar en
nuestra oración con Dios, está dirigida a todas las criaturas de Dios.
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Capítulo 10: Las Formas de Dios
Mi corazón toma cualquier
Forma.
Es una pastura para gacelas y un convento
Para monjes Cristianos,
Y un templo para los ídolos y el kaaba del peregrino
Y el libro del Corán.
Yo sigo la religión del amor:
Cualquier camino que tomen los camellos del Amor,
Esa es mi religión y mi fe.
- Ibn Arabi
La palabra “psiquis” se refiere al alma humana. Se origina en la diosa Psiquis,
cuyo nombre proviene de los símbolos tanto del “el hálito de vida” como de
“la mariposa.” Psiquis era una mujer mortal, y aunque estaba casada con
Eros, el dios de amor, no se le permitía verlo. Cuando Psiquis ignoró la orden
y observó a Eros, él voló lejos, aparentemente para siempre. Para poder
reunirse con Eros, Psiquis fue requerida, por Afrodita, la diosa de amor y
madre de Eros, para completar una serie de tareas imposibles. Su
determinación fue premiada con ayuda inesperada, y Psiquis se convirtió en
diosa y pudo reunirse con Eros. (1)
El mito nos enseña que, aunque el amor y el alma pertenecen uno al otro, y
que la unión de los dos puede transformar lo humano en divino, esa unión es
posible únicamente mediante el crecimiento y la perseverancia.
Yo ya no podía concebir a Dios de una forma personificada, aún así
imploraba volver a tener la conexión estrecha que una vez había sentido con
Jesús. Pero mientras más suplicaba, más me evadía su imagen. Cada intento
por invocar a mi salvador me sumergía más en un debate espiritual contra
los principios religiosos de mi pasado. La creencia básica sobre la que todos
los otros parecían descansar era la de un Dios trino, tres personas en un solo
Dios. Puesto que ya no podía volver a aceptar el concepto personificado, y
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puesto que ahora estaba convencida que la persona del Espíritu Santo no era
una persona del todo, sino que era realmente el Espíritu, la Energía de Dios,
la Fuerza de Vida del Creador, comencé a luchar con la noción de Jesús en
este modelo de la trinidad personificada.
Jesús era el hijo de Dios. Yo sabía que esto era cierto. Claramente recordaba
a Dios haberlo afirmado así cuando Jesús se bautizó. “Este es mi hijo amado,
en quien tengo mis complacencias.” (2)
Jesús era el hijo de Dios. (3) Jesús era mi hermano (pero no realmente). Yo
era una hija de Dios (pero no realmente). Cuando yo dirigía el coro de la
iglesia cantaba numerosas canciones proclamando esta relación.
Frecuentemente había hablado superfluamente acerca de la relación
fraterna con Jesús, y la relación como hija de Dios, pero de algún modo estas
relaciones parecían muy secretas. Nunca pude recordar alguna práctica
sagrada que públicamente proclamara que yo era hermana de Jesús o hija de
Dios. ¿A qué se debía eso? ¿Cómo era que no me había percatado de la
carencia de celebraciones de estas relaciones, y de la ausencia de gloria de la
santidad de mi feminidad, o de algún aspecto de lo femenino en la deidad?
Traté de retardar la excavación. Temía saber qué más podría desenterrar.
Pero a mis pensamientos no los detendría la bandera roja. Siguieron
avanzando.
Si Dios era mi Padre, yo era hija de Dios, Jesús era mi hermano, y Jesús era
Dios, ¿como podría no tener dentro de mí el potencial de llegar a ser Dios
también? ¿Qué estirpe, qué semilla no se desarrolló para ser de la misma
forma que la del padre? Una semilla de higo no llega a ser un árbol de
abedul. Una semilla de trigo no llega a ser una rosa. Una yegua encinta no da
a luz un perrito.
La lógica era inconcebible. . . y me hacía muy, muy temerosa. Esto sonaba
como blasfemia. ¿Qué pasaría si alguien supiera sobre mis reflexiones? Temí
que los policías teológicos hicieran sonar su silbato y gritaran “¡Hereje
pagana!” ¿Podría ser acosada y luego quemada en una hoguera? Había
sucedido en el pasado.
Había estudiado lógica, y esta era, desde luego, la conclusión lógica. Pero de
algún modo las cosas no encajaban. ¿Estaba equivocada alguna parte de la
conjetura?
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Atraída hacia la historia bíblica de la transfiguración, (4) reflexioné sobre las
palabras y las imágenes visuales de la escena. Había aprendido que cada
alegoría, cada historia, cada parábola del Nuevo Testamento, era
significativa, no solamente para la gente de ese tiempo, sino para la gente de
todas las épocas. ¿Qué lecciones tenía que aprender de la transfiguración?
Jesús había dicho que todo lo que él hizo, sus seguidores podrían hacerlo
también, y aún mayores cosas. ¿Existía la transfiguración para mostrarnos
que cada uno de nosotros puede ser transformado como lo fue Jesús?
¿Estamos sobre la tierra en nuestra forma física para manifestar la gloria de
Dios que está dentro de nosotros? ¿Somos todos parte de Dios, teniendo
cada uno la tarea de irradiar la Luz de Dios desde nuestro interior? Al
reflejar cada uno de nosotros nuestra luz, nuestra Luz Divina, el Fuego
Interno, ¿nos armonizamos más y más con la Luz de Dios? Cuando usamos la
fuente de Energía Divina interna, cuando nuestro fuego se hace más intenso,
haciendo nuestra luz más visible, ¿nos estamos aproximando más y más
hasta llegar a ser uno con la Fuerza de Dios que está dentro de nosotros, y
más y más llenos con la expresión de la Fuerza de Dios, que es una parte de
todo lo que ha sido creado? ¿Somos nosotros parte del Creador, llamados a
ser chispas para iluminar, para co crear con el Creador? ¿Qué chispa no tiene
el potencial de llegar a ser una auténtica llama?
Se me había enseñado que Jesús era tanto Dios como humano. ¿Podría ser
cierto que cada uno de nosotros es Dios y humano también? ¿Fue Jesús una
expresión avanzada de la expresión co creativa que cada uno de nosotros es
llamado a ser? Dios dijo, “Este es mi hijo amado, en quien tengo mis
complacencias.” (5) ¿Era el papel de Jesús mostrarnos esta verdad,
revelarnos nuestra propia capacidad para transformar, para transfigurar?
¿Era la misión de Jesús dar un ejemplo para todos nosotros, mostrándonos
cómo cada uno puede dirigirse hacia su propia transfiguración, su propia
transformación, a cuyo tiempo nosotros también oiríamos “Este es mi hijo/
hija amado/ amada en quien tengo mis complacencias?”
Jesús dijo que vino para liberarnos. (6) ¿Pretendía liberarnos de la
ignorancia y de la estrecha visión que percibimos de nosotros mismos
individual y colectivamente? ¿Había venido Jesús para alzarnos de nuestra
magra existencia? ¿Estaban sus enseñanzas llamándonos a emerger de
nuestra manta de temor, dolor, y desilusión? ¿No nos convocan todas las
enseñanzas de Jesús hacia la luz?
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En el Antiguo Testamento, Yahvé condujo al desierto a quienes amaba. “Los
conduciré por el desierto y hablaré a su corazón.” (7) Es un recordatorio
que el dulce susurro de Dios puede ser fácilmente suprimido cuando nos
sumergimos en el ruido mundano. ¿Tenían mis noches oscuras y mi encierro
el propósito de descubrir la verdad de mi propia capacidad para
transformarme, para transfigurarme? ¿Fue la ruptura de las viejas ideas una
llave para abrir las puertas encadenadas, que impedían al fuego de lava
incandescente fluir en una sólida llamarada reluciente?
¿Estaban mis oscuras noches preparando el terreno fértil para mi propio
enriquecimiento? ¿Estaba recordando mi propia magia única? En La Magia
Verdadera (8) Wayne Dyer enfatiza que la magia no es más que un cambio
en la conciencia. ¿Podría mi magia manifestarse? ¿Podría encontrar y usar
mis dones, mis talentos, mis capacidades? ¿Podría romper la cadena que
sujeta el fuego de mi alma?
¿Era yo una creación única, aunque parte de la Llama Eterna? ¿Existía en
esta tierra para descubrir la Llama Divina interna y para iluminar y extender
la Llama Divina por toda la tierra?
Pero yo había aprendido que Jesús era el único hijo engendrado de Dios.
¿Cómo osaba pensar que podía identificarme con la Llama Eterna, el Hálito
de Vida? Esto era, evidentemente, contrario a lo que se me había enseñado.
¡Oh, Jesús! gemí. ¿Dónde estás? ¿Cuál es la verdad? No quiero creer en
herejías o blasfemar.
Me debatía. ¿Comparto o ignoro esta verdad?
Volví a soñar. Nuevamente, era una enfermera que trabajaba en el turno de
medianoche. Intentaba finalizar el cuidado matutino de un anciano muy
robusto. De algún modo era incapaz de “limpiarlo completamente.” Aunque
intentaba llamar su atención, él parecía completamente abstraído de mis
esfuerzos así como también de su entorno. Pedí auxilio. Mi asistente me
indicó que había ahora otras tareas que requerían atención y se molestó
conmigo porque yo continuaba en mis esfuerzos inútiles. Miré el reloj. Eran
las siete de la mañana. Ya tenía que irme. Cuando me disponía a hacerlo,
noté dos cánulas nasales, ambas cerca de la cara del anciano. Traté de volver
a insertar una de ellas en su fosa nasal, pero los conductos se enredaron, y
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no eran suficientemente largas. En mi intento por desenredar una de las
cánulas, descubrí que ambas habían sido desconectadas de la fuente de
oxígeno y no pude completar la tarea. Era hora de preparar mi informe.
Jung afirmaba que un sueño no interpretado es un mensaje de los dioses que
no nos hemos preocupado por leer. Enseñaba que, durante el sueño,
exploramos el conocimiento colectivo, el lugar donde mora la sabiduría
antigua. El simbolismo del sueño era demasiado claro. (9)
En el folklore y la mitología, el símbolo arquetípico de un anciano se ve como
la autoridad, y frecuentemente se asocia con ideas antiguas, actitudes
antiguas. La autoridad sujetando las viejas actitudes estaba ajena a lo que
sucedía a su alrededor y estaba cerca de la muerte.
El oxígeno simboliza el hálito, el hálito de vida, la fuente de vida. Según Tom
Chetwynd en el Diccionario de Símbolos, (10) respirar en el sueño o en los
mitos representa el espíritu vital masculino. El espíritu vital de la pasada
autoridad agonizaba. La autoridad se había desconectado de la fuente, del
Hálito de Vida. Los conductos que se adherían a la fuente se habían enredado
demasiado para desenredarlos. El tiempo expiraba. Había otras cosas que
necesitaban atención ahora. Eran las siete. En el Diccionario de los Sueños,
Boushahla y Reidl-Geubtner afirman que “el siete es la combinación de tres
(el cielo) más cuatro (la tierra) y se refiere a la naturaleza dual del hombre,
que se asocia con el desarrollo espiritual, el despertar.” (11) Era el momento
para un despertar espiritual.
Reflexioné sobre las palabras de Jung. “Es imprescindible percibir el error en
lo que era antes nuestra convicción, sentir la falsedad en lo que era nuestra
verdad, y medir el grado de oposición y hasta hostilidad en lo que nos tomó
para ser amor.” (12)
¿Cómo, a través de los siglos, la fuente del Hálito de Vida, fue distorsionada,
confundida y enredada por las autoridades de tal manera que perdimos
nuestra conexión con ella?
¿Acaso nos hemos enfocado tanto en el mensajero, Jesús, que no escuchamos
el mensaje? ¿Hemos perdido de vista la verdadera fuente del Hálito de Vida
al que debemos conectarnos?
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En Si Dios No Muere, (13) Bernard Martin cuenta que a partir de una
profunda pérdida personal llegó a concluir que era necesario matar al Dios
de su concepción o quedarse permanentemente con el pensamiento estéril.
“Este Dios que había imaginado debe morir. Es necesario matar al Dios de mi
fe.” Agonicé con la verdad que había sido revelada. ¿Había creado un ídolo en
Jesús? ¿Había adorado a un ídolo? ¿Era el momento y era necesario
destrozar el ídolo? ¿Había permanecido Jesús intencionalmente alejado para
que yo pudiera descubrir la verdadera fuente de vida?
Pero, ¿cómo había llegado a creer en esta distorsión de la verdad en los
mensajes dados por Jesús? ¿Había desarrollado una visión de oveja del
pastor, o había estado intencionalmente cegada a la verdad de mi propia
relación con Dios, la relación que me conecta a toda la creación y, por lo
tanto, a todo el poder contenido allí? ¿Estaban las enseñanzas de mi
formación fundadas en una filosofía de obediencia, manteniéndome sumisa
al cegarme a mi derecho de nacimiento?
“Pero, Jesús, tú prometiste que cuando te buscáramos te encontraríamos,
cuando te buscáramos de todo corazón.” (14)
“Jesús, todos mis
pensamientos, todas estas conclusiones parecen poco cristianas. Desafían el
pensamiento Cristiano que tú estableciste.”
Jesús musitó. “Yo nunca fui Cristiano.”
Mi deseo de reconectarme con Jesús me impulsaba más y más a un territorio
que era cada vez menos familiar. Me atemorizaba el terreno inexplorado.
Quise sentir la seguridad y comodidad que sentía antes cuando caminaba y
hablaba con el Jesús conocido. Anhelaba que los parámetros de nuestra
relación fueran los mismos con los que había crecido. La búsqueda, la
distorsión, eran algo amenazador. La verdad que estaba revelando me
aislaba. Poca gente quería discutir esas posibilidades. Pocos deseaban
considerar esas ideas. Pocos se atrevían a desafiar su visión del mundo
firmemente arraigada. Pocos se aventuraban a dejar la seguridad de lo
familiar.
Yo necesitaba más apoyo, más ayuda, más orientación. Mi religión me había
enseñado que “el libro sagrado” brindaría respuestas. Revisé textos famosos.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Muchas veces en la Biblia, Jesús invocó a su Padre pidiendo guía, dirección y
apoyo. Yo clamé, tal como Jesús. “. . . Padre.” Y, la voz dentro de mí dio un
alarido. “¿Qué quiso decir Jesús cuando exclamó la palabra Padre?”
Asistí a la presentación de un erudito bíblico. Su traducción al inglés de las
palabras pronunciadas por Jesús me impresionó. La información cubría mi
profunda necesidad de comprender la conversación de Jesús. “Una
traducción más exacta de la palabra 'Padre' dentro del contexto de las
palabras de Jesús sería, 'dador de vida.” Reconocí la verdad en las palabras
del erudito.
Era primavera. Nueva vida surgía en respuesta a la tibieza nutriente del
hálito creativo que envolvía el campo. Señales de nuevos comienzos eran
visibles por doquier.
Mi niño estaba en la primavera de su vida. Él nunca conocería el pleno
florecimiento de amor del verano. El nunca sostendría una mujer entre sus
brazos; nunca procrearía un hijo. Yo nunca conocería sus dones, sus talentos,
sus habilidades en la temporada de otoño o de verano. Yo nunca conocería
su pleno potencial. Ansié por los años de madre y de abuela que se me
habían negado. Cada señal de vida nueva, recordándome al hijo que había
dado a luz pero que ya no podría nutrir, desgarraba los aspectos femeninos
de mi ser. Una biopsia en mi seno mostraba el daño en mi cuerpo. La
supuración fue evidente en este órgano que sustenta una vida nueva.
Yo anhelaba revelar esta tristeza. Ansiaba tener un confidente. Necesitaba
conversar sobre este tema. Clamaba hacia alguna deidad que pudiera
comprenderme.
Mi hijo había muerto. Era tan joven aún. Yo era su madre. Se supone que una
madre debe nutrir y confortar y mantener a su niño, protegido y abrigado.
Yo no sabía a dónde había ido mi hijo. ¿Estaba seguro? ¿Quién cuidaba de él?
¿Qué cosas tenía que encarar solo? ¿Cómo era el lugar donde se encontraba?
¿Qué peligros lo acechaban? Yo necesitaba un aliado. Necesitaba a alguien en
el otro lado, alguien que pudiera comprender esos asuntos —alguien que
fuera como un padre para él. Necesitaba a alguien que lo cuidara, lo
abrazara. Necesitaba a alguien que le leyera cuentos en la noche y que
escuchara sus bromas infantiles. Necesitaba que alguien supiera que a él le
gustaba la avena para el desayuno. Necesitaba a alguien que supiera que a él
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le gustaba sentarse en la escalera, cerca del conducto de la calefacción, en las
mañanas de invierno. Necesitaba a alguien que supiera cuánto le gustaba
cazar y pescar y atrapar pescaditos. Necesitaba a alguien en el otro lado que
supiera que él jugaba hockey, y que era un buen jugador. Necesitaba a
alguien que supiera que él acababa de ganar su primer trofeo de golf.
Alguien que entendiera que a él realmente no le interesaba mucho la
escuela, porque pensaba que le quitaba tiempo demasiado precioso para
descubrir las maravillas que existen en el mundo natural. Necesitaba a
alguien que pudiera ver su hermosa chispa vibrante que comenzaba a
desarrollarse. Necesitaba desesperadamente a alguien que le proveyera
cuidados maternales por lo menos hasta que fuera un poquito mayor, un
poco más seguro, por lo menos hasta que yo pudiera estar allí para hacerlo.
Mi anhelo me dirigió hacia la única deidad femenina que yo conocía. Después
de todo, razoné, ella comprendería. Su propio hijo le había sido arrebatado
de una manera cruel siendo aún joven. Ella debía comprender mis
sentimientos. Supliqué a la Virgen María que reconfortara a mi hijo, que
cuidara de él, que fuera su protectora. Ella asintió y, de mi enorme gratitud,
se desarrolló una estrecha relación. Pero esta profunda relación con la
Virgen María me condujo a un conflicto aún mayor sobre mi visión del
mundo. ¿Cómo pude antes haber expresado una creencia únicamente en el
aspecto masculino de Dios? ¿Podría tener mi Dios de ahora solamente un
género masculino, incluso tener género?
Busqué evidencias en el esplendor que me circundaba. El orden natural en
toda la creación es un proceso de nacer y renacer, un proceso procreador,
sustentador. Había clara evidencia de que este orden fluía más de la energía
de una deidad femenina que de una deidad masculina.
Me di cuenta que, dentro de mí misma también, había una creciente y
progresiva mezcla de ambos, lo masculino y lo femenino. Tenía muchas
características tradicionalmente asociadas con ser mujer. Yo era creativa. Me
gustaba cantar, bailar, cultivar, decorar. Era una cuidadora, para mi familia y
para los muchos pacientes que había cuidado. Pero también poseía muchas
aptitudes más asociadas con lo masculino. Aunque ahora me sentía menos
capaz, anteriormente había sido un buen líder. Había sido ascendida en mi
profesión por mis habilidades y capacidades para resolver problemas y
pensar claramente.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Comencé a observar las vidas de otras personas. Muchos de los que ahora
trataba profesionalmente tenían más edad. Mis estudios de Gerontología
enunciaban que cuando uno envejece exitosamente, se crea una fusión de
características masculinas y femeninas. Las teorías sugieren que en la edad
madura una tarea de desarrollo importante que encaran los hombres es la
de desarrollar más sus aspectos procreadores ocultos, y las mujeres,
desarrollar más su potencial masculino, para darle un sentido de totalidad y
de cumplimiento a su vida.
Al escuchar a adultos de edad avanzada cómo relataban sus conflictos en la
vida, volví a escuchar este tema una y otra vez. La evidencia demostraba la
teoría. En sus relatos, esta gente identificaba un anhelo por engrandecer sus
aspectos poco o mal desarrollados.
Sus narraciones me recordaron a mi padre. En sus últimos años él
participaba en tareas que, en sus años jóvenes, habrían sido no solamente
inusuales, sino probablemente vedadas a causa de la imagen que él tenía de
sí mismo como proveedor y protector. Mis hijas todavía bromean sobre
cómo, a diferencia de cuando su abuela hacía jardinería y ellas se servían de
su cosecha, cuando el abuelo tomó posesión del sembradillo de frambuesas
prohibió estrictamente a los niños acercarse, aduciendo que pisotearían las
matas. Él se sentía inmensamente orgulloso de su recién encontrado
entretenimiento, y le complacía ver el producto de su recién descubierta
habilidad. Mientras la fortaleza física de mi padre declinaba, la necesaria
inversión de papeles permitió a mi madre demostrar más plenamente su
capacidad como administradora y protectora de sus vidas y de mi padre
agonizante.
Reflexionar sobre la vida, preguntarse si los Dioses estarían complacidos con
la vida que hemos llevado, y los talentos que hemos desarrollado, es un
proceso no solamente del envejecimiento, sino que ocurre,
independientemente de la edad, como preparación para la muerte
inminente. Es un proceso de determinar y completar asuntos pendientes al
máximo de nuestra capacidad, y dentro del tiempo que resta, para que
pueda realizarse una conclusión satisfactoria.
Mientras escuchaba profesionalmente, me identificaba personalmente.
Presenciaba en sus quebrantos, mi propio quebranto. En sus esfuerzos por
sanar, aprendía lecciones para mi propia vida. Yo también examinaba la
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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vida. ¿Dónde había cometido el error? ¿Qué había hecho para disgustar a los
dioses? ¿Cómo podrían ser apaciguados?
“Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado.” (15) ¿Qué en mi
interior necesitaba ser elevado? ¿Qué necesitaba ser rebajado? ¿Qué
necesitaba atención? ¿Qué características masculinas o femeninas requerían
ser sustentadas para que en la totalidad yo pudiera desarrollar y manifestar
más completamente mis capacidades y talentos únicos?
Aunque no encaraba una muerte física, mucho de lo que había sido había
muerto ya, y otro tanto estaba por ser enterrado. Esta era mi oportunidad de
prestar atención a las áreas descuidadas de mi vida, ponerme al día, como se
dice, con lo que era realmente importante. Este punto decisivo, este tiempo
después del cual la vida nunca vuelve a ser la misma, me daba la
oportunidad de hacer los cambios mientras todavía había tiempo.
Era muy claro que el proceso de revisión de la vida, el cual tenía el privilegio
de presenciar en adultos de edad avanzada, en personas más jóvenes que
agonizaban, y en mí misma, mientras era estimulada por una necesidad de
aceptar nuestra mortalidad, daba oportunidad para el crecimiento del alma.
La necesidad del alma de totalidad, de logro, exige plena atención al
desarrollo de los aspectos subdesarrollados masculino y femenino de
nuestra persona.
Mientras aceptaba conscientemente los desafíos de mi existencia propuestos
por mis reflexiones, mi voz interior tambaleaba bajo el peso de la
inconsistencia obvia entre la nueva información y mi previa comprensión.
¿Por qué razón, una deidad que posee solamente características masculinas,
plantaría dentro de los seres humanos una profunda necesidad de
desarrollar más completamente ambos aspectos, masculino y femenino, de
su humanidad para entrar al reino después de su muerte? ¿Por qué razón, un
Dios que posee únicamente masculinidad querría que sus criaturas humanas
desarrollaran más totalmente ambas características masculinas y
femeninas?
Nuevas y más profundas grietas aparecían en mi ya fracturado sistema de
creencias. Mi dolorosa necesidad de que mi hijo fuera asistido al otro lado
por alguien que pudiera comprender el amor materno, me había conducido a
descubrir y a afianzarme a los aspectos femeninos de Dios. Pero ahora mi
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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imagen del Dios Padre yacía en ruinas. No podía volver a identificarme con
la representación de Dios como Padre - Hijo, y el Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob. Yo ansiaba al Dios de Noemí, Sara, Ruth, Rebeca, y Raquel.
Mientras lo superfluo aumentaba con el objetivo de hacer conciencia sobre
la creencia de que Dios posee características de ambos géneros era implícita
a mi fe, las señales obvias de la masculinidad de Dios intrínsecas al
Cristianismo se hacían visibles en todos lados. En mi fe tradicional encontré
únicamente metáforas masculinas para lo Divino, y en lenguaje del culto, una
carencia de pronombres para representar cualquier aspecto femenino de
Dios.
Me sentí menospreciada como mujer, al reconocer el insignificante papel de
la mujer en los rituales de mi religión, y en la escasez de mujeres en
posiciones de autoridad dentro de la jerarquía religiosa. Me sentí
avergonzada por mis años de ceguera a tales prácticas, sabiendo que en esa
desproporción de poder entre géneros está la raíz de la violencia contra las
mujeres, y contra quienes se encuentran en una posición de desventaja. Yo
había estudiado sobre el poder, sus usos y malos usos. Había trabajado con
muchos que han sufrido maltrato por el mal empleo del poder coercitivo.
Había reconocido en el sufrimiento, el sentido disminuido de la fortaleza y
estima personal y, asimismo, que mientras más lastimada y más maltratada
es una mujer, más fácil es para un perpetrador reincidir.
Había presenciado el insaciable apetito del poder coercitivo, el deseo de
controlar a los demás, de despojar de poder a alguien para hundirlo en el
foso profundo de la inseguridad. Había visto ese deseo de aumentar el “ego”
en detrimento de otros, en situaciones políticas, laborales, familiares, e
incluso en situaciones de poder mal empleado por quienes se consideraban
representantes de Dios.
Estos mensajes secretos o manifiestos les transmiten a las mujeres que son
menos dignas ante los ojos de su iglesia que sus contrapartes varones. Estos
mensajes, junto con un reconocimiento cada vez mayor del flagrante mal
empleo del poder del clero contra mujeres y niños, y más frecuentemente
contra quienes han experimentado ya un trauma sustancial, han creado una
acrecentada conciencia sobre la inconsistencia entre los comportamientos,
valores y actitudes de los líderes y quienes los representan. En ninguna
parte de los evangelios se nos ha dado una imagen de Jesús como alguien
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que mostraba superioridad sobre los demás. En ningún lugar de las
escrituras presenciamos la usurpación del poder de otro por Jesús, o de
maltrato repetido hacia quienes son vulnerables.
Vemos, en cambio, como Jesús mostró compasión hacia las mujeres menos
aceptadas por las normas sociales de la época. (16) Jesús no prosiguió con su
maltrato. No las despojó del poco poder que tenían. Él las facultó. Acrecentó
su llama, llenándolas con el poder del amor incondicional.
Me sentí agraviada con el descubrimiento dentro de los textos, fundamentos
de mi religión, del sesgo lingüístico no encontrado en los textos originales.
Fue perturbador descubrir que los patriarcas de la iglesia dieron
interpretaciones sexistas a textos y sucesos que podían haberse descrito de
mejor manera, y que incluyeron numerosas descripciones de la mujer como
subordinada a los hombres, y como la personificación de la maldad y la
tentación.
En su investigación acerca del papel de la mujer en la religión, Nimira Lalani
(17) encontró muchas interpretaciones en textos considerados sagrados,
que circunscriben a la mujer como secundaria, incluyendo la noción de que
la mujer fue creada al final para mostrar el predominio del hombre. Ella
resalta que estas situaciones podrían ser interpretadas de manera diferente,
especialmente considerando que el orden de la creación indica progresión,
no regresión. Subraya que ya que Dios hizo dormir al hombre antes de la
creación de la mujer ¡El hombre no fue ni espectador ni participante, como
tampoco fue un asesor durante su creación!
Ansiaba las celebraciones sobre la santidad de la mujer, que exaltaran su
potencial creativo, como dadora de vida y sustentadora. Ansiaba el ritual que
marcara los cambios importantes en mi vida como mujer y madre. Anhelaba
oportunidades para reflexionar sobre mi cambiante y creciente relación con
lo Divino. Necesitaba una religión que trajera un nuevo sentido de
celebración a mi vida y a mis experiencias con los poderes fomentadores y
protectores de la deidad femenina que crecía dentro de mí.
Investigué otras religiones y tradiciones religiosas. ¿Sentían otras mujeres lo
mismo que yo? ¿Incluían, segregaban, o negaban a la mujer y sus
necesidades de veneración, otras religiones?
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Mediante mi investigación y viajes a países donde se practican las religiones
Islámicas e Hindúes, concluí que en estas tradiciones, también, las mujeres
están excluidas de los roles de autoridad en la práctica de su fe. Nimira
Lalani indica que, para alimentar su hambre espiritual, las mujeres Hindúes
construyen solidaridad femenina y encuentran fuentes alternas de poder
religioso, participando en rituales de ciclos de vida que se enfocan en la
salud y prosperidad de sus familias.
Lalani también observó que, incluso en el Budismo, a pesar de ser
considerado en todo el mundo como el más equitativo, ya que Buda enfatizó
durante su iluminación una unidad completa de los aspectos masculinos y
femeninos de la persona, quedan restos de un prejuicio cultural sobre el
género. Este sesgo todavía priva a las mujeres de una aceptación manifiesta
de participar equitativamente en la vida comunitaria religiosa.
¿Cómo sucedió esta desvalorización de las mujeres en sus comunidades
religiosas? Examiné religiones del pasado y desenterré profundas raíces
sexistas en las prácticas religiosas. Lo más asombroso fue descubrir que la
mayoría de las culturas habían sido una vez matriarcales. El poder que las
mujeres tienen a causa de sus cercanos nexos con la naturaleza (mediante
sus capacidades co creativas) tradicionalmente ha sido temido. Este temor
del poder de las mujeres, especialmente durante su periodo de luna (el ciclo
menstrual), se volvió a través de los siglos el catalizador para introducir
tradiciones que, en forma gradual pero infaliblemente, despojaron a las
mujeres del poder.
Una de esas estrategias de remoción del poder fue difundir, en las mentes de
los hombres y de las mujeres por igual, la noción de que la mujer y su
sexualidad no son sagradas, santas y poderosas, sino pecadoras y sucias.
Recuerdo cierta vez, siendo adulta joven, un bautismo. Las palabras “este
niño concebido en el pecado”, todavía retumban en mis oídos.
Vacilé con incredulidad. ¿No eran la sexualidad, la concepción y la
maternidad, sagradas ante los ojos de mi iglesia? Una mujer fue capaz de
concebir a un Dios -Dios que es amor; ¿mas la unión amorosa de una pareja
era un pecado? ¿Era este otro mensaje mostrando a la mujer como
seductora, como la personificación de la maldad? ¿Qué motivaba ese
pensamiento, que envolvía en malevolencia la santidad de la sexualidad y la
co creación de la vida mediante el amor de un hombre y una mujer?
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Yo necesitaba una religión que hiciera más que tolerar a la mujer.
Necesitaba una religión que no le diera la espalda a las mujeres que sufren.
Una religión que honrara y venerara los aspectos femeninos y divinos de la
deidad y de mi persona. Como Patricia Lynn Reilly, en Un Dios Parecido a Mí,
(18) ya no podía aceptar más una religión basada en la vergüenza modelada
por los hombres, para los hombres, y basada en la experiencia de los
hombres. Necesitaba sentirme conectada. Necesitaba sentirme restituida.
Necesitaba restaurar mis cimientos.
Mucho antes que las religiones llegaran a estar dominadas por los hombres,
las mujeres se conectaban con la Diosa que moraba dentro de sí mismas,
dentro de la naturaleza y dentro del Todo. Yo busqué la Diosa y encontré en
las religiones antiguas una imagen de ella, representante del poder
femenino, tan misericordiosa como independiente. Descubrí que, desde el
principio, las mujeres se han conectado con la Diosa para su realización
espiritual y para solidarizarse con otras mujeres. Hoy, dentro del santuario
de las Religiones Terrenales, cualquier mujer, en cualquier etapa de la vida,
puede encontrarse a sí misma reflejada en la Diosa, representada como
doncella, madre, o anciana sabia.
Mucho tiempo antes que el poder y la religión se hicieran socios, la gente
había encontrado lo sagrado. Las Religiones Terrenales han mantenido una
conexión con lo Sagrado. Durante mis noches oscuras alcancé brevemente a
vislumbrarlo; ese destello había fulgurado luz sobre lo profano.
Recordé mis muchas experiencias con un Sanador Kahuna en Hawái, y mis
visitas a los Sitios Sagrados. Recordé la Posada de la Luna y la glorificación
por parte de la tribu entera de la necesidad de cada mujer de nutrirse y de
reconectarse a la Madre Tierra y la Hermandad Sagrada durante su periodo
menstrual, para que el equilibrio y el ritmo fueran mantenidos en su vida.
Yo ansiaba el equilibrio y el ritmo. Ansiaba reconectarme al ciclo sagrado en
mi vida. Necesitaba una vez más sentir los latidos de mi corazón en sincronía
con el latido del corazón de la Madre Tierra. Necesitaba pertenecer a la
totalidad. Lo sagrado creciente dentro de mí necesitaba una voz, necesitaba
expresión.
El Dios masculino de la religión de mi niñez se había hecho demasiado
frugal, aún así yo no podía relacionarme únicamente con una imagen de
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diosa. Mi sentido de totalidad, mi necesidad de plenitud exigía más.
Necesitaba una relación con una Presencia Divina que pudiera ayudarme a
reconocer y expandir ambos aspectos, masculino y femenino, de mi ser.
Había sentido al Creador en el viento. Había saboreado, olfateado, y tocado
al Espíritu Creativo. Anhelaba una religión que entendiera esta forma de
Energía de Dios, y me pudiera ayudar a celebrar la constante expresión del
Crecimiento Divino dentro de mí, y dentro del Todo.
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Capítulo 11: El Cielo
El cielo está sobre todo; allí hay un juez
Que ningún rey puede corromper.
- William Shakespeare (Henry VIII)
Mi hijo había muerto en otoño. Era otoño una vez más. Observando la
cosecha de frutas, me acordé de un pasaje bíblico citado en una canción que
alguna vez en mi pasado me había gustado mucho y frecuentemente cantaba.
“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere,
producirá abundante fruto.” (1)
La canción nos enseña que la muerte es necesaria para renacer y crecer. Mi
paseo por el campo se había hecho costumbre. Recibía a diario el esplendor
y las lecciones a través del mundo natural. El campo, la pradera, y el lago
compartían numerosas historias sobre el proceso continuo de la vida. El
perenne renacimiento murmuraba que la vida continúa, a pesar de los
signos visibles de muerte. Semillas de evidencia exponen la consagrada
verdad que la muerte y el renacimiento son una parte inevitable de la vida.
No son entidades separadas, sino que vienen en Géminis, la forma dual.
Recordé que la pérdida es tan natural como el cambio de marea. Me di
cuenta que una hermosa puesta de sol debe hundirse en el océano para que
la noche nazca, haciendo posible el alba de la mañana siguiente. Los
girasoles, que llegué a apreciar tanto al verlos volver sus caras hacia el
resplandor del sol de verano, también revelan que deben dejar caer
gradualmente su semilla y morir para que en la primavera siguiente nueva
vida pueda germinar con el mismo esplendor que ahora presenciaba.
Pero, aunque las lecciones aprendidas observando el orden natural
reforzaban la esperanza en el proceso de renacer, y ofrecían alguna promesa
que, de algún modo, en algún lugar, la vida continúa aun más allá de la
muerte, yo estaba todavía sumamente sensible al hecho que la pérdida tenía
otros significados. En comparación con la traumática y súbita muerte de mi
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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hijo, y las significativas pérdidas que otros han experimentado, estos
recordatorios eran apenas perceptibles.
Yo había desarrollado fuertes lazos de afecto con mi hijo. El rompimiento de
éstos, y los intentos por sanar las heridas me habían dejado privada,
despojada, desproveída, desposeída. Me sentía aislada de todo y de todos,
incluso de la vida misma. Estaba ansiosa, insuficiente, consumida. El
invaluable tesoro precioso de mi niño, nuestra relación, y todas las promesas
de cualquier momento futuro juntos habían desaparecido. No había manera
de recuperarlos.
El sentido total de mí misma había sido destruido. Mi autoestima, mi respeto
propio, mi orgullo propio y mi dignidad habían menguado. Ya no sabía lo
que representaba, con qué me identificaba, o en qué creía. No podía
pretender avanzar usando mis habilidades puesto que ya no sabía cuáles
eran. Estaba llena de dudas y plagada de temor e inquietud. Había perdido
mi sentido de seguridad. Dudaba de mi capacidad para confiar en mí, en
otros y en el orden universal.
