MEDIEVALISTA Y MODERNIDAD EN EL LIBRO DE BUEN AMOR

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MEDIEVALISTA Y MODERNIDAD EN EL LIBRO
DE BUEN AMOR
(Notas para un Estudio)
I
LA POSICIÓN ESPIRITUAL DEL ARCIPRESTE DE HITA
La primera impresión que deja la lectura del Libro deBuen
Amor es la de ser una obra de gran atrevimiento en las ideas y ca
el lenguaje . Si consideramos ahora la condición de su autor y la
época en que vivió, la perplejidad sube de punto, y de aquí deriva sin
duda el desconcierto que desorienta a la crítica al considerar la
figura enigmática del Arcipreste de Hita . Pocas personalidades literarias han despertado tantas sospechas, pocas aparecen envueltas
en tan densas dificultades para la interpretación, pocas despiertan
tanta curiosidad en el sentido de conocer si la obra es fruta cle una
experiencia vivida o si responda simplemente a los resulto-,?,,, de una
observación aguda, adornada con todas las galas de la imaginación .
Los críticos incurren en frecuentes contradicciones ni juzgar la
figura del Arcipreste . Hay quien le considera un modelo de buenas
costumbres, un alma recta hondamente afectada por la vida licenciosa de su tiempo, que declara los vicios, sobre todo los de los clérigos, con sentido aleccionador . Hay quien, partiendo de la sinsingular complacencia que experimenta el Arcipreste al describir sin
inmutarse escenas escabrosas, le considera un espíritu regocijado . un,
hombre poco menos que libertino para el cual no tienen secreto las
liviandades humanas .
No se concibe a un clérigo hablando con tanto desparpajo, ni,
sobre la base de las ideas corrientes acerca de la Edad Media, se
acepta sin reparos el Libro de Buen Amor dentro del rigor ascético
que nos figuramos consustancial con la época,
Pero se debe tener en cuenta que ni los clérigos eran modelos
de virtud entonces, ni la vida estaba sujeta a normas de estricta
moralidad . Y principalmente, que el siglo del Arcipreste es un siglo
-74-
de crisis aguda para el medievalismo, un siglo donde luchan la tra
dición y el espíritu nuevo, de tal manera que no predomina sino la
confusión v el desconcierto, ya advertido en la nobleza que pugna por avasallar el poder real, ya en la crisis del poder religioso, ya
en el relajamiento de costumbres que invade las distintas esferas
de la vida social .
En este ambiente de confusión, caótico en muchos aspectos,
surge la figura del Arcipreste de Hita, mas no con las vestiduras y
el continente severos de un predicador que pugna por sobreponerse
al desmoronamiento de la vieja moral, sino con aires de hombre
que sabe acomodarse a la vida, tomándola tal como se le ofrece, para
vivirla y describirla sin falsas reconvenciones de moralista y sin repugnancias de ningún género .
Poco importa que el Arcipreste viviése o no las aventuras nu
merosas que corren a lo largo de su obra . Lo importante es que el
Libro de Buen Amor, diferenciándose profundamente de toda la literatura española que le p recede. s e nos presenta con tal cantidad
de observación directa de la realidad, con tan honda penetración
en el conocimiento de los hombres, con tal libertad de pensamiento y
de palabra, que marca sin duda una fecha importante
entreenlavouciódeltrauspñol,cmazdeunió dos épocas .
Hay en el alma del Arcipreste un dualismo profundo . De una
harte es el escritor de la Edad Media, hondamente penetrado de sentido religioso, que se arrepiente de sus pecados y formula sentidas
invocaciones a los santos . Tampoco se aparta, en lo literario, de
tenias y procedimientos propios de la época . Mas por otro lado y
quizá con mayor fuerza y arraigo, es un escritor cuya sensibilidad
dista mucho del medievalismo, y de aquí el gran contraste que se
advierte al compararle con los autores que le preceden, ante los cuales aparece con un desenfado y un atrevimiento que desconcierta a
la critica .
Sin proponernos hacer un estudio con pretensiones acerca de
este dualismo que liemos señalado en la figura interesantísima del
Arcipreste, intentaremos exponer algunos de los rasgos que caracterizan una y otra modalidad, colocándole como un escritor de transición entre la Edad Media y el Renacimiento . Creemos que en este
conflicto de su alma reside todo el enigma que su obra suscita en la
posteridad .
- 75 -
II
MEDIEVALISMO
En una era de acentuada vida religiosa, en la cual el espíritu
cristiano dirige las actividades de los hombres, no podrá ser una excepción cl Arcipreste de Hita, quien, en este aspecto por lo menos,
no desmiente su condición de clérigo ni su filiación en el tiempoSu he en Dios aparece bien demostrada en toda la obra, cuyo
comienzo, a semejanza de otros autores medievales --recuérdese a
Berceo- es una invocación a la omnipotencia divina . La invoca Pa
ra que le saque de la prisión donde yace, la invoca también, más
adelante, para obtener la "gracia que podiese hacer este libro" .
Y como la Virgen María es comienzo de todo bien, el Arcipreste
le compone Gozos a fin de que lleve a feliz término su empresa . Con
cantares a Santa María ha de terminar también su libro", como
obscurecibuen cristiano . Sus sentimientos religiosos no quedan
dos a pesar de las escabrosidades frecuentes en el texto, y esto cons'
constiuyepramntsugorinaldyquehadomrgn
a tan encontradas interpretaciones .
En este fondo religioso está vaciada toda la densa humanidad
de la obra, lo cual lleva a pensar que Juan Ruiz no tiene inconve
rnietohacunlrgdofesiónpcaomudnels,gncontrar absolución en esa divinidad tutelar a quien se acoge en sus horas de dolor y arrepentimiento .
El Libro de Buen Amor presenta otro aspecto típicamente me
dieval . Nos referimos a la tradición juglaresca visiblemente recogida en muchas de sus páginas
. Los siguientes versos ponen en evidencia que el Arcipreste era un poeta dado a los asuntos propios de
la juglaría ;
Después fice muchas cantigas de danza e troteras,
Para judías e moras, c pasa entendederas ;
Para en instrumentos de comunales maneras ;
El cantar que non sabes, óilo a cantaderas .
Cantares fiz algunos de los que dicen los ciegos,
E para escolares que andan nocherniegos,
E para muchos otros por puertas andariegos,
Cazurros c de burlas, non cabrian en diez priegos ."
• Est . 1 .626
" Estrofas 1 .513 y 1 .514
-- 76 -
la
Arcipreste no tiene, según se deja ver, grandes pretensiones
respecto a la calidad de su poesía ; no se desliga de la condición
eminentemente popular del poeta juglaresco ; y no tiene inconveniente
en decirnos, casi al final de su libro :
Señores : hevos servida con poca sabidoría,
Por vos dar solaz a todos fablevos en juglería,**
A continuación pide una recompensa que no es por cierto la habitualmente solicitada por los juglares, sino un Pater Noster y una
Ave María, recordando acaso su condición de poeta religioso .
Las cántigas de serrana, género bien representado en el Libro
de Buen Amor, imprimen también un sello medieval a la obra . De
gran originalidad por la rudeza en el lenguaje y en el tipo de la serra
na, constituyen un documento del mayor valor en la investigación relativa a los orígenes de la lírica* . Enlazan con la tradición literaria de las serranillas, sin perder por esto su recio vigor castellano,
típico de la región y de la edad ruda en que aparecen .
El espíritu medieval surge vigorosamente, además, en la preocupación objetiva que caracteriza el modo literario del Arcipreste,
Ha de hablar de virtudes y de vicios, del amor, con sus mentiras y
excelencias, de pecados capitales y otros temas abstractos ; pero
acude con frecuencia al ejemplo que ilustra, a la fábula que se ofrece como dato sensible, a las formas concretas cuya enseñanza objetiva, entrando por los sentidos, retrata el pensamiento mejor que
las palabras .
Con esto se relaciona también el crudo realismo en la expresión, la ausencia de eufemismos en el lenguaje de Juan Ruiz, que
habla en todo momento con franqueza ruda, sin velos ni pudores . No
disimula su pensamiento con retoricismos, pues no ha llegado
aun la era de pudibundez que retuerce la idea entre las
palabras, obligándola a ocultar sus desnudeces . Y de aquí que su
libro constituya la más extraña amalgama de lo humano y lo divino,
ofreciéndonos junto a una fervorosa plegaria religiosa una escena
del más subido color mundano .
** Est . 1 .633 .
* Vid . Menéndez Nidal . La Primitiva poesía lírica española . Public.
