Publicado en: Bioética y educación. Investigación, problemas y propuestas, Carlos Eduardo Maldonado y Ana Isabel Gómez (Comps.), Bogotá, Universidad El Rosario, 2005, págs. 1-322, capítulo: pp. 23-39 HOW TO DO RESEARCH IN BIOETHICS? ¿QUÉ ES INVESTIGAR EN BIOÉTICA? Carlos Eduardo Maldonado Profesor Titular de Carrera Universidad del Rosario [email protected] Abstract: How can we relate research in bioethics to Research and Development (R and D)? This is a difficult question, for bioethics is supposed to be an applied ethics; hence, its novelty and contribution to the head-spare science is extremely questionable from the standard point of view. Here I claim that we must transform the very status of bioethics, particularly when we confront it with research interests. Therefore we place research in bioethics vis-à-vis three basic levels, namely basic research, applied research, and experimental research. Introducción La condición primera de la educación es la investigación. Esto es algo suficientemente reconocido aquí y en todas partes. Esto quiere decir que existe un nexo causal que afirma que la calidad de la educación se corresponde con y está condicionada –e incluso determinada- por la calidad de la investigación. Investigación que se encuentra en su base o que la rodea, como una atmósfera. La investigación consiste, de una manera esencial, en la producción de nuevo conocimiento. En cuanto tal, la investigación científica y teórica constituye uno de los elementos que definen la dínamo de la sociedad del conocimiento, a saber: la investigación y el desarrollo –I & D-. 2 Existen tres formas fundamentales de investigación: investigación básica, aplicada y experimental. La primera consiste en la producción de novedades en el mundo o a nivel mundial; la segunda, en la generación de innovación a nivel nacional o regional; por su parte, la tercera consiste en la introducción de una innovación a nivel local (Maldonado, 2004). Así la clasificación de los tipos de investigación no tiene nada que ver con criterios disciplinares, sino, por el contrario, con la radicalidad y el grado de la innovación. Notablemente, se trata de innovación del conocimiento. Tal es todo el sentido y significado de la investigación científica. Ahora bien, es fácil identificar en qué consiste la investigación en campos como la física, la biología, la filosofía o la economía, por ejemplo. En varios, incluso en muchos, dominios científicos y disciplinares es claro qué se entiende por investigación, qué es investigar y cómo investigar. Sin embargo, esta claridad no parece tan evidente cuando se habla de dominios inter y transdisciplinarios. Quiero concentrarme aquí en uno de los más destacados ámbitos de la trans e interdisciplinariedad: la bioética. ¿Qué es investigar en bioética? Tal es el tema de este texto. La investigación en bioética se adelanta, entre nosotros, más por vías y motivaciones intuitivas y por vía de ensayo y error; más por vía de repetición o imitación de lo que se hace en otros lugares del mundo; en fin, más con base en los aprendizajes realizados en otros campos del conocimiento –como la medicina, la filosofía o el derecho, por ejemplo-. Pero la bioética, en Colombia y en el mundo, está alcanzando niveles de desarrollo verdaderamente importantes. Existe ya, manifiestamente, una masa crítica de y para ala bioética. El interés por la misma procede, crecientemente, de diversas formaciones profesionales y de diversas disciplinas científicas. Precisamente por ello, es preciso adelantar unos pasos tendientes a hacer explícito en qué consiste la investigación en bioética. Para ello, me propongo trabajar varios planos. En primer lugar, intentaré una comprensión, e incluso me arriesgaré en una definición, de “bioética”. En efecto, esta me parece la condición primera para abordar adecuadamente un esfuerzo de respuesta a la pregunta formulada. En segundo lugar, presentaré un cuadro de quiénes investigan en bioética en Colombia. Este segundo plano tiene en realidad un valor meramente instrumental, puesto que, a propósito suyo, el interés en realidad consiste en destacar 3 varios estilos y modos de investigación en bioética en Colombia. Finalmente, un tercer plano estará caracterizado por un intento de respuesta a la pregunta mencionada. Es aquí donde formularé la tesis que me propongo sostener con este texto. 