1 Dr. Francisco García González Tutor: Dr. Raúl Delgado Wise

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Dr. Francisco García González
Tutor: Dr. Raúl Delgado Wise
“Migración, cultura material e identidad: las transformaciones de la casa, el vestido y el
sustento de los migrantes mexicanos hacia Estados Unidos y su impacto en la preservación o
modificación de la identidad cultural. Mediados del siglo XIX- finales del siglo XX.”
(Proyecto de investigación posdoctoral)
Antecedentes.
La investigación multidisciplinaria, empírico-comparativa sobre la cultura material de los migrantes
y sus descendientes, en el horizonte de la larga duración puede producir claves para explicar y
comprender los factores que se involucran en el complejo proceso de construcción, preservación o
destrucción de las identidades culturales de los mismos.
El fenómeno de la migración ha sido estudiado desde diversas teorías, perspectivas y enfoques
metodológicos; ha interesado a la demografía, sociología, psicología, economía, antropología,
historia, geografía; sin demeritar las aportaciones que han hecho las diversas disciplinas, podemos
afirmar que los estudios que han contribuido de una forma más sistemática con aportaciones e
investigaciones significativas se deben a los demógrafos, los sociólogos y los economistas. Los
primeros dedicándole una preferente atención a las técnicas de medición de la intensidad de los
movimientos, al análisis cuantitativo de variables espaciales y poblacionales y a la formulación de
modelos matemáticos de los movimientos migratorios. A su vez, la mayoría de los sociólogos ha
dirigido su interés al análisis de las motivaciones e implicaciones sociales desde un punto de vista
cualitativo, tal y como puede inferirse del estudio de la movilidad social, la asimilación de los
migrantes en las sociedades huéspedes, los efectos sociológicos en los donantes y el cambio social.
Los economistas, por su cuenta, han estudiado las migraciones humanas desde ángulos tales como
la oferta y la demanda de la mano de obra, así como las consecuencias sobre el salario, los costos
y los precios de las mercancías, o las políticas de desarrollo regional, tratando siempre de reducir
los determinantes de las migraciones a su componente económica.
Joaquín Arango ha realizado una síntesis (La explicación teórica de las migraciones: luz y sombra)
siguiendo, como el mismo lo señala, los esfuerzos que sobre este tema han llevado a cabo Massey,
Delgado Wise, Taylor; en este sentido, Arango afirma que “En el último cuarto del siglo XX, el
escenario del pensamiento teórico sobre las migraciones se ha enriquecido con un puñado de
teorías que tratan de explicar la nueva fisonomía de las migraciones internacionales, y de
responder a la cada vez mayor trascendencia social y política que reviste el fenómeno migratorio"1
1
Arango, 2003, p. 1
2
Este autor sugiere, en sus conclusiones, que se debe dar atención en el estudio de las migraciones
a los tipos de familia, sistemas de parentesco, sin dejar de lado las dimensiones y contextos
culturales de las propias migraciones.
También desde una perspectiva histórica se ha estudiado la migración, particularmente la de
México-Estados Unidos, tomando como referente las transformaciones estructurales de la
economía política mexicana, mismas que se dieron desde finales del siglo XIX. “La primera fue la
revolución liberal de Porfirio Díaz (1876 a 1910), que atrajo inversiones extranjeras masivas para
construir una base industrial incipiente, crear un mercado nacional y conectar a México, a través
de puertos nuevos y de ferrocarriles al sistema global de comercio. La segunda fue la Revolución
mexicana que creó un Estado corporativista poderoso que asumió un papel central en la
planeación, organización y financiación del crecimiento económico. La tercera fue la revolución
neoliberal de la década de 1980 que privatizó las industrias estatales, redujo dramáticamente el
tamaño del gobierno, limitó los subsidios y abrió a México al comercio global y a la inversión
extranjera”.
