EL EJECUTIVO DEL ORO - Autor, Ángel Lau (43897)

Anuncio
EL EJECUTIVO DEL ORO
Autor, Ángel Lau
PRÓLOGO
Esta historia se la dedico a mi Esposa Gladys y a mis hijas Evelyn,
Fedora y Gladys Morella. Es una historia real. Todo lo aquí narrado
sucedió en verdad. Los hechos y detalles son lo más parecido a la
realidad. He utilizado muy pocos nombres de personajes que en un
principio pensé en cambiarlos y alguno que otro detalle ha sido
magnificado con el único fin de preservar el interés del lector. Se que
no soy escritor, pero tampoco aviador y si me decidí a escribir este
relato fue por la atracción que me han causado las lecturas que nos
envía el Rincón Literario de los jubilados de la Industria Petrolera,
círculo que invita y motiva a los jubilados a la lectura y a los que
tienen alguna facilidad para escribir cuentos, poemas, o historias de
sus vivencias. Esta es una historia de mis vivencias y experiencia de
trabajo fuera de la Industria Petrolera, no conocida por la mayoría de
mis amigos jubilados. Me estoy estrenando en esto y de buen agrado
recibiré todas las críticas que se les ocurran. Espero les guste.
Ángel Lau
El Ejecutivo del Oro
Página 1
I
EI CALLAO TONIGHT
Corrían los años 70 y me encontraba en el aeropuerto de Puerto
Ordaz con el turco Al-atrache, quien no era turco sino libanes, pero
así llamábamos a todos los árabes, al igual que a todos los
asiáticos que si no eran chinos eran japoneses. Me pregunto cómo
nos llamarán los naturales de esos países a nosotros los latinos.
Tendremos un solo gentilicio?. El turco, piloto de aviones caza,
había desertado de la Fuerza Aérea de su país escapando de las
interminables guerras y vino a parar a Venezuela, se estableció en
el Estado Bolívar y no se de dónde, adquirió una avioneta
monomotor modelo 206, cabina no presurizada, de vuelo visual, la
cual tenía alquilada a Minerven, la empresa del oro en
Guayana. Bueno, le dije al turco, será mejor que nos apresuremos
porque hoy hay Junta Directiva en el Callao y tengo que presentar
un informe. No se preocupe Licenciado, que llegaremos a tiempo.
El Callao está situado en medio de un valle, bordeado por el rio
Yuruari, a los 7º21’05’’ al norte del Ecuador y 61º49’17’’ al oeste de
Greenwich, en el Estado Bolívar de Venezuela. Es un pueblo
pintoresco, como todos los pueblos de éste país, con un clima
tropical promedio de 28º C, bastante húmedo, lo que aumenta la
sensación de calor, con gente laboriosa y acogedora, (Aunque
miran con cierto recelo a los extraños) en su mayoría de color. En
tiempos remotos, la fiebre del oro convirtió a El Callao en una
mezcla de diferentes culturas oriundas de las Antillas británicas y
francesas y el idioma recibió la influencia de los buscadores de
oro ingleses, franceses, portugueses y hasta holandeses,
convirtiéndose el idioma en una especie de papiamento. Todavía
está presente en todas las tradiciones el aporte afroantillano entre
los cuales se encuentra el carnaval y el Calipso. Casi todos los
pobladores trabajan en la minería de oro y diamantes, o en
negocios derivados de las mismas, orfebrería, maderas y pequeños
comercios. Los mineros que no estaban empleados en Minerven,
trabajaban por su cuenta, lavando las arenas de los ríos y
contaminándolas con mercurio. Utilizaban cedazos o coladores
redondos con maya fina metálica. Así obtenían cochanos o pepitas
de oro, los cuales vendían a comerciantes vividores que les
El Ejecutivo del Oro
Página 2
pagaban menos de su valor en onzas, para luego revenderlo. Hoy
en día, además de la contaminación mercurial, está la invasión de
los garimpeiros brasileros, mas hacia los límites con Brasil,
quienes destruyen toda la naturaleza con sus moto bombas que
lanzan agua a alta presión con mangueras de grueso calibre,
destrozando la tierra y todo lo que encuentran a su paso.
La Plaza Bolívar estaba rodeada de pequeños comercios,
principalmente joyerías rudimentarias, y la iglesia, tipo colonial, cuya
edad nunca la pude obtener. Las calles en su mayoría eran de
tierra. La calle comercio, el hotel Italia y la avenida principal no
podían faltar. Tienen el orgullo de que el primer partido de futbol
que se jugó en Venezuela se jugó en el Callao en 1876, un partido
contra un equipo inglés. El carnaval de El Callao sigue siendo
famoso. Una semana completa de baile y desfiles en las calles, con
originales disfraces, cada comparsa representando alguna figura
tradicional, con diferentes atuendos, como las Madamas, mujeres
con pañuelos en la cabeza y coloridos trajes a la manera tradicional
de las Matronas de Guadalupe y Martinica. Las voluptuosas
bailarinas negras encabezan los desfiles al son del Calipso, ritmo
llegado de las islas del Caribe, seguidas por una multitud que danza
al mismo son, botella en mano y así pasan todo el día, bailando y
tomando. Muchos se desmayaban y recibían auxilio de los
paramédicos de las ambulancias. Después, todo vuelve a la calma,
a limpiar el pueblo y a trabajar cada quien en lo suyo. Así era El
Callao en los años setenta cuando trabajé para Minerven.