1-. Qué es la bioética Es preciso, de entrada, destacar cuatro malentendidos comunes y extendidos con respecto a la bioética. Se trata de deformaciones o malas comprensiones –en realidad por reduccionistas- de la bioética y encuentran agentes e intereses bien determinados. No haré mención de los agentes ni de los intereses, sino, me concentraré en un esfuerzo de aclaración de los malentendidos sobre la bioética. De acuerdo con estas interpretaciones, la bioética es: i) Una ética o una parte o un capítulo de la ética. En este sentido, la bioética sería incumbencia de los filósofos, o caso también de los sacerdotes, que trabajan filosofía moral; ii) Una ética deontológica. Notablemente, es un área que compete o interesa prioritaria o exclusivamente a los agentes de salud, esto es, a los profesionales de la salud (médicos, enfermeras, terapistas, etc.) a partir de los orígenes mismos de la bioética; iii) Una ética médica. Es la creencia que afirma que la historia de la bioética coincide con y depende por completo de sus orígenes. En este sentido, la bioética es bioética clínica y, en el mejor de los casos, bioética médica; otros intereses, campos y preocupaciones pueden tener cabida dentro de la bioética, pero siempre a partir de la biomedicina; iv) Una herramienta política y/o religiosa mediante la cual podemos recusar la investigación científica de punta y reafirmar una determinada tradición; notablemente, la del iusnaturalismo extremo. Esta es la comprensión que se condensa en un documento bien determinado y que comprende a la bioética como una nueva “evangelización”; esto es, en el objeto de una nueva Cruzada (Cfr. Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 1995). 4 Es importante atender, con seriedad y en profundidad, al carácter mismo de la bioética. En ella confluyen y brotan, al mismo tiempo, intereses y preocupaciones éticas – culturales- y científicas, médicas y filosóficas, jurídicas y políticas, por ejemplo, y no es más ética que ciencia. Exactamente en este sentido, la bioética es una disciplina de frontera constituida por y definida en términos de problemas de frontera. Hay dos maneras principales de caracterizar el objeto de trabajo en bioética. Estas son: a) El objeto de la bioética es la preocupación por la salud. Originariamente, los temas de salud tuvieron que ver con las relaciones médico-paciente, en el marco específico de la clínica. A partir del Informe Belmont, y vinculada en sus orígenes directamente al trabajo de los intensivistas, la bioética emerge como un cuerpo de reflexiones morales directamente relacionadas con la toma de decisiones en el marco de la clínica. Precisamente por esta razón el tema de los principios en bioética tuvo relevancia (beneficencia, nomaleficencia, autonomía, justicia). Sin embargo, no es posible reducir la relación médico-paciente a la clínica ni, por tanto, la propia práctica de la medicina a la clínica, pues ello conduciría al sofisma de simplificación según el cual tomamos la parte por el todo. Por esta razón, no es adecuado identificar ni reducir la bioética a la bioética clínica. Precisamente en este sentido, cabe, mejor, la expresión de “bioética médica”. Ahora bien, la preocupación por la salud merece ser comprendida al interior de un marco más amplio e incluyente. Por esta razón, la bioética médica puede entrar en los temas sensibles en torno a la justicia sanitaria. Pero, en una mirada al mismo tiempo más radical y globalizante, los temas de salud incluyen, ulteriormente a los de salud ambiental y con ella, a la propia ecología. Es esta dimensión la que ha sido denominada como “macrobioética”. Ya Lovelock llamó la atención sobre el hecho de que necesitamos una medicina planetaria, dados todos los problemas, retos y peligros referentes a la salud ambiental. Los temas relativos a Gaia surgen, entonces, necesariamente ante la mirada reflexiva. De la medicina curativa a la medicina preventiva, y de la salud del paciente a la de su entorno y ulteriormente a la sociedad y al medio ambiente, existe un mismo lazo conductor. Pero, en esta misma dirección, asistimos a una ampliación del 5 concepto de salud –en rigor salud-enfermedad-, mediante la cual la saludenfermedad deja de ser un tema eminentemente médico o clínico, para convertirse en un problema de frontera. b) Ahora bien, la preocupación por la salud no es sino un caso particular de una preocupación más amplia: la preocupación por la vida. En efecto, la salud de los pacientes, y en general de los seres humanos, no es ajena ni diferente a la del medio ambiente. Exactamente en esta dirección no solamente se reformulan los nuevos conceptos y relaciones entre salud-enfermedad, sino, más adecuadamente, cabe entender que el sentido de la bioética consiste en hacer posible la vida, y cada vez más posible. La preocupación por la vida implica de entrada también y de manera necesaria una reflexión en torno a las condiciones y el medio ambiente y la biota. Pero el concepto de medio ambiente es esencialmente indeterminado. Pues bien, un rasgo específico del mundo contemporáneo es el papel creciente de la tecnología y, en general de la tecnociencia, en la determinación misma de las relaciones y de las condiciones de la vida y del medio ambiente. Así, la preocupación por la vida exige un estudio acerca de la especificidad de los sistemas vivos, el continuum vago entre vida y no vida, entre vida natural y vida artificial, en fin, entre el pasado y el presente de la vida y la dimensión verdaderamente radical y significativa del futuro o futuros de la vida. Sin desatender la historia de la ética, la bioética encuentra en el estudio de los sistemas vivos un vector hacia el futuro de inmenso significado y sensibilidad. En verdad, es imposible adelantar un trabajo serio en bioética sin tener una idea básica – por decir lo menos- acerca de los sistemas vivos, la vida, y el continuum vago vida no-vida. Desde este punto de vista, la bioética encuentra un lugar propio dentro de las ciencias de la vida y, más exactamente, de cara a los desarrollos de la ciencia de punta en el mundo, al interior también de las ciencias de la complejidad. En efecto, el fenómeno de máxima complejidad conocida son los sistemas vivos – la vida. Es claro que existe una fuerte implicación entre ambas maneras de designar el objeto de trabajo de la bioética. De un lado, la salud es un caso particular de la vida o, lo que es equivalente, no cabe reducir la vida a la salud, puesto que la enfermedad se manifiesta como un factor que es también constitutivo de la vida y que contribuye a su afirmación 6 y posibilidad. Y de otra parte, el estudio de los sistemas vivos no se reduce exclusivamente a los seres humanos, sino, incluye las reflexiones sobre los seres humanos en un marco inmensamente más amplio y rico, que es el de la biota en general: la biosfera, los ecosistemas, Gaia. De esta suerte, la preocupación antropocéntrica que marca a la bioética en sus orígenes queda inscrita en un marco bastante más extenso y profundo, que es el los sistemas vivos en general. La preocupación por lo humano no se erosiona ni se aminora en absoluto, sino, más adecuadamente, entra a formar parte por la preocupación por la vida en general sobre el planeta; esto es, la vida conocida, tanto como la vida tal y como podría ser. Pero si ello es así, es fundamental entonces redefirnir las relaciones entre la ética y la bioética. En efecto, la ética es la preocupación por excelencia por lo humano. En otras palabras, la ética es eminentemente antropocéntrica, y existe una natural y afable relación entre la antropología y la ética. La bioética, por su parte, es una reflexión sobre las consecuencias que la ciencia y la tecnología tienen sobre la vida humana, tanto como sobre la vida en general del planeta. Por lo tanto, la ética forma parte de la bioética, y ésta incluye a aquella, de la misma manera que los seres humanos son una parte – importante- de la vida en general sobre la Tierra. Ahora bien, es preciso establecer con claridad el carácter del campo de trabajo de la bioética: la vida es un concepto-problema de frontera, con lo cual, consiguientemente, la bioética puede ser comprendida como una disciplina de frontera. Ello explica no sólo el carácter inter y transdisciplinario de la bioética, sino, además y fundamentalmente, el carácter integrador u holista de la bioética. En otras palabras, la vida –el estudio de la vida, de los sistemas vivos- no es, en absoluto, un patrimonio exclusivo de la biología, o de la medicina, como podría pensarse a primera vista. Por el contrario, se trata de un problema que implica por igual y que convoca también a disciplinas científicas tan distintas entre sí como la ecología, la filosofía, la economía, el derecho, y muchas más. Una observación importante se impone. Dado el carácter orgánico y abierto de la salud y, a fortiori, de la vida, no existe un objeto de trabajo de la bioética en el sentido positivista de la palabra; esto es, un objeto externo al sujeto, independiente de él, y que exige un método determinado de aproximación y un lenguaje propio. Por el contrario, lo característico del objeto de la bioética es que éste se va construyendo. La construcción 7 de la salud o de la vida corresponden a la historia misma de los sistemas vivos. La salud, como la vida, son realidades dinámicas, inestables, caracterizadas por fluctuaciones, inestabilidades, equilibrios dinámicos y no linealidad. Así, por ejemplo, lo que para un paciente puede ser beneficioso puede resultar perjudicial para otro; lo que una situación puede sugerir como recomendable, exige de prudencia en otra. La investigación en bioética, como por lo demás en las otras áreas del conocimiento teórico, se potencia a partir de las investigaciones y desarrollos de los clásicos. Podemos comprender a los clásicos de la bioética en el mundo a la obra y pensamiento de autores y textos como: El informe Belmont, V. R. Potter, T. Engelhardt, G. Hottois, T. Beauchamp and J. Childress, D. Gracia. Otros autores merecen igualmente destacarse, pero su importancia sería algo más particular y menos general1. La comprensión de la bioética entre estos autores varía, pero es posible establecer los siguientes rasgos: • Gracia, Beauchamp y Childress comprenden a la bioética directamente vinculada a la práctica de la medicina y a la clínica. Esta es la corriente más ortodoxa de la bioética. • Potter, y Engelhardt se encuentran en una línea intermedia por cuanto, si bien reconocen que la medicina es un campo prioritario de trabajo en bioética, la bioética no se reduce a aquella sino, por el contrario, establece puentes hacia otras disciplinas, notablemente con la ecología. La postura de Engelhardt es especialmente ilustrativa: la bioética es una herramienta que, dada la medicalización de la sociedad, debe servir como lingua franca en el abordaje de los temas relativos a la salud personal, social y del medio ambiente. • La posición de Hottois es la más radical y global por cuanto define a la bioética como una ética de la tecnociencia con una reflexión sobre la cultura tecnocientífica y referida al universo simbólico de la misma2. 