HUMEDICAS 46 (Luis Martin

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HUMEDICAS 46 (Luis Martin
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Humanidades médicas
José Lázaro*
Historia de la medicina
Luis Martín-Santos,
paradigma de las
humanidades médicas
E
ntre las efemérides que han tenido lugar en el año 2004 hay
una que es muy significativa para el ámbito de las humanidades médicas: la del psiquiatra y novelista Luis Martín-Santos
(1924-1964). Este último año han coincidido el 80 aniversario de
su nacimiento y el 40 de su fallecimiento.
La celebridad de su novela
Tiempo de silencio (1961) ha dejado en un segundo plano el hecho de que Martín-Santos fuera
también un destacado psiquiatra
y ensayista. Este aspecto tiene
un gran interés en sí mismo y,
además, es imprescindible para
comprender su personalidad intelectual y la significación del
conjunto de su obra. Y hay todavía un tercer rostro de MartínSantos que marcó su breve existencia tanto como los 2 anteriores: la actividad política en la
lucha clandestina contra la dictadura franquista. Su fallecimiento
en accidente de automóvil a los 39 años de edad truncó tempranamente unas trayectorias psiquiátrica, política y literaria en las que
estaban depositadas las mayores expectativas. Es el conjunto de
sus distintas facetas lo que da idea de la complejidad de esta figura
paradigmática de las humanidades médicas españolas.
Quizá el rasgo que mejor le caracteriza sea su capacidad para la
irrupción deslumbrante. Una de las introducciones que se incluyen en el reciente libro El análisis existencial fue escrita por Carlos Castilla del Pino en 1964, precisamente en las semanas que siguieron a la muerte accidental de Martín-Santos. En ella escribe
Castilla que “Luis Martín-Santos era de una inteligencia superior,
excepcional, y a ella se unía un impulso creador de carácter, permítanme la expresión, biológico. ‘Se producía’ irrumpiendo, como cualquiera otra fuerza natural.”1 Sería difícil expresarlo mejor.
Martín-Santos apareció —y desapareció— como un relámpago
deslumbrante en la psiquiatría, en la política y en la literatura.
Martín-Santos como psiquiatra
Su acercamiento a la psiquiatría empezó en 1948. Desde que
apareció en las reuniones profesionales, llamó la atención por sus
intervenciones, que algunos de sus compañeros de entonces recuerdan como brillantes, pero pretenciosas y temerarias2. Dos
años más tarde, en 1950, ya estaba publicando artículos muy notables en revistas psiquiátricas. Su carrera profesional duró sólo
*Profesor de Historia y Teoría de la Medicina. Departamento de Psiquiatría.
Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid. España.
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Luis Martín-Santos.
15 años, un período brevísimo para desarrollar una obra científica. Pero en esos 3 lustros le dio tiempo a publicar 2 libros que siguen siendo dignos de ser leídos (Dilthey, Jaspers y la comprensión del enfermo mental, en 1955, y Libertad, temporalidad y
transferencia en el psicoanálisis existencial, en 1964), y casi una
treintena de artículos, ponencias, conferencias, etc. Una parte de
estos últimos (los que tienen más interés general), así como el segundo libro mencionado, es lo que aparece reunido en el volumen que el autor de estas líneas ha preparado con ocasión del
reciente aniversario: El análisis existencial. Ensayos3.
En él se recogen los escritos
donde resumió críticamente el
pensamiento de autores que fueron
determinantes para su propia
orientación teórica: Sartre, Heidegger, Jaspers o Freud. También se
incluyen textos en los que aplica las
teorías psicoanalíticas a la interpretación de fenómenos psicológicos
normales, como un análisis típicamente existencialista del amor y el
erotismo. En la última parte del volumen se publican escritos sobre su
concepción general de las enfermedades mentales y las características epistemológicas de la ciencia
que se ocupa de ellas, así como una olvidada entrevista periodística en la que intenta resumir sus ideas psiquiátricas para el público general. Se concluye con la monografía dedicada a la elaboración personal de una psicoterapia de las neurosis mediante una
especie de trasplante intelectual que intenta conservar la técnica
psicoanalítica ortodoxa, despojándola de toda la base teórica que
le dio Freud y sustituyéndola por el sistema conceptual que Sartre desarrolló en El ser y la nada. El conjunto de estos escritos
(recuperados de las publicaciones, diversas y dispersas, en las
que habían aparecido originalmente) puede leerse como una especie de autobiografía intelectual de Martín-Santos, que va siguiendo la elaboración de sus ideas sobre la filosofía, la psicoloJANO 7-13 ENERO 2005. VOL. LXVIII N.º 1.546
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gía y la psicoterapia. Los escritos psiquiátricos más técnicos de su
autor, de carácter mucho más especializado que los que ahora se
publican, no aparecen en el libro.