Si bien, desde la investigación histórica se han producido importantes trabajos, también es cierto
que existe una laguna historiográfica significativa, en el sentido de que la perspectiva de la cultura
material para entender las migraciones, no ha sido explorada, salvo algunos intentos aislados,
mismos que se han limitado a estudiar la vivienda y los interiores domésticos de los inmigrantes
en regiones como Turquía y, en Colombia para el caso de América Latina. O bien a explicar la
identidad cultural de los migrantes a través del impacto cultural de los envíos, en otras palabras, el
rol de las remesas para el cambio o mantenimiento del imaginario local.
En nuestro país, sin abordar explícitamente como tema la cultura material, se han realizado
estudios que, indirectamente abordan algunos aspectos de la cultura material de las familias
migrantes, aspectos relacionados con la materialidad del culto religioso y su relación con el
imaginario local del sujeto migrante. En este sentido, Luis Rodolfo Morán Quiroz quien al estudiar
el impacto material y cultural de los envíos de los migrantes en la transformación y mantenimiento
del imaginario local, señala que las remesas se pueden redimensionar a un nivel mayor “…ya no se
trata sólo del trabajo individual cristalizado en dólares que son recibidos en el terruño para
aplicarse en los sueños familiares, sino que el uso de los recursos se amplía para asegurar que la
cultura materializada se conserve y expanda”2. En efecto, según Morán, el porcentaje de inversión
proveniente de los envíos de dólares de los migrantes que tienen que ver con lo simbólico e
imaginario, es considerable y se orienta para realizar las fiestas patronales, la restauración de
iglesias e imágenes de santos.
Sin duda, los estudios etnográficos que ha realizado Miguel Moctezuma Longoria sobre
comunidades migrantes de Sain Alto y Laguna Grande de Zacatecas3 son investigaciones
importantes y novedosas en el sentido de que, partiendo de una concepción descriptiva y
simbólica de la cultura y a través de aplicación de etnoencuestas, ha logrado mostrar cómo los
2
Morán, 2003.
Moctezuma L., 2011 pp. 193-226 y Moctezuma L. 2009, p. 93.
3
3
migrantes zacatecanos reproducen y anclan sus raíces y manifestaciones culturales en el país de
destino.
Moctezuma L. se aproxima al estudio de la materialidad del migrante cuando, al retornar a su
comunidad de origen, entre otros aspectos, se manifiesta un cambio en “…la disponibilidad de
bienes electrodomésticos en el hogar como parte del confort, la construcción de modernas casas
habitacionales o el arreglo de sus fachadas”4
Sin duda, estudios como el señalado son importantes y proporcionan algunas claves para
interpretar actitudes, valores, comportamientos de los migrantes muy relacionados, con la vida
cotidiana y la materialidad de la misma; sin embargo, la investigación sobre vivienda como espacio
de la vida privada, el menaje doméstico, la posesión y disposición del mobiliario, el vestido y la
alimentación y los significados atribuidos a la utilización de objetos disponibles en el mercado
nacional que recibe al inmigrante han sido escasos.
Objetivo General
Este proyecto plantea la cuestión de cómo la cultura material de los diferentes grupos de
migrantes y sus descendientes reflejan sus orígenes, y como los cambios o permanencias en los
mismos se pueden interpretar en el contexto de la construcción de la identidad cultural.
La problemática central del proyecto es la relación entre la dinámica de la cultura material y la
formación de identidades étnicas. Esta relación no es clara. La escasa investigación sobre este
tema sugiere dos hipótesis. Algunos estudios sobre inmigrantes europeos han reportado que los
cambios en el ámbito del consumo de bienes materiales preceden a los cambios actitudinales o
valores. Otras investigaciones han concluido que, en el espacio familiar del inmigrante, los objetos,
decoración doméstica como expresión simbólica de sus orígenes, permanecen aún y cuando se
den nuevos patrones de consumo.
Lo anterior puede significar que la decoración doméstica refleja un proceso especifico de
adaptación pero también de resistencia, este proceso, lo podemos expresar formulando la
siguiente hipótesis: durante los primeros años posteriores a la llegada del inmigrante y su familia
inician un proceso de adaptación de su cultura material manteniendo al mismo tiempo como
elemento de identidad muebles, decoración, utensilios, tipo de alimentos y vestido que funcionan
como “marcadores étnicos”.