II
MI PRIMER TRABAJO
Siendo todavía muy joven, comencé a trabajar en Creole Petroleum
Corporation, una empresa norteamericana, filial de la Standard Oil
Company, ubicada en un viejo edificio cercano a la Plaza Morelos
que después fue sede de la tenebrosa Seguridad Nacional, policía
política del dictador Marcos Pérez Jiménez. Era el año 1954 y me
había ganado el derecho de hacer mi pasantía en la empresa que
yo escogiera como resultado de mis excelentes notas en el Instituto
de Comercio Santos Michelena, donde cursaba el quinto y último
año de mis estudios de secundaria. Al graduarme de Bachiller
Mercantil, fui premiado con un puesto fijo en la misma empresa, con
El Ejecutivo del Oro
Página 3
la condición de seguir estudios universitarios en la recién
fundada Escuela de Administración y Contaduría de la Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de
Venezuela. Mientras estudiaba, trabajaba como empleado “part
time”, o sea, a medio tiempo y a medio sueldo. Completé mis cuatro
años de estudio universitario, obtuve el título de Licenciado en
Administración y Contaduría, con lo cual pasé a formar parte del
“staff” de profesionales y técnicos de Creole. Allí aprendí a trabajar
con disciplina, organización y sobre todo, con ética y
responsabilidad. Todo iba muy bien. De acuerdo a mis
evaluaciones anuales, recibía incrementos de sueldo y una que
otra promoción. El problema vino años después, cuando rechacé
una transferencia para Tía Juana, un campo petrolero en el Estado
Zulia, con una promoción importante. Mi último trabajo fue en la
sección de Estadísticas de la Corporación, la oficina mejor
clasificada del Departamento de Contraloría de la empresa. Por lo
visto, de ahí en adelante, según me trasmitió el contralor, las
promociones se pondrían cuesta arriba, así que como no estaba
dispuesto a vegetar en un puesto, opté por la renuncia
negociada. Al fin y al cabo, en esa época era fácil encontrar trabajo
y así fue. Al poco tiempo era el Auditor Interno del Banco
Hipotecario de la Vivienda Popular y al año siguiente Director de
Administración de la distribuidora de vehículos Ford “Forauto”, cuyo
principal y casi único accionista era Juan Simón Mendoza, tio
abuelo de ese gran ejecutivo Lorenzo Mendoza, pilar fundamental
de las empresas Polar. Siempre en ascenso.
III
CON LA VIDA EN UN HILO
Me fui de Forauto después de la renuncia del Gerente de Ventas
porque quedé encargado de los dos puestos, algo que casi me
cuesta la vida debido al estrés y a una úlcera duodenal perforada
en un día tan agitado como lo fue ese 24 de diciembre que aún
recuerdo con temor porque estuve muy cerca, pero muy cerca de
pasar al más allá. Me salvé porque no me tocaba y porque mi
hermano médico se instaló en mi casa con un colega
gastroenterólogo y un bioanalísta amigo (Mi hermano tomó la sabia
decisión de tratarme en casa dado el congestionamiento en las
El Ejecutivo del Oro
Página 4
emergencias de clínicas y hospitales en un día como ese) quien con
pruebas de sangre, que llevaba a su laboratorio cada cierto tiempo,
se daba cuenta que la hemorragia no se contenía y los
hematocritos habían llegado a su nivel más bajo y crítico, mientras,
me inyectaban vitamina K de acción cicatrizante en la vena hasta
que amaneciendo el día 25, decidieron hacerme una transfusión
con sangre de mis hermanas. Lo que más recuerdo era el frío
intenso que sentía como todos los que están a punto de morir,
aunque yo no vi ningún túnel, ninguna luz azul al final del mismo ni
paz celestial alguna como narran los que han estado por corto
tiempo del otro lado. Días después, mi esposa me contaba que mi
color antes de la transfusión era gris.
Después del accidente con mi úlcera y habiendo terminado mi
reposo y recuperación, comencé a trabajar nuevamente en Forauto
pero con menos ímpetu. Debía tomar las cosas con
calma. Además, si iba a volver a trabajar con la responsabilidad
de dos cargos, por lo menos debería recibir mayor sueldo y así se
lo hice saber al Sr. Mendoza, presidente de la empresa, a quien le
reportaba directamente y su respuesta fue que por los momentos
no había aumento de sueldo para nadie. Con razón dice el refrán
que por algo llegan a ser millonarios. Los vendedores ganaban
más porque además del sueldo fijo, devengaban comisiones que yo
mismo les calculaba. Sin embargo, yo llegaba a vender a veces
más unidades que ellos, controlaba el Departamento de Repuestos,
Contabilidad y Cobranzas, el flujo de caja, el taller,
etc. Definitivamente era claro que le estaba generando buenas
ganancias a la empresa por lo cual debería recibir mayor
remuneración. Y nuevamente se presentó la opción de renunciar,
lo cual hice sin pensarlo dos veces.
IV
INDEPENDENCIA
La oficina en la Asociación de Comerciantes del Este era bastante
amplia. Tenía un buen escritorio y un par de archivadores. Pensé
de inmediato que podían caber dos escritorios, pero eso sería para
después. Estaba eufórico y al mismo tiempo preocupado. Que
será lo que me deparará el destino?. Será correcto lo que estoy
El Ejecutivo del Oro
Página 5
haciendo?. Tengo familia, una maravillosa esposa y tres adorables
hijas que tengo que mantener. Bueno, ya no hay vuelta atrás.