1 Merece una observación adicional la distinción entre tres clases de bioética en el mundo: la anglosajona, la continental, y la latinoamericana. Algunos esbozos de sus caracterizaciones se encuentran en Cruceiro (2000) y Glass (2000). 2 Hay una explicación para el orden de de exposición mencionado: Aunque con algunos intereses más amplios en algunos de ellos, los seis primeros autores son médicos; por su parte, Hottois es filósofo. 8 De lo anterior cabe derivar dos rasgos precisos definitorios de la bioética y, consiguientemente, de la investigación en bioética: en primer término, la bioética no es un asunto de filósofos ni tampoco de médicos exclusiva o particularmente. Por el contrario, se trata de un campo de confluencia de intereses, lenguajes, métodos, experiencias, provenientes de diferentes fuentes pero centradas en torno al problema de frontera propio de la bioética. En segundo lugar, la bioética da lugar, al mismo tiempo, a un nuevo lenguaje, a la búsqueda de nuevos métodos y aproximaciones, en fin, a la búsqueda y construcción de herramientas lingüísticas, conceptuales, metodológicas y otras tendientes a comprender, explicar y actuar sobre las áreas y problemas constitutivos de la bioética. En sentido positivo, la bioética constituye un punto de encuentro de dos tradiciones clásicamente contrapuestas y diferentes: la tradición de la ética y, en sentido amplio, de la cultura, y la tradición de la ciencia. Otro modo de decir esto mismo es como la contraposición entre las humanidades y la ciencia. La primera puede ser llamada como la primera cultura –la de las humanidades-, en el sentido anotado por C. P. Snow, y la segunda como la tradición de la investigación científica. Pero, en cuanto n la bioética se produce un encuentro entre estas dos tradiciones, puede decirse que la bioética forma parte de la tercera cultura, para emplear una expresión de Brockman (1996): aquella que es integradora o síntesis de las dos anteriores pero que, a su vez, genera un nuevo espíritu cultural y científico. Algunos de los representantes de lo que es esta tercera cultura son nombres como: S. J. Gould, B. Goodwin, N. Eldredge, L. Margulis, D. Dennett, F. Varela, R. Penrose, M. Gell-Mann, S. Kauffman, Ch. Langton. En este sentido, la bioética no se encuentra sola como integrante de lo que podríamos llamar la tercera cultura y, por el contrario, se sitúa en la misma longitud de onda, por así decirlo, que las ciencias de la complejidad, las ciencias cognitivas, en fin, los nuevos desarrollos científicos de punta en el mundo. Entre los clásicos de la bioética, nadie mejor que G. Hottois ha sido consciente y ha puesto énfasis en la comprensión de la bioética en la dirección anotada. Más exactamente, de acuerdo con Hottois, la bioética posee una dimensión simbólica y debe ocuparse seriamente de la dimensión simbólica de la existencia, de la sociedad y de los desarrollos tecnocientíficos. Este componente simbólico no es, en realidad, otra cosa que una parte, cuyo complemento es el análisis, estudio y crítica de los contenidos, 9 implicaciones, límites y posibilidades de la tecnociencia. Esta es una especificidad sobre la cual no se ha hecho suficientemente énfasis en la investigación en bioética, a saber: el universo simbólico de la enfermedad, la salud, la tecnociencia, en fin, los desarrollos de la biomedicina y la biotecnología sobre la existencia de los seres humanos y de la vida en general sobre el planeta. Puede discutirse acerca de la lista detallada de los clásicos de la bioética. A esa lista puede agregarse otra de nombres que no directamente trabajan bioética, que incluso hacen difícil o escasamente mención de ella y cuyos dos primeros nombres sería los de P. Singer y H. Jonas. Como quiera que sea, es claro que las líneas de trabajo que fortalecen y constituyen a la bioética, al mismo tiempo, proceden de áreas tan diversas como las ciencias de la salud en general, la filosofía, y la ética en particular, pero, recientemente, también la ciencia o la filosofía política, el derecho, la ecología, la educación, la nueva biología, y otras. Retomando una idea de E. P. Odum (1997) en un contexto diferente, cabe decir que la bioética se erige como puente entre las ciencias de la salud y las ciencias sociales y humanas; pero con ellas, entonces también y necesariamente, entre las ciencias que se encuentran en la base de las ciencias de la salud –ciencias exactas, básicas y naturales-, y las ciencias sociales y humanas3. 