Metodología.
Para el desarrollo de la investigación se seleccionarán dos grupos de migrantes de dos municipios
del estado de Zacatecas. Para seleccionar los dos grupos, se utilizarán tres criterios: 1) diferencias
claras entre los dos municipios; 2) las historias de migración y 3) la presencia de por lo menos dos
generaciones de migrantes dentro de los mismos hogares.
4
Moctezuma, L. 2011 p. 196.
4
En cada estudio de caso, la investigación se centrará en los mismos temas:
a) Disposición de los muebles en el hogar, características de la decoración doméstica y
funciones y usos de las habitaciones de la casa
b) Características de la vivienda en el lugar de origen
c) Características de la vivienda en el lugar de destino
d) Características del vestido y sus transformaciones
e) Características de la alimentación y cultura culinaria en el lugar de origen.
f) Características de la alimentación y cultura culinaria en el lugar de destino
El enfoque metodológico de este proyecto combina la investigación histórica y etnológica en el
campo de la cultura material. Se realizará una comparación sistemática entre los grupos bajo
estudio caracterizando las diferentes historias de migración y las transferencias
intergeneracionales de los bienes tangibles e intangibles familiares.
El proyecto se centra en la esfera privada y la vida cotidiana de las familias de los grupos migrantes
bajo estudio. Los resultados de la investigación serán de utilidad tanto para la reflexión teórica
sobre los conceptos de “patrimonio cultural”, “preservación cultural” e identidad cultural”;
además, proporcionará información sobre historias de migrantes, desde el ámbito de la vida
privada. Este proyecto será también de relevancia para el desarrollo de nuevas políticas públicas
en materia de vivienda y arquitectura en la planeación de nuevas viviendas.
Fundamento y conceptos centrales de la investigación.
Sobre la concepción del fenómeno migratorio y su articulación con el desarrollo y la materialidad
del entorno inmediato del migrante, retomo las tesis planteadas por Delgado Wise, Marquez
Covarrybias y Rodríguez Ramirez, en la que señalan que “La exportación de fuerza de trabajo
entraña múltiples transferencias de exdentes y recursos materiales (materialidad) y humanos del
país emisor al receptor que no son compensadas con el flujo de remesas”5
El carácter multidimensional e interdisciplinario que han adquirido los estudios sobre la cultura
material; es decir, sobre las formas en que las cosas están implicadas en la construcción,
mantenimiento y transformación de las identidades sociales, ha exigido que los científicos sociales
interesados en estos temas precisen sobre varias categorías conceptuales.
Lo anterior ha sido necesario porque –como afirma Jacques Le Goff- un aspecto de primordial
importancia en las ciencias sociales y las humanidades es la definición de la herramienta
conceptual con la que se va a trabajar, pero sobre todo porque “debemos cotejar el vocabulario
del que nos servimos con el vocabulario de las sociedad históricas que estudiamos”6.
5
6
Delgado, Márquez, Rodríguez. 2009.
Le Goff, 1986, p. 9.
5
En forma breve, puntualizo los conceptos esenciales que sirven de andamiaje teórico a esta
investigación; así, me referiré sucesivamente a lo cotidiano, lo público, lo privado, la cultura
material, la casa, la familia, identidad cultural.
Philippe Ariès al analizar los acontecimientos que provocaron la modificación de las mentalidades
profundas, y que a la vez llevaron al cambio de las solidaridades colectivas del antiguo régimen y al
surgimiento de los espacios privados en el inicio del siglo XIX, destaca tres aspectos: a) el nuevo
papel que asume el Estado, es decir, su accionar cada vez más intervencionista y de control sobre
varias esferas de la vida social que anteriormente quedaban abandonadas a las comunidades, b) el
desarrollo de la alfabetización y la difusión de la cultura, particularmente gracias a la imprenta y c)
el surgimiento de nuevas formas de religión, las cuales “desarrollan una piedad interior, el examen
de conciencia, en la forma católica de confesión o en la puritana del diario íntimo, sin excluir, sino
todo lo contrario, otras formas colectivas de la vida parroquial”7.