Terminé de firmar el contrato por el alquiler de la oficina donde
comenzaría a trabajar la profesión en forma liberal, como contador
público independiente. Tomar esa decisión no fue fácil. Contaba
con mi experiencia de trabajos anteriores. Venia de trabajar por
cinco años como Director de Administración de Forauto. De allí salí
con bastantes buenas relaciones; el cargo me dio la oportunidad de
conocer gente, y también, porque además de haber ejercido
la dirección de administración (Que de dirección no tenía nada,
simplemente era la gerencia de Administración), había trabajado un
año como Auditor Interno del Banco Hipotecario de la Vivienda
Popular donde adquirí conocimientos en el manejo de las finanzas y
mucho antes de eso, mi primer trabajo fue en la Industria Petrolera
durante ocho años. Toda esa experiencia me daba cierta confianza
en el proyecto que tenía por delante. También estaba el hecho de
que la oficina quedaba ubicada en el mismo edificio de Sabana
Grande donde funcionaba un grupo al cual le podía sacar provecho:
La Asociación de Comerciantes del Este.
En mi oficina de la Asociación de Comerciantes del Este, comencé
enviando cartas ofreciendo mis servicios a los clientes de Forauto
que conocía y realicé reuniones con posibilidades de obtener algún
contrato. Obtuve una lista de los Comerciantes del Este asociados y
comencé a visitarlos para ofrecerle mis servicios como contador,
para hacer las declaraciones de Impuesto Sobre la Renta, realizar
auditorías, asesorías en finanzas, llevar la contabilidad y consejos
de cómo sacarle mayor provecho a su negocio. Mientras tanto, me
pasaba los días a la espera de una llamada de trabajo, sentado en
mi oficina, con el escritorio limpio, sin ningún papel encima, me
quedaba fijo, observando el teléfono a la espera de que sonara
mientras los días corrían sin cesar con la sensación de que me
apretaban contra la pared haciendo más difícil mi respiración.
V
EL CONTRATO
Un buen día sucedió lo que tanto esperaba. Sonó el teléfono con
un timbrazo que me sonó musical. Era un amigo mío que a la
sazón trabajaba en Minerven y me comunicó que estaban buscando
El Ejecutivo del Oro
Página 6
un Contador Público. Para hacer qué, le pregunté. En realidad no
lo sé. Solo sé que se están moviendo en esa dirección. Por qué no
te acercas por aquí y te presento. Me parece que tiene que ver con
contabilidad y debe ser un buen proyecto. Me dio la dirección de
las oficinas de Minerven y al siguiente día, estaba sentado en la
oficina del Gerente General, un Ingeniero de Minas de nombre
Adrian Andreiev, de origen ruso.
Después de hablar por cerca de una hora de todos mis trabajos
anteriores y de mi experiencia en ellos, me dijo que le trajera mi
Curriculum Vitae. Por casualidad, aquí tengo uno, lo extraje de mi
maletín, que dicho sea de paso, no tenía otras cosas y se lo
entregué. Interesante, dijo después de darle un ligero vistazo. Yo
creo que tu puedes hacernos el trabajo que queremos. Se trata de
establecer un sistema contable confiable, que me permita conocer
rápidamente como vamos y donde estamos, cuánto hemos gastado
en tal o cual operación, como controlar a los contratistas; quiero
saber todos los días cuánto dinero tenemos; si, su flujo de caja,
interrumpí, eso. También quiero saber cuáles son las obligaciones
que tenemos a corto plazo. Bueno, tu debes saber a cerca de las
actividades que tiene una empresa, aunque todavía no estamos en
producción. Por ahora es solo un proyecto y estamos más o menos
con un 80 por ciento de avance. En este momento estoy medio
perdido. Cuando pregunto por algo, en contabilidad se ponen a dar
carreras buscando papeles que al final no encuentran y así no se
puede trabajar. Yo tengo mi responsabilidad con el Presidente de
la empresa y en estas condiciones lo que hago es improvisar.
Me pareció un tipo simpático y de buen humor dentro de su
preocupación. Me preguntó: Tu sabes lo que es una mina de
oro? Bueno, más o menos, le respondí. Entonces me dice, una
mina de oro es un gran hueco en la tierra, un Ingeniero de Minas y
un pendejo que pone los reales, aunque en este caso quienes están
poniendo los reales son El Estado y la CAF (Corporación Andina de
Fomento). Ya en mi cabeza estaba planificando como haría el
trabajo y pensé en la Creole y su código de cuentas. Primero
debería conocer cuáles eran todas las actividades de la empresa,
darle el nombre apropiado y codificarlas o convertirlas a
números. Eso por los momentos pensaba que podía hacerse
reordenando las cuentas que reflejaba el Balance de
Comprobación.
El Ejecutivo del Oro
Página 7
Las oficinas de Minerven en Caracas contaban con ocho personas:
El Presidente, el Gerente General, el Administrador, el Consultor
Jurídico, un auxiliar de contabilidad, la secretaria del Presidente y
del Gerente General y un mensajero. La contabilidad la llevaban en
el Callao. En el piso superior estaban las oficinas de Head
Wrightson, Co. Inc., la contratista inglesa que diseñó y llevaba el
control de la construcción de la mina y con la cual tuve
posteriormente mucho contacto.
Por ese trabajo iba a cobrar Bs. 100.000,00, suma importante para
la época. ¿Cómo están tus compromisos para mañana?,
me preguntó el ruso y antes de contestarle, continúo, porque me
gustaría que me acompañaras a El Callao para que conozcas el
sitio, las oficinas, la mina y te vayas familiarizando con las
actividades que desarrollamos. No hay problema alguno le
respondí. Entonces llamó a su secretaria y le encargó los pasajes
para el vuelo Avensa de las seis de la mañana, directo a Puerto
Ordaz. En Puerto Ordaz tenemos una avioneta que nos espera
para llevarnos al Callao. Bueno, Licenciado, ha sido un placer, nos
despedimos y quedamos en vernos al día siguiente en el
aeropuerto de Maiquetía.