Aunque las señales a mi alrededor, más especialmente las del otoño,
apoyaban la noción del renacimiento y nuevo crecimiento después de la
muerte, la estación misma y todas las memorias dolorosas del aniversario
que traía consigo, me hacía luchar, más que nunca, con las preguntas
alrededor del “por qué” con relación a mi hijo. Podía ver que, como el trigo
en la canción, la experiencia me había ocasionado “caer”, para yacer estéril.
Me había visto a mí misma, la percepción que tenía sobre mí, y lo que creía,
morir. Aún podía ver señales incipientes del nuevo nacimiento y crecimiento
dentro de mí, pero no podía aceptar que mi hijo hubiese sucumbido. Mi hijo
estaba en la primavera de su vida, no en el otoño. Él no había tenido tiempo
para mostrar al mundo todo su potencial. ¿Por qué se lo habían llevado?
¿Cómo podía ser una experiencia de crecimiento perder la vida a tan
temprana edad? ¿Dónde podría realizarse su vida, renacer? ¿En qué área
tenía su potencial? Antes tenía una aceptación simplista sobre la vida
después de la muerte y el cielo. Ahora estaba plagada de numerosos
conflictos sobre esta incuestionable aserción. “¿Existe el cielo? ¿Dónde está
el cielo? ¿Está él en el cielo?” “¿Cómo es el cielo?” “¿Qué está haciendo ahí?”
Tratando de ser amable, la gente me ofreció tarjetas y plegarias. “Que las
almas de los seres que han partido descansen en paz.” Yo quería gritar, y
frecuentemente lo hacía. No podía soportar pensar que mi hijo descansaría
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para toda la eternidad. Él había amado la vida. Tenía tanto que realizar, ver,
y descubrir. Era creativo y activo. Mi atormentada alma necesitaba
respuestas del cielo y las actividades que allí se realizaban.
En mi angustia, imploré. “Oh, dador de vida que estás en el cielo.” “¡Cielo!”
“¿Qué es el cielo?” “Necesito saber sobre el cielo.”
Descubrí en Una Guía para Meditar Caminando, (2) que Thich Nhat Hanh
creía que el mundo en el que vivimos, aquí mismo, ahora mismo, contiene
todas las maravillas que podemos esperar encontrar en el cielo. Estaba
impresionada por su afirmación. Pero más especialmente, estaba agradecida
por las satisfactorias imágenes visuales que él crea mientras explica sus
creencias sobre honrar la santidad de esta tierra celestial. Él enfatiza que,
debido a la santidad de la Tierra, cuando nos paseamos sobre ella, lo
debemos hacer con la dignidad del Buda, de Jesús.
Yo estaba consciente del poder de caminar. Sabía que aparte de aumentar el
vigor y la fortaleza física, caminar ayuda a mejorar la autoestima y
disminuye los sentimientos depresivos. Sabía que caminando se disminuye
la tristeza, haciendo un espacio para que entre la paz. Y había descubierto
que mi gastado camino por el campo me había llevado a reconocer lo
Sagrado en toda la creación. Thich Nhat Hanh nos habla de la importancia de
poner atención, de estar totalmente presentes ante la belleza de las
imágenes, los sonidos y los olores que nos circundan. Al hacerlo,
comenzamos a ver el potencial infinito en cada uno.
Una vez más, me volqué hacia la naturaleza, esta vez a la orilla del mar. Las
olas alegremente venían hacia mí, llevándose todo lo que me lastimaba. Con
gratitud contemplaba como las olas se alejaban, llevándose mis temores y
dolores, mi ira y mis lamentos hacia el “reino de la creación”, para hacerme
sentir revitalizada y renacida. Yo reflexionaba, a medida que Thich Nhat
Hanh recomendaba y mostraba que existe la posibilidad de la Unidad con
toda la creación y con todas las posibilidades de creación.
Llegué a descubrir que el océano, como la pradera, era místico y santo.
Ambos guardan secretos para quienes buscan alejarse de los tormentos de
sus circunstancias cotidianas. Ambos están llenos de sol, llenos de
posibilidades abundantes, y ambos se mezclan en el cielo de una forma que
frecuentemente hace difícil distinguir donde comienza uno y donde termina
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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el otro. Ambos dan una perspectiva diferente de la vida y la realidad. Ambos
proveen un mejor panorama, más grandioso, del que estamos
acostumbrados, un paisaje confinado únicamente por los límites de nuestros
sentidos. Alejados de la orilla o de la multitud, tenemos una perspectiva
diferente de nuestra propia importancia. Ante la inmensidad, nos
empequeñecemos, y el poder de la creación nos cubre. Envueltos en la
grandiosidad de nuestros alrededores, aunque estemos solos nos sentimos
menos solos, mientras que estando aparte nos sentimos más separados.
Notamos más claramente nuestra relación con la totalidad. Llegamos a
reconocer la importancia de cada brizna de pasto, de cada coral. Respetamos
su existencia, conociendo su valor dentro del grandioso ciclo de la vida, su
importancia dentro del orden universal.
Me sentí conmovida al percibir el esplendor, la inmensidad. Sentí el viento y
me llené del hálito que da vida abundante. Hice una pausa. Reflexioné. Un
verso de Eclesiásticos repercutió en mí: “Lo que es, ya antes fue; lo qué será,
ya es.” (3) Me pregunté si este lugar era lo que ha sido, lo que es, y lo que
está aún por venir. ¿He encontrado aquí, en este lugar, lo que había venido a
buscar?
Yo había venido contemplando la posibilidad de que, de algún modo, en
algún lugar, mi hijo continuaba existiendo. Había estado buscado las
verdades acerca del cielo. Las ideas que estaba incubando y las conclusiones
a las que había llegado estaban alterando dramáticamente mi percepción del
mundo y mi lugar dentro de él. El mundo que estaba descubriendo era
enormemente diferente a mi mundo de ayer. El mundo que me rodeaba
había llegado a ser más inmenso, más grandioso, más desconocido, y aún
más Sagrado.
Mi visión del mundo había cambiado, y con el cambio de visión yo también
había cambiado. Lo que era antes muy importante, tenía ahora poca
importancia. Lo que era de poca importancia era ahora trascendente.
La pérdida, la turbulencia de la lucha, y la realidad que ahora supe que
existía habían alterado mi percepción. Yo sabía que no era la misma, ni
jamás iba volver a serlo, porque había visto en la pradera, en el océano, en el
cambio de las estaciones, y en los ciclos de las fases de la luna, un orden que
no podía ignorar. La pérdida seguida por el renacimiento se apreciaba por
doquier y en todas las formas de vida, aun en el proceso continuo del modelo
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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rítmico de mi vida. Yo había perdido muchos pasados y ganado muchos
presentes. Había pasado por muchos cambios. Me había adaptado para
recomenzar muchas veces. Aprendí que el cambio involucra dejar ir lo que
fue y reemplazarlo con lo que es.
Me resistía. Me atemorizaba lo desconocido en la tierra de los nuevos
comienzos. Anhelaba volver a lo seguro y simplista del ayer. Extrañaba el
pasado. Echaba de menos lo que había cambiado, lo que había perdido.
Lamentaba lo que tendría que dejar atrás si me decidía a continuar
avanzando.
Como de costumbre, mi corazón y mi cabeza no trabajaban
acompasadamente. Mi corazón se negaba a aceptar lo que mi cabeza
comenzaba a comprender.
Yo quería sanar. Quería sentirme completa nuevamente. Pero sanar parecía
ser tan doloroso como el sufrimiento mismo. Sabía que no podría seguir
viviendo con las mismas percepciones, ideas y actitudes de antes, pero si
avanzaba ¿iba a dejar a mi hijo olvidado, y a desconocer la belleza de su vida
y nuestra vida juntos?
Los descubrimientos en la naturaleza habían probado ser una llave eficaz
para abrir las formidables puertas que ceñían la energía de mi alma. Pero
¿deseaba, realmente, abrir esos enormes portales? Estaba familiarizada con
las heladas aguas de la congoja, y sabía como navegar en su furiosa
corriente. Lo que temía era el paso por el desconocido e imprevisible río de
la sanación. ¿Sucumbiría bajo el desbordamiento de mis propias emociones
dolorosas?
Noé había sobrevivido la mayor inundación de toda la historia. Sólo después
de la inundación fue recompensado con el arco iris. Cada vez que la lluvia me
premiaba con un arco iris, me acordaba de la experiencia de Noé. (4)
Reflexioné sobre la mezcla de lluvia y sol que era necesaria para crear el
arco iris. También reflexioné sobre esta mezcla en mi propia vida.
Me dejé llevar por la vibración del arco iris. Había leído que la gente usa los
colores para propósitos curativos. Quise saber más sobre esto. Estudié
acerca del color y sus asociaciones psicológicas y espirituales. Estuve
fascinada de descubrir que cada color tiene su propia frecuencia, que la
frecuencia de cada color retiene la misma frecuencia que una nota musical, y
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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que ambas frecuencias, la del color y la de la música, pueden usarse para
sanar y para aumentar nuestra propia frecuencia de energía. Aprendí que
ciertos colores particulares nos atraen cuando tenemos necesidad de ellos
en nuestra vida. Esto me pareció fascinante. Empecé a vestirme mucho de
morado, un color que nunca antes había preferido. Ahora podía reconocer el
significado. El morado representa el reino espiritual. Me debatía entre
numerosas preguntas espirituales. Sentía una gran necesidad de la energía
de este color. Estaba agradecida con el color morado. Necesitaba su energía.
Necesitaba el morado para que me apoyara en mi búsqueda de la verdad.
Antes de la muerte de mi hijo, la música había sido una parte vital de mi
vida. Yo cantaba continuamente, no sólo por placer personal sino también
para el disfrute de otros. Ajustar los horarios para todo lo que involucraba
enseñar música a los niños había sido una parte de mi rutina. Mi hijo tocaba
el saxofón, mis hijas tocaban el piano. Me di cuenta que desde hacía mucho
tiempo no había habido música en nuestro hogar. Yo ya no cantaba, y no me
acordaba cuando se había abierto el piano por última vez. Tampoco podía
recordar cuándo habían cesado las lecciones. Me senté al piano. La música
no fluía. Traté de cantar. Las palabras eran monótonas, sin sentido,
inexpresivas. Mi alma no podía ser engañada tan fácilmente. Me faltaba la
energía del alma para crear.
Si no podía producir por mi misma los efectos que necesitaba, entonces
usaría los trabajos de otros. Yo había estudiado que los sonidos agudos y
fuertes pueden aumentar la inquietud y el temor, pero los sonidos del
viento, de la ondulación del mar y de la música clásica suave pueden orientar
nuestras frecuencias de energía en sincronía con vibraciones más tranquilas.
Coloqué campanillas de viento. Introduje sonidos musicales, apenas
perceptibles, en mi hogar, en mi oficina y en mi auto. Llené botellas
decorativas con agua de colores y las coloqué en una ventana. Ahí el sol
reflejaba los colores sobre mí mientras trabajaba. También agregué en mi
hogar y en mi guardarropa colores morados, verdes y azules, los colores
importantes para sanar y para mantener el equilibrio.
La ansiedad y el persistente temor que me habían acompañado
constantemente habían disminuido. Convencida de que una salud mental
más positiva era, por lo menos en parte, resultado de haber introducido
colores y sonidos terapéuticos y estabilizadores en mi vida, incorporé la
investigación sobre estos métodos no tradicionales en la enseñanza y la
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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práctica. Alentaba a quienes se sentían inquietos y ansiosos, así como
también a quienes proveían cuidados a personas ancianas y agonizantes, que
probaran estos métodos y que observaran si eso disminuía la inquietud y
aumentaba la tranquilidad en dichas circunstancias. Las respuestas positivas
fueron notables.
Después de notar el mejoramiento en los patrones de sueño, y la
disminución de las noches en vela, atribuidos a las noches en que ponían
grabaciones de las olas del mar, y viendo los efectos positivos de haber
introducido colores y sonidos terapéuticos y estabilizadores aun en
pequeñas cantidades, una empleada del área de cuidados a largo plazo
decidió aumentar dramáticamente la cantidad de azul en el ambiente de sus
residentes ancianos más inquietos. No sólo empezaron a usar ese color en su
ropa de cama y en decoraciones, sino que lo usaron de diversas maneras
durante la comida, incluyendo vajillas adornadas con azul y jarras azules
para el agua potable. Estaban convencidos que este cambio en el color les
había ayudado a disminuir la fatiga a la hora de la comida, como así también
durante todo el día.
Al estudiar el color, descubrí que al incrementar la belleza en nuestras vidas,
no solamente mediante el uso de colores y música, sino también de otras
maneras, como agregar flores y fragancias, podemos estimular las
endorfinas, la propia sustancia del cuerpo tipo morfina. Al estimular las
endorfinas, podemos disminuir sentimientos depresivos y mejorar el humor.
Llegó a ser importante para mí entretenerme y sentir el aroma de las flores
silvestres a lo largo de mis caminatas.
Cuando mis hijos eran pequeños, la primavera siempre se hacía presente en
mi cocina con un ramillete de flores silvestres. ¿Cuántos días habían pasado
desde que había recibido esos preciosos impulsos de amor? ¿Cuándo
cesaron esas pequeñas manos de ofrecerme florecitas?
Mis hijas ya no eran pequeñas. ¿Cuándo habían crecido? Yo había estado
abstraída desde hacía mucho tiempo. Era tiempo de volver, tiempo de
despertar. Era tiempo de poner algunas flores sobre mi repisa.
Mi tía me envió un casete. Las canciones habían sido escritas, arregladas, e
interpretadas, por una de las religiosas de su comunidad.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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“Yo estoy en el arco iris y estoy en la lluvia.
Estoy en tus sueños rotos y en tu dolor.
Estoy en tu duelo y vengo para mostrarte el camino.
Estoy en y soy parte de todo y estoy en ti para quedarme.” (5)
Volví a recordar el arco iris y comencé a respirar en los colores. Invité a
entrar al rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, índigo, y violeta. Le di
permiso a cada color para penetrar en mi ser, llenar cada célula, y
reemplazar la oscuridad de duelo albergada allí. Necesitaba la energía
curativa de cada color. Le pedí a cada célula abrirse para recibirlos, y
resonar con su misma frecuencia apacible.
Inhalé los colores vibrantes que me rodeaban. Invité al azul del cielo y al
verde de los bosques y el pasto a equilibrar y sanar mi dolor emocional. Pedí
al rojo y al naranja que me conectaran a la tierra y que sanaran mi dolor
físico. Inhalé el amarillo para tomar valor, y pedí al morado majestuoso de
las montañas que sanara mi alma herida.
Respirando en el arco iris, descubrí que yo también era un arco iris, que
distintas áreas de mi cuerpo recogían los diversos colores en el universo y, a
la vez, los reflejaba de vuelta. Podía sentir mi cuerpo desbordarse de colores
y rodearme con ellos. Podía verlos moverse a través de mí y mezclarse con
los colores circundantes en otros y en la naturaleza.
Al descubrir que las meditaciones de color sanaban, comencé un ritual
matutino regular del color. En la cima de una colina distante, con los brazos
alzados hacia el universo, rogué para que la Energía del Espíritu del Creador
me llenara de la luz dorada. El dorado es el color más frecuentemente
asociado con lo Divino. Al fluir la luz, descubrí dentro de mí centros de
energía, cada centro lleno de su propio color brillante, pero fusionándose
con el inmediato y extendiéndose más allá de mí. En cuanto la luz dorada
entró en mi corona, se convirtió inmediatamente en violeta vibrante,
llenando mi cabeza completamente, pero convirtiéndose en índigo al
moverse desde mi frente hacia la garganta. Aquí la luz se hizo azul cobalto,
para fundirse en un verde brillante que saturó el centro de mi corazón. El
verde se hizo amarillo en el plexo solar, y luego naranja justamente arriba de
mi hueso púbico. El naranja se fusionó con un rojo brillante que inundó mis
piernas y penetró en la tierra.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Agradecida por la energía, pedí que se me concedieran los dones del
Espíritu, así podría usarlos para desplazarme más allá de mi sufrimiento,
para mi propio bien y el bien de Todos. Descubrí que los dones del Espíritu
estaban dentro de mi cuerpo. Encontré sabiduría en el violeta del centro de
mi corona, comprensión en el índigo del tercer ojo en mi frente, y
conocimiento en el azul de mi garganta. Encontré compasión en el verde del
centro de mi corazón, valentía en el amarillo de mi plexo solar. Descubrí
creatividad para ser usada con humildad en el centro anaranjado de la
reproducción. Quedé turbada de asombro y del amor del Creador, y de toda
la creación, cuando me conecté al universo en el rojo de mi raíz chacra.
El universo existía en mí y yo en el universo. Dios existía en mí y yo en Dios.
Yo era un holograma. Estaba fascinada de enterarme que otros creían de
manera similar y comencé a encontrar evidencia para apoyar la convicción
de Bohm, (6) que el universo entero estaba estructurado como un
holograma.
En El Universo Holográfico (7) Michael Talbot cita a Karl Pribram en una
entrevista en Psychology Today. Karl comentó, “No es que el mundo de las
apariencias esté equivocado; no es que no haya objetos ahí, al nivel de la
realidad. Es que si uno penetra y observa el universo con un sistema
holográfico, obtiene una vista diferente, una realidad diferente. Y que otras
realidades pueden explicar cosas que han permanecido hasta la fecha
científicamente inexplicables: fenómenos paranormales, concurrencias, y
coincidencias aparentemente significativas de sucesos.” Mi mundo ya no era
el mismo al que había pertenecido. El mundo era Sagrado y yo no estaba
separada de él sino conectada al Todo.
Si yo era una parte de la totalidad, mi persona no sanada interfería con la
sanación del universo entero. Tenía la responsabilidad de sanar. Busqué
métodos para conseguirlo. Estudié técnicas de sanación por transferencia de
energía, primero para mi beneficio y luego para poder ayudar a otros.
Estudié reflexología. Practiqué para lograr tocar cada órgano del cuerpo con
tan solo frotar las plantas de los pies o las palmas de las manos. Estudié
iridología. Pasé algún tiempo con un médico que había llegado
recientemente de China. Él usaba un medidor de voltaje para probar la
energía en la oreja. Cuando él tocaba un punto particular sobre la oreja con
una sonda fina, el indicador sobre el monitor registraba el voltaje. Cuando el
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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voltaje bajaba de lo normal, indicando una disminución de la corriente de
energía, consultaba una figura de una oreja enorme. La figura de la oreja
estaba transpuesta sobre un diagrama del cuerpo entero. El médico
diagnosticaba precisamente el órgano afectado, basándose en la disminución
de corriente de energía del órgano, tal como indicaba el medidor y que
correspondía a la figura.
Estas prácticas se basan en la creencia que todo en el universo es una
repetición de la totalidad, y que la totalidad está contenida dentro de
cualquiera de las partes. Si se trata cualquiera de las partes, también se trata
la totalidad. El ojo, el pie, la mano y la oreja - cada uno se usa en el
tratamiento basado en el conocimiento del holograma. Todos los
tratamientos se basan en la comprensión de que la energía fluye a lo largo de
las líneas de energía, conocidas como meridianos. El Universo, la Tierra y el
cuerpo humano, todos son sostenidos por la energía que fluye a lo largo de
los meridianos.
Descubrí que yo también era una sola con la energía del Todo, y conectada a
todos los otros campos de energía en el universo entero. ¿Si yo era una sola
con el universo, estaba el universo y quizás incluso el cielo, en mí?
Yo estaba fascinada por la teoría de Albert Einstein, (8) que la energía no
puede ser creada ni ser destruida, únicamente transformarse. Necesitaba
saber más sobre la energía. Necesitaba descubrir por mí misma si la energía
de la vida, tan profundamente factible en una vida joven, y tan obviamente
invisible en la muerte, podría desde luego ser transformada. ¿Podría la vida
continuar después de la muerte? ¿Podría la vibrante energía que era mi hijo
ser transformada?
Con el correr de los años, escuché a pacientes agonizantes describir visitas
recibidas de miembros de la familia que habían fallecido. Estas experiencias
se diagnosticaban comúnmente como alucinaciones, pero mi certeza interior
siempre había desafiado tales explicaciones simplistas como una “salida
fácil” y dentro de la zona de comodidad.
Mi disposición para “escuchar” historias paranormales rodeó mi vida
profesional y personal con gente deseosa del alivio que viene cuando alguien
les cree. Después de haber sido resucitado, un hombre joven contó que había
sentido que su espíritu había abandonado su cuerpo físico y se había
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
entristecido cuando fue compelido a volver. Un amigo dijo haber visto una
luz moverse desde el cuerpo de su padre al momento de morir, y estudiantes
y colegas compartieron sus observaciones sobre “evidencias” del espíritu
partiendo cuando un paciente muere.
Un movimiento para explorar este terreno condujo a investigaciones sobre
experiencias cercanas a la muerte, conducidas por Elizabeth Kubler Ross, (9)
Raymond Moody, (10) Melvin Morse (11) y Kenneth Ring. (12) La
documentación de las descripciones de “experiencias de muerte” de
individuos devueltos a la vida después de largos períodos de muerte clínica
(la ausencia de todas las señales vitales fue confirmada médicamente) ha
mostrado una considerable consistencia. Sus hallazgos hablan
convincentemente en favor de una existencia espiritual después de la
muerte física.
En Life At Death –A scientific Investigation of the Near Death Experience, y
Heading For Omega, (13) Kenneth Ring describe un patrón particular acerca
de la experiencia de muerte. La persona siente una separación del cuerpo
físico y llega a estar consciente de un sentimiento de tremenda paz y
bienestar. La persona comienza a sentir que su conciencia – el yo verdadero,
flota sobre el cuerpo físico, y es capaz de verlo objetivamente, casi como un
espectador. El yo verdadero comienza a moverse a través de un túnel
oscuro, propulsado rápidamente hacia una brillante y hermosa luz áurea o
blanca. La luz emerge y es sumamente agradable mientras pulsa y envuelve
de amor a la persona. El individuo experimenta una revisión panorámica de
su vida que contiene virtualmente cada experiencia. Ve la vida
objetivamente —como lo era realmente— y ve los efectos de sus acciones
sobre otros. La condición de una vida bien vivida se medía de acuerdo a cuán
bien él o ella amó.
La persona podría también encontrar un pariente o un personaje religioso
de algún tipo, y ser requerido de tomar una decisión sobre continuar con la
experiencia o regresar a la vida física. La decisión parece depender
frecuentemente del individuo. En algunos casos, se le comunica a la persona
que él o ella debe volver, que todavía no es tiempo.
Estos investigadores enfatizan que, mientras las experiencias cercanas a la
muerte han sido estudiadas principalmente en Occidente, esto no se limita
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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de ninguna manera sólo a la gente Occidental. La gente de todas las culturas
ha reportado sobre ello de manera semejante.
Al escudriñar la literatura, descubrí que las percepciones descritas por
quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte no pueden ser
explicadas por medios normales y sugieren que profundos sucesos
paranormales tienen lugar durante esas experiencias. La gente
frecuentemente vuelve de una experiencia así con información que de
ninguna manera posible hubieran podido obtener. Algunos han reportado
haber visto parientes difuntos que no tenían ninguna idea que hubiesen
muerto; otros cuentan haber encontrado parientes, como una hermana
bebé, de la cual no tenían conocimiento.
Los numerosos informes y su consistencia sugieren que algo muy real
sucede. En opinión de los Doctores Kubler-Ross y Kenneth Ring, la gente que
sobrevive la muerte clínica posee después una total certeza interior que la
muerte no existe de la manera que ellos la habían imaginado. El mensaje que
transmiten es que no debemos temer a morir, que la muerte es apacible,
hermosa y una experiencia gloriosamente trascendente.
El Dr. Melvin Morse ha presentado centenares de casos de niños que han
tenido experiencias cercanas a la muerte. Todos los niños hablan de que se
dirigían hacia una luz que parecía estar “repleta de sabiduría, perdón y
amor.”
Como madre, yo necesitaba esta certeza. Ansiaba saber que lo que mi hijo
tuvo que experimentar cuando abandonó su cuerpo físico no lo había
aterrorizado, que no había estado solo en el proceso y, principalmente, que
estaba en un lugar de amor.
El Dr. Morse informa que después de la resucitación, los niños
frecuentemente describen como todo en el mundo conviene en una luz
reluciente. Al entrevistar a estos niños más tarde en sus vidas, descubrió que
ellos rara vez ingieren alcohol o drogas, ya que entienden que estas
sustancias de algún modo obstruyen, más que acercar a la luz. Él, así como
también los Doctores Elizabeth Kubler Ross, Kenneth Ring, y Raymond
Moody transmiten su profunda convicción en alguna forma de existencia
consciente después de la muerte. De sus hallazgos deduje que la cognición es
el alma.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Mi estadía cerca del mar, mis paseos por el campo, y mis indagaciones sobre
las experiencias cercanas a la muerte, me convencieron que nada existe
separado de la Unidad, separado o aparte de la creación, de la totalidad.
¿Podría el alma pertenecer a un alma mayor, a una cognición más grande, a
un lugar celestial?
En el siglo 12, Hildegarda de Bingen (14) tuvo una visión de la consciencia.
Ella la vio, pero no en su interior, sino radicando fuera de sí misma. Tuvo la
visión de que la conciencia que fluye de nosotros nos conecta de persona a
persona y de la persona a todas las cosas, y nos mantiene siempre
totalmente en comunión con lo sagrado, en cada momento de la creación.
Siglos después, Carl Jung (15) (16) confirmó la visión de Hildegarda. Él y
otros han contribuido para crear una conciencia de una realidad mucho
mayor, una realidad de la cual en todo momento cada uno de nosotros forma
parte. Esta realidad, que contiene la conciencia de todo el tiempo, existe
porque nuestra conciencia se mezcla con la conciencia colectiva. La
conciencia colectiva está compuesta de todas las esperanzas, los sueños, las
aspiraciones, los conocimientos, las estrategias de sanación, los milagros,
etc. que han existido, existen y existirán. Todo lo que existe en la conciencia
es lo relativo ahora.
¿Podría la energía del alma de un ser querido estar tan próxima como las
vibraciones de otras ondas invisibles eléctricas y sonoras? ¿Vamos nosotros
lado a lado con nuestros seres queridos, incapaces la mayor parte del tiempo
de verlos u oírlos? He leído y he sabido de visitaciones, tanto durante el
sueño como en estado consciente, de seres queridos que han fallecido.
Un hombre joven que padecía una enfermedad terminal había recibido
tratamientos regulares de transferencia de energía. Yo lo había dejado al
cuidado de otra persona mientras pasaba algunas semanas cerca del mar
para restablecerme. Hacia el fin de las vacaciones desperté sacudida con una
certeza captada.
El joven iba ascendiendo mediante un tipo de escalera mecánica gigantesca.
Cuando pasó por el área donde yo estaba parada, detrás de una estructura
como una ventana, se volvió hacia mí, sonrió y se despidió con la mano. En la
parte de arriba, apareció un andén a la derecha de la escalera mecánica.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Mientras el filamento como una nube que rodeaba al andén se disipaba, vi a
mi hijo que permanecía al lado de una gran presencia reluciente. La
presencia dijo: “porque tú has dado amor incondicional, se te dará la
oportunidad de abrazar una vez más a tu hijo.” Yo abracé a mi hijo
cubriéndolo con todo el amor que era capaz de sentir. La sensación era
verdadera, no como un sueño. Por un momento sentí a mi hijo en su forma
corporal. Yo había orado por sentir esta experiencia. Había implorado por
ello. Hasta la fecha continúo disfrutando ese regalo.
Se me había mostrado que finalmente había aprendido los poderosos efectos
del amor incondicional - amar sin compromisos. Como madre, no siempre
había dado amor sin expectativas.
Yo había vislumbrado el cielo. Ya no podía dudar de esta realidad. Yo sabía
que mi hijo estaba ahí. Sabía que él estaba siendo orientado y protegido.
Yo había visto al Universo dentro de mí, y a mi alrededor, y había visto la
escalera mecánica ascendiendo. Sabía que algo del cielo existía en mí y a mi
alrededor. También sabía que algo del cielo existía fuera de esta dimensión.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Capítulo 12: Santificado Sea Tu Nombre
El infinito, cuando contenía todas las cosas,
En Nada y de la Nada todo lo creó,
¿Sobre qué base fue fijado el torno en el que giró esta esfera y moldeó tan
impecablemente?
¿Quién sopló los Fuelles de sus vastos hornos?
¿O quien sostuvo el Molde donde el mundo fue fundido?
¿Quién colocó su Piedra Angular? ¿O de quién vino la orden?
¿Dónde se apoyan los Pilares sobre los cuales se sostiene?
¿Quien delineó y bordeó la tierra con hermosura,
Con Ríos como Listones verdes del color de las esmeraldas?
¿Quién hizo los Mares y les puso límites, quien contuvo las aguas
como a una madeja de hilo dentro de una caja de Plata?
¿Quién extendió su cubierta o quien hiló sus cortinas?
¿Quién lanzó al Sol por esta senda?
- Edward Taylor (El Prefacio)
Antes del Segundo Concilio Vaticano, los rituales religiosos en la tradición
Católica Romana se llevaban a cabo con poca participación de la
congregación. Esta práctica se originó en la creencia que solamente los
sacerdotes ordenados eran considerados dignos de un diálogo directo con el
Omnipotente. Hablando en latín y de espaldas a la gente, cada acto
sacerdotal representaba la necesidad de un mediador entre la gente indigna
y su Dios. Mientras el coro interpretaba una misa cantada en latín, su
participación estaba separada también de la congregación, por el idioma, la
distancia, y la estructura física de un altillo.
Pero en ocasiones muy especiales, tal como el Domingo de Confirmación, y el
día de Corpus Christi, la congregación entera se levantaba en reverencia al
unirnos en una versión Inglesa de “Santo Dios Alabamos Tu Nombre.” (1)
Señor nuestro nos inclinamos ante ti.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Todos sobre la tierra acatan Tu voluntad, todos en el cielo Te adoran a Ti.
Infinito es Tu vasto dominio, perpetuo es Tu Nombre.
A la manera simplista de un niño, yo pensaba que en ocasiones como esta,
Dios podía escuchar nuestra devoción aún cuando fuera transmitida en un
idioma diferente del latín, el cual asumí que era el idioma hablado en el cielo.
El pavor creció cuando mi voz se unió al unísono con los centenares que
declaraban su admiración hacia el nombre de Dios y hacia las obras hechas
por nuestro Creador. Hasta la fecha me siento conmovida por la solemnidad
de esos momentos de veneración comunal, cuando recupero la reverencia de
esa gloriosa canción moviéndose en espiral desde el minúsculo domo de
nuestra iglesia hacia las catedrales del Reino.
La música y las canciones han sido siempre mis canales más claros para
transmitir y recibir mensajes al Divino. Desde muy pequeña, me fascinaba
cantar, y lo hacía cuando fuera y dondequiera que hubiese una mínima
oportunidad. Esos momentos de exaltar con canciones, fuera sola, o con la
comunidad entera de mi iglesia, y declarando mi admiración hacia nuestro
Dios, y hacia toda la Creación, han sido a lo largo de mi vida las experiencias
más sagradas. Pero por muchos años después de la muerte de mi hijo fui
incapaz de cantar. Los numerosos discos y casetes que solía escuchar rara
vez los sacaba de sus fundas. Las palabras no salían; la melodía no fluía. Las
palabras no eran las correctas; las melodías no se adaptaban a las
expresiones de mi alma.
Me descubrieron un crecimiento de mi glándula tiroides. La garganta se
asocia con la comunicación de nuestra voz, de nuestra verdad. Es la avenida
de la expresión, especialmente la expresión creativa. La glándula tiroides es
responsable del crecimiento y el progreso. Yo estaba bloqueando mi propio
crecimiento. Se me había dado un don. No lo estaba usando. No estaba
expresando quién era realmente, o en lo que realmente creía. No estaba
alabando de la manera correcta para mí. No estaba compartiendo con
palabras, o canciones, las Verdades Sagradas que ahora veía claramente. Mi
energía creativa bloqueada estaba trabada en una protuberancia en mi
garganta. Ese crecimiento anormal manifestaba una necesidad de cambio.
Un salmo conocido repercutió en mí. Aunque mi garganta no podía expresar
su voz, cada célula gemía mis sentimientos.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Escucha Señor el sonido de mi llamado;
Escucha y ten compasión.
Mi alma anhela Tu gloria;
Escucha Señor y respóndeme. (2)
Mi trabajo con los pueblos indígenas había aumentado. No podía ignorar una
conciencia instintiva y una reverencia hacia lo sagrado de las prácticas y el
poder de los métodos de sanación tradicionales. Estaba descubriendo una
conexión entre lo que estaba experimentando en mi viaje interior y lo que
estaba presenciando en sus prácticas. Ansiaba saber más sobre la relación
sagrada entre la humanidad y Toda la Creación.
Leí un folleto olvidado inadvertidamente por algún estudiante, colega, o
cliente. Me inscribí en un curso y con él vinieron muchos días gloriosos de
verano llenos de aprendizaje, a través del estudio de las antiguas prácticas
de Chamanismo. Guías y colaboradores poderosos del mundo del espíritu
habían estado en espera. Ellos alegremente aceptaron mi invitación. Porque
es solamente al ser convocados que ellos se hacen presentes. El creador ha
dado libre albedrío a la humanidad. La guía espiritual respeta nuestra
decisión.
El dragón me rodeó, me orientó, y llegó a ser visible de muchas maneras y en
diversos lugares. La mayoría de la gente educada dentro del cristianismo ve
a los dragones como seres maléficos, ya que lo único que llegamos a saber es
del dragón exterminado por San Jorge. El dragón es un símbolo complejo y
universal, visto como algo aterrador, pero a la vez controlable. El dragón es
tradicionalmente el Guardián del Poder. Hay un lado heroico en cada uno de
nosotros, que debe hacer frente a pruebas difíciles, con el fin de superar el
lado débil de nuestra naturaleza para alcanzar nuestros recursos interiores.
El dragón permite este conflicto. La simbología a ser descubierta en la
historia de San Jorge y el dragón es que, controlando al dragón
espiritualmente, llegamos a ser los guardianes de nuestro propio poder, de
nuestro propio futuro.
La lechuza me orientó en mis viajes al mundo subterráneo. La lechuza se
asocia con la estrategia y la sabiduría, y es capaz de ver en la oscuridad. Yo
necesitaba la protección y la sabiduría, y la buena visión en la oscuridad que
la lechuza podía ofrecer. La lechuza revoloteaba cuando estudié sobre la
pérdida del alma, y me orientó en mi incompetencia cuando practicaba la
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
recuperación del alma. Conociendo mi inexperiencia, la lechuza completó,
sola y sin impedimentos debido a mi carencia de habilidad y conocimiento,
las recuperaciones del alma. Dejándome sana y salva en un área protegida,
mi ayudante la lechuza buscó y volvió con la parte o las partes perdidas del
alma, encomendándome solamente la tarea de sellar el tesoro encontrado.
El espíritu del reno entró, dirigiendo mis experiencias al tiempo que yo
aprendía como extraer escollos del alma. Con su cornamenta en alto,
conectándonos al mundo superior, y con sus cuatro patas arraigándonos
firmemente al plano físico, viajamos con seguridad. Mi espíritu y el espíritu
del reno se fusionaron cuando extirpamos los escollos que impedían a otros
cumplir su misión en la vida. El reno me permitió aprender, no solamente a
extraer los escollos del alma de otros, sino a reconocer los míos propios. Del
reno aprendí la importancia de estar conectada al mundo espiritual, pero
también la importancia de estar conectada a la Tierra.
Cuando por primera vez usé la meditación a través del color para visualizar
los colores dentro de mi propio centro de energía, y cuando comencé a
identificar los colores que fluyen a mi aura, el morado, el color asociado con
el mundo del espíritu, era visible, pero los rojos y los naranjas, colores que
me conectan a la Tierra, estaban ausentes o, a lo mejor, opacos. Mi vida no
funcionaba. No podía expresar mis pensamientos con palabras claras, ni
podía manifestar mis ideas en la realidad.
Nosotros estamos destinados a vivir conectados a la Tierra. Se nos han
asignado deberes terrenales. Se nos ha encomendado aumentar la actividad
celestial sobre la Tierra. No podremos llevarlo a cabo si no somos una parte
firme de la ella y estamos profundamente afianzados en ella.
Un talentoso profesor me enseñó a ser como la gente erguida -los árboles, a
enviar mi pelo, como ramas, hacia el cielo, para conseguir energía espiritual.