Ateneo de Madrid . 1919, pág . 32 .
- 77 -
111
MODERNIDAD
El lirismo es el cauce por donde la poesía medieval se aden
tsreaní*lhodusernacimto,Cudelptacn
mientas individuales, cuando vuelca la intimidad de su ser en Ja for•
ma externa de los versos, el hombre adquiere una personalidad auténtica noesyalóimoutrdelaépicsnodefirsu
propias inquietudes espirituales .
En el proceso de la Edad Media hacía el Renacimiento . el das'
cubrimiento del individuo que implica la lírica tiene sin duda gran
importancia. De la misma manera que el gótico está más cerca que
el románico cle la sensibilidad renacentista, con el anhelo místico,
de elevación, que representan las flechas destacándose sobre cl caer'
cuerpodlif,conelprdmi agldquestryd
mil modos las pesadas murallas del románico la lírica es un anhelo
de espiritualidad, urca puerta por donde se escapa el individuo, antes
-atado y como hundido en el anónimo de la épica, Las pesadas ar
maduras del cruzado, el hierro que cubre su cuerpo . son también
cano una cárcel donde quedan ahogados todos los anhelos que se
salen de la consigna religiosa o política que le lleva a la guerra . Los
tiempos heroicos que refleja la épica medieval son tiempos de hie
vida
rro, sordos a los clamores del amor y a las delicadeza de la
Y el Arcipreste de Hita es, ante todo, un gran lírico . Su poesía
está por encima de todo convencionalismo de forum o de loa'
do .
La gran variedad de metros que contiene su libro es una
prueba inequívoca de que repugna a su estética de versificador el so
metimiento a determinados tipos de versos . La forma que escoge
en cada caso viene a ser aquella más adecuada, por decisión con"
ciento o inconsciente, a la expresión de sus sentimientos : con l o
casi, rebelde a las imposiciones externas, se ciñe únicamente a su
código supremo de poeta .
Antes que el Arcipreste, ningún otro versificador se había Permitido
tantas libertades métricas . De manera que en este aspecto
su posición marca rumbos enterament nuevos y en cierto modo revolucionarios .
e
Lo interesante de comprobar no es tanto que tras el A r cipreste
una serie de poetas, siguiendo su ejemplo, se lance a la tarea de
- 78 -
hacer versos sin sujeción a cánones determinados, sino que nuestro
autor se encuentra fundamentalmente alejado de sus coetáneos en
cuanto a recursos de expresión . El verso en sus manos adquiere
una flexibilidad antes no conocida, y esta flexibilidad responde sin
duda a una inquietud espiritual nueva e implica una reacción contra
las normas tradicionales .
La inquietud revolucionaria de Juan Ruíz no se ha de ceñir, por
lo demás, a procedimientos externos . Tiene también una gran singularidad ideológica, que contrasta, desde luego, con la servidumbre intelectual de sus contemporáneos, sometidos totalmente a la
ortodoxia religiosa .
La audacia de Juan Ruiz al hablar del amor y la mujer : no tiene paralelo en su tiempo . El Arcipreste de Talavera, con posterioridad, escribirá ciñéndose aun a la tradición de menosprecio, vecina
del anatema, que cruza la Edad Media en torno a la mujer. Pero
nuestro poeta, aunque hace concesiones a las ideas de su época y
habla en este sentido de "sus malas maestrías e su mucho mal saber"*, está muy lejos de condenarla radicalmente . Por el contrarío, adopta una posición de franca discrepancia con las ideas corrientes :
Si Dios, cuando formó el home, entendiera
Que era mala cosa la mujer, non la diera
Al home por compañera, nin dél non la feciera ;
Si para bien non fuera, tan noble non saliera .**
En la opinión del Arcipreste, por tanto, la mujer se eleva considerablemente sobre el nivel de ser bajo y despreciable, origen de
las desdichas del género humano, como instigadora del pecado original . Es, según su manera de pensar, la compañera del hombre,
de quien fue formada y cuyas buenas cualidades conserva . Tal declaración, de tono polémico al parecer, implica, como se ve, una novedad inusitada para aquellos tiempos, y coloca a su autor en los:
linderos del renacimiento .
Por otra parte, la predilección de Juan Ruiz por los autores
clásicos latinos de más acentuado paganismo, la influencia directa
" Est. 469 .
*' Est . 109.
- 79 -
o indirecta que ejerce sobre su espíritu la obra de Ovidio . nos mues
tra otra fase interesante de su personalidad . Es necesario desprenderse de muchas ideas recibidas, reaccionar contra determinadas ¡niposiciones religiosas, para poder, siendo clérigo el Arcipreste, ideaidentificarse espiritualmente con un autor pagano, henchido de munda
nidad y de licencia así en las ideas como en la expresión .
La alegría del Arcipreste, su fino humorismo, la amable filosodispocón
fía de la vida que se desprende de su libro, esa
para entregarse a los placeres del amor y a los
su constante
goces de la exis
tencia, se salen sin duda del marco austero de la Edad Media, y le
colocan mas bien, entre las sensibilidades fronterizas del mundo re
nacentista.
MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO
(1856-1912)
SEMBLANZA DE MENENDEZ Y PELAYO
(1856 - 1912)
El 3 de noviembre último acaba de cumplirse el primer centenario del nacimiento en Santander de don Marcelino Menéndez y
Pelayo, personalidad de máximo relieve en las letras españolas . En
todos los pueblos de habla hispana se siente con este motivo el deber
de rendir homenaje a este insigne varón
en quien estuvieron afortunadamente reunidas prendasicanptelsu dcomnes,
de asegurarle el acatamiento general de maestro en las disciplinas
históricas v literarias que absorbieron su fecunda existencia .
Temperamento apasionado en su juventud, dueño de una briosa
pluma que se ensayó desde temprano en durísimas batallas por su
patria y por su fe, ha sido en ocasiones abanderado póstumo de
sectarismos intransigentes, que mirados desde la trinchera contraria
mas bien disminuyen que exaltan sus grandes cualidades
ad.Plirenstocu piónmeostablque
condición juvenil o el celo religioso forzosamente dejaron en la vast
eitcandvplrqouó sMetinéydhozmubrPlas,páidgencormluístqjeaic
interpretar histórica y estéticamente la marcha de las letras españ.olas rgdelosi
Es, pues, de justísima razón que quienes nos preocupamos por
los valores permanentes de la cultura hispánica
recordemos con orgul o, en esta sazón de centenario, la personalida emine te del maes
piqueta
desbrozó
senderos y abrió
tro santanderino, cuya certera
guían
a cuantos, afasurcos de fecunda trayectoria que ilustran y
seriamente
en
el
conocimiento
nosos de saber, quieran adentrarse
cle la literatura española .
AÑOS DE F0RMACION
su nativa ciudad de Santander evidenció Menéndez y Pe
layo,Endesde bien temprana edad. su extraordinaria vacación intelect.uParleocpbsmadre,uypticlarmen, csable
propensión a la lectura, impropia de sus años . que el pequeño mos
jar.Ytulegcsbon,dp móxtzeuasrcoinbjdvqles,at condilargsh
concentraba sur afanes en la adquisición de libros, primer engendro
de la que habría de ser, pasados leo años, una de las miss nutridas
y valiosas bibliotecas particulares formadas en la península .
En Santander, gracias a su maestro don Francisco Ganuza, ad
quirió una magnífica preparación en la lengua latina, que le franqueó
el acceso a los grandes escritores de ese idioma v con ello la posibilidad de compenetrarse Intimamente con aquella cultura . que nu
trió su espíritu y disciplinó su estilo, ganándole definitivamente pa .proatelmcáusvfirdoalntesigücvdaá,queconstiyól
.
El trato continuo con los poetas latinos le convirtió en devoto
admirador de los mismos, y no sólo se contentó con gustarlo en su
idioma original sino que los tradujo decorosamente en lengua es
.Cpoamñuls vezroslatin,quesganldomi
alcanzado en el idioma de Horacio, su poeta predilecto, a quien consagró una oda en fidelísimo tributo de admiración
.
Ya en posesión del titulo de Bachiller, en 1871 marchó
Menen
.LdeaisotzpurPfnlvycBesaoUiprdmneBacloqu id s
sobre otras de España fue determinad a por el interés de un catedrá
acentmiplgod f,yaporescidnt
prevención del padre del joven montañés contra las doctrinas
racion.QuaelistqprognabeMdrilgunospfer
determinación fue acertada lo demuestran las dificultades, originadas
en esas previstas incompatibilidades i ideológicas, con que Menéndez
Pelayo tropezó más tarde en Madrid'
y sus propias declaraciones
cuando . al hacer en ocasión memorable
el elogio de Milá y Fonta
nals, el gran maestro Catalán que tanto contribuyó a formarle inte
lectuamn,detagrcidelosña benficosqu
-- 82 -
le proporcionó su paso por los claustros barceloneses .