Estos acontecimientos penetraron las mentalidades a través de varios caminos, entre otros: la
literatura de la civilidad, la literatura autógrafa, el gusto por la soledad, la amistad y una nueva
forma de concebir el espacio y organización de la vida cotidiana.
De lo anterior es posible identificar un proceso de disolución de lo público en lo privado, en donde
el individuo se impone a lo comunitario en su búsqueda de la intimidad.
Sin embargo, tanto en la esfera de lo público como de lo privado, ese individuo solo o
acompañado, tiene una vida cotidiana en la que participa y se relaciona a través de todos los
aspectos de su individualidad, de su personalidad, de tal manera que “el hombre de la
cotidianidad es activo y goza, obra y recibe, es afectivo y racional”8.
Pero concretamente, ¿qué significa vida cotidiana? Pienso que, ante todo, es la forma en que el
individuo se involucra a diario –consciente o inconscientemente- en el mundo del trabajo, así
como en las actividades que tienen que ver con lo lúdico y el ocio y, en un ámbito más privado,
con el amor y el odio, con las relaciones familiares y, en el fondo de lo privado, con las formas de
estar solo consigo mismo en el momento de la escritura autógrafa, el momento del rezo, la
relación intrapersonal, el intradiálogo; es decir, la intimidad9.
La vida cotidiana es tan heterogénea como actividades tiene el hombre. La diversidad que nos
plantea la vida cotidiana no se mueve en un solo plano, sino por el contrario, existen niveles
jerárquicos en los que la cotidianidad se desenvuelve. El lugar que ocupe cada actividad
dependerá de las características económicas y sociales que determinan en un momento y espacio
histórico específico la vida y desenvolvimiento de la sociedad donde “cristaliza” lo cotidiano.
La vida cotidiana de cualquier hombre por lo general, se desarrolla tanto en la esfera de lo público
como de lo privado. El individuo está interaccionando sistemáticamente con el ámbito estatal,
7
Ariès, 1989, p. 10
Heller, 1985, p. 39
9
Castilla del Pino, 1989, p. 20.
8
6
institucional, colectivo y abierto, a la vista de todos, aunque también se establece una relación
permanente con el ámbito más cerrado del hogar, de la familia y de la vida doméstica.
La esfera de lo público significa para mi aquellos espacios en los que explícita o implícitamente se
manifiesta a través de diversas formas, el Estado; en tanto que, por lo privado entiendo los
espacios más restringidos en los que el individuo oculto a los ojos del estado y de los demás,10
hablo entonces de aquellas esferas que algunos han llamado “los ámbitos por excelencia de lo
privado”11 es decir, los espacios de lo familiar.
Si pretendemos dar una definición esquematizada de lo público y lo privado diré que lo primero se
identifica con las obligaciones impuestas al individuo por parte de las instituciones públicas así
como por la organización del trabajo, mientras que lo segundo, insisto, queda representado por la
vida familiar, fundamentalmente, dentro de la casa12.
De lo anterior, surgen dos conceptos esenciales para esta investigación: casa y familia, sobre
cuales es necesario precisar también lo que significan para nosotros; sobre todo porque
mismos han adquirido diversas connotaciones según se esté hablando de relaciones
consanguinidad, estructura familiar, sistemas de herencia o residencia e incluso variarán
acuerdo con la época y espacio geográfico en que nos encontremos situados.
los
los
de
de
La diversidad de las acepciones de esos conceptos no es un mero problema lingüístico, por el
contrario, tienen raíces históricas y por lo tanto son conceptos que han variado con el tiempo.
Así, en breve, en el siglo XVIII el concepto casa implicaba que se podría estar hablando de un
espacio físico cuya función esencial era la protección y bienestar de quienes lo ocupaban, asistidos
por la servidumbre, o bien a un vínculo de sangre; en realidad, la primera acepción estaría
hablando de la casa en sí, es decir, de la materialidad de la vida familiar.