Aprendí a dirigir las energías a través de mi cuerpo, y a pedirles que se
lleven todo lo que no me es útil. Aprendí a plantarme firmemente y a dirigir
la energía hacia las grandes raíces que se extendían desde las plantas de mis
pies profundamente hacia dentro de la Madre Tierra.
Aprendí que, sin estar conectada a la Tierra, yo no era capaz de manifestar
en la realidad las ideas de la mente. Sin esta unión, nos desconectamos de la
fuente que alimenta nuestro Fuego Sagrado. Pero cuando nos establecemos
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
firmemente y mantenemos nuestra conexión con la Madre Tierra, el temor y
el sufrimiento son arrancados de nosotros, y a la vez recibimos el
combustible requerido para desarrollar totalmente nuestros talentos y
habilidades.
Cuando somos agradecidos por los dones sagrados que se nos han dado,
cuando damos incondicionalmente y con lo mejor de nuestro potencial, y
cuando celebramos con gozo nuestra Unidad con el Universo, santificamos la
fuerza co creativa interior, la Llama Eterna del Gran Misterio, el Creador, del
cual nuestra Sacralidad es una parte.
Algunos meses después de acoger a mi guía el reno, descubrí, Los Latidos del
Corazón de la Creación: Siguiendo al Espíritu del Reno (3) de Linda Schierse
Leonard. Por ella, reconocí que la capacidad del reno para encontrar su
camino entre la maleza y sobrevivir los más crudos inviernos era una guía
ejemplar a seguir. Reflejada dentro de los ojos apacibles del reno había una
imagen de lo que yo debía llegar a ser. Necesitaba recobrar y confiar en mis
propios instintos. Mi guía el reno me exhortaba a creer como la gente reno lo
hace. Si yo permitía al espíritu reno orientarme, quizás como Leonard
prometió, “imágenes de esperanza y paz” podrían inspirarme una vez más, y
yo sería capaz otra vez de “honrar y afirmar la vida.”
El Dr. Leonard enfatiza que “La imagen del reno moviéndose a través de la
estepa sugiere la posibilidad de supervivencia y una renovación de la
confianza y seguridad. Nada excepto la extinción puede parar al reno en su
migración anual con un fin determinado. Las imágenes enfatizan la gracia
salvadora del silencio, del espacio, y de la soledad. Nos da una visión de otro
mundo, uno que aún no ha sido contaminado por la desesperación, en el cual
nosotros también podríamos avanzar con libertad”. (4)
Las pinturas rupestres indican que el hombre probablemente siempre ha
necesitado de animales auxiliares y otros espíritus guías para su orientación
y protección. Por su patrón de vida, su hábitat, y sus instintos naturales, los
animales guías pueden dirigirnos hacia y durante nuestro recorrido
espiritual. Viviendo en una existencia simbiótica con los animales, nuestros
ancestros aprendieron a reconocer que nada existe aisladamente. Cada parte
de la creación es una parte esencial y entrelazada. Cuando cada parte da y
recibe con su mejor potencial, el Todo existe en un equilibrio apacible y
abundante.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Mientras más aprendía, más reconocía cuán sacramental era el Chamanismo.
Mientras más lo practicaba, más consciente era de lo Sagrado dentro de mí y
dentro de toda la creación. Mientras más consciente era de lo Sagrado, más
estrecha era mi relación con el Creador. Mientras más conectada me sentía a
todo en la creación, más conectada me sentía a Jesús y sus enseñanzas. Yo
veía en sus palabras y obras, contenidas dentro de un marco de amor, un
deseo de comunicar la sabiduría tradicional de lo Sagrado dentro del Todo.
Cuando primero comencé a estudiar las Religiones Terrenales fui
inmediatamente atraída hacia el misticismo de estas prácticas tradicionales,
pero aún me preguntaba dónde estaba Jesús en todo esto. Divagué.
Yo era una sanadora tradicional, rodeada por una luz clara de cristal que
fluía desde un enorme círculo de Seres Sagrados que sobrevolaban arriba de
mí. Jesús estaba en ese círculo. Buda estaba en ese círculo. El círculo de Seres
Sagrados al que Jesús y Buda pertenecían estaba como cercado. El
resplandor áureo que brillaba sobre ellos venía desde arriba de ellos.
Yo recibí sanación del Chamanismo. Esta vez, no solamente mi visión del
mundo sino también mi mundo, estalló. Por tres días la magnitud de la vida
que me rodeaba se hizo más real, más grandiosa, más viva de lo que habría
creído posible anteriormente. Yo era parte de los árboles, de las rocas, del
lago. Podía ver, oír y sentir los árboles, las rocas, el lago. Su energía me rodeó
y estuvo dentro de mí. Y podía ver, oír, y sentir mi energía, mi aura, dentro
de los árboles, de las rocas, del lago.
Ya no estaba sola. Estaba en el Universo y el Universo estaba en mí. Era parte
del Todo. Pero era libre.
Había sido liberada de los obstáculos espirituales. Las partes separadas de
mi alma habían vuelto, y habían traído consigo las características que se
habían alejado. Mi alma fragmentada había sido reparada. Ya podía recobrar
mi totalidad. Ya podía recobrar los dones de mi alma. Mis talentos y
habilidades habían sido liberados de las cadenas de su prisión. Mi alma
rescatada podía expresar totalmente su voz creativa. Una vez más, podía
recibir una guía mediante las canciones que suavemente flotaban en mi
conciencia. Una vez más podía proclamar con canciones la gloria del Señor.
Había descubierto, como San Ireneo, que “la gloria de Dios es el hombre
plenamente vivo.” (5)
131
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Yo estaba viva, más viva de lo que había estado desde niña. Había trabajo
que hacer. El tiempo era importante. Tenía dones para compartir. Ya no
podía ocultar más mis talentos detrás de una protuberancia en mi garganta.
Tenía que manifestar la gloria que existía dentro de mí.
Yo había implorado a Jesús que me mostrara el camino. Jesús me había
invitado a penetrar la realidad de Dios. Yo había aceptado la invitación.
Mirando profundamente y escuchando atentamente, me había liberado de
los vínculos de la ceguera creada por el temor y el sufrimiento, forzosamente
aplicada por una tradición religiosa más enfocada en reforzar una creencia
dentro de su monopolio de la verdad, que en orientar a cada individuo en un
proceso que purificaría e iluminaría las brasas humeantes de su Llama
Eterna.
Como enfatizó Thich Nhat Hanh en Buda Viviente, Cristo Viviente (6) no es
ni el Budismo ni el Cristianismo, sino las vidas de Jesús y Buda lo importante
para nosotros, porque seres tan humanos como ellos vivieron de maneras en
las que nosotros también podemos vivir. Jesús y Buda existían en Unidad
con lo Divino dentro de ellos. Cuando nos hacemos totalmente humanos
llegamos a estar en solidaridad completa con lo humano y lo Divino de Jesús.
Thich Nhat Hanh afirma acerca de Buda: “Él era humano, pero, a la vez, se
convirtió en una expresión mayor del espíritu de la humanidad.” “Cuando
estamos en contacto con el espíritu más alto dentro de nosotros, también
somos un Buda, llenos del Espíritu Santo, y nos volvemos más tolerantes,
más abiertos, más profundos, y más comprensivos.”
Yo había soñado con la Llama Eterna dentro de mí, bloqueada de fulgurar
por gigantescas puertas encadenadas de acero. Tanto Jesús como Buda se
referían a sí mismos como una puerta. Ambos son maestros que muestran el
camino. Ellos mostraron cómo abrir la puerta. Fueron ejemplo de amor,
comprensión, valentía y aceptación.
Un profesor me enseñó que cuando uno viaja al oriente tiene la oportunidad
de encontrar la Puerta Dorada, la puerta que conduce a todos los niveles de
comprensión y conciencia. El Oriente es donde el Abuelo Sol nos saluda cada
mañana, nos baña, si lo permitimos, en la bondad del nuevo amanecer. El
Abuelo Sol nos envía los rayos dorados de la energía masculina que
necesitamos (seamos hombres o mujeres) para vivir en la totalidad. Con el
desarrollo de nuestros aspectos masculinos, utilizamos más plenamente las
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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habilidades del lado izquierdo del cerebro. Pensamos más lógicamente,
somos capaces de comprender y aplicar conceptos. Funcionamos de una
manera organizada, y vemos más claramente cómo las ideas pueden pasar
del mundo del pensamiento al mundo de la acción. Cuando las energías
masculinas surgen en nuestro cuerpo llegamos a ser como guerreros.
Llegamos a ser buenos líderes, y protectores, y avanzamos con valentía
contra el temor a la limitación.
Jamie Sams (7) es una talentosa profesora que guía nuestro viaje por las tres
etapas que conducen a la iluminación encontrada más allá de la Puerta
Dorada de Oriente. Nosotros recorremos la primera etapa usando cualquier
destreza y habilidad que poseamos. Cada esfuerzo por desarrollar y
compartir nuestros dones es premiado con la energía que expande más su
desarrollo. Nosotros progresamos hacia la segunda etapa arrancándonos los
venenos de daños pasados. Los viejos resentimientos crean las toxinas que
supuran, y mantienen nuestras heridas interminablemente abiertas. Buscar
y usar estrategias de sanación nos ayuda a superar la segunda etapa hacia la
Puerta Dorada. La tercera etapa hacia la iluminación es compartir. Debemos
compartir lo que tenemos. Debemos compartir nuestro tiempo, nuestra
energía, y nuestras habilidades. Debemos dar en gratitud, por todo lo que se
nos ha dado.
Pasar a través de la Puerta Dorada es moverse hacia la Luz Dorada del
Conocimiento. El Conocimiento es la fusión de la sabiduría con la
comprensión obtenida a través de la experiencia. La Luz Dorada del
conocimiento irradia desde el resplandor del Fuego Sagrado interior. Pasar
por la Puerta Dorada es pasar por la Puerta de la Verdad. Es llegar al lugar
donde no hay limitaciones, ni temores, ni dudas.
Atravesar la Puerta Dorada de la Verdad es, creo, a lo que el poeta místico
William Blake se refería cuando escribió, “Si las puertas de la percepción
fueran limpiadas, el hombre vería todo tal como es, infinito.” (8) Nuestra
percepción está compuesta de pensamientos y sentimientos, creencias y
actitudes que son únicas a cada uno de nosotros, y que se basan en nuestras
experiencias pasadas. Nuestra percepción nos puede dar una visión alterada
de la realidad. Blake creía que mientras más limpiemos de expectativas los
lentes opacos de nuestra percepción, estaremos mejor capacitados para
salirnos de lo mundano, y para aprovechar la fuente de creatividad infinita.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Ir más allá del umbral de las limitaciones, el temor y las dudas es vivir con
valentía espiritual tal como se describe en Fuego en el Alma (9) de Joan
Borysenko. “La valentía espiritual crece mediante nuestra voluntad para
seguir recordando, para seguir buscando lo sagrado detrás de todas las
aparentemente mundanas y aun terribles facetas de la vida.” Borysenko
comenta que la valentía espiritual es más que la fe de sentirnos finalmente
seguros. Es también la certeza interior de que es así. Ese conocimiento es el
conjunto de todas nuestras experiencias, sueños, descubrimientos fortuitos
y la práctica de recordar - que es parte de nuestro conocimiento del alma.
Yo creo que cuando hacemos un verdadero esfuerzo para avanzar hacia la
Puerta Dorada de la Iluminación, se nos dan vislumbres de la realidad
contenida más allá. Mientras más nos acercamos al umbral, más aumenta el
deleite del descubrimiento fortuito, y nos hacemos más conscientes de la
verdad que encierra el dicho “la coincidencia es la manera que usa Dios para
permanecer anónimo.”
En los momentos en que estamos plenamente enfocados en la vida es
cuando experimentamos el infinito. En estos momentos no conocemos el
temor. Cuando experimentamos el amor, la alegría, la gratitud, la compasión,
la paz, y la belleza, entramos en contacto con una realidad mayor. Cuando
contemplamos extasiados un amanecer, o admiramos la belleza salvaje de
una bandada de gansos agitando sus alas al volver al Norte, trascendemos
nuestro propio ser y conocemos la Unidad en una forma mayor. Cuando nos
maravillamos, estamos santificando al Creador por cada momento pleno de
esplendor.
Nosotros podemos aprender a aplicar las lecciones del Oriente cuando
necesitamos comenzar nuevamente. Cuando una etapa es nueva ocupa toda
nuestra atención. Una de las lecciones más importantes del Oriente es la de
aprender a enfocar nuestra atención. Cuando niño, uno sabe instintivamente
como hacerlo. Nos dejamos absorber completamente al examinar cada
nuevo aspecto a nuestro alrededor. Nuestra conciencia total queda
sumergida en la mariposa, la hoja, la piedra. Nuestro “pequeño hermano
ratón” hace lo que hace con todo su pequeño ser. Nosotros podemos
aprender con su guía cómo poner atención al momento. Cuando estamos
enfocados en el momento, todos nuestros sentidos se implican en lo que
hacemos. Es este alto grado de atención, esta dedicación completa a lo que
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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hacemos, lo que aumenta nuestras capacidades. Es la práctica de ser
contemplativo.
La contemplación es mejor conocida, sin embargo, como una práctica
meditativa Zen para desviar la conciencia de lo mundano a lo infinito. Pero
sin importar qué método tradicional usemos, prestar atención, dejándonos
absorber completamente por el momento preciso de una acción, de una
experiencia, es una estrategia muy fortalecedora. Mantenerse enfocado en el
presente, nos libera del dolor del pasado, y nos previene de gastar energía
preciosa en temores futuros. La contemplación nos conduce a la Puerta
Dorada de la Iluminación.
Aunque durante mucho tiempo estuve convencida del potencial sanador de
esas prácticas, no fue sino hasta hace poco, estando con mi madre en su
jardín, que entendí totalmente el “sobrecogimiento” del momento
contemplativo. Cuando mi madre, por entonces casi en sus noventa años, se
detuvo mientras observaba una rosa, quedé suspendida por encima de la
realidad por la experiencia en lo sagrado de la unión desplegada entre mi
madre y la flor. Yo sabía que ella percibía al Creador en su obra. Y sabía que
al percibirlo ella estaba santificando el nombre de su Dios. En ese momento
presencié la Unidad de nuestra condición humana con la plenitud de nuestra
verdadera realidad. En ese momento aprendí la lección de la contemplación,
una poderosa lección del Oriente.
No es coincidencia que los maestros mellizos del Oriente sean el ratón y el
águila, una de las criaturas más humildes y la otra de las más nobles.
Nosotros debemos recorrer muchas veces en la vida el Oriente de la Sagrada
Rueda Medicinal a fin de reconocer nuestra propia vulnerabilidad y la de
otros. Pero mientras no se haga el viaje al Sur, el lugar del corazón, para
aprender sobre el sacrificio, la sensibilidad, y el amor incondicional,
estaremos llenos de un falso sentido de grandeza personal como para poder
ayudar verdaderamente a la gente. Hasta que no viajemos al Poniente en
busca del poder personal, y del uso correcto del poder, y hasta que la
sabiduría del Norte no sea reunida, no podremos verdaderamente estar al
servicio de los demás. De hecho, la esencia de lo que es ser humano es
servir. Esa es la mayor lección de la Rueda Medicinal.
Tal como los círculos de piedra y los laberintos, y otras formas de círculos
sagrados encontrados alrededor del mundo, las Ruedas Medicinales se
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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vinculan a la cosmología de los pueblos. Estas formas circulares nos
muestran cómo movernos hacia el centro de nuestro propio ser. Nos ayudan
a alinearnos con las fuerzas que crearon y sostienen la tierra.
Las ruedas también proveen un modelo para lograr el equilibrio en
cualquier tarea. Al usarla para orientar actividades, esas actividades se
equilibran.
Las Ruedas Sagradas se basan en las cuatro direcciones y cada lado
representa una cualidad particular. Las direcciones son símbolos
arquetípicos de las diversas cualidades que se combinan para formar una
totalidad. Los círculos simbolizan estas cualidades en una variedad de
maneras (colores, espíritus, animales, tiempo, y símbolos del zodíaco) pero
todos nos muestran que las diferentes cualidades se combinan para crear
una totalidad. Las cuatro direcciones pueden subdividirse en otras,
múltiplos de cuatro, que a la vez crean ocho, dieciséis, o veinticuatro
secciones, para representar más diversidad. Ya que estas cualidades
diversas están todas igualmente equilibradas alrededor de la rueda, ésta
ofrece un sistema para integrar la diversidad dentro de una totalidad
armoniosa.
Mientras en América del Norte generalmente asociamos la Rueda Medicinal
con las enseñanzas de los indígenas americanos, diversas culturas alrededor
del mundo han usado y continúan usando la rueda para explicar el
funcionamiento del universo. Algunos ejemplos incluyen la Rueda Celta, la
Rueda Romana de la Fortuna y la Kalachakra Tibetana.
Los celtas, un pueblo tribal de Europa y las Islas Británicas del siglo 4 antes
de la era cristiana, crearon una Rueda Sagrada para representar su creencia
de que el universo descansaba sobre una rueda y las cuatro de direcciones.
(10) Una extensión de esta rueda puede encontrarse en las enseñanzas de
las Diosas Celtas. Arianrhod, conocida como la Diosa de la Rueda Plateada,
llegó a estar asociada con la rueda que los celtas encontraron en el cielo.
(11) Nosotros conocemos esta rueda como la Vía Láctea.
El calendario Azteca fechado en 1011 DC se asocia con los Indios Aztecas de
México. Esta rueda tiene ocho divisiones en su capa exterior y cuatro
divisiones principales en el anillo interior. La rueda refleja la visión Azteca
del cosmos, con el dios sol en el centro. Los cuatro símbolos alrededor del
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
dios sol representan los cuatro elementos, tierra, viento, fuego y agua. (12)
La Rueda Romana de la Fortuna era central para el antiguo concepto
Romano de justicia.
Esta rueda estaba basada en los doce signos del zodíaco y mostraba la
relación de sucesos sobre la Tierra con el movimiento de las estrellas en las
constelaciones. (13) La rueda sigue la regla de usar múltiplos de cuatro para
determinar los puntos sobre el círculo. La cualidad de los signos del zodíaco
demuestra metafóricamente la energía usada en hacer la totalidad.
Otra rueda que orienta a la gente respecto al universo es la Kalachakra
Tibetana. La Kalachakra, también conocida como la Rueda del Tiempo, es
una detallada pintura de arena creada por los lamas y monjes Budistas
Tibetanos. Esta pintura de arena es un modelo de círculos dentro de otros
círculos, con ocho círculos contenidos dentro del círculo más amplio. Hay
cuatro divisiones centrales en el interior de la rueda diseñada con los
colores rojo, amarillo, blanco y negro. (14)
La Rueda Darma de los Budistas Tibetanos representa el proceso de
desarrollo personal. Esta rueda muestra el ciclo que la gente debe pasar en
su búsqueda de claridad interior. (15)
Los Yoruba son una tribu de África occidental del área ahora conocida como
Nigeria. La Rueda de Yoruba es parecida a la Rueda Romana porque es un
medio de adivinación. Su rueda está dividida en cuatro divisiones
principales, basada en las cuatro direcciones, con cuatro subdivisiones
adicionales. La Rueda de Yoruba transmite la unidad del cosmos de Yoruba y
se usa para llamar a los espíritus de esa dirección. (16)
Las ruedas Lakota y Tsalagi son probablemente las más conocidas de las
Ruedas norteamericanas de Medicina Indígena. Las cuatro direcciones son la
base de estas ruedas. Palabras, animales, las estaciones del año y los colores
se usan para simbolizar las cualidades de los diversos puntos sobre la rueda.
(17)
Hace algunos años, tuve un vívido sueño que permaneció en el primer plano
de mi conciencia. Con cada nueva experiencia, con cada sueño subsiguiente,
ganaba más sabiduría. Pero sólo cuando estudié la Rueda Medicinal logré
una mayor comprensión.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Un gallo había entrado, transformándose súbitamente en pavo real.
Desplegando un plumaje brillante, desfiló hacia el escenario. El plumaje
resplandeciente emergía desde su mismo centro, bañándolo en un
resplandor luminoso de entusiasmo y energía. Tan repentinamente como
apareció, la magnífica criatura estalló en llamas. Del núcleo de las cenizas
desintegradas apareció mi cara.
Yo estaba abrumada por la necesidad de comprender el simbolismo. No
tengo un amplio conocimiento de mitología y nunca había oído del fénix, el
pájaro mítico que resurgió de sus propias cenizas. Pero sabía que este sueño
era demasiado importante para quedarse sin una interpretación, que este
sueño era de algún modo transformador. Emprendí el estudio de los sueños.
Me prometí ser una estudiante modelo de ahí en adelante si, durante el
primer día, el instructor descifraba las asombrosas imágenes.
El gallo representa generalmente el símbolo de un nuevo día. Ver aparecer
uno en el sueño anuncia un nuevo comienzo, un viaje por el Oriente. El
cambio del gallo a fénix indica un crecimiento de comprensión de lo simple y
llano a lo hermoso del ave vistosamente emplumada. El ave fénix simboliza
una necesidad de morir para poder vivir íntegramente, una necesidad de
abandonar lo viejo antes que lo nuevo surja. El fénix representa el renacer, la
inmortalidad, la resurrección, todos los símbolos del Oriente. Todo nos
recuerda que después de la oscuridad viene el amanecer.
Cuando mis días no eran más que lamentos, búsqueda y ruegos, yo gritaba
clamando: “Oh, Dios ayúdame. Muéstrame el camino. No sé qué quieras de
mí, pero haré lo que sea. Lo he intentado por mi misma y no puedo avanzar.
Mi vida no funciona. Mi vida es un caos. Cualquier cosa que quieras de mí lo
haré. Tan solo sé claro conmigo, parece ser que soy muy ciega y muy
limitada de oído, pero me rindo. No puedo hacer esto sola. Necesito
desesperadamente que me muestres lo que quieres de mí, y cómo hacerlo.
Por favor, trae a mi vida la gente que necesito, y por favor condúceme a la
gente que necesita de mis dones.”
Desde dentro de mi sombría y oscura existencia no fui capaz de reconocer lo
que mucho tiempo después llegué a saber. Darse por vencido, la cesión total
del control, el reconocimiento del poco control que realmente tenía de todas
maneras, anunciaban los primeros rayos de la mañana. Ahora recuerdo que
había asistido a una conferencia sobre el significado de la palabra “Amén.” El
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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conferencista tradujo Amén como dejarse caer en los brazos de Dios. Llegué
a sentirme como un niño confiado lanzado al aire por un padre afectivo.
Había llegado al punto donde, aunque no sabía cómo, confiaba en que
aterrizaría en los brazos abiertos de un Creador afectuoso.
Ahora sé que el sueño del fénix no es extraño entre quienes intentan
subsistir frente a circunstancias adversas. Siempre les pido a las personas
con quienes trabajo que lleven un registro y hagan un diario de sus sueños.
He escuchado sus historias del fénix. Les ofrezco las esperanzas y promesas
que aporta el sueño del fénix.
Cada uno de nosotros tiene la capacidad de renovarse, de comenzar
nuevamente el viaje a Oriente. Podemos transformarnos a nosotros mismos
y nuestras vidas independientemente de lo que hayamos pasado.
A lo mejor el propósito real de nuestro sufrimiento es que, a partir de
nuestro dolor, resurgiremos como el fénix. Tal vez el verdadero propósito de
nuestro sufrimiento sea que, en nuestra transformación, recibiremos nueva
visión, nueva percepción, nuevos conocimientos, nueva conciencia. Y quizás
el propósito verdadero de nuestro sufrimiento sea que mientras nuestras
llameantes experiencias convierten nuestras viejas nociones en cenizas,
podamos glorificar al Creador de maneras siempre nuevas y maravillosas.
Porque solamente entonces podremos servir verdaderamente a los demás.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 13: Venga A Nosotros Tu Reino
Hay un íntimo centro en todos nosotros
Donde la verdad mora plenamente.....y “saber”
Más bien consiste en abrir una brecha
Por donde el esplendor encarcelado pueda escapar,
Que en generar una entrada para una luz,
Que supuestamente está fuera.
- Robert Browning (El Esplendor Encarcelado)
En 1945, un muchacho que excavaba un hoyo para extraer fertilizante de cal
cerca del alto Nilo descubrió una vasija enterrada. La vasija contenía
manuscritos antiguos. De su traducción recibimos un cuadro
dramáticamente diferente de Jesús, de sus enseñanzas y de la antigua iglesia
Cristiana que el que presenta el Nuevo Testamento. Las escrituras incluyen
diálogos, conversaciones y visiones atribuidas a Jesús y a sus Discípulos, así
como también una cantidad de evangelios Cristianos, incluyendo el
Evangelio de Felipe, el Libro Oculto de Juan, el Apocalipsis de Pablo, y el
Evangelio de Tomás. (1) Los manuscritos habían sido escondidos para
salvarlos de la orden de destrucción del Arzobispo de Alejandría, en el siglo
tercero DC. En El Salvador que ríe, (2) John Dart nos habla de la importancia
de la Biblioteca Nóstica Nag Hammadi. Él dice que las enseñanzas contenidas
aquí revelan una “religión olvidada durante dieciséis siglos, una religión
relacionada con la tradición Judeo-Cristiana pero radicalmente distinta.”
En el Evangelio de Tomás leemos que cuando a Jesús se le preguntó sobre el
reino de Dios, respondió: “Si los que los guían les dicen, 'vean, el reino está
en el cielo,' los pájaros llegarán ahí primero. Si dicen, 'está en el mar,' los
peces llegarán ahí primero. Más bien, el reino está dentro de ustedes y fuera
de ustedes. Cuando lleguen a conocerse a sí mismos entonces ustedes serán
conocidos, y se darán cuenta que son ustedes los hijos del Padre vivo. Pero si
no llegan a conocerse a sí mismos, entonces vivirán en la pobreza, y ustedes
serán esa pobreza.” (3)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Jesús afirma claramente que el reino está dentro y fuera de nosotros. Él nos
conduce a conocer la verdad sobre nosotros mismos. Él no proclama ser el
único hijo engendrado de Dios, como insiste el Evangelio de Juan en el Nuevo
Testamento, sino que dice en cambio “ustedes son los hijos de Dios.” Todos
nosotros somos los hijos del Creador y, como sus hijos, cada uno tiene el
potencial de Dios. Y cuando descubrimos esto llegamos a conocer nuestro
verdadero legado.
No son solamente las palabras de Jesús las que nos conducen a nuestro
interior en busca de la verdad, sino que el mensaje resuena desde todos los
rincones de la tierra y es transmitido por filósofos de diversas culturas y
tradiciones. El folklore, los cuentos de hadas y las historias mitológicas
recuerdan que, desde los primeros tiempos, los rituales sagrados nos han
orientado en nuestro viaje a través del portal interior. Las religiones del
mundo continúan enseñándonos este importante tema. Quienes siguen las
enseñanzas de Confucio saben que lo que el hombre subdesarrollado busca
está afuera. Lo que el hombre avanzado busca está dentro de sí mismo. A los
sintoístas se les pide no buscar a Dios en el cielo distante, ya que se
encuentra en el propio corazón del hombre. El hinduismo enseña que Dios
se oculta en los corazones de todos. Entre los sikhs de la India, el gurú Grant
Sahid también enseña que Dios mora en cada corazón; Su luz está en cada
corazón. Y un budista sabe que si uno piensa que la Ley existe fuera de uno
mismo no está acogiendo la Ley absoluta, sino una enseñanza inferior. (4)
Visionarios, clarividentes y profetas, como Edgar Cayce (5) y Emmanuel
Swedenborg (6) nos han instruido mucho también, sobre la verdad
contenida dentro de nuestros propios corazones. De varias maneras nos
exhortan a poner atención en lo que pensamos, cómo hablamos y cómo nos
comportamos, ya que ello nos afecta en esta vida, en la vida después de la
muerte, y también en futuras encarnaciones. Testimonios obtenidos de
individuos que han tenido experiencias de muerte cercana, así como
también de quienes han regresado a una vida pasada y a la vida intermedia,
corroboran las enseñanzas de los filósofos, así como las de Cayce,
Swedenborg y otros.
El Dr. Ian Stevenson, jefe del Departamento de Psiquiatría de la facultad de
medicina de la Universidad de Virginia, ha documentado centenares de casos
de niños que han recordado espontáneamente vidas pasadas. Sus apuntes
académicos, incluyendo Veinte Casos Sugestivos de Reencarnación (7) y Niños
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Que Recuerdan Sus Vidas Pasadas, (8) son revolucionarios. El Dr. Stevenson y
su equipo se apegan a la más estricta metodología de investigación cuando
examinan en forma detallada cada aspecto de la referida experiencia de vida
pasada. En cada uno de sus casos reportados, un niño, comúnmente entre las
edades de dos a cuatro años, sin ser inducido, recuerda espontáneamente
detalles explícitos de una vida pasada. A fin de merecer la atención y ser
examinados por el equipo del Dr. Stevenson, los recuerdos de “vida pasada”
deben ser muy específicos y detallados, y brindar al equipo información
suficiente para comenzar una investigación de ratificación de la identidad
anterior. El equipo comienza su investigación comprobando que el niño no
pudo haber averiguado por otros medios sobre la experiencia recordada. Tal
es el caso de Sukla de India, quien, cuando tenía un año y medio arrullaba a
un trozo de madera y lo llamaba “Minu”, su hija. A los pocos años, Sukla
recordó detalles suficientes para que su familia la llevara a la aldea de su
recordada vida anterior. Sukla los condujo al hogar donde vivía una niña
llamada Minu. La madre de Minu había muerto cuando Minu era apenas un
bebé.
En otro caso, Michael Wright, de Texas, de tres años de edad, asombró a su
madre con detalles precisos de un accidente de auto en el cual él había
muerto anteriormente. La vida que recordaba era la de un amigo de
secundaria de su madre. Aunque ni la relación de su madre con el amigo, ni
el accidente jamás habían sido mencionados, el pequeño de tres años de
edad pudo describir el accidente con detalles precisos.
Las publicaciones del Dr. Stevenson (9) (10) proveen evidencia que sus
sujetos vivieron una vida previa. Hallazgos similares han sido reportados
por los investigadores Brian Weiss en Muchas Vidas, Muchos Maestros, (11) y
A Través del Tiempo hacia la Sanación, (12) Roger Woolger en Otras Vidas
Otros seres, (13)Helen Wambach en Volviendo a Vivir Vidas Pasadas:
Evidencia bajo Hipnosis, (14) y Edith Fiore en Usted Ha Estado Aquí Antes.
(15) El Dr. Wambach dice: “Si te sientas al lado de un camino y 1,000
personas pasan contándote que han cruzado un puente en Pensilvania, te
convences de la existencia de ese puente.” (16)
Mientras cada uno de los investigadores arriba mencionados se había
propuesto refutar la reencarnación, ellos, como el Dr. Alexander Cannon, un
inglés galardonado por su trabajo por nueve universidades europeas,
aceptaron el testimonio de individuos con vidas pasadas únicamente bajo
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coerción. En El Poder interior, (17) el Dr. Cannon escribe: “Desde hace años
la teoría de la reencarnación ha sido una pesadilla para mí y traté
arduamente de refutarla y hasta discutí con individuos en trance
argumentando que estaban hablando disparates. Pero con el correr de los
años, un individuo tras otro repetía la misma historia, a pesar de sus
diferentes y diversas creencias. Ahora más de mil casos han sido
investigados y tengo que admitir que existe tal cosa conocida como
reencarnación.”
Como se discutió anteriormente, los investigadores que han examinado las
historias de los que han sido resucitados después de una experiencia de
muerte cercana, concluyen que la conciencia continúa en el reino de espíritu.
Los investigadores sobre la reencarnación concluyen que la cognición no
solamente continúa como una esencia espiritual, sino que las emociones
también sobreviven a la sepultura. Los sujetos regresados reviven tanto los
sentimientos positivos como los menos positivos asociados con sucesos de
vidas previas. Aunque la mayoría de las experiencias de vidas pasadas
recordadas son dolorosas, con el recuerdo viene la sanación. La Dra. Edith
Fiore, una psicóloga clínica de Saratoga, California subraya que, “Si la fobia
de alguien es eliminada instantánea y permanentemente por el recuerdo de
un suceso del pasado, parece tener sentido lógico que dicho suceso debe
haber acaecido.” (18)
En Vidas Pasadas de Niños, (19) Carol Bowman indica que los temores y
fobias inexplicables de niños no solamente desaparecen, sino incluso
síntomas físicos han sanado después de rememorar vidas anteriores. Ella
cuenta de casos estudiados en que las heridas y enfermedades físicas de una
vida se manifiestan en el cuerpo físico de la siguiente, apareciendo como la
misma enfermedad, una alergia, o incluso como una marca de nacimiento
ubicada en el mismo lugar donde una herida previa había sido infligida. Ella
y otros investigadores concluyen que la pronta recuperación física y
emocional ocurrida después de re experimentar una enfermedad o herida de
una vida pasada, se debe a que el sujeto es ahora capaz de visualizar la causa
original desde un punto de vista más distante y objetivo.
Nuestra naturaleza holística como seres humanos está corroborada por los
increíbles hallazgos de la investigación sobre la regresión. Mientras nuestro
cuerpo físico se desintegra, nuestras experiencias físicas y nuestras
respuestas emocionales a las experiencias son “asimiladas” en nuestra
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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conciencia. Indeleblemente grabadas en nuestra alma, estas “marcas” son
acarreadas en futuras encarnaciones. Ellas recuerdan dónde hemos estado,
lo que hemos realizado, y lo que aún debemos realizar.
El investigador y terapeuta de regresión Joel Whitton, un psiquiatra de
Toronto, ha aprendido mucho sobre el valor restablecedor emocional y
físico, no solamente en la terapia de regresión, sino que también en La Vida
Intermedia, (20) él y Joe Fisher describen el valor espiritual de la
exploración de vidas pasadas. El Doctor Whitton descubrió por accidente
que la gente puede no solamente experimentar regresiones a vidas pasadas,
sino también volver a visitar la vida que ocurre en el alma entre sus
encarnaciones terrenales.
En el Libro Tibetano de los Muertos, (21) el tiempo durante el que el alma
radica fuera del cuerpo físico, se denomina como el estado bardo. En el
bardo, se hacen los planes para futuras encarnaciones, y el estudio del alma
sobre lo que necesitará saber y comprender para avanzar. El bardo es la
escuela teórica; la encarnación física es la experiencia clínica. La vida sobre
la tierra provee las pruebas que determinan el nivel en que las lecciones se
han aprendido. Nosotros mismos diseñamos las pruebas. Nosotros mismos
determinamos cuan bien usaremos nuestro tiempo en el bardo y en la vida
física.
Los terapeutas de regresión y los teóricos escriben que individuos
regresados reportan que la entrada a la vida intermedia comienza frente a
los jueces kármicos. La vida que acaba de concluir es revisada y el alma es
capaz de ver cómo encaja la vida pasada más reciente en el marco mayor del
desarrollo de su alma. El alma presencia las pruebas pasadas, y revisa dónde
hay todavía lecciones necesarias que aprender. El alma toma decisiones
sobre su evolución espiritual.
Bajo hipnosis una mujer me mostró su intenso deseo de descubrir el camino
hacia Dios. “Hay muchos niveles más altos y la idea es que uno debe volver,
muchas veces, en forma física a fin de parecerse más a Dios para alcanzar un
día el nivel donde está su espíritu.”
Los niveles se describen frecuentemente como variando en intensidad de
belleza y resplandor, y como teniendo ciudades, universidades, grandes
antesalas para aprender, y bibliotecas. En su libro No Estamos Solos, (22)
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Jane Simington
Robert Marsh escribe sobre sus experiencias Eckankar en el viaje del alma:
“Sin mucha ceremonia, él me condujo en el cuerpo del Alma a la ciudad
espiritual de Agam Des.” “Llegamos a un enorme templo abovedado que
brillaba intensamente con matices cremas.” Después de otro viaje escribe:
“Fuimos instruidos en una enorme academia, con los mismos niveles altos
de disciplina y obediencia. Nosotros éramos como de segundo nivel en una
extensa iluminación que llegaba hasta quince o veinte niveles.” En una
subsiguiente búsqueda de sabiduría espiritual, Marsh viajó al quinto nivel
del alma. Él describe su gozo al presenciar allí, los Cisnes de Dios.