En ese discurso, que traduce el recuerdo emocionado de un
discípulo que conservó vivos, a través de los años, la gratitud y el
afecto a la Universidad de . Barcelona, Menéndez Pelayo declara con
nobleza :
"En esta escuela me eduqué primeramente, y aunque la
vida deI hombre sea perpetua educación y otras muchas ir
fluencias hayan podido telar con sus varios colores mi espíritu, que, a falta de otras condiciones, nunca ha dejado de ser
indagador y curioso, mi primitivo fondo es el que debo a la
antigua escuela de Barcelona y creo que sustancialmente no se
lm modificado nunca . A cota escuela debí, en tiempos verda
deramente críticos para la juventud española, el no ser ni
krausista ni escolástico, cuando estos dos verbalismos, menos
distantes de lo que parece sedivíanlcmpofisó,y
convertían en gárrulos sofistas o en repetidores adocenados a
los que, creían encontrar en una habilidosa construcción día
(.mhl1"aué)ncotiyedsvr lacienyúltmarzóndeol
De sus maestros barceloneses Menéndez Pelayo recuerda a dos
ron especial devoción : don Francisco Javier Llorens y don Manuel
Milá y Fontanals . La educación filosófica de Cataluña en aquellos
tiempos debió al primero una de sus más firmes influencias, aun
cuando, a la manera de Sócrates, no dejó obra escrita, sino grabada en las mentes jóvenes que recibieron su enseñanza . "Maestro
del recto pensar y del recto vivir" le proclama con efusión sincera .
El joven santanderino sólo alcanzó la benéfica influencia de
Llorens durante el penúltimo año de su profesorado . En cambio,
mantuvo un estrecho contacto con el gran maestro Milá y Fontanales,
no sólo durante el período de los estudios sino posteriormente .
flMuáieacrobnótdsimac ngulrísima,qe
Pelayo.
Tesmedida que crecía la figura intelectual de Menéndez y
de
sus
timonio evidente de ello es el haberle constituido en heredero
papeles literarios. El discípulo, por su parte, encontró en Milá, a
poco de conocerle y escucharlo en la cátedra, el orientador seguro y
comprensivo que su vasto afán de saber reclamada . `Recogí de sus
labios -dice textualmente- la mejor parte de la doctrina literaria
- 83 -
que en mi vida de profesor y de critico he tenido ocasión de aplicar y
de exponer (2) . El nombre de Milá era conocido fuera de España como el de un investigador serio y documentado, que cebando
a un lado los devaneos retóricos y la erudiclón confusa, fundamen
tan sus trabajos en un exigente análisis de las fuentes documentales,
elevándose luego a interpretaciones a tono con los requisitos del método histórico, que implantó el primero en España y gracias al cual
obtuvo cop su obra De la poesía heroico-popular castellana, impresa
.
en 1874 un triunfo resonante en los círculos científicos de Europa
Acerca de la manera como el maestro catalán actuaba en la
cátedra nos ha dejado el propio Menéndez y Pelayo In siguiente es
tampa, que extraigo del memorable discurso con que le rindió pú: bilochmenaj
"Su dicción era pausada, lenta, premiosa, monótona el
ademán y el gesto, algo opaca la voz y canto velada . Había
conseguido a fuerza de estudio dominar su acento nadir° Y
limar las asperezas del lenguaje, y hablaba con, tan rara co
r.oPecniósqvuíahbérlnpiodgúcestamrodl,nqiuecayór
en artificios indignos de la severa exposición doctrinal . No ha
blaba al sentimiento sino a la razón, y era tan sobrio y reos''
mico de palabras hablando como escribiendo . Amplificaba lo
menos posible, pero fijaba con mucha insistencia las pun
tos culminantes pura que sirviesen como tema de meditación a
sus alumnos y fuesen despertando en ellos el hábito de pensar,
al cual solían ser ajenos por su educación primera . .
. Aclarbleciónoprtusejmloq íaevrscito
tos, no fiándose ni aúna en esto de su felicísima y bien arde •
nada memoria . Receloso contra las vaguedades de la e stética
pura, presentaba siempre el hecho artístico al lado de la leo .
teoria, y hacía frecuentes aplicaciones a las diversas artes, con .
lo cual agrandaba de un modo insensible el horizonte finto"
intelectual de sus discípulos ... En la clase de Milá no se hablaba
más que de arte y de literatura, pero se respiraba una atmósfera
de pureza ideal, y Se sentía
uno mejor después de oir aquellas
platicas, tan doctas y serenas, en que se reflejaban la conciencia
fiel varón justo cuyos labios jamás se mancharon con la hipocresía
sin ni con la mentira" . (3)
Tal fue el hombre que mayor influjo ejerció sobre la formación intelectual de Menéndez Pelayo . Todo lo contrario por cierto
de las figuras retoricistas, de gran frondosidad exterior, que todavía
se agitaban en el escenario, como rezagadas del tablado romántico .
El contacto eficacísimo de Milá sirvió para que se templase un tan
to en el joven de Santander el impetuoso tumulto de la pasión, que
sobre todo cuando la espolean el celo religioso y patriótico, brotará
con fuerza de su pluma ; sirvió para disciplinarle en la búsqueda erudita, haciéndole huir del fárrago inútil, incoherente e inexpresivo ; le
enseñó el camino cauteloso pero seguro del método científico, que
preserva de falsas generalizaciones y de extravíos imaginativos ; le introdujo con pase firme en el ámbito de la poesía popular, enseñándole a interpretarla y a percibir sus valores ; le comunicó, en fin,
el gusto por la belleza serena, que el joven literato había bebido
ya con avidez en las fuentes clásicas, guiándole hábilmente por las
sendas en donde se hermanan en todo tiempo los productos genuinos del arte .
En 1873 se trasladó Meléndez Pelayo a Madrid para proseguir
sus estudios universitarios . Mas acá no lo esperaba la plácida ni
hospitalaria acogida que obtuvo en Catuluña, sino una grave con
trariedad determinada por el predominio que en la cátedra de Meta
física ejercían las ideas krausistas, incompatibles del todo con la men
talidad del discípulo de Milá, forjada en el culto de ideales estéticos
y afanosa de la claridad expositiva a que le tenían acostumbrado los
autores clásicos . La repugnancia experimentada por Menéndez Pelayo ante aquellas extrañas elucubraciones le acompañó toda la vida
y a ella debe asociarse el notorio despego que. manifestó bien pronto
hacia la cultura germánica, achacándole una impenetrable nebulosidad, repulsiva para el espíritu de claridad mediterránea .
En el tono tercero de la Historia de los heterodoxos españoles,
publicado en 1882, arremetió fieramente contra los krausistas, apos
trofándoles en los siguientes términos :
"Es una mala verguenza para España que cuando ya todo
el mundo culto, sin distinción de impíos y creyentes, se mofa .
ha con homérica risa de tales visiones, dignas de la cueva de
Montesinos, uña horda de sectarios fanáticos, a quienes sólo
daba fuerza el barbarismo (en parte calculado, en parte espora .
- 85 -
dmeuisrpanot,lácg)jheynioósltgruad,cefminolysdrtvaíigbe
nuestras cátedras una tiniebla más espesa que la de los campos
Cimmerios . Bien puede decirse de los krausistas lo que de los
averroístas dijo Luis Vives : "Llenó Dios el inundo de luz y
de flores y de hermosura, y estos bárbaros le han llenado de
cruces y de potros, para descoyuntar el entendimiento huma
P,.no"rquelskaithnsdouíqenascl,
han sido una logia, una sociedad de socorros mutuos . una ti"
suma, te
bu, un círculo de alumbrados,
nebroso y repugnante a toda alma
una fratría,...algo,
independiente y en
aborre •.(c9e)dora tmpnjos"
Como resultado de su enemiga contra el krausisnro M enéndez
Pelayo abandonó la Universidad Central para terminar en la de
Valdoi,
lucidamente, la Licenciatura en Filosofía Y Letras. En esta
ciudad inició una fraternal amistad con don Gumersindo Laverde, en
quien halló el joven santanderino un consejero bondadoso y Pródigo
en sugestiones, una vez que Laverde se dió cuenta cabal de los
ritos intelectuales sobresalientes que l o distinguían, di' su formidable
capacidad de trabajo y de sus admirables dotes .lc escrito . Las
relaciones intelectuale s entre uno v otro están abundantemente docu
mentadas en la correspondencia que mantuvieron desde octubre de
1874, hasta fines de 1890, cuando ocurrió l a muerte de Laverde. R ecordándole
con piadosa emoción en 1911, decía Menéndez Pelayo
"Varón de dulce memoria y modesta fama, recto en el pensar, elegante en el decir, alma suave y cándida, llena de virtud
y de patriotismo, purificada en el yunque del dolor hasta llegar
a la perfección ascética . , , escribió poco, pero muy selecto, y
su nombre va unido a todos los conatos de la historia de la
ciencia española, , muy especialmente a los míos, que acaso sill
su estímulo y dirección no se hubiesen realizado" .