VI
MINERVEN
Las oficinas de Minerven en el Callao distaban alrededor de cuatro
km hacia el sur del pueblo y la mina, unos kms más, en el sitio
conocido como Caratal, nombre original de El Callao. Era una vieja
casa, amplia, bien mantenida y con espacio suficiente para las
actividades que allí se desarrollaban. Mucho calor, eso sí, porque
no había aire acondicionado. La mina, llamada Colombia,
explotaría una rica veta de cuarzo aurífero ubicada entre las
galerías cuatro y siete cuyos estudios de factibilidad daban en
promedio un tenor de 33 gr. de oro por Tm. de mineral, con una
reserva estimada en 450.000 Toneladas. Era como dijo el ruso, un
gran hueco en la tierra, con un radio de tres metros de
circunferencia, 430 metros de profundidad y siete galerías o túneles
para llegarle a la veta. Para bajar había un ascensor o jaula como
la llamaban, funcionaba con electricidad y era manejada por un
obrero que la subía o bajaba apretando botones en un tablero
El Ejecutivo del Oro
Página 8
según le comunicaban por un intercomunicador. En esa misma
jaula donde bajaban y subían los mineros, se subía el mineral, la
roca fracturada por los taladros o explosivos en el frente de las
galerías. El mineral lo cargaban en unos pequeños vagones que
rodaban sobre rieles hasta descargarlos en la jaula. Las minas
tienen muchos peligros. Uno de ellos puede ser un derrumbe que
deje sepultados a los mineros. Otro podría ser el agua y esto
puede suceder cuando se dinamita el frente de una galería que
limite con una una corriente de agua o rio subterráneo, lo cual
puede acarrear que la mina se inunde por completo con pérdida
total.
LA PLANTA DE TRATAMIENTO
El oro de una mina como la Colombia no es como muchos piensan,
que se ve a simple vista. Con muy raras ocasiones se descubre
una afloración superficial, pero son muy raros los casos. El mineral
o cuarzo que se extrae de la mina solo es un trozo de roca. Todo
ese mineral se somete a tratamiento para extraer el oro que
contiene. Primero se lleva a una tolva o molino de bolas. Se trata
de un molino semejante a los de los camiones mezcladores de
cemento, pero mucho más grande. Dentro de la tolva introducen
unas bolas de acero parecidas en tamaño a las del juego de bolas
criollas. También se introduce el mineral, o sea, todas las rocas
que quepan en él, luego el molino comienza a girar. El choque de
las rocas entre si y contra las bolas de acero va reduciendo el
tamaño del mineral convirtiéndolo en polvo y arena, que es llevado
a un tanque circular de aproximadamente quince metros de
diámetro que contiene agua y cianuro, este último, al igual que el
mercurio, logra separar el oro del resto del mineral, mientras unas
aspas del tamaño del tanque giran y remueven continuamente el
agua. Luego de este proceso, el agua es enviada a presión por una
tubería que termina en unos pequeños filtros de papel absorbente
que recogen una especie de barro de color negro por la acción del
cianuro. Estos filtros con el barro adherido son llevados a unos
moldes y estos a la fundición. Lo que queda al final una vez fríos,
constituyen los llamados lingotes de oro.
Nada se
pierde. Las porciones que quedan de arena, se llevan a un tablero
vibrador con canales, bajo la vista de un operador que va
recogiendo las pequeñas partículas de oro que se hayan escapado
del proceso anterior y por último, las arenas ya limpias se venden
para la fabricación de abrasivos.
El Ejecutivo del Oro
Página 9
VII
LA OFERTA
Como había pensado, el trabajo consistió en hacer una limpieza del
Balance de Comprobación, ya que casi todas las funciones
contaban con un sinnúmero de cuentas relacionadas. De esta
forma quedaría una sola cuenta para cada función y si era preciso
ampliar los conceptos, se crearían subcuentas dependientes. Se
codificaron las cuentas y subcuentas y el mayor trabajo se hizo en
las oficinas de contabilidad de El Callao consistente en determinar
el saldo de cada cuenta que hasta ahora se encontraba regado en
varias de ellas. Una vez hecha esta limpieza, fue más fácil preparar
el Estado de Ganancias y Pérdidas así como el Balance General a
partir del Balance de Comprobación. El Gerente General me
expresó su satisfacción por el trabajo realizado y a continuación me
hizo una proposición. Te gustaría trabajar con nosotros?, como mi
asistente?. Trabajarías conmigo y me reemplazarías en todo lo
referente a la parte administrativa y financiera. Tendrás bajo tu
responsabilidad el control del contrato con la empresa contratista
Head Wrightson, la supervisión del personal de Caracas,
planificación de los viajes, relaciones públicas en Caracas, el control
contable y cualquier otra cosa que se me ocurra, siempre dentro de
lo que es el trabajo. Y si te atreves, te puedo adiestrar en la parte
de minería.
Me quedé pensativo hasta que el ruso me sacó de mi aislamiento
cuando me dijo, piénsalo y me avisas. La propuesta era atractiva y
yo todavía tenía grabado en mi mente lo que representa la
seguridad del quince y el último. El ejercicio liberal de la profesión,
más el sueldo como profesor en la Universidad Central de
Venezuela, apenas me daban para lo necesario: Los gastos de la
casa. No podía disponer de una cobertura de seguro para el grupo
familiar ni para el vehículo. Tampoco podía cubrir gastos
extraordinarios provenientes de algún percance o enfermedad. No
podía ahorrar y de vacaciones escolares cero. Pensando en todo
eso, decidí aceptar el puesto que me ofrecían. Y así fue como
comenzó mi viajadera para El Callao.