No sorprende que instintivamente nos atraiga el cuento del patito feo.
Recordamos nuestros propios atisbos del quinto nivel, nuestra propia
percepción de los cisnes. Nuestras almas saben que, para avanzar en los
crecientes niveles de iluminación, debemos mudar nuestras deslucidas
plumas de pato. Debemos convertirnos en cisnes.
Nuestro amor hacia el cisne viene no solamente de recuerdos de vidas entre
encarnaciones, sino también de memorias primitivas de la vida tribal.
Reconocemos al cisne como el guardián de la sumisión al sueño. Nuestras
almas recuerdan que en encarnaciones previas podíamos viajar de un estado
consciente a un estado de sueño, la realidad donde nuestra alma viaja
mientras nuestro cuerpo se desdobla, para “ver” con la visión ilimitada, y
para traer información requerida en el mundo físico. Nuestras almas buscan
reactivar la memoria de su misión predeterminada y auto diseñada que ha
sido nublada, durante la vida, por un manto de temor. Nuestras almas
anhelan adquirir el conocimiento, pero han olvidado cómo viajar.
El sueño experimentado durante el estado lúcido es diferente de los sueños
experimentados mientras dormimos. En un viaje durante el estado lúcido la
visión es clara. Si la necesidad de saber es urgente, los mensajes desde la
realidad del sueño infiltrarán nuestros sueños mientras dormimos. En estos
sueños lúcidos, las escenas son vívidas. No permanecemos en el usual estado
pasivo como en sueños, sino que estamos activamente involucrados. Estos
son los sueños que más frecuentemente tenemos cuando, durante un ritual
sagrado, hemos “manifestado” o planteado una pregunta para la cual
pedimos un sueño respuesta.
Durante mis largos días llenos de duelo yo había “manifestado” muchos de
esos sueños. Había presenciado el fulgurante fuego interno. Había visto la
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Llama Eterna bloqueada tras las puertas creadas por el sufrimiento y el
temor. Me había maravillado del potencial del fénix. Se me habían mostrado
las posibilidades de la Llama Eterna de la creatividad y la pasión en mi vida,
las posibilidades del reino interior. Pero también se me había mostrado que
el orgullo y la arrogancia deben ser purgados antes de poder resurgir de las
cenizas humeantes como el fénix y “encarar” el reino exterior.
Comencé a comprender que la muerte del cuerpo o la muerte del ego eran
apenas los primeros pasos para renacer. Comencé a reconocer que el ego
edifica esperanza, confianza y valor como un disfraz a falta de amor propio.
Los sueños me habían propulsado hacia la grieta de mi ser, la grieta del
universo, donde no hay tiempo ni espacio, donde todo es uno con la energía
inicial de la creación que surge de la Llama Eterna.
A través de la grieta en el universo vislumbré la creatividad pura. Distinguí
mis nacientes talentos y capacidades. Escudriñando más allá de la
oscuridad, acumulé valor para enfrentar mis temores y moverme hacia
quien y qué llegaría a ser. Pero el potencial aún permanecía latente, ya que
no sabía cómo convertirlo en realidad, ni hacia qué dirección encaminarme.
Mis sueños me acosaron para que prestara atención a lo que era realmente
importante. Mis heridas estaban sanando. Ansiaba vivir en la realidad del
nuevo comienzo, pero las antiguas maneras de ser ya no funcionaban. Sabía
que estaba siendo llamada para hacer algo más significativo de lo que alguna
vez había hecho antes. No tenía ninguna idea de lo que podría ser, pero creía
que lo debía saber, que lo había sabido desde hace mucho tiempo. La
angustia de la incertidumbre, de la búsqueda, y del deseo me hizo irritable y
ansiosa. Frecuentemente despertaba con palpitaciones, y sabía que era otro
recordatorio de que quedaba poco tiempo.
Cuando era niña, aprendí a buscar consuelo en los santos, especialmente los
Santos Patrones. Sabía que San Antonio era el santo patrón para ayudar a
encontrar objetos perdidos. San Antonio me había ayudado muchas veces a
lo largo de mi vida. Ahora necesitaba su ayuda más que nunca. No podía
ubicar información importante, detalles valiosos. Antes tenía muchas
habilidades y talentos, ahora tenía solamente un potencial no desarrollado.
Había perdido el rumbo. Era una persona diferente ahora. Necesitaba
averiguar quién era y para qué era competente. San Antonio se unió
gustosamente a mis caminatas diarias y escuchó mis súplicas. “Ayúdame a
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
encontrar en mí lo que tengo que hacer…Ayúdame a encontrar mis talentos
y habilidades…Ayúdame a descubrir maneras de compartir mis habilidades
con el mundo. Permite a otros encontrar en mí lo que buscan.”
San Antonio me condujo a un Chamán. Marché al son del tambor. Aprendí a
cruzar las barreras del tiempo y del espacio en donde ambas realidades
pueden apreciarse. Descubrí que toda la realidad es paralela. El reino
interior, la realidad que creamos primero en nuestros pensamientos y luego
en nuestro comportamiento - es la realidad que experimentamos mientras
vivimos en la encarnación física, así como también en el más allá.
San Antonio me condujo hacia los maestros de la auto conciencia. Jesús dijo
“el reino está dentro de ti y fuera de ti.” Comprendí que lo que discurría en
mí estaba afectando mi realidad. Lo que discurría en mí era resultado de
todo mi comportamiento - todos los actos, todas mis acciones. Lo más
importante, ahora reconocía que toda la realidad comienza primero en el
mundo del pensamiento y permanece allí en forma de actitudes y creencias.
Mi destino estaba determinado por mi capacidad de cambiar mis
pensamientos. Mi capacidad para avanzar en la vida, para pasar las pruebas
que me había propuesto, estaba en mi poder. Los resultados dependían de
mis decisiones.
El Libro Tibetano de los Muertos (23) afirma que el entorno del alma en el
estado bardo es producido por lo que hay en el "interior." James van Praagh
(24) indicó que el ambiente de la vida intermedia es un reflejo de nuestras
formas de pensamiento. La bondad de pensamiento resulta en la bondad de
la acción. La bondad llega a ser realidad en ambas, la vida presente y la vida
intermedia. Una mujer encontró música más allá de cualquier cosa jamás
oída en este mundo. Para otros eran palacios espléndidos y jardines
hermosos.
Pero la carencia de bondad de pensamiento también resulta en la carencia
de bondad en la acción, y se manifiestan ambos en esta realidad, así como
también en la próxima. Los autores de Vida Entre la Vida (25) citan el caso
de Víctor Bracknell quien, como la persona de Michael Gallander en una vida
anterior, fue un generoso puritano del siglo diecisiete. Él estaba convencido
que cumplía la voluntad de Dios y que sus despiadadas acciones durante las
Cruzadas serían premiadas a su muerte con la presencia de Jesús. Pero la
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vida intermedia no le aportó ninguna visión de Cristo. A cambio, se vio
confrontado con los sufrimientos que él había infligido sobre otros.
Muchos terapeutas de regresión a vidas pasadas y filósofos de la
reencarnación nos recuerdan que el curso de la evolución de nuestra alma
no puede ser alterado por la noción simplista de ser 'salvado.'
El Buda nos enseñó que el recorrido hacia la iluminación (26) (hacer brillar
la luz interior) es transitado por el pensamiento justo, seguido por una
acción justa. Jesús nos enseñó las bienaventuranzas. (27) Dale alimento al
hambriento. Dale de beber al sediento. Acoge al desamparado. Atiende al
enfermo. Visita al preso. Porque lo que hagamos por el menor de los
hermanos, lo haremos en solidaridad. Lo que hagamos a otros se lo hacemos
al Colectivo. Lo que hacemos a la Totalidad lo hacemos a nosotros mismos,
como será revelado cuando nos llegue la hora ante los jueces kármicos.
Frecuentemente he visto que cuando alguien ha perdido un ser querido, se
preocupa por las veces que no cumplió con los mandatos religiosos
prescritos, necesarios para su entrada al reino. Yo les sugiero que piensen
sobre las bienaventuranzas. Les pido que reflexionen sobre los esfuerzos
que hicieron sus seres queridos para dar amor y cuidado a otros.
El amor en pensamiento y obra, como la manera para encontrar el reino
dentro y fuera, se describe no solamente en el Cristianismo y el Budismo,
también quienes siguen otras tradiciones diferentes y diversas son guiados
por el amor hacia Dios, hacia sí mismos y hacia otros. El mensaje transmitido
por el Confucionismo es el de emplear todo el corazón en cualquier cosa que
uno hace. El Corán enseña que la riqueza no consiste en una abundancia de
objetos mundanos, sino en tener un corazón servicial. Quienes siguen la
tradición Jaina aprenden a dominar sus sentidos, para evitar cometer faltas,
para no hacer ningún daño a otro ser viviente, ni en pensamiento, ni en obra.
Y al estudiante de Taoísmo se le enseña a dar ayuda sin buscar recompensa.
(28)
Cuando Jesús dijo “el reino está tanto dentro como fuera de ti”, estaba
probablemente refiriéndose a la totalidad del crecimiento del alma que ha
tenido lugar en la multiplicidad de formas humanas en que el alma se ha
alojado, y a la noción de que hemos creado, con nuestros pensamientos,
palabras y obras, nuestro propio reino interno y externo, no solamente en
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Jane Simington
esta vida, sino también en el más allá. Él estaba probablemente pidiéndonos
que prestemos atención, que nos asomemos a las grietas de nuestro ser,
porque ahí redescubriremos lo que ya sabíamos, porque nosotros mismos
hemos escrito el libreto.
El Camino Sagrado le permite al buscador ver esos aspectos de sí mismo que
yacen bajo la superficie de la realidad física, y descubrir el universo de la
conciencia que está construido de lecciones aprendidas en el Poniente. Los
autores de El Árbol Sagrado, (29) escriben que “El Poniente es la dirección
de donde viene la oscuridad. Es la dirección de lo desconocido, del tránsito
interior, de los sueños, de la oración y de la meditación. El Poniente es el
lugar de la experimentación, donde la voluntad se estira hasta sus límites
exteriores para que se pueda adquirir el don de la perseverancia.”
Cualquiera que haya afrontado una dificultad se habrá dado cuenta de que
mientras más cerca estemos de la cima, más arduo es el ascenso. La
capacidad para enfrentar el desafío está dentro de cada uno de nosotros,
siempre y cuando hayamos recibido la energía del Poniente.
Uno de mis maestros dirigió mi atención hacia la energía del oso, el animal
del Poniente, y me invitó a pasar un tiempo de quietud en hibernación. Un
día mientras observaba a las “hermanas nubes”, vi al oso moviéndose
pesadamente hacia mí. El oso me recordó que el trueno y el relámpago
frecuentemente vienen desde el Poniente. Ellos son los portadores del poder
y la energía útil - la energía para sanar, defender y proteger, la energía para
crear y para completar nuestras metas. Pero la energía del “hermano
trueno”, puede ser acumulada solamente cuando, como el oso, nos
recogemos en el silencio de nuestro ser. La comprensión obtenida puede
encontrarse únicamente abstrayéndose del clamor del mundo y apartándose
para orar y ser puesto a prueba.
Volver a la oscuridad de la cueva, o volver al seno matero, ambos traen
consigo un nuevo nacimiento. El Poniente es el lugar donde acumulamos la
energía femenina. Mediante la introspección, las nuevas ideas, como los
bebés, pueden fecundarse, nutrirse, nacer. En el Poniente comienza todo el
futuro. Cuando nosotros, como el oso en el otoño, entramos en hibernación
obtenemos el conocimiento de lo que es importante para ser cosechado y
qué debe ser dejado de lado como desecho.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
La tortuga también simboliza el Poniente. Nuestro renacimiento puede ser
dolorosamente lento. La tortuga simboliza la perseverancia, y es únicamente
mediante la perseverancia que podemos adquirir los dones de nuestra
experiencia del otoño, que es la estación del Poniente.
Cuando más lo necesitaba, un colega me dio un poema de Pierre Teilhard de
Chardin, que describe claramente el viaje al poniente y la necesidad de
perseverar hasta descubrir el reino en nuestro interior:
Por sobre todas las cosas, confía en el trabajo lento de Dios.
Nosotros por naturaleza, somos impacientes en todo para alcanzar el fin sin
demora.
Nos gustaría brincar las etapas intermedias.
Estamos impacientes de ponernos en marcha hacia algo desconocido, algo
nuevo.
Pero es la ley de todo progreso, que se logra pasando etapas de inestabilidad
- y que puede tomar un tiempo largo.
Y así pienso que sucede contigo.
Tus ideas maduran gradualmente - déjalas crecer, déjalas tomar forma, sin
demasiado apuro.
No trates de forzarlas, como si ellas pudieran ser hoy lo que con el tiempo
serán mañana.
Únicamente Dios puede decir lo que este nuevo espíritu lentamente
formándose dentro de ti llegará a ser.
Dale a nuestro Dios el beneficio de creer que su mano te está conduciendo, y
acepta la ansiedad de sentirte en suspenso e incompleto.
Cuando viajamos al centro de nuestro ser, experimentamos directamente la
conexión entre nuestra alma y el universo, y entre nuestro espíritu y el
Espíritu del Creador. Llegamos a conocer más completamente quiénes
somos verdaderamente y lo que realmente estamos destinados a ser. Estos
son los dones que recibimos cuando nos graduamos en el Poniente. Cuando
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Jane Simington
hemos penetrado el reino interior, hemos aprendido las lecciones del
Poniente. Cuando hemos aprendido las lecciones del Poniente, estamos
listos para penetrar el universo exterior. Estas son las lecciones para ser
aprendidas en el Norte. Las lecciones de la sabiduría.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 14: Hágase tu voluntad
“El nacimiento no es más que un sueño y un olvido:
El alma que se eleva con nosotros, nuestra estrella vital,
Ha tenido en otras partes su morada,
Y vino de muy lejos:
Ni llena de olvido,
Ni en completa desnudez,
Sino de las nubes de gloria de donde venimos,
De Dios que es nuestro hogar:
El cielo está sobre nosotros en la infancia”
- William Wordsworth (Oda: Atisbos de Inmortalidad)
Quienes se encuentran alejados de nuestro mundo de teorías biológicas,
creen que nosotros estamos influidos directamente por siete generaciones
de ancestros, y tenemos una responsabilidad directa sobre las próximas
siete generaciones. Dentro de esta creencia existe la suposición que nosotros
heredamos no solamente las características físicas, sino también las
esperanzas frustradas, los sueños y hasta los recuerdos de nuestros
ancestros. En otras palabras, heredamos no solamente sus atributos físicos
sino también los emocionales y espirituales, y nosotros “prometemos” llevar
a cabo y realizar sus aspiraciones incumplidas para hacer avanzar, de
manera evolutiva, a los que vienen atrás.
Una colega estudiante comentó una experiencia que parece apoyar esta
creencia, por lo menos en parte. En sus vacaciones de verano ella visitó
Escocia. Durante una excursión a sitios históricos, en un pueblo desconocido
para ella, mi compañera de clase se sintió incitada a separarse del grupo y a
seguir un corredor de adoquín hacia la entrada de un pequeño taller.
Estimulada por una valentía inusual, empujó la puerta para abrirla, sabiendo
de antemano exactamente lo que vería. El taller, que alguna vez fue un
hogar, contenía un fogón de piedra y muchos detalles menores con los cuales
ella sentía una fuerte familiaridad. Al oír la descripción y la ubicación, y
reconociendo el nexo con los nombres de los propietarios actuales, su madre
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pensaba que el ahora taller había sido una vez el hogar de la bisabuela de mi
colega. Mi colega no sabía de sus raíces escocesas. Su bisabuela escocesa
había llegado al Canadá a edad mediana, con el nombre inglés de su esposo.
Ella siempre había anhelado volver, y frecuentemente hablaba de su vida y
su hogar en Escocia. Su hija, la abuela de mi compañera de clase, estaba
casada con un canadiense de ascendencia irlandesa. Por lo tanto, mi
compañera de clase siempre se había considerado a sí misma de ascendencia
anglo-irlandesa. Ahora no solamente valora su herencia escocesa, sino
también cree firmemente que dentro de su mezcla genética existen las
dulces memorias de la vida de su bisabuela en Escocia, y su deseo
incumplido de volver al hogar donde nació y donde tuvo una infancia feliz.
Los que refutan la posibilidad de las experiencias de vida anterior estarían
satisfechos con que la teoría de la memoria heredada podría explicar
completamente la experiencia de mi compañera de clase en Escocia. Otros
preferirían creer que recordó estas memorias explorando en el
conocimiento colectivo, donde radican las memorias de Todos. Pero ¿niega
alguna de estas explicaciones la posibilidad de que mi colega estaba, de
hecho, recordando una experiencia de vida anterior, una experiencia previa
indeleblemente grabada sobre su propia alma?
En Cuerpo Sin Edad, Mente Sin Tiempo, (1) Deepak Chopra sostiene que
pacientes de trasplantes han reportado experiencias sobrenaturales después
de un trasplante de órgano. Desconociendo la identidad del donador, los
beneficiados frecuentemente comienzan a participar en memorias y
experiencias del donador. En cierto caso, una mujer, que había recibido un
trasplante de corazón, comenzó a sentir fuertes deseos de cerveza y
croquetas de Pollo de McDonald's así como también a tener sueños sobre un
muchacho llamado Timmy. Después descubrió que Timmy había sido el
donador de su nuevo corazón. Timmy, que tenía un gusto particular por la
cerveza, había tenido un accidente mortal regresando a su casa desde
McDonald's.
Chopra nos recuerda que nuestras células acarrean memorias de cada una
de nuestras experiencias, así que al recibir las células de otra persona
también recibimos sus memorias.
Dentro de cada una de nuestras células hay una proteína compleja llamada
ácido desoxirribonucleico (ADN). EL ADN retiene información genética. Su
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gemelo, el ácido ribonucleico (ARN), es responsable de transferir
información genética dentro de la célula. EL ADN nos proporciona nuestra
herencia y se considera que permanece sin cambio, ya que es heredado,
durante toda la vida. EL ARN, no obstante, cambia según las circunstancias
de la vida. Chopra dice que en tiempo de exámenes, los estudiantes de
medicina sufren una disminución de interleukina2, un químico en el sistema
inmune que combate el cáncer. “La producción de interleukina2 es
controlada por el mensajero ARN, lo que significa que la ansiedad del
estudiante por pasar sus exámenes se comunica directamente con sus
genes.”
Cuando nos afligimos, cuando nos sentimos desesperanzados, nuestro perfil
bioquímico se altera según nuestras emociones. Cuando nos sofocamos bajo
un manto de sufrimiento y depresión, disminuye el flujo de electroquímicos
en los sitios neurotransmisores. Nuestros niveles hormonales bajan y
nuestro sistema inmunológico se hace menos efectivo. Nuestras células
inmunológicas y las glándulas endocrinas contienen los mismos receptores
para las señales del cerebro que nuestras neuronas (células nerviosas
especializadas). Ellas funcionan como una extensión del cerebro, en su
capacidad para recobrar información. Están equipadas para registrar y
responder a cada fracción de información que sustente o amenace nuestra
supervivencia y nuestra totalidad. Incluso nuestros receptores en la piel
pueden registrar la diferencia entre una caricia amorosa y otro tipo de
contacto, y nuestras lágrimas contienen rastros de químicos diferentes
cuando estamos tristes que cuando estamos contentos.
Estos cambios físicos mesurables, en respuesta al trastorno emocional y
espiritual al nivel celular, alteran el ARN. EL ARN es el socio gemelo del ADN.
Un niño hereda ADN. ¿Está el ADN que nosotros transmitimos influido por
nuestras propias respuestas a la vida, como se demuestra en nuestro ARN?
Si el receptor de un órgano también recibe las memorias contenidas dentro
de las células del donador, es razonable asumir que nuestros niños también
reciben nuestras memorias en sus células. Si ellos reciben nuestras
memorias, ¿por qué no podrían recibir también las memorias de sus abuelos
que pasaron a nosotros y que nosotros les pasamos a ellos?
Los cambios físicos mesurables, aun al nivel celular, en respuesta al
trastorno espiritual y emocional demuestran una vez más la interconexión
entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando uso la energía con propósitos
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curativos, la persona que recibe el intercambio sufre a veces una descarga
emocional abrumadora, frecuentemente manifestada en llanto o en sollozo,
seguida por intensos sentimientos de paz y calma, justamente cuando
comienzan a disminuir los síntomas físicos.
Cada aspecto del funcionamiento físico, y cada cambio físico dentro de
nuestro cuerpo es un proceso de intercambio de energía. Esta energía no
permanece contenida dentro de nosotros sino que irradia más allá. Nuestro
campo de energía contiene la mezcla de nuestro sufrimiento físico, nuestras
esperanzas, sueños, aspiraciones, regocijos, tristezas. Nuestro campo de
energía es la suma total de cada vibración liberada mediante la creación de
cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras. Como se mencionó
con anterioridad, los investigadores sobre la muerte cercana concluyen que
nuestra esencia humana, nuestro conocimiento, continúa existiendo después
de la muerte. La conciencia que radica fuera de nosotros, pero que es
producto de lo que ocurre dentro de cada aspecto de nuestro ser, no muere.
Quienes han resucitado indican que han visto cómo nuestra conciencia se
entremezcla con la conciencia del Todo.
Si nuestra conciencia no muere, y si es el resultado de toda nuestra
experiencia vivida, y si se entremezcla con la conciencia mayor, la conciencia
mayor debe también, por lo tanto, contener las experiencias holísticas
vividas de todos los que han existido. Es muy razonable, entonces, asumir
que podemos no solamente extraer de la memoria colectiva, sino que
también es comprensible que podamos transferir a nuestros hijos nuestras
características físicas, emocionales y espirituales, así como a sus
antepasados inmediatos y como nuestra conciencia “colinda” con la
conciencia del Todo, nosotros poseemos el colectivo dentro de nuestra
propia composición. Cada uno de nosotros hereda y a la vez transfiere la
esencia holística del colectivo.
¿Pero, interfiere la aceptación de recurrir al conocimiento colectivo, o de
heredar desde el común colectivo, con nuestra capacidad para poder
renacer? ¿O, podría ser posible que, en lugar de interferir, ambas
suposiciones apoyen altamente la teoría del renacimiento?
Cuando reexaminamos la profunda experiencia de mi compañera de clase en
el pueblo escocés ¿estamos delimitando nuestro pensamiento al
preguntarnos si ella heredó las esperanzas, los sueños y las aspiraciones de
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su bisabuela? ¿Nos preguntamos si ella extrajo dicha información del fondo
común colectivo, o hacemos honor a la verdad en ambos y hacemos una
tercera pregunta, más profunda? ¿Heredó mi compañera de clase las
esperanzas, los sueños y las aspiraciones colectivas, y hasta las propiedades
físicas acumuladas por la humanidad a lo largo de nuestra historia? ¿Heredó
ella una parte del colectivo, pero más específicamente desde el fondo común
colectivo? ¿Fueron estas “extracciones” tendencias heredadas e infundidas
con las esperanzas individuales, sueños, aspiraciones, e incluso atributos
físicos del alma que existieron una vez como su bisabuela, las que se
alojaban ahora en el cuerpo de mi compañera de clase?
Terapeutas e investigadores de vidas pasadas han presentado numerosos
descubrimientos, a partir de investigaciones individuales y de grupo para
convencer incluso a los más fieles defensores de la vida única que nosotros,
de hecho, llegamos a ser nuestros propios antepasados. En Vidas Pasadas de
Niños, (2) Carol Bowman cuenta que cuando se muestran antiguas fotos de
familia a niños, no es inusual que tengan un recuerdo retrospectivo, y que
afirmen enfáticamente “¡Ahí estoy yo!” mientras señalan a una persona
determinada.
Ciertamente, influimos en las generaciones siguientes para llegar a ser
nosotros dichas generaciones. Nosotros transitamos por varios ciclos de
vida, encontrándonos con la misma gente una y otra vez. Según terapeutas y
teóricos de la regresión y grupos de reencarnación, en los cuales evoluciona
el mismo conjunto de almas, mediante relaciones constantemente
cambiantes en vidas diferentes, se repiten frecuentemente. En las palabras
de uno de mis clientes que se sentía obligado a compensar, “Yo no obré muy
bien en mi última vida, ahora tengo que pagar la deuda.”
Carol Bowman (3) da muchos ejemplos de niños que espontáneamente, sin
técnicas hipnóticas, describen vidas pasadas compartidas con los mismos
hermanos, los mismos padres. Los niños también han recordado ciclos de
vida en los que eran el padre o abuelo de su padre actual.
Durante la regresión de un niño de cinco años de edad, Carol cuenta cómo el
niño explicó la interacción del alma dentro de su grupo. “Cuando uno muere,
tiene opciones.” Uno puede revisar cualquier escena de la vida recién
terminada y obtener respuestas a cualquier pregunta. Puede ver lo que pasa
con la gente que ha quedado atrás. “Puede regresar mientras sea un espíritu
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Jane Simington
y despedirse y ver qué les sucederá a ellos en el futuro. Si ve que todo está
bien con ellos, esto lo libera para abandonar el plano terrestre (sus palabras
textuales).”
Según el Dr. Whitton (4), a veces la necesidad kármica de regresar a la
misma situación de relación es tan fuerte que un alma escogerá, o se le
aconsejará que escoja, la aflicción corporal. Una mujer, sabiendo que había
una alta incidencia de la enfermedad de Alzheimer en su familia, eligió
reencarnar de todas maneras, aduciendo que los nexos kármicos con su
madre eran más importantes que cualquier deficiencia genética. (5)
Cuando consideramos las posibilidades que nos comunican los maestros
espirituales, visionarios, clarividentes, poetas, e investigadores, y las que
conocemos mediante nuestro propio conocimiento instintivo, comenzamos a
ver la realidad y nuestras relaciones de una manera mucho más grandiosa.
Vemos la vida de manera diferente -en una forma más continua.
Comprendemos, igual que el Dr. Morris Netherton en Terapia de Vidas
Pasadas. (6) “A la naturaleza le tomó diez millones de años construir el
Gran Cañón del Colorado. No puedo creer que tome simplemente setenta u
ochenta años construir el alma de un hombre.” Y luego preguntamos, “¿Qué
sucede con los niños que tienen únicamente un año, ocho años o trece años
de vida?”
Muy frecuentemente nos relacionamos con nuestros seres queridos,
especialmente con nuestros hijos, de maneras que transmiten poco respeto.
Frecuentemente somos desatentos cuando otros hablan. Podemos hablar de
manera condescendiente, o sarcásticamente. Podemos ordenarles, sin
considerar sus sentimientos, gustos y aversiones. Frecuentemente no
usamos las mismas frases de cortesía, como “por favor” y “gracias”, que
empleamos con gente extraña. Pero si consideramos que este ser querido,
esta hermana, este hijo podría, de hecho, haber sido nuestra propia madre,
nuestra propia abuela; si reconociéramos que nuestro hijo de cuatro años de
edad puede realmente ser un alma altamente evolucionada, grandiosa y
antigua, responderíamos de manera diferente, con un mayor respeto - con
admiración. Si reconociéramos que el padre por el que penamos puede ser el
hijo que concebimos; que el hermano o hermana con quien discutimos
podría ser nuestro esposo o esposa del pasado, apreciaríamos más
totalmente el esquema mayor de las cosas.
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Jane Simington
Si nos alejáramos del modelo que nos ha cegado de como vemos nuestras
vidas y nuestras relaciones de manera tan restringida y estrecha,
comenzaríamos a observar a nuestros seres queridos y su comportamiento
de manera diferente. Examinaríamos nuestra relación con ellos.
Valoraríamos lo que son realmente. Podríamos asistirlos más en lo que ellos
tienen que llegar a ser, porque reconoceríamos las razones de su vida y de
nuestro tiempo juntos. Podríamos ver sus marcas de nacimiento, sus
enfermedades, fobias, temores, y errores de modo diferente. Averiguaríamos
donde se originó su comportamiento; exploraríamos la causa a fin de aliviar
el síntoma. Veríamos más allá de lo físico de una vida. Despertaríamos
nuestra memoria silenciada del grandioso proceso, de nuestra conexión a
todo lo que hemos sido, y de nuestra conexión con todos los demás, que ha
existido y continúa existiendo.
Hace algún tiempo acompañé a mi esposo a ver la película Sharp’s Regiment,
(7) basada en el libro de Bernard Cornwell. Un sargento durante una batalla
trataba de motivar a sus hombres a seguir un cambio de planes que surgió
de un cambio en la filosofía. Sus palabras capturaron mi atención. “No es un
pecado nacer en la suciedad, pero es un pecado terrible querer permanecer
allí.” No es un pecado haber venido de dondequiera que hayamos venido,
pero es un pecado terrible querer permanecer allí.
De no haber estado eclipsados por una ideología, apoyada por quienes se
aferran a la creencia que vivimos solamente una vez, no habríamos cerrado
nuestras mentes a la explosión de información que confirma lo opuesto.
Percibiríamos de manera diferente si no nos hubieran mantenido ignorantes
quienes se esconden detrás de sus metodologías que, en vez de construir
una teoría que se adapte a la evidencia circular, desesperadamente
continúan ciñendo los hallazgos entre los hoyos cuadrados de su realidad
preconcebida.
Dondequiera que miremos, lo que sea que palpemos, hay evidencia de una
realidad siempre evolucionando, siempre expansible. Nosotros somos más.
Nuestras células no son simplemente pedazos de materia que controlan
procesos físicos.
En el estado bardo escogemos, con la guía de nuestros maestros kármicos,
las lecciones que nos ayudarán a la evolución de nuestra alma. Cuando
pasamos las pruebas, progresamos no solamente hacia el cumplimiento de
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nuestro propio propósito en la vida, sino que nuestro desenvolvimiento
personal hace avanzar al colectivo entero. Joel Whitton dice que aunque
tenemos libertad de rechazar el consejo de planificación de los jueces, si no
escuchamos el consejo de nuestros maestros kármicos, y entramos en esta
vida sin un plan kármico, determinamos para nosotros mismos una vida de
pruebas y privaciones improductivas e innecesarias porque, sin una guía
para seguir, el alma se convierte en una víctima del destino más que en un
participante. Quienes viven de acuerdo con sus planes kármicos sienten una
seguridad interior que la vida se desarrolla como debiera. Quienes no lo
hacen, sienten, en vez, que todo está fuera de control. (8)
Cuando no seguimos el plan que hemos trazado para el avance de nuestra
alma, adquirimos un fuerte sentimiento que estamos fuera de rumbo – como
un buque sin timonel. Yo sabía que mi cuerpo entero había tambaleado
durante esos días sombríos de lucha por encontrar el significado de lo que
me había sucedido, y tratando de determinar el propósito del resto de mi
vida. Yo vivía en temor, y luché con un temor abrumador.
Ahora oigo frecuentemente a otros describir sentimientos y experiencias
similares, usualmente idénticas, cuando intentan recobrar el control de su
existencia. Para muchos, es solamente durante la oscuridad que sigue a un
suceso traumático en la vida, que comienzan a prestar atención a las
inquietudes de lo más profundo de nuestras apagadas almas. Como una
señal, la crisis nos advierte que, a menos que volvamos a retomar el rumbo,
resultará un desastre.
Al analizar las descripciones de los sujetos de estudio de Joel Whitton sobre
la guía kármica, y cómo ellos habían creado sus lecciones para esta vida
basados en lo que el alma necesitaba para su desarrollo, pongo en duda que
el ADN sea realmente un factor del alma. Si la conciencia no muere y es
resucitada y si la conciencia lleva memorias físicas, emocionales y
espirituales, llevaría también nuestro plan kármico para este ciclo de vida. El
socio gemelo, el ARN, podría entonces estar diseñado para registrar el
progreso del alma hacia el logro de su misión individual y colectiva. Ya que el
ARN cambia en respuesta al pensamiento, y que nuestra química entera del
cuerpo se altera cuando el ARN cambia, no es de extrañar que cuando nos
debatimos con un propósito sentimos los efectos en cada sistema del cuerpo.
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Jane Simington
De los detalles compartidos por los sujetos del Dr. Whitton deducimos que el
proceso planificador en el estado de vida intermedia es más bien como un
ensayo para la próxima vida, y a veces para las próximas vidas. En 1897,
Ralph Waldo Trine fue uno de los primeros en describir cómo creamos
nuestra realidad inicialmente en el mundo invisible. En su libro, En
Armonía Con el Infinito (9) Trine escribió, “Todo es inicialmente previsto en
lo invisible antes de manifestarse en lo visible; en la idea antes de realizarse
en lo real, en lo espiritual antes de mostrarse en lo material. El reino de lo
invisible es el reino de la causa. El reino de lo visible es el reino del efecto. La
naturaleza del efecto está siempre determinada y condicionada por la
naturaleza de su causa.” Trine nos recordaba que nosotros cumplimos en la
tierra lo que diseñamos en el cielo. Que cumplimos en la realidad lo que
creamos en nuestras mentes. Que recibimos en el cielo lo que creamos en la
tierra.
Cada experiencia nos lleva más cerca de lograr nuestros proyectos en la vida
o más lejos de la Unidad. Como seres humanos tenemos libre albedrío, el
poder para decidir. ¿Es la voluntad de Dios, por lo tanto, realmente como la
describimos, o está para apoyar nuestro libre albedrío? ¿Estamos culpando
a Dios cuando las experiencias que tenemos en la vida se basan realmente en
elecciones que hemos hecho, algunas en esta vida, otras basadas en varios
ciclos de vida y aun en ciclos de vida intermedia de libre albedrío?
Antes de mi propia experiencia trágica, yo podía señalar las numerosas
manifestaciones de experiencias que resultaron de decisiones tomadas en
esta vida. Tanto en mi vida personal como en la profesional, el origen de las
circunstancias actuales podía frecuentemente ser rastreado a una decisión
personal. Pero de algún modo, debido a las lágrimas de mi propio
sufrimiento, la vida ya no parecía tan ordinaria, tan normal. Eran muchos los
ejemplos en que la causa como una elección personal y el efecto de las
circunstancias dolorosas de la vida no podían conectarse. Yo miraba a mi
alrededor a los que nacen en la vil pobreza, o en países destrozados bajo el
tormento de la guerra. Fui testigo de abusos contra niños. ¿Cómo podían sus
experiencias, al comienzo de su vida, estar basadas en sus decisiones
personales? ¿Cómo podía la muerte súbita y trágica de un niño estar basada
en una elección? ¿Cómo podían centenares de personas en un funesto avión
haber elegido una muerte inmediata, cada uno de ellos viviendo en
circunstancias muy diferentes?
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Sin embargo, recordé claramente un comentario que le hice al psicólogo
apenas unos días después del funeral de mi hijo, lacónicamente comenté,
“Así tenía que ser; de esa manera estaba determinado.” Yo sabía que él se
había sentido confundido, pero tan convencido como yo de la verdad en lo
que había dicho, me sentí incapaz de decir algo más. Mi respuesta,
pronunciada durante un tiempo de crisis personal, surgió de algún lugar del
conocimiento intuitivo. Durante las crisis, nuestra necesidad de sobrevivir es
grande, aunque el impacto de la experiencia obstruye nuestra capacidad
para manejar las circunstancias de la vida de nuestras maneras usuales y
conocidas. Durante esos períodos tendemos a responder desde un nivel más
profundo, más intuitivo. Mi respuesta a la interpelación del psicólogo,
asociada con la experiencia que siguió, me provocaba a determinar si y
cómo, tales circunstancias difíciles de la vida podrían posiblemente ser un
resultado de la elección.
Durante los primeros días de duelo, el obispo, a quien nosotros respetamos
mucho, llegó desde la ciudad vecina para ofrecer sus condolencias. Su
presencia significó mucho para mi familia. Al intentar explicar los detalles
del accidente, me sentí turbada de saber que para que ese accidente hubiera
sucedido tuvieron que haberse dado muchas concurrencias exactamente al
tiempo justo. Su simple comentario afectuoso “los accidentes no existen”,
congelaron mi capacidad de decir más. Aunque no había oído nunca esa
noción, aquí nuevamente se proclamaba otra verdad profunda, la
proclamación de una creencia que demandaba una explicación. Aunque el
obispo pudo haberse referido a la noción generalmente aceptada de la
“voluntad de Dios”, sus comentarios avivaron una chispa en algún lugar en
las aún inexploradas fisuras de mi alma.