El maestro montañés reconoce con singular lealtad, como puede
en aquella obra
verse, hasta qué punto Laverde ejerció influencia
la
uya de juventud que se llamó
s
La Ciencia española : A través de
correspondencia sostenida entre ambos se advierte, en efecto, que La'
verde le sugiere programas de trabajo de largo alcance, confiando
- 86 -
en. la extraordinaria capacidad de su joven amigo, en quien columbraba un providencial realizador de proyectos intelectuales a los cuales no podrían dar cima sus propias y menguadas fuerzas .
De la estrecha relación intelectual con Laverde surgen trabajos
fundamentales como la Biblioteca de traductores españoles, los Estudias
sobre escritores montañeses, la Historia de los heterodoxas españoles
y la Historia de las ideas estéticas, a los cuales Menéndez Pelayo consagró una gran parte de sus prodigiosas energías de investigador .
Muestra de esa bondadosa tutoría intelectual es, para citar un
caso, la carta que Laverde le dirigió el 7 de abril de 1876, a la cual
pertenecen los siguientes extractos :
"En una serie de artículos que Gumersindo de Azcárate
está publicando con el título de El Self
:hqMlGauo"ínvSergdúmctsi,yp árafo
ejemplo, el Estado ampare o niegue la libertad de la Ciencia, así
la energía de un pueblo mostrará más o menos su peculiar ge
nialidad en este orden y podrá hasta darse el caso de que se
ahogue por completo su actividad, como ha sucedido en España
durante tres siglos" . Estos tres siglos ya se sube que para
el señor Azcárate son el siglo, XVI, el XVII y el XVIII . No
puede uno leer con calma afirmaciones tan desprovistas de fundamento, que contribuyen a generalizar erróneas creencias respecto a nuestro pasado científico . . . El asunto, como usted ve,
es de importancia y de honra nacional, y, ya que yo no puedo,
desearía que usted empuñase la pluma y refutase, con la extensión conveniente, en forma de artículo c de carta, el aserto infundado del buen Azcárate (y que no es una opinión suya tan
solo), que se conoce estar más versado en la lectura de libros
extranjeros que en la de españoles . . . Usted puede como nadie
escribir dicho artículo ; mándemelo y yo cuidaré de publicarle
donde más convenga . Tiene esto tanto mayor interés, cuanto quo
el ataque ya indirectamente contra el catolicismo' .
Menéndez Pelayo acogió con el mayor interés la sugestión del
amigo y se dio a la tarea de componer el escrito solicitado, que vino
a ser el primero de les que forman La Ciencia Española. Laverde
se mostró entusiasmado con el mismo, considerándolo una refutación contundente del aserto de Azcárate, y lo remitió, con algunas
.- 8 7
ligeras modificaciones, a la Revista Europeas parquefsblicado
. Este trabajo de Menéndez y Pelayo, al cual siguieron otros
como continuación, atrajo en seguida la atención del público pensante
de España en torno al fogosa defensor de los valores científicos de
la península, y se inicia desde entonces su brillante carrera de escritor público, entre los fragores de una enconada polémica .
Hacia 1875 había terminado Menéndez Pelayo en Madrid sus
estudios del doctorado, que remató con una tesis sobre La Novela
entre los latinos, calificada por sus jueces con la nota de sobresa
.lient Obtuvo, además, en reñido concurso, el premio extraordinario del doctorado ; todo lo cual, unido a la fama creciente que sus
triunfos como escritor le tenían ya conquistada, llenó de orgullo a
sus paisanos de Santander, quienes se dispusieron con la mayor
espontaneidad a propiciar el desenvolvimiento intelectual del distinguido conterráneo, ofreciéndole la oportunidad de ampliar estudios
en diferentes capitales de Europa . El Ayuntamiento de Santander,
con tal fin, acordó otorgarle una subvención e invitó, a su vez, a la
Diputación provincial para que hiciese otro tanto .
Con tales subsidios, que Menéndez Pelayo agradeció en un
sentido oficio dirigido al Ayuntamiento de su ciudad natal, se dispuso a emprender viaje, guiado, afirmaba, por dos objetivos fundamentales : dirigido al uno a extender el radio de sus investigaciones, mediante el conocimiento de las literaturas extranjeras, cuyo estudio estaba sobre manera descuidado en España ; centrado el otro en
la posibilidad de consultar directamente en las bibliotecas europeas
libros españoles rarísimos, de los cuales no había ejemplares en la
península, impresos en ciudades de Italia, de los Países Bajos y de
Alemania durante la época renacentista . Pensaba de tal suerte acrecentar los materiales indispensables para su comenzada Historia de
los Heterodoxos españoles, mediante detenidas pesquisas en los fondos bibliográficos de Inglaterra, Bélgica y Alemania, donde había
ejemplares de libros comprados por exilados españoles en los siglos
XVI, XVII y XVIII . En el oficio de gracias dirigido a la Diputación
Provincial habla además de su proyectada Bibliografía de traductores
españoles de la antigüedad, que habría de enriquecerse con las
indagaciones logradas en bibliotecas extranjeras, . Con la ayuda de la
Diputación Provincial podría detenerse ahora con más espacio en
Francia, Italia y Austria, para ensanchar el área de sus investiga- 88 -
investigaciones . Promete aún, en gesto de agradecimiento, dedicar parte de
sus actividades a la historia de las letras montañesas .
La excursión intelectual de Menéndez Pelayo por las naciones cultas
de Europa, gracias a la munificencia de sus comprensivos paisanos
nos, resultó, corno era de esperarse, de incalculables beneficios para
aquella mente abierta con avidez a los estímulos Culturales . Su erudiccion, ya muy vasta, se acrecentó considerablemente con las exploraciones directas que consiguió realizar en las bibliotecas y archivos
europeos de mayor importancia. Se agrandaron también los horizontes de su saber histórico, y afinó, mediante el contacto con culturas
extrañas, su capacidad de comprensión hacia las mismos, reduciendo así las estridencias iniciales de su españolismo exclusivista. Desde entonces sus obras, concebidas al principio como empeños de
circuito doméstico, cobrarán lineamientos y proyecciones de amplitud
insospechada, como ocurre singularmente con la Historia de las
ideas estéticas y los Orígenes de la novela, que no se circunscriben,
ni con mucho, al marco de la península, sino que son extensísimas
calas en ámbitos culturales de muy amplio volumen . El Menéndez
Pelayo historiador de las letras será, de tal suerte, un vigoroso escudriñador del pasado, capaz de abarcar, con mirada de soberano empuje, las raíces próximas o lejanas que nutren, como obedientes a una
empresa común, la historia literaria del viejo continente.
Aquel generoso gesto de los santanderinos dejó en el alma sen
sible de Menéndez Pelayo una imperecedera deuda de gratitud .
Conocedor como nadie de los extraordinarios beneficios que el viaje
a través de la Europa culta hubo de proporcionarle, se sintió cada
vez más ligado a su tierra por vínculos de amor y de profundo agradecimiento . Y cuando ya su biblioteca particular había crecido hasta
el punto de convertirse en una de las más valiosas de propiedad privada existentes en España, decidió legarla, por acto testamentario, a
su amada ciudad de Santander, donde actualmente recibe la visita
diaria de sus paisanos y la de cuantos estudiosos se acercan a la costa cantábrica en busca de las copiosas fuentes de saber atesoradas
por el maestro montañés .