2-. Quiénes investigan en bioética, en Colombia La investigación en bioética pudiera asimilarse, a primera vista, a la existencia de programas de postgrado –en primer lugar-, y acaso de pregrado, dedicados a u ocupados con la bioética. Así, hasta la fecha, se trataría, notablemente, de la existencia de doctorados en bioética4, maestrías5, especializaciones6, diplomados7, tanto como del 3 Con esta observación quiero dejar de lado el problema del estatuto epistemológico o científico de las ciencias de la salud, aunque no desconozco la importancia del tema. Sólo que aquí, para los fines que nos hemos propuesto, el problema del estatuto científico o epistemológico de las ciencias de la salud no nos parece tan relevante. 4 Hasta el momento no existe ninguno en el país, aunque se está trabajando en esa dirección. 5 Actualmente existe tan sólo una en el país: la de la Universidad El Bosque, ya con cinco años de existencia, y con un sólido reconocimiento nacional e internacional. 6 Existen varias especializaciones en bioética en Colombia, con calidades, fortalezas e intereses disímiles entre sí. No es éste el lugar de caracterizar, y menos de evaluar estas Especializaciones. 10 trabajo en bioética a nivel de pregrado8. El tema fundamental que salta, inmediatamente ante la mirada reflexiva, es el de la cienciometría en bioética, o cienciometría de la bioética, algo que es prácticamente inexistente hasta la fecha en la investigación en bioética. Dicho en términos elementales, la cienciometría consiste en el trabajo de medición del estado de la ciencia, los modos de su producción y los indicadores de producción y de calidad. Mejor, la cienciometría consiste en la medición de la producción y la utilización del conocimiento. Aquí, se trata de la medición de la bioética. Esta medición se concentra, principalmente, en indicadores de cienciometría (Maldonado, 2004). De acuerdo con los manuales constitutivos de la familia Frascati, los principales indicadores son: de desarrollo humano, de impacto social, de innovación, bibliométricos, de insumos, de cooperación internacional, de complejidad. De manera análoga, y acaso más empírica y desprevenida, el estudio del estado del desarrollo de la investigación puede medirse por el número, la periodicidad y la calidad de eventos científicos y académicos organizados: seminarios, coloquios, congresos, foros, y otros semejantes. Todos estos elementos pueden ir reuniéndose en la condensación de la historia de la bioética. Existe un primer esbozo de lo que es la historia de la bioética en Colombia9, pero, dado el hecho de que la bioética es una disciplina joven y en proceso de crecimiento y desarrollo, puede decirse, sin dificultad, que la historia de la bioética es más el registro de los pioneros –personas e instituciones- y el curso actual de la investigación y el trabajo, antes que un relato concluido o conclusivo. 7 Aunque los diplomados son educación no formal, su mención aquí hace referencia a que a primera vista, dejan entrever la existencia de una cierta masa crítica y un trabajo relativamente estable en torno a los temas y problemas de la bioética. 8 Es sabido que en diversas carreras de pregrado en el país, existen materias e incluso líneas y énfasis en bioética. Es de lamentar que la mayoría de estos casos se sitúan al interior de la formación de profesionales de la salud (médicos, enfermeras, terapeutas, odontólogos), puesto que ello lleva a la creencia, errónea, según la cual la bioética es un asunto de incumbencia principal o prioritariamente para los profesionales de la salud. Otra carrera de pregrado en la que en algunas Universidades existe una sensibilidad hacia los temas de bioética es, por razones distintas, el derecho. En cualquier caso, hasta la fecha, la mayoría de las carreras de pregrado son sordas o ciegas ante la importancia y la relevancia de la bioética. 9 Elaborado por el Programa de Bioética de la Universidad El Bosque. En este volumen se presenta, ampliado y actualizado, un texto sobre la historia de la bioética en el país. 11 No existe, en Colombia, una línea muy clara que permita delimitar quiénes hacen trabajo de investigación en bioética y cómo. Sin embargo, el mejor registro sería utilizando bases de datos y registros de Colciencias o del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. Pues bien, siguiendo los registros de Colciencias, hasta la fecha existe tan sólo un grupo de investigación en bioética reconocido por Colciencias. Se trata del grupo “bioética y ciencias de la vida”, de la Universidad El Bosque, con una producción constante de reconocida calidad10. Sería injusto, sin embargo, no tener en cuenta los modos en que se van llevando a cabo diversos productos que o bien responden de manera directa a investigación, o se presume que, debajo suyo, debe haber alguna investigación. En bioética, las dos clases de productos de la investigación principales son las revistas y los libros. Existen en el país varias revistas que normalmente deben servir como expresión de un estado de la investigación. Dos rasgos generales sirven para caracterizar las publicaciones periódicas existentes en Colombia. En primer lugar, no han alcanzado el rango de revistas de calidad nacional e internacional. En segundo término, la mayoría de estas publicaciones entienden a la bioética como centrada en torno a, u ocupada esencialmente con, temas de la clínica. Otras revistas son simplemente compilaciones