El Ejecutivo del Oro
Página 10
VIII
RELACIONES
Al ruso comencé a llamarlo por su nombre. Me presentó al
presidente de Minerven, colega contador, con quien hice buena
amistad. Era un hombre de unos 60 años, pelo canoso, de buen
vestir y buenos modales. Hacía muy bien su papel de presidente
con sus contactos con representantes del gobierno. Adeco de uña
en el rabo como el mismo decía. Sus trajes se los confeccionaba un
afamado sastre italiano de nombre Carlone quien también era el
sastre del Expresidente Caldera. Utilizaba telas finas, de gran
calidad, traídas de Inglaterra o Italia, tejidos combinados de lana y
visón así como finas gabardinas. Un día me invitó donde Carlone y
me vendió un corte de gabardina inglesa para que me hicieran un
traje porque según él, yo debía estar elegantemente vestido como
todo un ejecutivo del oro, y de ahí en adelante, comencé a vestirme
con Carlone. Compraba las telas y me hacían los trajes. Algo
costoso para mi, desde luego. Siempre me invitaba a que lo
acompañara a reuniones en ministerios. Así conocí a Marco Tulio
Bruniccelli, para entonces viceministro del Ministerio de Relaciones
Interiores y en otra oportunidad me presentó a Piñerúa Ordaz quien
era candidato a la Presidencia de la República. Quería que
me inscribiera en el partido halagándome con lo de que “En el
partido necesitan gente como tu”, pero por mi parte nunca estuve
dispuesto a inscribirme en ningún partido político. Solo llegué a ser
amigo de los adecos quienes me consideraban pro-adeco.
IX
MI TRABAJO EN LA UNIVERSIDAD
Otro tanto sucedía en la Universidad donde trabajaba como
profesor en la Escuela de Administración y Contaduría, rodeado de
ñangaras y camaradas que desde mis tiempos en Creole me hacían
la vida imposible por haber trabajado en una empresa imperialista.
Recuerdo una vez que durante un examen de suficiencia que
realizaban los muchachos del curso, se presentaron dos jóvenes
entre 18 y 20 años de edad que querían hacer el examen. Nunca
El Ejecutivo del Oro
Página 11
los había visto, pero me indicaron que eran mis alumnos. Hice la
comprobación en la lista y efectivamente, allí aparecían, pero nunca
habían asistido a clases. Así que les informé que no podían
presentar el examen por inasistencia. Me confesaron que ellos
habían bajado de la montaña (El Cerro del Bachiller), que eran
combatientes y que debían por sobre todas las cosas aprobar el
examen. Accedí que lo presentaran y les dije que yo no regalaba
notas,
que
estas
serían
las
que
sacaran
en
la
prueba. Naturalmente que salieron reprobados. Los días
posteriores comencé a recibir amenazas telefónicas, que me
cuidara, que mi vida estaba en peligro, que me iban a quemar el
carro. Esto me hizo que actuara con cautela. Deje de llevar el carro
a la Universidad. Mi esposa me llevaba y me dejaba siempre en
sitios diferentes y así mismo me buscaba en lugares distintos que
yo le indicaba. Informé del problema al Decano de la Facultad y al
Director de la escuela en el momento en que se celebraba una
reunión del Consejo de Escuela, le di los nombres del par de
guerrilleros y les advertí que si algo me sucedía, ellos, los
guerrilleros serían los responsables. La respuesta de ambos fue
que no les hiciera caso, que eso era para amedrentarme y en
realidad, lo habían logrado.
La Escuela funcionaba en lo que en un tiempo había sido una
residencia estudiantil que llamaban Sierra Maestra. En tiempos de
elecciones profesorales, el grupo de acción democrática me
invitaba a formar parte de la lista de candidatos a los puestos de
Decano de la facultad, Director de la escuela, coordinadores, jefes
de cátedra, lo cual aceptaba siempre y cuando me colocaran en
una posición no salidora porque no estaba dispuesto a tener un
cargo distinto al de profesor por tiempo convencional.
X
LAS NOCHES EN EL CALLAO.
Durante las noches en el Callao, formábamos un grupo, el ruso, el
gerente de Relaciones Públicas, el de Relaciones Industriales, el
Gerente Técnico y algunas veces el Presidente. Nos reuníamos
sanamente para echar cuentos, jugar poker y tomar whisky.
Ninguno era del tipo que visitara bares ni lupanares que en todas
El Ejecutivo del Oro
Página 12
partes existen. Solo nos reuníamos para pasar el tiempo hasta
que llegara la hora de dormir. En una noche de cuentos y chistes,
me dio por preguntar: Es cierto que aquí han ocurrido
desapariciones de personas?. De una te puedo dar fe, me
responde el ruso, la otra puede que se trate de un cuento de
camino. A los mineros les encanta inventar cuentos. La primera
desaparición ocurrió hace muchos años, según dicen y ya forma
parte del folklore de El Callao. Dicen que había un capataz o jefe
de cuadrilla venido de otros lares que era un negrero. Lo
apodaban mandinga por lo malo que era. Insultaba, vejaba, era
mal hablado, en fin, nadie lo soportaba. Una noche sin luna lo
agarraron en calle angosta y le dieron una paliza, después lo
enrollaron con alambre de púas y lo lanzaron por el foso de una
mina abandonada. Nadie más supo de él. Hasta la policía lo
buscó y al tiempo decidieron que se había fugado con una negra
del pueblo con lo cual cerraron el caso. Dicen que por las noches
de luna se oyen a lo lejos lamentos desgarradores del ánima de
mandinga. Verdad o mentira?. Nadie lo sabe, yo por mi parte no
creo en eso ni he oído ningún lamento, pero el cuento existe como
en todos los pueblos. Eso es igual que los cuentos de la sayona,
el carretón, o la llorona.