Y no sólo con el legado de su biblioteca quiso exteriorizar la
noble espontaneidad de su reconocimiento a los santanderinos sino
que hubo de exaltar públicamente la trascendencia de la ayuda reci
bida, vinculándola a los mejores logros de su carrera . En discurso
- 89 -
dirigido a la nueva generación hace este sentido recuerdo de bondades pretéritas :
"Yo sería ingrato, ciertamente, si no declarase en tan solemne ocasión como ésta que, gracias al generoso arranque
(quizá olvidado ya en Santander) de los que os precedieron en
el regimiento de la villa y en la administración de la provincia,
pude llegar a sor un modesto, pero asiduo, trabajador de la cien
cia literaria, importar a España algunas novedades útiles y educarme en la gimnasia del método histórico-crítico, en que tanto
comienzan a aventajarme mis discípulos ; entender con más alto
sentido lo español, y acrisolar el amor a la patria en el contraste con lenguas y literaturas extrañas" .
LOS COMPONENTES DE LA PERSONALIDAD
daproicasprunadrsenoydesmbarzdo .Unambiet
Menéndez Pelayo emerge a la vida pública en circunstancias na
político turbulento, escindido entre quienes, como Castelar, que fue,
su profesor en la Universidad de Madrid, defendían abiertamente las
ideas liberales junto con el sistema republicano de gobierno, 1' los
que se aferraban tozudamente a la institución monárquica, considerándol a hondamente, arraigada en la vida española . Es de advertir,
además, que en el fondo do esa pugna política había también, por lo
menos en señalados casos, urca fuerte disidencia ideológica, que
abanderaba (lo un lado a los librepensadores y adversarios del catolicismo, y arremolinaba en otro bando a fervientes defensores de la
le católica, para quienes la acción contraria envolvía una especie
de traición contra fundamentos esenciales del ser histórico de España .
Menéndez Pelayo habrá de tomar partido en defensa de la tradición cristiana de su patria . Pero su posición no es de entrega inc
ondicalutoicsmdenraigcs lvabe,comh
querido verse en distintas ocasiones . Debe recordarse que desde
temprana edad forja su espíritu en la lectura deleitosa (le los clási
cos latinos y griegos, que le enseñaron el amor a la verdad y a la li
bre expresión del pensamiento ; que le acostumbraron a no encajarse
en fórmulas de cerrado sectarismo ; que le abrieron los ojos hacia
mundos de belleza ideal no sometidos a ninguna clase de limitaciones dogmáticas .
- 90 -
En el Prólogo a los Poetas bucólicos griegos, de don Ignacio
Montes de Oca, obra publicada en 1880, el crítico santanderino dice
con entera convicción : "¿Y quien negará las grandezas morales e inintelectuales de griegos y latinos? Cuanto pueden alcanzar por sus fuerzas el entendimiento y la voluntad humana, otro tanto alcanzaron
ellos" . Palabras que evidencian la hondísima huella que en la men
te del gran escritor había dejado el trato asiduo con los autores de la
antiguedad clásica . Admirador ferviente de Platón y de Aristóte
les, dirá sin reticencias que la verdad total está en la deseada armonía
de ambos filósofos (5), pensando acaso que el vuelo poético del uno
debía hermanarse con la seguridad metódica del otro .
Lector apasionado del poeta latino Horacio, consideraba que la
forma lírica más perfecta es la oda horaciana ; y tenía a Fray Luis
de León por la más alta cima de la poesía española del siglo de
oro, reconociendo que consiguió como ninguno otro impregnarse
de las esencias líricas atesoradas en las obras del vate venusino y
adueñarse además de los recursos técnicos de aquél hasta tal punto
que no vaciló en llamarle el Horacio cristiano . La oda horaciana,
sostenía, no consiste en la imitación pura de Horacio en pensamien
tos, frases, etc., sino que "tiene por caracteres propios sobriedad de
pensamiento, ligereza rítmica, ausencia de postizos adornos, grande
esmero de ejecución . ., y generalmente es muy breve . Cumplidas
estas y las demás condiciones externas del estilo de Horacio
.) la composición
(acertdous lepítos,raniceápds,tc será
horaciana, aunque exprese pensamientos españoles y cristianos, y hasta
místicos" (6),
En la poesía de los clásicos, en la de Horacio particularmente,
forjó Menéndez Pelayo, como puede verse, su concepción estética del
verso . Nunca encontró, a pesar de su andar interminable por las
praderas líricas de copiosas literaturas, nada superior a las exquisitas
cadencias que desde niño aprendió a gustar en las odas de Horacio,
refiriéndose al cual dijo, en un arranque de suprema exaltación :
La belleza eres tú ; tú la encarnaste .
Y en otra ocasión, reiterando una vez más su estrecha compenetración con los valores estéticos de la cultura clásica, no superados
en su concepto por los de ninguna otra, declaró enfáticamente, desechando los reparos de algunos autores españoles acerca de ciertos
pecados contra fa moral que se advierten en escritores griegos y latinos :
En arte soy pagano hasta los huesos.
Otro ingrediente de poderosa raigambre en la personalidad
intelectual de Menéndez Pelayo en su pasión por la historia . Al lle
gar en 1871 a la Universidad de Barcelona tuvo la singular fortuna
de encontrar en Milá y Fontanals un maestro de riguroso saber, que
le inició en la historia literaria, dándole a conocer sus
magnificos
. En hael
llazgos en fa investigación de la tradición épica castellana
elogio de Milá al cual me he referido antes Menéndez Pelayo afirma
que a la escuela de Barcelona debió, en tiempos sobremanera crítios
para la juventud española, el no desviarse hacía ninguno de los dos
sectarismos que, excluyéndose fieramente uno a otro, se repartían las
preferencias de los jóvenes . Escuchando la palabra pausada y sesegura de Milá, el joven montañés percibió cómo un modo de pensar
histórico, encauzado metódicamente, que rehuye fa improvisación
y se abroquela contra el apasionamiento, puede conducir a resultados
del más alto valor .
Reprochaba, contrariamente, al Padre Fonseca, en un escrito
de juventud, su carencia de sentido histórico, por encastillarse en
un dogmatismo cerrado ; pues la historia, sostenía, no tiene autoridad ni valor cuando sirve de arma para defender una tesis apologética (7) . "Quien posea el verdadero sentido histórico -declara textualmente -podrá entusiasmarse con sistemas distintos del suyo,
y no los traerá para acomodarlos a sus ideas, sino que los pondrá en el
medio en que se desarrollaron, y comprenderá su razón de ser en el
mundo" (8) .
Hay, sin embargo, en el Menéndez Pelayo joven, en el ardoroso
polemista de La Ciencia Española y de Los Heterodoxos, materiales
sobrados para contradecir su propio pensamiento sobre la imparcialidad del historiador, enunciado con tanta convicción en sus reproches
al Padre Fonseca . Se deja arrastrar en las obras citadas por la impetuosidad del combatiente, que triunfa visiblemente sobre los dictados de la reflexión serena . Pero es necesario contar también con
este elemento de índole pasional para una comprensión adecuada
de la personalidad del escritor santanderino, pues una buena parte
de su obra, la comprendida entre 1876 y 1882, que corresponde al
período polémico de su vida literaria, ofrece un evidente predominio
de ingredientes emotivos determinados por causas de orden religioso
y patriótico que se compadecen muy poco con las exigencias de una
ajustada exposición doctrinal.
He indicado ya que una firme sedimentación clásica, en la que sobrenadan, como frutos de suprema excelencia, el amor a la verdad y
el culto a la belleza, constituye la savia primordial que nutre con su
vigoroso impulso la vida intelectual de don Marcelino . Por otra parte, una decidida vocación histórica facilita grandemente sus búsquedas en el caudal inagotable de la cultura antigua, y le orienta también para adentrarse, como en casa propia, en el pasado cultural de
España . Este será, por cierto, el área donde se espaciará definitivamente su prodigiosa actividad de investigador, aunque, según dejo
expuesto, abarcando un amplísimo campo de relaciones con otros
orbes culturales .
Las preferencias de Menéndez Pelayo se concentrarán, ahora bien,
en el Renacimiento español, porque en esta época se hermanan magníficamente, según su modo de pensar, el espíritu clásico, fecundado
por el cristianismo, y el genio nacional de España, que fue entonces
un recio valladar contra el germanismo . En un arranque de apasionamiento juvenil se ensaña, en efecto, contra el influjo germánico,
considerándolo nocivo para los pueblos mediterráneos . El sobrenombre de "bárbaros" con que se designa en la historia europea a
los invasores que destruyeron con sus feroces acometidas los cimientos del Imperio romano, continuaba siendo, para aquel fogoso defensor de la fe católica, una calificación de vigencia permanente, y no
dudaba por ello en juzgar la Reforma como un nuevo brote de barbarie nórdica que vino a turbar profundamente la existencia de las
naciones europeas de origen latino.