y divulgación de textos ya publicados en otras regiones. Así, no existe una clara distinción entre la bioética clínica y la bioética médica entre estas revistas y, consiguientemente, entre quienes publican en ellas. La producción de libros tiene dos expresiones principales. De un lado, la mayoría de los libros publicados son esporádicos, pero, de otra parte, se destaca la colección “Bios y Ethos”, además de otras dos, de la Universidad El Bosque, y que dan muestra de un trabajo regular y periódico. La casi totalidad de los libros sobre bioética en el país es el resultado de la participación de distintos autores; asimismo, es preciso observar que la mayoría de los libros corresponden a memorias de eventos: seminarios, congresos, etc. 10 Una observación genérica. La historia de los grupos de investigación en el país tiene la característica de que, en muchas ocasiones, son reconocidos por Colciencias con un trabajo registrado y que comprende una historia relativamente larga. No siempre existe un isomorfismo entre el reconocimiento de un grupo y el estado actual o la historia del mismo, ya que, en muchas ocasiones, se registra y se reconoce un trabajo elaborado por personas que, por diversas razones, ya no forman parte del grupo pero que contribuyeron significativamente a la producción intelectual, y al trabajo administrativo y logístico de los grupos. Esto es algo suficientemente conocido por quienes trabajan cienciometría. Sin embargo, es muy difícil separar la historia de un grupo, con algunos avatares de diversa índole, y el estado actual de los grupos. 12 La participación entre diversas organizaciones o instituciones en la publicación de experiencias educativas o investigativas apenas cuenta, hasta el momento con dos productos, incluyendo justamente este libro. La publicación de textos por parte de autores colombianos en el exterior es altamente baja, y se trata casi siempre de ponencias presentadas en eventos en el exterior. Son muy pocos los autores que cuentan con libros individuales sobre bioética o sobre algunos de sus campos en el país. En el trabajo en bioética es indispensable –conditio sine qua non- saber mucho de ética y conocer mucho acerca de los desarrollos de punta en la investigación en ciencia; por ejemplo, acerca de genética, de biotecnología, de trasplantes, y otros temas semejantes, pero también de biología, ecología, derecho, política y economía, filosofía, demografía y geografía política y humana, incluso de paleontología, biología.evolutiva, caos y ciencias de la complejidad, por ejemplo. Dicho en un lenguaje más amplio y laxo, es indispensable un sólido y rico conocimiento sobre el desarrollo y las dinámicas de la cultura, tanto como acerca del estado de la ciencia en el mundo. Precisamente por ello, es propio de la bioética convocar, por así decirlo, y articular, profesionales, teóricos e investigadores provenientes de frentes diversos. Los profesionales son aquí aquellos que, dada su formación universitaria y su práctica cotidiana, se ocupan lateral, aunque constantemente, con la bioética. Los teóricos y los investigadores son aquellos que hacen del problema de la producción de conocimiento la principal razón de su vida cotidiana o de su ejercicio racional. La comunidad de investigadores en bioética en el país es aún marcadamente profesionalizante, compuesta en su mayoría por profesionales de la salud, y en un número menor, por otras disciplinas científicas. Por su parte, quienes llevan a cabo una auténtica producción de conocimiento en bioética –esto es, los investigadores y teóricos en el sentido primero y más fuerte de la palabra-, son muy pocos. Sin embargo, es notable un diálogo fluido entre unos y otros, y el interés auténtico de ambas partes por conformar una comunidad académica y una comunidad científica de bioeticistas. 3-. Qué es y cómo se hace la investigación en bioética: una propuesta El sentido de la investigación consiste en la producción de conocimiento novedoso. Más exacta y radicalmente, el sentido mismo de la investigación no es otro que el corrimiento de las fronteras del conocimiento, de suerte que sea posible hablar, efectiva 13 y razonablemente, de progreso o avance en el conocimiento. El tema del progreso del conocimiento concierne de manera directa y necesaria a la filosofía de la ciencia, y desde aquí se aportan criterios y parámetros suficientes que permitan hablar de progreso o no del conocimiento también en otras áreas11. Por su parte, el trabajo de educación en bioética consiste en una apropiación de fuentes, tradiciones, temas y problemas, que permitan posteriormente desarrollar una investigación verdadera. Sin embargo, prácticamente toda la carga del trabajo en bioética no ha estado dirigida hacia la producción de investigadores –algo que es extremadamente difícil12-, sino hacia la socialización de la bioética, esto es, su incorporación primero en la academia, y luego también y principalmente en la práctica profesional de diversos agentes interesados (generalmente agentes de la salud). En otras palabras, la importancia de la