El otro desaparecido no era tal. Esa historia la supe de primera
mano. Resulta que entre los mineros había uno a quien le gustaba
jugar bromas pesadas, se metía con todo el mundo, hasta con las
mujeres de sus compañeros. Decía que ninguna mujer del pueblo
se le había salvado, que él se había acostado con todas; ya no lo
aguantaban. Un día sus compañeros de trabajo decidieron hacerle
una broma a él en desquite. Ese día lo invitaron a tomar y
cuando estaba bien borracho, se lo llevaron a la pensión donde
vivía, cargado como el hombre de la emulsión de Scott, lo
acostaron en su cama boca abajo, le bajaron los pantalones y el
interior y le untaron clara de huevo entre las nalgas. Imagino lo
que habrá pensado cuando se despertó. Lo cierto fue que
desapareció del pueblo. Nadie lo vio salir ni más nunca
lo volvieron a ver.
En esos juegos de Poker yo siempre perdía mis viáticos y cuando
no los perdía jugando, compraba oro a los mineros y lo llevaba a
una de las joyerías para que me lo convirtieran en sortijas, zarcillos,
cadenas o esclavas para mi esposa, mis hijas o para mi. Estas
reuniones las hacíamos generalmente en el tráiler del ruso. Yo
El Ejecutivo del Oro
Página 13
dormía y comía en la casa que tenía asignada el Presidente. Era
una casa muy grande, de nueva construcción, bien ventilada, con
habitaciones de sobra. Tenía una cocinera negra, bien robusta, que
cocinaba muy sabroso, de esas que llaman madamas. De las
comidas me acuerdo del exquisito pelao guayanés y del pastel de
morrocoy. Durante el día teníamos que atender los problemas que
se presentaran, reuniones con el sindicato, supervisión de las obras
y hasta solucionar problemas del pueblo. Me presentaron a la
mandamás del pueblo, la negra Isidora, la organizadora del
carnaval, la que ayudaba a los necesitados, la madre de todos los
niños; en fin, no había nada que se pudiera hacer si no se
consultaba con Isidora porque también representaba a los
trabajadores. Para estar en la buena con ella, Minerven la tenía en
la nómina con un carguito de relaciones de no se qué.
XI
APRENDI A VOLAR
Eran las ocho de la mañana y ya el turco y yo estábamos sentados
cómodamente en la avioneta, él en el puesto del copiloto y yo de
piloto. El turco pidió instrucciones a la torre de control para efectuar
el despegue y por los audífonos sonó la voz del controlador de
vuelos “negros con diente de oro”, autorizados para despegar. (De
esta forma, tanto en el aeropuerto como los demás pilotos de
avioneta del Estado Bolívar, identificaban la avioneta del
turco). Los pilotos de avioneta formaban algo así como una
hermandad. Se comunicaban entre si por radio en pleno vuelo para
conocer las condiciones del tiempo, ya que fuera del área del
aeropuerto de Puerto Ordaz no había radio ayudas, o sea, se
volaba a la buena de Dios. Hoy en día existen otros dos
aeropuertos sin ruta comercial ubicados en Tumeremo y Guasipati,
dos pueblos aledaños a El Callao.
Acelero el motor y lentamente aflojo el freno de mano y la avioneta
comienza su recorrido por la pista mientras la voy estabilizando con
los pedales de giro. Al llegar a 160 millas por hora acciono los flaps
(especie de una partición en la parte trasera de las alas a casi todo
lo largo de las misma, los cuales forman una barrera contra el viento
facilitando el ascenso y descenso) y comienzo el ascenso. Más
El Ejecutivo del Oro
Página 14
suave y menos pronunciado, me dice el turco. Te acuerdas del
Avensa que cayó en Maturín? Si, claro. Bueno eso fue porque en el
despegue, con el acelerador a fondo, como debe ser, comenzó a
subir, pero lo hizo muy verticalmente y el avión se le vino hacia
atrás y sin fuerza. Según recuerdo, se salvó una aeromoza. Si, así
fue, le respondí, así que empujo un poco el volante o timón hacia
adelante para suavizar el ascenso, seguimos subiendo, vuelvo los
flaps a su lugar y se siente el típico descenso momentáneo, fijo el
rumbo, entre 3 y 4 grados sureste sin perder de vista la brújula. Al
llegar a 9.500 Pies de altura, estabilizo y le doy vuelta a una rueda
que hace las veces de piloto automático y como ya la avioneta no
está en ascenso y no necesita consumir tanta gasolina, cambio la
mezcla de gasolina y aire para que sea más aire que gasolina. Era
una hermosa mañana, tiempo despejado y a esa hora, bastante
soleado. El turco ya estaba dormido.
A decir verdad, yo no era piloto, nunca estudié aeronavegación ni
tenía licencia. Fue una vez que volando solos al igual que ahora, le
dije al turco: Yo quisiera que me dieras unas clases de cómo
manejar este aparato porque si a ti te pasa algo, un desmayo, un
patatús, que se yo, me gustaría intentar seguir viviendo y no morir
en el intento. Sabes a lo que me refiero no?. Absolutamente
Licenciado. Y así fue como entre viaje y viaje aprendí lo
fundamental. El turco me supervisaba el despegue y el
aterrizaje. Solamente tenía que despertarlo cuando me aproximaba
al El Callao o al aeropuerto. La pista de El Callao era rústica,
engranzonada, de ochocientos metros de largo, ubicada en la
Planicie de San Luis, a dos kilómetros del pueblo con cierta
inclinación hacia abajo. Tenía también una hondonada en la mitad
que hacía desaparecer la avioneta en su recorrido para aparecer
luego.