`La propagación rápida del protestantismo -afirma en
los Heterodoxos -ha de atribuirse, entre otras causas, al odio
inveterado de los pueblos del Norte contra Italia, a esa antipatía de razas, que explica gran parte de la historia de Europa
desde la invasión de los bárbaros hasta las luchas del Sacerdocio
y el Imperio, o cuestión de las Investiduras, y desde ésta a la
Reforma . En los germanos corre siempre la sangre de Arminio,
-93-
el que destruyó las legiones de Varo . Hay en ella una tendencia
a la división, que ha tropezado siempre con la unidad romana
y con la unidad católica" (9) .
Si bien con el avance de los años y mediante un serio esfuerzo
en el sentido de estudiar y comprender mejor la cultura germánica,
Menéndez Pelayo mitigó un tanto la acritud de sus juicios de mocedad contra élla, debe aceptarse que no modificó radicalmente su
posición, acaso porque no pudo vencer los prejuicios formados desde
mozo al calor de su intemperancia religiosa .
En su Brindis del Retiro, pronunciado en 1881, con motivo del
banquete ofrecido en aquel recodo madrileño a los profesores extranjeros que asistían a los actos conmemorativos del centenario de
Calderón, Menéndez Pelayo hizo declaraciones que suscitaron acalorados comentarios entre los concurrentes y luego en la prensa, por
la vehemencia de las ideas expresadas ante un público forastero, que
debió sentirse violentamente sacudido ante la inesperada agresividad
del orador . Esas declaraciones tienen, sin embargo, el singular valor de una confesión palmaria, sin reticencias ni estudiados eufemismos, de cuanto pensaba y sentía el gran autor montañés sobre
cuestiones esenciales referentes al significado de la cultura hispánica, y por ello me permito transcribirlas parcialmente en esta hora de
recordación, creyendo que ilustran de modo inequívoco su intimidad
espiritual.
"Brindo -dijo- por lo que nadie ha brindado hasta ahora :
por las grandes ideas que fueron alma e inspiración de los
poemas calderoniamos.
En primer lugar, por la fe católica,
apostólica, romana, que en siete siglos de lucha nos hizo re
conquistarelpou,qenlosabrdeRncimto
abrió a los castellanos las vírgenes selvas de América y a los
portugueses los fabulosos santuarios de la india . Por la fe católica, que es el sustantivo, la esencia y lo más grande y lo
más hermoso de nuestra teología, de nuestra filosofía, de muestra literatura y de nuestro arte .
Brindo por la nación española, amazona de la raza latina,
de la cual fue escudo y valladar firmísimo contra la barbarie
- 96 -
germánica y el espíritu de disgregación y de herejía que separó
de nosotros las razas septentrionales .
En suma, brindo por todas las ideas, por todos los senti
mientos que Calderón ha traído al arte ; sentimientos e ideas
que son los nuestros, que aceptamos por propios, con los cuales
nos enorgullecemos y vanagloriamos nosotros, los que sentimos y pensamos como él, los únicos que con razón y con justicia y derecho podemos enaltecer su memoria, la memoria del
poeta español y católico por excelencia ; del poeta de todas las
intolerancias e intransigencias católicas ; del poeta teólogo, del
poeta inquisitorial . . ." (10) .
Los párrafos transcritos parecen dar la razón a quienes, buscando afanosamente un abanderado de prestigio para intransigencias
sectarias, miran en el gran escritor una especie de máximo pontífice
ideológico con el cual se sienten fuertemente abroquelados para la .
lucha . Cuando se deja llevar por impulsos instintivos, que brotan do
su temperamento apasionado, sobre todo en la etapa combativa de su
vida, Menéndez Pelayo extrema, es verdad, la violencia de la expresión verbal, incurriendo en pecados de grave intolerancia .
En 1881 era todavia un mozo de veinticinco años, si bien con
la aureola que sus trabajos de sabio en edad temprana le habían
ganado en el consenso público . Con la circunstancia excepcional,
en su favor de haber obtenido muy joven, tras reñidísimas oposicio
nes, la cátedra del doctorado en la Universidad de Madrid, y de
ocupar en la Academia Española uno dedos sillones reservados por
la tradición a varones encanecidos en laboriosas faenas literarias.
Las declaraciones del Brindis tienen en algunos aspectos, cuando se vuelca contra la barbarie germánica o exalta la intransigencia
religiosa y hasta la política inquisitorial, una insólita virulencia . Pero en lo fundamental representan el credo religioso y patriótico de
Menéndez Pelayo, que nunca ocultó su fervoroso catolicismo ni el .
entrañable apego a la misión secular cle su raza .
Amazona de la raza latina llamó a España, y este pensamiento, aun cuando el propio autor se encarga de explayarlo en el pasaje citado, en cuanto concierne a la resistencia española contra el
- 95 -
germanismo luterano, requiere algunas otras precisiones que pongan
de relieve el valor fundamental que Menéndez Pelayo otorgaba a la
raza en el desenvolvimiento de un pueblo .
Impregnado de las ideas predominantes en el siglo XIX, que
postulan la capacidad intrínseca de cada nación para forjar su pro
pia historia, el escritor santanderino hace recaer ese modo de ser
espcífico,peculiardeloshombresquecompne una nació,el
virtualidad creadora de la raza . Lo que suele llamarse el genio nacio enxoaplrsivtc,enuoptqelamodi
de los ingredientes raciales . Hay, sostiene, un vínculo más o menos íntimo entre los pensadores de un mismo pueblo y ninguno carece, por ello, de una filosofía nacional más o menos influyente o
desarrollada (11) .
La idea del lenguaje como signo distintivo fundamental de 101
hombres que integran una nación, formulada a su vez por pensa
dores alemanes de comienzos del siglo XIX, debió llegar también a
Menéndez Pelayo, en natural asociación con las ya mencionadas.
En el programa redactado en 1878 para las oposiciones a la Cátedra del doctorado en la Universidad de Madrid, declara que no desconoce ni niega en modo alguno la importancia de la lengua como
prenda de nacionalidad y signo de raza . Mas afirma que "ni lo
sustancial ni lo formal lo da la lengua, sino el estilo ." Considera que
la lengua es el instrumento mediante el cual se manifiesta el estilo
propio de una raza, es el vehículo expresivo del genio nacional, cuya
existencia es supuesto previo de toda manifestación lingüística (12) .
La raza, la casta y por tanto "lo castizo" tienen para nuestro autor
un valor especialísimo, como fundamento primordial y último de toda acción histórica. Por ello, al calificar a España de "amazona
de la raza latina", está significando que su razón de ser étnica es la
raíz sustantiva de su comportamiento en la historia .
A la abrumadora tarea .de investigar cuál fuese el contenido
básico de ese comportamiento consagró Menéndez Pelayo sus mejores esfuerzos . Desengañado de la España en que le tocó vivir y pensando que las acciones de sus contemporáneos se encaminaban, renegando de las tradiciones nativas, a socavar los cimientos de la cultura patria, quiso honradamente demostrar que sí había un pasado
- 96 -
.del cual los españoles pudieran sentirse orgullosos . Una mirada de
certera penetración histórica le hizo ver que el Renacimiento hispánico, donde se enlazaron armoniosament e la herencia greco-latina y el
sedimento religioso cristiano, haciendo de la península un baluarte
de la fe, emporio de intensa cultura y atalaya de empresas descubridoras, había sido el momento histórico que concentró con mayor vigor y lucimiento las energías creadoras de los españoles .
Nostálgico de esos tiempos gloriosos, buscaba en ellos refugio donde mitigar la insatisfacción que le producía la esterilidad intelectual
de su época, importadora de novedades forasteras y desdeñosa de
los propios valores . El remedio para los males de España residía,
por el contrario, en volver con afanes de conocimiento sincero a las
viejas fuentes donde los mayores encontraron impulso e inspiración
para lanzarse a grandes empresas .
Durante toda su vida le amargó duramente el despego de sus
compatriotas hacia esa España pretérita donde él, en cambio, había
hallado los mayores halagos para su celo patriótico . En el homenaje que se le tributó en octubre de 1910, cuando fue elegido Director de la Academia de la Historia, se declaró a sí mismo obrero firme y constante de la historia intelectual de la península, y ampliando conceptualmente esta idea añadió : "Lo que honráis en mi no es
mi persona, no es mi labor, cuya endeblez reconozco, sino el pensamiento capital que la informa, y que desde las indecisiones y tanteos
de la mocedad me ha ido llevando a una comprensión cada vez menos incompleta del genio nacional y de los inmortales destinos de
España ." (13)
NOTAS ;
(1)
Menéndez y Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica
y literaria . Tomo X, pág.
gas,134, Edic . di
rigida por Miguel Arti
Santander,
1942 .