¿Habremos hecho “un pacto” con otros, antes de nacer? ¿Será posible que
nosotros quizás ordenemos e intercambiemos con otros de nuestro grupo
ancestral de almas, las lecciones particulares que nuestra alma necesita para
progresar en su evolución particular, así como también el crecimiento del
colectivo entero?
Esa reflexión me obligó a explorar la posibilidad de ciclos previos de vida. El
pensamiento del renacimiento, de la reencarnación, amenazaba el núcleo
fundamental de mi sistema de creencias. Yo era cristiana. El cristianismo,
que surge de la resurrección, rechaza la reencarnación. El Concilio de
Constantinopla en el siglo seis condenó la teología del Origen y su noción de
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
la reencarnación como impropia para los cristianos, ya que desafiaba la
creencia en la resurrección.
Mi hijo había muerto a tan temprana edad. Él no había tenido la oportunidad
de experimentar la vida de lleno, completamente. Yo quería creer que él
podía tener otra oportunidad, que podría conocer los goces del amor. Aún
quería creer que algún día nuestra familia, su padre, hermanas y yo,
podríamos estar todos juntos nuevamente. Me hostigaba contemplar la
posibilidad que él podría ser parte de alguna otra familia mientras a
nosotros se nos había despojado de la felicidad de verlo crecer y
desarrollarse.
Pero la idea de vivir más de una de vida tenía mucho sentido. Desde mi niñez
yo había expresado la creencia en un Dios justo. Ahora yo desafiaba, por
justicia, cómo un dios podía juzgar para toda la eternidad la vida de alguien a
quien se le habían dado sólo trece años. ¿Cómo podían compararse las
acciones de alguien tan joven con las de alguien a quien se le habían dado
noventa años? ¿Cómo podía un dios justo permitir a algunos una vida en los
barrios pobres de Calcuta y a otros en el Palacio de Buckingham? ¿Como
podían vivir algunos con las incomodidades del siglo catorce mientras
nosotros vivimos con las conveniencias del siglo veinte? ¿Cómo podía
alguien sufrir una vida entera sirviendo la voluntad de otro, y nunca tener
una oportunidad para experimentar los deleites y placeres terrenales
conocidos por otros?
El renacimiento podría ser indudablemente una manera de justificar las
injusticias que veía. Reencarnar en un conjunto de circunstancias diferente
para cumplir lo que el alma aún necesitaba lograr permitirían seguramente
su crecimiento, y seguramente sería una manera de vivir las experiencias no
vividas de una vida previa.
Mientras discernía estas nociones conflictivas, cavilé sobre numerosas
experiencias de deja-vu de mi niñez, cuando sentía que hacía algo que ya
había hecho antes, que había estado antes en determinado lugar.
Reflexionaba sobre las frecuentes peleas de la niñez entre mi hermano y yo.
Casi siempre comenzaban porque yo desafiaba sus comentarios “Yo soy la
niña y tú el niño.” ¿Habría sido él la niña, y yo el niño, en la última vida que
estuvimos juntos?
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Jane Simington
Recordé a mi padre reír por algo que el hermano menor de mi madre dijo a
su padre. “Cuando yo era grande y tú pequeño.” ¿Era éste un recuerdo de la
niñez de un tiempo anterior cuando sus papeles estaban invertidos? ¿Por
qué recordaba ahora estos episodios? ¿Qué se agitó dentro de mí a tan tierna
edad, tan poderosamente, como para grabar imborrablemente esas palabras
en mi memoria?
Recordé, como estudiante de secundaria, escribir un artículo sobre el
Hinduismo. Ahora, distante de esa experiencia, me maravillo. ¿Cómo era
posible que yo, criada en un estricto hogar católico, asistiendo a una escuela
femenina dirigida por monjas católicas, pudiera concebir las nociones
necesarias para escribir ese artículo? ¿Por qué había elegido ese tema? A lo
largo de mis dieciséis años, había encontrado únicamente tres personas no
católicas, aunque seguramente eran cristianas. Mi investigación literaria fue
difícil. Había poca información disponible sobre el Hinduismo. Fui sacudida
por la idea que alguna gente creyera realmente que tenemos más de una
vida. Pero, puse todo mi esfuerzo en la tarea con tal empeño que gané una
oportunidad de presentar el artículo en un foro público.
¿Fue esto un detonador de recuerdos de algo sucedido antes? ¿Era esto un
recordatorio de experiencias previas? ¿Estaba presagiando lo importante
para prestarle atención?
Sin embargo, muchos años pasaron, y solamente después de la tragedia y la
mudanza a Hawái en busca de sanación, resurgiría la idea de la
reencarnación. Una colega de la universidad en Hawái compartió numerosas
historias sobre su firme convicción que ella había vivido anteriormente en
Hawái. Nacida en California, había llegado como enfermera. Desde el
momento de desembarcar ella “supo” que Hawái era su “hogar.” Se casó, y
siendo su esposo de ascendencia hawaiana, sus hijos fueron admitidos en la
Escuela Kamahamaha, una escuela originalmente patrocinada por la Reina
Kamahamaha para asegurar la educación de los niños hawaianos. Aunque
estaba encantada de que sus niños fueran admitidos, mi colega contó que a
lo largo de los muchos años de escuela de sus hijos, cada vez que ella entraba
a las instalaciones era abrumada por un incontrolable llanto. ¿Qué memorias
fueron despertadas? ¿Qué experiencias fueron recordadas? ¿Había renacido
quizás, con una necesidad de reconectarse con su “familia” para aprender la
lección del alma asignada a esta vida?
163
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
El renacimiento implica reencarnación, y la reencarnación implica una
reentrada del alma al cuerpo físico. El teólogo cristiano Orígenes, del siglo
tres, habló sobre la preexistencia del alma desde la eternidad. Como indica
Thich Nhat Hanh en Buda Viviente Cristo Viviente (10), esta creencia es
parecida a la de la reencarnación ya que, si hemos sido encarnados una vez,
hay posibilidad de ser encarnados nuevamente. Thich Nhat Hanh nos
recuerda que el alma es inmortal. Es el cuerpo el que necesita ser resucitado.
Es el cuerpo el que despertará en el juicio final.
Enterada de mi investigación, una amiga me llamó para compartir su
descubrimiento del libro Vidas Pasadas de Niños de Carol Bowman. (11) La
vocecita interior razonó —si un niño de apenas dos años dice, “yo recuerdo
cuando morí antes”, o “mi otra mamá tenía el pelo rizado”,... necesitamos
prestar atención.
En el primer capítulo de su libro, Carol relata una historia de su propio hijo
de cinco años, que se aterrorizaba con los sonidos fuertes. Cuando se le pidió
cerrar sus ojos y relatar lo que veía cuando oía los ruidos fuertes,
inmediatamente se describió como un soldado —un soldado adulto — un
soldado adulto aterrorizado, forzado a matar a otros hombres para seguir
vivo. Describió la ropa que vestía y también las escenas de la batalla donde
su vida acabó.
Ansiosamente, estudié páginas y páginas de investigaciones sobre vidas
pasadas. Descubrí que aunque apenas recientemente se han investigado las
vidas pasadas de niños, existe una increíble y creciente documentación que
indica que las memorias de vidas pasadas son recordadas naturalmente por
niños jóvenes. Libremente, bajo hipnosis, o durante estados de trance autoinducido, los adultos, en virtualmente cada cultura y en todos los países del
mundo también comparten memorias de haber vivido antes. Parecen
importar poco si las creencias religiosas de la persona que recuerda la vida
pasada incluyen la reencarnación.
Al reflexionar sobre las palabras de los sujetos jóvenes de Carol Bowman
que contaban haber renacido, frecuentemente en el mismo grupo ancestral,
razoné: Si renacemos en el cuerpo físico, y si reencarnamos para desarrollar
nuestro grupo entero de almas, podríamos entrar de nuevo fácilmente en un
cuerpo físico que tenga mucha similitud al que tenemos ahora. Nosotros
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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heredaríamos de un fondo genético similar en características físicas. Y seguí
dándole vueltas al asunto. Yo me había visualizado en una cultura diferente.
Una mañana, mientras subía en el ascensor a mi oficina en el quinto piso, la
puerta se abrió frente a una mujer joven. Nos sonreímos e intercambiamos
un cordial buenos días, del tipo que se da a alguien conocido. Mientras
estábamos paradas frente a frente, ambas admitimos que la otra se nos hacía
familiar, aunque nunca nos habíamos encontrado anteriormente. Cerca de
un año después nos volvimos a encontrar, esta vez en una conferencia. Las
dos recordamos nuestro encuentro anterior. Decidimos conocernos mejor y
acordamos encontrarnos durante el almuerzo. Apenas empezada la
conversación mi nueva conocida momentáneamente “se transformó”
asemejando una india americana. Aunque su aspecto facial permanecía igual,
su pelo cambió de rubio a negro y era detenido con una banda adornada con
tres plumas. De las trenzas que cubrían su cara pendían adornos y plumas.
Audazmente, osé comentarle lo que había visualizado. Ella me confió que
desde hacía mucho tiempo había sentido una “intensa necesidad de saber
más sobre la vida de las mujeres aborígenes.”
Meses antes, yo había asistido a un ritual sagrado con tambores. El centro
ceremonial se ubicaba cerca de un pequeño río, en un área semi bordeada de
árboles. Al cese del tambor, y durante la quietud que envuelve la invitación a
la gente para compartir en el Círculo Sagrado, yo “vi” a través de la puerta
entreabierta centenares de tipis situados en la ribera del río. Yo estaba ahí,
en medio de la actividad que tenía lugar en el círculo del centro. Llevaba leña
para el fuego, cuidadosa de no perturbar, pero a la vez poniendo suma
atención al diálogo.
¿Habíamos compartido mi nueva conocida y yo una vida como mujeres
aborígenes? ¿Qué lecciones aprendieron nuestras almas en aquel tiempo?
¿Por qué habíamos llegado a reunirnos ahora?
Poco después de este recordatorio cósmico de una vida tribal y como para
reforzar la lección de la continuidad de la vida y mi necesidad de enfocarme
en los mensajes provistos, comencé a tener una serie de experiencias donde,
desde un estado consciente, “me sentía” elevada de mi cuerpo físico. Durante
estos momentos me vi como una esclava egipcia implicada románticamente
con un soldado romano, que se asemejaba a mi esposo actual. Mi esposo de
hoy me había salvado de la esclavitud sexual desde hacía siglos. Mi actual
165
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
esposo había sido un amante del pasado. Nuestra relación prohibida
entonces era sancionada ahora.
Hace algunas décadas, Martha Rogers (12) una famosa enfermera y teórica
de física cuántica, propuso que desde el nacimiento hasta la muerte cada
humano está evolucionando. A la vez que cada ser humano evoluciona, el
colectivo entero avanza de manera evolutiva.
Mientras nuestro grupo de almas evoluciona, así también lo hace el
colectivo entero. ¿Podría ser posible que el grupo completo de almas se
moviese en conjunto a través de cada cambio evolutivo?
¿Pueden los modelos que se nos han suministrado en el mundo natural
aplicarse también en el mundo del espíritu? Que los seres humanos
evolucionan a la vez que el grupo de almas evoluciona, y el colectivo entero
evoluciona a la vez que el grupo de almas evoluciona, es un modelo de la
teoría de la masa crítica del comportamiento aprendido. Según esta teoría, el
comportamiento de una especie entera cambia cuando suficientes miembros
de dicha especie comienzan a comportarse de una manera determinada. La
energía activada al crear la acción por uno de los miembros se proyecta en el
colectivo. Del conocimiento colectivo la energía es tomada por otro, y luego
otro y así consecutivamente. Cuando suficientes miembros de cualquier
especie realizan determinado comportamiento, se alcanza una masa crítica y
la especie entera actúa ahora de la nueva manera.
En The Hundredth Monkey (El Centésimo Mono), (13) Ken Keyes da apoyo a
la teoría de la masa crítica. Él cuenta de un grupo de monos bajo observación
fuera de las costas de Japón. Un día un mono comenzó a lavar un camote de
cierta manera en el agua salada. Pronto, los otros monos comenzaron a
imitar dicho comportamiento. Cuando un número determinado (la masa
crítica) lavaba sus camotes de esta manera, otros monos a centenares de
millas de distancia, sin haber tenido ningún contacto físico con el primer
grupo, comenzaron a lavar sus camotes de exactamente la misma forma.
Wayne Dyer (14) enfatiza la importancia de esta teoría para el desarrollo
humano y la paz mundial. Si entendemos claramente el efecto que como
individuos tenemos sobre el colectivo, seríamos más conscientes de los
pensamientos que emitimos, de las palabras que decimos, y de las obras que
hacemos.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Cada uno tiene la responsabilidad de controlar lo que envía al conocimiento
colectivo. Si nos damos verdaderamente cuenta que nuestro
comportamiento contribuye al comportamiento total necesario para
alcanzar una masa crítica de cambio de comportamiento, seríamos más
conscientes de nuestro potencial individual para crear paz o guerra, para
conservar la tierra o para destruirla.
Mis pensamientos se aceleraron. Nosotros creamos nuestra propia realidad
en este mundo. Nuestro conocimiento es la suma total de nuestras
experiencias en la vida. Nuestro conocimiento no muere. Nuestro
conocimiento se mezcla con el conocimiento del Todo. Es razonable, por lo
tanto, asumir que nosotros también creamos nuestra realidad en el mundo
del espíritu. Cuando evolucionamos, también lo hace nuestro grupo de
almas, cuando nuestro grupo de almas evoluciona, también evoluciona el
colectivo entero. Cuando evolucionamos atraemos hacia nosotros las
lecciones y las relaciones que nos permiten avanzar.
Consistentemente, los investigadores que hablan sobre las experiencias de
quienes han regresado después de una muerte clínica, enfatizan que lo más
importante en la vida es el amor. Lo segundo es el conocimiento. Quienes
han recibido una segunda oportunidad para vivir, vuelven con la convicción
que la vida es tan increíblemente importante que debemos tener un
sentimiento de tremenda gratitud hacia todo lo que la vida nos ofrece, aun
los sufrimientos infligidos sobre nosotros, porque ellos nos ofrecen una
oportunidad para expresar compasión y amor hacia nosotros mismos y
hacia otros.
“Hágase tu voluntad.” Yo he recitado esas palabras frecuentemente. Pero con
el sufrimiento, desafié la voluntad de Dios. Ahora lo pensaría mejor. ¿Era la
voluntad de Dios que yo sufriera, o era realmente mi elección de sufrir?
¿Había sufrido por la voluntad de Dios, o como resultado de mi libre
albedrío?
Nuestro hijo había muerto. ¿Habíamos hecho nosotros esta elección, que
muriera joven y que nosotros sufriéramos? ¿Habíamos predeterminado con
nuestro hijo y hermano, y él con nosotros, las lecciones que él y nosotros
necesitábamos aprender en esta vida para que pudiéramos expresar más
totalmente y más libremente amor y compasión hacia nosotros mismos y
hacia otros, para que pudiéramos avanzar en nuestro crecimiento del alma, y
167
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
el crecimiento del alma de Todos? ¿Están las circunstancias y entornos
inmediatos en que nacimos, basados en elecciones que hemos creado para
experiencia de nuestra alma? ¿Están las alegrías y tristezas de la vida
basadas en elecciones que hicimos previamente? ¿Somos responsables de
las experiencias de nuestra vida? ¿Ofrece cada experiencia el potencial de
desarrollar nuestra capacidad para amarnos a nosotros mismos y a otros?
¿Nos ofrece cada experiencia el potencial para aumentar nuestro
conocimiento del amor. . . de Dios. . . de Dios que es amor. . . del amor que es
Dios?
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 15: Así en la Tierra Como En el Cielo
Pero su angustia no disminuía.
Finalmente ella dio a luz otro niño,
Y grande fue el regocijo del padre; y fuerte su grito “¡Un Hijo!”
Ese día, para su gozo - él era el único.
Desalentada y pálida la madre yacía; su alma estaba aturdida. . .
Entonces repentinamente gritó con salvaje angustia,
Sus pensamientos puestos no en el recién nacido sino en el niño ausente. . .
“¡Mi ángel está en su sepultura y yo no estoy a su lado!”
Hablando a través del bebé, ahora sostenido en su regazo
Ella oye nuevamente la voz amada muy familiar:
“¡Soy yo, - pero no lo digas!” Mirándola a la cara.
- Víctor Hugo - Cuál es el Mensaje de este Apacible Espíritu
“Así en la tierra como en el cielo.” Reflexioné. Yo había oído predicar esta
frase únicamente con relación a la noción de la autoridad divina del Papa
para crear el dogma, para decidir cuáles escrituras eran sagradas y cuáles
no, para declarar qué acciones eran pecaminosas y las que no lo eran, y con
relación a la capacidad única del clero para interpretar, dispensar y
administrar sacramentos. Había oído frecuentemente que Jesús aseguró a
sus apóstoles varones: Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el
cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. (1) Sin
embargo, estaba consciente que a través de los siglos esta frase había sido
usada para oprimir, humillar, torturar, y masacrar. Esta frase había sido
usada para explotar y ocasionar incalculable sufrimiento a otros en nombre
de Jesús. Tomando en consideración que en ninguna parte en las palabras y
obras de Jesús había alguna evidencia que él hubiese enseñado, o modelado,
tal autocracia, y que mi dolor personal había creado dentro de mí una
sensibilidad al sufrimiento de otros, no podía identificarme con esa
racionalización extrema.
¿Cuál era el propósito de Jesús con esta enseñanza? ¿Cuál era el verdadero
mensaje dado a los que seguirían? ¿Qué me decía Jesús ahora? ¿Qué
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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necesitaba encontrar en sus enseñanzas a fin de aliviar mi sufrimiento, de
avivar mi chispa, de guiarme a conocer y amar a mi Madre - Padre Creador?
“Y conoceréis la verdad y la verdad los hará libres.” (2) Estas palabras de
Jesús son citadas frecuentemente. Pero pienso que la verdad que más
profundamente nos habla del viaje eterno de nuestra alma ha sido
intencionalmente negada en la doctrina Cristiana. Los cristianos y todos los
ciudadanos del mundo que han sido influidos por el Cristianismo, sufren en
ambas vidas, esta y la próxima, de la ceguera creada mediante la
manipulación de las auténticas verdades enseñadas por Jesús.
El karma y la reencarnación son los conceptos más importantes de conocer y
comprender, para descubrir el significado y propósito de la vida, para
contestar las preguntas imponderables sobre la vida, la muerte y el
sufrimiento, y para comprender verdaderamente las enseñanzas del Antiguo
y el Nuevo Testamento. La Ley del Karma está registrada en las escrituras.
Cuando estamos dispuestos a descartar nuestras ideas preconcebidas,
somos capaces de reconocer fácil y claramente las verdades importantes
contenidas dentro de esta ley, tal como fueron reveladas por los patriarcas,
por Jesús y los apóstoles. Cuando nos quitamos las vendas del
adoctrinamiento, creado durante siglos por quienes se han beneficiado
financiera y políticamente, impidiendo a las masas conocer las verdades
contenidas dentro de La Ley del Karma, nos damos cuenta que Jesús enseñó
sobre la reencarnación.
Cuando deseamos verdaderamente movernos profundamente hacia una
relación de amor con nuestro Creador, nos abrimos hacia el conocimiento.
Este conocimiento no viene de la teoría teológica o de las palabras de otros.
Viene del Espíritu Divino profundamente dentro de cada uno de nosotros. El
viaje de nuestra alma, nuestro viaje espiritual, es un viaje interminable y
creciente, de amor y conocimiento. Cuando deseamos conocer
verdaderamente, comenzamos a recordar y a reconocer los pequeños
indicios que comunican a nuestro cerebro lo que el alma ya sabe.
En cierto momento en la vida, cada uno de nosotros enfrenta una
experiencia que nos hace debatirnos con preguntas sobre el significado y
propósito de la vida, del sufrimiento, y de la muerte. Hacer frente a una crisis
nos vuelca hacia nuestro interior. El tránsito hacia el alma nos fuerza a
examinar a fondo las preguntas que hasta este momento habíamos
170
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
solamente atisbado. Pero en la confusión, en un intento de encontrarle
sentido a lo sucedido, examinamos las posibilidades del bien y el mal, del
cielo y el infierno, de la resurrección y el renacimiento.
Una encuesta de Gallup en 1982 indicó que el 23 por ciento de los
Estadounidenses cree en el renacimiento. (3) Hay fuertes indicios que la
cantidad sigue aumentando. El despertar del conocimiento espiritual surge
de la profundidad de nuestro ser. Aquí yace la semilla de la conciencia.
Mientras se recorre la cortina del olvido cuando entramos en esta vida, a
veces se nos da un destello del pasado distante, un momento tan real como
si estuviéramos una vez más en otra realidad, pero tan tangible como en la
que estamos enfocados actualmente. Nosotros podemos tener memorias
efímeras de momentos de bondad que debemos aprender a aumentar;
podemos quizás presenciar un suceso en el que nuestras acciones nos han
dañado a nosotros mismos o a otros; podemos vislumbrar las acciones de
otros que nos han dañado —acciones que hemos rehusado perdonar. Los
comportamientos, pensamientos o palabras dañinas interfieren con nuestro
movimiento hacia la Unidad con el Creador. Tales comportamientos
acarrean el karma que necesita ser equilibrado.
Nosotros tenemos poca memoria de vidas anteriores porque necesitamos
estar delimitados en el aquí y ahora. Tenemos un cometido para esta vida, y
no podemos llegar a ninguna parte ahora, si estamos atascados en el ayer.
Recientemente, una señora llegó en busca de ayuda para ser orientada en un
“viaje.” Debido a los sueños que la plagaban y a diversas experiencias en
estado consciente, se dio cuenta que algo de una vida pasada interfería con
su progreso en el presente. Un asunto del pasado necesitaba ser resuelto
para que ella pudiera vivir el resto de sus días con el sentimiento de
tranquilidad de haber realizado su propósito predeterminado en esta vida.
Después del viaje, me contó que en cuanto el tambor comenzó a sonar, fue
inmediatamente llevada por un águila a un gran árbol. Desde este punto
estratégico le fue mostrado un campamento de gente tribal. Su inmediato y
abrumador sentido de aceptación cambió en un instante a un sentimiento de
temor y angustia. Percibió una traición y presenció la matanza de muchos de
los suyos. Fue impulsada en medio de la matanza y fue inducida a sentir
nuevamente el terrible dolor emocional y físico de la herida mortal que
terminó con su vida.
171
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Tan pronto como descendió, fue llevada, desde la escena de la matanza hacia
un lugar seguro debajo de un árbol. Como para reforzar lo que había
sucedido, el águila decretó: “¡Eso es pasado! ¡No permanezcas en el pasado!
Tú tienes una perla de sabiduría. Esa sabiduría debe ser impartida.”
Obviamente conmovida, pero agradecida por la experiencia, estaba ahora
consciente que muchos de sus patrones de comportamiento en su vida
actual se basaban en un intenso temor de volver a ser traicionada. Tenía
mucha sabiduría para impartir, pero su incapacidad de confiar había
interferido con su capacidad de completar plenamente el cometido de su
alma.
Comprender La Ley del Karma es la clave para comprender el viaje del alma.
El alma es eterna. El propósito del alma es lograr la unidad con su Creador.
Nuestra alma no necesariamente tiene la capacidad o la oportunidad de
cumplir esta misión en una sola vida. Si necesitamos otra vida y otra, y otra
más, la misma alma renace bajo nuevas circunstancias, con un nuevo
cometido, que la ayudará a avanzar en su viaje espiritual de reunión. Una vez
oí un dicho místico. “Nuestro cuerpo es como un automóvil; nos subimos en
él; lo usamos; lo dejamos; pero nosotros no somos el automóvil.” Nuestro
cuerpo es como un vestido. Nosotros lo usamos. El vestido se desgasta,
frecuentemente antes que el alma termine sus viajes.
Antes de las influencias del Cristianismo, la noción que el alma eterna vuelve
a habitar un cuerpo físico era parte del sistema de creencias de los pueblos
antiguos en todo el mundo. Platón enseñaba que el alma era inmortal y su
disposición en esta vida acarreaba la disposición de personificaciones
pasadas. ¿Qué padre no ha reconocido las numerosas variaciones en las
reacciones y respuestas de sus niños ante las diferentes situaciones y
experiencias de la vida?
Numerosas tribus entre los pueblos indígenas de América del Norte, Centro
y Sudamérica, África, Australia, Siberia, así como también muchos pueblos
del Pacífico, incluyendo a los hawaianos y tahitianos han creído y continúan
creyendo en la reencarnación. La reencarnación era parte de las creencias
espirituales de muchos de los primeros habitantes de Europa, incluyendo los
lapones, finlandeses, isleños, noruegos, sajones, suecos, daneses, alemanes, y
los pueblos celtas de Bretaña, Irlanda, Escocia y Gales. (4), (5)
172
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Hoy en día, la reencarnación se asocia principalmente con religiones
originadas en el lejano Oriente, incluyendo el Hinduismo y el Budismo. En
estas tradiciones, la reencarnación se relaciona con La Ley del Karma. El
karma es una palabra sánscrita que significa pensamiento, palabra y acción.
Cada pensamiento, palabra y acción crea energía; la energía que irradia de
nosotros llega a ser nuestra conciencia y se mezcla con la conciencia de
Todos. La energía creada afecta nuestra vida y el mundo en forma de karma
bueno, si la acción, el pensamiento, o el acto se hizo con la acción correcta y
con la intención correcta. El Karma Negativo es creado en nuestra vida y en
el mundo si nuestras acciones, pensamientos o actos son incorrectos, o
hechos con malas intenciones. La Ley del Karma requiere que lo que sea
enviado regrese de igual manera. La Regla de Oro dice, no le hagas a otros lo
que no te gustaría que te hicieran a ti. (6) La Ley del Karma afirma, lo que le
hagas a otros se te hará a ti. El Antiguo Testamento enseña: “vida por vida,
ojo por ojo, diente por diente, pie por pie, quemadura por quemadura,
herida por herida, cardenal por cardenal.” (7) El mensaje continúa a través
del Nuevo Testamento. Jesús dijo, “Vuelve tu espada a su sitio. Porque todos
los que empuñen espada, a espada perecerán.” (8) Jesús estaba reforzando
las palabras de Yahvé a Noé y sus hijos “Quien vertiere sangre de hombre,
por otro hombre será su sangre vertida.” (9)
Lo que es enviado por nosotros en pensamiento, palabra u obra desarrollará,
u obstruirá, nuestra capacidad para movernos hacia la Unidad. Porque no
estamos separados, sino que formamos parte del Todo, lo que se envía desde
nosotros también desarrolla u obstruye el movimiento del colectivo entero
hacia la Unidad Sagrada.
Un día de otoño, cuando era niña, estaba sentada en el jardín viendo como
mi madre hacía nuevas almohadas de plumas. Ella reciclaba las plumas de
las almohadas viejas para complementar las que hacían falta. Después de
reciclar las plumas en su fresca vivienda sacudía las fundas viejas para
limpiarlas de cualquier pluma restante. Yo estaba encantada de ver como las
plumas liberadas flotaban donde fuera que la brisa las llevara. Respondiendo
a este oportuno momento, mi madre me explicó que nuestras palabras son
como las plumas. Ella advirtió que debemos tener cuidado con lo que
decimos. Porque es casi imposible volver a juntar las plumas esparcidas por
el viento; es imposible recobrar las palabras pronunciadas por nuestra
lengua. Uno nunca sabe quién será afectado o dónde aterrizarán las
173
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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palabras. Debemos decir únicamente palabras que, sin importar donde
aterricen, rindan solamente buenos resultados.
Mi madre me estaba dando una guía para vivir cristianamente. Pero también
me estaba instruyendo sobre los efectos del karma. Mi padre, aunque quizás
nunca había oído sobre el karma y la reencarnación, me dio un mensaje
importante sobre la ley kármica, que frecuentemente menciono. Una
nublada mañana cuando iba a su lado durante la corta caminata para juntar
el ganado camino a casa, aprendí la lección que he venido a llamar La Ley del
Eco. Yo nunca antes había experimentado un eco, pero al llamar mi papá al
ganado, claramente oí sus palabras resonar. Fascinada, traté también. Lo que
envié, recibí.
Muchas veces en mi vida he reflexionado sobre La Ley del Eco. Lo que
nosotros enviamos, se nos regresa. Cuando gritamos hola, en un barril,
regresa hola. Cuando gritamos “amor”, regresa “amor”. Cuando gritamos
“odio”, regresa “odio”. El universo es un barril gigante donde el eco devuelve
en la misma forma lo que se envía.
La Ley del Karma enseña que lo que emanamos es lo que recibimos. Lo
podemos recibir en esta vida, o lo podemos recibir en futuras encarnaciones.
Nosotros llevamos el karma bueno que hemos acumulado y llevamos el
karma negativo que no ha sido equilibrado por los efectos del bueno. No
podremos llegar a ser uno con nuestro Creador hasta que no tengamos
ningún rastro negativo, ningún karma negativo. Todo el karma negativo
debe ser equilibrado por acciones, pensamientos y palabras buenas. La Ley
del Karma requiere que los pensamientos, palabras y actos de una vida
pasada que fueron desequilibrados durante esa vida determinen el cometido
y las lecciones de la presente. Los pensamientos, palabras y obras de esta
vida determinan nuestro destino en futuras vidas.
No hay injusticia en el universo. Hay únicamente continuidad del ser.
Nuestros pensamientos, palabras y obras vuelven a nosotros como nuestros
maestros, así podemos saber como se siente estar en el lado opuesto de lo
que hemos enviado. Las lecciones que siguen a una acción negativa pueden
suceder muy rápidamente, o pueden seguir en otra vida. La rapidez con que
recibimos nuestras lecciones aumenta al aumentar nuestro nivel de
conciencia (y la conciencia aumenta al aumentar el amor y el conocimiento).
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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En No Estamos Solos, (10) Robert Marsh afirma "Mientras más lejos
lleguemos en el camino espiritual, más rápido es el regreso.” Las lecciones
son provistas para que podamos auto corregirnos y desarrollar nuestra
capacidad de amar. Nuestro viaje a lo sagrado, nuestra búsqueda de maneras
para incrementar nuestra capacidad de amar y de conocer el amor nos hace
avanzar en la Unidad. Nosotros anhelamos la Unidad. Anhelamos terminar
nuestro sentimiento de separación, de disociación, de estar desprendidos.
La Ley del Karma es para todos. Funciona automáticamente y sin prejuicio.
Nadie está exento. Nadie queda impune. La ley kármica orienta nuestro
viaje y el viaje de Todos. Nosotros escogemos qué karma cumpliremos y las
cargas de nuestro karma que serán adquiridas al nacer. Escogemos la
distancia que avanzaremos en nuestro viaje a la Unidad. Cuando pasamos las
pruebas de las lecciones, reconociendo que cada lección es una oportunidad
que nos conduce al amor, a un completo e incondicional amor hacia Dios,
hacia nosotros mismos y hacia otros, nuestra alma responde en júbilo.
Nosotros no hemos sido condicionados para pensar desde un punto de vista
de retribución kármica, y desde un punto de vista de aceptar nuestras
lecciones y de pasar nuestras pruebas como avance hacia la unidad con el
Creador. Se nos ha enseñado, en vez, que es fatalista creer en el karma. Y
hemos empleado mal las enseñanzas de Jesús para perpetuar la creencia que
otra persona acarrea nuestra carga. En su carta a los Gálatas, Pablo escribe.
“Cada hombre sostendrá su propia carga.” Jesús no dijo: yo llevaré tu carga.
Él dijo: “Mi carga es ligera.” (11) Él no acarreaba ningún karma. Como afirma
Clare Profhet en El Karma, La Reencarnación y El Cristianismo, (12) Jesús
hablaba de la carga del karma. Él no dijo “si me aceptas como tu Señor y
Salvador negaré La Ley del Karma”. Él no anuló la ley. Él la reforzó. Jesús
dijo “Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, darán
cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y
por tus palabras serás condenado.” (13)
Hace siglos, las enseñanzas directas de Jesús sobre La Ley del Karma fueron
removidas del texto sagrado. El evangelio Nóstico de Pistis Sophia (14) cita
estas palabras de Jesús: “las almas afluyen de uno a otro, de cuerpos
diferentes del mundo.”
No fue hasta en el siglo cuarto, cuando el Cristianismo evolucionó a una
institución más apta para la manipulación política y la oposición desarrolló
175
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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la reencarnación en la teología cristiana. La nueva alianza de la Iglesia y el
Estado se sintió amenazada por quienes creían en el renacimiento, porque
tales Cristianos tendían a tener más confianza en sí mismos; eran individuos
de pensamiento libre cuyo servilismo no podía ser garantizado. (15), (16),
(17)
No obstante, tomó hasta el año 553 D.C. antes que el Emperador Justiniano
emitiera un edicto eclesiástico condenando como “monstruosa” la creencia
en la reencarnación y desencadenando una campaña de terror. Aquellos que
rehusaban renunciar a sus convicciones fueron masacrados. Pero, debido a
que las bandas cristianas rebeldes, especialmente los Cátaros, mantuvieron
tan tenazmente su fe, tomó hasta el siglo trece para que la creencia en la
reencarnación fuera purgada del pensamiento Occidental. Solamente el
rescoldo humeante de la llama moderada de la reencarnación permaneció
dentro de las ollas sagradas del fuego de los alquimistas y los Rosacruces.
Durante el Renacimiento, y la Época Ilustre que siguió, las brasas fueron
atizadas. Pero el tímido resplandor no fue suficiente para balancear las
masas que se movían vertiginosamente desde los asuntos espirituales hacia
los asuntos mecánicos y científicos. No fue sino hasta mediados de mil
novecientos cincuenta y, sobre todo en los sesenta, que la influencia del
pensamiento Oriental penetró más seriamente la formidable fortificación
Occidental emplazada durante siglos contra la creencia en la reencarnación.
(18), (19), (20)
A principios de 1950 psiquiatras y psicólogos comenzaron a “experimentar”
sobre los beneficios de la hipnosis para remover recuerdos más profundos
de pacientes atormentados. Casos publicados sobre reminiscencias de vidas
pasadas, aumentaron el interés y la conciencia pública. Quienes se
inquietaron por lo que consideraban ser una inconsistencia entre sus
creencias y la doctrina Cristiana comenzaron a examinar los textos sagrados.
Muchos encontraron que La Ley de la Causa y Efecto, La Ley del Karma se
arraiga firmemente en las escrituras Judeo-cristianas. (21)
El Antiguo Testamento, que comienza con el Libro de Génesis, está lleno de
historias de penas severas contra las malas acciones y recompensa para las
buenas acciones. Las historias de Adán y Eva, de Caín y Abel, y del diluvio
universal, todas mencionan esta ley. Se nos ha enseñado que lo que se
siembra, se cosecha. Los relatos dan a conocer que, tal como nuestros
primos indígenas creen, las bendiciones y los pecados de una generación son
176
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
legados a las generaciones siguientes. Se nos recuerda en el Éxodo que el
horrendo karma puede descender, no solamente sobre los individuos, sino
sobre los pueblos que se alejen de la Unidad con su Creador. (22) En el Libro
de Obadiah, leemos: “Lo que has hecho te será hecho a ti, tus actos serán
revertidos sobre tu propia cabeza.” (23)
Se nos recuerda una y otra vez que todo vuelve a nosotros – tanto nuestros
buenos actos como también los malos.
Clare Prophet (24) nos recuerda que, al igual que Abraham y Salomón (25),
(26) nosotros también somos puestos a prueba. Ella enfatiza que dichas
pruebas son oportunidades para recibir bendiciones.
Se nos dan abundantes oportunidades para construir el karma bueno que
traemos a esta vida y para rehacer el karma negativo. Se nos dan muchas
oportunidades para convertir hasta el rastro más negativo en un rastro
ardiente de gloria. He ahí el por qué el karma no es fatalista. Como con
cualquier profecía, podemos alterar su trayectoria profética al cambiar
nuestras vidas y al cambiar la energía que emitimos. Cuando hacemos un
compromiso para crecer en el amor y el conocimiento de Dios, y nos
movemos constantemente en esa dirección, se nos da la oportunidad de
equilibrar incluso la carga más pesada del karma. Nosotros podemos
cambiar el curso de nuestra vida al cambiar nuestros pensamientos,
palabras y obras.