XII
PREMONICIÓN
Un peligroso accidente con la avioneta que puso en peligro mi vida
fue el final de mi trabajo de aventuras en Guayana. Fue durante un
vuelo rutinario hacia El Callao. Hacía buen tiempo y nada
presagiaba anormalidad alguna. Yo en el puesto del piloto y el
El Ejecutivo del Oro
Página 15
turco de copiloto. El vuelo desde Puerto Ordaz hasta El Callao toma
aproximadamente una hora, con buen tiempo. Estábamos a 9.500
pies de altura y de pronto, comenzó a salir humo por el tablero.
Alerto al turco quien despertó de un salto al ver el humo. Mientras
el humo se hacía más denso, abrimos totalmente todas las
ventanillas. Déjame ver, me dice el turco y se agacha para ver
debajo del tablero. Tenemos un problema. Hay dos cables pegados
y quemándose. Enseguida tomó el micrófono y radió a la torre de
control de Puerto Ordáz: May day, may day. Adelante negros con
diente de oro, cual es la emergencia? cambio. Tenemos un
problema serio de circuito con fuego y nos estamos regresando,
cambio. Se oyó la voz del torrero, adelante, tienen pista libre, ¿cuál
es su posición?, cambio. Estamos en la ruta, como a 30 minutos,
vamos a apagar el motor, cambio y fuera. Con la llave en off no
tendremos más comunicación. Voy a tratar de apagarlos con el
extintor de incendio y diciéndolo, se volvió a meter debajo del
tablero y accionó el extintor. Ahora, además del humo, teníamos
una neblina blanca en toda la cabina. El fuego no cedió. Tu sabes
planear, me pregunta porque la única manera de extinguir esto es
apagando el motor, a lo que le contesto: Todavía no me has dado
esa clase. Bueno, eso es aprendiendo sobre la marcha. Y desde
cuando no le haces mantenimiento a esto?. Bueno, desde ayer
mismo.
Mantente firme en el volante, sin movimientos bruscos. Cuando
sientas como si se frenara un poco, se trata de una corriente de aire
caliente, entonces halas muy suavemente el volante hacia ti,
tratando de que suba un poco y luego vuelves a la posición anterior.
Ya estaba planeando y la sensación es muy agradable. Es como si
estuvieras volando como un ave, no hay ruidos, ni siquiera del
viento el cual hace girar suavemente la hélice. Imagino que los que
vuelan en icaros o parapentes deben sentir la misma sensación. El
turco se metió nuevamente bajo el tablero con el extintor para
incorporarse nuevamente y dijo, bueno, yo creo que funcionó, se
extinguió el fuego. Lo malo es que debemos tratar de llegar al
aeropuerto sin encender el motor. Bueno, encárgate de tu vaina le
digo porque yo estoy muy nervioso. Recé todo lo que sabía
mientras buscaba con la vista un lugar sin árboles donde aterrizar,
pero nada, todo era selva tupida. El turco iba muy callado y yo
tenía el deseo de conversar para tranquilizarme un poco.
El Ejecutivo del Oro
Página 16
Según me contaron, tu antes tuviste un accidente que te obligó a
aterrizar en la carretera. Cierto, y también venía de hacerle
servicio. ¿Sabes una cosa?. La mafia me volvió a joder, me
volvieron a sabotear. ¿De cuál mafia estás hablando?. De la mafia
de Ciudad Bolívar que controla a todos los pilotos y aeronaves
particulares de todo el Estado Bolívar. Todo el mundo tiene que
estar asociado a ellos, te consiguen viajes pero ellos son los que
cobran y te dan un porcentaje, algo con lo cual no estoy de
acuerdo. Por eso he sido reacio a meterme con ellos, pero a los
que como yo rechazan meterse en esa especie de sindicato,
entonces tratan de sacarlos del camino. Ese accidente que
mencionas fue porque me sabotearon la avioneta. Algo le hicieron a
los ductos del aceite para que lo perdiera en pleno vuelo. Creo que
la mafia controla también a la empresa donde se hace el servicio y
lo malo es que no hay otra en todo el estado. ¿Y por qué no
buscamos una carretera donde aterrizar? Aterrizar en carretera
tiene un gran porcentaje de que salga mal. Tu puedes aterrizar en
la carretera si tienes pleno dominio del avión. En el caso mío, es
verdad que la avioneta había perdido el aceite y el motor estaba
recalentado, definitivamente no podía seguir, pero a la hora de
aterrizar, si hubiese venido un automóvil yo podía evitar el
choque. Pero ahora, en estas condiciones es demasiado peligroso
por lo cual yo prefiero tratar de llegar al aeropuerto, además, si hay
alguna carretera allá abajo, está bajo los árboles y no puedes verla
desde aquí.
Bueno, que sea lo que Dios quiera, confío en tu vasta experiencia
volando aviones a reacción.
Mientras tanto, seguíamos perdiendo altura, 8.000 pies, 6.000,
4.000. De lejos se veía el Caroní, reflejando la luz de un color
plateado. Ya estábamos sobrevolando el Caroní y le digo, estamos
a 1.500 pies de altura y así no vamos a llegar. Bueno, voy a
encender el motor para tomar impulso y ganar un poco de
altura. Hacerlo y comenzar nuevamente el fuego fue la misma
cosa. Motor apagado nuevamente. Turco, que tal si aterrizamos en
la orilla del rio, donde la playa sea más ancha, nos llevaremos
algunos arbustos por delante pero creo hay la posibilidad de
menores daños. No me parece, mira lo que tenemos
adelante. Había un terreno desforestado con unos cuantos troncos
regados. Yo creo que es el lugar perfecto, me dice, pero antes
tenemos que pasar entre esas dos torres y los cables de alta
El Ejecutivo del Oro
Página 17
tensión que llevan la electricidad desde la Planta de Macagua al
centro del país. Tenemos que decidir si pasamos por debajo de los
cables o por encima. Por debajo es muy arriesgado, me dice, el
paso es muy estrecho por los árboles. Vamos por arriba. Cuando te
diga “YA” halas con toda tu fuerza el timón hacia tu cuerpo y yo
haré otro tanto. Esperamos que el aparato estuviera bien cerca de
los cables y cuando el turco gritó “YA” halé con fuerza el timón, la
avioneta subió lo suficiente para pasar los cables para luego
desplomarse en caída libre hasta el piso. El golpe fue fuerte, de
una altura a nivel de las torres, hizo tres rebotes y paró, el ala
izquierda donde iba yo se desprendió y quedó guindando, lo cual no
me permitía abrir la puerta. En mi desespero, me tiré por la ventana
sin darme cuenta que el turco ya estaba en el suelo del otro lado
porque su puerta no tuvo impedimento en abrir.