(4)
Op, cit. pág . 136 .
Op, cit. pág . 155 .
Heterodoxos, III, págs . 731-732.
(5)
La Ciencia Española, I, pág . 294 .
(2)
(3)
"
"
"
"
"
- 97 -
(6)
(7)
(8)
(9)
Vid. Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, Torno IV, Nue
va Biblioteca de Autores Españoles . Introducción do Adolfo Bonilla y San Martín pág . 68 .
.
Laín
Entralgo,
Menéndez
y Pelayo, Edit, juventud, 1945,
Cfr
p . 117.
Menéndez y
Pelayo, Ciencia, 11, 185 .
"
"
" Hotorodoxos, IV, 16 .
(10) Vid . Miguel Artigas, Menéndez y Pelayo, Santander, 1027, pág .
172,
(11) Menéndez y Pelayo, Ciencia, I, 290-291, Ver sobre esto Laín Estralgo, Menéndez Pelayo, 171-174
.
(12)
(13)
Cfr, Lain Entralgo, Op. cit . 175-176.
Cfr . Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela IV, Introducción
de Adolfo Bonilla, pág . 57.
ESTUDIO SOBRE LA VOLUNTAD, OBRA
AUTOBIOGRÁFICA
DE AZORIN
I
LOS PERSONAJES
Azorín constituye la figura central del libro, si bien se encuen
tra supeditado, en la primera parte, a la personalidad de su maestro .
La primera etapa de la vida de Azorín transcurre en el apartamien
to de un pueblo, donde recibe las enseñanzas de un viejo desengañado
que ejercerá funesta influencia en su formación espiritual .
De natural ensimismado y taciturno, pocos esfuerzos serán necesarios para apartarle de toda ilusión mundana . Una tristeza honda
va formando el sedimento fundamental de su vida interior, y esta
tristeza, que le impide ver con algún entusiasmo las promesas de la
existencia, le llevará a un renunciamiento anticipado, a una actitud
pesimista que no es producto de experiencias amargas sino el resultado de una educación tendenciosa proyectada sobre un alma impresionable .
Muerto su maestro y lanzado a la vida madrileña, en busca de
la gloria literaria, única verdadera aspiración acariciada en su mocedad, ya que el amor no ha sido algo esencial sino episódico, dada su
incapacidad temperamental para sobreponerse a las dificultades que
el tutor de Justina opuso a su matrimonio, pronto habrá de sufrir
también una gran desilusión por lo tocante a sus ilusiones literarias . Las pequeñeces, las debilidades humanas no están excluidas
del inundo intelectual ; le socavan profundamente, a tal punto que
no hay en Madrid un literato de corazón ancho .
Le consume un hastío indefinible . Todos sus ardimientos pa
sados le han ido abandonando, de tal [nodo que ahora se encuentra
-.- 9 9 -
ante el triste espectáculo de la disgregación de su voluntad, perdida
la fe idealista de sus primeros tiempos .
Al final de la segunda parte tiene ya por seguro su fracaso irremediable . Todos los estímulos que impulsan la vida de los demás
hombres están alejados de la suya ; de manera que, en este momento,
es el hombre desorientado y abúlico, propenso a dejarse arrastrar
por cualquier viento .
La tercera parte de la obra nos lo presentará, en efecto, en plena
dispersión vital, haciendo una vida errabunda de pueblo en pueblo,
sin encontrar en ninguno el sosiego necesario a su espíritu . Ni siquiera los libros, que antes lo apasionaban, sirven de bálsamo que
mitigue sus inquietudes . La vida literaria se le ha hecho insoportable y la detesta . Ha llegado a despreciarse a sí mismo profunda
mente, considerándose un pobre hombre, un ser inapto para continuar soportando la carga del vivir .
a
x
r
Justina e Iluminada, las dos mujeres que se cruzan con pers
pectivas matrimoniales en la vida de Azorin, ofrecen un contraste
violento entre sí : la primera es la voluntad sometida y la segunda,
la voluntad dominadora .
Justina, incapaz de sustraerse a los deseos de su tutor, sacrifica
sus ilusiones amorosas para consagrarse a la vida religiosa . Su psi
cología tiene evidentes coincidencias con la de Azorín, en cuanto
ambos están sometidos al yugo de sus respectivos maestros y ahogan
todo impulso individual, toda tendencia reveladora de su propia per
sonalidad . Así, ninguno de los dos hace nada para oponerse a la ruptura de sus relaciones, impuesta
por el celo religioso del tío de
Justina, que, trueca su posible felicidad terrena en una especie de
suplicio en el cual ella encontrará la muerte .
Iluminada, en cambio, es una mujer dueña de sí misma, rebelde a toda imposición . Cuando su maestro muere, Azorín, el hombre
incompleto, siente la necesidad de unirse a esa fuerza libre de la na
turaleza, "enhiesta, fuerte, imperativa, sana", para que le ayude a
vivir . Como piensa que en ella todo es exuberancia, le halaga la
idea de cobijarse en su feminidad desbordante, como niño que necesita de la tutela maternal .
- 1 00 -.
fl
LAS IDEAS EN LA VOLUNTAD
Desde luego, al autor le preocupan las amarguras que afligen a
España . Se desprende del libro algo así como una nostalgia de la
tradición que perece. Azorín, que lleva incrustada el alma de la
provincia y más que de la provincia, del pueblo humilde y apartado,
siente una gran repugnancia por el avance del internacionalismo,
mediante el cual desaparecen las fisonomías nacionales para format
una gran masa humana, uniforme y monótona . La vieja España,
la legendaria y heroica, hoy que buscarla en los modestos labradores, cuya vida de resignación, ungida de hondo sentimiento cristiano,
constituye el patrimonio del pasado .
Sus ideas al respecto no tienen, sin embargo, consistencia,
Más adelante le veremos clamar contra el ritmo insoportable de la
vida del pueblo, llena de vulgaridad y monotonía . Todo se repita
diariamente, del mismo modo, y acaba por sumirle en el fastidio .
Reconoce la necesidad de cambiar la estructura actual ,de Es
paña y habla de regeneración. Esta palabra se oye en labios de todos, se impone con suprema urgencia para acabar con una serie de
vicios nacidos del industrialismo, que ha convertido en fuentes de
aprovechamiento personal las actividades más desinteresadas . Ya
no existe el romanticismo de los viejos tiempos, hoy nada se expli
ca sino a base de dinero .
La regeneración, por eso mismo, no pasa de un deseo platónico .
Un gran escepticismo se encuentra por debajo de las apariencias regeneradoras ; los que disfrutan del orden establecido acogen la palabra con entusiasmo hipócrita, porque en el fondo sólo desean que
continúen las cosas cono están, a fin de aprovecharse personalmen
te . Con lo cual la idea de regenerar a España no pasa de ser una
hermosa quimera .
M
k
k
En punto a literatura, Azorín declara que su época se diferencia
notablemente del pasado literario español . El ritmo acelerado de
Ia vida impone ahora un ritmo acelerado en el arte de escribir . La
tendencia mecanicista, característica de lo moderno, determina la
- 10L --
producción rápida de ta novela o el estudio crítico, supeditando el
arte a la celeridad,
Señala la emoción del paisaje como una conquista moderna ¿el
arte literario y le concede tanta importancia que en su concepto es
,e1 grado más alto a que puede llegar un escritor .
Otro carácter esencial de la estética nueva es la enemiga contra
. Censura una y otra tanto en el diá
la coherencia y la corrección
.loEgstacúmien,hvldsrunaimged
la vida, ha de captarla con la diversidad y le incoherencia propias
de la vida, que no obedece a un plan ni puede aceptarse literariamen
te sino en fragmentos, sensaciones separadas y hasta contradictorias,
La vida es eso, una contradicción .
Con semejantes ideas Azorín no puede en rigor lógico, acercar
se devotamente a los clásicos.Habrá de pronunciar juicios implacables contra la dramaturgia artificiosa del siglo de oro, estimando
que no hay en ninguna literatura un ejemplo de teatro más enfático
e Insoportable .