El concepto casa se ha ido modificando a través del tiempo hasta llegar a tener diversas
acepciones. Actualmente en el Diccionario de la Lengua Española, el concepto casa se presenta
hasta con 15 connotaciones: desde “edificio para habitar” hasta “domicilio y también estudio o
despacho del que ejerce profesión, arte o industria”13. La situación no es diferente con el concepto
familia. En el presente familia significa realidades diversas: desde el conjunto de personas
relacionadas por el matrimonio, hasta la sucesión de individuos que descienden unos de otros.
Prácticamente a mediados del siglo XIX, los conceptos casa y familia se unieron y desde entonces
varios autores los han utilizado indistintamente, aún en la actualidad. Ejemplo de esto es la
afirmación de F. Chacón: “En definitiva, la casa designa una estructura física y una relación familiar
caracterizada por los lazos de consanguinidad entre quienes conviven bajo un mismo techo”14.
10
Von Mentz, 1989, p. 8.
Chartier, 1990, p.13.
12
Castan, 1990, p. 15.
13
Diccionario de la Lengua Española, 1970, p. 271.
14
Chacón, 1987, p. 25.
11
7
En nuestro caso, entendemos el concepto casa desde una perspectiva que ya anotábamos, el de
casa en sí; es decir, un espacio físico que se integra por el piso, techo y paredes que tienen
diversas formas de comunicación con el espacio exterior y que, dependiendo de su ubicación y de
quienes lo ocupen, cumple varias funciones. Aparentemente esta acepción pecaría de simplicidad
y hasta de obviedad. Precisamente por su carácter general y un tanto “laxo”, consideramos que tal
definición permitirá que la casa se pueda analizar no solo desde el punto de vista arquitectónico
sino también desde sus aspectos denotativos; recuérdese que la casa alcanza, a veces, la categoría
de ser vivo, de carne y hueso”15.
En el caso de la idea de familia, Jean Louis Flandrin, a través de la lectura de diccionarios antiguos
ingleses y franceses, afirma que el concepto tenía dos acepciones, o se dividía en dos aspectos: la
idea de corresidencia y la idea de parentesco. La palabra evocaba mucho más a menudo un
conjunto de parientes que no tenían una residencia común, y generalmente designaba también un
conjunto de corresidentes no necesariamente ligados por vínculos de sangre o matrimonio.
De hecho esa idea bifurcada de familia encontrará su síntesis en el siglo XIX, siendo desde
entonces utilizado el concepto con esa connotación, o sea la familia como el espacio de
corresidencia de individuos unidos por lazos de matrimonio y parentesco.
En nuestro caso usaremos el concepto de familia en este último sentido, debido a que
difícilmente se podría restringir el trinomio de corresidentes (padre-madre-hijos) y su vida
doméstica sin abordar sus relaciones de parentesco.
El estudio de la cultura material puede ser ampliamente definido como la investigación sobre la
relación entre las personas y las cosas independientemente de tiempo y espacio. La perspectiva
adoptada puede ser global o local, relacionada con el pasado o presente o la mediación entre los
dos. Definido de esta manera, el rango potencial de disciplinas contemporáneas que participan de
una manera u otra en el estudio de la cultura material es tan amplio como las ciencias humanas y
culturales mismas16.
Particularmente nuestro estudio se relaciona con los satisfactores básicos de la materialidad de la
vida cotidiana del migrante en su dimensión familiar –alimento, vestido, vivienda- tanto en sus
manifestaciones rudimentarias como en las más elaboradas; énfasis especial tendrá lo relativo a
consumo e identidad; la importancia de los rituales familiares antiguos y modernos17.
Sin intentar proponer una definición precisa, podemos observar lo que supone la materialidad
asociada a la cultura. La cultura material tiene una relación evidente con las exigencias materiales
que pesan sobre la vida del hombre y a las que el hombre opone una respuesta que es
precisamente la cultura. Pero no todo el contenido de la respuesta se ve afectado por la cultura
material. La materialidad implica que, en el momento en que la cultura se expresa de manera
abstracta, la cultura material nada tiene que ver con ello. Esto designa no sólo el campo de las
15
Rodríguez, 1973, p. 11.
Journal of Material Culture, 1996, 1:5.