Martín-Santos como político
Su irrupción en la política no fue menos sorprendente. Martín-Santos ingresó en el PSOE en 1957. La primera vez que lo encarcelaron, incluso algunos de sus amigos íntimos desconocían su actividad
clandestina. Muchos de sus conocidos de derechas lo pusieron desde entonces en la lista negra. En cambio, otras personas que antes
lo habían mirado con recelo —por ser hijo de un general franquista— empezaron a mostrarle su estima. En el País Vasco, el PSOE
contaba entonces con 3 líderes destacados (y poco más): Antonio
Amat en Vitoria, Ramón Rubial en Bilbao y Martín-Santos en San
Sebastián. Ellos empezaron la pugna contra la vieja guardia que, en
torno a Rodolfo Llopis, dirigía el partido desde Toulouse y a la que
consideraban desconectada de la realidad interior española4. Como
es sabido, esa pugna fue la que acabaron ganando, años después,
Felipe González y sus colaboradores en el Congreso de Suresnes.
Se ha especulado con la hipótesis de que Martín-Santos hubiera
podido ser el líder natural de PSOE durante la Transición de no haber muerto tan prematuramente5. ¿Podría haberlo sido? Hay todo
tipo de opiniones. Pero, en cualquier caso, estas especulaciones no
son hoy más que divertimentos de política-ficción.
Martín-Santos como literato
Hay bastantes razones (y testimonios) para pensar que la literatura fue la pasión predominante de Martín-Santos en la última
etapa de su vida. Y es lógico, porque ya hacía varios años que se
había apartado de la política activa y el período de su militancia,
incluidos los encarcelamientos, le había cerrado las puertas más
atractivas de la carrera profesional. Su padre no dejaba de reprochárselo: “Te has metido en política y te has cargado la cátedra”.
Cuando apareció Tiempo de silencio él era prácticamente un
desconocido en el mundo literario. Pronto dejó de serlo. Y en los
40 años que han pasado desde entonces no ha dejado de aumentar la fama de esa novela.
Las opiniones actuales sobre ésta oscilan entre 2 polos opuestos: unos la consideran un libro decisivo para la entrada de la literatura española en el siglo XX (algo así como el Ulises nacional) y
otros piensan que no es más que una zarzuela con pretensiones.
Pero es posible que esas 2 opiniones extremas (entre las que se
encuentran todas las intermedias) sean, en el fondo, 2 perspectivas complementarias. Si se atiende a su contenido, puede considerarse un simple retrato costumbrista del ambiente madrileño a
mediados del siglo XX, con sus chabolas, sus pensiones, sus salones burgueses, sus prostíbulos, sus conferencias y sus verbenas.
Pero si se atiende, por el contrario, a la riqueza del lenguaje y a
la técnica narrativa (con la mezcla continua de descripciones,
monólogos, reflexiones ensayísticas, relatos impersonales, diálogos, etc.), entonces aparece su dimensión experimental y renovadora
de la literatura que hasta los años sesenta se hacía en España, así como
el carácter precursor de la que se
iba a hacer en los años siguientes.