Nosotros gozamos de libre albedrío, la voluntad para escoger el bien o el
mal, la voluntad para escoger cambiar la energía kármica que emitimos.
Todo lo que hacemos, todo lo que nos sucede, se basa en una elección que
hemos hecho. El libre albedrío, sin embargo, de ninguna manera elimina la
ley kármica. Podemos vivir miserablemente al emanar, y recibir en retorno,
pensamientos, palabras, y acciones dañinas. Podemos acortar nuestras vidas
eligiendo un estilo de vida que daña nuestro templo sagrado. Podemos
escoger alargar nuestra vida y nuestra felicidad equilibrando nuestro karma.
Nosotros, desde luego, tenemos libre albedrío. Somos responsables de las
elecciones que hacemos.
Ésta, pienso, es la más sagrada de las leyes. Jesús dijo “no crean que he
venido para abolir la ley y los profetas. He venido, no para abolirlas, sino
para darles cumplimiento. Os aseguro, que mientras duren el cielo y la tierra
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no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se
cumpla.” (27)
Sin embargo, los cristianos, al estudiar la Biblia, ignoran la Ley del Karma
claramente referida en las escrituras. Un modo de pensar creado por siglos
de adoctrinamiento religioso, social y político, que bloqueó las primeras
enseñanzas de Jesús como se registra en los textos nósticos, ha creado un
paradigma que ciega a muchos de advertir que Jesús habló de la realidad de
la ley kármica.
Seguidores de otras religiones, que no han sido influidos por el pensamiento
cristiano, son capaces de identificar simplemente lo que los cristianos se
niegan frecuentemente a ver. Personas de otras teologías son capaces de
indicar rápidamente las numerosas referencias al karma y la reencarnación
en el Antiguo y el Nuevo Testamento. En Buda Viviente Cristo Viviente (28)
Thich Nhat Hanh, un monje Budista, lo indica claramente. Él insiste en
recordarnos que Buda significa “despertar.” Para llegar a ser como Cristo,
nosotros los cristianos necesitamos llegar a ser más como Buda.
Necesitamos despertar.
En Karma, Reencarnación y Cristianismo, (29) Clare Prophet nos recuerda
que el Sermón de la Montaña fue una lección de Jesús sobre la ley kármica.
“Como juzgues serás juzgado y con la vara que midas serás medido.” (30)
Jesús confirmó su razón de ser. “Yo he venido para liberarlos.” (31) Si no
comprendemos sus enseñanzas, y no seguimos los ejemplos brindados para
orientar nuestro viaje de amor, permaneceremos estancados en el ciclo del
nacimiento y renacimiento.
Jesús fue amor perfecto. Él dijo: el Padre y yo somos uno. Como amor
perfecto, Él era uno con el Dios Creador. Jesús vino para mostrarnos cómo
hacer resplandecer nuestra propia Chispa Divina y cómo conducir nuestra
Llama Sagrada hacia la Unidad con la Llama Eterna. Jesús vino como nuestro
guía. Él dijo “aprendan de mí.” (32) Se nos está pidiendo amar. (33) Se
vuelve a repetir en el Nuevo Testamento lo que habíamos oído en el Antiguo.
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu mente, y tu alma. Ama a los
otros como a ti mismo. (34)
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Jesús dijo “yo he venido a ti para darte vida abundante”. (35) Si continuamos
creyendo que lo que emitimos no nos afecta a nosotros o al colectivo entero
en ninguna forma, continuaremos viviendo cubiertos por nuestro manto de
temor y sufrimiento, nunca conoceremos nuestra verdadera capacidad,
nunca recibiremos la abundancia que es nuestra por derecho propio. Pero si
tenemos ojos para ver, y oídos para oír, reconoceremos la verdad y
avanzaremos constantemente en dirección de reclamar nuestra
responsabilidad, y finalmente nuestro lugar de Unidad con nuestro Creador.
Los discípulos de Jesús conocían las leyes del karma y la reencarnación. Ellos
sabían que un hombre podía nacer en circunstancias difíciles para
reivindicarse por el karma pasado. También conocían la ley del Antiguo
Testamento, que afirma que los pecados del padre podrían ser infringidos a
sus hijos. Ellos creían que las obras buenas, así como también los pecados de
una generación podrían ser infringidos a generaciones subsiguientes. Fue
solamente a causa de su profunda comprensión de la Ley del Karma que
fueron capaces de formular las preguntas que hicieron a Jesús sobre la causa
de la ceguera del hombre al nacer. (36)
Jesús no les respondió. Tampoco negó completamente ninguna de las
posibilidades que los apóstoles propusieron, sino que ofreció una tercera.
Jesús afirmaba que nada en la vida es completamente negro o blanco. Les
estaba recordando, y a nosotros, que no estamos en posición de juzgar las
condiciones de otros. Él estaba reforzando que las Leyes del Karma, que
dirigen ambos karmas individuales y de grupo, son reales. Si no lo fueran,
Jesús habría hecho una declaración clara y profunda negando la base misma
de la pregunta del apóstol. Pero no fue así. Él les dijo a los apóstoles que
existían ambas posibilidades, pero no todos los que nacen en circunstancias
difíciles cumplen su karma o el karma de su grupo de almas. Algunos que
nacen en circunstancias difíciles pueden ser los grandes espíritus, los
grandes maestros, llegados para enseñar el amor y la compasión, venidos
para ayudar en el avance de este mundo. Jesús nos enseñaba que en algunas
circunstancias (incluyendo esa ante los apóstoles en ese momento) la gente
pasa por situaciones difíciles en la vida para que la Gloria de Dios pueda
darse a conocer. Pero esto no hace una separación entre lo que es elección
de las condiciones de vida, y el libre albedrío. La elección fue hecha para
obtener la gloria de Dios revelada en el sufrimiento. Jesús mismo fue un gran
ejemplo. Su vida y su muerte estuvieron rodeadas por circunstancias
difíciles.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Mientras que en esta circunstancia Jesús enfatizaba la gloria de Dios, estaba
también reconociendo el karma, los grupos ancestrales, la elección y el libre
albedrío. Él enfatizaba que los pensamientos y las acciones de cada persona
contribuyen al bien o al mal de este mundo.
Cada día usamos nuestro libre albedrío. Cada día escogemos aumentar el
bien o interferir con él en el mundo. Aunque cada uno acarrea las
limitaciones de carácter determinadas por acciones y pensamientos
pasados, a la vez, cada uno escoge seguir dicha tendencia, o rebelarse contra
ella.
La astrología es la escritura del karma. Nuestro mapa natal indica qué cosas
buenas y qué aspectos negativos, de vidas anteriores, acarreamos en esta
vida. Los Reyes Magos llegaron a rendir homenaje. Ellos habían estudiado
las posiciones de los planetas al tiempo del nacimiento de Jesús. Ellos habían
visto su estrella natal. Sabían que el nacimiento de este niño era increíble.
Sabían que el niño nacido bajo esta estrella tenía un karma perfectamente
equilibrado. Sabían que vino a este mundo para hacer buenas obras. Él no
acarreaba ningún karma negativo que necesitara ser equilibrado. Su gloria
fue revelada en el universo. Fue escrito en las estrellas, en la posición de los
planetas.
Nosotros podemos aprender de nuestro mapa astrológico, así como también
del estudio de la numerología, sobre las cualidades que tenemos que
desarrollar para equilibrar el impulso negativo del karma que venimos
arrastrando. La astrología y la numerología son las herramientas que
podemos usar para tener un mejor dominio de nuestras vidas. Podemos
aprender de lo que nuestros ancestros nos legaron, o podemos ignorarlo.
Esto, y las visiones y los sueños proféticos, prevén lo que sucederá si no
hacemos algo para detener el karma que nos impulsa hacia la calamidad.
Una profecía provee información. Mediante el uso del libre albedrío
podemos hacer elecciones para efectuar un cambio.
En Vida Entre la Vida (37) Joel Whitton menciona que, de sus sujetos de
estudio, ha aprendido que las pruebas kármicas se construyen en nuestra
escritura kármica. Que pasemos o no estas pruebas determina cómo, y hasta
dónde, progresaremos en este tiempo de vida. Un ejemplo dramático
ejemplifica este punto:
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Cuando era muy joven, Steven Logan se sentía sumamente negativo hacia su
abusivo padre y rara vez lo visitó en el asilo de ancianos. En una ocasión, sin
embargo, Steven se sintió compelido a visitarlo. Encontró a su padre muy
enfermo y mantenido con vida artificial. Cuando se paró junto a su cama,
Steven notó que el tubo del respirador se había zafado. Tenía la opción de
pedir ayuda o ignorarlo. Después de un momento de reflexión, corrió en
busca de una enfermera, que apresuradamente reemplazó el tubo.
Algunos años después, Steven tuvo un accidente serio en bicicleta. Descubrió
más tarde, bajo hipnosis, que si hubiera dejado que su padre muriera, él
mismo habría muerto en el mencionado accidente. Si perdonara a su padre
por todos los abusos que había cometido durante varios ciclos de vida, él
finalizaría su plan kármico.
Hay que recordar que durante los primeros años de la niñez, durante el
sueño, y cuando somos regresados bajo hipnosis, nosotros no estamos
restringidos por valores sociales y culturales, por nuestro sistema de
creencias, o por ninguna doctrina. Nuestra alma liberada es independiente
de la programación terrestre y es por eso que vemos y hablamos desde las
profundidades de la sabiduría del alma.
En No Estás Solo, (38) Robert Marsh cuenta que con anterioridad a la
adopción de sus hijas mellizas, él y su esposa tuvieron sueños similares de
un tiempo de vida en que sus hijas mellizas fueron raptadas por un ejército
invasor. En el sueño, una de las mellizas recriminaba al padre. “Espero que
ahora hagas un mejor trabajo que el que hiciste anteriormente.” Marsh sabía
que le estaban dando otra oportunidad y que estaba siendo advertido de “no
fallar en esta ocasión.”
Yo también tuve un sueño en el que se me recordaba que había “fallado.”
Había prometido asistir a un concierto en la escuela de mi hija. Llegaba
corriendo arrebatadamente al salón de conciertos, justamente cuando la
cortina se cerraba al terminar la actuación de mi hija. Vestida con traje de
negocios y portando dos portafolios era evidente que yo andaba “a la
carrera” entre contratos “importantes”. Pregunté si mi hija iba a actuar
nuevamente. El profesor respondió. “No hay una segunda actuación.” Mi hijo
estaba parado al lado opuesto del escenario. Me miró, sacudió su cabeza, y
mientras se volvía lentamente y caminaba alejándose, me dijo, “Mamá, aún
no estás prestando atención a lo que es realmente importante.”
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Sus palabras me despertaron en un sobresalto. El hecho de darme cuenta de
la fuente de esas primeras palabras con el psicólogo me abrumó. “Así tenía
que ser.” Yo no había estado prestando atención a lo que era realmente
importante. Había fallado. No había entendido.
¿Podría haber cambiado la escritura kármica si hubiera “despertado” más
pronto? Lo que está ligado en la tierra está ligado en el cielo. ¿Podría yo
haber cambiado la profecía? ¿No había cambiado en la tierra lo que pudo
haber sido cambiado en el cielo?
Pero aún estaba fallando. Había llegado muy lejos. Había hecho tantos
cambios. Ya no era la misma persona. Pero mi hijo me lo estaba advirtiendo.
“Aún no estás prestando atención a lo que es realmente importante.” Pero
¿qué era eso tan importante a lo que debía prestarle atención?
Fui guiada a un hombre clarividente. “Tu vida está fuera de equilibrio.” Él
sugirió a una mujer que enseñaba adivinación. Aprendí a prestar atención a
las varias maneras en que podía recibir la Guía Divina. Aprendí a confiar en
las sensaciones de mi cuerpo, y a usar un péndulo cuando buscaba guía.
Aprendí que el temor no viene del espíritu, sino del ego. El espíritu sabe que
no tiene límite. El ego teme la pérdida de la autoestima, y nos impulsa a
ocultarnos detrás de una “máscara.” Cuando ocultamos nuestra verdad,
cuando no decimos lo que sabemos que es correcto, cuando no le damos a
otros lo que más necesitan de nosotros.
Yo había estado ocultando lo que sabía profundamente dentro de mí, que era
una verdad importante. Había compartido solamente lo que había aprendido
en las aulas, y únicamente lo que podía ser cuantificado y medido por la
ciencia, aún sabiendo que no creía en la eficacia de los métodos. Practicaba
poco lo que enseñaba a otros. Las estrategias curativas que personalmente
usaba se basaban en modelos muy diferentes de los que enseñaba. Quizás
era tiempo de remover la máscara. . . de hablar desde una sabiduría interior.
Necesitaba la valentía del Chamán. Nuevamente había escuchado que no
estaba “yendo correctamente.” Se me recordaba “actuar honestamente.” Se
me instaba a prestar atención a las lecciones del Sur.
En el Sur de la Sagrada Rueda Medicinal aprendemos a vivir en equilibrio
con nosotros mismos y con toda la creación. En el Sur aprendemos que el
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Gran Misterio creó a cada criatura con dones y habilidades. Los seres
humanos frecuentemente no conocen sus talentos únicos, porque han sido
cubiertos por el temor. Hasta que no destrocemos las expectativas que
hemos puesto sobre nosotros mismos, y las que hemos permitido que otros
nos pongan, no encontraremos lo que nos es único para compartir con los
demás. Sólo cuando nos quitamos la máscara de temor vemos quiénes
somos realmente y venimos a comprender la belleza de nuestra esencia
original.
Aprendí del Chamán que cuando estamos tensos, cuando corremos a los
cuatro vientos, debemos parar y reconectarnos. Debemos plantar nuestras
raíces firmemente, y permanecer quietos como “los árboles” para que
podamos ver lo que crece en nuestro bosque. Únicamente cuando nos
plantamos firmemente, y recibimos la energía para fortalecer y mantener
ambos aspectos de nuestro ser, el masculino y el femenino, a la vez que
reconocemos con gratitud el origen de cada bendición, podremos caminar
con equilibrio. Solamente entonces somos capaces de manifestar totalmente
nuestras habilidades y dones creativos.
En nuestra relación con el reino vegetal, él es el proveedor que
continuamente cubre las necesidades de otros, mientras que en el reino
mineral, las rocas son las portadoras de la energía. Los árboles y las rocas se
equilibran el uno con el otro como portadores y proveedores.
Yo recibí del reino mineral. Un cristal de cuarzo rosado sobre mi corazón
trajo sanación y absorbió el temor. Un cristal de cuarzo transparente en mi
bolsillo me trajo claridad y conocimiento. También recibí del reino vegetal.
Le pedí a cada árbol y cada planta compartir sus dones únicos. Del pino, pedí
paz y serenidad. Le pedí al sauce que me enseñara a doblarme para poder
ser fructífera en el uso de mis capacidades. Le pedí al roble la fortaleza y el
valor. Al fresno montano le pedí protección contra el mal.
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Capítulo 16: El Pan Nuestro de Cada Día
Cuando me pidas una bendición,
Me arrodillaré ante ti y te pediré perdón.
- William Shakespeare - El Rey Lear
“Danos el pan nuestro de cada día” ha sido siempre para mí una plegaria
tanto de súplica como de gratitud. Entre los recuerdos más gratos de mi
niñez están los del olfato. Principalmente, el aroma que despedía el pan
hecho en casa de mi madre. Consagradas profundamente en lo más
recóndito de mi cerebro están las imágenes y sonidos que acompañan esos
deliciosos olores. Fui criada en una familia rural grande y carecíamos de
riqueza material, pero el pan lo teníamos asegurado. Mi madre llenaba de
pan los barriles vacíos de sirope y los colocaba en un pequeño vagón rojo
para asegurar su entrega, por parte de mis hermanos y yo, a nuestro padre y
sus trabajadores. Ese mismo pan que llenaba los barriles, alimentaba
nuestros estómagos hambrientos durante los días de escuela. Y el pan recién
salido del horno nos daba la bienvenida cuando regresábamos a casa en esas
frías tardes invernales de la pradera. El pan era esencial para nuestra
supervivencia, y para nuestras celebraciones. Aunque el pan honraba cada
comida, y las muchas meriendas intermedias, los panes “especiales”
anunciaban una festividad. Los buñuelos dulces nos esperaban en la Víspera
de Navidad o después de la misa de la Vigilia Pascual. Su arribo indicaba que
el tiempo de ayuno y abstinencia había terminado.
Aunque el pan era abundante, era sagrado. Nunca debíamos desperdiciarlo.
El pan duro se convertía en el budín de los días siguientes, y el relleno para
el pollo o el pavo de los días de fiesta. Los trozos sobrantes alimentaban al
perro y los muchos gatos, o se humedecían y suavizaban en la leche para los
patos y gansos recién nacidos. Nosotros reconocíamos que el pan nuestro de
cada día era un regalo valioso. Lo compartíamos libremente, pero también
entendíamos que el pan agraciaba nuestra mesa durante las celebraciones y
apaciguaba nuestras rechinantes tripas gracias al amor y al trabajo de cada
miembro de nuestra familia, y a causa de la gracia de nuestro Dios.
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El pan está hecho de harina. La harina está hecha de grano. Nuestra
subsistencia dependía de las cosechas de grano. Nosotros valorábamos la
tierra, la lluvia, y el sol. Todos, mezclados adecuadamente, eran necesarios
para una cosecha generosa. Respetábamos el trabajo de plantar, cosechar, y
moler. Apreciábamos el amasado y las formas de los bollos de masa. La
familia entera participaba en el trabajo de producir nuestro pan de cada día;
mientras algunas tareas eran hechas a máquina, otras eran demasiado
preciosas. Éstas eran producidas por el amor y la habilidad humana.
Jesús debió haber tenido reflexiones similares cuando oró, “Danos hoy el pan
nuestro de cada día.” Él debe haber pensado, asimismo, que el buen pan
también necesita sal, y necesita levadura. La sal es un preservativo. La
oración para el pan de cada día pide, también, que seamos conservados, que
estemos seguros y protegidos. A Jesús le gustaban las alegorías. Él hubiera
contemplado la levadura, porque ella hace que la masa crezca. Él nos
hubiera pedido que, como el efecto de la levadura sobre la masa, nosotros
también necesitamos crecer para alcanzar nuestro pleno potencial. Jesús nos
hubiera recordado el pasaje poco conocido de El Libro de los Números, (1)
que habla de la manera en que los Israelitas iban a transportar el Arca de la
Alianza. Mientras para transportar la carpa y la mayor parte de los atuendos
sagrados iban a usarse bueyes y carretas, lo más sacrosanto tenía que ser
cargado por los hombres.
Jesús debe haber conocido la labor requerida para hacer el pan nuestro de
cada día. Él nos recordaba que cuando pedimos recibimos, pero plantar las
semillas para el futuro también requiere esfuerzo de nuestra parte. La
fertilidad en la vida nos llega mediante nuestros esfuerzos activos. Jesús
sabía que cuando hacemos el esfuerzo, y cuando pedimos con gratitud,
recibimos en abundancia.
Jesús debe haber conocido la gratitud en los corazones y en los labios de
quienes aran y plantan y muelen y hornean. Él debe haber conocido su
respeto hacia la tierra, el sol y la lluvia. En nuestro hogar campesino, cada
comida comenzaba con una bendición. “Bendícenos Señor, y estos alimentos
que vamos a recibir.” Y cada comida terminaba con dar gracias. “Te damos
gracias Dios Omnipotente por todos los beneficios que hemos recibido.”
De mis padres aprendí la gratitud. De ellos aprendí también a ser consciente.
De niña aprendí a hacer una pausa en mi trabajo diario para recordar las
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muchas bendiciones recibidas. Aunque hubo veces que descuidé este
cometido, su valor siempre se mantuvo en casa.
Cada mediodía, parábamos a mitad de nuestras labores para agradecer la
abundancia en nuestras vidas. Al resonar de la campana en la torre de la
iglesia, pausábamos un momento para recitar el Ángelus. De todos los gratos
recuerdos en el hogar de mi madre, que me conectan a mis raíces, lo que más
valoro son las estampas del Ángelus y la Magnífica.
Aunque durante mis noches oscuras era difícil encontrar suficientes cosas
para sentirme agradecida, el punto decisivo llegó a hurtadillas con mi
decisión de re aprender la gratitud consciente. Al murmurar “te agradezco”,
mientras el sol de primavera se filtraba en la cocina fui recompensada con
cálidos resplandores dorados de valentía.
Cuando pedí auxilio en mi desesperada situación, teniendo fe que de algún
modo podría obtenerlo, y confiando apenas lo suficiente para esperar lo que
no podía lograr por mí misma, fue la chispa de gratitud la que me empujó a
escalar la cumbre de la montaña de angustia. El ascenso arduo y tortuoso
durante la inclemente tormenta no terminaba aún cuando la gratitud me
condujo a la cumbre.
El mundo parecía diferente desde ahí. El sol realmente surgía. Brillaba,
incluso sobre quienes se encontraban envueltos en nubes. Aunque el
descenso no fue fácil, fue menos aterrador porque el viaje fue de día, y yo
podía reconocer claramente la guía de quienes me orientaban.
Los teólogos frecuentemente hablan de gracia y dividen el concepto en
“gracia otorgada” y “gracia recibida.” Ellos probablemente hablarían de mi
experiencia desde el punto de vista de la gracia. Pero yo, personalmente,
nunca he encontrado una definición apropiada para la “gracia.” Aun después
de muchas reflexiones y estudios, me siento incapaz de separar la gracia de
la energía del Creador. Para mí, “la gracia otorgada” significa la conciencia
innata del alma acerca de nuestra conexión con el Creador, y por este
conocimiento es que anhelamos reintegrarnos en la Unidad total, por la que
fuimos formados y a la cual pertenecemos.
Yo creo que “la gracia recibida” es nuestra propia voluntad para movernos
en dirección de buscar esta Unidad. Nosotros tenemos libre albedrío.
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Jane Simington
Debemos dar el primer paso; aun con un indicio de movimiento de nuestra
parte viene una infusión del Espíritu, de la Energía (el Soplo, el Hálito) del
Creador. Mientras más avanzamos en este sentido, más abiertos estamos
para recibir más plenamente de la Fuerza Creadora de Vida y es mayor
nuestra capacidad para dar, para co crear, a la vez.
El avance es una elección. La elección debe ser el primer paso para sanar.
Los rápidos traicioneros en los ríos de la angustia, cualquiera sea la causa, la
pérdida de un ser querido, la separación o el divorcio, la pérdida de nuestra
dignidad debido al abuso y la violencia, pueden sumergirnos
completamente. Aunque la corriente nos puede llevar lejos a la deriva, en
algún punto debemos decidir hundirnos o nadar. No tenemos otra opción. Es
más fácil hundirnos, porque al descender en la creciente frigidez de las
profundas aguas, el dolor llega a congelarse. Pero al amenguar el dolor,
amenguamos la vida.
Si nadamos debemos estar dispuestos a convulsionarnos sin control,
haciendo todo lo posible para mantener nuestra cabeza por encima de la
creciente turbulencia. Debemos llegar al punto en que, justamente antes de
darnos por vencidos, de ahogarnos, pedimos auxilio. Esa instancia parece
disponible únicamente al momento de darnos cuenta de nuestra
desesperación, cuando reconocemos el poco control que realmente tenemos.
Pero de algún modo, y más increíblemente, es únicamente en la sumisión
total de nuestro control a las manos del Omnipotente que el control regresa
a nuestra vida.
Intentar controlar cada aspecto de nuestras vidas, y frecuentemente las
vidas de aquellos alrededor de nosotros, forma una válvula que va cerrando
la punta del embudo que trae la energía del abundante universo hacia
nuestro ser. Nuestros chakras son como torbellinos, orientando la energía
del universo hacia nuestro ser. Estos vórtices orientan la corriente de
energía de lo que necesitamos en nuestras vidas. Todo lo que debemos hacer
es darnos cuenta que no estamos separados y aparte del universo, que no
podemos permanecer solos, y que todo en el universo esta disponible para
nosotros cuando nos conectamos con gratitud a la Presencia Creadora.
Cuando nos abrimos con gratitud para recibir las energías de amor y luz, nos
abrimos a la inmensa abundancia del universo.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Cuando los estudié por primera vez, y comencé a sentir los chakras, los
vórtices de energía sobre mí y sobre quienes orientaba la energía, me
recordaban las cornucopias. Los chakras se sentían y aparecían en mi
imaginación como una cornucopia, el Cuerno de la abundancia. La fiesta del
Día de Gracias siempre ha tenido un significado muy importante para mí.
Por eso, durante los años en que me sentí desconectada del universo, la
celebración del Día de Gracias era muy dolorosa. El Cuerno de la abundancia
traía numerosos recordatorios de lo que alguna vez había tenido y con lo
que ya no parecía poder conectarme. La inactividad y quietud de mis
centros de energía confirmaban los bloqueos del flujo de energía.
De niña aprendí que las mujeres Iroquesas tejían canastas en forma de
cornucopia como un recordatorio, para agradecer por las cosas buenas
recibidas que nos ayudan en la realidad física. El Cuerno de la abundancia,
lleno de frutas, simboliza la abundancia que se manifiesta en la realidad
física desde la abundancia del universo. El maíz sustentaba la vida de los
Iroqueses. La abundancia de maíz era motivo para celebrar. Ellos celebraban
con gratitud el maíz recibido, así como mi familia campesina celebraba la
abundancia de trigo.
Nosotros frecuentemente acreditamos el origen del festejo del Día de
Gracias a los Peregrinos. Sin embargo, fueron los Iroqueses quienes trataron
de enseñar, mediante el Cuerno de la abundancia, que dar gracias es algo
que debemos hacer de una manera constante. Ellos trataron de inculcar a los
colonos la importancia de dar gracias, aun antes de recibir, reconociendo
que es el agradecimiento lo que hace que la abundancia se manifieste. A
través del Cuerno de la abundancia, los Iroqueses querían decirles a los
recién llegados que necesitaban desprenderse de sus ideas de escasez. Los
inmigrantes, llegados de países que durante siglos habían sido gobernados
por el orgullo, eran incapaces de concebir esas nociones y prefirieron en
cambio catalogarlas como superstición. Las enseñanzas sagradas de los
Iroqueses enseñaban que recibimos en proporción a lo que damos. Ellos
animaron a los recién llegados a la Isla Turtle a devolver con gratitud, a la
Madre Tierra, una porción de lo que habían tomado, para mantener el flujo
de abundancia moviéndose a través de la cornucopia. (2)
Mi hija mayor es maestra. Cierta vez le pidieron dar la homilía de la
celebración del Día de Gracias a los estudiantes y al personal de su escuela.
Mientras caminábamos una tarde, discutíamos sobre lo que sería importante
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incluir en el mensaje. Ella quería que sus palabras fueran “significativas” y la
expresión de gratitud “verdadera.” Reflexionamos sobre la abundancia que
habíamos recibido el año anterior, y cavilamos sobre las bendiciones por las
que estábamos agradecidas.
Su abuelo había quedado ciego debido a una radiación accidental en su
quiasma óptico. Nosotras estábamos agradecidas por nuestra vista. Mi prima
vivía ahora en una casa de salud porque era incapaz de sostener su propio
peso debido a la esclerosis múltiple. Estábamos agradecidas por nuestras
piernas, y por nuestra independencia. Mi amiga y colega, a quien mi hija
conocía y admiraba, había perdido el oído como resultado de un daño al
nervio auditivo, ocasionado por una inflamación. El impedimento auditivo la
había forzado no solamente a renunciar a su carrera, sino que le había
ocasionado cambios enormes en cada aspecto de su vida. Estábamos
agradecidas por nuestro oído.
Aunque mi hija no se enfocó en ninguno de estos puntos, su charla recordó a
los estudiantes sus muchas oportunidades. Varios en su aula habían venido
de países del tercer mundo y países arrasados por la guerra. Ellos
compartieron su gratitud por la abundancia en su nuevo hogar, y como
grupo ofrecieron plegarias de agradecimiento.
Hace algunos años, acepté una oferta de trabajo en el Perú. Era un contrato
difícil de cumplir. El apoyo y los recursos para la educación eran escasos.
Esas situaciones enseñan sobre la gratitud, no solamente por lo que uno
tiene sino también por el regalo de aprender y el regalo de la vida misma.
Posteriormente, compartí estas experiencias con un grupo de canadienses
adultos de clase media quienes, aunque todavía en sus sesentas y cincuentas,
optaban por jubilarse. Los alenté a pensar seriamente lo que sería el resto de
sus vidas. Les indiqué que las expectativas de vida en el Perú continúan
siendo apenas de treinta cinco años de edad. Les pedí que consideraran, en
comparación, sobre su jubilación pues ellos todavía tendrían toda una vida
por delante. ¿Cómo usarían el resto de su vida?
Cuando la discusión con este grupo de mediana edad giró hacia el tema de la
gratitud, surgió una historia más dramática. Una mujer contó haber leído
sobre cómo el comportamiento de un esposo alcohólico cambió
completamente gracias al poder de la gratitud. (3) La mujer, cuya historia se
contaba, había asistido a una serie de charlas sobre la manifestación de la
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abundancia. Ella estaba convencida que su carencia de gratitud había
contribuido al problema de alcohol de su compañero. Después de discutirlo
con sus cuatro hijos adultos, decidieron comenzar un viaje de gratitud para
celebrar las cosas buenas que habían recibido. Se concluyó que, incluso con
todas sus fallas, su padre había contribuido positivamente en cada una de
sus vidas. Para comenzar la celebración, la madre invitó a sus hijos a una
comida el viernes por la tarde. Todos llegaron menos su esposo. El celebró,
en cambio, en el bar del barrio, y no apareció hasta mucho después que sus
hijos se habían marchado a sus casas. Sin embargo la esposa persistió. La
tarde del sábado, nuevamente los hijos se reunieron para “compartir su
agradecimiento por su padre.” Una vez más, el padre eligió estar ausente.
Incluso una tercera vez, la tarde del domingo, nuevamente en ausencia de su
padre, los hijos y su madre dieron gracias por el regalo de su padre y esposo,
y por las bendiciones que habían recibido porque él había sido parte de sus
vidas.
El domingo por la tarde, cuando el esposo retornó al hogar, oyó cantar. Abrió
la puerta, esperando unirse a una fiesta para beber, y literalmente cayó en
medio de una reunión de Alcohólicos Anónimos (AA.) Nunca más volvió a
beber.
Aunque frecuentemente se necesita mucho más que tres de días de gratitud
para reformar a un alcohólico, la historia es un poderoso tributo a la
gratitud. Y si es posible que un ser humano cambie las circunstancias de su
vida por la gratitud, lo mismo es posible para cada uno de nosotros. Los AA
enseñaron al esposo a estar agradecido por el regalo de la vida, y cómo
controlar el alcoholismo a través de la confianza en el poder de sanación de
su Dios.
Los doce pasos del programa enseñan que podemos liberarnos de las garras
de la adicción cuando admitimos nuestra incapacidad de dirigir nuestras
vidas y le damos el control de nuestro destino a Dios. Pero a veces
confundimos dar el control de nuestra vida a Dios, con dar el control de
nuestra vida a otros. Creo que a veces las tragedias suceden para mostrarnos
que debemos confiar en Dios, no en otros, para co capitanear nuestro buque.
Nosotros, confiando en la mano orientadora del Creador, debemos dominar
nuestro propio destino. Frecuentemente cuando estamos afligidos y nos
sentimos a la deriva, nos asimos a la primera compañía o persona dispuesta
a aventarnos un chaleco salvavidas. Pero nuestra primera acción ante el
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dolor y la sanación del alma, y para hacer avanzar nuestra vida, es recordar
donde está realmente el control. Únicamente entonces, podemos deslizarnos
sutilmente a la silla del capitán. Cuando nuestra confianza está en el lugar
correcto, podemos ir agarrando velocidad y ganar la confianza necesaria
para conducir nuestra propia embarcación, porque sabemos que nuestro
curso ha sido establecido, y que estamos protegidos y somos orientados en
nuestro viaje.
Los valores materialistas y mecanizados no son consecuentes con la noción
que no estamos a cargo, que realmente tenemos poco control. Tampoco
nuestra cultura nos enseña que al devolver con gratitud una porción de lo
que recibimos, realmente ganamos. Impulsados por una mentalidad que
exige progreso, tan rápido y tanto como sea posible por las escaleras del
éxito, se ejerce un feroz control de los recursos, frecuentemente
extendiéndose incluso hacia la esclavitud de otros.
Cuando aún no hemos aprendido que saber compartir y la gratitud crean lo
extraordinario, no nos damos cuenta de la verdad vista por Albert Einstein.
Hay solamente dos maneras de vivir la vida. Una es como que nada es un
milagro. La otra es como que todo es un milagro. (4) Hasta que aprendemos,
como lo hizo la esposa del alcohólico, que cuando reemplazamos el control
con la gratitud los milagros pueden suceder. Cuando no aplicamos esta
sabiduría, el abastecimiento mengua, porque el orgullo y la necesidad de
tener el control cierran la válvula universal que bloquea el flujo de la
abundancia.
Si vivimos continuamente con un corazón abierto y agradecido, los milagros
son una parte común de la vida. Abe Arkoff en La Vida Iluminada, (5)
enfatizó que nuestra lista de gratitudes debería equiparar nuestros años de
vida. Yo frecuentemente menciono sus comentarios. Durante un curso que
enseñé, llamado “Viviendo a Pleno Potencial”, un caballero de setenta y ocho
años de edad volvió a la clase del día siguiente con su lista de setenta y ocho
gratitudes. Sus gratitudes incluían: “Yo desperté esta mañana muy
agradecido por haber dormido bien. Agradecí que el sol brillaba. Elsi y yo
nos sentimos mejor los días soleados. Estoy agradecido porque si tuviera
que volver a vivir mi vida, no cambiaría muchas cosas. Estoy agradecido por
Elsi, mi esposa durante cincuenta y un años. Estoy agradecido que ambos
tenemos buena salud. Estoy agradecido por nuestros cuatro saludables y
amados hijos. Estoy agradecido por mis seis nietos.”
191
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Frecuentemente doy este ejercicio. He aprendido que ser agradecido no
solamente trae las cosas que necesitamos a nuestras vidas, sino que cuando
reflexionamos sobre las muchas bendiciones que son frecuentemente parte
no reconocidas de nuestras vidas, recibimos un poderoso surgimiento de
esperanza.
Cada vez que escucho, o leo la lista de gratitudes de alguien, me maravillo.
Aún no he visto una lista que no incluya gratitud por el calor del sol. En
algunas tradiciones el sol es un símbolo de Dios, y los rayos del sol se ven
como una metáfora de la bondad que fluye del Creador. Independientemente
de la cultura de la que provengamos, todas las personas parecen estar
instintivamente conscientes de nuestra necesidad del resplandor del calor
del dios sol en nuestras vidas. Recuerdo las numerosas veces cuando, desde
el foso de la desesperación, una canción basada sobre las promesas hechas
por Yahvé, hacia aquellos en éxodo, flotaba en mi pensamiento. “Él te alzará
sobre las alas del águila. Te sostendrá sobre el hálito del amanecer. Te hará
brillar como el sol y te acogerá en la palma de sus manos.” (6)
Nosotros anhelamos la calidez y la proximidad prometida. El Talmud (7)
nos recuerda que si lo único que rezamos siempre es una plegaria de
gratitud, con eso bastaría. Cuando somos agradecidos, la calidez de la
energía creativa comienza a fluir nuevamente, descongelando nuestras
cavernas más interiores y reconectándonos a la Gran Unidad.
Cuando encauzamos nuestras vidas con confianza, la Unión Divina sucede y
nuestras mentes se convierten en terreno fértil para nuestro propio
enriquecimiento. La vieja historia de Kokopelli tocando la flauta dice que
Dios crece dentro de uno y optimiza nuestro ciclo de fertilidad. Las semillas
fértiles florecen en la música, que puede ser cantada solamente desde
nuestra alma única. El mito de Kokopelli se cuenta y repite en muchas y
diversas maneras por todo el suroeste de los Estados Unidos, México y
Sudamérica. Los Aztecas contaban que una virgen de su clan había sido
impregnada por Kokopelli y dio a luz un niño varón, que llegó a ser un gran
líder espiritual. Con la gentileza de su madre y el fuego de su padre, el niño
sagrado ayudó a su gente a encontrar su camino para retornar a las estrellas.