El olor a combustible era fuerte, así que corrimos para hacer
distancia por si ocurría una explosión. En la carrera me di cuenta
que estábamos sobre agua, corríamos sobre agua, agua clara del
rio, como de unos 15 cm. de alto y entonces caí en
cuenta. Claro, ahora recuerdo, esto lo soñé antes.
En mi sueño de 15 días antes, me encontraba en la puerta de mi
casa hablando con el ruso cuando de repente vemos un avión que
venía cayendo y entonces los dos corrimos hacia el sitio donde
había caído el avión para ayudar a los pasajeros pero corríamos
sobre agua, aunque por los lados de mi casa no había ningún
depósito de agua, ni rio, ni lago alguno. Definitivamente, Dios me
había enviado un mensaje que no supe interpretar.
La decisión de pasar por arriba de los cables fue lo más
acertado. En el caso de que hubiésemos podido pasar por debajo
de los cables, entonces hubiéramos tenido que aterrizar como
usualmente se aterriza en una pista y en la rodada hubiésemos
chocado con alguno de los troncos de árbol regados en el terreno.
El fuego se extinguió solo. Nos quedaba esperar por el rescate.
Según nos contaron después, se había activado el plan de
búsqueda y salvamento y aunque estábamos relativamente cerca
del aeropuerto, la búsqueda la estaban haciendo por la zona de
nuestro último contacto con la torre de control de tal manera que
nos rescataron 5 horas después del accidente. En el aeropuerto
nos esperaba un grupo de personas que nos saludaban, abrazaban
El Ejecutivo del Oro
Página 18
hasta que uno de ellos dijo: Están vivos de milagro y ahí fue donde
entre en pánico. Me vieron tan descompensado que me invitaron a
unos tragos en el bar del aeropuerto para calmarme y lo lograron
después que se acabó la botella. Antes, el turco me había dicho:
Licenciado, Ud. se portó a la altura, muy tranquilo y calmado. Eso
facilitó que saliéramos bien. Lo malo es cuando las personas que
van en el avión entran en pánico, comienzan a gritar, a manotear, a
tratar de pararse, dificultando así la labor del piloto y poniendo en
riesgo la operación.
XIII
LA AVENTURA DE VOLAR
Volar en avioneta en Guayana por esa época era una verdadera
aventura. Recuerdo una vez que partimos de El Callao con un
techo sumamente bajo. Ante mi preocupación, el turco me dijo que
no me preocupara, que si más adelante se ponía peor, nos
devolvíamos. El techo bajo es en realidad una nube muy baja.
Despegamos y al poco tiempo entramos en la nube. Es una
extraña sensación porque no se ve nada, todo blanco. No se puede
detectar si viene otra aeronave que pueda causar una colisión. Al
romper el techo arriba de la nube, el sol estaba esplendoroso, muy
brillante, todo lo contrario a la oscuridad de abajo. Así hicimos casi
todo el viaje. Cuando habíamos cubierto el tiempo reglamentario de
viaje, comenzamos a bajar, penetramos nuevamente en la nube y
seguimos bajando, sin saber a ciencia cierta por dónde íbamos.
Acuérdate del Cerro El Papelón, (llamado así por su forma cónica)
que puede estar está en nuestra vía. Espero que no se nos
atraviese, me contesta con una tranquilidad pasmosa, mientras yo
sudaba. Al fin, rompemos el techo por la parte de abajo y para
nuestra sorpresa, estábamos volando por encima de los techos de
las casas de Guasipati, el pueblo cercano a El Callao, casi
rozabamos las antenas de las casas. ¿Y ahora?, ahora vamos a
“cachicamear” (término usado en el argot de los pilotos de Guayana
que consistía en volar por encima de la carretera, teniendo a ésta
como guía). Y así lo hicimos hasta llegar a la pista de El Callao
A tres meses del accidente, comencé a sufrir de los nervios con una
cantidad de síntomas que me dificultaban toda actividad. Según el
El Ejecutivo del Oro
Página 19
médico, era una crisis nerviosa de efecto retardado originada por el
accidente y me puso en tratamiento a base de ansiolíticos que me
hacían aparecer como un zombie.
Renuncié a Minerven y se acabaron los viajes. Mi mujer se alegró
mucho porque era ella la que más sufría con cada viaje que yo
hacía. Quede desempleado pero al poco tiempo regresé a la
Creole, nacionalizada con el nombre de Lagoven. Fui muy bien
recibido, me reconocieron el tiempo de servicio anterior y pasé a
ocupar un puesto bien clasificado. Allí estaban todos mis amigos.
Habían transcurrido diez años desde mi partida….
Finalmente opté por la jubilación en septiembre de 1993 a la edad
de 58 años.
Caracas,
15 de agosto de 2013
El Ejecutivo del Oro
Página 20
Descargar