educación es la de normalizar la bioética, en el sentido que dio a este término el filósofo argentino F. Romero. Así, la normalización es aquella tarea, fundamental, consistente en la socialización del conocimiento y en el cuidado de la tradición científica y cultural. Pero no es lo suyo correr las fronteras del conocimiento, pues esta es la especificidad de la investigación. La investigación científica se articula en tres niveles: a) La investigación básica, que se define por la generación de novedad a nivel mundial. Esta innovación puede ser de conceptos, métodos, productos o procesos; b) La investigación experimental, que se caracteriza por el desarrollo de innovación, no ya a nivel mundial, sino regional o nacional. Así, una innovación desarrollada o introducida en algún lugar en el mundo, es introducida en una región o en un país; c) La investigación aplicada, que es aquella consistente en la introducción de una novedad a nivel local. 11 En verdad, tal es, de manera precisa, la historia de las reflexiones que se inician por parte de Kuhn, y que interpelan a filósofos de la ciencia como Popper, Lakatos, Laudan y, más recientemente, a Kitcher, entre otros. 12 La razón para esta dificultad estriba en el hecho de que no existe hasta el momento ningún doctorado en bioética y que la función de los doctorados es precisamente la de formar investigadores. 14 La innovación puede ser de productos y de procesos, pero, en una acepción más amplia, hace referencia a la introducción de lenguajes, métodos, trabajo con fuentes históricas, etc. Más exactamente, es importante reconocer que la clasificación anterior, posible gracias a la cienciometría, no implica en manera alguna una identificación, por ejemplo entre “investigación básica” y “ciencias básicas”, sino a la escala en la que se produce innovación en el conocimiento. El proceso consensuado de la dinámica de la investigación científica le otorga, de manera necesaria, un peso fuerte a la conformación de comunidades académicas y científicas y al trabajo al interior de estas comunidades. Ello implica, de manera evidente, toda la dinámica conocida consistente en publicación en revistas indexadas avaladas por pares, las relaciones con otros grupos a nivel nacional e internacional, la producción y publicación de libros avalados por pares, y demás. Pues bien, una contribución de la bioética consiste en haber creado una comunidad de personas interesadas de manera seria con la bioética –llamadas, de manera forzosa “bioeticistas”-, y a la creación de espacios y organizaciones definidas frontalmente por la bioética. Esta comunidad se encuentra en auge y en un crecimiento rápido continuado. A partir de lo anterior surge un problema eminentemente teórico, pero cuyas consecuencias son, además de teóricas, prácticas: notablemente políticas y administrativas. Se trata de la definición acerca del carácter mismo de la bioética. El dilema se enuncia de manera precisa en los siguientes términos: ¿la bioética es y debe ser aplicada, o bien es teórica y reflexiva? La respuesta que se otorgue a esta pregunta determinará el tipo de investigación que se lleva a cabo y, a fortiori, la enseñanza de la bioética misma y su aproximación al conjunto de la sociedad; esto es, a aquellos que no saben, no entienden y que incluso no se interesan (aún) por la bioética: es decir, por sus temas y problemas. Pues bien, la bioética no es aplicada ni exige, de entrada ni de salida, un interés eminentemente práctico y aplicado. Pero, asimismo, la bioética tampoco es eminentemente teórica y reflexiva. Antes bien, en ella confluyen y brotan, al mismo tiempo, intereses pragmáticos tanto como filosóficos, ambos términos tomados en sentido amplio. Tal es, exactamente, la especificidad del trabajo y de la investigación en 15 bioética. Mejor, la bioética contiene y proyecta ambos intereses y preocupaciones simultáneamente y de manera paralela. Esta es, en verdad, una especificidad que responde a los nuevos giros, acentos y velocidades de la cultura científica y del mundo actualmente. En este sentido, es fundamental, por tanto, advertir que no existe ni es posible una canónica de la investigación en bioética. Parcialmente, y en un acento claro y fuerte, a ello se refiere T. Engelhardt, a propósito de evitar convertir a la bioética en una moral canónica; esto es, en un cuerpo cerrado, regido por tanto por principios y mandamientos preconcebidos y no siempre criticados, acerca del que constituye uno de los principales problemas del mundo contemporáneo, a saber: la medicalización de la sociedad, del cuerpo humano, en fin, de la vida en general. Contra la conversión –reducción, en realidad, de la bioética, a una moral canónica-, Engelhardt propone a la bioética con una función más modesta pero de más largo alcance y significación: la bioética no es, otra cosa, que una lingua franca que permite traducir lenguajes técnicos, y por consiguiente cerrados, a lenguajes abiertos y naturales. En fin, la bioética, en este sentido, es una radical recuperación y exaltación del mundo de la vida, del cual brota la