La leyenda nos recuerda que cada criatura viva es mágica, porque cada una
de ellas es una estrella, una chispa del fuego Divino. Es únicamente cuando
devolvemos nuestra voluntad, para estar en unión con la Voluntad Divina,
192
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
que nuestra música más hermosa puede producirse y compartirse. La
fertilidad en la vida puede ser nuestra cuando escogemos unirnos
activamente a la Unión Divina con el objeto de descubrir, desarrollar y
compartir la música interior. Kokopelli, mediante la magia de su canción,
enseñó que si queremos que las semillas que sembramos caigan sobre suelo
fértil, debemos cambiar nuestra conciencia y usar nuestros talentos en una
manera productiva.
Este mensaje poderoso nos provee un doble camino, el sendero de la
conciencia creciente y el sendero de la productividad. Ser agradecidos, ser
conscientes y la meditación nos llevan en esta dirección. La visualización y la
imaginería son invaluables técnicas de meditación para hacernos avanzar en
una manera productiva.
Aunque las palabras imaginería y visualización se usan frecuentemente de
manera intercambiable, no tienen exactamente el mismo significado. Ambas
técnicas se basan en el conocimiento que toda la realidad se crea primero en
el mundo del pensamiento, en el mundo del espíritu. Nosotros no
cambiamos de comportamiento y luego pensamos. Cambiamos primero
nuestros pensamientos y el comportamiento lo sigue. Ambas técnicas
también se basan en el conocimiento que nuestro cerebro responde a
imágenes visuales. En ambas, la imaginería y la visualización, pasamos a un
estado meditativo y le damos al cerebro las imágenes que queremos que
crea.
En la visualización, intentamos prever el resultado exactamente de la
manera que queremos que sea. Implicando cada uno de nuestros sentidos: la
vista, el oído, el gusto, el tacto, y hasta el olfato, en un proceso activo que nos
permita ser más capaces de orientar firmemente nuestras vidas en esa
dirección. Por ejemplo, si nos preparamos para una entrevista, podemos
mejorar nuestras posibilidades de éxito al crear en nuestra imaginación la
entrevista entera, la manera en que queremos que transcurra. Poniendo
atención a los estímulos sensitivos fortalecemos nuestras posibilidades. Si
somos capaces de imaginar el olor, las imágenes (por ejemplo: ver a toda la
gente que conduce la entrevista, amistosa y sonriente), y si podemos oír las
palabras de antemano, diciéndonos que somos el candidato elegido,
aumentamos nuestras posibilidades de éxito.
193
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
En la imaginería no nos atenemos a la imagen exacta sino, más bien,
aplicamos símbolos para representar lo que deseamos. La imaginería ha
demostrado ser una herramienta efectiva para la sanación física, emocional
y espiritual. En Amor, Medicina y Milagros (8) Bernie Siegel reporta sobre el
poder de la mente a través del uso de símbolos de imaginería para curar
hasta tumores inoperables de cerebro.
El alma responde a los símbolos del colectivo. Estos son símbolos que se
conocen desde tiempos antiguos. Estos mismos símbolos aparecen en
nuestros sueños. La imaginería se usa frecuentemente en combinación con
rituales sagrados porque, al igual que los símbolos, los rituales son también
bien conocidos por el alma. Usados en combinación, los resultados pueden
ser aun mejores.
Un colega nos contó como la imaginería y los rituales habían aliviado el
sufrimiento del alma de una joven madre que había parido un bebé muerto.
Cada noche la madre era plagada por sueños dolorosos en que veía a su niño
con necesidad de limpiarse y volver. Se realizó una imaginería guiada
usando el símbolo del agua, para limpiar tanto el cuerpo físico como el alma,
así como también para simbolizar la corriente que fluye entre esta vida y la
próxima. La madre simbólicamente limpió y nutrió a su bebé. Entonces, puso
suavemente al bebé en los brazos de un ángel aguardando. La imaginería y
los rituales sagrados liberaron a la madre de sus dolorosos sueños.
Yo practico y enseño técnicas de meditación, incluyendo la visualización, la
imaginería y los rituales sagrados. Los uso solos, en conjunto, y en
combinación con ejercicios de respiración y técnicas de transferencia de
energía. Los uso cuando hay una necesidad de liberarse de la culpabilidad y
el remordimiento. Los uso cuando hay una necesidad de perdón, cuando hay
una necesidad de liberarse del pasado y continuar con la vida, sin importar
la razón.
Creo que una de las cosas más difíciles de hacer en la sanación es liberarse
uno mismo del pasado. Porque hasta que no se consigue desprenderse de lo
que nos retiene, no podemos realmente progresar.
Mis esfuerzos conscientes para sanar fueron fuerte y positivamente
afectados por los escritos de Louise Hay. He regalado varias copias de su
libro Puedes Sanar Tu Vida (9) a aquellos con quienes trabajo. De ella,
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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aprendí el poder sanador del ritual. De ella, aprendí a afirmarme. Durante
esos intensos tiempos oscuros, envuelta en el terciopelo azul de la
depresión, copié de su libro doce afirmaciones que apliqué a mi vida y a mi
necesidad de sanación. Decidida, me forcé a levantarme temprano de mi
lecho cada mañana, e instauré la quietud de mi cuarto, al que ahora llamo mi
espacio sagrado. Debido a que en mi estado depresivo era incapaz de
memorizar, leía cada afirmación una y otra vez, hasta que cada célula se
llenaba hasta desbordarse con la nueva información que necesitaba para
reemplazar la antigua que había albergado tan fuertemente adentro. Meses
después, era capaz de repetirlas cuando salía a caminar.
Una de las cosas más difíciles de aceptar fue que yo no había sido capaz de
decirle adiós a mi hijo. Soñé.
Mi hijo apareció, se veía tal como cuando tenía cinco años de edad. En la
entrada de nuestra casa actual, se detuvo para examinar, en forma detallada,
las figuras de arcilla que él había creado de niño. Como para reforzar algún
mensaje importante para mí, y para validar alguna realidad para sí mismo,
preguntó varias veces “¿Yo hice esto cuando era tu pequeño niño?”
Yo sabía que se me había mostrado que mi hijo había aprendido lecciones de
mí cuando estuvo a mi cargo. Ahora él tenía otras lecciones que aprender,
aprendizaje pasado que él necesitaba aumentar. Me di cuenta
instantáneamente que lo estaba reteniendo e impidiéndole hacer lo que
ahora era importante para él. Necesitaba liberarlo. Él tenía cosas que hacer y
mi angustia estaba no solamente frenándome, también estaba interfiriendo
con su capacidad para progresar en lo que él tenía que realizar a
continuación.
Yo tenía miedo de dejarlo ir, aterrorizada de pensar que al soltarlo iba a
deshonrar nuestra relación, aunque sabía que al aferrarme al pasado no
conseguiría avanzar en mi vida. Sabía que, al continuar enfocándome en el
dolor del pasado, consumía la energía que necesitaba para desarrollar otras
maneras de usar mis capacidades.
Tomando valor, del cual tenía poco, comencé. Elegí una colina, una por la
que pasaba casi todas las mañanas, llorando, durante mis caminatas. Era a
principios de la primavera. Los primeros rayos apenas comenzaban a
diseñar esponjosos querubines rosados sobre las nubes. Miré hacia el cielo.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Manteniendo mis manos abiertas afirmé como había aprendido del libro de
Louise Hay. (10) “Libero el pasado con amor.” Visualicé el dolor y la tristeza
fluyendo de mi corazón y fluyendo de mis palmas, cayendo a la tierra como
granos negros de carbón. Cuando ya no pude ver ninguna corriente oscura
fluyendo de mí, visualicé la luz dorada que fluía de las manos del Creador y
hacia mi corona. Miré como la luz fluyó descendentemente, llenando mi
cuerpo entero. Afirmé “Al liberar el pasado, entra lo nuevo y fresco y vital.”
Esa noche soñé. Mi hijo apareció. Se acercó. Sus brazos me rodearon. Sentí su
calor, su joven vibrante vida. Gemí. “Si sólo hubiera podido decir adiós.” Él
dijo, “Madre, no hay necesidad de decir adiós.”
Dejé escapar un suspiro, que vino desde una profundidad que no sabía que
existía dentro de mí; sollocé “Te libero.” Mis palabras lo rodearon en un arco
iris como remolino. El arco iris remolinó hacia arriba. Yo sabía que debía
completar la afirmación “Al liberarte también me libero.” Mi hijo se disolvió
en una luz increíble. La misma luz me penetró y me rodeó.
¡La transformación!
En la mañana siguiente, mientras caminaba, hablé con mi hijo. Le pedí que
aunque él tuviese cosas que hacer, que yo ignoraba y en las que no quería
entrometerme, si era posible que él tomara mi mano por un momento
durante mis caminatas matutinas. Mi mano sintió su calor. “La consciencia”
me rodeó. No tenía que decir adiós. Él no me había dejado realmente. Al
liberarlo, yo podía estar más cerca de él que lo que había estado cuando lo
tuve sujetado tan estrechamente.
Recordé un póster que vi en alguna parte en mi pasado, con una prosa de
Fritz Perls. “Si amas a alguien déjalo en libertad. Si vuelve, es tuyo. Si no,
nunca lo fue.”
Y así durante meses. . . y hasta años, por unos momentos cada mañana
cuando paseaba por el campo, mi hijo me tomaba una mano y mi padre la
otra. Frecuentemente siento que ellos me ofrecen una cuerda, invitándome a
saltar, a sentirme niña otra vez. Le pido a mi hijo compartir su sentido de
humor. De mi padre pido su regalo del valor.
Desprenderme del pasado con amor me liberó y me abrió para ser capaz de
recibir los dones de un nuevo comienzo. Recibí a través de la gratitud. Estoy
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agradecida por la tremenda abundancia que ha entrado en mi vida desde la
primera vez que repetí “te agradezco por la luz sanadora del sol.”
Agradezco el pan de cada día, consciente de todo lo que el pan simboliza, y
sabiendo que no sólo de pan vivo. (11)
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Capítulo 17: El Perdón
El perdón es el catalizador para el avance.
- Martín Luther King
Recientemente me llamó una madre que acababa de enterarse de que su
padre había abusado sexualmente de su hija durante la niñez. Durante años
la madre había notado el dolor emocional y espiritual de su hija. Pero nunca
había descubierto la fuente de su dolor, o la raíz de sus pensamientos y
frecuentes intentos suicidas. Reconocer la verdad, y comprender el largo y
arduo proceso de sanación que su hija debía encarar, torturaban a la madre
cargada de culpa. Ardida de rabia y con intensos sentimientos de odio, su
vida física, emocional y espiritual estaba amenazada.
La ira, el odio, la culpa y el remordimiento son las manifestaciones
emocionales de la necesidad espiritual del perdón. La culpa y el
remordimiento surgen de una necesidad del auto perdón. La culpabilidad es
una expresión de cosas que hicimos y que desearíamos no haber hecho. El
remordimiento es una expresión de cosas no hechas, que sabemos que
podríamos haber hecho. El odio contra uno mismo es la necesidad de auto
perdonarnos. El odio proyectado se deriva de la necesidad de perdonar a
otros. La ira, expresión emocional del odio, puede manifestarse cuando hay
una necesidad de perdón a uno mismo así como a otros. La ira, tanto contra
uno mismo como contra otros, es expresada a tal grado que uno comienza a
albergar sentimientos de odio.
La ira contra uno mismo puede interiorizarse en un esfuerzo por disfrazarla
de maneras más socialmente aceptables. Sin embargo, el cuerpo físico no
puede ser engañado. Las enfermedades y las condiciones crónicas que
radican en la ira contra uno mismo, continúan nutriéndose por el alimento
del odio, la culpa y el remordimiento. El odio contra uno mismo puede
expresarse a través de reflexiones negativas (conversaciones con el alma).
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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La ira y el odio, constantemente impulsados en cada célula del cuerpo,
absorben la energía vital necesaria para el mantenimiento y el crecimiento
saludable.
La ira contra uno mismo puede también ser expresada exteriormente,
manifestándose de varias maneras auto destructivas. Cortarse las muñecas y
el abuso de drogas no son las únicas formas de auto castigarse.
Comportamientos de auto mutilación, tales como lacerarse la piel,
arrancarse el pelo o las pestañas, no ejercitar el cuerpo, no alimentarse
nutritivamente, fumar, ingerir alcohol, abusar de los medicamentos, y
frecuentar ambientes peligrosos, pueden indicar un deseo de auto castigarse
o incluso auto destruirse porque la persona se siente indigna.
La ira, arraigada en el odio hacia otras personas, puede también ser
expresada tanto de maneras visibles como encubiertas. Podemos demostrar
exteriormente la ira hacia otros mediante palabras o comportamientos
hostiles y abusivos. O podemos intentar disfrazar nuestro odio
envolviéndolo en sarcasmo, críticas, manipulación, o bloqueando las metas
de otro.
Cuando somos incapaces de perdonar a otros, somos incapaces de
perdonarnos. Cuando somos incapaces de perdonarnos, somos incapaces de
amarnos verdaderamente. Cuando somos incapaces de ver nuestro propio
mérito, es difícil ver el mérito en otros. Cuando somos incapaces de
identificar lo bueno dentro de nosotros, también somos incapaces de verlo
en otros. En la raíz de los sucesos de la vida más difíciles de sanar existe una
necesidad de perdonar.
Si examinamos la historia de la vida de la señora, de su padre y de su hija en
el marco de una sola existencia, liberar la ira y el odio sujetos a su
incapacidad de perdonar a su padre sería una tarea sumamente difícil. Pero,
si retrocedemos e inspeccionamos la situación dentro del marco mayor de la
continuación de la vida, y del ciclo de vidas, vemos este escenario y todos los
traumas de la vida bajo una luz diferente.
Hablando de su experiencia de regresión, una mujer mencionó que había
vislumbrado niveles de creación muy por encima de cualquier cosa que
podría haber imaginado. Le fue mostrado que todo tiene un significando de
un nivel más alto. El sufrimiento no es casualidad; es sencillamente parte de
199
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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un plan eterno más complejo y grandioso del que somos capaces de
imaginar.
En Sólo el Amor es Real, (1) Brian Weiss revela pensamientos sobre el
perdón citados por hombres y mujeres que hicieron regresiones a otras
vidas, para revisar las lecciones importantes de la vida recién terminada, y
para examinar cómo las lecciones de esa vida afectaban la vida actual. Un
sujeto indicó que aunque Dios perdona, el perdón es también una
responsabilidad personal. El verdadero perdón es perdonar y ser perdonado
por Dios y por otros. “Todos hemos hecho cosas que condenamos en otros. Si
queremos ser perdonados, debemos perdonar” … El psicoanálisis por sí solo
no repara el daño. Uno todavía tiene que ir más allá de la comprensión y
hacer cambios, mejorar el mundo, reparar las relaciones, perdonar a otros y
aceptar su perdón. (2) Sacando conclusiones sobre el tema del perdón, de la
información que Brian reveló de sujetos regresados, creo que es importante
reconocer que todos tenemos que cambiar de religión, raza, y nacionalidad.
Que experimentemos vidas de riqueza extrema y de inmensa pobreza, de
enfermedad y de salud. Que se nos presenten todo tipo de circunstancias a
fin de comprender y crecer.
Al revisar la información obtenida de mis propios clientes, y las obtenidas
por diversos investigadores y terapeutas, de millares de sujetos regresados,
es imposible sacar otras conclusiones. Los resultados reportados tanto en la
literatura profesional como la secular coinciden. Somos lanzados a distintas
vidas para encontrar la misma gente, y para enfrentar con ellos desafíos no
afrontados en vidas previas, hasta que el alma aprenda las lecciones
requeridas.
Una mujer contó que sus recuerdos sobre los primeros años de su niñez
estaban envueltos por la lucha de su madre contra el temor, el pavor, las
inquietudes y los sentimientos de inadaptación y, finalmente por su suicidio.
Durante una sesión de meditación, y después a través de un sueño, vio a su
madre renacida y ya en sus años de adolescente. Observó los intentos de la
muchacha de quitarse la vida, debido a deficiencias percibidas como
insuperables.
Su madre no había sido capaz de superar las dificultades mentales en la vida
que ellas habían compartido. No había sido capaz de afrontar los desafíos
que habían sido propuestos para el progreso de su alma y ahora enfrentaba,
200
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
aún en otra situación de vida, desafíos semejantes a los que había encarado
anteriormente.
Discutimos acerca de las nociones del karma acumulado, de aceptar los
desafíos de la vida como lecciones para ser aprendidas, y de pasar las
pruebas como parte del desarrollo del alma en el avance hacia la Unidad.
Hablamos de la necesidad de perdonar y ser perdonado. Discutimos la
posibilidad de aligerar el karma de su madre al extenderle sus pensamientos
de amor y compasión. Guié una imaginería en cual la invitaba a liberar a su
madre de los grilletes que la mantenían encadenada. Le pedí usar una llama
violeta de amor para disolver el cordón de enojo y sufrimiento que la
conectan con el cordón de culpabilidad y el remordimiento de su madre. La
orienté para extender su amor y compasión. Le pedí destrozar los grilletes
que encadenaban a su madre por medio de concederle el perdón por el
traumático dolor ocasionado por su enfermedad y su muerte. Orienté la
modulación del campo de energía que ahora rodeaba su alma renacida. Le
hablé de borrar la energía errática y de pulir y equilibrar su campo de
energía. Le pedí que cubriera el alma de su madre bajo un manto protector
de luz cristalina.
Cuando expandimos nuestro pensamiento al incluir no solamente una vida,
sino la continuación del alma, reconocemos no solamente nuestra capacidad,
sino también nuestra responsabilidad para ayudar a las almas de nuestros
seres queridos en su viaje espiritual. Cuando somos capaces de entender la
increíble diferencia que podemos hacer al extender el amor, comprendemos,
también, nuestra tremenda responsabilidad hacia nuestro grupo de almas, y
al alma del colectivo. Cuando somos capaces de ver el alma fuera de los
parámetros de una sola vida, reconocemos nuestra responsabilidad personal
en todo lo que nos sucede.
Aunque no nos guste admitir que hemos tenido participación en crear las
situaciones que ahora encaramos, y que realmente hemos diseñado nuestras
propias pruebas en esta vida, la comprensión de esta lección es de suma
importancia para el desarrollo de nuestra alma. Los millares de casos de
estudio, reportados desde una variedad de fuentes míticas, tradicionales y
de investigación, revelan que volvemos a encontrar la misma gente, las
mismas situaciones, hasta que aprendemos las lecciones requeridas por
nuestra alma.
201
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Se nos recuerda de diversas maneras lo que necesita realizar el alma a fin de
avanzar hacia la Unidad con la Llama Divina. Las pruebas establecidas para
nuestra alma, y por nuestra alma, se basan siempre en dos lecciones
importantes. El alma debe aprender a amar, y a conocer la verdad. Ambas
lecciones se entretejen, y son interdependientes. Con el conocimiento viene
el amor. Con el amor viene el conocimiento.
El auto perdón es indispensable para el amor a sí mismo y la auto
compasión. El perdón hacia otros es indispensable para poder dar amor y
compasión. Con el conocimiento viene la compasión; con la compasión el
perdón se hace posible.
¿Pero qué es exactamente el perdón? Tengo malos recuerdos de sermones
sobre el perdón. Sermones del mismo tipo han sido expresados por muchas
mujeres que vivieron en situaciones abusivas en su niñez, y/o en sus
relaciones adultas. Estos mismos sermones repletos de dolor han sido
expresados por hombres sumergidos en la culpa y el remordimiento. Los
conceptos de perdonar, olvidar y excusar no son los mismos; pero
frecuentemente han sido usados intercambiablemente. Esto crea una
tremenda confusión en el ya nublado pensamiento de quienes lidian con un
profundo sufrimiento. Cuando los conceptos de perdonar, olvidar y excusar
no son separados claramente, el perdón llega a ser casi imposible; la
formidable tarea crea un considerable sufrimiento innecesario.
El abuso o los comportamientos perjudiciales de cualquier tipo no deben
nunca ser excusados. Esos comportamientos son infligidos por un alma
esclavizada, y esclavizan el alma de otros.
Estudios psicológicos y pedagógicos han demostrado que la violencia
engendra violencia. Los padres que abusan se fallan a sí mismos, a sus hijos,
y a toda la raza humana. Aunque el niño podría tener una lección kármica
relativa a aprender a lidiar con la violencia, el padre ha sido encomendado
con el papel responsable de enseñar al niño a aprender a usar el amor en las
relaciones. Los padres que abusan impiden no solamente el desarrollo del
alma de su hijo, sino que ellos mismos fallan también sus propias pruebas
kármicas. Con cada acción y pensamiento violento acumulan un karma
negativo enorme y contribuyen a la masa crítica de violencia en la conciencia
universal. Nunca debemos excusar esos comportamientos; debemos hacer
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
todo lo posible por parar la actividad violenta creciente en nuestro mundo.
El desarrollo del alma está en juego. La paz mundial se tambalea.
Aunque no debemos excusar ni condonar la violencia de ningún tipo, antes
que podamos ser libres del nudo que estrangula nuestra alma, del odio
causado por el sufrimiento, debemos encontrar maneras de perdonarnos de
cualquier responsabilidad de nuestra parte, y de liberar a través del perdón
a quienes nos han dañado.
En el perdón debemos llegar al punto en el que seamos capaces de separar a
la persona, al alma humana esclavizada, de su comportamiento. Separar a la
persona de su o sus comportamientos es no solamente una técnica para
aprender y aplicar el perdón, es también la manera más efectiva de orientar
a nuestros hijos en la dirección correcta. Como padres, debemos reconocer
al espíritu humano alojado dentro del pequeño ser puesto a nuestro cargo.
Cuando un niño se porta mal, no solamente es mucho más sabio y preciso
sino también más efectivo, recordar al niño que es muy amado pero no así su
comportamiento, que no será tolerado. Decirles que son malos o golpearlos
lastima el alma de los niños. Ellos están intentando aprender lecciones. Ellos
necesitan ayuda de quienes eligieron ser sus guías humanos. Cuando les
fallamos les causamos un daño considerable. Cuando no pasamos nuestras
propias lecciones como profesores y guías, acumulamos un karma negativo
considerable que tendrá que ser equilibrado, ya sea en esta vida o en futuras
encarnaciones.
Quizás en esta vida, pero seguramente en otra, o incluso en muchas otras,
una persona abusiva hará frente, de cualquier manera, a la situación en que
ella causó dolor a otros. Soportará el sufrimiento y tendrá que aprender a
perdonar. Las pruebas kármicas serán establecidas. Será puesta en
circunstancias donde sus pruebas serán las de encontrar soluciones
diferentes a la violencia.
Aunque al comienzo de la sanación, perdonar a la persona que nos ha
dañado (o perdonarnos a nosotros mismos) mientras condenamos su
comportamiento, suena absurdo, pero realmente es la única manera.
Separar el alma del comportamiento del ser humano en esta vida presente,
es realmente la única manera en que el verdadero perdón puede realizarse.
Cuando aprendemos a separar a la persona de su comportamiento, y cuando
somos capaces de ver a otros desde el punto de vista de su alma inmortal,
203
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
adquirimos la conciencia que el perdón total puede realizarse. Cuando
examinamos nuestras propias vidas con referencia a lecciones a ser
aprendidas y pruebas a ser pasadas para avanzar en el crecimiento de
nuestra alma, el perdón a uno mismo llega a ser una realidad. Cuando
reflexionamos sobre las circunstancias que circundan nuestro sufrimiento,
cuando ampliamos nuestra vista, cuando incorporamos nociones de
crecimiento del alma a través del tiempo, reconocemos nuestra
responsabilidad. Cuando aceptamos nuestro papel, nuestra responsabilidad
por lo sucedido, el verdadero perdón ocurre.
Una colega relató una increíble historia de perdón referente a las lecciones
de la vida. Durante la meditación, una voz familiar pero distante, la llamaba
repetidamente. Con cada llamado, su nombre se hacía más perceptible.
Cuando se aseguró de su total atención, la voz, inquirió, “¿Quien te ha
dañado?” Ella murmuró, “Mi madre, mi padre, mi hermano.” La voz
preguntó. “¿Estás dispuesta a perdonar?” Suplicante, ella gritó
“verdaderamente quiero perdonar.” La voz resonó. “¡Entonces contempla a
tus maestros!” Uno a la vez, su madre, su padre y su hermano aparecieron
ante ella, resplandeciendo en su esencia espiritual. Solamente cuando se
acercaron a ella, notó sus grilletes. Cada uno de ellos la abrazó; cada uno le
agradeció por la libertad que le había dado. A cambio del amor y el perdón,
sus grilletes se zafaron, resonando fuertemente al caer al suelo. La voz
interrumpió la reunión. “Ustedes pueden ahora liberarse.” Ella no había
notado las cadenas que la envolvían. Se soltaron. Se disolvieron; la luz
irradió desde el lugar que habían ocupado. La luz se movió, desviando su
atención hacia una puerta dorada distante. Un sendero inicial desfilaba en
esa dirección. La voz indicó. “Su marcha ahora será más liviana; marchen al
umbral.”
El perdón es un ejercicio de compasión. El perdón es un ejercicio de libertad.
El perdón libera nuestras almas y libera las almas de los otros. La ira, el odio,
la culpa y el remordimiento nos atan al pasado, manteniendo nuestras
almas, y las almas de otros, esclavizadas. El perdón es un acto de voluntad. El
perdón surge de una elección que debemos hacer, una elección para
liberarnos del sufrimiento que nos atrapa, y del que ejercemos sobre las
almas de otros.
204
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Durante siglos, videntes y guías espirituales han descrito el proceso del
perdón. En La Culpa es el Maestro, el Amor es la Lección, (3) Joan Borysenko
planteó seis pasos a seguir. Estos pasos son:
1. Responsabilízate de lo que hiciste.
2. Confiésale a la naturaleza tus faltas hacia Dios, hacia ti mismo, y a hacia
otros seres humanos
3. Busca tus puntos buenos.
4. Mantente dispuesto a hacer enmiendas cuando sea posible, mientras lo
puedas hacer sin dañarte a ti mismo o a otras personas.
5. Busca la ayuda de Dios.
6. Examina lo que has aprendido.
Aunque ella enumera seis pasos diferentes, cada uno de ellos es parte del
primero. Cada uno pide que examinemos nuestra responsabilidad en las
faltas.
El perdón, hacia nosotros mismos y hacia otros, requiere que asumamos la
responsabilidad por cada una de nuestras acciones. El perdón exige que
reconozcamos nuestra responsabilidad hacia otras almas. Asumir
responsabilidad significa que examinemos, de la manera más concienzuda,
lo que hemos hecho para contribuir a dicho comportamiento. Significa que
analicemos las circunstancias, que examinemos la situación de la manera en
que el alma la examinará cuando pasemos ante los jueces kármicos.
Nuestras almas revisarán nuestro comportamiento desde el punto de vista
de cuán bien hemos pasado las lecciones kármicas de esta vida, basadas en
las lecciones que hemos establecido para el progreso de nuestras almas en
cuanto al desarrollo total del alma, y el crecimiento total del alma de la
humanidad entera. El progreso de nuestra alma se juzgará sobre lo bien que
nos hayamos amado a nosotros mismos y a otros, y sobre cómo hayamos
mostrado compasión hacia nosotros mismos y hacia otros.
Durante una imaginería guiada, una mujer se vio parada frente a sus guías.
Ella estaba congelada en un pilar de hielo por su propia culpa irresuelta, por
su propia necesidad auto definida de perdón. Recibió guía de varias maneras
para mostrar más amor y compasión por sí misma.
El Dr. Whitton comparte otro ejemplo para mostrar cómo nuestra renuencia
a perdonar a otros, también interfiere con el desarrollo de nuestra propia
alma. En este caso, la persona se encontró a sí misma examinando una vida
205
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
en que fue tomada prisionera por un hombre cuya tribu había saqueado su
aldea, y matado a sus parientes. Ella vivió muchos años en el hogar del
enemigo, nunca dando nada de sí misma, nunca perdonando, nunca amando
de ninguna forma, y finalmente muriendo por su propia mano. Al revisar las
lecciones de esa vida, reconoció que pudo haber elegido de manera
diferente. A pesar de las circunstancias, se le había pedido amar a quienes le
habían causado pena. De haber elegido el perdón, podría haber realizado
mucho bien, tanto en esa vida como hacia el crecimiento de su alma y al de
toda la humanidad. Identificó maneras en que podría haber ayudado a los
pequeños niños en el campo del enemigo. Ellos no tuvieron nada que ver con
las acciones que le habían ocasionado tanto dolor. Al ayudarlos habría
cambiado sus propias circunstancias, y el lote kármico, las circunstancias de
vida de ellos y el lote kármico, y habría hecho avanzar al colectivo entero. (4)
Se nos recuerda frecuentemente que no es el suceso sino nuestra
percepción, y nuestra subsiguiente reacción al suceso lo que crea alegría o
pena en nuestras vidas. Citando a Shakespeare, "Nada es bueno o malo, sino
que el pensamiento lo concibe así." (5) No es tanto lo que sucede, aunque
pudimos haber vivido un suceso terriblemente doloroso, sino nuestra
reacción a ese suceso lo que nos proyectará hacia atrás en la amargura o
hacia adelante en la paz, no solamente en esta vida sino también en futuras
encarnaciones. Es nuestra disposición a perdonarnos compasivamente a
nosotros mismos y a quienes nos han dañado lo que determina el grado en
que nuestras almas evolucionarán.
En La Vida Iluminada, (6) Abe Arkoff da un ejemplo claro de cómo,
frecuentemente, no es el suceso sino nuestra percepción del suceso lo que
determina nuestra reacción. Un consejero asistía a dos hermanos que se
habían criado con un padre alcohólico. Uno de los hermanos bebía
excesivamente, el otro apenas probaba el alcohol. Curioso con respecto a su
percepción de por qué era así, el psicólogo preguntó al alcohólico. “Usted
dice que ha bebido excesivamente la mayor parte de su vida adulta. ¿Puede
contarme por qué ha sido así?” La respuesta fue rápida. “Ah, eso es fácil.
Vea, mi padre era un alcohólico. Se podría decir que aprendí a beber,
sentado en su regazo.” Luego el psicólogo preguntó al hermano que apenas
probaba el alcohol, “Usted me dijo que casi nunca bebe. ¿Puede contarme
por qué es así?” Una vez más, la respuesta fue rápida. “Ah, eso es fácil. Vea,
mi padre era un alcohólico. Se podría decir que aprendí sentado en sus
piernas que el alcohol puede ser un veneno.”
206
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
A todo el mundo le han sucedido cosas malas. Cada uno debe decidir cómo
usar esa experiencia. Es por eso que perdonar no es igual que olvidar.
Nosotros recordamos lo que hemos pasado. Cada experiencia nos marca de
una manera única. Cada experiencia, y nuestra reacción a dicha experiencia,
se graba sobre cada célula de nuestro cuerpo, llega a ser nuestro
conocimiento, y se inscribe en nuestro Registro Akáshico, el registro del
progreso de nuestra alma.
Frecuentemente, cuando suceden eventos difíciles en la niñez, creemos que
el curso de nuestra vida ha sido determinado por las circunstancias. Las
circunstancias han sido las pruebas. La manera en que enfrentamos los
desafíos, y pasamos las pruebas, depende de nosotros. Somos responsables
de las decisiones que tomamos. Aceptar la responsabilidad de nuestras
propias vidas y de nuestras decisiones son los primeros pasos para avanzar.
Aceptar la responsabilidad es el primer paso para perdonarnos a nosotros
mismos o a otros. Reconocer cualquier culpa que podamos tener, y hacer
enmiendas por cualquier participación que hayamos tenido en la falta, es
primordial para que el perdón suceda.
Aceptar la responsabilidad no es fácil. Más bien preferiríamos escondernos
detrás de la culpa. De algún modo parece más fácil encarar el mundo con
culpa que admitir nuestra responsabilidad. Ocultarse bajo la culpa
frecuentemente esconde el verdadero sentimiento – la vergüenza. La
vergüenza nos acerca más a la propiedad, a la responsabilidad. ¿Qué no
hicimos, que deberíamos haber hecho? ¿Qué hicimos, que no deberíamos
haber hecho?
Mientras sentí culpa por la muerte de mi hijo, no me pude perdonar. Y sin el
perdón a mi misma, la sanación fue imposible. Tuve que encarar la
vergüenza. Tuve que reconocer mi responsabilidad. Me sentí muy
avergonzada. Se me había dado un niño para criarlo y protegerlo hasta su
mayoría de edad. No había actuado de manera responsable. Había permitido
que mi niño estuviera en una situación peligrosa. No había honrado mi papel
de madre. Tenía que admitir la responsabilidad.
Admitir la verdadera emoción, la emoción de vergüenza, y expresar
claramente mi carencia de acción responsable, me permitió solicitar el
perdón de mi hijo. También me permitió pedir perdón a mi Dios. De
cualquier manera, ambos conocían ya la verdad. Solamente yo estaba
207
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
cegada. Yo era la que tenía que desenterrar la vergüenza y admitir la
responsabilidad total por mi carencia de acción.
Fue necesario permitir que la vergüenza formara parte de lo que me moldeó,
pero sin permitirle entorpecer mi vida, antes que yo pudiera aceptar
totalmente el perdón requerido. Disolver los sentimientos dolorosos
asociados con la emoción fue también una parte importante y necesaria.
Los Budistas enseñan que entrenarnos en el arte de la respiración
controlada es crucial para saber manejar y liberar las emociones. Comencé a
practicar la respiración controlada.
Con la respiración controlada no se intenta suprimir la emoción ni
expresarla. Al usarla traemos la energía de lo consciente a la emoción.
Permitimos que la energía consciente rodee y nutra y retenga la emoción.
Esta práctica me recordó una técnica que aprendí para controlar el dolor.
Hace algunos años enseñé a madres parturientas a respirar durante las
contracciones. Y cuando cuidaba a pacientes convalecientes les enseñaba no
a evitar el dolor sino a usar la respiración. Estos ejercicios de respiración
controlada han hecho una diferencia considerable y positiva en el dolor
experimentado.
Thich Nhat Hanh (7) compara la contención de una emoción de una manera
controlada, con una madre sosteniendo a su bebé cuando llora. Con la
respiración controlada retenemos nuestra emoción y nuestro dolor en una
manera cuidadosa y delicada y le permitimos encontrar la paz dentro de los
brazos del amor y la compasión.
La respiración controlada es efectiva. Yo la practico y la enseño cuando hay
necesidad de controlar y liberar el dolor físico o emocional. La energía de la
respiración controlada no solamente calma, sino que después de un tiempo
lleva nuestra atención profundamente hacia el origen. El conocimiento que
llega nos permite ver la verdad sobre la situación, nos permite examinar la
raíz de la emoción, el dolor. Nos puede conducir al lugar donde el perdón
puede suceder.
Aunque se cree que las prácticas de respiración controlada tienen su origen
en el pensamiento Oriental, yo obtuve un conocimiento similar sobre el
control de las emociones de un maestro indígena. Aunque me tomó un largo
208
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
tiempo darme cuenta, finalmente reconocí las muchas similitudes entre las
prácticas sagradas usadas por pueblos en diversas partes del mundo.
Algunos creen que esto es porque los continentes estuvieron unidos alguna
vez. ¿O es porque todos tenemos el mismo origen –la Gran Unidad? ¿Es
porque cada uno de nosotros es una parte del Todo?
Según las enseñanzas de la Rueda Sagrada, las lecciones del perdón se
aprenden en el Norte. Nuestro viaje al norte de la Rueda Sagrada es en busca
de la Sabiduría. La sabiduría se adquiere a través de escuchar, a través del
perdón, y de vivir en equilibrio. Estos tres caminos deben cruzarse muchas
veces. Cada vez que somos templados por el fuego de la experiencia, como el
guerrero que comienza su entrenamiento y frecuentemente se siente
abrumado por las dificultades de su marcha y la falta de alimento, quienes
viajan al Norte, el lugar de la sabiduría, el lugar de los ancianos, debe estar
dispuesto a perseverar, porque nada se obtiene sin pagar un precio. (8)
Las conchas marinas, la pipa y el tomahawk son usados frecuentemente
como los símbolos del Norte. La concha marina enseña que escuchar la voz
del Creador en toda la creación conduce a la sabiduría. El tomahawk
representa la paz, pero el pacificador debe saber cuándo enterrar el hacha y
perdonar, y cuándo defender la verdad. (9)
El sabio conoce su responsabilidad respecto del uso apropiado de la verdad
y el perdón. Las malas obras no pueden ser absueltas, pero deben ser
perdonadas. Sin el uso apropiado de la verdad y el perdón no puede haber
justicia. Sin la justicia, no puede haber paz o seguridad en el mundo. La
lección del equilibrio enseña que todas las cosas se van acoplando unas con
otras, el camino recorrido durante nuestra vida física y el camino del
espíritu, nuestro lado masculino y nuestro lado femenino. El equilibrio,
cuando se aplica a la interconexión de todos los seres humanos, se convierte
en justicia.