El reciente aniversario se ha conmemorado también con la publicación de Condenada belleza del mundo, el relato breve más importante
de Martín-Santos y uno de los últimos escritos de su vida. Está ambientado en un pequeño pueblo andaluz durante el rodaje de una pelí48
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cula dirigida por Antxon Eceiza, íntimo amigo de Martín-Santos,
que le acompañó durante el rodaje. La película cuenta la historia
de amor entre un chico del pueblo, pobre y seminarista, que trabaja durante el verano como barquero, y una turista francesa
“rubia, alegre, estudiante y emancipada”. Martín-Santos recrea
el ambiente del rodaje a la vez que reflexiona sobre el argumento de la película y critica lo que él llama ese “encuentro no modificante”, y por ello inútil desde la perspectiva existencialista, desacralizadora y revulsiva que adopta el narrador6.
Martín-Santos y la cultura vasca
Cualquier cultura se alimenta de 2 movimientos de direcciones
aparentemente opuestas: uno centrípeto (que busca sus propias raíces, sus señas de identidad peculiares) y otro centrífugo (que se
abre a las aportaciones de las demás culturas e intenta asimilarlas).
Parece obvio que los resultados serán mejores cuanto menos se
opongan y más se complementen estos 2 movimientos. En el País
Vasco hay personalidades culturales que parecen abarcarlos a la vez
(Julio Caro Baroja, Eduardo Chillida, etc.) y otras que, por su idiosincrasia particular, se sitúan más bien en una u otra de estas 2 tendencias. Martín-Santos (como, en la actualidad, Fernando Savater)
pertenece a la tendencia centrífuga, la que se interesa por temas
universales y busca todo lo valioso que pueden ofrecer las distintas
culturas para incorporarlo. Martín-Santos vivió toda su vida, salvo 4
o 5 años, en San Sebastián. Pero estudió medicina en Salamanca y
psiquiatría en Madrid, a la vez que se sumergía en la fenomenología alemana, el existencialismo francés, el psicoanálisis vienés y la literatura de Joyce, Proust, Faulkner o Mann, sin olvidar a Baroja, al
que leyó ampliamente y a cuyo entierro asistió. Se le podría describir como un perfecto ejemplo de vasco cosmopolita.
Martín-Santos como representante
de las humanidades médicas
En el aspecto que más directamente afecta a la revista JANO,
Martín-Santos es un autor paradigmático de lo que debe entenderse por “humanidades médicas”. Y lo es precisamente por sus
diferentes dimensiones ya mencionadas: estudia las enfermedades mentales desde su experiencia clínica personal, pero, a la
vez, trata de entender la psicopatología a partir de la filosofía de
Dilthey, Jaspers o Sartre. A mitad de su carrera psiquiátrica, descubre la obra de Freud y se lanza a aplicarla a su pensamiento
teórico y a su práctica terapéutica. Asume un compromiso social
y político activo que le lleva varias veces a las cárceles franquistas. Publica su primera novela (Tiempo de silencio) un año antes
de morir, y con ella llega a ser considerado como uno de los principales renovadores de la literatura española del siglo XX. Junto
con Rof Carballo, Laín Entralgo, Castilla del Pino, López Piñero,
Diego Gracia y algunos (pocos) autores más (y salvando todas las
diferencias que existen entre los mencionados) es un ejemplo
clarísimo de síntesis bien lograda entre la medicina y las humanidades. Es ésta una razón más para alegrarnos de la vigencia que
conserva su aportación científica, cultural y humana.
Bibliografía
1. Castilla del Pino C. La obra psiquiátrica de Luis Martín-Santos. En: MartínSantos L. El análisis existencial. Ensayos. Madrid: Triacastela; 2004. p. 11.
2. Castilla del Pino C. Casa del Olivo. Autobiografía (1949-2003). Barcelona: Tusquets; 2004.
3. Martín-Santos L. El análisis existencial. Ensayos. Madrid: Triacastela; 2004.
4. Gorrotxategi Gorrotxategi P, Martín-Santos L. Historia de un compromiso. San
Sebastián: Instituto Dr. Camino de Historia Donostiarra. Fundación Social y
Cultural Kutxa; 1995.
5. Jáuregui F, Menéndez MA. El hombre que pudo ser FG. Pasión y muerte de
Antonio Amat “Guridi” y otros “malditos” del PSOE. Madrid: Temas de Hoy;
1994.
6. Martín-Santos L. Condenada belleza del mundo. Barcelona: Seix Barral; 2004.
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