biomedicina y las prácticas médicas, clínicas y tecnocientíficas que amenazan con hacer de los sistemas vivos estrategias. Cabe mencionar, de pasada, que el sentido de la distinción –que no la oposición-, entre ética y bioética se destaca mayormente de cara a la investigación. En efecto, la investigación en ética en el país es predominantemente experimental y aplicada, en los sentidos señalados anteriormente. Precisamente por ello, la mayor parte de los trabajos sobre ética son exegéticos y hermenéuticos y tienen como vector la aplicación o referencia de conceptos, problemas y temas a Colombia13. Por su parte, la investigación en bioética no necesita limitarse a su dimensión aplicada o experimental y puede, por el contrario, aportar elementos novedosos desde el país hacia el mundo. Este es un reconocimiento sobre el cual parece haber un consenso sólido entre la comunidad de 13 En este sentido, en una declaración conocida, J. Habermas, uno de los sociólogos y filósofos prácticos más importantes de nuestro tiempo sostenía en una conferencia en la UNAM de México –repetida luego en otras ocasiones-, que su pretensión no es la de referirse a América Latina y que su pensamiento no puede ayudar para nada a los problemas propios de América Latina. Esta es una observación tardía que los exegetas y hermeneutas del pensamiento de Habermas parecen no haber entendido suficientemente en nuestro medio. 16 profesores, teóricos e investigadores de la bioética en Colombia, y acerca de lo cual existe también una importante sensibilidad por parte de grupos de bioética en el exterior. Es importante aprender a tomar distancia de las palabras. La bioética no es una conjunción entre bios y ethos sin más. Esta comprensión es peligrosa por lo ingenua. Es indispensable, permanentemente y de manera radical, explorar y explicitar qué se entiende tanto por el bios como por el ethos. El sentido de esta advertencia estriba en comprender que el espacio de pertenencia de la bioética no es el de la ética, y por tanto, su reducción a un cuerpo normativo, independientemente de la justificación que tenga o pueda tener dicha normatividad. El ethos en la expresión “bioética” hace referencia, etimológicamente, al oikos en el cual se forma un carácter –daimon-, y es posible la vida en sociedad. Precisamente por ello, la ética de la bioética apunta a la salud para situarse, finalmente, en el problema mismo de la vida. En otras palabra, la bioética consiste en una interrogación a la ciencia, a fin de establecer los alcances, las posibilidades, los límites y los significados de sus afirmaciones, experimentos y desarrollos. Pero, otra manera igualmente afortunada y necesaria de hacer evidente la especificidad de la bioética, es que ella es una reflexión de la ciencia sobre sí misma, con criterios, preocupaciones e intereses éticos: es decir, culturales, sociales. Así, el tema grueso de la bioética es la de las relaciones entre ciencia y sociedad. En cuanto tal, la bioética no se encuentra sola en su interés sobre la perspectiva ciencia-tecnologíasociedad (Maldonado, 2004c). Para terminar, quisiera hacer dos observaciones finales. La primera tiene que ver con el hecho de que la investigación en bioética tiene, al igual que en cualquier otra área científica o teórica, las exigencias de calidad acostumbradas; esto es, claridad argumentativa, respeto a las fuentes (= no robo de ideas), evidencia y fuerza empírica, consistencia lógica y sentido de trabajo en equipo (= sentido comunidad académica y científica) y originalidad. Asimismo, ello supone una inteligente combinación entre dos aspectos: de una parte, el conocimiento sólido de los clásicos de la bioética y, de otra parte, la capacidad para trabajar y apropiarse de la investigación de punta en bioética y en las áreas afines en el mundo y en Colombia. Estas exigencias y calidades no son distintas a las de la investigación en cualquier otra área de la ciencia o de la filosofía en 17 general. Por esta razón no se ha hecho ningún mención especial de estos rasgos en este texto (Maldonado, 2000). La segunda observación hace referencia al reconocimiento de que la bioética es una herramienta, cuya finalidad consiste en cuidar y hacer posible la vida, y cada vez más posible. Es importante evitar el bioeticismo, que es la tendencia a creer que la bioética lo puede todo, y que allí en donde encontramos preocupaciones teóricas o prácticas por la vida, allí se encuentra la bioética. En otras palabras, es imperativo reconocer que la bioética es un medio, y aquello que es verdaderamente fin en sí mismo es la vida: la vida humana, y con ella, también la vida en general sobre el planeta, la vida conocida tanto como la vida por conocer. Este reconocimiento es importante pues le aporta un aire saludable al interés por enseñanza y la investigación en bioética. Bibliografía Brockman, J., (1996). The Third Culture. New York: Touchstone Cruceiro, Vidal, A., (2000). “Bioética, ecología y solidaridad en América Latina”, en: Autores varios, Bioética y medio ambiente. 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