Comencé a entender la responsabilidad de una manera mucho más amplia.
Agregué una plegaria pidiendo perdón por todas las veces que no había
amado como debía. Supliqué, “Dios de Amor, toma mi amor imperfecto.
Transfórmalo en Tu Amor Perfecto y llena con él a todos los que debería
haber amado mejor.”
209
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 18: La Tentación, El Pecado y
La Maldad
Bajo el cielo todos pueden ver la belleza como tal,
precisamente porque hay fealdad.
Todos pueden conocer la bondad como tal,
precisamente porque hay maldad.
- Lao Tse en el Tao Te Ching
Antes de la muerte de mi hijo yo había pensado muy poco sobre la noción de
la maldad. Generalmente asumía que, dado que cumplía con los
Mandamientos, la maldad era un enemigo remoto que no afectaba mi
existencia. Igualmente, nunca pensé mucho sobre el concepto del pecado.
Pero, de algún modo, en mi pena, cada vez que la palabra aparecía en el
diálogo o la plegaria, atraía mi total atención, me sumergía bajo olas de
emoción tormentosa.
Mientras más atención ponía, más reconocía las muchas maneras en que las
oraciones que había repetido, probablemente miles de veces, y
probablemente como millones de personas, llevaban fuertes mensajes que
reforzaban nuestro poco valor como seres humanos. El furor fluía desde un
profundo conflicto interno. Comenzaba a darme cuenta que era algo que
repetía sin prestarle atención, algo que no creía sobre mí, mi auto estima y
mi relación con el Creador. Pero más importante, en ese tiempo de mi vida el
trasfondo del pecado amenazaba mis creencias sobre el valor de mi hijo ante
los ojos del Padre - Madre Dios y, por lo tanto, su vida después de la muerte.
Yo no creía ser una pecadora, como tampoco creía que había vivido una vida
pecaminosa. No pensaba que mi hijo fuera un pecador o que él hubiera
vivido una vida llena de pecado. Aunque reconocía que ambos, él y yo,
habíamos cometido actos que estaban dentro de la definición de pecado en
mi religión.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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Recuerdo que siendo joven hice una lista de pecados para tenerlos listos
para la confesión, que se hacía cada sábado por la noche. Algunos de mis
amigos tuvieron que inventar pecados para tener algo para confesar. Yo
nunca tuve que hacerlo, pues siempre tuve altercados con mi hermano para
reportar. Y yo sabía que mi hijo y sus hermanas habían tenido conflictos
similares durante su niñez. ¿Lo habían hecho indigno ante los ojos de Dios,
estos “pecados”?
Se me había enseñado que el pecado era opuesto a Dios. ¿Cómo podía
esperar un pecador indigno reunirse con un Dios puro? ¿Aún más, cómo
podía un niño de Dios, alguien venido de Dios, y ser de Dios, ser un pecador?
Las inconsistencias ardían.
Era inquietante preguntarse si las numerosas referencias sobre el pecado en
las plegarias y sermones de mi niñez eran otra táctica más de control. Ya no
podía creer más o defender las ideas sobre el pecado que había aprendido.
Ya no podía pronunciar las palabras de las numerosas oraciones que
afrentaban la santidad de mi herencia espiritual, o la de mi hijo.
Necesitaba saber la verdad sobre este concepto. Aunque había referencias
sobre el pecado en la Biblia, me sorprendí cómo algunos, y la mayor parte de
éstos parecían usar la palabra intercambiablemente con la palabra maldad.
¿Eran el pecado y la maldad la misma cosa?
Jesús no usaba la palabra pecado. El usaba la palabra maldad. Él nos había
pedido orar: “No nos dejes caer en tentación, y líbranos de todo mal.” En El
Diccionario de la Biblia (1) John McKenzie indica que “la palabra (pecado) es
más común en Juan 1 que en los Evangelios Sinópticos y más usualmente
significa no el acto en sí sino el estado o la condición inducida por el acto de
maldad.” Reflexioné. McKenzie veía el pecado como un acto singular y la
maldad como una condición. ¿Significaba que la acumulación de pecados
conduce a una condición de maldad? ¿Era la maldad siempre lo contrario de
la bondad? La vida me había enseñado que los dos no estaban
necesariamente en dicotomía.
En El Profeta, (2) los ancianos de la ciudad pidieron al Profeta hablar sobre
el bien y el mal. Él contestó, “Del bien en ustedes puedo hablar, pero no del
mal. Porque, ¿qué es el mal sino el bien torturado por su propia sed y
hambre?” Luego agrega, “Ustedes son buenos de muchas maneras y no son
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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malos cuando no son buenos. Ustedes están solamente perdiendo el tiempo
y siendo holgazanes.”
Se nos recuerda que cuando perdemos el tiempo y somos holgazanes no
somos malos, pero tampoco somos tan “buenos” como podríamos ser. Hacer
menos de lo que podemos nos impide conocer nuestra mayor “bondad”
porque atrasa el movimiento hacia esa dirección. El Profeta observó, “Qué
pena que el ciervo no puede enseñar rapidez a las tortugas.”
¿Estaba Jesús, como Gibrán, recordándonos que aunque es más fácil hacer
solamente lo necesario, tal elección es el camino lento hacia la Santidad?
Jesús decía, no caigas en la tentación de los pequeños pecados de hacer
menos de lo que eres capaz de hacer. Los pecados pequeños desgarran
nuestro escudo de bondad. El escudo de santidad impide que la maldad
penetre. Jesús debe haber comprendido lo que los antiguos conocían y que
todavía se practica en numerosas culturas alrededor del mundo.
Necesitamos protegernos de la maldad, porque la maldad existe en el mundo
físico y en el mundo del espíritu. Uno de los mejores escudos es estar
siempre moviéndose hacia la bondad, el sendero hacia la Unidad. Porque así
estaremos entonces cubiertos por la armadura del amor.
Los Diez Mandamientos han orientado a Judíos y Cristianos sobre qué no
hacer para lograr la bondad. Jesús vino para enseñar qué hacer. Jesús
predicó el amor. Buda, como Jesús, enseñó qué hacer. Buda enseñó la acción
justa. (3)
En Sólo el Amor es Real (4) Brian Weiss cuenta de una lección sobre la acción
justa que un sujeto recibió mientras vislumbraba una vida pasada. “La acción
llega a ser acción justa cuando llega a ser acción a lo largo del camino, a lo
largo del sendero hacia Dios…. La acción que fomenta justicia y perdón y
amor y sabiduría, y los atributos que llamamos santos o espirituales es
inevitablemente la acción justa.”
Los Cinco Preceptos Maravillosos del Budismo que enseñan sobre la acción
justa son: la reverencia hacia la vida, la generosidad, el comportamiento
sexual responsable, hablar y escuchar profundamente, e ingerir solamente
sustancias saludables. Seguir estos preceptos conduce a la bondad en
nosotros mismos, en nuestra familia, y en nuestra sociedad.
212
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
En Buda Viviente Cristo Viviente (5) Thich Nhat Hanh cita los Preceptos del
Budismo al referirse a los problemas de nuestros tiempos. Él describe que
“los preceptos se interrelacionan.” Cuando practicamos uno totalmente, los
practicamos todos. Cada uno se entrelaza con el siguiente.
Rasgar la tela de nuestra sociedad y nuestro mundo es un comportamiento
que profana los preceptos de la acción justa. Arrancar nuestra tela social es
la destrucción de la vida, es explotación, injusticia social, es mentir, robar, y
oprimir. La actividad sexual que involucra violencia y abuso contra niños y
contra quienes carecen de opciones, por medio de mentiras y la codicia,
desgarra nuestra tela. La gula y el abuso de los alimentos, bebidas y recursos
provistos por el universo abundante, desgarran nuestra tela. Tales acciones
envilecen y profanan el orden sagrado del universo.
Profanar el orden sagrado es maldad. Esto, creo, es a lo que Jesús se refería
cuando usó las palabras, “líbranos de todo mal.” Jesús estaba consciente del
mal uso del poder, y de cómo el poder se usa frecuentemente para controlar,
a fin de cubrir las necesidades de la codicia. Jesús estaba consciente de cómo
el mal uso del poder puede procurar gratificación instantánea. Él también
estaba consciente de la deuda kármica acumulada cuando uno procede así.
Jesús nos estimulaba a rezar a fin de tener fortaleza para resistir esta
tentación. Jesús conocía la tentación de la gratificación instantánea. El
también sabía que puede conducir a la maldad. Jesús estaba consciente que
uno debe blindarse contra la maldad, porque le roba al alma la Luz Divina.
Nuestra alma es como un microcosmos —un universo, compuesto de
muchas partes. Cada parte del alma está viva a causa de la Chispa Divina
interior. Cada parte brilla con la Llama Eterna. Cada parte tiene
características únicas, regalos únicos. Al momento de nuestra creación,
nuestra alma desbordaba con la Presencia Divina. Como una antorcha
iluminada por la Llama Divina, fuimos dotados con dones heredados.
La maldad disminuye la Luz Divina en partes de nuestra alma y roba los
dones heredados consagrados allí. La maldad puede invadir desde nuestras
propias acciones, desde nuestro propio karma, desde las acciones o el karma
de otros. Cuando la luz en una parte de alma disminuye, la confusión surge.
Jesús sabía que nosotros necesitamos protegernos de la maldad. Los
antiguos estaban mucho más cerca del mundo del espíritu. Ellos parecen
haber tenido una mejor comprensión que la mayoría de nosotros sobre las
fuerzas del bien y del mal. Ellos tenían prácticas bien desarrolladas para
213
VIAJE HACIA LO SAGRADO
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blindarse y protegerse. Estas prácticas han sido descritas anteriormente en
el capítulo titulado El Escudo del Alma. Necesitamos reinstituir estas
prácticas. Necesitamos protegernos y a nuestros seres queridos del aumento
de la maldad que invade nuestro universo.
Jesús sabía que íbamos a necesitar ayuda para protegernos y librarnos de la
maldad. Jesús vino para ofrecer salvación. La palabra salvación viene del
Latín “salvo” que significa “sanar”, “completar”. Yo creo que salvación
significa librar de intromisiones espirituales y reclamar cada parte perdida
del alma. Jesús frecuentemente echaba a espíritus perversos, y mediante su
contacto hacía a la persona completa. Él sabía que íbamos a necesitar ayuda
para librarnos de intromisiones malignas, para llegar a sentirnos completos
y para reclamar nuestras partes perdidas del alma. Él sabía que solamente
en nuestra totalidad, en nuestra completa bondad, podemos reunimos en
Unidad con la Llama de la cual procedemos.
Las tradiciones antiguas reconocían las intromisiones espirituales, y la
pérdida del alma. Los Chamanes respondían a las necesidades del alma. En
las tradiciones al inicio del Cristianismo, se reconocían las intromisiones
espirituales. Se practicaban rituales para protegerse de la maldad, para
exorcizar, y para reclamar la esencia espiritual del alma. Aunque los
conceptos del bien y el mal, la pérdida del alma y las intromisiones
espirituales no son usados en el lenguaje común, la necesidad de rituales
para sanar el alma es muy real.
Yo he experimentado la pérdida del alma, y su recuperación. Sé cuan
incompleta permanecí durante esos años vacíos. Conocí la manera diferente
en que me sentí inmediatamente al recuperar las partes de mi alma, una vez,
al practicar un ritual personal de sanación, gracias a la mediación de un
Chamán. Trabajo con personas que pasan por experiencias de fragmentación
de su alma. He presenciado los cambios positivos en sus vidas después de la
extracción de intromisiones espirituales y la recuperación de partes
perdidas del alma.
Una vez creí que la pérdida del alma y las intromisiones espirituales eran
resultado de experiencias sufridas en esta vida. Pero ahora sé que las almas
no necesariamente llegan a esta vida totalmente enteras y completas. Los
niños tienen fobias y temores, problemas de la piel, alergias, marcas de
nacimiento e incluso condiciones físicas que resultan de traumas de vidas
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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anteriores. (6), (7) Terapeutas que facilitan la regresión a vidas pasadas han
descubierto que los recuerdos traumáticos afloran más frecuentemente que
los placenteros. Las intromisiones espirituales y las experiencias de
fragmentación del alma se transportan a la siguiente vida, porque el karma
que acarrea dichas experiencias todavía requiere ser equilibrada.
En la religión Católica se les pide a los padres bautizar rápidamente a sus
niños, porque si el bebé muriera su alma quedaría suspendida en el limbo.
En La Canción del Espíritu, (8) la Chamán, Mary Summer Rain, comparte
información de sus guías espirituales sobre la relación entre el limbo y las
almas no bautizadas. “Las creencias de sectas específicas no tienen apoyo en
la realidad . . . aquí.” Además, las almas de niños muertos “no son almas de
niños sino son realmente almas ancianas.”
Pero yo a veces “ocupo el espacio”, creando un ambiente seguro para el
cuerpo físico mientras el espíritu de un Chamán viaja. Frecuentemente, para
completar la sanación de la persona por quien el Chamán viaja, se requiere
que la o las partes perdidas del alma sean recuperadas. Cuando las partes
perdidas del alma vagan en diversas ubicaciones basadas en temores, de vez
en cuando, al Chamán se le pide viajar al “Valle de los Muertos” para
recuperar una parte del alma en estado de zombi. La primera vez que oí la
descripción de esta escena quedé pasmada, porque las imágenes descritas
eran idénticas a las imágenes que invoqué cuando leí Los Prados de los
Asfódelos en Hades, en la Ilíada de Homero. (9)
Aunque muchos asocian a Hades como sinónimo del infierno, Hades es
descrito realmente como un reino espiritual que consiste en tres niveles. Los
Campos Elíseos era el lugar de gratificación para quienes habían complacido
a los Dioses. Los prados de los Asfódelos eran lúgubres. Aquí la noche y el
día se fundían en el crepúsculo eterno. Allí permanecían quienes no podían
convencer a los jueces que su vida merecía las gratificaciones de los Campos
Elíseos. Tártaro, el lugar de la condenación eterna, sería lo más parecido a la
noción Cristiana del infierno.
Mientras algunos podrían concebir los prados de los Asfódelos o el Valle de
los Muertos como el lugar descrito en el Cristianismo como el purgatorio,
Mary Summer Rain (10) cita a su guía, quien revela que el purgatorio no está
en el mundo del espíritu, sino en el reino físico. Las situaciones espantosas
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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en que a veces nos encontramos son oportunidades purgatorias,
oportunidades de redimirse, otorgadas al alma para equilibrar el karma.
Aunque pienso que originalmente recibí un mensaje equivocado sobre el
limbo, y acerca de lo que sucede después de la muerte, mi trabajo con
sanadores tradicionales me ha convencido que existe ese estado después de
la muerte conocido como limbo. Creo en un lugar donde las almas o partes
del alma existen, que son capaces apenas de mantener encendida la Chispa
Divina.
Creo también que hay una razón importante por la cual la práctica del
bautismo fue introducida inicialmente, y aun permanece importante en la
práctica Cristiana. El bautismo es un sacramento. El espíritu de Dios es
invitado a descender durante el sacramento. La práctica del bautismo es un
ritual instituido para equilibrar el “pecado original.” ¿Es posible que durante
el bautismo las partes del alma que vagan en un estado de limbo sean
devueltas al alma mediante la infusión del espíritu?
Nos gusta pensar sobre el pecado original como el pecado de Adán. Nos
gusta estar libres de culpa, ignorar nuestra propia responsabilidad. Pero
Adán es una representación simbólica de cada uno de nosotros. Cada uno de
nosotros ha cometido sus propios pecados originales y los sucesivos. Cada
uno ha cometido actos originales y sucesivos por los que el karma descendió.
El camino a casa, el recorrido hacia la Unidad, se hace mediante la sanación
del alma, mediante el equilibrio del karma y mediante la infusión de la
energía del Gran Espíritu, el Espíritu Santo, el Hálito de Vida, el Hálito de
Dios, o por cualquier otro nombre que escojamos para describir la esencia
del Creador que nos llena y nos hace avanzar.
La sanación del alma es esencial, porque un alma fragmentada está
incompleta. Mientras más completos estamos, más capaces somos de atraer
la Energía Divina, y más capaces somos de irradiarla en forma de buenos
actos, buenas obras.
Aunque las prácticas Chamánicas y los rituales sacramentales proveen la
sanación del alma, otros rituales y prácticas también regeneran y sanan el
alma. Yo creo que nosotros podemos reclamar nuestras partes perdidas del
alma mediante las prácticas de meditación, la visualización y la imaginería
sagrada y también mediante la oración. Creo, sin embargo, que para que la
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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oración pueda sanar verdaderamente debe venir desde el alma de la
persona. Un diálogo con el Creador, en una voz que clama desde la
profundidad del propio sufrimiento, más que repetir de memoria las
palabras inventadas por el alma de otro, es el catalizador para la sanación
del alma.
Las prácticas de sanación han sido usadas desde tiempos antiguos para
restaurar el alma y para aliviar el sufrimiento espiritual. Cuando estuve en
Sudamérica me mostraron un símbolo que reconocí como el Arco Iris en
Espiral, que es un símbolo para lograr la unidad y la totalidad.
Frecuentemente aplico dicho símbolo en un ritual, rodeando en un remolino
con los colores del arco iris, cualquier área de interés, o alguna petición.
Después de rodear la petición en un vórtice de colores del arco iris, la
recubro con un segundo vórtice de colores. Los colores del segundo vórtice
del arco iris resuenan con las frecuencias del arco iris natural. El primer
color del segundo vórtice comienza justamente arriba de la frecuencia del
violeta.
El violeta tiene la frecuencia más alta entre todos los colores del arco iris. La
frecuencia del violeta resuena más estrechamente con la frecuencia del
plano espiritual. El violeta es el punto de transición a la siguiente octava de
luz.
Hay muchas historias de sanación y de auto transformación que describen al
violeta como un color trascendental entre los mundos físico y espiritual. En
La Llama Violeta Para Sanar El Cuerpo, La Mente y El Alma, (11) Elizabeth
Clare Prophet interpreta estas prácticas antiguas de auto transformación.
“La Llama violeta cambia la energía negativa en energía positiva, la
oscuridad en luz, el destino en oportunidad… La llama violeta es capaz de
transmutar o mitigar nuestro karma negativo… La Llama violeta funciona
por vibraciones cambiantes. En física, la vibración es la velocidad de la
oscilación —la velocidad en que un cuerpo se mueve a un lado y a otro de su
posición de equilibrio. Al nivel atómico, las vibraciones pueden entenderse
como la velocidad a la que los electrones orbitan alrededor del núcleo del
átomo. La llama violeta funciona por vibraciones cambiantes sobre este
nivel.” La negatividad equivale a la densidad. Las personas más
espiritualmente desarrolladas tienen menos densidad dentro de cada átomo.
Por eso, sus electrones giran más y más rápidamente, elevando así las
vibraciones.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Según las enseñanzas sobre el uso de la Llama Violeta, nosotros podemos
elevar nuestras propias vibraciones a un nivel más espiritual induciendo en
nuestro ser vibraciones de color violeta. Las infusiones de violeta
transmutan la energía negativa retenida dentro de los átomos de nuestro
ser, transformándola en luz.
La Biblia enseña que es algo bueno y santo rezarle a los difuntos. (12)
Liberar a quienes han dejado el reino físico, de las obligaciones del karma
que los une a nosotros es el más digno de los rezos. La Llama violeta es una
meditación poderosa para eliminar tareas y obligaciones kármicas y también
para liberarnos del karma no sólo con alguien vivo sino también con alguien
que ha fallecido.
Durante la meditación visualizo un Fuego Sagrado ante mí. Imagino las
llamas cambiando de un rojo anaranjado al violeta. Cuando están reluciendo
vibrantemente violeta, invito a las llamas a moverse hacia mí, a absorberme,
para llenar cada célula de violeta, y a fluir en mi aura, llenándola
completamente. Cuando mi aura se llena de la llama violeta, visualizo a la
persona con la cual creo que podría tener obligaciones kármicas negativas.
Le pido a la llama extinguir cualquier obligación kármica que me
comprometa a otro, y al otro a mí. Visualizo la llama moviéndose desde el
Fuego Sagrado, envolviendo e infiltrando al ser ahora parado ante mí, y
extinguiendo cualquier obligación kármica. Entonces atraigo las llamas de
vuelta hacia mí, luego hacia el Fuego Sagrado justamente frente a mí, e invito
al otro a separarse de mí, libre de cualquier compromiso hacia mí o conmigo.
Luego, visualizo dos almas, llenas y completas, ni necesitando poseer ni
comprometerse, ambas libres para moverse en la luz de la Unidad.
Me han enseñado meditaciones similares para aumentar el Fuego Sagrado
interior. Me gusta visualizar la luz, la calidez, y la bondad del Abuelo Sol
uniéndose y fusionándose, al centro de mi ser, con la energía del Fuego de la
Tierra. En esta meditación poderosa para lograr la totalidad, la energía
vibrante del amor que fluye desde el núcleo refulgente de la Madre Tierra, es
elevada mediante las plantas de mis pies y hacia mi Centro. Aquí, el fuego
nutriente de la Madre Tierra se une en unión sagrada con el fuego que da
vida, emanado hacia el Centro desde el Abuelo Sol. Una vez que el fuego de
arriba, el de abajo y el mío propio se funden, pueden respirarse en cada
célula del cuerpo y ser movidos al aura para actuar como armadura
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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protectora. Ningún mal puede penetrar este escudo poderoso del Fuego
Divino.
Prácticas sagradas, como la anteriormente descrita, que aprovechan la
Fuerza Divina dentro de los elementos, han sido usadas alrededor del
mundo y desde tiempos antiguos, para sanar y proteger del daño y la
maldad. (13), (14)
Muchas de estas prácticas emplean el uso de símbolos para agregar poder a
los esfuerzos por proteger y sanar. Tales prácticas y sus símbolos son
provistos generalmente en toda la tierra durante tiempos turbulentos y de
maneras milagrosas. La práctica del Reiki y sus símbolos es un ejemplo.
El Reiki, que se originó en el mundo Oriental, provee símbolos y prácticas
para reclamar la totalidad. Los símbolos de segundo grado del Reiki, que
pueden ser estudiados en libros como Reiki Esencial de Diane Stein, (15) son
poderosos para protegerse contra la maldad y el daño, y para ofrecer
sanación a heridas recibidas en esta vida, así como también las que se han
originado en una vida previa.
Durante una práctica Reiki, el Símbolo del Poder se usa para crear
condiciones para el flujo de la Energía Divina. Hon Sha Ze Sho Nen, el símbolo
para la sanación a distancia puede usarse para enviar energía sanadora al
pasado, incluyendo vidas pasadas, así como también al futuro. La energía
asociada con los símbolos Sei He Ki trae equilibrio mental y emocional. La
energía Reiki puede sanar las heridas del karma pasado y el karma
acumulado dentro de la vida presente. La energía Reiki atrae Energía Divina
para ser usada en auto sanación y para la sanación del cuerpo, la mente y el
alma de otros, así como también para la sanación del universo.
Los símbolos del Reiki fueron provistos de nuevo a la tierra a principios del
siglo XIX. Estos símbolos ayudarían a extraer una energía más espiritual, a
fin de acelerar las vibraciones espirituales sobre nuestro planeta. Desde
entonces, símbolos nuevos y más poderosos han sido recibidos. Estos
incluyen los símbolos Sirios de la energía, uno de los cuales es un símbolo
para el amor incondicional y universal. Esta serie de símbolos está siendo
canalizada hacia la gente de la Tierra por seres de una dimensión espiritual
mayor. Aunque no han aparecido aún en forma escrita, están siendo
transmitidos rápidamente de un sanador a otro. Hay un fuerte deseo entre
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
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los seres espirituales de las dimensiones mayores de asistir a la Tierra y su
gente a ser más espirituales. La meta definitiva es la de ayudarnos a sanar a
nosotros mismos y a nuestro planeta, y con ello proteger la Tierra de su
destrucción.
Vale la pena reconocer que las fuerzas espirituales no solamente ayudan a la
gente de la Tierra para ser más espirituales, sino que realmente imprimen a
la Tierra con símbolos sagrados. Círculos en las cosechas están ahora
apareciendo en muchas partes del globo. Los círculos están impregnados de
símbolos. Muchos de los símbolos se han reconocido como símbolos
sagrados antiguos, usados para sanar y proteger. Otros símbolos aun no son
reconocibles, probablemente porque la información sobre ellos y su uso fue
perdida hace muchos años.
El mundo del espíritu nos está asistiendo en numerosas y diversas maneras
en nuestros esfuerzos para lograr la sanación y la protección. Estamos
siendo invitados a asociarnos con el reino espiritual, para atraer a nuestro
mundo una energía más espiritual para la sanación de nuestro planeta y de
la gente de la Tierra. La necesidad es grande.
No caigamos en la tentación de creer que no necesitamos dicha ayuda.
Aunque tenemos una gran responsabilidad para crear el bien en nuestro
mundo, el mal existe. Lo hemos encarado antes. Hemos ganado algunas
batallas; pero otras no. Arrastramos el karma adquirido de las batallas
perdidas. Se nos han dado numerosas enseñanzas y se nos han provisto
prácticas para liberarnos de revoluciones adicionales en la rueda kármica. El
reino espera nuestra decisión.
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VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 19: El Reino, El Poder y La Gloria
No tengo ningún otro amo más que las hayas y los robles.
- Bernard de Clairvaux
He orado en grandes iglesias, templos y mezquitas alrededor del mundo. He
transitado por el suelo santificado de templos y sitios sagrados. He
estudiado doctrinas y dogmas. Pero ninguno afirma, como lo hacen las
capillas naturales. Ilimitada por las paredes del hombre, la Catedral del
Universo habla del poder y la gloria del Gran Arquitecto. Los sermones de las
montañas se han grabado en mi alma. El mensaje sagrado susurrado por el
pino y el sauce, y repetido en el grito de la gaviota y el gemido del viento,
resuena dentro de mi ser.
Al revelarse la Tierra como un ser viviente, las rocas y los árboles y desde
luego todo dentro del mundo natural, ha llegado a ser majestuoso y santo.
Pero más significativamente, el magnífico orden exterior ha conducido al
descubrimiento del esplendor interior.
¿Cómo pude haber visto antes tantas realidades como dicotomías? ¿Cómo
pude haber vislumbrado a Dios y al hombre, el cielo y la tierra, lo sagrado y
lo secular, el bien y el mal, y el vivir y morir en extremos opuestos de un
continuo? ¿Por qué me había tomado tanto tiempo comprender, como a
Ralph Waldo Emerson, que “Dios es un hombre en ruinas” (1) y que nuestra
aspiración definitiva es remendar el alma humana quebrantada? ¿Por qué
no había reconocido antes que el reino no es un lugar a donde vamos, sino
que es una experiencia que llevamos dentro?
¿Por qué me había tomado tanto tiempo descubrir lo que era realmente
valioso en la vida? Yo creo que mi hijo sabía, a un nivel subconsciente, que su
vida era corta. Él sabía que se marcharía temprano para que las lecciones
sobre el crecimiento del alma pudieran ser aprendidas. De muchas maneras
a lo largo de su joven vida, así como también desde su muerte, él me ha
orientado para ver la realidad de una forma diferente. Aunque daría
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cualquier cosa para haber aprendido de maneras menos dolorosas las
lecciones que su muerte me enseñó, estoy consciente de que mi hijo ha sido
mi mayor profesor.
En Sólo el Amor es Real, (2) Brian Weiss escribe que una y otra vez sus
pacientes hipnotizados repiten que la muerte no es un accidente. Ellos
enfatizan que cuando los niños mueren, se nos da la oportunidad de
aprender lecciones importantes. “Ellos son nuestros maestros, nos enseñan
sobre los valores, las prioridades, y más que nada, sobre el amor.”
De mi hijo he aprendido sobre el amor. De él he aprendido sobre las
prioridades. He aprendido que cuando vivimos únicamente para obtener
lucro en este mundo, perdemos nuestras raíces y revoloteamos sobre el
árbol. Mi hijo amaba el mundo natural. Hubiera deseado haberlo
acompañado más a ir de pesca y a caminar bajo las estrellas. Había mucho
más que podría haber aprendido. Si hubiera estado despierta podría haber
descubierto, mucho antes, las lecciones sagradas disponibles a lo largo del
recorrido.
De algún tiempo hasta hoy, he estudiado las piedras. Estoy llegando a ser
versada en su lenguaje. Ellas comparten su historia en forma pictórica y en
vibraciones de energía. Recientemente, encontré al lado de mi gastado
camino una roca muy extraña. No puedo explicar por qué no la había notado
antes. Sólo puedo asumir que aún no estaba preparada para las lecciones
que me podía ofrecer.
No había equivocación. La figura que me presentaba era claramente la de un
búfalo. Grabado en blanco, contra un fondo color arcilla, la impresión era
clara. Alegremente la acepté, a cambio de la dulce sabiduría, los dones y la
lección contenida allí. La imagen invitaba a una exploración de las profecías
del regreso del Búfalo Blanco.
Una enseñanza encontrada en diversas tradiciones espirituales es que
nosotros vivimos en el tiempo justamente antes del amanecer del Quinto
Mundo de Paz. Millares de Guerreros del arco iris de ambos géneros han
renacido a fin de producir esta realidad. Ellos recuerdan el Conocimiento
Sagrado aprendido antes. Las verdades reavivadas ahora serán usadas para
beneficio de todos los hijos de la Tierra.
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La profecía advierte que, antes del regreso del búfalo, el fuego bajará desde
el cielo a los océanos de la Tierra, resultando en la purificación. Los
conocimientos antiguos retenido por los Guerreros del arco iris, de cómo
producir alimento, cómo sanar, y cómo conectarse a la naturaleza, serán
necesarios para los que sobrevivan a ese tiempo de enormes cambios.
Nosotros no hemos reverenciado la gloria y el poder del Creador y la
Creación. Hemos abusado y sobrecargado a la Madre Tierra. La profecía
advierte que el tiempo está cerca. Debemos actuar responsablemente. Si
reaccionamos ahora, podemos proteger el futuro. Una profecía puede
cambiarse, y también puede variar, pero debemos actuar. Debemos prestar
atención a lo que es realmente importante en la vida. Hay muchos Guerreros
del arco iris que esperan para hacer manifiesto el Quinto Mundo de Paz.
Cada guerrero sabe dónde se encuentra el reino. Cada uno conoce sobre el
poder y la gloria del Creador manifiesto en toda la creación. Cada uno conoce
la importancia de encontrar primero la Chispa Divina interior, porque es
únicamente cuando identificamos verdaderamente el resplandor interior
que se vuelve visible externamente. Cada Guerrero del arco iris, sin
considerar color o credo sabe que:
Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona.
Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa.
Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación.
Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo.
- Proverbio chino
Cada Guerrero del arco iris sabe que el viaje para encontrar la luz dentro de
uno es el más sagrado de los viajes. Por eso, los dejo viviendo en el poder y la
gloria que impregnan el alma universal.
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(12). Prophet, Elizabeth Clare (1991). Karma, Reincarnation and
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(18). Ibid Cranston.
(19). Ibid Whitton
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(21). Ibid Whitton
(22). La Biblia, Exodo 21;24, Levítico 24:20, Deuteronomio 19;21.
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(24). Ibid Prophet.
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(29). Ibid Prophet.
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(37). Ibid Whitton.
(38). Ibid Marsh.
233
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
Capítulo 16: Danos El Pan Nuestro De Cada Día (159-170).
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(1). Weiss, B. L. (1996). Only Love is Real: Nueva York: Warner Books.
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(9). Sams, J. (1990). Sacred Path Cards. Nueva York: Harper Collins.
Capítulo 18: La Tentación, El Pecado y La Maldad (182-190).
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234
VIAJE HACIA LO SAGRADO
Jane Simington
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Capítulo 19: El Reino, El Poder y La Gloria (191-193).
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Emerson. Nueva York: Viking.
(2). Weiss, B. L. (1996). Only Love is Real. Nueva York: Warner Books.
235
Tu Guía para:
• Aceptar los Retos a Tus Creencias Más Arraigadas
• Liberarte de las Profundidades del Dolor de tu Alma
• Reclamar Tu Poder Personal y Vivir la Vida con Sentido, Alegre y
Completa que estabas destinado a vivir.
En Viaje hacia lo Sagrado: Remendando un Alma Quebrantada, la doctora Jane A. Simington, PhD,
profesora, autora galardonada, oradora muy solicitada, experta en dolor y trauma, combina sus
antecedentes de investigación y práctica con enfoques multiculturales sobre la espiritualidad, un
amplio conocimiento de métodos alternativos y complementarios de sanación, incluyendo el uso de
la transferencia de energía, la hipnoterapia, interpretación de los sueños y el arte terapéutico, para
brindarte una guía excepcional. En Viaje hacia lo Sagrado: Remendando un Alma Quebrantada, la
Dra. Jane, la mujer de la esperanza, te guiará a través de las oscuras noches de los retos de tu propia
alma, hacia el gozo de descubrir la vida significativa y con sentido que estabas destinado a vivir.
Frecuentemente publica tanto para profesionales como para legos. Sus otros trabajos incluyen los videos
premiados “Escuchando el Dolor del Alma” y “Sanando el Dolor del Alma”, el libro internacionalmente
aclamado “Liberando a los Cautivos”, y el CD “La Liberación de Lazos que Atan”, “Recuperación de Partes
del Alma”, y “Cubierto de Alegría.” La Dra. Simington ofrece talleres de sanación y formación profesional,
dirigidos a un público nacional e internacional. Visita www.takingflightinternational.com
Jane A. Simington, PHD
“Su aflicción personal le permitió Jane Simington ir más allá de sí
misma y escuchar las luchas espirituales de los demás. Aprendió a
reconocer ese viaje como una “caminata del alma.” La misión de
Simington es brindar un nuevo modelo de atención a las personas
atrapadas por sus sistemas de creencias, sistemas políticos,
circunstancias psicológicas, sistemas económicos, e incluso los
sistemas de salud. En su vida profesional, Simington ha sido
maestra, mentora y líder. Desde que escribió Viaje hacia lo Sagrado:
Remendando un Alma Quebrantada y se curó de su inconmensurable
dolor, alcanzó un nuevo nivel de liderazgo. Está consciente de que
haciendo exactamente lo que se supone que debe hacer, le da un
increíble poder personal. Vive su vida con propósito y pasión, y siente
que está cumpliendo con algún tipo de destino.” Phil Harkins, autor de
“En busca del liderazgo. Cómo los Grandes Líderes Responden a la
Pregunta “¿Por qué Liderar?””
“La Dra. Simington es una talentosa autora, educadora y terapeuta, reconocida internacionalmente
por su trabajo en trauma y abuso, dolor y pérdida. Viaje hacia lo Sagrado: Remendando un Alma
Quebrantada es un catalizador de sanación para los que luchan en circunstancias difíciles de la vida.”
Oe’Livia Chasse, Editor, Revista de Duelo “Vivir Nuestras Pérdidas”.
“El trabajo de la Dra. Simington es muy profesional. Es espiritual. Es como una ceremonia.”
Ann Johnson, Anciana Aborigen.
“He tenido el honor de presenciar el trabajo de sanación de la Dra. Simington. Tiene una capacidad
innata de conectar a nivel espiritual y “escuchar” el dolor del alma de las personas. Como profesional
en el campo de las adicciones, he llegado a saber que la espiritualidad y el dolor del alma son elementos
integrales del proceso de recuperación. Este libro (igual que su video, Escuchando el dolor del alma) es un
valioso recurso tanto para particulares como para profesionales.”
Barb Mahaffey, RN, MSC (Estudios de la Familia), MS (Terapia Matrimonial y Familiar).
www.takingflightbooks.com
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