17
Bauer, 2001, p. 16.
16
8
representaciones mentales, del derecho, del pensamiento religioso y filosófico, de la lengua y de
las artes, sino igualmente las estructuras socioeconómicas, las relaciones sociales y las relaciones
de producción, en suma las relaciones del hombre con el hombre. La cultura material está del
lado de las infraestructuras, pero no las recubre: solo se expresa en lo concreto, en y mediante
mercancías, objetos o cosa18. De hecho, basados en una de las tesis más elaboradas y profundas
de la idea de mercancía que aparece en el libro primero, sección primera, de El Capital de C. Marx,
se ha señalado que las mercancías y las cosas en general, son la sustancia de la cultura material19.
Para concluir este breve apartado de precisiones conceptuales, es necesario, aunque sea en forma
breve, señalar nuestra visión sobre el binomio de la identidad cultural.
Identidad cultural es el conjunto de valores, orgullo, tradiciones, símbolos, creencias y modos de
comportamiento que funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para que
los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia que hacen parte
a la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales
que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.
La construcción de identidades es “un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la
sociedad”. Las identidades se construyen a través de un proceso de individualización por los
propios actores para los que son fuentes de sentido y aunque se puedan originar en las
instituciones dominantes, sólo lo son si los actores sociales las interiorizan y sobre esto último
construyen su sentido
Existen dos corrientes en antropología a la hora de abordar el fenómeno de la identidad cultural
La perspectiva esencialista estudia los conflictos de identidad como algo inminente y
hereditario culturalmente. Esta aproximación considera que los diversos rasgos culturales
son transmitidos a través de generaciones, configurando una identidad cultural a través
del tiempo.
La perspectiva constructivista, en cambio, señala que la identidad no es algo que se
hereda, sino algo que se construye. Por lo tanto, la identidad no es algo estático, sólido o
inmutable, sino que es dinámico, maleable y manipulable.
Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se hereda
totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e
inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en algún
momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos. Por lo tanto, puesto
que la cultura no es algo inmutable, sino que se transforma continuamente, la identidad cultural
tampoco es algo inmutable y se transforma continuamente, convirtiendo a los que antes eran
enemigos irreconciliables en un único pueblo y a los que antes eran un único pueblo en entidades
culturales opuestas.
18
Pesez, s.f., p. 115.
Appadurai, 1986, pp. 20-21.
19
9
Respecto a la perspectiva constructivista las críticas que se le pueden hacer son que la identidad
cultural tampoco depende únicamente de factores coetáneos, sino que existe una transmisión
modificable a lo largo del tiempo. No es simplemente una construcción que se realiza desde cero,
sino que existe un sustrato básico sobre el que se trabaja y se moldea una identidad cultural
determinada.
Algunos autores han empezado a estudiar las identidades culturales no solamente como un
fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En
esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se
define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según
esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en
oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea
porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales
códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con
otras culturas, académicamente esto es conocido como la "otredad".
La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún,
esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la
complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas,
científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual.
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una
identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad,
hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en oposición a los extraños,
las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de
identidad. Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente
implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y
significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes.
En resumen, el concepto de identidad cultural encierra, para nosotros, un sentido de pertenencia
a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como costumbres, materialidades,
valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y
colectivamente y se alimenta de forma continua de la influencia exterior.
La identidad surge por diferenciación y como reafirmación frente al otro. Aunque el concepto de
identidad trascienda las fronteras (como es el caso de los emigrantes), el origen de este concepto
se encuentra con frecuencia vinculado a un territorio.20
20
Molano, 2007, p. 69.
10
Cronograma.
Enero-febrero
Diseño detallado del estudio piloto y selección de comunidades y áreas de estudio.
Marzo-abril
Entrevistas piloto y evaluación
Mayo- junio
Estudio de campo (entrevistas, toma de fotografías, descripción de objetos domésticos,
recuperación de información documental, etc.)
Julio-agosto
Procesamiento de la información
Septiembre-octubre
Análisis/escritura
Noviembre-diciembre
Presentación académica.
11
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