Sólo en los primitivos, el Arcipreste de Hita, el Romancero, la
Celestina, encuentra algo espontáneo, jovial, plástico, íntimo . El ar
te de estas obras y autores no es aparatoso, no suena a declamación,
no hiere con el.C
artifco onstituye, por esto razón, su arte predilecto dentro de la literatura española .
w
r
a
'It
LA CONCEPCIÓN DE LA VIDA
Representa la obra un intento frustrado de darnos una filosofía
de la vida española, con referencia especial a una hora de profunda
crisis : la hora en que el ; autor surge a la vida literaria .
Sobre este fondo que constituya lo que podríamos llamar, el sus ,
ira¿mm del libro, destacan filos dimensiones importantes,
Una, en
sentido amplificador, pretende extender el marco, elevándolo a una
concepción general de la vida que pasa por encima de las fronteras .
Otra dimensión, en sentido restrictivo, se circunscribe al protagonis ta
, Azorín, aunque su existencia simboliza, según expresión del autor,
las inquietudes de la juventud de su tiempo .
- 102 -
LA VOLUNTAD es sin duda un libro de emoción, y como tal
libro, a través de sus páginas pueden seguirse fielmente las distintas
etapas de un hondo dramatismo vital : se trata de buscar sentido, de
buscar significado a una existencia que carece de razón fundamental de ser, que ha nacido sin una base sólida donde poder asentarse, que encuentra insegura la tierra bajo sus pies y forcejea inútilmente por hallar solución al enigma de su propio existís .
¿Qué le ocurre a este hombre joven, huérfano de patria y de
ideales? Desde luego, el pasado no- le proporciona un contenido
alentador, una base histórica sobre la cual comenzar a forjarse un
presente con sentido retrospectivo . Es decir, la historia de España
no es una fuente de ejemplaridad, no surgen de su seno los estímulos
necesarios para que la juventud hinque fuertemente su timón en el
pasado .
En efecto, nada hay más desolador y melancólico que esta tierra
española . La historia de su cultura es una historia triste : "No bus
quemos en nuestro arte --nos dice--- un soplo de amplio y dulce hu
manismo, una vibración íntima por el dolor universal, una ternura,
una delicadeza, un consuelo sosegador y confortante . Acaso lo más
íntimo y confortador de toda nuestra literatura es la maravillosa
epístola de Fernández de Andrade, y su lectura deja en el ánimo
la impresión del más amargo pesimismo" .
La lectura de la Epístola Moral, a la que Azorín se refiere, deja
en su espíritu terribles huellas : son falsos los esplendores mundanos :
todo es vanidad y mentira . Y cle Fray Luis, el gran lírico, tampoco
obtiene una solución consoladora : el maestro predica la excelencia
de la vida retirada, desengañado del mundo y sus mentiras . Sólo un
refugio queda para el hombre de bien : la celda escondida, la intimidad consigo mismo, el consuelo en el propio dolor .
Y esta invitación nos lleva a un primer plano de LA VOLUN
TAD, el ruralismo, en medio del cual Azorín comienza su peregrinaje por la vida . Conviene señalar antes, sin embargo, algún aspecto
esencial que da tono general a la obra y a la interpretación de la
vida española . La condición temperamental del español es una
condición estática. La reconquista, dentro de la península, y el descubrimiento de América, más tarde, le transforman en hombre de
acción, pero uno uno y otro fenómeno obedecen a razones en cierto
modo extrañas a su propia psicología .
- 1 03 -
Tomemos ahora al español en el apartado pueblo de Yecla, pue
blo de labradores ingenuos y sencillos, a quienes mueve la fe de los
antiguos místicos . Y aquí vamos a encontrarnos a la tierra obrando
sobre el hombre de manera imperativa : "conforma los espíritus en modalidades rígidas y los forja con actitudes rectilíneas, austeras . inflexibles, propicias a las decididas afirmaciones de la tradición o del
progreso".
En este pueblo humilde viven dos clases de gentes : de una parte, los labradores ingenuos y sencillos, cuya vida se desliza sin graves complicaciones . De otra parte, seres de mayor categoría intelectual, que viven en hondo dramatismo . En calidad de directores
espirituales destacan Pucho, un viejo clérigo, y Yuste, el maestro de
Azorín . Predica el primero a su sobrina, con unción religiosa, la
conveniencia de abandonar las miserias terrenales, insinuándole la beatitud de la vida perfecta . Yuste ha llegado también al desengaño,
mas desde el punto de vista metafísico : la lectura de Schopenhauer,
el filósofo del pesimismo, del cual conserva tres gruesos volúmenes
en su biblioteca, ha obrado, pm' lo- visto, el prodigio de convertirle
en un desengañado teórico que moldea el alma de Azorín en términos de su irremediable escepticismo .
El camino que se les ofrece a Justina y Azorín, sometidos a la
influencia negativa del medio y a la autoridad dogmática de sus
maestros respectivos, queda bien claro : ambos serán víctimas, la una
de un misticismo mal aprendido, el otro de una enseñanza peor digerida .
La condición estática, a que antes aludimos, malogra la vida
de estos jóvenes, incapaces de libertarse del yugo que les oprime . La
es una solución para esta quietud, para esta falta de horizon
,mística
tes vitales : es uno de los grandes recursos de que pueden disponer las
atinas reducidas a vivir sin contacto con el universo, en el aislamiento .ylahumidenvarul
Azorín es un, temperamento también dado a la mística . Pero su
maestro, algo escéptico además en materia religiosa, no ha encauza
de su vida por tales derroteros . Yuste es el símbolo de las existen
cias fracasadas : la muerte obscura que le aguarda al término de la
primera parte del libro, es el remate lógico de su incapacidad para
enfrentarse a las luchas de la existencia . Tiene de antemano una pa-
labra desgarradora para oponerse a toda actitud en la cual alumbre
una esperanza.
Azorín, a su lado, es el dócil instrumento de sus doctrinas nega
tivas : la expresión que confirma la palabra o la frase categóricas .
El ensimismamiento en que vive, fruto del desconcierto espiritual a
que. le conducen las predicaciones de Yuste, constituye el único haber
de su vida. teórica y parasitaria, cuya continuación la tendremos
en la segunda porte, ya arrojado al inundo de la propia experiencia .
Peru no han de faltarle, con todo, la autoridad y la memoria constantes de quien le ha condenado para siempre a vivir con absoluta
ignorancia cle su propio destino.
Iv
EL VALOR LITERARIO DE LA VOLUNTAD
Nos encontramos con un tipo de obra que proclama abiertamente su ninguna relación con la novela del viejo régimen . La
estética de lo fragmentario, quo deriva de una concepción también
fragmentaria de la vida, y más que todo, de una especie de incoherencia espiritual en el autor, comunica al libro ese carácter extraño
(le miscelánea filosófico-descriptiva, en la cual, a la verdad, lo .nmoesiprta lnove
Los elementos que habrían podido darle unidad de acción, for
mando la trama novelesca en torno al personaje principal, son casi
episódicos : las figuras de mujer que aparecen en el libro apenas tie
nen intervención en la primera parte . Luego se esfuman, dejando
a Azorín en absoluta soledad .
La acción, por tanto, es casi nula . Carece de complicaciones .
La
obra
se mueve en el plano de lo estático, como lo requiere la vi
da ensimismada
.d el personaje central . De aquí que lo descriptivo
adquiera un lugar preponderante desde los primeros momentos, dom
n.iYasdóoletgrcpvaádltneor diálog deton filosófico almonólgodetipocnfesional . Porque las conversaciones corrientes, la comunicación directa
entre los personajes, el reflejo de la vida en sus pormenores cotidia .
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nos, todo esto ha desaparecido : los contados encuentros de la mucnjoemryslahb noprestacmonrad,
vivida .
Según propia confesión, la sencillez en la forma es la nota dominante de su estilo . Mediante la sencillez ha llegado a poder decir
todo cuanto quiere, que es el mayor triunfo que puede alcanzar un
escritor sobre el idioma.
Mediante la admisión de las palabras humildes, prosaicas, ha
logrado ensanchar su vocabulario ; de manera que no 1v asalta la
tentación de ser un escritor excesivamente escrupuloso en la elección de su léxico .
Huye, además, de la ampulosidad oratoria .
Contra esa tendencia, que censura duramente, considerándola uno delosmá
graves defectos del teatro clásico, procura destruir la extensión de
los párrafos, fragmentándolos en frases numerosas, entrecortadas,
breves, que intentan ser, además, un recurso realista, porque el lenguaje usual de la vida contiene pausas e incoherencias .
En suma, Azorín quiere ser un escritor nuevo, hijo
de su tiempeoin,dycsuóratqelofjnsprleida
hombres que sintiendo la necesidad de romper con el pasado se encuentran, no obstante, desorientados ante el porvenir .
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